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TEXTO Asun Paniagua

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Un incentivo bajo la nieve de CanadáCataratas heladas, actividades invernales, ‘cabanes à sucre’ y blancos paisajes nevados... Como si estuvieran en Frozen, los mejores clientes de una empresa de renting de coches que cada año les premia con un viaje de una semana, vivieron una aventura congelada e inolvidable en Canadá. Un viaje invernal recorriendo las ciudades de Toronto, Montreal y Quebec y los atractivos naturales más importantes de la costa este canadiense. Eso sí, con temperaturas que llegaban hasta los -20º, aunque el clima no fue un problema porque todos iban muy bien equipados con guantes, botas, gorro, bufanda, ropa térmica, calcetines de lana y una buena chaqueta polar. Un incentivo de la mano de la agencia Marbet, que sorprendería hasta a los amantes del sol y playa, les dejaría helados...

Antes del viaje, los asistentes recibieron una invitación que incluía una guía Lonely Planet, una piruleta en forma de la hoja de Canadá de sirope de arce y un gorro orejero que pudieron utilizar durante el viaje para protegerse del frío, aunque todos iban muy bien preparados hasta con parches calientes para manos y pies.

La aventura empezó en Toronto, que junto a las Cataratas del Niagara, es la puerta que da la bienvenida al país. Nada más llegar, los invitados encontraron en la habitación del hotel una figura en forma de arce con una carta de bienve-nida, algo muy característico de Canadá. Allí se equiparon con ropa invernal y subieron a la Torre CN de Toronto, un icono de la ciudad, la estructura independiente más alta del hemisferio occidental con sus 553 metros y unas vistas espectaculares.

Al día siguiente, el frío extremo del invierno en América del Norte les brindó una estampa espectacular de las cataratas del Niágara casi congeladas, que pocas veces se pueden ver así. Desde ahí, subieron en helicóptero y se trasladaron a las Bodegas Peller Estate para degustar sus vinos, especial-mente el Ice Wine.

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Después de descongelar el avión, volaron a Montreal para visitar los principales atractivos de la ciudad, como la famosa Basílica Notre-Dame antes de desplazarse a la región de St-Alexis-des-Monts, donde tuvieron una cálida bienvenida a su llegada al hotel, con una hoguera en el exte-rior en torno a la cual tomaron la bebida típica, whisky con sirope de arce, pero en vasos de hielo. El contraste frío-calor les preparó para ir a descansar.

En la habitación del hotel Lac à L’Eau Claire, se encontraron una camisa de cuadros roja y negra con una nota para que se la pusieran el día de la Cabane à sucre para ir todos iguales. Desde allí, el grupo hizo una excursión con moto de nieve a través de los bosques y lagos congelados, y a medio camino, pararon para recargar energía con un chocolate caliente. Por la tarde, se organizaron en equipos para hacer una expedi-ción en trineos de perros y raquetas de nieve, para descu-brir el invierno de la región de St-Alexis-des Monts, con sus intensas puestas del sol sobre los congelados árboles y los pinos enterrados bajo la nieve.

También vivieron una de las tradiciones más auténticas de Quebec en la Cabane à Pierre (cabane à sucre/cabaña de azúcar): todos ataviados con camisas personalizadas con el logo de la empresa, a cuadros rojos y negros, se convirtieron en canadienses por un instante haciendo piruletas con sirope de arce, que consiste en verter un chorrito de jarabe hirviente sobre nieve virgen que se carameliza al instante. Viendo cómo trabajaba un leñador la madera, disfrutaron de una típica comida franco-canadiense donde, de forma espontánea, bailaron y tocaron un instrumento peculiar: la cuchara de madera. Al salir de la Cabane à sucre, cada parti-cipante recibió una bolsa de palomitas con sabor a sirope de arce.

¿Preparados para más frío? Se adentraron en el hotel de hielo (Hôtel de Glace) de Québec, una de las visitas que más sorprendió por la magnífica estructura construida a base de nieve y hielo, cuidada hasta el más mínimo detalle, lámparas, muebles, paredes, puertas… como una la fantasía del país de hielo hecha realidad.

Ya en la ciudad de Québec, conocida como la “cuna de la nueva Francia” y el baluarte de la cultura francesa en Norteamérica, se alojaron en el hotel Château Frontenac, un palacio de estilo francés que presume de ser el hotel más fotogra-fiado del mundo. A los pies del Château, pudieron disfrutar como niños de un tobogán para trineos.

A escasos 15 minutos del municipio conocieron la cascada de Montmorency, un popular destino de invierno que es especialmente impactante cuando se forma a los pies del agua un cono de hielo conocido como Pain de Sucre (pan de azúcar). Para finalizar el viaje, se organizó la cena de gala con entrega de premios, en el Relais Chateaux Saint Antoine, ambientada con música canadiense. El frio, la nieve, el hielo, el sirope de arce, los trineos, el vino helado y todos los lugares mágicos cerraron esta impactante aventura gélida.

Uno de los retos que les propusieron para vivir esta experiencia fue un concurso fotográfico para que los participantes se hicieran fotos durante el viaje con los elementos más característicos de Canadá, con el título “Buscamos la mejor foto de Canadá”. Después se premiaría la originalidad y, cuando ya estaban todos en sus casas, recibieron un álbum con las mejores fotos tanto en papel como digital, incluyendo el logo de la empresa.

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