taller de creación literaria. poesía colombiana

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Taller de Creación Literaria Poetas colombianos José Asunción Silva El hilo de una bala directo al corazón, deshizo la vida del que muchos consideran el poeta más importante en la literatura Colombiana. Cómo otros grandes poetas, se adelantó a su tiempo para imprimir una huella indeleble al movimiento modernista. Sus obsesiones fueron la muerte, la noche, lo fantasmagórico y la melancolía; en contraste, encontramos un acervo de la llamada “anti -poesía”, mucho antes de que se acuñara este término, en los poemas reunidos bajo el título de Gotas amargas. El naufragio y la pérdida de su obra en el Ameriqué, la muerte de su hermana Elvira y su feroz bancarrota, lo sumieron en un estado trágico del cual no logró recuperarse nunca. EL MAL DEL SIGLO El Paciente: Doctor, un desaliento de la vida Que en lo íntimo de mí se arraiga y nace, El mal del siglo... el mismo mal de Werther, De Rolla, de Manfredo y de Leopardi. Un cansancio de todo, un absoluto Desprecio por lo humano... un incesante Renegar de lo vil de la existencia, Digno de mi maestro Schopenhauer; Un malestar profundo que se aumenta Con todas las torturas del análisis... El Médico: Eso es cuestión de régimen: camine De mañanita; duerma largo; báñese; Beba bien; coma bien; cuídese mucho: ¡Lo que usted tiene es hambre!... Porfirio Barba Jacob Miguel Ángel Osorio era el verdadero nombre de este polémico errabundo. Nació en Santa Rosa de Osos, Antioquia, el 29 de julio de 1883. Fue dejando briznas de soledad y angustia por todo Latinoamérica a través de sus poemas y su desgarrado peregrinaje. Sus canciones nos muestran la musicalidad como pretexto para poetizar y alucinar la vida. Erradicado definitivamente en Ciudad de México, murió de tuberculosis el 14 de enero de 1942. UN HOMBRE Los que no habéis llevado en el corazón el túmulo de un dios ni en las manos la sangre de un homicidio; los que no comprendéis el horror de la conciencia ante el Universo; los que no sentís el gusano de una cobardía que os roe sin cesar las raíces del ser, los que no merecéis ni un honor supremo ni una suprema ignominia: Los que gozáis las cosas sin ímpetus ni vuelcos, sin radiaciones íntimas, igual y cotidianamente fáciles; los que no devanáis la ilusión del Espacio y el Tiempo, y pensáis que la vida es esto que miramos, y una ley, un amor, un ósculo y un niño; los que tomáis el trigo del surco rencoroso, y lo coméis con manos limpias y modos apacibles; los que decís: "Está amaneciendo" y no lloráis el milagro del lirio del alba: Los que no habéis logrado siquiera ser mendigos, hacer el pan y el lecho con vuestras propias manos en los tugurios del abandono y la miseria,

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Taller de escritura creativa a partir de poetas colombianos

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Page 1: Taller de Creación Literaria. Poesía Colombiana

Taller de Creación Literaria Poetas colombianos

José Asunción Silva El hilo de una bala directo al corazón, deshizo la vida del que

muchos consideran el poeta más importante en la literatura

Colombiana. Cómo otros grandes poetas, se adelantó a su

tiempo para imprimir una huella indeleble al movimiento

modernista. Sus obsesiones fueron la muerte, la noche, lo

fantasmagórico y la melancolía; en contraste, encontramos un

acervo de la llamada “anti-poesía”, mucho antes de que se

acuñara este término, en los poemas reunidos bajo el título de

Gotas amargas. El naufragio y la pérdida de su obra en el

Ameriqué, la muerte de su hermana Elvira y su feroz bancarrota,

lo sumieron en un estado trágico del cual no logró recuperarse

nunca.

EL MAL DEL SIGLO

El Paciente:

Doctor, un desaliento de la vida

Que en lo íntimo de mí se arraiga y nace,

El mal del siglo... el mismo mal de Werther,

De Rolla, de Manfredo y de Leopardi.

Un cansancio de todo, un absoluto

Desprecio por lo humano... un incesante

Renegar de lo vil de la existencia,

Digno de mi maestro Schopenhauer;

Un malestar profundo que se aumenta

Con todas las torturas del análisis...

El Médico:

Eso es cuestión de régimen: camine

De mañanita; duerma largo; báñese;

Beba bien; coma bien; cuídese mucho:

¡Lo que usted tiene es hambre!...

Porfirio Barba Jacob Miguel Ángel Osorio era el verdadero nombre de este polémico

errabundo. Nació en Santa Rosa de Osos, Antioquia, el 29 de

julio de 1883. Fue dejando briznas de soledad y angustia por

todo Latinoamérica a través de sus poemas y su desgarrado

peregrinaje. Sus canciones nos muestran la musicalidad como

pretexto para poetizar y alucinar la vida. Erradicado

definitivamente en Ciudad de México, murió de tuberculosis el

14 de enero de 1942.

UN HOMBRE

Los que no habéis llevado en el corazón el túmulo de un dios

ni en las manos la sangre de un homicidio;

los que no comprendéis el horror de la conciencia ante el

Universo;

los que no sentís el gusano de una cobardía

que os roe sin cesar las raíces del ser,

los que no merecéis ni un honor supremo ni una suprema

ignominia:

Los que gozáis las cosas sin ímpetus ni vuelcos,

sin radiaciones íntimas, igual y cotidianamente fáciles;

los que no devanáis la ilusión del Espacio y el Tiempo,

y pensáis que la vida es esto que miramos,

y una ley, un amor, un ósculo y un niño;

los que tomáis el trigo del surco rencoroso,

y lo coméis con manos limpias y modos apacibles;

los que decís: "Está amaneciendo"

y no lloráis el milagro del lirio del alba:

Los que no habéis logrado siquiera ser mendigos,

hacer el pan y el lecho con vuestras propias manos

en los tugurios del abandono y la miseria,

Page 2: Taller de Creación Literaria. Poesía Colombiana

y en la mendicidad mirar los días con una tortura sin

pensamiento:

Los que no habéis gemido de horror y de pavor,

como entre duras barras, en los abrazos férreos

de una pasión inicua,

mientras se quema el alma en fulgor iracundo,

muda, lúgubre,

vaso de oprobio y lámpara de sacrificio universal,

¡Vosotros no podéis comprender el sentido doloroso de esta

palabra:

¡UN HOMBRE!

Luis Vidales Este poeta, nacido en Calarcá en el año 1900, se sumió en una

interesante aventura intelectual a través del grupo Los Nuevos,

junto con sus amigos Ricardo Rendón, León de Greiff, Rafael

Maya, Germán Arciniegas, Luis Tejada, y otros, reuniéndose en

el proverbial café bogotano El Automático. Vidales es de los

pocos poetas colombianos que estuvieron a la par con las

vanguardias latinoamericanas, recibiendo el reconocimiento de

figuras como Jorge Luis Borges o Vicente Huidobro. Su libro

Suenan timbres (1926) es una pieza vital para la literatura

colombiana; se dice que a la publicación de este libro, Vidales

fue constantemente agredido por personajes que aún defendían

la rima y el soneto, sumidos en una tradicionalismo algo

decadente.

LA MÚSICA

En el rincón

oscuro del café

la orquesta

es un extraño surtidor.

La música se riega

sobre las cabelleras.

Pasa largamente

por la nuca

de los borrachos dormidos.

Recorre las aristas de los cuadros

ambula por las patas

de los asientos

y de las mesas

y gesticulante

y quebrada

va pasando a rachas

por el aire turbio.

En mi plato

sube por el pastel desamparado

y lo recorre

como lo recorrería

una mosca.

Intonsamente

da vueltas en un botón

de mi dorsey.

Luego desbordada

se expande en el ambiente.

Entonces todo es más amplio

y como sin orillas…

Por fin

desciende la marea

y quedan

cada vez más lejanas

más lejanas

unas islas de temblor

en el aire.

EN EL CAFÉ

El piano

que gruñe metido en un rincón

le muestra la dentadura

a los que le pasan junto.

La bomba eléctrica

evoluciona su luz

en el espejismo de mis uñas

y desde la mesa

donde una copita

vacía

finje

burbuja

de aire

solo -a grandes sorbos-

bebo música.

En neblinas de vapor

van pasando ante mis ojos

los sopores de Asia...

Siento que anda por mi sangre

el espíritu de las uvas

del Mediodía...

y cuando los alambiques de la orquesta

dejan de filtrar

el alma ebria

-que le da por tornasolarse

en el azul de los sueños-

se interna por la callejuela tortuosa

de un cuadrito

colgado a la pared.

Aurelio Arturo Poco a poco se va reconociendo la figura de este poeta nacido

en 1906, en el pequeño pueblo de La Unión, en el departamento

de Nariño. Bastó sólo una mirada al sur, recordando las noches

mestizas de la infancia con sus vientos de hojas suaves y de

sombras, para dejar una voz imborrable en la historia de la

poesía Colombiana. En el año 1963 publicó su único libro de

poemas, Morada al sur, con el cual, inmediatamente, le fue

concedido el Premio Nacional de Poesía Guillermo Valencia.

Desde allí, todos los que se aventuran a leer esta obra entienden

que Colombia es de un “verde de todos los colores”. Murió en

Bogotá en el año 1974.

CLIMA

Este verde poema, hoja por hoja,

lo mece un viento fértil, suroeste;

este poema es un país que sueña,

nube de luz y brisa de hojas verdes.

Tumbos del agua, piedras, nubes, hojas

y un soplo ágil en todo, son el canto.

Page 3: Taller de Creación Literaria. Poesía Colombiana

Palmas había, palmas y las brisas

y una luz como espadas por el ámbito.

El viento fiel que mece mi poema,

el viento fiel que la canción impele,

hojas meció, nubes meció, contento

de mecer nubes blancas y hojas verdes.

Yo soy la voz que al viento dio canciones

puras en el oeste de mis nubes;

mi corazón en toda palma, roto

dátil, unió los horizontes múltiples.

Y en mi país apacentando nubes,

puse en el sur mi corazón, y al norte,

cual dos aves rapaces, persiguieron

mis ojos, el rebaño de horizontes.

La vida es bella, dura mano, dedos

tímidos al formar el frágil vaso

de tu canción, lo colmes de tu gozo

o de escondidas mieles de tu llanto.

Este verde poema, hoja por hoja

lo mece un viento fértil, un esbelto

viento que amó del sur hierbas y cielos,

este poema es el país del viento.

Bajo un cielo de espadas, tierra oscura,

árboles verdes, verde algarabía

de las hojas menudas y el moroso

viento mueve las hojas y los días.

Dance el viento y las verdes lontananzas

me llamen con recónditos rumores:

dócil mujer, de miel henchido el seno,

amó bajo las palmas mis canciones.

Eduardo Carranza Una hacienda de los llanos orientales, “La Esperanza”, lo vio

nacer un 23 de julio de 1913. Profesor, poeta y periodista,

Eduardo Carranza fue uno de los precursores del grupo Piedra

y Cielo. Patrocinadas por Jorge Rojas, en 1939 nacen las

ediciones Piedra y cielo, siete delgados cuadernos de poesía,

donde publicaron, además de Carranza, los poetas Carlos

Martín, Tomás Vargas Osorio y Arturo Camacho Ramírez.

Eduardo Carranza escribiría un artículo, Un caso de bardolatría,

donde arremetía contra la tradición poética de Guillermo

Valencia y presentaba los poemas de Piedra y Cielo como una

alternativa, emprendiendo una polémica diatriba que marcó un

hito en la literatura colombiana.

ELEGÍA PURA

Aún me dura la melancolía.

Allá por el sinfín cantaba un gallo

agrandando el silencio perla y malva

en que el lucero azul se disolvía.

Olía a cielo, a ella, a poesía.

Sin volver a mirar me fui a caballo.

Maduraban las frutas y sus frutas.

A ella y a jardín secreto, olía.

Me fui, me fui como por un romance

donde fuera el doncel que nunca vuelve…

la casa se quedó con su ventana,

hundida entre la ausencia, al pie del alba.

Flotó su mano y yo me fui a caballo.

Aún me dura la melancolía.

Héctor Rojas Herazo Una de las voces más sobresalientes en la literatura colombiana,

Rojas Herazo cultivó la poesía, la novela, el ensayo, la pintura y

el periodismo. Nació en Tolú, Sucre, en 1921. Su obra narrativa

comprende la trilogía: Respirando el verano (1962), En noviembre

llega el arzobispo (Premio Esso, 1967), y Celia se pudre (1986 y

1998). En su poética las ideas retozan con las imágenes, los

ritmos con los silencios, dando cuenta de una realidad

americana mítica y crítica al mismo tiempo.

SÚPLICA DE AMOR

Por mi voz endurecida como una vieja herida;

Por la luz que revela y destruye mi rostro;

Por el oleaje de una soledad más antigua que Dios;

Por mí atrás y adelante;

Por un ramo de abuelos que reunidos me pesan;

Por el difunto que duerme en mi costado izquierdo

Y por el perro que le lame los pómulos;

Por el aullido de mi madre

Cuando mojé sus muslos como un vómito oscuro;

Por mis ojos culpables de todo lo que existe;

Por la gozosa tortura de mi saliva

Cuando palpo la tierra digerida en mí sangre;

Por saber que me pudro.

Ámame.

Fernando Charry Lara Los vientos fríos de los cerros orientales bogotanos advirtieron

su presencia hace 90 años, un 14 de septiembre de 1920. Lector

insaciable y ensayista por descubrir, siempre estuvo al tanto de

todas las vanguardias literarias a nivel mundial. En sus poemas

vemos una intensa expresividad, poblada por la noche, los

sueños, y borrosos fantasmas, que nos sumergen en un estado

de penumbra adormecida. Rescatamos: Nocturno y otros sueños

(Bogotá, 1949 - Prólogo de Vicente Aleixandre), Los adioses

(1963), y Pensamientos del amante (Bogotá, 1981).

LLANURA DE TULUÁ

Al borde del camino, los dos cuerpos

uno junto del otro,

desde lejos parecen amarse.

Un hombre y una muchacha, delgadas

formas cálidas

tendidas en la hierba, devorándose.

Estrechamente enlazando sus cinturas

aquellos brazos jóvenes,

se piensa:

soñarán entregadas sus dos bocas,

sus silencios, sus manos, sus miradas.

Mas no hay beso, sino el viento

sino el aire

seco del verano sin movimiento.

Uno junto del otro están caídos,

muertos,

al borde del camino, los dos cuerpos.

Debieron ser esbeltas sus dos sombras

de languidez

adorándose en la tarde.

Y debieron ser terribles sus dos rostros

Page 4: Taller de Creación Literaria. Poesía Colombiana

frente a las amenazas y relámpagos.

Son cuerpos que son piedra, que son nada,

son cuerpos de mentira, mutilados,

de su suerte ignorantes, de su muerte,

y ahora, ya de cerca contemplados,

ocasión de voraces negras aves.

Álvaro Mutis Nació en Bogotá el 25 de agosto de 1923. Se entregó a una

infancia de autodidacta que le permitió descubrir otros

senderos inhóspitos para la existencia. Su largo trasegar en el

lenguaje y su acentuada experiencia con el verso y la prosa le

han permitido definir una imagen nítida de la angustia, la

soledad y la desesperanza; creando un universo particular

regido por leyes multiformes y rostros de otras épocas, en los

que se ha perpetuado su voz.

ORACION DE MAQROLL

(Fragmento)

“Tu as marche par les rues de chair”

Babylone – René Crevel

Decía Maqroll El Gaviero:

¡Señor, persigue a los adoradores de la blanda serpiente!

Haz que todos conciban mi cuerpo como una fuente inagotable

de tu infamia.

Señor, seca los pozos que hay en la mitad del mar donde los

peces copulan sin lograr reproducirse.

Lava los patios de los cuarteles y vigila los negros pecados del

centinela. Engendra, Señor, en los caballos la ira de tus palabras

y el dolor de viejas mujeres sin piedad.

Desarticula las muñecas.

Ilumina el dormitorio del payaso, ¡Oh Señor!

¿Por qué infundes esa impúdica sonrisa de placer a la esfinge

de trapo que predica en las salas de espera?

¿Por qué quitaste a los ciegos su bastón con el cual rasgaban la

densa felpa de deseo que los acosa y sorprende en las tinieblas?

¿Por qué impides a la selva entrar en los parques y devorar los

caminos de arena transitados por los incestuosos, los rezagados

amantes, en las tardes de fiesta?

Con tu barba de asirio y tus callosas manos, preside ¡Oh

fecundísimo! La bendición de las piscinas públicas y el

subsecuente baño de los adolescentes sin pecado.

¡Oh Señor! Recibe las preces de este avizor suplicante y

concédele la gracia de morir envuelto en el polvo de las

ciudades, recostado en las graderías de una casa infame e

iluminado por todas las estrellas del firmamento.

Recuerda Señor que tu siervo ha observado pacientemente las

leyes de la manada. No olvides su rostro. Amén.

Jorge Gaitán Durán Nació en Pamplona el 12 de febrero de 1924 y murió en Point –

a – pitre, Antillas, el 22 de junio de 1962. Fundó y dirigió las

revistas “Mito” y “Eco”. Su obra poética está marcada por su

trashumancia: múltiples viajes realizados durante toda su vida

se encuentrann como una suerte de apariciones en esta voz que

advierte desde la oscuridad, los avatares de la crisis cultural y

la fragmentación de una generación eclipsada.

SI MAÑANA DESPIERTO

De súbito respira uno mejor y el aire de la primavera

llega al fondo. Mas sólo ha sido un plazo

que el sufrimiento concede para que digamos la palabra.

He ganado un día, he tenido el tiempo

en mi boca como un vino.

Suelo buscarme

en la ciudad que pasa como un barco de locos por la noche.

Sólo encuentro un rostro: hombre viejo y sin dientes

a quien la dinastía, el poder, la riqueza, el genio,

todo le han dado al cabo, salvo la muerte.

Es un enemigo más temible que Dios,

el sueño que puedo ser si mañana despierto

y sé que vivo.

Más de súbito el alba

me cae entre las manos como una naranja roja.

Eduardo Cote Lamus Nació en Pamplona, Norte de Santander el 18 de agosto de

1928. Su poesía se caracteriza por la complejidad de su lenguaje

y la elaboración minuciosa de imágenes, exigiendo del lector

premeditación y cálculo. En España estudió las técnicas,

retóricas y preceptivas de la poesía contemporánea lo cual se

resalta en su obra poética. Fue codirector de la revista Mito,

junto a Jorge Gaitán Durán. Murió en un accidente

automovilístico en el de 1964.

EL CORAZÓN DE VIAJE

Es tan grande este amor que casi está de viaje

Y ha dicho tantas voces que no alcanza a vivir en la palabra,

Porque el aire sin comprender su vuelo,

Se ha ido lentamente sin dejar un silbo entre los árboles.

Esto que llevo dentro no puede ser más ángel.

He llegado de un país donde van las aldeas montaña arriba,

Adelgazándose, para mirarse largamente el cuerpo,

Soltar su cabellera de bosques

Y bajar de nuevo por la savia

Para observar sus habitantes;

Donde frecuentes molinos se acercan al océano para

Mover los vientos

Y sembrar espigas con las aspas.

Y allí me hiciste mucha falta.

En Lisboa miraba el mar y era menos el mar sin tu nostalgia.

Entonces

Los delfines emergian asustando a las gaviotas

Y yo decía tu nombre para que ellas se colgaran

Y lo repetía en voz baja

Para que las olas vagaran por tu playa

Buscando ser mi ausencia, mi distancia.

Te vi con las manos llenas de espacio

Como si fueras capaz de construir el universo.

Vi tanto espacio en tus manos que salían de tus dedos

Nuevas criaturas, vírgenes, danzantes en tu cuerpo,

Y tu cuerpo largo y comenzando a nacer sobre la arena

Del crepúsculo.

Estabas libre de la muerte, aparecida en el tacto de la estrella,

Creciendo con mis sueños y todos mis pájaros sembrados.

Page 5: Taller de Creación Literaria. Poesía Colombiana

Carlos Obregón Nació el 21de febrero de 1929 en Bogotá. Entregado a los ritos

sociales y religiosos se enmascara en una túnica de

conmiseración con el mundo, que dejará al buscarle un espacio

a su universo dentro del espíritu humano que lo agobia. Se dice

que su paso por la tierra es sencillamente un silencio

estrepitoso, una tortura violentando la carne del verbo, un grito

que hiere hasta el lenguaje. Su obra retrata al silencio, la

soledad y la muerte como queriendo salvar la libertad que

nombran. Obregón se suicida el 1 de enero de 1963 dejando

como despedida la luz de su misterio en el umbral.

MIENTRAS SUBE el incienso

los pilares esperan

que Tú les des vida .

Entre densas volutas

he visto manos

de vigorosos ángeles .

Y también he visto

que tu rostro es de fuego.

TE ESCUCHO CUANDO rezo.

En ti crezco y avanzo.

Pero no sé si es el umbral

o el fondo de tu noche.

Estoy en ti

como un río bajo el viento

y mis ojos conocen

el fuego de tu abismo.

LO QUE VEO ES MUY sencillo.

Pero lo que no veo

es aún más sencillo.

Desde tu hondura veo

contra la noche

un ciprés y una rosa.

Y lo que no veo

solamente es tu hondura.

Me hiciste monje

para cerrar los ojos.

Emilia Ayarza de Herrera La poeta bogotana Emilia Ayarza de Herrera (1919 - 1966) es

una de las voces más interesantes y particulares de la poesía

colombiana. Con un tono intimista, sobrepasa el umbral de la

palabra para hablar de sus obsesiones: de lo erótico hasta el

dolor y la violencia que rodea la historia de nuestro país.

En su trabajo encontramos una poética oscura y desgarrada, un

tratamiento del lenguaje que asombra por la agudeza de sus

imágenes y por su naturaleza atemporal y casi de vanguardia,

superando a muchos poetas de su tiempo. La angustia, la

soledad y la premura del sueño son hilados con la diestra mano

del que sabe que en la escritura no se puede ser ingenuo en

ningún momento.

Excluida de las antologías de poesía, el olvido se convierte

literalmente en un crimen para una obra que mantiene siempre

una levedad, una intuición y sutileza con la poesía, dejando

claro a todo aquél que se sumerge en su lectura, que es un canto

firme y sólido; un poema como “A Cali ha llegado la muerte”

debe ser un clásico dentro de la literatura colombiana.

A CALI HA LLEGADO LA MUERTE

No.

Ni la sangre de polvo.

Ni el rumor de las venas sub-terrestres.

Ni los ojos de antiguas polillas vagabundas.

Ni los hombres de párpados doblados.

Ni la casulla del viento.

Ni la tierra pintada de frutos en la tarde.

No.

Nada.

Ni el sexo que comienza en la lengua de los niños.

Ni los pastores de culebras.

Ni las esquinas infieles sobre las ventanas.

Ni la dignidad de los trapiches

sostenida en el breve equilibrio de la caña.

Ni el transparente río que se hunde por los muslos de Cali.

No.

Nada.

Ni las almadías del sueño.

Ni el somnoliento camello de la cordillera.

Ni el monólogo amarillo del sol en el espacio.

Ni la paz de los escarabajos.

Ni la mariposa pintora.

Ni el grillo concertista.

Ni la boñiga de oro.

Ni los geranios, ni las bicicletas

que absorben con sus esponjas de silencio

la tibia pereza de los muros

No.

Nada.

Ni el candor de las escuelas que traza palotes de ausencia en

los tableros.

Ni los borrachos que miran fijamente a la ventera

y le derraman el corazón entre las trenzas.

Ni las polleras de los siete-cueros.

Ni la barba de cristal de los torrentes.

Ni los panales detrás de las ortigas

Ni los bueyes de artificial melancolía.

No.

Nada pudo detener la muerte.

Llegó a Cali navegando

y los corceles del Océano Pacífico

la saludaron volcando sus belfos espumeantes en la playa.

Llegó por el pito de los buques

por las banderas de los guacamayos

por el ojo de las agujas que remienda el pudor de las modistas

por la voz de los muertos en los árboles

por los billetes rubios

por el alma incolora de los camioneros

por los ojos trasnochadores de los naipes

por la felina displicencia de los grandes

por la rosa ignorante

por el paisaje de zapatos sin huella.

Llegó sin pasaporte y cruzó la frontera

caminando sobre el miedo rosado de los niños

por el clavicordio dorado de los campanarios

por el pelo de agua de los cosos

Page 6: Taller de Creación Literaria. Poesía Colombiana

por la sencillez de los pueblos

donde los campesinos y las almojábanas se encaran con el sol

y los mendigos pegan su coto a las ventanillas del tren.

Llegó sin autorización de los muertos

que se salieron de sus tumbas

a protestar en un mitin putrefacto y amarillo.

Llegó por en medio de las garzas

los taladros

por entre el múltiple corazón de pitahayas

por la flor que se colocan las solteronas tras la oreja

por los solares donde hacen venias al viento los interiores

parroquiales

y un tulipán oye misa diariamente.

Por cerca de los gallos

que creen en la blancura de los huevos

por los tejados donde los zuros escriben la epopeya de los celos

y los gatos y la luna

forman siete lechos y un violín.

Invadió los palacios, las haciendas

los ranchos y las niñas de capul.

Invadió el cielo y sus altos corderos extraviados.

Invadió la secreta desnudez de los cadáveres.

(La ciudad era un racimo de plomo derretido

y la muerte le salía a bocanadas).

La historia de Cali dejó de ser un río deliberadamente puro

por cuyas ondas los días eran barcos de vidrio.

El rojo fue una lluvia sostenida en el aire

y entre los montes de cristal la sangre

dibujará para siempre vitrales en la sombra!

¡Hay que llorar desesperadamente!

Jaime Jaramillo Escobar Nació el 25 de mayo de 1932 en Pueblorrico Antioquia.

Conocido con el seudónimo de X-504 ingresa al Nadaismo

liberando al lenguaje de una retórica impostada. Considerado

por muchos como el poeta más destacado de este movimiento

gracias al equilibrio demostrado entre ironía y estética, dando al

lenguaje el lugar esencial en sus creaciones sin otorgarle al

escándalo el fin último y el motivo principal de sus versos. Su

obra poética se encuentra inmersa entre los ruidos de su

realidad pero ausente de distorsiones viscerales. La nitidez de

sus ecos se mantiene como una retórica elaborada que salva el

espíritu evocado por un estruendo.

MAMÁ NEGRA

Cuando mamá negra hablaba del Chocó

le brillaba la cadena de oro en el pescuezo,

su largo pescuezo para beber agua en las totumas,

para husmear el cielo,

para chuparles la leche a los cocos.

Su pescuezo largo para dar gritos de colores con las

guacamayas,

para hablar alto entre las vecinas,

para ahogar la pena,

y para besar a su negro, que era alto hasta el techo.

Su pescuezo flexible para mover la cabeza en los bailes,

para reír en las bodas.

Y para lucir la sombrilla y para lucir el habla.

Mamá negra tenía collares de gargantilla en los baúles,

prendas blancas colgadas detrás del biombo de bambú,

pendientes que se bamboleaban en sus orejas,

y un abanico de plumas de ángel para revolver el aire.

Su negro le traía mucho lujo del puerto cada vez que venían los

barcos,

y la casa estaba llena de tintineantes cortinas de conchas y de

abalorios,

y de caracoles para tener las puertas y para tener las ventanas.

Mamá negra consultaba el curandero a propósito del tabardillo,

les prendía velas a los santos porque le gustaba la candela,

tenía una abuela africana de la que nunca nos hablaba,

y tenía una cosa envuelta en un pañuelo,

un muñequito de madera con el que nunca nos dejaba jugar.

Mamá negra se subía la falda hasta más arriba de la rodilla para

pisar el agua,

tenía una cola de sirena dividida en dos pies,

y tenía también un secreto en el corazón,

porque se ponía a bailar cuando oía el tambor del mapalé.

Mamá negra se movía como el mar entre una botella,

de ella no se puede hablar sin conservar el ritmo,

y el taita le miraba los senos como si se los hubiera encontrado

en la playa.

Senos como dos caracoles que le rompían la blusa,

como si el sol saliera de ellos,

unos senos más hermosos que las olas del mar.

Mamá negra tenía una falda estrecha para cruzar las piernas,

tenía un canto triste, como alarido de la tierra,

no le picaba el aguardiente en el gaznate,

y, si quería, se podía beber el cielo a pico de estrella.

Mamá negra era un trozo de cosa dura, untada de risa por

fuera.

Mi taita dijo que cuando muriera

iba a hacer una canoa con ella.

Mario Rivero Nació en Envigado, Antioquía, en 1935. Empezó como cantor

de tangos en los bares de la ciudad que luego retrató en sus

versos. Fue director y fundador de la revista de poesía “Golpe

de dados” con cerca de 40 años en circulación. Su poesía evoca

los destellos del instante, el paisaje urbano, las ruinas alojadas

por el tiempo en la contemplación, involucrando la narración

como parte de sus imágenes sin abandonar el ritmo vertiginoso

que guaradan sus poemas siempre continuos e hilados al fluir

de los días, con un estilo sencillo y directo. Bogotá le dijo adiós

el 13 de abril de 20.

LA CALLE

Esta calle mi calle

se parece a todas las calles del mundo

uno no se explica por qué

suceden tantas cosas en un minuto

en una hora en doce horas

desde que el sol preña la tierra

Tiene puertas como bocas sin dientes

Las mujeres se asoman a las ventanas

y miran tan lejanamente...

Sobre un alambre en el que los días

hacen equilibrio cuelgan a secar

medias camisas y pantalones rotos

Tres mujeres con cara de pocos amigos

esperan el bus. Son modistillas

Page 7: Taller de Creación Literaria. Poesía Colombiana

que van a los talleres de la ciudad

a coser su miseria con una aguja de oro

La beata de enfrente

acaricia con uvas a un gato lustroso

y le dice "my darling"

mientras un estudiante regresa

a su cuarto de hotel

donde la cama en actitud de mujer pariendo

espera su saco de huesos

y colgado en la pared con una cinta

el retrato de la novia

que se ahorcó en sus trenzas

y ya tiene dos hijos parecidos

a su marido el boticario

Al final de la calle está la casa

del farolito rojo

a donde van prostitutas niñas

con pelo color de miel

y senos como dos monedas de centavo frías

Esta calle mi calle

se parece a todas las calles del mundo

se ven éstas cosas y otras cosas...

Giovanni Quessep Nace en San Onofre en 1939. Desde su primer libro, “Después

del paraíso”, ha demostrado una profunda fluidez en el

lenguaje poético, así como de un manejo sólido de las

expresiones universales de la palabra esencial. Su principal

obra, “Metamorfosis del jardín”, es uno de los mejores

poemarios del Siglo XX en Colombia.

ALGUIEN SE SALVA POR ESCUCHAR AL RUISEÑOR

Digamos que una tarde

el ruiseñor cantó

sobre esta piedra

porque al tocarla

el tiempo no nos hiere

no todo es tuyo olvido

algo nos queda

Entre las ruinas pienso

que nunca será polvo

quien vio su vuelo

o escuchó su canto

PÁJARO

En el aire

hay un pájaro

muerto;

quién sabe

adónde iba

ni de dónde ha venido.

¿Qué bosques traía,

qué músicas deja,

qué dolores

envuelven

su cuerpo?

¿En cuál memoria

quedará

como diamante,

como pequeña hoja

de una selva

desconocida?

Pero en el aire

hay un patio

y una pradera,

hay una torre

y una ventana

que no quieren morir

y están prendidos

de su cola

larga de norte a sur.

En el aire

hay un pájaro muerto

No sabrá de la tierra

ni de esta mancha

que todos llevamos,

de las máscaras

que lapidan,

de los bufones

que hacen del Rey

un arlequín perdido.

¿Quién lo guarda,

quién lo protege

como si fuera

la mariposa angélica?

Pájaro muerto

entre el cielo y la tierra.

José Manuel Arango Nacido en Carmen de Viboral, Antioquia. Arango cultivó la

poesía breve. Su laconismo procede de un reconocimiento de la

naturaleza como fuente elemental en su poética. Las nuevas

generaciones lo consideran uno de los máximos referentes en la

lírica colombiana. Muere en Medellín en 2002.

Poema XXXVI

a veces

veo en mis manos las manos

de mi padre y mi voz

es la suya

un oscuro terror

me toca

quizá en la noche

sueño de sueños

y la fría furia

y el recuerdo de lugares no vistos

son él, repitiéndose

soy él, que vuelve

cara detenida de mi padre

bajo la piel, sobre los huesos de mi cara

ESCRITURA

la noche, como animal

dejó su vaho en mi ventana

por entre las agujas del frío

miro los árboles

y en el empañado cristal

con el índice, escribo

esta efímera palabra