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PSIQUIATRÍA UNIVERSITARIA | 55 PSICOTERAPIA ¿(IM)-POSTURA TERAPÉUTICA Y/O APERTURA CREATIVA? (Rev GPU 2017; 13; 1: 55-62) Claudia Barrueto 1 , Viviana Larrea 2 y Catalina Scott 3 ¿Qué sería de la vida sin esperanza? Una chispa que salta del carbón y se extingue, o como cuando se escucha en la estación desapacible una ráfaga de viento que silba un instante y luego se calma, ¿eso seríamos nosotros? […] ¿Quién dice al niño que la madre no le rechazará el pecho? Y ya ves, sin saberlo la busca… Nada viviría si no tuviera esperanzas. Hölderlin, Hiperión, I.1 1 Psicóloga Clínica. Psicoterapeuta psicoanalítica adultos. Supervisora Clínica Programa de Trastornos de Personalidad Instituto Psiquiátrico José Horwitz Barak. Postítulo en psicoterapia psicoanalítica Unidad de Psicoterapia Dinámica; I.P. José Horwitz Barak. Email: [email protected] 2 Psicóloga Clínica de orientación dinámica adultos. Supervisora clínica programa de Trastornos de Personalidad Instituto Psi- quiátrico José Horwitz Barak. Postítulo en psicoterapia psicoanalítica Unidad de Psicoterapia Dinámica; I.P. José Horwitz Barak. Email: [email protected] 3 Psicóloga PUC. Psicoterapeuta psicoanalítica adultos y supervisora clínica. Docente invitada diplomado Universidad Diego Portales y Unidad de Psicoterapia Dinámica, Miembro comité editorial GPU y directorio IARPP Chile. Email: cscottspinola@ gmail.com. JUEGO. OBJETOS ENCONTRADOS. ESPACIO CULTURAL GAME. OBJECTS FOUND. CULTURAL SPACE INTRODUCCIÓN E l Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak, anti- gua casa de orates y ex “Manicomio Nacional” , es una institución ubicada en la periferia de Santiago, fundada en 1852. La mayoría de los antiguos departamentos de pacientes crónicos comenzaron a ser reemplazados por una red de Hogares Protegidos con un aumento pro- gresivo de atenciones a pacientes ambulatorios. Es en este marco, un establecimiento de tipo asilar, donde intentamos desde hace 6 años realizar una psi- coterapia de grupo de corte psicoanalítico con mujeres diagnosticadas con Trastorno de Personalidad grave, quienes han sido desechadas de distintos niveles de salud primaria y secundaria por gravedad y reiterados fracasos en tratamientos anteriores. Desde su infancia han sufrido experiencias de fallas en el ambiente en casi todos los niveles posibles; poli- traumatizadas relatan experiencias de pobreza, negli- gencia, abuso sexual y el abandono temprano de uno o ambos padres. Vemos el reflejo en el ámbito relacional de lo que en el mejor de los casos podríamos denomi- nar una psicopatología de los fenómenos transicionales en el manejo de la separación, pérdida y tolerancia a la soledad. Un ejemplo de esto son modalidades relacio- nales de apego a objetos rechazantes o maltratadores y

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PSIQUIATRÍA UNIVERSITARIA | 55

PSICOTERAPIA

¿(IM)-POSTURA TERAPÉUTICA Y/O APERTURA CREATIVA?(Rev GPU 2017; 13; 1: 55-62)

Claudia Barrueto1, Viviana Larrea2 y Catalina Scott3

¿Qué sería de la vida sin esperanza? Una chispa que salta del carbón y se extingue, o como cuando se escucha en la estación desapacible una ráfaga de viento que silba un instante y luego se calma, ¿eso seríamos nosotros? […] ¿Quién dice al niño que la madre no le rechazará el pecho? Y ya ves, sin saberlo la busca… Nada viviría si no tuviera esperanzas.

Hölderlin, Hiperión, I.1

1 Psicóloga Clínica. Psicoterapeuta psicoanalítica adultos. Supervisora Clínica Programa de Trastornos de Personalidad Instituto Psiquiátrico José Horwitz Barak. Postítulo en psicoterapia psicoanalítica Unidad de Psicoterapia Dinámica; I.P. José Horwitz Barak. Email: [email protected]

2 Psicóloga Clínica de orientación dinámica adultos. Supervisora clínica programa de Trastornos de Personalidad Instituto Psi-quiátrico José Horwitz Barak. Postítulo en psicoterapia psicoanalítica Unidad de Psicoterapia Dinámica; I.P. José Horwitz Barak. Email: [email protected]

3 Psicóloga PUC. Psicoterapeuta psicoanalítica adultos y supervisora clínica. Docente invitada diplomado Universidad Diego Portales y Unidad de Psicoterapia Dinámica, Miembro comité editorial GPU y directorio IARPP Chile. Email: [email protected].

JUEGO. OBJETOS ENCONTRADOS. ESPACIO CULTURALGAME. OBJECTS FOUND. CULTURAL SPACE

INTRODUCCIÓN

E l Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak, anti-gua casa de orates y ex “Manicomio Nacional”, es una

institución ubicada en la periferia de Santiago, fundada en 1852. La mayoría de los antiguos departamentos de pacientes crónicos comenzaron a ser reemplazados por una red de Hogares Protegidos con un aumento pro-gresivo de atenciones a pacientes ambulatorios.

Es en este marco, un establecimiento de tipo asilar, donde intentamos desde hace 6 años realizar una psi-coterapia de grupo de corte psicoanalítico con mujeres diagnosticadas con Trastorno de Personalidad grave,

quienes han sido desechadas de distintos niveles de salud primaria y secundaria por gravedad y reiterados fracasos en tratamientos anteriores.

Desde su infancia han sufrido experiencias de fallas en el ambiente en casi todos los niveles posibles; poli-traumatizadas relatan experiencias de pobreza, negli-gencia, abuso sexual y el abandono temprano de uno o ambos padres. Vemos el reflejo en el ámbito relacional de lo que en el mejor de los casos podríamos denomi-nar una psicopatología de los fenómenos transicionales en el manejo de la separación, pérdida y tolerancia a la soledad. Un ejemplo de esto son modalidades relacio-nales de apego a objetos rechazantes o maltratadores y

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a vínculos que reeditan experiencias de maltrato (Fair-bain en Ogden4, 2009). Somos testigos de relaciones de amor adictivas y destructivas inmersas en un esfuerzo y demanda inagotable al otro; al intentar separarse ex-perimentan crisis de automutilaciones e intentos gra-ves de suicido en algunos casos con sus hijos. Bajo la influencia de tales experiencia afectivas actúan impul-sivamente; las capacidades de reflexión, comprensión cognitiva y comunicación verbal de estados internos son prácticamente nulas a la hora de conectar o enla-zar estados internos con experiencias traumáticas del pasado. Asistimos a la activación de agonías probable-mente precoces en el desarrollo temprano, así como la alternancia de estados regresivos con presencia de fenómenos psicóticos y/o alucinatorios; estas angustias de derrumbe acompañan al sentimiento ocasional de no importar estar vivo o muerto.

Como advierte Winnicott, en 1947, el pasaje desde estados de agresividad más vital a estados más primiti-vos de amenazas de aniquilamiento o estados en los que no hay esperanza, “Pone en marcha agonías primitivas que son angustias precoces incoercibles o impensables propias de la dependencia absoluta”. (Winnicot, 1957 p. 401) Adicionalmente vemos el desastre de madres o cuidadores primarios imposibilitados de cuidarlas, similar a lo que Fairbain denomina traumas en relación al desarrollo psíquico temprano: “La dependencia ab-soluta de una madre que es inhábil para amarlo es una experiencia afectiva que es singularmente devastado-ra” (Fairbain, 1944 p. 113). Para Fairbain este tipo de relación del infante con la madre es traumática en di-versos grados por el hecho de depender de una madre cuya capacidad de quererlo se ha visto imposibilitada.

Pretendimos trabajar con nuestra praxis psicoana-lítica usual y con algunas de estas ideas asumimos la labor. La comunicación es difícil y se nos impulsa conti-nuamente a la acción. En términos psíquicos vemos pa-trones mentales ritualizados y pensamientos estáticos que experimentamos como una psiquis en cautiverio. Un olvido sistemático de pseudoelaboraciones que van dando lugar a sesiones y temas olvidados, cayendo con frecuencia en una comunicación fragmentada y una malinterpretación del lenguaje. La disociación o la es-cisión generalmente alternan con una mínima capaci-dad de descripción verbal de los estados subjetivos y la capacidad de mirar hacia fuera y a los otros es muy

4 Fairbain (1944) describe las relaciones entre vínculos de desprecio y la relación del saboteador interno con el ego libidinoso y el objeto excitante, en la repetición de rela-ciones de objeto vinculadas al trauma.

limitada. Estos aspectos han sido interpretados como posibles ataques a la función vinculadora de la emoción y pensamiento con un predominio, como diría Bion, de la parte psicótica de la personalidad (Bion5, 1957). Lo anterior, es similar a lo señalado por Green, quien advierte una posición fóbica central del trauma en el paciente fronterizo. Green describe un miedo central a que se active una situación traumática, lo que fuerza a retirarse regresivamente de un contenido mental con-creto o a anticipar defensivamente sus consecuencias en una actitud constante de necesidad de escapar de cualquier reconocimiento traumático de su experiencia psíquica. Es decir, los esfuerzos por parte del terapeuta para ayudar al paciente a ser consciente de esa expe-riencia psíquica o representarla, podrían convertirse eventualmente en un acontecimiento amenazante o traumático en sí mismo (Green, 2000).

Comenzamos a experimentar sistemáticas dificul-tades y limitaciones en las interacciones únicamente basadas en el lenguaje o el silencio. Nunca develamos el odio contratransferencial suponiendo que podría dañar o retraumatizar, a expensas de lo que Winnicott con-sidera en el artículo de 1947, “Odio en la Contratrans-ferencia”. En su opinión, y especialmente con pacientes graves, no se debe obviar la capacidad de odiar del pro-pio analista. La verbalización del odio es útil y necesaria cuando el proceder del paciente resulta intolerable.

En este contexto, empujadas por una sensación de saturación psíquica, un deseo de desechar al grupo y no perseverar en la tarea, sumado a la desesperanza y exigencias de la institución, decidimos sin mucha re-flexion incluir técnicas de otras disciplinas como Arte-rerapia y Terapia Ocupacional.

En principio esto lo interpretamos como una pues-ta en acción, un uso actuado de la contratransferencia como escenificación de la problemática; ser un obje-to que rechaza y no metaboliza, reeditando primeras experiencias de falla y vacío, según Balint, “Estamos convocados a asumir el papel traumatizador, son situa-ciones en las que traumas de abandono y desatención se repiten (Balint en Cazorla, 2007 y Rhim, 2013).

BUSCANDO MIRAR A PARTIR DEL VERDADERO SELF

Examinando este mismo hecho fruto de la reflexión y supervisión desde la perspectiva Winnicottiana, trans-

5 Bion (1957), en Volviendo a pensar, establece una di-ferenciación de las personalidades psicóticas y no psi-cóticas, esclareciendo la importancia de considerar que ambos estados coexisten en el psiquismo.

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formamos y reinterpretamos nuestra actuación como una actividad creativa. Una salida imaginativa y lúdica, no solo traducida en la aceptación inapelable o ree-dición del rol propuesto por el grupo, sino, también, mirar el mismo hecho como posibilidad para generar espacios de expansión y relaciones distintas para todo el grupo.

Una posible interpretación desde el vértice de Winnicott sería pensar que el conservar una actitud o postura psicoanalítica, manteniendo una actitud pseu-docomprensiva y tranquila pero con estado de irrita-ción permanente con el grupo, es más propio de una impostura falsa propia del falso self del terapeuta, el analista obligado a impostar un saber técnico no apro-piado sino más bien reproducido.

Lo anterior es viable de ser pensado como un sis-tema de defensas de un estado afectivo vinculado a lo que Ferenczi denomina “hipocresía profesional”:

Hay un intento de simbolizar o ligar afectos que por su intensidad son difíciles de traducir y conte-ner sin expulsar, estos tienen efectos en la psique y soma de ambos. Damos asociaciones, y le prome-temos escucharle atentamente y consagrar todo nuestro empeño a su bienestar. En realidad puede ocurrir que algunos rasgos del paciente, nos sean difícilmente soportables, o incluso que sintamos que la sesión aporta una perturbación desagrada-ble (Ferenczi, 1932, p. 2).

A posteriori nos dimos cuenta que con la rigidez del sistema terapéutico podríamos estar contribuyendo a la repetición de la mente en cautiverio de la relación asilar. La rigidez de la actitud pseudocomprensiva pue-de ser evidentemente percibida por los pacientes, Fe-renczi advierte: “Llegué poco a poco a la convicción de que los pacientes percibían con mucha finura las tenden-cias, simpatías y antipatías del analista, incluso cuando este era inconsciente de ellas” (Ferenczi, 1932, p. 3). La pérdida de la espontaneidad en el terapeuta podría fa-vorecer estos estados de desconexión con la realidad y el interés por conectarse con el mundo externo.

A raíz de esto las nociones de descarga, desecho y acting se transfoman tomando el vértice de lo espon-táneo, pensado como la más genuina expresión del self de los terapeutas y del verdadero self en acción. Lo que es un acting desde una perspectiva, para esta otra mirada sería una ventaja. Explorar, descubrir y habitar el mundo es un gesto espontáneo y una salida creativa más propia de la originalidad, una salida hacia el terre-no de juego y el campo creativo. En Realidad y Juego (1971), Winnicott señala que transformar en terreno de

juego el peor de los desiertos, es el destino de la psicote-rapia, pues se da en la superposición de dos zonas de juego: la del paciente y la del terapeuta, se relaciona con dos personas que juegan juntas. El corolario de ello es que cuando el juego no es posible la labor del tera-peuta se orienta a llevar al paciente de un estado en que no puede jugar a uno en que le es posible hacerlo (Winnicott,1971, p. 40).

El énfasis en algunas formulaciones teóricas apun-ta en exceso a la figura de un analista que no pierde la paciencia y no actúa sino que comprende y contiene. Idealmente la interpretación verbal de la transferencia, el señalamiento de defensas primitivas, clarificación de relaciones divididas en idealizadas y persecutorias o la identificación de la ansiedad principal del grupo entre otras posturas son aspectos técnicos deseables en el tratamiento de estos pacientes. Pareciera no se piensa tan frecuentemente en los terrenos de juego.

Por ejemplo los periodos de aburrimiento son des-critos por (Kernberg, 2003), en el trabajo con pacientes con Trastorno de Personalidad, como funciones de-fensivas para evitar tormentas afectivas. Se describen como defensas largos periodos de aburrimiento duran-te los cuales la conducta rígida y repetitiva del paciente es lo debido de interpretar y esconden una tormenta afectiva. “El terapeuta debe observar la comunicación verbal y no verbal de la contratransferencia para eva-luar y diagnosticar la naturaleza de la relación objetal cuya activación está dando lugar a la tormenta afec-tiva”. (Kernberg, 2003 p. 2). A diferencia de esto, para Winnicott lo aburrido no sería una defensa sino más bien lo fútil corresponde al sin sentido de la vida, al va-cío, y está ligado a la sumisión y la imitación. Lo vincula a un desarrollo emocional cautivo, donde la persona es incapaz de generar un gesto espontáneo.

Para autores como Bion la repetición sin sentido y la perturbación del impulso de curiosidad limitan todo aprendizaje; y la negación del mecanismo por el cual trata de manifestarse hacen imposible el desarrollo mental y son la base del funcionamiento de la parte psicótica de la personalidad.

Es posible pensar que en el terreno de la falta bá-sica (Balint, 1967) y del deficit a diferencia de lo que ocurre en el campo del conflicto, la transformación en símbolo es menos frecuente y de difícil acceso. Para Winnicott la formación de símbolos, el pensamiento y la creatividad tienen una vinculación directa con la calidad y cantidad de la formación de un ambiente en las primeras etapas de la existencia (Winnicott, 1972) y con el papel de la madre en la frustración y separación suficientemente buena. Esto es fundamental en el de-sarrollo del pensamiento y la apertura y tensión hacia

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el mundo exterior con el consecuente desarrollo de la mente y nuestra capacidad de relación con los otros. Esto es similar con diferentes énfasis a la función de la frustración en Freud (Los dos principios del acaecer psí-quico, 1911) y Klein (La importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del yo, 1930). Siguiendo esta lí-nea, el arte y el juego podrían ser vistos como un medio relativo a facilitar esta tensión hacia el mundo exterior. Winnicott señala que existe un espacio tercero que no es yo ni afuera sino más bien una tensión entre el sujeto y la cultura. Este espacio donde se crea y se toma dis-tancia, separa y modula la relación con el otro, la madre y el mundo, es la zona intermedia que permite jugar, crear, soñar y curiosear, vale decir, mirar hacia afuera de uno mismo y participar de ambos mundos (sin pregun-tarse por cierto en cuál se está).

OBJETOS ENCONTRADOS

Luego de algunas de estas elaboraciones pensamos que al instalar una experimentación-reflexiva facilita-ríamos un medio de apertura hacia el exterior y una posibilidad de expansión mental para el grupo, inte-grando más sistematicamente al trabajo disciplinas artísticas afines a la psicología que tienen acercamien-tos únicos y particulares hacia la disfuncionalidad y el dolor psíquico.

La asistencia del grupo a un Taller de Terapia Ocupacional fue el primer movimiento psíquico pero también concreto. Se planteó como un espacio de en-tretenimiento y disfrute pero también como una viven-cia de desconexión de la problemática personal, ofrecer y ocupar un lugar y posición distinta encontrándose con aspectos creativos y sanos de sí mismas. Aventuramos que en un contexto distinto, donde no se explicitara permanentemente el trauma, sería posible experimen-tarse de otra manera, como alguien creativo, colabora-tivo, alguien que enseña, que aprende, que da y que recibe. Esto, según Winnicot (1971), solo puede ocurrir en un entorno seguro, cuando se cumplan las condicio-nes de espacio potencial. Paulatinamente se incluyeron sesiones quincenales de Arte Terapia conducidas por una terapeuta con esta formación y el resto del equipo, ofreciendo un nuevo lenguaje para la expresión emo-cional. Los teóricos del arte terapia (Malchiodi, 2003 en Rhim 2013) han resaltado que los procesos creativos y el arte pueden ser de ayuda para elaborar temas signi-ficativos porque ofrecen un nuevo lenguaje a través del cual comunicarse no solo con otros sino también con uno mismo y proveer de un espacio suficientemente bueno para la experiencia creativa. Winnicott es enfá-tico cuando propone que “la vida es digna de vivirse

cuando la creatividad forma parte de la experiencia vi-tal del individuo” (Winnicott, 1971. p 93). En la terapia de arte el dolor se exterioriza a través de la creación ar-tística, a la vez que se utiliza el potencial transformador del arte (Marxen, 201, pp. 239-246).

Este espacio de exploración fue jugando también con nuestra propia transformación; nos atreveríamos a desautorizar la jerarquía, participando con mayor si-metría, atentas y expectantes a otras maneras de hacer, formando parte del taller en un mismo nivel de acción. La confianza también es vital para Ferenczi “La capaci-dad de admitir nuestros errores y de renunciar a ellos, así como la autorización de las críticas, nos hacen ganar la confianza del paciente. Esta confianza es algo que establece el contraste entre el presente y un pasado in-soportable y traumático” (Ferenczi, 1932, p. 3).

En Arte Terapia, según Fiorini, el papel del tera-peuta es “simplemente” acompañar y apoyar a los pacientes de manera que puedan encontrar su propia forma de expresión personal, de acuerdo con sus pro-pias posibilidades, capacidades y biografías singulares (Fiorini, 1995 en Rhim, 2013), sin juzgar ni evaluar la producción artística sino que “simplemente” ofrecien-do un entorno donde sentirse seguro y confiado para elegir. A las dolorosas relaciones interpersonales de las pacientes marcadas por la ira y el sentimiento de incomprensión y devaluación por parte de los otros, se ofrecía una posible alternativa, la relación esta vez sería con el medio externo, la proyección de emociones intensas estaría sobre el objeto de arte, o la actividad.

Como herramienta final y con el propósito de mirar hacia afuera utilizamos la técnica “Objetos Encontra-dos”. En esta el terapeuta propone al grupo salir y bus-car-encontrar un objeto en la calle o varios que llamen su atención, con los que se identifiquen, y traerlos a la próxima sesión para compartir el motivo de elección y transformarlo. Brooker sugiere útil esta herramienta ya que “A través de mirar en la calle, en el barrio, e identifi-carse con un objeto inicialmente de desecho que luego será transformado se podría traspasar la dolorosa ba-rrera psicológica con el mundo exterior” (Brooker, 2010, p. 2). La consigna es mirar afuera, caminar, recorrer, empujando a los miembros del grupo hacia el mundo externo, volver la mirada desde el adentro aislado o encerrado hacia un afuera compartido, promoviendo conexiones entre el mundo externo y el interno, provo-cando identificaciones y nuevas representaciones.

Si bien el trabajo “objetos encontrados” tiene un carácter preliminar y exploratorio, hasta el momento los objetos que escogen y traen a la sesión grupal: fotos de un ser querido, adornos preferidos, imágenes reli-giosas, son objetos conocidos y familiares cargados de

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significaciones personales –lo que muestra que aún no es posible salir del entorno privado–, todo fue encon-trado dentro de sus casas, en los espacios reducidos en que viven, la cocina, la pieza…etc., no en la calle, dando cuenta de un mundo interior clausurado o quizás más despoblado de experiencias.

Suponemos que un trauma relacional temprano ha afectado el sustrato implícito que sostiene el acto crea-tivo; el objeto encontrado se puede pensar en principio similar al de Winnicott, donde “cada objeto es un objeto creado-encontrado” (Winnicott 1971, p. 101). Dada la oportunidad, el bebé comienza a vivir creativamente, y a utilizar objetos reales para ser creativos en y con otro. Si se niega esta oportunidad, entonces la capacidad para jugar en el espacio potencial de “experiencia cul-tural” y las conexiones con el medio ambiente también son negadas. La dificultad de mirar afuera la relaciona-mos con lo que Winnicott denomina “Gap”, como la falta de espacio psíquico y borramiento, el destejer de los la-zos hacia el afuera con el fin de evitar el contacto con el mundo, lo que implica un espacio en blanco, un hueco.

Hasta ahora no ha habido una apertura en térmi-nos de encontrar un objeto de desecho en la calle como es la premisa de esta técnica, con la cual hemos que-rido trabajar siguiendo a Fairbain, quien destaca que “el tratamiento psicoanalítico y la relación terapéutica debe establecer puentes para que el paciente acepte los sistemas abiertos de la realidad exterior versus los sistemas solipsíquicos de su mente” (Fairbain, 1958, p.  385). En este caso estos puentes aún están en vías de construcción, pero por ahora ha sido un espacio de sosiego, expresión y conexión entre los miembros del grupo. Turner, Lovell y Brooker (2011) sostienen que el arte puede convertirse en una tercera posición que triangula conexión entre los individuos. Esta capacidad de conectarse a otro individuo a través de un tercer ob-jeto, como el arte o la actividad, alivia este dolor. La cla-ve es que la conexión se basa en el medio externo y no en la complejidad de la emoción que se proyecta entre los individuos. Ofrece una oportunidad más viable que el diálogo centrado solo en el tsunami de emociones y sentimientos que podrían llevarse a cabo dentro.

ALGUNAS REFLEXIONES FINALES

Cuando el sufrimiento y la angustia son intensos y cró-nicos muchas veces la palabra no alcanza, y el mirar afuera, el disminuir la llamada comunicación en acción o pensar en tener una existencia creativa es una tarea muy difícil. Para ser creativa, una persona tiene que existir y sentir que existe, no en forma de percatamien-to consciente, sino como base de su obrar.

Vemos en estos pacientes una tendencia a la pre-sencia de tormentas afectivas o ataques a los inten-tos de significación simbólica de estados pasados de angustias y terrores quizás indigeribles en estados de necesidad primaria, “Es una angustia muy primitiva, muy real y muy anterior a cualquier angustia en cuya descripción intervenga la palabra muerte” (Winnicott, 1958, p. 402). Nuestro interés en intentar promover la continuidad de este y otros abordajes incluye la posibi-lidad de brindar con éxito o sin éxito un espacio posi-bilitado para ser persona y no desecho, posibilidad que incluye un respeto por la dignidad humana que tiene que ver con la dimensión ética de lo creativo, ser cohe-rente entre nuestro ser y nuestro quehacer.

La práctica analítica, en tanto se dirige a un suje-to, requiere que el terapeuta posibilite un espacio que permita la emergencia de la singularidad del sujeto. No hay ningún punto técnico en el psicoanálisis donde las cuestiones técnicas no se vinculen con la cuestión ética.

El sufrimiento humano implica una situación parti-cular en cada sujeto y la posición ética del psicoanálisis, decimos con Badiou, no debe renunciar jamás a buscar, en cada situación, una posibilidad hasta entonces inad-vertida. Y aunque esa posibilidad sea ínfima, lo ético es movilizar, para activarla, todos los medios intelectuales y técnicos disponibles. Solo hay ética si el profesional confrontado a las apariencias de los imposibles no deja de ser un creador de posibilidades (Badiou A. 1984 en Gómez, 2004).

El vertedero social en que se transforma el hos-pital psiquiátrico, creemos también es un problema para el psicoanalísis. Pensar cuáles son las condicio-nes de posibilidad para la praxis del psicoanálisis en la institución psiquiátrica es relevante, ya que en ocasio-nes opera de una manera en que rompe su lazo con la cultura y funciona como un lugar residual de personas residuales. En una institución vocera y receptáculo del enfermar social los terapeutas nos vemos enfrentados a sentimientos intensos de desgaste y enclaustramiento y cansados abandonamos la Institución.

Buscar en esta técnica en la que se intenta trans-formar y dar uso artístico al objeto de residuo y al de-secho destaca como una salida posible. Pensamos que jugar con técnicas de esta y otras disciplinas con el fin de utilizar su funcionalidad para encontrar caminos y puentes en estados fronterizos o psicóticos graves, podría facilitar, en conjunto con la palabra, estaciones que permitan zonas intermedias, microsalidas o micro-ventanas que pudieran resultar un poco menos ame-nazantes para el funcionar psíquico de los pacientes, transitando hacia minúsculos accesos a la transicionali-dad, espacio cultural y el juego.

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Desde esta perspectiva, no es el arte en sí mismo con el fin de simbolizar algo no simbolizado, sino por la función concreta de salir de sí mismo y mirar hacia fuera. El acto habitualmente mal mirado pondrá en jue-go lo que no puede ser dicho, no solo por un déficit de lo simbólico sino por su estructura misma, por su estilo de

comunicación. El acto visto en oposición al lenguaje versus una manera de comunicarse característica de este tipo de pacientes y entendida como su manera principal de contacto con el otro. Ir desde la esterilidad de la certeza hacia la fecundidad de la incertidumbre (Mac-Neef, 1991).

IMÁGENES DEL TALLER

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23. —— (1970) Vivir creativamente. El hogar nuestro punto de partida. Ensayos de un psicoanalista. Barcelona, España, Edito-rial Paidós

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25. —— (1989) Exploraciones Psicoanalíticas I, “El Miedo al De-rrumbe” (1974). Buenos Aires, Argentina, Editorial Paidós

26. —— (1971) La creatividad y sus orígenes. Realidad y juego. Barcelona, España, Editorial Gedisa

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