reynoso surgimiento antropologia posmoderna

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CARLOS REYNOSO Universidad de Buerws Aires El surgimiento de la antropologfa posmodema es, en sentido estricto, un proceso de transformacion experimentado pol' una de las tantas corrientes in- temas de la disciplina, la llamada antropologfa interpretativa. Tras una fase ti- bia de "antropologfa simb61ica" en las decadas de 1960 y 1970, y luego de un falso arranque bajo las banderas de la fenomenologfa (demasiado escolasticas, trascendentales y solemnes para los tiempos que corren), los interpretativos hallaron en un posmodemismo que algunos reputaran predigerido y fragmen- tario su marco de referencia mas afln. A despecho de la naturalidad con la que los posmodernos asumen su propia transicion en el relevo de las modas, la po- lemica que se ha desarrollado en tomo del movimiento es una de las mas ten- sas y clelicadas de la histori3 disciplinar; no hay mas que asomarse alas revistas antropo16gicas recientes: sucede casi como si todo otro tema hubiera sido postergado en espera de su resolucion. Digamoslo enseguida con otros matices y adoptando otro angulo de mira. Despues de algunos anos en que no se pudo hablar a ciencia cieI1a de ningun paradigma dominante, la antropologfa mundial ha sido ganadapor 10que pare- ceria ser una nueva moda intelectual que responde alas premisas del posmo- demismo. Desplegaremos mas adelante la caracterizacion de los aspectos mas puramente antropologicos de este movimiento, es decir, la obligada semblanza de la antropologfa posmoderna. Primero corresponde caracterizar el posmoder- nismo en sent.ido amplio, como movimiento intelectual generico, en el cual se inspira -'--en teoria- la antropologfa que lleva su nombre. Hay que hacer, eso sf, una salvedad, pues algunas facetas de la cuestion han sido fatigadas en exceso y las not.as que siguen no quisieran ser redundan- tes. La avent.ura del posmodernismo se puede contar siguiendo innumerables t.rayectorias, variadament.e validas; la forma que aqui elegimos apunt.a a resal- t.ar cieI1as Hneas (las que conciemen alas ciencias sociales) en det.rimento de ot.ras (las que tienen que vel', pol' ejemplo, con la lit.erat.ura, la filosofla y el ar- t.e), que acostumbran ser mucho mas cOIiocidas. Examinemos ahora el posmo- demismo en general subrayando los aspectos que se refieren a nuestra disciplina especlfica, echando sobre el una mirada antropologica; y hacia el fondo del articulo int.ent.aremos mostrar de que manera los ideales del posmo- demismo como filosofla de una epoca se han reformulado en t.erminos de una concepcion de la antropologfa, de su objet.o y de sus practicantes.

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CARLOS REYNOSOUniversidad de Buerws Aires

El surgimiento de la antropologfa posmodema es, en sentido estricto, unproceso de transformacion experimentado pol' una de las tantas corrientes in-temas de la disciplina, la llamada antropologfa interpretativa. Tras una fase ti-bia de "antropologfa simb61ica" en las decadas de 1960 y 1970, y luego de unfalso arranque bajo las banderas de la fenomenologfa (demasiado escolasticas,trascendentales y solemnes para los tiempos que corren), los interpretativoshallaron en un posmodemismo que algunos reputaran predigerido y fragmen-tario su marco de referencia mas afln. A despecho de la naturalidad con la quelos posmodernos asumen su propia transicion en el relevo de las modas, la po-lemica que se ha desarrollado en tomo del movimiento es una de las mas ten-sas y clelicadas de la histori3 disciplinar; no hay mas que asomarse alasrevistas antropo16gicas recientes: sucede casi como si todo otro tema hubierasido postergado en espera de su resolucion.

Digamoslo enseguida con otros matices y adoptando otro angulo de mira.Despues de algunos anos en que no se pudo hablar a ciencia cieI1a de ningunparadigma dominante, la antropologfa mundial ha sido ganadapor 10que pare-ceria ser una nueva moda intelectual que responde alas premisas del posmo-demismo. Desplegaremos mas adelante la caracterizacion de los aspectos maspuramente antropologicos de este movimiento, es decir, la obligada semblanzade la antropologfa posmoderna. Primero corresponde caracterizar el posmoder-nismo en sent.ido amplio, como movimiento intelectual generico, en el cual seinspira -'--en teoria- la antropologfa que lleva su nombre.

Hay que hacer, eso sf, una salvedad, pues algunas facetas de la cuestionhan sido fatigadas en exceso y las not.as que siguen no quisieran ser redundan-tes. La avent.ura del posmodernismo se puede contar siguiendo innumerablest.rayectorias, variadament.e validas; la forma que aqui elegimos apunt.a a resal-t.ar cieI1as Hneas (las que conciemen alas ciencias sociales) en det.rimento deot.ras (las que tienen que vel', pol' ejemplo, con la lit.erat.ura, la filosofla y el ar-t.e), que acostumbran ser mucho mas cOIiocidas. Examinemos ahora el posmo-demismo en general subrayando los aspectos que se refieren a nuestradisciplina especlfica, echando sobre el una mirada antropologica; y hacia elfondo del articulo int.ent.aremos mostrar de que manera los ideales del posmo-demismo como filosofla de una epoca se han reformulado en t.erminos de unaconcepcion de la antropologfa, de su objet.o y de sus practicantes.

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cialmente uno. Una cosa es segura: la clase obrera industrial -contabilizaBell- esta disminuyendo en numero, y su importancia en la economfa delos pafses mas avanzados tiende a ser marginal. Ni hablar del campesinado.Es diffcil que el futuro presencie la "dictadura del proletariado" cuando elproletariado, como qui era que se 10 defina, se muestra en trance de desapa-ricion.

En el discurso de Bellia construccion del objeto evoca las grandes confi-guraciones parsonsianas, similares a las que se encuentran en la base de cier-tas vertientes de la antropologfa simb6lica. A su juicio, la sociedad se puededividir en tres Rmbitos: la estructura social, la polftica y la cultura. La estruc-tura social comprende la economfa, la tecnologfa y el sistema de trabajo. Lapolftica regula la distribucion del poder. La cultura es el reino del simbolismoexpresivo y de los significados. Una de las transformaciones basic as que se es-tan produciendo concieme a la burocratizacion creciente de la ciencia y a la::specializacion del trabajo intelectual en parcelas muy pequeiias. Ademas,como la sociedad postindustrial aumenta la importancia del componentetecnico del conocimiento, obliga a los cientfficos, ingenieros y tecnocratasa competir con los polfticos 0 a convertirse en sus aliados. A vista de paja-ro, conviene distinguir cinco dimensiones a 10 largo de las cuales se estamanifestando el cambio:

De 10 que no cabe ni sombra de duda es de que el termino "posmoder-nismo" (igual que "postestructuralista") se origina en los Estados Unidos; ensus inicios, parece haberse acuiiado a prop6sito de cierto giro paradigmaticoocurrido en el seno de las tendencias intemas de la arquitectura, en la que secomenzo a poner en tela de juicio el concepto de vanguardia. Pero la idea deuna condicion "posmoderna" tiene una gestacion compleja: arbitrariamentecomenzaremos pOl' los postulados de Bell, aunque dejando constar que (dadoque 10 que se analiza es un movimiento de convergencia) el punto de partidapodria haber sido cualquier otro.

En 1973 Daniel Bell publico un extenso libro de prognosis social, a ca-ballo entre la economfa, la ciencia polftica y la sociologfa, en el que anunciabael advenimiento inminente de la sociedad postindustrial. Esta modalidad so-cietaria involucraria primordialmente no tanto un cambio en la infraestructura,sino una metamorfosis de fondo en toda la estructura social. Los procesos quepermiten diagnosticar esta transformacion, segiln Bell, se encuentran masavanzados en los Estados Unidos que en cualquier otro pafs.

EI libro de Bell no es el primero en llamar la atencion sobre el particu-lar, pero sf 10 es en alcanzar amplia difusion. Como siempre, han surgido que-rellas poria precedencia: Bell asegura que el introdujo el concepto desociedad postindustrial ya en 1962, 10 que a la escala de esta especie de neo-sociologfa es fecha temprana; posteriormente descubrio que un socialista in-gles (Althur Penty) ya habfa utilizado la palabra en 1917 para referirse a unasociedad artesanal del futuro, descentralizada y que ennoblecfa el trabajo, con-traria al "estado de ocio" que anunciaban otros futuristas. Bell admite queotros nombres Ie hubieran cabido igual: "s.ociedad del conocimiento", "socie-dad de la informacion" 0 "sociedad profesional". Pero en aquel entonces,cuando acuiio el termino, se encontraba bajo la influencia de Ralf Dahrendorf,quien habfa hablado de la "sociedad poscapitalista". La sugerencia de que al-go tan dominante como la industria 0 el capitalismo estuvieran en retirada erapeculiarmente desafiante e invitaba al desciframiento de signos; yen esa fas-cinacion consistio el exito de un prefijo que no haria mas que extenderse des-de entonces.

EI argumento global estructurado pol' Bell es simple, aunque la argu-mentacion sea espaciosa: el maximo detalle en los segmentos, la maxima sim-plicidad en el conjunto. Dice Bell que la sociedad occidental esta en caminode un gran cambio historico en el que las relaciones sociales (que se asenta ..ban en la propiedad), las estructuras de poder existentes (centrada en elites re-ducidas) y la cultura burguesa (centrada en la represion y en la renuncia a lagratificacion) se desgastan rapidamente. Las Fuentes del cataclismO' son cientf-ficas y tecnologicas, pero tambien culturales. La cultura ha obtenido autono-mra en la sociedad de Occidente. En parte es pol' ello que no esta para nadaclaro cuales habran de ser las formas de esta nueva sociedad.

lCuales son, sin embargo, los signos de la transformacion? veamos ini-

1. Sector economico: el cambio de una economia productora de mercan-C£asa otra productora de servicios. Colin Clark, hacia 1940, habfa dividido laeconomfa en los sectores primario (agricultura), secundario (manufactura, in-dustria) y terciario (servicios). En el mundo no occidental, la importancia delsector primario es aun abrumadora (70% de la fuerza de trabajo); en los Esta-dos Unidos la proporcion es la inversa. Pero nose trata de cualquier servicio,sino de servicios relacionados con Rmbitos especfficos: educacion, investiga-cion y gobiemo. Estos servicios involucran un nuevo tipo de tecnologfa y unanueva intelectualidad.

2. Dis.tribucion ocupacionaL: Lapreeminencia de La clases projesionaLes ytecnicas,/ A todas luces, estan desapareciendo los blue-collars (los trabajadoresde mam~luco) en beneficio de los white-collars (Ios tI:abajadores de saco y cor-bata). Mientras la tasa de crecimiento de la clase profesional y tecnica en ge-neral ha sido el doble de la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo, la delos cientfficos e ingenieros ha sido el triple de la tasa de la poblacion trabaja-dora en su conjunto. --

3. Principio axial: la centralidad del aesarrollo teorico como fuente de in-novacion y jormulaciOn pol£tica de la sociedad. Las relaciones entre la cienciay la tecnologfa estan cambiando. Casi todas las grandes indus trias que hoyexisten (siderurgia, energfa electric a, telefono, automovil, aviacion) ya habfansurgido a fines del siglo XIX, pol' obra de inveptores, chapuceros inspirados yhombres practicos que no posefan mayor conocimiento teorico. Pero la evolu-

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c~on ulterior d~Ia electricidad en electronica y otros desarrollos semejantessolo fueron poslhles cuando la,evolucion tecnoI6mca se fund' I' .. , I I ,.,,: 0- 0 en a mveshga-CIO~y e. y ane~mIento t~onco.!La ideologfa de las corporaciones hacia Ill.in-veshgaclOn ha Ido camblandocon el tiempo: el paradigma de I .,

d h b .d US S . a corporaClOnpue e a er Sl 0 teel en el primer tercio del siglo, la' General Motors enel segImdo y Ill.IBM en el tercero.

~~~rientacionfutura: el control de la tecnolog£a y de Lascontribucionest~cnologzcas. Hasta h~~e p~o las nuevas tecnologfas simplemente se introdu-~Ian, prestando atenclOn solo a los efectos primarios: el motor de combustionmte~~, .el aerosol, los detergentes. Es posihle que en el futuro se preste masatenclOn al control de la tecnologfa, 0 que se desarrollen nuevas tecnolo 'aspara reparar el efecto pemicioso de las precedentes. gI

5. Toma de decision: la creacion de una nueva "tecnolog£a intelectu l"Las estructuras de todos los ordenes de Ill.nueva sociedad pertenecen I 'mb

a.'

t d I" I "d d . " a a 1-o e ~ c.o~p eJI a orgamzada, que funciona de una manera hasicamentecon~ramtuztlVa:En el siglo XIX todo se movfa aun conforme a dos variables:capIt~1 ~ trahaJo, oferta y demanda. Desde 1940 ha florecido todo un campoespeClahzado que se ocupa de la complejidad: teorfa de Ill.informacion cibernetic a, teorfa de la decision. Para resolver los nuevos tipos de calcul 'h -faIt ,. 'd os acend a maqumas mas po erosas, en relacion directa con Ill.complejidad y canti-dad de proble~as a tr~tar. ~a inteligencia no puede apropiarse directamente

e todas las vanables slmultanemente en juego.

. Las comp~ejas teorfas en t?mo de la toma de decisiones tecnicas en unsIstema complejo se pueden eshmar como Ill.contrapartida de las ideol ' .a 'II f d I 'I ul . oglas.que as. son. ~to e ca coy henen una funcion instrumental; estas son fru-

to de la mtmclOn y ~seen una funcion expresiva. De allf que se haya procla-mado El fin de Las zdeolog£asen un libro del propio Daniel Bell (1960). EIproblema fundamental de Ill. sociedad postindustrial tal vez sea -s 'Bell- el de conciliar Ill.direccion anti-institucional de Ill.cultura c legunt t 'al d' . 'da ' on . a es-ruc ura SOCI ,lflgI yor ~flentaciones tecnocraticas y economicistas.

Esto ha sldo, en smteslS, Iiicaracterizacion que hace Bell de un t'd . d d nuevo 1-po e socle a que se encuentra en trance avanzado de formacion' Bell .be d d' , eSCfl-

es e una postu~a amblgIIa, que ha ·sido descrita como neomarxista poralgunos y como neohberal por otros. Llamativamente, aunque Bell promueveun nuevo concepto sobre Ill.articulacion de Ill.realidad social y aunque enobra h 00 I' ' ' suay co~ponentes met 0 OgIcos que no siempre se encuentran en el dis-curso de los mtelectuales, su influencia directa y explfcita en la antropologfa~a d~ ~er escasa: O~r~s autores sacaran de este panorama las conclusionesfllosoflCas y soclOlog~ca~ que han sentado las bases del posmodernismo; ye~ de. ~llos, tortuosa, mduectamente, de quienes la antropologfa tomara ins-puaClOn.

La caracterizacion que Bell hace de Ill.sociedad postindustrial pronto re-percute en otros ordenes, junto con otras formulaciones semejantes. Ideas pa-recidas muy pronto estan en el aire y Ill.intelectualidad se concentra alrededorde un puiiado de'motivos conductores. Gianni Vattimo, un filosofq italiano queesta entre los primeros que se han definido como posmodemos, realiza a finesde la decada de 1970 una apologfa del nihilismo y una celebracion de lamuerte del pensamiento hmnanista, acordes con Ill. idea de que estamos enuna nueva clase de sociedad, experimentando una condicion diferente. EI pro.,.ceso referido es el mismo, pero mientras Bell subraya las transformacionesde Ill. infraestructura, Vattimo se concentra en las rupturas que ocurren enel saber.

Los referentes de Vattimo son, en Ultima instancia, Heidegger y Nietzs-che. Uno y otro -dice Vattimo- pusieron radicalmente en tela de juicio laherencia del pensamiento europeo, aunque se negaron a proponer una "supe-racion" crftica, pues ella habrfa significado seguir prisioneros de Ill.logica deldesarrollo, propia de ese pensamiento. La modernidad se puede caracterizar,en efecto, como una forma de pensamiento dominada por Ill.idea de una histo-ria del pensamiento, entendida como progresiva "ilmninacion" que se desarro-lla mediante una apropiacion cada vez mas plena de los "fundamentos". Lamodernidad se caracteriza a veces como Ill."epoca de la historia", en contrastecon la mentalidad anti gull.0 primitiva, dominada por una idea naturalista y cf-clica del curso de las cosas.

Pero si Ill.posmodernidad implica una superacion de esta idea, lno se es-ta incurriendo en la misma falacia? Decir que estamos en un momento ulteriorrespecto de Ill.modernidad y asignar a este hecho un significado decisivo pre-supone aceptar 10que mas especfficamente caracteriza el punto de vista de Ill.modernidad: Ill.idea de historia con todos sus corolarios, el concepto de pro-greso y el de superacion. Para Vattimo, esta sena una objecion vacfa e incon-sistente, caractenstica de 108juicios puramente fornIales. En la posmodernidadlas categorfas de 10 nuevo y de Ill.superacion ya no tienen vigencia. Lo posmo- ,demo no 8010 se caracteriza como novedad con respecto a 10 modemo, sino'tamhien como disolucion de Ill. categorfa de 10 nuevo, como experiencia del"fin de lit historia", Ill.cual no se representa, por lo'tanto, como una etapa su-perior de Ill.historia misma.

La historia ha terminado porque Ill. idea de una historia como procesounitario ya no es convincente; en Ill.existencia concreta se instauran condicio-nes efectivas (Ill.amenaza nuclear pnmero que nada, yen segundo lugar lossistemas de informacion), que Ie confieren una especie de inmovilidad histori-ca. Fuera de elaboraciones periodfsticas como las de Fukuyama, que han he-cho estallar el escandalo, hallaremos ecos de Vattimo en el antrop6logoCrapanzano, cuando este considere fracasada una etnograffa interpretativa solopor el hecho de ya no ser convincente, y sobre todo en Stephen Tyler, quien consi-derara en proceso de extincion justa 108ohjetos y fenomenos mas proliferantes.

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Decfamosque antes de Vattimo, los pensadores que echaron las bases dela no-historicidad han sido Nietzche y Heidegger, a quienesaquel recuperapor espasmos, por jirones de textualidad. El desarrollo de sus ideas --dice--permitini superar las sospechas de que 10posmodemo es meramente una mo-da entre otras. La posmodemidad es un discurso legftimo, porque 10que mejordescribe la experiencia que tenemos de la actual sociedad occidental pareceser la categorfa de posthistoria. Esta fue introducida en la terminologfa cultu-ral por el antrop6logo filosoficoArnold Gehlen, quien figura tambien entre losprecursores de Berger y Luckmann. Para Gehlen, el concepto de poshistoriaimplica la condicion en la cual el "progreso se convierte en rutina": la "nove-dad" ya no, tiene nada de revolucionario ni de renovador, es simplementeaquello que permite que Ias cosas marchen siempre de la misma manera. Eldesarrollo de la tecnica ha secularizado, vulgarizado, vaciado, la idea de pro-greso. El ideal de progreso es algo vacfo, pues consiste en las condiciones enque sera posible un nuevo progreso, y asf hasta el infinito. Frente a este estadode cosas, 10 6nico que cabe es el nihilismo, y Vattimo realiza una prolija yexaltada reivindicacion de esta filosoffa desmovilizadora por definicion. Lahistoria (afirman los nihilistas) carece de sentido; 10que ellos piensan sobre laposibilidad y la necesidad de transformarla es desde ahora imaginable.

La incidencia indirecta de Vattimo en la antropologfa (ecos de.ideas enexpansion, reflejados tal vez a partir de otros intelectuales en el campo de unaintertextualidad enredada) arroja menos interes que la lectura que ha hecho elfilosofode la antropologfacomo ciencia, lectura restringida a un libro de RemoGuidieri y .a un artfculo ignoto de America ind£gena. Vattimo descree de laeventual fusion de antropologfa y hermeneutica, y aparentemente desconoceque ese maridaje ya se materializo: a la antropologfa como descripci6n cientl-fica de las constantes de la cultura, profundamente condicionada por la ideametaffsica de ciencia, no se Ie puede oponer -asevera- el ideal de una an-tropologfacomo lugar del encuentro autentico con el otro. Cualquiera haya si-.do el exito de sus otros vaticinios (los posmodemos son dados a augurar), elcaracter unanimemente interpretativo de la antropologfa posmodema no hacemas que desmentir las prohibiciones del fil6sofo.

A esta altura debe caer de suyo que no pretendemos construir la historiadel posmodernismo. Pero toda sfntesis serfa incompleta si no seiialara algunosde sus precedentes mas notorios. En los primeros tiempos, cuando s610unospocos hablaban de posmodemismo, la vanguardia intelectual estaba rerre-

\

sentada por un puiiado de pensadores franceses, mas 0 menos estrechamenterelacion~dos con Tel Quel, que escribfan en 10que podrfamos caracterizar co-mo un dialecto del frances de Pans con rotundas inflexiones lacanianas. Launidad de ese movimiento, sumamente laxo como tal, era en efecto mas bienestilfstica, 0 por 10menos mas estilfstica que ideologica 0 metodol6gica.

,/ Despues Frank Lentricchia llam6 a ese movimiento postestructuralismo,y unanimemente se reconocio en el a una especie de vanguardia del pensa-miento posmodemo. Con.los postestructuralistas surge una nueva clase de in-

. telectual institucionalizada. La que comenz6 siendo, tal vez, una especie de, extensi6n de la crftica literaria hacia los dominios de la filosoffa, acab6 convir-

tiendose en una practica que habrfa de decretar (entre otras cosas) la crisis dela raz6n y de la ciencia.

El inventario de los postestructuralistas varia segUnla 6ptica de los dis-tintos autores, pero todo el mundo reconoce a Foucault como uno de los orien-tadores principales. Lo que pueda haber escrito concretamente Foucault noviene al caso en este preciso momento; baste decir que difundi6 un fuerte es-cepticismo hacia ciertas categorfas analfticas de las ciencias sociales y de la

Iciencia en general, resaltando la relatividad y el caracter construido de nocio-nes aparentemente tan basicas como "enfermedad mental", "hombre", "po-der" y "conocimiento". ~u relativismo, mas temporal que culturol6gico, habrade realimentar y otorgar nuevo rigor a viejas corrientes de la antropologfa.

Una de las ideas centrales de Foucault es la de la arbitrariedad de lasepistemes (un termino que compendia, por asf decirlo, las connotaciones de

\

"concepci6n del mundo" y de "paradigma"). Cada una de ellas define no sololos objetos mas importantes para cada epoca, sino que los construye: el "hom-bre", por ejemplo, como problema filos6fico y como entidad sobre la que sepudiera hablar, no existla hace algunos siglos,y probablementevuelvaa no existirdentro de poco.Cada episteme define 10que es pensable y 10que no, y cada epis-teme disfruta de coherencia intema y de una especie de autonomfa.De esta for-ma, el pensamiento evolucionistade Darwintiene que ver mas con otras ideas ypremisas de su epoca que con la "biologfa"de los siglosprecedentes.

Foucault, fue, quiZ8s, el primer autor frances lefdo casi masivamente porIos antrop610gosnorteamericanos, con la posible excepci6n de .Levi-Strauss.Sea como fuere, con el se inicia algo que no se habfa dado con mucha frecuen-cia: que los pensadores franceses, caracterfsticos por sus profundos conoci-mientos de filosoffa y por su erudici6n comparativamente enciclopedica,comenzaran a ejercer influencia directa sobre la comunidad antropo16gicadeIos Estados Unidos. Por primera vez, quiza, los antrop610gosnorteamericanosexploraron literaturas de ensayo extranjeras ajenas a la disciplina. Cabe reeo-nocer unas pocas excepciones a la escasa apertura de esos profesionales, y so-bre todo una: Clifford Geertz, representado en esta compilaci6n por "BlurredGenres"; por 10 demas, antes del advenimiento del posmodemismo, ni siquieralos cientfficos sociales inclinados hacia la fenomenologfa acostumbraban leerensayos que no pertenecieran al mismo cfrculo de ideas filos6ficas que el queellos frecuentaban. Aunque Ia dominancia de su civilizaci6n tome artificiosohablar de provincianismo, se percibe que los antrop61ogosnorteamericanosmodemos no eran, antes de asimilar a Foucault, genuinos cosmopolitas.

Tomemo,?nota de algunos signos tenues del influjo foucaultiano. En elartfculo de Richard Shweder "La rebeli6n r01pantica de la antropologza contrael iluminisT1W", que luego reproducimos, se encu.entra una referencia Ii la fa-

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mosa clasificaci6n zoolOgica invent dB' "de John Wilkhis" de Ot . . ~ .a por) orges (vease EI idioma analftico

, ras tnquvnczones . esa clasifi . ,caslo extrem~ de arbitrariedad, categoria ti;ica de la cIl~aclO~ sedexIpone co~ona . Ahora blen la cita de Bo ' enSlOn e 0 no-raclO_. . ' rges no esta tomada de sus b I't . ,

slgmficativamente de Las palab !as d 0 ras I eranas, SInOpor este mismo texto de B ras y cos~ e Foucault, lID ensayo inspirado

Con los alios la infl~:~~~: r~este :tsmo despliegue de arbitrariedad.cana reciente se hizo enorme L e o~ca t sobre la antropologla norteameri_el prolijo detalle de la carac;eri::~:~: t:asi~lado de. su obra no e~ tantomarse la arqueologla del sabe (. epistemes m 10 que podna lIa-toria siempre se escribe retro:p:t::~~~~t~rd:uperar el ~echo de que la his-situando alas teorias a los libros I " 'fi sde un clerto punto de vista,contrario, 10 que. se ha tornado y a ~tSc~enh lcosdcomo protagonistas); por el

, mayon anamente e Fou ult 'van ante un poco ' f d d I ca no es sino unad . d I mas re Ina a e relativismo que situa Ia "verd d" I

pen enCla e a multiplicidad de epistemes i d' I a en (e-bre de verdades, todas ellas vaIidas. ..y a lsue ve en una muchedum-

Otro pensador frances que 'teamericana, incluso con mayor ;~~e~~ daxenetrai en la intelectualidad nor-ques Derrida, otrora cultor del m ;> un ~ a

bque.e pr~~io Foucault, fue Jac-

aOlsmo. 0 re su IrrupclOn evoca Lentricchia:

En algun momento de principios de Ia decada de 1970por dogmiilicode nueslro sueno fenomeno16ico d nos desperlamos del so-nueva presencia se habfa asentado en nueS!i';' p<y~ra,~rnos ~uenta de que unaJacques Derrida. Con cierla brusqu d d . ImabmaclOncrflIca de vanguardia:de a suplmos que a pesar de un be caraclerizaciones inconexas de 10 cont' ' . a uena suma

no algo que podrfa llamarse "posleslru I ra~~o,n~~~rJo no:1 eSlruclura!ismo,si-ca eslruclura!isla en Ias carreras inlel~~ra Ilsm~ .p camblOal rumbo y polemi-GeoffreyHarIman, Edward Said y J hU~~slle aul de Man, J. Hillis Miller,1960 fascinados or las ; osep I e --que eslaban en la decada de(JVier the New Cri~icism, ~~~~lr~~~.de la fenomenologfa- revela loda la hisloria

Del calIej6n sin salida de la fenomenolo Ia (en ' .perspectiva antropolO ica desde el g. este caso, hermeneutICa yclaras el artICulo de ~ichel A Pundtoddelvlstl~ del actor), nos habla alasI gar, en on e os Igamento fi .

p ares (Gadam~r, Schutz) suplantan a la fundamentaci6n m:t::I~~as eJem-postet~cturahsmo I.osmatices serian diferentes. Si Foucault infun~~' ~on eltropo ogla norteamencana algunas ideas di D'd 0 a a an-ciertos principios metodolO,,; spersas, ern a lleg6 a transferirled I ,,_cos, y antes que nada la tec . 1

e postestructuralismo primero y de I 't' od mca por exce enciaconstruccion (0 como reza el g I" adcn lca po~m erna despues: Ia des-

, a lClsmo, econstrucclon).mo si ~r~~~:~:;er:;:~~~':ri::;~;;aahora se.suele decir "desconstruir", co-quien enuncia el juicio el b' t ra una ruptura aun mas profunda entreactividad crItica extendi~ ::u~~ 0 ~e sedi~eculsa, La desconstrucci6n es una

, 0 mas ra ca que Ia mera exposici6n de los18

errores que puedan achacarse a los razonamientos de un determinado· autor.En una desconstrucci6n se atacan y se des-sedimentan ya no las afirrnacionesparciales, las hip6tesis espedficas 0 los errores de inferencia, sino las premi-sas, los supuestos ocultos, las epistemes desde las cuales se habla, Ocasional-mente, algunos autores demasiado exquisitos niegan que la desconstrucci6nsea meramente un metodo negativo 0 siquiera un metodo, desautorizando Iainterpretaci6n habitual de la desconstrucci6n como destrucci6n gratuita y es-ceptica; aquI no necesitamos complicarnos en discusiones tan finas, porque alfin y al cabo 10 que cuenta son mas las lecturas y los usos antropol6gicos delconcepto que Ias intenciones del mismo Derrida.

La mayor parte de los trabajos antropol6gicos desarrollados con el auspi-cio del posmodernismo (por 10 menos en Ios Estados Unidos) son trabajos dedesconstrucci6n, como veremos· mas adelante: 10 que se desconstruye es, engeneral, el marco global, la ciencia social convencional, la antropologfa ante-rior al advenimiento del posmOdernismo. Toda una corriente de la antropoioglacontemporanea funda su aporte en una prolija desconstrucci6n de la obra deotros antrop610gos, a veces bajo el disfraz de un interes por los aspectos litera-rios de la escritura etnografica.

Podemos decir que el creador del concepto proporcion6 el modelo de ladesconstrucci6n antropol6gica al refutar ciertas afirmaciones de Levi-Strauss aprop6sito de Ia irrupci6n de Ia escritura entre los nambikwara. El texto quecuestiona Derrida es un capItulo de Tristes tropicos, y el libro en que 10hace esDe La gramatoLog£a, de 1967. En este se realiza una afirmaci6n muy curiosa,bastante trpica de la clase de razonamientos en que abundan los practicantesdel juego desconstructor. EI juego consiste en afirmar, como si fuera un impe-rativo del metodo, algo que parece contrario a la raz6n, al senti do comun y a Iaevidencia, 10que justifica que a veces (siguiendo a Geoffrey Hartman) se apli-que a estas ideas el mote de "derridadalsmo": en este caso, 10 que declara De-rrida es que la escritura es anterior al lengIIaje en todo sentido, tanto hist6ricacomo 16gicamente. AIgIIDos exegetas aseguran que esta es una lectura superfi-cial de 10que Derrida quiso decir en realidad; sea como fuere, es por 10menossospechoso que quienes 10 interpretamos de este modo seamos tantos y que entantas paginas no se pueda clarificar 10que en realidad se quiere decir al usarun terrnino que soporta el peso de un obvio significado preexistente.

EI truco de Denida consiste en que el sentido que otorga a la "escritura"no es el sentido vulgar; parecerla ser que habla de ella en un sentido muy am-plio, un sentido que comprende las marcaciones, el tatuaje sobre el cuerpo, lainscripei6n, el trazado de un surco sobre Ia tierra, los espaciarnientos, la insa-turabilidad de los contextos. Algo nmy exquisito, como se ve, un concepto nue-vo, que iniciara la moda de que Ia claridad conceptual pase de moda y quehara caer en saco roto las enselianzas de Peirce sobre la posibilidad infinita deinvenci6n conceptual. Desde afuera los exegetas se justificaran diciendo, porejemplo, qu~ las categorias de Derrida son catacreticas, y que si se expresa desemejante manera es porque los conceptos comunes no son suficientes, porquefallan palabras en ellenguaje como para que Derrida exprese las delicadas ar-

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tieulaeiones de 10 que piensa. En todo easo, es imposible determinar que quie-re signifiear Derricla con "escritura" y pol' que Ie resulta fundamental compro-bar su prioridacl frente a una filosoffa clominante que concede clemasiadaimportaneia allenguaje y que considera a la escritura derivativa, secundaria yepifenomenica.

Perry Anderson ha afirmado que estos movimientos estan afectados pOI'algo asf como una "desmesura dellenguaje". Pero la caracterizaci6n no es de-masiado adecuada para referir las ideas de Derrida y sus peculiares planteosdiscursivos. AI contrario: Derrida, sin demostrarlo cabalmente, considera queel pensamiento occidental esta dominado pol' una postura logocentrica que, enlos estudios dellenguaje, se inicia probablemente con Saussure. Su reivindi-caci6n de la escritura tiene para nosotros un interes especial, no s610 porque atraves de ese eoncepto Derrida discuti6 tal 0 cual idea de Levi-Strauss, sinoporque la postura de Derrida anticipa gestos de uno de los extremistas de laanttopologfa posmodema, quien tambien se plantea objetivos piramidales yex-travagantes; si Derrida pretendla defenestrar allenguaje, Stephen Tyler protes-t6 contra la excesiva prevalencia que "occidente" otorgaba a la visi6n pol'encima de los otros sentidos. Curiosa reivindicaci6n, Hpica de las preocupa-ciones de pens adores insertos en una intelectualidad decadente, obesa, huer-fana de temas y prop6sitos mas apremiantes.

Se ha dpinado, con fundamento, que la discusi6n de Derrida sobre la in-terpretaci6n de Levi-Strauss de cielta escena de escritura entre los nambikwa-ra no constituye un modelo argumentativo clemasiado afortunado. Derrida Ieendilga a Levi-Strauss su fonologismo, su denigraci6n 0 rebajamiento de la es-critura, su apoteosis del lenguaje hablado. Luego Ie espeta dos objeciones: elanecdotario de la famosa "escena de escritura" en el capHulo 28 de Tristes tro-picos, y su teorfa segiin la cual el advenimiento de la escritura y el ejerciciodel poder estarfan ligados pOI' algiin nexo estructural, hist6rico, 16gico 0 fun-cional. Siempre que surgi6 la escritura -recapitula Levi-Strauss- 10 hizo enestados fuertemente jenirquicos, en teocracias urbanas, en donde era imperio-so llevar un cuidadoso registro; ante sus propios ojos; un cacique nambikwara,apenas intuida la utili dad burocratica de la escritura, fingi6 ante la mirada delos suyos comunicarse con los blancos trazando rayas en un papel. La conso-nancia estructural entre ambos sucesos Ie parece ostensible.

EI anecdotario levistraussiano, pol' cierto, es cuestionable: a Levi-StraussIe llama la atenci6n que, al no tener un vocablo previsto para referirse a la es-critura, los nambikwara expresen "escribir" mediante una pariifrasis que sig-nifica "trazar llneas". Derrida sostiene que no hay nada llamativo en hacerlo,ya que "escribir" significa exactamente eso en numerosas lenguas civilizadas,frances incluido. La segunda discusi6n esta muy maillevada, y podemos afir-mar taxativamente que para conducirla a su fin Derrida tiene incluso quementir:

pr6ximos a fonetizarse. EI caraeter masivo de esa informaci6n nos dispensa de in-sistiI' (pag. 168).

Todo esto es inexacto: las culturas reportadas poria etnologfa como dota-das de algiin rudimento de escritura son sumamente escasas, y todos los casosconocidos son posteriores a la difusi6n de las practicas gramatograficas occi-dentales. Un par de excepciones (Ia isla de Pascua, los indios cuna) no alcan-zan a revertir la tendencia; ninguno de estos casos, ademas, deja de serdudoso, a menos que concedamos a la escritura una definici6n tan indefinida,catacretica y oblicua como la que Ie otorga Derrida.

La mas importante que Derrida Ie legam a la antropologfa posmodema,sin embargo, no son estas discusiones f4tiles sino el propio concepto de .des-construcci6n, su oposici6n militante a los grandes sistemas de pensamwntoconsagrados en Occidente, a la metaffsica, a la ciencia, y sobre todo a la razon.La desconstrucci6n fue, en su origen, un metodo para recursar y destruir argu-mentativamente pero sin razonar, es decir, sin incurrir en los dictllmenes de laargumentaci6n racional. Pero lc6mo es eso posible?

La justificaci6n de Derrida es bastante inveroslmil, y es obvio que su va-lor (de tener alguno) es puramente formal: el desconstructor, segiin Derrida,no razona, sino finge que finge bacerlo. La artimaiia es doble necesariamente,porque debe ser efectiva. Si finjo matar no mato de verdad; pero si finjo fingir,entonces sf. La estrategia de la desconstrucci6n --dice Derrida- es algo queperrnite hablar cuando todo el discurso se ha consumado, cuando no hay nadaque decir. Permite razonar sin reconocer la primada de la raz6n, y ballar argu-mentaciones "razonables" para abolirla.

EI Ultimo de los postestructuralistas que mencionaremos es Jean Baudri-lIard. Este escrito comenz6 a hacerse conocer a fines de la decada de 1960, alelaborar 10 que el bautiz6 con el nombre un tanto pomposo de "economfa poll-tica del signo": el analisis crHico de ciertas orientaciones y rasgos semanticosy simb6licos propios de la cultura burguesa, como ser el usa de Ios objetos 0 elconsumo. Mientras Derrida discuti6 fundamentalmente con Levi-Strauss, Bau-drillard Ia emprendi6 mas bien contra la antropologla marxista francesa, y so-bre todo contra Maurice Gadelier, uno de los representantes maximos delmarxismo estructural en antropologfa.

No seguiremos aquf cada uno de los caminos explorados pOI'Baudrillard,desde su Sistema de los objetos 0 su Critica de la econom£a poUtica del signo asus Estrategias fatales 0 sus artfculos mas recientes, deslumbrados poria tee-nologla norteamericana. Lo iinico que nos afecta es su influencia en la antro-pologla posmodema, 0 en la antropologla interpretativa inmediatamenteanterior. Notemos, de paso, que la influencia de Baudrillard en la antropologlasimb6lica ha sido mas notoria que la que ejerci6 sobre la antropologla posmo-dema' para esta Ultima el no constituye, de hecho, un referente de Ia misma, .estatura que un Foucault 0 un Derrida. •

La discusi6n de Bauclrillard con Gadelier, su refutaci6n aparente de losHoy la etnologfa -dice- nos ofrece informaciones masivas sobre escrituras quehan precedido al alfabeto, ot1'os sistemas de ese1'itu1'afonetica 0 sistemas muy

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analisis marxistas de Ias sociedades primitivas, fueron el modelo en el que seinspir6 el simholista norteamericano Marshall Sahlins para escrihir Cultura yraz6n practica, de 1976, que no haee mucho se tradujo al espano!. Este es -re-cor~mos- uno de Ios textos esenciales de Ia antropologi'a simh6Iica, y estamh1(~nel que marca el punto mas extremo del reduccionismo cultural: el in-tento de explicar todo en funci6n de Ia cultura, Ia cual se identifica con el sis-tema simh6lico de imposici6n de significados.

Resumamos Ia postura de Baudrillard frente a Ia antropologfaecon6micaen general, ya Ia antropologfamarxista en particular. Tanto para Baudrillal'dcomo para Marshall Sahlins, el discurso marxista participa de los rasgos fun-damentales del pensamiento hurgues. Para Baudrillard, concretamente, elanalisis econ6mico marxista comparte el mismo marco ideol6gico de la econo-mfa polltica occidental y s610sirve, en consecuencia, para afrontar el'analisisde determinado tipo de sociedad en determinado momento de Ia historia, Eneste sentido, el marxismo en tanto filosofla hist6ricamente determinada esta-rfa afectado p?r Ias mismas limitaciones que -POI' ejemplo- el psicoan'alisis,el cual ostenslhlemente ha fracasado como analItica del pensamiento salvaje:

No hay modo de producci6n, ni pl'oducci6n, en las sociedades, primitivas. No haydialectica en las sociedades primitivas, no hay inconsciente en las sociedades pri-mitivas. Estas categorfas s610 analizan a nuestras sociedades, regidas pOl' In eco-nomfa paUtica (El espejo de la producci6n, 1983 [1973J: 47-48).

Baudrillard ofrece pasar a un nivel de analisis diferente que el de Ia eco-nOmIapolltica, sujeta a un materialismo estrecho. Ese terreno es el de Ia criti-ca metafisica del significante y del c6digo, una critica de Ia economfa pollticadel signo. Para 61,el marxismo es incapaz de proporcionar un analisis profun-do de Ias sociedades primitivas, asf como es incapaz de trazar una perspectivarevolucionaria que este verdaderamente mas alIa de Ia economfa polftica. EImarxismo, segun esta 6ptica, "se encierra dialecticamente en 105atolladerosdel capital, asf como en el desconocimiento de 10simh6Iico".

La discusi6n de Baudrillard no aporta nada que Ios antrop6Iogosno su-pieran, con excepci6n de una ironfa pedante que muchas veces hace ruido ahueco, en un despliegue de un estilo de tomadura de pelo que Ie resta huenaparte de su utilidad argumentativa. AI efecto de Ia discusi6n de Ios alcances yllmites de Ia categorizaci6n marxista ante el estudio de Ias sociedades primiti-vas, Ia disputa entre sustantivistas y formalistas en antropologfaecon6mica Iu-ce infinitamente mas interesante que estas diatrihas sin respiro. Lo queBaudrillard afirma se ha dicho antes, y con mucha mayor profundidad, serie-dad, riesgo polemico y fundamentos, en Ios ensayos de Ia facci6n sustantivista.

EI metodo de Baudrillard consiste en tomar fragmentos de afirmacionesde Godelier y afirmar taxativamente que "no sirven", "son inutiles", "inefica-

"". 'hI" . d I Ices 0 mservl es para compren er ta 0 cua aspecto de Ia sociedad primiti-va. Quien husque demostraciones se vera defraudado, Los razonamientos de

Baudrillard son (igual que Ios de Sahlins) insanahlemente metonfmico.sy gi-ran en torno de un supuesto que es en sf un verdadero e?s~Imo de magIa.con-tagiosa: Ios conceptos marxistas fallan por haherse, ongI~~do en el nnsmocontextoque el de los demas conceptos de Ia economla pohtIca, ~ saher, la so.ciedad burguesa. Sohre los conceptos que utiliza el.propio Baudril~ard~ so~re105que deherfan ser usados nada se dice, y del nnsmo modo se slienClan asdetenninaciones que pudieran sufrir Ias teorias que ofrecen Ios elementos dejllicio empfricol>contra el modelo marxista, 0 Ias razones por Ias cuales su pro-

io discurso se encnentra Iihre de toda coacci6n cont~x!ual.p EI estilo de Baudrillard disemina metaforas chll'nantes ~n Ia condena detoda busqueda objetiva, en un exhihicionismo e~ el q~~ eIllrmte entre Ia~~on-

/rvicciones intimas y Is ironIa es J?Or10menos dlf~so: La verd~d --escn e,nLas estrategia.~fatales- no hace mas que comphcsr Ias cosas . La fra~eologlade Baudrillard es autoritaria: Ios contenidos de 105conceptos teol'l311coshdel

• .<' "t' porque se 10 ayamarxismo no sirven para cuhnr Ias prnctIcas pnml lvas, y no I 'demostl'lldoen funci6n del analisis de determinados datos 0 porque e~ a,gunotro ensayo se haya demostrado Ia correcci6n de Ios argumentos metomnnco~,sino pOlque Bauchmard asf 10proclama desde Ias .altur~~de. u~a ~Jedantenaque declina analizar t6cnicamente el estado de Ia dlS?USlOndl~cIP!mar,comosi 61volara por encima de la ciencia. En esta ~poteo~l,sde Ia ~~tnba, el mar-xismo esta automaticamente invalidado pol' estIpuiaclOndogmatIca,d~una ~-ciologfa de conocimiento abismalmente ingenua a pesar de sus. mf ,as.. npunto importante: la crItica de Baudrillard es estrictame~te .ne~atIva;~l e?(}~teotra altemativa de analisis frente alas culturas agrafas m slqrnera la ~nsmua,apade de parar a Marx sobre Ia caheza y mencionar profusamente Ios slmbolos.

EI posmodemismo no es un movimiento unit~rio.qu~ rec.on?zcaa unospocos codificadores. Se trata de una corriente muitItudinana, sl.nnlar a Ia delestructuralismo y Ia semiologfa a fines de Ios anos 1960, que disfruta (pes~ a,Ia ilusi6n de Vattimo) de todas Ias caracteristicas que siempre f~eron propl~sde Ias modas intelectuales: Ia reiteraci6n de consignas, una cO~I?da sUJ?erfI-cialidad analftica, la concentraci6n en tomo de unas poc~s !ematIcas reltera-das hasta el hartazgo, la aeumulaci6n de supuestos y conVl,cc~onesescasamen-te discutidas, Ia transmisi6n y difusi6n pol' med!0s acade~l,cos (y antes que

d I· . . 1 d "humanfsticas") la sublta conversIOna sus dogmasnn a as umverslCa es , . '1"pol' paIte de casi toda Ia intelectuaUdad influyente, Ia concordancla ~sh ISh~ade sus textos, las referencias cruzadas, Ia esquematizaci6n de Ia reahdad y al'edefinici6n de 105valores prioritarios. . .

Moda 0 no, 5i hay alguien en quien confluyan caSI todas Ias r~ferenclas,ese es sin duda Jean-Frangois Lyotard. Este es el autor que ha defim?~?e ma-nera mas c~teg6rica y expresiva 10que se ha .d??o en Hamar Ia condiClonpos-modema. Sus textos esenciales son La condwwn posmodema (de 1986) y La

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posTTWdemidad (explicada a LosniiWs) (1987); en los iiltimos meses se ha pu-blicado La diferencia (mejor dicho El difererukJ), un texto mas barroco y deca-dente que los ya nombrados, aunque en realidad es anterior (1983). Olvidadoya, podemos evocar un texto que sefiala el misrp.operiplo que esta compilaci6ndibuja, y que se refiere, reivindicandola, a Lafenomenolog£a (1959).

La caracterizaci6n de Lyotard de la condici6n posmodema es con muchola mas difundida, y la que esUilatente (por ejemplo) en las primeras elabora-ciones antropol6gicas del asunto, durante el Seminario de Santa Fe, de 1984,al que despues trataremos con mas detalle. La condici6n posmoderna es lacondici6n del saber en las sociedades mas desorrolladas. En la cultura de es-tas sociedades han ocurrido enormes transforrnaciones, y la que analiza Lyo-lard es en concreto la crisis de los relatos, el descredito que ha caldo sobreellos.

Lyotard no asume (como10hara Tyler en los Estados Unidos) una actitudhostil hacia la ciencia, por 10menos no a priori. Lo que Ie preocupa de la cien-cia no es que husque "algunas regularidades ntiles", sino que pretenda legiti-marse a traves de un relato, de unaargumentaci6n relativa a sus fundamentos.Richard Rorty ha dado cuerpo, en epistemologfa filos6fica, a Ia misma descon-fianza. Cuando el discurso mediante el que se legitima l,Ulapractica es un"gran relato'~ totalizador, como la dialectica del espIritu, la hermeneutica delsentido 0 la emancipaci6n del hombre racional 0 del trabajador, se llama "mo-dema" a Ia ciencia que recurre a esos argumentos para Iegitimarse.

Simplificando aI maximo, se llamaentonces posmodema a la increduli-dad respecto de tales metarrelatos. Concomitante a la crisis de los metarrelatos(que enseguida veremos en que se origina y en que, a su vez, se fundamenta)es la crisis de la filosoffa metaffsica y de la instituci6n universalista que de-pendIa de ella. Los componentes de la "funci6n narrativa" de 10srelatos legiti-mantes se han dispersado. EI proyecto modemo e iluminista de laemancipaci6n progresiva de 1.araz6n y la libertad esta liquidado, destruido.

Esto se puede expresar simh6licamente diciendo "Auschwitz": la barba-rie nazi de los campos de exterminio es, para Lyotard, la prueba de la derrotadel proyecto de la raz6n. Ninguna explicaci6n, ning6n pensamiento, son capa-ces de situar a Auschwitz en la Hnea que conduce a la "emancipaci6n" de lahumanidad y al progreso acumulativo de la racionalidad. En 10poHtico,la pos-modernidad es tambien el fin del "pueblo" como rey y heroe de las historias.Si no se puede creer ya en los relatos --dice Lyotard- menos se puede creeraun en sus protagonistas. EI pueblo (y ya no solamente el proletariado) ha de-saparecido del imaginario posmodemo como protagonista de In historia, lacual tambien se ha esfumado como proceso mas 0 menos lineal, tendente ha-cia alg6n fin; no se sabeau.n quicn sera el protagonista que 10suceda y el con-texto temporal en que se situaran los acontecimientos, si es que se sientealguns vez la necesidad de postular alguno.

La incidencia de Lyotard en la antropologfa posmoderna es palpable,aunque escondida y flotante. Donde mas se percibe el influjo de su descon-fianza hacia la legitimaci6n es en el cuestionamiento cliffordiano de la autori-

dad etnografica yen illl sentimiento de crisis disciplinar generalizado que tor-na hoy en dIa diffcil embanderarse atras de una formulaci6n teoretica cual-quiera. Como nunca antes, el tiempo esta maduro para el escepticismo.

Es imposible realizar una visi6n de conjunto del movimiento posmoder-no sin hacer alguna referencia a Mijail Bajtfn. BajtIn fue 10que podrfamos lIa-mar un crftico literario y un semi610goen el sentido que tiene en la Uni6nSovietica esa especializaci6nprofesional. AI igualque Propp, habia consegui-do elaborar una serie de marcos de an8lisis y de conceptos que brindaban unacierta cobertura semio16gica al pensamiento marxista, 0 quizas al reyes. Laconcepci6n de Bajtfn, sin embargo, no pareci6 del todo ortodoxa al estalinis-mo; se dice que sufri6 carcel, que fue perseguido, censurado y deportado a Si-beria; de hecho en algu.n momento desapareci6 y nunca mas se supo de elbasta que hace algunos alios sus obras se filtraron a Occidente y comenz6 a serreivindicado en su pals. Corre el rumor de que algunas obras atribuidas a susdiscfpulos (y mas en concreto a Volosinov) son en realidad de BajtIn, aunqueeste punto ha sido rebatido por soviet610gosbien informados.

Antes que nada, Bajtfn enfatiz6 el caracter no subjetivo e interactivodellenguaje y propuso pensar en el en terminos de situaciones discursivas especf-ficas; para el no existfan palabras y frases neutras, monol6gicas, privadas: todoesta cargado de intenciones y acentos. De alII se desprende todo un conjuntode conceptos destinado a caracterizar aspectos del contexto y de la interacci6nlingiiistica.

Un cronotopo, por ejemplo, denota una configuraci6n de indicadores es-paciales y temporales en un escenario deficci6n en donde (y cuando) tienenlugar ciertos acontecimientos. No se puede situar hist6ricamente un acontecersin recurrir implfcita 0 explfcitamente a cronotopos, que vendrfan a ser equi-valentes espaciotemporales de 10que en antropoiogla lIamamos mas bien con-textos. Seg6n James Clifford, Levi-Strauss practic6 con virtuosismo la cons-trucci6n de cronotopos en Tristes tr6picos, en donde los lugares especfficos(RIO,el Matto Grosso, los lugares sagrados de la India) aparecen como mo-mentos de un orden huntano inteligible, rodeados pOrcorrientes de cambio.

EI camaval (0 carnavalizaci6n, si 10abordamos como proceso) es otro delos elementos recurrentes en la escritura de Bajtfn. Naturalmente, el contem~plaba al camaval como una manifestaci6n de valores y actitudes genuinamentepopulares que en el resto del tiempo perma!lecfan soterradas 0 reprimidas.Uno de los elementos que los antrop6logos posmodemos han recuperado de lanoci6n bajtiniana de camaval es que en el desaparece la diferencia entre acto-res y espectadores, 0 como se dice en otros 6rdenes, entre sujeto y objeto. Nohay posibilidad, dice Bajtfn, de permanecer afuera del camaval como observa-dor no afectado por el. ;

Bajtfn es sin duda el fundador de la dial6gica, que es algo bastante dife-

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rente de la dialectica aunqu I I I'dB' ,. ' e guarca a guna re aCl6nsutil con ella La di· I' 'ca e a.Jtmse opone a la concepcion mono16ica del I . ' a OgI-alas expresiones del f'ontexto d' I' , g enguaJe, Ia cuaI separa

al ' ..• la OgIcoen que ocurren S ' I di I' .cu quIer expresion, por aut6noma 0 com Ieta . egIffi a II ogIca,un momento de un di 'I f P que parezca, no es otra cosa quecaci6n verbal 0 intert::~~lunAunragmentotenel 'proc:so continuo de Ia comuni-. . en un exlo IdenhficabI ' ,

Clerra un conjunto de postulados, es sible d e que e~ a~anenclaponden a otros textos y p d' po etectar que Ios contemdos res-U re eClrque a su vez sera res' did '

n texto (0 un monologo)no es sino una 'da Id ' pon 0 por otros mas,En la antl'OPologfanorteamericanaeI c ~ c e una l?tert:xlualidad continua.nografla ha sido sobre todo D . T~lfi~ador de la dial6gIcaaplicada a Ia et-quien reco~oceel antecedente~nn~s , Doc , represe~tado en nuestro antologfa,

Otro conce to b '" e evm wyery sus DUllogos marroquf.es,tendencias centrrpetasaJyhh~~:g:ns~l dde~eted'l'ogIlosia,ol~uestoa Ia. idea de lasI d'l: " elza Olas e a expreslon La h,t I'a llerenClaCloninterna y·la estr l'fi '6 d I . e erog OSlaes, , a I IcacI n e 0 que a 10 d" Irece mdiferenciacloy planar Tod I ' " .s aca enucos es pa-mente: esta el lenguaJ'ede la's cl 0 engu~JelestaldilferencladosocioideoI6gica_lases SOCIaes ce os gru 1:' Ias generaciones sucesivas, Allado de las f ' , pos pro1C~lOnaes, de

trffugas de la heteroglosia traba'an inint uerz~~centnpetas, las fuerzas cen-mas, segiin Alex Callinicos evit] , e~rumpI amente. Este concepto, ade-

~:~6:;:~:~:~leenunguaadi~~;om~;i~;;lli~::~~~~j:~~vt:a~~:f~:~~::~:X::~~~, menslon SOCIa,

tan da~: I~ analltica de Bajtf~, los contenidos connotativos de un signo no es-s e una vez y para slempre Cada se t . I .

acentos diferentemente orientad . . c or socIa lmpone a su lenguajellega asi a dinamizarse y a cono;t~e se mtersectan con los signos. EI signomultiacentuaci6n social del signSI mrse en terreno de la Iucha de clases. Laod'I' 0 se opone entonces a la idea I

t 0 ogos e mteraccionistas simb6Iicos tendri dire os etnome-?eI significado, donde este es resuelto en te a? ~ proceso e ~on~~ruccion19uales.La multiplicidad ba'tiniana de I .~nos de una .negoclaclOnentreno de una inestabilidad inh~rente al len~;~[~:a~:sl~7:~e?: ddee

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comocampo de fuerzas de un ch d" cIon e scursooque e Intereses,En Ios Estados Unidos Ia 'nfl . dB"

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Setnogrcaficapor pa~:Id:~:::/C~:f~;~s~:::U::;d~;e:ad:u~~t ~oa~~odriddadd)anta ruz, de la dia16gicade Tedl k d I " mvelSI a e

madas por los etn' f, 'OCtal yea pohfoma y In heteroglosiaprocIa-" " ograos expenmen es, IIevada a su paro . I "

Clon de StephenTyler De todos II ha I Xlsmopor II evoca-, e os ymstrosen os textosaqui reunidos.

La especiflcidad del posmodernillmo anlropo16gico

Ni todos los conceptos posmodemos h .dos sin reservas, ni la totalidad d I ~e emos entrevIsto fueron adopta-

e pensarmento posmodemo en antropoIogfa26

se deriva redondamente de un presunto posmodernismo cerrado, enumerable yconcluso. En ciertos ambitos de Ia antropologfa interpretativa es incuestiona-ble, por ejemplo, la inf1uencia de la teoria critica de la Escuela de Francfort,de la filosofia nietzcheana y de la semi6tica de Peirce. En todo congresoantro-poI6gicode Ios ultimos anos las referencias a Wittgenstein y a Habermas hansido recurrentes. Lo importante es que cuando al fin se produjo la irrupciondel posmodemismo, la antropologia norteamericana (que es, a todas luces,aquella en la cual se gesta el movimiento en 10 que a nuestra disciplina con-cieme) ya estaba preparada para cierto tipo muy especffico de texto, de lengua-je y de discusi6n,

Es el momenta ahora de examinar el campo de las antropologias posmo-demas, es decir, la version que la antropologia interpretativista norteamerica-na ha elaborado a prop6sitodel posmodemismo 0 postestructuralismo europeo.La vision que hemos dado de 10 que poclrfamosllamar posmodernismo en ge-neral alcanza para darse una idea de su diversidad, En ese ambito generico hahabido lugar, ademas, para un posmodemismo situado a la derecha del espec-'tro politico, para una especie de posmodemismo de izquierdas (cuyos repre-sentantes por excelencia serian Fredric Jameson y tal vez Hal Foster) y para elposmarxismo 0 postsocialismo de un Touraine, pol'dar un nombre, Existen re-f1exionesreconocidamente posmodemas en literatura, en artes phlsticas, en ar-quitectura, en semiotica, en epistemologia.

Naturalmente, el posmodernismo tenia que llegar a la antropologia algu-na vez. Y llego, en efecto; llego como ref1ejode una lectura norteamericana(muy norteamericana, por 10 deslumbrada y acritica) de ciertas instancias delposmodemismo frances, y en especial de dos pensadores que antes hemos ca-racterizado como postestructuralistas: Foucault y Derrida. De,ambos se apro-vechan los rasgos mas llamativos y punzantes: todo se pasa por el tamiz de unalectura que reduce el aporte de Foucault a un convencional argumento relati-vista y que identifica Ia desconstrucci6n de Derrida con un metodo critico ele-mental, por ser tan previsible y mecanicamente esceptico,

Con el correr del tiempo estos referentes quedaron relegados alas notas apie de pagina, y el posmodernismo antropo16gico-ultima etapa de las antro-pologfas inierpretativas- adquiri6 cierta individualidad y homogeneidad esti- .'IIstica y tematica. Algunos autores recientes (Steven Sangren, Roger Keesing,Tim O'Meara, Paul Roth, Michael Carrithers) han insinuado que esa homoge-neidad es excesiva; en efecto, los temas abarcados porlos posmodernos practi-camente se reducen a uno solo, a saber, Ia practica antropol6gica vista desde eIangulo de la escritura de etnograffas, Es evidente que la mayor parte de las ar-gumentaciones posmodernas a propOsitode las limitaciones de la "antropolo-gia convencional" y de la epistemologia "positivista" estan comenzando arepetirse. Queda la impresion de que leido un texto de antropologiaposmoder-na, los restantes solo aportaran variaciones obsesivas a un nueleo tematico queno por reiterarse mucho se profundiza siempre.

Examinaremos a modo de sintesis los aspectos principales de la antropo-logia posmodema para situar en su debido contexto el material compilado, es

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decir, Ios artfculos de Stephen Tyler, James Clifford, Dennis Tedlock, MarilynStrathern y Marcus y Cushman que hemos traducido especialmente para estacolecci6n. A nuestro juicio, en Ia antropologfa posmOOernapodrfan distinguir-se tres grandes !fneas:

I) La corriente principal (que podrfamos Uamar "meta-etnografica" 0

"meta-antropol6gica", en Ia que participan James Clifford, George Marcus,Dick Cushman, Marilyn Strathern, Robert Thornton, Michael Fischer y mu-chos otros, a Ios que se ha sumado recientemente Clifford Geertz, ahora muyrezagado y marginado entre quienes presumen de vanguardia. Esta orientaci6nse preocupa sobre tOOode analizar crfticamente Ios recursos ret6ricos y "auto-ritarios" de Ia etnograffa convencional y de tipificar nuevas alternativas de es-critura etnognlfica. Esta corriente ha sido caracterizada eventualmente comouna "antropologfa de Ia antropologfa". Su objeto de estudio no es ya Ia culturaetnografica, s~noIa etnograffa como genero Iiterario por un Iado y el antrop6Io-go como escntor por el otro. Dentro de Ia orbita textualista habra que situartambien formaciones reactivas como el cosmopolitanismo crftico de Paul Rabi-now, quien ha intentado situar Ia discusion no ya alrededor de Ios textos sinode Ias instituciones que promueven su escritura.

2) La" ~egunda corriente vendrfa a ser la que proporciona a Ia primera elmaterial que ha venido a caracterizarse como "etnograj£a experimental". Si Iaprimera corriente encarna una modalidad de reflexion teorica, la segunda secaracteriza por una redefinicion de las practicas, 0 por 10menos de las formasen que la praxis del trabajo de campo quedan plasmadas en las monograffasetno~raficas. Los pionero~de esta orientacion podrfan ser Vincent Crapanzano,Kevm Dwyer y Paul Rabmow. Dentro de Ias nuevas corrientes de escritura et-nografica hay una que ultimamente ha alcanzado una definicion mas clara queIas res~antes; nos referimos a la etnograffa (0 antropologfa) dialogica, elabora-da caSI en soledad durante unos diez alios por el antrop6logo Dennis Tedlockde Ia Universidad de Buffalo en Nueva York. '

3) La tercera corriente no se interesa ni por el analisis pormenorizado dela escritura antropoI6gica tradicional ni por Ia renovacion de Ia literatura etno-grafica; su espfritu es mas bien disolvente, por cuanto proclama no solo la ca-duciclad de determinada forma de escribir antropologfa, sino la crisis de laciencia en general. Esta tercera tendencia encarna a la vanguardia posmOOer-na, a la version mas extrema de la doctrina, y esta representada por StephenTyl~ry Michael Taussig. EI primero (acompaiiado por otro5antrop6logos perte-~eCl~ntes.al autOOenominadoCfrculo de Rice) ha propuesto una epistemologfauraclOnahsta que reformula todo el proyecto cientffico desde Ia rafz, en termi-nos tOOavfaprogramaticos; el segundo ha hecho estaUar el genero y la "autori-dad etnografica" mediante el uso simb6lico del montaje y el collage.

Las tres comentes podrfan situar5e a 10largo de una !fnea que involucraprimero la situacion de Laescritura etnografica como problema, luego Lapracti-ca 0 el programa de nuevas modaLidades de escritura y por Ultimo el estallidode Losgeneros literarios academicos a traves de la p6rdida de la forma en Taus-sig 0 de la p6rdida de la escritura misma en Tyler.

Por fuera de las tres corrientes se situa un marco que podrfamos caracte-rizar comoposmodemismo antropo16gico generico, el cual no se alimenta de losdesarroUos espedficamente disciplinares cuya dinamica ya esta establecida,sino que abreva directamente en el pensamiento posmOOernono disciplinar,siguiendo algunas de las !fneas que ya habfamos marcado en la reunion ante-rior: la crisis de los metarrelatos, el colapso de Ia razon, la desconstruccion 0el fin de la historia. Cabe sospechar que esta vanante no incurre en los temasya generados en la antropologfa posmocleI'Ill,lporque redonclarnente desconocela existencia de esta. Ejemplos de este posmOOernismogenerico dentro de laantropologfa pOOrfanser algunos ensayos recientes de Garda Canclini y ar-tfculos como "La historia como signa de 10 moclerno" (1990) de NicholasDirks, de la Universidad de Michigan.

La triparticion que aquf ofrecemos no sera defendida, pues solo se utilizacomo recurso provisional para ordenar el campo. Es obvio que entre las trescomentes definiclas existe cierta superposicion, pero tambien es innegable queeste ordenamiento facilita las cosas en el momento de trazar una vision pano-ramica del movimiento. En 10 que sigue, analizaremos esas corrientes en elmismo orden en que las hemo5 caracterizado, que es tambien el orden de sumagnitud y representativiclad decrecientes.

Son numerosos los interrogantes que podIfan plantearse; algunos seranrespondidos, otros dejados en suspenso. lComo comenzo el posmOOernismoantropologico? lPor que, en general, .tocloel posmoclernismo antropologico(con la posible excepcion de Taussig y Rabinow) es manifiestamente idealistay partidario· de una concepcion interpretativa de la disciplina? lQue conse-cuencias arroja que tOOoel proceso de formulaci6n de algo asf como una antro-pologfa posmOOernase haya desarroUado en los Estaaos Unidos? lPor que elgrueso de la elaboracion posmOOemaen ese pals se reduce a una version an-tropo16gicade la crftica literaria? lQue relacion puede haber entre una antro-pologfa posmOOemaque se ocupa de textos escntos sobre los nativos, y ladesaparicion de las culturas nativas en la sociedad posmOOema?

Respecto de los orfgenes de la antropologfa posmOOema,hay que notardos cosas: la primem es que quien acufio el termino fue sin ducla Stephen Tyler,alrededor de 1983 0 1984. No puede asegurarse que Tyler fuera el primero en"hablar" de antropologfaposmOOema,pero sf 10fue en utilizar el termino "posmo-demo" en el tftulo de un articulo. La segunclaes qu~ Tyler no es, a pesar de esehecho, un antrop6logoque se puede considerar representativo del movimiento.

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Mas hien encarna el espectro de su conce . , ,del extremo hacia el cual' pCdlOnmas extremada, el indiciola larga. " segun parece, to 0 el posmodernismo tiende a

Es notahle que, con la posihle exce . , d T I .parte de los antropologos mas 0 m pelO~. eyer y Taussig, Ia mayorideario posmOOerno hayan pert .~noi ~Xp~ICItamente identificados con elnos estudiosos, en efecto, rer:o~~~ ~~o :tpula: de ~Iifford Geertz; ~Igu-una nota al pie de a' d I' . . , posm enusmo antropologICo aras, de 1973 en laPqugelnGeaerta lfintrOOucclOlnde La interPretacion de Lascultu-

, e z a Irma que 0 • dialtropOlogo es escribir- lu " que pnmor mente hace el an-conciencia. sohre 10; ~od:~odagrega que ~n antropoiogla ha estado faltando

e representaCIon para no h hi d Imentos con ellos" Otra f d I' ' a ar e os experi-'--- rase e nusmo artICulo p hah' . . dmas, la costumhre posmOOern d 'd a~ece er IlliCla 0, ade-

, a e consl erar la escntur t I"genero de ficcion. Dice Geertz: a an ropo ogICa como

[18$interpretaciones antropologiC8$]son fic . .'son algo "hecho" aloo "fi d " " ClOnes;fiCClOnesen el senlido de que. , c onna 0, compueslo" -que e 1 . 'fi . , dtzo- no necesariamente fal . fi . s a slgm IcaClon efic-

"comosi". sas 0 me ec!lvas 0 meros experimenlos mentales de

PodrIamos decir que el posmOOernism ' . .esa reflexion; algunos ailos ma t d I 0 .antropologICo se maugura conmostrarlan dispuestos a expandis.ar e, os e~tud~osos de la primera corriente se

r esa conclenCla sohr I d fi ..representacion y los del segu d ' e os mo os IcticlOS den 0 comenzanan a lIe I ,. I

mentos. Pero elliderazgo de Ge rt t I . var a a prachca os experi-.. e z en re os Interpretaf 'IparadoJlCamente desde que r ul . he' IVOSso 0 se mantuvo,

. ' lOrm ara sin sa rlo el d Irnente hasta que esta se con ft '£ I programa e a nueva co-Santa Fe, llevado a caho en I: S ~o I o~ m~nte en el Hamado Seminario deNuevo Mexico en ahril de 1984

c;;: 0 hI' e~~an Research de esta ciudad de

cias presentados en ese se' : pU. IcaClon de los documentos y ponen-hlia del movimiento m~nano con~t~tuyeron ellihro por excelencia, la Bi-James Clifford y Geor::~'::c:~o, Wntmg Culture, editado en Berkeley por

Lamentahlemente ese lihro es un docume' Imiento fundacional, pues no solo los arlIcul hnto I?comp eto de ese aconteci-cara a su puhlicacion perdl'end t °Is an sldo elahorados de nuevo dedi. ' 0 su na ura eza de po. IIscuslon, sino que las misma di' .nenclas en un ta er de. s SCUSlOnesque los div ....

cleron de los trahajos de sus colehan . 'd er~os partlclpantes hl-. If" gas se onuti 0; el trahaJo de C

ReJahe~p0, ~e di

lscuhdo por Tyler, y el de Tyler por James Clifford t:.panzpoan~, podr

Inow, Inc usa adopt6 un nomb JU • nenCIa e.' re Wlerente en el con II'hsu version original el termi" ad "fi greso que en e I rooEn

no posm erno, no 19uraha en el tItulo I EI S .I . emlna-La ponencia otiginal de Rabinow se lIamaba "P r:ful .

alaca~a mas cen~almente la postura de Clifford' el a~ 1 Authors: Fantas.a of the Library", ysentatlOns are soc.al facts: Modernity and p~ •• .,,: J ':'ic~ 0 que ocupa su lugar se llama "Repre-

u.»-lY,uaernuy In Anthropology".

rio -insistimos- fue en 1984; la edicion deIlihro, recien en 1986, yen unadisciplina movil dos ailos son eternidad.

Una de la conductas recurrentes en el seminario fue la crftica hacia lospostulados y los logros de la etnograffa de Geertz por parte de autores que ini-cialmente 10 haMan seguido. Cuando hoy se habla de este autor es obligadoaludir a dos de esas cnticas, la de Vincent Crapanzano (de Nueva York) y lade Paul Rabinow (de Berkeley); ambas, natural mente, estan incluidas enWriting Culture. Tanto Crapanzano como Rahinow haMan estado hajo la in-fluencia de Geertz cuando trahajaron en Marruecos, juntando el material y re-cabando la experiencia que documentan dos etnograflas que comentaremos alocuparnos de la segunda corriente posmoderna y que son, respeetivamente,Tuhc..ni (19BO) y R41exions on Fieldwork in Morocco (1977). Recuerdese queMarruecos fue una de las areas en'las que Clifford Geertz desarrollo su trahajode campo; durante algunos aoos (entre 1977 y 1982) dio la impresion de ser,junto a Bali, el ambito por excelencia para la aplicacion de la antropologfa in-terpretati va.

Con la realizacion del Seminario de Santa Fe y tras el efecto causado porla publicacion de Writing Culture la etnografla posmoderna alcanza a definiruna identidad que ya dehe poco 0 nada al programa de la descripeion densa yque se ocupa mucho mas de los textos sobre la cultura que de ahordar la cultu-ra como texto. Los alumnos han superado al maestro y se han apropiado del ti-mon para fijar un rumbo que ahora tOOos siguen, maestro incIuido; si alglinproceso academico se transparenta en el despliegue de la antropologfa posmo-derna, este es el de la absorcion de la propuesta simb6lica e inte1'p1'etativa hajolos auspicios del posmodernismo; dicho de ot1'a forma: para estar al ilia, eIpropio Geertz ha debido asumi1' el estilo posmoderno de argumentacion, si-tuandose en las filas de los convertidos. .

En efecto, el anteaoo pasado Geertz se ha plegado docilmente al movi-miento general, escribiendo con destellos fugaces de su estilo caracterlsticoacerca de El antrop61ogo como autor y ahordando el analisis de la antropoioglacomo un genero de ficcion entro otros; este texto de Geertz ha salido hace muypoco tiempo y pese a que tecnicamente es insustancial seguramente se con-vertira en un best-seller, porque Geertz se ha escapado de las reglas de la inter-na antropologica y ha ganado un lugar en el horizonte de lecturas delintelectual culto. A nuestro juicio, la clave de El antropologo como autor es lasegunda mitad del capItulo cuarto, donde Geertz responde alas crlticas de susantiguos seguidores burlandose despiadadamente de la etnograffa experimen-tal de Rabinow, Dwyer y Crapanzano, pero sin deja1' de marcar el peso al com-pas de la "ant1'opologfa de la escritura etnografica" definida por Clifford. Coneste texto, Geertz por primera vez se complica en un dialogo bajtiniano con au-tores que 10 han critic ado, aunque el mismo procure disimular que su cuestio-namiento constituye una respuesta.

No es idea nuestra que Geertz esta desacreditado y que ya no es conside-rado conductor del movimiento interpretativo. La idea ha sido formulada porRabinow en uno de los artIculos de Writing Culture. Citamos a Rabinow:

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Existe un curioso retardo temporal en la forma en que los conceptos se mueven atraves de los lfmites disciplinarios. El momento en el que la profesi6n hist6ricaesta descubriendo a la antropologfa cultural en la persona no representativa deCliffordGeertz, es justo el momento en que Geertz esta siendo cuestionado en an-tropologfa,uno de los temas recurrentes del Seminario de Santa Fe que dio lugara este volumen.

La cafda de popularidad de Geertz y de su infiuyente Centro de Estudiosde la Universidad de Princeton redibujo el mapa de las instituciones academi-cas de moda en los Estados Unidos. Con la realizacion del Seminario de SantaFe el centro neun'ilgico de la antropologfa interpretativa se traslada en parte ala Universidad de Rice (en Houston, Texas) y en parte a los centros universita-rios que rodean a San Francisco en California (Berkeley, Santa Cmz y Stan-ford). En la primera regi6n trabajan Michael Fischer, George Marcus, DickCushman y Stephen Tyler; en la segunda se congregan Renato Rosaldo, PaulRabinow, Mary Louise Pratt y James Clifford.

Puede interpretarse este movimiento como una traslaci6n del centro degravedad de la antropologfa norteamericana desde la zona fna a la zona de par-que, en un impulso en el que quedo atras el infiujo nordico del Chicago de Da-vid Schneider, donde se habfa iniciado todo el movimiento simbolista. Estejuicio en apariencia superficial esconde, en realidad, una apreciacion respectodel reordenamiento de las jerarqufas en las universidades norteamericanas, enel que ha salido favorecido el circuito en el que se situan instituciones que po-cos aiios atras eran juzgadas secundarias en materia de antropologfa.

En la gestaci6n del movimiento, la obra de James Clifford ha resultadoesencial. Los lectores podran apreciar las el~gantes formulas de "Sobre la au-toridad etnografica", un texto en el que Clifford juega con las relaciones eti-

, . ., bl """," " t 'dad"mologlCas que en mgles se esta ecen entre autor, autona y au on .EI aporte de Clifford no solo radica en su acto fundacional de una espeeie deantropologfa de la antropologfa (que Ie sirve, por ejemplo, para hacer aceptablesu negativa a desarrollar trabajo de campo), sino en la instauraci6n de una es-pecie de moda especffica dentro de la moda generica de la antropologfapos-mOderna.

Nos referimos al redescubrimiento de figuras ejemplares de Ia historiaantropologica. Clifford ha impulsado en los Estados Unidos la rehabilitSlcionde Maurice Leenhardt y esta haciendo un trabajo semejante con Marcel Griau-Ie. De hecho, escribio una biograffa intelectual de Leenhw'dt que se ha con-vertido en un modelo de una nueva clase -posmoderna- de biograffas, yutiliza toda ocasion que se Ie parece para presentar los textos de Griaule (yenparticular Dios de Agua: Conversaciones con Ogotemmeli) como precursores dela dialogica, la polifonfa y la autona dispersa. EI argwnento es que autores c~-mo estos anticipan varias de las caractensticas propias de la etnograffa expen-mental, se oponen al esquema racional que ha presidido al realismo de Iaetnograffa convencional y constituyen de esta forma una especie de panteon de

precursores de la etnogra£fa posmoderna. Recientemente, la antropologa ingle-sa Marilyn Strathern se ha sumado a la costumbre de reivindicar precursores,celebrando a Frazer en un mtfculo sumamente denso, publicado en el CurrentAnthropology, incluido tambien en esta compilacion.

La busqueda de antecedentes es entonces una de las constantes de laelaboracion posmoderna; es sintomatico que para ejemplificar cieltas facetas·de la dialogica y la polifonfa, Clifford recurra a autores tan inesperados comoEvans-Pritchard, Malinowski y hasta Lafitau. Algunos crfticos han cuestiona-do, precisamente, el hecho de que el posmodernismo incurra con demasiadafrecuencia en una busqueda frenetica de precursores, 10 cual opera en primerterrnino como signo de su naturaleza fundamental mente conservadora ("retro-gada", en puridad) yen segundo lugar como un acto irreflexivo que contradicelos supuestos no continuistas de la epistemologfa posmoderna en general.

Junto con la busqueda de precursores, el rasgo mas interesante de estacorriente de la antropologfa posmoderna esta dado por el ejercicio de la tipifi-cacion. No solo se trata de contrastar la etnogra£fa convencional con la etnogra-£fa contemporanea; ademas hay que establecer la anatomfa interna de estaUltima, caracterizar sus hilos conductores, enumerar sus atributos, definir susclases internas y los precursores y practicantes que les corresponden. lQueotra cosa podrfa hacer, por cierto, el antrop610go de la antropologfa fuera de ti-pificar su objeto?

Tanto el altfculo de Clifford como el de Marcus y Cushman constituyenejemplares perfectos de este ejercicio de tipificacion, 10 suficientemente clarosy explfcitos como para que pasemos por alto su comentario. EI lector podracontrastar por su cuenta territorializaciones alternativas, coincidencias yquiasmas, constantes e idiosincrasias, lujos de estilo y redundancias, ejecu-tando por su cuenta las mismas proezas de cotejo intertextual que apasionan atodos los posmodernos y en que finca la gracia del juego. POl' efecto de los re-tardos editoriales y de la reedicion del artfculo de Clifford, se da ademas la ra-ra circunstancia de que cada uno de los aItfculos (pergeiiados aproximadamenteen la misma epoca) menciona al otro.

Pero ninguna referencia contextual a la aparicion de una presunta antro-pologfa posmoderna estarfa completa sin la documentacion de sus querellasinternas y de sus conflictos latentes. La antropologfa posmoderna no es una ex-cepcion en la conflictiva historia de la disciplina, y se encuentra tan afectadapor estos disensos como cualquier otra tendencia teorica.

Dos crfticas de otros tantos autores "posmodernos" se refieren a ideas ypremisas de otros antropologos a los que no se dudana en calificar con la mis-ma palabra: Vincent Crapanzano h3 impugnado sistematicamente a CliffordGeertz y Paul Rabinow ha puesto en tela de juicio a toda la "metaantropologfatextualista", por mas dialogic os 0 polifonicos que sean sus enfasis.Veamos su-

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cintamente esta segunda crftica, por cuanto se refiere al articulo de Cliffordque aqui se reproduce.

. Como los textos teoricos posmodemos son en general articulos muy bre-ves 0 compilaciones, se da muy frecuentemente que se los reedite en distintaspublicaciones peri6dicas. En Estados Unidos, ademas, es muy comun que losborradores circulen y se conozcan antes de ser publicados. Esto ocasiona para-dojas y aparentes cruzamientos temporales, como comprobamos anteriormentea prop6sito de Marcus/Cushman y Clifford. La traducci6a que realizamos delarticulo de Clifford incluye un epigrafe de Paul Rabinow que pertenece, curio-samente, a un articulo en el que Rabinow critica al mismo articulo de CliffOl'd.

Asi como el posmodemismo se construy6 sobre las ruinas de la descrip-ci6n densa, asi tambien algunos posmodemos ya estan tratando de sacarse deencima a quienes tienen buenas perspectivas para asumir elliderazgo'. AlegaRabinow que Clifford ha asumido ex officio el rol de escriba de l1uestras escri-turas. Aparentemente, el trabajo de Clifford pareceria seguir el mismo rumbafijado por el inlerpretativismo de Geertz. Pero hay -advierte Rabinow- unadiferencia fundamental: para Geertz, la actividad basica sigue siendo la des-cripci6n del otro: y el otro para Clifford no es el nativo 0 el extraiio, sino la rep-resentaci6n antropol6gica del otro. Esto hace que pOl'un lado Clifford tenga unmayor control de su proyecto y que por el otro su trabajo sea mas bien parasita-rio. EI puede inventar sus problemas con escasas coacciones; puede constan-temente alimentarse de textos que hacen los demas.

Esta observaci6n no involucra todavia una crftica; la metaantropologfa,de hecho, sigue pareciendo necesaria, si es que no apremiante. Lo que escuestionable, sin embargo, es la faIta de autorreflexividad de los escritos delpropio Clifford. Clifford parece abogar por una inslancia dial6gica, pero suspropios textos no son dial6gicos. Parece cuestionar el recurso tipo "yo estuveaIll" que utiliza Geertz en el articulo sobre la rina de gallos, pero su propia for-ma de legitimar su autoridad queda sin examinar. Clifford lee, clasifica y esta-blece un canon, incurriendo por elIo en una estrategia clasica de legitimaci6n,como 10han sido siempre las actividades clasificatorias.

Siempre segun Rabinow, algunas de las afirmaciones deslizadas por Clif-ford resultan poco convincentes; cuando dice, pOI'ejemplo, que los modos ex-periencial, interpretativo, dial6gico y polif6nico estan por igual disponibles,que ninguno es obsoleto y ninguno es puro, que dentro de cualquiera de elloshay aun espacio para la invenci6n, etcetera, parecerfa ir en contra de sus pro-pias afilmaciones; el no ha expuesto las cuatro alternativas can el mismo enlu-siasmo, sino que la dial6gica y la heteroglosia Ie han merecido mas simpatia ymenos agudeza crftica que las anteriores. Con ese comentario, Clifford hatransformado 10 que presenta como una progresi6n en una operaci6n de elec-ci6n entre altemativas equivalentes. Asimismo, cuando afirma que esos dosmodos estan ganando terreno, la afirmaci6n es por 10menos dudosa: el posmo-dernismo esta poniendose de moda, pero no se ve que los posmodernos confor-men mayorfa, ni que las etnograflas dial6gicas y heterogl6ticas se hayanmultiplicado exponencialmenle.

Rabinow --cuyo referente mas invocado es significativamente Fou-cault- propone(en reemplazo de la antropologia pos~OOe~a, ce~t~ada en latextualidad) una actitud vital que denomina .c?SmOpo~lt~msmo cntlco, y quevendria a ser .una versi6n puesta al dia del VIeJOrelahvismo ;~ltural, .con unespfritu muy semejante al de la clesacreditada .antropo!o~ia cnhca de, fl~es dela decada de 1960, pero con un fundamento epistemologlCo mucho m~s.Iefina-do. Rahinow (anteriormente partidario de los enfoques fenomenologI;os enciencias sociales) ha sido, incidental mente, uno de los posmodemos mas des-confiados acerca de la posibilidad y/o utilidad de un abordaje pura~ent~, textualde las cuestiones antropol6gicas. Aunque admite peltenecer a la rmsma fecler~-ci6n interpretativa" que los restantes alumnos de Geertz, Ie d~sagrada el cordonsanitario hist6rico y politico que losinterpr~fivis~ han co~truido ~ ~u alrecleclor.

El cosmopolitanismo crftico de Rabmow mtenta sduar la ehca c~mo va-lor primordial; la figura ejemplar del cosmopol~ta crftico ~s para ~abmO\~.ladel sofista: eminentemente griego, aunque exclmdo de la cmdadama en vallaspolis; observador de su propia circunstancia co~o si !a mira~~ desde .afuera;excluido de cualquier regimen universal, sea baJo la mvocaClOn de DlOS, delimperio 0 de las leyes de la raz6n; devoto de la ret,6rica y ~e~-f~ctamente a.l tan-to de sus abusos; interesado por los sucesos del dla, pero Iromcamente ch~tan-eiado de ellos. Esta es, para Rabinow, la semblanza del antropologocosmopolita, situado mas alIa del posmodemismo. . ,

EI comentario sobre Rabinow no estaria completo Sl no evocaramos suexito editorial mas resonante, Reflexiones sobre el trabajo de car;"poen Marr~le-cos (1977), la mas breve de las tres etnograflas marroquies y tal ve~ la meJor.Esta, por supuesto, es anterior a la existencia mis~a del ~osr~'lOderms~o, y su-cecle a una obra suya mas conveneional, Symbobc Dommatw~, (197;»). ~ejle-xiones es un clocumento autobiografico que describe la relaclOn de Rabmow

. r • , "fi' I"con diversos informantes, tanto dispensadores de 1l110rmaClOn OlCla comomarginales OOiados por sus propios compatriotas.

El detalle de los personajes y situaciones no viene al caso, aunque lapintura que se filtra de la sociedad marroqui se~ en si muy intere~a~te ..Lo que ..Rabinow enfatiza es la forma en que se va conshtuyendo el conOCImlento etno-"grftfico como resultaclo de un proceso complejo en el que el antrop610go y susinform:ntes tratan de establecer bases de comprensi6n comunes, viendoseobligados a poner de manifiesto tOOossus preconceptos.

Cada vez que un antrop6iogo penetra en una cultura, entrena a la gente para obje-tivar para el su mundo de la vida.,En tooas las cultur~" por supuest~, ya hay al-guna objetivaci6n y autorreflexi6n. Pertl esta traducclOn au!OCOnsClenteen, unmedio externo es mas rara. EI antrop610gocrea un desdoblamlento de la co~clen-cia. Por 10tanto, el amllisis antropol6gico debe incorporar dos hechos: prlmero,que nosotr08 mismos estamos hist6ricamente situados a traves de las ,preguntasque hacemos y de las maneras en.~ue buscamos co~prender y exper,lment~r elmundo; y segundo, que 10que reclblmos de nueslros mform~ntes son mlerpleta-ciones, igualmente mediadas por la historia y la cultura (Rabmow 1977: 119).

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Que 10 que un infonnante produce son interpretaciones ya 10 habla dichoGeertz unos pocos anos antes. El resto quiza ya 10 sabfamos, si bien pocas ve-ces 10habfamos sometido a reflexi6n puntual. Lo mas original es 10 que resultade esa interacci6n, "una especie de tierra intermedia entre las culturas", "loscomienzos de un objeto 0 producto hfbrido y transcultural", "un mundo limi-nal". Docenas de etn6grafos experimentales han transitado desde entonces es-tas ideas, consolidando la reflexi6n no necesariamente tecnica sobre el trabajode campo como una de las formas fijas de la posmodernidad.

La practica de la etnograffa posmoderna no es independiente de la teOrlay de la reflexi6n a posteriori, pol' 10 que es natural que esta corriente interna yla anterior experimenten cierta superposici6n. Sea como fuere, esta segundacOlTiente es la que ha desarrollado las innovaciones que antrop610gos como Ja-mes Clifford, George Marcus, Dick Cushman y Michael Fischer se encarganluego de tipificar. Proponemos distinguir dos aspectos en ei interior de estaveitiente: -el de las etnograffas efectivamente escritas, y el de los prograrnaspara escribir elnograffasen el fuluro. Abordemos ahora el primero.

Sin animo de ser exhaustivos, podemos senalar, muy sinteticamente, al-gunas de las etnograffas que configuran este movimiento experimental; orni-liendo el trabajo de precursores mas 0 menos causales y distantes, losanalistas coinciden en reconocer como "experimentales" trabajos como estos

2

Donald Bahr, Juan Gregorio, David L6pez y AlbeIt Alvarez -Piman Shama-nism (1974). Primer caso expllcito y deliberado de escritura polif6nica.Primer texto etnografico pensado para un lectorado inclfgena y para perpe-tual' operativamente los hechos culturales analizados. Amplia referencia atextos y e1ocuciones en idioma inclfgena. -

Jeanne Favret-Saada -Les mots, Lamort, les sorts (1977). El texto esta estruc-turado en terminos de la ret6rica de la magia, con eI objetivo de socavarlas ideas del lector acerca de la hechicerfa. Ejemplo de etnograffa en mo-do discursivo, literario.

Ian Majnep y Ralph Bulmer -Birds of my Kalam country (1977): Caso expll-cito y deliberado de autorfa conjunta. Diferentes tipos de imprenta identi-fican las partes del autor y su informante.

Paul Rabinow -R4lexions onfieldwork in Morocco (1977). El autor nalTa supropio despeitar respecto del colonialismo durante el desarrollo del traba-

2 Sefialamos, sucesivameute, el autor, el texto y el tipo de iuuovaciou preseutado por este, orde-llados crollologicaInenle.

jo de campo. Algo de esto ya 10 hemos comentado mas arriba. Rabinow si-tua su propia experiencia (sale al campo "dos dfas despues del asesinatode Robelt Kennedy", deja detnls grandes trans formaciones de su propioorden social) y plantea diversos problemas de la situaci6n del antrop610goen eI campo, ante todo el de la creaci6n de un "sistema de sfmbolos com-partido" entre eI antrop610go y su infonnante. Cabe comparar esta idea conla "realidad negociada" descubierta pol' Crapanzano.

Jean-Paul Dumont -The Headman and 1(1978). Resena de trabajo de campode caracter confesional, que senala y aborda agudos problemas metodol6-gicos. Uno de los "descubrirnientos" del autor fue el de su propio status eneI interior de la cultura estudiada. Profusa reproducci6n de situacionesdial6gicas.

June Nash -We eat the mines, the mines eat us (1979). Infrecuente caudal decitas de informantes individualizados; la autoridad monol6gica del autor--dicen los crfticos- comienza a resquebrajarse en textos como este.Densa correlaci6n de interpretaciones y datos etnograficos.

Vincent Crapanzano -Tuhami. Portrait of a Moroccan (1980). Presenta unahistoria de vida y una entrevista planteada como enigma, en la que ellec-tor debe "ayudar" en el proceso de interpretaci6n. Crapanzano situa allec-tor como "mediador" en el encuentro del antrop610go con su informante.Este autor cuestiona la naturaleza de las descripciones etnograficas clasi-cas; hacer etnograffa no es para el describir la realidad de otra cultura, si-no hablar de la "realidad negociada" que se establece entre eI antrop610goy sus informantes en la practica misma del trabajo de campo.

Renat? Rosaldo -Ilongot headhunting, 1883-1974. A study in society andhLStory(1980). Se muestra la forma en que los IIongot forzaron al autor aescribir una etnograffa muy distinta a la que el tenia prevista. De su pro-yecto original sincr6nico, Rosaldo pas6 a ocuparse de una inespemda con-cepci6n diacr6nica que representa la perspectiva IIongot de la historicidady eI cambio. Ambos Rosaldo (Renato y la fallecida Michelle Zimbalist Ro-saldo) tuvieron parte activa en una subcorriente de las antropologfas inter-pretativas que podriamos llamar la "antropologia de la emoci6n" (0 delsentimiento). En esta moclalidad (integrada de facto al posmodernismo) seanaliza 10que Rosaldo llama "Ia fuerza cultural de las emociones".

Michael Taussig -The Devil and Commodity Fetishism in South America(1980). Vease el comentario en la secc~6n siguiente.

Majorie Shostak -Nissa: The Life and words of a !Kung woman (1981). Laautora se muestra emocionalmente involucrada con su informante, y haecgirar todo el proceso etnogriifico en tomo de ese hecho.

Gananath Oheyesekere -Medusa's hair: An eS6ayon personal symbols and re-ligious experience (1981). EI autor utiliza conceptos analfticos freudianos

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~:::x~~f:t~:gr~J::::t~thr:gut n~as qude ?dOviole~ Ia integridad cultural del. IS onas e VI a que mcluye est' ( , M

cus y Fischer) entre las mas vlvidas de la antropologla. an segun ar-

Kevin Dwyer -Moro D' lc A hdio d t . .ccan La gues: nt ropolcgy in question (1982). Compen-baio ~e ranscnPCSlOneuhsmuy poco retocadas de entrevistas obtenidas en eI tra-

, campo. e s raya el escaso c t I I'material respeeto del uall on ro que e etnografo tiene sobre elmtir de est c, , ueg~,se expresa con suma autoridad. Se propane, a

p a constataelOn, una hermeneutica de la vulnerabilidad" .

Michael Taussig -5h . C l . . .rr . amamsm, 0 omalzsm and the Wild Man: A Stud, in Teor and Heahng (1986). (Vease comentario mas adelante.) :) -

(1986), que constituye una nueva exaltaci6n de las etnograffas experimentales.En el mismo circuito de ideas se mueve Orientalism, del posmodemo genericoEdward Said (1979); este no es un texto antropologico (el unico antropologo alque se menciona es Clifford GeeI1z), ni manifiesta conocimientos profundos enmateria de textos orientalistas, pero de todas maneras ha ejercido una enormeinfiuencia en el movimiento. La tenclencia programatica mas interesante esquiza la clialogica, que asume ahora el protagonismo en este prologo,

No hemos pretencliclo enumerar t d I f'esta tenclencia ni resumir sus c t 'cl° aSufias.etnogra las representativas cle

, on em os; s lClente not' ' cl II h Ial1lCulos que aqui se incluyen V Icl' ·1 ICla e e 0 ay en os. a na a pena eso Sl cl I' ,aspectos, tanto argumentativ "poneI' ere leve clertostrata en forma muy m ' IOScomo cobntextuales, que la literatura cle consulta

N' . argma 0 que no a orda en absoluto.otese, en pnmer lugar que I ul" clles se da -d' '19 a acum aClOn e etnograflas experimenta-

Igamos- entre 77 y 1982 conantes y clespues. La eclicion cl t I' ' u~os pocos casos esporadicosda curva, cuyo perfil no se m:;;~::~o oglas exp~mm~ntales describe una niti-de Kracke, Robert Levy 0 Schieffeli:: de haber mcl~Ido oh.:asobras, c?mo lases quiza mas d cl Ed' ,uya pertenenCla al genera expenmental

u osa. sto po na .'leI'un efecto a t d I f; hpias visiones retrospectivas en que se defin paren e be, a ec a de las pro-res". 1'010 ' en esos tra aJos como "ejempla-cieI1~r:ado dmas segu~o es que el experimentalismo etnografico ha llegado a

g e agotamlCnto. Las etnograflas siguientes mult' r 1 .bero no la renRuevan. Los trabajos recientes que toman como ~o~~:I: a~specle,

umont 0 a osaldo suman centenares' ' ,a wyer, aponerse en tela cl ' , . h' pero su caracter expenmental puede

e JWCIO,pues no acen mas qu d' I"dos. como canonicos pOI'las nuevas autoriclacles e::'~;~~~c::ll'T~~::sl:sonsatgra-reCIentes -posmoclemos 0 no-- elm't I '. au oreso d cl a 1 en que e posmodemIsmo cone el rig e egenerar en una nueva escoIastica autoritaria La id . d es-nografla experimental es contraclictoria l' . '. e~ nu.sma e una et-sos y vanguardias tipicos de Ia modemid~.que Imphca contmmdades, progre-

enum~!a~:~ol::ol:s a~:og:a~~; consumadas en este movimiento (y todas lascompleta), se han eiahor:i guna de eUa1ssea ?~a etnografla c~nvencionalhan cU8.J'ad' ,0 programas para a acclon {utura. Estas agendas no

o aun en mnguna etnograffa concreta sino ' h'constituirse en marcos de gufa para el fut t h'. que. mas len pretenden

U d I uro 1'8 aJo expenmentalno e os programas se refiere al usa d 1 f'

!a crlrica de la c?Itura (de Ia cuItura occident:I, :: ::t~;~:1:)~ ;t:~t:;;para~~~i:~~;=;:~talldea. es ~a a~tropologta como crttica cultural Un momen;o n;:~as c~enc~as umanas, de George Marcus y Michael Fischer

La antropologia dial6gica de Dennis Tedlock se origina en observacio-nes realizadas pOI'este autor a proposito de la ·naturaleza peculiar de la investi-gaci6n en ciencias sociales. EI articulo donde desarrolla pOl'primm'a vez estasideas se llama algo asi como "La tradicion analogica y el surgimiento cle unaanlTopologia clialogica", y fue publicado en 1979. Tedlock clice que si la antro-pologia sociocultural estuviera basada solamenle en la observacion silenciosa,no habl·ia nacla que la clistinguiera cle las ciencias naturales. Pero de hecho noes asi: el estudio cultural se basa necesariamente en un ambito de inlersubje-tiviclad humana, EI dialogo antropologico (clel inv'estigaclor con sus infor-man-tes) crea un munclo, 0 mas bien crea una comprensi6n de las diferencias queexisten entre las personas que participan en ese dialogo cuando comienzan suconversacion.

Tediock afirma que cuanclo se prepara el texto sobre la experiencia etno-grafica para su publicacion esta climension clialogica se pierde, en beneficio deuna palicla imitacion de la objetividad cle las ciencias exactas, a Ia que el ca-racteriza como tradici6n anal6gica, La antropologia convencionil.l es analogicaporque afirma que el cliscurso que se presenta en una publicacion es "equiva-lente a", "proporcional a" la experiencia clialogica en que se origina. Pero eilrealiclacl no es asi: el clialogo es un proceso continuo, clinamico; el analogo esun pl'Oclucto,un resultaclo estatico.

Las "palabras nativas" que salpican Ias etnograflas convencionaies -prosi-gue Tecllock- no constituyen un Ienguaje articulaclo; la funcion cle Ios termi- "nos incligenas, general mente, es la de proporcionar eviclencia cle que elantropologo que ahora ocupa el sillon estuvo antes en el campo. Ni siquiera Iasetnograflas que conceclen mayor atencion a estos aspectos se salvan del mono-logismo generalizado: Reflex.ionessobre el Trabajo de Campo en Marruecos, dePaul Rabinow, presentacla como uno cle Ios monumentos de la tenclencia expe-rimental, nos presenta apenas una E) dos frases nativas, y amhas en arabe;Gecrtz, pOI' su pal1e, nana la rina de gaUos halinesa en primera persona, 10cual insinua que los nativos tienen muy poco que clecir; y en una ocasi6n en laque los halineses hahlan de su propia lengua, 10hacen colectivamonte: "pulisi,pulisif", .

El modo c10minante de la etnograffa analogica es el monologo. El diiilogoque Tecllock propone no es tanto un metoclo sino un modo del c1iscurso, en 01

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que los metodos revelen la forma en que verdaderamente trabajan, en el quese muestre -por ejemplo- que determinados nativos se rehusan a jugar eljuego de la etnoeiencia, 0 que nuestro informante mas confiable no recuerdapor el momento mito alguno. En su artfculo de 1979 Tedlock rastrea algunoscasos aislados de antropologfa dial6gica y deja luego las cosas ahf, sin mayordesarrollo metodol6gico. '

En "Preguntas concemientes a la antropologfa dial6gica", un artfculo de1987 aquf reproducido, Tedloek vuelve a la carga; y esta vez, para ser cohe-rente, el propio mtfculo tiene forma de dialogo, igual que los famosos metalo-gos de Gregory Bateson. Si alguien duda que la postura que estamosanalizando sea expresamente posmoderna, aquf mostramos una de las afirma-ciones que prueban ese punto:

Unade las sefialesdel posmodemismoes una incredulidadhacialas melanarrali-vas en que se realizanintentosde totalizaci6n.En la medidaen que un dialogosiempreesla en proceso,ningunametanarralivaes posible.Si los que participande un dialogoalcanzaranun puntode completoacuerdo,yanotendrlanquedialo-gar mUluamente.En este sentido,el dialogo(comoprocesodinamico)es posmo-demo.

Lo que hace Tedloek, en definitiva, no pasa de ser un programa que (aligual que el proyecto de antropologfa esbozado por Tyler) no puede senalar nisiquiera un solo texto que constituya un ejemplar aceptable de la clase que sepropone imponer, ni puede tampoco --desde ya- construir el mismo un textonuevo que este a la altura de las idealidades que se han estipulado como obje-tivo. Mas aun, en los Ultimosparrafos, de su Ultimo artfculo, Tedloek aprove-cha para poner en tela de juicio la utopIa de Ia autona dispersa 0 de la autonaplural que han anunciado algunos posmodemos; convoear a un movimiento enpro de la autona dispersa -junto con la confecci6n de listas de libros aproba-dos que parecen estar moviendose hacia esa utopIa- .es contradictoria con laidea misma de dispersar la autoridad.

La discusion de Tedloek con el nino terrible de la antropologfaposmo-dema, Stephen Tyler, es representativa del tipo de argumentos que se han lle-gado a plantear en estas nuevas tendencias. Si bien Tyler no puede menos queestar de acuerdo en principio con Ia idea de la dialogica, la polifonfa y Ia hete-roglosia, no 10eshl en cambio con su implementacion. Ya en 1982 decfa que"el dialogo vertido como texto no es un dialogo, sino un texto di~frazado dedialogo, un mero monologosobre un dialogo, en la medida en que las aparicio-nes del informante en el dialogo estan por 10menos mediadas por el rol autoraldominante del etnografo". Los dialogos que reproduce la etnograffa "no sondialogos, sino textos soffsticos, como aquellos dialogos fingidos perpetradospor Platon".

Tyler niega, por ejemplo, la posibilidad misma de una antropologfa dia-logica que no "oprima" de alguna manera al nativo dialogante seccionando sus

redundancias, seleccionando los topicos de interes, poniendo ellibro entre uncomienzo y un final. Las palabras del nativo siguen siendo solo un instrumento .de la voluntad del etnografo. La antropologfa dialogica, en consecuencia, es in-capaz de trascender las limitaciones de la "representaci6n" en general. Comoveremos luego, Tyler propone ya no la "representaci6n" convencional, sinouna nueva y ut6pica forma de "evoeacion", con respecto a la cual ni siquierael es capaz de identificar Ios textos que la ejemplifican.

Tedloek Ie responde preguntandole si, dado que "cada acto de repre-sentaci6n es un acto de represi6n poHtica", debemos silenciar 10 que los de-mas nos dicen para no incurrir en aiglin tipo de represi6n. Si los nativos sonbrutalmente reprimidos -por ejemplo- por los marines norteamericanosldebemos acaso silenciar esta representaci6n? Que este tipo de cuestiones ten-gan que ser planteadas, y en esos terminos, es para nosotros un signo de bana-lidad que no conviene minimizar. Por 10menos una cosa es evidente: que nos610la antropologfa convencional y el positivismo (los fantasmas de paja de losposmodemos) estiin en crisis.

Si alguien cree que la antropologfa posmodema revisada hasta aquf esrevulsiva y contestataria, alin no conoee a su facci6n mas alborotadora. Des-pues de Tyler, la individualidad mas deslumbrante de la antropologfa posmo-dema tal vez sea Michael Taussig. Taussig estudi6 en la London School ofEconomics; en su juventud estuvo polfticamente inclinado hacia la izquierda,a tal punto que se traslad6 al sudeste colombiano con la idea de prestar servi-cios medicos a la guerrilla. En la selva cay6 bajo la influencia de un chaman,Santiago Muturnbajoy, que 10inici6 en 10s misterios del yage. Muturnbajoy fuemucho mas para Taussig de 10 que Muchona pudo haber sido para Turner; fuealgo aSIcomo 10 que pudo ser Don Juan para Castaneda, pero, en este caso, deverdad.

Taussig es un "iniciado", igual que Bennetta Jules-Rosette 0 que FredrikBalth; pero la elaboraci6n que el hace de esta circunstancia es harto mas crea-tiva. Mientras Jules-Rosette solo alcanza a proponer un pufiado de fases meto-dol6gicas difusas, avaladas por una ejemplificaci6n circunstancial, y mientrasBarth finge inventar modelos que ya existfan a los que pone nombres que noestaban vacantes, Taussig, el posmodemo mas claramente sesgado hacia la iz-quierda en el espeetro poHticode Ii. antropologfa, ha introducido en la practicay sobre todo en la escritura de la etnograffa,modificaciones que la afectan pro-fundamente. Las obras mas conoeidas de Taussig son The Devil and Commo-dity Fetishism in South America (1980) y Shamanism, Colonialism and theWild Man: A Study in Terror and Healing (1986).

Su primer trabajo, cuyo tftulo podrIa traducirse como El diablo y el feti-chismo de la mercanC£a en Sudamerica proeura ser una obra experimental queconcilia el enfoque de la economfa poHtica con la antropologfa interpretativa.

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Aunque la crftica academica Ie ha sido hostil este primer tr b ' Itar pOl'10 menos un buen intento T . '. a ajO ogra presen-nos colombianos y d r : aussIgboa~a.hzala reacci6n de los campesi-

e os rmneros hVIanos . .,proletariado en una economfa .. a su mtegraclOn comoxiano de "i' t' h' I I moneta~Ia. Discute con largura el concepto mar-

Ie IC Ismo ce a mercancfa ' y I I'representaciones incH enas en las u~go rea Iza un .co~trapunto con lastan invariablemente c~mo algo "m~~~' 10yShpaIOtCe'~do~cbl:ll.ca~,Itahsmose interpre-

E . . ' s a Ia 0 ICO .n el caso bohvlano, el Tf6 encama u . d·' , .

debe ser propiciada y . na especIe e entIdad maleflCa queque proporclOna una m d' .., 'b T

;~:e;~.~::~~:~;:;~~~;:~t~ee:;e;~~:r:;I~n~:le:lf:;~:~~~~ :~;t~iI~: ~:t;::c~:'~mqmsldor real; luego se 10 represent6 co ' .10 se representaba como unde cowboy. Para quien I' I ~o un. gnngo grotesco con sombrero

es 0 siguen, e pnmer hbro d T' .desaffo a cieltas convenciones a t I" e aussig constItuye unn ropo oglCas' fen6me I b' .do relegados a la marginalidad d I "£ I I ,,' I,nos que antes la Ian SI-ciales anacr6nicos rev I e 0 core 0 tratac os como mecanismos so-modos de producci6n. e an ser un gesto de resistencia frente a los nuevos

La segunda obra es mas barroca dT'1 T . hlos antrop610gos posmodemos la tecni~a ~:~I. au~sIg. a ~?pularizaclo entreque presumen de inacabad montaje hterauo: en sus tcxtos,'miles que establec losl?se superponen fragmentos estilfsticamente disf-

en para e Ismos y contI· t (.chamanica, las visiones inducidas O' I apun os e~tre P?r,ejemplo) la curara. Todo ello se entremezcl ~ 1 e consumo e e alucmogenos y la toIiu-(Walt~r Benjamin, Foucaul~ f~sn~~:;::~~~sd~el~s ~utores favoritos cle TaussigreflexlOnes y recuerdos personales. a scuela de Francfort) y con

Ellibro mas conocido de Taussi (el se u d ) I cl' .una caracterizaci6n del terror m d' gt glln 0 e e I.ca su pnmera parte aI. " ' elan e un co age mle Int d I fllstoncas a fragmentos clel diario cle Jacobo T' -I' •e.gra es: e uentescelda sin nll-mero La segunda t Imennan, Pnswnero sm nombre,. pal e presentan la cu I ,.trarrepresentaci6n, la contracara del terror. EI objeti~: ~la~amfa fO~o la ,con-encontrar un recurso contra el terror' y est . ec arac 0 e e aussig esi' d ' e recurso eXIge seg' '1lOnna e representaci6n que e'l t' I' ' un e , una nuevaencuen ra CrIsta Izada en I r I' ,cbo,endla poesfa epica, en el teatro de Beitolt Brecht en e~ e Is.culr~oc lamanll-o ra e Walter Benjamin. ' sunea Ismo y en a

N6tese, en todo caso, que los referentes en T .trop610gos convencionales sino ab .' ~U~sIgen general no son an-el otro. Entre los antrop61~gos con ~~;~n:: ~:~~nnt~fi:: ;omb.rcs( cle lelras pOl'pocos) podemos mencionar al osmode C . . aussig que son muyheterodoxo Stanley Diamond EPt·. I mo h~lford, al simbolista Sahlins y al

. n Ie os antropo ogos a 10mos mencionar especial mente V' t T s qtle se opone pade-a ICor umer Este es T . I .do burgues demasiaclo "orde d" . . para aussig e emaSH!-, . na 0 y convenclOnal. .

La cura chamamca que obsesiona T .Lural "purn" de la socieda I' df .a allssig no es una manifeslaci6n (mI-la colonizaci6n, n la CUltlll~II~eg!~~a,.sm~ u~a, respl~estn simb6licn impllciln atetiza un proceso de rcfiguraci6n I In~ca.. ma. rnus~Ig, la cum chnmnnica sin-

e e Imagmm'Io sOCIal,unn fuel'zl1contl'llhcge-

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m6nica que s~ opone a la historia burguesa, basada esta ultima en la razon ilu-minista y en el progreso. En la cura chamanica se mticulan imagenes contra-dictorias que disuelven 0 imposibilitan la narratizaci6n; en eUa se instaurauna relaci6n dialogica entre el paciente y el chaman en la que se funda a suvez un simbolismo polifonico; en este simbolismo intervienen imagenes ysen-saciones de todos los sentidos, y tambien de una especie de "impresi6n senso-rial de las relaciones sociales". La cura chamanica Ie proporciona a Taussigun modelo de contrarrepresentaci6n del tenor y de desconstruccion del ritualacacIemico de explicaci6n del ritual salvaje. Si para Turner, pOI'ejemplo, la es-tructma del ritual I'efleja un orden, para Taussig el ritual mismo corporiza eldesorden, la fragmentaci6n, el salvajismo, el clesequilihrio, y (como deefa Baj-

tin) In carnavalizaci6n.Los crfticos todavfa no han respbndido al desaffo de Taussig con una for-

mulaci6n a la altura de las circunstancias. Lo mas que ha habido son observa-ciones circunstanciales, como las del antrop610go hrasilero Carlos Fausto. AFausto Ie da pOl'cuestionar el caracter retol'cido, rebuscaclo y contorsionista delos procesos demostrativos desencadenados pOI'Taussig, a 105que llama "ben-jaminadas"; deplora tambien la faha de una elaboraci6n etnografica cuidaclo-sa, qtle el uso de la tecnica del montaje no alcanza a disimular. Recientementeha circulado el rumor de que Taussig se ha retirado cle la practica formal cle laantropologfa y que se esta dedicando a fonnas experimentales cle teatro, 10cualno serfa cle extranar a la luz de su aclmiraci6n pOI'Brecht y pOl'Arlaucl. Antesde ello, segun ha trascendido, Taussig habla siclo rechazaclo en su solicitucl deingreso a 11.1Universidad de Princeton, argumentandose la escasa relevanciacientffica de su antropologfa.

El antrop610go posmoclerno de icleas mas extremas es sin duda StephenTyler; Tyler fue, a fines de los 60, uno de los antrop610gos cognitiVos formalis-tas mas identificaclos con la lfnea de Goodenough y uno de los mas fuerternen-te inclinados a aceptar el cliscutido analisis componencial. Impuls6 la eclici6ndel reader mas impoIiante cle antropologfa cognitiva convencional, en 1969,defendi6 al ano siguiente al paradigma cle Gooclenough de los fundaclos ata-ques de Marvin Harris, y no reneg6 siquiera cle ese modelo en el texto en quepoclrfa haberlo hecho, que es The Said and the Unsaid, ya de 1978.

A continuaci6n analizaremos la trayectoria de Tyler (totalmente ignoradaen el mundo de habla hispana, ya que ninguno de sus lextos ha sido traclucidocon anterioridad) tomando como eje sus altfculos funclamentales. No pretencle-mos esclarecer del toclo sus complicaclos argumentos ni proceder a una crfticaformal; los artfculos de Tyler son casi imposibles de resumir, porque sus razo-namientos son halto el1l'evesados, epis6dicos, y se remiten sin pausa los unos alosotros. .

Tyler esta considerado en el ambiente antropol6gico como una especiede francotiradol' tal vez genial que se ha adelantaclo alas exigencias de los de-mas posmodemos, llevandolas hasta sus ultimas conswuencias, Ias clInlesmuchas veces son notoriamente absurdas y recalcitrantes. Pese a que muchasveces afirraa formal' pnrte de un autoclenominado "Cfrculo de Rice", se trata

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de un autor eminentemente solitario, que se ha apresurado a marcar sus dife-rencias con los que Ie acompanan, mas tibiamente, en la campana anticientifi-ca del movimiento posmoderno. Tyler presupone, ademas, que 10 que"demuestra" en un articulo conforma una base de hechos taxativos que no valela pena volver a discutir en el articulo siguiente. Las argumentaciones de Tylertienden a ser amorfas, e incluyen amplias enumeraciones con las que preten-de, en apariencia, trasuntar su poderosa erudicion. Es dificil referirse a 61 sinasimilar y reproducir parte de su estilo. Procuraremos, empero, preservar suesenCla.

En "The Poetic Turn in Postmodern Anthropology: The poetry of PaulFriedrichs'~, de 1984, un breve apunte de siete paginas (en el cual, incidenlal-mente, Tyler retribuye sin decirlo la generosa critica de Friedrichs a su TheSaid and the Unsaid), Tyler utiliza por primera vez -que sepamos-la califi-cacion de "posmoderna" para referirse a una modalidad de practica antropolo-gica. Es de hacer notar que este apelativo (yel articulo en sf) es algunos mesesposterior a la primera publicacion de "Sobre la autoridad etnogriifica" de Clif-ford (1983) y al trabajo de Marcus y Cushman sobre "Las etnografias comotextos".

Pero las definiciones de Tyler y sus afirmaciones de militancia posmo-derna son"sin duda mas expHcitas. Es interesante reproducir 10 que Tyler en-tiende por "moderno", "modernista" y "posmoderno":

Utilizo "moderno" en este contexto en el sentido de "siglo XX", mientras que"modernista" implica un ataque contra el sentido comun, una actitud positivistahacia ellenguaje, una actitud negativa hacia la propia tradici6n cultural y una fas-cinaci6n por 10 ex6tico, ya sea mediante una distorsi6n de 10 mundano, a travesdel misticismo 0 de la cultura primitiva y oriental. [...] "Posmodernismo" implicaun rechazo del programa lingiHsticodel positivismo, una apertura hacia la propiacultura y tradici6n, una apreciaci6n del sentido comun, y un rechazo a reducir to-das las culturas a un solo horizonte manfstico.

Tyler cree que la antropologia en el mundo posmoderno esta tomando ungiro poetico, que se manifiesta tanto en la escritura de poesia por parte de an-tropologos como Friedrichs y Diamond, como en un inter6s creciente hacia lapoetica, las formas del discurso y la retorica. Esta antropologia posmoderna se-ria relativista, pero en un nuevo sentido: niega que el discw'so de I;lna tradi-cion cultural pueda abarcar el discurso de otra tradici6n cultural. Elantrop610go no puede hablar todo el tiempo en lugar de otros.

La antropologfa posmoderna rechaza tanto la fusion de horizontes hege-liana como la cientifica, por cuanto elIas reducen todas las tradiciones alasformas e intereses del discurso occidental. Resultarfa de sumo interes contras-tar esta idea con Ia expresada por Agar dos anos antes, a prop6sito de la fusi6nde horizontes. Este contraste senalarfa el distanciamiento que el posmodernis-mo contemporaneo ha protagonizado respecto del marco fenomenol6gico.

La antropologfa posmoclerna de Tyler se opone tambien a la nocion semi6ti-

ca de que los lenguajes y las culturas son sistemas de signos convencionalesseparados del uso y la intencionalidad humana, porque esta idea de los signoses una consecuencia de la tecnologfa de la escritura, "el deslizamiento de lamana que sustituye las apariencias y que crea la ilusi6n del sistema". Tylerdescree, en otras palabras, que las cosas formen un sistema, que exista real-mente un orden que articule las cosas. La idea de que "no existe un sistema",ni siquiera en el orden de 10 linguistico, haMa sido desarrolIada por Tyler enlas quinientas paginas de The Said and the Unsaid, escrito con la intenci6n dedemostrar que 10 que no se dice, 10 impHcito, 10 presupuesto, tiene la mismaentidad y el mismo peso que 10que es susceptible de enunciaci6n.

La antropologia posmoderna segUn Tyler la concibe reduce la idea desistema, tanto sea en su concepci6n organicista como mecanistica, a una figuradel discurso. El discurso es el objeto de esta antropologfa, pero no como siste-ma, pues no es ni totalmente coherente consigo mismo, ni merced a una con-sistencia en su capacidad referencial: el discurso anuncia breves coherenciasy "como sis" momentaneos, suposiciones, conjeturas, juegos libres de la ima-ginaci6n. Con semejante afirmaci6n, Tyler encubre el hecho de que el hablaestado estudiando el discurso como sistema referencial hasta por 10 menos dosalios antes, segUn puecle inferirse de la trayectoria de sus propias publicaciones.

Para Tyler, el discurso de la antropologfa posmoderna no s610 demuestramediante la prueba 16gica: tambien reuela por medio de la paradoja, el mito, elenigma, y persuade a sus lectores mostrando, evocando, conjeturando. El dis-curso de la antropologfa posmoderna rechaza la economfa aristotelica del dis-curso, monof6nica, malamente imitativa de la 16gica. Y admite en su lugartodos los medios posibles de discurso: sorites, polifoma, parataxis, parabolas,paradojas, enigmas, elipsis y tropos de todas clases. Por 10 tanto, la antropolo-gfa convencional ha caducado junto con las ciencias naturales a las que procu-raba imitar. La idea de esa antropologfa no era comprender a los extranos enlos terrnlnos de sus propias creencias sino sanitizarlos, lavarlos en las aguasde los universales del metodo cienHfico y asi anestesiar nuestra conciencia desus diferencias, hacerlos caber en el contexto de nuestros credos ..

De acuerdo con Tyler, el discurso cientlfico, particulannente en las cien-cias sociales, es profundamente mendaz. Tres circunstancias iluminan estedescontento: 1) La desilusi6n que los antrop610gos sienten con respecto al ge-nero etnogriifico mismo (yaqui Tyler se refiere a Marcus/Cushman y a Clif-ford); 2) la posibilidad de una nueva relaci6n con el informante: lquien puedepermanecer ciego alas relaciones de poder e ideologfa? (aquf el referente es elantrop61ogo crftico Bob Scholte); 3) el temor que tenemos los antrop610gos delos extranjeros que puedan cuestionar el valor sIe la antropologfa.

Tyler afirma que el discurso cientffico se focaliza en las relaciones entrepartes, observadas descle la perspectiva aut6noma de un observador que estii fueradel campo de observaci6n. Su lenguaje es estrictamente referencial: una palabra,una cosa. Los significados figurativos estiin prohibidos: tooo su discurso esta ideo-16gica y exclusivamente motivado por la ideologfa de la ciencia. De acuerdo conesta perspectiva, ninguna ciencia falla mils espectacularmente que la antropologfa

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(convencional), a .excepcion de la econom' ,Tyler, excluyendo implicitamente I la·dLos antropologos -proclamaespecie.de enfermedad mental qua os pOdsmloer~os- son victimas de unapo f . h e surge e senhm' t I Il' mglr acer 10que saben qu d h len 0 ce cu pa genefflcloformasdel discurso -dice- dede.n°cl

pue: alcerse. Debemos buscar nuevasS ' . lCa as mas a a h t'd clena mteresante, pOI'ejemplo t I on~s I a que a la verclacl.

zacloIas influencias literarias y poetic:on ra;oner a dimension que han alcan-~re el particular en "Generos co ,I: s ~n yler con 10que expresa Geel1zso-I t I " nJUSos y con 10 que f l'n rocUCClOna su Iibro sobre I d . a uma umer en lanegar que tanto estas expresio~:s :~:~s asoc~i:es.{.Seria muy dificil, ademas,programa de confluencia entre la t I~e as orman parte de un mismomanisticas, un mismoproyectod ~n rrpo.?gl~ y las llamadas disciplinas hu-los efectos literarios. e so UClOne los metodos antropologicosen, Asomemonosahora a otro texto de TIer

s~rvende fundamento clandestino a s ~ ien el q~~ desaITollaideas queSlOnQue~tin the West, or What the M~n~~~u; ~Ie Tf.ntmg Culture. "The Vi-v~mentemspirado, segun se dice en n t ~d ees , de 1984 (un texto nue-~Ismo ano que el anterior, pero se °t~s'len 1_eas de Paul Friedrichs) es delClOnaen absolulo el ideario posmodges0 c,osano~ antes; en el Tyler no men-Tyler se funda aqui en cuatro verda;[e:o;11men~lOnani~guna otra obra suya.veremos luego, termina pOl'recursar al e, senhd~ comun pese a que, comooccidental. Esas cuatro verdades son: senhdo comun propio de la mentalidad

1) Las cosas son hegemonicas en ellen u .ropean) y en el pensamiento que d g a.JeSAE (Standard Average Ell-ide d' correpon e a esos len . l' Ia. ~ que eXlstealgo asf como un SAE d. I guaJes, y er toma larelahVlslalingiifsticoBeniaml' L WI ; os ensayos de la fase teos6fica del

2) L h ' n ee lon,a egemonfa de las cosas entrana la h '

modode conocer/])ensar EI ve I d egemoma de 10visual comoI ' l' es e mo 0 sen . I "I ' .cave en los SAE. Aquf Tyler se 't ' ~ona privi eglado y la metafora3) La hegemonfa de 10vi::il e a clel1as

lldeas de Walter Ong,

el proceso son fundamentalmente dprt?mtuevea nocion de que la estructura yd' 'I ' ISm os y que el])ro 're ucu en u hma instancia a I t ceso slempre se ]mede4) La a es ructura

hegemonfa de 10visual no es ~ , ,comoconceptode sentido comun 'fl .n~versal,pues a) hene una historiatanciada en la estructura concept~~~duerClat0 ~r la Iiteratura; b) no esta sus-un pr~fundo malentendido respecto de fS 0 rols ~~guajes y~) esta basada ensensonal. e a evo UClOny funclOnamientode 10

La primera tesis dice algo que -se un Tsabe de antemano: que la" " g yler-- todo hablante de SAE ya, , s cosas son el con t d 'semanhca de "10que existe" L . cep 0 ommante en la jerarqufad . . as cosas vlenen en donunante, platonico que envuelv I os paquetes: 1) el paquetebordinado, oculto 0 heraclfteo q e.alas suistancias 0 a los objetos; 2) el su-

, ue mc uye os atr'b t I'do SUcesos,Las cosas ocultas Son 10 diu os, ?ua 1 ades, acciones46 que pue e ser predlCado respecto de 10

real; para decirlo de otra forma, en la conciencia occidental los sustantivos sonmas reales que los verbos. Y pol'10tanto en logica, las funciones son mas emi-ticas que Ios argumentos, porque son nombres de devenires y posibilidades, yno de seres y realidades discretas.

A su vez, Ias cosas "reales" son de dos clases: "elementales" y "com-]mestas". En Ia 16gicade Port Royal 10primero equivale a ir de parte a parte(metonimia)y 10segundo de parte a todo {sin6cdoque};en el esquema de Peir-ce, a la inferencia pOI'abducci6n y pOI'inducci6n, respectivamente. La abduc-ci6n es la intuici6n primordial; la inducci6n, una especie de intuici6nderivativa, de grado mas eIevado. Las cosas simples son 10"realmente real";las compuestas, "10derivativamente real". En Ia epistemologia encubierta deOccidente, segUnTyler, Ias cosas ocultas (el devenir) son siempre complejas.En gramatica esta idea equivale al c~>nceptode sintaxis, y comprende "10di-cho", "10que puede decirse de 10que se ve", "Ia verdad". En inferencia, estocorresponde a Ia "deducci6n" peirceana.

[

{10realmente real10derivativamente real

10oculto (el devenir)

Para Occidente, 10realmente real y 10oculto conforman juntamente "10real", "10 que puede ser pensado con claridad", De esta forma, 10 real estaconstituido pOI'un modo visual de denominaci6n 0 sustantivaci6n referencial(nombres para las cosas reales) y un modo verbal subordinado (nombres paralas cosas ocultas), Los aspectos verbales se identifican con la ljustituci6n delas apariencias, Todo el cuadro representa los presupuestoscientfficos acercade la "naturaleza de Ias cosas". N6tese, incidentalmente, que para clarificarsus ideas Tyler no tiene otro recurso que el de ordenarlas en un cuadro visual,que en el original es mucho mas profuso y detallado que eI que aqul reprodu-cimos para documental' la paradoja.

Tyler asegura que el sentido comun proporciona la estructura de baseque pernrite la especulaci6n cientlfica, define sus lfmites, proporciona lospro-blemas y relativiza sus hallazgos. La ciencia -advi~rte-- es s610una paltedel sentido comUn.Nuestra ciencia no es sino una version sofisticada de nues-tro fisicalismo ingenuo, y ambos se derivan de la hegemoma metaflsica de 10visual. Notemos que, a diferencia de otros antrop610gosinterpretativos, Tylerno s610cuestiona a la ciencia sino que se atreve contra el sentido comun, rei-vindicado expresamente por los fenomenologosy en ocasiones pol'61mismo.

"Cosa" es en las SAE modernas una entidad casi inevitable; intente usted--desafla Tyler- atr6vase a pasar todo un dia sin mencionar la palabra, ensus variados contextos (something, everything, nothing) y 10comprobara.3 Las

3 EI argumento de Tyler, indudablemenle, funciona mejor en ingles que en espano\.

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cosas son (en el SAE) un instrumento inevitable de la comunicaci6n, 10 cualnos conduce a la conclusi6n COl'l'ectade que las "cosas" son tan s610 una for-ma de hahIar. Estas afirmaciones de Tyler constituyen, deliberadamente, unaradicalizaci6n sin anestesia de la hip6tesis de Whorf.

Tyler concluye que en la filosoffa concomitante alas lenguas indoeuw-peas, el pensamiento es siempre pensamiento sobre "algo" (something). Enesos alambicados razonamientos del'l'idadafstas, Tyler parece contraponerseincluso a la idea husserliana de l~ conciencia intencional, la cual siempre es,como hemos visto, conciencia de "algo", Asevera que cuando hablamos de 10

. r' ".... "" . . "que esta en nuestras mentes, slempre nos relenmos a lmagenes 0 VISlOneso "perspectivas" 0 "puntos de vista". Pew esto no es primario, sino que es 1m

efecto impuesto pOI'nuestws supuestos de sentido comiln.Existe un marcado sesgo visual en la noci6n de "ideas" y "concep-

<' tos": 10 primero deriva de "vel''', y 10 segundo de kap, "agarrar con la ma-no" (derivaci6n que sobrevive, pol' ejemplo, en "capturar"). Para Tyler,todas las nociones tecnicas de este tipo se derivan de palabras cuyos senti-dos originales estan conectados con 10 visible. La ejemplificaci6n es muchomas generosa de 10 que es conveniente exponer aquf: cuanc10 comprende-mos, decimos "ya veo", "ya veo ad6nde quieres llegar", etc. 5egun Tyler elolfato, el gusto, el taeto corporal y los sonidos estan subestimados; no tie-nen la mism~' relevancia ni la misma })articipaci6n en la especulaci6n filo-sOfica 0 en ellenguaje.

Pew si el discurso del sentido comiln incurre en ello, el cientHico 10hace aun en forma mas flagrante. La ciencia sin visi6n -dice Tyler- esimpensable. Una de las consecuencias de este hecho es que en el estudiosobre la primacfa de la percepci6n, pOI'ejemplo, los casos escogidos son ca-si siempre visuales, figurando 10auditorio y 10 tacti! en muy segundo plano.La forma en que se ha manifestado la prevalencia de la visi6n en Occidentees injusta. Una cosa es afirmar la primacfa de uno de los sentidos. Otra esdenigrar a los sentidos restantes. Los Occidentales llevan la primacfa de l,avista al extremo de la exclusi6n de los sentidos restantes. Nosotros decI-

" ,. 'I I b ""V "" 'dmos: Una imagen es meJor que ml pa a ras, er para creer, em en-cia", "POI'10 visto".

Incluso la sinestesia esta mejor considerada que 10verbal: Todo el mun-do considera (en Occidente) que "la acci6n es mejor que las palabras". Valo-ramos en tan poco la relaci6n entre 10 que se piensa y 10 que se dice quetenemos mas terminos para el pensamiento basados en tropos gustativos que

" . 'd" "di . . t "en imagenes verbales: rumlamos leas, genmos pensamlen os yencon-tramos que cieltas ideas son "diffciles de tragar". En ellatfn antiguo la pala-bra para el conocimiento era "sapere", tener sabol', gustar. La voz ~sta valoradatan bajo que es mas Indice de patologla mental escuchar voces mtemas queexperimental' visiones y espejismos.

Las interpretaciones maniqueas referidas a la dicotomla cerebral queasignan holismo a un hemisferio y analiticid?d al otro tambien reproducen, deacuerclo con Tyler, las clistinciones entre 10VIsual y 10verbal.

temporalsecuencialauditivoideaci6n verbalanalftico

espacialsimultaneovisualideaci6n no verbalhoHstico

Hayalgunas aparentes excepciones: los psic610gos cognitivos estan clivi-didos en "verbalistas" que, con la infiuencia de la lingiifstica, sostienen que elpensamiento es proposicional, y "visualistas" que han revivido la imagenmental como vehfculo del pensamiento. Dados 105antecedentes, sin embargo,es muy posible -profetiza Tyler- que la herejla heracHtea en psicologla y fi-losoffa pol' mecliacion de la lingiifstica tenga 105 clfas contados. Tyler se:iialaque en neurolingiifstica existen dos lfneas contraclictorias, que oponen las in-terpretaciones visualistas alas verbalistas; una lfnea enfatiza la comunicacion,la otra la representacion. La comunicaci6n y la verbalizacion se asocian a la,vocalizaci6n de 105animales inferiores; se actila como si ellenguaje no fueramas que un modo sofisticado de combinar representaciones visuales.

Aquellos que creen refutal' a Whorf -prosigue Tyler- aduciendo laoposicion entre materialismo e idealismo, han pasado pol' alto que estas dosformas de concebir las cosas, como todas las otras filosoffas occidentales, sonmeras relaciones predecibles dentro de laestructura de posibilidades penniti-clas pol' "pensar", "sensorial", "representaciOn"y "racionalidad". No existenen Occidente desaffos genuinos a estos delimitadores claves, pues tal desaffosolo podna clasificarse como no-pensamiento, il'l'acional, mas alla de los lfmi-tes dellenguaje.

Esta afil'l'llaci6n de Tyler se refiere al argumento "mas bien tonto" deFeuer respecto de que, pese a que las filosoffas occidentales son tan funda-mental mente distintas, todas ellas estan expresadas en el rnismo lenguaje, 10cual prueba que el lenguaje no detennina la filosoffa, Feuer -dice Tyler-niega el hecho palpable de que todas las filosoflas europeas son permutacionespredecibles de posibilidades, definidas pol' los entrecruzamientos definidos alprincipio del artfculo. Todas las presuntas refutaciones de la hip6tesis deWhorf estan basadas en la "percepci6n" visual, 10 cual s610 demuestra el po-del' de la metafora visualista. Nuestras formas de pensar sobre el pensamientopresuponen la significatividad de sentido comtin de esas metaforas y rechazantodo 10que se salga de sus Hrnites. Esta es la raz6n -concluye Tyler, razonan-do sin darse cuenta- poria que la "raz6n" no es universal. Ella es relativa noa una forma a priori del pensamiento, sino a un discurso que forma el a prioricultural, seclimentado a partir del sentido comiln.

Invitamos a contemplar el arco descrito pol' las antropologfas interpretati-vas, desde Ias ideas de Geertz acerea de leer las .culturas como si fueran un

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texto, hasta la denuncia de la textualidad Ttende poner la cultura "ante la vista" a tr p~r yler, como un ejerc:icio que pre-mos que Tyler habi'a denunciado I d,a~;s. de ~na representaclon. Recorde_dialogo vivo al texto muert "La a la, glCa e Tedlock por "someter eld I' 0, trayectorla es perf, t ' 'd

e con e cammo evolutivo de It" ec a~ente mh a, y coinci-tra.compil.acion: Tyler no solo a ant~opololgl~dmterpretahva reconido por nues-

, cues IOna a I ea de Iun texto, sino que deplora la id d que una cu tura sea como

A nuestro juicio la demoeastae,<jUedunTaeltnografla llegue a serlo.r' ''T' ' r Cion eyer m' 'IeSl,enca, 10da su demostracion se nie a ,', as que CHCUar, llega a ser

u.mversal de la razon mediant g a, Sl mlsma: Tyler recusa la valielezde un razonamlento q I Ica 0, y que en ningun momento slue es e co mo de 10alambi_

la argumentacion logica que su e; ~~ e d~ la~ reglas del juego impHcitas sobreCombale ala razon desplegand IS emo ogl~ esta tratando de superar, Tylerd 0 argumentos sllog' t'e una manera que no puede s t IS ICOSYacumulando pruebas'b er 0 ra COsaque r bl 'XlOnarso re esa paradoia E I ' azona e, Sin pararse a refle-, J' S a no es, m remotam t I " ,

cia en que Tyler incurre, Su marco teo' '. t tal en e, a unlca Inconsecuen_h 'd nco 0 es halt d'facerse una I ea clara de cuales I I' , 0 I usa, y uno no puededispersas que 10 conforman C son os 11~les del conjunto de afirmacionesT I b ' omo cua qmer ot t' ry er a unda en citas de aut 'd el ro e nogralO convencionalD 'd on a es respetadas 'I' ,

ern a, a Foucault y a otros auto f ' que en e se CHcunscriben aA res ranceses

nte esta circunstancia, ha ue "neral en un todo de acuerdo con fa q tsu~o~tr ~ bien a) que Tyler esta en ge-la ideologfa que representan s au or~ a es mtelectuales que invoca y consistematico a sus propias a'fl!rque ,esas Cltasbconstituyen un refuerzo mas bien

I ' maClones 0 ) qu Icump e mas que una funcion r t' , " e e. recurso de las citas no

I I ' e onca ocaslOnal t d tmu ar a eXlstencia de u ' en en e a representar 0 si-I en consenso momentaneo el

tua , ualquiera de eslas interpr t' dye una convergencia pun-'t d D ' e aClOnes esembCIas e ernda por eiemplo ,oca en una paradoia: las

, J , consuman un sins t'l I d Jque este aulor situa Ia escritura y I I ' en Ie0 ees e el momento end Tie enguaJe en una ' ,. e ~ er, pero exactamente al reves. De 'cia Jerarqma que es como la

'cenlnsmo que Tyler haee d d rn , en otras palabras, detesta un logo-cion ele Whorf, esespera os esfuerzos porreivindicar, por media-

, Por otra parte, la unica forma que tien dcaclon de 10visual endeml'c d 0 'd e e expresarse la presunta vindi-I, 'I ' a e CCI ente(yque t b" Ilza e mlsmo para realiza d "es am Ien a forma que uti-d . . r su esconstrucclOn) t' d Iecu, a traves de un vehfculo ' es a raves e lenguaJ'e· valeP d ' enunentemente verb I I '

ara eculo de otra manera I " . d' , a y natura mente auditivo,, d b'd ' os unlCOSm lCIOSd . IIn e 1 0 preelominio de 10 visual I ' , , e que eXlste a go asf como un

, d en e Imagmano d I 'li"comun y e occidente son indicio d' , e pOSI vIsmo,del sentidoI . s e caracter no VIsual ' I' .."enguaJe, entonces y no la I' ., I ' smo mgmshco, Es el, v slOn, 0 que en 'It'· .menios agrietados y poco reflexivos d I ~ ~~a mstancla (y segun los argu-esa perspectiva, e ProPIO y er) resulta determinante para

Es significativo que Tyler n I '.comtin cuando en un fragmentoPOga e~ te a de Jmcio los elictados del seniielo

I que cItamos mas 'b d'que e posmoelernismo consiste en rt I arn a ICe expresamente, pa e, en a recuperacion y en el respeto

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hacia un sentielo comtin denigrado por la ciencia, Por otra parte, nos parece noelemostrado el hecho de que el "pensamiento de sentido comun" de los ha-blantes de SAE, de los hombres de la calle de Occidente, esta determinadoporla literatura, tal como Tyler afinna. Los occidentales no leen tanto, despues detodo, Ese argumento pennite a Tyler meter en una misma holsa al sentielo co-moo y al pensamiento cientffico, pero es obvio que semejante afinnaeion re-querirfa una elemostracion mas prolija.

EI argumento de que la vista ha sido privilegiada inmerecidamente, aele-mas, es reminiscente de lucubraciones parecidas del oculista Marius Schnei-der; tambien Schneider (un musicologo de principios de siglo sin parentescoalguno con David Schneider, el antropOiogosimholista) afinnaba que en Occi-elente se ponderaba Ia vision en detrimento del oldo y procuraba difundir unacosmovision liberadora, basada en Ia musica como slmholo de 10 trascenden-tal. La coincidencia de ciertas afirmaciones de Tyler con ciertos postuladosdel ocultismo corre pareja con su eleccion de Ia Biblia --en otro contexto--como el unico caso conocido de etnografla ideal.

Finalmente, Ia credulidad de Tyler respecto de que en Ia etimologfa his-toriea se eneuentra Ia clave oeulta de 10que se qui ere deeir se asemeja a pare-cidas ideas del teosofo frances Rene Guenon, un orientalista farsante quebasaba su erudicion hinduista (y sus citas sanscritas) en Ias deplorables tra-duceiones de la epoca. La idea de Guenon es que en Ia etimologfa se encuen-tra el sentido oculto de 10 que se qui ere deeir; reflejos de esta ereencia(desacreditada hasta el riellculo por la Iingmstica y Ia sociolingiifstica eontem-ponineas) se eneuentran tambien, por ejemplo, en Laean, Las argumentacionesde Lacan, Guenon y Tyler presuponen, entre otras cosas, que existe algo asfcomo un sentido primario, una significacion original, cristalizada y subyacen-ie, que cletermina 10 que Ia gente quiere deciren realidad cuando utiliza unacleterminada palabia, y que constituye un nivel de sentido que, de alguna ma-nera (no analizada), se ha venido trasmitiendo de generacion en generacion.

EI mas impresionante de Ios paralelismos entre Tyler y el ocultismo ra-dica en su conviccion de que "occidente" ha "perdido", "traicionado" 0 "deja-do atras" (en beneficio de Ia representacion) una dimension del conocimientomas primordial y mas autentica que aflora en todo su esplendor en las culturas .'primitivas y que a su antropologfa evocativa Ie esta dado recuperar. Este sim-holismo es de tono profundamente moral: la evocacion es "buena", porque esautentica en ese senti do casi trascendentaI; Ia representacion, en cambia, en-cama t<><;lo10 malo de que es capaz el hombre que, imitando aDios, quiere al-canzar el conocimiento objeiivo de Ias cosas. A despecho de sus dificultaclesliterarias y de la densidad de su pros/}, los argumentos fundameniales de Tylerson, en realidad, terriblemente banales, basta el punto de tornar previsiblessus argumentos puntuales y de hacer que sus asertos reproduzcan con sorpren-dente fidelidadlas premisas de esa apoteosis del sentido com-un que son las fi-losoflas de 10oculto,

Los artfc~os mas combativos de Tyler ban sido reunidos en un volumende unas 250 paginas que se llama The Unspeakable (1987), 0 sea "de 10 que

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no puede hablarse". Todos los ensayos allf reunidos constituyen ejercicios yjustificaciones de desconstrucci6n que pretenden ir mas alla de Derrida, cues-tionando la practica misma de la escritura. Ningun otro autor ha escrito tantoen contra de ella. Para Tyler esta contradicci6n no serfa importante; a 10sumoconstituirfa una paradoja mas, y a 151Ie fascinan las paradojas. No pOl'nacla di-ce, en su comentario a un artfculo de Roth, que "Ios libros estan muriendo, 10cual puede comprobarse (como gusta decir la gente que estuclia la poblaci6n)pOl'su proliferaci6n excesiva".

EI artfculo mas representativo clel ultimo Tyler es el que aquf se ha tra-ducido a pat1ir de su ponencia en el Seminario de Santa Fe. En ese at1fculoTyler presupone no s610la crisis de determinada concepci6n de la etnograffa,sino lisa y lIanamente el fracaso de la ciencia. Del ostensible progreso cle latecnologfa no clice una sola palabra, ni problematiza el hecho de' que -POl'ejemplo-- los nativos que 151mismo estudia esten, pOl'obra misma de la cien-cia que 6l abomina, relativamente libres cle las epiclemias que los asolabanhasta hace poco. No discutiremos aquf esas cuestiones, ni formularemos unacrftica que corresponcle a otros elaborar. No se trata de que la ciencia sea"buena" (como se supone que piensan canclorosamente tocloslos antrop610gosala antigua) ni que sea "mala", como sostiene Tyler en todo momento; se trataclelhecho cleoque progrese 0 no.

A la luz de los mismos acontecimientos que han lIevacloa la conclici6nposmoderna, la negaci6n clel progreso tecnol6gico, pOl'10menos, requiere unafunclamentaci6n mas seria de la que Tyler nos ofrece, a riesgo de trivializar to-da la polemica. Si no son los hechos los que impol1an, no esta claro que es 10que Tyler pueda aportar para su esclarecimiento. Remitimos a los textos men-cionaclospara que ellector complete su visi6n de esta tenclenciaextrema del pos-modernismoantropol6gico,y para que formulesu propia actitud frente a ella.

Con las anteriores referencias hemos presentaclo algunos aspectos cle lapolemica antropo16gicamas virulenta y de los replanteamientos clisciplinaresmas radicales que se han conocido, y que se estan desarrollando el mismo dfade hoy. El grueso de la sustancia para construir una imagen verosfmil de laantropologia posmoderna debe provenir de la lectura de articulos como losaquf reunidos, que segun entendemos constituyen algunos de los mas repre-sentativos de esta corriente, aquellos a los que los ensayos venideros necesa-riamente habran de referirse.

No podemos hacer justicia aqm alas crfticas que el posmodernismo hasuscitado, porque la contracornente frente a los excesos y limitaciones delposmodernismo aun no ha definido su aUloconciencia. POl'todas partes, sinembargo, se levantan voces que afirman que el posmoclernismo ha ido dema-siado lejos, y que esla poniendo en peligro la credibiliclad de la antropologfacomo ciencia, al ser ella c6mplice de tamana floraci6n de irracionalismo.

Quien ha desarrollaclo una cle las mas elaboraclas crfticas al posmoder-nismo es el profesor de la Universidad de Cornell (Nueva York) Steven San-gren, educado en los bastiones geertzianos de Princeton y en la UniversicladdeBerkeley, masivamente inclinada hoy en dfa hacia el posmodernismo. La crfti-ca de Sangren no es del todo satisfactoria, esta afectada de momentos letargi-cos y podrfa ser aun mucho mas aguda de 10que es, pero pol' el momento es lailnica que ha planteado el caracter no-reflexivode las argumentacionesde un mo-vimientoque deberfa ser reflexivo(es clccir,autocrftico)pol'excelencia.

Lo que Sangren quiere decir es que la crftica que los posmodernos diri-gen contra la antropologfa no es de ningun modo una autocrftica: siempre esuna clesconstrucci6n clela antropologfa que proponen Los demas. Pese a que losposmodernos se jactan de su escepticismo respecto de las fundamentacionesclela autoridad antropol6gica, no han prestado ninguna atenci6n a la forma enque inslitucionalmente se definen -pOl' ejemplo-- las modas antropol6gicas,en quienes definen esas modas y con que objeto. Toclo10concernienle a la re-proclucci6n social del conocimiento ha siclodejaclo a un lado, para adoptar laspautas de ciel1a crftica literaria europea, y antes que nada francesa. Con clIose logra fingir que la aUloridacl antropol6gica esta constituicla textualmente,cuanclo la verclad es que 10esta socialmente, a traves cle relaciones muy con-cretas cleauloriclacly poder. Para Sangren, el analisis antropol6gico de la auto-riclad etnografica clebe especificar las condiciones de la proclucci6n y lareproducci6n de etnograffa en la sociedad y en especial en las institucionesacademicas, y no s610en los textos. Y cste es el problema que la antropologfaposmoclernaen general no aborda.

En otro orden de cosas, Sangren destaca el tono milenarisla que invadela ret6rica de la metaantropologfa recienle. Este milenarismo asurne la formade un vocabulario tremendista: la ciencia convencional "esla en crisis", "sucolapso es inminente", la ciencia social positivista "esta en bancarrota". Den-tro de este conjunto bombastico, Rabinow ha sido capaz de atemperar el entu-siasmo milenarista de sus colega8, senalando que el darse cuenta de que 108antl'Op610gosescriben empleando convenciones literarias, aunque iriteresante, noes en sf misma una intuici6n capaz de desencadenar una crisis revolucionaria.

Otro aspecto que Sangren cuestiona de las construcciones irnaginalivasde la antropologfa posmoderna es el simplismo de sus modelos causales.Cuando se trata de explicar el mismo fen6meno del colapso de la antropologfaconvencional, Ia historia es, para Ios posmodernos, una correlaci6n de hechosdemasiado simple, en Ia cual Ias causas de un acontecimiento son (micas yopel'l1nlinealmente: "La actual preocupaci6n [porIa escritura antropoI6gica],dice Clifford, esta ligada a Ia quiebra y redistril>uci6ndel poder colonial en Iasd6cadas posteriores a 1950". Afirmaciones de este jaez son extremadamenleabundantes. Para Sangren, Ia noci6n de que Ias tendencias intelectuales refle-jan de una manera tan mecanica las determinaciones de Ia economfa polftica(masalIa de ser cielta 0 no), traiciona una totalizaci6n teorctica a un nivel mll-crosocioI6gicoy mllcrohist6rico que es inconsisteItte con Ia llntipalfa que Mar-cus y otros posmodernos manifiestan contra Ias toorlas totalizantes.

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ensay~~:;poass~~estede~erminismo~ecanicista y autocontradictorio, muchos'. mos Invocan una Imagen de " "1' .tona de las ideas y se 't"II' progreso en a reClentehls-Sluan e os mlsmos en . d .

recida, que se ha apropiado de una verdad u~a espe?~e. e vanguardla escla-capaces de comprender. Marcus Cushmaque os ~OSItIVlstasno han sido aUnnografos"sofistl'cados" I " I~ " n, por eJemplo, contraponen los et-a os rea Istas qu toda' . .ten estandares ahsolutos. e via mSIstenen creer que exis-

de "p~::n~:~s~~~=::ces se da el caso de que los posmodemos califiquenmente cliffciles Cuesta mu~e, como las de Derrida y Lacan, son reconocida-tualidad que j~ega a la e~ 0 .~~:;r en esto un pavoneotlpi~o de una intelec-filosoficosmas densos y osc~s yk Pdaredsumel~e donunar los planteos

Ot d I Ique se n 0 a a Imprenta

ro e os antropOogo h' .des del od' J s ~e an reacclOnadoa los excesos e ingenuida-posm ermsmo es . Tim O'Meara' £de Carolina del Norte O'M cli ' un Jo~enpro esor de la universidad. eara scute en especIal I .d od

es imposi.hlecons~ruiruna ciencia empfrica de los a::Ot:: rsm ema de ~eI~ es poslhle reah7.arcierto tipo de interpretacio O'M umanos, y que.s~-clalmente a la vision de Ste hen T . n. eara pone en foco Im-extremada. Para Tyler no sol: e . yle~bl~en . rep~esenta la postura mas"ciencia en general" porqu "s Ihmpos~e a ClenClaantropo16gicasino la. ' e no ay mnguna per . , .. I .pnoridad de la vision ninglin d t h "cer<;lOn ongma , nmgunaO'Meara demuestra a~ahadamen~eo~e ~ servar '. PartIendo de esos juicios,sostiene de la ciencia contem ' qu ,e~tereotIpo que el posmodernismo

. . poranea se restnnge alas fi . d'emplnstas 16gicosde hace vari' d' d a mnaClOnes e Clertosas eca as, que eran sumamente restrictit:~:i;: ;:~~e:~:oelsutsoo'lr.edPres~nttativasdel estado actual de la cienci:~~~

1 a e m eresante pero n I dr 'cuanto la mayorparte de eHa se ocu a d C' . 0 a ~xpon e~os aquI pornecesariamente se aplican al posmodP .e a IrmaClOn~s.Interpretahvas que no

D' ermsmo antropologlCO.han sur~7Y::gns:o ~e ~:s:notnrtoepontlogfainterpretativlade tendencia posmodema

o con respecto a 0 qu .en una nueva ortodoxi ' e amenaza conveI1Irsetestahies y su panteonad:~~e:us ponhfi~~s,:u In~~xde lihros y practicas de-en general ha sido Paul R' h' ursoreis. mas activo de estos cuestionadores,

, a mow a gunas de cu .. (I"nueva propuesta el cosmopolitis~ 't') Yhasoplmones relendas a una

EI' 0 cn ICOya se an comentadoantropOlogoJonathan Spencer de I U' .d .

Iado recientemente en Anthropology ~ a K~ dmifv;,s~.ad de Sussex, ha formu-rnientode Ia tendencia od . m.o ntmg un agudo cuestiona-imnenso que tendrfa U:~merna-ll1;terpretahva,aun reconociendo el interesses personales de los a t ue:m prachca de reflexividad acerca de los intere-se concentra en los supnu:ospOtosOygOSfiyde ~aetnograffa como esc~itura. Spencer

. a IrmaClOnesque eman d I f'expenmental. Tras comentar los linearnientos del Tuham~~ ;,. a estelClO

graIazano ensayo en el h ~ e mcent rapan-entr~ las diversas se:~o~:s ~:f~e~e 51 lector real;ce sus propias conexionesdo esto es insatisfactorio en cI'ertoX

~~ pendcerconc uye que el resultado de to-. nwnero e respeetos

Las mstantaneas dialogaies de Tuhami Ie choc:n por demasiado obli-

cuas; como la informacion contextual es escasa, resulta ser que ellector se en-cuentra imposibilitado de sacar sus propias conclusiones y sigue reposando,contradictoriamente, en los comentarios del autor. Estos comentarios, a su vez,signensiendosesgados;10 que revelanno se refierea Marruecos,ni a la existenciade Tuhami, ni al propio Crapanzano,sino mas bien a Ia hihlioteca y a los influ-jos literarios sufridos por el etnografo.Otros textosde Dwyer,Marcus y CliffordIe merecen un juicio similar.

Lo que puede captarse en todo el movimiento posmodemo es, por un la-do, el abandono de toda consideracion a propositode los prohlemas de valida-cion. La validacion ha quedado subsumida en los margenes de 10que ha dadoen Hamarse la "autoridad"etnografica, la cual a su vez se presenta como unacuestion mas litel'aria que l~ractica.Por el otro lado, hay en el movimientounaconsiderable faIta de reflexividad'y autocontextualizacion.Cuando Crapanzanocompara la descripcion del carnaval romano por Goethe con la descripcion dela rifia de gallos por Geedz el contexto, sin duda, se pierde. En lugar de con-texto los posmodernos hablan de intertextualidad. Es diffcil resistirse a la con-clusion --dice SpenceI~ de que la crItica intertextual se utiliza como unaexcusa muy chic que justifica el abandono de la investigacion primaria. Leviene a la mente una definicion atribuida al poeta Robed Frost: "Un crftico esalguien que mea en un rfo y dice: 'Miren la gran corriente que he hecho' ".

Cuando alguien afirma que 10 que hacen los antropologoses escribir, seolvida todo 10demas que los antropologoshacen antes y despues de la escritu-ra. Se deja de lado ademas el sitio en el que los antropologosrealizan su escri-tura que, en general (y excluyendo el Instituto de Princeton), corresponde a lafranja soleada de los Estados Unidos. Se excluye tambien 10que significa laantropologfa posmoderna como producto nuevo, aparecido en el parafso delconsumidor. Un producto que evoca el espfritu radical sin dejar de ser lujoso yexclusivo. Estamos, en fin, en el mundo de 10que Michael Silverstein ha Ha-mado "antropologfayuppie".

La antrop610gaVicky Kirby, del depadamento de Historia de la Concien-cia de la Universidad californiana de Santa Cruz (el mismo lugar de trabajo deJames Clifford)ha objetado recientemente el usa que Stephen Tyler ha hechodel concepto derridadiano de desconstrucci6n. Decfamos antes que Tyler, nQ,obstante haberse apropiado deltermino, piensa ir mas lejos que Derrida en suobra disolvente. En su opini6n, la retorica de Derrida es conservadora, visuali-zada, espacializada; el hecho es, naturalmente, que Derrida no abomina de laescritura, sino mas bien dellogocentrismo de los lingiiistas.

De acuerdo con Tyler, el discurso hablado, a diferencia de la escritura,'es eticamente puro, ya que, al ser impermanente, no tiene las mismas preten-siones de verdad ni esta sujeto alas rfgidas reglas de analisis que acompafiana los modos escritos de expresion. Kirhy cuestiona este dualismo moral deTyler, su division del mundo entre una escritura mala y un hablar hueno.Otros autores (Gasche, Johnson, Spivak, S. Weber) ya han documentado todo10que se ha perdido, a juicio de Kirby,en la adaptaciony sanitizacionde lj masofensivodel ideariode Derridaa manosde la intelectualidadnortearnericana.

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Kirby entiende que para Tyler el discurso tiene lugar en un espacio neu-tral y dialogico en el que los significados de lo~ habla?tes eSHin.a la ~ano yson negociables. Ellugar por excelencia de e~e.~po de l~tercamblO se.na, d~s-de ya la cultura etnografica, agrafa por defimClOn.Demda es algo mas subl ymeno~ rusoniano: para el no hay percepeion inocente; los problemas que Tyl~ratribuye a la etnografla deberian ser.~xtendidos a.los ori~enes de lo~ que den-va toda representacion: la conversaclOn, la entrevIs~a, el Juego, l~ ~necdota.

Este pendular de Tyler entre la pureza del obJeto y la eXquIsltez vanguar-dista del metodo posmodemo es captado sutilmente por Kirb~. Para ell~, lapostura de Tyler ilustra el impulso conservador dentro de la mtelectuahdadnorteamericana que se expresa a traves de una fetichizacion de 10nuevo. ~trosautores como J. Raichman, han sabido describir Ia confianza norteamencana, ~ , .~ "y Ia rapida domesticacion de Iateona francesa contemporanea como una .es-\rategia smorgasbord" que i~ta el pas~iche de estilo~ del arte de vanguardla ypractica el uso descontextuahzado de Cltas y referenClas.

Tambien B Street de la Universidad de Sussex en lnglaterra, ha halladomotivos para o~nerse ~ Tyler y nos confirma que Ios antrop61~g.osbritanicoshan tornado Ias propuestas de aquel concediendole una respe.tablhdad muy,po-bre. Street encuentra en Ios escritos de Tyler, aparte de I~ dlficultades eShlf~-ticas y proposiciones referidas al trabajo de campo mas hlen banales, una s~nede contradicciones basicas. Una de ellas tiene que ver con el modo comphca-do y academico mediante el cual se asegura la prevalencia del sentido comiinpor encima de la teona. .

La "camavalizaci6n" de Ia vida cotidiana que el estilo aluslvo de Tylerintenta evocar, no puede ser a juicio de Street simplemente pinchado entre Iaspaginas de un Iibro. Por otra parte, las teorfas actuales .sobre el ?amaval 10contemplan como una forma de reforzar el orden establecldo a partir de la na-turaleza meramente simb6lica de su oposici6n a e1. Finalmente, Stre~t dem~-cia la faIta de sensihilidad de Tyler a cuestiones de con~exto (poder, l~eologla,diferencia), relegadas a segundo plano por su centranuento en c,u.esb~nes ~eescritura que las tendencias verdaderamente avanzadas de Ia cnbca hter811.aya no conffan a Ios desoordes de Ia "Gran Teorfa" (Ong, Derrida) en que elpropio Tyler se inspira.

Uno de los antrop6Iogos que han reaccionado con mayor firmeza frente alposmodemismo es Michael Carrithers, de la Univers~dad de Durham e? lngla-terra. Carrithers piensa que escribir acerca de la escntura sobre Ia e~cntura et-nografica involucra un lamentable desvfo que nos aparta de~ trabaJo dw'o ~ehacer y usar Ia etnograffa. Una de las observaciones nulS pertinentes de Cam-thers establece que no se pueden aplicar criterios que son utiles para pensarsobre la ficcion a generos que no son en principio ficticios 0 que s6Io 10son encierta forma. Hacerlo es como querer aplicar principios sobre la rima a Ia obmde un escritor de prosa como Henry James: no un ejercicio totalmente inutil,pero sf, en cambio, algo relativamente tangencia1.

La critica del .posmodernismo antropologico esta todavfa por hacerse,tanto e~ ~oque conCleme a sus aspectos epistemo16gicos como a Ia ideologfades~oVlhzadora que. Ie esta asocia?a. La conclusion mas reiterada del posmo-dermsmo antropo16glco es que la Idea del conocimiento objetivo es un motorpuramente literario, un motor que impuls6 una fomm de escritura "realista"que ya esta obsoleta, y en Ia que el etnografo se situaba a Ia manera de Flau-bert, como un observador omnisciente. Pero sin duda las cosas no son tan sim-ple~: en primer lugar hay que detenerse a meditar el hecho de que, si bien esposlble que. d~ alguna manera la "antropologfa convencional" construyese susmundos obJebvos en lugar de descubrirlos, Ios posmodemos han construidotamb" "t I' . al"len una an ropo ogIa convenclOn que no es mucho mas objetiva queesos mundos.

La antropologfa convencional, en otras palabras, es en buena medida unaconstrucci6n posmoderna sobre Ia que no se reflexiona, y que posibilita, en unorden atestado de. retorica, Ia de~ostracion de las villanfas que quieran de-mostrarse. Es OhVlOque una enbdad capaz de reunir en un mismo rotuIo aBoa~,a ~arvin. J:Iarris y a Ma.!inowski,a la fenomenologfa, al funcionalismo, ala ClenClacogmbva y al marxlsmo, puede servir de chivo expiatorio para simu-lar la i~erenci~ de Ia conclusion que se desee. De esta forma, empero, el pos-modermsmo solo posterga 0 escamotea el problema sin solucionarlo. EIproblema, en rigor, es el de la objetividad, y quiza no tanto el de su posesi6ncomo el de su husqueda.

. A nuestro juicio, la negacion de un conocimiento objetivo de Ios hechossoclales es un postulado que se debe analizar tomando en cuenta no solo 10que afirma, que es sensato, sino Ias consecuencias y corolarios que de el sedespr~nden, que ya no 10son tanto. EI posmodernismo, y en especial sus ela-~~~clOnes mas ~xtremas, afirman, en sfntesis, que "todo vale", que cualquierv~sl~nde Ia reahda~ es por igual digna de credito, que no existe ningiin proce-di~ento que garantlce la verdad de 10que se afimm. Se han llevado hasta lasUlbmas.consecuencias Ia~ insinuaciones de Geertz respecto de que Ia antropo-logf~es un ge~ero de ficcl6n, y se ha hecho a la ciencia, que se manifiesta porescnto, pa~fclpe de los Ifmites que esa ficcionaIizaci6n presupone. Del carac-ter c?nstrw~o de una te?rfa, que nadie disc ute, se ha deducido que es posihley qUIzalegftImo constrwr 10que se quiera. Da 10mismo demostrar una afirma-cion ~e t~jer ~ ~antasfa, sefialar un hecho incontestable que insinuar unaevocacl6n lmagInana. Tyler nos aconseja que no busquemos la verdad sinoI· . "h" . ,que nos lnutemos a ser onestos; la pregunta que cabrfa plantear es si sepuede lograr esto sin pretender aquello.

A menudo los posmodemos hablan de la'realidad como si esta no fuesemas que una fantasfa realista, como si no existiera una realidad aparte de lateoda ..~o convenclrfa ser simplistas a este respectq, pero en general todas lasafimmclOnes de esa naturaleza tienen por consecuencia que se dejen de inten-tar busquedas para averiguar que es 10que verdaderamentesucede en una so-

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ciedad, y sobre todo que se desprecie la idea de trabajar sobre la realidad so-cial para mOOificarla. Nada de esto serra important~ si vivieramos -co~o enefecto cree vivir mas de un posmOOerno-- en el meJor de los mundos poslbles.Baudrillard diagnostica que "estamos sumidos en .el extasis de la inform~-cion" en una sociedad sobreabundante hasta la obesldad; los males que perCl-bimos son los del exceso, y hasta este parecerfa ser necesario para mantenerlotOOoen dinamica. Estas premisas pueden'sostenerse mas facihnente en Parfsque en Calcuta 0 en Etiopfa, pol' nombrar sitios en dO:l1dequienes sobrevivenestan sumidos, sin duda, en otros extasis.

Mirmar (pOI'impHcitamente que se 10 haga) que la perspectiva del tortu-rador y la del torturado constituyen visiones "igualmente verdaderas", quedespues de un holocausto 0 un etnocidio no h~y ningun~ ve~~ad obj~tiva a d~-terminal', que la busqueda de la verdad conshtuye una lluSlOn propla de OC~I-dentales sujetos a la idea de la representacion, constituyen coartadas qmzapeores que las leyes de olvido, la tergiversacion del pasado 0 el silenci? hist6-rico tematizados pOI'Orwell 0 los semiologos de Tartu: en el posmOOermsmo.labusqueda de la verdad se proscribe a priori, porque se decreta que no hay folm-gun hecho que pueda establecerse, ninguna certidumbre en lo.que se pe.rclb~,ningtin concepto que resista su desconstruccion. Desconstruu una ClenClablanda ha demostrado ser obscenamente facil, mucho mas que abismarse en laconstruccion de metOOos falibles.

El giro posmodemo encubre una estrategia que va m.as all~ de la confi-guracion de etnograffas estilfsticamente novedosas. Se comIenza mocentemen-te por desconstruir (digamos) la ilusion de Evans-Pritchard de haber descu-bierto algo importante sobre Ia "realidad" de determinado orden de cosa~ e?esta 0 aquella cultura exotica; se sigue cuestionando la busqueda de 10 obJeh-yo, denostando esa pesquisa como propia de un ~ealismo ~ngenuo ~asado demOOa' y se termina cerrando el cfrculo, por abohr cualqmer espeCle de ver-dad. A contrapelo d~ 10 que afirma su propaganda, el posmodemismo dista desel' un movimiento profundamente etico "que no necesita fundamentacion ~nla ontologfa ° en la epistemologfa"; mas bien parece una especie de parodlaepistemologica en la que se denuncian ano~aHas en una ciencia non:nal. fan-tasmatica, sin que importen (0 buscando dehberadamente) las contradlCClOnesy la faIta de refiexividad de su propia estructl1ra; un s~mu~a~ro al que no pa~e-ce importarle en absoluto responder alas consecuenClas ehcas de sus proplaspremisas.

Algunos posmodemos (igual que, en su momento, algunos fen?menolo-gos) se sienten poHticamente radicalizados, y cla~an cont~a la autondad aca-demica, el colonialismo y otras plagas de OCCldente; Juzgamos que estamodalidad combativa es la mas insidiosa, porque antes de invitamos a la re-friega ha tornado la precaucion de desconstruir tOOas las armas y de postularmetas alucinantes: derrocar eI predominio de la vision (0 de la palabra), defe-nestrar la escritura, abolir al sujeto que investiga, fingir que la historia ha te~-minado. Exceptuando a Taussig, la eIaboracion de una propuesta de camblOpOI'parte de los posmodemos es, de hecho, nula: sus bravatas poHticas encu-

bren un vacfo de programas concretos y una marcada propension hacia 10 in-material, simbolizada en el programa interpretativo al que adscriben y en labusqueda obsesiva de universos de significacion. Y esta propension nunca es-tuvo historicamente asociacla a una genuina actitud revolucionaria. Pese a 10que eI posmOOernismo afirme de sf mismo, esta demasiado claro el hecho deque sus premisas se pliegan d6cilmente -como 10 denuncio Fredric Jame-son- al programa polftico del neoliberalismo. Si es verosfmil, como los mis-mos posmodemos afirman, que toda ciencia responde a las condiciones en quese gesta, debemos prestar atencion a Ias condiciones de sobreabundancia enlas que se ha gestado el propio posmodernismo y evaluar, a partir de ese anali~sis, la utilidad 0 la pertinencia de 10 que ellos nos ofrecen de cara alas proble-maticas locales. Que una propuesta en la que "tOOo vale" nos resulte uta espor 10 menos dudoso, si es que no es algo peor que eso; decia John Krige que"todo vale significa, en la practica, que todo siga igual".

Nada mas oportuno que contrastar el exquisito subjetivismo de los pos-modemos con una cita de su aborrecido Marvin Harris, a qui en aquellos deni-gran pol' positivista, cientificista, ingenuo, brutal. Escribe Harris:

La doctrina de que todo hecho es ficci6n y toda ficci6n un hecho, es moralmentedepravada. Confunde al atacado con el atacante; al torturado con el torturador' alasesinado con el asesino. Que duda cabe que la historia de Dachau nos la pod:fancontar el miembro de las SS y el prisionero; la de Mylai, el teniente Calley y lamadre arrodillada; la de la Universidad de Kent State, los miembros de la Guar-dia Nacional y los estudiantes muertos por la espalda. Pero s610un cretino moralsostendrfa que todas estas historias son igual de verdaderas (El materialismo cul-tural, pag. 352).

No se trata de aconsejar aquf la adopci6n lisa y llana del materialismocultural fre~te ala marejada posmodema. La cosa no pasa pol' aM; 10 que re-sulta esenClal es que los acontecimientos referidos pol' Marvin Harris deberfanformal' parte de la preocupacion antropologica con la misma entidad que las "practicas adivinatorias de los Azande analizadas pol' Evans-Pritchard, que unapuesta del sol en Samoa descrita pol' Margaret Mead 0 que el despiece ironicode Iibros ajenos. Y la cosa pasa tambien pOI' el hecho de que el compromisocon una u otra teorfa antropoI6gica dista de ser una elecci6n polftica y moral-mente neutra.

Este pr610go es mas una compensaci6n que un ditiramho. Presentar unaantologfa escrupulosamente representativa con cuyos contenidos no se esta deac~erdo no es una practica habitual en el trabajo academico, pero el dano yaesta consumado. Sin desconocer que numerosos planteos posmodemos sondignos de interes, admitimos que nos satisfarfa mas que los rumbos actualesde la antropologfa fueran otros, de mayor sustancia metOOo16gica y superior

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instrurnentalidacl. La alternativa hubiera sielo silenciarlos, pero -a eliferenciade Tyler- conjeLuramos que no se puede ser honesto faltanelo ala verelael. Noagregarernos al inteltexto posrnoderno mas comentarios, pues 10s ensayos quesiguen hacen poco mas que referirse redprocamente. Valga 10 anterior comoadveltencia y contexto, para que de aqul en adelante la antropologla posmo-clerna rnisma haga escuchar su voz en la polifonla del clebate.

Antropologfasimb6lica