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Toda vez que se debate sobre el poder -ya se trate del poder de los negros o de los homosexuales, de los imperialistas o de los comunistas, de los judíos o de los católicos, de los trabajadores o de los empresarios militaristas- se soliviantan las pasiones humanas. Y no es cosa que maraville a nadie, ya que el poder se aseme- ja a esas manchas informes del Test de Rorschach en las que cada cual es capaz de "ver" una cantidad extraordinaria de cosas. El poder es la mágica fuerza motriz que nos impulsa hacia la Tierra Prometida, y que en manos de los bienaventurados puede poner fin a la tiranía e inaugurar una era de justicia y libertad; pero es tam- bién la máquina desalmada que nos somete a la miseria y a los padecimientos, y que en manos de los indignos genera opresión y explotación. En verdad, a lo largo de las épocas una consigna recurrente ha sido que el "poder pase al pueblo", lo cual se ha expresado en forma de interrogante de este modo: " ¿Debe el poder estar al servicio del pueblo (traduzcamos: "al servicio mío y de mi grupo") o debe ser esclavo de intereses egoístas (traduzcamos: "esclavo de ellos y de su grupo")?" Desde luego, habitualmente el poder está siempre al servicio de alguien y promueve algún objetivo (Gamson, 1968). El poder implica que, en los asuntos humanos, uno de los bandos en pugna (individuo o grupo) puede realizar su voluntad contra la del otro bando. Esto significa que en uno de los bandos se produce un cambio -en sus actitudes, compor- tamiento, propósitos, motivaciones o dirección- que no habría ocurrido en ausencia de poder (Pruitt y Gahagan, 1974; Gamson, 1974). De hecho, si entendemos por interacción social la influencia mutua de las personas, cualquier ejemplo de interac- ción social envuelve poder. Tenemos una cuestión tan simple como el contacto visual. Característicamente, los individuos de escaso poder miran menos cuando le hablan a. una persona de mayor poder próxima a ellos que cuando la escuchan. Por el contrario, las miradas de los individuos de gran poder son aproximadamente equivalentes tanto al hablar como al escuchar (Ellyson et al., 1980). A todas luces,

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Toda vez que se debate sobre el poder -ya se trate del poder de los negros ode los homosexuales, de los imperialistas o de los comunistas, de los judíos o delos católicos, de los trabajadores o de los empresarios militaristas- se soliviantanlas pasiones humanas. Y no es cosa que maraville a nadie, ya que el poder se aseme-ja a esas manchas informes del Test de Rorschach en las que cada cual es capaz de"ver" una cantidad extraordinaria de cosas. El poder es la mágica fuerza motrizque nos impulsa hacia la Tierra Prometida, y que en manos de los bienaventuradospuede poner fin a la tiranía e inaugurar una era de justicia y libertad; pero es tam-bién la máquina desalmada que nos somete a la miseria y a los padecimientos, yque en manos de los indignos genera opresión y explotación. En verdad, a lo largode las épocas una consigna recurrente ha sido que el "poder pase al pueblo", locual se ha expresado en forma de interrogante de este modo: " ¿Debe el poder estaral servicio del pueblo (traduzcamos: "al servicio mío y de mi grupo") o debe seresclavo de intereses egoístas (traduzcamos: "esclavo de ellos y de su grupo")?"Desde luego, habitualmente el poder está siempre al servicio de alguien y promuevealgún objetivo (Gamson, 1968).

El poder implica que, en los asuntos humanos, uno de los bandos en pugna(individuo o grupo) puede realizar su voluntad contra la del otro bando. Estosignifica que en uno de los bandos se produce un cambio -en sus actitudes, compor-tamiento, propósitos, motivaciones o dirección- que no habría ocurrido en ausenciade poder (Pruitt y Gahagan, 1974; Gamson, 1974). De hecho, si entendemos porinteracción social la influencia mutua de las personas, cualquier ejemplo de interac-ción social envuelve poder. Tenemos una cuestión tan simple como el contactovisual. Característicamente, los individuos de escaso poder miran menos cuando lehablan a. una persona de mayor poder próxima a ellos que cuando la escuchan. Porel contrario, las miradas de los individuos de gran poder son aproximadamenteequivalentes tanto al hablar como al escuchar (Ellyson et al., 1980). A todas luces,

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En las dos últimas semanas, mi amigo y yo nos hemos pasado todas lastardes jugando al "platillo volador" en el Estadio Oval. Puedo asegurar since-ramente que somos los que mejor lo lanzan y lo atrapan en toda la universi-dad. ¡Somos endiabladamente buenos! Nunca pensé que un juego tan estúpi-do nos absorberz"a hasta tal punto. Después de todo, ¿adónde diablos sepuede llegar jugando al platillo? Sólo lo hacemos por el prestigio que brinda,ese sentimiento expansivo, casi eufórico, de ser alguien especial, importante.Un montón de gente se detiene a miramos. Y nosotros gozamos con suscomentarios sobre nuestras virtudes deportivas, y con la forma en que nosalientan a superamos.

como observa Amos H. Hawley (1963), "todo acto social es un ejercicio de poder,lada relación social es una ecuación de poder y todo grupo o sistema social es unaorganización de poder". Si bien habitualmente equiparamos el poder con las gran-des organizaciones -los altos organismos de gobierno, las grandes empresas, lossindicatos,· etc. -en realidad el poder impregna cualquier interacción entre los hom-bres, y por ende se expresa en las relaciones bilaterales, de pareja y de familia, comolo ha puesto de manifiesto y hecho consciente en los últimos tiempos el Movimien-to de Liberación Femenina. Según algunos psicólogos sociales, no es imprescindibleque un bando obtenga los resultados buscados para decir que ha ejercido poder:basta con que aumente la probabilidad de que alcance dichos resultados favorables(Gamson, 1968; Kaplowitz, 1978).

Nadie tiene poder por sí solo. Por sí misma, una persona no es ni débil nipoderosa. Sostener que alguien tiene poder carece de sentido a menos que digamosen relación con quién lo posee. Estar dotado de poder es un aspecto de la interac-ción social; es una cuestión de resultados, o, más precisamente, del grado en que unbando es capaz de traducir sus preferencias -su voluntad-- en la realidad concretade la vida. Así pues, el poder es a menudo poder sobre otros. FrecuentementeImplica intereses y valores sociales en pugna, o sea, resistencia y oposición.

El poder se ejerce incluso en aquellos casos en que ambos bandos tienen fuerzapareja. Uno de ellos puede equilibrar exactamente al otro y por ende neutralizarsu poder, o bien ambos pueden llegar a un acuerdo o solución de compromiso queno es totalmente beneficioso para uno u otro. No obstante, en la mayoría de loscasos las dimensiones del poder no están equilibradas; el intercambio es desparejoy desigual. Pero aun así el poder rara vez es una avenida de una sola mano; la reci-procidad de la influencia persiste a medida que los bandos establecen un acuerdo

operativo, ya se trate del niño frente a sus padres, de una nación en desarrollofrente a una superpotencia o de los obreros frente al municipio (Olsen, 1970).Cada una de las partes encuentra indispensable tomar en cuenta a la otra. Los indioviduos ejercen un control mutuo sobre sus respectivos avances (Molm, 1981a,1981b). Así, como so'stuviera Maquiavelo hace cuatro siglos, ni siquiera la victoriaes absoluta (Goode, 1972).

Los poderosos dependen de los débiles para concederles o denegarles, facilitar-les u obstaculizarles¡ la satisfacción de sus necesidades (Emerson, 1962). El poderno es meramente un instrumento para hacer cesar determinados actos; es un vehícu-lo mediante el cual se activa a la gente par'a que se conduzca de cierta manera. Porejemplo, la fuerza de los pobres y de los avasallados reside en la resistencia pasiva: lafalta de cooperación, el retiro de participación en ámbitos significativos de la vida,puede ejercer presión considerable sobre el bando dominante.

En la época de la esclavitud, los negros norteamericanos recurrieron a la resis-tencia pasiva simulando enfermedades en los campos de trabajo y en las casas deremate (Franklin, 1952; Genovese, 1974). Mahatma Gandhi empleó esta mismaarma contra los británicos para alcanzar la independencia de la India. Y dirigidospor el extinto reverendo Martin Luther King (h.), los negros lanzaron con éxito unboicot masivo en 1955 a fin de terminar con la segregación que sepracticaba en eltransporte público de Montgomery, estado de Alabama, táctica de resistencia noviolenta que marcó con su sello el movimiento de los derechos civiles de EstadosUnidos a comienzos de la década de 1960. Cuando un grupo minoritario carece deacceso a importantes recursos de poder y encuentra que los remedios coactivos queel Estado impone lo perjudican; sus actos de "omisión" (p. ej., el negarse a viajar enómnibus en los que rige la segregación o de concurrir a establecimientos racistas)los vuelve menos vulnerables a la represalia que los actos de "comisión" o tácticasagresivas más directas (Vander Zanden, 1965).

Como el poder involucra siempre a dos bandos como mínimo, Karen S. Cooky Richard M. Emerson (1978) han tratado de hacer extensiva a él la teoría delintercambio social. Estos autores conciben· el poder como la capacidad de unbando para explotar a otro. El intercambio entra en este cuadro a través de laidea de equidad, que impone límites normativos a la explotación (las personas defi-nen como "justo" o "equitativo" que los miembros del grupo perciban retribucio-nes proporcionales a sus aportes individuales). David A. Baldwin (1978) ha llevadomás allá todavía la teoría del intercambio, trocando la célebre amenaza" ¡el dineroo la vida!" en una frase como ésta: "Tú me das tu dinero y yo te daré la vida".Algunos científicos sociales han objetado que ~e llame intercambio a este tipo detransacción (Blau, 1964; Boulding, 1963, 1965); pero a ello replicó Baldwin: "Raravez se atribuye esta frase al médico que acaba de informar a su paciente que tieneun año de vida si no se somete a la onerosa operación quirúrgica que él le recomien-da para salvarse. En tal situación, describir el intercambio propuesto como •.¡Sudinero o su vida!' tal vez no parezca tan objetable" (1978: 1230).

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Parecería que la mente' humana no descansa hasta discernir la causa de unefecto percibido, o sea, hasta atribuir una relación causal a una serie dcedos aconte-cimientos sucesivos (véase el capítulo 2). A todos nos interesa averigtIar hasta quépunto el cambio en el proceder de una persona es causado porel de ofta. Suponga-mos que una madre entra a la sala, en que su hija está mirando televisión, y le dice:"Basta ya de eso, ve a practicar tu lección de piano". La hija procede a apagar eltelevisor y comienza a estudiar el piano. De esta serie de sucesos inferimos que lamadre influyó en el comportamiento de su hija. Atribuimos causalidad a estossucesos basándonos en lo siguiente: la hija se hallaba, en el momento 1, en un esta-do x (mirando televisión); la madre le da una indicación a lahija; si esta última hacealgo en el momento 2 (estudiar el piano) que no es consecuencia directa de suestado en el momento 1, puede afirmarse que la madre ha influido en ella (Schop-ler y Layton, 1974).

John Schopler y Bruce Layton (1972) investigaron la atribución de poder encondiciones experimentales. Eligieron sujetos de sexo masculino y los recomenda-ron, en calidad de "consejeros", a una pareja que se había desempeñado bien o deñ-cientemente en una tarea de relación social. Este desempeño servía de base para lasexpectativas del consejero respecto del que tendría su pareja en una próxima tareasemejante. El sujeto no sabía si su pareja había aceptado o rechazado el consejo que

[.as personas desfavorecidas lo son por su limitado poder. El poder da respuesta alproblema distributivo, consistente en resolver quién recibirá determinadas cosas,cuándo y de qué manera. (Patrick Reddy)

él le dio, aunque presumía que lo había aceptado. Más tarde se le informaba alsujeto acerca de los resultados generales del desempeño de su pareja; en algunascondiciones experimentales se le informaba que ese desempeño había sido el mismo(deficiente antes y después, o bueno antes y después), mientras que en otras condi-ciones experimentales se le informaba que había cambiado (de deficiente pas6 abueno, o de bueno a deficiente). A continuación el sujeto debía llenar un cuestio-nario en el que se le pedía evaluar la influencia que, a su juicio, había tenido sobresu pareja.

Como era de prever, los sujetos-consejeros sostuvieron haber tenido maYOfinfluencia cuando el desempeño de su pareja cambió que cuando permaneció igual.Pero lo interesante es que se autoevaluaban como más influyentes cuando su parejahabía tenido éxito y no cuando había fallado, En suma, cuando el cambio seprodu·cía en una dirección valorada positivamente, la atribución de poder que hacía elsujeto era máxima, en tanto que cuando el cambio se producía en una direcciónnegativa (la pareja fracasaba en el desempeño de su tarea), el sujeto sostenía haberejercido una influencia mucho menor.

El poder nunca da un paso atrás... salvo que se enfrente conun poder mayor.Malcolm X, Malcolm X Speaks, 1965

Ya hemos dicho que el poder implica por lo general, oposición, intereses y valo·res sociales en pugna. Dentro de este contexto, el poder determina quién prevalece-rá sobre quién. Más concretamente, da respuesta al problema distributivo queconsiste en resolver quién recibirá determinadas cosas, cuándo y de qué manera(Lasswell, 1936). El poder decide en gran medida quién será favorecido y quiéndesfavorecido, quién será el poseedor y quién el desposeído.

El poder permite a ciertos individuos o grupos imponer límites a la capacidadde los otros para competir y negociar; un bando puede suprimir el acceso de losotros al conocimiento, a la instrucción y a los recursos existentes. En suma, algunosindividuos o grupos pueden modelar el flujo de cosas buenas de modo que los

, beneficie a ellos, imponiendo de continuo sus propias definiciones de la situaci6nen la liza de la interacción social: definiendo lo posible, lo racional, lo real y locorrecto.

Además, ciertos individuos o grupos pueden. estructurar los acuerdos operati-vos de la vida corriente de modo que sus ventajas se autoperpetúen. Así pues,aunque las leyes no vuelvan hereditarias tales ventajas, de hecho lo son. Teóricamen·te, ciertos cargos están abiertos a todos sobre la base de su mérito (cuando las califi·caciones para ocupados son títulos académicos, capacitación científica o aptitudesespeciales, medidas por pruebas estandarizadas), pero algunas personas pueden lar·

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lIllr con ventaja en la carrera en pos de 10bueno. Los desfavorecidos rara vez reúnen101 recursos para poder pagar los costos de una larga preparación, o no tienen lasconexiones y parentescos que puedan poner1os prontamente en la buena senda. Asíea corno muchos negros estadounidenses han llegado a darse cuenta de que la igual-dud de oportunidades no genera igualdad de resultados; y esto fue reconocido por01 propio presidente lohnson en su discurso inaugural pronunciado en la HowardtJniversity en 1965, cuando declaró:

Por más que uno libere a un individuo que ha estado encadenado durante añoslo ponga en la línea de partida de una carrera y le diga "Eres libre de competir co~todos los demás", no por ello ha sido totalmente justo con él.

Las bases del privilegio están dadas por la producción de un excedente socialde bienes y servicios por encima de los necesarios para la supervivencia humana.En el período neolítico los seres humanos llegaron a dominar cada vez más la natu-ruicza a través del cultivo de cereales y la domesticación de animales. A partir deentonces, dependieron menos de los caprichos de la naturaleza que sus antepasadosclI7.adores y recolectores. A medida que se creaban así excedentes sociales, algunosseres humanos se libraron de la obligación de dedicar todo su tiempo a actividadespara la subsistencia y pudieron aplicar sus habilidades a nuevas ocupaciones, cornola cerámica, la edificación de viviendas y templos y_el tejido. No todos necesitabancultivar la tierra y cuidar animales; algunos pudieron llegar a vivir del excedenteproducido por otros, con 10 cual comenzaron a gozar de privilegios (Lenski, 1966).Kenneth Prewitt y Alan Stone apuntan 10 siguiente:

Si los artesanos producían artefactos y adornos, estos símbolos de status pasa-ban a ser posesión de la clase gobernante. Si los guerreros se aventuraban a explo-rar y conquistar, y regresaban de sus ándanzas con esclavos y con mujeres cautivas,los esclavos servirían en los campos y en las cocinas de los gobernantes, y las muje-res pasarían a engrosar sus harenes. Si la mano de obra productiva de la sociedadera usada para construir Palacios, templos y monumentos, esos edificios eran habi-tados por los miembros de dicha clase o dedicados a ellos. Un hecho permanente alo largo de la historia ha sido que los gobernantes retuvieran, para su placer particu-hu, una proporción del excedente mayor que la que les hubiera correspondido atitulo equitativo (1973 :12-13).

El poder no sólo da respuesta al problema distributivo de quién recibirá deter-minadas cosas, cuándo y de qué manera, sino también a otro interrogante: el que seplantea quiénes impondrán sus valores sociales en los asuntos humanos. Vale decir,el poder determina qué individuo o grupo convertirá sus preferencias de conductaon las reglas normativas válidas para todos los demás. El poder decide qué bando(lB capaz de traducir sus propios valores sociales en los criterios aceptados para la

definición de todas las situaciones, y de sustentar esos criterios mediante la manipu-lación de recompensas y la fijación de penalidades.

El Movimiento de Liberación Femenina nos ha sensibilizado respecto de laíndole política de la moral. Las mujeres han sido castigadas por una vari~dad deconductas (sexuales y de otr~ índole) que se juzgan permisibles en el caso de loshombres. Su disconformidad con los patrones machistas prevalecientes en ciertassociedades las enfrenta con muchos problemas personales. Y el orden dominado porlos varones, en vez de atacar las fuentes sociales de estos problemas, 10 que hizotradicionalmente fue derivar a las mujeres para su tratamiento por agentes decontrol social -psicólogos clínicos y psiquiatras- que las definierón corno desvia-das, inadaptadas, afectadas por "complejos edípicos irresueltos" y aun "locas". Lasmujeres "mejoraban" en la medida en que hacían las paces con los criterios masculi·nos predominantes -vale decir, se inclinaban ante ellos-o Más o menos 10 mismopuede afirmarse respecto de la "moral" que prevalece respecto del aborto y delcomportamiento sexual -o sea, a quién se juzga "pervertido", como en el caso dela conducta homosexual-o

Habitualmente en nuestra vida procuramos incrementar al máximo aquellasexperiencias que percibimos como satisfactorias, buenas y convenientes para noso-tros. Y como somos seres sociales, salvo raras excepciones tomamos noticia de lascosas que nos resultan valiosas (bienes y servicios, status, información, sexo, seguri-dad o amor) a través deja acción facilitadora de los demás. La vida nos enfrentacon la realidad de nuestra dependencia mutua. Por 10 tanto, para alcanzar nuestrosobjetivos es esencial que seamos capaces de controlar el proceder de otra gente, ode influir en él. Hasta cierto punto, cada uno de nosotros está en condiciones deconceder o denegar, facilitar u obstaculizar la gratificación del otro (Emerson,1962). Muchas de nuestras necesidades sólo encuentran satisfacción si logramoscrear determinadas conductas en los demás (Kipnis, 1974).

La cualidad más importante de un llder es ser reconocidocomo tal. Los llderes cuya idoneidad es cuestionada carecensin duda de fuerza.André Maurois, El arte de vivir.

Para lograr que los demás actúen de acuerdo con'nuestros deseos, necesitamosque su definición de la situación los lleve a que acomoden sus actos a los nuestros,tal como nosotros 10 queremos. Manipulando diversos aspectos de nuestro desempe-

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no procuramos moldear la percepción ajena de la realidad. En resumen, merced almanejo de las impresiones (véase el capítulo 8), tratamos de crear una imagen quelleve a los demás a actuar como queremos que lo hagan (Goffman, 1979; Stone,1970; Blumstein, 1975).

Otra técnica es el moldeamiento de la identidad ajena (véase el capítulo 8),que procura situar a la otra persona en un rol que produzca la respuesta deseadapor nosotros (Weinstein y Deutschberger, 1963). Por ejemplo, alguien puede querersituamos en el rol de amigo, en la esperanza de activar las obligaciones que se aso-cian a la amistad: "jEh lim, viejo, qué tal si le das una mano a tu viejo amigo y ... !"Análogamente, estos procesos de moldeamiento de la identidad ajena operan sobrelos líderes, quienes se ven presionados a adoptar los valores de sus adeptos y lasexpectativas que éstos tienen con respecto al. estilo de liderazgo preferido CBeck-house, Tanur,Weiler y Weinstein, 1975).

Ya sea que nuestro propósito sea el manejo de las impresiones o el moldeamien-to de la identidad ajena, debemos evaluar estos dos factores: 1) qué resistenciaopondrán probablemente los demás a nuestros deseos, y 2) qué recursos necesitare-mos invertir para superar esa resistencia. En consecuencia, debemos iniciar unproceso. de autosefíalamiento. Asumiendo el rol del otro (el proceso asociado con elsí-mismo; véase el capítulo 5), calculamos cuánto nos insumirá conseguir que actúeo que deje de actuar de determinado modo; y los demás hacen lo mismo con respec-to a nosotros. .

Es importante subrayar que la aplicación del poder, incluso de la fuerza física,no trae por resultado que los demás se ajusten a nuestros deseos; tampoco la inversaes cierta. Más bien la adecuación al otro es consecuencia de la percepción (la defini-ción de la situación) de que el costo de resistirse es demasiado alto, ya sea que elprecio se exprese en algún padecimiento físico (dolor) o algún malestar psíquico(pérdida de afecto, de status, de propiedades, etc.). Por esta razón, la fuerza nonecesita aplicarse para ser eficaz. En verdad, la mayor parte de los casos de manifes-tación de fuerza son amenazas sobre la posibilidad de aplicar una fuerza mayor:

El poder es la reputación del poder.Thomas Hobbes

En muy pocos robos la víctima es sometida físicamente; lo usual es que se laamenace. Si un policía fanfarrón le da un empellón a una persona para que se corra,ésta percibe dicho proceder, correctamente, no tanto como un acto de fuerza sinocomo una amenaza de una fuerza mayor, una posible escalada que puede llegarhasta la muerte (Goode, 1972:512). .

A medida que la gente modela su accionar tomando en cuenta el accionarajeno, cada cual hace una permanente evaluación de sus recursos y de su dispo-sición a invertir variados montos de ellos en una cierta situación. En este procesode evaluación constante las personas sopesan los costos y resultados relativos de sus'actos pasados y presentes y de sus actos futuros previstos. Literalmente, se dedicana un juego continuo de conjeturas, en que cada cual estima los probables resultadosy encamina su proceder en consecuencia. De ,ahí que el desenlace real de la interac-ción sea siempre un interrogante.

Al examinar la cuestión del poder, nuevamente nos vemos frente al axioma deque si las personas definen una cierta situación como real, ésta es real en sus conse-cuencias. Lo que cuenta en los asuntos humanos no son tanto los recursos efectivoscomo las creencias de las personas acerca de ellos; en particular, lo que suponensobre los recursos de que dispone cada bando y su apelar a ellos en una contienda(Wrong, 1968)~ Por consiguiente, la apariencia de poder suele ser tan persuasivacomo el poder real (Kaplowitz, 1978). El general Erwin Rommel comprendía lasignificación táctica de este hecho. Al llegar a Africa del Norte en 1941 para asumirel comando de las fuerzas blindadas alemanas, comprobó que en el batallón africanohabía muy pocos tanques disponibles. Elladino general -a quien adecuadamentese puso el apodo de "el zorro del desierto"- rápidamente ordenó que los talleresse pusieran a fabricar carrocerías de tanques simulados y las montaran sobre chasisde camiones Volkswagen. Estos vehículos, equipados con mecanismos que arrojabannubes de polvo en el desierto, creaban la impresión de un poder blindado enormeal ser divisados por sus adversarios británicos a lo lejos (Lewin, 1968).

H. Andrew Michener, Edward J. Lawler y Samuel B. Bacharach (1973) empren-dieron una evaluación experimentlÚ del papel que cumple la percepción del poderen las situaciones conflictivas. Distinguieron estos autores cuatro procesos percep-tuales decisivos: 1) la magnitud del perjuicio que un atacante puede infligir poten-cialmente al objetivo que ha elegido como blanco; 2) la probabilidad de ejercer uncontrol efectivo sobre dicho blanco; 3) la capacidad del blanco para bloquear losesfuerzos realizados por el atacante; y 4) la capacidad del blanco para la represalialuego de que el agresor hubiera descargado su golpe inicial.

A fin de examinar el papel cumplido por estos factores, se hicieron evaluarvarias situaciones por una serie de estudiantes que actuaban como sujetos. Una deellas describía un enfrentamiento entre el vendedor de una empresa y su gerenteregional. 1) El gerente podía perjudicar los ingresos q{re el vendedor percibía enconcepto de comisiones, reduciéndolos en un 10 o en un 90% (según dos series decondil;:iones que el experimentador aclaraba al sujeto). 2) Había una probabilidad

Por lo común, la fuerza puede permanecer inaplicada en los flancos, digamosasí. Ningún fabricante de armas las enviará a un país con el que el suyo no mantienerelaciones amistosas, ya que sabe que las autoridades las confiscarían. Tampoco unmarido divorciado sustraerá a sus hijos de la custodia de su ex esposa, pues conocela consecuencia: ella le entablaría juicio. En realidad, el uso de la fuerza físicarevela que han fracasado los procesos de control de la fuerza (Goode, 1972).

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Desde la publicación de El Prz'ncipe en 1532, el nombre de su autor,Nicolás Maquiavelo, ha estado asociado al empleo, en los asuntos humanos,de la hipocresía, el engaño, la obsecuencia, la astucia y el oportunismo. Elfilósofo italiano propuso diversas estrategias para tener éxito en la política, yuna de sus ideas centrales era que las personas se caracterizan por su bajezamoral, su inclinación a sacar provecho de los demás sin tenerlos en cuenta ysu falta de patrones éticos.

Dos psicólogos sociales, Richard Christíe y Florence L. Geis (1970)omprendieron una serie de experimentos· para estudiar el maquiavelismo,entendiendo por talla manipulación de las demás personas de acuerdo con lospropósitos propios. Escudriñaron los escritos de Maquiavelo a fin de extraerde ellos enunciaciones que pudieran traducirse en los distintos rubros de unaescala; por ejemplo: "La mejor manera de manejar a·la gente esdecirle lo quequiere oír"; "Si alguien confía plenamente en otra persona, no puede sinometerse en dificultades". A la. vez, formularon. otros diversos enunciadosantimaquiavélicos; por ejemplo: "La honestidad es la mejor política en todoslos casos", y "PhineasBarnum se equivocaba cuando afirmó que cada minutonace un incauto en este país". En sus experimentos, Christie y Geis habíancomprobado que los sujetos que suscribían los enunciados de alto grado demaquiavelismo empleaban, con mucho más frecuencia que los otros, procedi-mientos manipulativos y-explotadores en su trato con los demás.

Uno de esos experimentos fue denominado el "juego de los 10 dólares".En él se ubicaban en una mesa, frente a tres sujetos, diez billetes de un dólarcada uno, y se les decía que cualquiera de ellos podía ganar algo de dinero sisabía negociar con los demás: el dinero pasaría a poder de los dos que sepusieran de acuerdo sobre la manera de dividirse los 10 dólares (no les esta-ba permitido dividir el dinero en tres partes). El juego llegaba a su fin cuandodos jugadores cualesquiera concertaban dicho acuerdo, y él tercero no podíaromper el trato. En los experimentos, los sujetos que habían registrado bajospuntajes de maquiavelismo perdieron en todos los casos, mientras que los dealto puntaje ganaron en forma abrumacl,ora; ninguno de estos últimos quedófuera, en ningún caso, de la coalición triunfante. En suma, los "maquiavé-

de un 10 o de un 90"10 de que el gerente realmente actuara así. 3) El vendedor teníauna probabilidad de un 10 o de un 90"10 de bloquear el ataque que así le dirigiera elel gerente, apelando a un funcionario superior de la organización. 4) El vendedorpodía tomarse la represalia yéndose a otra compaiiía y llevándose consigo unporcentaje del 10 o del 90"10 de los clientes (con lo cual perjudicaría las ventas del

licos" manipulaban y persuadían en mayor medida a los demás, y, por elcontrario, eran persuadidos mucho menos.

Los maquiavélicos difieren de los que obtienen bajos puntajes en esterubro fundamentalmente por su fría imparcialidad; al contrario, estos últimosse caracterizan por su franqueza y su sensibilidad emocional. Aquellos tienenla piel suficientemente dura como para rechazar las incitaciones y peligros delas relaciones personales que pudieran interferir con el logro de su cometido.Consecuentemente, muestran en general poca susceptibilidad frente a laspresiones sociales que instan al acatamiento, la cooperación o el cambio de laactitud personal. A la inversa, la orientación más franca y personal de los queobtienen bajos puntajes en maquiavelismo los hace menos eficaces comoestrategas, aunque más sensibles a los demás en cuanto personas. Los maquia-vélicos no se preocupan demasiado por defender su propia imagen y suscreencias, y en cambio se esfuerzan por cumplir con su tarea. No es de sor-prender que los abogados "maquiavélicos" tengan más éxito que los otros enextraer de sus testigos los testimonios que desean (Sheppard y Vidmar, 1980),ni que quienes poseen una concepción maquiavélica de la vida sean embuste-ros más convincentes que los demás (Geis y Moon, 1981).

Christie y Geis admiten que, al principio, tenían una imagen muy negati-va de los maquiavélicos, asociada con sus sombrías y deshonrosas manipula-ciones:

No obstante, tras haber observado a los sujetos en los experimentosdel laboratorio, comprobamos que sentíamos una perversa admiraciónpor la habilidad de los maquiavélicos para superar a los demás ... Sumayor disposición a admitir sus rasgos sociales indeseables, en compara-ción con los no maquiavélicos, insinuaba que quizá tuvieran mayorconciencia de sí mismos y fueran más sinceros ... Esto no significa quenuestra admiración fuera total; más bien preferimos describirla como unaadmiración selectiva (Christie y Geis, 1970:339).

En suma, al finalizar el experimento los investigadores tenían frente al"maquiavelismo" una reacción .emocional distinta de aquella con la cual lohabían iniciado.

gerente regional). Se solicitó a los sujetos que evaluaran el.poder respectivo del"atacante" y de su "blanco". .

Los cuatro factores mencionados afectaron la apreciación de los sujetos res-pecto del poder de que gozaba el atacante: consideraron que este poder era mayoren condiciones de 1) gran perjuicio, 2) alta probabilidad, 3) escaso bloqueo y 4)

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escasa represalia. En síntesis, los sujetos adjudicaban mayor poder al atacantecuando éste podía infligir un perjuicio severo (y de hecho lo hacía) y cuando elblanco era incapaz de interceptar su ataque o de vengarse. Los investigadores sos-tienen que la amenaza de aplicar un poder de coacción básico (más bien que la meraposesión de un recurso de poder) ejerce gran influencia sobre el poder atribuido:

Incluso personas que son superadas en su capacidad de fuego o atrapadas enposiciones de escaso poder pueden manipular el que le es atribuido activando (osimulando activar) de manera vigorosa sus limitados recursos. Las consecuenciasque esto tiene para el manejo de las impresiones son obvias, dado que cualquierapuede fingir con relativa facilidad una probable iniciación de acciones (Michener,Lawler y Bacharach, 1973: 158).

En suma, como ya dijimos, lo que importa no son tanto los recursos efectivoscon que cuente una persona como las creencias que los demás tengan acerca de esos.recursos, vale decir, sus percepciones y sus definiciones de la situación.

Randall Collins (1975) ha observado de qué manera opera este principia en01 mantenimiento de una dictadura. El dictador no ejerce control a raíz de su coac-ción personal sobre cada uno de los habitantes, sino a raíz de que su policía o suejército pueden ejercerla. Además, no controla a su policía y ejército por su poderpersonal, sino porque, dada la posición que ocupa, está en condiciones de ejercerpoder contra los disidentes y los rebeldes. Por más que todos los miembros de unaorganización fueran contrarios a él, la organización misma vuelve riesgos o paracualquier persona el rebelarse:

El dictador reina organizando las cosas de modo tal que sus partidarios se vigi-len unos a otros y teman tomar la iniciativa en cualquier acción contraria a aquél...De hecho, el poder cr.ea una profecía que genera su propio cumplimiento: los hom·bres poderosos lo son porque otros hombres creen que ellos son poderosos. Estacreencia, a su vez, es la que lleva a los subordinados a mantener las sanciones quevuelven poderosos a sus gobernantes (Collins, 1975 :367).

Poder y control. Quienes controlan los medios de subsistencia de otros pueden dic-taminaren qué condiciones se jugará el juego de la vida. Poseen las palancas paratraducir sus deseos en realidades determinando horarios de trabajo, cuotas de pro-ducción, formación de líneas de montaje, duración de los intervalos para lascomidas, etc. Los sindicatos proporcionan a los trabajadores una fuente de podercontrarrestante. Aquí vemos cómo los operarios de una planta automotriz correnjubilosos hacia sus vehículos cuando suena la sirena que anuncia el fin de la jor-nada. (Patrick Reddy.)

Perjuicios. Estos son recursos que permiten a uno de los bandos agregar nuevasdesventajas a la situación del contrario. Generalmente los partícipes consideran aestos perjuicios como un castigo. Abalcan los daños producidos contra el cuerpo, lamente o las posesiones de otros. Ejemplos de estos perjuicios son las manifestacio-nes de protesta, los encarcelanuentos de personas y el uso de armas.

Tener poder sobre la subsistencia de un hombresignift'catener podersobre su voluntad.Alexander Hamilton, The Federalist, 1788.

Alicientes. Son recursos que permiten a un bando agregar nuevas ventajas a lasituación. Por lo general los partícipes los consideran como recompensas. Los ali-cientes suelen entrañarla transferencia de cosas socialmente definidas como buenas,ya se trate de bienes materiales, de servicios o de posiciones de jerarquía, a cambiodel acatamiento a los deseos de quien detenta el poder.Gran parte de nuestro examen del poder descansa en la idea de bases de poder,

o sea los recursos a que pueden apelar los individuos o grupos en su intento deImponer su voluntad en los asuntos humanos. Estas bases de poder incluyen lo quele utiliza y la forma en que se lo utiliza. Y los recursos tienden a dividirse en trescutegorías (Gamson, 1968; Rogers, 1974):

Persuasión. Incluye todos los recursoS que habilitan a un bando para modificarel punto de vista de los demás sin agregar ventajas o desventajas a la situación.Merced a la persuasión, se logra que los individuos o grupos prefi~ran los mismos

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resultados que quien detenta el poder. La persuasión puede ser función de la famade un bando en cuanto a la posesión de conocimientos, su atractivo personal o sucontrol de los medios de comunicación y de capacitación.

Dominar los recursos críticos es dominar a las personas, y controlar esos recur.lOS es interponer nuestra persona o grupo entre los demás y los medios por loscuales ellos pueden satisfacer sus necesidades biológicas y sociales. De esa maneralos hacemos vulnerables a nuestros deseos, y esto nos ofrece un modo de influiron su definición de la situación. Las élites alcanzan esta influencia por su control delas recompensas, castigos y comunicaciones persuasivas. Y en la medida en quecontrolan esos recursos decisivos, pueden dictaminar en qué términos se habrá de.lugar el juego de la vida. A veces, jugado "de acuerdo con las reglas" significa queon realidad no hay "juego" alguno, ya que "los naipes están marcados" de entrada,vale decir, los resultados eran inevitables desde el comienzo.

Una descripción algo diferenté de las fuentes de poder social fue la propuestaen, primer lugar por Bertram French y John R. Raven en 1959, y más tarde modifi-cada por este último autor (Collins y Raven, 1969; Raven, 1974). Este enfoqueejerció considerable repercusión en el estudio del poder por parte de la psicologíasocial.

opuesto a lo que sostienen los patrones o criterios del otro bando, como sucede conla juventud contracultural "despreocupada".

Poder legítimo. La noción de legitimidad deriva de cierto código o patr6n porel cual se admite que lino de l<?sbandos tiene derecho a afirmar su poder sobre elotro. Por ejemplo, normalmente se reconoce que Un jefe en el trabajo, un rectoren la universidad () un abad en un convento poseen un poder legítimo (Michenery Burt, 1975).

Como hemos visto, los psicólogos sociales no coinciden en sus diversas concep·tualizaciones del poder, pero esto no significa que estén hablando de cosas total·mente distintas. Como el lector ya habrá observado, los dos esquemas descriptosenesta sección se silperponen en grado considerable. Y ninguno de ellos es "correcto"o "incorrecto"; ambos son herramientas más o menos útiles para determinadospropósitos científicos o de estudio.

Poder de retribución. El poder de retribución deriva de la capacidad de uno delos bandos de intervenir en las recompensas o castigos que recibe el otro, los quepueden ser impersonales (p. ej., beneficios financieros o multas, promociones labo.mIes o despidos) o personales (p. ej., amor u odio, aceptación o rechazo).

Si la gente dispone de d~stintas bases de poder, ¿cómo deciden cuál de ellasescoger? Cuando French,y Raven (1959) enumeraron por primera vez su lista defuentes de poder, partieron de la premisa de que las personas se conducen demanera básicamente racional y, por lo tanto, los dueños del poder lo utilizarán en laforma que les exija menor vigilancia y les produzca resultados más duraderos. Lógi.camente, esto implicaba que escogerían el poder informativo en todas las ocasionesen que pudieran hacerla, y que la coacción sería su última elección, ya que ellaexige considerable vigilancia y tiende a suscitar la ira de los subordinados.

Raven (1974) llegó posteriormente a la conclusión de que estas expectativaseran harto simplistas e ingenuas. Afirmó entonces que en el tipo de poder preferido,influyen muchos factores algunos de los cuales no son "racionales". Análoga-mente, David Kipnis (1976) puntualiza que no siempre los dueños del poder sonlibres de seleccionar sus medios de influencia (si ocupan una posición relativamentebaja dentro de una jerarquía organizativa, tal vez les sea imposible aplicar ciertasposibilidades), y en otras circunstancias quizá no sean capaces de reconocer quepueden usar legítimamente una táctica en particular.

En determinadas situaciones, las personas prefieren apelar al poder coactivo porla satisfacción que les brinda; por ejemplo, cuando sienten gran hostilidad hacia lapersona en la que quieren influir (Raven y Kruglanski, 1970; Raven, 1974; Zimbar-do et al., 1973). La necesidad de autoestima también puede gravitar en la eleccióndel tipo de poder (puede escogerse el poder del especialista para parecer "sabio" , oel poder coactivo para presentarse como "rudo y viril"). Ya veces, quienes deten-tan el poder pueden necesitar sentir que son ellos la fuente de i(lfluencia social, ynadie más (Fodor y Farrow, 1979). Esto es esencialmente lo que Frantz Fanon(1966), un psicoanalista negro de la Martinica que participó en la lucha de los rebel-

Poder de los especialistas. El poder de los especialistas deriva de su conoci-miento, experiencia, habilidades o idoneidad particulares que poseen o creen queposeen (Tedeschi, Schlenker y Bonoma, 1973; Horai, Naccari y Fatoullah, 1974).Un buen ejemplo lo suministra la aceptación del asesoramiento de un abogado encuestiones legales. Este poder puede perderse si los individuos transmiten a otrossus conocimientos o destrezas particulares, como lo hacen los maestros.

Poder informativo. A menudo el poder no depende tanto de la relación socialestablecida como del contenido específico de la comunicación o de los nuevosconocimientos que se transmiten. Ejemplo de ello sería el de un ama de casa persua-dida por un vendedor de máquinasaspiradoras, de que el aparato que él vende esIIlUY superior al modelo anterior que ella posee.

Poder referencial. El poder referencial opera cuando uno de los bandos usa alotro como "marco de referencia" para su autoevaluación. Si uno de los bandos(persona o grupo) se siente muy atraído por el otro, termina adoptando la manerado pensar y actuar de la parte que admira. El poder referencial puede ser positivoII ntl~ativo; es negativo cuando uno de los bandos procura pensar y actuar de modo

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des argelinos, quiso transmitir a los "condenados de la Tierra", como él los llamó. Araíz de la violencia sistemática con que· el colonialismo degradaba y anulaba a losnativos, sostenía Fanon (1966:73), éstos sólo podían lograr su integridad psíquicacometiendo actos de violencia contra sus dirigentes blancos y sus amos, a quienesdeseaban suplantar: "En el nivel individual la ,violencia es una fuerza depurativa. Li-bero al nativo de su complejo de inferioridad, de su desesperación e inacciól1, lehace perder el temor y robustece su respeto por sí mismo". Así, según Fanow lossubyugados cobraban respeto por sí mismos al ver que son ellos, y no sus antigudsopresores, las fuentes del cambio (Raven, 1974).

Un creciente cúmulo de investigaciones psicológico-sociales realizadas enempresas e industrias sugieren que los siguientes factores influyen en la selección deuna fuente determinada de poder por quien hará uso de ella:

l. Los supervisores, no necesitan recurrir a recompensas para influir en aquellostrabajadores que suelen hacer bien su tarea, que se asemejan al supervisor y conquienes éste simpatiza. Habitualmente, los que detentan el poder sienten quepueden contar con que estos trabajadores continuarán acatando sus directivas demanera tal que no ~es es preciso recurrir a recompensas para conseguir dicho acata-miento (Kipnis, 1976).

2. La presencia de trabajadores que no acatan a sus jefes -negándose en formadeliberada a obedecer sus órdenes- aumenta la cantidad de recompensas que reci-ben los trabajadores que sí los acatan. El número de recompensas que reciben lostrabajadores obedientes disminuye cuando todos lo son (Goodstadt y Kipnis, 1970).

3. Quienes poseen poder recurrirán con mayor probabilidad a las recompensassi desean aS,egurarse la buena voluntad de sus subordinados o si tienen dudas acercade que éstos continúen ácatándolos(Kipnis, 1976).

4. Se recurre con más frecuencia al poder informativo y persuasivo cuando elsuperior atribuye el desempeño insatisfactorio de los subordinados a su falta demotivación, y su inquietud es descubrir la causa de esa actitud negativa y en lo posi-ble persuadir al subordinado para que cambie (Kipnis y Consentino, 1969; Kipnis,1974).

5. Si el supervisor atribuye el deficiente desempeño de su subordinado a laIneptitud o falta de formación, rara vez recurrirá a la persuasión, más bien invoca Supoder de especialista y dedica algún tiempo a capacitado (Kipnis y Cansen tino,1969; Kipnis, 1974).

6. Se aplica la coacción contra aquellos subordinados que revelan "actitudesnegativas" y que niegan la legitimidad de su superior y de los objetivos de la organi-1,ación, O sea, un dirigente apela a medidas coactivas cuando percibe que la resis-tencia de su subordinado es deliberada e intencional (Kipnis y Consentino,1969;(joodstadt y Kipnis, 1970; Goodstadt y Hjelle, 1973).

7. Se recurre con mayor frecuencia a la coacción cuando el superior careCe deconl1anza en sí mismo, está avasallado por sentimientos de incapacidad laboral o

tiene tantas personas a su cargo que no les puede dedicar una atención individual(Kipnis y tane, 1962; Kipnis y Consentino, 1969; Kipnis, 1974; Goodstadt y Hjello,1973).

8. Una vez que un supervisor ha aplicado coacción en alguna oportunidad, lees m,ás difícil pasar a un método menos riguroso (como la persuasión) en situacionesposteriores en que debe ejercer influencia (Kipnis, 1976).

9. Cuando los que poseen poder recurren a medios de influencia más fuertes(en especial la coacción), es más probable que desvaloricen a su subordinado y porende piensen que ellos mismos son más poderosos (Kipnis, 1976). '

10. Cuando los que tienen poder pierden la fe en su propia eficacia, es más pro-bable que sé sientan atraídos por remedios m,ás coactivos (Kipnis, 1976). La coac-ción suele ser el medio a que se recurre en última instancia, cuando otras medidashan fallado (Raven y Kruglanski, 1970; Kipnis, 1974).

En general, de· todo esto se. infiere que las' personas en posiciones de poderprevé n la posible eficacia de cada una de las bases de poder a que pueden recurrir,y evitan utilizar aquellas que juzgan ineficaces (Raven y Kruglanski, 1970; Kipnis,1976).

Los psicólogos se han centrado primordialmente en las personas que poseenpoder como individuos. En contraste con esto, el interés sociológico ha girado en'tómo de diversas características estructurales del poder tal como se dan en las orga-nizaciones. Por ejemplo, Robert Michels (1911, 1966) sostiene que las grandesorganizaciones llevan inevitablemente a la concentración del poder en manos deunos pocos; y afirma que estos pocos utilizan las posiciones alcanzadas para promo-ver su propia fortuna y sus intereses egoístas. A esto Michels lp denominó la ley dehierro de la oligarquía. Aseveraba esté autor que dicha tendencia es alimentada porfactores intrínsecos de cualquier organización: quienes tienen poder en ella se acos-tumbran a manejar la organización, establecen aparatos que dificultan a los rivalesponer en tela de juicio su liderazgo, dominan la red de comunicaciones y los orga-nismos disciplinarios de la entidad, controlan sus finanzas, compran o asimilan (porcooptación) a'los rivales potenciales, y aprovechan la indiferencia y apatía de lbSmiembros de base.

Decía Miehels que la e.volución seguida por los sindicatos y los partidos socialis-tas europeos demuestra que quieren poseen poder rara vez reflejan las aspiracionesdemocráticas que, teóricamente, proclaman sus organizaciones. Algunos estudiossociológicos han comprobado que, en efecto, la ley de hierro de la oligarquía esaplicable a muchos sindicatos, asociaciones profesionales, clubes privados y organis-mos legislativos (Selznick, 1952; Lipset et al., 1956; Tannenbaum, J 965; ScWesin-ger, 1965), pero la mayoría de los s9ciólogos insiste en que esta tendencia oligár-quica rara vez constituye una "ley de hierro" (Gouldner, 1955; Olsen, 1968; ColJins,1975).

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legios, las que abren o cierran las compuertas que regulan el flujo de bienes hacia 101diversos individuos y grupos.

Si bien muchos observadores contemporáneos de la escena social aceptan laexistencia de las élites, no todos extraen las mismas conclusiones acerca de ellas.Para algunos, lbS privilegios de una élitesignifican que los gobernantes explotan ymanipulan a los gobernados en su propio beneficio, que la élite vive -y vive bien- aexpensas del esfuerzo ajeno. Por el contrario, otros .dicen que los dirigentes cumplentareas beneficiosas para todos y esenciales para la sociedad; y que si bien es ciertoque monopolizan el poder, sólo lo hacen para imprimir un rumbo uniforme a lasociedad y congregar la fuerza indispensabie para hacer frente a los ataques internosy externos. Estos últimos· admiten que la élite vive mejor que el resto, pero sostie-nen que ésta es la justa recompensa por sus particulares aptitudes y su devoción enel cumplimiento del deber. Así pues, mientras algunos subrayan los privilegios delos dirigentes y su explotación de los dirigidos, otros se centran en sus responsabi-lidades y en su servicio público (Prewitt y Stone, 1973; Della-Fave, 1980).

El Estado llama ley a su propia violencia, y llama delito a ladel individuo.Max Stirner.

Se llama coacción a todo acto realizado por un individuo o grupo con el fin decompeler a otros a seguir un curso de acción determinado. La coacción implica que01 individuo o grupo debe seguir las directivas pues de lo contrario quien las ha for-mulado puede quitade la vida o infligirle un padecimiento físico o psicológico. Enla práctica, la coacción es la última Corte de apelaciones de los asuntos humanos;frente a ella no hay apelación posible, y lo único que queda es ejercer una coacciónmayor (Lenski, 1966; Walster y Walster, 1975).

La coacción es el fundamento del Estado, ordenamiento público que consisteon un grupo de personas que ejercen el monopolio eficaz de la coacción físicadentro de un cierto territorio ..Aunque el Estado está compuesto de muchos elemen-tos, los principales son las fuerzas armadas y la policía. Existe la divulgada creenciade que el Estado es meramente una especie de "asamblea eSQolar", en que la gente sereúne para obrar con miras a su bien común. En ciertas circunstancias, puede serasí; pero cuando hay en juego intereses vitales -cuando "las papas queman" ocuando "hay que abrirse paso a los codazos"- la cuestión es ésta: ¿Quién pondráen peligro a quién? ¿Quién luchará contra quién? ¿Quién será el ganador? En estecontexto hablamos del Estado como el aparato dominante para ejercer la violen-cia (Collins, 1975).

.Al considerar las cuestiones vinculadas con el Estado y las élites, es útil distin-guir entre distintos tipos de poder. Una de las distinciones provechosas es la que sebasa en las motivaciones de las personas para acatar un poder superior. El términocontrol sugiere un procedimiento por el cual se somete a los demás al propio poder;la resistencia a éste es vencida porque se ha vuelto prohibitivamente onerosa oimposible, y no porque el sometido prefiera el curso de acción que se le ofrece. Porel contrario, el término influencia sugiere un cambio genuino en las preferenciasde un individuo o grupo para acordarlas con las de quienes poseen el poder. Dadala misma situación, el individuo o grupono elige el mismo curso de acción por elque se inclinaba antes de que se ejerciera poder sobre él.

También es provechoso diferenciar las percepciones que las personas tienen delpoder como legítimo o ilegítimo. La autoridad es el poder legítimo, el utilizado deacuerdo con los valores sociales de las personas a las que se gobierna con él, y encondiciones que dichas personas juzgan apropiadas. ("Legítimo", sin embargo, noimplica forzosamente que los gobernados prefieran el curso de acción cgn el cualacatan la autoridad. Los oficiales de las fuerzas armadas tienen autoridad para con-ducir a sus hombres a la batalla, pero ello no implica que éstos prefieran el combatecomo mejor curso de acción para ellos). Por el contrario las personas regidas por unpoder ilegítimo lo consideran opuesto a: sus preferencias y a su sentido del bien ydel mal, o de.locorrecto y lo incorrecto (Etziorti, 1968; DeUa-Fave, 1980).

El distinguido sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) puntualizó que elpoder puede ser legitiinado de tres maneras: pOJ¡¡utoridad legal-racional, tradicionalo carismática. En el caso de la autoridad legal-racional, los que poseen el poderreclaman el acatamiento de los demás sobre la base de que sus dictámenes y órdenes

La gran cuestión que, en todas las épocas, trastornó a lahumanidad y le causó la mayor parte de los males quearruinaron a las ciudades, despoblaron los paises y quebran-taron la paz del mundo, no ha sido el hecho de que existapoder en el mundo, ni tampoco de dónde procede, sinoquién lo tiene.John Locke, Two Treatises on Civil Government, 1690.

Muchos norteamericanos se irritan al escuchar la palabra élite, ya que ella impli-ca, poco más o menos, negar que todas las,personas son creadas iguales, y para algu-nos esto parecería contradecir la Declaración de la Independencia. No obstante, enlas ciencias sociales el término tiene cabida, ya que llama la atención hacia el hechoUÓ que ciertos individuos o grupos gozan de más poder que otros para forjar lasuocisiones fundamentales que afectan la vida cotidiana. Al ejercer control sobreuctcrminadas esferas de la actividad social, las élites son las guardianas de los privi-

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incumben a su cargo. No es que se deba acatamiento a la persona, sino a un conjuntode principios impersonales que encarnan en leyes. Las personas suscriben estas leyes,y en consecuencia deben acatar las medidas y disposiciones de los que gobiernan deacuerdo con ellas. La autoridad legal-racional es "un gobierno de leyes y no depersonas". Las democracias occidentales se fundan en este sólido cimiento.

En el caso de la autoridad tradicional, los que poseen el poder atienden a lasanción de la costumbre para legitimar su ejercicio. Con frecuencia, su derecho a serobedecidos deriva de una tradición sagrada, inviolable y "eterna". Este era el casode lbs soberanos medievales, que gobernaban en nombre de un "derecho divino"proclamado por Dios. Y muchos católicos romanos creen en la actualidad que elPopa recibe orientación divina al actuar en cuestiones espirituales, y por ende susdecisiones en este ámbito son infalibles.

La autoridad carisrruitica descansa en cualidades extraordinarias, sobrehumanasy sobrenaturales, que los partidarios atribuyen a su líder. Este tipo de liderazgo es elejercido por los profetas religiosos y por los héroes políticos y militares. Las perso-nas asocian a estas personas carismáticas con milagros, revelaciones, hazañas heroi.cas y triunfos maravillosos. Cristo, Mahoma, Napoleón, Juana de Arco, Hitler,Mao Tse-Tung y Lenin poseían autoridad carismática sobre sus adeptos.

El otro día le pedi prestado el aparato de televisión a un tipo que vive enel mismo piso. Nos juntamos en grupo para ver un partido de béisbol; éramossiete. En medio del partido, el dueño del aparato vino a decimos si podiamosdevolvérselo. Esto creó un problema. Por nada del mundo los muchachosquerian dejar de ver el partido, y le dijeron al tipo que se fuera a pasear. Entales circunstancias, él nada pudo hacer para reclamar su televisor. Mientrasduró el partido, de hecho nosotros redefinimosde quién era "propiedad" elaparato. Como dijeron el otro dia en clase, la propiedad no consiste en po.seer articulas materiales, sino en un conjunto de derechos que le indican auna parte lo que puede hacer y a la otra parte lo que no puede. La propiedades un reclamo que se puede hacer valer con respecto a algún bien escaso. Migrupo estaba en condiciones de hacer valer ese reclamo, y el "dueño" no.

quienes gobiernan sólo por la fuerza. Finalmente, si la élite fue motivada por con-cepciones revolucionarias sobre la construcción de un nuevo orden social, sus sue·ños e ideales pe:imanecen como tales a menos que las masas abracen el nuevo ordencomo suyo. Por ello, los que se adueñan del poder por la fuerza deberán legitimarsu acción, transformar esa fuerza. en autoridad (Lenski, 1966). Lo que de otra

:manera podría parecer inmoral debe revestir una apariencia moral. El poderío deuna élite no descansa en su capacidad de gobernar a través de la coacción y laviolencia, sino en su capacidad de inducir a las masas a aceptar su visión del mundo.

Esta tarea quizá no sea tan difícil como parece en un principio. Para empezar,la élite se halla en buenas condiciones para reformular las leyes como mejor leparezca. Como los estatutos jurídicos se formulan en términos generales e imperso-nales, la ley parece sustentar principios abstractos de justicia, más que interesesespeciales. Y como ella es anterior a lbs sucesos a los que se aplica, también da laapariencia de imparcialidad objetiva. Pero las leyes no son neutrales; siempre favo-recen a algunos individuos o grupos más que a otros. Anatole France, el novelista yescritor satírico francés, escribió: "En su majestuosa igualdad, la ley prollíbe al ricotanto como al pobre dormir bajo los puentes, mendigar en las calles y robar pan". Siun proletario roba un banco es condenado a permanecer en una cárcel del Estado,en tanto que si un alto funcionario bancario comete un desfalco, se lo deja en liber-tad condicional y se le prescribe atención psiquiátrica.

En muchos. casos, una nueva élite no necesita modificar las leyes que antesregían para promover sus fines. Normalmente, aquellas habían sido formul~das paraservir los intereses de la élite ar,terior; una vez que ocupó la posición de ésta, lanueva élite simplemente las utilizará como vehículo para promover sus propios inte-reses (Lenski, 1966).

El poder da razón, y la justicia es el interés del más fuerte.Platón, La República, 370 a.C.

Cuanto mayor poder, mayor razón.Plauto, Truculentus, 190 a.C.

Edmund Burke (1729-1797), orador y estadista inglés, observó que "el uso dela mera fuerza es sólo temporario. Ella puede someter durante un tiempo, pero nosuprime la necesidad de volver a someter: y ninguna na,ción puede ser gobernada sise la debe conquistar perpetuamente". Así pues, la gran conquista pasa a ser el gocede autoridad (de poder legitimo).

Aunque la fuerza (el control, la coacción) puede ser un medio eficaz paraadueftarse del poder, e incluso el fundamento último de cualquier sistema de privi-legio, no es el medio más eficiente para matener y explotar una posición ventajosa.En primer lugar, es costosa y poco eficiente, ya que gran parte de las utilidades querinde deben dedicarse a los costos de la coacción misma (gran parte del tiempo, laenergía yla riqueza de la élite se insume en supervisar sus "Estados gendarme"). Poranadidura, el honor, que es normalmente un valor preciado, no les es conferido a

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Quienes están en el poder no quieren otra cosa que perpe-tuarse en él.Juez William O. Douglas

Las élites encuentran ventajoso no sólo transformar la fuerza en autoridad, sinotransformarla en .influencia, o sea, granjearse la aprobación y apoyo de las masaspura las decisiones que deben tomar. Mientras que la autoridad se refiere a la acep-tación de los gobernantes por la masa como legítimos, la influencia alude a la apro-bación de lás políticas que aquéllos promulgan. El logro de dicha aprobaciónImplica el manejo político de las impresiones, la obtención del poder mediante elcontrol, la influencia y el apoyo a la definición que la élite hace de la situación. Laélite insta a los demás a compartir su visión de la realidad, y en consecuencia, aactuar de la manera que ella prescribe. Pero definir situaciones para los demás escontrolar dichas situaciones, y por ende a las personas que las viven. El manejopolítico de las impresiones puede analizarse en términos de 1) el control del flujode información, y 2) la movilización simbólica del apoyo (Hall, 1972).

Flujo de información. Un elemento básico del manejo político de las impresio-nes es la necesidad de controlar el flujo de información. Los dirigentes limitan elflujo hacia afuera de la información que llega al público, de manera que ella sólorefleje positivamente sus formas de gobierno, y maximizan el flujo hacia adentro deInformación exacta sobre la opinión pública y los planes de la oposición. Esta acti-vidad tiene lugar fundamentalmente entre bastidores. Implica aislamiento, ocuIta-miento y secreto. Como revelaron las cintas magnetofónicas obtenidas en la CasaBlanca en la época de Nixon, entre bambalinas se desarrolla una considerable acti-vidad de planificación, estructuración y ensayo de las actuaciones públicas. Seocultan a la visión de la población numerosas actitudes manipulativas, egoístas,escépticas, informales, indertas o inmoderadas de la élite, que en caso de cono-cerse desacreditarían a sus dirigentes ante el público. Hay incontables casos deactos ilegales, de engaño al pueblo y de equívocos introducidos deliberadamenteen la labor legislativa a través de acuerdos elitistas celebrados entre bambalinas. Yestas prácticas no se limitaron a la Casa Blanca en la época de Nixon; los documen-los del Pentágono revelan una diferencia similar entre la conducta que el gobiernodel presidente Johnson mostraba en el escenario y la que se desenvolvía entre ham-bolinas (véase el recuadro).

Movilización simbólica del apoyo. Otro elemento básico del manejo políticode las impresiones son las actuaciones en el escenario, donde las élites apelan a8ímbolos verbales y no verbales para mantener y fortalecer su posición. En nuestraépoca, la ansiedad e incertidumbre de las masas se han intensificado, en la medida

La ley no es ineutral. Las leyes no son neutrales ni son ejecutadas en forma ~~~a~-cial. Es más probable que la policía acose a los residentes de un gueto que a mdlVI-duos de clase media. De hecho, sus empeños están dirigidos a mantener "la ley y elorden" dentro del gueto. En estas fotos, un agente detiene a dos reside~tes de ungueto que portan equipos estereofónicos, hasta "verificar" dicho~ e~~lpos y susnúmeros de serie y transmitir éstos, junto con los nombres de los mdlvlduos, a sus

b "b d"superiores. Los equipos no habían sido robados, ni estos hotn res eran usca ospor la policía. (Patrick Reddy.)

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on que una proporción creciente de la vida cotidiana está regida por las turbulen-cias y peligros de los sucesos internacionales -guerras o ,conflictos que puedendesencadenadas, política petrolera, embargos, raptos y secuestros de aviones,bumbardeos, revueltas populares y terrorismo-o Así es como un politicólogo,Murray Edelman, ha llegado a sostener que las masas desorganizadas, y avasalladaspor su sensación esencial de impotencia, ansían que el reconfortamientosimbólicoque le suministra laélite alivie su ansiedad. De ahí que gran parte de los discursospolíticos tiendan a reasegurar a las masas que están en buenas ~anos y que todoaule como estaba previsto (Edelman, 1967, 1975).

Las élites movilizan apoyo para sus diversas políticas de variadas maneras.En primer lugar, gozan de notables ventajas sobre los demás en cuanto a su capa-cidad para definir las cuestiones. El lugar prominente que ocupan (ellas o susrepresentantes) las habilita para desviar la atención respecto de lo que afirman los opo-Iltores, a través de conferencias de prensa, despachos, discursos, entrevistas televisi-Val, así como en forma indirecta dejando fJ1trar noticias o confidencias y lanzando"globos" a manera de ensayo para captar la opinión pública. Por otra parte, las¡Utes procuran moldear las ideas de la gente -su ideología- de modo que todooyente se convierta en creyente y todo creyente en agente. Por ejemplo, después delu Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos buscó apoyo para su política exteriorInculcando en el pueblo la misión que debía cumplir contra la amenaza del comu-nismo internacional.

Análogamente, las actuaciones del escenario entrañan crear un "culto a lapersonalidad" de algún dirigente de la élite. Se procura por todos los medios pro-yectado como una persona sábia, atractiva, resuelta, capaz de grandes proezas, detriunfos sorprendentes y,hasta milagrosos. Y al par que se dibuja esta aureola- heroi-CII en torno del líder, los dirigentes de los grupos opositores son descriptos comohipócritas, villanos, canallas (tal como lo hizo el FBI en su intento de desmerecer alReverendo Martin Luther King, h.). La capacidad con que cuenta la élite para rotu-lar como "desviados sociales" a los que disienten con ella implica su poder de anularsus opiniones o de apartar la atención pública de éstas. Luego de la rebelión policialde 1968 en Chicago y de la masacre en la universidad pública de Kent, en 1970,lal encuestas de opinión pública mostraron bien alas claras que la población culpa-ba a los manifestantes, y no a la policía ni a la Guardia Nacional (Hall, 1972).

En estos procesos cumplen un importante cometido los medios de comunica-cl6n social. En su estudio de la tarea desarrollada en la redacción de los periódicos,Marilyn Lester (1980) muestra que la vida cotidiana no está dividida y clasificadaen "sucesos públicos" nítidamente diferenciados, que los periodistas no haríansino espejar. Por el contrario, hay ciertos sucesos que no son noticiables. Los perio-distas deben seleccionar aquellos que habrán de describir y luego traducidos bajo laforma de sl\cesos públicos para su gran cantidad de lectores. Consecuentemente, losMucesosson fJ1trados sucesivamente a través de varios cedazos de noticias, y en este

proceso los periodistas emplean determinados valores, normas y reglas para medirsu carácter noticiable.

La "creación de noticias" por quienes procuran, por motivos prácticos, que sedifundan determinado tipo de noticias y no otras, se refleja en la cobertura que diola prensa a las manchas petroleras halladas en la Plataforma A de la empresa UniónOil en las costas de California, frente a Santa Barbara, en enero de 1969. Losconservacionistas y los funcionarios locales se habían opuesto al programa de perfo-ración de petróleo marítimo. Difundieron crónicas de prensa según las cuales dichas.perforaciones en el canal de Santa Barbara eran poco confiableg" las fJ1tracionesnunca estuvieron bajo total control y se estaban produciendo graves daños ecológi-coso En contraste con ello, tanto las empresa~ petroleras como el gobierno nacionalpromovieron crónicas e informes que minimizaban los daños provocados y alenta-ban a continuar con. el programa de perforaciones.

En todo el país, la prensa dio a las actividades que favorecían a las empresaspetroleras mucho más espacio que a los conservacionistas (93,2% contra 6,8% ),y esto se pone particularmente de relieve examinando las correspondientes cifras

, del periódico alternativo, el Santa Barbara News Press (54,5% contra 45,5% ). Nose trataba de que las empresas petroleras produjeran acontecimientos en sí mismosmás "noticiables"; de hecho, obtenían gran difusión incluso sus actividadesrutinarias, mientras que los conservacionistas, aun cuando desarrollaran actividadesnada rutinarias y en ocasiones bastante novedosas (p. ej., manifestaciones de

MANIFEST AClQNES EN PUBLICO Y EN PRIVADO:LOS DOCUMENTOSDELPENTAGONO

PRIMEROS PLANES PARA INCURSIONAR EN VIETNAM DEL NORTE

En privado (bambalinas)

[La política de Estados Unidosconsiste enl prepararse de inmediatopara estar en condiciones de ~niciar,en un plazo de 72 horas, las [ previa-mente recomendadas] "Acciones derepresalia" contra Vietnam delNorte, y de lanzar, en un plazo de 30días, el programa de "Presión militargradual manifiesta" contra esa zona.(Memorando de Acción para laSeguridad Nacional nO 288, 17 'demarzo de 1964).

P.: Señor Presidente ... El re-presentante Laird, del estado deWisconsin declaró que el Gobiernose está preparando para tras~adarlas hostilidades hacia el norte delVietnam. ¿Tiene algún asidero estaafirmación?

R.: No conozco que se haya ela-borado ningún plan en tal sentido.(Conferencia de prensa del presiden-te Johnson, 2 de junio de 19ó4).

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~CIRCUNSTANClAS QUE RODEARON LOS INCIDENTES DE TOKIN

En público (escenario) En privado (bambalinas)

P.: Señor Secretario, ¿podríaexplicarnos los motivos básicos quellevaron al patrullaje del golfo deTonkín?

R.: Es un patrullaje de rutina,del tipo ql,leEstados Unidos practicaen las aguas internacionales de todoel mundo.

(Conferencia de prensa delSecretario de Defensa McNamara, el5 de agosto de 1964, luego de cono-cerse la información de que una lan-cha torpedera norvietnamita habíaatacado a las embarcaciones Maddoxy Turnerjoy.)

Las patrullas de destructores delgolfo de Tonkín formaban parte delas presiones militares encubiertascontra Vietnam del Norte. Si bien elpropósito de dichos patrullajes eraprincipalmente psicológico, comoexhibición de fuerza, los destructo-res recogían datos sobre los radaresde advertencia y las defensas coste-ras norvietnamitas, que podían ser deutilidad para las incursiones [ de lossurvietnamitas] o bien, en el caso dellevarse a cabo una campaña de bom-bardeos para los pilotos.

(R~sumen' de un estudio delPentágono publicado en The NewYork Times.)

En público (escenario)

Hay quienes dicen que debería-mos ir hacia el norte y tirar bombas,tratar de barrer las líneas de aprovi-sionamiento, y piensan que debemoshacer una escalada en esta guerra.Nosotros no queremos que los mu-chachos norteamericanos hagan laguerra en lugar de los asiáticos. Noqueremos vernos envueltos en unanación de 700 millones de habitan-tes y comprometidos en una guerraterrestre en Asia.

(Discurso del presidente John-son, 25 de setiembre de 1964.)

En privado (bambalinas)

Según establece el estudio [delPentágono], el gobierno de Johnsonllegó a un "consenso general" en la

reunión celebrada en la Casa Blancael 7 de setiembre de 1964 paratratar asuntos estratégicos, en el sen-tido de que probablemente deberíalanzar sus ataques aéreos contraVietnam del Norte... "Lo quehasta ahora impidió llevar a caboesas acciones. fueron una serie deconsideraciones tácticas". La primerade estas consideraciones, afirma elanalista, es que "el Presidente estabaen medio de una campaña electoralen la cual se presentaba como elcandidato razonable y moderado, enoposición al quijotesco Barry G61d-water", quien públicamente abo-gaba por el bombardeo general deVietnam del Norte.

(Resumen de un estudio delPentágono publicado por The NewYork Times.)

En público (escenario)

P.: Señor Presidente, el generalTaylor afirmó ayer que hoy le traeríaa Ud. algunas propuestas definitivas[sobre Vietnam]. ¿Vislumbra que enestas propuestas pueda haber algunacosa espectacular?

R.: No sé exactamente cómodebo entender esa palabra, "espec-tacular". .. Creo que tenemos pro-pensión a ser demasiado espec-taculares y hasta diría que demasiadoirresponsables a veces, en nuestrasprofecías y predicciones .. , No co-nozco que se haya sugerido. o pro-mulgado ninguna estrategia de largoaliento.

(Conferencia de prensa del presi-denteJohnson, 10 de abril de 1965.)

En privado (bambalinas)

El jueves 10 de abril [de 1965J,el Presidente tomó con respecto aVietnam las siguientes decisiones:

. . . Aprobó el examen urgentede las 12 sugerencias sobre accionesencubiertas y de otra índole eleva-das por el Director de la AgenciaCentral de Inteligencia ... Aprobó unaumento de 18.000 a 20.000 efecti-vos en las fuerzas militares de apoyode Estados Unidos [que a la sazó:n

'sumaban 27.000] ... Aprobó uncambio de objetivo para todos losBatallones de Infantes de Marinadesplegados hacia Vietnam [pasar dela defensa estática a la acción ofensi-va].

(Memorando de la Acción parala Seguridad Nacional nO 328, 6 deabril de 1965.)

El jefe del Gobierno admitíaperfectamente que este apartamientode la política mantenida durantetanto tiempo tendría trascendentalesconsecuencias, pero el Sr. Johnsonestaba muy interesado en que a estamedida se le diera la menor notorie-dad posible.

(Estudio del Pentágono.)

En público (escenario) En privado (bambalinas)

P.: Sr. Presidente, el hecho de Se percibió que con esta deci-que usted envíe fuerzas adicionales a sión [la de enviar 200.000 hom-Vietnam, ¿implica un cambio en la bres al combate, tomada a media-política existente ... ? dos de julio] se transponía el umbral,

R.: No implica en absoluto un ingresando en la guerra terrestre encambio en la política. No implica Asia. Se preveía que el conflictoningún cambio de objetivo. bélico duraría mucho tiempo, y que

~"LL' . ~------.-----E-st-a-d-o-s-U-n-id-o-s-d-e-bería hacer nuevos(Conferencia /le prensa del presi- despliegues de fuerzas.dente Johnson, 28 de julio de 1965.) (Estudio del Pentágono.)

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protesta en las calles, los barcos y las pesquerías), no eran atendidos por la prensaen igual medida.

Es evidente que toda noticia periodística es producto de una construcción y node una mera descripción de la realidad. Distintos grupos dan aplicación diversa, aveces antagónica, a lo sucedido, y por ende sus concepciones sobre lo que es y no esnoticia también son diversas y antagónicas. Una de las dimensiones del poder consis-te en la capacidad para hacer que la propia descripción preferida de los hechos se con--vierta en la realidad percibida de los otros, vale decir, la capacidad para "crear"sucesos y moldear de tal modo su descripción que se acomode a los propios intere-ses y necesidades.

1. El poder entraña siempre una relación social. Nadie es poderoso por sí1010. A menudo el poder significa poder sobre los demás.

2. Cuando otra persona, en respuesta a nuestra conducta, modifica la suya, esmás probable que nos adjudiquemos una influencia sobre ella si dicha modificaciónes positiva.

3. Elpoder da respuesta al problema distributivo, o sea al interrogante acercade quién obtendrá determinadas cosas, cuándo y de qué manera, y al problema deoveriguar los valores de quiénes regirán en los asuntos humanos.

4. Muchas de nuestras necesidades sólo pueden ser satisfechas si logramosInculcar en los demás comportamientos adecuados a tal fin. Mediante el manejo delos impresiones o el moldeamiento de la identidad ajena procuramos inducir a losdemás a que amolden sus actos a lo que nosotros deseamos. Dicho más brevemente,procuramos influir en la definición que ellos formulan de la situación.

5. En las cuestiones humanas no cuentan tanto los recursos que se poseencomo las creencias de las personas acerca de ellos -en particular su creencia sobrelo disponibilidad de tales recursos y la voluntad de uno de los bandos a apelar aellos en un enfrentamiento.

6. Las bases del poder pueden clasificarse de diversos modos. Una de lasc1osificaciones distingue entre los perjuicios, los alicientes y la persuasión; otra,untre el poder de retribución, el de los especialistas, el informativo, el referencialy el legítimo. Ninguna de estas clasificaciones es en sí misma correcta o incorrec-ta; son simplemente herramientas de análisis.

7. En general, los que poseen poder prevén la posible eficacia_de cada una deRUS bases de poder y evitan utilizar aquellos recursos que suponen ineficaces.

8~ La coacción es, en la práctica, la última corte de apelaciones en las disputashumanas; frente a ella no hay otro recurso que el empleo de una coacción mayor.

9. Ei Estado es el aparato de violencia predominante. La gran conquista relldeen obtener poder legítimo.

10. Las élites encuentran conveniente no sólo transformar la coacción en auto·ridad, sino transformada en influencia. Para ello requieren del manejo político delas impresiones, que comprende el control del flujo de información y la moviliza·ción simbólica del apoyo.