semblanza milla batres

Upload: dianaamayaaldana

Post on 17-Feb-2018

259 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/23/2019 Semblanza Milla Batres

    1/12

  • 7/23/2019 Semblanza Milla Batres

    2/12

    Escritura y Pensamientoo VII,No 15, 2004,PP. 106 117

    MARCOS E MILLA

    CARLOS MILLA BATRES, L EDITOR QUE Y VIMI PADRE)

    La muerte tiene esa forma terrible de llamar cuando no queremosverla u oirla; se impone inevitablemente y nos deja lidiando con susecuela. Nos acercamos al primer mes del fallecimiento de Carlos

    Milla Batres, llamado por Jorge Basadre el editor ms importantedel Per en el siglo XX; el que tom el testigo dejadopor el otroCarlos, Prince, en el siglo XIX (esto se lo dijo delante mo, una vezque fumos a verlo a su casa, durante la preparacin de la edicin deSultanismo, corrupcin y dependencia en el Per republicano ).

    Porque todava no he tenido tiempo de sentir su ausencia, me animoa escribir estas lneas, para ofrecer una visin, a travs de una puertaentreabierta, dentro del mundo de mi padre, sus creencias, su idiosincrasia, sus pasiones y humores intensos, y cmo todo esto determin en gran medida su obra. l no dej ningn tipo de memoriaescrita de sus aos en el Per, de manera que no tengo forma depresentar una versin exacta. Tampoco busco hacerlo.

    La niez de Carlos Milla fue un horror. De Berln, El Salvador y hurfano de padre desde muy nio, fue adoptado por tos suyos, terratenientes deuna hacienda perdida entre los montes

    Merendones de Honduras, en Santa Rita de Copn. Vivi como unefectivo pen de hacienda -prcticamente unesclavo hasta losquince aos, edad enla que finalmente se decidi a fugarse de eseinfierno en vida donde se le asignaron todo tipo de tareas, incluyendo las ms indeseables: capar cerdos, beneficiar todo tipo de animales, asistir enfermos, heridos y agnicos; incluso vestir muertos (deaqu su extremo terror y desagrado por velorios y funerales). A partir de entonces, vivi la vida de un adolescente ms de la calle, hastaser recogido -providencialmente- por la primera persona importanteen su vida, Mama Tere, Teresa. De ella slo conservamos su nombre:

  • 7/23/2019 Semblanza Milla Batres

    3/12

    108 MARCOSE MILLA

    su apellido se ha perdido; selo llev Don Carlos, junto con tantosotros recuerdos. Debe andar por all, entre sus notas y papeles. Dicel (anlo siento muy cerca como para cambiar a pretrito; me tendr que ir acostumbrando, sin embargo ... ) que ellalo recogi comoun guila aprehende un cordero del rebao, uno entre tantos en losque se hubiera podido fijar; supongo que vio algo en l. Lo visti,lo aliment y le dio una educacin. Se gradu de bachiller, con laordenal mrito de Francisco Morazn, en esa Tegucigalpa de finesde los 40, en la que el descontento social y la crtica a las clases

    privilegiadas ya era ms que un pulso en la retrgrada Centroamrica bananera y cafetera al servicio abyecto de los Estados Unidos.Los estudiantes - entre ellos, l unoms gritaban a voz en cuellocontra polticos corruptos. Perose las arreglaron tambin para diseminar noticias ms o menos distorsionadas al grado de la comicidaden El Tornillo Sinfn , un folletn peridico cuyo estilo fluctuabaentreel Don Sofo de Sofocleto y el alegre Monos y Monadas deYerovi, Carln y Len, cuando Morales Bermdezlo dejaba salir. Esepasqun parece haber sido su primer contacto con los dos temas quedominaron el resto desu vida: el quehacer editorial, con su proyeccin intelectual e histrica, y la denuncia social; ese afn de darle unavoz a quien no la tiene por carencia de educacin o condicin social.

    l mismo me afirm muchas veces quesi se hubiese quedado en Centroamrica,ya sea su natal El Salvador o su adoptivaHonduras, la polticalo hubiese jalado indefectiblemente a la defen

    sa de los expoliados y de all a una muerte segura, a manos de alguno de los muchsimos sicarios que tanto nos han hecho conocer susacciones en defensa de la ultraderecha, sobre todo en El Salvador.Es as como a la edad de2 aos para suerte nuestra- empaca doscamisas, un pantaln y no mucho ms en una maletita y usar susmagros ahorros para embarcarse en un avin de la Panagra de laCasa Grace (reencarnada despus en la hoy igualmente difuntaPanam) con destino a Lima, atrado por el inmenso prestigio de lagran generacin de la primera mitad del siglo XX de la UniversidadNacional Mayor de San Marcos: Ral Porras Barrenechea, Jos

  • 7/23/2019 Semblanza Milla Batres

    4/12

    CARLOS MILL BATRES, EL EDITOR QUE YO VI (MI PADRE) 109

    Mara Arguedas, Jos Len Barandiarn, Emilio Romero, JavierPulgar Vidal, Jorge Eugenio Castaeda, Washington Delgado, LuisJaime Cisneros, Jos Len Herrera, Vctor Li Carrillo, JorgeBasadre, Ella Dumbar Temple, Luis Valcrcel, Estuardo Nez,Luis Alberto Snchez, Guillermo Lohman Villena, Fernando TolaMendoza, Emilio Choy, Alberto Escobar, Pedro BenvenutoMurrieta, para mencionar slo a algunos de los muchos cuyos nombres fui absorbiendo desde muy nio, ya sea a travs de tertuliasinterminables que yo presenciaba en silencioso aburrimiento, o sim

    plemente de su boca, mencionndolos con una admiracin que rayaba a veces en el culto. Con algunos de ellos lleg a establecer entraables amistades, muchas de las cuales conserv por aos.

    Igualmente es impresionante, sin lugar a dudas, la lista desanmarquinos de ese entonces y despus), con los que se relacion,aunque a diferentes distancias y en distintos momentos o lugares:Marco Martas, Javier Sologuren, Miguel Gutirrez, Mario VargasLlosa, Paco Bendez, Luis Guillermo Lumbreras, Pablo Macera,Francisco Carrillo, Juan Gonzalo Rose, Arturo Corcuera, AbelardoOquendo, Enrique Verstegui, Jos Antonio Bravo, Mario Florin,Jorge Cornejo Polar, Julio Ramn Ribeyro, Edgardo RiveraMartnez, Dora Bazn, Ren Bueno, Antonio Cisneros, ManuelScorza, Carlos Delgado, Ibico Rojas, Winston Orrillo, EdmundoGuilln, Manuel Zanutelli, Miguel Maticorena, Alfonso BarrantesLingn. Reconozco estar cometiendo errores aqu de exactitud y

    omisin, pero, nuevamente, estos son nombres que me impresionarona travs de conversaciones, citas, anctodas, humores y malhumores(para prestarme el ttulo del libro de Wolfang Luchting).

    Despus de abandonar una temprana carrera en abogaca, es deestOs crculos de los que l se nutre en temas sociales, posiciones polticas, opiniones estticas, filosficas e intelectuales. El San Marcosde comienzos de los sesentas, respondiendo al cambio de concienciapredicado por Maritegui y Haya La Torre en el Per y otros alrede

    dor del globo (Herbert Marcusse, Ho Chi Minh, Jean-Paul Sartre,Ernesto Che Guevara, a quien admir fervientemente), despert en

  • 7/23/2019 Semblanza Milla Batres

    5/12

    110 MARCOS E MILLA

    l una profunda vocacin social. El Per de ese entonces era un pasde seorones terratenientes y cholos, en el que la piel de un indio no

    vala caro (Ribeyro lo dijo primero, creo), el derecho feudal depernada se practicaba en fundos perdidos en distintos puntos de lasierra, el arte de los Mendivil y Mrida y las iglesias primitivas,eran todos considerados por la sociedad limea como degeneracio-nes culturales de indios ignorantes. Vallejo era apenas ledo y suimpacto universal prcticamente desconocido, los brillantes artistasindigenistas de la preguerra (mundial) eran curiosidades poco di-

    fundidas y hasta malinterpretadas. Pero el cambio estaba en marcha.Las novelas de Arguedas y Alegra, la Revolucin Cubana triunfanteen la baha de Cochinos, el reconocimiento tcito de los cuatroblanquitos a travs del concienzudo Belande Terry que el Perera un pas por descubrir, el sacrificio aparentmente intil del

    Che , la gran generacin de poetas emergentes; hasta los hippies ylas revueltas de Berkeley, y de Pars, y de Greenwich Village cons-tituyeron el caldo de cultivo de la transformacin social en ciernes.

    A esto se sum sin duda alguna la omnipresente opresin de gobier-nos cuarteleros, en invariable asedio de la vieja casona del ParqueUniversitario, que fue tanto su casa como las varias pensiones ve-tustas en el jirn Puno, e l jirn Lampa y aledaos. El hurfano vol-vi a encontrar otras alas protectoras, nutrientes del alma y el inte-lecto en su tan amada alma mater

    En medio de esta poca de grandes cambios, Carlos Milla

    Batres se encuentra con un oficio y una tarea en medio de todo estecambio: el de edi tar y la de denunciar. Su nombre aparece por pri-mera vez como editor en la Gaceta Sanmarquina. Poco despus vie-nen la estupenda Visin del Per, cuyos nmeros se constituyen enel escenario de un contrapunto obligado entre pensadores tan distin-tos como Jos Mara Arguedas y Ciriaco Moneada, por ejemplo.Edicin tras edicin va definiendo su compromiso de presentar lasdiversas pticas, las idiosincracias encontradas, los puntos de vista di-

    ferentes. Recuerdo una a una las cartulas, conservadas en esos da-guerrotipos mentales difuminados de nuestros primeros recuerdos de

  • 7/23/2019 Semblanza Milla Batres

    6/12

    CARLOS MILLA BATRES, L EDITOR QU YO VI MI PADRE)

    niez: un campesino labrando esforzadamente la tierra, el retrato deErnesto Guevara de la Serna, el cuerpo y e rostro curtidos deCiriaco Moneada, el campesino en acto sublevado pero tambindesesperado- de Mrida. A estas obras iniciales llenas de idealismo,e inevitablemente, ideologa expresados con pasin y fuerza) sesuman, y a travs de los sesentas y setentas sobre todo muchospoemarios: Surcando el aire oscuro, Informe al rey, Crnicas contralos bribones al hijo y la mujer divinos), Destierro por vida, Cuaderno de quejas y contentamientos, No delirante preciosamente ilus

    trado por Tilsa Tsuchiya; la puedo ver en mis recuerdos, fumandocomo china en quiebra), Agua que no has de beber, En los extramuros del mundo, y por sobre todo, el gran Homenaje internacional aCsar Vallejo, con todo y un disco includo con poemas selectos.Esta ltima es una de sus mejores obras, no solo por la calidad de laedicin, tambin por la envergadura de los literatos y estudiosos quecontribuyeron trabajos sobre Vallejo.

    Todo esto lo s de memoria, sin necesidad de consultar un

    index. Por qu?: por la pasin que mi padre pona en la edicin decada uno de estos libros. Declamaba poemas tarde, maana y noche, d libitum d Deo gloriam d nauseam. Nunca pude entenderesta pasin que por dems sacaba de quicio a mi madre hastamucho despus, cuando los golpes en la vida comenzaron a dolerme como para reencontrame con los Heraldos Negros como quiense encuentra con un amigo de infancia inapreciado, a quien sloentonces se estima como a un tesoro. Dos das despus de su entierro, en un rato de calma, durante el tedioso y fascinante proceso deordenar sus cosas con mis hermanos, me reencontr con Cuadernode quejas y contentamientos. Le agradec en ese momento el haber perseverado por sobre nuestra propia penuria econmica familiar en publicar estos tesoros invendibles. Mi pap constituy una delas ms importantes salidas para una generacin extraordinaria depoetas, cuyo vanguardismo an suena tan vigente estos das. Es incre

    ble; uno coge cualquier poemario publicado en los ltimos cinco aosy no parece tan nuevo ni fresco como las brillantes exploraciones de

  • 7/23/2019 Semblanza Milla Batres

    7/12

    2 M RCOS E MILL

    Rose, Martas, Cisneros, Verstegui, Florin en esos aos. Debe ha-ber sido muy difcil para ellos crecer bajo la sombra incomensura-

    ble y fresca an de Vallejo; hay que quitarse el sombrero frente aestos tipos.

    La narrativa peruana contempornea fue su siguiente objeti-vo, a fines de los 60 y sobre todo durante los 70. Carlos MillaBatres promueve con muy buen olfato a escritores por hacerse o serdifundidos, como Miguel Gutirrrez, Francisco Carrillo, EleodoroVargas Vicua, Jos Antonio Bravo, Laura Riesco, GregarioMartnez. Si bien Julio Ramn Ribeyro ya era un escritor hecho yderecho cuando cruza sendas con mi padre, son sus ediciones de Lapalabra del mudo (uno de los grandes clsicos del cuento iberoame-ricano), Los geniecillos dominicales, Crnica de San Gabriel, Cam-bio de guardia, La caza sutil y sus Prosas aptridas las que lo pro-mueven y hacen una figura inmediatamente reconocible en la lite-ratura peruana. Las obras indigenistas lo fascinaron y las publiccon entusiasmo (Nahuin, de Eleodoro Vargas Vicua; Isicha Puytu,

    de Jorge Lira; el annimo quechua Tutupaka Llacta). Todas estasson obras que mi mam y mis hermanos conocemos bien, pues no-sotros hacamos bastante de la correccin de textos. Asi ganbamosde chicos nuestras propinas, as como repartiendo pedidos y factu-ras. De esta forma fue que conoc en persona a todos libreros y edi-tores de Lima de ese entonces (Carbone, Castro Soto, Merel, MejaBaca, Iturriaga, Campodnico, Montenegro, los hermanos Rojas,Sanseviero). Incluso participbamos de las animadas presentacionesde libros en el local de nuestra librera, en la plazuela de LaRecoleta. Fue una poca dorada en nuestra memoria colectiva e in-dividual, alternamos en presentaciones y chifas con la crema y natade la intelectualidad limea. Recuerdo a Emilio Choy, regalndomeel primer nmero de la revista "Science" en el que puse mis manos,y tambin ensendonos a comer con palitos chinos. Recuerdo par-ticipar en conversaciones con Ribeyro, Vargas Vicua, Congrains,

    Delgado, Bravo, tantos otros, Vaya aos Estbamos bajo la tuteladel velasquismo, llamado nefasto en su momento; me pregunto si

  • 7/23/2019 Semblanza Milla Batres

    8/12

  • 7/23/2019 Semblanza Milla Batres

    9/12

    114 MARCOS E. MILLA

    en nuestro medio. Uno no necesita un crdito explcito a Mozartpara reconocerlo claramente en las sinfonas de Brahms, Beethoven,

    Schubert y tantos otros.Mi pap descubre durante la edicin de la Historia de Vargas

    U garte el poder de la ilustracin, no como un accesorio al texto,sino como un complemento dinmico que resalta las ideas, estimulala lectura, llegando incluso en ocasiones a examinar los plantea-mientos del autor (recuerdo las vivas discusiones interminables conPablo Macera, durante la preparacin de figuras y epgrafes para suVisin historica del Per: del paleoltico hasta nuestros das). Paralograr esto, mi pap investig minuciosamente archivos de mapas yotras ilustraciones en bibliotecas y museos; recorri Europa iden-tificando en el proceso verdaderas joyas documentales sobre el des-cubrimiento y conquista del Per, as como el perodo virreynal ylos primeros aos de la Repblica. Las postales llegaban inespera-das de todos lados: San Petersburgo, Amsterdam, Londres, Berln,Roma, Madrid, Lisboa, Pars, Mosc, Copenague, Estocolmo. Vivi

    cerca de un ao afuera durante la edicin de cada una de las dosfases de La Historia (el virreynato y la Repblica). Nuestra familiade alguna manera se hizo a la idea de aceptar a este pap itinerante,pasando varios momentos de los setenta en Espaa, editando. Car-los Milla transforma el rol del editor: ya no es simplemente el pro-fesional que prepara el texto para su publicacin, va ms all. Deser el encargado de proporcionar el material ilustrativo, pasa a co-mentarlo, darle vida propia, interconectada a la voz del autor. Otraprerrogativa que toma en muchas ocasiones es la de encontrar losttulos, cosa que tambin tuvo diversos grados de aceptacin (y porende, irritacin) entre los autores. He presenciado varias discusio-nes directas o epistolares al respecto con Ribeyro, Laura Riesco,Miguel Gutirrez, Jos Antonio Bravo, para mencionar solo unoscuantos, al respecto. Mi pap a veces poda ser terco, obcecado eirritante. A veces tena una visin muy apasionada muy intensa-

    de las cosas. Yo creo que los intelectuales ms amigos aprendierona tolerarlo, otros simplemente terminaron peleados con l.

  • 7/23/2019 Semblanza Milla Batres

    10/12

  • 7/23/2019 Semblanza Milla Batres

    11/12

  • 7/23/2019 Semblanza Milla Batres

    12/12

    CARLOS MILLA BATRES, L EDITOR QU YO VI MI PADRE) 117

    tan bien cada recoveco de nuestro bagaje geogrfico, histrico ycultural. Me imagino que si pudiese incorporarse de su tumba,lo primero que hara es apuntar entusiasmado hacia el otro lado delvalle, al sitio del combate de La Rinconada, y comentara animada-mente sobre este hecho ocurrido hacia el final de la campaa deLima durante la guerra con Chile. En el mejor estilo de nosotros losperuanos, creo que nos va a tomar un tiempo reconocer el vaco quel nos est dejando, ms aun llenarlo. Pero de nuevo, cada vez queestoy en Lima y entro a una librera a ver las nuevas ediciones de

    tema peruano, hechas tambin con grande y meritorio esfuerzo,puedo ver un poco de mi pap en ellas. Puedo escuchar esos peque-itos temas de Mozart guiando la msica hacia adelante. CarlosMilla Batres no nos va a dejar tan fcilmente.

    Lima y Filadelfia, Diciembre de 2004.