rosadilia testimonio

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“Le rogaba vida a Dios” TESTIMONIO Rosa Dilia Villatoro logró superar un cáncer de mama bien avanzado San Pedro Sula. “Mi esposo no quería celebrar los 15 años de mi hija Faride, pues yo no estaba bien de salud. Desde abril de 2001 comencé a sentir molestias cuando una pierna se me inflamó y a raíz de eso recibía terapia en Teletón. Al fin logré convencerlo y festeja- mos el cumpleaños el sábado 11 de agosto de 2001. El domingo por la noche me invadió el cuerpo un fuerte calor y sentía un punzón muy profun- do en el seno izquierdo, como el piquete de un alfiler. A la maña- na siguiente se lo comenté a mi esposo y él me palpó, y sintió una gomita como del tamaño de un frijol; al tocarme, yo también la sentí. A pesar de ser profesional, yo no exploraba mi cuerpo y ni siquiera imaginaba que existiera el cáncer de mama, en ese tiem- po creía que las mujeres sólo padecían cáncer de matriz. Con mi esposo visitamos al médico. Al tener el ultrasonido en sus manos me preguntó: - ¿Con quién anda? - ¿Con mi esposo?, respondí. Entonces me comunicó que debía ir de inmediato al oncólo- go porque me estaba creciendo un tumor rápidamente. Aunque me sorprendí, no medí la grave- dad de sus palabras. Me quedé viéndolo: -Ahora mismo debe ir, recalcó. También habló con mi espo- so y nos remitió con el doctor Héctor Hernández. Carlos, mi esposo, no resistió la noticia y lo vi llorar; él sí sabía lo que en rea- lidad me estaba pasando. Quizá para mostrarle que el asunto no era tan grave lo invité a comer enchiladas y a tomar refresco. Por un momento deseché la idea del cáncer, porque cuando el oncólogo me examinó dijo que no creía que tuviera un tu- mor canceroso. Me recetó unos antiinflamatorios y me extendió una cita. Con el padre Milla Mi esposo no es de las personas que se quedan quietos. Su ma- dre falleció de un tumor y, tal vez por eso me llevó a consulta donde el padre Fausto Milla. No le mostramos los exámenes, pero al revisarme dictaminó: -Tienes una enfermedad muy grave y se llama cáncer. ¿Crees en Dios? - Sí. - Bueno, si tenés fe y seguís al pie de la letra lo que te receto te Rosa Dilia luchó durante casi tres años contra el cáncer de mama. Su confianza en Dios, la ayuda de su familia y amigos, la medicina natural y la química y su visión positiva se convirtieron en sus aliados para vencer el padecimiento. FOTOS: JORGE GONZALES Carlos Rodríguez. Redacción La Prensa [email protected] vas a curar, si Dios quiere. Me recomendó no dejarme tocar de nadie, ni aceptar ope- ración alguna o quimioterapia porque -me advirtió- es como hurgar un hormiguero. Al comprender que en verdad tenía cáncer pensé de inmediato en mis hijos. Los llamé y les ex- pliqué mi caso, pero los animé a tener confianza en Dios y que si no lograba superar el cáncer la vida continuaba. Se entriste- cieron. Con mi esposo decidimos que me internara en Corquín, donde el padre Milla. Recuerdo que mi hijo Jaime, al despedirse, quedó viéndome y con ganas de llorar. A él nunca lo va a ver llorando, pero tenía el rostro enrojecido. Me dolió en lo más profundo de mi corazón porque está bien que un hijo se desahogue, los demás sí derramaron sus lágrimas, pero él no. Permanecí un mes en Cor- quín y me sometí al tratamiento de barro casi durante el resto de ese año. Visita a la Liga Llegué a diciembre de 2001 sólo con la medicina natural. En ese tiempo la mama se tornó morada, entonces una persona que padeció cáncer, a quien operaron y le pusieron implan- tes, me animaba a someterme a la cirugía. Pero mucha gente le mete miedo a uno sobre la quimiote- rapia y el cobalto; y dicen que si a uno no lo mata la enfermedad, lo mata el tratamiento. Entonces con mi esposo visita- mos la Liga contra el Cáncer. Nos atendió el doctor Maldonado y me practicó una biopsia. Mi es- poso se molestó porque el padre Milla había dicho que no me de- jara tocar. También el doctor se enojó con él. Nos retiramos por un tiempo. Yo seguía pensando y orándole a Dios para saber qué decisión tomar. Un día, mientras oraba, vino a mi casa un herma- no de la iglesia llamado Edwin. Traía un periódico y me dijo: -Están operando en la Liga. Vaya y opérese. Para mí era como una respues- ta de Dios, pues estaba indecisa. Le respondí que quizá no tenía- mos todos los medios, pero él me dijo que en todo caso la iglesia me ayudaría, y así fue. En ese tiempo la operación costaba 18 mil lempiras. Volvimos a la Liga. Al analizar mi caso, los médicos determina- Junto a sus hijos Carlos, Jaime y David, y sus dos nietos. Rosa Dilia en la graduación de su hijo Jaime. La acompañan su esposo y su hija Faride, primera de la izquierda. Rosa Dilia Villatoro ahora lleva una vida normal y dice: “Cuando les digan de una enfermedad como ésta no pierdan la confianza en Dios”. ron quitarme toda la mama iz- quierda, pero después decidieron que sólo una parte. La primera operación me la realizó el doctor Ismael Segura. En abril de 2002 comencé las quimioterapias. El día de la primera quimio todo mi cuerpo temblaba y el miedo me invadió cuando me senté en esa silla. Recibí mucho ánimo de mi esposo. Imaginaba la quimio como un fuego que me quema- ría por dentro. A pesar de las seis quimioterapias y los 30 cobaltos, la operación nunca sanó. En ese tiempo visité a otro naturista, al saber que recibía las quimioterapias sentenció: -Doña Rosa Dilia, despídase de su esposo porque usted no va a resistir. Dese por muerta. No dije nada y salí del lugar. Segunda operación Como la operación no cerró, el doctor Maldonado me programó otra cirugía para el 30 de diciem- bre de 2002. El doctor Segura estaría de vacaciones. Yo tenía temor y se lo expresé: - Tengo miedo porque usted no va estar en la operación. - No se preocupe, voy a acom- pañarla ese día. - Pero estará en vacaciones y es un 30 de diciembre. - Le prometo que sí vendré. Cumplió su promesa y aún el 31 de diciembre llegó a visitarme, y recuerdo sus palabras: - Doña Rosa Dilia, ha superado lo que temíamos. En esta segunda cirugía sí En los pocos momentos de sole- dad hablaba con Dios y leía las Escrituras. Le rogaba vida a Dios porque en la etapa más difícil de la enfermedad recibí la noticia de que sería abuela. Me puse a llo- rar, pensé que no iba a conocer a mis nietos. Pero ahora tengo dos: un nieto y una nieta. Mi familia jamás daba a co- nocer, según ellos, la gravedad de mi problema. Me consentían mucho y nunca les escuché expresar frente a mí la palabra cáncer. Yo sabía que tenía la en- fermedad, quizá no decían esa palabra para animarme o para no hacerme sentir mal. Sé que lloraban a solas. Me siento curada del cáncer. Trabajo en el negocio junto con mi esposo y según los estudios médicos mi estado es estable. El único medicamento que ahora tomo son hormonas. Salir del cáncer es una segun- da oportunidad de vida. Todos creían que no lo superaría; creí que cáncer era sinónimo de muerte, no sabía que pudiera vencerlo. He tenido dos buenos médicos: el doctor Maldonado y el doctor Segura. También gané en la Liga contra el Cáncer la amistad de Eloísa, una enfermera que siempre me regaló palabras de aliento. Mi familia nunca me abandonó y eso me ayudó a man- tenerme firme, pero sobre todo le agradezco a Dios”. tratamiento natural como el químico. Tomaba mucha linaza y creo que eso ayudó a la buena coagulación durante la inter- vención. Además, en la segunda etapa de quimioterapias me chequeaba la hemoglobina cada siete días y el doctor Maldonado me preguntaba cómo hacía, yo le contestaba que no dejaba mis “aguas”. Cada 21 días recibía quimiote- rapia. Soporté 20 en total. Luego de cada tratamiento seguían sie- te días tremendos, el primero de ellos sentía que el estómago me crecía de forma desmedida, pero con linaza y otros medicamentos naturales me normalizaba. Después de la penúltima mi esposo creyó que no resistiría. La quimio llevaba un medica- mento que me produjo efectos que ninguna otra me había dado. El médico determinó que si superaba esa quimioterapia me salvaba. Familia y amistad Uno de los momentos más te- rribles es enfrentarse al espejo. Un día, de repente, me miré anciana. Decayó mi semblante. Con la primer quimioterapia no perdí cabello, pero tras recibir la tercera, sí. Estaba bañándome y, al pasar mi mano por el cabello, se desprendió un gran manojo. Un frío helado recorrió mi cuer- po. A los tres días estaba sin una hebra. Recuerdo cuando iba en el ca- rro con mi esposo a una quimio- terapia. Mientras esperábamos el cambio de luz del semáforo un niño de la calle me miró y gritó: - Miren a esa vieja pelona. Mi esposo se enojó, a mí me causó risa. Con sentido del humor le dije a Carlos que en realidad estaba pelona. -Quisiera tener tu ánimo - expresó él. A pesar de todo sentí que po- día superar el cáncer. Siempre es- taba acompañada por mi familia, hermanos de la iglesia y amigos. Rosa Dilia, su hijo Carlos y Mélida, su madre. ACTIVIDADES EN CEMESA Y EN LA LIGA CONTRA EL CÁNCER EVENTO El 21 de octubre se hará la caminata contra el cáncer de mama. Partirá de la Fuente Luminosa hasta el Monumento a la Madre. DURANTE todo octubre, en el hospital Cemesa practicarán mamografías digitales por L 400. Es una promoción para apoyar la compaña. FECHA El 23 de octubre, el doctor Crespín impartirá la charla “Recomendaciones y normas en prevención del cáncer de mama”. DESDE el 15 al 31 de octubre en la Liga se realizarán consultas gratis de lectura de mamografías y examen físico. Serán 400 consultas. LA PROTAGONISTA Rosa Dilia está casada desde hace 22 años con Carlos Ama- dor Brand. Es madre de cuatro hijos: David, Jaime, Faride y Carlos. Siempre se mantiene activa y trabaja con su esposo en una pequeña maquila patrimonio familiar. Desea que su testimonio dé aliento a otras mujeres. Recomiendo a todas las personas con cáncer que sigan el tratamiento completo como el médico lo manda. Con la ayuda de Dios y de la fami- lia es posible superar la enfermedad”. “Los médicos decían que mi caso era se- vero y siempre le ha- blaron con la verdad a mi esposo acerca de que se preparara para lo peor”. “Nunca, ni a mí ni a mi esposo, nos dieron esperanza alguna”. La alimentación es importante para superar la enferme- dad, si uno no sigue una dieta saludable disminuyen las posi- bilidades de vida”. “Todos los días por la mañana, excepto cuando no está en casa, mi esposo me prepara un plato con frutas”. “Es clave aprender a confiar en Dios, el apoyo de la familia y seguir al pie de la letra las recomenda- ciones del médico”. VIVIR MAÑANA Javier, el bebé que salvará a su hermano 36 SOCIALES Kenia Andrade a la octava edición del Miss Tierra 40 ESCENARIOS Deleite cultural y gastronómico en la Americana 58 me quitaron toda la mama. El médico temía que mi sangre no coagulara y el sangrado afectara demasiado, pero gracias a Dios no pasó eso. Yo seguía tanto el PARA AYUDAR La Liga contra el Cáncer requiere de la solidaridad de los hondu- reños. La unidad de cobalto, máquina encargada de practicar las radioterapias a todos los pa- cientes con cáncer, ha cumplido con su vida útil. Si quiere apoyar llame a los telé- fonos 9991-8592 y 9991-130

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Testimonio de hermana Rosa Dilia Villatoro en Diario La Prensa de Honduras. Ella tuvo cáncer de mama en fase cuatro, la más peligrosa y mortal. La Prensa 14 de octubre de 2008.

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Page 1: Rosadilia Testimonio

“Le rogaba vidaa Dios”

TESTIMONIO Rosa Dilia Villatoro logró superar un cáncer de mama bien avanzado

San Pedro Sula. “Mi esposo no quería celebrar los 15 años de mi hija Faride, pues yo no estaba bien de salud. Desde abril de 2001 comencé a sentir molestias cuando una pierna se me inflamó y a raíz de eso recibía terapia en Teletón. Al fin logré convencerlo y festeja-mos el cumpleaños el sábado 11 de agosto de 2001.

El domingo por la noche me invadió el cuerpo un fuerte calor y sentía un punzón muy profun-do en el seno izquierdo, como el piquete de un alfiler. A la maña-na siguiente se lo comenté a mi esposo y él me palpó, y sintió una gomita como del tamaño de un frijol; al tocarme, yo también la sentí. A pesar de ser profesional, yo no exploraba mi cuerpo y ni siquiera imaginaba que existiera el cáncer de mama, en ese tiem-po creía que las mujeres sólo padecían cáncer de matriz.

Con mi esposo visitamos al médico. Al tener el ultrasonido en sus manos me preguntó:

- ¿Con quién anda?- ¿Con mi esposo?, respondí.Entonces me comunicó que

debía ir de inmediato al oncólo-go porque me estaba creciendo un tumor rápidamente. Aunque

me sorprendí, no medí la grave-dad de sus palabras. Me quedé viéndolo: -Ahora mismo debe ir, recalcó.

También habló con mi espo-so y nos remitió con el doctor Héctor Hernández. Carlos, mi esposo, no resistió la noticia y lo vi llorar; él sí sabía lo que en rea-lidad me estaba pasando. Quizá para mostrarle que el asunto no era tan grave lo invité a comer enchiladas y a tomar refresco.

Por un momento deseché la idea del cáncer, porque cuando el oncólogo me examinó dijo que no creía que tuviera un tu-mor canceroso. Me recetó unos antiinflamatorios y me extendió una cita.

Con el padre MillaMi esposo no es de las personas que se quedan quietos. Su ma-dre falleció de un tumor y, tal vez por eso me llevó a consulta donde el padre Fausto Milla. No le mostramos los exámenes, pero al revisarme dictaminó:

-Tienes una enfermedad muy grave y se llama cáncer. ¿Crees en Dios?

- Sí.- Bueno, si tenés fe y seguís al

pie de la letra lo que te receto te

Rosa Dilia luchó durante casi tres años contra el cáncer de mama. Su confianza en Dios, la ayuda de su familia y amigos, la medicina natural y la química y su visión positiva se convirtieron en sus aliados para vencer el padecimiento.

FOTOS: JORGE GONZALES

Carlos Rodríguez. Redacción La [email protected]

vas a curar, si Dios quiere.Me recomendó no dejarme

tocar de nadie, ni aceptar ope-ración alguna o quimioterapia porque -me advirtió- es como hurgar un hormiguero.

Al comprender que en verdad tenía cáncer pensé de inmediato en mis hijos. Los llamé y les ex-pliqué mi caso, pero los animé a tener confianza en Dios y que si no lograba superar el cáncer la vida continuaba. Se entriste-cieron.

Con mi esposo decidimos que me internara en Corquín, donde el padre Milla. Recuerdo que mi hijo Jaime, al despedirse, quedó viéndome y con ganas de llorar. A él nunca lo va a ver llorando, pero tenía el rostro enrojecido. Me dolió en lo más profundo de mi corazón porque está bien que un hijo se desahogue, los demás sí derramaron sus lágrimas, pero él no. Permanecí un mes en Cor-quín y me sometí al tratamiento de barro casi durante el resto de ese año.

Visita a la LigaLlegué a diciembre de 2001 sólo con la medicina natural. En ese tiempo la mama se tornó morada, entonces una persona

que padeció cáncer, a quien operaron y le pusieron implan-tes, me animaba a someterme a la cirugía.

Pero mucha gente le mete miedo a uno sobre la quimiote-rapia y el cobalto; y dicen que si a uno no lo mata la enfermedad, lo mata el tratamiento.

Entonces con mi esposo visita-mos la Liga contra el Cáncer. Nos atendió el doctor Maldonado y me practicó una biopsia. Mi es-poso se molestó porque el padre Milla había dicho que no me de-jara tocar. También el doctor se enojó con él. Nos retiramos por un tiempo. Yo seguía pensando y orándole a Dios para saber qué decisión tomar. Un día, mientras oraba, vino a mi casa un herma-no de la iglesia llamado Edwin. Traía un periódico y me dijo:

-Están operando en la Liga. Vaya y opérese.

Para mí era como una respues-ta de Dios, pues estaba indecisa. Le respondí que quizá no tenía-mos todos los medios, pero él me dijo que en todo caso la iglesia me ayudaría, y así fue. En ese tiempo la operación costaba 18 mil lempiras.

Volvimos a la Liga. Al analizar mi caso, los médicos determina-

Junto a sus hijos Carlos, Jaime y David, y sus dos nietos.

Rosa Dilia en la graduación de su hijo Jaime. La acompañan su esposo y su hija Faride, primera de la izquierda.

Rosa Dilia Villatoro ahora lleva una vida normal y dice: “Cuando les digan de una enfermedad como ésta no pierdan la confianza en Dios”.

ron quitarme toda la mama iz-quierda, pero después decidieron que sólo una parte. La primera operación me la realizó el doctor Ismael Segura. En abril de 2002 comencé las quimioterapias. El día de la primera quimio todo mi cuerpo temblaba y el miedo me invadió cuando me senté en esa silla. Recibí mucho ánimo de mi esposo. Imaginaba la quimio como un fuego que me quema-ría por dentro. A pesar de las seis quimioterapias y los 30 cobaltos, la operación nunca sanó.

En ese tiempo visité a otro naturista, al saber que recibía las quimioterapias sentenció:

-Doña Rosa Dilia, despídase de su esposo porque usted no va a resistir. Dese por muerta.

No dije nada y salí del lugar.

Segunda operaciónComo la operación no cerró, el doctor Maldonado me programó otra cirugía para el 30 de diciem-bre de 2002. El doctor Segura estaría de vacaciones. Yo tenía temor y se lo expresé:

- Tengo miedo porque usted no va estar en la operación.

- No se preocupe, voy a acom-pañarla ese día.

- Pero estará en vacaciones y es un 30 de diciembre.

- Le prometo que sí vendré.Cumplió su promesa y aún el

31 de diciembre llegó a visitarme, y recuerdo sus palabras:

- Doña Rosa Dilia, ha superado lo que temíamos.

En esta segunda cirugía sí

En los pocos momentos de sole-dad hablaba con Dios y leía las Escrituras. Le rogaba vida a Dios porque en la etapa más difícil de la enfermedad recibí la noticia de que sería abuela. Me puse a llo-rar, pensé que no iba a conocer a mis nietos. Pero ahora tengo dos: un nieto y una nieta.

Mi familia jamás daba a co-nocer, según ellos, la gravedad de mi problema. Me consentían mucho y nunca les escuché expresar frente a mí la palabra cáncer. Yo sabía que tenía la en-fermedad, quizá no decían esa palabra para animarme o para no hacerme sentir mal. Sé que lloraban a solas.

Me siento curada del cáncer. Trabajo en el negocio junto con mi esposo y según los estudios médicos mi estado es estable. El único medicamento que ahora tomo son hormonas.

Salir del cáncer es una segun-da oportunidad de vida. Todos creían que no lo superaría; creí que cáncer era sinónimo de muerte, no sabía que pudiera vencerlo. He tenido dos buenos médicos: el doctor Maldonado y el doctor Segura. También gané en la Liga contra el Cáncer la amistad de Eloísa, una enfermera que siempre me regaló palabras de aliento. Mi familia nunca me abandonó y eso me ayudó a man-tenerme firme, pero sobre todo le agradezco a Dios”.

tratamiento natural como el químico. Tomaba mucha linaza y creo que eso ayudó a la buena coagulación durante la inter-vención. Además, en la segunda etapa de quimioterapias me chequeaba la hemoglobina cada siete días y el doctor Maldonado me preguntaba cómo hacía, yo le contestaba que no dejaba mis “aguas”.

Cada 21 días recibía quimiote-rapia. Soporté 20 en total. Luego de cada tratamiento seguían sie-te días tremendos, el primero de ellos sentía que el estómago me crecía de forma desmedida, pero con linaza y otros medicamentos naturales me normalizaba.

Después de la penúltima mi esposo creyó que no resistiría. La quimio llevaba un medica-mento que me produjo efectos que ninguna otra me había dado. El médico determinó que si superaba esa quimioterapia me salvaba.

Familia y amistadUno de los momentos más te-rribles es enfrentarse al espejo. Un día, de repente, me miré anciana. Decayó mi semblante. Con la primer quimioterapia no perdí cabello, pero tras recibir la tercera, sí. Estaba bañándome y, al pasar mi mano por el cabello, se desprendió un gran manojo.

Un frío helado recorrió mi cuer-po. A los tres días estaba sin una hebra.

Recuerdo cuando iba en el ca-rro con mi esposo a una quimio-terapia. Mientras esperábamos el cambio de luz del semáforo un niño de la calle me miró y gritó:

- Miren a esa vieja pelona.Mi esposo se enojó, a mí

me causó risa. Con sentido del humor le dije a Carlos que en realidad estaba pelona.

-Quisiera tener tu ánimo -expresó él.

A pesar de todo sentí que po-día superar el cáncer. Siempre es-taba acompañada por mi familia, hermanos de la iglesia y amigos.

Rosa Dilia, su hijo Carlos y Mélida, su madre.

ACTIVIDADES EN CEMESA Y EN LA LIGA CONTRA EL CÁNCER

EVENTO El 21 de octubre se hará la caminata contra el cáncer de mama. Partirá de la Fuente Luminosa hasta el Monumento a la Madre.

DURANTE todo octubre, en el hospital Cemesa practicarán mamografías digitales por L 400. Es una promoción para apoyar la compaña.

FECHA El 23 de octubre, el doctor Crespín impartirá la charla “Recomendaciones y normas en prevención del cáncer de mama”.

DESDE el 15 al 31 de octubre en la Liga se realizarán consultas gratis de lectura de mamografías y examen físico. Serán 400 consultas.

LA PROTAGONISTA

Rosa Dilia está casada desde hace 22 años con Carlos Ama-dor Brand. Es madre de cuatro hijos: David, Jaime, Faride y Carlos. Siempre se mantiene activa y trabaja con su esposo en una pequeña maquila patrimonio familiar. Desea que su testimonio dé aliento a otras mujeres.

Recomiendo a todas las personas con cáncer que sigan el tratamiento completo como el médico lo manda. Con la ayuda de Dios y de la fami-lia es posible superar la enfermedad”.

“Los médicos decían que mi caso era se-vero y siempre le ha-blaron con la verdad a mi esposo acerca de que se preparara para lo peor”.

“Nunca, ni a mí ni a mi esposo, nos dieron esperanza alguna”.

La alimentación es importante para superar la enferme-dad, si uno no sigue una dieta saludable disminuyen las posi-bilidades de vida”.

“Todos los días por la mañana, excepto cuando no está en casa, mi esposo me prepara un plato con frutas”.

“Es clave aprender a confiar en Dios, el apoyo de la familia y seguir al pie de la letra las recomenda-ciones del médico”.

VIVIR MAÑANA Javier, el bebé que salvará a su hermano 36

SOCIALES Kenia Andrade a la octava edición del Miss Tierra 40

ESCENARIOS Deleite cultural y gastronómico en la Americana 58

me quitaron toda la mama. El médico temía que mi sangre no coagulara y el sangrado afectara demasiado, pero gracias a Dios no pasó eso. Yo seguía tanto el

PARA AYUDAR

La Liga contra el Cáncer requiere de la solidaridad de los hondu-reños. La unidad de cobalto, máquina encargada de practicar las radioterapias a todos los pa-

cientes con cáncer, ha cumplido con su vida útil. Si quiere apoyar llame a los telé-fonos 9991-8592 y 9991-130