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1 RUBINSTEIN, EL FILÓSOFO DEL GUETO DE VARSOVIA Gueto, a film unfinished Manuel González Riquelme FICHA TÉCNICA DIRECTOR: Yael Hersonski. GUIÓN: Yael Hersonski. AÑO DE PRODUCCIÓN: 2010. PRODUCCIÓN: Una producción de Osscilloscope Laboratories y Belfilm LTD. PRODUCTORES: Itay Ken-Tor and Noemi Schory COPRODUCCIÓN: MDR, SWR, YES DOCU in cooperation with ARTE, with the support of The New Israeli Foundation For Cinema and Telelevision and Yad Vashem Film Project. DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: Itai Neeman. EDICIÓN: Joëlle Alexis. SOUND DESIGN: Aviv Adelma. MUSIC: Isahi Adar. HISTORICAL CONSULTANT: Ronmy Loewy. ADDITIONAL CINEMATOGRAPHY: Yossi Aviram. NARRATION READ BY: Rona Kenan. WITTNESSES: Hanna Avrutzki, Luba Gewisser, Jurek (David) Plonski, Aliza Vitis-Shomron, Shula Zeder. EXTRACTOS DE LOS DIARIOS LEÍDOS POR: Adam Czerniaków leído por Janus Hamerszmit; Emanuel Ringelblum leído por Eliezer Niborski; Chaim Kaplan leído por Alexander Senderovich; Abraham Lewin leído por Mendy Cahan; Rachel Auerbach leído por Hava Alberstein; Jonas Turkow leído por Gera Sandler; Ben Shem leído por Alexander Senderovich; Hersh Waser leído por Mendy Cahan; Auerswald´reports leído por Axel Thielmann. RESEARCH: Felicitas Piwarmas; Jaffa Ganor; Yael Hersonski. A film unfinished Una década después de la Guerra, los archivistas de la Alemania Oriental empezaron por primera vez a clasificar lo que quedaba de la máquina de propaganda nazi. Miles de películas descubiertas en el lugar exacto donde se

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RUBINSTEIN, EL FILÓSOFO DEL GUETO DE VARSOVIA

Gueto, a film unfinished

Manuel González Riquelme

FICHA TÉCNICA

DIRECTOR: Yael Hersonski.GUIÓN: Yael Hersonski.AÑO DE PRODUCCIÓN: 2010.PRODUCCIÓN: Una producción de Osscilloscope Laboratories y Belfilm LTD.PRODUCTORES: Itay Ken-Tor and Noemi SchoryCOPRODUCCIÓN: MDR, SWR, YES DOCU in cooperation with ARTE, with the support of The New Israeli Foundation For Cinema and Telelevision and Yad Vashem Film Project.DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: Itai Neeman.EDICIÓN: Joëlle Alexis.SOUND DESIGN: Aviv Adelma.MUSIC: Isahi Adar.HISTORICAL CONSULTANT: Ronmy Loewy.ADDITIONAL CINEMATOGRAPHY: Yossi Aviram.NARRATION READ BY: Rona Kenan.WITTNESSES: Hanna Avrutzki, Luba Gewisser, Jurek (David) Plonski, Aliza Vitis-Shomron, Shula Zeder.EXTRACTOS DE LOS DIARIOS LEÍDOS POR: Adam Czerniaków leído por Janus Hamerszmit; Emanuel Ringelblum leído por Eliezer Niborski; Chaim Kaplan leído por Alexander Senderovich; Abraham Lewin leído por Mendy Cahan; Rachel Auerbach leído por Hava Alberstein; Jonas Turkow leído por Gera Sandler; Ben Shem leído por Alexander Senderovich; Hersh Waser leído por Mendy Cahan; Auerswald´reports leído por Axel Thielmann.RESEARCH: Felicitas Piwarmas; Jaffa Ganor; Yael Hersonski.

A film unfinished

Una década después de la Guerra, los archivistas de la Alemania Oriental empezaron por primera vez a clasificar lo que quedaba de la máquina de propaganda nazi. Miles de películas descubiertas en el lugar exacto donde se amontonaron: una única cámara acorazada de hormigón escondida en un bosque. Allí también se encontró una copia de una película de una hora de duración sin banda sonora ni créditos. Sólo con un título breve: “El Gueto”. Era un primer montaje de la más larga película de propaganda nazi rodada en el gueto de Varsovia, el más grande de los guetos judíos instaurados en Polonia. La película yuxtapone escenas planificadas minuciosamente en las que se muestra a los judíos viviendo una vida lujosa con imágenes que no requerían ninguna planificación. ¿Por qué se envió un equipo a filmar el gueto poco antes de aniquilarlo? ¿Y por qué no se trabajó la película después de un primer montaje? La intención no se puede determinar. El engaño cinematográfico se olvidó y las imágenes en blanco y negro quedaron grabadas en la memoria como verdad histórica. Del frenesí de la propaganda quedan unas imágenes que muestran muchos niveles de realidad.

El gueto de Varsovia

Mayo de 1942, Han pasado dos años y medio desde que se estableció. En tres meses el gueto se liquidará. En las imágenes, las personas todavía luchan por sobrevivir. Lo que no dicen las imágenes es que estaban atrapados medio millón de judíos en un área vallada de menos de 8 kilómetros cuadrados en unas condiciones de masificación sin precedentes y asediados por el hambre y el tifus. En el gueto no sólo había numerosos judíos de Varsovia también miles de

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judíos refugiados deportados de todos los rincones del Tercer Reich, sin posesiones, idioma ni posibilidad de sobrevivir. A los que atrapaban pasando comida o intentando escapar se les ejecutaba inmediatamente.

Como en todos los demás guetos, aquí los nazis también habían establecido un “Consejo Judío”, al frente del cual colocaron a Adam Czerniaków, encargado de gestionar desde el interior aquel último aislamiento antes del destino final. Ante una batalla perdida con el objetivo de salvar todo lo posible, Czerniaków insistió en documentar su vida día a día, con urgencia en nueve cuadernos. E incluso cuando se le terminaba el tiempo, insistió en escribir largamente sobre la filmación de esta película y sobre su papel de autor que se interpreta a sí mismo y que desconocía cómo acabaría el personaje.

Adam Czerniaków

En Varsovia el 4 de octubre de 1939, un pequeño destacamento de la Policía de Seguridad hizo una redada en la sede central de la comunidad judía, mostrando interés por la caja fuerte y preguntando quién era el presidente. El conserje les dijo que era Adam Czerniaków. El mismo día, Czerniaków fue conducido al edificio ocupado por altos mandos de Einsatzgruppe, donde le comunicaron que tenía que elegir a 24 hombres para trabajar en el consejo y asumir la jefatura. Ingeniero de profesión, había estudiado en Varsovia y en Dresde, cuando Maurycy Mayzel, presidente de la comunidad, huyó al estallar la guerra, el alcalde Stefan Starzynski nombró a Czerniaków en su lugar. Cuando el Einsatzgruppe IV nombró a Czerniaków Jefe del Consejo Judío de Varsovia, contaba con cincuenta y nueve años de edad.

Según Saul Friedländer El Tercer Reich y los judíos (1939-45). Los años de exterminio, p. 108-109: “Parece que Czerniaków maniobró un poco para asegurar su nombramiento. ¿Era pura ambición? Si fue así, pronto comprendió la naturaleza de su papel. Conocía a los alemanes pronto perdió también la mayoría de sus ilusiones sobre los polacos: ‘En el cementerio ni un solo árbol –anotó en su diario el 28 de abril de 1940-. Todos arrancados. Las losas rotas. Una verja junto con sus postes de roble, robada. Junto al Powaski [cementerio cristiano] los árboles están intactos’. Czerniaków pudo haberse marchado pero se quedó. En octubre de 1939 era obvio que no podía prever lo que iba a ocurrir tres años después, pero algunas de sus ocurrencias tienen un aire premonitorio: ‘Expulsiones desde Cracovia –escribía el 22 de mayo de 1940-. Los optimistas, los pesimistas y los sofistas’. En hebreo soph significa ‘final’. Un testigo, Apolinary Hartglas relata que cuando el Consejo se reunió por primera vez, Czerniaków mostró a algunos de sus miembros un cajón de su escritorio donde había guardado ‘una botellita pequeña con 24 tabletas de cianuro, una para cada uno de nosotros, y nos enseñó dónde encontrar la llave del cajón, por si urgía la necesidad’” (Apolinary Hartglas, “How Did Czernizkow Become Head of the Warsaw Judenrat?”, Yad Vashem Bulletin, 15, 1964, pp. 4-7).

El “distrito judío” de Varsovia (Wohnbezirk) se estableció en un período de seis semanas, entre octubre y noviembre de 1940, en un área de ocho kilómetros cuadrados. Durante el traslado, 113.000 polacos abandonaron el emplazamiento del gueto y 138.000 judíos ocuparon su lugar. Pero otros 72.000 judíos fueron obligados a trasladarse al gueto desde las zonas occidentales del distrito de Varsovia para crear espacio para los polacos expulsados del territorio ocupado (Informe de Schön, en Jüdisches Historisches Institut Warschau, Faschismus-Getto-Massenmord, pp. 108-113, tomado de Raul Hilberg La destrucción de los judíos europeos, Akal, Madrid, 2005, p. 243). En forma de T, el gueto era más estrecho en un punto en el que una cuña “aria” separaba la porción norte, más grande, de la del sur, de menor tamaño. Las fronteras, trazadas no eran definitivas. Durante septiembre de 1941, en un espíritu de creciente anexionismo, algunos oficiales se plantearon la posibilidad de separar la parte sur del gueto. “En ese momento, un hombre poco común de la Administración alemana tomó una medida poco común. Era el médico jefe del aparato municipal alemán, el Dr. Wilhelm Hagen. En una carta contundente dirigida al Stadthauptmann, predijo un empeoramiento de la epidemia del tifus y

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calificó el plan propuesto de ‘locura’” (Hagen a Leist, 22 de septiembre de 1941. Zentrale Stelle der Landesjustizverwaltungen, Ludwigsburg, Polonia, 365c, p. 58. Cita de Raul Hilberg, La destrucción de los judíos europeos, op. cit., p. 244). El gueto de sur se mantuvo pero fueron derruidos más bloques, se ordenó la construcción de más muro y como única unión entre las dos secciones del gueto, ahora había un puente peatonal sobre lo que se había convertido en corredor “ario”.

El gueto de Varsovia nunca estuvo abierto al tráfico sin trabas, pero al comienzo había 28 puntos de salida y de entrada utilizados por unas 53.000 personas con pase. El jefe de sanidad del distrito de Varsovia, Dr. Lambrecht, puso objeciones al número de permisos, argumentando que anulaban todo el propósito del gueto. Las puertas se redujeron después a 15 (Resumen de la conferencia de los diversos organismos para tratar sobre el gueto, 2 de diciembre de 1940, Yad Vashem, microfilm JM 1113. Informe de Schön en Jüdisches Historisches Institut Warschau, Faschismus-Getto-Massenmord, pp.108-113, en Raul Hilbert, op. cit. p. 244). El regimiento de policía de Varsovia (teniente coronel Jarke) era responsable de vigilar el gueto. Esta tarea la llevaba a cabo una compañía del 304º Batallón (a partir de la segunda mitad de 1941, el 60), apoyada por la policía polaca y el Ordnungsdienst judío). En cada puerta podía verse un hombre de cada uno de estos servicios, pero dentro había 2000 hombres del Servicio del Orden. Auerswald era entonces Kommissar del gueto, Schön estaba en el Departamento de Interior del del distrito de Varsovia. La dotación de la compañía policial, según informó Schön el 20 de enero de 1941, era de 87 hombres al mando de un teniente primero. Una vez sellado el gueto de Varsovia, los Stadthauptmänner (ciudad) y los Kreishauptmänner (rural) de todas las partes del Generalgouvernement aprobaron la iniciativa y, como en el caso de Varsovia, el proceso podía ser complicado.

En el Generalgouvernement, se presentaron tres argumentos específicos para la formación de los guetos, según Raul Hilbert: uno, la aportación de los médicos alemanes, convencidos de que la población judía estaba propagando el tifus (Fleckfieber). Dos, la alegación de que los judíos, en cuanto residentes y propietarios de tarjetas de racionamiento que en opinión del Jefe de alimentación y agricultura del distrito de Varsovia sólo les daban derecho, a efectos prácticos, a pan, estaban pujando por los alimentos no racionados y creando un mercado negro de artículos racionados. Tres, la afirmación de que no había suficiente espacio habitacional disponible para los soldados y los oficiales de las fuerzas armadas alemanas. La respuesta parecía ser siempre la guetización. Las tres explicaciones principales para crear los guetos se recuperarían más tarde como razones para disolverlos y trasladar a todos los habitantes judíos.

El Palacio Brühl

El gueto no ofrecía un entorno agradable a los oficiales de las SS que llevaban la tarea de destrucción programada. Tenían el cuartel general fuera del recinto del gueto en el palacio Brühl, situado en la parte “aria” de Varsovia. En mayo de 1942, su jefe era un joven abogado, el oficial de las SS Heinz Auerswald que enviaba informes semanales a sus superiores. Describía los hechos que tenían lugar en el gueto, como las ejecuciones ordenadas por él mismo empleando la voz pasiva, como si las cosas pasaran solas: “Informe semanal del 5 de mayo de 1942. Las filmaciones que tienen lugar en el gueto son rechazadas por la población. Esta semana durante la filmación en el gueto ha habido escenas de gran agitación en la prisión judía. Cuando aparecieron los representantes de las autoridades con el equipo de filmación y los delegados del Consejo Judío estalló un pánico enorme entre los detenidos. Muchos de los que estaban encarcelados por intentar abandonar el gueto creyeron que serían castigados con la pena de muerte. Mujeres y niños se desmayaban, etc. Sólo cuando se aclaró el objeto de la visita, se estableció la calma”.

Auerswald dirigió con mano firme el gueto de Varsovia desde marzo de 1941 hasta noviembre de 1942. El 17 de abril Czerniaków anotaba en su diario: “Por la tarde el pánico ha cundido en el

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gueto. Están cerrando las tiendas. La gente se agolpaba en las calles frente a sus edificios. Para calmar a la población, he tenido que recorrer varias calles. El destacamento del Servicio del Orden tenía que presentarse a las 9,30 de la noche frente al Pawiak (prisión). Son las 10,30 y todavía estoy esperando el informe del cuartel general del Servicio del Orden sobre lo que ha pasado. Ha sido a las 7 de la mañana. Han tiroteado a 51 personas”. Sacaron de sus apartamentos a cincuenta y uno o cincuenta y dos judíos, algunos miembros del Bund, otros que trabajaban en la prensa clandestina y algunos simplemente judíos que se habían interpuesto en el camino de la Gestapo y les dispararon en la nuca en plena calle. Saul Friedländer op cit. p. 523, escribe que: “Las razones de la masacre del 17-18 de julio siguen sin estar claras. Los alemanes eran conscientes de los primeros intentos de organizar una Resistencia judía en la capital polaca y, sobre todo, la creciente influencia de la prensa clandestina (como Yedies, lanzada por Zuckerman y su grupo). Según las memorias de Zuckerman, la Gestapo tenía su nombre y su dirección habitual. El objetivo principal era “infundir terror”. Un objetivo adicional era paralizar cualquier plan clandestino antes de la inminente Aktion.

Después de la disolución del gueto de Varsovia, Auerswald fue asignado administrador del distrito en la zona de Ostrow. En enero de 1943 fue incorporado al ejército. Nunca se le procesó por crímenes de guerra.

Una farsa tras otra

Czerniaków anota en su diario: “19 de mayo de 1942. Estoy esperando una llamada de Auerswald en relación a la filmación. Esta tarde han preparado un gran recinto para filmar. Allí, mañana a las 8,30, celebrarán un gran baile con champán, etc. Las señoras tendrán que llevar vestidos de noche. Ha llegado un mensajero con instrucciones: yo deberé interpretar el papel de anfitrión pero he llamado a Auerswald y me ha prohibido que actúe. Me ha dicho que a las 7,30 debo estar en el Centro Comunitario porque todavía puede haber cambios. Eso significa que el tema no puede considerarse zanjado. ¿Tendré suficiente fuerza para conducirme de manera honorable en este asunto? Después he visto un coche fúnebre lleno de flores. Las llevaban al cementerio a la sala de baile. La ciudad está llena de rumores sobre deportaciones. Se habla de decenas de miles de personas. Es admirable que bajo estas condiciones se pueda trabajar correctamente pero nosotros lo hacemos cada día”. Las parejas se levantan. Dejan sus copas y como marionetas en un circo de Titirimundi, se disponen a bailar.

Willy Wist

Durante muchos años se ha investigado quién hizo la película pero ningún expediente ni documento que haya salido a la luz ha resuelto el misterio. Hasta bastante más tarde en los años 60, no se descubrió una pista en los archivos de la ciudad de Varsovia. Se trataba de un permiso alemán de entrada en el gueto emitido durante la época en que se hizo la filmación. Un documento que revelaba un nombre, Willy Wist, junto a su profesión: cámara. Wist que dejó el cine después de la guerra y se dedicó a la reventa de metal, se esforzó en borrar sus pistas y quemó las películas que había filmado durante la guerra. De todos los participante en la filmación fue el único en salir a la luz. Años más tarde cuando los tribunales juzgaron a los criminales de guerra, Wist fue llamado a testificar. Las Actas del juicio recogen exactamente qué le preguntaron y qué contestó y aportan por primera vez el punto de vista del hombre que estuvo detrás de la cámara.

- “Señor Wist, el tribunal quisiera saber si durante la guerra estuvo destinado al gueto de Varsovia.

- Sí. En 1942 me enviaron allí desde Berlín con tres reporteros más y otros cámaras y fotógrafos. Nos destinaron a Varsovia y allí trabajé de cámara.

- ¿Cuándo fue exactamente?- Debía de ser durante el invierno del año 41 ó 42.

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- Señor Wist, permítame que le refresque un poco la memoria. Este es su pase de entrada en Varsovia.

- Pues, es cierto que estuve en Varsovia en el mes de mayo de 1942. He dicho que fue durante el invierno porque quizás recuerdo que fui hacia Varsovia en un momento en que la naturaleza todavía estaba dormida.

- ¿Usted y sus colegas se imaginaban lo que les esperaba en el gueto de Varsovia?- Cuando íbamos hacia Varsovia, los cámaras en ningún caso nos imaginábamos lo que

nos esperaba allí. Como había pasado a menudo, anteriormente, se nos decía escuetamente que teníamos que ir a filmar. Recuerdo especialmente que fuimos a filmar el comercio que tenía lugar en las calles y también escenas callejeras. Hicimos grabaciones de casas abarrotadas de gente. También recuerdo, en relación a este tema que en el patio de una casa vi un montón de materia fecal y que me ordenaron que lo filmara. Entonces me imaginé que quizás a causa del invierno o de la superpoblación, las instalaciones sanitarias habían dejado de funcionar.

- ¿Conoció al comisario del gueto Doctor Auerswald?- No conozco este nombre. No tuve relación con su Departamento.- Señor Wist ¿podría decirnos, por lo que usted sabía, si cuando le confiaron la filmación,

se habló del objetivo de aquel encargo?- En ningún momento supe cuál era el objetivo de ninguna de las películas que filmamos.

El hecho de que se trataba de propaganda me resultaba evidente, sobre todo, porque subrayábamos la diferencia extrema entre los judíos ricos y pobres.

- ¿Usted era consciente del nerviosismo de los judíos cuando aparecían las cámaras acompañados por los SS?

- Por un lado, no podíamos tener mucho contacto con los judíos, porque los SS nos acompañaban inmediatamente nos apartaban de ellos. Por otro lado, también nos traían judíos que consideraban apropiados para la filmación. ¿A qué Departamento pertenecían los hombres de las SS? ¿Quién los dirigía? No sabría decirlo. Quisiera decir que los judíos temían a las SS. Durante la filmación nunca hubo ningún incidente”.

Emanuel Ringelblum

Mientras los nazis grababan su versión de la historia, los judíos se jugaban la vida creando en secreto una crónica propia de la vida en el gueto. Con ayuda de lápiz y papel, en lugar de una cámara, el historiador Emanuel Ringelblum, que al principio de la guerra, tuvo suficiente coraje como para predecir cómo terminaría, empezó a organizar un gran archivo clandestino que documentaba la lucha diaria y la aniquilación de una de las comunidades judías más grande de Europa. Se dio cuenta de que un trabajo académico nunca captaría las muchas facetas de aquella tragedia y pidió que todos los que pudiesen resistir escribiesen un diario personal hasta los últimos días en el lugar donde se escondía. Llevó a término la tarea de compilar decenas de voces individuales en un retrato de múltiples capas, el retrato definitivo. “Allí escribían todos: periodistas, escritores, maestros, figuras públicas, jóvenes y hasta muchos niños. Todos eran conscientes del valor del trabajo que se hacía y de su importancia para las generaciones futuras. El primer principio de nuestro trabajo era que tuviera muchas facetas. El segundo principio era la objetividad. Aspirábamos a representar toda la verdad por muy amarga que pudiese llegar a ser”. “Algunos amigos que saben que escribo un diario secreto me han dicho que debería dejar de escribirlo. ‘¿Por qué lo haces? ¿Con qué objetivo? ¿Crees que se publicará algún día? ¿Van a llegar a las generaciones futuras tus palabras?’ Pero yo no les escucho. Pienso que seguir este diario hasta que ya no sea capaz de hacerlo física o emocionalmente es una misión histórica que no se puede subestimar. Mis poderes de creación aún no han sido silenciados. Aunque hace cinco días que no he comido nada”.

Ringelblum fue el único historiador profesional entre los testigos judíos. La tesis con la que consiguió el doctorado de la Universidad de Varsovia trataba de “La historia de los judíos en Varsovia hasta la expulsión en 1527”. Introducción de Jacob Sloan a las Notes de Ringelblum y

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un análisis reciente citado por Friedländer de Samuel David Kassow, “Vilna and Warsaw, Two Ghetto Diaries: Herman Kruk and Emanuel Ringelblum”, en Robert Moses Shapiro (ed.), Holocaust Chronicles, Individualizing the Holocaust through Diaries and Other Comtemporaneous Personal Accounts, Hoboken, 1999, pp. 171 y ss. De 1927 a 1939 enseñó historia en una academia de Varsovia y durante los años anteriores a la Guerra ayudó a crear la rama de Varsovia del Instituto Científico Yiddish de Vilna (YIVO), así como un círculo de jóvenes historiadores. Ringelblum era socialista activo y sionista comprometido de izquierdas. Desde el principio, en sintonía con sus inclinaciones políticas se mostró hostil al Consejo Judío –el corrupto establishment a sus ojos- y devoto portavoz de las “masas judías”.

En octubre de 1939, Ringelblum había empezado a documentar sistemáticamente el destino que sobrevenía a los judíos de Polonia. Otros se le unieron pronto y el grupo adoptó el nombre de Oneg Shabat (“disfrutar el Sabbat”) ya que sus reuniones tenían lugar, normalmente, el sábado por la tarde. En mayo de 1940 la estructura del grupo estaba ya perfilada y habían nombrado a un secretario, Hersch Wasser para coordinar sus tareas. Paradójicamente, una vez cerrado el gueto, las actividades de la Oneg Shabat se ampliaron. Como anota Ringelblum: “Llegamos a la conclusión de que los alemanes se tomaban poco interés en lo que los judíos estábamos haciendo entre nosotros (…) Los agentes judíos de la Gestapo estaban muy ocupados buscando a los judíos ricos que habían escondido sus bienes, contrabandistas, etc. La política les interesaba poco (…) En unas condiciones de tal “libertad” entre los esclavos del gueto no resultaba sorprendente que el trabajo del Oneg Shabat pudiese desarrollarse con éxito”. Como otros tantos cronistas judíos de aquellos días, los miembros de Oneg Shabat, ya fuesen conscientes o no, estaban reuniendo los materiales para la historia de su propio fin.

Rubinstein

Una testigo de la cinta de Yael Hersonski identifica a Rubinstein. “¡Este es Rubinstein! ¡Por el amor de Dios! ‘¡Todos somos iguales! Gritaba siembre. ¿Veis como en las calles había gente por los suelos? Muchos vivían en las calles hasta que morían”. Rubinstein era el bufón del gueto. Su silencio era indicación del final. En el filme podemos ver una escena de Rubinstein bailando, divirtiendo a los transeúntes. Un Diógenes contemporáneo. El más brillante de los Diógenes. Hersch Wasser escribió en su diario: “Rubinstein está acabado. El filósofo más popular, el de: ‘¡Eh, chico, conserva la cabeza!’, renombrado el todo el gueto de Varsovia se está consumiendo. Vestido con harapos, anda a trompicones por calles… al sol, casi desnudo. Así expira una idea, un símbolo que fascinó a todo el mundo con su verdad y mentira de “Todos los hombres son iguales” (“Dialy Entries of Hersch Wasser”, Yad Vashem Studies 15, 1983, pp. 271-271). Según Saul Friedländer op. cit. p. 524: “La frase era Alle glaich, todos iguales ante la muerte. Al cabo de unas semanas lo que ya había sido casi real en el gueto iba convertirse en una realidad que ningún bufón ni nadie podía imaginar. La nueva realidad haría desaparecer por completo la chanza, al bufón y a la población que, a pesar de su miseria, o quizás a causa de ésta, necesitaba de un bufón y le encantaban sus bromas y sus payasadas”. Casi todos los estudios y memorias del gueto de Varsovia mencionan a Rubinstein. Véase en particular Jan Marek Gronski, Life in Nazi-Occupied Warsaw. Three Ghetto Sketches (1992), pp. 192 y ss.

El hambre

Hersch Wasser, secretario y coordinador de Oneg Shabat escribe el 3 de enero de 1941: “Me parece que existe una firme base económica bajo la plétora de nuevas tiendas de latke (latkes eran las patatas que normalmente se preparaban para Janucá). El público se come una o dos latkes en ves de tomar desayuno, comida y cena y así acalla el hambre. El pan es un sueño imposible, y una comida caliente pertenece al mundo de la fantasía. Las cosas ciertamente están mal, si el latke se está convirtiendo en el plato nacional” (Hersch Wasser, “Diary Entries of Hersch Wasser” en Joseph Kermish (ed.), Yad Vashem Studies, 1983, vol. 15. p. 239). Se extendía la hambruna sobre todo entre refugiados de provincias. El número de muertes por

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inanición y por enfermedades entre el cierre del gueto en noviembre de 1940 y el inicio de las deportaciones en julio de 1942 quizá llegase a cien mil (en el mismo período, la población fue “reforzada” mediante oleadas de refugiados de las provincias y, en primavera de 1942, también por deportados del Reich). Los archivos de Ringelblum incluyen abundante material enviado por maestros y los trabajadores sociales enfrentados a este problema insoluble del hambre en los niños: “¿Cómo hacer que un niño apático y hambriento, que está pensando sin parar en un trozo de pan, se interese por alguna cosa?”, preguntaba uno; otro escribía que: “la comida era el punto de partida para cualquier actividad en la que queríamos que participasen los niños”. Otro profesor voluntario afirmaba, después de la guerra: “Intenté enseñar a los niños que vivían en el mismo patio que yo, pero mis intentos fracasaron porque estaban hambrientos”.

Los niños mendigo

El 11 de Julio de 1941 anota Ringelblum en su diario: “Un tipo especial de mendigos consiste en aquellos que piden después de las nueve de la noche. Te asomas a la ventana y de repente ves caras nuevas, mendigos que no habías visto todo el día. Caminan justo por el medio de la calle, pidiendo pan. La mayoría son niños. En el silencio circundante de la noche, los gritos de hambre de los niños son terriblemente insistentes y, por muy duro que tengas el corazón, el final les tiras un trozo de pan o te vas de casa. A esos mendigos no les importa en lo más mínimo el toque de queda y puedes oír sus voces tarde, avanzada la noche, a las once e incluso a las doce. No tienen miedo a nada ni a nadie. (…) Es común que esos niños mendigo mueran en las aceras por la noche. Me contaron una escena terrible: un niño mendigo de seis años se pasó toda la noche jadeando, demasiado débil para acercarse a coger el trozo de pan que le habían tirado desde un balcón” (Saul Friedländer, op. cit., p. 229).

Indiferencia ante la muerte

Dadas las condiciones que se vivían en el gueto de Varsovia durante el verano de 1941, cada vez se veía la muerte, ya fuera de niños o de adultos, con mayor indiferencia. Se extendía el tifus y los hospitales –o los lugares de ejecución, según el Departamento de Salud del gueto- poco podían hacer: los pacientes morían a causa de la epidemia o por la falta de comida en el hospital. El 24 de julio de 1941, anotaba Czerniaków: “Frente al número 16 de la calle Krochmalna, un comando de la columna sanitaria militar me detuvo y me mostró el cadáver de un niño en avanzado estado de descomposición. Según la información obtenida en el lugar, el cadáver, ya descompuesto, había sido abandonado allí el día anterior. La investigación subsiguiente estableció que el cuerpo lo había abandonado la propia madre, Chudesa Borensztain (…) y que el nombre del niño era Moszek, de seis años. En el mismo apartamento se encontraba el cadáver de Molka Ruda, de cuarenta y tres años, en el cual todavía no se había extendido el rigor mortis, y en el patio de la misma yacía el cuerpo de Chindel Gersztenzang. (…) La columna sanitaria detuvo el coche fúnebre que pasaba perteneciente a la funeraria Eternidad y les ordenó que se llevaran los restos” (Saul Friedländer, op. cit. p. 230)

Otra testigo comenta: “Es verdad que pasábamos delante de los cadáveres. No los miraba nadie. Era imposible. Nos volvíamos indiferentes al sufrimiento de los demás porque de otro modo era imposible vivir. Te daba muchísimo miedo porque tú podías ser el siguiente”.

Otro testimonio en el mismo sentido: “Un día que ya había anochecido, yo bajaba por la calle Karmelitzka que estaba llena a rebosar, entonces tropecé con algo y perdí el equilibrio. Cuando abrí los ojos, vi que había caído encima de un cadáver. Temía mi cara junto a la suya. Me puse a temblar. Entonces, de repente, fue como si todos los cadáveres que había intentado mirar estuviesen allí, en la cara de aquel hombre. Era un ser humano. Cuando llegué a casa, le expliqué a mi madre lo que había pasado. Hasta entonces no me eché a llorar. Lloré muchísimo. Yo siempre había sido optimista y fuerte pero, de repente, me hundí. Mi madre cogió una

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rebanada de pan y me la untó con mermelada. ¡Me dio una rebanada de pan! La rebanada del consuelo”,

La muerte, objeto turístico

Una testigo de nuestra cinta: “En la primavera del año 42 había cadáveres por las aceras. Las personas que aún podían caminar como yo misma, teníamos que ir avanzando entre los cadáveres. Yo corría pegada a las paredes como un ratón. De repente, se paró un vehículo. Bajaron enseguida. Quise esconderme. A las personas que aún tenían un aspecto más o menos humano les pedían que pasaran por el lado de los cadáveres con la cabeza bien alta. Desfilando arriba y abajo, luego les hacían volver a pasar”.

En una nota de Ringelblum del 10 de mayo de 1941 describía que los judíos muertos eran un espectáculo que los turistas alemanes no se querían perder: “Los muertos se entierran por la noche entre la una y las cinco de la mañana, sin mortajas, con un papel blanco que luego se quitaba, y en fosas comunes. Varios grupos de excursionistas [alemanes], militares y civiles, siguen visitando el cementerio. La mayoría no muestra simpatía alguna por los judíos. Por el contrario, algunos mantienen que la mortalidad entre los judíos es demasiado baja. Otros toman fotos de todo tipo. El cobertizo en el que yacen docenas de cuerpos durante el día esperando a ser enterrados por la noche es especialmente popular” (Saul Friedländer, op. cit. p. 231-232).

Willy Wist al ser interrogado, al final de la cinta:- “¿Conserva otros recuerdos de la filmación en el gueto?- Recuerdo especialmente una cosa. Recuerdo que en el gueto de Varsovia vi a un judío

que iba por las calles con un carro para recoger cadáveres. Vi como recogía un cadáver delante de una casa y como después seguía hacia el cementerio. Recuerdo que vi como le colgaba un brazo o una pierna. En la entrada del cementerio había una especie de cobertizo. En aquel cobertizo amontonaban los cadáveres. Habían unos 40 ó 50 cadáveres todavía sin enterrar. Filmé aquel cobertizo desde el exterior. (…) Recuerdo que tuve que filmar una fosa común. En aquella fosa había una gran cantidad de cuerpos dispuesta en capas. No sabría decir cuántas capas de cadáveres debía haber debajo de la capa que yo veía en aquel momento. Recuerdo que hacían bajar los cuerpos a la fosa por una rampa. Dentro de la fosa había dos trabajadores judíos que colocaban los cuerpos unos junto a otros. Tengo un vago recuerdo de que después cubrían los cuerpos con una capa de cal. Debo decir que los cadáveres estaban desnudos. Aunque no puedo afirmarlo con seguridad pero sí que recuerdo claramente que aquellos cadáveres estaban con la piel en los huesos. Debo decir que, en aquel momento, tuve la impresión de que aquellas personas habían muerto de hambre. Aquellas experiencias en Varsovia me impresionaron mucho. Aunque más adelante todavía iba a ver muchas más. Todo aquello ocupó mis pensamientos durante mucho tiempo”.

La noticia de la muerte con gas llega al gueto de Varsovia

El informe del comisario del gueto Auerswald del 19 de mayo de 1942 observa: “Corren rumores de que los alemanes han utilizado el gas por primera vez en esta guerra. Hace días que circulan rumores sobre nuevos reasentamientos desde Varsovia y han causado un pánico enorme. Como siempre, los que difunden los rumores, aseguran saber de “fuentes fidedignas” que las autoridades alemanas tienen la intención de reasentar en el este a los judíos de Varsovia”. La noticia llegó en enero de 1942, cuando Yakob Groyanowski de Izbica conocido como “el enterrador de Chelmno”, miembro del comando judío que cavaba las fosas en las cuales arrojaban los cadáveres en el bosque, llegó a Varsovia. La historia del enterrador llegó tanto a Ringelblum como a Yitzhak Zuckerman. Él fue quien contó que la gente se desnudaba en el castillo para la ducha y la desinfección, y que luego los metían a empujones en camiones y los

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asfixiaban con los humos del tubo de escape introducidos en el interior mientras iban al bosque, a unos dieciséis kilómetros de distancia. “Muchas personas que tenían que recoger habían muerto de asfixia en el camión. Pero había excepciones como bebés que todavía estaban vivos, ya que las madres llevaban los niños tapados con mantas y los cubrían con sus manos para que el gas no les alcanzara. En esos casos, los alemanes estampaban la cabeza de los bebés contra los árboles, matándolos en el acto” (Saul Friedländer, op. cit. p. 428).

El teatro Nuevo Azazel

El cine de propaganda es una puesta en escena. Nada es natural. Todo es artificio. Nunca la arbitrariedad del signo cinematográfico ha sido más arbitraria que la grabación en el “Nuevo Azazel”. Nunca el teatro ha sido más teatro. Los espectadores obligados a permanecer en sus asientos bajo riesgo de padecer el más severo castigo, contemplan la escena, siendo ellos mismos también actores, marionetas, figurantes, que se ríen, aplauden, piden bis. La perversión se alcanza cuando el drama es la paranoia colectiva y el destino final la muerte. Al día siguiente del informe de Auerswald, Emanuel Ringelblum escribe en su diario el 20 de mayo de 1942: “A las 8 ordenaron a los actores que se presentasen en el teatro ‘Nuevo Azazel’. Mientras los actores ensayaban en el escenario, un contingente de soldados reunió a un grupo de personas. La gente empezó a correr y cundió el pánico. Como consecuencia, los alemanes repartieron golpes a diestro y siniestro. Cono nadie sabía por qué los habían llevado allí, se oían los suspiros y los gemidos de los críos que habían cogido junto a sus padres. Cuando un actor terminaba su número, todo el público debía gritar: ¡Bis! ¡Bravo! Obligaron al público a quedarse en el teatro hasta que terminó la filmación sin comer y sin poder ocuparse de sus necesidades físicas. Cuando un actor cantaba una canción alegre, se ordenaba al público que riera ruidosamente. ¡Ay de aquél que no se riera con ganas! Su destino estaba sellado. Por lo tanto, todo el mundo rio como no había reído en su vida. Los alemanes que filmaban ordenaron a todos los actores que sobreactuaran tanto como fuera posible. David Seiderman cantó “My Yiddishe Mame”. Ruth Zandberg, que lo acompañaba al piano, lloraba amargamente porque hacía poco que su madre había muerto del tifus. Era la actriz Yiddish Zusha Zandberg”.

El restaurante Szulc

Una escena parecida a la anterior fue en el restaurante Szulc. Abraham Lewin lo anotaba en su diario del 19 de mayo de 1942. Lewin, profesor y administrador de la Escuela Yehudia, un instituto privado para chicas. Era miembro del Oneg Shabat y su diario probablemente estaba relacionado con la empresa colectiva de Ringelblum: “Hoy han montado una sesión de filmación en el restaurante Szulc. Han reunido a un grupo de judíos con el aspecto bien típico. Todos muy bien vestidos. Les han hecho sentar en las mesas y han ordenado que les sirvieran pagando la comunidad judía. Pescado, oca, licores, tartas y toda clase de exquisiteces. Los judíos comían y los alemanes filmaban. Nos cuesta mucho imaginar los motivos de todo aquello. ¡Qué todos vean el paraíso donde viven los judíos! Aquellas escenas viles continuaron durante horas. Ayer por la mañana, los alemanes hicieron salir a todas las camareras. Las pusieron en fila y les dijeron que se mostraran contentas y atractivas. Mientras tanto cogieron a unos niños mendigos y les dijeron que pasaran por delante de las camareras elegantes pidiendo caridad sin que les dieran nada. Todo esto se filmó para demostrar que los judíos viven en el lujo y no comparten nada con los necesitados”. Los detalles sobre Lewin en Antony Polonsky, introducción a su edición del diario de Lewin, Abraham Lewin, A Cup of Tears: A Diary of the Warsaw Ghetto, Antony Polonsky (ed.), Oxford, 1988. El lujo frente a la pobreza. Alcibíades y Platón debatieron acerca del amor en El Banquete. Un antibanquete esta escena. Maniquíes, gestos programados, figuras de cera. ¿De qué hablarían los comensales? Hombres y mujeres. La miseria, la opresión, los muertos en la acera del restaurante Szulc, mientras ellos, degustaban por un día las excelencias de la vida como la comida que se da a los condenados en el corredor de la muerte. Todos sabían que no había futuro. No había mañana. No obstante, condicionados, en caso de

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desobediencia, al maltrato, las palizas, la deportación, representaban un instante fugaz tan mísero y cruel como la realidad que se desarrollaba fuera de los cristales.

El faisán dorado

Willy Wist es interrogado sobre su superior:

- “¿Usted sabe quién les ordenaba a ustedes o a los demás cámaras lo que debían filmar?

- A los lugares de las filmaciones nos llevaba un hombre con uniforme de las SA o con el uniforme marrón del partido. Nosotros lo llamábamos “el faisán dorado”.

- ¿Recuerda su nombre o graduación?- No tengo ni idea de cómo se llamaba. Por su apariencia, se podría suponer que, por lo

menos, debía tener una posición dirigente. Creo que aquel hombre debía ser el responsable de las cuestiones de propaganda en Varsovia.

- ¿Puede describir el tipo de contacto que tenía con el “faisán dorado”?- Durante nuestro trabajo de filmación, el “faisán dorado” nos indicaba las personas o

grupos a filmar. El significado de lo que filmábamos nunca nos lo aclaraba. Simplemente decía que filmáramos esto o lo otro. Aquel hombre no tenía ni idea de la técnica de la filmación. Constantemente teníamos que repetirle que bajo ciertas condiciones lumínicas no podríamos ofrecer imágenes aceptables. No teníamos posibilidad de expresarnos libremente. Siempre era el llamado “faisán dorado” quien nos dirigía hacia los objetos, personas o grupos de personas a filmar.

- ¿No podían dar su parecer?- Exacto. Sé con certeza que el material se revelaba en Berlín. Pero nunca nos dijeron

que uso le darían una vez revelado”.

Intenciones

Les interesa todos los aspectos de la vida de los judíos en el gueto. El filme tiene, por lo tanto, múltiples capas. La clave está en presentar como normal el horror, el hambre, el hacinamiento, la inmundicia pero también el lujo, la ociosidad, el exceso, las prácticas religiosas en un ejercicio de irrealidad, distorsión bajo las premisas del odio, el terror, la supremacía de la raza y el exterminio. Czerniaków apunta un título: “‘Una película judía’. Un grupo de artistas ha llegado de Alemania con una lista de escenas que la comunidad tiene que preparar. Llegado el momento, hasta los ciegos veían por donde iban las cosas. La comunidad judía tenía que preparar una circuncisión, una boda y celebrar el Sabbath. Querían filmar tanto en la sinagoga como en el cementerio. Todo esto tiene un objetivo claro: demostrar que los ‘virtuosos gentiles’ partidarios de Hitler, llevan razón. Que sólo hay una manera de tratar con los judíos: aniquilarlos”.

La circuncisión

Willy Wist es interrogado de nuevo:- “Quisiera leerle unos fragmentos del diario del Presidente del Consejo Judío de

Varsovia, Adam Czerniaków. Czerniaków escribía un diario regularmente y, a menudo, mencionaba la filmación.

- ¿El diario del Presidente del Consejo Judío ha sobrevivido?- Sí. Le leo una entrada del mes de mayo de 1942. Puede interrumpirme o añadir lo que

desee. Czerniaków escribe: ’12 de mayo de 1942. Ayer filmaron la demostración de una circuncisión. Insistieron que tuviese lugar en el piso de una familia y no en un hospital. Como que el actor pesa menos de 2 kilos, se corre el peligro de que no viva mucho tiempo’.

- No recuerdo este acontecimiento. Debieron filmarlo otros miembros del equipo”.

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El baño ritual

Czerniaków escribe: “Esta semana han ideado una nueva manera de torturarnos. Primero han reunido decenas de mujeres jóvenes y bellas y las han llevado al baño ritual judío. Después han buscado a unos hombres y los han llevado al mismo baño ritual. Mientras un nazi pegaba en la cabeza a los que habían capturado, su colega se mantenía en un rincón con el aparato de filmar. No es ninguna afirmación, la película lo demuestra”.

Willy Wist:- Ahora me acuerdo. Un día nos dijeron que filmáramos mientras se celebraba un baño

ritual. Nos llevaron a un edificio bastante viejo que en la planta baja o el baño tenía unas piscinas para el baño. En aquellas piscinas se metieron varias mujeres desnudas. Debían ser unas ocho. Lo hacían con pasos vacilantes y luego se quedaron en el agua que les cubría hasta las caderas. Había una mujer judía mayor que también estaba en el agua, me parece que murmuraba algo y yo pensé que rezaba. Eran mujeres que estaban mejor alimentadas de lo habitual. Era difícil filmar en aquellos baños porque no había suficiente luz”.

La crueldad no sólo se da en los bosques, en las cámaras de gas también en las imágenes. Willy Wist es una pieza más de este mecanismo de relojería de terror, humillación y muerte. Cuando los cámaras son sorprendidos rodando, el propio Willy Wist en el corte 1:14:40, no muestran malestar o disgusto, ni siquiera compasión. Se sienten a salvo. Tienen el poder. Las SS les cubren las espaldas. Por otro lado, ¿qué debían temer? Da la impresión de ser unos turistas en pasan unos días de diversión en Varsovia filmando a unas personas enjauladas en una galería de los horrores. Ni Dante en la Divina Comedia podía haber imaginado un escenario parecido en el Infierno. Durante el interrogatorio es evasivo. Distante, e incluso juega con las preguntas y omite información. No conoce a su superior. No ha oído hablar de Auerswald. No da el nombre de los cámaras que le acompañaban. ¿Por qué decide destruir después de la guerra todo el material de filmación? ¿Qué tenía que esconder? ¿La indiferencia, la crueldad, la impiedad, hacia unas personas que sufrían día a día y que morían en las calles? En el restaurante Szulc, en el Teatro Nuevo Azazel.

- “¿Durante la filmación, realmente no sabía que en un futuro próximo se quería aniquilar a la población judía?

- Puedo decir con toda claridad que entonces no era consciente del destino espantoso que les esperaba a los judíos de Varsovia. De los planes para exterminar a los judíos en Treblinka. Sólo tuve noticia después de la guerra”.

Esto no es creíble. Treblinka no era desconocida para los judíos, menos aún, para un cámara del Servicio de Propaganda del Tercer Reich. Y continúa:

- “Durante la filmación del gueto de Varsovia, tuve la oportunidad de hablar a menudo con judíos que habían sido enviados allí desde Alemania. De aquellas conversaciones me llevé la impresión de que tenían una gran esperanza. Ellos contaban con el hecho de que los reasentarían en Madagascar o en algún otro lugar. Ellos veían su estancia en Varsovia como una cosa temporal. Estoy completamente convencido de que entonces no tenían ninguna sospecha de su verdadero destino. Aunque en lo referente a la nutrición de la población, en aquella época, las condiciones eran espantosas. Yo jamás pensé, ni de lejos que aquellas personas serían asesinadas sistemáticamente”.

Treblinka

Treblinka, el último y más mortífero de los campos de la “Aktion Reinhardt” había sido construido al nordeste de Varsovia, cerca de la línea de ferrocarril Varsovia-Bialystock, en un terreno

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arenoso que se extendía hasta un recodo del río Bug. La estación más cercana era Malkinia desde donde una vía única conducía hasta el campo. El primer campo o “inferior” se extendía en la zona de mayor tamaño; incluía el lugar de reunión y en el cual desnudarse y, más lejos, talleres y barracones. El segundo o campo “superior” estaba separado del primero por una alambrada y unos espesos setos de follaje que impedían la observación no deseada. Un robusto edificio de ladrillo ocultaba las tres cámaras de gas unidas a un motor diésel por un sistema de tuberías (se añadiría un edificio de mayor tamaño con diez cámaras de gas en octubre de 1942). Como en Chelmno, Belzec o Sobibor, al llegar los deportados tenían que desnudarse y dejar todas las ropas y objetos de valor para las cuadrillas de selección. Desde aquí, las victimas eran conducidas hasta las cámaras de gas por el “camino del cielo” (Himmelstrasse), un estrecho corredor también oculto a los alrededores por unas gruesas ramas. Un letrero indicaba: “A las duchas”. El SS-Obersturmführer Richard Thomalia estuvo a cargo de la construcción del campo. El doctor Irmfried Eberl, especialista en eutanasia, fue nombrado primer comandante y el 23 de julio de 1942, empezó el exterminio. Según el testimonio del SS-Unterscharführer Hans Hingst: “La ambición del doctor Eberl era alcanzar el número más elevado posible y superar los demás campos. Llegaban tantos transportes que ya no se podía manejar el desembarco y el gaseado de la gente” (Yitzhak Arad, Belzec, Sobibor, Treblinka: The Operation Reinhardt Death Camps. Bloomington, 1987, pp. 40-42).

Al cabo de unos días Eberl perdió completamente el dominio de la situación. A finales de agosto unos 312.000 judíos, sobre todo de Varsovia, pero también de los distritos de Radom y Lublin, habían sido gaseados en el nuevo campo. La incompetencia de Eberl se vio agravada por una corrupción muy extendida. El dinero y los artículos de valor que poseían las víctimas acabaron en los bolsillos del personal del campo y también en los de los colegas del comandante dedicados a la eutanasia en Berlín. En agosto, cuando Globocnik se enteró de la situación en Treblinka, viajó hasta el campo con Wirth y Josef Oberhauser. Eberl fue relevado. Stangl, el comandante de Sobibor, se haría cargo de todo en septiembre. En sus entrevistas en prisión con Sereny, Stangl describió su primera visita a Treblinka, cuando Eberl todavía estaba al mando: “Fui en coche hasta allí con un chófer de las SS. (…) Se olía a kilómetros de distancia. La carretera discurría junto a las vías del ferrocarril. Cuando estábamos a unos quince o veinte minutos en coche de Treblinka empezamos a ver cadáveres junto a la vía. Primero dos o tres, luego más, y al llegar a la estación de Treblinka había centenares, allí tirados y, obviamente, llevaban días así, al calor. En la estación se encontraba un tren lleno de judíos, algunos muertos, otros todavía vivos; ésos parecía que también llevaban días allí. (…) Cuando entramos en el campo y salimos del coche en la explanada, me hundí hasta las rodillas en dinero; no sabía haca dónde ir, adónde dirigirme. Iba vadeando billetes, monedas, piedras preciosas, joyas, ropas… El hedor era indescriptible; había centenares e incluso miles de cuerpos por todas partes, descomponiéndose, pudriéndose. Al otro lado de la explanada, en los bosques, sólo a unos metros de distancia, del otro costado de la alambrada y alrededor del perímetro del campo, se veían tiendas y hogueras al aire libre rodeadas de grupos de guardias ucranianos y chichas (luego supe que eran prostitutas de toda la comarca) emborrachándose, bailando, cantando y tocando música”. (Gitta Sereny, Into that Darkness: From Mercy Killing to Mass Murder, Londres, 1974, p. 157). Sereny muestra que, aparte de algunos errores en las fechas y algunos cambios “tácticos” en la secuencia de los acontecimientos, las descripciones de Stangl fueron ampliamente confirmadas durante su juicio y el de diez guardias de Treblinka en Düsseldorf en 1964. Entre los documentos aportados en el juicio de 1964, el diario de Hubert Pfoch, que viajó en la misma línea ferroviaria en agosto de 1942, confirmó las muertes y los cadáveres que yacían a lo largo de las vías (Gitta Sereny, op. cit., p. 158-159).

El cianuro

Después de treinta días de filmación, el equipo recogió las cámaras y el material de iluminación y se fue. Menos de dos meses más tarde, unos oficiales de las SS se presentaron en el despacho del Jefe del Consejo Judío Czerniaków y le pidieron que elaborara una lista de miles de judíos

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para que fueran deportados a Treblinka. Seguramente, Czerniaków era consciente de que Treblinka no era otra cosa que una gran fosa común. Al día siguiente, cuando el número de judíos aumentó de forma clara, Czerniaków tomó el cianuro que guardaba desde el inicio de la guerra. Desde el silencio de su muerte, señalaba a su pueblo que había llegado el fin. Aquellos eran los días en los que se montaba la película de propaganda. Muy pronto quedaría olvidada en los estantes de los archivos, en latas de un solo título: “El gueto”.

La documentación de Oneg Shabbat fue preservada en tres recipientes metálicos para leche. Uno de ellos fue descubierto en 1946 y el segundo en 1950; el restante aún no ha sido localizado. Los materiales del archivo y las crónicas escritas por Emanuel Ringelblum constituyen la más completa y valiosa fuente de información de que disponemos sobre los judíos bajo la ocupación nazi. En marzo de 1943 Ringelblum y su familia escaparon del gueto y se ocultaron en la zona no-judía de Varsovia. Durante el Pésaj de ese año retornó al gueto en medio del levantamiento. Fue deportado al campo de trabajo de Trawniki, pero escapó. Volvió a ocultarse junto con su familia pero en marzo de 1944, antes del levantamiento de Polonia Emanuel Ringelblum y su hijo fueron capturados por los alemanes y muertos a tiros. Su historia es un ejemplo de la resistencia a un poder abrumador mediante la palabra.