seréis como dioses editado

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 Sereis como dioses 32 ausencia de Dios, el hombre abandonado a él mismo, él lo sabía desde su infancia. Al purificar los mitos religiosos, al hacer de Dios un salvador  y  un padre, Cristo prolongó indefinidamente la estéril espera de los hombres; hizo que se malgastaran en rezos inmóviles tanto genio y tantos impulsos que, dirigidos hacia el futuro, hubiesen acortado quizás de varios siglos el reino de la muerte. No perdió ni un minuto en mirar hacia arriba; se arrojó todo él hacia el futuro hasta el fin del camino, hasta la cima de la montaña en donde la tierra se une con el cielo.  —Astrid. Este cielo cerrado a nuestros rezos y que se ha abierto a nuestros esfuerzos como la tierra bajo la reja del arado.  —Amanda. ¿Por qué esa dicha empezó por tan larga crueldad? ¿Por qué hubo que comprar este cielo a cambio de tanto infierno?  —Simón. Estas preguntas no tienen sentido. El árbol era  bueno, puesto que dio esta fruta.  —Astrid. No me gusta que se evoque demasiado al pasado. ¿Por qué mirar hacia atrás cuando el porvenir no tiene ya separa- ciones ni obstáculos? Esta muerte que ha dejado de ser una ame- naza, quisiera que ya no fuese ni siquiera un recuerdo. Cuando te miro, mi frágil, mi dulce niña, tú que de la antigua fragilidad ya no tienes más que la apariencia y el encanto, pienso en las épocas cuando habría podido sostenerte inerte en mis brazos, vaciada de esta vida que yo te había dado. Y el estertor de todos los niños que morían, me zcl ado con el gri to de tod as las madres que miraban morir, remonta en mí desde el fondo del olvido y me ahoga. Tu hermana...  —Amanda. Cállate: te comprendo demasiado. Y, sin embargo, no quisiera arrancar de mi memoria la imagen de esos muertos. Siento, ignoro por qué y apenas me atrevo a decirlo, como una Seréis como dioses Gustave Thibon Traducción de Jean-Louis Chiquito Reyes

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Obra de teatro sobre el fin de los tiempos

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  • Sereis como dioses

    32

    ausencia de Dios, el hombre abandonado a l mismo, l lo sabadesde su infancia. Al purificar los mitos religiosos, al hacer deDios un salvador y un padre, Cristo prolong indefinidamente laestril espera de los hombres; hizo que se malgastaran en rezosinmviles tanto genio y tantos impulsos que, dirigidos hacia elfuturo, hubiesen acortado quizs de varios siglos el reino de lamuerte. No perdi ni un minuto en mirar hacia arriba; se arrojtodo l hacia el futuro hasta el fin del camino, hasta la cima de lamontaa en donde la tierra se une con el cielo.

    Astrid. Este cielo cerrado a nuestros rezos y que se haabierto a nuestros esfuerzos como la tierra bajo la reja del arado.

    Amanda. Por qu esa dicha empez por tan larga crueldad?Por qu hubo que comprar este cielo a cambio de tanto infierno?

    Simn. Estas preguntas no tienen sentido. El rbol erabueno, puesto que dio esta fruta.

    Astrid. No me gusta que se evoque demasiado al pasado.Por qu mirar hacia atrs cuando el porvenir no tiene ya separa-ciones ni obstculos? Esta muerte que ha dejado de ser una ame-naza, quisiera que ya no fuese ni siquiera un recuerdo. Cuando temiro, mi frgil, mi dulce nia, t que de la antigua fragilidad yano tienes ms que la apariencia y el encanto, pienso en las pocascuando habra podido sostenerte inerte en mis brazos, vaciada deesta vida que yo te haba dado. Y el estertor de todos los niosque moran, mezclado con el grito de todas las madres quemiraban morir, remonta en m desde el fondo del olvido y meahoga. Tu hermana...

    Amanda. Cllate: te comprendo demasiado. Y, sin embargo,no quisiera arrancar de mi memoria la imagen de esos muertos.Siento, ignoro por qu y apenas me atrevo a decirlo, como una

    Seris como dioses

    Gustave ThibonTraduccin de

    Jean-Louis Chiquito Reyes

  • Sereis como dioses

    2

    Primera edicin en francs: Vous serez comme des dieux1959, Librairie Arthme Fayard, Francia

    Coordinacin de edicinPablo Maximiliano Denermadi

    Captura tipogrficaJohn Wain Rodriguez

    CorreccinNo hizo falta correccin

    Diseo de portadaPablo Cabezn Debernardi

    Diseo de interioresMaximiliano bola de lomo Debernardi

    Queda prohibida la reproduccin parcial o total de esta obra porcualesquier medios, ya sea mecnico o digitalizado u otromedio de almacenamiento de informacin, sin la autorizacinprevia por escrito del editor.

    Copyright traduccin al castellano deJean-Louis Chiquito Reyes

    CopyrightDerechos ReservadosAbril 2011Wamos Guamos EdicionesRefugio Nacionalistas Catlicos de los ltimos TiemposAlgn lugar debajo de la tierraAlgn lugar de la manchaCdigo Postal (esta te lo voy a dar)San Benito, JaujaTelfono: (00) 00-00-00-00 ext. 000

    Impreso en Jauja

    Gustave Thibon

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    morir en el umbral de la liberacin; y luego, dud de l mismo ydel hombre, se acus l mismo de sacrilegio, reneg y maldijo sudescubrimiento; lo habra destruido si hubiese tenido el poder dehacerlo. Se volte hacia los antiguos dioses, implor su perdn ysu gracia. Pero estaba demasiado lcido, haba sondeadodemasiado bien los mecanismos de la vida y de la muerte paracreer en lo que deca. Rezaba y saba que su rezo era vano, eracomo un autmata que, maniobrado por el viejo miedo, haca lasmuecas de la vieja fe. Fue la confluencia monstruosa de dosagonas: la suya y la de la muerte que mora por medio de l. Yoasist a este doble espasmo, y me estremezco todava al pensar enello. Fue un redoble de tinieblas al borde de la aurora sin ocaso.Pues todo comenz para nosotros cuando todo acab para l.

    Amanda. Yo pienso en otra agona, en otra desesperanza.Cristo tambin grit: Dios mo, Dios mo por qu me hasabandonado?

    Simn. Lo que Cristo haba presentido, l lo descubri.Cristo fue el ms grande de esos embaucadores sublimes quellamaban santos o mesas. Peto qu trajo l al mundo sino unagran leccin de pureza impotente y esta irrisoria promesa de vidaeterna hecha por un hombre a unos hombres en nombre de unDios insolvente? Salvo el calendario vuelto a poner en cero, lossiglos que siguieron a Cristo se parecieron a los que lo habanantecedido: la humanidad sonmbula sigui arrastrndose en elmismo camino, entre las mismas huellas, el mal y la muerte,guiada por el farol de una vana esperanza. Pero l, Bergmann, hacortado verdaderamente la historia en dos, ha absuelto la especiehumana del gran pecado de morir. Lo que slo le ha sidorevelado a Cristo en la apertura de la agona, el vaco del cielo, la

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    Simn. Era un hombre de antao. Sus fuerzas mortales, lashaba malgastado sin prudencia para elaborar estedescubrimiento que haca de nosotros unos dioses. La metaalcanzada, estaba demasiado exhausto en cuerpo y en espritupara que su suero de inmortalidad pudiese actuar en l. Y muri,de una muerte a su medida, tan negra como su vida haba sidoluminosa: la vieja angustia de morir, que abrazaba en l a suvencedor y a su ltima presa, lo quebr, lo humill hasta loimposible.

    Amanda. Se ha recogido todo lo que dijo en su agona?Tengo miedo y quisiera saber...

    Simn. Ms bien tiremos el velo de No sobre estaembriaguez de la desesperanza. Fue atroz, indecible. Paranosotros, ya es inconcebible.

    Amanda. Haba, sin embargo, bellas muertes antao, hroesque entraban en la nada el corazn en alto y los ojos abiertos.Por qu el ms grande de todos los hombres fue tan miserableen ese instante que nuestros antepasados llamaban, veamos,busco esa palabra que me haba conmovido tanto, ah s!, la horade la verdad?

    Simn. No haba bellas muertes. Y esta hora de la verdadera la hora de la gran mentira: la que llenaban por completo lasfalsas promesas de sus falsos dioses, hilos necesitaban de todosestos velos, donde su imaginacin enloquecida pintaba parasos,entre la muerte que los anas-traba y su alma que no quera morir.Y esa pantalla ilusoria que les tapaba la nada, ellos la llamaban elms all. Otros moran inconscientes, matado el espritu antesque el cuerpo. Y los que conservaban su espritu y rehusaban lamentira moran desesperados.

    Amanda. Pero l?, qu dijo?, qu hizo?Simn. Conoci la ms horrorosa de las agonas: el

    acoplamiento de la desesperanza y de la mentira. Se indignaba de

    Gustave Thibon

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    Para Vierne

    En recuerdo de las conversacionesde las cuales nacieron estas pginas

  • Sereis como dioses

    4

    Canta a los pueblos destetadosQue uno oye gritar en el horizonteCanta a la humanidad futuraDominando a su antojo al mundo naturalY, frente al hombre soberano,Dios, paso a paso, retirndose.

    Frdric Mistral

    El infierno, es creerseen el paraso por error.

    Simone Weil

    Gustave Thibon

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    Simn. Lo s bien, jams ests sola.Amanda. S, frente a un espejo. Slo me veo a m all, y no

    soy yo. Yo estaba charlando con esta flor.Astrid. Y qu te deca?Amanda, con una ligereza un poco forzada.Que morir maana, pero que morir no es un mal para una

    flor.-Simn. Venamos justamente a buscarte para que nos

    ayudaras a preparar estas fiestas del centenario.Amanda. Es cierto: slo quedan tres das.Simn. Todava no he preparado mi discurso. Hacer frases

    alrededor de esta memoria sagrada me parece una burla, unimpudor.

    Amanda. Este muerto que nos ha salvado de la muerte...Pienso en l muy seguido, sobre todo cuando me despierto -siempre he estado acostumbrada a estos despertares, a la horams desnuda de la noche, la que antecede a la aurora, y esterecuerdo entra en m como una navaja helada. Es cierto lo quecuentan nunca me dijeron ustedes toda la verdad sobre estepunto, que muri desesperado, que maldijo su obra e implor alos antiguos dioses?

    Simn. Ya no hay que hablar de estas cosas. Era el ltimode los hroes y el primero de los dioses. Perteneca todava a lapoca cuando toda grandeza se vengaba de sus amantes, cuandotodo ascenso cavaba una cada, cuando todo relmpagoterminaba en rayo. Phaton, caro, Prometeo: estos viejos mitosse encarnaron en l por ltima vez. Supremo testigo del destino,parado un momento sobre la lnea de cresta que separa las dosmitades de la historia, le fall el pie y rod al abismo del pasado.Su muerte habr sido la ltima victoria de los dioses sobre loshroes. Amanda. Pero cmo pudo sucumbir en el umbral

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    Se arrodilla para respirar una flor.Simn y Astrid entran. Ella no los ve.

    ESCENA V

    Astrid. Es adorable. Le basta con contemplar una brizna dehierba para ya no ver nada.

    Simn. Sus sensaciones son metamorfosis. Te acuerdas,ella tena cinco aos creo, de ese da cuando le dijimos: estsescuchando al ruiseor? Ella contest: yo no escucho: l canta enm. Y era cierto: su silencio era como el alma del ruiseor quecantaba. Ella es perfume, luz y msica; aspira el secreto de lascosas por todos los poros de su ser.

    Astrid. La ms tierna de las inmortales, el fruto del primeramor vencedor del sepulcro.

    Simn. Un lazo florido entre dos universos....Astrid. La siento tan frgil, mucho ms que nosotros, que

    nacimos mortales. Si viviramos todava en la otra ribera,temblara a cada instante de verla evaporarse en lo que ella ama.

    Simn. Qu obra maestra!, se hubiera dicho antao quemilagro!, el haber vuelto invulnerable esta transparente fluidez!

    Astrid. Dispersa en toda cosa y maravillosamente recogida...(Tocando el hombro de Amanda): te mirbamos desde hace unmomento. Dnde, pues, estabas?

    Amanda, levantndose. Yo? En ninguna parte. Quizs enesta flor...

    Simn. Y tu novio?Amanda. Se fue a ver una pelcula que Stella trajo de su

    ltimo viaje celeste. Va a regresar.Astrid. Te dejaron sola?Amanda. No se est sola cuando se espera...

    Gustave Thibon

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    ContenidoPrlogo ................................................................... 9Personajes............................................................... 15Acto I...................................................................... 17Acto II..................................................................... 39Acto III ................................................................... 61Acto IV ................................................................... 83Acto V................................................................... 105

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    Gustave Thibon

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    __ Helios. No est del todo despierta. EL doctor Weber meexplic: es el alma de nuestros padres muertos que suea todavaen ella, es el eco lejano de la angustia ancestral que vibra en sucorazn de nia. Estos hombres dudaban de la realidad de todo, yde ellos mismos. La certeza de morir volva inciertos todos lostrmites de su vida. La corana fatal bajaba demasiado rpidosobre sus miradas y sobre sus amores para que viesen en suexistencia otra cosa que un sueo, un baile de fantasmas, unaficcin para la diversin de los dioses.

    Stella. El mito de la Caverna, la vida es un sueo, el granteatro del mundo; recuerdos clsicos...

    Helios. Eso es. Pero qu quieres? La quiero as, esta auroratodava impregnada de noche, esta flor que tiene miedo deabrirse porque se acuerda demasiado de sus races. Voy a ver tupelcula. (A Amanda): quieres esperarme un instante? Voy aregresar.

    Stella. Te dejamos con tus sueos...Helios y Stella salen.

    ESCENA IV

    Amanda. Mis sueos? Y si fuesen ms verdaderos que susconquistas? Me reprochan no ser lo suficientemente curiosa. Y escierto que ellos han abierto el mundo hasta las fronteras de lasnebulosas. Yo vivira, sin embargo, eternamente en esta pradera,rodeada de estas plantas y esos pjaros, todas esas cosas quecontienen el infinito porque se quedan en sus lmites. Con l,claro... Pero por qu la espera es casi tan dulce como lapresencia? No me atrevo a apoyarme en las promesas. Tengomiedo que mueran, de cumplirse...

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    El mundo nace como un huevo que se abre bajo este calorcompartido.

    Stella. Si te reconozco all, amante atrasada de las mediastintas, de los soles velados, de los capullos nacientes, de todo loque es promesa, espera y misterio, de todas esas bocas confusasque dicen al mismo tiempo s y no. Es cierto, me enterneces contus aires recogidos de pjaro que incuba, como si la vidaestuviera todava en ciernes, como si todava quedara algo quecrear!

    Amanda. Algo que crear? (de sbito pensativa). Tienesrazn: la vida est en su plenitud; ya no hay huevo, capullo nipromesa; ya no hay nada que crear...

    Stella. Ya ves.Amanda. S, ya nada que crear. La gran obra est concluida.

    Todo ha nacido, todo es perfecto.Pero por qu..? Por qu es esto, como decir, un poco triste?Stella. Triste? Cuando todas las cumbres estn bajo

    nuestros pies?Amanda. Quisiera una arriba de mi cabeza. Una punta

    inaccesible la cual habra que escalar, sin embargo.Stella. Con la ayuda de un Dios, como antao? Sueas, mi

    pobre pequea...Amanda. No sueo y he encontrado a mi Dios. (Echndose

    en los brazos de Helios). Crearemos juntos esta cumbre y eres tquien me ayudar a escalarla!

    Helios. Eternamente. Y sin riesgo de cada. Ya no hayabismos alrededor de nuestras cumbres.

    Stella. Un poco de respiro, amantes sublimes. Vengan puesa ver la pelcula que traigo de mi querido planeta gamma.

    Amanda. Ya sabes que no me gustan las imgenes. De por stengo demasiado miedo de que todo no sea ms que una imagen.

    Gustave Thibon

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    PrlogoQuiero ante todo anticiparme a un equvoco. Al escri-

    bir estas pginas, no he tenido en La mira ni el efectoescnico, ni la pintura de los caracteres, ni la verosimilituden la literatura de anticipacin. La ficcin teatral slo mesirve aqu de ilustracin concreta al desarrollo de una ideaesencialmente metafsica y religiosa: La de las relaciones yde las oposiciones entre la naturaleza y la gracia, el tiempoy la eternidad. Mi ambicin es desnudar, poner en carneviva un problema ms bien que aportar una solucin. Vi-vimos en una poca donde el poder del hombre sobre lanaturaleza se acrecienta cada da en proporciones incalcu-lables; el progreso de las tcnicas nos trae mil cosas (elpan cotidiano, la proteccin contra los elementos, la curade las enfermedades, etctera) las cuales nuestros antepa-sados pedan antao a los poderes celestiales. Los filso-fos ateos ven en esta evolucin la seal de una elimina-cin progresiva de los mitos religiosos: Dios no era msque la proyeccin imaginaria de los terrores y de las nece-sidades de una humanidad infante; cuando esos terroressean apaciguados y esas necesidades satisfechas por losprogresos de la ciencia, la ficcin divina ya no tendr uso yse desvanecer por ella misma.

    Los creyentes responden que la naturaleza ha sido con-fiada al hombre para ser corregida y mejorada y que lasrealizaciones tcnicas corresponden al plan de Dios sobre lahistoria: el progreso temporal nos acerca a la perfeccin eternacomo la curva se inclina hacia la asintota; no es otra cosa que elcompleto desarrollo de la semilla divina que el hombre lleva enl. Esta afirmacin merece ser examinada a fondo. Esindiscutible que todo lo que llamamos civilizacin se encuentra

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    ligado a una serie de victorias sobre la naturaleza, a una reduc-cin del margen de caos y de azar que Dios dej en el universo.Aydate, el cielo te ayudar: es vano pedirle nicamente al rezolo que se puede obtener por la accin, y tanto ms que losresultados de la accin jams han dejado de demostrarse de otromodo precisos y fecundos que los del rezo.

    Los progresos de la agricultura y de los medios de co-municacin han conjurado ms hambrunas que los llama-dos a la misericordia divina y el que sufre de apendicitistiene ms probabilidades de curarse entregndose a un ci-rujano que prendiendo cirios en un templo.

    Todo esto es verdad, pero se puede ir indefinidamente poreste camino? No hay un punto crtico ms all del cual elhombre deja de ser el colaborador de Dios para convertirse en surival, donde Prometeo, embriagado por sus conquistas, cede ellugar a la vieja serpiente del Edn que prometa a la criatura laigualdad con el creador? y este Edn perdido por el pecado, esposible y permitido reconstruirlo por medio de la ciencia?

    Supongamos como las conquistas aceleradas de la tcnicanos permiten preverlo sin demasiada inverosimili tud que,gracias a esta docilidad ilimitada de la naturaleza, el mito delparaso terrenal llegue a tomar forma en la realidad. Ququedar, ante este deslumbrante xito, de estas formas arcaicasdel genio humano que son las metafsicas y las religiones? Paraqu discutir sobre las esencias cuando se puede manejar a suantojo los fenmenos? Y por qu rezar cuando los beneficiosinfalibles de la ciencia reemplazan los favores inciertos de losdioses? El da cuando, por ejemplo, los cientficos descubran elremedio especfico del cncer, las splicas de las multitudes de

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    Helios. Cuando sus ilusiones reventaban, slo les quedaba larisa para consolarse de su miseria y para vengarse de sus dioses.

    Amanda. Su risa, era esperanza que se haca aicos...Helios. Se burlaban del amor igual que se burlaban de todos

    sus dioses y, bamboleados sin fin de la adoracin a la blasfemia ydel espejismo al desierto, dejaban dormir en ellos al verdaderoDios.

    Amanda. Era la poca cuando la belleza tena el sabor de lamentira y la verdad el de la muerte.

    Helios. Pero el Dios se despert. Sell en una roca inmvillas bodas del esplendor y de la realidad. Captur el pjaro azul.Se acuerdan ustedes del viejo cuento?, el ave del color deltiempo, inasequible como l. Y el tiempo, cado en la trampa,cerr sus alas. Siempre cantar y nunca ms huir. Y la irona,que viva de la mentira, muri con l.

    Stella. Jams he encontrado el tiempo de estar enamorada.Entonces, ningn prejuicio favorable. Pero es muy cierto queustedes no son ridculos.

    Helios. Nadie es ridculo hoy. Lo ridculo naca del choquede una pretensin contra una impotencia. La pretensin hadesaparecido desde que nuestros poderes igualan a nuestrosdeseos.

    Amanda. Pero cmo le haces, pues, para no estarenamorada?

    Stella. Qu s yo? Quizs porque el mundo se ha vueltodemasiado vasto... por qu encerrarse en un nido cuando todoslos cielos estn desdoblados? Lo infinito del espectculo le bastaa mi embriaguez.

    Amanda. Es extrao. Toda la belleza del mundo, sin elamor, me parece irreal como un sueo. El asombro, la revelacin,para m nacen del encuentro de dos miradas en el mismo objeto.

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    de nuevo en el mismo lugar! Un poco de ventilacin, por favor!Amanda. Qu entiendes por hacer arrumacos?Stella. Lo que t estas haciendo. Cmo, t, la nostlgica del

    pasado, ;no conoces esta palabra?Amanda. Claro que s. Es el canto de las trtolas.Stella. Y de los enamorados a los cuales se les llamaba

    precisamente trtolos. Le esto en tus viejos libros. Se reanmucho del amor en aquel tiempo.

    Amanda. No entiendo esta necesidad que tenan deridiculizar el amor, aquella gente de antao...

    Stella. Porque el amor, para los mejores, era un lujo ruinoso,un fenmeno tan escaso y tan frgil como el arco iris en elhorizonte, y para los otros una ilusin, una pretensin, unammica, una meloda de moda que uno tararea sin saber por qu.El amor! Era un ave maravillosa, jams domesticada, quecantaba por un momento en algunas almas predestinadas y luegose alejaba volando para siempre. Pero el eco de su canto searrastraba en la multitud como un llamado y como unremordimiento, y las voces roncas de la manada trataban deimitarlo: as, la meloda divina se converta en cantinela. El vinode champaa tambin era un lujo en aquel tiempo: entonces, lospobres, que siempre han sido los remedos de los ricos, beban ho-rrorosas mezcolanzas bajo cpsulas doradas y etiquetas res-plandecientes con coronas de duque. Era lo mismo para el amor:ponan nombres sublimes al plido vinucho de sus deseos, y suembriaguez era tan adulterada como su brebaje. Amaban porencima de sus medios, los pobres diablos! Y sus pretensiones alamor sonaban a hueco y hacan alzar los hombros como todos losdespliegues de falsa riqueza...

    Gustave Thibon

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    Lourdes nos parecern tan anticuadas y de un rendimiento tandudoso como el consultar los orculos o el examen del hgado deaves. La sola experiencia muerde sobre lo real; la especulacin yla fe flotan en el vaco. El mundo se descubre y se organiza, no seexplica; las cosas, mudas a los llamados del pensamiento puro ydel rezo, slo responden a las preguntas que se les hace con lasmanos, y en este inmenso complejo de cmo sin por qu, elestudio y el gobierno de los efectos deben substituirse sinrestriccin a la vana bsqueda de las causas. En el lmite de estaevolucin, los positivistas y los marxistas habrn tenido la raznsobre los filsofos y los creyentes.

    Vayamos hasta el final: la creacin de la vida y la supresinde la muerte y una dicha infalible y universal obtenida, no porla sabidura o por el rezo, que slo eran, en el fondo, elaprendizaje de la muerte, sino por el ajuste cientfico de losmecanismos del cuerpo y del alma. No podemos concebir, altrmino de este ascenso, un tipo nuevo de humanidad unhombre divino quien, habiendo comprendido y captado a fondo lapalabra de Marx: "El mundo no est hecho para ser contemplado,sino para ser transformado", volvera a encontrar, como el Diosdel Gnesis, la paz y el descanso del sptimo da frente a ununiverso purgado por su genio del mal y del caos? As secumplira el voto de Nietzsche: "debemos dejar de ser hombresque rezan para convertirnos en hombres que bendicen".

    Quise mostrar que an en esta hiptesis extrema la de unacondicionamiento perfecto y definido de la vida temporal, elhombre no habra avanzado de un solo paso hacia su verdaderodestino, el cual "es de otro orden" como deca Pascal, y que loespera ms all del tiempo y del otro lado de la muerte. Laarmona total y perpetua de las sombras de la Caverna no implicael menor ascenso hacia el mundo de la luz. Ms que esto: si es

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    cierto que el hombre tiene un alma y que esa alma est hecha paraDios, la perfeccin misma de este paraso artificial no podr msque purificar su sed de la verdadera luz.

    En la situacin actual de la humanidad, el apremio de lamuerte que se abate sobre nosotros "como un ladrn" nos hacecon demasiada frecuencia concebir y desear la vida eterna comola prolongacin bienaventurada de la vida en este bajo mundo ydel mundo de las apariencias. Pero cuando la muerte hayadesaparecido, el hombre estar enfrentado a una eleccintrascendental y sin aleacin entre lo indefinido y lo infinito, eltiempo y la eternidad.

    Dios ya no ser lo que la tierra no da todava, sino lo que latierra no puede dar. El personaje de Amanda encama pre-cisamente esta necesidad de Dios, ya no en calidad de soberano,curandero o consolador temporal, sino en calidad de Dios: lodesconocido y el misterio en estado puro. Ella escoge el riesgototal e irreversible de la muerte para reencontrar la inefableunidad de su origen. Y esta irrupcin imponderable de loabsoluto basta para trastocar todos los clculos de los hombres-dioses y dislocar su paraso...

    Todo el drama gravita en torno a esta interrogante suprema: esDios para nosotros una promesa autntica de vida eterna o bien unseguro imaginario contra los males que aflijan la vida en este bajomundo y contra la muerte que le pone fin? En la primera hiptesis,el fundamento esencial de la religin queda intacto, pase lo quepase; en la segunda, cada victoria de la creatura marca una derrotadel creador, y el triunfo sobre la muerte, suponiendo que seaposible, eliminar definitivamente a Dios de la historia, pues eltiempo habr tomado el lugar de la eternidad. A tantos cristianosmodernos que aclamar sin reserva to dos los progresos temporales

    Gustave Thibon

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    __ Helios Qu extraa idea! Los dioses que somos yano necesitan de ilusiones.

    __ Amanda. Pero ellos tambin eran dioses, puesto queamaban.

    Helios. Grmenes de dioses. Nosotros somos los frutos.Amanda. Pero por qu, de todas esas semillas, slo las

    ltimas germinaron? Cmo pudo la muerte alcanzar a los que yala haban rebasado? Me culpars por pensar en todas estas bocasque dijeron yo, t y siempre y a quienes la misma tierra colmpara siempre de su misma respuesta sorda? Yo hubiera podidoser Isolda, t hubieras podido ser Tristn. Por qu la luz paranosotros y la noche para ellos?

    Helios. Culparte? me gusta en ti este recuerdo y esapiedad, este ltimo estremecimiento impotente de la muertevencida. Cmo habras sufrido si hubieras vivido bajo suimperio, en estos tiempos cuando el amor estaba desnudo bajosus golpes!

    Amanda. Habra rezado tambin, quizs, como mishermanos, los condenados a muerte.

    Helios. No me hables de rezo. Es el rezo de los hombres loque ha prolongado tanto tiempo el reino de la muerte. Ella tenademasiados aliados en nuestra debilidad, y hasta en nuestrafuerza. Los dioses sacaban de nuestras ofrendas un suplementode energa para devorarnos.

    Stella entra.

    ESCENA III

    Stella. Todava aqu?, sin moverse? Hacindosearrumacos, apuesto. Tuve tiempo de enviar cinco mensajes anuestros buenos pioneros de Gamma de la lyra y los encuentro

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    Helios. Pero estos seres a quienes lloras, han conocido elamor de otra manera que en sueo? Del amor, los poetas hanextrado leyendas igual que se fija, al destilarlo, el perfume de lasflores efmeras. Pero, en la vida real, el aguijn del deseo y elyugo de la necesidad, el peso de la costumbre y el desgaste de losdas no sabes t que sus almas, aplastadas por un mundohostil, moran mucho antes que sus cuerpos, que los besos y losjuramentos se marchitaban ms rpido que los labios?, todo seuna para expulsar al amor como a un extrao. Sus piesdesnudos, su vestido blanco, no estaban hechos para sus caminosde piedra y lodo. Lo que para nosotros es sol inmvil no era msque un relmpago para ellos el cual, al disiparse, dejaba la nochems negra y ms desesperada. Ellos lo saban bien, esos poetasde las edades sombras quienes jams cantaban al amor sinacoplarlo a la muerte.

    Amanda. Por qu?, oh! Por qu moran, si ya habanmatado al tiempo en el fondo de su corazn? Por qu sus deseoseran vanos mientras que los nuestros estn cumplidos? Todasesas muertes hacen una herida a mi inmortalidad.

    Helios. Ellos nos preparaban. Nacamos de sus angustias. Teres la realidad de la cual la rubia Isolda no fue ms que el sueo,t eres el sol que ese relmpago anunciaba. No mires hacia atrs:contempla frente a ti los horizontes sin fin de la liberacin.Nuestro amor es lo suficientemente rico para redimir al pasadocautivo: todo lo que ha vivido vuelve a vivir en nosotros.

    Amanda. Yo lo creo, pero tengo miedo que digamos todoesto para olvidar el horror del pasado igual que ellos, losmuertos, inventaban dioses y parasos para tapar y no ver elhorror del porvenir.

    Gustave Thibon

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    como los efectos y las pruebas de la vocacin divina del hombre,quisiera hacerles esta pregunta-limite que desempate para siemprelos hombres del futuro y los hombres de la eternidad: si, de un dapara otro, la ciencia suprimiera la muerte, qu pensaran ustedesde este plan de Dios sobre la historia que perpetuaraindefinidamente la separacin entre el hombre y Dios? Y sobretodo, qu escogeran? Aprovechar un descubrimiento que losprivara para siempre de la visin de aquel que llaman ustedesvuestro Dios o bien precipitarse en lo desconocido para reunirsecon El?

    Si optan por la primera rama de la alternativa, ustedesconfiesan que vuestra patria est en el tiempo y que vuestro Diosno es ms que una cancin de ruta con la cual se mece elcansancio de una humanidad en marcha hacia el paraso terrenal.Y ese Dios se acerca singularmente a "el ltimo mesn" deBaudelaire, al "comodn" de Nietzsche o a "el opio del pueblo" deMarx. Pero si, colmados con todos los bienes y todas lasseguridades de este bajo mundo, pueden ustedes decir junto conSan Pablo: cupio dissolvi et esse tecum (deseo destruirme y estarcontigo), si ustedes desean ver a Dios desde el fondo de su ser, yano en el espejo de la creacin, sino frente a frente, entonces sonustedes verdaderamente discpulos de Aqul cuyo reino no es deeste mundo y quien no da como el mundo da.

    Yo asista recientemente a un sermn donde el predicadorcitaba esta frase de un pecador vuelto a traer a Dios por la cerca-na de la muerte: "la impiedad, esto es perfecto para vivir, pero esel diablo para morir". Admirable profundidad de las trivialida-des! As, lo que empuja a tantos hombres hacia Dios, no es lalibertad del amor, sino la servidumbre de la muerte; es la bre-vedad y no la imperfeccin de la vida terrestre. La idea de Dios

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    cin de la vida terrestre. La idea de Dios, la rechazan como unfantasma que envenena la vida y, cuando esa vida se les escapa,se tragan ese veneno como un remedio: es la ltima y engaosatabla de salvacin para el viejo hombre desesperadamenteaferrado a su vieja vida.

    "Un poco de mentira para vivir, mucha mentira para morir",deca Nietzsche. All est la lnea divisora entre la religinutilitaria y el misticismo: es el miedo a la muerte el que nos hacegritar hacia Dios o es el llamado de Dios el que nos hace aceptary desear la muerte? Y si tuvisemos la capacidad de elegir entrela perpetuidad y la eternidad, de qu lado se inclinaran nuestrosvotos? No creo que la eleccin se le presente jams al hombrebajo esta forma absoluta. Quise simplemente sacar a plena luz,por la amplificacin del mito y de la tragedia, el abismoirreductible que separa dos universos: el de la naturaleza y deltiempo, donde es imposible a priori fijar lmites a los progresosdel hombre, y el de la gracia y de la eternidad donde slo Diospuede introducirnos.

    La gran tentacin de nuestra poca es confundir estos dosuniversos pidiendo a las obras del tiempo cumplir las promesasde la eternidad. Y le ruego al lector que interprete este dramacomo una seal de alarma en un camino que podra conducirhacia esta especie de infierno donde, siguiendo la frmulaangustiada de Simone Weil, el hombre se creera por error en elparaso.

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    tal: la misma ola indiferente haca rodar sin distincin hacia lamisma nada los juramentos de Elosa y las muecas de laprostituta; el mismo gusano roa todas las frutas y el nacimientodel amor ya era una muerte. El deseo gritaba: "siempre". Lanaturaleza responda: "nunca ms". El hombre no era ms queun grito y el destino una sordera.

    Amanda. Lo s. La respuesta al rezo humano estaba en elhombre. Se concedi l mismo: despus de haber suplicado aldestino demasiado tiempo, lo ret y lo venci.

    Helios. Como haba vencido al trueno despus de haberloimplorado.

    Amanda. Como ha hecho sirvientes suyos a todas esasfuerzas ciegas que fueron sus dioses.

    Helios. Pienso en esta cortesana, creo que la llamabanmadame Du Barry, quien, en el cadalso, suplicaba retorciendosus manos atadas: un momento ms, seor verdugo. Durantemucho tiempo la gente se ri de su acto de cobarda. Pero estegrito traduca el anhelo silencioso de la humanidad entera:todas las miradas que iban a extinguirse gritaban as hacia laindiferente luz. El enfermo que contaba las horas interminablesde la noche, el artista sobrecogido por el fro de la tumba antela obra inacabada, la amante espantada por la fragilidad de losjuramentos eternos, todos gritaban a su manera al ejecutor queno escuchaba: un momento ms, seor verdugo! Este verdugosordo y mudo, cansados de implorarle en vano, lo hemosmatado.

    Amanda. Es maravillosamente cierto. Hemos liberado alamor. Pero no lo hemos creado: exista en las cadenas deltiempo y bajo la espada de la muerte, y es por esto -no hay queestar resentido conmigo que lloro a veces por estos abortosde la eternidad. Por qu el hombre ha inventado el amor antesde haber matado a la muerte?

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    incorrompible y veremos germinar las estrellas en el zureo delas nebulosas.

    Amanda. La certeza tambin da vrtigo. La mujer en m seestremece ante la diosa.

    Helios. Es que la diosa es joven en ti como una flor y que lamujer tiene demasiadas races en la noche. El hombre temblabaantao ante la sombra que la dicha proyectaba. Pero desde quehemos conquistado la luz, la dicha ya no produce sombra.

    Amanda. Perdname. Todava no estoy acostumbrada a midivinidad. Tropiezo un poco en esta luz sin borde.

    Helios. La inmortalidad te ensear el impasible andar delos habitantes del cielo. Tenemos el poder de los dioses, notenemos del todo su alma. Llevamos todava la marca de nuestroslmites abolidos igual que los presidiarios liberados conservabanantao el rastro de sus antiguos grilletes. Hay que dominar esevrtigo, hay que dilatar nuestro corazn a la medida de nuestropoder.

    Amanda. T me ayudars. Me parece que el amor es msdivino que el poder.

    Helios. Esto es lo que se ha credo durante demasiadotiempo. Pero era necesario el poder para liberar el amor. No seasingrata hacia esa fuerza que te hizo inmortal.

    Amanda. Sin ella, no hubiera nacido, y no volvera a nacerhoy bajo tu mirada. Sabes que te amo?

    Helios. Tengo la eternidad para enterarme de ello y para noolvidarlo jams. Yo tambin renacer cada da por tu presencia ytu amor. La eternidad, es un nacimiento que no se acaba jams.

    Amanda. Todo es nacimiento cuando ya no hay muerte.Helios. Ya ves lo que el amor le debe a la ciencia. Ellas

    gritaban como t hacia la eternidad, tus hermanas de antao, lassuplicadoras de lo imposible. Pero el tiempo barra la hora inmor

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    Personajes:AmandaHelios, su novioSimn, su padreAstrid, su madreRene, su hermanoStella, amiga de AmandaEl doctor WeberEl EspectroEl dobledeAmanda

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    ESCUNA II

    Helios. Amada ma!Amanda. Aqu ests. Contaba las horas.Helios. Para qu contar lo que no tiene fin? Todas las

    horas son nuestras.Amanda. Contaba las horas sin fiebre, como se mira una

    flor que se abre.Helios. Y que ya no se volver a cerrar.Amanda. Como se espera, despus del adis del sol, el

    nacimiento de una estrella.Helios. Una estrella que no se apagar nunca.Amanda. Oh maravilla! Por qu decir siempre y saber que

    es cierto!Helios. Siempre! Ven ms cerca de m, promesa inmortal,

    aurora de la cual ningn medioda marchitar el roco. Te amo.Eres el polo y la hoguera de todos mis deseos. Desde lo msprofundo de mi infancia, pensaba en ti sin conocerte igual que elgrano que germina suea con luz. Te encontr ahora y tus dedosdesatan mi destino.

    Amanda. Esta alegra que me invade me asusta.Helios. No hay que tener miedo. Esto era bueno antao

    cuando los dioses estaban celosos de la dicha de los hombres,cuando el destino era el enemigo del amor. El milagro se havuelto necesidad. Nosotros somos dioses.

    Amanda. Es cierto. Pero algo dentro de m no se atreve acreer en ello.

    Helios. Mira. El universo est extendido a nuestros piescomo un perro fiel, como un jardn familiar. Lo exploraremosjuntos; remontaremos en la misma barca el ro sin riberas,inagotable y dcil. Un mundo siempre nuevo frente a unos ojossiempre vrgenes. Escucharemos a los tomos cantar en nuestra

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    Amanda. Queda una dentro de mi alma. El nido me es msquerido que el vuelo. Amo la tierra.

    Stella. Ya veo. Ests hecha para el amor.Amanda. Y t para el conocimiento.Stella. El espritu tiene alas; el corazn siempre pesar su

    peso de carne. Lo estas esperando?Amanda. Va a venir.Stella. No tienes ganas de irte con l hacia las estrellas?Amanda. Quizs. Pero todas las estrellas estn ya en sus

    ojos. Su presencia me lleva ms all de m misma. No puedo irms lejos.

    Stella. Eres una flor... Amanda. Y t un rayo. Las flores tienen races, la luz no

    tiene patria.Stella. Ya no hay espacio...Amanda. Cerca de l, ya no hay tiempo.Stella. Ya no hay nada. Ni siquiera t. Yo te conozco: por

    d, he entendido a las amantes de los tiempos legendarios. T eresde la raza de las Isolda, de las Julieta, de aquellas que moran deamor bajo el cielo bajo de los siglos nocturnos, cuando el hombreno saba todava qu soar. Y bien seras capaz de morir comoellas si no hubisemos matado a la muerte.

    Amanda. S que la muerte ha muerto cuando lo miro.Stella. Este viejo amor, que fue durante tanto tiempo la

    fuente y el enemigo de la vida!Amanda. Cllate! Ah viene.Stella. Adis. Dejo la flor al jardinero, regreso a las

    estrellas...Ella sale, entra Helios, un guapo joven cuyo rostro recogido y

    radiante es como la aparicin de un alma desnuda. Ropa, muysencilla cuya amplitud recuerda un poco el traje oriental de hoy.

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    ACTO IESCENA I

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    ESCUNA I

    Una pradera en la primavera. Flores entre las hierbas. Algosalvaje y, al mismo tiempo, artificial. Al fondo, una morada todatransparente brilla bajo el sol. El aire es templado. Un pjarocanta. Amanda vaga por el jardn y recoge flores lentamente. Esrubia, muy bella, con algo absorbido e irreal en la mirada. Estvestida con velos blancos, a la antigua. Aparece Stella, en trajeobscuro, el cual tiene algo del uniforme y de la prendaprotectora. Andar seguro y valiente.

    Amanda, sorprendida. Vaya, ya ests aqu! Buen viaje?Stella. Admirable. Se ganan unas diez horas terrestres con

    este nuevo cohete. Y ninguna vibracin. Movimiento inmvil.La prxima vez, debers acompaarme. Era divino. La luz esprpura en este planeta gamma. Y hay una fosforescenciaalrededor de los objetos que los convierte en islotes de claridaden un mar de sangre. Y el aire es espeso, extraamente tnico: serespira como se bebe. Y t, qu haces?

    Amanda. Lo ves. Recojo flores.Stella. Yo recog estrellas.Amanda. Las estrellas tambin son flores.Stella. Es cierto: uno las toca y las respira.Amanda. Yo prefiero las flores terrestres. Estn ms cerca.Stella. Puesto que ya no hay distancia!

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    Pero debo regresar al laboratorio. Si estas crisis vuelven, avseme.l sale.

    ESCENA II

    Helios, solo.Pobre nia! Sus gritos, sus blasfemias, me han mordido en

    pleno corazn. Y siento siempre su angustia entre nosotros comoun muro compacto, impenetrable... El rayo delta? Dudo enintervenir como frente a una traicin, un sacrilegio, peor todava:un procedimiento de falsificador. Esta angustia... me rechaza yme atrae; es un muro y es una puerta desconocida; siento quehace un todo con su alma, que tambin es con su angustia que ellame ama y que, si la matara desde fuera con nuestros rayos ynuestras drogas, falsificara su amor... (Pasndose la mano por lafrente). Pero estoy siendo irracional... Sern esas bocanadas depasado y de locura contagiosas? Soy yo quien voy a necesitar elrayo Delta!

    Amanda entra.

    ESCENA III

    Amanda. Buenos das. Tienes preocupaciones?Helios. S y no. Pensaba en ti. Ests aqu y ya no pienso

    en nada, vivo. Te paseaste por mucho tiempo?Amanda. No. Sabes, el cuadro de rosas, detrs del cedro; es

    la lluvia de esta noche? Ya estn todas marchitas.Helios. Esto te entristece? Ve pues hasta el parque del

    monte de las palomas: vers las nuevas plantaciones del profesorLevy: rosas inmortales como nosotros.

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    dulzura en esta angustia, como el temblor os-curo de una prome-sa.

    Simn. Esta promesa, La hemos convertido en realidad. Estaba en el hombre y no en los dioses y los parasos.

    Amanda. Justamente. Y es por esto que, hace rato, teencontraba demasiado severo con Cristo y sus discpulos.

    Todos los esplendores que dorman en el porvenir, no losadivinaron y anunciaron a travs de la bruma de las fbulas?Sabes cuanto me han gustado siempre estos viejos textosprofticos. Todo se encuentra all, en estado de visin y dellamado, como las obras del adulto en los pensamientos del nio.Todo. La reconciliacin del alma y de la carne: si tu ojo essencillo, todo tu cuerpo ser luminoso.

    La unidad de las razas y de las naciones: no habr ms que unsolo rebao y un solo Pastor. La filosofa del progreso humano,esa fe en el futuro que nos empuja hacia adelante sin una miradahacia el pasado: el que mete mano al arado y mira hacia atrs noes propio del reino de Dios. Y esta frase que siempre me haindignado, a pesar de vuestras lecciones y vuestro ejemplo, yo laamiga y la confidente de los muertos (ustedes siempre se hanburlado un poco de m a causa de esto; miren, Helios me deca elotro da riendo: para ser plenamente amado por ti, slo me hacetai ta ser mortal), s, esta frase que me duele: deja a los muertossepultar a los muertos. Y el gran acuerdo nupcial del hombre yde la naturaleza anunciado por el profeta: la tierra ser como unaesposa y el hombre como un novio... Qu locura predecir esto enaquellos tiempos atroces! Extraa esposa que devoraba a todossus novios! Esta bestia loro/, la hemos domesticado. No eracruel, estaba ciega: nos aplastaba sin vernos. Pero el espritu quellevaba, la endeble antorcha prendida en el hombre, bebi poco apoco toda su noche.

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    Simn. Esta antorcha ha quemado muy alto en el alma deCristo. Desgraciadamente! El faro cristiano tambin era unescollo.

    Amanda. Su luz era demasiado pura para unas miradasapenas escapadas de la noche. Los hombres fueron durantemucho tiempo deslumbrados antes de ser alumbrados. Las barcasse rompan contra la torre del faro en lugar de navegar hacia elhorizonte el cual barra con sus luces. Pero en fin, la granrenovacin del universo, la muerte vencida y la dicha eterna,Jess y San Pablo hablan de ello como si ya fuesen testigos: "Heaqu que hago todas cosas nuevas... nadie les hurtar vuestraalegra. El ltimo enemigo que ser vencido, es la muerte... ohmuerte!, dnde est tu victoria? Yo soy la resurreccin y lavida"...

    Simn. Cristo vio la meta, no vio el camino. La muertehaca tranquilamente su cosecha detrs de estas promesas deresurreccin. No se trataba de resucitar muertos, sino de salvarvivos. Lo que hicimos...

    Amanda. Cristo no estaba todava armado para esto, es l,sin embargo, quien primero revel a sus discpulos que Dios noestaba en el cielo, sino en el hombre: el reino de los cielos estadentro de ustedes.

    Simn. Pero tambin dijo: mi reino no es de este mundo. Yense a los hombres este rezo que fue repetido durante veintesiglos: Padre Nuestro que estas en los cielos! Cunta sangre hafluido, la sangre luminosa del pensamiento, la sangre hirviente dela accin, por esa herida del rezo! Paralizado por la hemorragia,el hombre esperaba el milagro en la tierra y, despus de !amuerte, el milagro permanente del paraso. Tard mucho tiempoen comprender que no hay ms milagro y paraso que aquel queuno forje con sus propias manos.

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    pero siempre viva, en un recoveco de su ser donde ya no puedopenetrar y el cual ella misma ignora sin duda...

    Weber. Ya veo... Una semana de rayos Delta y todo estar denuevo en orden. (Con una sonrisa fra). Tenemos lasherramientas para impedir a los muertos venir a perturbar a losvivos.

    Helios. No cree usted que pueda reponerse sola? Siempreha tenido una aversin irracional hacia la psicotcnica. Lo queella extraa ms que todo, en su nostalgia de las edades oscuras,es lo imprevisible: el azar en las cosas, la libertad en el hombre.

    Weber. Otra vez una secuela del pasado! Lo que unollamaba el misterio, era las tinieblas de nuestro espritu queproyectbamos hacia afuera. Lo imprevisible! Un coctel deignorancia y de impotencia... Yo se lo deca el otro da antes de sucrisis: hay menos alma en el perro domesticado que en elantiguo lobo de los bosques? Menos poesa en las estrellas desdeque el hombre les conoce el gnesis y sigue su marcha?

    Helios. Por decrselo todo, temo ser un poco su cmplice.Me gusta en ella este misterio y esta libertad, este amor salvaje yfiel que se recrea sin fin como el agua de un manantial, estaeleccin que brota de la noche, que parece venir de otro mundo.Hay peligro en no intervenir inmediatamente?

    Weber. Perentorio. Ninguno. Somos lo bastante fuertes paradejar evolucionar este resto de misterio sin permitirle irdemasiado lejos. Igual que el gato juega con el ratn, igual quelos dioses de antao jugaban con la libertad de los hombres yalcanzaban siempre la pelota loca. La omnipotencia puedeesperar: estos enclaves de noche cercados por la luz, no corremosningn riesgo al tolerarlos, los someteremos cuando nos parezca.

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    Amanda. Jess, sin embargo, dijo al paraltico: "Levntate, agarra tu cama y camina". No era ya esto el lemade los tiempos futuros?

    Simn. Esta orden, l la dio en nombre de su Padre.Y reneg de su verdadera misin, blasfem cuando dijo: el

    Padre es ms grande que Yo. l vivo, nada estaba arriba de l.Pero su grandeza, espantada de ella misma, se dobl como unrbol bajo el viento y su cima toc la tierra, y la gran blasfemiadel rezo se perpetu por medio de l, y los hombres, tras l yposternados como l qu smbolo!, no se reza ni de pie nicaminando, se reza de rodillas: el rezo inmoviliza yempequeece, los hombres dejaron dormir en ellos la semilladivina para buscarse en los cielos a un Padre ausente. Un padre!la imagen de Dios, no es el padre, es el Hijo, es el eternonacimiento extendido hacia el inagotable porvenir, es la semillaalada de los vivos y no la inmvil estatua de los muertos.

    Amanda. Acurdate de los cantos de navidad. Hace dos milaos, adoraban ya la infancia de Dios.

    Simn. Era una intuicin del corazn y no una certeza de lamente. La muerte tena mucha vida. Los fretros de los padres y,por encima de todo, el gran fretro vaco de Dios aplastarondurante mucho tiempo ms las cunas de los nios. Y la ruedaestpida del desuno, atascada en el fango de las religiones, siguigirando sin avanzar. Cuando bastaba con pensar en lugar desoar, con actuar y no implorar.

    Astrid. Todas estas sombras mudas prepararon nuestrasalas: la meta debe reconciliamos con el camino.

    Simn, Yo lo deca hace rato, pero que quieres? No puedosiempre dominar mi dolor y mi rebelin cuando pen so en tantosatrasos y espejismos. Tiemblo despus, tiemblo desde lo alto denuestras certezas para siempre conquistadas igual que los solda-dos vencedores deban de temblar antao al pensar en los azares

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    que habran podido cambiar la victoria en derrota. Pero es ciertolo que dices: el humilde ncleo de verdad contenido en losespejismos, el grano de mostaza del evangelio, se ha convertidoen un rbol inmortal. Y todo es sagrado puesto que todo estconcluido: benditos sean hasta los azares que han llevado a laderrota del azar, bendita sea la larga noche cuando esta auroragermin.'

    Amanda. No haba otra cosa en esta noche ms que laespera velada de nuestra aurora?

    Simn. Qu quieres decir?Amanda. Pienso en estrellas que ya no vemos, oh! es una

    idea absurda, en estrellas que nuestra aurora ha quizs borradopara siempre...

    Simn. Sueas. Nuestra aurora slo ha disipado fantasmas.Todo est concluido.

    Amanda. Todo est concluido. Esto quiere decir que todoest perfecto. Esto quiere decir tambin que todo est terminado.

    Simn. Lo que est terminado, es la noche, el mal, el miedo.El porvenir est abierto en grande, y sin lmites, como laesperanza de los hombres.

    Amanda. Tengo miedo, otra vez una idea absurda... de queya no haya porvenir, que ustedes lo hayan matado al desgarrar suvelo.

    Simn. Cul velo? Era la muerte la que le tapaba el paso alporvenir. Hemos derribado esta pared.

    Amanda. Derribado una pared? Quizs... hay quecreerlo... (Ella mira ansiosamente a su padre) Y si ustedeshubiesen tapiado una puerta?

    TELN

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    ESCENA I

    En la casa de Helios. Una pieza grande, pocos muebles,algunos cuadros en las paredes, un inmenso ventanal abiertosobre una extensin de agua y unos rboles. Helios, sentado,mira con ansiedad contenida a Weber que camina por todo lolargo y ancho del lugar: rostro impasible, ligeramente crispadopor la reflexin.

    Weber. Es extrao, extrao... hay que tener en cuenta lascondiciones donde ella naci, en esta prodigiosa explosin de lavictoria sobre la noche y sobre la muerte. Helios. La victoria,ya es la paz... Weber. Todava es la guerra. El eco de loscombates slo se apacigua por grados, en los espritus y en lascarnes. He observado algunos fenmenos anlogos con loshombres nacidos en esta poca. No estaba todava todo reguladodesde el origen como para los nios de hoy; quedaba un granatraso de caos y de angustia por saldar. Estas crispaciones delalma son lo que eran antao los terremotos: los ltimos espasmosdel caos murindose. Cmo est ella ahora?

    Helios. Muy calmada, ms dulce que nunca, demasiadocalmada quizs y como ausente de ella misma y de todo lo que larodea. Puede ser que el choque que me ha causado esta crisis mehaga imaginar cosas que no existen, pero sus palabras, sus gestos,ya no la entregan enteramente; parece ser que un velo divide suvida en dos y que, bajo ese velo, la angustia permanece, dormida

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    ACTO IIESCENA I

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    ACTO IIIESCENA I

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    ESCENA I

    Una terraza en la entrada de la morada de los padres deAmanda. Mobiliario de jardn. Simn garrapatea unas notas enuna libreta. Astrid est sentada a su lado. Amanda hojea unlbum.

    Astrid. Tu discurso avanza?Simn. S y no. Cada vez experimento la misma confusin,

    la misma emocin cuando debo hablar con estos seres, ayertodava materia oscura, hoy vida y pensamiento. La embriaguez yel pudor de un Dios frente a la primera mirada de su creatura...

    Amanda, levantando la cabeza.Cuntos sern?Simn. Veinte mil. Hemos hecho coincidir este nacimiento

    con las fiestas del centenario. Nacidos de ayer, oirn hablar porprimera vez de la historia de los hombres.

    Amanda. Pienso en las leyendas cosmognicas: Adnsurgido del limo de la tierra, la metamorfosis de las piedraslanzadas por Deucalin y Pirra, este paso sin transicin del estadode cosa a la plenitud del ser humano, este sbito despertar de unalma que bebe el universo de un solo trago...

    Simn. All, otra vez la leyenda se haba adelantado a larazn. Todas las veces que hablo con estos hijos de la cienciacreadora (has olvidado a Minerva surgiendo armada del cerebrode Jpiter), evoco lo que habra sido el primer dilogo de Adn yde Dios si estas viejas historias no hubieran sido nicamenteprofecas. Inmortales como Dios! Y creadores como El! La in-

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    mortalidad no sera ms que un privilegio egosta sin ese xtasisde la creacin.Rene entra como rfaga.

    Astrid. Ests bastante atrasado qu hacas?Rene. Djenme tomar aliento (se deja caer sobre una silla y

    respira dos o tres veces muy hondo). Y sobre todo, djenme rer.Es cierto que antao poda uno morirse de risa?' Ya no puedoms...

    Amanda. Qu es lo que te divierte tanto?Rene. Cosas serias, gorda. Una leccin de historia. Figrate

    que el profesor Andrs nos condujo al palacio de exposicionespara visitar la famosa retrospectiva del siglo veinte. Todava meduele todo el cuerpo de tanto rer. Lo tonto que podan ser,nuestros abuelos!

    De nuevo se re a carcajadas.Amanda. Eres t quien te comportas como un tonto.

    Explcate.Ren. Me qued un poco ms tarde en la seccin dedicada a

    los peridicos y a las revistas de antes de la guerra atmica. Lospobres diablos! La estupidez los haba desintegrado antes de labomba, no perdieron gran cosa al transformarse en fuegosartificiales... Sabes t por qu se apasionaban? Pginas enterasdedicadas a qu? Hoje al azar: al busto de una estrella de cine, ala boda de un prncipe fantoche (estaban locos por las cosas de lanobleza, estos demcratas conscientes y organizados) o ms,agrrense bien, dos grandes pginas, querida!, a un aironazo malfamiliarizado con los misterios de la etiqueta que haba hechoarremolinarse las faldas de no s cul otra princesa en gira oficial.Y concursos de belleza al por mayor con las fotos de lasganadoras y las medidas exactas de sus atractivos: es de creer queCupido envejecido se haba hecho contador o agrimensor...

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    Simn. Rpido, hay que llamar al doctor Weber. Elremedio...

    Amanda, todava extraviada, pero de repente calmada. Noquiero remedio... Perdnenme todos... Estaba loca... Ya estpasando... No quiero remedio. (A Helios). Te amo. Te amolibremente. Acepto este mundo puesto que es el tuyo. (Echndoseen sus brazos). Ah! Te amo corno si fuera a morir!

    TELN.

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    de Espaa. Se levant contra la apostasa del sucesor de SanPedro, recogi las llaves del reino, se proclam vicario deJesucristo por la gracia divina y, como la indomable Piedra deLuna en la Edad Media, fulmin anatemas que se perdan en elvaco y convid bajo su gua a unas ovejas que ya no escuchaban.Por supuesto, rehus el suero de inmortalidad y muri algunosmeses despus, dividido entre la maldicin y el rezo, abandonadopor todos, repitiendo esta frase del evangelio: "Se alzarn falsoscristos y falsos profetas y harn prodigios hasta el punto deseducir, si fuese posible, an a los elegidos". Haba lanzado en susltimos das excomuniones irrisorias en contra del Papa renegadoy de todos los adoradores de la bestia del apocalipsis. Se cuentaque se calm en su extrema agona, que anunci el regresoinminente de Cristo sobre los nubarrones del cielo, que rez portodos los hombres, y sobre todo por nosotros, los magos y Irisprofetas de Satn. Sus ltimas palabras habran sido: "perdneles,Padre Mo, porque no saben lo que hacen".

    Amanda, enderezndose, como perturbada.Pero es horrible! Y es maravilloso! Por qu nunca me

    haban contado esto?Simn. No es ms que un detalle...Amanda. Es una seal. Es un juicio. Es tambin... un llamado.

    La muerte de este anciano me desgarra como un hijo que saldrade m!

    Astrid. Qu tienes pues? Nos asustas...Amanda, exaltada.l tenia razn. l saba. l era el ltimo en saber. Hubiera

    querido estar cerca de l en su agona. Hubiera querido morir conl!

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    Y los deportes, la vuelta ciclista de Francia con sus gigantes, susdioses de la carretera que tenan en la imaginacin de lasmultitudes el lugar de Rolando o del Cid en las canciones degesta; se extasiaban con algunos segundos de adelanto o deatraso: all tambin la cifra era reina. Y esta literatura de osario yde rastro que pululaba alrededor de los crmenes presentes opasados como moscas sobre las llagas y sobre los desechos! Todoesto sin carne, sin vida, sin entraas: aves todava ms disecadasque descompuestas. Necesitaban lo sensacional a toda costa, ynada era ms inspido que sus pimientos artificiales. "La prensadel corazn" -s, hijos mos, los corazones ya no tenan secretos,latan en la feria distribua por millones de ejemplaresintimidades y confidencias fabricadas en cadena; los reyesdestronados y las cortesanas pasadas de moda contaban susamoros a la multitud; se escriba para no decir nada y se lea parano saber nada. Y no hablo de su credulidad de salvajesbastardeados ante todos los sucedneos del misterio y de lamagia: las videntes, los curanderos, los astrlogos despachaban acualquiera que llegaba su mercanca imaginaria... all est con quse pasaban el tiempo justo antes de disiparse en polvoradioactivo. Una comedia sin autor ni director; una coleccin detteres que se jalaban de las cuerdas unos con otros. Los robots dehoy son menos estpidos...

    Amanda. Era muy triste y no hay de qu rer.Rene. De qu llorar tampoco, espero?Amanda. Desgraciadamente no! Era demasiado triste para

    hacer rer y demasiado estpido para hacer llorar.Simn. Cuando se tiene demasiada hambre, come uno

    cualquier cosa. Cuando se tiene demasiado miedo, uno se refugiadonde sea. No tenan eleccin de medios para olvidar que iban amorir.

  • Sereis como dioses

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    Amanda. Tu exposicin estaba muy incompleta. Todo estepapel impreso e ilustrado, era sus excitantes o sus narcticos,como quieras: su verdadero alimento estaba en otra parte.

    Rene. Mir sobre todo los peridicos.Amanda. Busca ms bien en los libros. Toma Bernanos,

    Saint-Exupry, Simone Weil y tantos otros: la miseria disfrazadade su poca, ellos la vean como t la ves.

    Simn. S, pero en la vieja niebla teolgica que falseabatodas las perspectivas. Dos sentimientos dominaban este siglo: elmiedo y el aburrimiento.

    Rene. Se aburran de vivir y tenan miedo de morir.Explquenme esto!

    Simn. Es muy fcil de explicar. El suelo que se ocultababajo sus pasos, el rayo que retumbaba arriba de sus cabezas lesprohiban las largas esperanzas y las grandes obras que slo ellasdan un sentido a la existencia. El aburrimiento, es lo cotidianoreducido a l mismo. El porvenir tapado hace el presenteirrespirable. Entre ms medido les era el tiempo, ms les duraba.La prisin crea el peor de los desiertos: la soledad sin espacio ysin libertad. Incapaces de escaparse, no tenan otro recurso msque distraerse. Distraerse del asco de vivir. Distraerse del miedode morir. Su literatura "de escape", corno ellos decan (s, sesentan, pues, cautivos!), sus pelculas, su agitacin, su alboroto,todo esto no era ms que fantasmas tejidos por el aburrimiento delos prisioneros.

    Rene. El aburrimiento?, qu sabor poda tener esto?Simn. La ausencia de sabor. La corteza de la vida habitada

    por la muerte. Regocjate por no entender nada. Matar a la muerteno habra servido de nada si no hubisemos tambin matado alaburrimiento.

    Entra Helios.

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    la libertad a los fieles, declar que la Iglesia catlica no habasido ms que la prefiguracin mtica del reino que el esprituhumano acababa de edificar con sus solas fuerzas y, despus dehaber recordado los inmensos beneficios morales y espiritualesdel cristianismo en el curso de la edad teolgica, nos entregsimblicamente las llaves del reino de las almas que deben pasar,dijo expresamente, de manos del vicario de Jesucristo a las de loshombres que han cumplido las promesas de Jesucristo.

    Rene. Admirable! Y toda la manada sigui?, ningunaoveja refunfu?

    Simn. Ninguna. Con la ayuda del rayo, por supuesto. Perola balanza se inclinaba mucho de nuestro lado. El Papa evocabajustamente en su mensaje esta frase de un escritor del sigloveinte: "Mientras el hombre sea mortal, el cristianismoprobablemente ser inmortal". La fe cristiana era un seudoremedio contra la muerte, del tipo de esas recetas mgicas con lascuales se contentaban los enfermos antes de los grandesdescubrimientos de la medicina. Qu quieren ustedes? Elverdadero remedio ha hecho olvidar al remedio malo. Elcristianismo viva de la muerte y muri junto con ella. Lapromesa de inmortalidad se disip en el cielo cuando se cumplien la tierra.

    Amanda. Entonces no amaban a Cristo ms que por suspromesas?

    Simn. Era lo mismo. No dijo San Pablo: "si no re-sucitamos, nuestra fe es vana"?

    Amanda. Y, sin embargo, ese viejo Obispo?Simn. Ya no pensaba en l; el rayo mismo no pudo nada

    con ste. Qu alma! Un diamante negro, pasado al estado depiedra, noche cristalizada. Era el Obispo de una pequea ciudad

  • Sereis como dioses

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    inundado de esa luz que hace discernir infaliblemente loverdadero y el bien. En el tiempo de la revolucin tcnica, se lesllamaba de buen grado rellenado de crneo o lavado de cerebro alos medios cientficos de persuasin, lo que, en el fondo, salesiendo lo mismo: primero purgaban para luego atiborrar; eramaterialismo malo que confunda los grados del ser: uno abracon ganza las cerraduras que no saba abrir. Pero nosotroshemos descubierto la llave: no hemos forzado las puertas, lashemos abierto. Nuestra intervencin no ha abolido ms que latriste posibilidad de escoger el error y el mal: no es la libertad, esla servidumbre que hemos matado. Hemos confirmado a loshombres en la gracia, como lo haca Dios para los santos en laleyenda cristiana. De la libertad, hemos conjurado todos losriesgos y desplegado todas las suertes.

    Helios. Lavado de cerebro quizs, en el senado de un baode luz que purga el espritu de todas sus manchas.

    Simn. Veamos, te sientes menos libre amando a Helios?Habamos, sin embargo, previsto este amor.

    Amanda. Como abrumada.La presciencia de los dioses...Helios. No es el sepulcro de la libertad, es el terreno

    donde se levanta.Simn. Adems, no hemos abusado del rayo. Muchoscristianos han venido a nosotros, convertidos por el solo presagiode nuestros descubrimientos. El ejemplo ms ilustre es el delltimo Papa, Juan XXIV quien, despus de haber estudiado pormucho tiempo el resultado de nuestros trabajos y haberserecogido vanos meses en la soledad, promulg un mensajesolemne en el cual disociaba la misin histrica y las pretensionesmetafsicas del cristianismo. Al renunciar a su cargo y al regresar

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    ESCENA II

    Helios. Buenos das a todos. Continen.Se sienta.Amanda. Este joven tiene curiosidad por el pasado,como yo, pero diferentemente. Se preguntaba qu es lo que

    podan experimentar nuestros antepasados cuando se aburran.Helios. Por qu no lo que sentan cuando tenan peste o

    cuando se crean posedos por el demonio?Simn. Yo deca que suprimir la muerte habra sido una

    catstrofe si no hubisemos conseguido al mismo tiempo lafuente interior de la vida.

    Helios. No vivir y ya no morir... Nos libramos de una buena.Simn. Nuestros robots tambin son inmortales. Y el hombre

    estuvo a punto de parecrseles. A propsito, insistir sobre todoen esto, en mi discurso del centenario.

    Helios. Qu dir usted? Me gusta orlo hablar de estascosas, usted cuya vida se extiende sobre las dos mitades de lahistoria, usted que ha visto morir, usted que hubiera podido morir.

    Simn. No le ensear nada. Pero este relato de la liberacines inagotable como el ocano que nutre y recibe a los ros. (Mirasonriendo a Amanda). Yo quisiera sobre todo convertirenteramente a esta niita mal despierta del pasado.

    Amanda. Estoy despierta. Pero el recuerdo de los viejossueos puede suavizar un poco la luz demasiado cruda de laevidencia...

    Rene. Estos recuerdos son tus gafas de sol, si entiendobien?

    Amanda. No, entiendes muy mal...Simn. He aqu las grandes lneas. Despus de la no che pre-

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    histrica de la cual no sabemos nada, todas las civilizacionesdescansaban sobre las rodillas de los Dioses. La tierra no era msque un lugar de exilio o una prisin, o ms bien las dos cosas almismo tiempo: un presidio. El hombre cado de un cieloimaginario no conceba otra salida a su destino que el remontarhacia ese cielo. La perfeccin estaba dada de una vez por todas;resida de este lado de la vida y ms all de la muerte, y elhombre slo la poda alcanzar renunciando a la tierra, al esfuerzocreador, humillndose como un instrumento en las manos de losdioses. Y aquellos que haban matado sus anhelos y roto sunaturaleza en ese tiempo de exilio y de prueba volvan a encontrardel otro lado de la tumba la plenitud de su origen. Gracia,trascendencia, ms all, paraso, sos eran los bonitos nombresque ellos daban a su ignorancia, a su impotencia. Daban vueltasas alrededor de sus dioses como una ardilla en su aula, como unplaneta encadenado a su rbita, y su porvenir no era ms que larepeticin estril del pasado. Nada nuevo bajo el sol, deca elEclesiasts. Todo es habitual y efmero, responda Marco Aurelio.La idea cclica del tiempo tapaba el horizonte, la eternidadaplastaba la historia. La esperanza temporal del mesianismojudo, el humanismo griego, la explosin del renacimiento, nofueron ms que relmpagos inciertos en la niebla de lasmitologas.

    Amanda. Y el evangelio?Simn. El ms grande de los smbolos. Anunciaba al hombre

    su propia divinidad. Pero se traicion al nacer: Dios subi denuevo a su cielo y el hombre volvi a caer en su prisin: la olalibertadora se paraliz, y los abades de Cristo la levantaron comoun dique frente a las nuevas corrientes de la historia.

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    huelga de hambre frente a la verdad! Regular, orientar, dilatar lasalmas, ser a la vez el autor y el espectador de esta transfiguracininterior, esto fue una embriaguez sobrehumana de la cual jamsagotar el recuerdo. As es como se hizo la unidad de la especiehumana. Y, casi al mismo tiempo, nuestro amigo Bergmanndescubra el suero de inmortalidad.

    Amanda. Pero... perdnenme... soy quizs ridcula... no scmo decir... Cuando ustedes utilizaron este rayo de persuasin,no tuvieron miedo de la facilidad de vuestra victoria y tambinde ese mundo demasiado bien regulado, demasiado obediente,que iba a salir de vuestros descubrimientos?, pensaron en lalibertad de los hombres?

    Helios. La libertad! Cuenta esto frente a la dicha,frente a la luz? Era libre el hombre en esas mitologas quete gustan? Dios le peda su opinin para crearlo y parasalvarlo?

    Amanda. Poda perderse...Helios. Tambin se perda por un decreto tic Dios. Acurdate

    de los dogmas de la predestinacin y ele la providencia. No erala gracia todopoderosa? Eran los elegidos libres de salir delcielo? Puedes reprochar a estos hombres divinos de haberrealizado lo que los dioses haban apenas prometido: el parasopara todos? Lo que uno llamaba la providencia comenz conellos. Haba que, bajo el pretexto de respetar la libertad, dejar alos hombres con su ignorancia y con sus pasiones? Era esto lalibertad, esos tanteos de ciegos y de borrachos en una caverna sinsalida? Est el ojo menos libre cuando pasa de la noche al da?

    Simn. El rayo ha disipado las tinieblas, no ha violado lalibertad. La ha dilatado a la medida del prodigio que acababa denacer entre nuestras manos. Comprndeme: no hemos impuesto alos espritus pensamientos y sentimientos fabricados: los hemos

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    real y fecunda se quedaba sin cultivo bajo sus pasos. Aun as,estos buenos telogos vean bastante claro cuando enunciabancon gravedad las cualidades de estos cuerpos transfigurados y susprofecas, Dios ms, Dios menos, resultaron muy exactas.Transparencia: nuestros cuerpos son enjambres de rayos;impasibilidad: hemos eliminado el sufrimiento; ubicuidad:jugamos con la distancia y la gravedad; inmortalidad: la muerteno es ms que un recuerdo.

    Helios. Ustedes han roto el ciclo que ligaba la generacincon la corrupcin: Saturno ya no devora a sus hijos.

    Simn. Y pensar que todo esto se debi a la valenta dealgunos cientficos solitarios! La revolucin tcnica habatransformado el mundo exterior, la revolucin psquica renov elmundo interior. Todo estaba perdido si no hubisemos tenidoxito. Para este mundo nuevo, se necesitaba un hombre nuevo.

    Amanda. Despojar al viejo hombre... investirse del hombrenuevo.

    Simn. S, lo haban previsto todo, pero no hacan nada.Seguan machaconeando esos textos sagrados, los devotos de losltimos tiempos, y el hombre nuevo no sala de sus rezos. Veanen nosotros a unos locos peligrosos hasta el da cuando el destellode nuestros descubrimientos vino a barrer sus resguardosnocturnos. Buen alboroto se arm en las fraternidades cristianascuando hicimos brotar la vida y la conciencia de nuestrascombinaciones qumicas. Unos perdan la fe, otros trataban deconciliar este prodigio con su fe, otros clamaban contra laimpostura o el milagro diablico; se agitaban por todos ladoscomo hormigas cuando uno pisa eL hormiguero. ;Este tumultodur algunos aos, luego descubrimos el rayo de la persuasin y,con su uso, acabamos con esos espritus atrasados que hacan

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    Helios. El nico beneficio de la religin cristiana, es que elhombre empez a inscribir la palabra libertad sobre la puerta desu prisin. En letras de fuego que, poco a poco, royeron la pared...

    Simn. Hubo que esperar dieciocho siglos. Y lleg laprimera de las dos grandes revoluciones de la historia (todas lasdems no eran ms que vanas batallas de tribus y de dolos), larevolucin tcnica, que se despleg bajo el impulso de una ideavirgen, imprevista sacrlega a los ojos de los creyentesatrasados, la gran idea libertadora de la evolucin y delprogreso que trasladaba sobre la tierra y en el futuro las promesasdel cielo y de la eternidad, que reemplazaba el lmite estpido delser por la flecha alada del devenir, que rompa el crculo malditodonde el tiempo, enganchado como un caballo jalando la ruedadel molino, trituraba energas para moler rezos, polvo infecundoque el viento dispersaba en los desiertos del cielo. El hombre porfin vuelto a l mismo y creador de l mismo, Dios elaborndoseen el crisol de la historia -y todo lo que uno nombraba misterio,absoluto, no conocible vuelto semejante a estos mares de nubesque los aviadores ven abajo de ellos-, y la dicha del cielo, latranquila mirada de un Dios sobre su obra, antao recompensaprometida a los esclavos arrodillados, abrindose de repentecomo una tierra por explorar, un imperio por conquistar.

    Amanda. El reino de los cielos padece de violencia y sviolentos lo hurtarn...

    Simn. Citar el evangelio si lo deseas. Pero evocar sobretodo a los que pensaron y orientaron esta revolucin: Hegel,Comte, Marx, Nietzsche y, a pesar de los restos de conchacatlica que todava quedaban pegados a tus alas, ese admirableTeilhard de Chardin.

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    Helios. El punto Omega! Se necesitaba valenta paraanunciar este puerto en medio de las tempestades del siglo veinte.

    Simn. Y la accin segua al pensamiento. Mientras secrey, como Santa Teresa, que la vida en este bajo mundo no erams que pasar una noche en un mal albergue, las ciencias tcnicasRieron tratadas como parientes pobres, como humildes sirvientas,buenas a lo sumo para barrer el resguardo provisional mientrasllegue el reposo eterno del cielo.

    Amanda. Haba, sin embargo, hombres que slo crean en lavida terrestre: los gozosos, los libertinos, los ateos?

    Simn. Crean sobre todo en la muerte. Se embriagaban conel presente, no construan el porvenir. Su lema era: comamos ybebamos, pues maana moriremos... Pero cuando el hombre porfin hubo comprendido que el mundo visible era su nica patria ysu nico reino, cuando el porvenir oculto por el abrigo de losdioses se abri de sbito ante l, se lanz en cuerpo y alma en laexplotacin de su imperio, y concluy en menos de dos siglos unaobra que todas las generaciones anteriores jams se haban atre-vido a concebir.

    Rene. Estuvo, sin embargo, a punto de estirar la pata con turevolucin tcnica. Fue peor que la peste o la hambruna. Mejorvean la retrospectiva: seccin de los recuerdos de la guerraatmica...

    Simn. Cada novedad vuelve a hacer del hombre un nio.Deslumbrado por el juguete prodigioso que creca da con daentre sus manos, se olvidaba de su cuerpo y de su alma.Acumulaba en su derredor los inventos y los descubrimientos sinpreocuparse por asimilar sus conquistas. Entonces, como todoslos advenedizos, se encontr muy pobre por haber llegado a serbruscamente demasiado rico.

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    las mitologas situaban en la noche primitiva, usted es uno deaquellos que lo han visto hacia adelante en el futuro y que lo hanesculpido en lo real...

    ___Amanda. "No era del edn, era del cielo de lo cual hablabayo...

    Simn. El rbol de ciencia, bien cultivado, se convirti en elrbol de vida. El Dios del Gnesis saba lo que haca cuandoprohiba al hombre recoger el fruto del conocimiento.

    Amanda. Le haba dado el jardn para cultivarlo...Simn. Como a un aparcero, no como a un amo. El

    campesino sublevado decidi que la tierra era para quien lacultiva.

    Helios. Ustedes tomaron al pie de la letra la palabra de Marx:el mundo no est hecho para ser contemplado sino para sertransformado.

    Simn. Haba que imitar al Dios del Gnesis: actuar primero,contemplar luego. La ltima hora del sexto da ha sonado paranosotros; podemos ahora contemplar nuestra obra: el hombrereconciliado con l mismo, sus semejantes y el universo, y decircomo Jehov que todas estas cosas son muy buenas.

    Amanda. Esta armona divina entre el hombre y las cosas el espritu que, al penetrar la materia con sus rayos, echa fuera alazar y a la muerte, los cristianos la haban anunciado: losnuevos cielos y la nueva tierra, los cuerpos gloriosos...

    Simn. Ah s! Los cuerpos gloriosos. Esta fisiologatranscendente siempre me ha alegrado mucho. Igual que susdiscusiones sobre la naturaleza de los ngeles o sobre laspropiedades del fuego del infierno. Malgastaban tesoros deinteligencia para describir y analizar cosas que no existan. Ymientras andaban a paso largo rastrillando nubes, la buena tierra

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    haba encontrado los secretos de la muerte; nos hemos atrevido air ms lejos y hemos encontrado los secretos de la vida. Pues elmundo es un...

    Amanda. Era pues tan sencillo? Tanta facilidad me hace aveces pensar que todo esto no es ms que un sueo.

    Simn. Los materialistas de antao tenan razn cuandoafirmaban que la llave del mundo interior est en el mundoexterior, que la ciencia que pesa, mide y prevee se aplica a lasalmas como a las cosas. Los metafsicos, esas araasdesinteresadas que tejan sus hilos complicados, no para atraparmoscas, sino por el placer de enredar los problemas, se burlabande su "simpleza" y te su espritu "primario". Qu quieres?Result que la verdad era sencilla y que los primarios tocaban demuy cerca a las razones primeras. A travs de la incomprensin,la irona y la desconfianza, hemos descubierto las combinacionesmisteriosas que hacen brotar la vida de la materia y el espritu dela vida. Hemos construido almas igual que nuestros padresconstruan puentes, cohetes o robots. Almas inmunizadas contrala ignorancia y el egosmo por el rayo interior que las nutre, ysobre todo contra el aburrimiento, ese viejo cncer de la dicha.No ms saciedad: hemos creado el hambre con el alimento, lamirada con el espectculo.

    Amanda. Le, en un viejo libro cristiano, esta frase sobre ladicha de los elegidos: desearn eternamente lo que poseen.

    Simn. Es exactamente esto. Hemos matado al hbito. Unmundo sin polvo. Unos ojos que no terminan de despertarse. Laespera ensanchada por la plenitud, el roco de la noche bajo el solde medioda...

    Helios. El viejo sueo del Edn el hombre inmortal yradiante en el centro del universo domesticado, ese sueo que

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    Esto fue el famoso desequilibrio entre el tener y el ser, el cualestuvo a punto de dar la razn a esos pesimistas devotos o ateosque refunfuaban frente al progreso.

    De qu le sirve al hombre ganar el universo si llega a perdersu alma? Ves que lo menciono, tu querido evangelio. Por pocohubiese sido cierto. Sus descubrimientos se peleaban entre ellosen su pobre alma que no haba seguido el movimiento, que searrastraba todava a ras del suelo, presa de todas las pasionesprimitivas, mientras que sus cuerpos volaban ya por encima delos ocanos y que la materia vencida les entregaba el secreto desus orgenes. Ebrios del vino nuevo de la ciencia, deliraban comoNo despus de las primeras vendimias. Quitada la borrachera, seaburran: entonces, para volver a encontrar esa embriaguez que lasaciedad volva cada da ms precaria y ms fugitiva, se cortabandistracciones en la tela misma de su aburrimiento: la vidaexterior, el bullicio, la velocidad, y, viviendo cada vez ms afuerade ellos mismos, se aburran siempre ms. Hasta el da cuando eljuguete fabuloso explot entre sus manos; y esto fue la guerraatmica, la destruccin de las tres cuartas partes de la humanidad.

    Rene. Esta vez, lo haban encontrado, el verdadero remediocontra el aburrimiento!

    Simn. Fue la suprema guerra de religin, el ms monstruosode los sacrificios humanos a la ltima mscara de la divinidad.Dios jams tuvo rostro, pero aquella mscara, la ideologapoltica, fue la ms estpida y la ms voraz de todas.

    Helios. La paz que sigui no fue mejor...Simn. De hecho, se regres muy lejos atrs... una vez que

    pas el primer momento de estupor, un gran sentimiento unnimese apoder de los sobrevivientes: el asco por las pasiones polticasque haban suscitado el desastre.

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    Y al mismo tiempo, el odio por el progreso tcnico que le haba dadoesta amplitud infernal Con los cristianos en particular: ustedes sabenque, a todo lo largo del siglo veinte, estaban divididos entreconservadores y progresistas: stos seguan muy de cerca a lostecncratas y a los marxistas: saludaban a las fbricas como lascatedrales del mundo moderno y vean en el socialismo el desenlacenormal del evangelio y, para justificar lo que les quedaba de fereligiosa, hablaban del plan de Dios sobre la historia. De hecho, eranms progresistas que cristianos y este dolo que llevaban con ellos enel furgn de equipaje de la historia no molestaba a nadie. Pues bien!Los pocos que sobrevivieron renegaron en bloque del progreso y dela tcnica, se acusaron mutuamente de idolatra y de sacrilegio y pi-dieron perdn a la memoria de los reaccionarios de antes del diluvio:Gandhi, Gabriel Marcel, Saint-Exupry, Simone Weil, espritusenviscados en la nostalgia del pasado, nombres viejos olvidadosahora.

    Rene. El hecho es que su progresismo haba recibido un buengolpe!

    Simn. Se vio entonces renacer como una especie de iglesiamedieval. Ningn cristiano se atrevi ms a decir, como despus delas dos guerras anteriores, que este cataclismo haba sido una crisisde crecimiento. Se volvi a creer en el demonio, se le atribuy losinventos diablicos que haban estado a punto de aniquilar a laespecie humana, uno se humill bajo el brazo de un Dios vengador, yse fundaron comunidades arcaicas donde la vida en marcha lenta yano fue ms que una preparacin a la muerte. Regreso a la tierra, alartesanado, a la tradicin, al espritu de infancia, a la fe delcarbonero, qu ms s yo? Todos los retrocesos y todas lasrenuncias a la vez: uno se volva de nuevo gusano para castigarse porhaber hurtado el fuego del cielo. Las viejas aves de mal agero, una

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    vez ms, haban cantado entonadas; la horrorosa ley de los ciclosaplastaba de nuevo al hombre bajo su rueda.

    Helios. Qu espesuras de polvo y de olvido sobre estepasado, sin embargo, tan cercano! De dnde viene que estanueva Edad Media suene tan falso y tan a hueco, comparada conel pasado que trat de reproducir?

    Simn. El regreso al pasado no resucita lo que fue: copia ymachacones. Ceniza en vano removida por manos friolentas...

    Amanda. No se pone el vino nuevo en viejas odres...Helios, sin duda alguna, le tocar a todo el evangelio. Esto

    no impide que uno hubiera podido morir de este reflujo tantocomo del diluvio que lo haba antecedido.

    Simn. La fe en el hombre haba experimentado un terribleeclipse. A los truenos del apocalipsis sigui el mascullar de losrezos. Pero algunos los mejores- resistieron al contagio sagrado;el abismo no les hizo renegar de la altura escalada por sus padres(entre ms alto sube uno, ms caro cuesta el menor paso en falso);midieron los errores, los defectos de adaptacin de la civilizacinanterior y, como esos artilleros novatos de las antiguas guerrasque comenzaban por masacrar a sus propias tropas, rectificaron sutiro. Y esto fue la aurora de esta transformacin suprema quellamamos hoy la Revolucin psquica.

    Amanda. Era tiempo de pensar en el alma...Simn. El acontecimiento ha probado que no era demasiado

    tarde. Rehacer las mquinas no era difcil. Pero era nombre aquien haba que rehacer, era su espritu al que haba que volvertan fuerte, tan infalible como los monstruos de metal y de llamaque haban desfigurado la tierra. La ciencia se volte del tenerhacia el ser, del reino hacia el rey, de los objetos alumbrados ha-cia la antorcha. Al separar los primeros velos de Isis, el hombre

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    Amanda. Nada y todo. Lo que no tiene nombre. Dios lmismo.

    Stella. Es decir nada.Amanda. Queda rezarle sin pedirle nada. Quizs queda darle

    todo. En el vaco. Sin retorno. Sin esperanza. Ser el ltimocortesano de un rey holgazn y destronado...

    Stella. La pura absurdidad...Amanda. El rezo puro.Stella. Todo esto es una locura. Si Dios hubiera existido,

    habra reaccionado, no se habra dejado, no hubiera permitido alhombre construir un falso paraso disimulando para siempre alverdadero.

    Amanda. No sabes hasta dnde puede llegar el silencio deDios.

    Stella. La nada se calla...Amanda. El amor tambin. El s respeta la libertad! No

    ajusta las almas como un relojero. Es casto como la nieve bajo lasestrellas...

    Stella. Viejos sueos! Buscas algo fuera del universo, fuerade todo.

    Amanda. Busco la norma del universo.Stella. La norma del universo est en su fin. Est en la

    victoria eterna del hombre. Est en nosotros.Amanda. Y quin hizo al hombre?Stella. Ilusin del antes y del despus? Todo el camino est

    contenido en la meta. No hay por qu al absoluto. Tambin elantiguo Dios no tena causa. La verdad est en la definicin de lostelogos, volteada. Explicaban todo piula norma. Todo se explicapor el fin. Es La atraccin de la flor la que hizo el grano. Elporvenir creaba y guiaba al presente igual que el ocano jalahacia l los ros. Y el hombre durante mucho tiempo no fue msque un delgado arroyo bordeado por la muerte antes deensancharse en ocano sin ribera. Ah! tu fantasma de Dios, lo

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    Amanda. Para qu? no son ms bellas que las dems.Helios. Pero su belleza no pasa...Amanda. La flor pasa, la belleza permanece. Regresa a lo

    invisible de donde vino.Helios. Qu metafsica! para hacer estremecerse la sombra

    de platn!Amanda. Esas flores inmortales, me parece que no hay nada

    detrs de ellas. Veo su belleza, no puedo creer en ello... Apropsito, acabo de encontrar al doctor Weber. Siempre anda conprisa, como de costumbre. Se detuvo sin embargo para decirmeunas palabras. No me gusta su mirada. Creo que vena de aqu.Le has hablado de m?

    Helios, dudando.Sabes bien que l puede saberlo todo, que no necesita de

    confidencias...Amanda. S, las ondas psquicas captadas, grabadas,

    ajustables. Es por esto que su mirada me incomoda. Vuelvo aencontrar all el impudor helado de esos instrumentos que revelany guan a las almas. Tengo vergenza de estar desnuda frente a lcomo lo estoy frente a ti. El no me ama.

    Helios. Confundes los planes. No hay ni pudor ni impudor enla mirada del cientfico. l no juzga, slo ve y acta para tu dicha.

    Amanda. Y si prefiero mi secreto a mi dicha? Por tanpobres que fuesen, los hombres de antao tenan por lo menos esetesoro interior que ningn anlisis, ningn rayo podan poner aldescubierto y que slo daban por amor.

    Helios. Tambin tenan dioses que lo vean todo y su pudorno se resenta de ello. Querida ma, nunca te has decididocompletamente a reconocer que los hombres en realidad se hanconvertido en lo que eran los dioses en las fbulas.

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    Amanda. No es la misma cosa. Dios lo vea todo, pero erainterior a todo, y su amor iba tan lejos como su mirada. Elhombre era un reflejo de esta luz, una gota en este ocano. Diosviva, amaba, sufra por dentro; no pegaba ni un grito, noderramaba ni una lgrima que cayera fuera de Dios. Pero eldoctor Weber y vuestros otros jerarcas! l no vive en mi alma, nosoy su imagen. El mide mis estremecimientos, no es l quien seestremece dentro de m. Detecta mi angustia, no siente mangustia. Conoce la longitud de ondas de mi amor, no estenamorado de ti. Es por esto que tengo vergenza cuando memira. Penetra en m y permanece extrao para m, como en unaviolacin. Esta mirada desviste mi alma, y, sin embargo, no es mialma que l ve, es su simulacro, su mscara mortuaria, unmoldeado tan fidedigno como inerte. Est la verdad del afuera,que es la de la ciencia y la verdad del adentro que es la riel amor.Esa mirada que atraviesa mis velos me roba a ti.

    Helios. Pero qu dices? Estas dos verdades se renen en launidad de la vida. No comprendo tu rebelin. Es muy cierto queno eres una parte, una emanacin del doctor Weber. Pero eres unaparte del Dios-Humanidad representado por los jerarcas. Y todolo que decas de la interioridad de Dios se vuelve a encontrar all.

    Amanda. Lo s. Pero qu quieres? Es ms fuerte que yo,tiemblo frente a esta omnipotencia de los hombres. Tengo vrtigocuando pienso que ese cientfico, si lo quisiera, podra dirigir miamor fuera de ti.

    Helios. El no lo querr jams. Como tampoco el Dios de lasviejas leyendas poda querer el mal. Pero reflexiona, pues!Tiemblas frente a una suposicin absurda, casi te indignas de queel amor sea cultivado y dirigido por el espritu del hombre,mientras que antao naca y mora al capricho de los ms vanos

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    ociosidad y sus ministros, los alcaldes del palacio, actuaban ygobernaban en su nombre. Esto dur cierto tiempo, luego losministros tomaron el lugar de los reyes y ejercieron por derechola autoridad que detentaban de hecho desde haca mucho tiempo.Esa es toda la historia de las relaciones entre los dioses y loshombres. Mira a lo largo de los siglos, este reflujo continuo delrezo contenido por la accin. Aydate y el cielo te ayudar,decan nuestros antepasados quienes olfateaban ya la vanidad dela fe. A medida que el hombre creci en audacia y en poder, secans de atribuir el fruto de sus trabajos a los edictos de un reyholgazn. Regresa hacia atrs: los primeros hombres implorabana los elementos y a los animales, al mismo tiempo se ocupaban enavasallarlos o defenderse de ellos. Y la ciencia ahuyent a laidolatra. Pero el margen de desconocido tard mucho en serreducido. Te acuerdas? Nos divertimos contemplando uno deesos oratorios que levantaban antao abajo de las carreteras queatravesaban las montaas. Se detenan all para implorar a no scul madona, protectora de los viajeros. Desde el siglo veinte, loscristianos ms devotos no les prestaban ms atencin que a otrosvestigios del pasado. Rezaban tambin para conjurar lashambrunas y las epidemias: transportes y remedios respondieroneficazmente a la pregunta. El rezo se interioriz entonces: sepidi a Dios la salud moral y la paz del corazn, pero tambin alllas tcnicas del alma suplantaron a la piedad, y la moral sin Diosnaci. Finalmente, vencida en todos los frentes, la fe se replegen su ltimo refugio: la muerte, puerta de la nada, cuyo horrortrataba de disimular colorendola de eternidad. La echamos deall al hacer al hombre inmortal. Dime: qu ms queda porpedirle a Dios?

  • Sereis como dioses

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    Amanda. En lo que ellos llamaban Dios.Stella. Dios! Pero esto era una palabra cuyo sentido era el

    hombre. Era el margen entre el hombre y l mismo, era lo posibledel hombre no desplegado todava. Se crey en Dios mientrasquedaban pasajes por descifrar en el libro del universo y deldestino: volteada la ltima hoja, elucidado el ltimo texto, slo elhombre permaneci, el hombre centro y amo de todo!

    Amanda. El evangelio de los hombres sin alma... no tecanses repitindolo. Lo conozco.

    Stella. La evidencia no sufre por ser repetida...Amanda. Stella, por primera vez en mi vida, rec.Stella, casi irritada. Rezar! Pero qu puedes esperar del ms muerto de todos

    los muertos, del nico muerto que haya jams vivido? Piensa enla historia de los hombres.

    Amanda. Dios est ms all de la historia.Stella. Ms all de la historia, no hay nada. El tiempo es la

    tela del ser.Amanda. No, el desgarrn...Stella. Imaginaciones! El rezo tuvo su hora y sus beneficios.

    La fe era la fuerza de los dbiles: les disimulaba el abismo queseparaba su destino de sus anhelos: caminaban con pie msseguro sondose aliados en ese cielo indiferente que girabasobre su cabeza: el rezo aligeraba el peso helado de los astros.All donde no se poda actuar, vala ms creer...

    Amanda. Hablo de otro rezo, no una muleta o un pretil parasostener nuestro andar, sino una mirada inmvil hacia el ms allde todos los caminos...

    Stella. Yo pienso en la historia de los reyes holgazanes quetu padre mencionaba el otro da para ilustrar la evolucin de lamentalidad religiosa. Estos monarcas degenera dos vivan en la

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    acontecimientos: un encuentro absurdo, las fluctuaciones delinstinto, las quimeras de una imaginacin que jugaba sin control,qu ms s yo? Su amor que ellos crean libre era el juguete detodos estos azares!

    Amanda. Ellos tenan fe. En todos esos azares, ellos vean lamscara de Dios...

    Helios. Su Dios es quien no era ms que la mscara de lacasualidad...

    Amanda. La espera de lo imprevisto levantaba su vida...Helios. Lo imprevisto! Hablbamos de ello hace rato con

    Weber. Tropezaban en la noche y, no sabiendo de qu lado iban acaer, adoraban lo imprevisto. La ignorancia de las causas les dabala ilusin de una eleccin de su libertad o de un favor de su Dios.El misterio del porvenir, el secreto de las almas, stos eran losfantasmas que poblaban sus miradas deslumbradas por tinieblas.Y ese imprevisto que extraas, qu prisa tenan de ser librados del! Quedaba un tomo de azar y de noche en su ms altaimaginacin de la dicha, en este paraso, supremo objeto de susanhelos, que ellos llamaban el lugar de la luz eterna? Nosreprochars de haber realizado este paraso, de haber reconstruidoel mundo en esta luz? Esos muertos que t amas, acurdate de lo