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Sociología de las Organizaciones Influencia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación A EDITORIAL

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  • Sociología de las Organizaciones

    Influencia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación

    A

    EDITORIAL

  • Colección Biblioteca de Ciencias de la Comunicación

    A

    EDITORIAL

  • Antonio Lucas Marín (Editor)

    Autores:

    Antonio Lucas Marín Universidad Complutense de Madrid

    Pablo García Ruiz

    Universidad de Zaragoza

    Sergio Llano Aristizábal Universidad de La Sabana

    Sociología de las Organizaciones

    Influencia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación

    EDITORIAL

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    EDITORIAL

  • No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos sin el permiso y por escrito del Editor y del Autor. Director de la Colección: Ignacio Muñoz Maestre Título: Sociología de las Organizaciones.

    Influencia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación.

    Maquetación: Ariane Páez-Bravo

    EDITORIAL FRAGUA C/ Andrés Mellado, 64. 28015-MADRID TEL. 915-491-806/ 915-442-297 FAX 915-431-794 E-MAIL: [email protected] www.fragua.es I.S.B.N. 978-84-7074-585-0 (papel) 978-84-7074-586-7 (e-book) Depósito Legal:

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    EDITORIAL

    mailto:[email protected]

  • Contenido PRESENTACIÓN ................................................................................................................. VII 1. Importancia del estudio de las organizaciones .......................................................................... 11 I. HISTORIA SOCIAL DE LAS ORGANIZACIONES ......................................................... 25 2. La primera revolución industrial .............................................................................................. 27 3. Las sociedades industriales avanzadas ...................................................................................... 55 4. De la sociedad de la información a la sociedad móvil ................................................................ 79 II. TEORÍAS DE LA ORGANIZACIÓN .............................................................................. 121 5. La teoría clásica de la organización ........................................................................................ 123 6. El descubrimiento de la organización informal ....................................................................... 153 7. La teoría de sistemas ............................................................................................................ 179 9. Teorías institucionales .......................................................................................................... 209 III. ASPECTOS CENTRALES DE LA ORGANIZACIÓN ................................................. 237 9. El sistema de roles en las organizaciones ............................................................................... 239 10. La estructura social de las organizaciones .............................................................................. 269 11. Cultura de la organización .................................................................................................... 299 12. La estructura material de las organizaciones........................................................................... 323 IV. PROBLEMAS BÁSICOS EN SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES .............. 345 13. La participación en el trabajo ............................................................................................... 347 14. El problema de la motivación ............................................................................................... 375 15. Las nuevas tecnologías y el futuro del trabajo ......................................................................... 411 V. COMUNICACIÓN EN LAS ORGANIZACIONES Y TIC ............................................. 451

    16. Los procesos de comunicación ............................................................................................. 453 17. Problemas y futuro de la comunicación organizacional........................................................... 477 18. Web 2.0, redes sociales y comunicación participativa en las organizaciones .............................. 509

    BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................... 545 INDICE DE CUADROS ....................................................................................................... 556 INDICE GENERAL ............................................................................................................. 562

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    EDITORIAL

  • Presentación

    El objetivo de este libro es dar una explicación actualizada de la realidad de las organizaciones y de su estudio, con una especial atención a las organizaciones económicas. La evolución social y tecnológica reciente ha hecho que se haya prestado una especial a la influencia de las tecnologías de la información y la comunicación, tan importante en las organizaciones y en toda la sociedad.

    La presente edición es una actualización y puesta al día del libro Sociología de las organizaciones publicado en el 2002 y que ha sido objeto de numerosas ediciones, una de ellas en inglés, en función de la continua demanda. Pero hay que tener en cuenta que una buena parte de su contenido se empezó a publicar con el título Sociología de la Empresa en la Universidad de Santander en 1978, mientras iniciaba mi carrera docente. De manera que se pude decir que decir que estamos ante una publicación con un recorrido de más de 35 años y más de una docena de ediciones, más que un libro de texto es un tratado

    En las últimas ediciones nos ha parecido pareció oportuno diferenciar los capítulos teniendo en cuenta la responsabilidad directa de cada autor en esa parte, para facilitar las actualizaciones que se vayan realizando. Además, al tener solo un editor responsable se facilita que se puedan incorporar con facilidad nuevos capítulos, invitando a especialistas a colaborar, para adaptarse a las nuevas demandas educativas.

    La sociedad moderna —compleja, muy productiva e inestable— es una sociedad de organizaciones, pues estas formas de agrupación humana se han convertido en el modo habitual de conseguir la mayoría de los objetivos importantes. Se ha hablado de las organizaciones como de extensiones del hombre para alcanzar objetivos difíciles. No se puede entender una sociedad moderna sin hacer referencia a un conjunto de organizaciones que constituyen como su entramado central, sin pensar en una serie de empresas privadas, ONGs, organizaciones estatales, instituciones religiosas, organizaciones políticas, asociaciones deportivas, etc. La satisfacción de una buena parte de nuestras necesidades básicas (agua, transporte, alimentación, energía, salud, enseñanza, ocio, sentido de la vida, etc.) pasa en la actualidad por la actividad de estas organizaciones. Por ello, se ha hecho necesario su estudio como una parte imprescindible para una comprensión adecuada de nuestra vida en las sociedades modernas.

    A comienzos del siglo XX, con el advenimiento de las sociedades industriales avanzada, se hizo patente la necesidad de abordar el estudio científico de estas organizaciones, así lo hicieron autores como Weber, Taylor o Fayol, para iniciar un campo de investigación y enseñanza que se ha ido ampliando hasta nuestros días. Por ello, el estudio de las organizaciones está actualmente en las curricula de muchas Facultades universitarias, Escuelas Técnicas y Escuelas de Negocios. No se entiende que personas que van a dedicarse al mundo de la empresa, a la coordinación de proyectos técnicos, a la política o a participar en cualquier tipo de experiencias educativas no tengan un conocimiento amplio de las conclusiones de los estudios realizados sobre las organizaciones.

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  • Siempre han existido organizaciones, pues los hombres han abordado con frecuencia desafíos muy superiores a su capacidad individual. Pero no ha sido hasta más recientemente, con el inicio de la industrialización y la aparición de las sociedades modernas con la primera revolución industrial, si se prefiere, cuando se ha ido generalizando su importancia en todos los campos de la vida. Primero fueron las factorías –el factory system- que durante el siglo XVIII invadieron el paisaje europeo, dando lugar a un tipo relaciones productivas y sociales nuevas, organizadas en fábricas y caracterizadas por sus chimeneas. Después fueron transformándose muchos de estos establecimientos productivos en empresas, donde, tras la segunda revolución industrial desaparece el taller y se mezcla el capital y el conocimiento para conseguir la productividad. Tras la revolución informacional nos encontramos con la pura organización, en la que elementos difícilmente tangibles como la cultura, el conocimiento, las redes sociales, etc. son los que dan lugar al valor añadido.

    Las organizaciones son un tipo de agrupación de los individuos muy diferente de las familias o los grupos primarios en general, en los que priman las personas, la afectividad, el sentido de pertenencia o las relaciones cara a cara. Con la asociación de tipo primario se va más allá de la capacidad individual, pero los objetivos a conseguir tienen unos límites bien determinados.

    Para alcanzar fines u objetivos realmente difíciles y complejos, se hace necesario tener unas propuestas racionales en que prima la división de tareas y la coordinación, que viene impulsada con frecuencia con motivaciones económicas. Lo que supera sin duda de las posibilidades de los grupos secundarios, que no tienen porque abordar necesidades centrales o básicas de la sociedad.

    El contenido del libro pretende conjugar, desde una experiencia pedagógica, la precisión teórica con algunas propuestas prácticas. Para ello, después de una breve introducción, en que se sitúa el estudio de las organizaciones en el amplio campo de las ciencias sociales abordamos en la primera parte del libro, la historia social de las organizaciones. Se toma como punto de partida la aparición de las fábricas (factory system) y su expansión en la primera revolución industrial, para detenerse en el sentido y generalización de las empresas en la madurez industrial. Se hace una especial referencia a la situación en las nuevas sociedades de la información, con la aparición de las organizaciones como red.

    En una segunda parte, se revisan las teorías de la organización, desde los planteamientos clásicos a las nuevas teorías institucionales, sin olvidarse de las principales aportaciones, del descubrimiento de la organización informal y los cambios de sensibilidad que se han ido produciendo.

    Teniendo en cuenta los aspectos anteriores nos hemos propuesto en una tercera parte revisar los aspectos centrales de la organización: los roles principales de las organizaciones productivas, la estructura social, la cultura de las organizaciones y la influencia de la propia estructura material.

    A continuación, se repasan los problemas básicos de las organizaciones: las propuestas de participación, la motivación en el trabajo, y los cambios que están introduciendo las nuevas

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    EDITORIAL

  • tecnologías en el futuro del trabajo. En todos estos campos las ciencias sociales han ido aportando durante los últimos años racionalizaciones y propuestas que es necesario tener en cuenta para mantenernos con una visión clara de la sociedad y del mundo del trabajo.

    En esta edición se ha iniciado un nuevo apartado con tres capítulos finales que corresponde a la gran importancia que han ido adquiriendo en las organizaciones tanto la comunicación, como la influencia de las TIC. El primero de ellos reflexiona y explica las propuestas tradicionales sobre la comunicación en las organizaciones y su evolución hasta nuestros días. El segundo, partiendo de los problemas existentes nos sitúa en la comunicación digital en las organizaciones. El último capítulo nos acercamos al nuevo mundo de la Web y las redes sociales desde la perspectiva de la comunicación participativa en las organizaciones.

    Estamos ante un libro que pretende ser una guía fácil para la comprensión y actuación de las organizaciones y de los individuos en ellas, siguiendo las pautas evolutivas de la sociedad y de las nuevas tecnologías, una necesidad para todos en las nuevas sociedades.

    La edición se ha preparado para ser fundamentalmente un libro electrónico, para estar disponible online a todos los interesados en conseguirlo. En esto seguimos el ritmo de los tiempos, aunque tendremos también una solución adecuada pensando en los lectores más partidarios de la letra impresa.

    Antonio Lucas Marín

    Madrid, 1 de julio de 2013

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  • Capítulo 1 IMPORTANCIA DEL ESTUDIO

    DE LAS ORGANIZACIONES

    Antonio Lucas Marín

    1.1. LAS CIENCIAS SOCIALES Y LA SOCIEDAD DE LAS ORGANIZACIONES:

    La expansión de las organizaciones. La organización como objeto de estudio.

    1.2. DE LA SOCIOLOGÍA INDUSTRIAL A LA DE LAS ORGANIZACIONES:

    Cambio histórico y reflexión teórica. Conocimiento y acción.

    1.3. CUESTIONES TERMINOLÓGICAS Y CAMPOS DE ESTUDIO

    1.4. LA SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES EN LA PRÁCTICA: Misión de

    la sociología en las organizaciones. Actualidad de la perspectiva sociológica en el

    mundo de la gestión.

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  • a existencia de las organizaciones es uno de los elementos característicos de las sociedades más modernas. La complejidad de la vida social y la dificultad de los objetivos sociales propuestos hace que el individuo tenga que asociarse con sus

    semejantes para intentar conseguirlos. No es fácil entender la vida ordinaria sin hacer continuas referencias a las organizaciones, que actúan como extensiones del hombre para lograr unas metas determinadas y difíciles de alcanzar.

    La Sociología, que fijo su atención en las fábricas desde el principio, ha seguido preocupándose por el estudio de las organizaciones. Vemos a ver diferentes aspectos del análisis que es conveniente evidenciar: la realidad de esta forma de agruparse los hombres para conseguir objetivos complejos, el cambio de perspectiva con la madurez del proceso da cambio, las consecuencias que ello tiene en la nomenclatura y finalmente algunos comentarios sobre la teoría y la praxis, necesarios siempre en las ciencias sociales pero en especial en este campo de estudio.

    1.1. LAS CIENCIAS SOCIALES Y LA SOCIEDAD DE LAS ORGANIZACIONES

    El estudio de las organizaciones ha sido una parte significativa del esfuerzo de las ciencias sociales para racionalizar la convivencia durante la última centuria y es previsible que vaya adquiriendo cada día más importancia. La fábrica, la empresa y la organización son las sucesivas formas habituales de organizar el trabajo desde el inicio de la industrialización hasta nuestros días. Y cada vez somos más conscientes de la importancia que tienen en nuestra vida las organizaciones.

    La expansión de las organizaciones

    La expansión de las organizaciones es, sin duda, una de las características de la sociedad contemporánea. La expansión es tanto de ámbito de actuación, pues pasan de una ubicación local a otra nacional y, finalmente, internacional; como de forma, pues inicialmente respondieron al esquema familiar, posteriormente se centraron en el establecimiento de fábricas y, posteriormente, alcanzan la forma de organizaciones multidimensionales. En efecto, la industrialización significó de una forma muy clara la aparición de la fábrica como forma generalizada de producción, con el emblema de la chimenea –nueva forma estética de la primera industrialización-, que significó el uso centralizado de los recursos energéticos y la apropiación de los medios de producción. La organización fabril acompaña, entonces, a la nueva fase de producción para el mercado y a la aparición de un mercado de trabajo. La generalización y ampliación de la fábrica da lugar a la empresa, que se convierte en el concepto característico de la segunda industrialización, con un sistema de roles claramente definidos –directivos, técnicos, mandos intermedios, empleados y obreros. La generalización posterior de la empresa como institución social hace que tengamos que hablar en el presente de organizaciones económicas, aunque podríamos prescindir de este calificativo en la medida en que, cada vez más, muchos de los servicios o soluciones que se dan a las personas y a

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  • toda la sociedad proceden de organizaciones e instituciones que han asimilado el modelo empresarial.

    La necesidad de organizaciones en la nueva sociedad surge de la creciente complejidad de sus problemas. Las demandas continuas, urgentes y generalizadas de abundantes bienes y servicios de una población en crecimiento no se pueden satisfacer a través de soluciones meramente individuales. El consumo de masas crecientemente sofisticado exige, a su vez, formas de producción de masa con su correspondiente sofisticación. Los individuos considerados de forma aislada van perdiendo importancia a la hora de conseguir satisfacer incluso las propias demandas personales más elementales. Tienen que ser, cada vez más, grupos organizados de personas los que respondan a las peticiones, para asegurar la eficacia y la permanencia de la oferta, crecientemente estandarizada.

    La complejidad de las demandas exige armonizar rutinas productivas, financieras, comerciales, de transporte, de utilización de recursos humanos, etc., que no se pueden improvisar. De forma que existen paquetes de soluciones más o menos flexibles que son producto de este constructo social que es cada organización: acumulación de hábitos, expectativas recíprocas y conocimientos teóricos más o menos armonizados en una cultura de la organización. Un proceso productivo moderno exige también la conexión de diferentes organizaciones en una red relativamente estable y armónica. Este intercambio en la red es fundamentalmente de información. Lo esencial en cualquiera de las grandes empresas multinacionales que conocemos y lo que probablemente le aporta una ventaja competitiva sustancial es la complejidad y capilaridad de su red interna y de sus relaciones con otras organizaciones y personas.

    La visión más sencilla de una organización podría reducirse a un conjunto de redes de comunicaciones especialmente densas e interconectadas. De la misma manera que al volar en un avión a gran altura, se tiene una nueva visión de la realidad en la que adquieren especial significado las líneas de transporte –carreteras, autopistas o caminos rurales- y una población o ciudad se distingue por una mayor densidad de caminos, el estudio sociológico de las organizaciones permite observar su estructura como una red de comunicaciones especialmente espesa.

    La organización como objeto de estudio

    La madurez de la industrialización coincidió con la aparición de diferentes esquemas teórico interpretativos del mundo del trabajo, que forman lo que han venido a llamarse las teorías de la organización laboral o teorías de la organización en el trabajo. Todas ellas parece adecuado clasificarlas, siguiendo un criterio tanto histórico como de la concepción subyacente que ofrecen acerca del ser humano, en grandes grupos o escuelas: las teorías clásicas, las teorías de las relaciones humanas, las teorías sistémicas y las teorías institucionales. Su repaso nos permitirá ver la tendencia convergente en que se mueven, lo que nos será de gran utilidad para situarnos en los actuales esquemas de valoración de la perspectiva innovadora acerca de las organizaciones como redes de comunicación e intercambio social.

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  • El nacimiento de la sociología está enraizado en los intentos de superación del individualismo. El sujeto individual es incapaz de resolver muchos de los problema que se le plantean y debe apoyarse en otras personas que le rodean formando grupos. Las tres formas habituales de conseguir una interacción mutua duradera y específica son los grupos primarios, los grupos secundarios y las organizaciones (Lucas, 2011:276-281). Los grupos primarios, en los que prima la afectividad y en los que los individuos pertenecen con toda su personalidad, amplían indudablemente la capacidad de acción personal, pero su importancia ha quedado en la actualidad con frecuencia reducida en los procesos productivos a una forma residual. Los grupos secundarios, definido con frecuencia en contraposición a los grupos primarios, hacen referencia a formas de interacción decididas libremente, con una preocupación por lo conveniente más que por lo necesario, con lo que se alejan de buena parte del núcleo de interés de los procesos productivos, que quedan fuera de los límites íntimos y espontáneos señalados para los grupos primarios, son en definitiva asociaciones voluntarias.

    Centraremos, por consiguiente, nuestra atención en las organizaciones. De todas maneras, la consideración analítica de las semejanzas y diferencias entre estos tres tipos de grupos en cuanto tamaño, objetivos, forma predominante de sus relaciones, la estabilidad y su aparición, nos muestran con una cierta precisión sus posibilidades. El Cuadro 1.1 es un resumen comparativo interesante que compara las formas básicas de agrupamiento nos introduce, por consiguiente, en la realidad de las organizaciones.

    Cuadro 1.1 Factores Diferenciales de los tipos de grupo

    GRUPO PRIMARIO GRUPO SECUNDARIO ORGANIZACIONES

    TAMAÑO Pequeño Mediano o grande Todos los tamaños

    OBJETIVOS Generales Interés común Interés de los

    fundadores, pensando

    en el interés social

    FORMA

    PREDOMINANTE

    DE LAS

    RELACIONES

    Afectiva

    Cara a cara

    Racional

    Relaciones sociales

    Racional

    División del trabajo

    ESTABILIDAD Grande Regular, relacionado con

    las modas

    Mientras persista la

    respuesta a la

    necesidad

    APARICIÓN Siempre Característico de la

    modernidad

    Se han expandido

    crecientemente en la

    modernidad

    Las organizaciones son, así, grupos o asociaciones de personas relacionadas con las funciones básicas de la sociedad (comunicación, fijación de fines, producción y reparto de bienes y servicios, etc.). Aunque pueden alcanzar un gran tamaño las hay también de muy

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  • pocos miembros. Los fines propuestos en las organizaciones están determinados con relativa precisión: así definen el tipo de relación posible en su interior, aunque no se excluyen secundariamente –pero no por ello menos relevantes- otras formas de interacción social. Esto significa también la primacía conceptual de los objetivos racionalmente propuestos y socialmente aceptados, de la planificación –sobre todo en cuanto a jerarquía y división de funciones- y de la formalización, sobre la espontaneidad. Igualmente, los miembros actúan cumpliendo roles diseñados –al menos seminalmente- por los que han fundado o dirigen la organización, y desarrollados en la vida en común de los distintos actores, con unos canales inicialmente determinados de comunicación para enviar y obtener información. Son estas características señaladas las que hacen a las organizaciones un tipo de grupo muy diferente de los grupos primarios (pequeños y con relaciones básicamente afectivas y totalizadoras), las asociaciones voluntarias o grupos secundarios (centradas más en la participación como proceso que como instrumento para alcanzar resultados) o también de la masa (con unos canales de comunicación unidireccionales, externos y poco formalizados).

    Una organización típica es la empresa, en la que los objetivos planteados por las personas integradas en ella son fundamentalmente económicos. Su génesis y desarrollo, unidos a los del capitalismo (Weber, 1923), dan origen a una institución distintiva y expansiva de la modernidad, hasta el punto de que muchas otras instituciones adquieren formas empresariales. Pero lo más interesante es tener presente el múltiple sentido social que ha desarrollado, pues permite sin engaño referirnos a ella como una organización compleja, emblemática de las sociedades actuales. Al acercarnos a su estudio, nos encontramos con la existencia de una organización formal –orientada racionalmente a fines específicos-, a la que se superpone una organización informal –en la que priman lazos espontáneos de naturaleza afectiva. Ambas dimensiones coexisten en una estructura en la que se intentan satisfacer necesidades individuales y, además, en la que no puede dejarse de tener en cuenta el influjo del sistema estratificador de la sociedad. Todo ello es la empresa y lo mismo se puede decir, en cierto sentido, de todas las organizaciones. Se ha señalado con frecuencia que, aunque las cosas que suceden en las diversas organizaciones son muy distintas entre sí, no es casualidad el que se haya acuñado un término común –organización- para todas sus variantes. En todos los casos se dan unas características que definen la realidad común, que hace que comparezcan una serie de problemas de funcionamiento, de relaciones entre los miembros, etc., que son similares en todos los casos. Se pueden presentar de formas diversas pero esencialmente responden a los mismos fenómenos.

    En cualquier caso, la existencia de organizaciones es una de las características distintivas de la sociedad contemporánea, en la que su papel es facilitar la consecución de fines que superan las posibilidades individuales. Aparecen como actores en la vida social, con sus propios derechos y obligaciones, lo que nos lleva a hablar fundadamente de personas corporativas y personas jurídicas. En este sentido –parafraseando a McLuhan en su referencia a los medios de comunicación-, podríamos decir que las organizaciones son “extensiones del mismo hombre”, en la medida que encauzan la acción social individual, que es más eficaz a través de las organizaciones. Se considera de esta manera que las

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  • organizaciones constituyen el punto de intersección y de sincronización de las funciones de utilidad individuales: el lugar algo fortuito en que las micromotivaciones de los actores se transforman en macrocomportamientos individuales. Las organizaciones constituyen las herramientas con las que los participantes tratan de alcanzar sus metas personales (Abravanel, 1992:20).

    En definitiva, la evolución de la sociedad moderna, hacia una sociedad de la información, es también una evolución hacia la sociedad de las organizaciones, pues los seres humanos han aprendido de forma creciente a coordinarse para la realización de muchas tareas arduas en nuestro mundo complejo y desafiante. Con palabras de Kreps (1990:11): "La gente coordina actividades unos con otros para alcanzar sus objetivos, y en último término la supervivencia y la prosperidad es la principal actividad de la organización, que está basada en la cooperación. La cooperación no siempre se logra fácilmente. Hay que persuadir a la gente para que coopere, y la comunicación es una herramienta que ayuda a obtenerla. A través de la comunicación, la gente recoge información de otros, y se la proporciona a otros. La información puede determinar el que la gente coopere".

    Desde el campo de la teoría económica se ha ido acudiendo de manera creciente a la ayuda de planteamientos psicológicos y sociológicos que permitieran ampliar los intentos de racionalización de la conducta de los individuos en la actividad económica, que en nuestras sociedades raramente es individual sino a través de organizaciones. El enorme desarrollo económico de algunas sociedades ha agrandado los problemas y ha hecho necesario intentar su comprensión racional desde diferentes disciplinas. La sociología ha aportado una importante perspectiva para alcanzar nuevos hitos en esta comprensión.

    Al hablar de la aparición de las ciencias sociales en el siglo XVIII es normal hacer referencia a la toma de conciencia de la sociedad, que se ve como objeto de estudio, en un ambiente racionalista y positivista y en una atmósfera fundamentalmente liberal. En esta toma de conciencia, es fácil tener presente que los primeros economistas y sociólogos vieron a las fábricas nacientes como fermento de la modernidad. En ellas, la división del trabajo aparece como elemento fundamental, fuente de productividad (Smith, 1776) y de la necesidad de un nuevo tipo de solidaridad (Durkheim, 1897). A los primeros sociólogos no pasó en absoluto desapercibido el fenómeno fabril; por el contrario, fue objeto de su atención minuciosa y de sus afanes de aplicar el conocimiento científico a la sociedad. Así ha surgido la sociología de la empresa, también llamada –en su versión más moderna amplia y moderna- sociología de las organizaciones.

    1.2. DE LA SOCIOLOGÍA INDUSTRIAL A LA DE LAS ORGANIZACIONES

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  • Cambio histórico y reflexión teórica

    Uno de los resultados más sobresalientes de aquellas transformaciones sociales que dieron lugar a la sociedad moderna fue la aparición de la industria como centro de la vida económica de las sociedades más avanzadas de entonces. La eficacia del sistema fabril se impuso rápidamente sobre los antiguos sistemas gremiales o familiares de producción de bienes. Además, la creciente confianza en el progreso, fundamentada en la aspiración a una sociedad democrática más justa y en la apreciación del conocimiento científico como arma principal del proceso de mejora técnica y social, favoreció un clima de optimismo generalizado en las nuevas formas de organización económica y social. Sin embargo, el siglo del industrialismo fue también un período de profundas convulsiones sociales: los beneficios de la industria llegaron acompañados de nuevos y dramáticos conflictos sociales. La sociología, que daba sus primeros pasos, centró su interés en el estudio de las realidades sociales que surgieron entonces, tanto en su aspecto funcional como en su dimensión conflictiva. Entre los pocos puntos comunes que tienen entre sí las diversas teorías de la sociología clásica, se encuentra la importancia concedida a la industria como núcleo de la organización social, tanto en sus posibilidades de desarrollo y progreso real para las condiciones de vida de las personas individuales, como en su aspecto de institución que alberga y genera conflictos nunca conocidos en épocas anteriores. Así, Comte, Marx, Weber, Durkheim, y otros autores clásicos, oscilan entre el optimismo y el pesimismo a la hora de evaluar el proceso de industrialización y sus consecuencias para las sociedades europeas de su tiempo (Aron, 1980).

    La sociología industrial se fue configurando poco a poco como la rama de sociología que se interesó por los problemas específicos de las organizaciones económicas de la sociedad moderna. Sus temas principales de estudio comenzaron siendo aquellas características que diferenciaron de una manera radical las sociedades industriales de las sociedades anteriores y sus consecuencias para la vida cotidiana de sus habitantes. Entre esas características se suelen destacar las siguientes: el crecimiento de la población, gracias a los avances de la medicina y de la higiene; la concentración de la población en las ciudades, en busca de puestos de trabajo en las fábricas; el auge de las comunicaciones; el aumento de la movilidad social; la expansión de la movilidad psíquica, por la que la gente amplía su mundo desde el ámbito rural en el que estaban confinados al ámbito de la nación; el progreso acelerado de la tecnología; la creciente masificación de la sociedad; la aceleración del cambio social. En la primera parte del este libro tendremos ocasión de profundizar en estos rasgos de la sociedad moderna. Baste ahora con esta enumeración para indicar cuáles fueron las líneas de fuerza de la investigación sociológica inicial.

    Por otra parte, con el paso del tiempo, la sociología industrial fue prestando una mayor atención no sólo a las condiciones sociales que hicieron posible la aparición y el desarrollo

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  • del sistema fabril, sino también y, muy especialmente, a lo que ocurría en el interior de las industrias, consideradas ahora como formas sociales de interacción, dignas de ser estudiadas en sí mismas. En efecto, la mayoría de las personas en la sociedad moderna emplean la parte principal de su tiempo en el interior de su lugar de trabajo que es, ahora sí, la organización industrial. Surge así, una especialidad de la investigación sociológica que comenzó a denominarse sociología industrial. La denominación de esta rama de estudio no ha estado exenta de controversias, como reflejaremos en el siguiente apartado, de acuerdo con los temas específicos que se propuso estudiar o con el ambiente intelectual en el que se desarrollaron. Sin embargo, lo que sí está claro es que se dio un interés específico de los sociólogos por estudiar las estructuras, procesos, conflictos y significados acaecidos en el contexto de las organizaciones industriales. A esta línea de investigación nos referimos cuando hablamos genéricamente de sociología industrial.

    Conocimiento y acción

    Tal vez la diferencia más importante entre la perspectiva sociológica y otras formas de estudiar la vida en las organizaciones fue la intención con que se llevaron a cabo esos estudios. En efecto, los problemas asociados a la organización industrial fueron detectados y analizados desde diversos puntos de vista. Entre ellos, destaca el punto de vista técnico, es decir, el estudio que los propios encargados de tomar decisiones y asumir responsabilidades en las organizaciones llevaron a cabo. O el de aquellos que buscaban ayudar a los directivos a mejorar los resultados de los procesos productivos. El perfil del investigador técnico es, lógicamente, el del ingeniero que pretende lograr una mayor eficiencia en la producción de los bienes y en los procedimientos propios de cada fábrica. Un buen ejemplo de esta perspectiva son los trabajos de F.W. Taylor, a quien dedicamos atención suficiente en la segunda parte del libro pues su influencia en la organización de las empresas ha sido enorme.

    La perspectiva sociológica en el estudio de las organizaciones no busca, sin embargo, de forma inmediata la mejora de la productividad o de la rentabilidad de la inversión industrial. Más bien, se interesa directamente por los procesos sociales que ocurren en su interior para alcanzar una comprensión más completa de la vida organizativa. No significa esto que la sociología industrial no tenga interés para la práctica empresarial. Muy al contrario, los principales avances recientes en la forma de gestionar las organizaciones son deudores en gran medida de planteamientos sociológicos. Es lógico que sea así, pues la perspectiva técnica tiende a reducir el número de variables o aspectos de la realidad que deben incluirse en la teoría y, por tanto, en las acciones que recomienda. En cambio, la sociología procura dar una explicación más global tanto de los problemas como de las oportunidades de acción que surgen en el contexto de las organizaciones. De todas formas, la intención de la perspectiva sociológica es fundamentalmente la comprensión de la organización y sólo secundariamente, la intervención en busca de fines específicos de carácter económico.

    La evolución dramática que ha sufrido la actividad económica a lo largo del siglo XX ha influido, lógicamente, también sobre la industria como centro del proceso productivo. Los procesos mecánicos han cedido el protagonismo al desarrollo electrónico e informático; los

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  • mercados locales se han quedado pequeños en el contexto de la globalización, consecuencia del progreso de los medios de transporte y comunicación; los recursos invertidos en la producción de bienes es cada vez menor en comparación con la atención dedicada a la prestación de servicios y al flujo de información, etc. Estos y otros factores –que estudiaremos a lo largo del libro- han provocado que la industria –la fábrica- haya dejado de ser la institución protagonista de la sociedad actual. La mayoría de la gente no trabaja ya en procesos industriales –muchos se han podido robotizar- ni administrativos –que dependen de los ordenadores-. La riqueza de las naciones ya no depende de su riqueza productiva. La información, su generación, transformación y flujo son, ahora, los protagonistas de las decisiones económicas. Sin embargo, la organización –que ya no es preferentemente industrial- no ha desaparecido de los cimientos de la vida social. Es más, como hemos visto más arriba, nuestra sociedad se puede denominar con propiedad, sociedad de las organizaciones.

    El interés de la sociología se ha trasladado, por todo ello, de la industria como tema principal, al análisis de las organizaciones –en cualquiera de sus formas y configuraciones- como actor colectivo crucial para la comprensión de la sociedad contemporánea. Hay gran diversidad de organizaciones de acuerdo con los fines que persiguen, con las estructuras internas que desarrollan, con su capacidad de cambio y adaptación al entorno, etc. Pero todas ellas tienen en común ciertos aspectos estructurales y significativos que permiten investigar su funcionalidad y conflictividad de manera, al menos, análoga. El bagaje que la sociología –como perspectiva particular- desarrolló durante el período industrial ha resultado tremendamente útil y clarificador para lograr una comprensión atinada y progresiva de la “vida organizacional” en sus diferentes dimensiones.

    La sociología hoy en día se ocupa de las organizaciones en cualquiera de sus especificaciones concretas. No se limita ya a las organizaciones económicas sino que presta atención y tiempo al estudio de hospitales, museos, universidades, asociaciones ciudadanas, etc. Le es lo mismo estudiar una clínica privada (una empresa) que una clínica pública: las dos son organizaciones. No significa esto que se haya diversificado indefinidamente el objeto de estudio. Es cierto que ha habido una ampliación de los temas que interesan. Pero significa también que los diversos tipos de organización social se parecen cada vez más entre sí, al parecerse todos ellos cada vez a la forma de estructuración de la acción colectiva que inauguró la industria en los albores de la sociedad moderna. Por ello, la sociología de las organizaciones es un título que se refiere no tanto a un cambio en el objeto de estudio como a una evolución del propio objeto estudiado, que se ha convertido con el paso de las décadas en algo cada vez más complejo y generalizado, configurador no sólo de la dimensión económica de la vida social sino también de muchos otros aspectos de la vida cotidiana de las personas individuales. Por eso, la perspectiva sociológica ha recogido el reto del estudio de la evolución social en el centro de su dinamismo, que es en nuestros días, el estudio de las organizaciones actuales.

    De esta manera, la sociología de la empresa recoge hoy, a la vez que lo amplía y lo actualiza, lo que durante décadas fue el objeto de la sociología industrial. A continuación

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  • dedicaremos más atención a las cuestionemos terminológicas, pero adelantaremos ahora que el término “sociología industrial” ha quedado ya algo anticuado pues, aunque sigue existiendo un gran número de organizaciones esencialmente industriales, con sus virtualidades y problemas típicos, el tipo específico de agente colectivo en la actualidad ya no se puede decir que sea la industria, y no sólo por razones cuantitativas sino también cualitativas. Las organizaciones económicas típicas en la actualidad se configuran de maneras muy diversas de la que fue común en la sociedad industrial. Qué maneras son estas y que consecuencias tienen para la vida social es uno de los hilos conductores del presente libro que se va desarrollando a lo largo de los diferentes capítulos de que se compone.

    Por otra parte, a partir de los argumentos desarrollados en el estudio de las empresas como organizaciones se puede acceder a la investigación social en otro género de organizaciones no económicas. Renunciar a un campo de estudio tan importante e interesante no hubiera estado a la altura de la curiosidad académica y científica. Por eso, la sociología de la empresa ha llegado a ampliar el objeto de estudio hasta cubrir también otro tipo de realidades colectivas que vertebran la sociedad actual. Bien se podría haber utilizado, para referirnos a la materia que nos ocupa, el término breve de “sociología de las organizaciones”, y así lo hacen muchos autores. Nosotros hemos preferido, sin embargo, mantener en el título “sociología de la empresa y de las organizaciones” aludiendo así a la génesis de esta área del saber, así como a la centralidad de la actividad socioeconómica que ha actuado como motor de su desarrollo.

    1.3. CUESTIONES TERMINOLÓGICAS Y CAMPOS DE ESTUDIO

    Una enumeración de los temas tratados por la sociología de la empresa y de las organizaciones incluiría fundamentalmente los siguientes: los problemas históricos relativos al industrialismo y su evolución hacia la sociedad de la información; las diferentes teorías sobre las relaciones sociales en el trabajo; el estudio de la empresa como sistema e institución social y de los roles que la componen; los problemas relativos a la motivación y a la satisfacción en el trabajo; los problemas relacionados con el control social de la organización; así como la participación y un amplio conjunto de temas relativos al entorno exterior en que la actividad empresarial se mueve: conflictos, sindicatos, ocio, cambio social de la comunidad, etc. La experiencia indica que este mismo temario es tratado con otros títulos genéricos como: Sociología del Trabajo, Relaciones Industriales, Teoría de las Organizaciones, también todavía como Sociología Industrial, e incluso Sociología Económica, sin faltar quienes utilizan formas de compromiso como Sociología Industrial y de la Empresa, Sociología del Trabajo y el Ocio, etc.

    Sin preocuparnos excesivamente por la cuestión, pues las discusiones terminológicas suelen añadir poco en lo científico y son más bien reflejo de problemas personales de supremacía de escuelas y autores, vale la pena repasar las denominaciones más importantes que nos pueden servir como muestrario de los diferentes enfoques que han predominado en la disciplina:

    a) Sociología industrial. El término Industrial Sociology es posiblemente el que más se ha utilizado en todo el mundo durante décadas y se corresponde con la preponderancia en

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  • investigación y docencia de la sociología norteamericana. Sus estudios se han dedicado especialmente a los problemas humanos en el interior de las fábricas, con una clara preocupación por la productividad. Pero en buena medida se han olvidado de un tema vital, como es la necesidad de tratar las consecuencias sociales de industrialismo, sobre todo en sus vertientes más críticas y menos conformistas. Por otra parte –como es obvio- las actividades profesionales y de servicios, privados o públicos, donde se realiza una actividad productiva, también son objeto de estudio, aunque por el título "industrial" pudieran parecer marginadas.

    b) Relaciones industriales. Es una derivación de la sociología industrial, que centra sus estudios especialmente en las relaciones entre asalariados y propietarios, entre empleados y directivos; y más concretamente en lo relativo a la negociación de los convenios de trabajo (salarios, duración de la jornada, participación, etc.). Con este título han proliferado en Europa y América departamentos de investigación y docencia en las universidades, cuya actividad se enmarca claramente en nuestro campo de estudio, aunque intentan reducir a un aspecto muy concreto su campo de interés.

    c) Sociología de las organizaciones. Es una denominación muy actual del estudio de las colectividades en función de su organización, que se considera como un sistema de actividades o fuerzas personales y estructurales conscientemente coordinadas (Perrow, 1991). También se interesa por los efectos emergentes de los distintos tipos de organización. La amplitud del objeto marcado como campo de estudio hace que junto a empresas quepan corporaciones cuyo fin no es económico, por ejemplo, las organizaciones públicas, las asociaciones no lucrativas, las Iglesias, etc. En este sentido la sociología de las organizaciones coincide en los problemas de su interés (comunicación, participación, relaciones formales e informales, etc.) y en su misma metodología, con la sociología de la empresa, aunque aborda explícitamente otro género de actores colectivos de índole no económica..

    d) Sociología Económica. Estudia las diferentes instituciones económicas, entre las que sobresale la empresa, pero sin circunscribirse tampoco a la sociedad industrial tal y como la hemos descrito (Smelser y Swedberg, 1994). Realmente una buena parte del campo de interés de esta disciplina coincide con el de la sociología de la empresa, aunque tenga otros apartados que a este le interesan sólo marginalmente (por ejemplo, los problemas del subdesarrollo) o como elementos ambientales (por ejemplo, el consumismo).

    e) Sociología del trabajo. Es una denominación típicamente francesa, con raíces en la tradición durkheimiana. La Sociologie du travail estudia "todas las colectividades humanas que se constituyen con motivo del trabajo: una empresa industrial lo mismo que un trasatlántico o una lancha de pesca, una gran explotación de agricultura intensiva o la finca del pequeño agricultor donde trabajan algunos empleados con la familia del agricultor, una gran tienda de departamentos o un pequeño comercio que sólo emplea a algunos vendedores, un taller de artesano y la oficina de una delegación de policía, el equipo de un avión que se constituye a intervalos regulares en una línea aérea o el

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  • personal de una automotora de los ferrocarriles" (Friedmann, 1977:28). Quizás hagan más hincapié en el estudio de los problemas más directamente relativos al trabajo como tarea humana genérica y en aspectos más ideológicos (alienación, conflicto, sindicatos), desde un punto de vista explícitamente crítico.

    f) Sociología de la empresa. Es la denominación que surgió y se ha mantenido especialmente en la tradición alemana como "ciencia sociológica de los problemas sociales planteados por la empresa" (Dahrendorf, 1974:10). Algunos autores han intentado durante las décadas pasadas distinguir su ámbito del de la sociología industrial, pero –en nuestra opinión- son intentos vanos en que no vale la pena entrar, una vez que ya hemos comentado nuestra postura al respecto.

    Con todo lo dicho puede concluirse que la sociología de la empresa, la industrial, la del trabajo, la económica, la de las organizaciones y el estudio de las relaciones industriales tienen en esencia –junto con todos los vocablos híbridos que también se han utilizado- un mismo contenido, pues objeto y métodos coinciden y los enfoquen son muy similares. Por nuestra parte utilizaremos el término Sociología de las Organizaciones que nos parece fácilmente inteligible, incluso para los no especialistas en los campos de interés que nos ocupan, sin renunciar en momentos determinados a usar las demás expresiones.

    1.4. LA SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES EN LA PRÁCTICA

    La sociología de las organizaciones intenta, como cualquier ciencia, racionalizar el mundo de nuestra experiencia, y se ocupa de problemas que afectan diariamente a muchos individuos. Por eso es lógico suponer el interés práctico de sus conclusiones. Sin embargo, la sociología no tiene como propósito descubrir los mecanismos ocultos –desconocidos- de la vida social para que puedan ser utilizados por "ingenieros sociales". Su objetivo es, más bien, difundir en la sociedad la comprensión del modo en que las relaciones sociales están establecidas, persisten o pueden ser modificadas, pero no tanto la acción o intervención sobre estas relaciones.

    Misión de la sociología en las organizaciones

    La actividad del sociólogo en la sociedad de las organizaciones no es, principalmente, dar normas de conducta, recetas para resolver los problemas concretos, sino difundir racionalidad, ofrecer conocimientos, hacer más comprensibles los procesos sociales del grupo como un todo, con sus subgrupos y grupos de referencia. Podrá así contribuir al funcionamiento óptimo, pero no es su tarea inmediata decir en qué consiste este funcionamiento o cómo se consigue. Su interés por los problemas económicos –productividad, estabilidad, pérdidas por conflictos, etc.- es indirecto. Aunque en estos campos sus aportaciones, con base en investigaciones realizadas en diferentes grupos, puedan ser muy prácticas para comprender realmente el problema y plantear correctamente su solución.

    Por otra parte, el interés del punto de vista sociológico no se refiere a la estructura humana concreta de una empresa especifica, es decir, a las personas individuales que trabajan en ella y al modo como se relacionan personalmente con quienes les rodean. Es la psicología la que puede

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  • dar racionalizaciones o consejos prácticos sobre la conducta de los individuos; por eso en cualquier empresa, sin importar su tamaño, puede ser conveniente contar con la colaboración de un psicólogo que ayude en los procesos de selección, de adaptación a las tareas y de solución a los pequeños conflictos cotidianos.

    La sociología de las organizaciones tiene más importancia en el contexto de las grandes empresas o instituciones, donde los procesos de grupos adquieren una entidad difícilmente abarcable, e incluso inabarcable a simple vista, o por pura intuición. El sociólogo se podrá ocupar de esta forma de las causas estructurales del conflicto, de las funciones y conflictos del sistema de comunicaciones, de los grupos informales, de los prejuicios que impiden la cooperación y otros temas afines, cuya repercusión en la vida cotidiana de la empresa es evidente. También en la pequeña empresa estos problemas tienen su importancia, con frecuencia por los condicionamientos externos del entorno sociopolítico en el que se encuentran.

    En cualquier caso, como indicaba acertadamente Dahrendorf (1974:18), "sería deseable que todo aquel que ocupa en una empresa o en una agrupación económica un puesto de responsabilidad se ocupara alguna vez de la problemática de la sociología de la empresa", y es éste el sentido que tienen los cursos intensivos organizados con frecuencia para directivos o líderes sindicales. La perspectiva sociológica puede aportar una visión de las organizaciones a sus direcciones que enriquezca su manera de plantear y enfocar los problemas cotidianos o los extraordinarios. En este sentido, Morales (1997) aduce algunas razones que hacen convenientes el estudio de la dinámica de las organizaciones para los responsables de la acción. Esas razones son: a) necesitan una visión global de las organizaciones, y no sólo un conocimiento específico de alguna de sus partes; b) una mejor comprensión de los fenómenos organizativos puede redundar en una mejora de las funciones que desarrollan en su área de responsabilidad; c) si la innovación técnica es determinante para la competitividad, la innovación organizativa es imprescindible para una adecuada adaptación al entorno. Se requiere un esfuerzo en el estudio de las organizaciones para innovar en este sentido.

    Pero no debemos olvidar que la sociología de la empresa, como saber específico, no proporciona a los hombres de acción recetas sino conocimientos; por eso, su tarea no es determinar qué opción resulta más conveniente en un momento concreto para una empresa determinada; pero tampoco puede perjudicar a las decisiones prácticas que los que han de decidir se dejen enriquecer con mayores y pertinentes conocimientos. En este sentido, es pertinente recordar la distinción que propuso Max Weber (ver Cuadro 1.2.) entre las tareas del político y del científico (1919-1986), así como el consejo que da al científico de evitar la tentación de ir más lejos. Para Weber, “una ciencia empírica no puede enseñar a nadie qué debe hacer sino únicamente qué puede hacer y, en determinadas circunstancias, qué quiere; jamás puede ser tarea de una ciencia empírica proporcionar normas o ideales obligatorios, de los cuales puedan derivarse preceptos para la práctica” (1973:44).

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  • Cuadro 1.2 Conocimiento teórico y vida práctica

    “Ustedes preguntarán, por último: ‘Si todo esto es así, ¿qué es lo que de realmente positivo aporta la ciencia para la vida práctica y personal?’. Con esto nos encontramos de nuevo ante el problema de su vocación. Por de pronto, la ciencia proporciona conocimientos sobre la técnica que, mediante la previsión, sirve para dominar la vida, tanto las cosas externas como la propia conducta de los hombres. Dirán ustedes que por ese camino nos encontramos simplemente con la verdulera del muchacho americano; esa es también mi opinión. Pero, en segundo lugar, y esto ya es algo que la verdulera no hace en modo alguno, la ciencia proporciona métodos para pensar, instrumentos y disciplina para hacerlo. Tal vez me objeten ustedes todavía que aunque eso no son verduras, no pasan de ser medios para procurárselas. Aceptado; por hoy podemos dejarlo así. Felizmente tampoco con eso concluye, sin embargo, la aportación de la ciencia y aún podemos mostrar un tercer resultado importante de la misma, la claridad. Suponiendo, naturalmente, que el profesor la posea. Si este supuesto se da, nosotros, los profesores, podemos hacer ver claramente a quienes nos escuchan que frente al problema de valor de que se trate cabe adoptar tales o tales posturas prácticas (les ruego a ustedes que, para simplificar, piensen en el ejemplo de los fenómenos sociales). Si se adopta tal postura, la experiencia científica enseña que se han de utilizar tales y tales medios para llevarla a la práctica. Si, por casualidad, esos medios son de tal índole que ustedes se sienten obligados a rechazarlos, se verán forzados a elegir entre el fin y los inevitables medios. ¿Resultan o no los medios santificados por el fin?”

    Fuente: Max Weber (1919-1986:221-222)

    Actualidad de la perspectiva sociológica en el mundo de la gestión

    Desde que en el año 1929 se iniciaron los experimentos de Hawthorne, punto de partida inmediato de la sociología de la empresa contemporánea, el interés por nuestra disciplina tuvo un auge creciente, truncado a finales de los años cincuenta. La crisis –como el esplendor- provino de las consecuencias prácticas sacadas por Mayo en Hawthorne, que dieron lugar al movimiento de "relaciones humanas". Sus discípulos quisieron utilizar algunas de sus conclusiones como si fueran una receta universalmente aplicable por los encargados en las industrias de mantener el clima de trabajo. Pero los resultados no fueron buenos –no podían serlo, pues no era ese su objetivo-. Así pues, las primeras experiencias de llevar a la práctica sistemáticamente los resultados incipientes de la sociología de la empresa, terminaron en un fracaso que hizo temer por su misma continuación como disciplina científica. Sin embargo, los avatares de la dirección de empresas en las últimas décadas han puesto nuevamente de relieve la importancia de una comprensión profunda de la dimensión social de las organizaciones, como se puso de manifiesto, por ejemplo, desde la recepción entusiasta de libros tan conocidos como Teoría Z de Ouchi, o En busca de la excelencia, de Peters y Waterman. El éxito de estos gurús de la gestión no hizo sino subrayar la importancia que para la vida real de las corporaciones grandes y de las organizaciones pequeñas tienen temas como la cultura compartida, el desarrollo de valores comunes, la flexibilidad estructural de la comunicación interna, los cauces de los procesos de decisión, etc., temas todos ellos que pertenecen al acervo tradicional de esta disciplina. Actualmente los estudios de gestión de empresas privadas y de la administración pública, entre otras técnicas de intervención práctica, se benefician de diversas maneras de los conocimientos básicos desarrollados en el ámbito de la sociología. Esperamos que el estudio de los temas incluidos en el presente libro sea también de utilidad para el lector.

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  • I HISTORIA SOCIAL

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  • Capítulo 2 LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

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    2.1. CLAVES DE UN PROCESO HISTÓRICO: Etapas del crecimiento económico.

    Características económicas de la sociedad preindustrial

    2.2. LA APARICIÓN DE LA INDUSTRIA: Un cambio ni revolucionario ni industrial.

    Extensión de la industrialización.

    2.3. CARACTERÍSTICAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LA

    INDUSTRIALIZACIÓN: Características económicas de la primera industrialización.

    Características sociales de la industrialización inicial

    2.4. EL FRACASO DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN ESPAÑA: Intentos

    baldíos de industrialización. Causas del fracaso.

    2.5. EL MOVIMIENTO OBRERO Y LA ORGANIZACIÓN DE LOS

    TRABAJADORES: Los orígenes del sindicalismo anglosajón. El sindicalismo

    continental.

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  • a Sociología de la Empresa se propone estudiar las relaciones sociales que se constituyen alrededor de las organizaciones económicas, consideradas como la institución característica de la Sociedad Industrial. Max Weber, en su Historia económica

    general (1923), explica cómo uno de los elementos constituyentes decisivos de la empresa moderna es la apropiación del taller, de los instrumentos, fuentes de energía y materias primas en una misma mano, la del empresario, de manera que el proceso seguido en el trabajo o los instrumentos empleados, tienen una importancia secundaria.

    La existencia de la empresa o fábrica moderna supone desde el punto de vista económico la posibilidad de ventas en gran escala y con carácter permanente, con una organización productiva abocada fundamentalmente al mercado e independiente del autoconsumo; y esto sólo es posible en una sociedad de economía monetaria y donde las técnicas permitan una producción relativamente barata. Desde el punto de vista del orden social, la empresa moderna sólo surge cuando es posible contar con una mano de obra libre, barata y abundante –aunque para algunos la experiencia parece demostrar lo contrario-, situación sólo alcanzable mediante la disolución del orden gremial que enmarcaba las relaciones productivas en la Edad Media.

    2.1. CLAVES DE UN PROCESO HISTÓRICO

    Se considera normalmente que es la Revolución Industrial la que está en el origen de la Sociedad Industrial y del concepto moderno de empresa. Más adelante abordaremos con más precisión las causas y efectos de dicha revolución, ahora sólo resaltaremos que sus comienzos coinciden con los inicios del capitalismo y que, como precisaba Max Weber (1904-1981), existe el capitalismo donde quiera que se realiza la satisfacción de necesidades de un grupo humano, con carácter lucrativo y por medio de empresas, cualquiera que sea la necesidad de que se trate. De manera que hablar de los inicios del capitalismo, de la Revolución Industrial y del concepto moderno de empresa, es hablar de una misma realidad.

    Al intentar aclarar el anclaje decisivo del capitalismo algunos autores centran su atención en la existencia del mercado; así, por ejemplo, Simmel (1977) considera que el capitalismo es fundamentalmente una economía monetaria, pues lo importante es la difusión del medio de intercambio, el dinero, y sus actitudes mentales concomitantes: el cálculo racional y la exteriorización de las propiedades y posesiones personales; y en la misma línea, para Sombart (1930) el alma del capitalismo es el cálculo racional de las ganancias.

    Sin embargo, Karl Marx y Max Weber coinciden en que lo realmente importante es la forma de la producción; para Marx, sobre todo es importante la oferta de trabajo y la necesidad de explotar el ejército de desocupados; para Weber, el trabajo monótono y pesado se inicia en un ascetismo motivado por la religión, pues no es suficiente el afán de lucro que existía anteriormente –por ejemplo, entre los comerciante chinos (Gerth y Mills, 1977:128-130).

    Indica Weber (1923) que el capitalismo se ha presentado de diferentes maneras en los diversos períodos de la historia, pero la satisfacción de las necesidades cotidianas basadas en técnicas capitalistas sólo es peculiar de Occidente, y aún en los países del mismo resulta cosa natural desde la segunda mitad del siglo XIX. La premisa más general para la existencia del

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  • capitalismo moderno es la contabilidad racional del capital como norma para todas las grandes empresas lucrativas que se ocupan de la satisfacción de las necesidades cotidianas. Las condiciones para que existan esas empresas son:

    1. Apropiación por las empresas de los bienes de producción como propiedad de libre disposición;

    2. Libertad de mercado;

    3. Técnica racional contabilizable;

    4. Derecho racional, calculable, con actuación previsible de los tribunales;

    5. Trabajo libre, es decir, personas jurídica y económicamente obligadas a vender libremente su actividad en un mercado;

    6. Comercialización de la economía, con uso general de títulos de valor transferibles para los derechos de participación en las empresas.

    En este marco teórico que vamos perfilando inicia su andadura la empresa industrial moderna. Pero antes de estudiar el caso concreto de Inglaterra -prototipo y primer ejemplo histórico de proceso de industrialización- vamos a ver genéricamente las etapas por las que se considera debe pasar este proceso. Parece, en este sentido, muy adecuado el análisis secuencial de Rostow sobre el desarrollo económico.

    Etapas del crecimiento económico, según Rostow

    Corresponde la aportación de Rostow a un intento de relacionar las diferentes fuerzas: económicas, políticas y sociales, que inciden en el funcionamiento de una sociedad integral. Las bases para una teoría del crecimiento económico las busca en la Historia Económica.

    El punto de partida de Rostow, expresado en su libro Las etapas del crecimiento económico (1973), es que es posible identificar las sociedades, en sus dimensiones económicas, dentro de una de estas cinco categorías: la sociedad tradicional, las condiciones previas para el impulso inicial, el impulso inicial, la marcha hacia la madurez y la era del gran consumo en masa. Estos son los pasos que de una forma más o menos rápida han seguido todos los países que actualmente llamamos desarrollados y el itinerario señalado para los que están en un proceso de desarrollo. Vamos a repasar escuetamente el sentido que para Rostow tienen esas cinco etapas.

    1. La sociedad tradicional. Se caracteriza porque su nivel de producción per cápita no aumenta, debido a que las posibilidades científicas y técnicas modernas no se pueden aplicar de forma regular y sistemática. En términos generales, las limitaciones a la productividad que caracterizan esta etapa hacen que la sociedad tenga que dedicar una gran parte de sus recursos a la agricultura. Tienen gran importancia los nexos familiares y el sistema de valores contiene una alta dosis de fatalismo a largo plazo.

    2. Condiciones previas para el impulso inicial. Esta segunda etapa se corresponde con el período en que se desarrollan las condiciones previas para el impulso inicial, pues requiere tiempo defenderse de los rendimientos decrecientes y gozar de los beneficios y opciones

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  • debidos al progreso a ritmo de interés compuesto. Se dieron estas condiciones en la Europa occidental de fines del siglo XVII y principios del XVIII, y especialmente en Inglaterra, favorecida por unos recursos naturales y una estructura política y social flexibilizada. A esta situación preparatoria la denominó Rostow, siguiendo el argot de la aviación, como warming up (calentamiento de motores antes del despegue).

    3. En otras sociedades, este paso se ha iniciado más por influencia externa que por factores endógenos. Para Rostow significa en concreto esta etapa: el afianzamiento de la idea de que es posible el progreso, la extensión de la educación, aparición de instituciones para el manejo del capital, inversiones en transportes y comunicaciones. Y sobre todo una serie de cambios en el terreno político que se pueden resumir en la construcción de un Estado nacional centralizado y efectivo. Con todo ello, la economía sigue todavía con los métodos tradicionales de baja productividad, con unos valores inalterables.

    4. El impulso inicial. Es el paso definitivo en opinión de Rostow. En esta fase se superan todos los obstáculos y resistencias contrarios a un crecimiento permanente. Continuando con el argot de la aviación, Rostow llama a esta etapa take off, el despegue propiamente dicho. Las fuerzas tendentes al progreso se expanden, de forma que el crecimiento llega a ser condición normal. El estímulo inmediato es esencialmente tecnológico ya sea en la agricultura o en la industria; y supone tanto la formación de un capital social fijo, como la aparición en el poder público de un grupo preparado para aceptar la modernización económica como asunto trascendental y de gran categoría política.

    5. La aparición de nuevas industrias produce una acumulación de bienes disponibles en la sociedad. El incremento de ingresos produce un aumento de ahorro (del 5 al 10 por ciento del ingreso nacional) que al invertirse da lugar a un proceso de crecimiento realimentado. Con lo que la estructura económica y política se transforma de tal manera que en lo sucesivo puede sostenerse con regularidad un ritmo fijo de crecimiento.

    6. La marcha hacia la madurez. Consiste en un progreso sostenido durante un largo intervalo de manera que la tecnología moderna empieza a abarcar todo el frente de la actividad económica de la sociedad. De esta manera, indica Rostow, al reinvertirse del 10 al 20 por ciento del ingreso nacional los incrementos de la producción sobrepasan los aumentos de población. Históricamente este proceso parece necesitar unos sesenta años de mejoras permanentes, de forma que: sea posible que crezca el monto del capital, y se realice la absorción de la tecnología moderna por la sociedad, al menos por tres generaciones acostumbradas al crecimiento como estado normal; aunque lógicamente es factible pensar en un acortamiento progresivo de la etapa siguiendo la experiencia de otras sociedades ya industrializadas.

    7. La era del consumo de masas. Esta última etapa está caracterizada porque los principales sectores productivos se orientan hacia los bienes y servicios duraderos de consumo. En estas sociedades el alto nivel de ingresos per cápita permite satisfacer no sólo las necesidades básicas en grado elevado, sino la búsqueda de la seguridad (servicios

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  • sociales) y el bienestar (productos estándar de consumo distribuidos en gran escala, muy representativo de ellos es el coche).

    Cuadro 2.1 Etapas del crecimiento económico, según Rostow

    La existencia de estas etapas le parece a Rostow importante para establecer términos comparativos entre los distintos pueblos y para colocar las diferentes sociedades en su momento evolutivo concreto. Las críticas que se le han realizado han sido en buena parte asumidas por Rostow, pues no han sido tan radicales como para descartar metodológicamente una progresión de este tipo en el crecimiento económico.

    Finalmente, merece la pena situarnos en el siguiente gráfico de Rostow, que nos puede servir como síntesis de sus ideas acerca de la evolución temporal de las distintas sociedades contemporáneas con base en la experiencia histórica. Desde esta perspectiva vamos a abordar más profundamente el sentido que tiene la llamada primera Revolución Industrial en Inglaterra, partiendo de la descripción de la situación previa.

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  • Características económicas de la sociedad preindustrial

    Si nos fijamos en las sociedades menos desarrolladas de nuestro siglo, para colocarnos imaginativamente antes de la industrialización, podemos concretar las características de su economía en las siguientes: pobreza, lentitud del ritmo de desarrollo económico, fuerza de trabajo no especializada y disparidades regionales. El análisis separado de cada una de estas características nos servirá para situar el punto en que se encontraba una sociedad preindustrial como Inglaterra a mediados del siglo XVIII y señalar las pautas de actuación que caracterizan el proceso de industrialización o de desarrollo económico. Phillips Deane (1975) expone de manera acertada los rasgos principales de las economías preindustriales:

    1. La pobreza. Es difícil saber la situación de pobreza o riqueza de un pueblo como el inglés en el siglo XVIII. En primer lugar, por el carácter relativo del término pobreza, que hace necesaria la elección de una entre las distintas medidas posibles, y en segundo lugar, porque las series de datos disponibles no siempre son muy fiables. Para medir el grado de riqueza podemos utilizar la renta per cápita, que se acepta normalmente como índice más común.

    En opinión de Deane la renta per cápita de Inglaterra a finales del siglo XVIII podría ser entre 8 y 9 libras anuales, en 1750 el promedio se situaría entre las 12 y las 13 libras anuales per cápita y a finales del siglo XVIII había pasado a 22 libras. Las 12 libras anuales de 1750 pueden equivaler a unas 70 de 1950, cifra superior a las rentas per cápita anuales de muchos países subdesarrollados, y similar a la que podían tener a mediados del siglo XX muchos países de América Central y del Sur.

    Posiblemente Inglaterra estaría en el siglo XVIII entre los tres países más ricos del mundo –con Francia y Holanda- y sus habitantes tenían un nivel de vida superior en comida, vestido y alojamiento que el resto de sus contemporáneos. Pero todavía el nivel de vida era muy vulnerable a los desastres climáticos y epidemias; con unos excedentes en bienes alimenticios en circunstancial normales, pero siempre al borde de la catástrofe.

    2. El estancamiento. Es ésta una de las características fundamentales de la sociedad preindustrial, que su nivel de vida está relativamente estancado o estable. Los cambios económicos se realizan de manera lenta y pueden ser de crecimiento o de decrecimiento. Como certeramente indica Deane, refiriéndose a los ingleses de principios del XVIII: “Consideraban que la población, los precios y la productividad podían fluctuar tanto hacia arriba como hacia abajo, y que no había razón alguna para esperar que fueran en una dirección y no en otra" (1975:17). De manera que la economía lo mismo decaía que se desarrollaba, y el crecimiento –cuando existía- era tan lento que el hombre medio no tenía sensación de vivirlo, pues la mejora conseguida durante un período (nunca superior al 1 por ciento anual) podía ser destruida por una cosecha, por una epidemia o por una guerra. Hay incluso indicios para pensar que el nivel de renta del inglés del siglo XVIII era inferior al de finales del siglo XV, jugando un papel importantísimo las variaciones en el aumento de la población. En definitiva, el círculo vicioso de la pobreza es una situación relativamente estable cuya ruptura permite iniciar procesos de desarrollo socioeconómico (Cuadro 2.2).

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  • 3. La dependencia de la agricultura. En las sociedades tradicionales el modo de vida es de subsistencia, de forma que cada familia debe conseguir sus propios medios de alimentación. Y lo habitual es que más del 80 por ciento de la población tenga en la agricultura su dedicación fundamental.

    La situación inglesa a finales del siglo XVII entraba en este cuadro; puede calcularse que un 68 por ciento de las familias tenían en la agricultura su dedicación primaria. Y que para 1750, aunque había empezado una cierta expansión industrial y de comercio con ultramar, probablemente más del 66 por ciento de la población trabajaban en el sector agrícola, aunque pudieran algunos dedicar parte de su tiempo a la industria de la lana o el algodón. En cualquier caso, la mayoría de los habitantes de Inglaterra en el siglo XVIII vivían en zonas rurales, y sólo una de cada cinco personas habitaba en una gran ciudad.

    4. La falta de especialización profesional. La economía moderna se caracteriza por la especialización en la producción, de manera que ésta se realiza en un proceso en el que intervienen diferentes individuos especializados en la realización de una parte (una sola operación normalmente). Por el contrario el trabajador tradicional es un hombre para todo.

    La situación de Inglaterra a finales del siglo XVIII no era de una gran especialización, aunque existían numerosas fábricas en que la división del trabajo se había realizado hasta el extremo. Puede calcularse que a principios del siglo XVII la renta nacional correspondiente a salarios o sueldos era más o menos de un tercio del total; y que hacia mediados de siglo la proporción de los salarios pasaría a ser superior a la mitad. En cambio, actualmente, en regiones poco industrializadas, como por ejemplo Nigeria, la proporción de salarios sobre el total de la renta nacional no alcanza el 15 por ciento. Pero sobre todo en Inglaterra se habían ido desarrollando en el siglo XVII una serie de instituciones económicas (comerciales, de seguros y monetarias) que formaban un sistema más conexo que el que puede darse actualmente en casi todos los países subdesarrollados o de renta baja.

    5. El escaso grado de integración geográfica. La falta de integración de las diferentes regiones, debida a un sistema deficiente de comunicaciones caracteriza también a la economía preindustrial. De manera que difícilmente se puede hablar de economía nacional sino de una amalgama de economías regionales.

    En la economía inglesa del siglo XVIII todavía se puede hablar de diversos mercados donde los precios, niveles de salarios y procesos productivos tienen tendencias dispares. Por eso, al intentar aunar los diferentes agregados regionales para darse una idea de la cualidad y ritmo del cambio económico, los resultados pueden no ser significativos. Y cabe pensar que las posibilidades tecnológicas actuales en este campo dan una cierta ventaja a los países ahora en desarrollo.

    Resumiendo todo lo dicho, puede afirmarse que en la economía británica de mediados del siglo XVIII se observan rasgos todavía típicos de una sociedad preindustrial, pero los cambios estructurales eran ya patentes. La población había iniciado en 1740 un proceso de crecimiento continuo, y antes incluso de que el sector textil y el siderúrgico hicieran su cambio definitivo, la

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  • expansión de los ingresos reales empezó a ser lo bastante importante como para que los contemporáneos tuvieran conciencia de ella.

    Cuadro 2.2

    Círculo vicioso de la pobreza y modelo de desarrollo socioeconómico

    En la economía inglesa del siglo XVIII todavía se puede hablar de diversos mercados donde los precios, niveles de salarios y procesos productivos tienen tendencias dispares. Por eso, al intentar aunar los diferentes agregados regionales para darse una idea de la cualidad y ritmo del cambio económico, los resultados pueden no ser significativos. Y cabe pensar que las posibilidades tecnológicas actuales en este campo dan una cierta ventaja a los países ahora en desarrollo.

    Resumiendo todo lo dicho, puede afirmarse que en la economía británica de mediados del siglo XVIII se observan rasgos todavía típicos de una sociedad preindustrial, pero los cambios

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  • estructurales eran ya patentes. La población había iniciado en 1740 un proceso de crecimiento continuo, y antes incluso de que el sector textil y el siderúrgico hicieran su cambio definitivo, la expansión de los ingresos reales empezó a ser lo bastante importante como para que los contemporáneos tuvieran conciencia de ella.

    2.2. LA APARICIÓN DE LA INDUSTRIA

    Es un lugar común a todos los historiadores económicos que el camino hacia una sociedad moderna pasa a través de la industrialización. Se necesita un proceso continuo de crecimiento económico que permita a cada generación superar la producción y el consumo de las precedentes, y esto sólo es posible mediante la industrialización. Adam Smith fue uno de los primeros autores que impulsaron esta nueva forma de entender el desarrollo económico (ver Cuadro 2.3).

    Hablar de industrialización es hablar de revolución industrial, pues la experiencia, realizada en los diferentes países de formas muy diversas, consiste en pasar en unas pocas décadas de unos niveles de vida estabilizados a otros muy superiores y progresivos en su crecimiento. La transformación fundamental en la organización económica que supone la revolución industrial viene definida, en opinión de Deane (1975), por una serie de cambios –interrelacionados entre sí- entre los que cabe incluir los siguientes:

    1. Aplicación amplia y sistemática de la ciencia moderna y del conocimiento empírico al proceso de producción para el mercado;

    2. Especialización de la actividad económica en la producción para los mercados nacionales e internacionales, más que para el uso familiar o local;

    3. Movimiento de población de las comunidades rurales hacia las urbanas;

    4. Ampliación y despersonalización de la unidad típica de producción: para fundarse más en la empresa pública y privada y menos en la familia o clan;

    5. Movimiento de la mano de obra a las actividades relacionadas con la producción de bienes manufacturados y servicios;

    6. Uso intensivo y extensivo de los recursos de capital como sustitutivo y complementario del esfuerzo humano;

    7. Aparición de nuevas clases sociales y profesionales determinadas por la propiedad de medios de producción que no sean la tierra, es decir, el capital.

    Todos estos cambios, en efecto, al producirse conjuntamente, y acompañados por un incremento de la población y un aumento de la producción de bienes y servicios, constituyen una revolución industrial.

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  • Cuadro 2.3 Ventajas de la división del trabajo

    “Las más importantes mejoras en el potencial productivo del trabajo,... parecen ser efecto de la división del trabajo.

    Pongamos un ejemplo... de una manufactura sin importancia, pero en la que la división del trabajo ha sido muchas

    veces advertida: la fabricación de alfileres. Un trabajador no adiestrado especialmente en este oficio... ni familiarizado

    con el uso de la maquinaria empleada en él..., podría apenas poniendo el mayor empeño fabricar un alfiler en un día, y

    ciertamente no haría veinte. Pero según la forma en que actualmente se lleva esta industria, no solamente constituye un

    oficio particular, sino que está dividido en un número de operaciones, que en su mayor parte son igualmente oficios

    peculiares. Un hombre estira el alambre, otro lo endereza, un tercero lo corta, un cuarto lo afila, un quinto lo aplasta en

    la punta para recibir la cabeza; el hacer la cabeza requiere dos o tres distintas operaciones; el colocarla es una tarea

    particular, el blanquear el alfiler, otra; aun el colocarlos en el papel es una tarea aparte; y así la importante tarea de hacer

    un alfiler resulta dividida en unas dieciocho distintas operaciones, que en algunas fábricas se realizan por distintas

    manos, aunque en otras la misma persona pueda realizar dos o tres. He visto un pequeño taller de este tipo, en que

    trabajaban solamente diez hombres, algunos de los cuales realizaban, por consiguiente, dos o tres distintas

    operaciones.... Estos diez hombres podían hacer, por lo tanto, más de cuarenta y ocho mil alfileres al día. Cada

    persona, al hacer una décima parte de los cuarenta y ocho mil alfileres, puede muy bien considerarse que hace cuatro

    mil ochocientos alfileres al día. Pero si hubieran tenido que trabajar por separado e independientemente, y sin especial

    preparación para este oficio, ciertamente no hubieran podido hacer veinte, y aun tal vez ni siquiera un alfiler en un día;

    es decir, no hubiesen podido realizar ciertamente un 1/240 y tal vez ni siquiera la 1/4800 parte de lo que al presente

    son capaces de hacer, gracias a una adecuada división del trabajo y a la combinación de sus diferentes operaciones...

    Este gran incremento de la cantidad de trabajo que un mismo número de personas es capaz de realizar como

    consecuencia de la división del trabajo, es debido a tres circunstancias diferentes: primera, al incremento de destreza en

    cada trabajador; segunda, al ahorro de tiempo que se pierde comúnmente al pasar de una especia de trabajo a otra;

    tercer, a la invención de un gran número de máquinas que facilita y abrevia el trabajo y capacita a un hombre para

    realizar el trabajo de muchos...

    Es la gran multiplicación en la producción de las diversas industrias, como consecuencia de la división del trabajo,

    lo que ocasiona en una sociedad bien gobernada esta universal opulencia que se extiende hasta las clases más humildes

    del pueblo. Cada trabajador puede disponer del resultado de su propio trabajo, en mayor cantidad de lo que necesita

    para sí mismo; y como todos los demás trabajadores están en la misma situación, está en condiciones de cambiar una

    gran cantidad de sus propios bienes por una gran cantidad de los productos de los demás, o, lo que es lo mismo, por el

    precio de una gran cantidad de ellos. El provee abundantemente a los demás de aquellas cosas que les hace falta y ellos

    le proporcionan a su vez ampliamente lo que necesita, y así una abundancia general se difunde a través de las

    diferentes clases de la sociedad...”

    Fuente: Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, p.47

    Como hemos ido viendo, la revolución industrial supone una acumulación de cambios económicos y sociales que pueden especificarse analíticamente en cuatro revoluciones diferentes: demográfica, agrícola, comercial y de transportes. Inglaterra pasa de tener 5,8 millones de habitantes en 1741 a 14 millones en 1831, lo que ha provocado alguna teoría sobre la expansión de la demanda como causa definitiva del crecimiento económico inglés. Igualmente, desde principios del siglo XVIII se extienden en Inglaterra nuevas técnicas productivas en la agricultura, junto al sistema de cercamientos y a cambios en las actitudes empresariales campesinas que llevan a unas posibilidades de excedentes notables en el sector; incrementándose la productividad agrícola en el siglo XVIII en más de un 90 por ciento,

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  • según los estudios de Castronovo (1975). Este incremento de la productividad explica el descenso de los precios agrícolas, así como las crecientes posibilidades de mantener una gran población de asalariados industriales y de elevar la capacidad de compra de productos manufacturados. Por otra parte, la Revolución Comercial hace que empiece a producirse para el mercado –interior y exterior-, llegando las exportaciones inglesas casi a triplicarse entre 1750 y 1800. Y, finalmente, la Revolución en los Transportes, con mejoras en las carreteras y la navegación fluvial, y sobre todo con el ferrocarril, da lugar a una ampliación inusitada de los mercados a precios asequibles.

    Históricamente ha sido, pues, Inglaterra el primer país donde se produjo la revolución industrial; surgió además espontáneamente, sin ayuda del Estado. Por este motivo el estudio de su punto de partida y de sus fases ha revestido gran importancia, pues su evolución ha sido tomada como modelo, llegando incluso a afirmarse que sólo Inglaterra ha recorrido la revolución industrial en todas sus fases.

    Suele admitirse 1769 como fecha clave de esta primera Revolución Industrial, por ser el año del invento por Arkwright de la primera hiladora mecánica que permitía una producción doscientas veces superior que la hiladora manual anterior; su puesta en práctica coincidió además con el invento por parte de Watt de la máquina de vapor. Para Arnold Toynbee –que acuñó definitivamente en 1880 el término “revolución industrial”- el punto de partida de esta revolución específica es 1760. Sin embargo, Hoffman, economista alemán, en función de las series manejadas de los índices de crecimiento industrial, señala que el momento importante es 1780, fecha en que el porcentaje anual de crecimiento fue por primera vez el doble del que se tenía en el siglo anterior. Rostow, siguiendo las estadísticas del comercio internacional inglés, sugiere que es en el período 1783-1802 cuando se da una manera precisa el despegue hacia el desarrollo sostenido de la economía británica.

    Sin embargo, el historiador norteamericano Nef sitúa el comienzo de la industrialización en el siglo XVI, queriendo poner de relieve la lentitud del proceso y la continuidad profunda de la historia. Pero no parece que hacer centrar la atención sobre las discontinuidades –insistir en el carácter revolucionario de los cambios- ocurridas en períodos relativamente breves, con alteraciones claras en las series estadísticas, vaya contra la unidad histórica. En efecto, para comprender el proceso de cambio económico deben tenerse en cuenta ambos enfoques y reconocer las discontinuidades importantes que se pueden vislumbrar en el manto inconsútil de la historia.

    En cualquier caso, es necesario insistir en que para finales del siglo XVIII se ha generado ya un gran cambio en Gr