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A A M M I I G G O O S S D D E E L L C C O O N N V V E E N N T T O O D D E E L L A A H H O O Z Z A ÑO 6 - Nº 13

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Revista número 13 de la asociación Amigos del Convento de la Hoz

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Page 1: Revista número 13

AA MM II GG OO SS DD EE LL CC OO NN VV EE NN TT OO DD EE LL AA HH OO ZZ

AÑO

6 - N

º 13

Page 2: Revista número 13

(Reproducción del artículo publicadoen la revista “La Actualidad Española” el 27de febrero de 1964)

Elías, sacristán, hijo de sacristán, nietoy bisnieto de sacristán también, echó abajola cuerda del campanario. Y tocó a Misa.Misa de diez. Luego, Elías, sacristán, hijo,nieto y bisnieto de sacristán, entró en lasacristía y le dijo al señor cura:

—Ya está, don Bonifacio.Y don Bonifacio, que es el cura de

Sebúlcor, en la provincia de Segovia, asintiócon la cabeza y dijo: “Bueno”.

Empezaba a entrar gente. Mujeres,mujeres jóvenes, mujeres con el doblez de laedad sobre el cuerpo. Treinta y dos mujeresy un hombre. El señor cura de Sebúlcor tomóel raído bonete, deshilachado por las esqui-nas, golpeó sobre los hombros de Paquito yJuanito —monaguillos por la gracia de Dios—y salió para decir la Misa. La Misa en Sebúl-

cor se dice a eso de las diez de la mañana.

A las nueve se levanta el señor cura. Cuan-

do empieza la Misa, Elías, que es sacristán

por vía paterna hasta la tercera generación,

sube al coro y acompaña con armonio y voz

la Misa del señor cura.

—Introibo ad altare Dei...

La iglesia casi se había llenado. Muje-

res de negro, de negro subido, luces de

cirios, altos como chopos, y la voz quejum-

brosa, dolorida, del Elías, allá en el coro,

acompañándose con el rezongar del armo-

76 AÑOS DE EDAD, 50 AÑOS DE SACERDOCIO,38 AÑOS EN SEBÚLCOR

SUMARIODon Bonifacio. Un Cura rural. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .pág. 2

Cuento. Flora y Fauna de nuestros pueblos . . . . . . . .pág. 10

Excursión de Primavera. El Canal de Castilla . . . . . . .pag. 13

VII Carrera La Senda de los Frailes . . . . . . . . . . . . . . .pág. 17

EDITA:

Asociación Amigos del Convento de la Hoz

COLABORAN EN ESTE NÚMERO:

Amanda Maturana

Patricia Arranz

Juan F. Fernández

Sergio Martín

Fernando Sebastián

Juan Carlos Santa Engracia

FOTO DE PORTADA:

Carmina Ortiz

FOTOS:

Sergio Martín

Depósito Legal SG-96/2004

Agradecimientos Villa y Tierra de Sepúlveda

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nio, que aunque es nuevo resopla de muymala manera, ésa es la verdad.

La Misa termina pronto. El desfile demujeres es espaciado, lento, todo de negro.Antes van los responsos del señor cura.

La mañana está bronca, gris, llena denubarrones. Sebúlcor es pueblo de cuatro-cientos y pico habitantes, en los llanos de laprovincia de Segovia, entre los buenosenclaves de Sepúlveda y Cantalejo. Sebúl-cor es tierra de resina y también de cereal yde leguminosas.

—Tenemos un invierno duro...Don Bonifacio ha terminado los respon-

sos. Sale a la calle apoyado en la “cayada”.Mira al cielo, lleno de nubes, áspero, cubier-to de amenazas.

—Lo que decía, mal invierno...Y echa a andar, despacito, hasta la

rectoral.Cincuenta años nos contemplanEl ama quiere poner un mantel blanco

y bien bordado y don Bonifacio se enfada.—Nada, nada de historias...El ama forcejea y dice que siempre es

mejor el mantel blanco de puro hilo que elhule verdoso y viejo.

—¡Quita, mujer!; aquí estamos en con-fianza...

Don Bonifacio tiene cerca de ochentaaños. Cincuenta de sacerdocio y treinta yocho de párroco en Sebúlcor. Don Bonifaciotiene una figura menuda, delgada; el rostro,redondo y apergaminado, y unos ojillosinquietos, traviesos, llenos de sana picar-día... Tiene la voz un poco rota, pero el acen-to es vivo.

El ama ha perdido la batalla. Se quedapuesto el hule verde y pegajoso.

—¡Oye!, echa serrín a la estufa esta...Don Bonifacio Zamarro nació en Can-

talejo, que queda a tres kilómetros cortos deSebúlcor. A los once años se marchó paraSegovia y se metió en el seminario.

—Esto es una inclinación, ¿sabe?, loque se suele decir de la vocación. Uno se siente inclinado desde chico y no hayquien lo pare...

Estudió toda la carrera en el seminariode Segovia, menos el último año, que tirópara Valladolid.

—Cuatro años de Latín, tres de Filosofíay cinco de Teología...

El ama saca el vaso de café con leche—más blanco que negro— y una fuente redon-da con galletas y pastas.

—¡Pero mujer!, cuánto café...Mira hacia un lado, confidencial.—Es que no tengo apenas apetito.Entorna los ojos y pone un entrañable

gesto infantil, de niño dolorido por una trave-sura. El ama se pone en jarras.

—Diga que no. Que no come por hacerun sacrificio... ¡Que lo sé yo!

Don Bonifacio vuelve a entornar los ojos.

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—¡Que no, que tengo el estómago muy

chico desde la operación!

El ama sigue hablando del sacrificio, de

la cuaresma... Fuera, sopla el viento, que

corre desde la sierra. Llega hasta el llano y

aquí hace destrozos.

Don Bonifacio tiene un especial orgullo

por ser hijo de Cantalejo.

—Mi madre quería que estuviese cerca

de ella y por eso anduve primero en pueblos

cercanos.

Un sorbo de leche y una galleta, que serompe a trocitos.

—Pero yo, por mí, me hubiese ido lejos,a Misiones.

Se le rompe una sonrisa en los labios.—...Pero ahora, ¡qué sé yo!, sólo estoy

para ir tirando ¡y gracias!Don Bonifacio ha recorrido los llanos

de Segovia. Primero estuvo en Escobar dePolendos, luego en Encinas, después enSepúlveda...

—¡Oiga!, esto es curioso, mire: desdeque canté Misa, hace cincuenta años, siem-pre he tenido que decir dos Misas. Siemprehe tenido más de una parroquia...

El santo y la borricaCanta ya la media mañana. Vencida.—A estas horas siempre suelo leer un

poco. Folletos, alguna revista, los rezos...Enciende un cigarrillo. En el pueblo le

llaman cariñosamente “el padre pitillo”. Conel cigarro en los labios, caído ligeramentehacia un lado, don Bonifacio, tiene un entra-ñable aspecto de padre bueno, de viejecitoinquieto. Echa una bocanada de humo gris yle dice al ama que retire todo aquello.

—¡Lo grande que es la Providencia!...

Suelta la exclamación y aclara:—Digo esto porque me acuerdo que,

de chicos, mi madre, que era una santa ymurió de noventa y ocho años, nos cogió alos cuatro hermanos y nos dijo que habíaque tener devoción a un santo. Uno dijoque San Antonio, otro que San José, otroque San Miguel y yo dije que San Francis-co de Borja...

Sonríe. Chupa el cigarro y luego entor-na los ojos.

—...Resulta que yo había leído un librosobre el santo y me impresionó la vida deaquel hombre, la forma como renunció almundo y se entregó a Dios. Bueno, puesluego resultó que el día que canté la primeraMisa coincidió con la fiesta del santo. ¡Lo quees la Providencia!

La vida de este hombre es, a grandesrasgos, la vida y el proceso de todos loscuras rurales de España. La vida compartidacon otro pueblo, los problemas típicos decada parroquia. La lucha por convencer a lasgentes de muchas cosas.

—Aquí, en los pueblos, hay creenciasque ¡vaya usted a quitárselas! Es duro,duro. En Pajares, cerca de Rebollo, me

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hicieron ir un día a las viñas para que lascurara de una plaga que tenían. Aquí,hasta hace poco, tocaban la campanasiempre que se acercaba un nublao... ¡Lomalo es que entonces, en lugar de alejarse,caía el pedrisco de lleno!

Entra un sol muy débil por la ventana.El cielo sigue oscuro, agujereado a ratos.

—¡Hay creencias contra las que es muydifícil luchar!

Bromea, se pone serio. Todo a interva-los. Luego recoge el cigarrillo que se iba que-mando en solitario en el cenicero. Bromea,se pone serio. Habla de los nublaos, delpedrisco, de ciertas inclinaciones populares,de imaginación calenturienta...

—El espíritu está por encima de todo...

Las cosas cambian, es verdad. Lascosas se transforman. Y cincuenta años devida sacerdotal pateando senderos de aldea,cañadas, bosques y roca, da mucho parapoder observar esa misma transformaciónde las cosas. Hasta hace muy poco tiempo,don Bonifacio visitaba los pueblos en suborrica. Una borrica que le regaló su herma-no hace ya un montón de años. Cuando el

obispo le quitó las parroquias por la edad,entonces vendió su borrica.

—Vendí el último pedazo de humildad,porque la borrica es humildad... ¡Siempretendría que ser así! Jesucristo anduvo conella; ¿por qué no tiene que seguir andando elcura? La borrica es la humildad, la moto..., lavelocidad.

Y se pone serio. Y chupa la colilla. Yluego mueve la cabeza.

La gripe del año 18Cuando la guerra del catorce está en

su apogeo, don Bonifacio es destinado aSepúlveda. Malos años. Años duros repar-tiendo su labor entre la parroquia de SanJusto, como coadjutor, y la cárcel y tambiéncon las monjas. Al terminar la guerra llega delas trincheras la bocanada de la epidemia. Lagripe inunda los pueblos y las ciudades deEuropa convirtiéndose, quizá por primeravez, en un mal que conduce al cementerio.Don Bonifacio recuerda aquellos años converdadero cariño.

—Era hermoso en el fondo, porque podí-as hacer la labor con plenitud, de verdad.

Confesaba, llevaba la Comunión, elViático, iba de casa en casa con la posibilidad

de llevar esperanza, mensaje, confianza, fe.Y multiplicó su labor porque no solamente eracura, sino padre, amigo y... recadista.

—Un día, una mujer se me acercó y medijo llorando que su marido y los tres hijosestaban muy graves en la cama por la epide-mia. Y encima también la criada se habíapuesto enferma. Yo lo arreglé en seguida ydesde aquel día les llevaba la leche, la carne,el pan... ¡Era de conciencia!

Esperanza, confianza, cariño.

—Había que llevar auxilio espiritual, perotambién había que llevar remedio material.

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Luego cambia la seriedad por la sonri-sa. Se le hacen muy chiquitos los ojos, pal-mea y exclama:

—¡Lo bueno fue que yo no cogí la gripe;con tanto ir y venir y visitar enfermos, ¡nada!,la Providencia...

En cierta ocasión tuvo que llevar el Viá-tico a un enfermo, mordido por la epidemia.Cuando llamó a la puerta, la criada dijo:

—Me ha dicho el señorito que no pase,que usted anda siempre con los enfermos yque va a contagiar a los demás...

Don Bonifacio frunce el gesto y exclama:

—¡Sería...!, pero si a mí no me tocónada.

La gripe pasó. Todo volvió a su cauce.Ahora, don Bonifacio recuerda sus días conlos presos en la cárcel de Sepúlveda. Lorecuerda con cierta emoción.

—El encargado de la prisión se enfadabaconmigo porque les llevaba leche y tabaco...

Sigue hablando. Cita un caso, otro; elde aquel preso que le había pegado dos bue-nos tajos a la novia por aquello del sí y el node las niñas. Le gustaba charlar con ellos, oírsus penas, sus propias opiniones.

—Un día me cansé y le pregunté aljefe de la prisión cómo se apretaban los gri-lletes de los presos. Me lo dijo, y luego voyy se los aflojo a todos. ¡Menuda! Pero esque aquello, con cadenas y grillos, no erahumano, ¡caray!

Don Bonifacio enciende otro cigarrillo.Lo prende despacio, con un tiemblo en lasmanos. Entra el ama y le suelta que tieneque ponerse otra sotana. Don Bonifacio seenfada y dice que ésa está muy bien, quetodo es de confianza. El ama se marcha ydice en tono cariñoso que el cura tiene elgenio un poco picado. Don Bonifacio sonríe

ancha, dulcemente, con una brizna de picar-día en los labios.

—Ya lo dice el refrán, señores: genio yfigura hasta la sepultura.

Don Bonifacio le guarda cariño aSepúlveda, a los años que estuvo allí. Peroun buen día, después de trajinar en la parro-quia, en la cárcel y como capellán en lasmonjas, se fue a ver al obispo y le pidió quelo llevara a un pueblo. Todos se extrañaron.Don Bonifacio suelta a copos el humo gris, elhumo blanco de su pitillo negro.

—Estar con las monjas no tenía méri-to. Lo bueno es estar en el pueblo, en laparroquia rural...

La historia del gobernadorA la una, don Bonifacio come. Desde

que le operaron de una úlcera en el estóma-

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go hace comidas muy cortas. La ama, cansi-na y machacona, vuelve a insistir de que “lohace por sacrificio”. Luego pone redonda lavoz y exclama:

—¡Estuvo muy malito, entonces!Don Bonifacio mueve la cabeza y sonríe.—Yo no sé si estuve muy malo o no; lo

que sí sé es que en Madrid, allí en la clínicadel hogar sacerdotal, cuando me sacaron elestómago, les dije: ¡haced lo que queráis!

Luego vuelve a sonreír, mientras entrapor el ventano una claridad blanca.

—Si es lo que yo digo ¡De aquellosaños de Sepúlveda, de Rebollo, de Sego-via..., no me queda nada!, yo ya estoypara pocos.

Después de comer, una siesta corta.Una siesta que a veces ni el título de siestamerece. Luego, el paseo y la partida. Mástarde vendrá el rosario...

Sobre la sotana se pone un abrigo, labufanda, la teja. Agarra el bastón y dice:

—¡Vamos!El tiempo no está nada de templado.

Corren por el cielo las nubes prietas, lasnubes de malos presagios. Habla del pueblo,de las gentes.

—Son gente pacífica, gente buena. Yoles conozco bien.

Se detiene un instante, golpea suave lacayada sobre un guijo del camino.

—¡En el pueblo se anda a la brecha dela gente!; es donde está la lucha cara a cara,ocurre igual que con los médicos.

Sigue caminando despacio, con pasocorto, haciendo breves ondulaciones alandar.

—Me fallan las piernas y un doloraquí, en el costado. ¡Con lo templao queandaba antes!

Y se pone a sacar viejos recuerdos.Cuando llegó la República, don Bonifaciomandó a los maestros del pueblo una notaen la que pedía que pusieran de nuevo loscrucifijos. Al día siguiente, en la prensa deSegovia se hablaba del párroco de Sebúl-cor que repartía octavillas clandestinas...Don Bonifacio se puso furioso. Cogió elmorral y se marchó corriendo a Segovia, aver al gobernador. “¡Usted es un granuja!”,fue lo primero que el cura le soltó al gober-nador, después de aguardar dos horas deantesala. “Yo no reparto nada clandestino”.El gobernador se encaró entonces con él,

citándolo como cabecilla del pueblo. “Yosolamente me ocupo de mi casa, de la igle-sia y de la salvación de las almas”. El gobernador le amenazó con llevarle a la cárcel.

Don Bonifacio se detiene en el camino,junto al mojón. Pone la mirada larga sobre elblando horizonte de los campos.

—¡Sería granuja!, llevarme a la cárcelpor poner el crucifijo en las escuelas...

Luego suelta una risita breve y sigueapoyándose en la cayada.

Tertulia a media tarde

Sopla el aire del norte. Llega helado ymuerde las carnes. Don Bonifacio se vuelvey contempla el pueblo, medio dormido, quie-to, tremendamente silencioso.

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—Es hermoso el pueblo así. Yo, la ver-dad, si vuelvo a nacer, o me quedo en el pue-blo o me marcho a Misiones...

A este cura de pueblo, humilde, depasitos cortos, de palabra bien entonada, leha gustado mucho viajar, conocer.

—Una vez fuimos a Lourdes, y luegopasé a Roma, a Padua, a Niza... De Españalo conozco todo menos Andalucía.

Vuelve del camino, desandando sen-dero. Y se pone serio.

—¡Me voy a ir de esta banda sin haberestado en Andalucía!

Cerca de las escuelas, vuelve a recor-dar la historia del crucifijo.

—Entonces yo era duro, muy templao...¡Mira que quitarme los crucifijos de lasescuelas!

La mesa camilla, la estufa con serrín,las ventanas que dan a la plaza. Algunas tar-des, don Bonifacio, el señor cura, va hasta lacasa del médico y allí organizan, con elsecretario, una partida de “subastao”. Elmédico es un hombre grande, de palabradura, un tipo humano de arriba a abajo.

—Oye, que tengo aquí un dolor desdehace días.

El médico se vuelve y le sonríe.

—Nada, don Bonifacio, que eso se vacon unas friegas de fresno.

—¿Tú crees?

Han sacado la baraja, unas tazas decafé, unas copas, unos cigarros.

—A espadas...

—Yo quiero hacerle fallar a don Bonifacio...

—¡Quiá!

—Voy a hacer un renuncio...

El secretario y el médico no saben aqué santo se encomienda el señor cura paraganarles todos los días. La partidita esmodesta. A céntimo por tanto. Mientras echalas cartas, da y toma, don Bonifacio habla desu máxima ilusión. Las Bodas de Oro queacaba de celebrar. Llegaron gentes deMadrid, de Segovia. Un general, condiscípu-lo. Iban a venir dos obispos que fueron com-pañeros suyos en el seminario. Pero el Con-cilio los detuvo.

—A bastos...

—Renuncio.

—Cien.

—Ciento doce...

Don Bonifacio se gastó en sus Bodasde Oro todos los ahorros de su vida.

—Quería que aquello fuese una cosagrande. No por nada, sino porque en los pue-blos nos consideran mezquinos, raquíticos.¡Y no es verdad!; en los pueblos hay corazóny buen espíritu... Por eso me gasté todos misahorrejos y di una comida en Cantalejo paralos invitados y luego se repartió dinero entrelos pobres.

Mariano Benito, el médico, tercia,sonriente.

—¡Pero si ya no hay pobres!—Natural que hay pobres. ¡No fuera

mala que no los hubiera!Don Bonifacio acaba de ganar tres par-

tidas seguidas. Ni el médico ni el secretariosaben a qué santo se encomienda el señorcura. Don Bonifacio pone una risita breve ensu rostro y dice:

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—Estas ganancias no van a ningún sitio.Además, la Biblia lo dice bien claro: “No pro-curéis tener dinero que es para los ratones ypara las orugas...”.

Se pone serio. Recuerda sus cortasescapadas al balneario de Liérganas, enSantander.

—Allí había una señora más que millo-naria y siempre estaba triste ¡Cómo no iba aestar triste si lo que cuenta no son los millo-

nes, sino la paz con uno mismo, el caminarhacia Dios, el santificarse cada día un poco!

Le gusta Madrid. “Su” Madrid va desdeSan Bernardo a la Puerta del Sol.

—No conozco más, pero me gustamucho.

El médico y el secretario bromean conél. El progreso, las motocicletas, el cine, elteatro.

—Yo no voy contra el progreso, ¡qué va!;lo que pasa es que hay una serie de princi-pios fundamentales que son eternos, desiempre. Ahora, los curas van al cine y al tea-tro. Me parece bien si son decentes lasobras... ¡nada más!, no pongo otros obstácu-los.

La tarde va cayendo sobre este pueblohecho de silencios, marcado por la soledad,perdido en plena llanura segoviana. Queda aun lado Cantalejo, al otro Sepúlveda. Tierrasde cereal, de resina, de pinar.

Vienen las dos hijas del médico a salu-darle. Le besan la mano. Le brillan los ojos adon Bonifacio.

—Los niños son lo más grande en elmundo. Lo decía Jesucristo: “Dejad que losniños se acerquen a mí...”.

La tarde cae a plomo, llena de silen-cios, llena de soledad, sobre el pueblo silen-cioso y solitario. Pregonan a lo lejos que haypescado fresco, muy fresco.

El Elías, sacristán, hijo, nieto y bisnietode sacristán, echa abajo la cuerda del cam-panario. Ahora toca para el rosario. DonBonifacio entra en la iglesia con pasito cortoy breve. Dan la una, las dos, las tres... Vanllegando las mujeres, las mozuelas, losniños... El cura se queda en la sacristía. Ycon la última campanada del Elías sale alaltar. Igual que hace cincuenta años.

Artículo rescatado del olvido porJ. Carlos Santa Engracia Blasco

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FLORA Y FAUNA DE NUESTROS PUEBLOSLa Comunidad de Villa y Tierra de

Sepúlveda celebró su Fiesta el pasado

día 29 de mayo en Cerezo de Arriba. Den-

tro de las actividades que se organizan se

celebró la V Edición del Concurso de Pin-

tura y Narrativa “Flora y Fauna de Nues-

tros Pueblos”, en el que han participado

cerca de 300 vecinos de la Comunidad.

En esta edición los amigos del Convento

de la Hoz han obtenido un especial prota-

gonismo puesto que varios de nuestros

asociados han recibido premios:

Carmen Ortiz Rodrigo:

1º PREMIO PINTURA ADULTOS

Fernando Sebastian Álvaro:

1º PREMIO NARRATIVA ADULTOS

Noelia González Ortiz:

2º PREMIO PINTURA PRIMARIA II.

Listado de premiados:

Pintura infantil

1. MIREYA MUÑOZ LLORENTE.

San Pedro de Gaillos.

2. HECTOR GOMEZ DE FRUTOS

Sebúlcor.

3. ADRIAN MORENO CASTRO.

San Pedro de Gaillos.

Pintura Primaria I

1. ANDREA MARTÍN MONEO.

Carrascal del Río.

2. ELISA BARTOLOME GUIJARRO.

Sepúlveda.

3. ALBA BRAVO ZAMARRO.

Cantalejo.

Pintura Primaria II

1. ANA MARIA CRIADO CALVO

Sebulcor.

2. NOELIA GONZALEZ ORTIZ. Sebulcor. 3. DIANA BRAVO ZAMARRO. Cantalejo.

Pintura Adultos 1. CARMINA ORTIZ RODRIGO.Sebulcor. 2. FRANCISCO J. PARADA MUÑOZ. Cantalejo. 3. ANA BELEN RODRIGUEZ DORREGO. Colg. Sebulcor.

Narrativa Adultos. 1. FERNANDO SEBASTIAN ALVARO. Cantalejo. 2. EUSEBIO BLANCO. Urueñas.3. VERONICA PRADO VALDIVIESO. Grajera

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Mañanas, como tantas otras a lolargo de estos últimos años, me aventuropor nuestra comarca en busca de sabe diosqué, pero... bien prontito. Cuando el solapenas despunta por nuestra sierra centraly las tinieblas de la noche se refugian enlas cuevas y recovecos de nuestra calizas,emprendo mis incursiones por nuestra tie-rra, esta tan desconocida, tan anónima,incluso para los que vivimos en ella, tandesierta, que pasas por los pueblos y noves a un alma. Te reconforta a esas horasde la mañana esa luz segoviana tan azul yluminosa y esos gorriones trigueros en pri-mavera, que en lo más alto de almendrosciruelos y zarzas, nos dan un recital decanto reclamando a alguna hembra.

¡Qué primaveras tan mágicas! Pareceque renacemos después de estos inviernostan crudos donde las heladas nos paralizanhasta el alma. Apenas en invierno ves vida:alguna perdiz, esa zorra olisqueando rastros,desquiciada ya porque lleva cinco días sincomer; pero lo que no dejas de ver son esassiluetas majestuosas en el cielo, buitres ymás buitres buscando en un vuelo circularalgún muladar donde darse un festín, porqueeso es lo que parece por la cantidad de invi-

tados (o no lo sean) que allí acuden. Lasnecesidades imperan y estos ya no buscanmuladares, buscan granjas donde el infortu-nio del ganadero es, en ocasiones, fortunade estos grandes señores de los cielos einquilinos desde muchos siglos atrás denuestras Hoces del Riaza , Hoces del Dura-tón y otras hoces más anónimas, desperdi-gadas por nuestro nordeste, que como arru-gada piel caliza, surcan nuestra vieja tierrade Segovia; y no por ser anónimas dejan deser espectaculares, el valle del Horcajo enCarrascal, ribera del San Juan, ribera delCaslilla..., todos ellos, lugares muy propiciospara recorrer y percibir lo que nos rodea,entre sabinas, enebros, aromas de espliego,de tomillos, de decenas de plantas que anuestro paso nos regalan, como queriéndo-nos dar su bienvenida.

Va pasando la mañana, pero... si hayalgo que me entusiasma cada mañana esel rato del almuerzo, pero no en cualquiersitio; el lugar más propicio es al lado decualquier arroyuelo, donde a su vera, cre-cen esos chopos jóvenes de porte estiradoy algunos no tan estirados, ni tan jóvenes.Lugar propicio para coger unos caracolesen temporada de ellos. Y allí... medio tum-

bado en esas pequeñas praderas, con elsusurro del agua como coro y como teno-res cualquier ruiseñor o jilguero que por ahíestén, es el rato más agradable de lamañana. Es bueno alimentar el espíritu conun concierto de estos pero también el cuer-po, pues se da siempre el caso, que nosabe nada mejor que un buen almuerzo enel campo, ¡Qué lo sepáis! se da otro casopero ese no se nombra.

Sigo por esos caminos de dios des-pués de almorzar, caminos digo, y a veces nide dios ¡Pues vaya caminos! y para todos losgustos. Entre pinares, que de esto andamosbastante bien, (qué potencial tenemos enenergías renovables), en fin....y cuando llegael otoño una gran variedad de setas y hon-gos nos hacen las delicias de paladaresexquisitos, en otras ocasiones, por las rive-ras de los ríos, San Juan, Duratón, Riaza...vas andando por senderos, no dejandopasar inadvertido nada a tu paso: que si mirael lagarto ocelado, que agustito está al sol ,¡qué joder! (joder sí, los segovianos decimosjoder), ¡qué susto me ha dado la jodía cule-bra de escalera!, que si el mirlo sale de entrelas zarzas y te da otro sobresalto ¡qué miraque berros más buenos! En otras ocasiones,

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por los paseos por el campo el susto se lo lle-van otros: corzos, jabalíes. Eso me creo.Pero ellos saben que estás por allí, antes dellegar. Los animales tienen los sentidos masagudizados que nosotros, ¡tontos de nos-otros! que creemos saberlo todo.

Otros caminos son menos entreteni-dos, digámoslo así, son los caminos de tie-rras cerealistas: alguna perdiz en lo alto deun majano requiriendo alguna dama, algúnalcotán primilla estático en el aire senten-ciando a algún ratoncillo para su prole,

aguiluchos, milanos haciendo el vuelo nup-cial. Es una delicia ver sus vuelos parejos.Pero lo que realmente me apasiona estener la ocasión de ver cazar al halcónperegrino, contadas ocasiones lo vi, peroinolvidables, y casi siempre, en lo más altodel cielo, este cielo tan nuestro y tan azul.Los buitres, ¡eso si que es volar!, ¡que envi-dia, coño! (porque los segovianos decimoscoño también y bien claro ¡qué lo sepáis!)estos carroñeros, con el mínimo esfuerzo,recorren kilómetros y kilómetros, pero elhambre les aprieta... y digo yo ¿Por qué

desaparecieron los muladares? En otrospaíses europeos intentan introducir denuevo al buitre y... por cuestiones sanita-rias. Creo que cada ser tiene una funciónen este planeta, la del buitre limpiar de ani-males muertos el campo antes de ser focosde infección ¿...y la nuestra? ¡Pues no losé, pero creo que aquí, en el planeta, sialguien sobra, somos nosotros; son cosasmías claro, y es que, en mis incursiones ensolitario por estas tierras, me da mucho quepensar y siempre viene a mi mente unapalabra como resumen y final, RESPETO,pero también viene a mi mente otra, EQUI-LIBRIO, palabras básicas en nuestro entor-no para llevarlas a su ejecución.

Mi tierra es esta, la recorro a menudo,la siento, la percibo, pero no sé narrar susatractivos, su rudeza, sus encantos comose merece, la mejor narradora es ella, esun libro abierto por las páginas que túmismo quieres leer, historia, fauna, flora,tradiciones. No te defraudarán sus páginas.Cinco sentidos dicen que tenemos, peropara sacar todo el partido de ellos en nues-tra tierra, usar el corazón.

Fernando Sebastián

Dibujo: Noelia González Ortiz

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EXCURSIÓN DE PRIMAVERA. EL CANAL DE CASTILLADespués de mucho tiempo la Aso-

ciación organizaba otra excursión, ¡quéganas!, a dejarlo todo preparado: elalmuerzo, el bocata, la bota de vino (queno puede faltar), refrescos, agua, para-guas por si llueve...

Suena el despertador, ¡qué pereza!Un sábado y también a levantarse pronto,pero este madrugón merecía la pena.

Preparados y dispuestos salimos decasa en dirección a la Iglesia, que es dondehabíamos quedado con todos. El tiempoparecía que no nos iba a acompañar por-que el cielo estaba bastante nublado.

Llegamos a la Iglesia, ¡y no éramoslos últimos! aunque hubiese dado igualporque el autobús se retraso un poco, asíque estuvimos un rato más charlando.

Por fin llegó el autobús y el momen-to de elegir asiento: delante, detrás, pasi-llo, ventana... daba igual, en fin, que lle-gamos en un abrir y cerrar de ojos... o no,resulta que tuvimos que parar y cambiarde autobús en Cantalejo, pero reanuda-mos la marcha enseguida, se preveía undía lleno de anécdotas.

Llegamos a Medina de Rioseco(también llamada la “Ciudad de losAlmirantes”) si bien esta villa nos ofreceun impresionante patrimonio artístico,vamos a comenzar conociendo uno desus símbolos, el Canal de Castilla.

Con el tiempo justo de ir al baño, nosdirigimos al Centro de Recepción del viaje-ro, situado en la dársena del Canal y desdeallí nos montamos en el barco turísticoAntonio de Ulloa. Ésta embarcación propul-sada por energía eléctrica nos llevaría porlas tranquilas aguas del canal hasta la sép-tima esclusa, y empezamos a navegar,bueno, más o menos, porque aquello ape-

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nas se movía, menos mal que el tiempoacompañaba y no había marejada, ni tam-poco un gran oleaje, con lo cual el viaje fuemuy tranquilo y enormemente placenteroque nos permitió un acercamiento al entor-no histórico y natural del Canal.

A continuación contaremos brevemen-te la historia de la construcción del Canal deCastilla que pudimos conocer gracias a laamable explicación de la azafata.

El Canal de Castilla comenzó aconstruirse en 1753 a partir de un sueño:unir por barco los campos de cerealescastellanos del sur de la región con lacosta cantábrica y la capital de España(Madrid). El proyecto, ideado por Antoniode Ulloa (de ahí el nombre de la embarca-ción) durante el reinado de Fernando VI,finalmente sólo unió la localidad palentinade Alar del Rey con la vallisoletana deMedina de Rioseco (de donde parte hoyel barco citado anteriormente), debido ala falta de presupuesto y credibilidad en elproyecto. De haberse completado talextraordinario proyecto se tendría quehaber buscado un paso del menor desni-vel a salvar posible de la sierra del siste-

ma central entre Segovia y Madrid. Senos antoja que el sitio propicio para ellopodría ser un nuevo ramal entre Vallado-lid y Madrid, pasando por Cuellar, Canta-lejo (y con ello las inmediaciones deSebúlcor) y finalmente el paso de Somo-sierra. Es para pensar lo que hubiesecambiado nuestra comarca a todos losniveles contando con esta infraestructura.

Las obras terminaron en 1849, pero lallegada del ferrocarril, propició que en 1959el canal dejase de utilizarse como vía detransporte de mercancías. Durante esesiglo, los barcos recorrían todo el trayecto,basado en un ingenioso sistema de presasy esclusas para salvar los desniveles—desde Medina de Rioseco hacia Tamarizde Campos es imprescindible visitar la sép-tima esclusa—, arrastrados por mulas o

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bueyes que circulaban por lo que hoy es unlargo sendero entre árboles.

El camino para transportar el exce-dente de cereal no era fácil, ya que lasbestias debían ser continuamente atadasy desatadas de la barcaza para facilitar elpaso al encontrarse un puente en medio(allí bien pudimos comprobar las huellasdejadas en los sillares de los puentes porla acción del roce de las sogas de tiro delos bueyes).

La navegación sólo se permitía de

sol a sol y la estrechez de algunos seg-

mentos originaba conflictos sobre quién

pasaba primero cuando se encontraban

dos barcos.

Además de las esclusas, a lo largo

de los tres ramales que forman los 207

kilómetros de Canal, formando una Y

invertida;

• Ramal del Norte: Desde Alar delRey hasta Calahorra de Ribas.

• Ramal del Sur: Nace en El Serróny acaba en la dársena de Valladolid.

• Ramal de Campos: Nace de lasaguas del Carrión en Ribas y termina enMedina de Rioseco.

El camino del Canal recorre acue-ductos, puentes, presas, almacenes ydársenas para las operaciones de carga ydescarga.

Nosotros, una vez situados en Medina de Rioseco, tenemos comorecorrido el Ramal de Campos hastala primera esclusa que nos encontramos,viviendo desde dentro del barcola experiencia de ver como se eleva el barco para superar el cambio de nivel.

Después de la experiencia de laesclusa, a la vuelta, teníamos preparadoen las mesas unas bandejas con produc-tos típicos y una copa de vino, aunquealguien se tomó alguna más por culpa deun ligero accidente...

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Fue un viaje agradable con vistasmuy bonitas y tranquilo, sobre todo muytranquilo.

Después del “crucero” fuimos acomer a la Ermita de Castilviejo que estásituada a 4 km al norte de Medina de Rio-seco, era un sitio muy bonito para comertranquilamente al aire libre, gracias a queel tiempo nos acompañó durante granparte del día.

Cuando “conseguimos” tomar elcafé nos pusimos rumbo a la antiguafábrica de harina. La guía nos explicó elfuncionamiento, que parecía algo sor-prendente e interesante, pero su forma deexplicar muy rápido y mecánica nos dejóun poco confusos.

Era curioso ver el entramado detubos y máquinas por las que pasaban losdistintos cereales y harinas.

Lo que nos sorprendió mucho fueque para poner en funcionamiento todoese mecanismo bastaba con tan solo trespersonas (aunque luego había más endistintas funciones).

Mientras tanto los peques de laexcursión disfrutaron de diversas activi-dades más adecuadas a su edad, queseguro agradecieron y disfrutaron.

Al terminar la visita fuimos a pasearpor el pueblo, donde pudimos ver el cascoantiguo de la ciudad. Bajando por una desus calles nos encontramos con la iglesiade Santiago, donde nos pudimos fotogra-fiar con unas estatuas que en el fondodaban un poco de miedo. Como para entraren la iglesia había que pagar, decidimosseguir paseando gratuitamente.

Bajando hasta el final de la callepudimos encontrar el Parque de Osuna,un hermoso paseo con cuatro calles rode-ado de árboles y vegetación, al final del parque nos encontramos conun chiringuito con su terracita, estuvimostentados de sentarnos y tomarnos unascañitas.... Pero decidimos seguir descu-briendo el entorno.

De vuelta al lugar donde se encon-traba el autobús pasamos por debajo dela Puerta de Zamora, aunque alguno no

se dio cuenta hasta después de haberpasado.

Seguíamos paseando mirando de vez en cuando al cielo, no se tornabamuy claro, empezaron a caer las primeras gotas de lluvia, y por fin lo encontramos, ¡un bar! Ya que no podí-amos seguir visitando los distintos luga-res nos tuvimos que tomar unas cañitashasta la hora de regreso al autobús.

El viaje de vuelta fue muy tranquiloya que todos estábamos cansados y conganas de llegar a casa.

Fue un sábado interesante y diferen-te a los habituales, así que estamos dese-ando que llegue la próxima excursión.

AGRADECIMIENTOS

Muchas gracias a todos los queorganizasteis la excursión, todo salió muybien.

Amanda Maturana, Patricia Arranz ,Juan F. Fernández, Sergio Martin

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Carrera pedestre individual de 12km. Terreno pedregoso por el parqueNatural de las Hoces del Río Duratón,recorriendo la antigua senda utilizada porlos frailes del Convento de la Hoz. Setrata de uno de los parajes más especta-culares del cañón.

Día: 11 de septiembre

Hora de salida: 18:30 h.

Límite de corredores: 250

Cierre de meta: 20:00 h.

Categorías para mujeres y hombres:

-Absoluta masculina y femenina.Premio para los 5 primeros clasificados.

-Veteranos/as: mayores de 40 años.Premio para los 5 primeros clasificados.

-Categoría local masculina y femenina.Premios para los 3 primeros clasificados.

Premios en productos turísticos.Camiseta conmemorativa y sorteo deregalos, para todos los corredores. Segui-damente tradicional degustación de pro-ductos típicos de nuestra tierra.

Cuotas de Inscripción:

-8€ si se hace antes del día 9 deseptiembre

-10€ el día de la carrera (hasta 1hora antes de la salida)

Previa confirmación de la existenciade plazas, se realizará el ingreso de lacuota antes del 9 de septiembre de 2010,

VII CARRERA POPULAR.“LA SENDA DE LOS FRAILES” 2010

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en la cuenta Nº 2069 0005 760000336827.

Recogida de dorsales: hasta 1hora antes de la salida.

Información:

676 416 921 (de 12:00 h. a 14:00 h.)

660 772 513 (tardes)

[email protected]

VI CIRCUITO DE CARRERASPEDESTRES PROVINCIA DE

SEGOVIA.

Este circuito de carreras pedestrescelebrará su sexta edición, con lassiguientes carreras:

•Carrera Popular “La Viña del Ajo” —Muñoveros — 7 de Marzo

•II Carralagunas — Cantalejo — 17 deAbril

•IV Carrera Popular Subida a SanCebrián “Memorial Ciriaco Vaca” — Fuen-tepelayo — 12 de Junio

•V Carrera del “Esquileo” — Torreca-balleros - 21 de Agosto.

•VII Carrera Popular “La Senda delos Frailes” — Sebúlcor - 11 de Septiembre

•Carrera por la Cañada SorianoOccidental - Otero de Herreros - 26 deSeptiembre

•VI Carrera Natural por las Cañadasde Palazuelos - Palazuelos de Eresma -24 de Octubre

Estas pruebas ofrecen a todos loscorredores unos parajes incomparables,

que podrán disfrutar corriendo por el Par-que Natural de las Hoces del Río Duratónen Sebúlcor, el trazado de la CañadaReal Soriana Occidental y sus ramales asu paso por Torrecaballeros, Palazuelosde Eresma y Otero de Herreros.

Reglamento y condiciones de par-ticipación:

1. El circuito de carreras pedestreprovincia de Segovia se desarrolla por

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Si quieres colaborar en nuestra revista, remítenos artículos, reflexiones, fotografías, anécdotas a:

“Asociación Amigos del Convento de la Hoz” Plaza de la Iglesia nº 1 - Centro Sociocultural 1ª planta

40380 Sebúlcor. Segovia - Fax: 921 521 016

e-mail: [email protected]

w w w. s e b u l c o r. c o m

AYUNTAMIENTODE

SEBULCOR

terrenos naturales. Está organizado por

las asociaciones, clubs y ayuntamientos

de cada una de las carreras y patrocina-

do por Caja de Segovia.

2. El circuito está formado por siete

carreras y la participación en cada una de

las pruebas es independiente, debiendo

formalizar una inscripción por carrera.

3. Cada carrera establecerá el lími-

te de participantes y categorías.

4. Los participantes deberán aten-

der los consejos e indicaciones de la

organización.

5. Todo corredor deberá respetar el

itinerario marcado por la organización.

Así como, respetar el entorno por dondediscurre la carrera.

6. El hecho de ponerse el dorsalimplica la aceptación del presente regla-mento y el de cada uno de las pruebas enparticular.

7. PREMIOS: Se premiará conmaterial deportivo a todos aquellos quecompleten 5 de las 7 pruebas.

8. El acto de cierre del circuito ten-drá lugar en noviembre donde se haráentrega de diploma y material deportivo atodos los par ticipantes que hayan com-pletado 5 de las pruebas del circuito (másadelante se informará de la fecha y lugardel acto).

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