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Revista trimestral del Instituto Secular Servi Trinitatis

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TrinitasRevista trimestral del Instituto Secular Servi Trinitatis (difusión gratuita).

Edición: Instituto Secular Servi TrinitatisC/ Cinco Quintas, 28224, Pozuelo de Alarcón, Madrid.

Coordinación: P. Mario Ortega

Redacción de este número: P. Antonio Martínez, P. Mario Ortega, P. Roberto Visier, P. Juan Manuel Cabezas, P. Rafael Pérez, P. Arturo Sáiz, María Luisa Pérez, Irene Martínez, Davinia López, Laura Segovia, Ana Margarita Luján.

Diseño y maquetación: Editorial Sol, C/ Batres 2B, Pol. Ind. Ventorro del Cano, Alcorcón, 28925, Madrid

Imprime: Yourprint. Parque Sevilla Industrial Calle Parsi, 6 nº 38-40. DEPÓSITO LEGAL: M-9.169-2012

SumarioEditorial ............................................................................. 3Noticias breves ................................................................... 4La fidelidad a la Jerarquía ......... ........................................ 5 La misión del Papa ............................................................ 6La Iglesia es Madre .............................................................. 7Su Santidad Francisco ...................................................... 8Coherencia e incoherencia ............................................. 10 Peregrinos en Roma en el año de la fe............................... 12La Misericordia brota del Resucitado .............................. 13Ayuda en La Plata ..............................................................14El partido de tu vida ......................................................... 14Católicos en Acción de Madrid ........................................ 15

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre?

¿Quién dicen que es?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,

Jeremías o alguno de los profetas”. “Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?”. Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el

Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo

ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las

llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates

en la tierra, quedará desatado en el cielo”.

Mateo 16, 13-19

Escuela Apostólica Juan Pablo II

Residencia de EstudiantesC/ Cañada de las Carreras, 98-100

Urbanización La Cabaña, 28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid)

Telf /fax: 917 141 692Correo-e: [email protected]

ABIERTO EL PLAZO DE

INSCRIPCIÓN

Page 3: Revista Trinitas

TRINITAS 3

Ya ha pasado un mes desde que Nuestra Madre la Iglesia nos anunciara, como motivo de gran alegría (gaudium magnum),

la elección del Papa Francisco. Y para nosotros, sus hijos, no puede ser sino motivo de esperanza y gratitud el experimentar cómo las promesas que Cristo garantizó a su Iglesia, fundada sobre la Roca de Pedro, no han dejado de cumplirse, al igual que se seguirán cumpliendo hasta el final de los tiempos.

Cristo aseguró el modo de que el Evangelio alcanzara a todas las generaciones fundando la Iglesia y guiándola con su Espíritu, el Espíritu del amor y de la verdad. Él nos conducirá hasta la verdad plena, como nos recuerda San Pablo (cf. Jn 16, 13). La Iglesia es, además, la gran familia de los hijos de Dios, en la que todos, por encima de los diversos carismas y particularidades, vivimos como hermanos, corresponsables los unos de los otros. El Papa, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal, nos mantiene unidos con Cristo y con su Evangelio.

Parafraseando a Santa Catalina de Siena, «Cristo dejó las llaves de su Sangre redentora al glorioso apóstol Pedro y a todos los que le sucedieron y le sucederán hasta el día del juicio; pues todos tienen y tendrán la misma autoridad que tuvo Pedro» (Diálogo, cap. CXV ). Sírvanos de ejemplo el amor absolutamente incondicional de esta santa, que tantas veces nos ha presentado Don Gratiniano como modelo, hacia su «dulce Cristo en la Tierra», aún en aquellas circunstancias históricas que vivió esta Santa Doctora de la Iglesia, que podían suponer una prueba para la fe de la que ese amor brota.

Precisamente, todos los miembros de Servi Trinitatis, recordamos con gran cariño y gratitud las dos ocasiones en las que, tanto Don Gratiniano como Don Antonio Martínez fueron recibidos con toda amabilidad y cercanía, en audiencia privada, por el entonces Cardenal Bergoglio, hoy Papa Francisco.

Servi Trinitatis tiene como uno de sus fines el de vivir y ayudar a que se viva la fidelidad al Papa. Tiene una misión profundamente eclesial y ésta no se puede cumplir sino mediante una unión fiel y constante al Sucesor del Apóstol Pedro y estando siempre atentos a todo lo que él nos pida.

Por eso, tengamos muy presente la humilde petición que el Papa Francisco ha querido dirigir a todos sus hijos en el saludo inaugural de su pontificado y que ha repetido ya en varias ocasiones: el Papa necesita nuestras oraciones para poder desempeñar un ministerio que supera enormemente cualesquiera capacidades humanas. Encomendemos desde ahora con redoblado fervor al Santo Padre, para que la Virgen Santísima lo ilumine y lo haga dócil a las inspiraciones del Espíritu Divino.

Editorial

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TRINITAS4

Visita del P. Antonio Martínez a Phoenix (Arizona)Desde el 16 de marzo del presente año hasta principios de abril, el director

general en funciones de Servi Trinitatis, D. Antonio Martínez, visitó la Parroquia Saint Anne de la diócesis de Phoenix, que desde hace un año y pocos meses atienden dos sacerdotes de nuestro Instituto, los padres Sergio Muñoz y Juan Miguel Corral.

Se vivieron días muy intensos de charlas cuaresmales, confesiones, los oficios de Semana Santa y los continuos encuentros y entrevistas con muchos fieles de la parroquia, algunos responsables de la pastoral y administración de la parroquia; de lengua española unos y otros de lengua inglesa.

El viaje se inició en Washington D.C. con la visita al Nuncio de Su Santidad y el resto del tiempo en la población de Gilbert (Arizona – Estados Unidos), donde se encuentra la parroquia. Se aprovecho también la ocasión para entrevistarse con el obispo de la diócesis Thomas Olmsted y su obispo auxiliar Eduardo Nevarez.

Nuevos compromisos misioneros en VenezuelaEl día 17 de febrero celebramos con júbilo la toma de posesión como párroco

de la Iglesia Sagrada Familia por parte del Padre Carlos Fajardo. Fue una ceremonia llena de emoción, ya que en ella se juntaron el párroco que se nos fue, el P. Domingo Plaza, y el nuevo párroco, el P. Carlos.

Desde hace cuatro meses, el P. Domingo, junto al P. Roger Mendoza, están al cargo de la parroquia de Nuestra Señora de Antímano de Caracas, que le fue encomendada por S.E. el Cardenal Arzobispo de la capital venezolana Mons. Jorge Urosa a la atención pastoral de los sacerdotes de Servi Trinitatis.

Siempre recordaremos al P. Domingo como un verdadero padre, como alguien que no sólo nos ayudó espiritualmente, sino que humanamente tampoco se quedó atrás.

La toma de posesión del padre Carlos Fajardo, ha sido la continuación de la misión sacerdotal que Dios Uno y Trino da a sus ministros ordenados.

De éste día no sale del corazón sino una plegaria, una oración por nuestro nuevo párroco, que como él mismo indicó al final de la Sta. Misa, desea ser un pastor según el Corazón de Jesús, que dé la vida por sus ovejas si fuera preciso.

Encomendamos bajo la protección de nuestra Madre, al P. Carlos, el cual desempeña el papel de Cristo directamente y al que a partir de ahora nos encomendamos a sus oraciones, así como él está en las nuestras. Gracias Señor, por enviar operarios a tu mies. Igualmente encomendamos al P. Domingo, para que continúe en Caracas su labor sacerdotal con el mismo corazón de buen pastor que ha mostrado siempre como párroco en Valencia.

Ordenación sacerdotal de Manuel Padrón y Jorge VargasEl pasado 27 de abril de 2013, fueron ordenados presbíteros en la Catedral de Santa

María la Real de la Almudena, por el Emmo. y Rvdomo. Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid, D. Antonio Mª Rouco Varela, dos nuevos sacerdotes de Servi Trinitatis.

Demos gracias a Dios por estos dos nuevos sacerdotes al servicio de Dios y de las almas en nuestra institución, siempre para su mayor gloria. Encomendemos en nuestras oraciones sus próximos trabajos pastorales y apostólicos y pidamos a la Santísima Trinidad que envíe más operarios a su mies.

Así mismo, el día 21 de abril, el Obispo auxiliar de Madrid, Don César Franco,

confirió el ministerio de lector y acólito a Ignacio Latorre y el Rito de Admisión a las Sagradas Órdenes a Diego de Julián, ambos seminaristas de la Casa de Formación San Pedro y San Pablo, de Servi Trinitatis. La ceremonia tuvo lugar en el Seminario Redemptoris Mater, de Madrid.

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TRINITAS 5

Si miramos la organización interna de la Iglesia como la de una institución formada por hombres pertenecientes a todos los países, culturas y lenguas,

por tanto extendida por todos los rincones del planeta; nos parecerá lógico que haya una autoridad en cada comunidad, una distribución de las cargas y de las responsabilidades, que se agrupen las distintas comunidades en diócesis, e incluso que haya un responsable general de todo, una cabeza, un jefe. Desde un punto de vista sociológico, operativo, institucional esto es muy lógico. Sin embargo sabemos, como nos ha re-cordado Benedicto XVI en sus últimos días de pontificado, que la Iglesia no es una institución de asistencia religiosa o servicio social. Su origen es divino, su mi-sión sobrenatural, su jerarquía es voluntad expresa de Jesucristo, el Redentor de los hombres.

No podemos mirar al Papa y a los obispos como meras autori-dades humanas con la misión de ordenar, organizar o dirigir. Ellos son sucesores de los apóstoles, de-tentan una autoridad sagrada que les viene del sacramento del orden en su primer grado: el episcopado. Poseen por tanto una gracia sa-cramental, una gracia de estado, una asistencia especial del Espíritu Santo. Han recibido su autoridad de Jesucristo para actuar en su nombre, para custodiar el depósito de la fe, para pastorear el pueblo de Dios, llevarlo a los pastos frescos, al agua limpia, defenderlo de los peligros, para guiarlo por el recto camino de la santidad y conducirlo a la vida eterna.

La sumisión, respeto y obediencia al Papa y a los pastores de la Iglesia es fundamental para permanecer en la verdad, para no perder el camino, para conservar la fe y la comunión con Dios y con los hermanos en la fe. Es muy necesaria una mirada profunda de fe que sepa descubrir en el Papa el suce-sor del apóstol San Pedro y Vicario de Cristo, y en nuestro obispo el apóstol que Dios ha querido poner como cabeza de nuestra comunidad de fe. Esto nos dará mucha serenidad y

paz, además de una esperanza que no defrauda porque sa-bemos que, a través de personas limitadas y frágiles como cada uno de nosotros, Dios realizará su obra y conducirá a la Iglesia hacia la plenitud.

A pesar de lo fundamental de estos conceptos eclesiológi-cos, hemos vivido en las últimas décadas una gran confusión dentro de la Iglesia católica, debido a la falta de obediencia al magisterio de la Iglesia y a una interpretación de la obedien-cia un tanto laxa que ha debilitado los lazos de comunión entre los fieles y sacerdotes con los obispos y el Papa. Esta

es una de las causas por las que el Instituto Secular Servi Trinitatis, nacido en este contexto, tiene en-tre sus características esenciales la fidelidad a la jerarquía, ratificada con un cuarto voto de fidelidad al Papa.

Este sentirse “Iglesia”, vivir en plena comunión con el Papa y los obispos, el estar atentos no sólo a la enseñanza doctrinal sino a las orientaciones pastorales de los pastores, nos da la certeza de que no estamos construyendo una pequeña y confortable casa donde

encerrarnos a vivir la fe según nuestro capricho, nuestra visión personal o según el estilo personal y las intuiciones más o menos certera de uno u otro líder pasajero, sino que estamos en el gran hogar de la Iglesia católica. Creo que esto es algo maravilloso y providencial. No nos apegamos a un modo de rezar, de celebrar, de hablar o de predicar el evangelio, sino que lo hacemos como lo hace la Iglesia universal, como nos enseñan los santos de todos los tiempos, como se reza en todas los templos católicos del mundo; porque para nosotros el mayor honor es ser cristianos, hijos de Dios por el bautismo que nos ha hecho también “hijos de la Santa Iglesia Católica y Apostólica”.

P. Roberto Visier

La fidelidad a la Jerarquía

Este sentirse “Iglesia”, vivir en plena comunión con el Papa y

los obispos, nos da la certeza de que no estamos construyendo

una pequeña y confortable casa donde encerrarnos a vivir la fe

según nuestro capricho, sino que estamos en el gran hogar de la

Iglesia católica.

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TRINITAS6

Con la gracia del Señor vivimos un momento de gran trascendencia en la historia de la Iglesia y de la humanidad. La renuncia del Papa Benedicto

XVI, cuya santidad se puede decir que es manifiesta, y la elección de un nuevo Santo Padre, Francisco, del que se espera continúe en la misma línea de ejemplaridad de vida que ha caracterizado a todos los Pontífices de los últimos tiempos, ha conmovido al mundo entero, especialmente a los católicos. Es un momento ideal para profundizar un poco al menos en la misión que Jesucristo ha encomendado al Sucesor de Pedro.

Esta misión está expresada en la palabra que el Señor le dice a su apóstol Pedro en el momento de la Última Cena: “Simón, Simón, mira que Satanás ha solicitado el poder cri-baros como trigo, pero yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus her-manos” (Lc. 22, 31-32).

Jesucristo realizó la Redención del mundo con su Pasión, Muerte y Resurrección y fundó su Iglesia para perpetuar su sacrificio redentor a lo largo del tiempo y del espacio. Ahora bien la Iglesia la fundó jerárquica, sobre el fundamento de los Apóstoles y a estos les dio una cabeza, Pedro, que todos veneraban y obedecían. Para que su obra de Redención pudiera prolongarse y actuar en el mundo quiso que esos Apóstoles tuvieran unos sucesores y, a su vez, Pedro, Cabeza de los Apóstoles, tuviera también su sucesor.

La misión que encomienda a Pedro está expresada en las palabras que el Señor le dirige en el Evangelio, tanto cuando

le promete el pontificado como cuando se lo confiere. En el primer suceso, narrado por san Mateo 16, 16-19, Jesucristo afirma categóricamente que funda su Iglesia sobre la roca de la fe de Pedro y que le da la llave del reino de los cielos, aseverando que lo que Pedro ate en la tierra, Él lo ata en el cielo y lo que Pedro desate en la tierra, queda desatado en el cielo.

Como la palabra de Dios no puede fallar, Pedro nunca puede equivocarse en materia de fe y de costumbres, pues si sucediera así, Cristo erraría, lo que es absolutamente imposible. Eso es lo que conocemos como la infalibilidad del Papa. Con la gracia y asistencia del Espíritu Santo, Pedro se constituye así en fundamento de unidad de y de comunión de todos los miembros de la Iglesia.

El segundo de los pasajes en que Jesucristo nos presenta la realidad del Primado de Pedro es recogido por el Evangelio de san Juan 21, 15-21. En este momento Jesús confía a su vicario la Iglesia entera mandándole que pastoree su rebaño. ¿Y qué es pastorear? Pues alimentar bien a las ovejas, librarlas de los peligros, conservarlas en plenitud de vida. Pues esa es la misión de Pedro, mantener fielmente el depósito de la fe que le ha confiado Jesucristo, enseñar siempre la doctrina que lleva a la vida eterna a todas las gentes, advirtiendo de los peligros que acechan al rebaño de Dios que es la Iglesia y rechazando tantos errores que intentan destruir la verdad y dañar a las almas llevándolas a ofender a Dios.

Hemos de dar profundas gracias a Dios por habernos concedido un don tan grande como es el del Primado del Romano Pontífice, sucesor de Pedro, que nos asegura siempre dónde está la verdad en medio de un enorme confusionismo que hoy y siempre reina fuera de la Iglesia, que no es sino el Pueblo de Dios que camina en la tierra en búsqueda del cielo, su verdadera patria.

P. Juan Manuel Cabezas

La misión del Papa

Hemos de dar profundas gracias a Dios por habernos concedido un don

tan grande como es el del Primado del Romano Pontífice, sucesor de Pedro,

que nos asegura siempre dónde está la verdad

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TRINITAS 7

Pertenecer a la Iglesia es una suerte inmensa, un privilegio tan grande como inmerecido. No nos cansaremos de repetir lo agradecidos que estamos

por haber sido bautizados, superado ese examen de ingreso en el que Dios nos puso un 10 sin que nosotros hubiéramos aportado más conocimiento que la aceptación humilde y asombrada al tomar conciencia de tamaño regalo. Nos volvimos ricos ese día, heredamos el Cielo, nos convertimos en piedras vivas más allá de un cuerpo muerto… formamos el Cuerpo Místico de Cristo, teología que la gran mayoría desconoceremos en profundidad hasta nuestra muerte y que, sin embargo, nos colma de esperanza y coloca bajo el trapecio de nuestra vida una red protectora tan firme, tan bien urdida, que ahuyentará el temor a dar todos los saltos “mortales” que nuestra existencia exija.

En la Iglesia, estamos en manos de Dios de manera concreta y cercana, así lo ha querido Él, que nos creó y sabe lo que nos conviene, y así lo ha demostrado la historia, corroborando que sólo una inteligencia divina pudo inventar algo tan genuinamente humano. Para no restar a nuestra fe ni un poquito de mérito, Dios nos habla extraordinariamente de modo ordinario, por medio de sus ministros, nos sana y nos bendice con sus Sacramentos. Sin cansarse. Somos acogidos en sus asambleas, comprendidos en los momentos de duda o de dolor y es la Iglesia la que se alegra con nuestras pequeñas alegrías como la mejor de las madres.

¿Qué mayor herencia podemos dejar a nuestros hijos, a nuestros jóvenes, a los más pobres –espiritual y materialmente-

de este mundo? “No tengo oro ni plata; lo que tengo te doy”. Te doy a Jesús, te llevo donde Él está, donde lo puedes ver, donde puedes descubrir y multiplicar tus talentos. Te doy algo que no muere, un seguro contra la desesperanza, la garantía del camino recto y, por eso, te digo las cosas de modo distinto al mundo, y verás que uso criterios que no están de moda; es que son siempre nuevos. No te hablo de un Dios abstracto ni te animo a hacer el vacío a tu alrededor para

encontrarlo, dejándote a merced de la subjetividad. Te hablo de un hogar, la Iglesia, donde no dejamos de ser amados, donde los miembros pecadores tenemos siempre otra oportunidad al recibir la Sangre Santísima de Cristo como cabeza, donde reina nuestra Madre inmaculada (…) .

La Iglesia que siempre permanecerá, es verdad que a

veces “como barquilla en alta mar” pero siempre firme ante las puertas del infierno. En la Iglesia todos somos hijos predilectos y casi no tenemos otro deber que el de ser agradecidos. Así se siente nuestro papa Francisco cuando dice que “la Iglesia es mi madre: debo ver los pecados y las faltas como si viera los pecados y las faltas de mi mamá. Y cuando me acuerdo de ella, recuerdo sobre todo muchas cosas bellas y buenas que hizo, no tanto de las faltas o de sus defectos. Una madre se defiende con el corazón lleno de amor, antes de usar la palabra.” Del agradecimiento sincero brotará la caridad, y donde hay caridad está Dios porque Dios es Amor.

María Luisa Pérez

La Iglesia es Madre

¿Qué mayor herencia podemos dejar a nuestros hijos, a nuestros

jóvenes, a los más pobres -espiritual y materialmente- de este mundo? “No tengo oro ni

plata; lo que tengo te doy”

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Desde el pasado 14 de marzo, la Iglesia tiene un nuevo Papa. El 266 sucesor del apóstol Pedro se llama Francisco.

Pero, ¿quién es Francisco, el Papa que los cardenales fueron a buscar casi hasta el fin del mundo, como él dijo en sus primeras palabras? ¿Qué supondrá para la Iglesia tener por primera vez un Papa americano?, ¿y para la vida consagrada un Papa religioso desde hace más de siglo y medio? ¿Paradojas de la historia que un jesuita, cuya orden fue tan perseguida y hasta suprimida por el Papa Clemente XIV, llegue ahora a la Sede de Pedro?

Jorge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, de un matrimonio de ascendencia italiana y humilde condición social y laboral. Se graduó como ingeniero químico y trabajó como tal hasta los 21 años, edad en la que decide seguir la vocación sacerdotal ingresando en el seminario diocesano. En 1958 entró como novicio en la Compañía de Jesús.

En la década de los 60-70 aumenta su formación humanística y ejerce la docencia simultáneamente. Entre 1964 y 1965, ejerce de profesor de Literatura y Psicología en el Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe. En 1966 enseña en la Universidad del Salvador en Buenos Aires. De 1967 a 1970 estudió teología en la Universidad de Saint Joseph. Ordenado sacerdote en diciembre de 1969, continúa la preparación entre 1970 y 1971 en España, y el 22 de abril 1973 hizo su profesión perpetua en la Compañía de Jesús. Vuelve a Argentina en 1973 como maestro de novicios en Villa Barilari, en San Miguel, también ejerce de profesor de la Facultad de Teología, consultor provincial de la Compañía de Jesús y Decano del Colegio.

El 31 de julio 1973 es elegido Provincial de los jesuitas en Argentina. Tenía entonces 37 años. Eran los tiempos de la dictadura militar. Seis años más tarde vuelve a trabajar en el mundo académico, y entre 1980 y 1986, es nombrado Rector del Colegio de San José. En marzo de 1986 se trasladó a Alemania para completar su tesis doctoral. A ello le sigue la vuelta a Argentina y una intensa actividad como teólogo y sacerdote, lo que le lleva ser el principal colaborador del Cardenal Quarracino en Buenos Aires. Pronto es nombrado Obispo, en 1992 el Papa Juan Pablo II le nombra obispo auxiliar de Buenos Aires.

Y el 28 de febrero de 1998 es nombrado Arzobispo de Buenos Aires, sucediendo a Quarracino. Así llega al 2001, año en que el Papa Juan Pablo II le nombra cardenal, con el título de San Roberto Belarmino.

Su SantidadFrancisco

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TRINITAS 9

Como arzobispo de Buenos Aires formaba parte de la Conferencia Episcopal Argentina, de la que fue presidente en dos períodos consecutivos desde noviembre de 2005 hasta noviembre de 2011, no pudiendo ser reelegido una vez más por no permitirlo los estatutos. En el Arzobispado de Buenos Aires y como cardenal llevó a cabo un proyecto basado en cuatro objetivos principales: es-tablecer una comunidad abierta y fraternal, protagonismo de los laicos trabajando conjuntamente con sacerdotes; evangelización y asistencia a los pobres y enfer-mos. Como Presidente de la Con-ferencia Episcopal Argentina tuvo que hacer frente a duros períodos de crisis económicas y sociales. Se dice de su apariencia: “Un estilo de vida sencillo ha contribuido a la reputación de su humildad: Vivía en un apartamento pequeño, solía utilizar el transporte público, y cocinaba su propia comida. Disfrutaba de la ópera, el tango, y el fútbol; es hincha y socio activo simple del Club Atlético San Lorenzo de Almagro. Es también un apasionado lector de Dostoievski y Jorge Luis Borges, además de autores clásicos.”

El pasado 14 de marzo nos encontrábamos algunos sacerdotes y seminaristas de Servi Trinitatis en la Plaza de San Pedro en el momento que salió de la chimenea de la Capilla Sixtina la fumata blanca. Con inmensa emoción, como todos los que allí estábamos aguantando la suave lluvia que sobre Roma caía en esos momentos y como los millones de personas que seguían los acontecimientos a través de la televisión, escuchamos la voz del Cardenal Tauran anunciando al mundo el nombre del nuevo Papa.

Gaudium Magnum. Una gran alegría. Esas fueron, no solo las palabras sino los sentimientos de todos aquellos corazones que escuchaban por primera vez el nombre del nuevo Papa. Francisco. Un nombre cargado de tanta signifi-cación. San Francisco de Asís, la pobreza y el amor al Evan-gelio; el amor sencillo y puro a Dios y a la creación. Sabemos

que la elección que hace el nuevo Papa del nombre con que será llamado en adelante, tiene siempre un significado, que los entendidos se apresuran en explicar. En aquel momen-to, creo que no hizo falta explicar nada. Todos supimos que el Papa Francisco, al elegir ese nombre, estaba enviando al

mundo un mensaje muy directo: en la Iglesia, todos estamos llamados a vivir constantemente la sencillez y el amor, la pobreza y la humildad del santo de Asís, el hombre que más se ha parecido a Jesús, según se suele definir al “Poverello”.

En su primera aparición en público, el Papa Francisco pidió oraciones por él. Es algo que ha continuado pidiendo durante este primer mes de pontificado. La oración – él lo sabe como buen hijo

de San Ignacio – es lo que más nos une con Dios, pero también lo que más nos une entre nosotros los hombres. No en vano, establece el Santo fundador jesuita, rezar los unos por los otros cuando se hacen los ejercicios espirituales.

La Iglesia es la gran familia de todas las familias de cristianos. Es muy importante el significado que sobre este aspecto adquiere el hecho de que un jesuita tome el nombre del fundador de los franciscanos. Es también un bello signo de unidad; la unidad que los cristianos siempre tienen que vivir y mostrar al mundo para hacer el mensaje del Evangelio auténticamente creíble a todos los hombres. Por esa unidad de su Cuerpo místico, que es la Iglesia, se entregó Jesús y por ella pidió al Padre (cf. Jn 17).

El Papa Francisco tiene ante sí la inmensa responsabilidad de guiar al Pueblo de Dios por caminos de unidad y continua reconciliación, con Dios y entre los hombres. Acompañémosle en este camino con decisión y alegría, confiando siempre en la Misericordia de Dios que nos protege y conduce seguros.

P. Mario Ortega

EL ESCUDO DEL PAPA FRANCISCOEn los rasgos, esenciales, el Papa Francisco ha decidido conservar su escudo anterior,

elegido desde su consagración episcopal.Sobre el escudo, azul, se hallan los símbolos de la dignidad pontificia, iguales a los que deseó

el predecesor, Benedicto XVI (mitra entre llaves de oro y plata, entrelazadas por un cordón rojo). En lo alto se refleja el emblema de la Orden de procedencia del Papa, la Compañía de Jesús: un sol radiante y llameante con las letras, en rojo, IHS, monograma de Cristo. Encima de la letra h se halla una cruz; en la punta, los tres clavos en negro.

En la parte inferior se contempla la estrella y la flor de nardo. La estrella, según la antigua tradición heráldica, simboliza a la Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia; la flor de nardo indica a san José, patrono de la Iglesia universal. En la tradición iconográfica hispánica, en efecto, san José se representa con un ramo de nardo en la mano. Al incluir en su escudo estas imágenes el Papa desea expresar su especial devoción hacia la Virgen Santísima y san José.

El lema del Santo Padre Francisco procede de las Homilías de san Beda el Venerable, sacerdote (Hom. 21; CCL 122, 149-151), quien, comentando el episodio evangélico de la vocación de san Mateo, escribe: «Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me (Vio Jesús a un publicano, y como le miró con sentimiento de amor y le eligió, le dijo: Sígueme)».

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Hablemos de coherencia y de su reverso, el fariseís-mo, el rancismo y el “pilatismo”.

Estar convencido de que Dios se ha revelado en Jesucristo para nuestra salvación, y de que su mensaje lo transmite e interpreta fielmente la Iglesia de Cristo, la Católica, en comunión con el Papa, no es suficiente. El que abre su mente a la Verdad que es Jesús en persona, coherentemente no puede sino amarle y seguirle, con todo lo que ello implica:

- Creo en sus mandamientos y bienaventuranzas. Tarea de toda la vida es hacerlos vida. Quien dice: “Yo le conozco” y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto conocemos que estamos en Él. Quien dice que permanece en Él, debe vivir como vivió Él (1 Jn 2, 4-6).

- Creo en su mandamiento del amor. Lo prioritario para mí debe ser buscar desinteresadamente el bien integral de mi prójimo, aún de mi enemigo. Cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas (Mt 7, 12). Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como Yo os he amado (Jn 15, 12).

- Creo en su Pasión Redentora. Lucharé por morir espiritualmente al pecado. Nuestro hombre viejo fue crucificado con Él, a fin de que fuera destruido este cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado. Pues el que está muerto, queda librado del pecado. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal de modo que obedezcáis a sus apetencias. ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia? ¡De ningún modo! (Rm 6, 6-7.12.15).

- Creo en su Resurrección. Debo, pues, vivir con Cristo vivo buscando la santidad a la que me llama. Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde

está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro (Col 3, 1-2.12-14).

- Creo en su Iglesia. Coherentemente, tendré que practicar la espiritualidad de comunión con laicos, pastores y Papa, y sacramentalmente con Cristo. Como tú, Padre, en mí y Yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado (Jn 17, 21).

- Creo en su misión. Que es también mi misión. Dar testimonio de que Cristo, único salvador de la humanidad, vive en su Iglesia. Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se

salvará; el que no crea, se condenará (Mc 16, 15-16).

La coherencia adecuada a la convicción de fe tiene, a mi juicio, las siguientes características que, como veremos en el próximo artículo, sólo son posibles por la acción del Espíritu Santo:

- Es católica. Es decir, tomando etimológicamente este término, se trata de una coherencia “según la totalidad”, no en un sólo aspecto. He

aquí la catolicidad de la conjunción copulativa “y”. Hay que cuidar la oración y la atención por lo social y la promoción de la familia y el respeto por la liturgia... Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo, por cuanto nos ha elegido en Él antes de la fundación del mundo, par a ser santos e irreprochables en su presencia, por el amor (Ef 1, 3-4).

- Es creativa. No se trata de repetir unas fórmulas apren-didas de memoria, por más que el aprendizaje memorístico contribuya necesariamente al crecimiento en la fe. He de ha-

Coherencia e incoherencia

El que abre su mente a la Verdad que es Jesús en

persona, coherentemente no puede sino amarle y

seguirle, con todo lo que ello implica

Católicos y Vida Pública

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TRINITAS 11

cer que la fe católica viva en mí, y he de ingeniármelas para transmitirla. ¿Qué implica en mi circunstancia concreta vivir con Cristo? ¿Cómo puedo transmitir a quienes me rodean la Buena Noticia...? Los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz (Lc 16, 8).

- Es martirial. Hablamos de una coherencia que, según la etimología de esta característica, “da testimonio”. Y tal punto de coherencia debe implicar el amor lógico a Cristo vivo, que el evangelizador, hoy como siempre, debe estar dispuesto a sufrir por su condición de católico. El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros (Jn 15, 20).

Las tentaciones principales contra la coherencia son:

- El fariseísmo. La vivencia de la fe del fariseo está adulterada, porque no es católica. No es católica porque sólo se fija en un aspecto del cristianismo. Se cree un cristiano modélico, por ejemplo, porque su apostolado se centra en los más pobres, y rechaza la labor provida por creerla “de derechas”. Otro ejemplo; piensa que está en el buen camino por su delicadeza en la virtud de la castidad, y descuida con sus próximos la caridad descrita por San Pablo como paciente y servicial. La coherencia católica atiende a los pobres y la cultura de la vida y la castidad y la caridad. La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su

interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta (1 Co 13, 4-7).

- El “rancismo”. De rancio. No vive la fe de modo creativo, porque prefiere aferrarse a fórmulas, prejuicios, modas, falsas seguridades... Repetir esquemas que están bien vistos en su ámbito eclesial le da seguridad, pero pierde la docilidad al Espíritu Santo. No os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto (Rom 12, 2).

- El “pilatismo”. Imitan a Pilato quienes viven un cristianismo sociológico, funcionarial, trepador o rapaz. Su fe no es martirial, y consecuentemente deja de ser auténtica. Se lavan las manos cuando testimoniar a Cristo acarrea cruz. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas (Jn 10, 10-13).

P. Arturo Sáiz

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Peregrinos en Roma en el año de la fe

Del 12 al 17 de marzo, un grupo de seminaristas y sacerdotes de Servi Trinitatis hicieron su pere-grinación a Roma con motivo del Año de la Fe.

Tuvieron, además la oportunidad de vivir en directo, en la Plaza de San Pedro, la elección del Papa Francisco, su pri-mera aparición y alocución al mundo, así como su primer Ángelus, pronunciado al domingo siguiente.

La visita a las basílicas romanas y a los lugares más sig-nificativos del ciudad centro de la catolicidad, completaron su estancia, durante la cual fueron acompañados en todo momento por los sacerdotes de Servi Trinitatis residentes en Roma, Roberto Visier y Mario Ortega.

El grupo de adultos de Católicos en Acción de Cuenca, por su parte, peregrinó a Roma del 2 al 7 de abril, ganando el jubileo del Año de la Fe. Un total de 44 personas, en su ma-yoría familias con niños pequeños y adolescentes, pudieron gozar de unos días de intensa comunión eclesial, especial-mente cuando asistiendo a la Audiencia General con el Papa

el miércoles 3 de abril, el grupo fue nombrado y saludado por el Santo Padre. Previamente, el más pequeño del grupo, Samuel, de 11 meses, hijo de Pedro y Rosa, cooperadores de Servi Trinitatis, había sido besado y bendecido por el Papa Francisco en su recorrido por la Plaza de San Pedro.

Otros momentos especialmente significativos fueron la Misa celebrada en las Catacumbas de San Calixto y la visita a la comunidad parroquial de Santa Margarita Mª de Alaco-que, en Tor Vergata, donde el P. Mario Ortega es colaborador parroquial. Fue celebrada una Misa y una hora santa en es-pañol y en italiano.

Del 30 de abril al 5 de mayo se espera que venga a la Ciudad Eterna el grupo de jóvenes de Católicos en Acción de Madrid. Un total de 20 chicas que también participarán en la Audiencia general y en el Rosario que como inicio del Mes de María, el Papa Francisco rezará con los fieles en la Basílica de Santa María la Mayor.

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“Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte; para guiar nuestros pasos por los caminos de la paz” (Lc 1, 78-79). Jesús es “el que nace de lo alto” que ha ve-nido a visitarnos. Su luz radiante nos saca de las tinieblas del pecado. “El salió del seno de la Virgen como el sol naciente, para iluminar con su luz todo el orbe de la tierra” (San Ambrosio, Comentario al salmo 118).

Él es la luz del mundo, la luz que brilla en las tinieblas, y ha venido a este mundo para que todo el que crea en Él, no siga en las tinieblas. Así lo proclamamos en la vigilia de Pascua encendiendo el cirio pascual en medio de la oscuridad y cantando: “¡luz de Cristo!”. El recorte de este cirio en la noche nos recuerda la imagen de Jesús resucitado refulgente de luz, tal como aparece en el cuadro. Luego, encendemos nuestras velas en ese cirio, recordando el día de nuestro bautismo, día en que fuimos iluminados por Jesús.

La humillación de Jesucristo en su Encarnación y en su Pasión, ha sido en vistas a identificarse con nosotros para luego elevarnos. Jesús Resucitado quiere hacernos participar de su vida gloriosa. Por eso nos comunica la luz que brota de su costado. Así completa para nosotros su obra de misericordia: “La última palabra de la Misericordia, no es la cruz,

sino la Resurrección” (Juan Pablo II, Dives in Misericordia, 7). Así como la luz del sol es única en su origen y luego atravesando un prisma se difunde en toda la gama de colores que contiene, el Espíritu Santo es la pura luz que llega a nosotros a través del prisma del Corazón de Cristo difundiéndose en gracias diversas mediante los sacramentos.

La luz brota del corazón con una claridad cegadora. Sólo después se convierte en haces de colores que van tomando su tono propio conforme se separan del corazón.

“De ese corazón sor Faustina Kowalska (...) verá salir dos haces de luz que iluminan el mundo”(…)“Los

haces de luz que parten de su corazón (...) iluminan, calientan, señalan el camino e infunden esperanza” (Juan Pablo II,Homilía de Canonización de Faustina Kowalska, 30 de mayo de 2000).

Jesús deslumbró a los discípulos en el monte Tabor cuando dejó entrever su gloria. El será la luz que alumbre eternamente la ciudad donde vivirán los bienaventurados del cielo:“La ciudad no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero” (Ap 21,23).

P. Rafael Pérez

La Misericordia brota del Resucitado

La última palabra de la Misericordia, no es la cruz,

sino la Resurrección

Espiritualidad católica

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El partido de tu vida

Con esta frase, inspiradora de toda una forma de vida, estamos presentando un programa de Radio con fines apostólicos que actualmente se emite en Radio 3 (Ar-

gentina) y que está a disposición de todo aquél que lo desee, para es-cuchar y difundirlo (ya sea en otras emisoras, facebook, webs, etc.). En él se reflexiona de la visión cristiana de la vida a través de la visión cristiana del deporte, más en concreto del fútbol porque este, debido a su influencia universal, – en palabras de Joseph Ratzin-ger –toca algo originariamente humano. El fútbol, sigue diciendo, obliga al hombre a disciplinarse a sí mismo. También le enseña a

colaborar con los de-más y, por último, a enfrentarse con ellos limpiamente. El fút-bol debe establecer unas claves que nos permitan crecer tan-to en nuestra dimen-sión humana como cristiana. El fenó-meno de un mundo

que vibra con el juego podría darnos más que entretenimiento. Si fuéramos al fondo, el juego podría proporcionarnos una forma de vida.

En el programa se parte de algún aspecto puramente futbolísti-co como puede ser el tiempo de juego, las posiciones, el entrenador, la selección, el amor a la camiseta, las faltas y lesiones… Se pasa en una segunda parte a hablar sobre los valores humanos que nos brinda el deporte rey para trasladarlas a nuestro actuar diario. Y se llega al final a una reflexión en la que se relaciona lo tratado con la vida espiritual. A todo ello podemos denominarlo: una “espiritua-lidad futbolística”.

En esta visión deportiva de la vida cristiana se considera el mundo como un campo en el que estamos para jugar un apasionante partido, el partido de la vida, con el fin de que juguemos cada uno en esa parcela del terreno que nos ha sido asignada, y logremos alcanzar al finalizar el partido, la corona de la victoria: el premio que es el cielo, el premio que es Dios.

María Davinia López

Una lluvia sin precedentes azotó a la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, los días 2 y 3 de abril. En sólo dos horas cayeron 400 milímetros, lo

que provocó que la ciudad quedara bajo el agua. Debido a la dramática situación se registraron 52 víctimas fatales y un total de 2200 evacuados.

Varios integrantes de la vocalía de Caridad y Misión de Católicos en Acción de Lomas de Zamora y de la Asociación para el Desarrollo Integral Sol, que vienen trabajando en estrecha colaboración en diferentes áreas, visitaron a las familias afectadas por el temporal en dicha ciudad. El domingo 7 de abril, un grupo de 9 jóvenes salieron rumbo a La Plata con las donaciones recogidas en la semana.

Después de visitar la Parroquia del lugar e informarse de la situación, las jóvenes salieron a recorrer uno de los distritos más afectados por el temporal en Villa Elvira. El barrio se vio particularmente conmovido por la precariedad de las viviendas: casas, en su mayoría, de madera y chapa, con piso

de tierra, dispersas en un terreno baldío que, tras cinco días de la catástrofe, seguía inundado. Dado que el barrio se encuentra alejado del centro de la ciudad, la ayuda que recibieron por parte de la Asociación, fue la primera para muchas familias tras el temporal.

Este animado grupo de jóvenes acompañó de cerca a los damnificados. Visitaron las casas, brindando palabras de consuelo y animando a las familias a confiar en Dios. Así mismo, entregaron de forma personal ropa y mercadería.

Al concluir una larga jornada de visita a los hogares, se dejó una importante donación en la Catedral de La Plata, a la cual llegaban donativos de diversos puntos del país que fueron distribuidos de forma organizada por el grupo de voluntarios. En un segundo viaje, una semana más tarde, se pudo colaborar también con una cantidad importante de medicamentos.

Laura Segovia y Ana Margarita Luján

Ayuda en La Plata (Argentina)

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Asociación para el desarrollo integral SOLC/ Doctor Cornago, 6 bajo,

28223 Pozuelo de Alarcón ( Madrid)

[email protected]

[email protected] bien al 916 797 255 / 691 195 366

Proyecto Santa Teresita - Asociación Sol¿Quieres apadrinar un niño?

El Proyecto Santa Teresita del Niño Jesús es una ayuda y promoción a las misiones en zonas pobres de países como Argentina, Venezuela y Colombia, donde estamos presentes, por medio del apadrinamiento de niños con el que se cubren las necesidades alimentarias, educativas y sanitarias de los niños.

Este proyecto supone la coordinación entre la parroquia, el colegio y el comedor, otorgando la posibilidad de atención global de la persona y también de la familia, puesto que para acceder a las ayudas, dichas familias firman un contrato en el que básicamente se comprometen a:

• Una formación religiosa que despierte la conciencia de padres e hijos. • Manifestar una disposición activa a la cultura del trabajo y la solidaridad. La asociación comprobará que

no haya malos tratos físicos, ni psicológicos al niño por parte de padres y/o representantes; de lo contrario, se excluirá del programa de apadrinamiento.

• Garantizar la asistencia regular del niño a sus clases y un rendimiento escolar aceptable según sus posibilidades.

• Las ayudas al niño repercuten de forma indirecta sobre su familia, dando muestras de querer progresar en su calidad de vida (por ejemplo, mejorando las condiciones de su vivienda…).

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Católicos en Acción es un movimiento de apostolado seglar, que pertenece al instituto secular Servi Trinitatis, caracterizado por tener las notas

esenciales de la Acción Católica y por su fidelidad a la jerarquía. Católicos en Acción lo podemos definir, utilizando una expresión de Juan Pablo II, como una escuela de santidad.

En el sector de jóvenes realiza-mos actividades con atención especial a niños y jóvenes, como son las con-vivencias, peregrinaciones, teatros, equipos de fútbol, senderismo, cam-pamentos,… A través de ellas busca-mos llevar almas a Dios, fomentando la importancia del juego y el deporte para el buen desarrollo de la persona en su vida humana y espiritual. A través de estas actividades también les enseñamos a ocupar el tiempo en actividades sanas, actividades que son una escuela de virtudes especial, donde se les anima a superarse y esforzarse en los momentos de dificultad.

Pero lo primero, es necesario que estemos lle-nos de aquello que queremos dar, porque nadie da lo que no tiene; es necesario que esté lleno de Dios. Y eso se consigue en el trato diario y

constante con Jesucristo, conociéndolo y dejándose conocer por Él, en una vida intensa de oración: meditación de la Palabra de Dios, lectura de los buenos ejemplos de las vidas de los santos, el Santo Rosario, visita al Señor en la Eucaristía, examen de con-

ciencia... Todo ello guiado por un buen director espiritual. La oración debe ser el motor de todo, sabiendo que sin esta no hay verdadero apostolado. Por ello fomentamos estos actos de piedad.

También sabemos que no podemos acercar a los demás a Cristo, si no sabemos dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza. Es necesario que el joven esté formado y siga siempre profundizando más en su formación

humana y cristiana, ya que sin formación no hay apostolado. Para ello, contamos con una reunión de formación semanal en la que, con la ayuda de un sacerdote, nos adentramos en el conocimiento del Catecismo de la Iglesia Católica, así como de otros documentos del magisterio o de temas de actualidad relevantes.

Pero todo esto no es nada sin la ayuda de Dios. Nosotros sembramos, Él hace crecer. Y siempre hemos de recordar las palabras: “Siervos inútiles somos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”. Un medio para conseguir almas para Cristo es también encomendárselo a su Madre. Ella sabe cómo llegar al corazón de sus hijos y lo que a cada uno le hace falta.

Irene Martínez

Católicos en Acción

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