stephen jay gould, brontosaurus

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Stephen Jay Gould.

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  • 11
  • Brontosaurus y la nalga del ministro

    Drakontos Directores:

    Josep Fontana y Gonzalo Ponton

  • Quedan rigurosamente prohibidas, sin Ia autorizaci6n escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las !eyes, Ia reproducci6n total o parcial de esta obra

    por cualquier medio o procedi.ullento, comprendidos Ia reprografia y el tratarniento informatica, y la distribuci6n de ejemplares de ella mediante alquiler o prestamo publicos.

    Titulo original: BULLY FOR BRONTOSAURUS. REFLECTIONS IN NATURAL HISTORY

    W. W. Norton & Company, Nueva York

    Disefio de la colecci6n y cubierta: ENRIC SATUE 1991: Stephen Jay Gould

    1993 de la traducci6n castellana para Espafla y America: CRfTICA (Grijalbo Comercial, S.A.), Arag6, 385, 08013 Barcelona

    ISBN: 84-7423-575-8 Deposito legal: B. 3.964-1993

    lmpreso en Espafla 1993. - HUROPE, S.A., Recaredo, 2, 08005 Barcelona

  • Pleni sunt coe/i et terra

    gloria eius.

    Hosanna in excelsis.

  • Pr6logo

    E n Francia, a este genero lo /Iaman vulgarisation. pero las implicaciones son enteramente positivas. En los Estados Unidos lo llamamos literatura popular (o pop) y a sus practicantes se les conoce como escritores cientifi-cos aun cuando, como es mi caso, sean cientificos en activo a los que /es gusto compartir el poder y Ia belleza de su campo con personas de otras profesiones.

    En Francia (y en toda Europa), Ia vulgarisation cuenta entre las mds altos tradiciones del humanismo, y goza asimismo de un antiguo pedigrf: desde san Francisco, que conversaba con los animales, hasta Ga/ileo, que eligi6 escribir sus dos grandes obras en italiano, en forma de didlogos entre profesor y estu-diantes, y no en ella tin formal de iglesias y universidades. En los Estados Uni-dos, por razones que no comprendo (y que son rea/mente perversas), esto de escribir para los no cientificos se encuentra emparedado por vituperios como adulteraci6n, simplificaci6n, distorsi6n para causar efecto, ganas de impresionar a/ publico, petardo. No niego que muchas obras norteameri-canas merezcan estos calificativos, pero los ejemplos pobres y preocupados solo por su propio interes, aunque sean una gran mayoria, no inva/idan un genero. La ficci6n de Ia nove/a romtintica no ha desterrado el am or como tema para los grandes novelistas.

    Deploro en particular Ia asimilaci6n que se hace de literatura popular con gachas y distorsi6n por dos razones principa/es. En primer Iugar, tal designa-ci6n impone una ap/astante carga projesional a los cientfjicos (en particular a los cientijicos j6venes que todavfa no han conseguido un empleo seguro), quie-nes podrian querer pro bar sus capacidades en este est i/o expansivo. En segun-do Iugar, denigra Ia inteligencia de mil/ones de norteamericanos tividos de esti-mulaci6n intelectual sin condescendencia. Si los escritores adoptamos un abrumador termino medio de mediocridad e incomprensi6n, no solo despre-ciamos a nuestros vecinos, sino que tambien extinguimos Ia luz de Ia excelen-cia. El /ego perspii:az e inteligente no es ningun mito. Existe por mil/ones: quizd supongan un porcentaje reducido de norteamericanos, pero constituyen un elevado numero absoluto, que influyen sobre Ia poblaci6n de manera des-

  • 10 Reflexiones sobre historia natural

    proporcionada a dicho numero. Lo se de Ia manera mds directa posib/e: a tro-ves de las miles de cartas enviadas porno projesionales durante mis veinte alios de escribir estos ensayos, y en particular por el gran numero de cartas escritas por personas de ochenta y noventa alios, y que todavfa se esjuerzan, con Ia misma intensidad de siempre, por comprender Ia riqueza de Ia naturaleza y acre-centar toda una vida de comprensi6n.

    Todos debemos empeliarnos en recobrar Ia ciencia accesible como una tra-dici6n intelectual honorable. Las reg/as son senci/las: nada de compromisos con Ia riqueza conceptual, nada de pasar por alto las ambigiiedades o /o que se ig-nora; eliminar fa jerga, natura/mente, pero no sacrijicar las ideas (cualquier com-plejidad intelectual puede ser transmitida en ellenguaje corriente). Somos va-rios los que en Ia actualidad estamos persiguiendo este estilo de /iteratura en los Estados Unidos. Y si to hacemos bien gozamos del exito. Por el/o, Ia prime-ra tarea que se nos plantea es de relaciones publicas: debemos ser vigorosos a Ia hora de identificar que somos y que no, injlexibles a Ia hora de ajirmar nuestro pertenencia a los /inajes humanfsticos de san Francisco y Galileo, no a los jragmentos sonoros y a las imdgenes fotogrdjicas en las actuates ideolo-gfas de persuasion, que resultan ser el ultimo grito de otra antigua y gran tradi-ci6n norteamericana (ellado oscuro del antiintelectualismo, que no deja de te-ner un cierto sabor de emocionalismo irreflexivo, que puede ser presagio del fascismo).

    La historia natural humanfstica se nos aparece en dos linajes bdsicos. Los denomino francisco no y ga/ileano a Ia luz de mi exposici6n anterior. La escri-tura franciscana es Ia poesfa de Ia naturaleza: una exaltaci6n de Ia belleza orgd-nica mediante Ia correspondiente elecci6n de palabras y jrases. Su linaje va desde san Francisco a Thoreau en el estanque Walden, W. H. Hudson en los downs ingleses y Loren Eiseley en nuestro generaci6n. La composici6n gali/eana se de-leila en los enigmas inte/ectuales de Ia naturaleza yen nuestro bzisqueda de ex-p/icaci6n y comprensi6n. Los galileanos no niegan Ia be/leza visceral, pero en-cuentran un deleite mayor en el placer de La comprensi6n causal y en su poderoso lema de unijicaci6n. Ellinaje galileano (o racionalista) tiene rafces mas anti-guas que las de su ep6nimo: desde que Arist6teles disecaba un calamar hasta Galileo, que puso los cielos cabeza abajo, desde que T. H. Huxley invirti6 nuestro Iugar en Ia naturaleza hasta P. B. Medawar, que disec6 las insensateces de nues-tro generaci6n.

    Me gusta Ia buena escritura franciscana pero me considero como un gali-leano pum ferviente e impenitente, y el/o por dos razones principales. LA pri-mera es que yo serta un fiasco embarazoso en el gremio franciscano. La litera-lura poetica es el mas peligroso de todos los generos porque los fracasos son muy conspicuos, por lo general como Ia forma mas ridfcula de prosa recargada (vease Ia parodia de James Joyce, que se cita en el capftulo 17). Los zapateros deben dedicarse a sus zapatos y los racionalistas a su estilo mesurado. La se-gundo es que Wordsworth tenia raz6n. Mi juvenil esplendor en Ia hierba fue

  • Pr6/ogo 11

    el bu/licio y los edificios de Nueva York. Mis alegrfas adult as han sido mas los paseos por ciudades, entre una sorprendente diversidad humana de comporta-miento y arquitectura (desde el Quirinal a Ia Piazza Navona at atardecer, desde Ia New Town georgiana a Ia Old Town medieval de Edimburgo a/ amanecer), que excursiones a los bosques. No soy insensible a Ia be/leza natural, pero mis gozos emocionales se centran en los trabajos, improbables pero a veces prodi-giosos, de esta mimlscula y accidental ram ita evolutiva /lam ada Homo sapiens. Y no encuentro entre estas obras nada mas noble que Ia historia de nuestro lu-cha para comprender Ia natura/eza; una naturaleza que posee una majestuosa entidad de tan vasto alcance espacia/ y temporal no puede sentir demasiado afecto por esta idea tardfa que es este pequeflo mamifero con un curiosa inven-to evolutivo, incluso si este invento ha producido, por prim era vez en unos cua-tro mil millones de aflos de vida sobre Ia Tierra, recursion del mismo modo que un organismo se refleja en su propia producci6n y evoluci6n. As~ pues, amo primariamente a Ia naturaleza por los enigmas y deleites intelectuales que ofrece a/ primer 6rgano capaz de tan curiosa contemplaci6n.

    Los franciscanos pueden buscar una unicidad poetica con Ia natura/eza, pero los racionalistas ga/ileanos tambien tenemos un programa de unificaci6n: Ia na-turaleza hizo Ia mente y Ia mente devuelve ahora el favor at intentar compren-der el origen de Ia producci6n.

    Este es el quinto volumen de ensayos recopilados a partir de mi serie men-sual This View of Life, que ahora se acerca a los doscientos tftulos, publica-dos a lo largo de dieciocho afios en Ia revista Natural History (los otros, por orden, son: Ever Since Darwin, The Panda's Thumb, Hens Teeth and Horse's Toes y The Flamingo's Smile).* Los temas pueden ser familiares (con una gran masa de novedad, espero), pero los casos concretos son en su gran mayorfa nue-vas (y Dios nunca ha dejado de habitar en los detalles).

    Frente a una potencial acusaci6n de redundancia, puedo adelantar Ia inmo-desta afirmaci6n de que este volumen es e/ mejor de los cinco. Creo haberme convertido en un mejor escritor a troves de Ia practica mensual (a veces quisie-ra que todas las copias de Ever since Darwin se autodestruyeran), y me he im-puesto una mayor amplitud de elecci6n y se/ecci6n en este volumen. (Los cua-tro volumenes previos descartaban solo uno 0 dos fiascos y fuego publicaban todos los artfculos disponibles en tres aflos de ensayos. Este volumen, que cu-bre seis aiios de escritura, presenta las treinta y cinco me} ores muestras -o mas bien las mtis integradas- de un total de mtis de sesenta artfculos.)

    Estos ensayos, aunque centrados en los temas permanentes de Ia evo/uci6n y de las innumerables e instructivas rarezas de Ia naturaleza (ranas que usan

    Todos ellos traducidos al castellano por Hermann Blume, Madrid, y publicados con los si-guientes tftulos y en los ai'ios que se indican: Desde Darwin (1983), El pulgar del panda (1983), Dientes de gallina y dedos de caballo (1984), y La sonrisa del flamenco (1987), respectivamente. (N. del t.)

  • 12 Reflexiones sobre historia natural

    su est6mago como bolsas de incubaci6n, los huevos gigantescos de los kiwis, una hormiga con un unico cromosoma), registran tambien el paso espedfico de seis aiios desde el cuarto volumen. He destacado e/ exito del final de una batal/a de sesenta aiios contra el creacionismo (desde eljuicio Scopes de 1925) en nuestra sonada victoria en el Tribunal Supremo de 1987 (veanse los ensayos agrupados en De Scopes a Scalia), el bicentenario de Ia Revoluci6nfrancesa (en un ensayo sobre Lavoisier, el cient[jico mas eminente entre los que fueron vfctimas del Reinado del Terror), y Ia magnifica consumaci6n de nuestro ma-yor triunfo tecnico en el vuelo de inspecci6n y de fotograffa del Voyager a Ura-no y Neptuno (ensayos 34 y 35). Tam bien constato, como es obligado. nuestras desgracias y fracasos actuales: el estado lastimoso de Ia educaci6n cient(fica (tema que a bordo. como es mi costumbre, no de forma tendenciosa, abstracto y frontaL sino mediante desvfos que se escabullen en Ia generalidad: fox terriers y co pia de libros de texto. o subversion de Ia dinomanfa para el beneficia inte-lectual}, y un triste epl1ogo sobre Ia extinci6n, entre Ia primera vez que escribf sobre ella y esta nueva publicacion, de Ia rana que incuba en el est6mago.

    Pero debo confesar que los que prefiero persona/mente sue/en tratar temas me nos inmediatos, incluso oscuros; en especial cuando Ia correcci6n de los erro-res que los confinaron a/ ridfculo o a Ia oscuridad vuelve a con tar sus historias, que hoy resultan relevantes e instructivas. Asz; escribo sobre Ia teoria de Ab-bott Thayer de que los flamencos son rojos para pasar inadvertidos a ojos de los depredadores en Ia puesta de sol; sobre el intento real de Petrus Camper (criterios para el arte) de establecer una medida que despues fue usada por los cient(jicos racistas; sobre ell ado admirable de William Jennings Bryan y el dis-parate racista en el texto que John Scopes empleaba para exp/icar Ia evolucion; sobre Ia historia real (y mucho mas interesante) que se oculta detrtis de Ia ver-sion heroica, de carton, del debate Huxley-Wilberforce de 1860.

    Para /o que valga, mi ensayo favorito es e/ 21, sobre N. S. Shaler y William James (no voy a revelar mi voto para los peores ensayos, en especial porque ya han sido desmenuzados en mi cubo de basura mental y no sertin incluidos en estos volumenes). Cuando menos, el ensayo 21 ilustra a Ia perfecci6n mime-todo favorito de comenzar con a/go pequefio y curioso y despues ir trabajando hacia afuera y hacia adelante mediante un entramado de conexiones /atera/es. Halle Ia temerosa carla de Shaler a Agassiz en un cajon hace casi veinte afios. Siempre supe que a/gun dfa le encontrarfa alguna utilidad, pero no tenia Ia me-nor idea de cutil seria el contexto adecuado. Una nueva biograjla de Shaler me llev6 a exp/orar su relacion con Agassiz. Despues descubrf el alcance de Ia fide-lidad incondicional (y que duro toda Ia vida) de Shaler a/ leer sus articulos tec-nicos. En este momento intervino Ia suerte. Uno de mis estudiantes me conto que William James, cuando era estudiante en Harvard, se habia hecho a Ia mar con Agassiz en e/ penultimo viaje del maestro, que fue a Brasil. Yo sabfa que Shaler y James habian sido colegas y amigos, pero adversarios intelectuales, y ahora tenia Ia conexion completa en su relacion compartida con Agassiz. Pero

  • Prologo 13

    (.Saldrfa a/go interesante de todas estas relaciones? De nuevo, fa buena fortuna me sonrio. James habia sido critico con Agassiz desde los mismos inicios, y precisamente en fa misma arena inte/ectual (contingencia frente a designio en Ia historia de Ia vida) que a/berg aria sus discrepancias posteriores, cuando fue-ron catedniticos distinguidos. Entonces encontnf una carta absolutamente sor-prendente de James a Shaler en Ia que ofrecfa Ia refutacion mas concisa y pers-picaz que yo haya lefdo al error comun (tan corriente hoy en dfa como cuando James y Shaler discutfan) de que Ia improbabilidad de nuestra evolucion indi-caba una intencionalidad divina en nuestro origen. El documento de James (que tambiin es una afirmacion brillante sobre Ia naturaleza general de Ia probabili-dad) proporciono un climax de relevancia moderna para una historia que se inicio con una nota oscura que permanecio sin descubrir en un cajon durante mas de cien afios. Ademas, el argumento de James me permitio resolver el dile-ma del conserje del museo, el senor Eli Grant, vfctima potencial de fa cobarde nota de Shaler; de este modo, el ensayo finaliza usando Ia gran generalidad de James para resolver e/ pequefio misterio de su comienzo, /o que supone, a mi entender, una conclusion mas satisfactoria que Ia abstraccion descarnada de Ia brillantez de James.

    Finalmente, y ahara triplemente afortunado, recibf hace dos afios una carla fascinante de Jimmy Carter que p/anteaba una alternativa teologica a Ia vision de Ia contingencia y Ia improbabilidad en Ia evolucion humana que yo esboza-ba en mi ultimo libra, La vida maravillosa. El argumento de Carter, aunque mas sutil y convincente que e/ de Shaler. sigue Ia misma logica, y Ia refutacion de James no ha sido nunca mejorada o mas pertinente. Y as{. por proclama-cion presidencial tuve un epl'logo que probo Ia importancia moderna del tradi-cionalismo de Shaler frente a Ia indagacion de James.

    Algunas personas me han visto como un pedante, pero insisto en que soy un tendero. Reconozco que uso una amplia gama de detal/es explicitos, pero todos son elegidos para ilustrar los temas comunes del cambia evolutivo y de Ia naturaleza de Ia historia. Y confio en que este enfoque restringido garantice coherencia e integracion a una gama manifiestamente dispar de temas. La bala que hirio en el trasero a George Canning es rea/mente un vehiculo para discutir Ia misma contingencia historica que gobierna Ia evolucion. Mi relata sentimen-tal sobre Ia nostalgia en Ia trigesima reunion del coro de mi instituto All-City pretende ser una afirmacion general (agridulce porque no consigue resolver una dicotomia cardinal) sabre Ia naturaleza de Ia excelencia. El ensayo sobre el golpe relampago de Joe DiMaggio es una disquisicion sobre Ia probabilidad y Ia pauta en las secuencias historicas; otro sabre los inicios del beisbol explora Ia crea-cion frente a Ia evolucion como argumentos fundamentales para el origen de cualquier objeto o institucion. Y el ensayo 32, el unico fragmenio que me he decidido a escribir sobre mi asalto con el cancer, no es una confesion de tipo personal, sino un argumento estadistico general sabre Ia naturaleza de Ia varia-cion en las poblaciones, es decir, e/ tema central de toda Ia biologfa evolutiva.

  • 14 Ref/exiones sobre historia natural

    Una consideraci6n final sobre franciscanos y gali/eanos a Ia luz de nuestras preocupaciones ambientales a medida que un planeta destarta/ado se acerca al milenio (segun ca/cu/os humanos, pues Ia naturaleza, que trata con miles de mill ones, no hace otra cosa que refrse entre dientes). Los franciscanos partici-pan de Ia gloria de Ia natura/eza mediante comuni6n directa. Pero Ia naturale-za es absolutamente indiferente a nosotros y a nuestros sufrimientos. Quizd esta indiferencia, esta majestad en miles de mil/ones de anos despreocupados (antes de que hicieramos una aparici6n tardfa), marco su verdadera gloria. El viejo cuarteto de Omar Khayydm capt6 esta verdad fundamental (aunque debiera haber traducido su hotel oriental, su metdfora de fa Tierra, como grandioso y no como destartalado):

    Por el destartalado mes6n que es este mundo, cuyas unicas puertas son Ia noche y el dfa, jque de altivos sultanes fastuosos y opulentos pasaron un instante y fuego se marcharon!*

    La verdadera bel/eza de Ia naturaleza es su extensiOn; no existe ni para no-sotros ni debido a nosotros, y posee Ull aguante que todos nuestros arsenales nucleares no pueden amenazar (por mas que podamos destruirnos fdcilmente, como insignificantes seres que somos).

    La arrogancia que nos meti6 en problemas en primer Iugar, y que los ecolo-gistas intentan evitar como fa definicion misma de su (debiera decir nuestro) movimiento, asoma confrecuencia en una forma insospechada (y, por lo tanto, potencialmente peligrosa) en dos principios que sue/en esgrimir los movimien-tos verdes: 1) que vivimos en un planeta frdgil sometido a Ia ruina perma-nente por las fechorfas de los seres humanos; 2) que los seres humanos debe-mas actuar como administradores de esta fragilidad con e/ objeto de salvor nuestro p/aneta.

    iQue poderosos habrfamos de ser! (Lease esta frase con mi acento neoyor-quino como una afirmaci6n ir6nica de nuestro fa/so sentido de poder, no como una afirmaci6n literal de deseo.) Con toda nuestro brujerfa mental y tecno/6gi-ca, dudo que podamos hacer mucho para que Ia historia de Ia Tierra descarrile en ningun sentido permanente porIa adecuada escala de tiempo planetaria de mil/ones de alios. Nada que este a/ alcance de nuestro poder puede ni siquiera parecerse a las condiciones y las catdstrofes que Ia Tierra ha sufrido con una cierta frecuencia, una y otra vez. La peor situaci6n hipotetica de caldeamiento global bajo modelos de invernadero corresponde a una Tierra sustancialmente

    "' [Think, in this battered caravanserai I Whose portals are alternate night and day, I How sul-tan after sultan with his pomp I Abode his destined hour, and went his way.} Para este y otros fragmentos de los Rubaiyat he utilizado Ia traducci6n que de ellos hizo Jose Gibert y versific6 Diego Navarro (1961, Plaza y Janes, Barcelona), con modificaciones minimas. (N. del t.)

  • Pr6/ogo 15

    mas fda que en muchas epocas felices y pr6speras de un pasado prehumano. Se ha estimado que e/ megatone/aje del impacto extraterrestre que probable-mente desencaden6 Ia extinci6n en masa del Cretacico tard{o fue diez mil veces mayor que todas las bombas nucleares que actualmente estan a/macenadas en Ia Tierra. Y esta extinci6n, que barrio apraximadamente el 50 par 100 de las especies marinas, fue una nimiedad si se Ia compara con Ia bisabue/a de todas: e/ acontecimiento del Permico, hace unos 225 millones de afios, que pudo ha-ber eliminado hasta un 95 por 100 de las especies. Pero Ia Tierra se recuper6 de estos choques suprahumanos, y como resultado de los mismos produjo al-gunas interesantes novedades evalutivas (piensese en el potencial para Ia dami-naci6n de los mam{jeros, incluida Ia aparici6n del hombre, despues de Ia desa-parici6n de los dinosaurios).

    Pera Ia recuperaci6n y Ia nueva estabilizaci6n se dan a escalas de tiempo planetarias, no humanas; es decir, millones de afios despues del fen6meno per-turbador. A esta esca/a, somas impotentes para hacer dana; el p/aneta cuidara des{ mismo, a despecha de nuestras necedades de seres mimisculas. Pero esta escala de tiempa, aunque es natural para Ia historia planetaria, no es apropiada en nuestra leg{tima preocupaci6n provinciana par nuestra prapia especie y par las configuraciones planetarias que actualmente nos sostienen. Para estos ins-tantes planetarios (nuestros milenios) poseemos rea/mente el poder de imponer sufrimientos inmensos (sospecho que Ia catastrofe del Permico fue decidida-mente desagradable para las diecinueve especies de cada veinte que no sobrevi-vieron).

    Ciertamente, no podemos eliminar a las bacterias (han sido los organismos modales en Ia Tierra desde el mismo principia, y probablemente to seguiran siendo hasta que el Sol expiate); dudo que podamos causar muchos estragos permanentes en los insectos en su conjunto, cualquiera que sea nuestra capaci-dad de destruir poblaciones y especies locales. Pero seguramente podremos e/i-minarnos a nosotros mismos, tanfragiles como somas; y nuestra bien amorti-guada Tierra podra entonces emitir un metaf6rico respiro de alivio ante el ultimo fracaso de un experimento de conciencia, interesante pero pe/igroso. El caldea-miento global es preocupante porque inundara nuestras ciudades (construidas frecuentemente a/ nivel del mar, como puertos y embarcaderas), y alterard nues-tras pautas agrfcolas, con consecuencias graves para millones de seres huma-nos. La guerra nuclear es una calamidadfinal que supone el dolor y Ia muerte de miles de mil/ones, y taras geneticas para mil/ones de individuos en las gene-raciones futuras.

    Nuestro planeta no es fragil a su propia escala de tiempo, y nosotras, lasti-mosos recien llegados en el ultimo microsegundo de nuestro afio planetaria, no somas administradores de nada a largo plaza. Pero no hay movimiento po-lftico que sea mas vital y oportuno que el eco/agismo moderno, porque hemos de salvarnas a nosatros mismos (y a las especies con las que compartimos Ia Tierra) de nuestra locura inmediata. Ofmos hablar mucho de etica ambiental.

  • 16 Reflexiones sobre historia natural

    Muchas propuestas toman Ia abstracto majestad de un imperativo categ6rico kantiano. Pero creo que necesitamos a/go mucho mas mugriento y prdctico. Ne-cesitamos una version del mds uti/ y antiguo de todos los principios mora/es: e/ precepto desarrollado de una u otra forma por cast todas las culturas porque actua, en su /egftima llamada a/ egofsmo, como una doctrina de estabilidad ba-sada en el respeto mutuo. Nadie ha conseguido todavfa mejorar Ia regia de oro. Si formalizamos este pacto con nuestro plane/a, prometiendo amar a Ia Tierra como quisieramos ser tratados nosotros mismos, puede aplacarse y permitir-nos sa/ir del paso a duras penas. Este objetivo limitado puede sorprender a mu-chos lectores, que quizd lo consideren cinico o corto de miras. Pero recuerdese que, para un bi6logo evolutivo, Ia persistencia es e/ premio final. Y Ia capaci-dad inte/ectual humana, por razones muy poco relacionadas con su origen evo-Jutivo, tiene Ia tremenda capacidad de descubrir las cosas mas fascinantes y elaborar los pensamientos mas pecu/iares. Asf pues, ;.por que no rea/tzar este interesante experimento, a/ menos por uno o dos segundos planetarios mds?

  • 4

    El pulgar del panda de la tecnologia

    La breve historia de Jefte y su hija (Jueces, 11:30-40) es, para mi pensa-miento y mi coraz6n, Ia mas triste de todas las tragedias biblicas. Jefte hace un voto excesivo, pero todos deben atenerse a sus consecuencias. Promete que si Dios le garantiza Ia victoria en una batalla futura, sacrificani a1 fuego a1 primer ser vivo que atraviese su puerta para recibirle a su regreso. Esperando (supongo) un perro o una cabra, retorna victorioso para encontrar que su hija, que era hija unica, le esperaba para recibirJe COO tfmpanOS y danzas.

    El ultimo oratorio de Haendel, Jejte, trata este relato con gran fuerza (aun-que su libretista no pudo soportar el peso del original y dio a Ia historia un final feliz, con intervenci6n angelica para perdonar a Ia hija de Jefte al precio de su castidad para el resto de su vida). AI final de Ia parte 2, cuando todos piensan todavia que Ia terrible promesa habra de cumplirse, el coro canta uno de los maravillosos coros filos6ficos de Haendel. Se inicia con una relaci6n franca de Ia tragica circunstancia:

    iCmin oscuros, oh Sefior, son tus decretos! ... No hay gloria segura ni paz s6lida Que nosotros, mortales, conozcarnos en esta Tierra.

    Pero los dos ultimos versos, en un giro curiosa, proclaman Uunto con una magnifica solidez musical):

    Pero sigue obedeciendo este principia: SEA LO QUE FUERE, ESTA BIN.*

    Esta extraf\a mudanza, desde el franco agradecimiento a Ia aceptaci6n irra-cional, refleja uno de los mayores prejuicios (me gusta llamarlos esperanzas)

    * [How dark, 0 Lord, are thy decrees! ... I No certain bliss, no solid peace, I We mortals know on earth below.) (Yet on this maxim still obey: I WHATEVER IS, rs RIGHT.)

  • El pulgar del panda de Ia tecno/ogfa 55

    que el pensamiento humano impone a un mundo indiferente a nuestro sufri-miento. Los seres humanos son animales que buscan pautas. Hemos de encon-trar causa y significado a todos los acontecimientos (lo que se aleja mucho de Ia probable realidad de que el universo no se preocupa demasiado de nosotros y suele operar de una manera aleatoria). Llamo a este prejuicio adaptacionis-mo: Ia noci6n de que todo debe encajar, debe tener una finalidad y, en Ia ver-si6n mas firme, debe ser para lo mejor.

    La linea final del coro de Haendel es, desde luego, una cita de Alexander Pope, Ia ultima manifestaci6n de Ia primera epistola de su Ensayo sabre e/ hom-bre, publicado veinte afi.os antes del oratorio de Haendel. El texto de Pope con-tiene (en pareados heroicos por afi.adidura) el himno triunfal mas sorprendente que yo conozco al prejuicio del adaptacionismo. En mis versos favoritos, Pope disciplina a aquellas personas que pueden sentirse insatisfechas con los senti-dos con que Ia naturaleza nos doto. Podemos desear una vision, oido u olfato mas agudos, pero considerense las consecuencias:

    Si Ia naturaleza atronara en sus abiertas orejas Y lo aturdiera con Ia musica de las esferas, iC6mo habrfa deseado que el Cielo le hubiera dejado

    enmudecer AI murmurante cefiro y a! susurrante arroyuelo!

    Y mi pareado favorito sobre Ia olfaccion:

    0 nipidos efluvios precipitandose a traves del cerebro, Expirar de una rosa en aromatico dolor.*

    Lo que tenemos es lo mejor para nosotros: sea lo que fuere, esta bien. Hacia 1859, Ia mayoria de personas cultas estaban preparadas para aceptar

    Ia evoluci6n como Ia razon que subyace a las semejanzas y las diferencias entre los organismos, lo que explica Ia rapida conquista que hizo Darwin del mundo intelectual. Pero es evidente que no estaban dispuestas a reconocer las implica-ciones radicales del mecanismo propuesto por Darwin para el cambio, Ia selec-cion natural, Io que explica el barullo que El origen de las especies provoc6 (y todavia produce, al menos ante nuestros tribunates y juntas escolares).

    El mundo de Darwin esta lleno de verdades terribles, dos en particular. En primer Iugar, cuando las cosas encajan y tienen sentido (buen disefi.o de los organismos, armonia de los ecosistemas), estas no surgieron porque las !e-yes de Ia naturaleza impongan dicho orden como efecto primario. Son, por el contrario, solo epifenomenos, consecuencias colaterales del proceso causal

    * [Ir nature thunder'd in his op'ning ears I And stunn'd him with the music of the sphe-res I How would he wish that Heav'n had left him still / T he whisp'ring zephyr, and the purling rill!] [Or, quick effluvia darting thro' the brain, I Die of a rose in aromatic pain.]

    PaulinaHighlightNo todos los acontecimientos humanos tienes una causa o un signicado

    PaulinaHighlightlos pro y los contra de como se ha entendido a darwin

    PaulinaHighlight

  • 56 Rejlexiones sabre historia natural

    basico que funciona en las poblaciones naturales: Ia lucha puramente egois-ta entre los organismos por el ex.ito reproductor personal. En segundo Iugar, los complejos y curiosos caminos de Ia historia garantizan que Ia mayoria de organismos y ecosistemas no puedan ser disefiados de forma optima. De he-cho, para hacer una afirmacion incluso mas fuerte, las imperfecciones son las principales pruebas de que Ia evolucion ha tenido Iugar, puesto que los disefios optimos borran todos los pastes de sefiales de Ia historia.

    Este principia de imperfeccion ha sido un tema principal de mis ensayos durante varios afios. Lo llama el principia del panda para honorar mi ejemplo favorito, el falso pulgar del panda. Los pandas son los descendientes herbivo-ros de osos carnivoros. Sus verdaderos pulgares anatomicos se sometieron irre-vocablemente, hace mucho tiempo, durante los dias ancestrales en que carnian carne, al movimiento limitado apropiado para este modo de vida y que han desarrollado universalmente los mamiferos del arden Carnivoros. Cuando Ia adaptacion a una dieta a base de bambu requirio mas flex.ibilidad en Ia mani-pulacion, los pandas no pudieron redisefiar sus pulgares, sino que tuvieron que apaiiarselas con un sustituto provisional: un hueso sesamoideo radial de Ia mu-iieca ampliado, el falso pulgar del panda. El pulgar sesamoideo es una estruc-tura suboptima, tosca, pero funciona. Los caminos de Ia historia (el haber de-dicado el verdadero pulgar a otras funciones durante un pasado irreversible) imponen estas soluciones que emplean aparejos provisionales a todos los seres vivos. La historia reside en las imperfecciones de los organismos vivos; asi sa-bemos que los seres actuales tuvieron un pasado distinto, convertido por evolu-cion en su estado actual.*

    Podemos aceptar este argumento para los organismos (despues de todo, sa-bemos de nuestro propio apendice y de nuestra dolorida espalda). Pero, ;,es mas general el principia del panda? ;,Se trata de una expresion general de todos los sistemas historicos? ;,Se aplicara, por ejemplo, a los productos de Ia tecnolo-gia? Podriamos pensar que este principia es irrelevante para los objetos fabri-cados producto de Ia inventiva humana, y por una buena razon. Despues de todo, las limitaciones de Ia genealogia no son de aplicacion al acero, al vidrio y al plastico. El panda no puede deshollejarse los dedos (y solo puede construir su futuro sabre Ia base de un plano heredado), pero nosotros podemos aban-donar las lamparas de gas por Ia electricidad y los carruajes de caballos por automoviles. Considerese, por ejemplo, Ia diferencia entre Ia arquitectura orga-nica y los edificios humanos. Las estructuras organicas complejas no pueden volver a evolucionar despues de haberse perdido; ninguna serpiente volvera a desarrollar patas anteriores. Pero los apostoles de Ia arquitectura posmoderna, en una reaccion frente a Ia esterilidad de tantos edificios en caja de crista) de estilo internacional, han hecho juegos de manos y han reunido todas las

    * Ellector encontrara mas informacion en el ensayo El pulgar del panda, en ellibro del mis-mo nombre y del mismo autor (vease Ia bibliografia). (N. del f.)

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  • El pulgar del panda de Ia tecnolog(a 57

    form as chisicas de Ia historia en un esfuerzo en cascada por redescubrir las vir-tudes de Ia ornamentacion. Asf, Philip Johnson pudo colocar un fronton roto en lo alto de un rascacielos de Nueva York y edificar un castillo medieval de vidrio cilindrado en el centro comercial de Pittsburgh. Los organismos no pue-den reclutar las virtudes de sus pasados perdidos.

    Aun asi, no estoy tan seguro de que Ia tecnologia este exenta del principia del panda de la historia, pues ahora mismo estoy sentado cara a cara con el mejor ejemplo de su aplicacion. En realidad, mantengo un contacto de lo mas fntimo (y sorprendente) con este objeto: el teclado de la maquina de escribir.

    Pude teclear antes de saber escribir. Mi padre era taquigrafo de juzgado y mi madre es mecanografa. Aprendf a mecanografiar correctamente, con los ocho dedos, cuando tenia unos nueve aiios de edad y poseia todavia manos peque-iias y deditos rosados y debiles. Asi, estuve desde el principia en una buena posicion para apreciar la irracionalidad de Ia disposicion de las letras en el te-clado normalizado, llamado QWERTY por todos los aficionados* en honor de las seis primeras letras de la fila superior de letras.

    Evidentemente, QWERTY no tiene sentido alguno (aparte del zumbido y Ia alegria de escribir el mismo QWERTY). Mas del 70 por 100 de las palabras inglesas pueden escribirse con las letras DHIATENSOR, y estas habrfan de en-contrarse en la segunda fila, que es la mas accesible o principal; asi se encon-traban en un fracasado competidor del QWERTY que se introdujo ya en 1893. Pero en QWERTY la letra mas comun en ingles, la E, requiere llegar a Ia fila superior, al igual que pasa con las vocales U, I y 0 (esta ultima debe golpearse con el debil cuarto dedo), mientras que la A permanece en la fila principal, pero debe ser golpeada con el mas debil de todos los dedos (al menos para la ducha mayoria de diestros), el meiiique izquierdo. (iComo bregue con esto cuan-do nino! Simplemente, no podia apretar dicha tecla. Una vez intente mecano-grafiar la Declaracion de Independencia y conseguf escribir lo que sigue: th t II men re ere ted equ /.)**

    Como ilustracion espectacular de esta irracionalidad, considerese la foto-grafia que se acompaiia, el teclado de una antigua maquina Smith-Corona ver-tical, identica ala que yo uso (era de mi padre) para escribir estos ensayos (una maquina magnifica: no ha tenido una averia en veinte aiios y su fluidez de mo-vimiento no se puede encontrar en ninguna de las maquinas de escribir manua-les que se han fabricado desde entonces). Despues de mas de medio siglo de uso, algunas de las teclas que se golpean con mas frecuencia se han desgastado en la superficie y se descubre la almohadilla blanda que hay debajo (nose fa-bricaba plastico solido en aquellos tiempos). Adviertase que Ia E, Ia A y Ia S se han desgastado de esta manera, y adviertase asimismo que tales letras, o no

    * En Castellano en el original. (N. del t.) ** That all men are created equal, que todos los hombres son creados iguales. (N. del t.)

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  • 58 Reflexiones sobre historia natural

    8. Una maquina de escribir vertical clasica, de Ia epoca de Ia primera guerra mundial. Es hermana de Ia maquina que uso para escribir estos ensayos.

    9. N6tense las sefiales de desgaste para las teclas que se usan con mas frecuencia, lo que se ilustra mediante Ia rotura de Ia parte superficial, despues de tantfsimos afios de teclear. En QWERTY, las teclas mas comunes o bien no estan en Ia fila principal, o bien si estan en ella son golpeadas por dedos debiles; esto ilustra el caracter sub6ptimo de esta disposici6n estandarizada.

  • El pu/gar del panda de Ia tecno/ogfa 59

    10. Un teclado de una maquina de escribir fabricada en 1880, que ilustra una de las muchas disposiciones competidoras no-QWERTY, que eran tan comunes en la epoca.

    estan en Ia fila principal, o son golpeadas con los debiles dedos anular y mefii-que en QWERTY.

    Esta afirmaci6n no es una simple conjetura basada en Ia idiosincrasica ex-periencia personal. La evidencia demuestra claramente que QWERTY es dras-ticamente sub6ptimo. Los competidores han abundado desde los primeros dias de Ia mecanografia, pero ninguno ha suplantado o siquiera mellado el dominio universal de QWERTY para las maquinas de escribir inglesas. La alternativa mejor conocida, DSK (de Dvorak Simplified Keyboard, Teclado Simplificado Dvorak), se introdujo en 1932. Desde entonces, practicamente todos los records de mecanografia rapida los han conseguido mecan6grafos DSK, no QWERTY. Durante Ia decada de 1940, Ia Armada de los Estados Unidos, siempre preocu-pada por Ia eficiencia, encontr6 que Ia velocidad mayor del DSK amortizarfa el coste de ensefiar de nuevo a mecan6grafos durante diez dias de empleo com-plete. (Mister Dvorak no era Anton, el de Ia Sinjonfa del Nuevo Mundo, sino August, un profesor de pedagogia en Ia Universidad de Washington, que mu-ri6 desengafiado en 1975. Dvorak fue discipulo de Frank B. Gilbreth, pionero de los estudios de tiempo y movimiento en gesti6n industrial.)

    Puesto que tengo un interes especial por las maquinas de escribir (mi afi-ci6n por elias data de Ia infancia, con sus dias de esplendor en Ia hierba y glo-ria en Ia flor), he deseado durante afios escribir un ensayo como este. Pero nun-ca dispuse de los datos que necesitaba hasta que Paul A. David, profesor Coe

  • 60 Reflexiones sabre historia natural

    de Historia Econ6mica Americana en Ia Universidad de Stanford, me envi6 ama-blemente su fascinante articulo Understanding the Economics of QWERTY: The Necessity of History (en Economic History and the Modern Economist, editado por W. N. Parker, Basil Blackwell, Nueva York, 1986, pp. 30-49). Pnicticamente todos los datos no idiosincnisicos de este ensayo proceden del trabajo de David, y le doy las gracias por esta oportunidad de saciar un anti-guo deseo.

    El enigma del predominio de QWERTY reside en dos cuestiones distintas: (,Por que surgi6 QWERTY, en primer Iugar? ;X por que ha sobrevivido QWERTY frente a competidores superiores?

    Mis respuestas a estas preguntas invocanin analogfas a principios de Ia teo-ria evolutiva. Permitaseme, pues, enunciar algunas normas de procedimiento para una empresa tan cuestionable. Estoy convencido de que las comparacio-nes entre Ia evoluci6n biol6gica y el cambio cultural o tecnol6gico humano han hecho muchisimo mas mal que bien, y los ejemplos abundan en esta, que es Ia mas comun de las trampas intelectuales. La evoluci6n biol6gica es una mala analogfa para el cambio cultural debido a que los dos sistemas son muy dife-rentes por tres razones principales que dificilmente podrian ser mas funda-mentales.

    En primer Iugar, Ia evoluci6n cultural puede ser mas rapida en 6rdenes de magnitud que el cambio biol6gico a su maxima tasa darwinista ... y las cuestio-nes de tiempo son Ia esencia de los argumentos evolutivos. En segundo Iugar, Ia evoluci6n cultural es directa y lamarckista en su forma: los logros de una generaci6n se transmiten mediante Ia educaci6n y Ia publicaci6n directamente a los descendientes, produciendose asi Ia gran velocidad potencial del cambio cultural. La evoluci6n biol6gica es indirecta y darwinista, pues los rasgos favo-rables no se transmiten a Ia siguiente generaci6n a menos que, por buena fortu-na, surjan como productos del cambio genetico. En tercer Iugar, las tipologfas basicas del cambio biol6gico y del cultural son completamente distintas. La evo-luci6n biol6gica es un sistema de divergencia constante sin ulterior union de ramas. Las estirpes, una vez diferenciadas, se hallan separadas para siempre. En Ia historia humana, Ia transmisi6n a traves de estirpes es, quiza, la fuente principal de cambio cultural. Los europeos supieron por los americanos nati-vos del malz y de las patatas, y a cambio les dieron Ia viruela.

    De modo que, cuando comparo el pulgar del panda con el teclado de una maquina de escribir, no estoy intentando derivar o explicar el cambio tecnol6-gico mediante principios biol6gicos. En Iugar de ello me pregunto si ambos sis-temas no pudieran registrar principios de organizaci6n comunes, mas profun-dos. La evoluci6n biol6gica es movida por Ia selecci6n natural, Ia evoluci6n cultural por un conjunto diferente de principios que yo comprendo, pero nebu-losamente. Pero ambos son sistemas de cambio hist6rico. Principios generales de estructura deben subyacer a todos los sistemas que progresan a traves de Ia historia (quiza ahora yo s6lo muestro mi propio prejuicio para hacer inteligible

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    PaulinaHighlightComparaciones entre la evolucin biolgica y el cambio cultural, importante

    PaulinaHighlightComparacin entre el pulgar del panda y el teclado de la mquina de escribir

    PaulinaHighlightevoluicn biolgica y evolucin tecnolgica son cambios histricos

    PaulinaHighlightlo que le interesa es entender las estructuras

  • El pu/gar del panda de Ia tecnologfa 61

    ::mestro complejo mundo); y mas bien sospecho que el principio del panda de .a imperfecci6n debe residir entre ellos.

    Mi punto principal, en otras palabras, no es que las maquinas de escribir 5ean como la evoluci6n biol6gica (pues un tal argumento caeria directamente en el disparate de Ia falsa analogia), sino que tanto los teclados como el pulgar del panda, como productos de la historia, deben hallarse sometidos a algunas :-egularidades que gobiernan la naturaleza de las conexiones temporales. Como cientificos, debemos creer que existen principios generales que subyacen a los sistemas estructuralmente emparentados que funcionan siguiendo reglas eviden-

    ~es distintas. La unidad adecuada no reside en aplicaciones falsas de estas reglas evidentes (como la selecci6n natural) a campos ajenos (como el cambia tecno-16gico), sino en buscar las mismas reglas mas generales de estructura y cambia.

    1 origen de QWERTY

    La aleatoriedad verdadera tiene una capacidad limitada para introducirse en las formas de los organismos. Cambios pequefios e insignificantes, no rela-cionados con Ia integridad funcional de un ser vivo complejo, pueden entrar y salir de las poblaciones por un proceso similar a tirar los dados. Pero las es-rructuras intrincadas, que implican la coordinaci6n de muchas partes separa-das, deben surgir por una raz6n activa, puesto que los limites de la probabili-dad matematica para las asociaciones fortuitas pronto son superados a! aumentar el mimero de partes funcionales.

    Pero si por alguna raz6n han de surgir estructuras complejas, la historia pronto puede alcanzar el prop6sito original; y lo que en un tiempo fue una so-luci6n sensible se convierte en una rareza o una imperfecci6n en el contexto alterado de un nuevo futuro. Asi, el verdadero pulgar del panda perdi6 de for-ma permanente su capacidad de manipular objetos cuando los antepasados car-nivoros encontraron un mejor uso para este dedo en los movimientos limitados apropiados para animales que corren y desgarran. Entonces, este pulgar altera-do se convierte en una limitaci6n impuesta por Ia historia pasada a la capaci-dad del panda de adaptarse de manera optima a su nuevo contexto de herbivo-rismo. En resumen, el pulgar del panda se convierte en un emblema de su pasado distinto, un signa de la historia.

    De manera similar, QWERTY tenia una raz6n de ser eminentemente sensa-ta en Ia primitiva tecnologia de Ia mecanografia, pero pronto se convirti6. en una limitaci6n a Ia escritura mas rapida a medida que los avances en Ia cons-[rucci6n eliminaban la raz6n para el origen de QWERTY. La clave (perd6nese-me el juego de palabras)* del origen de QWERTY reside en otro vestigia hist6-

    * En caste llano no hay juego de palabras, pero sf en ingles, donde clave y tecta se escriben iguat: key. (N. deft.)

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  • 62 Rejlexiones sobre historia natural

    rico facilmente visible en la segunda fila de letras. Adviertasrfa secuencia DFGHJKL: un buen fragmento del alfabeto en arden, con las vocales E e : eliminadas. El concepto original seguramente dispuso las letras simplemem! en arden alfabetico. 1.Por que raz6n las dos tetras mas comunes de esta secuen-cia se eliminaron de Ia fila principal, la mas accesible? i,Y par que otras letras se dispersaron basta posiciones extrafi.as?

    Los que recuerdan los puntas debiles de las maquinas de escribir manuales (o que, tan obstinados como un servidor, todavia las usan) saben que Ia veloo-dad excesiva o Ia desigualdad del tecleo pueden hacer que dos o mas teclas se atasquen cerca del punta de tecleo. Tambien saben que si no se desatoran las teclas con los dedos, cualquier tecleo subsiguiente imprimira una repetici6n de Ia primera tecla que se ator6 (pues cualquier tecla que sea presionada a conti-nuaci6n incidira sabre la parte posterior de las teclas atascadas y las Jlevara mas cerca del punta de tecleo).

    Estos problemas se veian aumentados en Ia cruda tecnologia de las maqui-nas de escribir primitivas, y demasiada velocidad se convirti6 mas en un riesgc que en una bendici6n, pues los enredos de las teclas suprimian los beneficios de Ia celeridad. Asi, en las grandes tradiciones humanas de las chapuzas y el pragmatismo, las teclas se desplazaron a otros lugares para encontrar el equili-bria entre la velocidad y el atoramiento. Para decirlo en otras palabras (y aqu; viene el epitome del cuento en una frase), QWERTY surgi6 con el fin de re-ducir la velocidad maxima de mecanografia y evitar el atoramiento de las teclas. Asi, las letras comunes fueron adjudicadas a los dedos debiles o bien fueron dispersadas a posiciones que requerian un largo trecho desde la fila principal.

    Este relata basico se ha divulgado, gracias a noticias cortas en Time y otra.s revistas populares, pero los detalles son esclarecedores, y pocas personas cono-cen toda Ia historia. Pregunte a nueve mecan6grafos que conocian este esbozo del origen de QWERTY y todos (mas yo mismo, con lo que constituiamos un diez uniforme) teniamos Ia misma idea equivocada. Pensabamos que las viejas maquinas que impusieron QWERTY eran de disefi.o moderno, con las teclas delante imprimiendo una linea visible sabre el papel arrollado alrededor de un rodillo. Esto lleva a un enigma menor: el atoramiento de las teclas puede ser un fastidio, pero uno puede verlas directamente frente a si y separarlas facil-mente. Entonces, ;,par que QWERTY?

    Como sefi.ala David, el prototipo de QWERTY, una maquina inventada por C. L. Sholes en Ia decada de 1860, era de forma muy diferente a las maquinas de escribir modernas. Tenia un carro para el papel que era plano y no arrollaba el papel alrededor del rodillo. Las teclas golpeaban el papel de forma invisible. par debajo, y no de manera ostensible por la parte frontal, como en las maqui-nas de escribir modernas. Uno no podia ver lo que estaba escribiendo a menos que se detuviera para levantar el carro e inspeccionar lo producido. Las teclas se atoraban con frecuencia, pero no se podia ver (y con frecuencia no se nota-

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  • El pulgar del panda de !a tecnologia 63

    ta agregaci6n. Asi, uno podia escribir toda una pagina de prosa imperece-:.:.:-:-.1 y terrninar con s6lo una larga retahila de EEEs.

    Sholes patent6 su aparato en 1867 y pas6los seis aiios siguientes en esfuer--- de prueba y error para mejorar su maquina. QWERTY surgi6 de este perio--~ de chapuza y compromiso. Otro truco aiiadido (y excelente ilustraci6n de ,. raras argucias de Ia historia) fue que Ia R se uni6 en el ultimo minuto a fila superior, y ella par un motivo mas bien caprichoso si ha de creerse un

    L!lato comun (quizas ap6crifo). Pues los vendedores podian impresionar a los -~mprad.ores potenciales con la producci6n rapida y suave del nombre de la c:.arca, TYPE WRITER, tecleando en una sola fila. (jAunque me pregunto cuan-:.as ventas se perdieron cuando, despues de uno de los enredos mencionados, ec el papel aparecia TYPE EEEEEEl)

    La supervivencia de QWERTY

    Todos podemos aceptar esta historia del origen de QWERTY, pero z,por que persisti6 despues de Ia introducci6n del rodillo y de Ia tecla de impresi6n fron-tal modernos? (La primera maquina de escribir con un punta de impresi6n com-pletamente visible apareci6 en 1890.) En realidad, Ia situaci6n es todavia mas enigmatica. Yo creia que las alternativas a Ia impresi6n mediante teclas que per-cuten solo estuvieron disponibles con el cabezal esferico de las maquinas de escribir electricas de IBM, pero ni mas ni menos que Thomas Edison patent6 una maquina electrica con una rueda de impresi6n ya en 1872, y L. S. Crandall comercializ6 una maquina de escribir sin barras de tipos en 1879. (Crandall dispuso sus tipos en una camisa cilindrica y hacia que Ia camisa girara hasta Ia letra requerida antes de pulsar el punta de impresi6n.)

    La decada de 1880 fueron aiios de expansion para Ia recien nacida industria de Ia maquina de escribir, un periodo en el que cientos de flares florecieron y cien escuelas de pensamiento contendieron. Varias compaiiias probaron al-ternativas a QWERTY, y tanto Ia variedad de diseiios de impresi6n (algunos sin barras de tipos) como la mejora de las maquinas de escribir de teclado de percusi6n eliminaron completamente las razones originales para QWERTY. Pero durante Ia decada de 1890, cada vez mas compafiias se pasaron a QWERTY, que se convirti6 en una norma industrial en los primeros aiios de este siglo. Y se ha mantenido obstinadamente, pasando par Ia introducci6n de la maquina Selectric de IBM y de la maquina Hollerith perforadora de tarjetas basta este ejemplo cabal de su absoluta falta de necesidad, Ia terminal del microordenador.

    Para comprender Ia supervivencia (y el predominio basta el dia de hoy) del claramente sub6ptimo QWERTY, hemos de reconocer otras dos trivialidades de la historia, tan aplicables a Ia vida en las eras geol6gicas como a Ia tecnolo-gia a lo largo de decadas: Ia contingencia y Ia incumbencia. Decimos que un acontecimiento hist6rico (el surgimiento de los mamiferos o el predominio de

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    PaulinaHighlightConclsin de la prevalencia de QWERTY en la historia

    la contingencia y la incumbencia como dos trivialidades muy importantes de la historia

  • 64 Rejlexiones sabre historia natural

    QWERTY) es contingente cuando ocurre mas como el resultado aleatorio de una larga retahila de antecedentes impredecibles que como un resultado nece-sario de las !eyes de Ia naturaleza. Tales acontecimientos continges suelen depender de forma crucial de opciones de un pasado distante que en aquel mo-mento parecian mimisculas y triviales. Perturbaciones menores al principio del juego pueden desviar ligeramente un proceso a una nueva ruta, con consecuen-cias en cadena que producen un resultado enormemente distinto de cualquier alternativa.

    La incumbencia tambien refuerza Ia estabilidad de una ruta una vez las pe-quefias peculiaridades de Ia flexibilidad inicial empujan a una secuencia hacia un canal firme. Con frecuencia, politicos suboptimos se mantienen casi eterna-mente una vez han conseguido obtener un cargo y asir las riendas del privile-gio, Ia influencia y Ia visibilidad. Los marniferos esperaron 100 rnillones de aiios para convertirse en los animates dominantes en Ia tierra, y solo tuvieron su opor-tunidad porque los dinosaurios sucumbieron durante una extincion en masa. Si todos los mecanografos del mundo dejaran de usar QWERTY manana mis-mo y empezaran a estudiar Dvorak, todos seriamos ganadores; pero,

  • El pulgar del panda de Ia tecnologfa 65

    Oespues, un acontecimiento crucial en 1888 es probable que aiiadiera el in-ento decisivo a Ia pequeiia ventaja de QWERTY. Longley fue desafiada

    11 1=robar Ia superioridad de su metodo de ocho dedos por Louis Taub, otro pro-r de mecanografia de Cincinnati, que trabajaba con cuatro dedos en un

    iado rival no QWERTY con seis filas, sin tecla de mayusculas y, por lo tan-teelas separadas para las letras minusculas y mayusculas. Para que fuera su

    a.ialid, Longley contrato los servicios de Frank E. McGurrin, un experimenta-rnecanografo de QWERTY que se habfa dotado de una ventaja decisiva que,

    a.parentemente, nadie habfa utilizado antes. Habia rnemorizado el teclado WERTY y, por lo tanto, podia operar su maquina como todos los mecano-

    g;afos competentes de hoy en dfa, mediante lo que llamamos mecanografia al :acto. McGurrin vapuleo a Taub en una competicion publica que habia sido ::_,ien anunciada y que fue adecuadamente difundida por Ia prensa.

    Para Ia percepcion publica, y (lo que es mas importante) a los ojos de los que dirigian escuelas de mecanografia y publicaban manuales de mecanograffa, QWERTY habia demostrado su superioridad. Pero esta victoria no habia ocu-rrido realmente. El vinculo de McGurrin con QWERTY era fortuito y constitu-yo una feliz chiripa para Longley y Remington. Nunca sabremos por que gano ~1cGurrin, pero existen razones completamente independientes de QWERTY que demandan su reconocimiento: Ia mecanografia al tacto frente a Ia busque-da y pulsacion, ocho dedos frente a cuatro dedos, el teclado de tres filas de letras con una tecla para las mayusculas frente al teclado de seis filas con dos teclas separadas para cada letra. Nunca se celebro una serie de competiciones que hubieran probado Ia bondad de QWERTY: QWERTY contra otras disposi-ciones de letras, en Ia que ambos contendientes usaran mecanografia al tacto con ocho dedos en un teclado de tres filas, o el metodo de McGurrin de meca-nografia al tacto con ocho dedos en un teclado no QWERTY de tres filas contra el procedimiento de Taub para ver si era Ia disposicion QWERTY (lo que dudo) o el metodo de McGurrin (lo que sospecho) lo que habia asegurado su exito.

    Sea como fuere, Ia fuerza arrolladora de QWERTY adquirio entonces un impulso crucial y prevalecio en los primeros afios de este siglo. A medida que Ia mecanografia al tacto con QWERTY se convertia en norma en las escuelas de mecanografia de Norteamerica, los fabricantes rivales (especialmente en un mercado que se expandia rapidamente) pudieron adaptar sus rnaquinas mas fa-cilmente que las personas cambiar de habitos, y Ia industria se decidio por el patron equivocado.

    Si Sholes no hubiera conseguido su union con Remington, si el primer me-canografo que decidio memorizar un teclado hubiera utilizado un disefio no QWERTY, si McGurrin hubiera tenido un dolor de vientre o hubiera bebido demasiado Ia noche anterior, si Longley no hubiera sido tan entusiasta, si otras cien cosas perfectamente posibles hubieran ocurrido, entonces yo podria estar pcribiendo este ensayo a mayor velocidad y con mucha mayor economfa de movimiento de dedos.

    5.--GOUI ll

  • J

    '

    66 Reflexiones sobre historia natural

    Pero, z.por que preocuparse por la optimalidad perdida? La historia siem-pre trabaja de este modo. Si Montcalm hubiera ganado una batalla en los Lla-nos de Abraham, quiza yo estuviera ahora mecanografiando enfranr;ais. ;>i una fraccion de las selvas africanas no se hubieran desecado hasta conveft'irse en sabanas, yo podria ser todavia un mono encaramado a un arbol. Si algunos cometas no hubieran chocado con la Tierra (si es que lo hicieron) hace unos 60 millones de afios, los dinosaurios podrian domefiar todavia los continentes, y todos los mamiferos serian animales del tamafio de ratas que se escabullirian por los rincones oscuros de su mundo. Si Pikaia, el unico cordado de Burgess Shale,* no hubiera sobrevivido a Ia gran seleccion de planes corporales despues de la explosion del Cambrico, puede que los mamiferos no hubieran llegado a existir nunca. Si los organismos pluricelulares no hubieran aparecido por evo-lucion despues de que las cinco sextas partes de la historia de la vida no hubie-ran producido nada mas complicado que una alfombra algal, el Sol podria ex-plotar unos cuantos miles de millones de afios en el futuro sin testigos pluricelulares de la destruccion de la Tierra.

    Comparada con estas importantes posibilidades, mi vinculacion a QWERTY parece un premio muy pequefio en relacion a las recompensas de la historia. Porque si la historia no fuera tan enloquecedoramente retorcida no estariamos aqui para gozar de ella. La optimalidad superfuncional no contiene el germen del cambio. Necesitamos nuestro mundo pequefio y raro, donde QWERTY rei-na y la rapida zorra parda salta sobre el perro holgazan. 1

    Post scriptum

    Puesto que escribir a maquina cae dentro de la categoria de cosas que muchos de nosostros, sino todos, podemos hacer (como andar y mascar chicle simul-taneamente), este ensayo provoco mas comentarios que la mayoria de mis diva-gaciones mas oscuras.

    Algunos pusieron en duda las premisas centrales y la logica. Una interesan-te carta de Ia prision de Folsom planteaba un argumento valido en el rudo hu-mor de tales instituciones. (Recibo muchas cartas de presos y siempre me ma-ravillan porque me recuerdan que, al menos para mucha gente, la busqueda del conocimiento nunca cesa, incluso en los domicilios temporales mas inconve-nientes):

    Vease La vida maravi/losa, de S. J. Gould, Critica, Barcelona, 1989. (N. del t.) I. Debo terminar con un pie de pagina pedante, no sea que los no aficionados queden absolu-

    tarnente perplejos por este final. Se ha dicho que esta enrevesada yuxtaposici6n de carnivoros in-compatibles es Ia frase mas corta que contiene todas las veintiseis letras del alfabeto ingles. Como tal, es de rigor en todos los manuales que ensei\an mecanografia.

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  • El pulgar del panda de Ia tecnologfa 67

    Algunos de nosotros nos quedamos con una pregunta acuciante: si el metodo de busqueda y pulsaci6n prevaleci6 hasta alrededor de 1882, i,C6mo pudieron Sholes o sus secuaces haber relegado las letras comunes a los dedos debiles, cuando no habia dedos debiles, solo dedos de busqueda y pulsaci6n? AI menos, ninguno de los funcionarios o policias de aqui que escriben mediante busqueda y pulsa-ci6n usan los dedos debiles. Si pudiera usted encontrar el tiempo para responder a esta pregunta se lo agradeceriamos mucho y podria servir para reducir Ia pro-babilidad de un aumento de Ia violencia en Folsom, entre facciones opuestas so-bre el origen de QWERTY.

    Mi corresponsal tiene mucha raz6n, y me equivoque al escribir sobre el tema :.ambien espero que la reciente tension en Folsom tuviera origenes distintos a

    ..as grandes guerras de las maquinas de escribir; por ello conteste rapidamente

    .:a carta). Por fortuna, mi hip6tesis es segura frente a mi propia negligencia, ;mes Sholes simplemente necesitaba separar las teclas que se pulsaban con mas :Tecuencia para evitar que se apelotonaran. El dedo que se empleara para pul-sar importaba poco (sospecho incluso que mucha gente experimentaba con la :necanografia a muchos dedos antes de que los metodos con cuatro dedos com-pletos se convirtieran en can6nicos).

    Pero la gran mayoria de las cartas, mas del 80 por 100 de Ia corresponden-cia, discrepaban de mi ultima linea, marginal y destinada al olvido (gracias a nuestra antigua y feliz fascinaci6n por las palabras y los juegos de palabras). 'tb ofrecia Ia frase convencional de los mecan6grafos como Ia frase mas corta que empleaba todas las letras:

    The quick brown fox jumps over the lazy dog.*

    Desde entonces me he enterado de que las frases que contienen todas las letras del alfabeto se llaman pangramas, y que Ia busqueda de Ia mas corta representa al menos una industria menor, en Ia que se invierte mucho esfuerzo y en Ia que se oponen facciones con fuertes pasiones. Muchos lectores sugi-rieron, como una alternativa bien conocida con tres letras menos (32 en Iugar de 35),

    Dada su finalidad, escribir con todas las letras del alfabeto ingles Ia frase mas corta posible, se comprende que Ia traducci6n exacta de los pangramas citados es irrelevante. Sin embargo, se ofrece a continuaci6n su versi6n al Castellano para facilitar Ia comprensi6n de los comentarios del autor: La rapida zorra parda salta sobre el perro holgazan, Llena mi caja con cinco docenas de jarras de Iicon>, A las grajillas les gusta mi gran esfinge de cuarzo, Baila un vals, ninfa, porque las rapidas jigas irritan a Bud, Las cosas sucias molestaban rematadamente a Jack Q., l Q. Schwartz le tir6 mi caja a V. D. Pike,

  • 68 Reflexiones sobre historia natural

    Pack my box with five dozen liquor jugs. Los zo6logos entusiastas y los prohibicionistas replican entonces que el cia-

    sica de la zorra y el perro todavia puede empatar si se elimina el primer arti~ lo y se convierte en una frase solo ligeramente menos gramatical:

    Quick brown fox jumps over the lazy dog. Pero Ted Leather gana esta carrera limitada para el pangrama mas corto

    que tenga sentido con este de 31 pulsaciones:

    Jackdaws love my big sphinx of quartz. Ahara penetramos en el mundo de los arcanos. i,Pueden hacerse pangra-

    mas mas cortos? i,Puede construirse la frase ultima, de 26 letras? Hasta ahara, esta busqueda ha llevado a un callej6n sin salida a todos los que juegan con palabras. Si se emplean s6lo palabras comunes podemos reducir este nllinero a 28 (pero unicamente mediante el camino ligeramente deshonroso de utilizar nombres propios):

    Waltz, nymph, for quick jigs vex Bud. Y a 27, con una ortografia alga arcaica:

    Frowzy things plumb vex'd Jack Q.

    Pero para el no va mas de 26, o bien empleamos iniciales en abundancia (lo que no parece muy correcto),

    1 Q. Schwartz flung V. D. Pike my box, o bien evitamos nombres e iniciales, pero empleamos palabras tan poco fami-liares y marginalmente admisibles que surge un parecido sentimiento de insa-tisfacci6n,

    Zing! Vext cwm fly jabs Kurd qoph.

    Un cwm es una hondonada montafiosa en Gales, rnientras que qoph, la de-cimonovena letra del alfabeto hebreo, ha sido sugerida (y ha atraido la ira de una mosca inmigrante) por un miembro de una minoria irani. Suena absoluta-mente improbable.

    La propuesta de un pangrama de 26 letras que es mi favorito requiere toda una historia previa para poder ser comprendida (gracias a Dan Lufkin del Hood College):

  • El pulgar del panda de Ia tecnologfa 69

    Durante Ia primera guerra mundial, Ia Legi6n Arabe de Lawrence estaba ope-rando en el flanco meridional del Imperio Otomano. Inmovilizado por el fuego de artilleria que el enemigo lanzaba desde Ia orilla opuesta de un rio, Lawrence pidi6 un voluntario para que cruzara el rio durante Ia noche y localizara los ca-nones enemigos. Un soldado egipcio dio un paso al frente. El hombre, que tenia fama de acarrear mala suerte, fue asignado al cuartel general de Lawrence [G.H.Q. es Ia abreviatura inglesa de cuartel general, General Headquarters; esto es impor-tante despues]. Pero Lawrence decidi6 enviarlo. La misi6n tuvo exito y el soldado apareci6, al amanecer del siguiente dia, en un remoto puesto de centinela cerca-no al rio, empapado, tiritando y vestido solamente con su ropa interior y el toea-do nativo de su regimiento. El centinela telegrafi6 a Lawrence para pedir instruc-ciones, y este contest6:

    Warm plucky G. H. Q. jinx, fez to B. V. D.'s.

    Un ejemplar gratuito de este libra y de todos los que escriba en el futuro a quienquiera que pueda construir un pangrama de 26 letras unicamente con nombres comunes y sin nombres propios.

    7. Gould, Brontosaurus y la nalga del misnistro copia000001002003004005006007008009010011012013014015016017018019020021022023024025026027028029

    4. Gould, El pulgar del panda de la tecnologa copia0102030405060708091011121314151617