un cosmonauta impetuoso

13

Upload: martin-pallares

Post on 08-Apr-2016

233 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Artículo de José María León sobre Ronnie Nader y Rafael Correa

TRANSCRIPT

Page 1: Un cosmonauta impetuoso
Page 2: Un cosmonauta impetuoso
Page 3: Un cosmonauta impetuoso

I

ace unos años el primer y único cosmonauta del Ecuador demandó por

sesenta millones de dólares a una compañía de atún' En un comercial de

televisión, un hombre a quien presentaban como Edwin Aldrin Zambrano'

el primer astronauta ecuatoriano, llevaba en su vuelo espacial con la nave Si-se-puede r

una lata con encebollado de atún. por entonces, Ronnie Nader, el auténtico hombre

del espacio, aún no se había graduado de cosmonauta, pero creía que ese anuncio

comercial usurpaba su imagen: nEr primer astronauta ecuatoriano tiene un nombre»,

o

z

=aó

GUaGo

o

me advertiría Nader desde un sillón de su casa en las afue-

ras de Guayaquil. En zoro, tres años después de haber-

la enjuiciado, desistió de su demanda cuando la atunera

aceptó pagarle una fracción de lo que pedía' Para la em-

presa de atunes se trataba de una cuestión práctica: o se-

guía pagando a su abogado Para que la defendiera o le pa-

gaba al cosmonauta. Para Ronnie Nader era una cuestión

de honor: saldar una ofensa contra el hombre que llevaría

a Ecuador al espacio. Ronnie Nader se ha ungido como el

héroe sideral de Ia patria, el que la sacará de dos siglos de

adolescencia agricolay la guiará a la adultez espacial «Así

como hay cosas que un niño debe hacer para convertirse

en hombre -insiste-, hay cosas que un país debe hacer

para convertirse en nación». Saltar de Banana Republic a

Space Nation. El cosmonauta Ronnie §¿ds¡ -su¿rentón,

piel d.orad.a, inteligencia afi [ada, autoestima inquebranta-

ble- es una hormona del crecimiento nacional' Ese co-

mercial d.e atún no era la imagen que él quería de sí mismo'

La posteridad que Nader había elegido no era la falsa y

ridícula imagen de una publicidad de pescado enlatado'

Era ser el pionero de la historia cósmica del Ecuador'

Para ser cosmonauta, Ronnie Naderviajó a Rusia' Un cos-

monauta es un viajero espacial entrenado en el Centro Yuri

Gagarin en La Ciudad de las Estrellas, una base militar en

las afueras de Moscú. Como todo en los países comunistas,

durante décadas fue secreta. Como todo en los países co-

munistas que colapsan, e[ secreto se convirtió en un nego-

cio lucrativo: una década después de la caída de la Unión

Soviética, eI multimillonario estadounidense Deniss Tito

pagó veinte millones de dólares a Rosaviakosmos, la agencia

rusa, por un viaje de ocho días a[ espacio en zoor' En el

centro Yuri Gagarin, el ecuatoriano Nader estudió duran-

te d.ieciséis meses rePartidos en cuatro años hasta alcanzar

el título de cosmonauta. Para los rusos, todo egresado de

su entrenamiento era un cosmonauta. Para los estadouni-

denses, sus graduados de la misma carrera eran astronautas'

Bra una definición geopolítica. Durante la Guerra Fría esa

diferencia semántica fue una declaración de principios, una

denominación de origen. Revelaba en nombre de cuál de los

dos imperios del siglo XX se iba a conquistar el cosmos' Des-

pués de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Uni-

dos y la Unión Soviética se repartían el planeta, voltearon

a mirar a las estrellas. El océano que circunda al mundo no

tenía duefio. Desde donde comenzab4 el espacio -a

cien

kilómetros de altura, según la Federación Internacional de

Aeronáutica- todo podía ser conquistado' Los viajes espa-

ciales no sólo ampliaron el campo de batalla: su tecnología

llevaba las ventajas del avión a un extremo escalofriante y

la destrucción ya era posible a control remoto' Los mismos

cohetes que llevaban al espacio Perros) monos y peregrinos

de nombres inolvidables como Yuri, Neil o Buzz servirían

paralatzar bombas nucleares. Hoy viajar fuera del planeta

ya no asegura a un país Ia dominación mundial, pero sigue

siendo un acontecimiento excepcional. A más de trescien-

tos veinte kilómetros de altura, cosmonautas y astronautas

conviven etpazen Ia Estación Espacial Internacional' Allí,

pocas cosas los diferencian, como el material con que puri-

fican su agua -yodo

los gringos, plata los ex soviéticos-, o

las copas de vodkay cognac que los rusos sí tienen permiso

d.e tomar. La champaña, sin embargo, está prohibida para

todos. Pero se puede ser astronauta sin haber traspasado

la atmósfera terrestre. Ronnie Nader no ha llegado a viajar

fuera del planeta, pero es un hombre excepcional'

Un siglo atrás, volar debajo de la atmósfera también lo fue'

Los primeros aviadores eran elevados a héroes, y sus viajes

reseñados como hazañas. Recibían todos los honores de los

hombres y todos los suspiros de las mujeres' Sus nombres

se inscribían en placas, y sus vidas se resumían en los libros

d.e historia. Hasta que un día, décadas más tarde, volar en

Page 4: Un cosmonauta impetuoso

avión se fue volviendo una rutina mesocrática. ya casi nadiese baja del avión ante una comitiva que lo recibe con flores ydiscursos. Nadie escribe triunfante en su perfil de Facebook:«Hoyviajaré por primeravez en avión». Alg*" día, lo mismopasará con los que se van al espacio. Dará lo mismo astro,cosmo o taikonauta ----el equivalente chino_. Como expli_ca George Zamka, ex piloto de los transbordadores Disco_veryy Endeavour de la NASA, se ha empezado a privatizarel monopolio estatal de la galaxia. Con el turismo espacialinaugurado en rg9% no está lejos el día en que la EstaciónEspacial Internacional sea el nuevo destino delverano patro_cinado por Coca-Cola. En zor3, la nave de Virgin Galactics,la galáctica empresa fundada por el multimillonario inglésRichard Branson, despegó del puerto espacial América, enNuevo México, subió a más de veintiún mil kilómetros, rom_pió la barrera del sonidoy regresó a la Tierra. La empresa deBranson ofrece vuelos espaciales para quien pueda pagarlos--doscientos cincuenta mil dólares por asiento_- y ya tienemás de quinientas reservaciones para volar en la SpaceS_hipTwo. El paseo orbital está más cerca que nunca.

Nader, quien costeó su entrenamiento de cosmonauta enRusia con sus ahorros de ingeniero de sofiwarerno tenía vo_cación de turista espacial. Le parecía poca cosa: «yo queúatoda una aventura nacional». No le bastaba con poner sunombre en órbita. Quería üajar en nombre de toda la patria.Convertirse en el hombre que inaugurab ala eraespacial enun país conocido como el mayor exportador de banano delmundo. Pero las empresas cósmicas nacionalistas son cosadel siglo pasado. Ya nadie lanza cohetes espaciales por orgu_llo patrio. Hoy el espacio

-como la guerra- es un merca_

do donde las empresas privadas se asocian con las agenciasestatales. En quince o veinte años, los niños no se maravi_llar.ín porque la gente pueda acercarse a las estrellas, sinoporque hacía unas cuantas décadas era todo un aconteci_miento. Para el cosmonauta Ronnie Nader, esta aventura in_cluiría entrenarse por cuenta propia en Rusia y crear EXA,la Agencia Espacial Civil Ecuatoriana y construir y enviaral espacio dos satélites, Pegaso y su gemelo Kr¡rsaor, con labandera de su país. Al Ecuador la era espacial y su héroeestratosférico le han llegado con cincuenta años de retraso.

En el centro Gagarin de Moscú, Ronnie Nader recibióun uniforme hecho a su medida por los sastres de NppZvezda, la compañía que desde la segunda mitad del si_

glo XX ha fabricado la indumentaria aeroespacial rusa.El traje, llamado Sokol

-halcón en ruso-, es blanco y

voluminoso y por dentro está hecho de nylon ó, el mismomaterial con que se fabrican las cerdas de los cepillos dedientes. Un día de junio de zoo7, después de casi quinien_tos días de entrenamiento, Nader rindió allí sus últimaspruebas: había volado en dos aviones supersónicos rusosa una velocidad de casi tres mil kilómetros por hora, yen su último examen tuvo que ponerse encima los diezkilos que pesa el Sokol mientras flotaba en una simulaciónde gravedad cero. Nader se graduó de cosmonauta en unaceremonia sin aspavientos. No hubo nadie de su familia.Apenas un delegado de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, losfuncionarios del Centro Gagarin y tres equipos de perio_distas de Ecuador. Un estrechón de manos, una palmadaen el hombro y un breve aplauso sellaron una ceremoniaaustera en la que recibió el diploma y las alas de titanioque lo acreditan cosmonauta. En unos meses que atravesa_ron años, Ronnie Nader había estudiado mecánica orbitaly astronavegación y había sometido su cuerpo a extenuan_tes rutinas como la simulación de un ambiente a diez milmetros de altura. Un par de días después, el primer cos_monauta del Ecuador regresó a su país en una aerolíneacomercial. Bajó del avión y puso los pies sobre la Tierra.

Cuando Ronnie Nader era muy niño, a finales de losaños sesenta, los niños querían ser astronautas. Él lo supodesde el día que suspendieron su programa de televisiónfavorito, Lrxo TuB WnnB Srallrou, en el que un caba_llo alado cabalgaba por el espacio. «Me ss¡ti y¿sis _¡s,cuerda §¿ds¡-, sin saber qué hago aquí». para é1, fueuna epifanía: un niño que sentía que no encajaba en elmundo quería irse al espacio. Entonces, apenas comen_zadala primaria, dejó de hacer las cosas como las hacenlos niños. Se volvió un chico obstinado y muy conscientede sus logros. A los trece años, Nader comenzó a estudiarfísica nuclear con un libro que le regalaron por su cum_pleaños: FuNoeunNros oB Ffslc¡ Aróurca, de José LeiteLopes. A los dieciséis ya había ganado dos veces concur_sos escolares de física a nivel nacional. Después del cole_gio, empezó a experimentar con rudimentarios sistemasde inteligencia artificial, una simulación por computado_ra del razonamiento humano. Cuando tenía veinticuatroaños, creó la primera red computacional para unir todaslas sucursales de uno de los bancos más grandes de Ecua_dor. La Universidad Católica de Guayaquil, donde se ha_bía graduado de ingeniero de sistemas, lo nombró uno de

Page 5: Un cosmonauta impetuoso

a

Ios cincuenta mejores alumnos de su historia. Hoy Nader cional. Para aprobar, Nader debía instalar una cámara remo-utiliza un reloj que tiene dos alarmas programadas para ta en el Zvezdaruno de los módulos rusos de la estación, enno olvidarse de comer. menos de noventa minutos. É,1 to hizo en cuarentayuno. En

Todo lo que hace bordea el borroso límite entre el per- los vídeos que documentaron el ejercicio, se lo ve calmado.feccionismo y la compulsión. Antes de que el gobierno de Terminarlo en la mitad del tiempo demostraba su dominioEcuador restringiera portar armas, era aficionado al tiro. del pesado Orlan-M, la escafandra presurizada que los«Era un excelente tirador», añade, «algo que me sirvió cosmonautas visten para las caminatas espaciales.mucho durante mi entrenamiento de cosmonauta». En el El cosmonauta no luce como los antiguos personajes d.eCentro Yuri Gagarin de Rusia, Nader sorprendió a sus ins- nuestra imaginación colectiva, forjados sobre el Jrunque

o

z

ñb!@

GoEo

tructores por su resistencia en

la prueba de centrífuga, unaespecie de juego de parque de

diversiones en el que un brazomecánico hace girar el cuerpocon violencia y a toda veloci-dad simulando el zangoloteo

del despegue. De acuerdo conel reporte de un corresponsalruso de Ia BBC, los científi-cos se preguntaban incrédulos«¿De dónde salió este tipo?». EImalayo Faiz Khaleed, uno desus ex compañeros en el Cen-tro Yuri Gagarin, recuerda lavelocidad con que corrían las

noticias sobre el ecuatoriano.«Todos sabíamos lo bien que lehabía ido a Nader», dice comosi volviese a sorprenderse de su

colega que resistió ocho grave-

dades. Una gravedad es la uni-dad de medida para calcularla violencia con la que la Tie-rra nos obliga a poner los pies

sobre ella. Se representa con una g minúscula. Los airbagsde los carros saltan cuando detectan tres g. Los giros másdrásticos de las montañas rusas llegan a cuatro g. Los pilo-tos de combate más experimentados han llegado a sopor-tar hasta nueve g antes de perder la conciencia. El cadeteespacial Nader, un civil con corpulencia más propia de undefensa de futbol americano que de un astronauta, no teníanada que envidiar a los aspirantes a cosmonautas que ha-bían tenido entrenamiento militar. En otra prueba, Naderse sumergió en una piscina de doce metros de profundidaddonde estaban, hundidas como dos galeones interestelares,las réplicas de dos módulos de la Estación Espacial Interna-

de los cómics, la televisión yel cine a imagen y semejan-

za de los primeros voladoresespaciales. Los cosmonautas

modernos son más multicul-turales: también vienen de

Sudáfrica, Irán o Eslovaquia.Nader no es carismático y ru-bio como Yuri Gagarin, eI pri-mer ser humano en salir delplaneta, cuya sonrisa según unescritor soviético, «iluminó laoscuridad de la Guerra Fría».

Tampoco tiene el aire de feo

encantador de Alan Shepard,el hombre que en el Apolor4 introdujo a escondidas unpalo de golf número seis parahacer dos tiros de golf en laLuna. Ronnie Nader es unhombre moreno, macizo, an-cho. A primera vista, daría laimpresión de no encajar en elmolde del traje espacial, perocabe bien en su Sokol. Las

agencias espaciales rusay estadounidense no tienen un es-tándar de peso para sus astronautas, pero sí de visióny esta-tura: hay que medir como mínimo un metro sesentay ocho,y como máximo un metro noventa, y soportar la prepara-ción física del entrenamiento para vuelo civil y militar. Enla foto oficial que se tomaría después de la graduación, elcosmonauta ecuatoriano sostiene su casco sonriente. Llevauna fina barba de candadoy una calvicie casi completa queacentúa la redondez de su rostro. Cuando el primery únicocosmonauta ecuatoriano habla, parece como si dictara uncapítulo del libro de Historia que le corresponderá. En laspelículas espaciales, la indumentaria de los astronautas se

Page 6: Un cosmonauta impetuoso

t33

I

queda en los armarios del centro de operaciones' Nader

guarda su Sokol en el escaparate de una salita de su casa en

las afueras de Guayaquil, donde también exhibe recortes

de la prensa local. Tiene uno que grita en letras gigantes

,r[azaÍrarrrrefiriéndose at día de su graduación; e[ diploma

de la World Record Academ¡ que aI igual que Guinness

World Records, certificó que e[ segundo de los tres hijos de

Nader es e[ ser humano más joven en volar en condiciones

parecidas a gravedad cero; y [a medalla al mérito que el

Congreso del Ecuador, la Asamblea Nacional, le otorgó a

la agencia espacial que Nader fundó. El resto de sus distin-

ciones no las cuelga: «Para eso sirven las condecoraciones:

para terminar en cajas», asegura.

Ronnie Nader es un cosmonauta fumador: en su casa

de Guayaquil, enciende otro de los siete Marlboro blan-

cos que fumará durante la tarde de zor3 cuando conver-

samos, y recorre con la mirada su sala entre diplomas y

trofeos. Vestido de camiseta y pantalón deportivo negro,

el cosmonauta tiene un aire terrenal. Al conversar sobre

los sacrificios que ha hecho en su carrera al espacio, oscila

entre el orgullo y la modestia. En ese orden' Entre caladas

de humo Parece a ratos desinteresado por los reconoci-

mientos y a ratos Parece elevarse hastaalcanzar el altar de

los héroes. Nader, mentón respingado, puños apretados:

«Enviar un satélite al espacio -dice- te pone en ese mo-

mento en que todo el mundo deja de hacer lo que está ha-

ciendo, te mira y aplauder. Nader, puños apretados, men-

tón respingado: nNo me importa el país -añade-'

Para

mis hijos soy un héroe, porque me vieron trabajando, ha-

ciendo las cosas como varón,. El Sokol es el único trofeo

en esa'sala que algún día servirá para algo' Ya una vez dejó

Ia casa de Ronnie Nader y atenizí afuera de la sala de un

cine: era la función de estreno de Eunope Relont, del ci-

neasta ecuatoriano Sebastián Cordero, un claustrofóbico

thriller hollywoodense sobre un viaje a la luna de Júpiter'En aquella ocasión, a la salida de la película, decenas de

personas hicieron cola para tomarse una foto con el traje

exhibido detrás del vidrio. El primer cosmonauta ecua-

toriano esPera romperlo Pronto, cuando suene la alarma

que anuncie Ia hora de irse al espacio'

En zor3, más de medio siglo después de que la Unión So-

viética lanzarael Sputnik, el primer satélite artificial de la

humanidad, el cosmonauta Ronnie Nader monitorea des-

de un moderno centro del de Ecuador e[ lanzamiento de

Pegaso en China. Lanzar el primer satélite de un país que

tomó prestado su nombre de una línea imaginaria es toda

una escena cinematográfica: desde las afueras de Guaya-

quil, en el ECU9u, un centro de inteligencia atiborrado

d.e computadoras, unas trescientas personas están atentas

a lo que suced.e al otro lado del mundo, en el cosmódromo

de Jiuquan, desierto de Gobi, noroeste de China' Pegaso,

bautizado así en memoria del caballito alado de la infancia

de Nader, parte hacia Ia órbita del planeta Tierra un se-

gundo después de las once y trece minutos de la noche' El

cosmonauta se comunica con sus pares asiáticos' Cuando

Pegaso se sePara del cohete chino que lo ha llevado fuera

del planeta, la operación queda bajo su total mando' Na-

der anuncia por un altavoz: «Bienvenido, Pegaso, al cie-

1o, bienvenid.o al espacio, Ecuador'. El centro de control

rompe en júbilo. Entre los que aplauden está Rafael Co-

rrea, Presidente de la Repúblicay exjefe de la tropa Scout

14 de la que Nad.er fue parte. Ha seguido con atención

el lanzamiento, en silencio y con sus ojos verdes clavados

en la pantalla. El Presidente de Ecuador lleva puesta una

de sus camisas de bordados precolombinos dentro de una

casaca negra con la insignia del proyecto Pegaso sobre el

hombro izquierdo y la inscripción R. Correa sobre el pe-

cho. El gobierno ecuatoriano ha contribuido setecientos

mil dólares para los seguros y el lanzamiento de los satéli-

tes gemelos construidos por Nader. Esa noche, cuando el

primero de ellos, el Pegaso, llega al espacio, el cosmonauta

y el Presidente se abrazan. Nader dice con voz quebradiza:

«Seáor Presidente, lo logramos'. Correa le corresponde eI

abrazory el cosmonauta remata parulaposteridad: «Somos

un país espacial». Dos ex boy scoats se han reencontrado

para cumplir los deseos de su infancia'

Rafael Correa y Ronnie Nader pertenecían a dos ca-

tegorías definid.as de niños: los que quieren ser presi-

dentes y los que quieren ir al espacio' Pertenecen, ade-

más, a la excepcional categoría de niños que cuando

crecen lo logran. Pero el cosmonauta y el presidente no

se parecen: Correa exuda carisma, es guapo y tiene el

aplomo seductor de quienes han crecido en Ia adver-

sidad. Nader, por e[ contrario, es de complexión tosca,

tiene facciones duras y una voz que, aunque no es grave,

transmite una vocación inquebrantable y una disciplina

marcial. Cuenta el cosmonauta que, aunque sus padres

se divorciaron cuando él era muy niño, su madre logró

que jamás le faltase nada. Pero Ronnie Nader es un tan-

Page 7: Un cosmonauta impetuoso

I

to huraño: unos de sus ex vecinos recuerda un día que

paseaba con su hija de cuatro años por la casa de Na-

der, que entonces tenía una especie de caballo enano, la

niña gritó: n¡Qué lindo el poni!». Con un gesto tajante,

Ronnie Nader le aclaró que eso no era un poni' Correa,

cuyo carisma lo ha llevado al cargo más alto al que pue-

de aspirar un político, la habría trepado al caballo para

hacerse una fotografía con ella. Correa es uno de los

cincuenta y tantos hombres que han llegado a la presi-

dencia de Ecuador desde su independencia. Nader es eI

único hombre en este país capaz de llegar a las estrellas

desde que volar hasta ellas es posible.

El primer cosmonauta de Ecuador no suele ir a fiestas

ni salir de casa. Lo suyo es estar metido en un labora-

torio en Guayaquil de ubicación reservada o planeando

la próxima ocasión en que llevará el traje espacial' No

es hincha de ningún equipo de futbol y no entiende la

cobertura desmedida que se da a los partidos de la se-

lección nacional. «Nadie es menos pobre cuando gana la

selección -se

queja-. De hecho, somos más pobresr. El

presidente de Ecuador, en cambio, es seguidor del Club

Sport Emelec, ve la mayoría de sus juegos y celebró el

último campeonato de su equipo. Rafael Correa también

cree que es hora de que el país dé un salto a Ia adul-

tez.IJn salto que permita al Ecuador dejar de comprarle

electricidad a Colombia y efiiPezar a vendérsela al norte

del Perú, que modernice hospitales y construya escuelas

donde antes no había, perforar la selva para sacarle todo

el petróleo posible y volar los cerros para tener las minas

a cielo abierto más grandes del continente.

Hasta tres semanas antes del lanzamiento de Pegaso,

el presidente de Ecuador no sabía nada del proyecto. EI

satélite, un cubo de diez x diez centímetros, tiene el ta-

mafio de una cajita de joyas. Lleva una cámara de alta

definición para grabar y transmitir lo que capta fuera de

la Tierra. Como todo ecuatoriano emigrado, el satélite es

como un patriota sentimental: cada tanto toca el himno

nacional. Ha sido lanzado en medio de la parafernalia de

un país enamorado del simbolismo:lanzat un satélite di-

minuto desde China y celebrarlo como si se tratara de la

primera misión tripulada a Ganímedes no es raro en un

país que en los años setenta, durante la dictadura militar

de Guillermo Rodríguez Lara, había rendido honores mi-

litares y paseado sobre un tanque de guerra al primer ba-

rril de petróleo que Ecuador exportaría. Ahora la música

de la televisión pública termina de redondear el ambien-

te heroico del lanzamiento del Pegaso: tiene un remoto

parecido a nAsí habl6 Zarutustra» de Richard Strauss, la

banda sonora de zoor OoIsEe Especw de Kubrick. Sir-

ve de fondo para el relato en off de la presentadora de

televisión, quien informa que Ecuador ha hecho lo que

antes nadie en Sudamérica había intentado. Pero Pegaso

no es el primer satélite de la región dando vueltas por la

galaxia: los hay argentinos, brasileños, venezolanos. Pero

sí es el único de su clase que no ha salido de una sala de

proyectos de una agencia de gobierno'

En el centro de control de Guayaquil, Nader y Correa

posan para la foto detrás de una bandera nacional que el

cosmonauta acaba de sacar de su cazadora. La presen-

tadora de televisión lee el telepromptsr corr una voz mo-

dulada para que sus palabras retumben como retumban

los dichos históricos: «Ahora Ecuador mira desde el es-

pacio». Nader improvisa un discurso de agradecimiento'

Dice que sin el gobierno de Correa el lanzamiento de

Pegaso no hubiera sido posible. Aprovecha Para con-

tarle al presidente que en el disco duro del satélite va

una representación de la insignia de su grttpo scout. La

tropa 14 se fue al espacio. El cosmonauta agradece a su

madre frente a las cámaras. El presidente del Ecuador

lo interumpe y bromea: nSeñora, ¿se acuerda cuando

lo botaba de los scozfs?r' El cosmonauta suelta una car-

cajada, y le da al presidente una palmada en la espalda.

Le recuerda las travesuras del pasado señalando con el

índice, como puntero errático, Ia sala de control: «¿Por

ésta no me vas a botar, no?r. Después de graduarse de

cosmonauta, Nader decidió ser un ingeniero aeroesPa-

cial autodidacta. Los ingenieros aeroespaciales constru-

.yen las naves que se van aI espacio y se quedan en tierra

firme. Cuando las naves llevan astronautas, la misión de

los ingenieros aeroesPaciales es salvarlos de vagar para

siempre en la Vía Lictea, como le sucede por al perso-

naje de George Clooney en la película GnevIrv. Son el

cable que los sujeta a Tierra. Tal vez si un astronauta

comete un error este acabe siendo parte de las anécdo-

tas: Io alertaría una computadora y se resolvería. Pero el

error de un ingeniero aeroesPacial terminará en trage'

dia. «Ser astronauta no es nada comparado con ser inge-

niero aeroespacialr, explica Nader desde un sillón de su

casa. «Nadie anda pidiéndole autógrafos a los ingenieros

que hacen esas naves donde nosotros volamos como mo-

nos entrenadosr. Nader asegura que fabricar los satélites

fue más difícil que aprender a volar en el espacio.

Page 8: Un cosmonauta impetuoso

&,-#l

Page 9: Un cosmonauta impetuoso

36

I

o

z

GU@

Go.Eo

Era más que temerario fabricar un cubo capaz de or-bitar el planeta en un país donde apenas se había dise_ñado y producido un automóvil

-el Andino, un mode_

lo setentero del que se bromeaba: nEl carro divino quete deja a medio camino»-. Según Nader, tuvieron queimportar el titanio, diseñar las estructuras y los escudos,construir las baterías. Cuando los ingenieros encargadosde la electrónica fallaron, el cosmonauta los despidió.«Con Ronnie Nader hay que estar siempre a la altura»,dice Jaime Jaramillo, el aliado estratégico con el que laAgencia Espacial Ecuatoriana construyó los escudos pro-tectores del satélite. Suelta una ligera risa cuando explicaque Nader es temperamental y obstinado, aunque Jarami_llo prefiere rotularlo como un hombre de misión: uy lasmisiones», continúaJaramillo, «están para cumplirser. Siningenieros electrónicos, el ingeniero en sistemas conver_tido en ingeniero aeroespacial asumió también el diseñode la electrónica de los satélites. Otravezrel comandantefue autodidacta. Empezó por las tarjetas de circuitos, esasplacas verdes llenas de líneas y puntos que uno encuentrasi desarma un disco duro cualquiera. Nader empezó conlas tarjetas lisas, las peló a mano, soldó con cuidado sobreellas cada línea y cada punto. Artesano futurista, Nadertrabajó durante casi dos años para poder decir que hastael último tornillo se hizo en Ecuador. «Hacer dos satélitesnos convirtió en excelentes ingenieros», dice Nader antesde hacer una pausa dramática, necesaria para que las pa_labras caigan por su propio peso, haladas por las fuerzasgravitacionales de la Historia: «Hacerlos gratis nos convir_tió en héroes. En patriotasr, concluye. pegaso y Krysaorson los primeros nanosatélites en transmitir imágenes quese pueden ver en vivo en el portal de internet Eenrrrceu.Algun día quedarán entre los veintitantos mil fragmentosde basura sideral, como los escombros de un naufragio,con una inscripción: Made in Ecuador.

Nader es un creyente de que Ecuador cambió parasiempre desde que lanzó el satélite pegaso. Dice que loscambios más grandes ocurren cuando nadie se da cuenta.Equipara el lanzamiento de Pegaso con el del Sputnik.Esa noche, me explica desde su sillón en Guayaquil, laUnión Soviética dejó de ser un país rural e industrialpara convertirse en una potencia mundial. Lo hizo gra_cias al genio de Sergei Korolev, el padre del vuelo es_pacial e ingeniero de Yuri Gagarin. El símil que Naderpropone es más que evidente. Él está seguro de que seráel hombre que va a sacar al Ecuador de la mediocridad

agrícola y acelerar su incipiente industrialización. Él esel hombre que ha señalado el camino hacia el futuro. ARonnie Nader lo secunda un grupo de voluntarios queconfía en él sin reservas. El cosmonauta les ha prometidola posteridad: «No les ofrecí un sueldo sino la oportuni_dad de poner sus nombres en la Historia». No lo duda.

El lanzamiento del Sputnik fue una victoria moral so_

viética en plena Guerra Fría. Aquella esfera metálica deldoble del tamaño de una pelota de basketball hizo que losamericanos se estremecieran de pavor con la idea de queun artefacto comunista les pasaba sobre las cabezas. Elcosmonauta ecuatoriano cree que le ha legado una ganan_cia inmaterial a Ecuador. Su autobiografla personal pareceencarnar el mismo mantra de autoa¡ruda que su país grita_ba en los estadios, cuando la selección nacional de fútbolclasificó por primera vez a un Mundial de Fútbol ¡Sí_se_puede! ¡Sí-se-puede ¡Sí-se-puede! Como el nombre de lanave ficticia de Edwin Aldrin Zambranorel astronauta deesa publicidad televisiva de la compañía de atún.

Nader cuenta que tres días después de graduarse enMoscú la agencia espacial rusa, Rosaviakosmos, le ofreciótrabajo y que esa noche no pudo dormir. Se trataba de esoo de montar la empresa demencial de una agencia espacialpropia. Sin más dinero que el suyo. Una odisea espacialprivada. El cosmonauta malayo Faiz Khaleed, compañerode Nader en la Ciudad de las Estrellas, recuerda que elecuatoriano estaba convencido de que su futuro estaba enel Ecuador. Lamayoríade los cosmonautas latinoamerica_nos trabajan en el extranjero. La NASA ha lanzado a oncehispanos al espacio, de los cuales ¡¡.ss

-sl costarricenseFranklin Chang, el peruano Carlos Noriega y el argenti_no Frank Caldeiro- nacieron fuera de Estados Unidos,pero volaron como ciudadanos norteamericanos. Sólo seles atribuye latinos por su ascendencia. A George Zamkalo llaman «el astronauta colombiano» porque su mamá esde Medellín, igual que a Cristina Aguilera la llaman «lacantante ecuatoriana» porque el padre que la abandonó esde Guayaquil. El malayo Khaleedy Nader se habían hechoamigos y compartían el tiempo libre que el entrenamientoles permitía. Cada vez que conversaban, según Khaleed,Nader insistía en su programa de Ecuador al Espacio: «Meregaló una camiseta con el logo del proyecto», dice porSbp. desde Kuala Lumpur.

El cosmonauta Ronnie Nader presentó solo el pro_grama Ecuador al Espacio en el salón del Hilton Colónde Guayaquil. Era agosto de zooT y acababa de regresar

Page 10: Un cosmonauta impetuoso

de Rusia con su diploma espacial' Habló de vuelos de

irt"*rr*uad, satálites, ptl""o espacial y una misión

,;;Ñ;; u Iu í,,t'"' Tenía enfrente a medio millar de cu-

riosos invitads5 -s¡¡l's periodistas' dipiomáticos rusos'

oficiales del ejército, u'nigo' y espectarlores accidenta-

i;r-;"" lo escuchaban eir escéptico silencio' Nader re-

cuerda una atmósfera de incredulidad y condescenden-

cia en el salón d'el hotel' Gran parte de lo que declaró les

sonabaadisparate.Noescomúnquelospaísesmetidos

de locura en un país donde casi la mitad de los ecuatoria-

nos viven en el subempleo, la maternidad adolescente es

"", ¿. las más altas dei continente y donde no se detiene

i, J"pr"au"ión ambiental en nombre del progreso'

En la

estuvo

en el saco eufemístico de las

nvías de desarrollo' tengan

una industria aeroesPacial'

Faiz Khaleed cuenta que él Y

Sheik MuszaPhar Shukor-

el otro cosmonauta mala-

Pudieron entrenarse"gru.irr^, que el gobierno de

Malasia comPró unos avio-

nes rusos' Una esPecie de

combo aeroesPacial: Por la

comPra de unos Sukhoi' Ie

entrenamos dos astronautas'

Un Programa aeroesPacial

suena a caPricho Político o

excentricidad científica en

un país como Ecuador que

sigue entre los diez más Po-

bres de América Latina, se-

gún un informe de zor3 de la

Comisión Económica Para

América Latina Y el Caribe

de la ONU' La ambición de

explorar el esPacio ha traí-

do soluciones inadvertidas al

a una de las cinco deidades

que reinan en el esPacio: los

á"r""ho. esPaciales, la radia-

ción, el Plasma, el ambiente

neutral Y el vacío' Se llaman

dioses Porque, cuando se lan-

zó el Primer SPutnik, mien-

tras esPeraban que el satéIite

comPletara la órbita Y diera

señales de estar funcionando'

Sergei Korolev le Preguntó a

uno de los oPerarios del cen-

tro de vuelos si creía en Dios'

El oPerario, como era de es-

perarse, le contestó que no'

oE.r,orr""r', Ie Pidió el Padre

del r,rrelo esPacial, «enco-

mendémonos a los dioses del

espacio». Desde ese día, a to-

dos los cosmonautas que están

por abandonar el Planeta en

una naver los ingenieros rusos

-

Ies imponen las manos y reci-

tan una invocación a los cinco dio'"'' El quinto Utcl-t-1:

,L""irrt"*ra: hoy los bomberos y los pilotos de carreras

están más seguros porque visten las fibras inventadas para

il;;;"t "oi lot que los cosmonautas Pasean por el espa-

cio. Un reloj cuya carátula no se raya es un pedacito de

la ventana de una nave espacial' Las primeras gafas con

froáru^ ultravioleta fo"'o" los visores de un casco de

astronauta. EI GPS, que nos guía como lazarillo robótico

Dor carreteras nunca antes recorridas' es otro invento de

ilffi;;tn*t"t Cada salida al cosmos nos devuelve

un mundo tecnológico un poco mejor' Pero invertir más

al ,",""i"rr,os mil dólare" públi"ot y privados' en lanzar

dos satélites al espacio "o 'd-it" un diagnóstico alegre

los cosmonautas rusos -165

ds5sshos espaciales- averió

p-, ,i.-pre a Pegaso' Después de un mes en órbita y

siete días de envia*o' p'i-J'"' imágenes' el satélite dejó

de transmitir: Pegaso se estrelló con basura espacial rusa

y empezó a gitarsin control' Fue una colisión lateral' Un

i*r" caídáel cielo para los opositores políticos de Co-

,rá, q,r" ridiculizaron la obra de Nader' Una gran opor-

tunidad de atacar a su amigo' el presidente-'

La mañana siguiente 'i i""l*i"'to del satélite' el

,;;r; gruy"q'il"ño Au-D presentó Tooos sonos As-

TRoNAUTAs, una canción d" áos minutos dedicada a Pe-

Page 11: Un cosmonauta impetuoso
Page 12: Un cosmonauta impetuoso

39

I

gaso. «Volando hacia arriba, surcando el espacior/ ju-gando entre estrellas, montado en un Pegasor. Naderasegura que la canción puso a llorar a gente del centrode control a las afueras de Guayaquil. En el siglo XIX,el alemán Alexander von Humboldt había perfilado alos ecuatorianos: «Son seres extraños y únicos. Duer-men tranquilos en medio de humeantes volcanes, vi-ven pobres con riquezas inimaginables a su alrededory se alegran con música triste». Apenas le faltó men-cionar la vocación hiperbólica sobre los triunfos y lasderrotas. Los enemigos de Nader, que son los mismosdel gobierno de Correa, dijeron que había compradolas partes del satélite en China, que no era cosmonautay que EXA funcionaba en el patio de su casa. MartínPallares, un periodista opositor, Io acusó de montar unespectáculo para servir a oscuros fines de la SecretaríaNacional de Comunicación de Ecuador. En uEl Frau-de de Pegaso y su gran éxito mediáticor, Pallares decíaque con ocho mil dólares se podía comprar un satéli-te por internet, y que Pegaso había costado casi cienveces más. El texto, más opositor que preciso, levantóuna polémica. Carlos Andrade, un científico ecuatoria-no con estudios en robótica y aeroespacio que traba.iócon nanosatélites en el MIT, precisa: los satélites que se

compran por internet son para una órbita de trescientosdiez kilómetros, y que Pegaso estuvo a más de seiscien-tos kilómetros de altura. Según el científico, Pegasotardará más o menos diez años en caer, mientras quelos satélites que se compran con un clic no duran másde dos meses en operación. Pegaso tampoco le habíacostado más de setecientos mil dólares al gobierno: elproyecto entero,

-incluidos los seguros contra daños

y pérdidas, las pruebas y validaciones aeroespaciales delos dos satélites-, se financió con ese dinero y otrosmiles de dólares provenientes de los fondos de Nader ydel auspicio de Sunny una empresa que fabrica jugos.Adolfo Chaves, un ingeniero aeroespacial costarricenseque participó en la construcción de un satélite holan-dés, coincide en que no se puede fabricar satélites comolos de Nader con unos miles de dólares «Lo que hanhecho

-explica el ingeniero aeroespacial- es regalar

un trabajo que en Europa costaría entre un millón, yun millón y medio de dólares». Pegaso tiene unas alasdesplegables y unos micromúsculos inteligentes, algoque no se encuentra googleando como había sugerido elperiodista en su crítica. «A ese patán ni lo conocíar,

dice Nader desde el sillón de su casa a las afueras deGuayaquil. El cosmonauta se enfureció. Los detractoresdel gobierno habían metido en el mismo saco el proyec-to de los satélites y el odio a Rafael Correa.

El cosmonauta terminó atrapado en una telaraña po-lítica de la que se esforzaba por salir a patadas que loenredaban aún más. Nader, el hombre reservado que ensu entrenamiento calificó entre los cuarenta mejores delos más de cuatrocientos graduados del Centro Gagarin,no resistió el ring verborreico de la política ecuatoriana.Los opositores del gobierno vieron en él un aliado deCorrea, y en política, como en toda guerra, los amigos delos enemigos también deben ser destruidos. «Politizaronun hecho histórico. Científico», critica Nader desde susillón. El héroe autoproclamado no entendía la virulen-cia en su contra, le frustraba la ingratitud hacia é1, quehabía hecho del Ecuador uno de los treintay tantos paí-ses del mundo que tienen un satélite orbitando alrede-dor de la Tierra. El cosmonaut\taninexperto en políticacomo creyente en el valor de su obra, buscó defender-se en sus propios términos. Utilizí la cuenta de Twitterque había abierto para comunicar los avances de Pegasoy defenderse a trompadas virtuales de sus detractores.Lanzó mensajes beligerantes. «Si me dices cuál centavode los setecientos mil es tuyo, te lo devuelvo, ¿ok?» ds-safió a uno de sus críticos. Escribió que no discutía conperiodistas, solo con ingenieros. Diseñó un algoritmopara rastrear y desenmascarar a los usuarios de Twitterque lo insultaban. «Oiga don @Ronnie_Nader el sábadotengo una fiesta de disfraces, ¿me presta el suyo? por elsatélite no se preocupe, llevo un cubo Maggi», decía uno.«Agarren al perico que se le está comiendo el cerebro a

Naderr, decía otro. Le dio un ultimátum a un universi-tario y pasante del Observatorio Astronómico de euitopara que se disculpara por declarar a CNN que pegaso

no transmitía en tiempo real. Nader mostró los registrosde un sistema de seguimiento satelital que desmentían almuchacho que, asustado y en evidencia en su error, ter-minó por disculparse. El cosmonauta llamó a sus detrac-tores ignorantes, tontos, arrogantes, viles, canallas. Esaactitud vehemente hizo que tambaleara el pedestal quecon tanto esmero se había fabricado para sí mismo. Na-der asegura estar dispuesto a renunciar a su condición deprócer sideral: «Si ser el héroe nacional significa que nopueda bajar a poner en su sitio al malcriado que mienteen mi cara, entonces no merezco ese puesto». Nader dice

Page 13: Un cosmonauta impetuoso

o

z

0

€b¡@

6@

.Fo

no tener oídos ni tiempo para críticas «Yo estoy metidoen mis cosas, enfocado en mi programa espacial, en misideales, mis sueños y mis problemas» En realidad, pareceno estar dispuesto a tolerarlas: «No hay tal cosa comocrítica constructiva. Lo que veo es, nada más, envidia ycelo». Dice que las tomará cuando vengan de alguien quehaya construido dos satélites, aprobado el entrenamientode astronauta y vivido una emergencia en órbita. RonnieNader es un vehemente al que le cuesta reconocer sus

errores. Él prefiere llamarlos e$peúencia.

La grandilocuente convicción de Nader de que su trabajoes un gran salto para su país no significa que su trabajo sea

un fraude. Pegaso dejó de transmitir su señal después detropezarse con la basura espacial msa. Las catástrofes aco-san todas las misiones estelares, y sus eventuales fracasosson sólo una oportunidad de persistir. I_,a hazaia de YuriGagarin estuvo a punto de terminar en catástrofe cuandoun cable no se separó por completo de la nave principaly lacápsula en que viajaba el primer viajero espacial de la histo-ria se convirtió en unyo-yo interestelar. El cable que se des-integró en la atmósfera le s¿lvó la vida a Gagarin, quien re-cuperó la conciencia un antes de aterrizar cerca del pueblode Smelovka. Richard Nixon había preparado un discursoanunciando que Neil Armostrongy Buzz Aldnnno regresa-rían de la primera misión lunar: «Saben que no hay ningunaesperanza para su recuperación, pero también saben quehay esperanza para la humanidad en su sacrificio». Por unerror en su diseño, el primer satélite chileno MSat-Alfa nose separó del satélite ucraniano al que estaba incorporadoy jamás funcionó. La Mars Climate Orbiter, una sonda dela NASA que debía aterrtzar en Marte, se destruyó cuandointentaba penetrar la atmósfera marciana porque los inge-nieros creían que los datos que enviaba la nave venían codi-ficados en el sistema inglés de medidas en lugar del sistemamétrico decimal. En diciembre de zor3, Brasil y China lan-zaron un satélite que nunca llegó a entrar en órbita por undesperfecto del cohete. El error es la madre de los avancescientíficos. El error es la madre del progreso. El error deNader fue tomarse demasiado en serio lo que se decía en elciberespacio, especialmente en Twitter. Para los partidariosdel gobierno, el lanzamiento de Pegaso fue el inicio de laconquista espacial. Para sus adversarios, una charada propa-gandística. El país de la mitad del mundo convive dividido.

La familia del cosmonauta le ha hecho jurar que nohabrá un tercer satélite. Les dolió tanta virulencia pú-blica contra éI. El programa espacial de Ecuador y su

creador sucumbieron al efecto Rafael Correa: todo loque el presidente toca se convierte en discusión a gri-tos. También de puños. Cuando un político ganaba laPresidencia de la República de Ecuador, tenía una tareaprincipal: evitar que lo derroquen. Lo que le quedaba detiempo, lo utilizaba para gobernar. Entre 1996 y zoo6,hubo siete presidentes, un triunvirato y una efímera pre-sidenta que duró dos días en el cargo. Insólito ex jefede boy scouts, el presidente Correa se ha estabilizado enel poder y gobierna con mano dura a tiempo completo.Desde que está allí, un millón de ecuatorianos.ya no sonpobres. Restringió la libertad de prensa, y expulsó de1

país a la embajadora de Estados Unidos y a los funcio-narios del Banco Mundial y el FMI, pero hoy es el pre-sidente latinoamericano más popular entre sus ciudada-nos. Ha anunciado que en los próximos dieciséis añosse invertirán más de veinte mil millones de dólares paraconstruir Yachai, una ciudad experimental en el centrode Ecuador habitada por científicos e intelectuales, d.es-

de donde planean crear tecnología propia y exportarla.Un experimento social que coincide con las ambicionesdel cosmonauta ex boy scout: construir un puerto espacialpara aprovechar el magnetismo del centro de la Tierra.

Llegaú el día en que ya nadie recuerde al falso astro-nauta que abría una lata de encebollado en el espacio. Elentrenamiento solitario de Nader en Rusia, la agencia es-pacial que fundó y la ingrata ingeniería de sus dos satéliteshan opacado ese ingenio atunero mercantil que años atrásdesató su ira. En la vida real, Edwin Aldrin Zambrano, esacaricatura ficticiay publicitaria del cosmonauta Nader, eraun taxista guayaquileño que comía encebollado, una sopapopular de atún, yuca y cebolla. Un hombre rechoncho,sonriente y deslenguado que no se parecía al cosmonauta.Hoy Ronnie Nader, a quien la compañía de atún tuvo queindemnizar por haber explotado su imagen para vendersus enlatados, proyecta puertos espaciales y alunizajesque posicionen a Ecuador en el mapa sideral. En enero dezor4, Krysaor, su segundo satélite, empezará a enviar susprimeras señales desde la frontera con el espacio exterior.Según é1, dos compañías, una belgay una suiza, se han in-teresado en la construcción de su puerto espacial ideado.Ronnie Nader seguirá esperando con paciencia el d.ía quepueda por fin vestir su traje espacial fuera de la Tierra. Laspeleas del impetuoso cosmonauta en el ciberespacio haránque su recuerdo no sea tan heroico. Después de todo, has-ta el sol, dijo José Martí, tiene manchas r