Sobre la poesía Entrevista Irving Berlín Villafaña Premio Nacional de Poesía Rosario Castellanos, 2010 Universidad Autónoma de Yucatán P.- Sirve de algo la poesía actualmente? R.- Es difícil ser poeta en el siglo XXI, pero no más que serlo en épocas pasadas y sin duda en el porvenir. Hay que eliminar en principio el cliché rosa que ubica al poeta como un soñador que pone el adorno de rosas en el centro de la sala o en la vida de una mujer o de un hombre. La poesía sirve el amor, ciertamente, pero no en el sentido del ornato, sino de la profundidad, sirve a la vida pero no el sentido de vasallo, sino de emperador. Así las cosas, hoy hacemos poesía, como antes para sobrevivir, para dar testimonio y para fecundar. Me explico. La humanidad vive en las palabras y por ellas; son la punta del iceberg de incontables procesos químicos, hormonales, sociales y culturales que nos dan en cada época un rostro, una suerte de máscara con la que asistimos al carnaval de la vida. Las palabras son también la herramienta del deseo. La poesía es un engaño que nos permite vivir, sobrevivir y refundar. Con la imaginación revisamos la sensibilidad, revisamos el traje de que estamos hechos, revisamos las convenciones sociales. Por tanto, también revisamos las caras del dolor de la alegría, de las formas de relación que tenemos con los demás y las ilusiones de trascendencia que nos han vendido las religiones o los políticos o las burocracias. Hacemos poesía porque queremos que ella nos re haga, una vez que atisbamos la destrucción, el cataclismo de la convención. La poesía es un agente des estructurador del mundo, luego de tantos años de estructuración, es una acción natural de contranatura. Queremos conocer la verdad de la naturaleza humana luego de quitar máscaras y que el carnaval acabe. La poesía funda, refunda, regresa a un estado natural de las cosas, a un punto muerto de la conciencia luego de agotar la emoción. La poesía en el siglo XXI tiene que ser eso, un veneno, un néctar de verdad elemental. La poesía no sana, pero consuela. P.- Si es tan valiosa entonces porque se lee menos poesía ahora que antes? R.- Yo no sé si lee poesía menos que antes. El mundo del siglo XXI está desbordado en el placer egoísta, en la individualidad falsa de dos o tres pasiones repetidas, en tendencias generalizadoras, en el poder corruptor del dinero y en la búsqueda de estados efímeros, ya que el progreso humano nos ha llevado al descrédito de las ideologías, aunque la ciencia sea tan terriblemente avanzada. La poesía tiene la obligación de dar testimonio de un tiempo y de una antropología, de un modo de ser hombre extrayendo un fuego elemental luego de la paja. En ese sentido, la poesía es resultado de la naturaleza humana y su veneno de simbolización. Estamos hechos para sentir placer creando símbolos, viviendo símbolos, desarmando símbolos como un niño hace con un helicóptero de plástico. El poeta sorbe la cicuta con toda su potencia, simboliza, mitifica o desmitifica, embriaga la realidad de otra con menos convenciones, con más libertades.

Lo que pasa hoy en día tiene muchos contrasentidos. El mundo del cine nos regala una simbolización poética visual tremenda, el hedonismo televisivo ahonda el vacío y la sensación inútil de la vida, las convenciones sociales solo son paraíso de furstraciones y el dinero un nuevo Dios que tampoco salva. Entonces, la poesía es más necesaria y más presente. Pero la poesía es una pasión íntima, personal, no una burocracia ni una industria, eso es bonito, me gusta. P.- Entonces el poeta no tiene interés en difundir su obra, sino que es un ser aislado de la sociedad y en ese sentido inútil, que ayuda poco? La poesía solo es útil para quién la escribe? R.- Me interesa por el momento clarificar para mí el valor de la poesía, la difusión es importante, pero no me ocupo sino tangencialmente. Me apasiona mas dialogar con mis antepasados y mis fantasmas, ver cuán vivos en mí están los poetas muertos y cuán actuales son las personas que han animado mi vida y siguen estando. El poeta tiene el placer de ser una cámara de ecos, donde hablan quienes se han ido ya, pero el olvido no los perdona. Y si es verdad, la poesía en principio sólo es útil para la vida que subraya, pero luego, lo es también para las otras en una suerte de generación fantasmal de las vivencias y de los lenguajes. P.- No será que tiene una visión de la poesía muy pasada de moda y antigua, como muy elitista? R.- Puede ser, sí, no me quejo, es parte de mi evolución personal, esa navegación me puso en esta isla. A veces se me antoja, eso sí, apadrinado por las ansias de poder, encabezar un movimiento poético en la región más de vanguardia. P.- Pues no que la poesía es una actividad personal e intimista? R.- Si, es verdad, por eso quiero ser presidente de la confederación de poetas inoperantes, un grupo de acción verdadera. Se trata de convocar a los verdaderos poetas a hacer poesía y dejar de liderear grupos sindicales y manipular presupuestos oficiales.Llevar al cabo ese ideal de Fernando Pessoa de “no soy nada, no soy nadie. Y sin embargo tengo todos los sueños del mundo”. No estoy reñido con la difusión ni con la acción cultural y menos con la pedagógica, sí con el blof de las representaciones burocratizadas y el uso de la poesía como lazo para conducir masas y entronizar falsos reyes, ninguna actividad es más libertaria, más des estructurante como la poesía. Y si para decir eso necesitamos el Comité Central de la espontaneidad para hacer poesía, pues me apunto para su líder vitalicio, líder de nada o de la des estructuración más exactamente. No me explico cómo esta juventud actual vive tan necesitada de ídolos, mientras mi generación luchaba por des embarazarse de ellos. Otra cosa distinta son los clubes de lectores, los talleres de creación, las academias de ficcionalización. Esas deben multiplicarse con la misma máxima final: el poeta es un ser libre.

P.- Pero la ha dado últimamente en participar en concursos y ampararse en el prestigio de las instituciones no? Si y no, el trabajo de la creación es individual y profunda, libre, no participo de gremios ni soy competencia en la asignación de presupuestos, trato de que la poesía refleje mi vida y la vida refleje mi poesía, aprendo de todos y leo a los propios y a los ajenos. Yucatán tiene muy buenos poetas como Rubén Reyes, Jorge Lara, Róger Campos, Róger Metri, Jorge Pech, Javier España. Algunos de ellos son extraordinariamente buenos como Rubén, Javier o Róger. Les leo, como a otros y aprendo, pero no soy afiliado a ninguna causa más que a la poesía y tampoco afilio a otros a nada para ofrecer comidas, desayunos y apoyos de nada. No puedo, no quiero. De premios he recibido bastantes. Cada poema es un salto mortal entre la vida y el texto y me doy por bien servido cuando salto el trapecio y veo que sigo siendo vital, que la muerte aún no me gana para sí y tampoco me someto a las mentiras que la vida social se crea para mantener un orden. Así que premios no me han faltado, pues sigo viendo cómo la belleza crece contra viento y marea, incluso en el fango. Y eso es una maravilla. P.- Sí, pero, sabe a qué me refiero, la Universidad ha premiado una colección suya este año. R.- Si, lo agradezco. La Uady sigue siendo alma máter de Yucatán y es una institución respetable, lo mismo que la Universidad Modelo que apadrinó mi libro Cuando un poeta entra en una mujer. Creo que las universidades son aún el germen, la cuna que fueron de la inteligencia, siguen siendo un recodo donde poetas goliardos pueden renacer su actitud, es cosa de tiempo. Las instituciones que respetan la libertad de la creación son indispensables para la poesía como el oxígeno para el agua. Y yo les respeto igual. No sé quiénes han sido jurados, ni cuales sus criterios y apenas fui, como todos un sobre anónimo en un cerro de sobres anónimos. Y si hubiera sabido, por ejemplo, que hay amigos o conocidos en el jurado, les habría pedido el favor de declinar, como lo hice hace algunos años. Me gusta, tal vez ingenuamente, caminar con la cabeza erguida, no como cola entre las patas. Por fortuna, la UADY, el mando de su rector Dájer Abimerhi, mantiene vigente una notable tradición de respeto e imparcialidad en los resultados. El premio es, sin duda un estímulo, entre los muchos que la vida depara, como el simple hecho de ver terminado un poema y disfrutar la transformación de su materia. El premio mayor, sin embargo, es ser leído por alguien y que algo o alguien me haga seguir escribiendo incesantemente. La premiación del certamen se efectuará en el Salón del Consejo Universitario el próximo jueves 9 de diciembre a las 19.30 hrs. Mérida, Yucatán a 10 de diciembre de 2010.