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Alberto Gándara Revilla 6 LOS JÓVENES EL FRACKING EL DESEMPLEO

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Alberto Gándara Revilla

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LOS JÓVENES EL FRACKINGEL DESEMPLEO

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SE DICE QUE LOS JÓVENES VAIS A VIVIR PEOR QUE VUESTROS PADRES

Quizá tú también lo hayas oído y pensado, pero no tiene por qué ser así.

Nuestra sociedad está azotada por la crisis económica y las familias están sufriendo sus consecuencias. Aunque menos visibles, se nos echan encima dos crisis más profundas todavía, las crisis energética y ecológica, esta última con el cambio climático en ciernes. ¿Por qué ocurre todo esto ahora? Nos han hecho creer que el crecimiento económico de los Estados podía continuar ilimitadamente. Se sabe, desde hace tiempo, que esto es im-posible, que la economía, en buena lógica, no puede crecer y crecer sin toparse con los lí-mites de nuestro Planeta. Y, desgraciadamen-te, nos ha tocado vivir esta época, la época en la que estamos sobrepasando los límites de la Tierra. La primera consecuencia de este hecho es que, desde hace algunas décadas, los siste-mas naturales están degradándose debido a su sobrexplotación y a su excesiva contami-nación. La segunda es que, fruto de dicho deterioro, ha comenzado un periodo de decrecimiento físico; hoy a cada uno de nosotros le toca menos gasolina, menos tierra, menos ali-mento, menos agua, menos pescado, menos madera, etc. que ayer y más que mañana. To-davía es poco perceptible este decrecimien-to, pero pronto veremos que los precios de la gasolina subirán año tras año y lo mismo sucederá con los de otros productos.Por eso, la tercera consecuencia es que años después del decrecimiento físico llegará el decrecimiento económico y el sueño que te-níamos de un crecimiento ilimitado se desva-necerá como un espejismo e incluso se podrá convertir en una pesadilla

Entrar o no en un futuro de pesadilla depende de todos nosotros. Si los ciudadanos no tomamos conciencia de lo que está ocurriendo, tampoco lo harán los poderes político y económico que nos gobiernan. Lo digo tan rotundamente porque la avalancha de datos de la degradación que sufren los sistemas naturales es tan contundente que si no han tomado medidas para solucionarla es porque no les interesa hacerlo o, sencillamente, les sobrepasa el problema.Tomar conciencia del problema supone aceptar el decrecimiento, a partir de ahora, no solo los

españoles sino todos los seres humanos tendre-mos que vivir cada vez con menos energía y productos durante una larga temporada. ¿Hasta cuándo? Hasta que nuestra economía disminu-ya lo suficiente como para respetar los límites planetarios, o sea, hasta lograr una situación de sostenibilidad con la Tierra. Entonces la econo-mía podrá estabilizarse, aunque con un nivel de consumo bastante menor que el actual.Si el decrecimiento se realiza de manera nego-ciada, programada y controlada por todos los países –quizá por mediación de un organismo mundial, como una ONU con más poder- el de-crecimiento no tiene por qué ser doloroso.

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Asistiremos a cambios políticos y económi-cos trascendentales con el fin de potenciar la democracia participativa y eliminar el enor-me poder que han adquirido los grandes ban-cos y corporaciones empresariales. La econo-mía y la vida serán más locales; el comercio entre países será limitado así como los viajes, el trabajo tendrá que ser repartido y también los salarios, el consumo de productos será bastante menor. A cambio, trabajaremos me-nos horas, dispondremos de más tiempo para el ocio, el deporte, las relaciones sociales, el trabajo social, las actividades creativas, etc. La contaminación será mucho menor, se recuperarán los paisajes, los bosques, los ríos y otros sistemas naturales. En definitiva, tendremos menos trabajo pero más tiempo libre, menos dinero y estrés pero más calidad de vida, o sea, podremos vivir mejor aunque con menos cosas, como reza este eslogan a favor del decrecimiento.

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Fracking: Una fractura que pasará

Hay una nueva palabra de moda en el mundo de los hidrocarburos, un nombre que se repite una y otra vez: fracking. Aunque se nos puede hacer extraño este término angló-fono, el fracking, o fracturación hidráulica, es una técnica que se está aplicando cada vez más a nivel mundial para aprovechar ciertos yacimientos de gas llamados no convencio-nales que, aunque de más difícil extracción, han entrado con fuerza en la escena energé-tica, social y mediática. De hecho, pese a las incertidumbres y cifras contradictorias sobre las reservas reales de gas no convencional, la Agencia Internacional de la Energía es-tima que las reservas de estos tipos de gas representa ya la mitad de la base estimada de recursos de gas natural (2011).

Techo de producción del petróleo y del gas a nivel mundial. El gas no convencional es la franja superior.

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Digitalización y desempleo, el nuevo ordenNo estamos ante una suerte de Tercera Revolución Industrial. Las máquinas ‘in-teligentes’ han hecho desaparecer modelos de negocio. Habrá que administrar racional y democráticamente el trabajo, un bien escasoGREGORIO MARTÍN QUETGLAS 6 ENE 2015 - 00:00 CET

Un nuevo orden económico con serias consecuencias para el em-pleo se ha instalado entre noso-tros sin que las autoridades eu-ropeas, por descontado tampoco las españolas, ni las patronales ni los sindicatos parezcan haberlo comprendido. Incluso en Estados Unidos, cuna y eje del desarrollo digital, están disparadas las alar-mas. Las sinergias que se derivan del desarrollo de las ingenierías del software, robótica, telecomu-nicaciones y microelectrónica, han creado memorias más rápi-das y baratas, mayor movilidad y ubicuidad de la información, máquinasinteligentesque com-binadas con otras ramas del co-nocimiento como la medicina o la climatología, por ejemplo, han generado todo un universo

nuevo: el de la digitalización. Un universo que, como ocurriera en su día con la electricidad, embebe los hábitos humanos y condiciona la cantidad y la calidad del empleo. Más que la sustitución del hombre por la máquina, es la aparición de nuevos productos y costumbres los que asolan muchos empleos.Las implicaciones y preocupaciones de este nuevo orden han dejado de ser pre-ocupaciones exclusivas de los tecnólogos. Los economistas finalmente les prestan atención (Foreing Affairs, julio-agosto; The Economist, 4 de octubre) y ya acep-tan que el optimista principio de la “destrucción creativa de empleos” no se cum-ple esta vez. La pérdida de empleos provocada por la digitalización no encuentra contrapartida con la creación de otros que equilibrarían la balanza.

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