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Una Teología Bíblica de la Maternidad 1 UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA MATERNIDAD James M. Hamilton Jr. James M. Hamilton, Jr. (Ph. D., The Southern Baptist Theological Seminary) es profesor Asociado de Teología Bíblica en el Southern Baptist Theological Seminary y es el Pastor principal en Kenwood Baptist Church en Louisville, Kentucky. Jim es el autor de God’s Glory in Salvation through Judgement (Crossway), God’s Indwelling Presence (B&H), Revelation: The Spirit Speaks to the Churches (Crossway), Su blog puede encontrarse en su sitio web: www.JimHamilton.info. El Dr. Hamilton es bendecido por estar casado con la mujer de sus sueños, y sus cinco hijos son como plantas de olivo alrededor de su mesa. Traducido por Saúl Sarabia L. Mirando por la ventana, Bellatrix despreció lo que vio. Aquellos tontos sonrientes con todos los niños. Y en el centro del tumulto estaba Prudencia. Sonrisa torpe, un marido cariñoso en su brazo, y el enjambre de niños apiñando su casa con sus propios hijos. Bellatrix miró con aire de suficiencia de la ventana al espejo. Había sido la soltera más codiciada en el pueblo. Ahora que se acercaba a los 70, ella se consideraba bien conservada. Esquivó el dolor del parto y todavía consideraba muy bien su figura. Habiendo evitado el desorden de los niños, su domicilio fue elegante y tranquilo. Ahora viuda, el día festivo la encontró sin problemas, relajada de deberes y ruido. Nadie con quien ella deba jugar a la esclava, nadie para limpiar después, nadie quien molestara su calma: estaba sola. No es bueno que el hombre esté solo ¿Qué es una teología bíblica de la maternidad? Una teología bíblica de cualquier cosa pretende describir tanto la historia como la red de suposiciones, presuposiciones y creencias asumidas por los autores bíblicos cuando

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Una Teología Bíblica de la Maternidad

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UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA MATERNIDAD

— James M. Hamilton Jr. —

James M. Hamilton, Jr. (Ph. D., The Southern Baptist Theological Seminary) es profesor Asociado de Teología Bíblica en el Southern Baptist Theological Seminary y es el Pastor principal en Kenwood Baptist Church en Louisville, Kentucky. Jim es el autor de God’s Glory in Salvation through Judgement (Crossway), God’s Indwelling Presence (B&H), Revelation: The Spirit Speaks to the Churches (Crossway), Su blog puede encontrarse en su sitio web: www.JimHamilton.info. El Dr. Hamilton es bendecido por estar casado con la mujer de sus sueños, y sus cinco hijos son como

plantas de olivo alrededor de su mesa.

Traducido por Saúl Sarabia L.

Mirando por la ventana, Bellatrix despreció lo que vio. Aquellos tontos sonrientes

con todos los niños. Y en el centro del tumulto estaba Prudencia. Sonrisa torpe,

un marido cariñoso en su brazo, y el enjambre de niños apiñando su casa con sus

propios hijos. Bellatrix miró con aire de suficiencia de la ventana al espejo. Había

sido la soltera más codiciada en el pueblo. Ahora que se acercaba a los 70, ella se

consideraba bien conservada. Esquivó el dolor del parto y todavía consideraba

muy bien su figura. Habiendo evitado el desorden de los niños, su domicilio fue

elegante y tranquilo. Ahora viuda, el día festivo la encontró sin problemas,

relajada de deberes y ruido. Nadie con quien ella deba jugar a la esclava, nadie

para limpiar después, nadie quien molestara su calma: estaba sola.

No es bueno que el hombre esté solo

¿Qué es una teología bíblica de la maternidad? Una teología bíblica de cualquier

cosa pretende describir tanto la historia como la red de suposiciones,

presuposiciones y creencias asumidas por los autores bíblicos cuando

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Una Teología Bíblica de la Maternidad

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escribieron. El único acceso que tenemos a lo que los autores bíblicos pensaron o

asumieron, es lo que escribieron. Cuando perseguimos la teología bíblica, lo que

estamos tratando de entender es la cosmovisión reflejada en las suposiciones de

los autores bíblicos, la cosmovisión de la que sus declaraciones resultan y la

cosmovisión en la que sus declaraciones tienen sentido.1 Si estamos tratando de

establecer una teología bíblica de la maternidad, queremos ver cómo la

maternidad encaja en la trama de la gran historia de la Biblia, cómo interactúa

con otros aspectos de la historia, y cómo estas cosas arrojan luz sobre las

declaraciones directas acerca de la maternidad en las canciones de los salmistas,

los proverbios de los sabios, y en las instrucciones de los apóstoles. La Historia y

las declaraciones se informan una con la otra, cada una exponiendo, afirmando, y

explicando la otra. Este estudio iniciará con la maternidad en la historia de la

Biblia, antes de considerar las declaraciones de la Biblia acerca de la maternidad.

La maternidad en la historia de la Biblia

La historia de la Biblia comienza con una declaración de que la simiente de la

mujer aplastará la cabeza de la serpiente (Gn 3:15), y termina con una

descripción de un dragón intentando devorar a una mujer y a su hijo varón (Ap

12:1-17). Ese niño, la simiente de la mujer, es el personaje principal de la Biblia,2

y su vida depende de que su madre le dé a luz. Solo de esto se puede ver que la

maternidad es vital para la trama principal de la Biblia, pero no solamente es la

trama principal para lo que la maternidad es vital.

Les fue dicho al primer hombre y mujer que fueran fructíferos y se

multiplicaran (Gn. 1:28). La paternidad y la maternidad son, entonces,

responsabilidades humanas fundamentales. Es la primer cosa que Dios les dijo a

Adán y a Eva después de haberlos bendecido. Adán y Eva deben ser fructíferos y

multiplicarse para hacer lo siguiente que Dios les dijo que hicieran: "llenen la

tierra y sométanla" (1:28 NVI). Ellos dos solos no serían capaces de llenar la

1 Para más, ver James M. Hamilton, God’s Glory in Salvation Through Judgment: A Biblical Theology (Wheaton: Crossway, 2010).

2 Para la importancia de Gen 3:15, ver James M. Hamilton, “The Skull Crushing Seed of the Woman: Inner-Biblical Interpretation of Genesis 3:15,” The Southern Baptist Journal of Theology 10, no. 2 (2006): 30–54; y para la conexión entre Gen 3:14–19 y 12:1–3, ver James M. Hamilton, “La Simiente de la Mujer y la Bendición de Abraham,” Tyndale Bulletin 58 (2007): 253–73.

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tierra, someterla y ejercer dominio sobre ella. La maternidad es vital para el

mandato que Dios dio a la humanidad de llenar, someter y dominar la tierra.

Dios puso al hombre en el jardín para trabajarlo y mantenerlo (2:15), y

puso a la mujer ahí para ayudar al hombre (2:18, 20). Ambos llevan la imagen y

semejanza de Dios (Gn 1:27), y no pueden cumplir su tarea distanciados uno del

otro.

Específicamente: la humanidad no puede hacer lo que Dios ordenó aparte de la

maternidad.

La mujer no estaba en la escena en la que se dio la prohibición de no

comer del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gn. 2:17), pero la amenaza

de muerte a la transgresión de la prohibición detendría a Adán y a Eva de

multiplicarse, de llenar y gobernar sobre la tierra. La muerte también detendría

al hombre de trabajar y mantener el jardín, y a la mujer de ayudarlo. La

humanidad debe obedecer el mandato de Dios para poder cumplir el propósito de

Dios, si van a llenar y someter la tierra. La desobediencia los incapacitará: no

podrán hacer lo que Dios ha mandado aparte de la obediencia al único mandato

de Dios de no comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal.

Ellos no obedecieron. De no ser por la misericordia de Dios, la muerte

habría detenido la maternidad antes de que esta siquiera comenzara.

Cuando la serpiente tentó a la mujer, le contradijo la idea de que la

transgresión resultaría en la muerte (Gn. 3:4; Cp. 2:17). Dios estableció los

límites, y Dios estableció lo que pasaría si los límites fuesen transgredidos. Al

negar la consecuencia de la transgresión, la serpiente trató de escribir su propia

historia dentro de la que Dios estaba contando. Por razones obvias, el proyecto de

la serpiente fallará. Dios es el único que ha traído la historia a la existencia por

sus palabras, y las meras palabras de la serpiente no prevalecerán en contra de

aquellas que Dios ha hablado.

Dios llamó al hombre y a la mujer a sí mismo después de que

transgredieron. Maldijo a la serpiente (Gn. 3:14-15), e hizo más difíciles los roles

dados al hombre y a la mujer (3:16-19). La parte de la mujer en ser fructíferos y

multiplicados, se vio dificultada por el dolor añadido en el parto, y su papel de

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ayudar a su esposo se complicó por un nuevo deseo de controlarlo (Gn. 3:16).3 La

maldición golpeó a la mujer precisamente en el punto de la maternidad: La

maldición de Dios está en contra de la maternidad física y relacionalmente.

Físicamente ella experimentará dolor en el parto, relacionalmente ella ya no

querrá someterse sino controlar. Un aspecto de la historia de la redención es la

maternidad, en donde la misericordia y la bendición de Dios se elevan sobre su

maldición contra el pecado para que en lugar de muerte Él de vida.

Dios lanzó la promesa de la vida frente a la muerte, incluso mientras

hablaba la maldición sobre la serpiente. Sólo la serpiente escuchó las palabras

"maldita serás" (Gn. 3:14). También escuchó que Dios pondría enemistad entre

ella y la mujer, entre su simiente y la de ella. Ella, la serpiente heriría el calcañar

de la simiente de la mujer, pero esa simiente de la mujer heriría la cabeza de la

serpiente (3:15).

Dios pasó a abordar a la mujer y al hombre (3:16-19), pero las palabras de

vida se habían lanzado contra la muerte: Dios dijo en Génesis 2:17, "porque el día

que de él comieres, ciertamente morirás." Ahora el hombre y la mujer han

comido de ese árbol, y en las palabras dirigidas a la serpiente, el hombre y la

mujer escuchan que no van a morir físicamente ese mismo día. En cambio, en la

maldición sobre la serpiente escuchan que tendrán descendencia. No solamente

sus vidas van a continuar, también van a tener hijos. Ellos se multiplicarán, y la

simiente de la mujer4 herirá la cabeza de la serpiente, donde los golpes mortales

son aterrizados, sufriendo una herida en el talón, lo que típicamente no conduce

a la muerte.

Después de haber narrado la justicia de Dios contra los trasgresores, junto

con la misericordia prometida en la palabra de que el hombre y la mujer no

morirán sino que tendrán una simiente que le hará más daño a la serpiente de lo

que la serpiente le hará a él, Moisés narra inmediatamente la respuesta del

hombre, una respuesta que muestra la importancia de la maternidad: "Y llamó

Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los

vivientes." (Gn. 3:20). Adán respondió con fe a la palabra de juicio que Dios

3 Esta comprensión de las palabras "tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti." (Gn 3:16) se basa en el uso de los mismos términos en Gn 4:7.

4 Para la validez de ver una simiente singular en Gen 3:15, ver Jack Collins, “A Syntactical Note (Genesis 3:15): Is the Woman’s Seed Singular or Plural?” Tyndale Bulletin 48 (1997): 139–48.

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habló sobre la serpiente. 5 Adán creyó que Dios había hablado justicia a la

serpiente, y en esa palabra justa oyó una promesa de vida para sí mismo, para la

pronto a ser llamada Eva, y para su simiente.

Si la mujer no se convierte en madre, la cabeza de la serpiente no será

aplastada. La justicia de Dios contra la mujer, dolor en el parto (Gn. 3:16), hace

que el triunfo sea difícil pero no imposible. La maternidad hace posible la

salvación del mundo. De hecho, la salvación del mundo vendrá sólo a través de la

maternidad.

En este lado de las maldiciones narradas en Génesis 3:14-19, la

maternidad es un acto de misericordia. No es prometido a nadie, nadie lo

merecía; nadie lo ha ganado. Nadie puede esperarlo justamente o exigir

experimentarlo. La muerte era merecida, y Dios defendió la justicia pero también

extendió el acto de misericordia de la maternidad. 6 La maternidad es un

privilegio sagrado otorgado por el beneplácito de Dios.

El recuento de la reacción de Eva a los nacimientos de Caín y Set, muestra

que ella comprendió plenamente el significado de la maternidad, la importancia

de la simiente que le fue dada. Cuando nació Caín, ella dijo, "Por voluntad de

Jehová he adquirido varón" (Gn. 4:1). Al asesinar a Abel, Caín mostró no ser

simiente de la mujer, sino simiente de la serpiente (4:8). Como resultado, él

escucha las mismas palabras, "Maldito serás tú" (4:11), que su padre el diablo

había escuchado (3:14; Cp. Juan 8:44, 1 Juan 3:9-12). Las palabras de Eva en el

nacimiento de Set muestran que ella entiende esto: "y llamó su nombre Set:

Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató

Caín." (4:25). Eva parece estar en busca de la simiente de la mujer que

conquistará a la serpiente.

La promesa de la simiente provoca la preocupación de preservar la línea

genealógica de descendencia: las genealogías dan testimonio de la esperanza de la

simiente de la mujer prometida, y Génesis 5 traza la línea de descendencia de

Adán a Noé a través de diez generaciones (Gn. 5:1-32). La maternidad hace

posible una genealogía.

5 Stephen G. Dempster, Dominion and Dynasty: A Biblical Theology of the Hebrew Bible, New Studies in Biblical Theology (Downers Grove: InterVarsity, 2003), 68.

6 Para mas, ver Hamilton, God’s Glory in Salvation Through Judgment, 75–89.

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Una Teología Bíblica de la Maternidad

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En medio de la genealogía Génesis 5, las palabras de Lamec en el

nacimiento de Noé, indican que estas personas están en busca de la simiente de la

mujer que golpeará en el cráneo de la serpiente: "Este nos aliviará de nuestras

obras y del trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que Jehová maldijo."

(Gn 5:29; cp. 3:17-19). Las palabras de Eva en los nacimientos de Caín y Set

testifican de la esperanza de la simiente aplasta cráneos prometida. Las palabras

de Lamec indican que aquellos que creen en la promesa de Dios acerca de la

simiente de la mujer, también piensan que su conquista hará retroceder la

maldición sobre la tierra, reabrirá el camino al Edén, a la presencia de Dios y a la

vida bienaventurada.7

Otra genealogía hecha posible por la maternidad en Génesis 11 registra las

diez generaciones que se extienden desde el hijo de Noé, Sem, hasta Abram (Gn.

11:10-26). Poco después de que la genealogía nos ha llevado hasta Abram, no

obstante, leemos que él tiene una esposa estéril (11:30). Así como la palabra de

Dios prevaleció sobre la muerte cuando Dios habló del juicio sobre la serpiente en

Génesis 3:15, así también la palabra de Dios prevaleció sobre la esterilidad de

Sarai cuando Dios habló de la bendición de Abraham en Génesis 12:1-3.

El libro del Génesis detalla cómo la bendición de Abraham fue pasada a su

hijo Isaac (Gn. 26:3-4), y luego de Isaac a Jacob (28:3-4), pero para que esto

sucediera, Dios tuvo que conceder la misericordia de la maternidad a las estériles

Sara y Rebeca (21:1; 25:21). La esterilidad de estas mujeres no fue el único

obstáculo. A través de la mentira egoísta de la “hermana”, tanto Abraham como

Isaac trataron de entregar a sus esposas (12:10-20; 20:1-18; 26:6-11). Si hubieran

tenido éxito, el canal de bendición se habría perdido. La promesa de Dios de

bendición, vida y simiente, se opone a la incapacidad física de las mujeres y a la

locura moral de sus maridos. Dios los bendijo, a Abraham y Sara, a Isaac y

Rebeca, con la misericordia de la maternidad a pesar de su incapacidad y pecado.

Los nacimientos notables, nacimientos que requieren la intervención

divina, pueblan el paisaje del Antiguo Testamento: Raquel tenían dificultades

para ser madre (Gn. 30:1-2), y fue sólo cuando Dios escuchó su oración y abrió su

7 De manera similar T. Desmond Alexander, From Eden to the New Jerusalem: Exploring God’s Plan for Life on Earth (Nottingham England: InterVarsity, 2008), 27.

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matriz, que José nació (30:22-24). 8 El nacimiento de Fares y Zara vino de

circunstancias que eran cualquier cosa menos favorables (Gn 38). La madre de

Sansón era estéril hasta que el ángel del Señor se le apareció, anunciándole que

daría a luz a un nazareo desde su nacimiento (Jue 13:2-5). El texto de Rut no dice

explícitamente que ella era estéril, pero ella estuvo casada con Mahlón durante

diez años y no tuvo hijos (Rut 1:4; 4:10). Cuando se casó con Booz, Yahvé le dio

que concibiese y ella dio a luz al abuelo de David (4:13, 17). Yahvé había cerrado

el vientre de Ana (1 Sam 1:5-6), pero escuchó su oración, se acordó de ella, y ella

dio a luz a Samuel (1:11, 19-20).

Este patrón de nacimientos notables, nacimientos que no ocurrirían aparte

del Señor, encuentra su cumplimiento cuando Jesús, el Mesías, es nacido de la

virgen María (Mt. 1:18-23, Lc. 1:34-38). Ningún hombre - ¡y no me refiero a

Odiseo!- engendró al Mesías. Ningún hombre trajo el Mesías al mundo. Ningún

hombre se aseguró de que la línea de descendencia sería ininterrumpida desde

Adán hasta Noé, de Sem a Abram, de Abram a Fares, de Fares a David a través de

Obed, y desde David hasta el hijo de David, Jesús de Nazaret. Dios supervisó la

preservación de la simiente de la mujer y las madres dieron a luz a los hijos,

manteniendo viva la esperanza, haciendo posible la promesa.

Sin la maternidad, la trama de la Biblia no va a ninguna parte, porque su

protagonista, la simiente de la mujer, nunca habría nacido para triunfar sobre el

antagonista, el gran dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás (Ap.

12:9; cp. 12:1-5).9

Hemos visto que la maternidad es un acto de misericordia, y del hecho de

que el Mesías nació de una mujer (Gal 4:4), vemos que la maternidad es un

honor. Sólo María dio a luz al Mesías mismo, pero cada madre que tiene un hijo,

experimenta lo que ella hizo. Cada madre que da a luz un hijo trae vida al mundo

a través de una experiencia cercana a la muerte. Toda madre que da a luz un hijo

participa de los dolores del parto, y las tribulaciones escatológicas que resultarán

en los cielos nuevos y tierra nueva son asemejadas a los dolores de parto por los

profetas (ej. Isa 26:17-19), Jesús (Jn 16: 21 -22), y por Pablo (Rom. 8:18-25). Así

8 T. D. Alexander, The Servant King: The Bible’s Portrait of the Messiah (Leicester: InterVarsity, 1998), 23.

9 Ver mi exposición de Apocalipsis 12 en James M. Hamilton, Revelation: The Spirit Speaks to the Churches, Preaching the Word (Wheaton: Crossway, 2012), 245–56.

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como el sufrimiento de una mujer trae nueva vida al mundo, así también las

aflicciones mesiánicas darán a luz una nueva creación.10

También podemos observar que la maternidad es una de las formas en que

Dios ha escogido lo débil del mundo para avergonzar a lo fuerte (1 Cor. 1:27).

Dios ha fundado la fortaleza de la boca de los niños y de los que maman, a causa

de sus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo. (Sal 8:2). Una

madre puede no parecer como un recurso militar, pero los bebés débiles e

indefensos que ella engendra, es lo que Dios usa para fundar su fortaleza y

silenciar sus adversarios -no cuando ellos crecen para ser guerreros poderosos,

sino cuando lloran sus gritos sin palabras, cuando su propias vidas dan

testimonio de que Dios hace que la vida prevalezca sobre la muerte, que la

bendición triunfe sobre la maldición, y el infante de la mujer presagia la muerte

para el antiguo dragón.

Dios responde al desafío y desobediencia de Satanás con la obediente

sumisión de una mujer que hace lo que Dios le hizo hacer; ayudar a su marido a

multiplicar, llenar y sojuzgar la tierra, y ella hace eso al tener hijos. Por medio de

la maternidad, Dios responde a la jactancia de Satanás con el llanto del bebé.

Dios responde al orgullo de Satanás con el niño humilde.

La importancia de la maternidad en la historia de la Biblia debe influir en

nuestra lectura de un pasaje como 1 Timoteo 2:15.11 Eva tuvo hijos, las matriarcas

de Israel tuvieron hijos, y María la virgen dio a luz a Jesús el Mesías. Lo que

Pablo dice acerca de las mujeres y el parto en 1 Timoteo 2:15, de las viudas

jóvenes en el 5:14, y de las mujeres mayores y jóvenes en Tito 2:3-5, significa que

el hecho de que la simiente singular de la mujer, Jesús el Mesías, ha llegado, no

exime a las mujeres de la responsabilidad de seguir teniendo hijos. Más bien, al

igual que la abuela de Timoteo, Loida y su madre Eunice (2 Tim 1:5), las madres

deben pasar la fe a los hijos que dan a luz (cp. 3:14-15).

La historia de la Biblia no se centra en la maternidad, pero la maternidad

hace que la historia de la Biblia sea posible: ese niño varón que escapó del dragón

10 Para las aflicciones mesiánicas en el Antiguo y Nuevo Testamento, ver Hamilton, God’s Glory in Salvation Through Judgment, 492–94.

11 Sobre este pasaje, ver esp. Thomas R. Schreiner, “An Interpretation of 1 Timothy 2:9–15: A Dialogue with Scholarship,” en Women in the Church: An Analysis and Application of 1 Timothy 2:9–15, ed. Andreas J. Köstenberger and Thomas R. Schreiner, 2nd ed. (Grand Rapids: Baker, 2005), 85–120.

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a medida que su madre le estaba dando a luz en Apocalipsis 12, regresa a

reclamar su novia en Apocalipsis 19.

Hay un tipo de anticipación de la cena de las bodas del Cordero en la

escena de la boda en el Cantar de los Cantares, donde leemos:

¡Salgan, doncellas de Sión! ¡Vean al rey Salomón portando su corona! ¡Es la misma que le ciñó su madre el día de su casamiento, el día en que su corazón se alegró! (Cantares 3:11).

Las declaraciones de la Biblia acerca de la Maternidad

Las declaraciones de la Biblia acerca de la maternidad son hechas en el contexto

de la historia más amplia que los autores bíblicos dan por sentado. Esta es una

historia que comienza con un hombre y una mujer desnudos y sin vergüenza en

un jardín, a poco de verse expulsados de la presencia de Dios, de la intimidad

desinhibida entre uno y el otro, y de la tierra fecunda. Sin ya más inocencia y sin

más desnudez,12 Adán y Eva fueron expulsados del huerto a las espinas y cardos,

lejos de la bendición de Dios al dolor del parto. Pero como hemos visto, salieron

con una promesa de vida.

La historia de la Biblia provee el fondo de las imágenes utilizadas en los

Salmos para describir la buena vida. El Salmo 128, por ejemplo, habla de la forma

en que los que temen a Jehová y andan en sus caminos experimentarán la

bendición de Dios que les permitirá prosperar a pesar de la maldición.

Esta canción de ascenso abre con una bendición sobre todos los que temen

a Jehová y andan en sus caminos (Salmo 128:1). Es como si el salmista reflexiona

sobre la forma en que temer a Yahvé y seguir sus caminos produce bendición al

hombre a pesar de la maldición sobre la tierra y el trabajo doloroso de Génesis

3:17-19. El salmista también habla en términos que recuerdan a las bendiciones

del pacto mosaico cuando afirma que aquellos que temen a Jehová comerán el

fruto de su trabajo, serán bendecidos, y les irá bien (cp. Dt. 28:1-14).

12 Para reflexiones sobre la desnudez y la vestimenta, ver John Piper, This Momentary Marriage: A Parable of Permanence (Wheaton: Crossway, 2009), 36–38.

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Una Teología Bíblica de la Maternidad

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A partir de ahí, el salmista parece reflexionar sobre la forma en que las

personas que conocen a Dios tienen matrimonios que son bendecidos a pesar de

la dificultad relacional y física prometida en Génesis 3:16. El hombre

bienaventurado que se deleita en la Torá de Yahvé, será como un árbol en el

Salmo 1, mientras que su esposa será una vid que lleva fruto y sus hijos plantas de

olivo alrededor de su mesa en el Salmo 128:3. Esa referencia a los hijos como

plantas de olivo puede retomar la promesa de la vida que vence la muerte de

Génesis 3:15 -no necesariamente una referencia a la simiente singular de la

mujer, sino a la simiente colectiva (cp. Gn 22:17-18).13

Esta experiencia -de vida, fecundidad, y las bendiciones de Dios que

trascienden las maldiciones de Dios- es prometida a los que temen a Jehová en

Salmos 128:4, y luego se ora por ella en el 128:5-6. Este breve Salmo funciona

como una radiografía de la buena vida: una labor saludable con el mundo

funcionando para lo que se hizo, cosechando fruto en su tiempo, fruto disfrutado

por los que trabajaron y mantuvieron la tierra, y un matrimonio armonioso con

una esposa floreciente, que está produciendo el fruto del pacto conyugal, dando a

luz hijos que son ellos mismos las promesas de una fecundidad futura. Estas son

las bendiciones conocidas por aquellos que temen a Yahvé lo suficiente como

para evitar transgredir sus mandamientos. Estas bendiciones están disponibles

incluso en la tierra maldita al este del Edén. La maternidad es una bendición

disfrutada por aquellos que conocen y temen a Yahvé, aquellos que experimentan

su bondad. La tierra dando su fruto es un tipo de restauración a su propósito

creado, y lo mismo aplica para una esposa funcionando con su marido para ser

fructíferos y multiplicados.

La historia de la Biblia y las suposiciones de los autores bíblicos también

informan las declaraciones sobre la maternidad en el libro de Proverbios. El leer

los Proverbios en forma aislada unos de los otros es pasar por alto la forma en

que una declaración integral de los dos caminos, el camino a la vida y el camino a

la muerte, se construye a medida que se avanza a través de la totalidad de los

Proverbios de Salomón. El libro debe ser leído en su conjunto en su forma final y

canónica.14 Hacer esto, nos permite entender estas declaraciones a la luz de la

otras, y las imágenes individuales y los proverbios se complementan entre sí, se

13 Ver T. Desmond Alexander, “Further Observations on the Term ‘Seed’ in Genesis,” Tyndale Bulletin 48 (1997): 363–67.

14 Para más información sobre la lectura de Proverbios en el contexto del canon, ver Hamilton, God’s Glory in Salvation Through Judgment, 290–301.

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Una Teología Bíblica de la Maternidad

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interpretan el uno al otro, y resultan en un amplio panorama de cómo evitar la

miseria y disfrutar de la buena vida.

Casi podríamos decir que el libro de Proverbios está mostrando el camino

de la vida que lleva a uno de nuevo al jardín del Edén, y este libro nos enseña que

no hay atajos a esa tierra donde la gente disfruta de la bendición de Dios. Hay

una manera de alcanzar todos los placeres que la gente busca cuando hace cosas

malvadas, pero los que hacen cosas malvadas no disfrutarán de los placeres que

buscan en la transgresión.

Los padres y las madres deben obedecer Deuteronomio 6 e instruir a sus

hijos (Prov. 1:8).15 Una buena madre es casi igual que la señora Sabiduría, cuya

invitación se escucha en la calle (1:20; 8:1), ella es la mujer sabia que edifica su

casa (14:1). La señora insensata, por el contrario, es una seductora (7:10; 9:13),

que derriba su casa con sus propias manos (14:1).

Los hijos sabios son una alegría para sus padres; los necios son la tristeza

de sus madres (Prov. 10:1; 17:25). Los necios menosprecian a sus madres (15:20),

los que ahuyentan a sus madres causan vergüenza y oprobio (19:26): son

destructivos (28:24), y la oscuridad les espera (20:20). El camino de la maldad

está abierto ante los hijos indisciplinados, el peligro de no tener ninguna razón

para honrar al padre y la madre (30:11). Los cuervos les sacarán los ojos (30:17),

a medida que perecen bajo la maldición de Dios.

Los padres que desean liberar a sus hijos de la necedad, deben amarlos lo

suficiente como para disciplinarlos con la vara (13:24; 19:18; 22:15; 23:13-14). El

hijo indisciplinado avergonzará a su madre (29:15). Los hijos disciplinados

deleitarán a sus padres (29:17; Cp. 22:23-25). Los buenos reyes tienen buenas

madres (31:1). El que recibe el don de la mujer prudente alcanza la benevolencia

de Jehová (Prov. 18:22; 19:14), pero una mujer rencillosa es una gotera continua

a su marido (19:13), mejor es vivir en un rincón del terrado o en tierra desierta

que con ella. (21:9, 19; 25:24). El viento es más fácil de refrenar que su lengua

(27:15-16).

Una buena esposa no tiene precio (Prov. 31:10). El corazón de su marido

está en ella confiado, y no carecerá de ganancias. (31:11). Ella le da bien y no mal

(31:12). Ella es muy trabajadora (31:13), emprendedora (31:14), diligente (31:15),

15 Ver James M. Hamilton, “That the Coming Generation Might Praise the Lord,” Journal of Family Ministry 1 (2010): 10–17.

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Una Teología Bíblica de la Maternidad

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sabia (31:16), capaz (31:17), especializada (31:18-19), generosa (31: 20), y por

todas estas razones ella puede ser confiable (31:21). Ella misma hace sus colchas,

y se viste con las telas más finas. (31:22 DHH). Su marido no sufre ninguna

vergüenza de ella (31:23). Ella bendice a otros también (31:24). Ella tiene

dignidad, fuerza y alegría a pesar de la adversidad que pueda venir (31:25). Ella

es sabia y enseña (31:26), sin desperdiciar el tiempo (31:27). Excelente y loable es

ella, bendecida por sus hijos, alabada por su marido, teme a Yahvé y cosecha su

recompensa (31:10, 28-31).

La enseñanza del Antiguo Testamento informa lo que los autores del

Nuevo Testamento dicen acerca de las esposas y madres. Pedro exhorta a las

esposas creyentes que tienen maridos incrédulos a no serles un gotera continua (1

Pe. 3:1), sino a vivir una conducta casta y respetuosa (3:2-4), siguiendo el ejemplo

de las esposas piadosas del Antiguo Testamento, principalmente el de Sara (3:5-

6).

La enseñanza de Pablo sobre el matrimonio en 1 Corintios 7 implica hijos:

Los esposos y las esposas que no se privan el uno al otro (7:1-5) se convertirán en

padres y madres. El hombre y la mujer son iguales ante Dios, uno en Cristo por

medio de la fe en él (Gál. 3:28), pero esto no anula los roles que Dios creó para

que el hombre y la mujer ejercieran (Ef 5:21-33; Col 3:18-19).16 La discusión de

Pablo sobre el matrimonio es seguida naturalmente por una discusión de los

hijos, y las madres deben unirse a los padres en la crianza de los hijos en el temor

y amonestación del Señor para que sus hijos honren a sus padres y vivan la buena

vida que se describe en los Salmos y Proverbios (Ef. 6:1-4; Col 3:20-21).

Los autores bíblicos asumen en todas partes que el matrimonio, una unión

interpersonal integral entre un hombre y una mujer, que debe ser exclusivo,

monógamo, permanente y producir hijos, es el contexto adecuado para la

maternidad.17 Los autores bíblicos también son conscientes de que no todos se

16 Para una discusión de los roles de género, ver James M. Hamilton, “What Women Can Do in Ministry: Full Participation Within Biblical Boundaries,” in Women, Ministry and the Gospel: Exploring New Paradigms (Downers Grove: InterVarsity, 2007), 32–52.

17 Esta definición del matrimonio es de Sherif Girgis, Robert George, y Ryan T. Anderson, “What Is Marriage?” Harvard Journal of Law and Public Policy 34 (2010): 245–87; Y para una respuesta a algunas objeciones, ver Robert P. George, Sherif Girgis, and Ryan T. Anderson, “The Argument Against Gay Marriage: And Why It Doesn’t Fail « Public Discourse,” The Witherspoon Institute, December 17, 2010, http://www.thepublicdiscourse.com/2010/12/2217. Los autores bíblicos son conscientes de la poligamia, y no ocultan el hecho de que algunos de los principales personajes de la Biblia tuvieron varias esposas (por ej. Abraham y David). La Biblia también muestra los problemas que acompañan siempre a la poligamia. Esos matrimonios nunca se

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casan, y que no todos son capaces de tener hijos. La Biblia encomienda a aquellos

que cuiden a los huérfanos y viudas, y con Dios nuestro Padre quien nos ha

adoptado (por ej. Rom 8:15), la adopción es siempre una posibilidad para los

niños muy amados que le imitan (Efesios 5:1). 18 Las representaciones e

instrucciones de la Biblia para las viudas (por ej., 1 Tim 5:3-16) y para las mujeres

de más edad (Tito 2:3-6) son relevantes aquí también, al igual que las

instrucciones más amplias para todos los que forman parte de la familia de Dios.

Las mujeres solteras pueden no ser las madres de sus propias familias, pero

tampoco necesitan estar solas. La familia de Dios les proporciona un conjunto de

relaciones en las que ellas pueden perseguir el rol matriarcal, y la urgencia del

Evangelio les da algo grande para lo cual vivir (1 Corintios 7:8, 26).

Conclusión

Al otro lado de la calle de la casa que habitaba Bellatrix, los pequeños ciclones

habían ido a la cama, los adultos se habían arrojado a sí mismos en las sillas, un

silencio aun cayendo en la creciente oscuridad al final del día.19 Los adultos se

sentaron en frente del fuego, sonrisas suaves, agotamiento tranquilo. "Sabes,

querida, podríamos haber evitado todo esto."

Prudencia sonrió con una alegría burlona detrás de las palabras de su marido.

Tampoco quería evitar cualquier parte del amor.

"Cuando nos dimos cuenta de que éramos infértiles ", continuó, " Me pregunté

por un momento si nada de esto sería nuestro."

"Si hubieras evitado todo esto", dijo su hijo mayor, a quien habían adoptado en

primer lugar, "nada de esto hubiera sido mío, tampoco."

"Ni mío."

"Tampoco mío."

representan como felices, y después Jesús afirma que los dos deben convertirse en una sola carne, lo cual excluye la poligamia (Mt. 19:5-6).

18 Ver Russell D. Moore, Adopted for Life: The Priority of Adoption for Christian Families and Churches (Wheaton: Crossway, 2009).

19 Este lenguaje refleja una descripción en una carta escrita por C. S. Lewis, a la que llamó la atención Tony Reinke en un post en su blog: “C. S. Lewis on ‘Little Cyclones’ (Young Boys),” Miscellanies., January 30, 2012, https://spurgeon.wordpress.com/2012/01/30/c-s-lewis-on-little-cyclones-young-boys/.

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"Y me alegro de que no paraste a los tres", añadió el más joven, lanzando una

amplia sonrisa.

Prudencia miró a su marido y citó a la primera línea de Proverbios 17:6,

"Corona de los viejos son los nietos."

Como ella se detuvo, su hija miró a su madre y a su padre, añadiendo el resto de

la línea, "y la honra de los hijos, sus padres."

El marido de Prudencia, calentado más por las palabras que por el fuego, miró a

los ojos de su esposa y citó fragmentos de Proverbios 11:16 y 12:4, "La mujer

agraciada tendrá honra…La mujer virtuosa es corona de su marido".

Como si fuera una señal, los hijos no de su vientre pero sí de su corazón y su vida,

se unieron a su padre en la alabanza de su madre: "Se levantan sus hijos y la

llaman bienaventurada." (Prov. 31:28).