strindberg- el pelicano

22
EL PELICANO AUGUST STRINDBERG PERSONAJES La Madre El Hijo La Hija El Yerno Margret ACTO PRIMERO Un salón. En el fondo una puerta que da al comedor. Formando ochava, a la derecha, una puerta- ventana que da a un balcón, Un secreter, un escritorio pequeño, una chaise longue tapizada en pana roja, una mecedora. Entra la madre, vestida de luto. Se deja caer en el sillón y, de cuando en cuando, escucha con inquietud. Se oye tocar en el piano la Fantasía Impromptu, Opus 66, de Chopin. Margret, la cocinera, entre por la puerta del fondo. LA MADRE: Cierra la puerta, por favor. MARGRET: ¿Está sola? LA MADRE: Cierra la puerta, por favor. (Con un ademán.) ¿Quién toca el piano? MARGRET: ¡Qué noche horrible! Viento, lluvia… LA MADRE: Cierra la puerta, te lo ruego... No puedo aguantar más ese olor a fenol y abeto. MARGRET: Estaba segura. Por eso le dije que deberían haber sacado, de aquí al señor inmediatamente. LA MADRE.- Mis hijos querían que la ceremonia fúnebre se hiciera en casa. MARGRET: ¿Por qué no se marchan de aquí? LA MADRE: El propietario se opone. No podemos movernos... Estoy prisionera entre estas cuatro paredes... En las otras piezas me ahogo. MARGRET: ¿Por qué? LA MADRE: ¡Tantos recuerdos terribles! ¡Y ese olor...! ¿Quién toca? ¿Es mi hijo? MARGRET: Sí, sí... su hijo. No se halla a gusto en esta casa, está nervioso. Y tiene hambre, siempre tiene hambre... Dice que nunca pudo comer hasta saciarse. LA MADRE:' Toda su vida fue débil, enfermizo; desde que nació. MARGRET: Cuando se ha criado a un bebé con mamadera, hay que darle después una alimentación nutritiva. LA MADRE: ¿Y qué? ¿Le faltó algo, acaso? MARGRET: Faltarle precisamente, no. Pero usted se ingeniaba para comprarle precisamente lo más barato que podía encontrar, y lo peor. . . (Pausa.) No se envía a un niño a la escuela con una taza de achicoria y una rebanada de pan en el estómago. LA MADRE: Mis hijos nunca se quejaron de la comida...

Upload: jonathan-vargas

Post on 19-Aug-2015

303 views

Category:

Documents


10 download

DESCRIPTION

Strindberg- El Pelicano

TRANSCRIPT

EL PELICANO AUGUST STRINDBERG PERSONAJES La Madre El Hijo La Hija El Yerno Margret ACTO PRIMERO Un saln. En el fondo una puerta que da al comedor. Formando ochava, a la derecha, una puerta-ventana que da a un balcn, Un secreter, un escritorio pequeo, una chaise longue tapizada en pana roja, una mecedora. Entra la madre, vestida de luto. Se deja caer en el silln y, de cuando en cuando, escucha con inquietud. Se oye tocar en el piano la Fantasa Impromptu, Opus 66, de Chopin. Margret, la cocinera, entre por la puerta del fondo. LA MADRE: Cierra la puerta, por favor. MARGRET: Est sola? LA MADRE: Cierra la puerta, por favor. (Con un ademn.) Quin toca el piano? MARGRET: Qu noche horrible! Viento, lluvia LA MADRE: Cierra la puerta, te lo ruego... No puedo aguantar ms ese olor a fenol y abeto. MARGRET: Estaba segura. Por eso le dije que deberan haber sacado, de aqu al seor inmediatamente. LA MADRE.- Mis hijos queran que la ceremonia fnebre se hiciera en casa. MARGRET: Por qu no se marchan de aqu? LA MADRE: El propietario se opone. No podemos movernos... Estoy prisionera entre estas cuatro paredes... En las otras piezas me ahogo. MARGRET: Por qu? LA MADRE: Tantos recuerdos terribles! Y ese olor...! Quin toca? Es mi hijo? MARGRET: S, s... su hijo. No se halla a gusto en esta casa, est nervioso. Y tiene hambre, siempre tiene hambre... Dice que nunca pudo comer hasta saciarse. LA MADRE:' Toda su vida fue dbil, enfermizo; desde que naci. MARGRET: Cuando se ha criado a un beb con mamadera, hay que darle despus una alimentacin nutritiva. LA MADRE: Y qu? Le falt algo, acaso? MARGRET: Faltarle precisamente, no. Pero usted se ingeniaba para comprarle precisamente lo ms barato que poda encontrar, y lo peor. . . (Pausa.) No se enva a un nio a la escuela con una taza de achicoria y una rebanada de pan en el estmago. LA MADRE: Mis hijos nunca se quejaron de la comida... MARGRET: Delante de usted, por supuesto que no... No se atrevan... Pero cuando fueron ms grandes, venan a la cocina y hablaban... LA MADRE: Nuestra situacin no era brillante. MARGRET: Perdn, pero me consta, porque sali en el diario, que el seor tena ingresos anuales de veinte mil coronas. LA MADRE: Hace falta mucho dinero para vivir. MARGRET: Sin duda... pero lo cierto es que los nios no son sanos. La seorita Gerda, quiero decir, la seora Gerda no est completamente desarrollada... y tiene veinte aos! LA MADRE: T siempre diciendo desatinos! MARGRET: Claro, claro... (Pausa.) No quiere que encienda un poco la estufa? Hace fro... LA MADRE: No, gracias. No somos tan ricos como para quemar el dinero. MARGRET: Nuestro estudiante se pasa el da tiritando. Para calentarse no le queda otro remedio que salir o tocar el piano. LA MADRE: Siempre fue friolento. MARGRET: Me gustara saber por qu... LA MADRE: Ten cuidado con lo que dices, Margret! (Pausa.) Anda alguien al lado? MARGRET: Qudese tranquila, nadie anda al lado... LA MADRE: Qu te imaginas? Que tengo miedo a los fantasmas? MARGRET: No me imagino nada... Lo que s es que no me quedar mucho tiempo en esta casa. Vine porque me cre llamada a velar por los nios. Cuando vi cmo trataba a las criadas, quise marcharme en seguida, pero no pude, o mejor dicho no me atrev... Ahora que la seorita Gerda se ha casado, considero qu mi tarea est cumplida. Se acerca la hora de mi liberacin, pero no ha sonado todava. LA MADRE: De qu me ests hablando? El mundo entero sabe cmo me sacrifiqu por mis hijos, cmo me consagr a mi hogar, cmo cumpl con mis obligaciones... T eres la nica que se atreve a hacerme reproches, pero no creas que vas a asustarme. Puedes irte si quieres. Adems, no pienso tener criada si la joven pareja viene a instalarse en el departamento... MARGRET: Le deseo que no le pese algn da... Los hijos son ingratos por naturaleza, y a las suegras, cuando no aportan dinero, nadie las soporta... LA MADRE: No te preocupes... Pagar mi pensin y adems prestar algunos servicios. Por otra parte, mi yerno no es un yerno como los otros... MARGRET.- De veras? LA MADRE: De veras... No me trata como a una suegra, sino como a una hermana, por no decir como a una amiga... (Margret hace una mueca). LA MADRE: Me imagino lo que piensas. Es cierto, mi yerno me gusta, as como no le gustaba a mi marido. Mi marido le tena envidia; me aventurara a decir que estaba celoso de l... S, me honraba con sus celos... y sin embargo no soy tan joven... Decas? MARGRET: No deca nada. Me parece que viene alguien. Es su hijo, tose... (Pausa.) No enciendo el fuego? LA MADRE: No vale la pena. MARGRET: Esccheme! He pasado hambre, he pasado fro en esta casa, todo logr soportarlo. Pero dme una cama, una verdadera cama. Estoy vieja, cansada... LA MADRE: Elegiste bien el momento... precisamente cuando piensas marcharte! MARGRET: SI, ya me olvidaba. (Pausa.) Pero aunque sea por el honor de la casa, queme mi camastro, queme esos trapos que cubrieron a un muerto... As, por lo menos, pasar menos vergenza ante la que me reemplace, si viene alguna. LA MADRE: No vendr ninguna. MARGRET: Y aunque viniera, no se quedara... Vi desfilar cincuenta criadas por esta casa y ninguna poda resistir. LA MADRE: Claro, eran mujerzuelas, como todas ustedes. MARGRET: Muy amable... Pero ya le llegar su hora, a todos les llega su hora... Nadie se salva! LA MADRE: Cundo vendr el da en que me vea libre de ti? MARGRET: Pronto, muy pronto... Antes de lo que se imagina. (Sale. Entra el hijo con un libro en la mano. Tose y tartamudea ligeramente). LA MADRE: Cierra la puerta, por favor. EL HIJO: Por qu? LA MADRE: Qu manera de contestar es sa! (Pausa.) Qu quieres? EL HIJO: Puedo trabajar aqu? Hace tanto fro en mi cuarto... LA MADRE: T ests siempre tiritando! EL HIJO: Cuando uno est sentado, sin moverse, se siente ms el fro. (Finge leer, luego bruscamente.) No terminaron el inventario todava? LA MADRE: A qu viene esa pregunta? Hay que dejar pasar el perodo de duelo. No sientes la muerte de tu padre? EL HIJO: S, pero... pero l est bien, ahora. . . Y la paz de que goza despus de tantos sufrimientos no la rob. Eso no impide que quiera conocer mi situacin, saber ' si podr rendir mis exmenes sin tener que pedir dinero prestado. LA MADRE: Tu padre no dej nada... nada, salvo deudas, tal vez EL HIJO: Pero su comercio vala algo, no? LA MADRE: No hay comercio que valga cuando no se tiene un negocio instalado ni mercadera... Comprendes? EL HIJO (tras un instante de reflexin): Y la firma, el nombre, los clientes? LA MADRE: Los clientes no se venden... (Pausa.) EL HIJO: Sin embargo, es lo que o decir. LA MADRE: No habrs ido a consultar a un abogado, eh? (Pausa.) Es as como guardas duelo por tu padre? EL HIJO: No, as no. Pero cada cosa tiene su importancia, (Pausa.) Dnde estn mi hermana y mi cuado? LA MADRE: Esta maana regresaron de su viaje de bodas; se alojaron en una pensin. EL HIJO: All al menos podrn comer. LA MADRE: No sabes hablar de otra cosa que de comer... Alguna vez has tenido quejas de la comida que te he dado? EL HIJO: No, no... LA MADRE: Dime una cosa: en los ltimos tiempos, cuando tuve que separarme de tu padre y viviste slo con l, nunca te habl de sus negocios? EL HIJO (Finge estar absorto en la lectura): Que yo recuerde, no, nada especial... LA MADRE: Entonces, cmo te explicas que no haya dejado absolutamente nada? Estos ltimos aos ganaba veinte mil coronas anuales. EL HIJO: No estoy enterado de los negocios de mi padre. Pero deca que le costaba mucho mantener la casa; adems, haca poco que se haban cambiado todos los muebles. LA MADRE: As que deca eso? No tendra deudas? EL HIJO: No s... (Pausa.) Tena deudas, pero las pag. LA MADRE: A dnde fue a parar entonces el dinero? Dej testamento? A m me odiaba; en varias ocasiones lleg a amenazarme con echarme a la calle... (Pausa.) Ser posible que haya depositado sus ahorros en otra parte? EL HIJO (cortante): No s. (Pausa.) No, es imposible! LA MADRE (prestando atencin): Me parece que caminan al lado. EL HIJO (fro): No oigo nada. LA MADRE: Estoy agotada... Tantos disgustos, el entierro, todas esas historias... A propsito, sabrs sin duda que tu hermana y tu cuado van a ocupar el departamento; tendrs que buscarte una habitacin en el centro. EL HIJO: S, ya lo s. LA MADRE: No te gusta tu cuado? EL HIJO: No me resulta simptico. LA MADRE: Sin embargo es un buen muchacho y, adems, muy capaz. Deberas quererlo, se lo merece. EL HIJO: Yo tampoco le soy simptico. Adems, se port mal con pap. LA MADRE: Quin tuvo la culpa EL HIJO: Pap no era malo. LA MADRE: No era malo? EL HIJO (bruscamente): Ahora s, creo que caminan al lado. LA MADRE: Enciende las luces, dos, nada ms que dos. (El hijo enciende las luces. Larga pausa.) No quieres colgar en tu cuarto ese retrato de tu padre? (Le muestra un retrato colgado en la pared.) S, se. EL HIJO: Por qu? LA MADRE: Porque a m no me gusta. (Pausa.) Tiene una expresin tan hostil en la mirada! EL Hijo: No me parece. LA MADRE: Llvatelo, entonces. Si te gusta, es tuyo. Te corresponde a ti. EL HIJO (descuelga el cuadro): Muy bien. Pausa. LA MADRE: Espero a Axe1 y Gerda. Deseas verlos? EL Hijo: No tengo ganas... Prefiero volver a mi cuarto. Podra encender la estufa? LA MADRE: No somos tan ricos como para quemar el dinero. EL HIJO (violentamente): Hace diez aos que vengo oyendo ese estribillo! Sin embargo ramos ricos para hacer ridculos viajes al extranjero y darnos tono comiendo en restaurantes de lujo donde una cena costaba cien coronas. Cien coronas! Por ese precio se pueden comprar cuatro canastos de lea Cuatro canastos por una sola cena! LA MADRE: Tonteras! EL HHIJO: Haba algo en casa que no andaba bien. Pero ahora todo va a cambiar. Arreglaremos las cuentas. LA MADRE: Qu quieres decir? EL HIJO: Quiero decir que el inventario y lo dems. . . LA MADRE Lo dems? EL HIJO: Las deudas, los negocios en suspenso... LA MADRE: Ah, s? EL HIJO (tras una pausa): Puedo comprarme un poco de ropa? LA MADRE: Cmo puedes tener la audacia de plantear semejantes cuestiones en un momento como ste? Sera mejor que fueras a ganarte algunas coronas... EL HIJO: Ya ganar todas las coronas que necesite cuando haya rendido mis exmenes. LA MADRE: En ese caso pide prestado, como hace todo el mundo. EL HIJO: Quin querr prestarme? LA MADRE (agria): Los amigos de tu padre. EL HIJO: No tena amigos. Un hombre excepcional no puede tener amigos, pues no hay amistad sin admiracin recproca. LA MADRE: Qu sabio ests! Quin te ense tan hermosos pensamientos? Tu padre? EL HIJO: S, era un hombre inteligente, pese a las locuras que cometa a veces. LA MADRE: Escuchen eso! (Pausa.) En vez de hablar tanto podras ir pensando en casarte. EL HIJO: Casarme yo? Muchas gracias! Mantener a una mujer para diversin de los solteros? Convertirme en el sostn legal de alguna mujerzuela, darle armas, voluntariamente, a la que dice ser la amiga del alma y que es, en realidad, la peor enemiga? No, me guardar muy bien de hacerlo. LA MADRE: Las cosas que tengo que or! Vuelve a tu cuarto. Ya te he visto bastante. (Pausa.) Podra apostar que bebiste. EL HIJO: Claro que beb. Me veo obligado a beber para calmar mi tos y, sobre todo, para no sentir el hambre que me aguijonea. LA MADRE: Otra vez la comida, eh? Tan mala es? EL HIJO: No dira que es precisamente mala, sino liviana, liviana como el aire. LA MADRE: Puedes irte de una vez. EL HIJO: O bien sazonada con tanta pimienta que en lugar de aplacar el hambre lo excita. Es muy sencillo: se tiene la sensacin de absorber aire condimentado. LA MADRE: Palabra, de honor, ests borracho! Borracho perdido! Vete ya! EL HIJO: Est bien, me voy. Tena que decirte unas cuantas cosas ms, pero por hoy basta. Est bien. (Sale. La madre, -muy agitada, se pasea de un lado a otro de la habitacin y abre y cierra los cajones. Entra bruscamente el Yerno.) LA MADRE (a afectuosamente): Axel, al fin! Te esperaba con tanta impaciencia! Pero, dnde est Gerda? EL YERNO: Vendr ms tarde. Y t, cmo ests? Alguna novedad? LA MADRE: Sintate. Tengo que hacerte varias preguntas. No nos vernos desde la noche del casamiento... Por qu volvieron tan pronto? Pensaban permanecer afuera una semana y hace apenas tres das que se marcharon. EL YERNO: S, el tiempo nos pareca muy largo. Cuando dos personas se han dicho todo lo que tenan que decirse, la soledad se hace pesada. Adems, estbamos tan acostumbrados a tu presencia que realmente nos faltabas. LA MADRE: De veras? (Pausa.) S, s, nosotros tres siempre nos entendimos muy bien, siempre, a travs de todas las tormentas. Y me atrevera a afirmar que he sido til. EL YERNO: Gerda es una nia, no comprende nada de la vida: est llena de prejuicios; adems, es obstinada, se encarniza con todo. . LA MADRE: Y qu te pareci la boda? EL YERNO: Un xito, todo un xito. Y a ti, qu te pareci el poema?LA MADRE: Te refieres al poema que me dedicaste?- Qu puede parecerme? Creo que jams suegra alguna recibi semejante homenaje para la boda de su hija. Ese pelcano que da su sangre para alimentar a sus hijos... Sabes que llor? EL YERNO: S, primero lloraste, pero despus no te perdiste una sola pieza; Gerda estaba casi celosa de ti... LA MADRE: Bah! Estoy acostumbrada. (Pausa.) Quera que me vistiera de negro, por el duelo, pero no le hice caso: Bueno sera que tuviera que someterme a los caprichos de mis hijos! EL YERNO: Tienes razn (Pausa.) Figrate que Gerda pierde completamente la cabeza a la menor mirada que le dirijo a otra mujer. LA MADRE: De veras? Pero no son felices ahora que estn juntos? EL YERNO: Qu quiere decir, felices? LA MADRE: Ah, comprendo! Ya se pelearon! EL YERNO: Ya? No hacamos otra, cosa cuando estbamos de novios. Y ahora que me vi obligado a -presentar mi renuncia, que no soy ms que un oficialito de reserva, las cosas se han puesto peor todava. S, por raro que parezca desde que me reintegr a la vida civil parece que me tuviera menos apego. LA MADRE: Por qu no usas el uniforme? Quieres que te diga la verdad? As, vestido de civil, me cuesta reconocerte. Eres realmente otro hombre. EL YERNO: Slo me est permitido usar el uniforme cuando estoy de servicio y para los desfiles. LA MADRE: Permitido? EL YERNO: S, es el reglamento. LA MADRE: Pobre Gerda! Estaba de novia con un teniente y de pronto se encuentra casada con un oficinista. EL YERNO: Qu quieres que haga? Hay que vivir. (Cambia de tono.) A propsito, cmo va el asunto del dinero? LA MADRE: Francamente, no s nada. Pero empiezo a desconfiar de Fredrik. EL YERNO: Qu quieres decir? LA MADRE: Esta tarde me habl otra vez en trminos muy extraos. EL YERNO: Es un imbcil. LA MADRE: Los imbciles de esa ndole suelen ser muy ladinos. No me sorprendera que hubiera un testamento oculto o dinero escondido en alguna parte. EL YERNO: Hiciste tus pesquisas? LA MADRE: Registr todos los cajones. EL YERNO: Los del muchacho tambin? LA MADRE: Naturalmente. Y todos los das reviso su papelera; lo sorprend escribiendo cartas que luego rompe y arroja al canasto. EL YERNO: Eso no interesa. (Pausa.) Examinaste bien el secreter del viejo? LA MADRE: Por supuesto. EL YERNO: A fondo? Con mtodo? Todos los cajones? LA MADRE: Todos los cajones. EL YERNO: Los secreters tienen cajones secretos. LA MADRE (turbada): No se me ocurri EL YERNO: Entonces habr que empezar de nuevo. Vamos a inspeccionarlo juntos. LA MADRE: Imposible, estn los sellos, los sellos del inventario. EL YERNO: Bah! Ya nos arreglaremos. LA MADRE: No, no podernos hacerlo. EL YERNO: Te digo que s. Con desmontar la tabla del fondo... El secreto siempre lo colocan all. LA MADRE: Harn falta herramientas... EL YERNO: No, djalo por mi cuenta. LA MADRE: Est bien, pero que Gerda no se entere. EL YERNO: Por supuesto, si no ira a contrselo en seguida al hermanito. LA MADRE (cierra la puerta con llave): Cierro, es ms seguro. EL YERNO (examina el fondo del secreter): Vaya! Ya pas alguien por aqu. Desprendieron el fondo. Mira, puedo introducir la mano. LA MADRE (perdiendo la cabeza): Es ese muchacho, estoy segura, segura de que es l... Te das cuenta que mis sospechas...? Date prisa, oigo pasos. EL YERNO: Aqu hay papeles. LA MADRE: Date prisa, que viene alguien! EL YERNO: Un sobre! LA MADRE: Es Gerda... Dame los papeles, rpido! EL YERNO (le entrega a la madre un sobre grande): Toma,' escndelo! (Se oyen forcejeos en la puerta, luego golpes suaves.) Por qu se te ocurri cerrar con llave? Estamos perdidos. LA MADRE: Cllate! EL YERNO: Eres una estpida! Abre, abre... no, deja, abrir yo. Aprtate de ah. (Empuja a la madre y abre la puerta. Entra Gerda. ) GERDA (confusa): Por qu se encerraron? LA MADRE: Querida! No me saludas? No nos vemos desde la noche de la boda. Tuvieron un viaje agradable? Vamos, cuntame, y no me mires con ese azoramiento. GERDA (se sienta, deprimida): Por qu se encerraron? LA MADRE: Porque la puerta se abre sola y estoy cansada de pedirle cada uno que entra que la cierre... (Pausa.) Qu les parece si hablamos un poco de su instalacin? Porque vivirn aqu, verdad? GERDA: Qu otra cosa podemos hacer? Adems, me da lo mismo. Qu opinas, Axel? EL YERNO: Podemos vivir aqu perfectamente... nos llevamos muy bien. GERDA: Pero, dnde se instalar mam? LA MADRE: En esta pieza, hijita. Har colocar una cama y... EL YERNO: No pensars poner una cama en medio del saln, querida... GERDA (se sobresalta al or la ltima palabra): Hablas conmigo? EL YERNO (turbado, muy rpido): Quise decir... mam... En fin, de una manera u otra ya nos arreglaremos. Cada uno pondr el hombro, y con lo que pagar tu mam podremos vivir muy bien. GERDA (con el rostro tranquilizado): Y as me ayudar un poco en las tareas de la casa... LA MADRE: Encantada, querida, pero que no tenga que lavar los platos... GERDA: Los platos? Qu ocurrencia...! Por otra parte, lo nico que pido es tener a mi marido para m sola. No quiero que lo miren las dems... como hacan todas en el hotel, todas; por eso tuvimos que acortar el viaje... Pobre de aquella que intente robrmelo! LA MADRE: Ahora podramos ir ordenando los otros cuartos. EL YERNO (clava la mirada en la madre): Gerda puede comenzar por ste. GERDA: No quiero quedarme sola. Hasta que no estemos completamente instalados no me sentir tranquila. EL YERNO: Parece que las seoras tienen miedo de la oscuridad! Est bien! Iremos los tres juntos. (Salen. La escena queda sola, Afuera sopla el viento. La puerta del fondo empieza a golpear. Los papeles del secreter revolotean por la pieza. El viento sacude violentamente la planta que est sobre la repisa. Se desprende la fotografa de la pared y cae al piso. Se oye al hijo que grita- "Mam!" y luego: "Cierra la ventana! La mecedora se balancea. Entra la madre como loca. Viene leyendo un papel.) LA MADRE: Qu ocurre? El silln se mueve! EL YERNO (Entra tras ella): Qu tienes? Qu papel es se? Djame que lo lea. Es el testamento? LA MADRE: Cierra la puerta. Este viento nos va a llevar... Pero tuve que abrir una ventana, por el olor... (Pausa.) No, no es el testamento, es una carta que dej para el muchacho, en la que nos calumnia a ti y m. EL YERNO: Dmela, quiero - leerla. LA MADRE: No, te hara dao... La romper. Tuvimos suerte de que no cayera en sus manos! (Arruga la carta y la arroja en la estufa.) Sale de su tumba y habla. No ha muerto. Cmo podr vivir aqu...? Escribe que yo lo asesin. No es cierto! Muri de congestin, el mdico lo certific... Y dice otras cosas, pero son mentiras, puras mentiras! Me acusa de haber causado su ruina...! Escucha. Axel, haz algo, lo que quieras, para que podamos dejar este departamento cuanto antes. No puedo quedarme aqu, no puedo ms! Promteme que... Mira el silln! EL YERNO: Es la corriente de aire. LA MADRE: Llvanos de esta casa! Promteme. EL YERNO: Imposible... Ustedes me deslumbraron con esa herencia que no existe y ca en la trampa... De no haber contado con ella no me habra casado., Ahora, habr que tomar las cosas como son y t tendrs que considerarme como un yerno decepcionado y arruinado. Si queremos vivir debemos entendernos, hacer economas, y t nos ayudars. LA MADRE: Con otras -palabras, quieres que sea sirvienta en mi propia casa. No te creas que podrs obligarme. EL YERNO: La necesidad dicta la ley. LA MADRE: Crpula! EL YERNO: Basta, vejestorio! LA MADRE: Yo, sirvienta tuya? EL YERNO: As aprenders, en carne propia, cmo vivieron tus sirvientas. Pasaron hambre, pasaron fro. Pero no te quejes, t te salvars de eso. LA MADRE: S, tengo mi renta vitalicia... EL YERNO: Que no servira para vivir en una bohardilla, pero que puede servir, aqu, para pagar el alquiler, si obramos con cordura. Y si ustedes dos no quieren entrar en razn me marcho. LA MADRE: Seras capaz de abandonar a Gerda...! Entonces, nunca la amaste! EL YERNO: Nadie puede saberlo mejor que t... t que la desalojaste de mi corazn, que la excluiste de todas partes, salvo del dormitorio... Y si llegara a tener un hijo, tambin se lo arrebataras... No sabe nada todava, no comprende nada; pero est empezando a despertar de su sueo de sonmbula. Ten cuidado, porque el da que abra los ojos... LA MADRE: Axel, tenemos que entendernos... No debemos separarnos. Ya no puedo vivir sola... Acepto todo, todo, pero la chaise-longue, eso no! EL YERNO: Tendrs que aceptarla. No pienso arruinar este departamento instalando aqu un dormitorio. Ests advertida. LA MADRE: Entonces, dame otra pieza. EL YERNO: No hay ninguna disponible. Adems, sta es muy bonita. LA MADRE: Bonita! Un verdadero mostrador de carnicera, chorreando sangre! EL YERNO: Basta de tonteras! Si no te gusta, puedes elegir la bohardilla, la soledad y, cuando llegue el momento, el asilo de ancianas. LA MADRE: Me rindo. EL YERNO: Haces bien. LA MADRE (Tras una pausa): Te das cuenta! Escribirle a su hijo que yo lo asesin! EL YERNO: Hay muchas maneras de asesinar a la gente y la tuya ofrece al menos la ventaja de no caer en el mbito de la justicia. LA MADRE: La ma? Por qu no dices la nuestra? Tambin t contribuiste a enfurecerlo, a empujarlo a la desesperacin. EL YERNO: Se cruz en mi camino y no quiso apartarse. Tuve, que empujarlo. LA MADRE: Lo nico que te reprocho es que me hayas alejado de mi hogar... Nunca olvidar aquella noche, la primera que pasamos en tu casa; estbamos sentados a la mesa, dispuesta como para una fiesta, y omos, a lo lejos, del lado de los terrenos pantanosos, gritos horribles que parecan venir de una crcel o de un manicomio... Recuerdas? Era l: vagaba por el tabacal, en plena noche, bajo la lluvia, aullando su dolor, clamando por su mujer y su hijo. EL YERNO: A qu viene hablar de eso ahora? Adems, cmo sabes que era l? LA MADRE: Lo dice en la carta. EL YERNO: Qu puede importarnos? El tampoco era un ngel. LA MADRE: No, por supuesto. Pero tena sentimientos humanos; s, ms que t. EL YERNO: Parecera que tus simpatas cambiaron de destinatario. LA MADRE: No te enojes! Tenemos que mantener la paz entre nosotros. EL YERNO: Tenemos que mantenerla, s. Estamos condenados a eso... (Se oyen gritos roncos que vienen de afuera.) LA MADRE: Oyes? Quin es? El? EL YERNO: Quin, l? (La madre presta atencin.) Quin est ah? Ah! Es el muchacho! Seguro que bebi otra vez. LA MADRE: Es Fredrik? Eran sonidos tan... como si... Me parece. .. No puedo soportar ms... Qu le ocurre? EL YERNO: Ve a ver. (Pausa.) Est completamente borracho, ese animal! LA MADRE: Cmo puedes hablar as? No olvides que es mi hijo. EL YERNO: Si, tu hijo. (Saca su reloj de bolsillo.) LA MADRE: Por qu miras la hora? No te quedas a cenar? EL YERNO: No, gracias. No estoy acostumbrado a beber t aguado y a comer anchoas rancias... y papillas. Adems, tengo una reunin. LA MADRE: Qu reunin? EL YERNO: Son asuntos que no te conciernen... Supongo que no tendrs la intencin de hacerte la suegra. LA MADRE: Pero vas a abandonar a tu mujer la primera noche que pasan en casa? EL YERNO: Tampoco se es asunto de tu incumbencia. LA MADRE: Ahora veo qu me espera y qu les espera a mis hijos! Parece que lleg el momento de quitarse las mscaras. EL YERNO: S, lleg el momento. FIN DEL PRIMER ACTO ACTO SEGUNDO (Se oye "La Berceuse de Jocelyn de Godard, Gerda est sentada frente al escritorio. Largo silencio. Entra el hijo.) EL HIJO. Ests sola? GERDA: S, mam est en la cocina. EL HIJO: Y Axel, dnde est? GERDA: En una reunin... Sintate, Fredrik, conversemos un rato. Quieres hacerme compaa? EL Hijo (se sienta): Tengo la impresin de que nunca con versamos mucho juntos. Nos hemos evitado constantemente, como si no tuviramos nada en comn. GERDA: Siempre tomabas partido por pap, y yo por mam. EL HIJO: Quiz cambien las cosas ahora... Conocas bien a pap? GERDA: Qu pregunta...! (Pausa.) A decir verdad, lo vea con los ojos de mam. EL HIJO: Pero pudiste ver que te quera? GERDA: Por qu quiso entonces impedir mi noviazgo y luego romperlo? EL HIJO: Porque le pareca que ese hombre no era el apoyo que necesitabas. GERDA: De cualquier modo fue bien castigado cuando mam lo dej. EL HIJO: Quin la instig a hacerlo, tu marido? GERDA: Mi marido y yo. Era necesario que pap experimentara en carne propia qu significa una separacin, ya que tanto insista en separarme de mi novio. EL HIJO: Eso acort su vida... Sin embargo, slo quera tu bien, puedes creerme. GERDA: T que permaneciste a su lado, cuntame, qu deca? Cmo tom las cosas? EL HIJO: No sera capaz de describir sus sufrimientos. GERDA: Y qu deca de mam? EL HIJO: Nada. Pero puedo asegurarte que despus de todo lo que vi, jams me casar. (Pausa.) Eres feliz, Gerda? GERDA: -Naturalmente. Cuando una mujer tiene el marido que deseaba, es feliz. EL HIJO: Por qu te ha dejado sola la primera noche que pasan en casa? GERDA: Negocios... tiene una reunin. EL HIJO: En el restaurante? GERDA: Qu quieres decir...? EL HIJO: Cre que lo sabas. GERDA (llora, con la cabeza entre las manos) Dios mo! Dios mo! EL HIJO: Perdname, te he hecho dao. GERDA: Oh, s! Tanto dao! Quisiera morir! EL HIJO: Por qu acortaron el viaje de bodas? GERDA: Mi marido estaba inquieto... por sus negocios. Adems, extraaba a mam. S, no pudo pasarse sin ella. Gerda y el hijo se miran fijamente. EL HIJO: De veras? (Pausa.) Fue agradable el viaje? GERDA: Por supuesto. EL HIJO: Sabes muy bien qu curiosa es mam; nadie utiliza el telfono mejor que ella. GERDA: Cmo? Nos espi? EL HIJO: Es su costumbre... En este momento ha de estar detrs de alguna puerta escuchando nuestra conversacin. GERDA: Siempre piensas mal de mam! EL HIJO: Y t siempre piensas bien! Cmo es posible? Sin embargo sabes perfectamente quin es. GERDA: No, no quiero saberlo. EL HIJO: No quieres saberlo? Eso es otra cosa... Tendrs algn inters en... GERDA: Calla! Ya s que vivo como una sonmbula, pero no quiero despertar. No podra seguir viviendo. EL HIJO: Te figuras que no vivimos todos como sonmbulos...? T sabes que estudio derecho. Leyendo las actas de los procesos comprob que hay muchos criminales que no pueden explicar cmo ocurrieron las cosas... Crean hallarse en el buen camino hasta el momento en que, sorprendidos, despertaron. Es indudable que no obraban en sueos, pero estaban dormidos. GERDA: Djame dormir. S que me despertar, pero que sea lo ms tarde posible. Oh, todas esas cosas que no conozco, que slo presiento! Recuerdas, cuando ramos nios...? La gente afirma que somos malos cuando lo que decimos es verdad. .. "Qu mala eres", me decan cada vez que yo sostena que algo malo era malo. Entonces aprend a callar... y me elogiaron por mis buenos modales. Despus aprend a decir lo que no pensaba. En ese momento ya estaba preparada para hacer mi entrada en el mundo! EL Hijo: Es cierto que debe correrse un velo sobre las flaquezas y los defectos del prjimo, pero de ah a la hipocresa y la adulacin hay un solo paso. Es difcil saber cmo comportarse. . . Sin embargo, hay- veces en que tenemos la obligacin de decir lo que pensamos. GERDA: Basta! EL HIJO: Est bien, me callo. Pausa. GERDA: No, es mejor que hables, pero de esas cosas no! Tus pensamientos atraviesan el silencio y llegan a mis odos... Cuando las personas se encuentran reunidas, hablan indefinidamente para disimular sus pensamientos, y tambin para olvidar, para aturdirse. Quieren saber todo, todo lo que concierne a los otros, pero tienen buen cuidado de ocultar sus propios -asuntos. EL HIJO: Mi pobre Gerda! GERDA: Sabes qu es lo que duele ms? (Pausa.) Comprender el vaco de la mayor felicidad. EL HIJO: Esta vez s que has hablado! GERDA: Tengo mucho fro. Enciende un poco la estufa. EL HIJO: Tambin t eres friolenta? GERDA: Siempre tuve hambre y fro. EL HIJO: De veras? Es muy curioso lo que ocurre en esta casa... Si traigo lea tendremos escenas durante una semana. GERDA: Tal vez queden algunos leos en la estufa... Mam siempre pona algunos para hacernos creer... EL HIJO (abre la estufa): Tienes razn, hay trozos de lea (Pausa.) Pero qu es esto? Una carta... toda arrugada. Puede servir para encender el fuego. GERDA: Deja, Fredrik, no enciendas. No me siento con fuerzas para tener historias... Ven, sintate conmigo, sigamos conversando. (El hijo se sienta y pone la carta sobre la mesita. Pausa.) GERDA: Sabes por qu pap odiaba tanto a mam? EL HIJO: S! Tu Axel vino a quitarle su esposa y su hija y l se qued completamente solo. Adems, pap advirti que el' yerno era mejor atendido que l en la mesa, y ustedes tres se encerraban en el saln para hacer msica, para leer... No pudo soportar esas cosas... Se senta relegado, un extrao en su propio hogar. Desde entonces, tom la costumbre de ir al caf. GERDA: No sabamos lo que hacamos... Pobre pap! Es una dicha tener padres cuyo nombre y reputacin son invulnerables; podemos estarles agradecidos... Recuerdas sus bodas de plata? Los discursos que pronunciaron en su honor! Los poemas que les dedicaron! EL HIJO: Recuerdo... pero me parecieron grotescos tantos festejos, como si hubieran sido un matrimonio feliz, despus de la vida de perros que... GERDA: Fredrik! EL HIJO: Qu quieres? Es ms fuerte que yo. Sabes perfectamente qu vida llevaron. No te acuerdas... cuando mam intent arrojarse por la ventana y hubo que sujetarla? GERDA: Calla! EL HIJO: Algn motivo habr existido, pero no lo sabemos.... Despus de la separacin, cuando sacaba a pasear a pap, muchas veces tuve la impresin de que quera hablar, pero las palabras moran en sus labios... Algunas noches sueo con l. GERDA: Yo tambin... Pero cuando se me aparece en sueos, es un hombre de treinta aos... Me mira afectuosamente, su mirada encierra algn significado, pero no logro comprenderlo... Algunas veces, tambin est mam. Y l no se enoja con ella porque la quiere, pese a todo. S, la quiso hasta el final. Recuerdas la noche de las bodas de plata. . .? Cmo le habl, cmo le agradeci, pese a todo... EL HIJO: Pese a todo... Es mucho decir, y poco a la vez. GERDA: S, pero todo era tan hermoso! Y adems, no se puede negar que llevaba muy bien la casa. EL HIJO: Ese es precisamente el quid de la cuestin. GERDA: No entiendo. EL HIJO: Ah, cmo se apoyan, ustedes las mujeres! Basta que se mencione el manejo de la casa, para que todas, todas estrechen filas. Una verdadera masonera! Interrogu incluso a la vieja Margret, con quien me entiendo muy bien, acerca de la situacin de la casa. Le pregunt por qu jams se come a satisfaccin aqu; pero inmediatamente esa vieja charlatana enmudeci. Enmudeci y se enfad... Puedes explicarme su actitud? GERDA: No. EL HIJO: Veo que t tambin formas parte de esa masonera. GERDA: No comprendo qu quieres decir. EL HIJO: A veces me pregunto si pap no fue vctima de esa sociedad que sin duda lleg a descubrir. GERDA: Hay ocasiones en que hablas como un loco. EL HIJO: Recuerdo que pap sola emplear, bromeando, estas palabras: "sociedad secreta". . . Pero en los ltimos tiempos ya no las empleaba. GERDA: Qu fro hace aqu! Un fro sepulcral... EL HIJO: Voy a encender el fuego, y que pase lo que pase. (Toma la carta distrado, pero poco a poco su mirada se fija en ella y comienza a leer.) Qu es esto? (Pausa.) "A mi hijo. . . La letra de pap! (Pausa.) As que era para m? Sigue leyendo, despus se deja caer sobre una silla, Pero sin abandonar la lectura. GERDA: Qu ests leyendo? Qu es? EL HIJO: Es horrible! (Pausa.) Es horrible, espantoso. GERDA: Qu ocurre? Dime, habla! EL HIJO (Tras una Pausa): No puedo ms! (Dirigindose a Gerda.) Es una carta que me escribi pap. (Pausa.) Ahora soy yo quien despierta! (Se echa sobre la chaise-longue aullando de dolor y guarda la carta en su bolsillo.) GERDA (se arrodilla junto a l): Qu tienes, Fredrik? Dime qu tienes! Hermanito, ests enfermo? D algo! EL HIJO: Cmo podr vivir en adelante? GERDA: Pero cuntame... EL HIJO: Es increble! (Se levanta.) No, no puede mentir. No se puede mentir cuando se habla del fondo de la tumba. GERDA: Quiz lo haya engaado su imaginacin enferma. EL HIJO: La sociedad secreta! ... Aqu est otra vez! Siempre ella! (Pausa.) Est bien, voy a hablar. Escucha! GERDA: Creo que lo s todo por anticipado y, al mismo tiempo, me resisto a creerlo. EL HIJO: Es porque no quieres creer; y sin embargo, es la verdad. La que nos dio a luz era una vulgar ladrona. GERDA: No! EL HIJO: Robaba el dinero de las compras; falsificaba las cuentas. Compraba a bajo precio y se quedaba con el excedente. Por la maana, coma en la cocina y, para nosotros, haca recalentar las sobras. Descremaba la leche. Por eso estamos mal desarrollados, por eso siempre estuvimos enfermos y hambrientos. Tambin robaba el dinero de la lea; por eso nos hemos pasado la vida tiritando. Pap descubri sus ardides; le hizo una advertencia; ella prometi enmendarse, pero continu e incluso se perfeccion. Sus ltimos hallazgos: la soya y la pimienta de Cayena. GERDA: No creo una palabra! EL HIJO: Ahora, te dir lo peor! Tu marido, Gerda, es un canalla; nunca te am, porque amaba a tu madre. GERDA: Oh! EL HIJO: Pap se dio cuenta. Entonces, como tu novio le sacaba dinero a nuestra madre, el miserable, para ocultar su juego, pidi tu mano. Eso, a grandes lneas; completa t el cuadro. GERDA (llorando): Ya lo saba, pero inconscientemente lo rechazaba; no habra podido soportarlo. EL HIJO: Qu hacer para salvarte del envilecimiento? GERDA: Partir, partir muy lejos. EL HIJO: Adnde? GERDA: No s EL HIJO: Entonces debemos esperar y ver el giro que toman los acontecimientos. GERDA: Una hija siempre est desarmada frente a su madre, porque es sagrada.EL HIJO: Cuntaselo a otros! GERDA: No hables as! EL Hijo: Es astuta como un animal, pero su egosmo suele cegarla. GERDA: Entonces huyamos. EL HIJO: Es fcil decirlo! No, nos quedaremos hasta que ese canalla la eche a la calle... Shhht... Creo que viene... Sht! Y ahora, Gerda, somos nosotros quienes formaremos nuestra masonera. Te dar el santo y sea: l te peg la noche de bodas! GERDA: Recurdamelo a menudo, porque sera capaz de olvidarlo. Y quisiera tanto olvidar! EL HIJO: Nuestra vida est destrozada. No tenernos a nadie a quien respetar, nada hacia lo cual levantar los ojos. Si debemos obstinarnos en vivir, es slo para rehabilitar a nuestro padre. GERDA: Y para que se haga justicia. EL HIJO: No digas justicia, d ms bien venganza! (Entra el yerno.) GERDA (representando una comedia): Hola! Cmo te fue en la reunin? Todo bien? EL YERNO: Se posterg. (Pausa.) GERDA: T vas a hacerte cargo de la casa ahora? EL YERNO: Ests muy alegre esta noche! Es verdad que Fredrik es un compaero muy agradable. GERDA: Estuvimos jugando a los masones. EL YERNO: Es un juego muy peligroso! EL HIJO: En ese caso, jugaremos a la vendetta. EL YERNO (desagradablemente impresionado): Los noto muy raros. Se puede saber qu les pasa? Acaso tienen algn secreto? GERDA: Por qu no? T tambin tienes secretos y te los guardas. (Burlona.) O no tienes secretos? EL YERNO: Qu ha ocurrido? Vino alguien? EL HIJO: Gerda y yo nos volvimos espiritistas. Recibimos la visita de un fantasma. EL YERNO: Basta de bromas, o voy a perder la paciencia... Aunque, en honor a la verdad, Gerda, no te sienta mal un poco de alegra. Ests tan tristona de costumbre! (Quiere palmearle la mejilla, pero ella se esquiva.) Tienes miedo de m? GERDA: En absoluto. Hay sentimientos que se parecen al miedo y que, sin embargo, son el polo opuesto. Hay gestos que expresan mucho ms que las muecas; y hay palabras qu pueden disfrazar lo que ningn gesto y ninguna mueca son capaces de revelar... (El yerno, estupefacto, tamborilea con los dedos sobre un estante. El hijo se levanta de la mecedora, que sigue mecindose hasta la entrada de la madre.) EL HIJO: Paso a nuestra madre que llega con la papilla! EL YERNO: Pero qu? (Entra la madre. Al ver que el silln se balancea se sobresalta.) LA MADRE: Vienen a comer la papilla? EL YERNO: No, gracias. Si es de avena, dsela a tus perros. Si es de centeno, puedes hacer una cataplasma y aplicarla sobre tu fornculo. LA MADRE: Somos pobres. Debemos hacer economas... EL YERNO: Nadie es pobre con veinte mil coronas de renta anual. EL HIJO: S, cuando se presta dinero a los malos pagadores. EL YERNO: Qu significa esto? Est loco este muchacho? EL HIJO: Tal vez lo estuve. LA MADRE: Vienen de una vez? GERDA: Vamos, vamos. nimo, seores, voy a ofrecerles un bistec! LA MADRE: T? GERDA: S, yo. En mi casa! LA MADRE: Con que sas tenemos! GERDA (con un ademn hacia la puerta): Seores, srvanse pasar... EL YERNO (a la madre): No entiendo nada. LA MADRE: Aqu hay gato encerrado. EL YERNO: As, parece. GERDA: Srvanse pasar, seores! Se dirigen hacia la puerta. LA MADRE (al yerno): Notaste que la mecedora se balanceaba? Su mecedora... EL YERNO: Eso no lo not; pero not otra cosa... FIN DEL SEGUNDO ACTO ACTO TERCERO (Se oye el vals "Al me deca", de Wolf Ferrari Gerda, sentada, lee un libro.) LA MADRE (entrando): Lo reconoces? GERDA: El vals? S. LA MADRE: El vals de tu boda. Lo bail hasta la madrugada. GERDA: T? ... Dnde est Axel? LA MADRE: Cmo quieres que lo sepa? GERDA: Ah! Ya se pelearon? (Pausa.) LA MADRE: Qu lees, hija? GERDA: El libro de Cocina. Por qu no indicarn jams el tiempo de coccin de los platos? LA MADRE (un poco molesta): Sabes, es tan variable... Depende de los gustos. Unos los prefieren de un modo, otros de otro... GERDA: No comprendo. Un plato debe servirse cuando est en su punto; s no se pasa, y no vale nada. El otro da, por ejemplo, empleaste tres horas para preparar una perdiz. En la primera hora, un olor delicioso inund el departamento. Despus rein silencio en la cocina y finalmente, cuando serviste la perdiz, el perfume y el gusto se haban evaporado. Me lo puedes explicar? LA MADRE (molesta): Te aseguro que no comprendo. GERDA: Explcame por qu no haba salsa. Adnde fue a parar? Quin se la tom? LA MADRE: No comprendo. GERDA: Es posible, pero yo hice indagaciones por mi cuenta y me enter de muchas cosas. LA MADRE (interrumpiendo): Esas cosas tambin las s yo y no sers t quien me las ensee; en cambio, yo te ensear a llevar una casa. GERDA: Es decir, a utilizar la soya y la pimienta de Cayena, sin duda. Ya s, ya s... y a elegir, cuando das una cena, platos que nadie toca para que queden restos por varios das. . . Y a recibir invitados cuando no tienes otra cosa para ofrecerles que un poco de caldo aguado... S, ya s... por eso, a partir de hoy, tomo las riendas de la casa. LA MADRE (furiosa): Quieres que sea tu criada, verdad? Entra el yerno con un rebenque en la mano. GERDA: S, y yo ser la tuya. De ese modo, nos ayudaremos mutuamente. (Pausa.) Aqu est AxeI. EL YERNO: Y? Cmo va esa chaise-longue? Se puede dormir en ella? LA MADRE: A decir verdad... EL YERNO: Qu? No ests conforme? Te falta algo? LA MADRE: Empiezo a comprender. EL YERNO: De veras? ... Vamos al grano: ya que no es posible comer como es debido en esta casa, Gerda y yo hemos decidido tomar nuestras comidas aparte. LA MADRE: Y yo? EL YERNO: T? Ests gorda como una marrana, no te hace falta gran cosa. Al contrario, te sentiras mucho mejor si adelgazaras un poco... como adelgazamos todos nosotros. Y ahora... Quieres salir un momento, Gerda? (Gerda sale.) Y ahora, vas a encender el fuego. LA MADRE (temblando de ira): Hay lea en la estufa. EL YERNO: No, slo hay unos cuantos trozos. (Pausa.) Vas a ir a buscar lea para llenar la estufa. LA MADRE (vacilando): Es imprescindible que quememos nuestro dinero? EL YERNO: No, pero es imprescindible que quememos lea para que la casa est caliente. Vamos, rpido! (La madre se demora.) Vamos! A la una, a las dos y a las tres... (Alza el rebenque y lo hace restallar sobre la mesa.) LA MADRE: Me parece que no queda lea. EL YERNO: Una de dos: o mientes o robaste el dinero... Hace pocos das que se ha comprado lea. LA MADRE: Ah, ahora me doy cuenta quin eres! EL YERNO: (se sienta en la mecedora) Hace mucho tiempo que habras tenido oportunidad de darte cuenta, si tu edad y tu experiencia no se hubieran impuesto a mi juventud. Vamos, ve a buscar la lea o. . . (Alza el rebenque. La madre sale y vuelve en seguida trayendo lea.) EL YERNO: Ahora, vas a encender; pero quiero un buen fuego, no un simulacro de fuego. Me oyes? Uno... dos... tres. . . LA MADRE: Cmo te pareces al viejo, as, sentado en su silln! EL YERNO: Enciende! LA MADRE (obedece, pero furiosa): Est bien, est bien. EL YERNO: Y ahora, mientras nosotros cenamos, t vas a vigilar el fuego. LA MADRE: Y yo, qu voy a comer? EL YERNO: la papilla que te prepar Gerda, en la cocina. LA MADRE: Papilla con leche descremada! EL YERNO: Es justo, puesto que ya te tomaste la crema. LA MADRE: En ese caso, prefiero irme. EL YERNO: Imposible, te encerrar. LA MADRE (a media voz): Me arrojar por la ventana. EL YERNO: Hace mucho tiempo que debiste hacerlo. Habras salvado cuatro vidas humanas. Vamos, enciende! ... Sopla! ... Eso es... Ahora te quedas aqu hasta que regresemos. (Sale. La madre inmoviliza la mecedora. Ya a escuchar por la puerta. Retira algunos leos de la estufa y los oculta bajo la chaise-longue. Entra el hijo, ligeramente ebrio,) LA MADRE (sobresaltndose): Eres t? EL HIJO (se sienta en la mecedora): S, soy yo. LA MADRE: Cmo te sientes? EL HIJO: Mal, creo que estoy perdido. LA MADRE: Tienes cada ocurrencia! ... No te hamaques as... Mrame: soy casi una anciana y cumpl siempre con mis obligaciones de esposa y de madre. S! Me he matado trabajando... No es verdad? EL HIJO: Claro! El pelcano.... Que, por otra parte, nunca dio sangre a sus hijos; los sabios saben perfectamente que todo eso es una leyenda. LA MADRE: Si tienes alguna queja de m, habla. EL Hijo: Escucha, madre, si no estuviera ebrio no te respondera francamente, porque no tendra la fuerza necesaria para hacerlo. Pero en el estado en que me encuentro, puedo decirte que le la carta de mi padre, s, la que robaste y echaste en la estufa. LA MADRE: Qu carta? De qu me ests hablando? EL HIJO: Siempre mintiendo! ... Recuerdo la primera vez que me enseaste a mentir. Apenas saba hablar... Recuerdas? LA MADRE: No, no recuerdo... (Pausa.) No te hamaques as! EL HIJO: Y la primera vez que, para disculparte, me acusaste falsamente! Tambin recuerdo un da de mi infancia... Me haba escondido bajo el piano, vino a visitarte una parienta. Durante tres horas no cesaste de contarle mentiras. Y yo me vea obligado, obligado a escucharlas! LA MADRE: Mientes! EL HIJO: Sabes por qu soy tan enfermizo? Porque no recib el pecho materno, sino una mamadera que me meta en la boca una niera. . . Cuando fui un poco ms grande, la niera tom la costumbre de llevarme a casa de su hermana, una prostituta, y all me haca asistir a espectculos como sos que los propietarios de perros brindan, en plena calle, en la primavera y el otoo... Yo tena cuatro aos... Y cuando te contaba lo que vea en aquella casa me tratabas de mentiroso y me pegabas para castigarme por mis mentiras. Sin embargo, deca la verdad... Esa muchacha, alentada por tu aprobacin, me inici, a la edad de cinco aos, en todos los secretos del vicio. Cinco aos! (Contiene un sollozo.) Despus, sufr hambre y fro, como pap, como Gerda... Entonces no saba, como lo s hoy, que robabas el dinero para la comida y el dinero para la lea. Mrame pelcano! Mira a Gerda, mira su pecho exiguo! Sabes demasiado bien cmo asesinaste a mi padre; lo llevaste a la desesperacin. Claro, eso no est penado por la ley... Sabes mejor an cmo asesinaste a mi hermana; pero ahora, tambin ella lo sabe. LA MADRE: No te hamaques as todo el tiempo! ... Qu sabe? EL HIJO: Lo que t sabes y no tengo el valor de decir... (Sollozo contenido.) Ah, es terrible haber confesado todo esto, pero era necesario... Oh! Cuando hayan desaparecido los efectos del alcohol, me saltar la tapa de los sesos. Por eso contino bebiendo. Tengo miedo de volver a mi estado normal. LA MADRE: Sigue! Sigue mintiendo! EL HIJO: Una vez que pap estaba irritado dijo que no habas aprendido, como todos los nios, primero a hablar, sino a mentir... Que siempre habas descuidado tus obligaciones para entregarte a tus diversiones. Y recuerdo que un da que Gerda estaba gravemente enferma, te fuiste a ver una opereta; todava suenan en mis odos tus palabras: "La vida es bastante dura; para qu hacerla ms dura todava?" Recuerdo tambin los tres meses de verano que pasaste en Pars, con pap; tres meses de diversiones y locuras que nos costaron tan caro que quedamos cubiertos de deudas... Y mientras Gerda y yo permanecamos encerrados en este departamento con las dos criadas, un bombero se acostaba con la cocinera en tu propio cuarto; el lecho conyugal a disposicin de esa pareja encantadora. LA MADRE: Por qu no me lo dijiste antes? EL HIJO: Te lo dije! Pero lo olvidaste, sin duda; como habrs olvidado que recib una paliza por haber mentido o soplado empleabas una u otra palabra, a eleccin. Porque en cuanto oas la verdad, afirmabas que era una mentira. LA MADRE (da vueltas como un animal enjaulado): jams o a un hijo hablarle as a su madre. EL HIJO: Tienes razn; es poco comn y absolutamente contrario a las leyes de la naturaleza, no lo niego... Pero esas cosas haba que decirlas. . . Estabas como una sonmbula, era imposible despertarte; no podas, pues, cambiar. Pap deca que aun aplicndote el tormento no se lograra jams que confesaras una falta o una mentira. LA MADRE: Tu padre! Siempre tu padre! Crees acaso que tu padre no tena defectos? EL HIJO: Tena grandes defectos, pero se comportaba correctamente con su mujer y sus hijos... Oh! T tienes an muchos secretos, secretos que he presentido, adivinado, pero que no quise ahondar... Pap se llev a la tumba esos secretos... LA MADRE: Vas a terminar de una vez? EL HIJO: Voy a terminar pronto y, entretanto, seguir bebiendo... jams podr rendir mis exmenes, porque no creo en la justicia. Las leyes fueron hechas por ladrones, por asesinos, para beneficio de los malhechores. Un testimonio sincero no es vlido, dos falsos testimonios bastan para establecer una prueba. A las once y media mi causa es justa; a las doce pierdo todos mis derechos. Un error de copia, un margen que falte bastan para enviarme a la crcel, a m, que soy inocente. Y si me apiado de un estafador, me entabla juicio por difamacin! Siento un desprecio tan profundo por la vida, la humanidad, la sociedad, y por m mismo, que no quiero seguir haciendo el esfuerzo de vivir... Se dirige a la puerta. LA MADRE: No te vayas! EL HIJO: Te da miedo quedarte sola? LA MADRE: Tengo los nervios destrozados. EL HIJO: Una cosa equivale a la otra. LA MADRE: Esa mecedora me volver loca! Cuando se sentaba en ella siempre me pareca ver dos hachas, y con esas hachas me cortaba el corazn. EL HIJO: Como si tuvieras corazn! LA MADRE: No te vayas! No quiero quedarme aqu. Axel es un crpula. EL HIJO: Tambin yo lo cre hasta hoy. Pero ahora estara ms dispuesto a creer que fue vctima de tus inclinaciones criminales... S, era un pobre muchacho, que cay en tus redes... LA MADRE: Qu modo de hablar! Has de andar en muy malas compaas! EL HIJO: Las tuve buenas alguna vez? LA MADRE (suplicante): No te vayas. EL HIJO: Ests despertando, por ventura? LA MADRE: S, ahora me parece que despierto de un sueo, de un largusimo sueo. Es terrible! Por qu no me despertaron antes? EL HIJO: Si nadie pudo hacerlo, es porque era imposible... y como era imposible quizs tampoco t podas hacer nada. LA MADRE: Repite eso que acabas de decir. EL HIJO: Sin duda no podas ser otra que la que eres. LA MADRE (le besa servilmente la mano): Habla, sigue hablando! EL HIJO: No puedo ms... S! Quiero pedirte una cosa: no te quedes aqu; tu presencia slo agrava el mal. LA MADRE: Tienes razn. Partir. EL HIJO: Pobre mam. LA MADRE: Tienes lstima de m? EL HIJO (sollozando): Claro que s! Cuntas veces he pensado: es tan mala que da lstima! LA MADRE: Gracias por esas palabras. Ahora vete, Fredrik. EL HIJO: No hay remedio? LA MADRE: No, es irremediable. EL HIJO: S, es irremediable. (Sale. Pausa. La madre, sola, permanece un largo momento con los brazos cruzados sobre el pecho, luego se dirige a la ventana, la abre y mira al vaco. Retrocedo hasta el centro de la habitacin, toma impulso para saltar, pero se domina. En ese instante, se oyen tres golpes en la puerta del fondo.) LA MADRE: Quin es? (Pausa.) Quin llama? (Cierra la ventana.) Adelante! (La puerta del fondo se abre.) Hay alguien? (Se oye gritar al hijo en la habitacin contigua.) Es l, otra vez l, en el tabacal! No ha muerto entonces? Qu hacer? Adnde ir? (Se oculta detrs del escritorio. Vuelve a soplar el viento, los papeles revolotean por la habitacin.) Cierra la ventana, Fredrik! (El viento derriba un florero.) Cierra la ventana, me muero de fro. (Pausa.) No ves que se apag la estufa? (Prende todas las luces, cierra la puerta que vuelve a abrirse. La mecedora empieza a balancearse. La madre da -vueltas por la habitacin y, finalmente, se arroja boca abajo sobre la chaise-longue, Se oye, viniendo de bastidores, el vals l Me Deca". Entra Gerda, trae la papilla en una bandeja y la pone sobre la mesita. Luego apaga todas las luces, menos una.) LA MADRE (incorporndose): No apagues! GERDA: Tenemos que hacer economas. LA MADRE: Ya volviste del viaje... GERDA: S, l no se diverta; le faltabas t. LA MADRE: Gracias! GERDA: Te traje tu cena. LA MADRE: No tengo hambre. GERDA: S, tienes hambre. Pero nunca comes la papilla. LA MADRE: A veces. GERDA: No, jams. Pero hoy la comers. Porque sonreas con demasiada crueldad cuando nos servas tu inmunda papilla de avena, la misma que le dabas al perro. LA MADRE: No puedo soportar la leche descremada! GERDA: T misma la descremaste esta maana Bien puedes conformarte con la crema que le agregaste al caf, no? (Le sirve la papilla.) Come! Ahora, delante de m! LA MADRE: No puedo! (Gerda se agacha y recoge los leos ocultos bajo la chaiselongue.) GERDA: Si no comes, le dir a Axel que robaste lea. LA MADRE: Axel? Axel, que no poda estar sin m! Axel no me har dao. Recuerdas, el da de tu boda, cuando bailaba conmigo aquel vals: "l me deca"? Cmo era? S... Tararea el segundo estribillo, que es ejecutado tambin entre bastidores. GERDA: Sera preferible que no evoques ese recuerdo. LA MADRE: Para m fueron los versos, para m las flores ms hermosas! GERDA: Calla! LA MADRE: Quieres que te recite aquellos versos? "En el Ginnistan... El Ginnistan es la palabra persa que designa el jardn del Paraso, donde las graciosas Peris viven de perfumes... Las Pers son genios o hadas... Poseen esta particularidad: que cuantos ms aos tienen, ms jvenes son. GERDA.- Santo cielo! No creers que eres una Peri? LA MADRE: Claro, lo dice el poema. Y el to Vctor pidi mi mano. (Pausa.) Qu diran ustedes dos si volviera a casarme? GERDA: Pobre mam! No te das cuenta que todos se burlan de ti? No comprendes, cuando Axel te insulta? LA MADRE: Axel me insulta? Sin embargo, me parece que es ms corts conmigo que contigo. GERDA: Aun cuando te amenaza con el rebenque? LA MADRE: A m me amenaza? No, querida, cuando alza su rebenque es contra ti. GERDA: Mam! Has perdido la razn? LA MADRE: Esta noche no poda estar sin m. Siempre tenemos tantas cosas que decirnos! Es el nico que me comprende, t no eres ms que una criatura. GERDA (toma a su madre por los hombros y la sacude): Despierta, por Dios! LA MADRE: No has madurado todava y yo soy tu madre; te he alimentado con mi sangre. GERDA: No, me diste una botella de vidrio y me pusiste en la boca un trozo de goma. Ms tarde, no me quedaba otro recurso que ir a robar al aparador; pero all slo haba pan de centeno, muy duro, que untaba con mostaza para poderlo tragar; y cuando me arda la garganta, me refrescaba tomando vinagre. La vinagrera y la cesta de pan fueron mi despensa! LA MADRE: De modo que ya robabas de nia! Qu escndalo! Y no te da vergenza confesarlo? Pensar que me sacrifiqu por hijos semejantes! GERDA (llorando): Todo te lo habra perdonado, pero me arrebataste mi vida, y eso no te lo perdono; porque l era mi vida; con l comenc a vivir. LA MADRE: No es culpa ma -si me prefiri a ti. Sin duda me encontraba ms... cmo decirlo? ... ms atractiva. S, tena mejor gusto que tu padre, que slo supo apreciarme el da que tuvo rivales. (Llaman tres veces a la puerta.) Quin llam? GERDA: No hables mal de mi padre. No me alcanzar toda mi vida para lamentar el dao que le hice. Pero tendrs que pagarlo, t que me azuzaste en contra de l. Recuerdas? Cuando era muy pequea an, me enseabas a decirle palabras hirientes que yo ni siquiera comprenda. Pap tena bastante discernimiento como para no castigarme. Saba quin haba tendido el arco para arrojarle aquellas flechas envenenadas. Recuerdas cuando me obligabas a decirle que necesitaba nuevos libros de clase, y una vez que le arrancbamos el dinero, nos lo repartamos...? Cmo podr olvidar todo ese pasado? No hay algn brebaje que pueda anular la memoria sin quitar la vida? Si al menos tuviera la fuerza de abandonarla! Pero soy corno Fredrik: impotente, sin voluntad; somos vctimas... tus vctimas... Y t te has endurecido, no sufres ni por tus propios crmenes! LA MADRE: Sabes qu infancia tuve?, Puedes imaginar el horror de ese hogar donde me cri, y todo el mal que en l aprend? Es algo as como una herencia... Pero, a quin se la debemos? A nuestros primeros padres, contestan los libros, y todo hace pensar que sea verdad. No me acuses, pues, y no acusar a mis padres, quienes podran, a su vez, acusar a los suyos, y as indefinidamente. Por otra parte, es lo que ocurre en todas las familias, aunque los extraos no lo adviertan. GERDA: En ese caso, sera mejor morir. Pero si estoy obligada a vivir, entonces prefiero pasar, sorda y ciega, a travs de esta miseria con la esperanza de que a esta vida suceder una vida mejor. LA MADRE: Qu exagerada eres, Gerda! Con tu primer hijo tendrs otras ideas y otras preocupaciones. GERDA: No tendr hijos. LA MADRE: Cmo lo sabes? GERDA: Me lo dijo el mdico. LA MADRE: Est equivocado. GERDA: Mientes una vez ms! Soy estril, incompletamente desarrollada, como lo es Fredrik tambin, y por eso me niego a vivir. LA MADRE: Qu tonteras! GERDA: Si tuviera el poder de hacer el mal como quisiera, ya no existiras. Por qu ser tan difcil hacer mal?... Cuando alzo la mano sobre ti me parece que la alzo sobre m misma. (La msica cesa bruscamente, se oye gritar al hijo.) LA MADRE (exasperada): Otra vez bebido! GERDA: Pobre Fredrik! (Entra el hijo, medio borracho.) EL HIJO: Creo que... que hay humo en la cocina. LA MADRE: Qu dices? EL HIJO: S, s, creo... que hay fuego en la cocina. (La madre corre al fondo, abre la puerta, pero la detiene el humo; se ve un resplandor rojo.) LA MADRE: Socorro, fuego! Dios mo, cmo salir? ... No quiero quemarme viva, no quiero! (Da vueltas por la habitacin, enloquecida.) GERDA (abrazando a su hermano): Fredrik, tenemos que huir! Nos alcanzar el fuego! EL HIJO. (En voz baja): No puedo! GERDA: Huyamos! No podemos quedarnos aqu! EL HIJO- Adnde iramos? No, no puedo. LA MADRE: Prefiero tirarme _por la ventana! (Abre la puerta y se precipita al vaco.) GERDA: Seor, socrrenos! EL HIJO: No poda hacer otra cosa! GERDA: El fuego... fuiste t? EL HIJO: S, era el nico recurso, la nica solucin. Se te ocurre otra? GERDA: No, todo debe quemarse, para que podamos liberarnos. Tmame en tus brazos, Fredrik, apritame muy fuerte, hermano querido. Soy feliz, feliz como nunca lo fui. Todo se ilumina. Pobre mam, que era tan mala, tan mala... EL HIJO: Hermanita! Pobre mam! Sientes qu calor agradable? Ya no tengo fro... Oyes ese chisporroteo? Es todo el pasado que se quema, todo el pasado, tan malo, tan feo, tan odioso. GERDA: Apritame fuerte, hermano querido! No nos quemaremos nos ahogar el humo. No sientes qu bien huele? Son las palmeras que se queman. Y la corona de laureles de pap! Ahora es el armario de la ropa blanca... Huele a lavanda... Y ahora son las rosas.... Hermano querido, no temas, pronto todo habr pasado. Hermano, mi hermanito, no te caigas. Pobre mam, que era tan mala! Apritame, apritame ms fuerte, estrjame, como deca pap. . . Siento como si fuera Nochebuena, cuando nos daban permiso para comer en la cocina y mojar el pan en la olla. El nico da en que podamos comer hasta saciarnos, como deca pap... Sientes qu bien huele? Es el aparador que se quema con el t, el caf, las especias, la canela, los clavos de olor... EL HIJO (como en xtasis): Lleg el verano, el trbol est en flor, van a empezar las vacaciones. Recuerdas cuando bamos a acariciar el flanco de aquellos hermosos barcos blancos recin pintados que se demoraban para esperarnos? Pap era feliz entonces. Se senta lleno de vida, como deca. Adis a los libros de clase! La vida debera ser siempre as, como l deca... Sabes, Gerda? El pelcano era l. S, era l, que se despojaba por nosotros. Usaba pantalones arrugados, su cuello de terciopelo estaba rado, mientras que nosotros bamos vestidos como hijos de prncipes... Date prisa, Gerda, est sonando la sirena del barco. Mam est sentada en la cabina... no, no est con nosotros, pobre mam! No est aqu. Se qued en tierra? No la veo... Sin ella no tiene gracia... All viene!... Van a empezar las vacaciones... (Pausa. La puerta del fondo se abre, se ven resplandores rojos. El hijo y Gerda se desploman sobre el piso.) TELN