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GUÍA TÉCNICA DE TRATAMIENTO RESIDENCIAL
PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES USUARIOS DE
SUSTANCIAS ADICTIVAS
Centros de Integración Juvenil, A.C.
NOVIEMBRE 2016
DEPARTAMENTO DE DESARROLLO ORGANIZACIONALDIRECCIÓN DE PLANEACIÓN
Centros de Integración Juvenil, A.C.
GUIA TÉCNICA DE TRATAMIENTO RESIDENCIAL PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES USUARIOS DE SUSTANCIAS ADICTIVAS
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ÍNDICE
PÁG.
- INTRODUCCIÓN 1
- JUSTIFICACIÓN 2
- OBJETIVO GENERAL 4
- OBJETIVOS ESPECÍFICOS 4
- ANTECEDENTES 5
- MARCO TEÓRICO 7
- MODELO DE TRATAMIENTO 13
- CRITERIOS DE ADMISIÓN 18
- PROCESOS QUE INTEGRAN LA ATENCIÓN EN COMUNIDAD TERAPÉUTICA PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES
19
1er. Proceso 20
2do. Proceso 28
3er. Proceso 29
- Metas Del Menor Por Etapas
Etapa I 32
Etapa II 33
Etapa III 33
Etapa IV 34
Etapa V 34
Etapa VI 35
PARA SER LLENADO ÚNICAMENTE POR LA DIRECCIÓN DEL ÁREA EMISORA
Fecha de Revisión/Aprobación Fecha de Emisión Ubicación del archivo
Noviembre 2016 Noviembre 2016 U:/GUIANIADOLES
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ÍNDICE
PÁG.
4º. Proceso 36
5º. Proceso 40
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 42
PARA SER LLENADO ÚNICAMENTE POR LA DIRECCIÓN DEL ÁREA EMISORA
Fecha de Revisión/Aprobación Fecha de Emisión Ubicación del archivo
Noviembre 2016 Noviembre 2016 U:/GUIANIADOLES
écnica
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IINNTTRROODDUUCCCCIIÓÓNN
El Departamento de Hospitalización y Proyectos Clínicos, elaboró el presente documento,
como un instrumento técnico-clínico que contiene en forma ordenada y sistemática la
información sobre los fundamentos, procedimientos y actividades a realizar en la Atención
de Niños y Adolescentes en la Unidad de Hospitalización con el objeto de orientar y guiar el
trabajo del personal.
Es importante señalar que se trata de un programa específico para la Unidad. Asimismo que,
la actualización permanente del documento está en función de las modificaciones que de
acuerdo con la dinámica organizacional sean necesarias. Por tanto los fundamentos y
procedimientos señalados son de carácter enunciativo, más no limitativo y se implementarán
conforme lo requiera la situación.
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JJUUSSTTIIFFIICCAACCIIÓÓNN
El tratamiento residencial obtiene su eficacia y garantiza la adherencia de los pacientes a
partir de que su estructura conceptual y metodológica responda a las demandas, necesidades
y deseos de los mismos en su especificidad socio-demográfica (género, edad, grado de
estudios, posición socioeconómica, etc.), en este sentido, es el tratamiento el que debe estar
adecuado a los pacientes en sus tres esferas (biológica, psicológica y social) y no a la
inversa, es decir, en una constante actualización acorde a los cambios biológicos,
psicológicos y sociales, teniendo como resultado la elaboración de tratamientos
especializados de acuerdo al tipo de población que atiende, en este caso, niños y
adolescentes con problemas relacionados a sustancias adictivas.
Según los estudios epidemiológicos, el uso, abuso y dependencia del consumo de alcohol,
tabaco y otras drogas ha tenido cambios. Durante mucho tiempo, el tratamiento residencial
para personas con problemas relacionados a las sustancias adictivas se centró en hombres y
adultos; y aunque el inicio del consumo se reportó a edades más tempranas (ENA, 2008) al
igual que el abuso y dependencia, dichas cifras han presentado una relativa estabilidad en la
edad de inicio para cualquier droga (ENA, 2011). Es sabido que los cambios en el entorno
social ha generado que la población infantil y adolescente de nuestro país no se escape a la
convivencia con las drogas, y el consumo de niños/as y adolescentes no se reduce
exclusivamente a los/las niños/as en situación de calle, por el contrario, ésta ha alcanzado a
niños/as y adolescentes de cualquier estrato socioeconómico.
Datos de la ENA (2008), reflejan que “los adolescentes de entre 12 y 17 años de edad son
los que están en mayor riesgo y las generaciones actuales están más expuestas a la
oportunidad de usar drogas, las consumen en mayor proporción y progresan hacia el abuso
en una proporción mayor que las generaciones anteriores”.
Aunado a esto el 50.8% de las personas que usan drogas tienen como edad de inicio 17 años
o menos. Con respecto específicamente al estado de Jalisco, la ENA reporta que 5.3% tiene
incidencia acumulada a cualquier droga de los cuales 4.3% de estos son menores de 17 años.
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Otros datos a tomar en cuenta respecto de los niños y adolescentes de nuestro país y las
adicciones nos lo otorga el UNICEF y su estudio sobre la situación de la juventud en
México (2010) “La adolescencia”
(http://www.unicef.org/mexico/spanish/ninos_6879.htm).
En este estudio, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por sus siglas en
ingles), señala que factores como la presión social y la curiosidad son ejes causales de las
adicciones en jóvenes de nuestro país, señalando que en 2009, 44% de los adolecentes y
jóvenes en México convivía en el hogar con fumadores; 7% fumó por primera vez a los diez
años o menos; 45% inició el consumo entre 11 y 14 años, y 48% entre 15 y 17 años.
Por otra parte, el consumo de tabaco ha sostenido una relación de uno a uno entre mujeres y
hombres, siendo el 20% de los estudiantes fumadores activos, así, de los 14 millones de
fumadores que había en 2008, 10 millones comenzaron a fumar antes de los 14 años
(UNICEF, 2010), sobra decir que diversos estudios señalan la correlación entre el inicio
temprano del consumo de tabaco y el acceso a otras drogas.
La edad de la población que tiene acceso a las drogas en nuestro país, así como aquellos que
las consumen está disminuyendo paulatinamente franqueando fronteras económicas y
sociales, en este sentido, es fundamental la propuesta de la presente guía y su actualización
en tanto se trata de hacer frente a esta disminución, a sus causas sociales y a sus
consecuencias biológicas y psicológicas por medio de un tratamiento que tenga como
horizonte la subjetividad de la época que lo contiene.
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OOBBJJEETTIIVVOO GGEENNEERRAALL
Proporcionar a la Unidad de Hospitalización para Niños y Adolescentes (UHNA) la
normatividad y lineamientos para la atención profesional, integral y ética de niños y/o
adolescentes con problemas de consumo de drogas, a través de estrategias encuadradas en
Teorías del Desarrollo bajo el enfoque de Comunidad Terapéutica (CT).
OOBBJJEETTIIVVOOSS EESSPPEECCÍÍFFIICCOOSS
Iniciar la intervención terapéutica profesional de los problemas médicos, psicológicos y
sociales relacionados con el consumo y abuso de sustancias.
Promover el desarrollo de lazos sociales que vayan más allá de lo virtual y/o desechable que
en lo óptimo generen la reintegración familiar y reestructuren su modo de hacer vínculos
con los otros.
Favorecer diferentes formas de socialización y afrontamiento para el manejo de situaciones
problemáticas.
Favorecer que los niños y adolescentes se inserten (o reinserten en su caso) en el campo
educativo desde una posición que propicie su aprendizaje.
Promover y consolidar la identificación e integración de los niños y adolescentes en un
grupo social con objetivos comunes.
Mantener a los niños y adolescentes residentes de la unidad, alejados de la exposición y
contacto de los factores de riesgo de su entorno de origen y propiciar herramientas para
hacerle frente al volver a él.
Definir, instalar y adecuar un calendario de actividades psicoterapéuticas, psicoeducativas,
recreativas, culturales y deportivas, que incidan en las necesidades y demandas de atención
de cada niño o adolescente, durante su estancia.
Acompañar a los niños y adolescentes a generar herramientas para la identificación de
situaciones de riesgo y daño ocasionados por el consumo de drogas y las conductas
disruptivas o de búsqueda.
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AANNTTEECCEEDDEENNTTEESS
Delimitar y esclarecer el abordaje teórico sobre la infancia y la adolescencia es de suma
importancia como punto de partida para el desarrollo del modelo de tratamiento residencial
dirigido a niños y adolescentes. El modo de construir, de abordar a la infancia y
adolescencia responde a discursos educativos, gubernamentales, económicos, sociales,
culturales, legislativos, médicos y/o religiosos. Por tal motivo, su construcción es histórica y
tiene sus antecedentes.
Es sumamente importante percatarse del hecho de que la mayoría de estos discursos, en su
forma tradicional, piensan a la infancia desde la adultez, tomando al desarrollo como algo
lineal y elaboran su concepción del desarrollo a partir de una supuesta “naturalidad”, es
decir, como si hubiera algún comportamiento esperado de los niños/adolescentes totalmente
generalizable y determinado únicamente a partir del tiempo y lo genético. Al contrario de
esto, la infancia y la adolescencia son productos, además de lo natural (carga genética), de
lo social y lo psicológico, es decir, no son hechos naturales, sino biopsicosociales.
Veamos, de un modo sumamente resumido, ciertos cambios respecto de la infancia y su
abordaje para argumentar la no-naturalidad del desarrollo, sino más bien, su correlato con la
época social que lo contiene y arribar a proponer una definición propia que servirá de base
para el modelo de tratamiento.
En el derecho romano, se encontraba la figura del pater-familias siendo el padre el portador
y único encargado del cuidado de sus hijos, es decir, la infancia y los modos de vivirla
respondían a la paternidad y por ende, al ámbito privado. Hoy en día la paternidad ha sido
trastocada, depositando esta figura en el juez, es decir, delegando los rumbos y los modos de
atender a los niños al ámbito público a partir de discursos legales que los padres deben de
cumplir, como son los derechos de los niños.
Algunos pensadores, como San Agustín (para quien la infancia no era un tiempo de
inocencia sino de pecado) y Descartes argumentaban que mientras más rápido se saliera de
la infancia, mejor. Fue Rousseau quién, desde la filosofía, aborda a la infancia desde otro
lugar. Rousseau argumentaba algo muy sencillo, esto es, que los niños y los adolescentes
son diferentes de los adultos…, no son adultos chiquitos, sino que poseen modos de ver,
sentir y experimentar el mundo, igual de válidos que los de cualquier otro. Aunque con un
detalle, tomaba a los niños como “inocentes”.
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A fines del siglo XVII se produce un giro respecto de la educación de los niños, se traslada
al espacio público, a las escuelas. Lo cual trajo como consecuencia que el niño, en gran
parte de su desarrollo, dejara de cohabitar con la familia, puesto en una especie de
“cuarentena” según la feliz expresión de Ariés.
El siglo XVIII conceptualiza a la escuela como un espacio transicional entre la familia y la
sociedad aunque la educación en las escuelas era destinada a hijos con cierto nivel
socioeconómico (alto), es decir, una educación excluyente. Fue Pestalozzi, en el siglo XIX
quien comienza a abordar el tema de los niños marginados. Basta recordar que en 1782
escribió un libro sobre las causas del infanticidio y la creación de los “jardines de infantes”.
Lo cual ubica al niño como centro y no periferia del maestro y/o del adulto. La concepción
de Pestalozzi permite colocar al niño como centro y no periferia no solo de los maestros y
adultos, sino de instituciones que los atiendan y por ende, de tratamientos especializados.
A finales del siglo XIX y principios del XX, Sigmund Freud, da cuenta de la importancia de
la infancia en la estructuración subjetiva, mostrando con la atemporalidad del inconsciente,
lo absurdo de pensar a los sujeto en términos de desarrollo lineal. Algunos de los múltiples
aportes freudianos a la conceptualización de la infancia son: dar cuenta de la sexualidad
infantil y su constitución perversa, es decir, más allá de la genitalidad, marcando una ruptura
epistemológica y abriendo el horizonte para pensar temas tan delicados como el abuso
sexual y sus modos de abordarlo.
Desde Freud, niño e infancia dejan de ser sinónimos. Él diferencia entre el infantil sujeto, lo
infantil del sujeto (lo que permanece intacto de la infancia en el adulto) y el sujeto infantil.
Freud les devuelve a los niños la palabra, es decir, la importancia de escucharlos. Solo basta
recordar que la palabra 'infancia' viene del latín 'infans' que significa 'el que no habla',
basado en el verbo 'for' (hablar, decir).
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MMAARRCCOO TTEEOORRIICCOO
Muchos de los tratamientos para niños tienen una concepción rousseana de los mismos,
tomándolos como sujetos inocentes, pasivos, ante un mundo que los pervierte y los violenta, es
decir, ante una violencia, se responde con un discurso también violento. El tomar a un niño
como víctima es un acto violento en tanto les quita su calidad de sujetos activos. El
ningunearlos, el hablar en nombre de ellos los posiciona en lugar de objetos.
Los niños pueden formar parte activa de su vida subjetiva y social, de hecho lo hacen nos
percatemos o no. Tomar a un niño como víctima le imposibilita formar parte activa de su vida y
de los cambios o giros que requiera. Tomar a los niños como víctimas les envía el mensaje de
que el otro se ha quedado con su deseo, los coloca en posición de objetos del supuesto
victimario. Tomarlos como desahuciados impide, como la caja de Pandora, que la esperanza
vuele.
A partir de este recorrido, proponemos tomar a la niñez como un significante sin un significado
claro, así como casi todas las palabras que nos habitan y somos habitados por ellas, carecen de
un significado único, de una relación directa entre lo que enuncian y el lugar desde donde son
enunciadas, es decir, la diferencia básica entre sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación
según nos enseñan los lingüistas.
La infancia debe ser abordada dejando de lado su concepción evolutiva natural e inamovible:
aquel supuesto desarrollo lineal humano, aquella supuesta etapa natural de todo ser humano. Al
contrario de esto, damos cuenta que la humanidad no tiene un desarrollo lineal y la infancia
constituye un núcleo al que incesantemente retornamos, el tiempo subjetivo tiene sus hiancias,
sus vueltas, sus retornos y sus adelantos.
Por otra parte, además del desarrollo psíquico, es preciso tomar en cuenta el desarrollo cognitivo
adoptando como referencias a dos grandes pensadores: el suizo Jean Piaget y el ruso Vigotsky.
Ambos son piedras angulares teóricas de las actividades psicoeducativas de la Unidad de
Hospitalización para niños y/o adolescentes (UHNA).
En términos simples, decir desarrollo cognitivo es referirse a las habilidades, actitudes y
aptitudes que, a la par del desarrollo neurológico, pero no únicamente determinado por él, se
van adquiriendo con el paso del tiempo y de la interacción con el medio social aumentando los
conocimientos para hacerle frente a las problemáticas de la vida cotidiana.
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A partir de Piaget se puede entender como los niños interpretan el mundo que los rodea. Por su
parte, con Vigotsky, damos cuenta de los procesos socioculturales que influyen en la
adquisición de habilidades cognitivas, es decir, Piaget permite ver los procesos internos y
Vigotsky el campo social.
Piaget fue uno de los primeros exponentes del constructivismo, uno de los puntos centrales a
tomar en cuenta de su propuesta teórica es que los niños forman parte activa en la construcción
del conocimiento. Para Piaget, si bien da cuenta también de la singularidad de cada ser humano,
existen organizaciones internas que son características y clasificables, entre ellas, se encuentran
los esquemas, definidos como: “Conjuntos de acciones físicas, operaciones mentales, conceptos
o teorías con los cuales organizamos y adquirimos información sobre el mundo.” (Aurélia
Rafael Linares, 2009), dichos esquemas se van complejizando con la maduración cognitiva,
estos esquemas se agrupan en lo que Piaget llamaba “Estructuras cognitivas” y a su nivel de
complejidad se les llama “estadios evolutivos”.
Uno de los puntos básicos piageteanos que permiten un trabajo bajo la estructura de CT es la
función de adaptación. Para Piaget, los humanos tenemos la capacidad a partir de la asimilación
y la acomodación de ir adaptando las estructuras cognitivas al medio ambiente, en este sentido,
la CT funciona para una adaptación que rompa con el entorno social de origen de los niños y
adolescentes.
Dicho postulado lo llevó a ubicar 4 fases características de la adquisición de conocimiento, cada
una de ellas con habilidades más abstractas y complejas:
1) Estadio sensorio motor (0-2 años): la inteligencia en esta edad responde a solucionar
problemas en el nivel de la acción, es decir, una inteligencia práctica.
2) Estadio preoperatorio (2-7) años: la inteligencia, además de práctica, es simbólica aunque
sin estructura lógica.
3) Estadio de las operaciones concretas (7-12 años): Pensamiento lógico en situaciones de
experimentación y manipulación concretas.
4) Estadio de las operaciones formales (adolescencia): Aparece la lógica formal y la capacidad
para trascender la realidad manejando y verificando hipótesis de manera exhaustiva y
sistemática.
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Debido a las edades de nuestros pacientes ahondaremos en los dos últimos estadios:
En el estadio de las operaciones concretas (7-12 años) los niños comienzan a adquirir
capacidades reflexivas sobre hechos y el medio ambiente que los rodea, generando una
flexibilidad en el pensamiento que rompe con la rigidez de los estadios anteriores, en este
sentido, los niños entienden que algunas operaciones pueden negarse o invertirse mentalmente
(p. ej. Vaciar líquido de una jarra a un vaso y que esta operación les permite llegar a la
conclusión que eso puede invertirse, es decir, devolverlo en la jarra, pero también, que el haber
generado dependencia a una sustancia se puede invertir.), por otra parte se va rompiendo un
poco con el pensamiento egocéntrico lo cual les permite ir generando lazo social con los otros.
La entrada al mundo simbólico les permite, por otra parte, hacer inferencia y no basar su
razonamiento solamente en la apariencia de las cosas. En esta etapa los niños adquieran
capacidades como la seriación (ordenar objetos en progresión lógica), la clasificación (simple,
múltiple y la inclusión de clases) y la conservación.
Por otra parte, en el estadio de las operaciones formales (Adolescencia) se da un proceso que es
de enorme importancia para el tratamiento residencial, esto es, que el razonamiento hace una
transición “de lo real a lo posible”, es decir, se pude acceder a razonar y desear cosas con las
que no se han tenido contacto o que no se han experimentado, como por ejemplo, idear eventos
que no hayan ocurrido, como es la recuperación por medio de predicciones de hechos
hipotéticos y/o futuros. También tienen acceso a ideas abstractas, razonando, estableciendo
analogías, analizando y realizando argumentos haciendo uso del pensamiento abstracto y
reflexivo. En el aspecto cognitivo se tienen diversos progresos, como lo es la adquisición de la
lógica proporcional, el razonamiento científico, el razonamiento combinatorio y el razonamiento
sobre las probabilidades y las proporciones.
Si bien la teoría desarrollada por Piaget arroja luz sobre el desarrollo cognitivo de los niños y
adolescentes, nos parece que desestima o no se enfoca en el campo social abordando al niño
como un mero organismo biológico, por tal motivo, proponemos retomar las teorizaciones de
Vigotsky en tanto complementa lo desarrollado por Piaget.
Para Vigotsky no es posible conocer al niño si no se conoce la cultura en donde se desarrolla, es
decir, el estudio de la interacción entre el sujeto y la cultura.
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Para el pensador ruso, los patrones de pensamiento no se deben a factores innatos, sino que son
producto de las actividades sociales, en este sentido, dichos patrones son modificables. Algo
importante de esta teoría es que, a diferencia de Piaget, Vigotsky permite pensar en un
conocimiento co-construido, es decir, no individual, sino en la interacción que se dan entre una
persona y otra lo cual sigue la misma lógica de la CT, aunque también reconoce que hay
habilidades mentales elementales como lo son la percepción, la atención y la memoria. Si bien
reconocemos la importancia de la carga genética, lo interesante de Vigotsky es que comenta que
el acceder a habilidades mentales superiores, se apuntala en las elementales (es decir, aquellas
determinadas biológicamente) pero se logra gracias a la interacción con los otros.
Es preciso tomar en cuenta algunos conceptos fundamentales:
1) Funcionamientos mentales: Se dividen en inferiores y superiores. Los primeros son aquellos
naturales determinados genéticamente, por otra parte, los superiores se adquieren y
desarrollan a partir de la interacción social, es decir, por la mediación con la cultura, con los
otros.
2) Habilidades psicológicas: Estas habilidades están manifestadas en el campo social y de ahí
se individualizan, dice Vigotsky “en el proceso cultural del niño, toda función aparece dos
veces, primero a escala social, y más tarde a escala individual. Primero entre personas
(inter-psicológica) y después en el interior del propio niño (intra-psicológica)”.
3) Herramientas del pensamiento: Estas herramientas son transmitidas a los niños por las
interacciones sociales y dependen del entorno cultural, las herramientas culturales moldean
la mente. (p. Ej. Números, palabras, sistemas de símbolos, sistemas lógicos, normas,
convenciones sociales, conceptos teóricos, mapas, géneros literarios, pintura, etc.).
4) Lenguaje: Para Vigotsky, si bien es una herramienta (punto 3), es la más influyente en el
desarrollo cognitivo, es lo que le permite a los niños ingresar a la cultura y acceder a
habilidades mentales superiores.
5) Zona de Desarrollo Próximo (ZDP): Funciones que están en desarrollo, es decir, que están
en proceso de maduración, diferenciándolo a partir de lo que un niño puede hacer por cuenta
propia y lo que hace con ayuda, por tal motivo, localizar cuando los niños/adolescentes, se
encuentran en la ZDP es de suma importancia pues se les puede ayudar a pasar a la
siguiente. El paso de una fase a otra del mismo tratamiento puede ser, gracias a la
interacción, lograda.
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Con respecto a la adolescencia, además de tomar en cuenta lo señalado anteriormente, es preciso
apuntar algunas particularidades propias de nuestra época. Si bien la adolescencia es fácilmente
ubicable en términos biológicos, respecto del llamado “despertar” sexual (más correcto sería
decir despertar reproductivo, no sexual) y sus consecuencias biológicas claras en los cambios
corporales, es difícil de ubicar cuando la aprehendemos en sus otras dos esferas, es decir, su
aspecto psicosocial.
Respecto de los dos campos anteriormente señalados, la adolescencia no es un conjunto
homogéneo y generalizable, sino determinada por la cultura de cada lugar, así como la época
propia. Sociólogos de la talla de Lipovetsky o Lash, dan cuenta que los jóvenes de esta época les
ha tocado vivir en un tiempo totalmente distinto al de sus padres, denominado posmodernidad.
Según estos sociólogos, la generación teen o net es el resultado de los modelos de la juventud
impuestos por los medios de comunicación, medios que afirman el imperativo de consumir, de
gozar. A diferencia de otra época, donde el campo social invitaba a reprimir los deseos, esta
época no solo ha dejado de reprimir, sino que invita a gozar, más allá de consecuencias
secundarias, es decir, nos encontramos frente a un campo social donde el imperativo categórico
Kantiano ya no es el ¡Debes! propio de la época victoriana, sino el ¡Goza! (Zizek) posmoderno.
Por otra parte, el internet ha modificado los vínculos, los lazos sociales, incluso en aquellos
sectores donde no se tenga acceso al mismo. Este medio ha generado vínculos virtuales los
cuales repercuten en la forma de establecer lazo social (sin darles un carácter de “positivo” o
“negativo”, sino simplemente señalar que los vínculos, por medio de la virtualidad, modifican
las relaciones sociales), convirtiendo algunos de ellos en lazos desechables, es decir, los jóvenes
de hoy en día han tenido un cambio radical en su esfera social, las reuniones en masa, en plazas
públicas y en grupo han sido desplazadas por los salones de chat.
Aunado a esto, la amistad y los vínculos amorosos de los jóvenes han sido trastocados por el
consumismo propio de la época lo cual genera en algunos a establecer vínculos de orden
consumista, tomando a los otros como objetos que al manifestar la subjetividad (es decir, las
fallas que nos hacen humanos) son desechados.
Ante la inclinación de no comprometerse, es frecuente escuchar entre los jóvenes, ya sea en el
aula, ya sea en la clínica, una gran dificultad para establecer vínculos duraderos sean de amistad
o sean amorosos, lo desechable de los objetos propios de nuestra época ha repercutido en los
lazos afectivos, en este sentido, la CT actúa como un grupo secundario primarizado que
permitirá para estos jóvenes el establecimiento de vínculos que vayan más allá de la virtualidad
y de lo desechable.
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En general, algunos de estos adolescentes buscan llevar al límite su vida: la adrenalina es la
sustancia que alimenta para permitirles sentir la vida. Ello explica la entrada en boga de los
deportes extremos y el uso de sustancias. Ante el imperio de lo extravagante, parece imposible
pensar en formas sencillas de diversión. En suma, la desaparición del sentimiento utópico,
conduce vivir en la inmediatez. La realidad de lo efímero provoca un estilo de vida angustiante
para nuestras generaciones presentes y futuras. La ausencia de referentes en los cuales creer y lo
insoportable de la falta de estructura, empuja a la búsqueda por tapar el vacío con actos
desesperados que rozan la muerte y a veces conduce a ella como son las adicciones. Situaciones
de pobreza, de abandono insisten y refuerzan la sensación de vacío compartida en esta era.
Los padres, por su parte, buscan de manera desesperada respuestas a las manifestaciones de sus
adolescentes. La diferencia entre generaciones provoca la gran dificultad de entender el mundo
virtual que viven los hijos, abriéndose brechas cada vez más evidentes y aparentemente
insalvables. Muchos padres experimentan una enorme dificultad en asumir su labor y prefieren
así ejercer un rol de amigo, con el que borran las leyes de parentesco. Incluso muchos han
abandonado su función, dejando a los niños en manos de instituciones con la demanda y la
oferta de fungir como padres.
Algunos de esos padres son de esa generación de jóvenes que se manifestaron en los años
sesentas, con ideales políticos, revelándose contra lo convencional y tradicional, éstos mismos
promueven mayor libertad en la educación de sus hijos, llegando al extremo de ser demasiado
permisivos. Sin embargo, buscan en instituciones como Centros de Integración Juvenil, A.C., un
contenedor de las conductas de sus hijos, así como una instancia reguladora que ejerza la ley
que ellos no han podido instaurar, en este sentido, el EMT deberá tomar en cuenta esto para
devolverles la responsabilidad en el cuidado de los mismos y su involucramiento en el
tratamiento.
Por tal motivo, el modo en que se ejerce hoy en día la paternidad, también ha cambiado. Los
padres, se encuentran en un lugar incómodo, su paternidad ha sido suplantada por el saber
científico, ahora, el poder público les indica como ejercer su paternidad (escuelas para padres,
derechos de los niños, etc.), incluso en casos donde el campo público es quién se hace cargo de
ellos (p. ej. DIF, albergues, etc.) y esto, repercute en el tipo de tratamiento.
La familia, debido a este desplazamiento, consciente o inconscientemente le delega la
responsabilidad de la cura a los “especialistas”, y por tanto, convoca al Equipo Médico Técnico
a percatarse de esto para trabajar integralmente con la familia (o sus representantes legales) en
una asistencia terapéutica que los involucre en la cura en tanto están involucrados, consciente o
inconscientemente en la formación de la enfermedad de la adicción.
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En síntesis, habrá que tomar en cuenta la infancia, la juventud y la paternidad a la luz de la
época contemporánea, tomando como apoyo las Teorías del desarrollo pero en un contexto
determinado por el campo social de la posmodernidad.
MMOODDEELLOO DDEE TTRRAATTAAMMIIEENNTTOO
Los elementos teóricos interrelacionados en el apartado anterior son la base estructural del
modelo de tratamiento propuesto. La concepción biopsicosocial del ser humano rompe con la
concepción del desarrollo desde una lógica “naturalista” y/o instintiva, pues el campo social
irrumpe en lo determinado naturalmente, es decir, la carga genética. Esto ha sido ampliamente
estudiado por la epigenética, la antropología, la sociología, la filosofía, el psicoanálisis y la
psicología. Si bien hay una carga genética, la misma se ve modificada por factores no genéticos,
luego entonces, el campo social irrumpe constantemente en el cuerpo y la psique de los niños y
los adolescentes por medio de lo que el filósofo francés Michel Foucault denominaba la
discursividad social. El cuerpo humano, es un cuerpo escrito e inscrito por el campo social.
Así, el campo social historiza la infancia y la juventud, y por ende, requiere de nuevos
tratamientos que estén a la altura de la subjetividad de nuestra época. La fragmentación y
cuestionamiento constante de las figuras de autoridad propias de la posmodernidad han
generado lo que Gilberti (1997) llama una “legalidad transgresiva”, es decir, una legalidad con
límites difusos, transgredibles. La relación de los niños/adolescentes con la autoridad ya no es la
misma de antes (p. ej. Hace 30 años) en tanto era una legalidad incuestionable, donde el decir
paterno no era sometido a cuestionamientos. Tomar esto en cuenta permitirá generar un tipo de
relación con el EMT y entre los mismos niños-adolescentes que tenga efectos buscados a partir
de un modelo actualizado fomentando a la estructura misma de la CT como la autoridad y/o el
representante de una ley un tanto más horizontal, pero sin confundir la horizontalidad con la
falta de límites, la misma estructura de la CT son los límites en su funcionamiento.
El deber-ser propio de la modernidad y estudiado por Kant con el término de imperativo
categórico, ha sido fuertemente cuestionado, pasando a un deber-tener. Esto genera dos
consecuencias básicas, por una parte genera lazos de tipo desechables que pasen por la lógica
del consumo, por la otra, genera que entre pares, los niños y adolescentes que obedezcan al
“Deber-ser”, sean catalogados entre ellos de forma discriminatoria como “nerds” o
“loosers”(Cohen, 2009)
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La invasión de estímulos a partir del Internet, juegos de video, caricaturas, etc. ha debilitado sus
procesos de simbolización, procesos de suma importancia para la rehabilitación y el tratamiento,
si se toma en cuenta esto, se les facilitará, de modo vigotskiano, acceder a niveles de
simbolización cada vez más complejos precisamente al no desconocer los efectos del
bombardeo de imágenes propios de la época.
Esto permite pensar por ejemplo que, frente al bombardeo de imágenes erotizadas o cargadas de
violencia ya sea de la televisión, ya sea de su entorno social al que se ven enfrentados los
niños/adolescentes no existe una capacidad psíquica en términos biológicos y psicológicos para
hacerle frente, llevando en algunos casos a repetirla o casos de angustia severa frente a la
imposibilidad de nombrar lo que sucede a su alrededor, en este sentido, el tratamiento con estos
niños/jóvenes, propios de la época apunta a ir generando espacios que rebasen la imagen, a
apalabrar lo que les aqueja, a irlo elaborando para, de ese modo, no ser rebasados por la
violencia de su entorno social y generar más respuestas frente a esto que no sean el consumo de
sustancias.
La infancia sufre también cambios con respecto a sus modelos de identificación, no es raro que
se escuche en la clínica algunos infantes que tienen como modelos a personajes del mundo del
narcotráfico y/o pandillas, dichos modelos deberán ser trabajados en todas y cada una de las
actividades para resignificarlos, para darles más opciones de identificación que permitan
construir personalidades que no estén determinadas por contextos sociales negativos.
La época contemporánea acompaña una paradoja, frente a la homogeneización de la juventud
debida a la globalización existe una heterogeneización debida a las diferencias económicas y
culturales en nuestro país, es decir, cercanías distantes y distancias cercanas, en este sentido, el
tratamiento deberá dar cabida a la singularidad de cada niño/joven, pero también a los
imaginarios compartidos.
Dice Cohen (2008): “Hoy resulta cada vez más difícil sostener los viejos significantes que
acompañaban a los niños de la modernidad: obedientes, dependientes, heterónomos, inocentes,
dóciles… Narodowski (1999) plantea que las nuevas estructuras posmodernas provocan la
“fuga” de la infancia, generando nuevas identidades infantiles, quizás todavía no del todo
precisadas. Fuga, que será hacia dos polos: la infancia hiperrealizada y la infancia
desrealizada” (pp.: 4).
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En este sentido, el tratamiento para los niños y adolescentes deberá fluctuar entre esta infancia
hiperrealizada, es decir, la cercanía y el rápido entendimiento que pueden tener los
niños/adolescentes respecto del mundo virtual y los cambios sociales nuevos para la sociedad
tradicional frente a las cuales los niños/adolescentes pueden hacerle frente sin intervención de
un adulto (en ocasiones, son los adultos quienes solicitan ayuda en estos menesteres a los
niños/adolescentes), así como también, la desrealizada, es decir, frente a esta distancia entre las
generaciones tradicionales y los infantes/adolescentes, distancia vertiginosa, surge un “no saber
que hacer” con ellos por parte de los adultos, luego entonces, a partir de escuchar y tomar esto
en cuenta proponemos romper la imposibilidad, o mejor dicho, trabajar a partir de ella, no con
un saber preconcebido de la infancia/adolescencia, sino precisamente con un modelo de
tratamiento que debido a la lógica de la CT, les otorgue la palabra.
Muchos son los factores que impulsan al consumo de drogas en la infancia y la adolescencia,
factores que no pueden enunciarse de forma moralista, es decir, si bien hay jóvenes que
consumen por problemas familiares, el descuido materno y paterno, la expulsión o abandono de
los padres, el vivir en condiciones precarias, etc. Dichas situaciones no son en sí mismas
precipitadores per se del consumo, sino que hay personas que pueden hacerle frente a esos y
más problemas sin el recurrir al uso de sustancias adictivas o, por el contrario, personas que
consumen sin contar con esos problemas.
El divorcio paterno, el abandono de los padres, etc. no son un problema en sí mismo, en
ocasiones, que los padres se separen les permite a los niños/jóvenes vivir una vida vivible, habrá
que tener cuidado de ejercer un tratamiento con prejuicios de corte moral. Por otra parte, además
de los factores externos existen agentes endógenos hasta ahora poco investigados que propician
y promueven la involucración con las drogas.
Considerar sólo que el problema se genera desde el seno familiar y de una estructura familiar
específica es tanto como limitar la visión y alcances de la participación profesional y por tanto
obturar las posibilidades de asistencia y corrección oportuna de dificultades incipientes que
interfieren en la construcción de una vida saludable y promisoria a futuro, hablar de familia
“desintegrada”, es desconocer los cambios que ha vivido la familia en nuestra época: familias
monoparentales, homoparentales, familias compuestas, etc. han modificado la concepción
propia familiar.
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Dice Braunstein (2001): “Las épocas de paz y bonanza nunca existieron, por más que el mito
quiera proponerlas y hasta hacer de ellas metas de una imposible restauración. Desde siempre
es en la familia donde se ha entretejido la vida de los hablentes y desde siempre la muerte
estuvo inscrita en ella como telón de fondo y como verdad última de la vida. ¿Qué mito? El de
la apacible familia burguesa reunida en torno al fuego, al hogar. ¡Que tierno! Solo que esa
imagen en la pantalla es un tapón que oculta la verdad densa y tensa de los conflictos que allí
tienen lugar. Inevitables. Eternos.” (P: 20), en este sentido, si bien es factible que muchos de los
niños y jóvenes que provienen de familias complejas y que han renunciado a las escuelas sean
los más cercanos a las adicciones; caso en el que concurren especialmente los niños que han
salido precisamente del seno familiar, no son éstas las únicas condiciones por las que se produce
el acercamiento a las drogas.
Existen diferentes situaciones de orden anímico que se presentan en la infancia y que hacen
posible la búsqueda de una solución rápida, tal y como ocurre en otras etapas de la vida. Más
aún, cuando subsiste una cultura permisiva, que pone las sustancias a su alcance.
Partiendo de la base de que los últimos años de la educación primaria son preliminares a un
cambio sustantivo que opera en todo sujeto y que impone modificaciones a la estabilidad
emocional y cognitiva lograda en gran medida por las reglas propias del ámbito escolar, el
tratamiento de tipo residencial a proporcionar en la Unidad, responde a las necesidades de apoyo
médico, sanitario, psicológico, de supervisión, social y educativo que se consideran pertinentes,
de acuerdo a la experiencia institucional en campo de las adicciones.
Un modelo de intervención basado en las etapas del desarrollo infantil y adolescente, sumado a
los conocimientos existentes en el campo de las adicciones y del campo social posmoderno,
permiten brindar una atención eficaz y precisa a esta población. El modelo contempla y se
sostiene en la actividad escolar como uno de los pilares fundamentales sobre los que se articulan
las restantes acciones terapéuticas, en el entendido de que estas acciones constituyen un fuerte
apoyo para la rectificación de los virajes respecto al proceso normal, que presentan este tipo de
niños.
Consecuentemente y a partir de que el desarrollo depende de la historia y del contexto, además
de ser multidimensional y multidireccional, pero a la vez flexible, el modelo de tratamiento a
seguir se complementa con la filosofía y principios básicos de la Comunidad Terapéutica,
adaptados y ajustados a las particulares características de la población objetivo a atender en
virtud del momento singular, del desarrollo y social por el que atraviesan.
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Siendo los últimos años infantiles y las distintas y diferenciadas fases de la adolescencia, que
per se trastocan y modifican internamente la organización psíquica y con ello el sentido moral y
adaptativo, el marco de abordaje hace énfasis en la restauración de hábitos y conductas, que van
desde la higiene personal hasta el autocuidado, así como en la adquisición de valores.
Por otra parte y dado el uso múltiple de drogas que sin necesariamente llegar a la dependencia
los coloca en alto riesgo, por la situación de calle a la que han estado expuestos algunos de ellos,
y las consabidas dificultades escolares causadas tanto por conductas asociales o problemas en el
aprendizaje, como por la carencia de apoyo familiar y la falta de límites claros respecto a sí
mismos y los demás, el trabajo clínico se delinea bajo una perspectiva bio-psico-social tendiente
a equilibrar las diferentes áreas y a instaurar simultáneamente normas de convivencia
favorecedoras de relaciones interpersonales positivas y mejora en su condición educativa.
Organización Interna
Dado que el eje rector del trabajo terapéutico son las etapas del desarrollo infantil y adolescente,
la disposición física al interior de la unidad toma un lugar importante. El programa terapéutico
contempla la participación general, grupal y conjunta entre todos los niños/adolescentes y a la
vez la intervención individual, con división de tareas y responsabilidades de acuerdo a la edad y
nivel de desenvolvimiento personal previo. Consecuentemente la estancia se desplegará en
espacios compartidos que permitirán la convivencia en pequeños subgrupos esencialmente en
los horarios en que se llevarán a cabo tareas relacionadas con el autocuidado y arreglo de
pertenencias y habitaciones, así como en los descansos y dormitorios.
De este modo se subdividirán en grupos de edad que comparten intereses comunes, ubicándose
de acuerdo a lo siguiente:
División de Dormitorios
Escolares de 8 a 11 años.
Preadolescentes de 12 a 14 años.
Adolescentes de 15 a 17 años.
Nota: La organización de los menores en los dormitorios se hace en base a su edad, constitución
física y psicopatología, no únicamente en base a la edad. De tal manera que en un cuarto puede
haber dos menores de 12 y uno de 17.
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CRITERIOS DE ADMISIÓN
A partir de los objetivos que este programa persigue, es factible la atención de quienes presenten
las siguientes características:
Varones entre 8 y 17 años 11 meses.
En situación de calle o arraigo callejero.
Consumidor de sustancias ilícitas de cualquier tipo y alta probabilidad de recaer en el
consumo.
Con ambiente familiar inadecuado o con dificultades para brindarle apoyo.
Sin psicopatología notoriamente incapacitante (cuadros psicóticos, retraso mental y/o riesgo
suicida).
Sin padecimientos físicos que demanden atención médica especializada.
Nota: Aquellos niños/adolescentes que no cuenten con padres solamente serán admitidos
teniendo un responsable legal, en algunos casos el DIF podrá fungir como responsable legal.
En los casos de tener familia la Trabajadora Social se encarga de conseguir una cita en CIJ o
CNV para que se inicie Psicoterapia Familiar a la par que el menor está internado.
Referencia de niños
Conforme a la relación interinstitucional establecida con el Sistema para el Desarrollo Integral
de la Familia de Jalisco y la Secretaría de Salud del Estado a través del Consejo Estatal Contra
las Adicciones, el proceso de captación y/o referencia se llevará a cabo por parte de la Dirección
de Protección a la Infancia.
Como parte de las actividades de los Módulos de Atención Infantil del DIF Jalisco y de las
Brigadas Nocturnas que realizan, se promoverá y valorará la integración de estos menores ya
sea a proyectos y servicios específicos o, para su atención en la Unidad de Hospitalización, en
función de la problemática que en particular presenten.
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Para efectos de formalizar la relación interinstitucional en aras de asegurar la aceptación,
permanencia y derivación de los menores en condiciones que permitan la continuidad en la
atención que merecen por las múltiples dificultades que enfrentan, se deberá contemplar lo
siguiente:
Solicitud por parte de las instituciones.
Carta compromiso de la familia.
Contacto previo con familia o albergue que los reciba al término del tratamiento.
En los casos captados o derivados por parte del DIF será indispensable que se cuente con la
documentación que avale que se cumplen todos los requisitos desde el punto de vista legal, para
su ingreso a la Unidad.
Adicionalmente a esta forma de captación, se podrán recibir niños a petición de los padres,
forma en la que imperará la solicitud familiar voluntaria y directa.
En los niños captados por el DIF y en las solicitudes de ingreso a petición de los padres el
equipo profesional de la unidad procederá a la realización de una valoración formal para
constatar la pertinencia de su ingreso.
PROCESOS QUE INTEGRAN LA ATENCIÓN EN COMUNIDAD TERAPÉUTICA
PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES
El programa terapéutico de modalidad residencial opera en ambiente protegido altamente
estructurado y consta de 5 procesos que persiguen finalidades precisas y específicas en niños y
adolescentes con consumo de drogas y alta probabilidad de recaer en el consumo, para lo cual se
lleva a cabo en tiempos y espacios determinados.
Cada proceso contempla una serie de actividades prescritas articuladas por temas semanales, así
como la valoración continua para observar los niveles de mejoría alcanzados, sobre los cuales se
determina el alta del programa, independientemente del tiempo de estancia cubierto.
La duración del programa es de corta (30 días) y mediana estancia (90 días), tomando en
consideración la plasticidad del grupo etéreo al que está destinado.
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Dichos procesos son:
1) Valoración clínica y admisión
2) Tratamiento de los síndromes de intoxicación y abstinencia.
3) Tratamiento del trastorno adictológico y su comorbilidad.
4) Preparación para el egreso y la reinserción social
5) Seguimiento
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Admisión y Estabilización Médico-Psicológica
Debido a que la mayoría de los niños y adolescentes que llegan a la Unidad son captados y no
llevan una demanda propia relacionada con el consumo, sino una demanda terciada, hay que
tomar en cuenta que este acto difiere en gran medida de lo que acontece en los servicios de
adultos, la decisión de incorporarse a la UHNA y en particular al tipo de tratamiento que esta
ofrece, no corresponde directamente al niño/adolescente sino a los familiares y/o instituciones
tales como el DIF. Es la institución (DIF) la que inicialmente determina su llegada y tiempo de
permanencia. En este sentido los adultos (representantes de la institución) son los encargados de
recibirlos, con las reservas que esta forma de llegada impone.
No obstante esta generalidad, la decisión respecto a la permanencia, compete al personal
encargado del programa en la UHNA. La recepción y el ingreso requieren llevarse a cabo en
condiciones clínicas específicas, por tratarse de un ambiente cuya estructura social interna
precisa de la aceptación de reglas de convivencia y participación activa en diversas actividades,
pese a que difiere sustancialmente de la realidad a la que posiblemente han enfrentado y a la que
han estado sujetos (vgr. arraigo en calle o alojado en un albergue u hogar temporal).
Aquellos niños/adolescentes que lleguen referidos por el DIF deberán contar con el formato
Ficha de identificación, por otra parte, si son referidos de CNV o CIJ llegan con el Formato de
Referencia Institucional.
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La recepción es un momento especial y fundamentalmente importante, constituye la base de un
proceso que concluirá formalmente con el egreso. Es el primer contacto del niño con la
institución, y más que un acto administrativo de toma de datos, - como suele suceder en el
trabajo con adultos -, es un encuentro personal dirigido a crear las condiciones del trabajo
clínico-psicosocial de las diversas etapas. El primer contacto amerita ser suficientemente cálido
y respetuoso; espontáneo y consecuente de acuerdo a la edad.
Sin hacer en sentido estricto una selección de los pacientes, se llevará a cabo una evaluación
clínica inicial por medio de la Entrevista Inicial para confirmar la pertinencia de la admisión o
bien argumentar y proponer la referencia a otra institución más apropiada. Caso aplicable a la
presencia de psicopatologías graves tales como las siguientes:
Síndrome de Down.
Retraso mental.
Autismo.
Cuadros psicóticos incapacitantes (esquizofrenia).
Padecimientos físicos que demanden atención médica especializada.
Estos casos, están contraindicados y no podrán permanecer en la Unidad, por ende
invariablemente se referirán, sustentando su derivación.
Al finalizar la Entrevista Inicial, si el niño/adolescente cumple con los criterios de inclusión de
la Unidad de Hospitalización para Niños y Adolescentes (UHNA) se procederá a ingresarlo, de
no cumplir con los criterios de inclusión deberá ser referido a otro servicio institucional de CIJ
notificando de esto a sus padres y/o representantes legales, para lo cual se elaborará la
Referencia (8819-14) y la Hoja de Egreso (8821-06) que indique el cierre del expediente.
Se llena el formato Hoja de Admisión (8821-01).
La ADMISIÓN en sí misma implica dos momentos:
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Evaluación clínica inicial.- Este primer momento tiene por objetivo crear un ambiente
contingente y favorecedor de la aceptación tanto del niño hacia el programa como del personal a
cargo, hacia el niño y sus pares. Dicho proceso será paulatino por las condiciones específicas de
los niños/adolescentes, ya que a diferencia de los adultos en quienes se pretende tomar de
inmediato la decisión para agilizar el ingreso, en el caso de los menores y dado el habitual
rechazo del que son objeto este tipo de niños, el primer paso es construir una relación
profesional adulto-niño, contingente y que modifique sus lazos afectivos y sociales
preconcebidos o prejuiciados, es decir, construir, por parte del EMT la noción en el
niño/adolescente de qué es posible otro tipo de lazo social/afectivo.
Más que consultas formales, se trata de un recibimiento afable, en el que se valore la situación
de cada niño, se investiguen las pautas de comportamiento y desarrollo y se observe su grado de
compatibilidad con los objetivos del programa.
La evaluación clínica inicial se conforma por las siguientes actividades a realizar en el
transcurso de los 3 primeros días para completar el diagnóstico:
Revisión del estado general del niño.
Evaluación del nivel de desarrollo.
Historia clínica: patrón de consumo, historia escolar, historia familiar, problemas legales.
(Se llenará Historia Clínica Pediátrica).
Estabilización Medico-Psiquiátrica.- Como acto seguido o simultáneo a la evaluación según se
requiera, tiene por objetivo cubrir las necesidades más apremiantes y específicas relacionadas
con los déficits en el estado general de salud, así como con el uso de sustancias. Es también la
condición previa para la integración total a las actividades sustantivas del programa, por ende
constituye un tiempo de ajuste a un entorno organizado y estable, diametralmente distinto a su
forma de vida anterior.
La estabilización comprende las siguientes acciones:
Valoración médico-psiquiátrica
Tratamiento farmacológico de síndromes de intoxicación y abstinencia, de ser el caso.
Tratamiento médico.
Tratamiento farmacológico de la comorbilidad.
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Intervención en Crisis.
Contención y Acompañamiento Diurno y Nocturno.
Intervención Motivacional al Tratamiento.
El inicio de estos tratamientos e intervenciones se llevará a cabo preferentemente tan pronto sea
recibido en la Unidad, haciendo los ajustes necesarios conforme se vaya realizando la
evaluación clínica inicial o al confirmar el diagnóstico, en caso de requerir estudios
complementarios.
El análisis y valoración de las necesidades específicas de cada niño/adolescente así como el
reconocimiento de aspectos referentes a la salud mental, física, historia de vida, individual y
familiar, situación jurídica familiar, será la base para establecer el diagnóstico integral: Médico,
psiquiátrico, psicológico, social del niño/adolescente y considerar los niveles de mejoría propios
a alcanzar.
La estabilización comprende paralelamente la adaptación del niño/adolescente a la vida de la
comunidad. Consecuentemente las dos primeras semanas de estancia incluyen el trabajo en la
modificación de patrones de conducta, hábitos, disciplina, organización de tiempos; así como en
el desempeño de tareas cotidianas.
Los logros de este proceso se evaluarán en las siguientes áreas:
Conductas.
Higiene personal.
Aliño.
Arreglo de su espacio vital.
Cumplimiento de horarios básicos.
Realización de tareas y actividades cotidianas.
La permanencia en este proceso dependerá de los logros alcanzados, según las condiciones
generales de la admisión. La supervisión será continua y de acuerdo con la valoración de cada
área, se determinará el paso al siguiente nivel.
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Aun cuando desde un inicio el niño/adolescente puede prácticamente integrarse a las actividades
de la comunidad terapéutica (segundo proceso), su participación completa en ellas será propicia
una vez que se haya logrado la estabilización.
La información de este primer proceso deberá ser anotada en el formato Historia Clínica
Pediátrica (8819-01), los diagnósticos deberán ser codificados de acuerdo al Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) y la Clasificación Internacional de
Enfermedades (CIE) vigentes (Eje I y III), sin perder de vista que el diagnóstico no es solo una
consignación de datos, por el contrario habla del conocimiento médico del individuo, basado en
la información obtenida durante la entrevista y la exploración física, información que es
sistematizada en síndromes (signos y síntomas) y finalmente en entidades nosológicas, a partir
de los cuales se justifica el manejo clínico y el tratamiento de los niños/adolescentes.
El diagnóstico resultante de la evaluación permitirá determinar las indicaciones terapéuticas
correspondientes, las cuales deberán ser asentadas en la Hoja de Admisión (8821-01) y el
registro Indicaciones (8821-04), estableciendo el plan terapéutico y el pronóstico, en un plazo
no mayor de 72 horas, definiendo la intervención y por ende el tratamiento al que será sujeto el
niño/adolescente.
Posteriormente a la valoración médico-psiquiátrica el proceso continuará a cargo de las áreas de
Trabajo Social y Enfermería:
La recepción del niño/adolescente con sus familiares o representantes legales estará a cargo de
Trabajo Social: en un primer momento se realizará el Estudio Social (8819-08). Seguido de la
lectura al reglamento interno para dar a conocer las responsabilidades y compromisos:
institucionales, del niño/adolescente y sus familiares. Al término de esta reunión se procede a la
firma de la documentación correspondiente: Debido a ser menores de edad deberán llegar
acompañados de sus padres y/o representantes legales, los cuales deberán llenar los siguientes
formatos: Carta de eximición de responsabilidades, Carta compromiso y Autorización de
Salidas. También se recaba acta de nacimiento, comprobante de domicilio, copia de IFE del
padre o tutor, comprobante del último grado de estudios y CURP. Reglamento para Unidades
de Hospitalización (8821-07), Consentimiento Informado (8821-23) y Hoja de Exención de
Responsabilidades (8821-02).
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Valoración Psicológica
El estudio del funcionamiento psíquico y nivel de desarrollo de los niños/adolescentes tiene
como finalidad obtener un diagnóstico que de cuenta de su nivel de desarrollo cognitivo a
través de la investigación global de las funciones y procesos psicológicos que interactúan como
manifestación de la personalidad en ciernes, a partir del conocimiento de los intereses,
problemas, conflictos y formas de organización individual para poder determinar la conflictiva
personal, así como potencialidades y recursos.
La evaluación psicológica coadyuva a establecer el diagnóstico, pronóstico y plan de
tratamiento a través de la evaluación de las fortalezas o debilidades de los niños/adolescentes, la
motivación para el cambio e interacción de los diversos componentes que integran los rasgos
que van formando su personalidad y se manifiestan a través de la conducta, información que
deberá ser integrada en el Eje II de acuerdo al DSM vigente.
El proceso de valoración psicológica tiene implicaciones terapéuticas que van más allá de la
aplicación de diversas técnicas de exploración (estudios psicométricos y/o psicológicos), ya que
en su conjunto, constituye una actividad que busca obtener información de los
niños/adolescentes privilegiando la escucha clínica en tanto cada uno se relaciona singularmente
con las sustancias adictivas, dicho espacio de escucha, permite que los niños/adolescentes
pueden hablar su relación singular con las sustancias adictivas, y por tanto, comenzar a elaborar
de otra manera dicha relación, es decir, a modificarla.
Aunado a esto, es necesario conocer la dinámica del ámbito familiar (y/o de origen, p. ej.:
albergue, etc.), los patrones de interacción y formas de comunicación, para ubicar el sentido y
significado que el sistema familiar o su entorno inmediato le concede al uso de drogas. Se trata,
en síntesis, de comprender el entorno psicológico general y no solo individual, en el que se
generó y presenta la adicción.
Esta valoración está a cargo del psicólogo, el cual debe registrar la información en el formato de
Historia Clínica Psicológica (8819-06), apoyándose de las pruebas psicológicas que son
instrumentos estandarizados según Pichot (Bonboir, 1974:91) que mide el comportamiento, y se
dividen en dos grandes rubros:
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Las pruebas psicométricas: aquellas cuyos resultados se encuentran estandarizados, los
resultados de un test suelen ser numéricos, o al menos contables, son propios para evaluar
procesos cognoscitivos o estilos cognitivos, es decir, la manera en que el sujeto procesa la
información sobre su subjetividad, así como la referida al mundo externo.
Las técnicas proyectivas, por el contrario, no comparan únicamente los resultados de un sujeto
con los de otros sino que se basan mucho en la atenta observación del caso por caso, no se
pueden estandarizar.
Psicología seleccionará la batería de pruebas a incluir en el estudio, mínimo tres máximo cinco,
y la secuencia de aplicación tomando en cuenta los siguientes criterios:
1) Edad cronológica
2) Nivel de escolaridad
3) Nivel sociocultural
4) Momento evolutivo del desarrollo
5) Elementos de la personalidad a investigar
Posterior a la aplicación de las pruebas se calificarán, analizarán e interpretarán los resultados.
Se integrará el estudio relacionando los hallazgos clínicos de las pruebas con la información del
expediente.
Al término del estudio, se anotarán los resultados e integración diagnóstica, en el registro
Pruebas Psicológicas y Clinimetría (8819-17).
La evaluación de la dinámica familiar, a criterio del EMT, se llevará a cabo cuando proceda
profundizar en el conocimiento de su estructura; por lo que la decisión de realizarse o no,
depende de las características del caso y del lugar de residencia de la familia. La información de
la entrevista familiar, se documenta en el registro Evaluación Familiar (8819-07).
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Valoración Sociofamiliar
El diagnostico social juega un papel muy importante en el conocimiento del niño/adolescente y
las condiciones que le han rodeado, esto implica investigar a diferentes niveles, con el fin de
tener un diagnostico integral que nos oriente hacia la terapéutica social que especialmente pueda
ayudarlos, el entorno social del perfil de niños que llegan a la UHNA guarda algunas
especificidades que habrá que tomar en cuenta para realizar un verdadero tratamiento y
rehabilitación integrales.
El ambiente social en que se desarrollan los niños/adolescentes, opera dentro de contextos
sociales específicos para cada caso en particular, investigando del micro al macro ambiente es
decir de su entorno familiar, a los diferentes grupos que forman su ambiente y la comunidad
misma a la que pertenece.
En el caso de la UHNA la valoración del Estudio Social es de carácter diagnóstico, enfocado a
conocer el estilo de vida del paciente, sus relaciones interpersonales, los lazos afectivos, la
dinámica familiar (en caso de existir) presente y su repercusión en la problemática adictiva. Más
allá de la familia, es de suma importancia conocer sus grupos de pertenencia, la ocupación del
tiempo, sus formas de recreación, nivel académico, ocupación laboral, intereses personales,
habilidades, problemas económicos y problemas legales.
Por otra parte, es importante detectar en la familia, el grado de compromiso y participación en el
tratamiento y rehabilitación, ya que esto apuntará a un mejor pronóstico para que el paciente se
mantenga en abstinencia, y pueda reinsertarse socialmente participando económicamente de
forma activa. Así mismo, el diagnóstico de la comunidad permite generar canales de
comunicación para que los pacientes participen de manera efectiva y productiva integrándose a
la sociedad misma. No es lo mismo atender a niños con familia que niños que vienen de
albergues y que volverán a estos.
La información obtenida a través de la entrevista deberá ser vertida en el formato Estudio Social
(8819-08). Con la finalidad de enriquecer y constatar las condiciones encontradas, se propone la
posibilidad de realizar visitas domiciliarias siempre y cuando la familia y/o representantes
legales residan en la localidad, esta intervención será registrada en el formato Visita
Domiciliaria/Rescate (8819-18).
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Los datos obtenidos permitirán integrar un Diagnóstico Social, el cual deberán ser registrados en
los Eje IV y V del DSM vigente, información útil para planear en conjunto con los integrantes
del equipo médico técnico (EMT), el tratamiento y medir su impacto, así como predecir la
evolución y pronóstico del paciente, de acuerdo a lo establecido en la NOM-028-SSA2-2009
(9.1.2.7).
NOTA: El diagnóstico integral (completo) del paciente ingresado, deberá concluirse en un plazo
no mayor a siete días.
SEGUNDO PROCESO
TRATAMIENTO DE LOS SÍNDROMES DE INTOXICACIÓN Y ABSTINENCIA
Es importante tener en claro que es de la relevancia tener un manejo farmacológico de los
cuadros de intoxicación y abstinencia tomando en cuenta la edad y peso de los niños y
adolescentes, así como las contraindicaciones en algunos medicamentos propios de la etapa de
los pacientes de la UHNA. Dicho tratamiento medicamentoso está indicado en el tratamiento de
manifestaciones agudas, y crónicas agudizadas que se presentan en el consumo reciente de una o
varias drogas.
Para esta condición clínica deberán considerarse un lapso de 2 a 4 semanas para lograr la
remisión de las manifestaciones clínicas patológicas. La estabilización médica constituye un
elemento indispensable para que el paciente se encuentre en condiciones favorables para
integrarse a las actividades que conforman el programa residencial de corta o mediana estancia.
Este tratamiento deberá llevarse a cabo preferentemente en un área aislada con bajos estímulos
sonoros y luminosos y bajo supervisión médica y de enfermería.
En caso de que algunos niños/adolescentes en desintoxicación ameriten vigilancia especial se
solicitará la presencia de un familiar y/o representante legal en los primeros 5 días,
especialmente por las noches.
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Una vez concluida la desintoxicación, se procede a la evaluación del niño/adolescente para dar
el Alta de este servicio y/o bien, proseguir con el tratamiento residencial. La evolución del
cuadro clínico se documentará siempre en los siguientes registros clínicos: Evolución (8821-03),
Indicaciones (8821-04), Hoja de Enfermería (8821-05) y Nota Clínica de Evolución (8819-15).
Este último formato es necesario para registrar la evolución y el ajuste de la dosis de
medicamentos o bien los cambios realizados durante el transcurso de su estancia en
desintoxicación, así como, para las consultas posteriores de farmacoterapia, indicando la hora en
que se hace la revisión o seguimiento del niño/adolescente por el psiquiatra o médico.
Cuando el niño/adolescente haya sido estabilizado, es conveniente motivarlo para que se
mantenga más tiempo en la unidad y se integre al Tratamiento Residencial de Corta o Mediana
Estancia o Centro de Día, recordando que la desintoxicación por sí misma rara vez es suficiente
para ayudar a las personas adictas a lograr abstinencia a largo plazo.
Si éste decide no continuar, dará el Alta del Tratamiento de los Síndromes de Intoxicación y/o
Abstinencia, llenando el registro Hoja de Egreso (8821-06), donde se anota en forma sintética la
evolución durante el proceso de desintoxicación, se anotan las indicaciones y sugerencias al
egreso.
Es de suma importancia tener en cuenta que hay pacientes que presentan agravamiento de los
síntomas iniciales durante el proceso de desintoxicación y abstinencia, por lo que deberá
evaluarse la pertinencia de ser referido a un servicio médico que tenga mayor infraestructura y
por ende brindarle la atención que precisa. En estos casos se elaborará el formato Referencia
(8819-14), se egresará al paciente llenando la Hoja de Egreso (8821-06) y cuando éste sea
estabilizado y retorne a la Unidad se hará el Reingreso (8819-13).
TERCER PROCESO
TRATAMIENTO DE PROBLEMAS CON SUSTANCIAS ADICTIVAS Y DE
CONDUCTA EN EL DESARROLLO
Comunidad Terapéutica (CT) en la infancia
El tratamiento propiamente dicho tiene por objetivo directo el tratamiento del uso y abuso de las
sustancias adictivas por parte de los niños/adolescentes, sin embargo, si bien ese es su objetivo
principal, nos percatamos que un tratamiento integral debe centrarse precisamente en el
desarrollo de los niños/adolescentes, permitiéndoles una reestructuración y/o reinvención de los
patrones hasta ahí aprendidos reconociendo la limitante temporal (en 3 meses no se modifica un
patrón de estructura subjetiva totalmente, pero puede avanzarse en esa dirección)
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La CT y el apego a sus principios, tiene impacto en el desempeño físico, cognitivo, emocional y
social en el niño/adolescente residente de un recinto hospitalario no tradicional como es la
UHNA, que funciona como continente temporal y promueve la adquisición sucesiva de una
variación en su estructura de lazo social que favorece el cuidado de sí y el cuidado del otro por
medio de la convivencia y el sentido de pertenencia que permite generar diversos patrones de
identificación que modifiquen los generales no deseados por el niño/adolescente.
En esta fase del programa se busca fortalecer la abstinencia y la mejoría general de la salud del
niño/adolescente en sus tres áreas (biológica-psicológica y social), apoyando principalmente a
los integrantes de la comunidad en la recuperación de habilidades y destrezas necesarias para
hacerle frente a la vida desde un lugar subjetivo distinto, tomando en cuenta el entorno en el
cual se reinsertarán.
En esta etapa se trabaja en el cambio de estilo de vida por medio de la modificación de los lazos
sociales de los niños y de una estructura “externa” distinta mediante la realización cotidiana de
actividades cuyos horarios pre-establecidos y seguidos con constancia inciden en la estructura
interna, en la interpretación que tienen del mundo externo y por ende en la socialización.
Aunado al tratamiento farmacológico una parte fundamental para alcanzar eficacia en este
proceso son las actividades grupales de la comunidad terapéutica, las cuales son actividades
psicosociales, reeducativo-formativas, laboral-ocupacionales, lúdicas y deportivas articuladas
por temas semanales que integran diversas acciones médico-psicológicas y sociales que dan
oportunidad de analizar conjuntamente con el personal a cargo, conductas, hábitos, situaciones
riesgosas, expresiones afectivas y actitudes. Estas actividades deben ser abordadas en forma
general o en pequeños subgrupos por edad, permitiendo encausar la comprensión de relaciones
causa-efecto y la asimilación de formas de respuesta más saludables concordantes con la etapa
de vida en que se encuentran.
De particular importancia en este momento del proceso terapéutico, es la participación de
familiares, representantes legales y/o tutores y la reinterpretación de las figuras de autoridad por
parte de los niños (tomando en cuenta lo desplegado en el apartado teórico), por lo cual la
conducción y coordinación de las actividades toma un matiz conciliador y firme a la vez.
Condición indispensable para coadyuvar a la integración emocional y la progresiva
reincorporación del niño al ámbito familiar y/o social inmediato.
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Adicionalmente y siendo fundamental propiciar que regrese al ámbito familiar inmediato (en el
caso de contar con ella), el tratamiento familiar se considera central en estos niños. Sabiendo
que posiblemente en muchos de los niños admitidos el contacto con la familia de origen es nulo
o bien altamente disfuncional y/o problemático, la intervención durante esta etapa se
intencionará al menos con el (los) tutor (es). En caso de que esta figura sea representada por la
institución de referencia (DIF), se propiciará en la medida de lo posible, un trabajo especial con
el profesional a cargo de cada menor, respecto a la función que en este sentido cumple durante
el proceso o tendrá posterior a él, es decir al término del tratamiento.
La CT propiamente dicha, se conforma por las siguientes acciones:
Recuperación Médica: Vigilancia Médica y Farmacoterapia.
Revisión Pediátrica (por interconsulta).
Programa Escolar.
Programa Personal: intervenciones terapéuticas individuales en casos excepcionales.
Terapia grupal.
Terapia y orientación familiar.
Asambleas.
Actividades grupales de la CT: psicosociales, reeducativo-formativas, laborales-
ocupacionales, lúdicas, y deportivas. (Ver Manual de Apoyo para Actividades de Comunidad
Terapéutica (http://www.intranet.cij.gob.mx/Archivos/Pdf/MaterialDidacticoTratamiento
/ManualCTFINALsep.pdf)
La duración de este segundo proceso en cada caso particular, depende de los avances logrados
en las áreas, mismos que variarán a la luz de la edad, y el grado de alteración que exista en la
salud física y en la conducta. No obstante ambos son elementos importantes, se privilegiará el
equilibrio relativo entre cada logro alcanzado, haciendo una revisión constante de cada
niño/adolescente tanto en forma individual como grupal, esto es, en una visión conjunta por
parte del equipo, con el propósito de determinar si los cambios son suficientes y pueden dejar de
ser monitoreados al interior del programa o bien pueden pasar a ser parte de las tareas a seguir
por parte de los padres.
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Es conveniente que la duración del tratamiento en la población infanto-adolescente mediante la
separación del ámbito familiar no sea prolongada. A diferencia de la población adulta donde el
alejamiento temporal ayuda a desconectar físicamente al paciente de familiares para trabajar en
lo simbólico los vínculos enfermizos o francamente patológicos, en el caso de los niños la
separación tiene un efecto que si bien no es necesariamente contrario, sí mayormente
impactante.
A menor edad la cercanía familiar es básica por el sentimiento de seguridad que proveen las
figuras parentales; a mayor edad, es decir, en los adolescentes lo es por la elaboración simbólica
de la entrada a la “adultez,” juventud propiamente. Lejos de procesar más fácilmente la
búsqueda de autonomía a través de la separación real de los padres, el apartamiento puede
llevarlo a experimentar un profundo sentimiento de abandono que de no ser trabajado
psicológicamente, tendrá adversas consecuencias en la integración de la personalidad.
Aun cuando la relación entre el adolescente y sus padres se aprecie conflictiva, la necesidad de
sostén existe más allá del reconocimiento que éste pueda hacer de ello. Consecuentemente los
actos rebeldes y con frecuencia desafiantes, son mecanismos protectores que funcionan ante la
dificultad de registrar conscientemente dicha necesidad.
Este tercer proceso está compuesto de 6 etapas que contemplan diversas metas a cumplir, las
cuales seguirán un orden lógico más que cronológico:
METAS DEL MENOR POR ETAPAS
Etapa I Adaptación
- Expresar en actitud y palabra, disposición para permanecer en la Unidad.
- Seguir indicaciones del Equipo Médico Técnico. (El EMT deberá dar las indicaciones de
forma respetuosa, sin violencia ni discriminación)
- Respetar el reglamento de la Unidad y a todo el personal que colabora en esta.
- Que los pacientes respeten los horarios de actividades, así como de hora de levantarse y
dormir.
- Integrarse a las actividades del programa, con buena actitud y de manera puntual.
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Etapa II Autocuidado
Las metas de la Etapa I más:
- Alimentarse sanamente consumiendo los alimentos dados en el comedor de la Unidad.
- Procurar la higiene.
- Baño diario.
- Cambio completo de ropa al día.
- Lavarse los dientes 3 veces al día.
- Mantener las uñas de manos y pies limpias y cortas.
- Lava su ropa.
- Mantener en buen estado su ropa, solicitando ayuda cuando se le descose o rompe, para
repararla si es posible.
- Lava y mantiene limpia la ropa de cama.
- Limpia y mantiene la limpieza todo el día de la habitación.
Etapa III Sentido De Pertenencia
Todas las metas de la etapa I y II más
Tareas de Cuidado de la Unidad
- Modelar las actitudes superadas en la etapa I y II para fungir como modelo de los compañeros
de recién ingreso.
- Cuidar y promover el cuidado de mobiliario y material de trabajo.
- Fomentar la limpieza en sus compañeros y mantener la unidad limpia.
- Depositar la basura en su lugar.
- Motivar a los compañeros de recién ingreso en la participación de las actividades.
- Compromiso en trabajo terapéutico.
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Etapa IV Desarrollo Académico
Todas las metas de la etapa I, II y III más
- Avances con evidencias en su desarrollo académico:
- Los que están en condiciones de regularizarse en primaria y secundaría en el programa de
IEEA (Instituto Estatal para la Educación de los Adolescentes y Adultos)
- Tener el hábito de lectura, aquellos que no sepan leer o escribir se les apoyará en un proceso
de alfabetización.
- Presentar exámenes, estudiar para los mismos y tener calificaciones aprobatorias
- Pedir al EMT ayuda si presentan dificultades
- Los que no cubren requisitos para IEEA
- Serán evaluados en habilidades de aprendizaje y participaran en un programa especial acorde
a las necesidades detectadas.
- Trabajaran con entusiasmo en su desarrollo de habilidades académicas
- Concretaran un proyecto para integrarse a la escuela al egresar de la unidad.
Nota: Estas actividades deberán llevarse a cabo por la mañana debido a que diversos estudios
revelan que el conjunto de los procesos cognitivos en los niños pueden ser aprovechados y
optimizados en el horario matutino.
Etapa V Responsabilidad Hermano Mayor
Todas las metas de las etapas anteriores más
- Es ejemplo en actitud de entusiasmo en las actividades.
- Realizar sus actividades con calidad.
- Guiar y apoyar a los demás cuando requieren ayuda.
- Si observa en crisis (de salud física o emocional) a algún compañero, lo escucha y reporta al
personal en turno.
Es ejemplo en actitud de respeto a todo el personal
Comparte con intención lo que ha aprendido y le ha ayudado a resolver los conflictos vividos en
su proceso de recuperación.
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Habla (con su terapeuta o personal en turno) de ansiedades que le generen riesgo de consumo o
retroceso en su tratamiento.
Cuando identifican necesidades de apoyo al personal para un mejor desempeño del programa
hacen propuestas y se proponen para realizarlas si está en sus posibilidades y es aprobada su
involucración.
Llegar a esta etapa es estar a punto de alcanzar la cima del tratamiento, el paciente ha hecho su
mejor esfuerzo y por ello está listo para tener beneficios especiales, que ha ganado con su
esfuerzo y disposición, por lo anterior se le permitirá:
- Coordinar los encuentros
- Proponer actividades para incluir en el programa
- Coordinar actividades con supervisión y apoyo del personal responsable en turno.
- Acompañará a alguien del personal a alguna salida ejemplo: entregar oficios, comprar agua,
etc.
- En salidas podrá ser copiloto si lo desea.
- Podrá sugerir programas para televisión, películas y música para que todo el grupo las
disfrute (evitando violencia o alusivas al consumo).
- Al ingreso de un nuevo compañero se le asignará la tarea de apoyar sui integración al
programa y Unidad.
- Con apoyo del personal coordinara asambleas generales para informar a los familiares que
asisten a visita, los avances y logros del grupo en el último mes.
Etapa VI Proyecto De Vida
Todas las metas de las etapas anteriores más
- Prepararse para la despedida y el egreso.
- Escribir lo más importante de su estancia en este lugar.
- Elaborar, con la ayuda del EMT, un Proyecto de Vida en:
La Familia.
Concretar su plan de Prevención de Recaídas.
La escuela.
Actividad Deportiva.
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Ocupación del Tiempo Libre.
Como Hacer Nuevos Amigos al Salir.
Si hay condiciones también hará un proyecto para integrarse a la actividad laboral y/o
educativa (dependiendo de la edad).
En el transcurso de las 6 etapas anteriormente mencionadas, deberá asistir a los siguientes 5
servicios:
Farmacoterapia;
Psicoterapia grupal;
Psicoterapia familiar; (en el caso de no contar con familia, se intencionará la participación
de responsables legales, y/o tutores).
Grupo de familiares; (En el caso de no contar con familia, se intencionará la participación
de responsables legales, y/o tutores).
Actividades terapéutico rehabilitatorias.
CUARTO PROCESO
PREPARACIÓN PARA EL EGRESO
En el cuarto proceso se va constituyendo un tiempo de progresivo desprendimiento de los
niños/adolescentes con respecto a sus pares y al EMT, se trata de irlos preparando, por medio de
la generación y reactivación de respuestas adaptativas puestas en juego al ingreso y los
progresos alcanzados durante el tratamiento en esta área, es decir mostrando explícitamente su
proceso y los usos que tendrá en su vida cotidiana.
La CT genera un sentido de pertenencia a los niños/adolescentes, el cual deberá ser
paulatinamente trasladado al entorno “real” del niño adolescente. En este sentido el tratamiento
fluctúa entre la paulatina adaptación y estabilización requerida para la integración a la
comunidad, a la separación de ese grupo temporal de apoyo y soporte emocional (representante
de la matriz vincular materno-filial gestora de la re-conexión del niño/adolescente con su nivel
de desarrollo) personificado por el personal de la Unidad y por el programa terapéutico mismo.
Pese a la plasticidad característica del niño/adolescente, el progreso en la vinculación-
desvinculación con el grupo es paulatino, razón por la que se requiere de un lapso propio y
personal para prepararse.
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El objetivo de esta etapa es generar las condiciones de retorno a la familia de origen o a un
hogar sustituto, por ende, al igual que en el tratamiento residencial adulto, es factible la
implementación de permisos terapéuticos, que más que incentivos, en los niños/adolescentes
significan un tiempo de preparación y ejercitación de pautas de relación aprendidas que darán
cuenta de cambios operados en y por el tratamiento. La separación de la comunidad de la que
hasta entonces es parte, en este caso simboliza el duelo por el grupo, por los profesionales y en
sí por la experiencia vivida en el espacio continente de la Unidad, de ahí que se promueva
preferentemente el permiso terapéutico de fin de semana por una o dos veces cuando menos,
antes del egreso formal.
Dichos permisos deberán ir acompañados de recomendaciones al niño/adolescente y a los
familiares, las cuales deberán revisarse al retorno y hablarse en los espacios de intervención
individual y grupal con el objeto de convertirlas en experiencia para todos los integrantes de la
comunidad.
Acompañar el acto (experiencia) con la expresión hablada, es unir el pensamiento y las
emociones; acción básica e intervención que usada frecuentemente servirá de guía para
concientizar. Esto es lo que hace terapéutica a una actividad, principalmente cuando se conjunta
con una actitud positiva y de confianza transmitida del profesional al niño/adolescente.
A la luz de los objetivos y por ser la etapa final del tratamiento, en la preparación para el egreso
cuya duración será de 2 a 4 semanas se trabajará en los siguientes aspectos:
Orientación.
Proyecto de vida.
Reinserción y Prevención de recaídas.
Tareas de desarrollo.
Estos se desarrollarán mediante intervenciones individualizadas (aun así sean grupalmente)
donde se elaborará un plan de vida individual y familiar y se preparará la reincorporación
educativa formal e informal según se requiera, así como el retorno a la familia o al hogar
sustituto.
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Para estas intervenciones se requerirá un contacto más estrecho con la familia, con el tutor y/o
persona responsable de la institución de referencia, con quien (es) se establecerán tareas propias
de la edad y vinculadas con los aspectos trabajados durante el tratamiento e importantes de
reforzar una vez que el menor concluye el programa terapéutico.
Particularmente la reinserción y la prevención de recaídas tienen por objetivo incidir en el
establecimiento del estilo de vida saludable para el niño/adolescente y su entorno, por
consecuencia en las últimas semanas podrán implementarse y reforzarse los fines de esta etapa y
del tratamiento en su conjunto con los siguientes talleres:
Habilidades para la vida.
Autoestima.
Asertividad.
Proyecto de Vida.
Educación para la salud.
El egreso como consecuencia lógica de haber alcanzado los objetivos del programa puede
sugerirse cuando se observen cambios en:
- Los problemas médicos y psicológicos relacionados con el consumo y abuso de sustancias.
- La disminución de conductas disruptivas o de búsqueda.
- La expresión verbal de ideas, sentimientos y emociones relacionadas con situaciones de
riesgo y daño ocasionado por el consumo de drogas.
- Las actitudes hacia la relación con adultos y familiares, basadas en mejores formas de
comunicación y control de su propia conducta.
- Las relaciones interpersonales y formas de socialización.
- El manejo de situaciones problemáticas.
- Las actitudes hacia la escuela y mejora en el rendimiento con posibilidades de
reincorporarse al medio escolar.
- La integración al grupo social que le corresponde.
- El cumplimiento de tareas, asignadas y la participación en actividades psicoterapéuticas y
psicosociales calendarizadas.
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En mayor o menor grado, los cambios operados, serán la base para establecer el mejor momento
para el egreso y para la determinación de las condiciones clínicas de la terminación propiamente
dicha del tratamiento, las cuales podrán consignarse evaluando y precisando el logro parcial o
total respecto a lo detectado a la llegada del niño/adolescente a la Unidad. De esta evaluación
surgirán y se definirán las tareas específicas que se darán la familia al despedir al
niño/adolescente de la Unidad.
El egreso es una actividad clínica que marca diferencias importantes entre un antes y un
después, de ahí que constituya el cierre de un período que pondrá al niño/adolescente en una
condición de ser ex-paciente y por lo mismo “graduado” lo que hace que sea un momento vital.
En este sentido, la despedida es mayormente valiosa en los niños porque actúa como un recurso
de recomposición que al vivirse como experiencia y sobre todo al acompañarse de la expresión
verbal, y de la escucha sobre la impresión que los otros tienen de él, facilitará la salida de la
comunidad y el retorno a la cotidianidad.
El duelo en el niño/adolescente habitualmente es fuente de angustia, por la cercanía que estas
etapas de la vida tienen con las primeras vivencias de desprendimiento de las figuras infantiles
que normalmente suelen ser dolorosas. Cuando ha estado presente el consumo de sustancias en
alivio a sensaciones de abandono y como remedio a, y para enfrentar la dura realidad fuera del
hogar, el tránsito para dejar la comunidad puede despertar aún más incertidumbre máxime si
regresará a una familia sustituta, poco agradable para él.
En tanto la salida rememora separaciones pero a la vez implica adaptarse de nuevo a situaciones
anteriores, el objetivo del egreso es justamente darse cuenta del término de una etapa y del
inicio de otra en la que las sustancias de consumo han sido cambiadas por opciones saludables y
apropiadas a la etapa infantil o adolescente en que se encuentran.
Así pues la despedida del niño/adolescente por parte de la comunidad será un acto significativo
que tendrá lugar en un día especialmente planeado en el que se realizarán actividades especiales
consistentes en:
- Asamblea Comunitaria de Despedida.
- Entrega de tarjeta de despedida con mensajes de los profesionales.
- Actividades psicoeducativas especiales (elegidas previamente por el paciente que egresa).
- Comida especial ex profeso incluyendo a su familia.
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La despedida es una celebración en cuya organización participará toda la comunidad. Su
planeación y preparación podrá realizarse durante 2 ó 3 días previos, elaborando lo necesario al
interior de las actividades del programa psicosocial.
Se sugiere la escritura de mensajes escritos por parte de los niños/adolescentes para el
compañero que egresa, o bien de algún otro objeto elaborado en conjunto para ser entregado en
la despedida. Se trata de elaborar un objeto simbólico que otorgue sentido etapa de trabajo
terapéutico que finaliza y marca una diferencia entre un antes y un después. Objeto que será más
significativo si conlleva el sentir de quienes lo acompañaron en el proceso.
La despedida por parte de los profesionales tiene un carácter especial y abarca de manera formal
la apreciación de los cambios logrados, base de los mensajes y recomendaciones que en su
momento harán al menor que egresa. Si bien son más propias de hacerse en grupo en el espacio
de una asamblea comunitaria, existe la posibilidad de dar un espacio individual si el caso lo
requiere, además de un tiempo en el que se reunirá al niño/adolescente con la familia para
establecer las tareas y compromisos correspondientes.
Habiendo precisado el alcance parcial o total de los cambios operados a la luz de las situaciones
detectadas al inicio del tratamiento, al momento del egreso se darán las sugerencias de manejo
(previamente definidas y acordadas por el Equipo Médico Técnico) que sean pertinentes tanto
para que se sostengan los cambios logrados como para que se consoliden aquellos que hayan
quedado en proceso, toda vez que es tarea de la familia o personas responsables de los menores
atender y estar al pendiente de sus necesidades y de enseñarles la mejor manera de manejar las
situaciones que se les presentan.
Al egresar deberá llenarse el formato Hoja de Egreso (8821-06).
QUINTO PROCESO
SSEEGGUUIIMMIIEENNTTOO
Anclado a la condición de egreso, puede llevarse a cabo dentro de la Unidad o a través del
contacto con la institución de referencia. Asimismo puede optarse por la derivación a otro
programa institucional, de existir alguno pertinente a la edad del niño/adolescente.
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El seguimiento en sí tiene por finalidad mantener un contacto con el binomio:
niño/adolescente-familia, ex-paciente, además de prolongar los alcances del tratamiento una
vez que el retorno a la cotidianidad ha acontecido con la consecuente incertidumbre respecto al
sostenimiento de la abstinencia, de las mejoras médico-psicológicas y de los cambios
conductuales, interpersonales y familiares.
El curso del seguimiento es factible por un período de 3 a 6 meses o prolongarse hasta por un
año, en los casos de mayor compromiso con posibles recaídas o en los que las condiciones
socio-familiares se aprecien altamente riesgosas para empujar de nuevo a la disfuncionalidad
familiar o a la persistencia de conductas desadaptativas.
Como prolongación de la atención, per se y llevado a cabo por parte del personal de la Unidad,
se establecerá de manera formal previo a la salida del niño, ya que es sustancial el compromiso
de los adultos responsables de él en esta parte del programa.
Para tal formalización se definirá el calendario de citas y/o actividades a las que deberán
acudir, el cual se comentará con la familia y se entregará el día de su despedida.
Para aquellos casos que no puedan llevar a cabo el seguimiento en la Unidad, cabe la
posibilidad de que se derive a los padres a los grupos de orientación existentes en la consulta
externa, una vez que ha concluido el programa. Esta alternativa será útil para que los padres
mantengan contacto con la institución y simultáneamente obtengan mejores herramientas de
manejo con sus hijos.
Toda derivación, independientemente a donde se haga, contemplará la elaboración de un
resumen clínico completo, mismo que será enviado a la institución o Unidad Operativa
institucional a la cual se refiera.
écnica
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