sentimientos de la guerra

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Quise homenajear a todos los soldados que participaron de la guerra por las Malvinas, tanto a los que estuvieron como yo en el continente esperando para ir a combatir como a los que estuvieron en el frente y los que quedaron como eternos guardianes de nuestras lejanas islas.

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Page 1: Sentimientos de la guerra
Page 2: Sentimientos de la guerra

Quiero dedicar este libro a mi madre que desde el cielo me está mirando y que tuvo que

soportar la intriga de no saber sobre su hijo mientras se combatía en las islas, a mi padre

que también sufrió al no saber dónde estaba, a mi esposa Sandra que me ayudó mucho a

sobrellevar los recuerdos de lo pasado, a mis hijos Leonel Francisco y Jazmín que ojala

nunca sepan lo que es sufrir la incertidumbre de la lucha, a mis hermanos que por la

gracia de Dios no conocieron el horror de la guerra, a mis amigos que me ayudaron a

vivir cuando regresé a mi casa y a todos mis camaradas que vivieron la situación y que

ofrecieron todo a cambio de nada

Page 3: Sentimientos de la guerra

Prólogo del autor

En este libro no solo cuento una historia ficticia como lo es el cuento El Héroe del

Pueblo, también quiero que los lectores conozcan los sentimientos de un soldado

cuando está esperando entrar en combate. Basado en mi propia experiencia durante la

guerra del Atlántico Sur entre mi país Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña por

las islas Malvinas, quiero expresar lo que sentía mientras esperaba en el continente la

orden de embarcar hacia las islas. Quiero con estos poemas compartir y dar a conocer

los sentimientos de todos los que estuvimos en la misma situación. Vaya también un

homenaje a los que combatieron en las islas y que muchos de esos camaradas quedaron

como custodios de la lejana tierra bajo una bandera extraña. Sin rencor hacia mis

antiguos enemigos, creo que este libro dice también lo que sienten todos los soldados

del mundo. Quisiera que la gente entienda que quienes volvimos de la guerra, haya

estado en el frente o no, ofrecimos nuestras vidas en defensa de la Patria y nadie se cree

más que nadie, porque todos dimos todo a cambio de nada.

Page 4: Sentimientos de la guerra
Page 5: Sentimientos de la guerra

A los soldados que participaron de la guerra del Atlántico Sur

Palabras

Tan solo palabras

Que ni siquiera sirven

Para esas pobres almas

Que deambulan errantes

Buscando la calma.

Palabras, solo eso,

Tan solo palabras

Que hablan de gloria,

Que hablan de Patria,

Que tal vez exista

Como la bandera

En la que nadie repara.

Pequeños demonios

Ríen y saltan

Al ver esos fantasmas

Que por el mundo vagan

Buscando el eterno descanso,

Buscando paz y calma.

Palabras de gloria,

De amor y de honor,

Que no sirven de nada.

Page 6: Sentimientos de la guerra

Ángeles del infierno

Ríen a carcajadas,

Y hacen lo posible

Porque sean eso,

Simples palabras

Grabadas en las tumbas

De los que dieron todo

A cambio de nada

Page 7: Sentimientos de la guerra

Blanco silencio

Allá en el lejano sur,

Hay fantasmas todavía errantes

Que buscan su eterno descanso.

Allá en el lejano sur,

Hay almas que esperan

Una oración, un padrenuestro.

Los ojos lloran lágrimas de lluvia

Lágrimas de nieve, lagrimas… lágrimas…

Al ver que esos espíritus

Continúan deambulando

Recorriendo lugares

Que durante la guerra

Dejaran sus cuerpos,

Fosas comunes, oscuras, profundas,

Con solo un recuerdo

Su nombre y un rosario.

Ni una sola flor adorna la cruz

Que allí está enclavada.

Las memorias olvidan

A los bravos soldados

Page 8: Sentimientos de la guerra

Demonios saltarines

Bailan y festejan

Pidiendo a su padre Mefisto

Haga lo posible porque esas almas

Continúen su camino

Mientras sus cuerpos allí sepultados

Se corroen despacio

Bajo la tierra cubierta de nieve

Blanca mortaja, blanco silencio.

Page 9: Sentimientos de la guerra

En el olvido

La nieve cae lenta,

Como un manto, cubriendo

Cruces olvidadas

En un cementerio,

Donde cuerpos aguardan

Una flor, un rezo.

Almas recorren

Ese cementerio

En oscuras noches

En profundo silencio.

Las armas callaron

Sus mortales estruendos,

Bombas ya no caen

Desde el azul del cielo.

Almas recorren

Lugares ya muertos,

Donde balas y bombas

Destruyeran cuerpos

De hombres que lucharon

Por una bandera.

Soldados que dieron

Su vida sin miedo

Soldados que hoy siguen

En el olvido…. En el silencio…..

Page 10: Sentimientos de la guerra

Muerte en la nieve

Una flor roja

Nace en la nieve,

De un tallo verde

Cruelmente cortado

Que cae pesadamente

Con solo dieciocho años

Un fusil invasor

Su grito ha lanzado

Estruendosamente

Terminando con la vida

De ese joven tallo

Sus ojos abiertos

Reflejan la muerte

Un rojo agujero

Aparece en su frente

Por el cual su vida

Veloz ha escapado

Vida muy corta

De apenas dieciocho años

Que entregó por su tierra

Un joven soldado

Page 11: Sentimientos de la guerra

Un joven soldado

Lentamente caen

Desde las alturas

Copos de algodón

Que cubren la tierra

Esa tierra quemada

Por los propios hombres

Tierra que sirve

De lecho a un soldado

Que nervioso espera

Con fusil en mano

La orden de ataque

La nieve ya no cae

El cielo se ha despejado

El observa todo

Con ojos asombrados

El azul del cielo

La nieve tan blanca

Como la bandera

Que defender ha jurado

Comienzan los gritos

De fusiles, de hombres, de bombas,

Page 12: Sentimientos de la guerra

La batalla ha comenzado

Un fusil ingles

Su grito de muerte

Feroz ha lanzado

La bala certera encontró el cuerpo

Del joven soldado

La batalla termina

Vuelve a caer la nieve

Cubriendo el cuerpo

Como un manto helado

Quedando el recuerdo

De ese jovencito de apenas

Dieciocho años

Page 13: Sentimientos de la guerra

Desesperanza

El cielo se suicida en lágrimas

Nubes grises cubren el cielo

Desgarrándose en lluvia

Llanto de mujeres se mezcla

Con la suave y fina lluvia

Voces de niños pidiendo comida

O algo que calme a la bestia

Que desgarra sus entrañas

Que destroza sus estómagos

Que los debilita poco a poco

Tierra quemada, tierra arrasada

Bajo pesadas botas de bandera extraña

Tierra sin dioses, tierra asesinada

Por el fuego de metralla.

Tierra de muerte, tierra sembrada

Con la carne de hombres, con rojas flores

Flores sangrientas, flores nacidas

De hombres muertos en batalla

Y una pregunta nace

Page 14: Sentimientos de la guerra

Nace en la mente de todos los hombres

Nace en toda la humanidad

Nace de la locura asesina

La verdadera locura humana

Pregunta sin respuesta ni esperanza

¿Habrá quizás un mañana?

Page 15: Sentimientos de la guerra

Esperando

Alguien ha robado mis sueños, me los quitaron, dejándome únicamente la soledad.

Alguien ha escondido mi futuro, solo miro hacia atrás donde mi alma se quedó en el

pasado, donde dioses extraños la mantienen prisionera junto a un amor que ya no existe.

Continúo mi búsqueda caminando sin cesar, solo quiero vivir el presente, no quiero

saber si el nuevo amor es mejor o peor, solo quiero conocerlo cuando llegue y entonces

sí, afrontare lo que venga, si debo reír o si debo llorar.

Cuando los dioses extraños dejen libre mi alma y deje de dialogar con mi soledad, solo

entonces reconoceré que es el final.

Page 16: Sentimientos de la guerra

La noche fría

La noche es muy fría, las manos casi no se sienten, a mí alrededor todo es oscuridad. A

lo lejos los cerros parecen gigantes que esperan el momento para acercarse. Todos

estamos en silencio esperando con las manos agarrotadas de frio alrededor de los

fusiles. Mientras en las cercanas islas se pelea y se muere nosotros sentimos el miedo a

la muerte. Un miedo que atenaza las entrañas. Los fantasmas de la noche nos obligan a

estar con los ojos muy abiertos porque nos hacen ver enemigos en cada sombra, en cada

mata de vegetación que nos rodea y que parece moverse. Todos miramos hacia el fondo

del camino, esperando ver aparecer en la oscuridad la fría carroza de la muerte, los

ingleses.

Page 17: Sentimientos de la guerra

Epitafio

Quién será el que mi tumba abra

Para depositar el ataúd… el cuerpo…

Qué flores serán colocadas

Para acompañar

Mi soledad de muerto.

Quién rezara por mi alma

Aunque sea un padrenuestro

Mientras en la cruz escriban

“No lloren

Lo que hay aquí

Es tan solo su cuerpo

Su alma y sus palabras

Flotando estarán

Tal vez en el tiempo”

Page 18: Sentimientos de la guerra

Rumores de batallas

El viento me canta en los oídos

Canciones de guerra

Me trae rumores de batallas

De jóvenes que mueren y ganan

Me dice que la muerte

Se lleva en su guadaña

Las almas de amigos

Desconocidos de mi patria

La tierra de mi pozo

Donde se refugia mi alma

Esperando la lucha

Que no llega, que tarda

Que dicen que no espera

Que simplemente se lleva

Las vidas de los soldados

De una y otra patria

No mide si argentinos

Ingleses o sin patria

Tan solo mide cuerpos

Tan solo mide almas

Page 19: Sentimientos de la guerra

Las armas truenan sin parar

En las cercanas islas

Lagrimas de sangre

Derrama la nieve blanca

Que se mezcla con la turba

Y con las piedras heladas

Mientras muchas madres

Rezan por las almas

De hijos que entregaron

Para defender a la patria

Page 20: Sentimientos de la guerra

Vi triste a la muerte

Frío, hambre, soledad.

Miedo carcomiendo entrañas,

frío metal cubriendo cabezas,

manos congeladas aferrando el negro metal

de mortales armas.

Alrededor nieve blanca cobija a la negra muerte

que, a mi lado, agazapada,

fuma un cigarrillo

entre expectante y alarmada.

Enormes libélulas verdes sobre nosotros pasan

llevando en sus vientres hombres y armas.

Algunos quizás vuelvan, otros tal vez no lo hagan.

Espero junto a mi amiga que se arrebuja en su negra capa,

sus huesudas manos sostienen la fría guadaña,

termina el cigarrillo, mientras se levanta

me saluda con la mano,

veo tristeza en su mirada,

y se aleja detrás de los helicópteros

con aire de cansada.

Page 21: Sentimientos de la guerra

El sueño del soldado

Un soldado duerme en el suelo sentado

Mientras en las manos, casi congeladas

Sostiene con miedo el fusil helado.

Es apenas un niño que a la guerra han llevado

Haciendo cosas de hombres curtidos

Hazañas que cuentan los libros de historia

Que solo lo hicieron los grandes próceres

Que la patria ha dado

Está dando su vida con miedo

Pero espera tranquilo el momento de lucha

Su amiga la muerte sentada a su lado

Velando sus sueños de familia, futbol,

Amigos, amores que aún no han llegado

El soldado duerme tranquilo, sentado

Page 22: Sentimientos de la guerra

Con su fusil en las manos

Esperando como todo un hombre

Mientras sus sueños se llevan

Los malos momentos, los miedos

El soldado duerme tranquilo soñando

No es como todos creen, un loco asesino

Es un joven normal, un ser humano

Que lleva la carga de ser un soldado

Que duerme tranquilo junto a la muerte

Que vela su sueño en un pozo helado.

Page 23: Sentimientos de la guerra

Las manos del viento

El viento me cubre con sus manos

Como una bandera que se enreda n mi cara

El sol lanza su grito feroz a través de las nubes

Tiñendo de rojo al cielo y la tierra

Hordas sombrías se acercan ligeras

Tratando de matar la luz de la tierra triste

Que me aloja como un vientre maternal

Mis, manos se hielan sintiendo el frio

De la muerte metálica

Que sostengo esperando que llegue el enemigo

Que quizás se atreva a llegar hasta mí

Las sombras festejan la muerte del sol

Y la oscuridad se adueña del mundo

Mientras mis labios besan al nazareno

Page 24: Sentimientos de la guerra

Que cuelga del rosario que llevo en mi cuello

Pidiendo me proteja de la muerte lenta

El viento me cubre con sus manos

Y me trae voces, lágrimas y llantos lejanos

Page 25: Sentimientos de la guerra

En nombre de la Patria

Instrumento de quimeras

De sueños desquiciados

Esperando en el pozo

Con el aire helado

Con la muerte amiga

Sentada a mi lado

Que me mira en silencio

Con tristeza, esperando

Mis manos se congelan

Con mis dedos aferrados

Al fusil que, como tabla

Que sostiene a un naufrago

Es mi única defensa

Mi línea delgada

Page 26: Sentimientos de la guerra

Entre vida y muerte

Giro mi cabeza

Ya no está a mi lado

La muerte, que se ha ido

Quizás a otros buscando

Y en su lugar tan sólo

Una lágrima ha quedado

Tal vez de tristeza, de dolor

O tal vez sea de espanto

Por lo que hacemos los hombres

Matarnos y matarnos

En nombre de la Patria

De Dios y del Diablo.

Page 27: Sentimientos de la guerra

Los dioses han muerto

Los dioses han muerto

Los matamos nosotros

Cada día de esta guerra

Donde todo está muerto

No tenemos dioses vivos

Para rezarles por nosotros

Para pedirles que termine

Esta locura total

Dormimos con las armas

Y en nuestros sueños

Matamos y morimos

Los dioses han muerto

No tenemos a quien orar

Solo soldados con miedo

Page 28: Sentimientos de la guerra

Que sacan coraje del mismo

Para luchar, morir y matar

Los dioses han muerto

Rezamos a la nada

Tratando de sobrevivir

Esperando que nuestros nombres

No sean escritos en una cruz

En la tierra enclavada

Los dioses han muerto

Y sus nombres figuran

En cruces solitarias

Colgadas de los cielos

Los dioses han muerto

Y nosotros con ellos

Page 29: Sentimientos de la guerra

El sueño del soldado

El aire helado de la noche me envuelve. Los harapos de la oscuridad hacen ver sombras

y fantasmas en el campo. El ojo plateado de la luna espía nuestra posición mientras

miramos el camino donde creemos ver aparecer en cualquier momento al enemigo.

Mientras estoy en el pozo mis ojos se cierran. Estoy en mi casa, debe ser navidad

porque esta toda mi familia, mi abuela y mi tía haciendo la comida, mis tíos junto con

mi padre charlando, mi madre ayudando con la mesa y mis primos invitándome a jugar

al futbol en la cancha de enfrente. De pronto mi padre se pon de pie y me apoya la mano

en el hombro. Giro la cabeza para mirarlo, no veo su rostro sonriente y me rodea la

oscuridad y el silencio. En mis manos ya no está la pelota sino el fusil helado y veo el

rostro del cabo que me dice:

-Vamos, soldado, te quedaste dormido.

Page 30: Sentimientos de la guerra

Los niños perdidos

Ya todo terminó

Volvemos s casa

¿Volvemos? ¿A casa?

Volver es un poco irse

¿Volvemos o nos vamos?

Llegamos niños, volvemos hombres

Ya no somos los mismos

Siempre cuando nos vamos

Dejamos un poco de nosotros

En el lugar que estuvimos

Jugamos con la muerte

Los niños se han ido con ella

Los que regresan son hombres

Que conocieron la tristeza

Page 31: Sentimientos de la guerra

El miedo a la muerte, la guerra

Ya no somos los mismos

Los que llegaron de día

Ahora somos otros

Los que se van de noche

Ya nos somos los mismos

Nuestras risas se perdieron

En la tierra, en los pozos, en el viento

En el frío de la nieve

En el miedo… en las sombras

Page 32: Sentimientos de la guerra

Paria

Fantasma, eso soy

Un paria del mundo

No pertenezco a ningún lado

Por un lado despreciado

Por no haber combatido

Por otro temido

Por solo haber estado

La gente me teme

Creen que estoy loco

Que soy un asesino

Que estoy desquiciado

Ni lo uno ni lo otro

Simplemente fui un soldado

Page 33: Sentimientos de la guerra

Al que le tocó la guerra

Que no eligió el destino

Pero tengo el orgullo

De ser parte de la historia

Por solo haber estado

Page 34: Sentimientos de la guerra

El Héroe del Pueblo

Luciano Paredes era un niño precoz en el fútbol, vivaz, ligero en sus

movimientos, con un cuerpo pequeño pero fuerte. Tenía una cara pecosa

rodeada de rulitos pelirrojos que siempre estaba adornada por una sonrisa.

Desde pequeño jugaba en uno de los dos equipos de futbol del pueblo y ya con

apenas quince años estaba jugando en la primera división junto a jugadores de

veinte a treinta años demostrando ser una promesa para el futbol.

Cuando cumplió los dieciséis, integró la selección del pueblo y enfrentó a jugadores

curtidos y rudos. Toda gente de campo acostumbrada al trabajo duro y a un estilo de

juego fuerte donde no importaba la edad del contrario sino detenerle y ganar.

En una final contra el equipo del pueblo vecino estuvo a punto de sufrir una

quebradura cuando el defensor contrario se arrojó al piso con ambos pies por delante

tratando de frenarlo, pero Luciano lo vio venir y cuando lo tuvo cerca, atrapó la

pelota con sus pies, saltó y haciendo la bicicleta pasó por encima de los botines que

trataban de destruir su carrera. Avanzó decidido, se enfrentó con el arquero y con un

fuerte y certero derechazo venció la valla contraria anotando el gol que declaraba

campeón a su equipo. Todo el pueblo estuvo de festejo y aquella vez Luciano fue

declarado algo así como un héroe. Esa misma noche, el intendente habló con Don

Ramiro, padre de Luciano, un hombre curtido en las cuestiones de campo y que le

Page 35: Sentimientos de la guerra

daba más importancia al futuro de su hijo como persona de bien antes que en la

parte económica. Don Ramiro no entendía mucho eso de darle tanta importancia o

de considerar héroe a alguien que se destacaba en un juego, pero sí que fuera una

buena persona, que pudiera andar por la vida con la frente en alto aunque fuera un

linyera.

- Don Ramiro-dijo el intendente mientras se acomodaba su enorme bigote con

una mano y en la otra sostenía un vaso de vino tinto-Su hijo puede hacer carrera

en el futbol pero tiene que empezar lo más pronto posible.

-Vea, Santos, mi idea es que Luciano tenga algo de qué sustentarse, el futbol no

es para siempre, entonces quiero que mi hijo estudie y si quiere y tiene

condiciones, que juegue. Pero primero que estudie y que principalmente sea un

buen hombre de quien poder estar orgulloso.

-Para educarse hay tiempo, Don Ramiro, pero para el futbol no hay mucho y

tiene que aprovechar ahora que es joven. Además a través de él conocerán al

pueblo, se imagina cuando lo nombren Luciano Paredes del pueblo de Sauce

Seco, y vengan los medios para conocer el lugar de donde salió semejante crack-

soñaba Santos mientras con las manos hacía una pantalla imaginaria en el aire-

Imagínese los programas de televisión mostrando el pueblo y a Luciano con una

pelota, usando la camiseta de la selección en el mundial. ¿No le gustaría eso,

Don Ramiro? Su hijo sería el héroe que queremos tener.

-¿Héroe? Ni que fuera a la guerra. Hasta los dieciocho tiene tiempo, quédese

tranquilo, Santos – y esbozando una sonrisa bebió un trago de vino para después

colocarse el sombrero- Si quiere un héroe lo tendrá pero a su debido tiempo.

Santos lo miró alejarse un tanto decepcionado pero se encogió de hombros y

caminando detrás de Don Ramiro se fue a seguir disfrutando de la fiesta.

Page 36: Sentimientos de la guerra

Durante dos años, Luciano continuó jugando para el equipo del pueblo y de su

mano, o mejor dicho de sus pies, siguieron llegando campeonatos que hacían

que fueran imbatibles. Los demás equipos intentaban estrategias que trataban de

frenar sus avances y goles pero él siempre sacaba una jugada de la galera para

superarlos.

Así llegó el año 1982, Luciano había sido sorteado para cumplir con el servicio

militar obligatorio. Santos se había ofrecido para a través de sus contactos

salvarlo pero su padre y el propio Luciano decidieron que no. Finalmente llegó

el día en que se despidieron padre e hijo en la estación de trenes.

-M’hijo, cuídese, pórtese bien y hágase hombre. A mí me interesa que más que

ser un héroe por jugar al futbol, sea un buen hombre y honesto.

-Si papá, no se preocupe, yo haré que usted se sienta orgulloso del hijo que

tiene.

Ambos se abrazaron fuertemente y se despidieron. Mientras el joven subía al

tren, Don Ramiro intentaba contener las lágrimas que pugnaban por escapar de

sus ojos y rodar por sus curtidas mejillas.

Ya había pasado dos meses desde la incorporación de Luciano al ejército,

cuando fueron recuperadas las Islas Malvinas. Todo el pueblo fue a la casa de

Don Ramiro para saber las noticias del joven futbolista.

-Ahí me escribió Luciano, dice que está bien, el regimiento de ellos está en

Puerto Argentino- habló el hombre con tono grave- Dice que hasta el momento

todo está bien pero que no puede decir más nada porque no lo dejan decir donde

está.

La gente recibió la noticia con preocupación pero se retiraron conformes a sus

casas. El ídolo del pueblo estaba bien y todavía se esperaba que todo terminara

Page 37: Sentimientos de la guerra

pronto así el joven integraría el equipo nuevamente.

La gente del pueblo vivía con ansiedad los sucesos que la televisión transmitía

desde las lejanas islas, cada vez que los noticieros hablaban del tema y

mostraban imágenes del lugar todos esperaban ver a Luciano, pero eran tantos

los jóvenes que estaban allí que todos decían haberlo visto pero nadie estaba

seguro de ello.

Mientras esto pasaba en el pueblo Luciano estaba caminando por los cerros

ubicados en las afueras de Puerto Argentino, junto con sus compañeros

preparando las posiciones de defensa. Luego de cavar los pozos de zorro,

pequeño pozo que sirve de cubierta de forma individual al soldado, el capitán

Páez los hizo formar.

-¡Fir-més!- gritó y se escuchó el seco sonido unánime de los tacos al chocar.

-¡Des-canso!- nuevamente gritó el oficial. Los soldados separaron sus pies,

quedando con sus fusiles junto a su pierna derecha.

-Atender acá – ahora la voz del oficial se volvió más suave mientras sus ojos

recorrían uno por uno los rostros de esos jovencitos, todos tenían la mirada de

niños con la inocencia particular de los dieciocho años, jóvenes que apenas

estaban comenzando a vivir y que se tendrían que preparar para morir en una

hazaña para hombres curtidos.

-Soldados, estamos acá para cumplir una misión y es la defender el territorio

recuperado para la Patria. En Buenos Aires dicen que no va a haber guerra

porque los ingleses no van a mandar tropas, que es muy caro hacerlo. Mentira.

Yo soy un soldado y se lo que es el honor para un militar. Debemos prepararnos

para combatir porque es seguro que lo haremos, no sé lo que harán los otros

regimientos pero nosotros muertos antes que rendidos.

Page 38: Sentimientos de la guerra

Su mirada recorrió con lágrimas los rostros de niños de los soldados y tomando

aire dijo:

-Soldados ¡Viva la Patria, carajo!

-¡Viva!- se escuchó en un solo grito las voces de los reclutas, mientras el pecho

del oficial se llenaba de orgullo y los ojos de lágrimas.

Los días pasaron y la guerra comenzó. Los combates en las islas se hicieron más

encarnizados, las noticias sobre los bombardeos en las posiciones de las tropas

argentinas eran cada vez más desalentadoras, y se especulaba con el inminente

ataque a Puerto Argentino.

En el pueblo, Don Ramiro, estaba muy nervioso ya que no tenía noticias de

donde se encontraba Luciano. Esa mañana se acercó al Palacio municipal donde

lo esperaba Santos quien lo recibió enseguida.

-Dígame, Don Ramiro ¿Qué necesita?- preguntó mientras cerraba la puerta y le

brindaba una silla al preocupado padre.

-Vea, Santos, no tengo noticias de Luciano y quería saber, ya que usted tiene

gente que puede contactar en Buenos Aires, si no me haría el favor de

averiguarme algo de mi hijo.

-Sí, Don Ramiro-dijo Santos solícitamente- No se haga ningún problema,

personalmente me encargare de averiguar sobre él, y quédese tranquilo que

seguro que está bien es un joven valiente y sabe cuidarse.

-Gracias, Santos – dijo Don Ramiro y levantándose se acercó a la puerta. Antes

de salir miró al funcionario y le dedicó una triste sonrisa. Finalmente salió a la

calle, parecía llevar en los hombros el peso de una tristeza y una incertidumbre

que lo agobiaban. Santos tomó el teléfono y marcó un número.

Mientras tanto en las islas el grupo de Luciano estaba recibiendo todo el fuego

Page 39: Sentimientos de la guerra

de la artillería británica, los jóvenes estaban metidos en los pozos escuchando las

bombas caer a su alrededor.

-¡Luciano ¿Estas bien?!- gritaba uno de los soldados tratando de hacerse oír a

través de las explosiones.

-¡Sí!- respondió Luciano abriendo muy grande la boca para evitar que los

estruendos le reventaran los tímpanos.

-¡Por Dios que termine pronto todo esto!- gritaba el otro soldado en una crisis

nerviosa, Luciano intentó acercarse para tratar de calmarlo cuando una bomba

cayó muy cerca del pozo derrumbando una de sus paredes.

Don Ramiro despertó sobresaltado sentándose en la cama, su esposa lo miró

asustada.

-¿Qué te pasa, mi amor?- preguntó asustada

-Nada, una pesadilla, nada más que eso, quédate tranquila- respondió mientras

se secaba la frente transpirada – Dormite, estoy bien.

El hombre acarició el rostro de su esposa y se recostó nuevamente pero sabía

que ya no se podría dormir.

Al otro día, Don Ramiro recibió la visita de Santos, quien llegó con lo que había

averiguado con sus contactos.

-Mire, Don Ramiro, el regimiento de Luciano tuvo anoche un ataque muy bravo

de parte de los ingleses y según me dijeron se defendieron como leones. Entre

los muertos no figura así que está bien y sigue en la pelea. Tuvieron que

retroceder unos kilómetros ya que los estaban presionando mucho pero están

bien.

Don Ramiro lo miró con lágrimas en los ojos.

-Gracias Santos- dijo mientras le alcanzaba un mate- No sabe usted lo que es

Page 40: Sentimientos de la guerra

para mí que se haya tomado el trabajo de averiguar esto.

-No, Don Ramiro, no es nada, Luciano es el ídolo del pueblo y todos lo

queremos.

En verdad, a la gente del pueblo le interesaba lo que el chico hacia como

jugador y que todos esperaban que llegara a ser un crack de futbol.

Los días de guerra siguieron, todo estaba cada vez peor en las islas y finalmente

al cabo de setenta y cuatro días, las tropas argentinas se rindieron ante las

británicas. El pueblo continuaba esperando las cartas de Luciano y ya esperaban

que si el joven estaba vivo volviera a deleitarlos con sus jugadas maravillosas.

Unos días después de la rendición, el cartero llego corriendo a la casa de Don

Ramiro Paredes, traía una carta que llevaba el sello del ejército y la letra era de

Luciano. El hombre abrió la carta y leyó con avidez, su rostro cambió de la

incertidumbre a la alegría.

-¡Esta vivo! ¡Está internado en el Hospital Militar! ¡Ya tiene el alta y quiere que

lo vaya a buscar! ¡Luciano está vivo! – gritaba Don Ramiro.

El cartero salió corriendo por las calles del pueblo gritando:

-¡Luciano está vivo y vuelve al pueblo! ¡Tenemos futbol de nuevo!

La gente se asomó a las calles y se dirigieron a la casa de Don Ramiro. Santos

salió y declaró día de fiesta en el pueblo y designó que se encargaran de

organizar una fiesta para recibir al jugador estrella.

Todos hablaban de lo que haría ese joven cuando saliera a la cancha

nuevamente, de cómo sería cuando escucharan el nombre del pueblo en los

medios importantes. Mientras todos se dedicaban a armar las guirnaldas y los

adornos para recibir al ídolo.

Don Ramiro llegó al Hospital Militar y firmó todos los papeles de salida de

Page 41: Sentimientos de la guerra

Luciano.

La espera se le hizo larga hasta que lo vio salir de la sala, sus ojos se llenaron de

lágrimas y corrió a abrazarlo. Después de un largo momento de sentir a su hijo

tomó el bolso y lo acompañó a la salida.

Durante horas la gente estuvo en la estación esperando la llegada del tren que

traería a padre e hijo. Finalmente se escuchó el silbato de la locomotora y la

gente pudo ver a Luciano y su padre saludando desde la ventanilla. Santos sintió

una gran alegría pensando en las jugadas que el joven hacía en la cancha y en el

dinero que entraría al pueblo gracias al dominio de pelota que tenía en sus

terribles piernas.

Don Ramiro bajó primero con el bolso mientras Luciano saludaba desde la

ventanilla, la gente vivaba y gritaba feliz de ver nuevamente al joven. De pronto

los gritos se acallaron y toda la estación se llenó de un silencio mortal y tan

pesado que parecía una nube que se colaba en todos los rincones. Luciano bajaba

del tren ayudado por su padre llevando muletas ya que solo tenía una pierna, la

izquierda, la otra se la había amputado una bomba que explotó muy cerca de la

posición donde su compañero había quedado como un eterno custodio de la

lejana tierra. Ya no sería el jugador que el pueblo quería, Santos sentía que ya no

se nombraría al pueblo en los medios de Buenos Aires, la gente ya no disfrutaría

de las jugadas del joven y no habría dinero por el pase para un equipo grande.

Don Ramiro se acercó a Santos que lo miraba absorto y sin saber que decir.

- Vio, Santos- dijo mientras dos lágrimas se deslizaban por sus mejillas

curtidas por el viento y el sufrimiento- Le dije que Usted quería un héroe, y

bueno, ahí lo tiene.

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