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Sexta lámpara 1 JUNIO - 2010 / México - DF [ Foto ] Jesús Márquez Soriano [ Diseño ] Israel Chávez Reséndiz La interpretación del objeto artístico y la restauración La vivienda de principios de siglo XX en Mixcoac Arquitectura neocolonial para la educación...

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Publicación especializada en Conservación y Restauración de Monumentos Históricos. Impulsada por los estudiantes del Programa de Posgrado de Arqiutectura de la UNAM.

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Sexta lámpara

1

JUNIO - 2010 / México - DF

[ Foto ] Jesús Márquez Soriano [ Diseño ] Israel Chávez Reséndiz

La interpretación del objeto artístico y la restauración

La vivienda de principios de siglo XX en Mixcoac

Arquitectura neocolonial para la educación...

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Revista Sexta lámpara

Es una publicación trimestral sobre temas de Arquitectura y Restauración de Monumentos Históricos.

Inf legal / contacto

Número de Certificado de Reserva otorgado en trámite. Certificados de Licitud de Título y de Contenido entrámite. México, DF. 2010

Editor responsableLic. H. Israel Chévez Reséndiz ©

Editor de contenidosLic. H. Jesús Márquez Soriano ©

Correctora de estiloJaqueline Segura Bautista ©

DiseñoLic. H. Israel Chévez Reséndiz ©

Sexta lámpara

1

convocaCon motivo de la apertura de revista “Sexta Lámpara”, se invita a toda aquella persona que desee colaborar con artículos o textos que puedan enriquecer la visión del Restaurador de mo-numentos Históricos, así como de las personas interesadas en el tema. Del mismo modo, los artículos podrán citar temáticas como: proyectos de restauración, materiales de construcción, procedimientos de restauración de materiales, tecnologías aplicadas a la restauración; textos históricos sobre algún inmueble arqueológico, histórico o artístico, refl exiones sobre la teoría de la restauración y centros históricos, por citar algunos. Para publicar un artículo, este se enviará a la siguiente dirección de correo electronico:

[email protected]

Una vez que haya sido seleccionado su texto, el comité de la revista mantendrá contacto vía e-mail o como mejor convenga para aclarar dudas existentes. Después del primer número de la revista, la convocatoria para recibir nuevos textos se abrirá cada dos meses y notifi cará sus fe-chas de apertura y cierre.

En una página de texto aparte, se deberán incluir los datos generales del autor/a o autores: nom-bre completo, dirección de correo electrónico y teléfono (s) en donde pueda ser localizado. Del mismo modo, se solicitará un breve resumen curricular que no exceda media cuartilla a doble espacio y letra Times New Roman, tamaño 12.

MARZO - 2010 / México - DF

índiceArtículo 1Las ladrilleras de la Ciudad de México

Artículo 2El restaurador y el romanticismo

Artículo 3La vivienda de principios de siglo XX en Mixcoac

Artículo 4La interpretación del objeto artístico y la restauración

Artículo 5Arquitectura neocolonial para la educación ...

Artículo 6El convento franciscano de Corpus Christi y sus capillasde visita

6 8Arturo P. Escobar

Jesús Márquez Soriano

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pag. 16Jesús Márquez Soriano

Artículo 2

María Guadalupe Coyote Rivera

Lectura Recomendación

Rebeca Elizalde Roque

José de Jesús Vázquez Morales

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Consejo editorial Sexta Lámpara

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Fundadores

Israel Chávez Resé[email protected]

Jesús Márquez [email protected]

Jaqueline Segura [email protected]

Director GralJesús Márquez Soriano

EditorIsrael Chávez Reséndiz

CorrectorJaqueline Segura Bautista

DiseñadorIsrael Chávez Reséndiz

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EditorialNo. 1, Año 1, Junio 2010

SL [ 5 ]

En nombre del consejo editorial, queremos agradecer a todas las personas que han consultado el

primer número de esta publicación, ya que este proyecto es un esfuerzo para dar a

conocer temas con relación a la Restauración de

Monumentos Históricos.

Los textos que a continuación se presentan, son parte de estudios que se han

venido realizando sobre inmuebles ubicados principalmente

en la Ciudad de México y que esperan dar a conocer la

importancia de este tipo de arquitectura en sus distintas etapas

históricas.

No resta más que invitar a toda la comunidad de investigadores y

personas interesadas en el tema a participar en el próximo número de la revista,

de tal manera que ayude a enriquecer

el conocimiento de esta área.

EDIT

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Art 1 Sexta Lámpara

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Las ladrilleras en la periferia de

LA CIUDAD DE MÉXICOArturo P. EscobarLa historia de México se ha expresado a través múlti-ples cambios, uno de ellos es la arquitectura, la cual, ha tenido una amplia relación con la sociedad y una muestra son las múltiples edificaciones de gran valor artístico e histórico que se encuentran diseminadas a lo largo del país. El uso de la arcilla como material constructivo se re-monta a miles de años e incluso en nuestro país se tiene indicios de su uso desde la época prehispánica. Hay que señalar que en el periodo virreinal, sobre todo

a mediados del siglo XVIII y el XIX, aumentó su deman-da debido a las técnicas constructivas que evolucio-naron gracias a los nuevos métodos constructivos que acompañaron al crecimiento de las ciudades. De este modo, los bancos de arcilla se volvieron un recurso in-dispensable para la arquitectura de estos años.

En el centro del país, la explotación de este recurso se hizo notar en las regiones como Cuernavaca, en luga-res del Estado de México como Chalco e Ixtapaluca, y también en las cercanías de la ciudad como Mixcoac, Tlalpan y Santa Fe. La explotación de este recurso es-tuvo acompañada de una técnica para procesar la arcilla y fábricas de producción. En algunos casos sim-plemente hornos para la cocción del ladrillo.

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A finales del siglo XIX, estos conjuntos más que terminar aislados, dieron lugar a espacios de peculiar impor-tancia, es decir, los bancos de arcilla y los hornos se complementaron para la producción en masa. Para transportar su producción se utilizaron vías de comuni-cación como el Ferrocarril, del cual, aún existen vesti-gios. En el mejor de los casos, se edificaron estaciones de tren que utilizaron el mismo ladrillo para su construc-ción. Simultáneamente, la misma técnica constructiva se repitió en edificios cercanos a este conjunto; tal es el caso del actual “Hotel Moctezuma” en Cuernavaca, “La casa de la rinconada” y “La casa del jardinero” mejor conocida como “El castillito”, todas obras que aun subsisten. Durante esta época se realizaron mu-chas otras edificaciones y una muestra son las nume-rosas haciendas que fueron remodeladas y ampliadas durante el Porfiriato.

En el caso de Mixcoac, no cabe duda que el patrón se repitió dejando en la actualidad muestras como el “Colegio Williams” (el cual fuera la casa de campo de José Ives Limantour Marquet, Ministro de Hacienda de don Porfirio Díaz) y en algunas otras edificaciones que usaron como material constructivo las propieda-des del ladrillo.

Otra de las grandes fabricas de ladrillo fue la que se ubicaba cerca del “Parque hundido” en la Ciudad de México. A pesar de que la construcción se encuentra desaparecida, aun queda la muestra de los bancos de arcilla, los cuales, se traducen en las formas adqui-ridas en el suelo que hoy ocupa el “Estadio azul” y el “Parque hundido”.

En el caso de las ladrilleras de Tlalpan y Santa Fe, es difícil ubicar los inmuebles en la traza urbana actual, debido a la expansión voraz de la ciudad de México, afortunadamente, existe bibliografía que hace refe-rencia a estos sitios.

De las zonas que aun quedan integras, se puede decir que son las de Chalco e Ixtapaluca, las que aun con-servan una tradición en cuanto a la elaboración del tabique, inclusive, aquí se pueden encontrar formas diferentes de producción.

En el caso de Chalco, se encuentra una de las ladri-lleras más importantes ubicada en los terrenos deno-minados “De la compañía” la cual, lleva su nombre debido a la “Compañía de Jesús” que instalo ahí una troje, y que posteriormente los españoles los Hermanos Iñigo Noriega adquirieron, aprovechando el suelo ar-cilloso y construyendo una procesadora de arcilla. Cu-riosamente, el modelo del horno que se uso en esta la-drillera, fue uno alemán que se dio a conocer en 1870 en París, y que a su vez, fue inventado por el Arquitec-to Frederick Hoffman. Cerca de los bancos de arcilla se encuentra el edificio de producción y los hornos.

A unos escasos 300 metros, se encuentra una peque-ña estación de tren que se utilizó para transportar la producción de tabique. Inmediatamente, se halla la Hacienda en la que se pueden observar elementos marcados en tabique.

Esta industria, sin lugar a dudas tuvo una gran explota-ción debido al empuje económico y constructivo que Porfirio Díaz desarrollo en México a finales del siglo XIX, y que se refleja en la gran cantidad de edificios que implementaron el tabique como sistema constructivo.

Por último, sólo basta mencionar que estos conjuntos son importantes, ya que son un documento del desa-rrollo constructivo que se utilizó en diferentes zonas de la Ciudad de México en esta época, sobre todo en zonas como Coyoacán, Tlalpan y Mixcoac, en donde las casas de verano hechas de tabique son abundan-tes.

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El restaurador y

el romanticismoJesús Márquez Soriano

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el romanticismo

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La mayor gloria de un edificio no depende, en efecto, ni de su piedra ni de su oro. Su gloria está en su edad, en esa sensación profunda de expresión, de vigilancia grave, de simpatía misteriosa, de aprobación o de crítica que para

nosotros se desprende de sus muros largamente bañados por las olas rápidas de la humanidad.

John Ruskin1 1 Ruskin. John. Las siete lámparas de la arquitectura. Barcelona: Alta Fulla. 2000. p. 188.

”Contemplar las ruinas y los estragos que ha produ-cido el tiempo y el hombre en un monumento histó-rico, invita a reflexionar sobre su vida y la de cientos de personas que han habitado estos espacios. No es casual que suela preguntarse sobre sus constructores, su función, el porqué de su condición actual e indu-dablemente, a reconstruir hipotéticamente su forma original. Esta arquitectura nos importa de gran mane-ra porque al ser edificada para satisfacer diferentes necesidades, fueron habitadas y sus muros aún guar-dan la historia de las personas que la vivieron. De este modo estamos ligados profundamente a este tipo de inmuebles porque son parte de nuestra vida, iden-tidad y se conforman un gran documento histórico.

Una de las preguntas cruciales en este campo es ¿Por qué se restaura? Sin duda es una pregunta difí-cil y que tendrá múltiples respuestas dependiendo del ojo crítico y la experiencia de cada experto, pero no por ello se dejará de exponer una respuesta a tal cuestionamiento. Antes de entrar de lleno al tema, es necesario abordar un concepto que ayudará a com-prender las acciones del restaurador: El romanticismo

Este movimiento cultural que tuvo una gran repercusión en el arte del siglo XIX, explotó con gran fuerza emo-ciones como la nostalgia, la melancolía, la contem-plación y lo sublime de la naturaleza, entre otras cosas. Uno de los pensadores que compartieron estas ideas fue John Ruskin, quien definió el “valor de lo antiguo” como la “Media pulgada desaparecida”, es decir, el irremediable paso del tiempo sobre la superficie de los objetos en el que se encuentra la huella de la historia, por lo que restaurar cualquier monumento histórico, su-pondrá hacer una suposición de la verdad. En este sen-tido, este autor recomendó ampliamente dejar al lado la restauración de estos inmuebles, permitiendo que la naturaleza impregne su huella por la piedra porque: “Ni el público ni quienes tienen a su cuidado de los mo-

numentos públicos entienden el verdadero significado de la palabra restauración. Significa la más completa destrucción de lo que no se puede recoger resto algu-no; una destrucción acompañada de la falsa descrip-ción de la cosa ”.2 Es en este punto cuando un espec-tador que contemplan un monumento antiguo o unas ruinas, se deja llevar por el sentimiento de la nostalgia y melancolía del pasado, reconstruye mentalmente los espacios y se arriesga a interpretar y a reconstruir físicamente lo que fue, mientras otros tantos se resisti-rán a borrar el paso de la historia por lo que desistirán en alterar cualquier centímetro de lo que observan.

Pero ante todo lo anterior ¿Qué sucede si el monu-mento en cuestión se encuentra a punto de desapa-recer parcialmente o por completo? ¿No será de igual modo borrar una parte de la historia? Esto podría parecer una pregunta contradictoria si pensamos en el fin de un objeto como parte de su historia, como algo que tarde o temprano va a ocurrir por su con-dición de elemento material, pero, por otro lado ¿Es tan grave la restauración, pensando en que al man-tener en pie un monumento histórico, puede darnos grandes respuestas de lo que somos? En este punto podemos afirmar sin duda que la tarea del restaurador está ligada fuertemente con el romanticismo, se res-taura porque a pesar de que valoramos las huellas del tiempo y de los elementos naturales, por otro lado nos resistimos a perder parte de nuestro legado, de lo que somos, porque estos elementos justifican nuestra cultu-ra y nos proporcionan respuestas de nuestro presente.

2 Boletín Antropológico. Año 23, Num. 65, Septiembre-Diciembre, 2005, ISSN: 1325-2610. Universidad de Los Andes Mérida. Luis Molina. Arqueología y restauración de monu-mentos históricos. p. 352.

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María Guadalupe Coyote Rivera

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Una considerable parte de la arquitectura del siglo XX forma parte indudable del Patrimonio Histórico y Cultural de México, lamentablemente se encuentra poco reconocida y protegida por las autoridades res-ponsables y la sociedad en general. Sin duda, la falta de interés en la conservación de este patrimonio nos conducirá a pérdidas irreparables y a privar a las futu-ras generaciones del conocimiento de la arquitectura de este periodo histórico que conforma nuestra iden-tidad cultural.

Mixcoac es un claro ejemplo de evolución, cambio y transformación. La imagen de esta zona es sorpren-dente por la gran cantidad de contrastes que presen-ta. Las huellas del tiempo han dejado en este lugar vestigios sustanciales de los cambios que a lo largo del tiempo ha sufrido. Edificios de diferentes épocas, estilos, materiales y dimensiones se hacen presentes y conviven en una ciudad ajetreada por sus activida-des. En Mixcoac a pesar de la mezclar de la arquitec-tura antigua con lo moderna, se ha clasificado como una Zona Patrimonial digna de protección.

Para comprender este periodo hay que considerar que a principios del siglo XX, la expansión acelerada de la capital se manifestó en la formación de nuevas colo-nias y los nuevos barrios fueron el signo arquitectónico y urbanístico de la época. En este periodo, diferentes clases sociales se asentaron de acuerdo a proyectos segregacionistas que invadieron espacios que anterior-mente ocuparon casas de campo y descanso. El siglo XX representó un cambio de vida y es el momento en que la sociedad se reorganizó. Hay que recordar que partir de la desamortización de los bienes eclesiásticos se popularizó el centro de la ciudad de México por familias de bajos recursos y muchas familias acomo-dadas buscaron nuevas residencias en las periferias. De esta forma, el patrón de crecimiento urbano fue distinto al de otras capitales latinoamericanas, pues fueron las clases medias y altas las que se desplazaron hacia los nuevos barrios. Las “colonias” del centro de la ciudad de México comenzaron a alojar cada vez más a las clases populares que transformaron las viejas casonas y palacios en vecindades1.

Todo esto dio lugar a que pueblos como el de Mixcoac incrementara su población y vivienda.

Entre 1850 y 1910, se crearon en distintos rumbos de la ciudad, más de treinta colonias y, a partir de estos nuevos fraccionamientos, se comenzó a conformar una arquitectura doméstica distinta. Sin embargo, no será hasta el porfiriato cuando la producción arqui-tectónica fue lo suficientemente amplio y diverso para dar cabida a las nuevas formas habitacionales.2 Los cambios de este modo, se observaron y sintieron por todas partes.

La sociedad se consolidó de diferente forma y la familia nuclear (perfecta-mente establecida) fue el principal sos-tén de la insipiente sociedad moderna; la vida hogareña se remitió fundamen-talmente a la casa y se elevó el grado de privacidad entres sus habitantes.

La construcción de principios del siglo XX en México, y en específico en Mixcoac, está ligada a los cambios sociales y so-bre todo a la transformación de los pro-cedimientos constructivos que surgieron a lo largo del siglo, y los inmuebles son testigos de estos cambios arquitectóni-cos. En Mixcoac se puede apreciar una gran evolución que se constata al ob-servarse vestigios tanto prehispánicos así como de los siglos XVI al XX.

Como se ha mencionado anteriormen-te, la vivienda del siglo XX modificó la dimensión de los espacios, modos cons-tructivos y materiales, no obstante, si-guió incluyendo elementos ornamenta-les totalmente ecléticos a sus fachadas y a otros tantos espacios que los com-ponían. Hablar de arquitectura habita-cional obliga necesariamente a referirse a formas de vida, organización familiar y a las artes menores con expresión en los

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mobiliarios, las decoraciones y a casi cualquier utensi-lio existente dentro de la casa. Igualmente es inevita-ble referirse a la dimensión urbana de la casa, esto es, el barrio, la calle, las plazas, es decir, todo espacio o lugar de la ciudad donde ésta se extienda .

“Como huellas de un pasado próspero y tranquilo, vemos aquí y allá algunas de esas antiguas casonas, de arqui-tectura sin duda interesante, en que ventanas y puertas enmarcadas de ladrillo o cantera dejan admirar toda-vía alguna ornamentación imaginada por sus artífices. El estado actual de esas casas de finales del siglo XIX y principios del XX permiten aun percibir la fortuna de las familias a las que pertenecieron. Unas están cuidadas y restauradas con esmero; otras, con ventanas tapiadas, techos desplomados, desocupadas o destinadas a servir como bodegas, locales comerciales y vecindades pare-cen esperar tiempos mejores, o tal vez, aguardar un final desafortunado como ocurre con muchas casonas que han sido demolidas para dar paso a los nuevos desarro-llos inmobiliarios y avenidas”.3

La investigación y el análisis del desarrollo de la vivien-da a principios del siglo XX en este tipo de lugares, sin duda nos ayudara al rescate y dignificación de los inmuebles que necesitan el reconocimiento, valora-

ción, rehabilitación y un uso adecuado para las nece-sidades del momento. De esta manera, volverán a ga-narse la vida y la subsistencia. Como conclusión, sólo podemos afirmar que la importancia de considerar a este tipo de arquitectura, radica en que forma parte de la identidad de nuestra ciudad, país y de nuestra gente. La labor como “Restauradores de monumentos históricos”, radicará en este sentido, en la protección y difusión del patrimonio histórico que más que nunca necesitan ser valorado.

1 Ribera Carbó, Eulalia. Herencia colonial y modernidad burguesa en un espacio urbano. El caso de Orizaba en el

siglo XIX. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luís Mora. 2002.

2 Ayala Alonso, Enrique, La casa de la Ciudad de México. Evolución y transformaciones. México: Consejo Nacional

para la Cultura y las Artes. 1996. p. 83.

3 Ayala Alonso, Enrique. Habitar la casa barroca. Una experiencia en la Ciudad de México. México: Universidad

Autónoma Metropolitana-Xochimilco. p. 1.

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Art 4 Sexta Lámpara

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La interpretación del objeto artístico y la restauración

Jesús Márquez Soriano

Tampoco el artista creador las aprehende, crea, desde luego, según ellas, pero no las descubre ni las expresa. Es incapaz de expresarlas, pues no

tiene tampoco un saber objetivo acerca de ellas, pero por un enigma que no puede resolver; por su parte, no las aprehende. Desde luego, en algu-

nos casos puede descubrir hasta que grado dominan de hecho la obra, por ejemplo, hasta que grado hay en ellas rasgos no artístico, es decir, en que

medida ha fallado. Pero la estructura de las leyes escapa también a su saber

Nicolaï Harmann1 1 Harmann, Nicolaï. Estética. Trad. Elsa Cecilia Frost. México: UNAM. 1977. p. 7.

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La interpretación del objeto artístico y la restauración

Sin duda, la interpretación del valor artístico de los ob-jetos ha tenido a lo largo de la historias diferentes pun-tos de vista. Para entender con mejor claridad este concepto es conveniente detenernos a indagar sobre un término que ha estudiado la estética desde hace tiempo: lo bello.

Con respecto a las leyes de la belleza, Nicolaï Harmann escribe: No pueden aprehenderse por medio del co-nocimiento. Es propio de su esencia el quedar ocultas y el ser experimentadas como algo dado y obligatorio, pero no ser aprehendidas objetivamente.

Y complementa lo anterior con lo siguiente:

Tampoco el artista creador las aprehende, crea, desde luego, según ellas, pero no las descubre ni las expresa. Es incapaz de expresarlas, pues no tiene tampoco un saber objetivo acer-ca de ellas, pero por un enigma que no puede resolver; por su parte, no las aprehende. Desde luego, en algunos casos puede descubrir hasta que grado dominan de hecho la obra, por ejemplo, hasta que grado hay en ellas rasgos no artístico, es decir, en que medida ha fallado. Pero la estructura de las leyes escapa también a su saber.

Para relacionar al objeto artístico con la restauración es conveniente rescatar una pregunta hecha por Aloïs Riegl ¿El valor artístico… se trata de de un valor subje-tivo, inventado por el sujeto moderno que lo contem-pla, que lo crea y lo cambia a su placer, con lo cual no tendría cabida en el concepto de monumento como obra de valor rememorativo? En lo que respecta a la subjetividad del objeto artístico tiene la razón Riegl, ya que hasta ahora no se puede afirmar que los pará-

metros del arte sean únicos, eternos ni universales, por otro lado, el logro artístico no siempre es bello y son muchos géneros de valores estéticos que no son reco-gidos por lo bello, de igual modo, hay que comentar que la estética o el arte también tratan sobre lo feo . Siguiendo esto, no es casual entender que las obras de arte y su valor artístico hayan cambiado con el tiempo y las exigencias estéticas (supuestamente objetivas) respondieran a un cierto momento y a una concep-ción diferente del arte.

Es por todo lo anterior que en la actualidad, los mo-numentos históricos y artísticos que se encuentran en deterioro, cerca de verse restaurados con urgencia, sean sometidos a múltiples debates sobre si su rescate debe tener prioridad según los siguientes tópicos: so-bre su valor artístico, histórico ó por su antigüedad. Si se remite tajantemente a cada uno de estos aspectos sin duda se tendrán objeciones, por ejemplo, si para restaurar un monumento nos atendemos exclusiva-mente a su valor artístico, nos encontraremos con que este valor no corresponde de la misma forma a todas las épocas, ni mucho menos a su consideración uni-versal. No es lo mismo ver con los mismos ojos una obra de Jackson Pollock y una de Antonio Canova, o una pintura de Pual Gauguin y una escultura de Joaquín Sorolla y pensar que ambas se ajustan a un parámetro único de belleza.

Lo mismo ocurre con los monumentos, para algunos un inmueble puede tener un valor histórico importante digno de preservar, y tal vez para otros este valor ca-rezca de sentido en lo absoluto. Por otro lado, si nos referimos a su valor histórico se encontrará que para diferentes culturas existen objetos que poseen mayor importancia que otros. Mientras algunos personajes del renacimiento italiano le daban gran consideración al arte clásico porque en él veían un estadio anterior a su evolución, por otro lado despreciaban el legado Gótico tan cercano a ellos porque lo percibían como un arte bárbaro. De la misma forma pude pasar lo mis-mo en la actualidad, cualquiera podrá valorar más la producción artística de los siglos XIII al XV, y en cambio condenar la denominada Románica.

En lo que respecta a valor de la antigüedad, también se puede caer en una trampa, ya que si se procura conservar las huellas que los agentes naturales (idea que persigue esta concepción) y los incidentes huma-nos han causado con el paso de tiempo, pronto se provocará un conflicto entre aquellos que pretenden rescatar su valor histórico que no permiten su constan-te deterioro, con aquellos otros que ven en los daños de las fuerzas de la naturaleza como algo necesario.

Como se puede observar, la interpretación del valor artístico y su conexión con la restauración de monu-

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mentos históricos, ha tenido hasta hoy diferentes for-mas de concebirse y no es fortuito que sigan apare-ciendo otras tantas que intenten indagar sobre estos temas con la finalidad de su aplicación en el arte en general. Lo que si debe quedar claro es que nunca se debe de hacer, por mejor intencionada que sea la acción, intervenir de forma arbitraria sobre cualquier legado de la humanidad, por el contario, debe de existir un sano acuerdo y una tolerancia entre quienes deseen injerir en un inmueble partiendo desde la con-sideración de los valores que crean necesarios para su conservación y apreciación.

Bibliografía:

Harmann, Nicolaï. Estética. Trad. Elsa Cecilia Frost. México: UNAM. 1977.

Riegl, Aloïs. El culto moderno a los monumentos. Madrid: Edit. Visor. 1987.

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Libros Sexta Lámpara

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LECTURA

Palacios Nobiliarios de la Nueva España. Este libro, el autor describe y analiza principalmente los palacios construidos para las familias de la nobleza mexicana durante los siglos XVI al XVIII,

dentro del territorio del virreinato. Sin duda, una obra básica para todo aquel interesado en conocer este tipo de arquitectura la cual, aún puede apreciarse tanto

en la Ciudad de México así como en otros estados del país.

Nueva Grandeza Mexicana. Después de Bernardo de Balbuena diera cuenta de los sitios de interés y de las cosas que ocurrían en la capital del virreinato en el siglo XVII, Salvador Novo, decide actualizar esta idea la cual queda plasmada en este texto que, con una gran pluma, ofrece una imagen de la Ciudad de México y sus alrededores a mediados del siglo XX.

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LibrosNo. 1, Año 1, Junio 2010

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Palacios Nobiliarios de la Nueva España. Este libro, el autor describe y analiza principalmente los palacios construidos para las familias de la nobleza mexicana durante los siglos XVI al XVIII,

dentro del territorio del virreinato. Sin duda, una obra básica para todo aquel interesado en conocer este tipo de arquitectura la cual, aún puede apreciarse tanto

en la Ciudad de México así como en otros estados del país.

Nueva Grandeza Mexicana. Después de Bernardo de Balbuena diera cuenta de los sitios de interés y de las cosas que ocurrían en la capital del virreinato en el siglo XVII, Salvador Novo, decide actualizar esta idea la cual queda plasmada en este texto que, con una gran pluma, ofrece una imagen de la Ciudad de México y sus alrededores a mediados del siglo XX.

Corazón de piedra. Como lo menciona el subtitulo

“Crónicas gozosas de la Ciudad de México”, este libro cuenta

de manera amena historias de edificios religiosos, civiles,

gubernamentales, así como relatos en torno a ellos.

De igual forma, cada texto da cuenta de sitios gran de interés

que invita a una obligada visita.

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Art 5 Sexta Lámpara

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Arquitectura Neocolonial para la Educación

El Centro Escolar Benito Juárez

La etapa posrevolucionaria se caracterizó por gran-des cambios políticos, económicos, sociales, cultura-les y también educativos, los cuales impactaron a la arquitectura generando la necesidad de buscar una arquitectura propia, nacional, representativa de nues-tra nueva realidad. El resultado de esta búsqueda fue la arquitectura Neocolonial, que en combinación con el proyecto educativo de José Vasconcelos dio lugar a una arquitectura educativa singular.

El Centro Escolar Benito Juárez es un edificio represen-tativo de esta etapa posrevolucionaria, en el se con-jugan una serie de características que lo hicieron un modelo de lo que debería ser la arquitectura educa-tiva nacional.

En 1921 se crea la Secretaría de Educación Pública con José Vasconcelos como secretario. Durante su juventud, al igual que otros destacados personajes como Alfonso Caso, Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña, Vasconcelos perteneció al Ateneo de la Ju-ventud. Quizá fue durante estas largas tertulias que nació lo que años más tarde (ya como secretario de educación) sería su proyecto educativo. Vasconcelos tenía claro que era por medio de la educación que el pueblo mexicano saldría adelante de los enormes rezagos.

Este proyecto es muy ambicioso, abarca desde cam-pañas de alfabetización hasta la construcción de nuevas escuelas y bibliotecas. Para la construcción de estos nuevos centros educativos, en el caso del “Cen-tro Escolar Benito Juárez”, solicitó al Presidente Álvaro Obregón unos terrenos pertenecientes al antiguo ce-menterio de la Piedad, específicamente en la manza-na que forman actualmente las calles de Jalapa, An-tonio M. Anza, Huatabampo y Orizaba.

El proyecto arquitectónico quedó a cargo del joven ar-quitecto Carlos Obregón Santacilia y entre las muchas

especificaciones que solicitaba el secretario, quizás las más importantes, eran que debía ser una escuela mo-derna en la utilización de los materiales, higiénica, que respondiera a las necesidades del proyecto educati-vo y finalmente que su arquitectura fuera nacionalista. Y es aquí en donde continuaba el gran debate, cual es la arquitectura que nos identifica y que responde a nuestra identidad nacional. Para el Arquitecto Obre-gón Santacilia la respuesta era la arquitectura colonial y con esta influencia diseñó el Centro Escolar, el cual, fue además su proyecto de tesis para obtener el gra-do de arquitecto.

El Centro Escolar Benito Juárez se construyó entre los años 1923 y 1924, es un inmueble formado por dos escuelas, una de niñas y otra de niños, unidas por la Biblioteca que queda en medio de las escuelas. Su planta arquitectónica recuerda los edificios conven-tuales del virreinato, con grandes patios interiores. Este espacio arquitectónico se completa con un gimnasio, un auditorio y una alberca, además de los jardines y espacios deportivos.

El sistema constructivo es muy interesante ya que se utilizó el concreto armado en losas, trabes y columnas, los muros son de block hueco de concreto. En cuan-to a los acabados se utilizaron materiales más tradi-cionales como la cantera y la madera. Es importante mencionar que las pilastras de cantera y la viguería de madera trabajan estructuralmente, es decir no son únicamente elementos decorativos.

Para finalizar es necesario enfatizar dos puntos primor-diales para el desarrollo de la arquitectura neocolonial para la educación. En primer lugar la búsqueda de una arquitectura nacional que sintetiza en su partido arquitectónico el nuevo proyecto educativo de José Vasconcelos y en segundo lugar la utilización de nue-vos sistemas constructivos, como el concreto armado y el block hueco de concreto, en combinación con elementos tradicionales.

Rebeca Elizalde Roque

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El convento franciscano de Corpus Christi

y sus capillas de visita

José de Jesús Vázquez Morales

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El convento franciscano de Corpus Christi

y sus capillas de visita

El desarrollo de la zona norponiente del valle de Méxi-co, tuvo su génesis en los grupos humanos que se asen-taron antes de la conquista y que estuvieron bajo el dominio de los otomíes de Tenayuca (en un principio), posteriormente de los Tecpanecas de Azcapotzalco y finalmente por los Mexicas. De esta forma, los poblados más relevantes de la zona fueron a la sazón: Cuautit-lán, debido a que fue “ se predicó el santo evangelio, porque un sobrino de Moctezuma, señor de Tenayo-can y su distrito los llevó a predicar”, Tenayuca que fue capital del antiguo imperio Chichimeca, Tultitlán, que debido a su cercanía a Cuautitlán fue un asentamien-to importante, y Tacuba, sede de uno de los tres reinos que junto con Texcoco y Tenochtitlán conformaron la triple alianza.

EL CONVENTO DE CORPUS CHRISTILa fundación del convento se le atribuye a fray Juan de Gaona y aunque hay diferencia en las fechas entre personajes como Fray Fidel de Jesús Chauvet y Geor-ge Kubler, se sabe que ésta ocurrió en la primera mitad del siglo XVI, y que para finales de la centuria ya se encontraba terminado. Así lo confirma el investiga-dor Antonio de Ciudad Real, cuando se refiere a que el “domingo diez y nueve de enero de mil quinientos ochenta y seis, salió el padre comisario de Tlatilulco, y pasado un riachuelo y unos arroyos, y andadas dos leguas de buen camino, llegó muy de mañana a decir misa al pueblo y convento de Tlalnepantla […] El pue-blo de Tlalnepantla es grande y de mucha vecindad; hace en él más frio que calor. Los indios que moran en él y los de los demás pueblos de aquella guardia-nía son otomíes, aunque entre ellos hay algunos mexi-canos; los unos y los otros caen en el arzobispado de México. El convento está todo acabado, excepto la iglesia que se iba haciendo; la vocación es de Corpus Christi y moraban en el tres religiosos”.

Según fray Fidel de Jesús Chauvet OFM, dicha funda-ción tuvo lugar hacia 1561. Existe otra referencia dada

por Kubler que menciona la fundación del convento y dice que “no contamos con la fecha precisa de la fundación original, aunque se ha hecho un intento por interpretar como año de 1554 (Siete calli) en la inscrip-ción de la puerta norte. De acuerdo a una inscripción que se encuentra en la sacristía, el convento fue con-cluido en 1582. Alonso Ponce añade que en 1586, la iglesia estaba en construcción y una inscripción en la puerta lateral señala que fue terminada en 1587.

La fundación de los conventos se realizó para cumplir con los objetivos de evangelización y generalmente se realizaban en zonas pobladas previamente, sin embar-go, el caso de Corpus Christi es un caso especial, ya que la razón secundaria para su establecimiento fue para pacificar a los habitantes de la zona dadas sus rencillas que tenían de mucho tiempo atrás. De esta manera, el establecimiento geográfico del convento se hizo en medio del camino entre las dos poblaciones rivales: los mexicas de Tenayuca y los otomíes de Teo-calyehuacan. Los frailes por su cuenta, lograron que las dos comunidades aportaran mano de obra para la edificación del convento y por tanto, ambas reclama-ron que los frailes los atendieran en sus comunidades.

LAS CAPILLAS DE VISITAComo respuesta al reclamo de atención dentro de sus comunidades, los frailes comenzaron a fundar capillas de visita, de manera que los establecimientos de las capillas al poniente del convento fueron en pueblos otomíes y las del lado oriente fueron de pueblos de mexicas.

Así, los lugares que los franciscanos eligieron para es-tablecer las capillas eran sitios poblados previamente, por lo que las capillas se construyeron (en algunos ca-sos) sobre basamentos o muy cerca de ellos, siendo los casos más sobresalientes los de san Bartolomé Tenayu-ca y santa Cecilia Acatitlan. La orientación de la nave en todos los casos es: el presbiterio hacia el oriente, la

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Art 6No. 1, Año 1, Junio 2010

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portada hacia el poniente y las dependencias como la sacristía y casa cural hacia el sur.

El acceso es a través de una portada generalmente compuesta por un arco de medio punto con pilastras que enmarcan la puerta de dos hojas. Trasponiendo la puerta de acceso se pasa por debajo del coro que está resuelto con vigas y tablado de madera; al pasar el coro, se tiene una vista completa de la nave que po-see muros altos y gruesos rematados por una techum-bre de viguería y tablado ( algunas en la actualidad tienen losa de concreto); la vista se interrumpe por un magnífico arco de medio punto (que también tiene pilastras) y que se conoce como arco triunfal, éste en-marca el presbiterio o altar. Al final de la vista están los retablos, algunos de ellos magníficamente decorados. El acceso a la sacristía y a la casa cural, se hace por el muro sur de la nave y tienen salida hacia el atrio que se usaba como panteón, desaparecido por la promul-gación y puesta en operación de las Leyes de Refor-ma que, entre otras cosas, crearon el registro civil. Por último, sólo resta mencionar que actualmente la totalidad de las capillas hasta ahora exploradas y re-gistradas fotográficamente, están en uso. La inspec-ción de las restantes será una tarea pendiente que sigue trabajándose.

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Fotografías:

1.- Capilla SanJerónimo Tepetlacalco

2.- Capilla San Andrés Atenco

3.- Capilla de Santiaguito

* Archivo fotográfico del Arq. José de Jesús Vázquez Morales. 2009 ©

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convocaCon motivo de la apertura de Revista Sexta Lámpara, se invita a colaborar con artículos o textos que puedan enriquecer la visión del Restaurador de Monumentos Históricos. Sabemos que el intercambio de conocimiento es indispensable para el desarrollo de nuestra área, por ello, les in-vitamos a escribir sobre: proyectos de restauración, materiales de construcción, procedimientos de restauración de materiales, tecnologías aplicadas a la restauración; textos históricos sobre inmuebles arqueológicos, históricos o artísticos, reflexiones sobre la teoría de la restauración y centros históricos; los temas, por supuesto, irán en aumento conforme haya más participación de ustedes.

La recepción de los artículos comenzará a partir del lunes 19 de abril del presente año y cerrará el próximo 10 de mayo. Las especificaciones que deberán contener los artículos podrán consul-tarse en http://revistasextalampara.wordpress.com/

Recibiremos sus colaboraciones en: [email protected]

* Es indispensable que los trabajos cumplan con los requisitos especificados.

JUNIO - 2010 / México - DF