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El legendario Tino Nevárez

(Un tigre de la montaña)

De: Benjamín Luna Lujano

Gabriela Gpe. Moreno Nevárez

Jorge Hayashi Jiménez

(Tino Nevárez acompañado de una cantinera en un bar de Los Estados Unidos

de Norteamérica (1951).

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3

“Sólo los libros nos sacaran de la barbarie,

José Vasconcelos”.

A nuestro estimado y querido maestro,

Adrián García Cortés porque con sus

regaños y sabiduría nos ha enseñado a

amar los libros, así como la historia,

que Dios guarde muchos años.

Corrector de estilo: Teodoso Navidad Salazar

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4

Créditos de ilustraciones

Fotografías tomadas de El Sol de Sinaloa

1 Tractor. La moderna tecnología del tractor desplazó a la fuerza animal y al arado en

la agricultura sinaloense

2 Cerveza Gallo, Yaqui y Humaya, alegraban los rumbosos bailes de los culiacanenses

3 Edificio de El Sol de Sinaloa y el patio de maniobras de El Tacuarinero (1956).

4 En el aeropuerto El Palmito, Culiacán, Sinaloa, se fraguo el espectacular asalto a un

avión que transportaba la raya de los trabajadores del mineral de Nuestra Señora

(1963)

5 Agentes judiciales en vida, asesinados posteriormente por la banda de Concepción

Gastélum (El Loncho), en el rancho Los Huizachez, Mocorito, Sinaloa; hechos que

influyeron meses después en la masacre de Río de los Barragán

6 Sr. Antonio García y su hijo Ismael fueron detenidos en un campo agrícola de Costa

Rica, Sinaloa, por ser miembros de la banda de Tino Nevárez (1960)

7 Anastacio (Tacho) Murillo, reo del ejército, acusado de ser el cerebro de la banda de

Tino Nevárez (1960)

Del libro Cosalá: Pueblo minero, pueblo mágico

1 Camioneta Ford de ocho pasajeros, único medio de transporte público motorizado

en la ruta Guadalupe de los Reyes, Culiacán, Sinaloa, (1943).

2 El Trimotor cruzaba los aires de Tayoltita y Guadalupe de los Reyes llevando barras

de oro y plata rumbo al puerto de Mazatlán

3 Inauguración del mineral de Nuestra Señora. En la imagen se puede reconocer al

gobernador de Sinaloa Dr. Rigoberto Aguilar Pico, Sr. Schilissinger, superintendente

del mineral y otras personalidades.

4 Colonia Las Palmas, aposentos de los empleados de confianza de la compañía

(ASARCO), Unidad Nuestra Señora.

Fotografías proporcionadas por el Ing. Salvador Valencia, responsable del proyecto

de la nueva biblioteca del municipio de San Ignacio, Sinaloa.

1 Edificio donde estuvo preso Tino Nevárez, rehabilitado como biblioteca pública

(2013).

2 Celda donde estuvo prisionero Tino Nevárez, San Ignacio, Sinaloa (1944).

3 Espacio de recreación de quince metros de ancho por veinte de largo donde según

Tino Nevárez sacaban a los presos a tomar baños de sol, momentos que aprovecho

para fugarse (1944).

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Índice Dedicatoria 3

Créditos de las ilustraciones 4

Semblanzas

Prologo 12

Introducción 15

CAPÍTULO 1

ANTECEDDENTES

Sustitución de importaciones y su impacto en la sociedad mexicana 19

El Milagro Mexicano (1958-1970) 19

Culiacán, y la bonanza de la presa Sanalona 20

La sierra, el contraste 25

Producción de oro y plata 26

Las huelgas de Nueva Rosita, un movimiento reprimido 28

por el gobierno federal

Radiografía de pueblos mineros en la década 40s 50

s 29

Guadalupe de los Reyes 30

En pinganías 35

Fiestas patrias en Guadalupe 35

La cárcel donde estuvo preso Heraclio Bernal 37

Ya existía la violencia 37

Familia Nevárez Sánchez 38

Tino el mejor hachero de la región 40

Carboneras del rancho El Tablón 40

Producción de carbón 40

Camino a los valles 41

Trajinar de Guadalupe 42

Abasto de alimentos 43

Ranchos satélites de Guadalupe 44

La yegua del cencerro 44

El reloj del pueblo 45

La arriería en Guadalupe 46

El ensaye 46

El trueque en Guadalupe 46

Hija bájale los calzones a ese hombre y agárrale los huevos 46

Los caciques se aprovechaban de nuestra pobreza 47

Motivos del cierre del mineral de Guadalupe de los Reyes 47

Tayoltita cuna de oro y plata 47

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6

William Randolf Herst, propietario del mineral de Tayoltita 49

Mineral de Contraestaca 50

Ropa para la Cruz Roja de Inglaterra 52

Mueren los Gorras Prietas 52

El crimen de Contraestaca 54

Vuelan las minas con dinamita 55

Silicosis enfermedad del minero 55

Nos bañaban como animales 56

Humillación a los mineros 57

El método de la piedra 58

La roca recogida en trenecitos 59

Robo hormiga de oro y plata 60

Caballitos y choricitos 61

Puras parrandas 61

Vinaterías y cantinas 61

Destino de un oriental 63

Un asiático bolero 63

Mecánico de aviación 63

Fundidor de metal 63

Un chino con costumbres mexicanas 64

Trampas al chino 64

El proceso de beneficio 64

El Güerillo Salcido 65

Atentado contra un hijo de Juan Manuel Ley 65

Vecinos de la colonia extranjera 67

Éxodo de taltotillenses 67

El Dios de la pobreza 67

Las radiantes venas del mineral de Cosalá 68

CAPITULO 2

¿QUIÉN FUE TINO NEVÁREZ?

¿Quién fue Tino Nevárez? 72

La tragedia de Tino 73

Cinco mil pesos de recompensas 74

Tino no era ventajoso ni chapucero 75

El secuestro de un Quintana 75

Pidió de rescate sólo lo que ofrecían por su cabeza 76

Se remonta a las alturas 76

Influencia de Heraclio Bernal 76

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7

Los cinco pesos 77

Muerte de Austreberto, segunda tragedia 77

Tino era muy matrero 79

Tino, barretero en Tayoltita 80

Por los aires, barras de oro y plata 82

El Gitano en la Batería 83

Tino y El Gitano 84

CAPÍTULO 3

EL REGRESO

El regreso 87

Cinco años de sequía 87

Árboles del Edén 88

El apomo 88

Tino Nevárez, segunda etapa de bandolero 89

Me tocó ver un asalto de Tino Nevárez 90

Nunca lo detuvieron porque no lo conocían 91

Para que no los estrujen 92

El bandolero sin rostro 92

Disfrazado de carbonero 94

La muerte de un bandolero 95

El Águila Negra 97

Asaltos al mineral de Nuestra Señora 99

Primer asalto 100

Segundo asalto 101

Se exime de culpa a Tino Nevárez 104

Alegre y parrandero 104

Masacre en Río de los Barragán 106

Hablan los periódicos 106

Perra maldita 115

Continúa la rencilla 116

Se aclaran lo hechos 117

Bailando con la muerte 118

Noche de Terror 119

Último asalto del Bravo de Cosalá 123

Capitán Anselmo Zermeño, la soberbia lo mato 124

Cambio de gobierno 128

La orden vino del centro: detener a Tino vivo o muerto 129

La estrategia 129

La guerra 130

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8

Dos mil soldados de línea persiguen a Tino, lo quieren vivo o muerto 130

Tino suma adeptos a su gavilla 131

El Tigre alardeaba de valiente 132

El niño no chilló 133

La sierra, un infierno 133

Masacre en Quenibas 134

Mueren mujeres, niños y bebés 134

Persecución de Tino Nevárez 137

Entrevista a Herberto Sinagawua 137

Tino, herido de un balazo 140

Tres veces más de lo robado se gasta en perseguirlo 141

Juez menor encubridor de Tino 142

Serranos se quejan de los militares 142

Angustiada la madre de Tino, ruega porque se entregue a la justicia 143

Decepcionados los federales 145

Confusos los informes sobre la muerte de Tino 146

Tino no ha muerto 146

Condiciones geográficas de Cosalá, años 40s 50

s 148

Diez mil pesos de recompensa, misma que se ofreció 149

por la cabeza de Bernal

Uno más de la banda de Tino en manos de la justicia 150

La lucha por ser hombre de bien 150

CAPITULO 4

¿DÓNDE QUEDÓ TINO NEVÁREZ?

¿Dónde quedó Tino Nevárez? 152

Pancho Nevárez un joven de muchos pantalones 152

El encuentro 153

Un pacto con Dios y el Santo Niño de Atocha 153

Trecientos kilómetros a pata con el botín en los hombros 154

Costa Rica sitiado por el ejército 154

Durmiendo con el enemigo 154

Detención de Servando 155

Seis meses bajo Tierra 156

Pura limonada 158

Vi a un Tino ojeroso y demacrado 158

Plebe travieso 159

Aquí sesteando 160

Préstamo de trecientos pesos 160

Indumentaria del bandolero 160

De Las ilusiones a la frontera 161

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9

Es Tino, pendeja 161

Una maestra de muchas agallas 162

Las mujeres de Tino 163

Directivos de Nuestra Señora 164

Probable clausura del mineral 166

Que no cierra la empresa 167

Vuelven a merodear los Tinos 167

Desapareció la banda de Tino 168

Capturados tres feroces asaltantes que andaban con Tino 168

Otro lugarteniente de Tino es detenido 169

Uno más de la banda es trasladado a la capital 170

Cómplices de Tino cayeron en manos de la justicia 170

Confirman prisión para un gavillero 172

Mitad realidad, mitad leyenda, se entregó El Güerillo Salcido 173

Después de cuatro años lo detuvieron 175

¿Quiénes fueron los miembros de la banda de Tino? 175

Zonas de influencia y bases de apoyo 176

Surge el corrido 178

Cuco Nápoles 180

Ezequiel Peña y sus versos 180

Detenido por el ejército 181

Vuelve Tino Nevárez (segundo corrido) 183

Surge la leyenda 185

Un hermano de Tino 187

Hombre noble y hospitalario 187

Un espectacular asalto 188

Detienen al cerebro de la banda de Tino Nevárez 190

No le sacaron nada en claro a Tacho Murillo 194

El último hombre de Tino 196

Viaje a Campanillas 197

Guía de soldados 200

Alimento para los federales 202

Campanillas donde El Tigre ruge 202

Arrollo de Guasimillas 203

Conclusiones 221

Anexo (Tino Nevárez, mi verdad) 224

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SEMBLANZA

Benjamín Luna Lujano

Cronista honorario de la sindicatura de Costa Rica, Culiacán de Rosales,

Sinaloa.

Nació en Costa Rica, Culiacán de Rosales, Sinaloa, México, el 3 de octubre de

1955.

Cursó La Maestría en Historia y la Licenciatura en Psicología en la

Universidad Autónoma de Sinaloa, así como la especialidad en Ciencias

Sociales en la Escuela Normal Superior de Mazatlán, Sinaloa.

Miembro fundador de la Crónica de Sinaloa.

Miembro del Patronato Cultural Valle de San Lorenzo.

Premio Nacional de Crónica Contemporánea 2007, por la Asociación

Nacional de Cronistas de Ciudades Hermanas.

Cofundador de la Unidad Académica Preparatoria Carlos Marx de Costa Rica,

de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Secretario Académico de la Preparatoria Carlos Marx durante (1992-1997).

Consejero Universitario durante el periodo 2007-2009.

Consejero Técnico durante el periodo 2009-2011.

Autor de las siguientes obras: Origen y Ocaso del Ingenio Rosales; Azúcar,

Sal y Miel, Medio Siglo de Futbol en Costa Rica; Crónica de una Institución

Educativa; Costa Rica, Historia de un Pueblo Azucarero (coautor); Costa

Rica: Del Ingenio a las pirámides; Entre Papas y Cebollas: Mercados del

Municipio de Culiacán; Historia del Transporte Público en Culiacán (1872-

1980).

Actualmente labora como maestro de tiempo completo en la preparatoria de

Costa Rica de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Gabriela Guadalupe Moreno Nevárez Nació en la ciudad de Costa Rica, Culiacán, Sinaloa, México, un 24 de marzo

de 1960, siendo la segunda de una familia de ocho hermanos.

Ha sido Secretaria Administrativa de la Facultad de Medicina de la

Universidad Autónoma de Sinaloa (2000-2003).

Colaboradora del Proyecto de Acreditación de la Facultad de Medicina

(2003-2006).

Secretaria General de la Delegación Sindical de la Facultad de Medicina

(2006-2009).

Actualmente es profesora e investigadora de Tiempo Completo Titular “C”,

impartiendo las asignaturas de Bioquímica General con Laboratorio y

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Seminario y, Bioquímica Médica con Laboratorio en la Facultad de Medicina

de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Durante sus años de servicio a conducido 27 generaciones de médicos

asesorados de la Facultad de Medicina.

Jorge Hayashi Jiménez

Nació en Costa Rica, Culiacán, Sinaloa, México, el primero de marzo de

1956.

Realizó estudios primarios en la escuela Gral. Antonio Rosales de Costa Rica,

Sinaloa; secundaria en la escuela Ignacio Manuel Altamirano de Los Mochis,

Sinaloa; bachillerato en el colegio Cervantes, en Culiacán, Sinaloa y estudios

profesionales en la facultad de Contabilidad y Administración de la

Universidad Autónoma de Sinaloa, durante (1971-76).Es egresado del Centro

de idiomas de la (UAS), con especialidad en Japonés.

Secretario de la Asociación de Descendientes Japoneses de la Ciudad de

Culiacán, Sinaloa.

Secretario del grupo GUÍA durante (1999-2008).

Consejero de Cruz Roja, Costa Rica (2008-2009).

Actualmente labora como comerciante en la sindicatura de Costa Rica,

Sinaloa, donde es propietario de una nevería y pastelería.

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PRÓLOGO

Agradezco la distinción de la que he sido objeto de parte de los autores, al

permitirme escribir sobre este libro que trata de la vida del Sr. Florentino

Nevárez Sánchez, personaje que, siendo niño conocí a través del corrido, pero

sobre todo, por las pláticas entre la gente de la comunidad donde crecí,

cercana a Costa Rica.

Recuerdo que el tema era obligado entre los adultos de la época. Las charlas

surgían algunas veces en momentos en que los hombres del campo, como mi

padre, hacían espacio después de primera jornada de trabajo, para tomar sus

alimentos. Otras veces, por las noches en que las gentes descansando de las

fatigas del día, entre charlas y risas en torno a una hoguera, contaban leyendas

sobre espantos y aparecidos, y también surgía de improviso el tema sobre

hazañas atribuidas a Florentino Nevárez. Sin duda que el corrido de Los

Broncos de Reynosa, contribuyó a acrecentar la fama del personaje que aquí se

trata.

Benjamín Luna Lujano, Gabriela Guadalupe Moreno Nevárez y Jorge Hayashi

Jiménez, han realizado un trabajo de investigación, serio, sustentado en

bibliografía y hemerotecas. Han hurgado en archivos públicos y privados;

viajaron por lugares donde el Sr. Florentino Nevárez Sánchez, vivió de

manera intensa los acontecimientos aquí relatados. Estos investigadores han

recogido los testimonios de parientes y amigos del legendario personaje, así

como de quienes sin conocerlo, tuvieron noticias a través de periódicos de la

época o de la vox populi, que construyeron su leyenda.

Es importante destacar que reconociendo en todo lo que vale el gran esfuerzo

de la investigación, el mayor mérito lo constituye el hecho haber logrado ir a

la fuente primaria, que no es otra cosa que la versión del protagonista, quien

accedió a contar su verdad: el Sr. Florentino Nevárez Sánchez, quien decidió

romper el silencio después de más de 60 años para aclarar de una vez por

todas cuanto se haya dicho, sin ser cierto. Un silencio autoimpuesto de manera

prudente, para proteger, no sólo su vida, sino la de muchos de sus familiares,

evitando alguna represalia, de parte de algún descendiente de aquellos, a quien

tal vez su conducta, pudo haber lastimado.

Al adentrarnos en el contenido del libro, encontramos en un primer momento,

una descripción acertada de los autores sobre cómo, la incipiente agricultura

en el valle de Culiacán empezó a desarrollarse a pasos agigantados con la

apertura de la presa Sanalona, construida sobre el cauce del río Tamazula, para

convertirse en el emporio agrícola de México, y en contraste, “retratan” con

magistral prosa, las condiciones de miseria en la que transcurría la “vida” de

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los habitantes de la sierra de Sinaloa, y de aquellos que laboraban en los

centros mineros que, no obstante el oro y la plata, extraída por sus callosas

manos, veían con profunda tristeza, esfumarse hacia otras latitudes, ya fuera

por las vías férreas o a través de buques de gran calado que surcaban las

procelosas aguas del océano Pacífico, el producto de su esfuerzo, mal pagado.

Los autores rememoran las manifestaciones por mejores condiciones de vida

de mineros como fue el caso de Nueva Rosita, Coahuila, y la represión de que

fueron objeto, por el gobierno federal. Hacen una radiografía de los pueblos

mineros de la época y su vida cotidiana, entre ellos Tayoltita, Contraestaca,

Guadalupe los Reyes; destacando fiestas, tradiciones, costumbres, violencia y

tragedias vividas; narran el auge y ocaso de los centros mineros, así como los

abusos de caciques que aprovechaban la ignorancia y necesidades de la gente

para explotarlos; de igual manera nos cuentan cómo empezó el éxodo de

cientos de familias a los valles de Culiacán, en busca de mejor destino. Es

importante destacar que con la instalación del ingenio azucarero de la Central

Sanalona, en lo que hoy es la ciudad de Costa Rica, jugaría un papel de suma

importancia en la vida de miles de personas, llegadas de muchas partes del

país, en búsqueda de empleo y una mejor suerte.

Con prosa fácil y amena los autores nos dan a conocer los orígenes de la

familia Nevarez Sánchez; la forma en que se ganaban el sustento diario y las

carencias de la gente de los pueblos de la sierra antes de trabajar en los

minerales. Más adelante los investigadores entran de lleno a la vida del

personaje. A través de sus páginas nos cuentan no sólo su origen, sino también

cómo fue que su vida apacible, se convirtió de pronto en un remolino que lo

elevó para ir al encuentro con su destino, pasando de ser un humilde

trabajador, a hombre buscado por la justicia, donde el gobierno puso precio a

su cabeza.

Se narran en este documento las primeras hazañas del personaje; el cobro del

rescate por un secuestro, por el que Tino Nevárez únicamente pidió lo que se

ofrecía por su captura, y cómo en la Sierra Madre, y en los habitantes de los

pueblos encontró protección y abrigo para no caer en manos de sus

perseguidores.

Destacan los autores la saña y crueldad con que el gobierno trataba a los

moradores de aquellos lugares para que lo entregaran o dieran pistas para su

captura; observan también que lejos de aquello, lo protegían, porque veían en

Tino Nevarez, no sólo al bandido, sino al benefactor que en muchas ocasiones

solucionó problemas de salud, alimento y ropa, con el producto de sus asaltos.

Nevarez Sánchez se convirtió muy pronto en hombre justiciero, ante los

abusos del gobierno que desplegó cientos de soldados en su búsqueda. Esas

acciones jamás fueron olvidadas por la gente de la sierra; tal vez en ese

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agradecimiento, se escondió el misterio de la sobrevivencia del famoso

barretero, que sufrió en carne propia la miseria.

La historia contada en estas páginas no tiene desperdicio. A través de ella, el

lector se dará cuenta del otro mundo: el de los oscuros socavones, en que

transcurría el tiempo de aquellos hombres; las humillaciones de qué eran

objeto por infames capataces. Conocerá cómo era su vida cotidiana, en qué

empleaban su tiempo libre los barreteros; también nos hablan los autores de

los comerciantes que llegaban a los centros mineros y las primeras

manifestaciones de inconformidad ante los salarios de miseria pagados por las

compañías mineras.

Resulta interesante conocer las crónicas de los primeros, así como de los

últimos asaltos de Nevarez Sánchez, contados, no por la prensa o por la voz

del pueblo que lo elevó al pedestal de héroe, sino lo que relata en este

documento el propio protagonista, quien rompe el silencio y con ello ofrece su

versión de los acontecimientos que transformaron su vida en claros oscuros.

¿Cuál fue la circunstancia que lo envolvió en el torbellino del bandolerismo,

pero que no le hizo perder su origen de hombre justo? ¿Quiénes fueron sus

hombres de confianza? ¿En verdad fueron tantos los asaltos que le

adjudicaron? ¿Realmente su gavilla cometió las atrocidades que le endilgó el

gobierno? Hubo asaltos que se hicieron en su nombre? Qué sucedió con sus

antiguos seguidores, o cómo cayeron en manos de la justicia? ¿Qué tanto de

cierto es lo que Paulino Vargas narra en el corrido, cantado por Los Broncos

de Reynosa y por tantos grupos norteños y bandas? ¿Cómo vivió su familia a

la distancia, estos trágicos acontecimientos?

¿Cómo bajó a los valles, Florentino Nevarez Sánchez? ¿Qué sucedía con él,

mientras el ejército sitiaba Costa Rica, en su búsqueda desesperada? ¿Cómo

pudo aquel hombre, sobrevivir durmiendo seis meses bajo tierra? ¿Cómo

escapó?, no por la sierra en compañía de un compadre, sino a lugares que le

han permitido sobrevivir tantos años, alejado geográficamente de su tierra,

aunque marcado para siempre por el destino y por las circunstancias que le

tocó vivir, de manera valiente.

Dejemos que los autores de este magnífico libro y don Florentino Nevárez

Sánchez, nos cuenten la verdadera historia, más allá de la leyenda.

Teodoso Navidad Salazar

Culiacán, Sinaloa, agosto de 2014.

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INTRODUCCIÓN

La investigación de la presente obra dio inicio a mediados de los años 90, es

decir quince años atrás, cuando, en uno de sus tantos viajes de estudio a la

ciudad mágica de Cosalá, el profesor Benjamín Luna escuchó hablar a los

abuelos sobre las hazañas de un personaje que de inmediato llamó su atención

su nombre, Tino Nevárez: A partir de entonces, Benjamín, realizó una intensa

búsqueda por archivos, bibliotecas, hemerotecas y tradición oral que llevaron

a la consecución del texto que hoy nuestros lectores tienen en sus manos.

En una segunda etapa de la indagación se incorporaron dos compañeros más:

Sr. Jorge Ayashi Jiménez y la Dra. Gabriela Moreno Nevárez, quienes

vinieron a reforzar y enriquecer la exploración, dando como resultado un

profundo y amplio conocimiento sobre la vida del legendario bandolero.

Cabe mencionar que, si bien, la tarea principal se realizó durante un periodo

de cinco años (1994-1999), por razones ajenas a nuestra voluntad fue

imposible publicar el resultado a su debido tiempo, por lo que este se mantuvo

en resguardo durante más de una década.

Podemos decir que esto fue para bien del producto final, pues en el ocaso del

año 2000, y después de varios intentos fallidos, tuvimos la oportunidad de

localizar y entrevistar en el extranjero, al famoso salteador de minerales,

conversación que se publica en el anexo de la presente obra.

Obviamente, la entrevista con el legendario bandolero vino a fortalecer,

enriquecer y tratar con mayor rigor el resultado final de la obra y a su vez nos

permitió reconstruir algunas páginas de la misma, esperando que la

investigación sea del agrado de nuestros lectores, Salud.

Es interés de los escritores además, destacar que, por respeto y agradecimiento

a los periodistas que en su tiempo con entereza y maestría cubrieron las notas

informativas, sobre las correrías y persecución de Tino Nevárez como el Sr.

Herberto Sinagawa Montoya, Enrique Navarro y Esteban Zamora, entre otros,

así como por la calidad de sus trabajos, pues reportearon a lomo de mula,

abandonando las oficinas refrigeradas; las notas que en aquellos tiempos

fueron publicadas en la prensa de la época, son incorporadas de forma

cronológica como estructura del libro, no como anexo, con lo cual

pretendemos brindar un merecido reconocimiento a los insignes periodistas

por su invaluable e importante aportación al tema aquí tratado.

El texto es sobre todo de carácter histórico, cultural, sin fines de lucro y tiene

el propósito de documentar la vida de Florentino Nevárez Sánchez, un hombre

que por sus intrépidas acciones, debido al medio y los tiempos que le tocó

vivir, tuvo mucha similitud con el legendario bandolero Heraclio Bernal, El

famoso Rayo de Sinaloa.

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Para estudiar la trayectoria del bandido, fue necesario, en primer término,

definir el contexto en que se originaron sus correrías pues a nuestro juicio los

hombres son de los tiempos, los espacios y las condiciones que les tocó vivir

más que de sus propias inquietudes o cualidades.

En un segundo momento de la investigación los autores realizaron varios

viajes al pueblo mágico de Cosalá y municipio de San Ignacio, así como a

Tayoltita, Durango, donde escucharon en calles, plazuelas, mercados y

restaurantes de estas pequeñas joyas coloniales a los ancianos sobre las

andanzas de Tino Nevárez, legendaria figura que desde mediados del siglo xx

se hizo famoso por sus espectaculares asaltos a minerales de la región y su

actitud justiciera, en beneficio de los humildes de la sierra. Poco a poco

fuimos reconstruyendo a través de la historia oral y medios impresos, la vida

del personaje: la realización de sus asaltos al mineral de Tayoltita,

Contraestaca, Socavón, y otros tantos al mineral de Nuestra Señora, en Cosalá,

así como los enfrentamientos con el gobierno que lo perseguía fieramente.

Conocimos además nombres de mujeres y hombres que formaron parte de su

gavilla en su fulgurante carrera delictiva.

En otra parte de sus pláticas los abuelos de Cosalá comentaron lo generoso

que fue Tino con los pobres de la sierra, quienes gozaron de su protección y

que, por motivos de la hambruna de los años 50, del siglo pasado, así como las

huelgas de los minerales de Tayoltita, San Dimas y el cierre de Guadalupe de

los Reyes, carecían de lo más indispensable. Aquellos ancianos se regocijaban

al recordar la forma en que el escurridizo bandolero burló en múltiples

ocasiones a los federales, particularmente, al famoso General Jesús Arias

Sánchez, conocido como El Pacificador del Sur, miembro de los Dorados de

Villa y a quien el Centauro del Norte llamaba Mí Gallo.

En una de estas platicas, tuvimos la fortuna de escuchar la forma en que, Tino

Nevárez, después de un fuerte enfrentamiento con las fuerzas castrenses,

desapareció de forma espectacular de caminos y pueblos de la sierra,

provocando con ello, una feroz represión contra las familias campesinas de la

Sierra Madre Occidental, sobretodo, por parte del ejército quien destinó más

de 2 mil soldados de línea a la detención del bandolero, campaña que se

desarrolló en 20 mil kilómetros a la redonda de las cumbres de la sierra por los

comandantes militares del estado de Sonora, Nayarit, Chihuahua, Durango y

Sinaloa, y, más sangrienta y tenebrosa que la aciaga Operación Cóndor de

fines de los años 70, según testimonios de la época.

Previo a estos datos recabados en la hermosas ciudades de Cosalá, San

Ignacio y alrededores, los autores, desde pequeños, tuvieron un leve

conocimiento sobre la figura de este personaje al conocer, al filo de los años

60, el famoso corrido titulado Tino Nevárez , melodía entonada por el grupo

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norteño Los Broncos de Reynosa, de Paulino Vargas, un reconocido

cantautor, quien decía que: “Para escribir y cantar los corridos había que estar

cerca de la lumbre”.

Además de la historia oral y los periódicos de la época, una tercera fuente de

información fueron dos hermosas y valiosas monografías denominadas:

Cosalá: 18 Encuentros con la Historia y San Ignacio del mismo nombre,

magistralmente coordinadas por el lic. Gilberto López Alaniz y el Sr. José

María Figueroa, aunque esas obras tratan superficialmente el tema, sirvieron

para acrecentar nuestra curiosidad por la vida del legendario bandolero.

Una cuarta fuente de información lo fue sin duda la página de Internet donde

la figura de Tino Nevárez aún está vigente y vibrante. En dicho manantial

descubrimos, al menos, el nombre de veinte grupos musicales, entre bandas y

grupos norteños, que actualmente continúan cantando su corrido, así como

una segunda composición denominada Vuelve Tino Nevárez escrito por el

mismo autor del primero, donde se relaciona al forajido con el guerrillero

Lucio Cabañas.

Otras fuentes que alimentaron nuestra investigación fueron: Archivo

Histórico General de Sinaloa, ramo de la Procuraduría de Justicia; del

mismo repositorio, los periódicos: El Sol de Sinaloa y El Diario de Culiacán.

Además, la hemeroteca del periódico El Sol de Sinaloa, así como el rotativo,

El Sol del Pacífico publicado en la ciudad de Mazatlán, donde encontramos

abundante información sobre las hazañas del legendario bandolero.

Debemos destacar la importancia que jugaron nuestros entrevistados sin cuyo

apoyo hubiese sido imposible la realización del presente trabajo. Agradecemos

en especial a los señores: Encarnación Nevárez Sánchez (qepd), hermano de

Tino; Sra. Guadalupe Martínez Hernández, cuñada de aquel; Sra. Lorenza

Nevárez Sánchez, hermana de Tino; Sr. Benito Moreno, cuñado del forajido;

al Sr. Ángel Nevárez Sánchez, primo hermano de Tino; Sr. Cosme y

Margarita Pérez Sánchez, sobrino del bandolero y desde luego al propio Sr.

Florentino Nevárez quien tuvo la delicadeza de darnos la oportunidad de

despejar muchas dudas que habían quedado pendientes sobre su azarosa vida.

El lector tiene ante sí, un trabajo de quince años de investigación relacionado

con la figura del legendario bandolero Florentino (Tino) Nevárez, estructurada

en tres capítulos.

En el primero, se realiza un somero estudio del Sinaloa de los años 50s, con

su bonanza en la agricultura así como el impacto del modelo de desarrollo

económico denominado Desarrollo Estabilizador; de igual forma se estudia,

las condiciones que vivió la minería durante dicha década, las huelgas mineras

en Tayoltita, Nueva Rosita y otros centros mineros de la región, famosos a

mediados del siglo pasado.

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18

En el segundo, se investiga el origen de Florentino “Tino Nevárez”, las causas

de su conversión en bandolero social, el contexto en los minerales de la sierra,

huelgas, paros, represión, las injusticias de dichas empresas contra los

trabajadores de minas.

En el tercero se estudia la segunda etapa del forajido, sus hazañas, sus asaltos

y sus enfrentamientos con el gobierno, siendo el punto neurálgico de la obra.

Finalmente, se agrega un anexo donde se plasma la entrevista al legendario

bandolero con la cual damos por terminada nuestra investigación.

Esperamos que el presente esfuerzo por reconstruir la historia de este

personaje de la medianía del siglo XX, sirva para aclarar las interrogantes

que, en aquellos tiempos surgieron y quedaron en el aire, a saber: ¿Qué

condiciones, económicas y laborales existían en los minerales de la Sierra

Madre Occidental en los años 50, del siglo pasado? ¿Qué repercusiones tuvo

en las empresas mineras y sobretodo en su mano de obra la Segunda Guerra

Mundial? ¿Quién fue Tino Nevárez?, ¿Qué contexto social existió en la sierra

en la época de su fulgurante carrera delictiva, que llevaron a Tino Nevárez a

convertirse en bandolero social y por ende en proscrito de la justicia?. ¿Fue

Tino Nevárez un hombre salido de los más bajos estratos sociales de los

minerales de la Sierra Madre Occidental? ¿Por qué razón decidió dirigir sus

golpes principalmente a los minerales de Tayoltita y Nuestra Señora, ¿Dónde

se encuentra Tino Nevárez? ¿Murió ya, el legendario bandolero?.

Esperamos que la presente obra despeje todas estas interrogantes y sea de su

completo agrado al fin que, Tino Nevárez hasta antes del presente libro era

tan sólo un enigma o tal vez un misterio aún sin descifrar.

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19

Capítulo 1

Antecedentes

Sustitución de importaciones y su impacto en la sociedad mexicana.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial (1945), México entró de lleno a un

crecimiento económico sostenido: el famoso modelo de desarrollo

denominado Sustitución de Importaciones, impulsado durante el sexenio del

presidente Lázaro Cárdenas, que sentó las bases para un florecimiento sin

parangón en la historia del país. Entre 1958- 1970, el producto interno bruto

creció un 7% y hasta un 8% anual. Esto se vio reflejado en el bienestar de la

familia mexicana. El sexenio se caracterizó por el control de precios con una

baja inflación de tan sólo 4% anual, la paridad del peso respecto al dólar

permaneció en doce pesos con cincuenta centavos. Las ciudades demandaron

más mano de obra aumentando vertiginosamente el número de consumidores

de las grandes ciudades. En escasamente dos sexenios la población urbana se

equiparó, inclusive, rebasó, a la rural debido a un proceso de migración

acelerado del campo a la ciudad, veamos las estadísticas siguientes:

Población total en México Urbana Rural % Urbana Rural

1950 25’000,000 mll. 10’983,000 14’808,000 42.6 57.4

1960 34’923,000 17’705,000 17’218,000 50.7 49.3

1964 39’642,000 20’852,000 18’790,000 52.6 47.4

La Economía Mexicana en Cifras

1.

En unos cuantos años, se construyeron carreteras, puertos marítimos, plantas

eléctricas, instituciones de salud, escuelas, universidades, redes telefónicas y,

la pantalla chica entró a los lugares mas recónditos del país. Se edificaron

además, miles y miles de viviendas para familias humildes y el empleo creció

a pasos agigantados. El progreso se dejó sentir en todos los sectores de la

sociedad al grado que en los círculos financieros internacionales, México tenía

asombrados a los capitales del mundo. Fue entonces cuando el secretario de

hacienda Lic. Antonio Ortiz Mena decidió cambiar el nombre del proyecto de

desarrollo denominado Estabilizador por el de: Milagro Mexicano.

El Milagro Mexicano (1958-1970)

En dicho periodo (1958-1970), todo mundo tenía trabajo asegurado, la palabra

título universitario, significaba bienestar y seguridad social. El país vivía una

época de bonanza y de crecimiento sostenido.

Sinaloa, espacio geográfico donde reconstruimos nuestra historia, no estuvo

exenta del progreso del país. Sus ciudades más importantes, Culiacán y

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20

Mazatlán vivieron prácticamente una transformación económica, social,

cultural, científica y sobretodo productivo, sin parangón. Del tiempo de

aletargamiento que tuvo nuestro estado sólo los recuerdos quedaron, todo

cambio, de forma fulgurante.

Culiacán y la bonanza de la presa Sanalona

Mientras el mundo resentía la crisis de metales y la Sierra Madre Occidental

producía muchos pueblos fantasmas, la apertura de la presa Sanalona (1948),

Culiacán se convertía en un paraíso tanto para las familias de la región como

para la gente de la sierra, que al ver cómo se cerraban sus principales fuentes

de trabajo, bajaron a los valles a buscar nuevos horizontes.

Para el estado de Sinaloa, el auge provino de dos vertientes, por un lado, la

influencia que tuvo el florecimiento de la economía del país, y por otro, el

impacto de la reconversión de la agricultura extensiva a intensiva. El embalse

de agua de la presa Sanalona, permitió la ampliación del cultivo de tierras de

30 mil hectáreas, en los primeros años del siglo xx, a 100 mil para los años

50s. La producción de tomate de exportación, algodón y azúcar de caña

trajeron dólares a raudales a la capital sinaloense. Datos de la Asociación de

Agricultores del Río Culiacán (AARC) destacan que, la exportación hortícola

en 1950, dejó utilidades por el orden de 148 millones de pesos, siete años

después, alcanzó la fabulosa cifra de 442 millones pesos (ciclo conocido como

el año de oro de la horticultura sinaloense), es decir, la economía culiacanense

tan sólo en una década, casi triplicó sus ganancias. Así aparecieron los

demonios de gasolina, carros último modelo, tractores y Caterpillar surcando

las polvorientas calles y abriendo caminos, brechas, guardarrayas, canales

tierras de cultivo del valle de Culiacán, desplazando a las viejas arañas de la

capital y a las herramientas rudimentarias como: arado, azadón, hacha,

machete y mulas que en el campo eran la fuerza de sangre, para abrir al

cultivo miles de hectáreas, en el valle sinaloense.

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21

La moderna tecnología del tractor desplazo a la fuerza animal y al arado en la agricultura

sinaloense en la década de los 40s.

La década de los años 50, fue para el floreciente estado, la década de las

grandes transformaciones. La aparición de la pantalla grande tuvo fuerte

impacto en su vida social y cultural, las formas de vestir, hablar, caminar,

bailar y cantar cambiaron vertiginosamente. Así, el pelo largo que para los

mexicanos representaba la hermosura de la mujer, se cortó a la altura del

cuello. Nuestras bellezas se despidieron de las medias que les daban

sensualidad y elegancia y dejaron el zapato bajito o de tacón cuadrado para

usar el estilo ajuga que hacían caminar a las mujeres de puntitas.

El cine tuvo un fuerte impacto en las modas, uno de sus grandes íconos lo fue

sin duda la sensual Marilyn Monroe, quien influyó mucho en el nuevo estilo

de la mujer sinaloense.

Con el propósito de imitar a la diva, nuestras sirenitas se cortaron el pelo en

capas, por encima del hombro con rulos u ondas; tiñeron el cabello de rubio

plateado, usaron vestidos Strapler y zapatillas de tacón de aguja y

aromatizaron hoteles, calles, restaurantes plazuelas y centros de diversión con

el famoso perfume Chanel número cinco, uno de los más caros del mundo.

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22

Marilyn Monroe, “La Rubia de Oro”, influyó en el cambio de ideas, costumbres y hábitos

de los y las sinaloenses.

Les siguieron los hombres con el corte de pelo en forma de pompa, (antes era

fletab, tipo soldado), largas patillas y el baile alocado similar a una

convulsión epiléptica. Pantalón y camisa de mezclilla y zapatos de Charol,

estilo Elvis Presley, el rocanrolero de la época.

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23

Elvis Presley, impuso su estilo de baile en la juventud de Culiacán.

Obviamente, el coraje de los adultos no se hizo esperar reprobando y

maldiciendo dichas conductas asociándolas, inclusive, con espíritus del mal.

Todos estos cambios motivaron un sincretismo cultural muy fuerte con

influencia básicamente norteamericana.

En el ámbito gastronómico las cintas norteamericanas también impusieron

su influencia al cambiar el gusto de las comidas naturales por alimentos

rápidos teniendo como vanguardia la torta y la Coca cola.

En contraparte, el cine mexicano se defendía con sus ídolos del momento

como Pedro Infante y sus cintas: A toda máquina, Pepe El Toro; Los Tres

Gavilanes, Ustedes los ricos, Nosotros los pobres; No desearás la mujer de tu

hijo; La Oveja Negra, entre otras; y sus hermosas melodías, El muchacho

alegre, Tú y las nubes, Bésame mucho, allá en el Rancho Grande, etc. La

mujer mexicana era representada por la señora: Sara García (La abuelita del

cine mexicano); Sarita Montiel, Blanca Estela Pavón, Lilia Prado, Irma

Dorantes, Dolores del Río, Flor Silvestre y Silvia Pinal entre otras.

Era la época del cine Diana y Reforma, donde, noche, tras noche, las salas se

ponían a reventar, los jóvenes enamorados aprovechaban el descuido de la

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24

suegra para robarle un beso o, cuando menos, agarrarle la mano a la novia

(ahora le toman hasta los pies), lo cual representaba un triunfo para el galán.

Mientras las modas demolían esquemas culturales, nuestras autoridades

derrumbaban edificios, ampliaban calles y avenidas, embellecían jardines,

mercados y plazuelas, transformando la pequeña capital en una ciudad

moderna y más civilizada, en un verdadero espejo de las urbes

norteamericanas.

La cerveza Gallo, Yaqui, Tecate y Pacífico, alegraban las rumbosas fiestas de

los culiacanenses. Clubes sociales, cantinas y cabarets, diariamente, estaban

repletos de parraquianos que acudían a disfrutar de la permanente algarabía

que vivía la ciudad de Culiacán.

Cerveza gallo, yaqui y humaya alegraron los rumbosos bailes de los culiacanenses durante la década

de los 50s.

La población culichi, creció a ritmo acelerado, principalmente, por un

movimiento migratorio, sin parangón en la historia de Sinaloa, miles de

familias de los estados del sur y de la sierra llegaron a echar raíces en las

principales ciudades de Sinaloa. De tal forma que de 37 mil habitantes que

tenía la capital en 1940, para 1965, su población se disparó a 70 mil, es decir,

en tan sólo 25 años, el número de vecinos se duplicó.

En este maremágnum social y económico, vino el cruzamiento de razas,

cuando a principios del siglo xx, una nueva migración europea cruzó el

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25

océano Atlántico en búsqueda de nuevos horizontes encontrando en Sinaloa la

tierra prometida. Los nuevos aventureros, de origen griego casaron con

hermosas muchachas de ascendencia vasca, andaluza y gallega, así como con

jóvenes de origen árabe, francés y estadounidenses, inclusive, asiáticas,

uniéndose así, lenguas, hábitos y costumbres de tres continentes en un

pequeño territorio de escasamente 58,092 kilómetros2, como lo es Sinaloa.

Para mediados del siglo XX Culiacán ya era reflejo de una verdadera ciudad

cosmopolita. Léase, Juan Macedo López, Antología , p.28-29 2

.

Aunado a lo anterior los Ecos de Los del Monte y del pistolero Francisco

(Chicón Ochoa, aún resonaban en el cerebro de los sinaloenses. Nombres

como Rodolfo Valdés, el temible Gitano, Manuel Sandoval El Culichi; Irineo

Martínez El Tentaduras; El Güerillo Salcido y Concepción Gastélum,

forajido, este último, del rumbo de Mocorito, conocido como El (Loncho), así

como la fama de su acérrimo enemigo y persecutor Gral. Jesús Árias Sánchez,

conocido como El pacificador del sur, estaban presentes en la memoria

colectiva de los culiacanenses.

Los escasos medios de comunicación como: la radio y los periódicos, así

como la tradición oral informaban diariamente de las hazañas de estos

temibles personajes.

Hablar mal del ejército era prácticamente una herejía, lo cual se castigaba con

la censura del periódico, libro o revista y, si el medio insistía en su denuncia

se detenía al reportero o director y se enviaba a la cárcel. Inclusive si el caso

ameritaba se llegaba al asesinato. Es en esta atmosfera de profundos cambios,

donde surge la leyenda del legendario bandolero Florentino (Tino) Nevárez.

La sierra, el contraste

Mientras en las ciudades sinaloenses todo era algarabía y glamour, teniendo

como manto una economía boyante, en la Sierra Madre Occidental, en un área

de más de 50 mil kilómetros cuadrados campeaba el desempleo, el hambre y

la muerte. En esta región la huesuda paseaba en brioso corcel buscando a las

pobres familias de los mineros para llevarlas al infierno.

Siglos atrás, al igual que en el país, la minería en el Noroeste de México,

había sido la actividad productiva más importante y prometedora, sobre la cual

giraban los demás sectores de la economía (agricultura, ganadería y

comercio).

Con la guerra de Independencia, este sector que financió con doblones,

marcos, escudos y tejos, las guerras de España contra los países enemigos y

enriqueció a los barcos piratas, tuvo una de las peores crisis de su historia y,

aun cuando, ochenta años después, principios del siglo xx, tuvo un repunte en

su producción, los precios internacionales dieron al traste con su prometedora

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recuperación. Luego se presentó la crisis de 1929, y para mediados del siglo

xx, inclusive, con el surgimiento del modelo denominado Milagro Mexicano,

esta rama de la economía entró en una de las rupturas más profundas de la

cual se tenga registro en los anales de su historia. Los motivos fueron

múltiples, sin embargo, entre los más destacados se pueden mencionar los

siguientes: primero, el desplome de los precios internacionales del oro y la

plata, zinc y cobre, asociado a una tecnología atrasada, insuficiente para

revertir el agotamiento de las betas mineras. Lo anterior trajo como

consecuencia el cierre de buena parte de los centros metalúrgicos del país y,

los que se salvaron de la debacle, resintieron fuertes y prolongadas huelgas

obreras por aumentos salariales y mejores condiciones de vida.

Un segundo fenómeno fue el fin de la Segunda Guerra Mundial, pues al

inicio de la conflagración el precio de la onza de plata (28.7grs.), aumentó de

45 a 75 centavos de dólar, en virtud de que el metal se utilizaba para pagar el

salario de los soldados en Europa, Asia y África, ya que en estas naciones no

se aceptaba el pago en papel moneda.

Obviamente al terminar la guerra, el precio internacional de la plata tuvo de

nuevo una estrepitosa caída, lo cual vino a aumentar la incertidumbre de los

inversionistas en el sector minero mexicano. (Léase Arturo Román Alarcón,

“Auge y decadencia de la minería en Sinaloa, 1910-1950”, p. 17)3.

Producto de lo anterior, las empresas mineras, principalmente extranjeras que

dominaban el escenario mexicano, retiraron sus inversiones cerrando las

fuentes de trabajo o reduciendo prestaciones sociales a los trabajadores.

Véase a continuación dos gráficas elaboradas por el Instituto Nacional de

Geografía e Historia (INEGI), que demuestran las épocas de auge y

estrepitosas caídas de la producción de metales preciosos, entre 1871-2008.

Producción de oro

En las siguientes gráficas se puede observar cómo el oro registró sus mayores

volúmenes de producción entre 1904 y 2008, con 42, 059 50 y 365 kg, por

año, en ese orden; el dato más antiguo que se tiene de esta serie corresponde al

periodo de 1521 a 1540, con 4, 200 kilogramos por año.

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27

http//www.INEGI

.4

Producción de plata

En el caso de la plata, de gran importancia a su vez para la economía

mexicana, se tiene que a partir 1871 ha habido un relativo ascenso en su

producción: el mayor volumen se registró en 1930, con 3’ 272, 288 kg, para

descender abruptamente en 1965 a 1’ 152, 857 kg, no obstante, se observa una

recuperación en los últimos años. Fuente INEGI

INEGI.

5

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28

La huelga de Nueva Rosita, un movimiento reprimido por el gobierno

federal. La huelga de los obreros mineros, en la minera de carbón en Nueva Rosita,

estado de Coahuila, a principios de los años 50, del siglo pasado, es fiel

reflejo de la situación socioeconómica que vivían los operarios de las minas,

en la geografía del territorio nacional.

Una solicitud de revisión de contrato colectivo de trabajo provocó el estallido

social que hicieran las secciones localizadas en Nueva Rosita, Cloete y Palau,

en la región carbonífera del norte de Coahuila. La empresa Mexican Zinc And

Co., subsidiaria de la American Smelting And Refining Company (ASARCO),

negó toda solución al conflicto bajo el pretexto de que dichas secciones

carecían del aval oficial de la Secretaría del Trabajo y por otra, por no estar en

condiciones económicas para otorgar aumentos salariales y demás

prestaciones sociales.

No contenta con la respuesta negativa, la compañía redujo los salarios en un

50% a más de 5 mil trabajadores, en Nueva Rosita, y al resto de las secciones

de doce a seis pesos diarios. A la disminución de la raya se sumó, el

incremento de la jornada de trabajo de ocho a doce hrs, se eliminaron servicios

médicos, los trabajadores fueron despedidos sin indemnización, hubo control

sobre el abasto de alimentos, provocando la muerte de 27 niños por hambre,

fueron requisadas las viviendas, así como las escuelas y, se metió a los

soldados a vigilar las bocas de las minas y reprimir a los manifestantes, todo

grupo de más de tres habitantes que se formaba era disuelto a culatazos.

Los mineros contestaron con una huelga y marcha a la capital del país

denominada La Caravana del Hambre, sin precedentes en la historia de

México. Más de 1,400 kilómetros de recorrido por varios estados de la

república hasta llegar a la capital y dialogar con el presidente Miguel Alemán

Valdés quien defendió a la empresa minera más que a los trabajadores,

regresándolos en trenes tipo jaula a su lugar de origen. Meses después fueron

informados que las autoridades laborales habían declarado inexistente su

movimiento lo cual permitió a la compañía rescindir el contrato colectivo de

trabajo a más de 7 mil trabajadores de la región carbonífera e imponer sus

condiciones a los nuevos operarios. Léase Daniel Luna, “La caravana del hambre, una y

otra vez la misma historia”, p. 54-61,6.

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Caravana del hambre recorrió más de 1,400 km., pidiendo justicia para los trabajadores mineros

(1952).

En el caso de Tayoltita, Durango, se daba otro tanto. La propietaria de la

minera, era la Cía. Minas de San Luis, S.A. (San Luis Mining Co.), filial de la

(ASARCO), igual que Nueva Rosita que a su vez administraba la Sociedad

Guanaceví, Mexican Candelaria, Zocavón, Contraestaca y, mineral Nuestra

Señora, en Cosalá; dominando así, un área de más de veinte mil kilómetros de

la Sierra Madre Occidental, incluyendo desde luego, la mayor parte del

distrito de San Ignacio, y otros puntos de Sinaloa y Durango, un verdadero

monopolio minero. Se estima que para los años 50s, la (ASARCO), obtenía

utilidades anuales cercanas al millón de dólares, mientras que a sus

trabajadores pagaba un salario de seis pesos diarios, sueldos de hambre para

un trabajador minero.

Podemos decir que el trato de esta compañía para con los trabajadores era

prácticamente de esclavos, las leyes emanadas de la Revolución Mexicana,

nunca llegaron a la región serrana; hasta pareciera que las condiciones

infrahumanas, previas al conflicto bélico de principios del siglo XX se habían

quedado estancadas en el tiempo.

Radiografía de pueblos mineros en la década 40 y 50.

A continuación hacemos una somera radiografía del escenario que se

presentaba en dichos centros mineros en los años 40s y 50

s del siglo pasado,

Iniciando por las comunidades de: Guadalupe de los Reyes, Cosalá, San

Ignacio y Contraestaca, en Sinaloa, así como, La Quebrada de Guarasimey

que comprende el propio mineral de Guarisamey, San Dimas, Socavón, La

palma y Tayoltita del estado de Durango.

Tomando en cuenta lo anterior iniciamos el estudio, primeramente, de la

Sindicatura de Guadalupe de los Reyes, distante 32 kilómetros de la cabecera

municipal de Cosalá, en virtud de ser esta región geográfica el sitio donde

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naciera en 1923 el personaje central de nuestro estudio, Florentino Nevárez

Sánchez, mejor conocido como Tino Nevárez.

Guadalupe de los Reyes, en los años 40s.

Durante la época de la Colonia y el siglo XIX, el brillo de nuestros centros

mineros era tan grande que, provocó la migración de cientos de miles de

migrantes extranjeros a nuestras tierras, unos en plan de conquista y búsqueda

de riquezas y otros con propósitos de exploración. Así, llegaron a nuestro país

personajes de la política (más de cincuenta virreyes, administradores, militares

y sobre todo científicos como el Barón Alejandro de Humbolt y la Marquesa

Calderón de la Barca.

De los marcos, tejos, escudos y doblones que salieron de los refulgentes

minerales, millones sirvieron para financiar las guerras de España contra los

países enemigos y un alto porcentaje para estimular la economía industrial de

las naciones competidoras del comercio marítimo español.

Guadalupe de los Reyes, sus famosos minerales adornaron las iglesias y palacios del continente

Europeo.

La atmosfera de Guadalupe de los Reyes, en los años 40s nos lo describe la

Sra. Socorro Días Peña, quien nació en dicho mineral en el año de 1931 y

vivió en esta comunidad hasta el cierre de la empresa, en 1946.

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Sra. Socorro Díaz Peña, vivió la época de bonanza y crisis del memorable Guadalupe de los Reyes.

La principal mina de Guadalupe, dice doña Choco, se encontraba ubicada al

centro del poblado, los trabajadores la bautizaron como La Obra, la cual

contaba con seis minas más a su alrededor a saber: El Zapote, San Miguel, El

Tajo, La Mariposa, La Laija y La Cruzolia, esta última segunda en

importancia dentro de la zona minera.

Comunidad La Estancia; durante décadas este pequeño pueblo fue el enlace entre centros mineros

de la sierra, Estación Dimas y puerto de Mazatlán.

Guadalupe de los Reyes era y es una comunidad cruzada por un arroyo, a su

vera se encontraban las viviendas custodiadas por las faldas de escarpados

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cerros. Había, y se conservan aún, sólo dos calles, la de arriba y la de abajo,

muy hermosas, por cierto, pues estaban pavimentadas con piedras de la región.

Se hablaba en Guadalupe, dice nuestra entrevistada, diversos idiomas:

español, italiano, francés, alemán, inglés y chino. Era como una pequeña

Babilonia.

Para transporte de metales, al interior de la mina, la empresa contaba con una

longitud de 10,800 mts. en líneas de ferrocarril, con el viejo sistema de

tracción animal, y un tren de 100 carros de hierro. En su hacienda de beneficio

la compañía contaba con 500 mts. de vía con cuatro vehículos y el mismo

sistema de tracción.

El poblado de Guadalupe estaba dividido en los siguientes barrios: El Parián,

La Obra, El Aguaje, El Fortín, Buenos Aires, El Platanar, El Sobaco y La

Estación. Este último era un espacio donde las muchachas del pueblo

paseaban los días festivos.

En su época de gloria, el real de minas llegó a tener hasta siete mil habitantes,

esto es, a fines del siglo xix, cantidad equiparable a la de Cosalá. Hasta

podemos que, durante más de un siglo Guadalupe de los Reyes fue

prácticamente considerada la verdadera capital del municipio, pues el

movimiento económico y social era mucho más fuerte y dinámico en esta

comunidad que en la misma cabecera.

Estación Dimas; a este sitio llegaban las recuas de mulas cargada de oro y plata para trasladar el

metal por ferrocarril al puerto de Mazatlán, en un recorrido de 60 km.

El comercio era muy importante, comenta doña Choco: por la calle de arriba

estaba la tienda de don Daniel Bayardo, luego la de Enrique Lugo, mejor

conocido como El Barrilito; esta era además billar y cantina. Luego la de la

familia León, quienes producían hielo y refrescos con una vieja máquina de

vapor que compraron en la ciudad de Mazatlán, muy gustados por la

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chiquillada por cierto. Al bajar el puente estaba el molino de vapor para moler

nixtamal, propiedad de don Cosme Higuera. Este artefacto fue de gran ayuda

para las mujeres de Guadalupe, pues por fin abandonaron la tortura de la

piedra de metate sacrificio que les robaba la mayor parte del día. A veces

nuestros padres, dice doña Choco, nos daban un aliento cuando nos decían: si

mueles diez kilos de nixtamal al día ya eres casadera, por lo tanto ya puedes

tener novio, palabras que nos ayudaban a soportar nuestro martirio. El molino,

sin duda, representó para las mujeres de Guadalupe un salmo muy grande pues

evitaba un cúmulo de enfermedades ya que la posición de permanecer horas y

horas agachadas y en cuclillas moliendo nixtamal dañaba la columna,

enfermaba del estómago, pulmones, piernas y brazos y a la vuelta de algunos

años dejaba, a las muchachas completamente deformes. Así es que, para las

jóvenes de Guadalupe, dice doña Choco, el molino de don Cosme fue una

verdadera bendición, prácticamente representó nuestra liberación.

Primer molino de banda para moler nixtamal, fue la liberación de la mujer en los minerales de la

sierra.

Enfrente de dicho molino, se encontraba la refresquería de la Sra. Carolina de

Galván.

Los comerciantes en abarrotes eran: Ignacio (Nacho) Lomelí, Francisca

(Pancha) Nevárez, Elena (Nena) Rodríguez, Carmen Candales, Antonio

(Toño) Armenta, El Sr. Francisco Salmón, Don Tacho, y el Sr. José Abud.

Todos estos negocios estaban ubicados enfrente del mercado y junto a este se

encontraba la tienda de raya de la mina de Guadalupe.

En estos abarrotes se vendía todo tipo de alimentos: harina, café, azúcar, sal,

caña, galletas, dulces, manteca, pan, sardinas, huevos, entre otros. Se

comerciaban, además, huaraches de llanta de tres puntadas, cintos, sombreros,

zapatos, peines, peinetas, ropa de hombre, mujer y niños. De igual forma se

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vendía todo tipo de arneses para animales de tiro y herramienta para trabajo

rural.

Parte de estas mercancías llegaban a Guadalupe en recuas, carretas y

diligencias, aún no se conocían en el mineral los carros y tranvías de gasolina.

Diligencias y carretas cruzaban ríos y cañadas para surtir de alimentos y otros enseres al

mineral de Guadalupe de los Reyes (década de los 30s).

Sumados a estos negocios, existían matanceros particulares los cuales

destazaban cerdos cada ocho días y vendían el producto casa por casa.

Trabajaba también una talabartería, un taller de carpintería y uno de huaraches

de suela de llanta.

Había un hotel, propiedad de la familia Villar, con capacidad para veinte

inquilinos que brindaba atención a todo viajero o aventurero que llegaba al

mineral en búsqueda del sueño de oro y plata, este edificio terminó siendo

cuartel militar.

Hacia el sur del mineral se encontraban las caballerizas donde se alimentaban

las bestias de los propietarios de la empresa.

Existía también, un cine propiedad del Sr. Manuel Armenta donde cada ocho

días se exhibían películas de aquellos tiempos, siendo la alegría de jóvenes y

adultos. En servicios de comunicación había correo, telégrafo y llegaban con

mucha claridad las hondas herzianas de la radio. (Véase foto núm. 13 de

Guadalupe y su iglesia).

En el renglón de salud existía un hospital, sin embargo, raras veces se aparecía

un médico, por lo que los operarios de la mina, al igual que el pueblo en

general terminaban curándose con hierbas del monte.

Existía además una escuela donde se impartían clases hasta sexto grado.

Recuerdo, continua hablando doña Choco, que por la calle de arriba vivía el

Conde Echeguren, quien se decía descendiente de la realeza francesa y vivía

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en una casita blanca (Véase foto núm.7), que se encontraba arriba de la

montaña y que el pueblo de Guadalupe bautizó como La Pichonera por

permanecer siempre pintada de blanco, posteriormente fue propiedad de la

familia Rivera. (Léase Memorias de un joven Rebelde de José Cayetano

Valadez, p7.. El Sr. Echeguren se retiró del mineral en 1942, su partida fue

muy comentada en Guadalupe porque sin despedirse de nadie, oscureció y no

amaneció, abandonando todos sus bienes, casa y enseres domésticos. En la

madrugada, dice doña Choco, tomaron él y su familia, un viejo carruaje y se

fueron por el camino rumbo a Cosalá, nadie en el pueblo supimos las razones

de su retiro, jamás los volvimos a ver.

En pinganías

Hay algo en la sierra que no es tan común en los valles de Sinaloa, nos refiere

doña Choco: en la sierra todos andamos en pinganías, es decir con las puntas

de los pies porque nuestra costumbre es caminar cuesta arriba por cerros,

quebradas y empinadas laderas, eso hace que nuestros cuerpos se mantengan

esbeltos, sanos y fuertes.

Cuando transitamos por un camino siempre vamos muy rápido, nuestros pies

son ligeros además, trotamos y, en ocasiones hasta corremos esto hace que

nuestros pulmones y pantorrillas se mantengan firmes y dinámicos. La

diferencia con los del valle se nota cuando estos visitan la sierra, pues con

cualquier caminadita sienten ahogarse o casi desmayarse, en ese sentido los

serranos les llevamos ventaja, por eso se dice que las familias de los altos

caminamos en pinganías.

Fiestas patrias en Guadalupe

En las fiestas patrias acudían muchos comerciantes, así como gente de la sierra

que bajaba a divertirse. Por calles y callejones se llenaba de carpitas con todo

tipo de vendimias desde alimentos como: calabaza tatemada, gorditas de elote

y de horno, pan de mujer, atole de leche, melcochas, jamoncillos y enseres de

cocina. Arribaban además, juegos mecánicos y se encendían luces artificiales.

Era todo muy bonito, comenta con cierta nostalgia doña Choco, había mucho

dinero y el peso mexicano tenía más valor antes que ahora. En aquellas fechas,

Guadalupe se convertía prácticamente en verbena popular, todas las familias

convivíamos sin distingos sociales. Se puede decir que se juntaba el agua con

el aceite: trabajadores con patrones, comerciantes con consumidores, se

olvidaban odios y rencores, a veces hasta las deudas se perdonaban, todos

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éramos como una familia, lastima que el mineral haya terminado de esta

manera.

Los medios de comunicación más importantes para largas distancias eran la

radio y el telégrafo; a través de estas redes informativas teníamos

conocimiento sobre lo que sucedía en la ciudad, principalmente en Culiacán y

Mazatlán, años después llegó La XEW, La Voz de la América Latina.

La radio, jugó un interesante papel en la comunicación entre la ciudad y el campo.

Un importante medio de comunicación entre las cumbres de la sierra y las comunidades urbanas lo

fue sin duda El Telegrama para lo cual se utilizaba el famoso Alfabeto morse, sistema mediante el

cual se informaba lo que sucedía en los minerales de la sierra a la ciudad y viceversa.

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La cárcel donde estuvo preso Heraclio Bernal

La mazmorra donde estuvo preso Heraclio Bernal se encontraba en la falda del

cerro, cerca del puente, al poniente del pueblo. Estaba construida de piedra,

una especie de cueva donde encerraban a una o dos personas. Arriba estaba las

oficinas de la sindicatura, la puerta de dicha cárcel se encuentra actualmente

en el Museo de Minería de Cosalá, la cual cuenta con una antigüedad de más

de un siglo.

Puerta de la cárcel donde estuvo preso Heraclio Bernal, con más de un siglo de existencia, hoy

adorna el famoso Museo de Minería del pueblo Mágico de Cosalá.

Ya existía la violencia .

A pesar de todo lo hermoso que era Guadalupe, refiere doña Choco, ya

despuntaba la violencia.

Una misma noche, mataron a tres personas a saber: Isidoro Pompa, luego, al

Sr. Martuchely, administrador de correos, meses después los hijos de don

Isidoro en venganza por la muerte de su padre, mataron a Francisco

(Panchillo) Guadiana.

Antes de estos hechos un individuo de nombre José María (Chema) Becerra

había asesinado a una maestra y él, fue muerto posteriormente por otros

criminales.

Al cerrar el mineral en 1945, dice doña Choco, la empresa cortó los servicios

públicos, luz eléctrica y agua entubada, la comunidad quedó muy triste, el

comercio cerró y poco a poco inició el éxodo de guadalupenses. Lo que antes

era gloria y alegría se convirtió prácticamente en un cementerio, el pueblito se

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miraba completamente a obscuras, parecía cueva de lobos, la tristeza se

miraba reflejada en los ojos de las escasas familias que permanecimos en

Guadalupe y que finalmente tuvimos que abandonar también nuestra tierra

para no regresar jamás, termina narrando nuestra entrevistada. Entrevista con la

Sra. Socorro Díaz Peña 12. 01.948

Familia Nevárez Sánchez

Por su parte la Sra. Lorenza Nevárez Sánchez, hermana de Tino, en cordial

entrevista nos comentó lo siguiente: Nací un 25 de julio de 1925, en el rancho

El Bayus, distante media hora de Guadalupe de los Reyes. En esta comunidad

había cinco casitas, pura familia. Mi padre se dedicaba al trabajo de campo, a

sembrar maíz, frijol y calabaza, en las laderas de los cerros, tenía unas

vaquitas, chivitas y cochitos, fue un Sr. muy honrado y muy trabajador. En

ocasiones, barbechaba con bueyes o mulas, otras veces, a piquete. Algunas

temporadas las dedicaba a buscar pepitas de oro en las minas abandonadas de

la región para venderlas a comerciantes de Guadalupe.

Sr. Librado Nevárez Durán y Sra. Guadalupe Sánchez Peña padres del legendario

bandolero Florentino Nevárez Sánchez, matrimonio honrado y trabajador, abandonaron su

tierra por presiones del gobierno.

Los hermanos de mi padre, dice doña Lencha, se llamaban, Domingo,

Melitón, Juventino, Lucrecia y Josefa, de apellido Nevárez Durán, originarios

de Mazatlán.

En El Bayus, ranchito donde nacimos, hacíamos, cuajadas, quesos y lo

vendíamos en Guadalupe. Mi madre y mis hermanas nos levantábamos a las

cuatro de la mañana a cocinar en hornillas, moler nixtamal en metate y/o

molino de mano, echar tortillas en comal, y hacer lonche para los hombres que

se iban a trabajar al campo. A las ocho, mi mamá y yo, ordeñábamos las

vacas, hacíamos quesos, requesón y cuajadas, posteriormente nos poníamos a

barrer y cortar leña para regresar a cocinar la comida de mediodía. Trabajo

duro, sin duda, dice doña Lencha. Nos acostábamos a las seis de la tarde

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porque en nuestro rancho no había luz eléctrica, nos alumbrábamos con

cachimba, ocote o con lámparas y tomábamos agua de arroyo.

En época de lluvias, Tino y mi padre, desmontaban cerros a hacha y machete

para sembrar, como cualquier ranchero de la época, teníamos cinco burritos, a

uno le decíamos El jilguero, y un caballo al cual llamábamos Patas Blancas.

En estos animalitos mis hermanos Tino y encarnación, transportaban maíz y

hoja, calabazas, leña y carbón y los llevaban a vender a Guadalupe.

Sra. Cristina Sánchez Elisarraraz, celosa guardiana del Museo de Minería de la señorial y hermosa

ciudad de Cosalá.

Tino el mejor hachero de la región

Refiere doña Lencha que, en sus años mozos, Tino era reconocido como uno

de los mejores hacheros de la región, era capaz de cortar hasta doce cargas de

leña, lo normal eran seis, máximo siete. Una carga de leña era equiparable a

cien maderos de un metro de largo, es decir, Tino cortaba 1,200 maderos

diarios, en una jornada de diez hrs. Físicamente Florentino era un hombre

delgadito pero muy fuerte, podía levantar un saco de maíz de cien kilos de

peso y levantar un hombre con una sola mano.

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Carboneras del rancho El Tablón Cuenta doña Lencha que, en época de sequía, Tino y su padre se retiraban del

hogar hasta por quince días con sus respectivas noches para producir carbón,

el sitio donde laboraba se denominaba El Tablón, un ranchito de tan sólo dos

casitas que se encontraba como a quince kilómetros de distancia de

Guadalupe. Durante el día era común observar elevarse entre montañas de la

sierra las columnas de humo de las carboneras produciendo parte del

combustible para el molino de beneficio del mineral de Guadalupe y por las

noches se podían admirar varias hogueras que despedían chispas, como si

fuesen pequeños cráteres de un lejano volcán.

Producción de carbón

Para hacer carbón, comenta doña Lencha, se requiere esfuerzo y mucha

paciencia: cortar trozos de madera, reunir palos y rama seca, encima se

colocan leños verdes, luego, se cubren de zacate y posteriormente de lodo

quedando una especie de iglú, posteriormente se prende fuego. Hay que cuidar

la fogata día y noche hasta por diez o quince días para que no se apague y,

finalmente la madera se convierta en carbón. Esta actividad, narra doña

Lencha la realizaban mi padre Librado y mis dos hermanos, Tino y

Encarnación.

En ocasiones el producto se entregaba a la empresa minera y en otras, se

vendía casa por casa. En una recua de cinco burros, Tino y Encarnación,

recorrían Guadalupe, inclusive, algunas rancherías de los alrededores

pregonando su vendimia.

El carbón se produce sólo en época de sequía, pues en verano, la lluvia no deja

trabajar, por tal motivo la empresa minera lo compraba para almacenarlo pues

era el combustible necesario para mover el molino de la hacienda de beneficio.

Las bodegas de la compañía guardaban además de carbón, cal, sal, azogue y

zinc. La cal, bajaba de la sierra, la sal de Ceuta, el azogue y zinc de Estados

Unidos, vía ferrocarril, por La Cruz de Elota, luego a lomo de mula a Cosalá y

posteriormente, por el mismo medio de transporte a Guadalupe de los Reyes.

La madera apropiada para producir carbón era: encino, pino, Tepeguaje,

brasil y mezquite.

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Camino a los valles

Nosotros, nos salimos del mineral, recuerda doña Lencha, porque se acabó el

trabajo. Yo, tenía diez y ocho años cuando venimos a los valles de Culiacán,

fue en 1943. De arriba nos venimos a pata a Cosalá, había una ruta, una

camionetita de doce pasajeros, pero era insuficiente.

Camioneta Ford de 8 pasajeros, único medio de transporte motorizado en la ruta Guadalupe de los

Reyes, Cosalá-Culiacán (1943).

En el ejido El Salado duramos como dos años, dice doña Lencha. En dicha

comunidad, mi padre y mis hermanos sembraron maíz a medias con un

ejidatario. Al convenio se agregaba lo que se conocía como La faina la cual

consistía que, el mediero podía sembrar diez hectolitros de maíz para su

provecho. Posteriormente, nos trasladamos al campo agrícola propiedad de

los griegos Aristeo, Basilio y Constantino mejor conocido como (ARBACO) y

de allí a Costa Rica.

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Entrevista con la Sra. Lorenza Nevárez Sánchez, hermana de Tino 17.01.94

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De izquierda a derecha. Sr. Feliciano Beltrán (qepd); srita. Inés Nevárez; Sra. Cristina Sánchez

(qepd); al fondo, Reyna Sánchez Nevárez (qepd); Sra. Lupita Sánchez Peña (qepd), madre de Tino

Nevárez; Victoria Sánchez; Srita Ema Nevárez González (hija de Tino y la Sra. Cristina); Sr

Toribio Ramos.

Niños: Lupita Martínez Sánchez; Delia Sánchez Millán y Lupita Nevárez Millán, en una fiesta

familiar en Costa Rica, Sinaloa (1963).

Trajinar en Guadalupe

Por su parte el Sr. Benito Moreno (cuñado de Tino), originario del rancho El

Pino, donde nació en el año de 1923, nos refiere lo siguiente.

Yo, nací y me crie, dice don Benito, en el rancho El Pino, una pequeña

comunidad de escasamente diez casitas que se encontraba ubicada a una hora

de camino de Guadalupe de los Reyes, del lado de Durango. Desde la edad de

diez años (1933), llevaba leche, huevos, gallinas, maíz, calabaza, frijol, queso

y cuajadas al famoso mineral. La leche la vendía en botellas de vidrio a cinco

centavos el litro, y a veinte centavos la quinta, envase de cinco litros, y

cincuenta centavos las ánforas de diez litros, este último depósito era de

lámina. “La carga la acomodaba en la cabeza de la silla de mi caballo moro. A

las tres de la mañana estaba en camino rumbo a Guadalupe, pueblo

tempranero que a las cuatro de la madrugada, se ponía en movimiento”.

Muchos rancheros vivíamos de lo que vendíamos en Guadalupe. Este pueblo

era el centro comercial más importante de la región, similar o superior al

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mismo Cosalá, sobre el cual orbitaban más de 30 ranchos y sus respectivas

familias.

Guadalupe era y sigue siendo un pueblo atravesado de norte a sur por dos

arroyos; a los lados, existen cerros a los cuales les hicieron rebajes para

construir casas. Al extremo de su cause va el camino nuevo que lleva al

centro de Guadalupè y que viene de la Cruz de Elota, la mina quedaba en el

centro del pueblo. Las mercancías por lo general se transportaban en carretas.

Las viviendas contaban con luz eléctrica proporcionada por la empresa

minera, calles y callejones estaban empedrados con material de la región y se

contaba con luz pública. Había servicio de telégrafo, correo y radio. Las casas

en su generalidad tenían techo de teja, paredes de adobe, piso de ladrillo o

piedra tallada, existía un cine y un hospital. Un arrollo venía del rancho El

Platanar y otro del Aguaje.

Abasto de alimentos.

El mercado de Guadalupe, recuerda don Benito, habría sus puertas a las

cuatro de la mañana, mi mercancía la entregaba a las fonderas que vendían

alimentos a los operarios de la mina; en algunas ocasiones los consumidores

me compraban directamente la leche de la botella y ahí mismo se la tomaban.

A las siete de la mañana retornaba a mi rancho para entrar a la escuela a las

ocho. De regreso llevaba azúcar, café, jabón, cigarros, marca Conquistadora,

en caja y en manojo, cerillos, manteca, carne, sal y verdura.

Me llamaba la atención, dice don Benito, que, durante la madrugada, en las

orillas del pueblo aparecían largas filas de burros cargados de leña y carbón,

combustible que se utilizaba para mover el molino de beneficio y fundir los

kilogramos de oro y plata que luego bajarían de la montaña recorriendo un

largo trecho por ríos, quebradas y caminos reales para llegar a la estación del

ferrocarril de Estación Dimas, distante unos cuantos kilómetros, de la Cruz de

Elota, para arribar, posteriormente, a los puertos sinaloenses con dirección al

continente europeo, asiático y estadounidense.

A los quince años me convertí en arriero, dice don Benito; conducía diez

mulas y ocho burros. Entonces llevaba a vender a Guadalupe, leña, carbón,

cal y madera de pino para ademar el túnel de la mina. En época de lluvias me

iba como labrador a los cerros y a la orilla del Río de Los Barraganes. Luego

fleteaba metal que se extraía de las minas, alrededor de Guadalupe, lo

trasladaba al molino de beneficio ubicado a escasamente un kilómetro de la

mina principal.

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Ranchos satélites de Guadalupe

Alrededor de Guadalupe se encontraban los siguientes ranchos que dependían

a su vez de la economía que generaba el mineral: El Pino, El Bayus, Las

Coloradas, El Zaucito, El Arco, El zapote El Tule, El Platanar, La Cruzolia,

La Chiripa, mineral La proveedora entre otros. Incluido el propio Guadalupe

estaríamos hablando de unas 6 mil habitantes aproximadamente,

independientemente del número de comerciantes y aventureros que recalaban

de vez en cuando en búsqueda del sueño dorado.

La yegua del cencerro.

No es fácil, refiere don Benito, navegar una recua de mulas y burros por las

cañadas y cordones de la sierra pues es común que se pierdan, sin embargo,

sucede una cosa muy curiosa entre estos animalitos. A una yegua se le cuelga

un cencerro, luego se contrata un chamaco que lleve por delante la hembra y

entonces todas las mulas hacen fila detrás de ella, al llegar a un paraje todas se

echan alrededor de la caponera, así se le llama en los ranchos, a la yegua del

cencerro; otro día, al continuar el viaje, se levanta la caponera y todas las

bestias se levantan al unísono, se carga la mercancía y reanuda el camino.

Cuando se requiere llegar más temprano al destino fijado, el chamaco pone a

trotar a la caponera y la recua hace otro tanto.

Cabe señalar, dice don Benito, que, como animal de carga, la mula es especial

para transitar por peñascos y desfiladeros pues camina viendo hacia abajo,

mientras que el caballo transita como patuleco, es decir, es más torpe para

viajar entre veredas y riscos por lo que tiene mayor peligro de desbarrancarse.

Como cosa de risa, dice don Benito, lo anterior trajo como consecuencia que

en las comunidades de la sierra cuando alguien organizaba un baile primero

tenía que buscar la ayuda de la yegua del cencerro o caponera, es decir la

joven que jalaba a las muchachas de ranchos aledaños para que asistieran al

convivio.

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Sra. Lorenza Nevárez Sánchez, hermana de Tino y Sr Benito Moreno (esposo)(1952).

El reloj del pueblo

En los ranchos de la sierra, dice don Benito, no existían relojes por lo cual

para conocer la hora nos guiábamos por la lectura de las estrellas. Por lo

general iniciábamos el viaje en la madrugada y veíamos el punto del cielo

donde se encontraban Las Cabrillas o en su caso El Arado o La Osa Mayor.

En otras ocasiones tomábamos como referencia Los Tres Dulces Nombres,

Los Reyes Magos o La Estrella Marinera y, en invierno El Lucero. La gente

de ahora ya no voltea al cielo para ver las estrellas como nosotros lo hacíamos,

ya no lo necesitan, recuerda en lontananza don Benito.

El mercado en zancos

El mercado estaba en zancos de madera y el piso entablado para evitar que el

agua de los arroyos penetrara a los puestos. El mercadito ocupaba unos cien

metros cuadrados. En su interior se expendía carne de res y mercancía de

abarrote, los propietarios de las tiendas eran el Sr. Felipe Acosta y Chito

Otañes. Abajito del mercado estaban los comercios de Manuel Armenta,

Rafael Quintana, Felipe Salmón, Manuel Fernández. Estos últimos vendían

sillas de montar, hachas, machetes, cuchillos, navajas, herraduras, vaquetas,

justes, reatas y sogas entre otros artículos.

En 1940, todavía trabajaban en el mineral como 250 personas.

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La arriería en Guadalupe Desde muy temprano entraban al pueblo burros y mulas cargados de leña y

carbón que bajaban de la sierra; cada arriero, vestidos con sus respectiva

gamuza de algodón, conducía ocho o diez burros y otras tantas mulas;

transportaban además, cal, extraida del rancho El Arco, donde existía una

mina de calcio. Otros muleros entraban del rumbo del Bayus cargados de leña.

Del rancho La Tasajera entraban recuas hasta con 20 y 30 mulas,

transportaban madera dura para ademar los túneles de la mina, toda esta

actividad se desarrollaba en temporada de invierno, porque en verano las

lluvias no dejaban trabajar.

El ensaye

En el mineral de Guadalupe, refiere don Benito, había ensayadores de minas

que viajaban a los cerros donde se encontraban las vetas de oro y plata y

arrancaban hasta cinco kg. de metal en greña (una muestra) lo llevaban al

laboratorio y metían un kg. de este material a una mufla, parte refractaria de

un horno, ahí lo fundían y sacaban la cantidad de oro que contenía dicho

material, luego lo multiplicaban por una tonelada de piedra y sabían si la veta

era, de alta o baja ley.

Yo me salí del rancho El Pino en 1944, dice don Benito, casi al cerrar

Guadalupe y cuando me vine me trajo de raite Chicón Ochoa, un individuo

que años después se convirtió en peligroso pistolero.

Entrevista con el Sr. Benito Moreno, cuñado de Tino 24.01.9410

El trueque en Guadalupe

Por su parte el Sr. Ángel Nevárez, primo hermano de Tino, quien vivió hasta

los trece años de edad en la comunidad Los Arrayanes, ranchito distante dos

horas de Guadalupe de los Reyes, nos refiere lo siguiente:

En Guadalupe yo vendía leche y leña, así como carbón, camote y verdura que

sembrábamos mi papa Juan, y yo. A la edad de siete años, trabajaba vendiendo

esta mercancía en el centro comercial de Guadalupe.

Mis padres y mis tíos nunca trabajaron de mineros porque decían que no les

gustaba la esclavitud que preferían ser libres no le hace que fueran pobres pero

no humillarse a un patrón o un capataz.

Hija, bájale los calzones a ese hombre y agárrale los huevos

En Guadalupe, compraban oro los señores Felipe Acosta, Maximiliano

Otañez, el Dr. Daniel y el Sr. Manuel Fernández, este último, era muy vacilón,

dice don Ángel, cuando alguien llegaba a comprar mercancía a su abarrote le

decía a una de sus hijas: ándale Consuelito bájale los calzones a este hombre y

agárrale los huevos y es que, don Manuel, hacía trueque con los marchantes

cambiaba sus productos, por oro, huevos u otros comestibles, por ejemplo: por

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un gramo de oro cambiaba unos huaraches. Por una docena de huevos

entregaba un par de calzones que se encontraban en la parte superior de la

tienda, por ello le decía esas bromas a su hija, obviamente, la muchacha al

escuchar lo anterior se ponía roja de vergüenza, a pesar de todo, acataba

sumisamente lo que su padre le ordenaba.

Los caciques se aprovechaban de nuestra pobreza.

Los que compraban oro, dice don Ángel, se aprovechaban de nuestra

situación, nos pagaban el gramo de metal muy barato, un peso por gramo,

cuando en Mazatlán su valor era diez veces más. El hambre y el no poder

trasladarnos para llevarlo al puerto, nos hacía entregarlo a los caciques de la

región, aunque nos dieran una miseria por nuestro trabajo. Recordamos, dice

Ángel que, cuando el salario mínimo en los valles era de diez pesos en la

sierra se pagaba un peso por jornada de diez horas, y en ocasiones hasta doce.

Cuando un cacique nos prestaba una carga de maíz, equiparable a dos costales

en mazorca, teníamos que regresarle tres y si nos prestaba cinco pesos nos

cobraba veinte, si por alguna razón nos atrasábamos en el pago la deuda

seguía creciendo, mes tras mes. Si enfermaba o moría el deudor el

compromiso de pago lo adquirían la viuda, los hijos y los nietos como en la

época del porfiriato. En la sierra no había signos de cambios sociales, seguían

gobernando los amos y caciques con su espeluznante estela de injusticias y

agravios contra la clase trabajadora.

Este fue el Guadalupe de los Reyes, que vio al nacer el bandolero Tino

Nevárez, atmosfera que forjo su personalidad de rebelde al percatarse de las

injusticias que se cometían contra los débiles en los minerales de la región

tanto por los codiciosos patrones como por el gobierno federal, termina

diciendo don Ángel. Entrevista con el Sr. Ángel Nevárez, primo hermano de Tino

05.02.9411

.

Motivos del cierre del mineral de Guadalupe de los Reyes

De acuerdo con la investigación desarrollada por los autores entre las causas

del cierre del mineral de Guadalupe se pueden mencionar las siguientes.

1. La caída de los precios internacionales del oro y la plata

2. La Segunda Guerra Mundial que trajo como consecuencia la falta de

maquinaria.

3. La conversión del real de minas en cooperativa.

4. El agotamiento de las vetas y

5. La suma de los cuatro factores.

Tayoltita cuna de oro y plata Nacida en las profundidades de la Quebrada de Guarasimey, nombre que le

diera el famoso Barón Alejandro de Humbolt en 1823, en el hermoso estado

de Durango, Tayoltita es un mineral que surgió protegido por la mano de

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Dios. Desde principios del siglo XIX, fecha de su nacimiento, empezó a

producir oro y plata a raudales, y hasta la fecha sigue rindiendo relucientes

metales preciosos que adornan los bellos castillos y hermosas iglesias de otros

continentes del mundo, además de enriquecer las reservas monetarias de las

bolsas de valores de las grandes ciudades.

La pequeña comunidad, de escasamente 8 mil habitantes, en 1940, se convirtió

en cabecera, del municipio de San Dimas, años atrás, lo había sido la propia

comunidad de San Dimas. Tayoltita se encuentra asentada en lo más profundo

de la Quebrada de Guarisamey, una barranca que se formó en lo más recóndito

de la Sierra Madre Occidental, miles de años atrás. La legendaria comunidad

tiene como vecinos al otrora mineral de San Dimas, el pueblo fantasma de

Guarisamey, Zocabón, Contraestaca, Las Palmas y San Miguel de Crucez.

Está rodeada por montañas que alcanzan una altura de más de 1,900 mts.

sobre el nivel delimar (snm) como: “El cerro Burns, Las Palmas, El Morado,

La Petaca, El Cristo, entre otros”. Léase, Luévano Becerra, José Antonio,

Tayoltita: Centro Minero, de las Quebradas,Guarisamey,San Dimas. p.8412.

Otrora mineral de Tayoltita, Durango; por sus refulgentes venas corrieron ríos de oro y plata.

La Sierra Madre Occidental cruza el pueblo de Tayoltita de oriente a

poniente y de norte a sur, dependiendo de la perspectiva que se quiera ver,

presentando un aspecto paradisiaco para los visitantes que deseen pasar unas

hermosas y refrescantes vacaciones en su accidentada geografía.

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William Randolf Herst, propietario del mineral de Tayoltita.

A principios del siglo xx, el empresario y periodista de origen judío Wuilliam

Randolf Herst fundó la compañía Luis Mining Company, filial de la

ASARCO, con el propósito de invertir sus capitales en México, en el ramo

minero.

Randolf, vivía en los Estados Unidos donde a su vez era propietario de una

de las cadenas de periodísticas más importantes de la Unión Americana. En

México, había sido representante de importantes capitales yanquis como: los

del Gral. Ottis, dueño del periódico Times de Los Ángeles California, del

minero Green, y del petrolero Doheny. Randolf; poseía además un extenso

latifundio en el estado de Chihuahua (léase, Quién y cómo fue Pancho Villa,

p.1813.A principios del siglo XX, el empresario – periodista, compró la

compañía La Candelaria, ubicada en el estado de Durango, incluyendo el

mineral de San Dimas y desde luego Tayoltita. En los años 40s, compraría los

derechos del mineral de Nuestra Señora ubicada en Cosalá y otras tantas

minas más, por el rumbo del municipio de San Ignacio, con lo cual llegó a

dominar una basta región de más de 50 mil Kilómetros a la redonda de la

Sierra Madre Occidental y desde luego la gran riqueza que existía y existe en

su subsuelo.

William Randolf Hearst propietario de la compañía (ASARCO) y productor de las películas de

Pancho Villa a quien bautizo, como el Napoleón Mexicano.

El periodista – empresario, se hizo rico y famoso durante la Revolución

Mexicana al financiar las películas de las batallas de Pancho Villa a quien

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bautizó como El Napoleón Mexicano, haciendo popular al Centauro, no sólo

en Estados Unidos, sino también en Europa, donde a través de sus periódicos

y películas narró las grandes hazañas del legendario bandolero, como

defensor de los pobres y azote de los ricos.

Mineral de Contraestaca

Nacido en las hermosas cumbres de la Sierra Madre Occidental, el mineral de

Contraestaca, pertenece a la misma familia de la quebrada de Guarisamey solo

que, del lado del estado de Sinaloa, cerros de por medio. Parte de su historia

nos la cuenta la Sra. Magdalena (Nena) Smith Araiza, quien nació en el

mineral de San Dimas, en el año de 1925, siendo hija de la Sra. Justina Araiza

Rivera y del Sr. Cayetano Smith García, contador de la compañía Luis

Mining Company filial de la (ASARCO), propietaria fundadora del mineral.

Amenamente nuestra entrevistada nos relata el ambiente que se vivía en este

señorial mineral, en los años 40, del siglo pasado.

Hermosa postal del mineral de San Dimas, Durango (1945)

En 1935, refiere doña Nena, mi padre fue transferido del mineral de San

Dimas, a Contraestaca. En dicha comunidad, las casas del pueblo estaban

construidas en las faldas de los cerros, donde se hicieron rebajes y se

cimentaron las viviendas. Se veían muy curiosas porque a la distancia

semejaban panales de abejas, suspendidas en el aire, moviéndose con el viento

de un lugar a otro. Eran todas de material de concreto, madera, láminas de zinc

y cielo de manta. Contaban con luz eléctrica y agua entubada que brindaba la

compañía.

Aunque no había televisión nos encontrábamos bien comunicados.

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Las recuas de mulas y burros eran comunes transportando víveres y diferentes

tipos de mercancía. En las oficinas de la compañía existía un teléfono de línea

que transmitía a Guadalupe de los Reyes, Tayoltita y el resto de pueblos

mineros, así como a Mazatlán y la capital del estado. También teníamos

comunicación a través de la radio. Llegaban muy claritas las ondas hertzianas

de la XEW, la famosa Voz de la América Latina desde México. Así

conocimos, en aquellos recónditos lugares, la hermosa voz de Agustín Lara,

Jorge Negrete, Lucha Reyes, Toña La Negra, Chava Flores, entre otros. La

influencia de la voz de estos artistas era tan fuerte en nuestra imaginación,

que, hasta nos enamorábamos de ellos, sin embargo, años después, el cine nos

sacaría de nuestro ensueño al demostrarnos que nuestros galanes no eran tan

guapos como nosotros nos los imaginábamos, llegando, en muchas de

nosotras, la desilusión.

A casa de mis padres, llegaba además, el periódico El Universal con las

noticias más importantes del país y sobretodo con caricaturas que eran las que

a mí me gustaban leer pues me hacían reír a mandíbula batiente, narra doña

Nena.

En esos años, Contraestaca llegó a contar con cerca de 3 mil habitantes. Las

familias más distinguidas de la localidad eran: los Laveaga, comerciantes en

ropa, la familia Blancarte, propietarios de abarrotes; los Aguirre Rivas en

billares, cantinas y fábrica de sodas y hielo; los hermanos Bernal (José Luis,

Fausto y Oscar), quienes poseían una de la tienda más grandes del pueblo, los

Duarte, los Lizárraga, y los Solano, entre otras.

Uno de los grandes adelantos para nosotras las mujeres fue el molino de

gasolina para moler nixtamal que llegó en (1936), inclusive, en los últimos

años que viví en el mineral se instaló una tortillería, lo cual representó un gran

adelanto en los quehaceres del hogar. Recuerdo también, continúa narrando

doña Nena que, había un cine administrado por el Sr. Ramón Lizárraga, mejor

conocido como El Lamparitas, por estar cieguito de un ojo, en esta sala se

exhibían películas mudas y algunas de ellas traían la voz grabada en un disco

para que el público pudiese asociar los movimientos de las figuras con el

sonido de la boca. La entrada al público costaba 25 centavos pero yo, y unas

amigas, nos metíamos de trampa porque la caseta de donde se transmitían las

cintas daba a una ventana de mi casa y nos colábamos a escondidas, sin que se

percatara la boletera.

En el servicio de salud existía un hospital exclusivo para trabajadores, con un

médico y dos enfermeras.

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52

Contraestaca, relata doña Nena, vivía en fiesta permanente, día y noche se

escuchaba la música norteña y de viento, llegaban bandas de Mazatlán y de

otros lugares de Sinaloa, había muchos borrachos pero todo era muy tranquilo.

Yo trabajé, refiere doña Nena, con la esposa del gerente general de la mina

Sra. Ana Nicholson de Snob, de ascendencia inglesa, quien vivía en la colonia

americana. Un día solicitó a mi padre que, su hija (Nena) le sirviera como

dama de compañía y a partir de entonces tuve una relación muy estrecha con

doña Ana. La Sra. era racista me platicaba que no le caía bien la gente morena,

mucho menos negra, y que me había seleccionado por ser muy blanca de piel.

Ropa para la cruz roja internacional de Inglaterra.

Doña Ana, tenía en su domicilio de la colonia americana un taller de costura

en el cual confeccionábamos ropa para doctores y enfermeras de la cruz roja

de Inglaterra. Entre cinco mujeres producíamos hasta cien uniformes por mes

los cuales eran llevados por la Sra. Nicholson a Estados Unidos para,

posteriormente, ser reenviados a Inglaterra, donde se libraba una de las más

cruentas batallas de la Segunda Guerra Mundial.

De regreso traía muchas telas finas y adornos para producir vestidos, blusas

adornos y cintos para dama con puro patrón americano, decía que la ropa que

llevaba a vender era muy apreciada por las gringas en Los Ángeles.

Mueren los gorras prietas

Rememora doña Nena que, la zona minera de Guarazimey se cimbró en 1939,

con la muerte de los famosos gorras prietas.

Todas las empresas mineras tenían en su nómina trabajadores que hacían el

servicio de policías secretos, comúnmente, llamados confidenciales. Al

mineral de Contraestaca llegaron en (1938), dos hermanos (Celestino y

Rogelio) que, habían trabajado ya, en Tayoltita. Estos individuos eran dos

hombres corpulentos que gustaban de vestir, camisa, pantalón y tejana negra

con una mascada roja al cuello. A estos sujetos se les unió otro elemento de

nombre José Aleth. Los tres brindaban el servicio de vigilancia en la compañía

minera con el propósito que los trabajadores no sacaran polvillo de oro y plata

del molino de beneficio. Sin embargo, en una ocasión, estando mi madre y yo,

en el mercado de la localidad, a eso de las cinco de la mañana, escuchamos

una balacera en dirección a las oficinas de la sindicatura. Un mundo de gente

acudimos de inmediato, minutos después, llegaron los soldados quienes al

entrar encontraron muertos al síndico Sr. Jesús Peña y al Sr. Juan Delgado

Salcido, secretario de la sindicatura.

Resulta que los gorras prietas estaban inmiscuidos en el robo de polvillo de

oro el cual embazaban en latas alcoholeras y, aprovechando la obscuridad de

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la noche las llevaban a las oficinas administrativas de la sindicatura donde las

entregaban al síndico y a su secretario. Estos a su vez, las mandaban a vender

a Tayoltita al chino Juan Ley, quien compraba todo el mineral que llegaba,

tanto de contrabando como el que reunían los gambusinos.

El conflicto surgió porque los gorras prietas reclamaron un faltante de dinero

por la entrega de una carga de diez latas de polvillo que habían hecho, una

semana anterior.

El síndico y su ayudante manifestaron que los embaces no iban llenos por tal

motivo faltaba un porcentaje económico.

Finalmente, discutieron dándose de balazos, muriendo el síndico y el

secretario. Los gorras prietas fueron detenidos y llevados al cuartel militar

donde quedaron presos.

Hermosa panorámica del mineral de Contraestaca, donde las viviendas dormían suspendidas en el

aire.

Dado que fue un delito del fuero común los federales decidieron enviar a los

prisioneros a San Ignacio para que fueran juzgados por las autoridades. Pero

resulta que, nadie se animaba a trasladarlos a la cabecera municipal, Entonces

un Sr. de nombre Próspero Lizárraga de oficio carnicero dijo: dénmelos a mí,

yo los llevo a San Ignacio. Y en efecto, un día por la mañana pasaron los tres

por enfrente de mi casa. Don Próspero llevaba a los gorras prietas amarrados

de pies y manos montados en mulas y él, en un caballo moro con dos pistolas

y un rifle terciado en la espalda.

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Sra. Magdalena Smith Araiza; trabajó en la manufactura de ropa para la Cruz Roja Internacional de

Inglaterra en el mineral de Contraestaca, durante la Segunda Guerra Mundial.

Los famosos gorra prietas no llegaron muy lejos, a la altura de donde

entronca el arroyo que baja de Contraestaca con el río Piaxtla fueron

asesinados por su custodio quien se dijo, los obligó a cavar su propia tumba.

Por los servicios prestados, don Próspero fue contratado como empleado de

confianza de la compañía minera en Tayoltita. Semana tras semana transitaba

de dicho mineral a la cabecera de San Ignacio, pernoctando en determinados

ranchos del camino. Cierta ocasión, don próspero dormía plácidamente en el

interior de una tasolera, cuando algún curioso le prendió fuego al refugio

muriendo don Próspero achicharrado. Otro día, su cuerpo (un pedazo de

carbón) fue recogido por las autoridades y entregado a su familia quienes le

dieron cristiana sepultura.

Estas historias las conozco, dice doña Nena, porque en parte las viví y porque

fui nuera de don Juan Delgado, secretario de la sindicatura, y muy amiga de

Baudelia, hija de don Próspero Lizarraga, quien me narró la forma en que

murió su padre. Entrevista con la Sra. Magdalena (Nena) Smith Araiza. 22.04.9414

El crimen de Contraestaca En la ruta de nuestra investigación nos encontramos en el periódico El Diario

de Culiacán, un artículo titulado, El Crimen de Contrestaca relacionado con

dicho mineral y las injustas condiciones en que vivían los mineros en los años

50, escrito por el periodista y diputado, Ignacio Manjarrez Bernal.

El encabezado destacaba lo siguiente:

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Más de 5 mil obreros mineros mueren de silicosis al año por trabajar en las minas del país.

La compañía Luis Mining Companny una de las más voraces que existen en

México, propiedad del empresario William Randolf Herst, quien es uno de los

más encarnizados enemigo de México, en días pasados cerró el mineral de

Contraestaca. Randolf, propietario de varias minas en el noroeste de México,

entre ellas Tayoltita, a quien tiene más de medio siglo de explotar, en cuanto

cayeron los precios en los mercados internacionales, inmediatamente bajó los

sueldos a sus trabajadores, pagando en Contraestaca, donde los alimentos son

carísimos, dos pesos diarios, luego uno y al final, cerró la empresa,

pretextando agotamiento de las vetas, liquidando a los trabajadores con 250

pesos a los que no tenían familia en el mineral y, 450, a los que sí la tenían.

Cantidades que no les alcanzaron ni para los pasajes a otros centros de trabajo;

por si esto fuera poco, los desalojaron de sus casas a jalones y empujones

quedando a la intemperie, bebés, niños y mujeres suspendiéndoles servicios

médicos, agua y luz. Los trabajadores cuando iban al médico de la empresa

por incapacidades salían perfectamente bien pero, cuando se presentaban en

Tayoltita a solicitar trabajo aparecían enfermos de silicosis, quedando

incapacitados para laborar en otras empresas.

Vuelan las minas con dinamita No contento con lo anterior, continúa escribiendo el diputado, para evitar que

los trabajadores continuaran en el lugar como gambusinos, el rapaz

empresario Randolf Herst mandó volar las minas, es decir, les metieron

dinamita para tapar las bocas y así evitar que los trabajadores siguieran

viviendo en el lugar como buscadores de oro.

Aquellos que perseveraron, los calificaron de rebeldes y les echaron encima al

ejército siendo sometidos a culatazos y expulsados de los pueblos mineros,

ellos eran la única ley en aquellos apartados lugares, termina diciendo el

escritor. El Diario de Culiacán, núm. 2907, 1958, p. 3 15

.

Silicosis enfermedad del minero

Sobre la enfermedad del minero, los autores de la presente obra se dieron a la

tarea de entrevistar a un minero que trabajó en los minerales de Tayoltita, en

los años 50. Al respecto entrevistamos al Sr. Patrocinio Beltrán Rodríguez

quien nos comenta lo siguiente: muchos operarios que fueron mis compañeros

de trabajo murieron muy jóvenes, ya que por lo general después de cinco,

máximo diez años de actividad, adquirían la famosa enfermedad del minero,

también llamada Silicosis, que consistía en no poder respirar. Esta patología se

presentaba en los trabajadores como producto de los efectos de respirar el

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polvo de los metales procesados, asociado a los gases que producían tanto el

carburo quemado por las lámparas para alumbrar los túneles como los

hachones de ocote que en algunas ocasiones se utilizaban para lo mismo. Mi

padre y varios tíos, refiere don Patrocinio, terminaron cascados nombre

común que se les daba a los enfermos de Silicosis y el patrón no nos pagó ni

un cinco de indemnización, ni siquiera para el entierro de nuestros familiares.

Nos bañaban como animales

Los socavones no tenían ventilación y tampoco tenían ductos para ello,

continúa narrando don Patrocinio. La empresa se negaba a darnos equipo de

seguridad. Lo único que proporcionaba era una pipa con agua. En cada galería

había una pipa manipulada por un trabajador, cada minero antes de salir nos

colocábamos frente a la manguera y recibíamos el chorro de agua, mala

comparación como las vacas, obviamente ello no evitaba que nos

enfermáramos de tos y de la garganta y finalmente de silicosis, lo cual llevó a

la muerte a muchos compañeros.

Pero esto no era todo dice don Patrocinio, en el molino de beneficio trabajaban

como cuarenta personas que estaban en contacto directo con el mercurio o

azogue, sustancia que se utilizaba para amalgamar y luego purificar el oro y la

plata. Estos trabajadores con el tiempo sufrían de llagas por todo el cuerpo y

se iban hinchando, hasta que dejaban de trabajar. El patrón y las autoridades

de salud no otorgaban incapacidades, aunque lo contemplaban las leyes;

finalmente el operario era despedido por faltas al trabajo, sin indemnización,

sin derecho a atención médica y era expulsado junto con su familia de la

vivienda que tenía prestada por parte de la empresa.

Estas eran sólo algunas de las injusticias que vivían los obreros mineros en

Tayoltita, Durango en la época de los 50.

En los años 40, continúa narrando don Patrocinio, nos pagaban ocho pesos

cincuenta centavos, por ocho hrs. de trabajo, pero cuando vino la crisis de los

precios de metales nos lo redujeron a cinco, luego a dos pesos, finalmente a

uno por jornada de doce hrs. En una ocasión duraron hasta tres meses y no

nos pagaban, entonces estalló la huelga a mediados de 1953, la cual se

mantuvo un año, aproximadamente. Todo el pueblo se moría de hambre

mucha gente se salió de la comunidad y ya no regresó, los poquitos que

quedaron subsistieron comiendo raíces y frutas de árboles silvestres.

Los trabajadores que morían por accidentes, continúa narrando don Patrocinio,

en las profundidades de las minas no los rescataban, los abandonaban a su

suerte, de tal forma que la familia ni siquiera tenía la oportunidad de darles

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cristiana sepultura, pues simple y sencillamente desaparecían. Entrevista al Sr.

Patrocinio Beltrán Rodríguez 05.05.9416

Los autores investigaron el cuadro clínico que presenta La Silicosis en los

seres humanos y encontraron lo siguiente: Estudios médicos sostienen que la

enfermedad de Silicosis se presenta en trabajadores que laboran en minas de

oro, plata, cuarzo, uranio, pirita, plomo, cobre, zinc, arena, granito, inclusive

carbón. El depósito de gas y partículas en el pulmón ocasiona la destrucción

del mismo y forma fibrosis (cicatrización) de los tejidos pulmonares incluidos

los vasos sanguíneos y linfáticos, presentándose la dificultad respiratoria.

En el mejor de los casos la enfermedad comienza con una Silicosis simple y

progresiva, pasando por una Silicosis conglomerada, en la que los nódulos de

fibras individuales se unen y forman grandes masas de tejido cicatrizante

impidiendo al pulmón tomar la cantidad de oxigeno suficiente para el

organismo y en unos cuantos meses el individuo muere.

Humillaban a los mineros de la Sierra Madre Occidental. Una más, de las grandes injusticias y humillaciones que se cometían contra los

mineros, en aquellos aciagos años, nos lo relata el Sr. Rafael Barraza (qepd),

quien trabajó en la década de los años 40 en la mina denominada El Manto

Negro, ubicada en el municipio de San Ignacio.

En aquellos tiempos, los metales preciosos eran codiciados tanto por gavillas,

trabajadores y, desde luego, por los propietarios de minas, nos dice don

Rafael. “En 1945, en El Manto Negro, cerca del municipio de San Ignacio,

existía un placer tan rico que producía hasta dos kg. de oro por tonelada de

metal. En esta mina, cuenta nuestro entrevistado, trabajé desde los catorce

años de edad. Había vigilancia día y noche, inclusive, personal del ejército

tenía su cuartel al servicio de la empresa norteamericana, con el propósito de

evitar el robo de oro y plata. Sin embargo, era común que los trabajadores

sacáramos polvillo de metal por diferentes medios, por ejemplo: “En zapatos

de doble suela, en el pelo, en las axilas, en la boca, en el sombrero, en las

verijas y hasta en el ano cuando esto era posible”.

Para evitar el robo, al salir del molino éramos encerrados en un cuarto especial

donde nos desnudaban y exploraban de pies a cabeza, cuando el capataz

sospechaba de un trabajador, de inmediato lo apartaba de la bola y le metía el

dedo gordo de la mano en el ano para descubrir si llevaba polvillo de oro, en

sus partes nobles. Hasta ese grado llegaban los patrones y capataces, sin

embargo era mucha la necesidad de trabajo y por ello soportábamos todo tipo

de humillaciones.

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El método de la piedra En una ocasión, sigue narrando don Rafael, uno de los jefes, un ingeniero de

apellido Domínguez, le tocó revisar a los operarios. Al encontrarse frente a

ellos los formo en fila y les dijo: “Yo no me voy a ensuciar los dedos con

ustedes; a ver tú, le dijo a uno de los hombres, levanta esa piedra que tienes en

frente. Una roca como de 60 kg. de peso. En cuanto el trabajador se agacho e

izo fuerza para levantar la piedra boto el tapón, una especie de tubito de

ensayo que cierto laboratorio fabricaba para embazar pastillas y los mineros

utilizaban para llevar polvillo de oro. Se lo introducían en el ano y salían del

trabajo apretando “el de abajo”, para evitar su salida: Así, varios trabajadores

fueron arrojando el tapón de vidrio, obligados a lavarlo y entregarlo en la

oficina del mineral donde eran marcados y castigados con tres semanas sin

empleo”.

En el futuro varias empresas mineras de la sierra sinaloense y duranguense

utilizaron el método de La piedra para descubrir a sus trabajadores cuando

tomaban oro para beneficio particular. Entrevista al Sr. Rafael Barraza 12.08.9417

Por su parte el Sr. Úrsulo Valles Ramírez, quien trabajo, como perforista y

barretero en el mineral de Tayoltita, en el año de 1945, nos narra también las

peripecias que le tocó vivir en ese legendario Real de minas de Tayoltita: En

esa fecha, nos dice don Úrsulo, el salario en Tayoltita, era de ocho pesos, por

una jornada de ocho hrs. Existían dos turnos. Durante la jornada yo, y cuatro

compañeros más, entrabamos a barrenar las paredes de los cerros, mientras

otros trabajadores se dedicaban a colocar pólvora para explotar la dinamita y

tumbar la roca.

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Sr. Úrsulo Valles Ramírez, trabajó de barretero y perforista en el mineral de Tayoltita, Durango

(1945).

El barreno lo hacíamos con máquina, seguíamos los hilos de oro y plata al

interior de las minas, para lo cual existía un poblador, quien marcaba los

sitios donde colocar los cartuchos. El apuntador dibujaba una especie de roseta

y el barreno del centro era la cuña que al explotar o detonar encendía todos los

demás volando la piedra en un radio de veinte metros; la reacción de los

explosivos era en cadena o secuencia cayendo hasta 22 toneladas de piedra,

aproximadamente, en una sola explosión.

La roca recogida en trenecitos Después del estallido, la roca era recogida, por decenas de obreros, en varios

trenecitos de ocho carritos, cada uno, con capacidad para dos toneladas,

utilizando el sistema de rieles. El metal era transportado al túnel central, luego

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a través de canastillas sostenidas en el aire por calabrotes, era llevado a la

quebradora o trituradora, después al molino de beneficio y a la fundición, en

un recorrido de 1.5 kilómetros aproximadamente, donde finalmente salían las

barras de oro de 5 kg y plata de 30 kg.

En esa época, narra don Úrsulo, en la Quebrada de Grarisamey, operaban

varias minas entre ellas: Cinco Señores, Socavón, Luis Min y Tayoltita, cerros

de por medio se encontraban San Dimas y Contraestaca.

Para los neófitos en asuntos mineros estos nombres significan, cinco cerros o

más, y a su vez cinco pueblos diferentes, o minas en operación, en este caso,

en una misma área geográfica, la famosa Quebrada de Guarasimey.

Durante siglos los trenecitos al interior de las minas se movieron con fuerza animal. (1944)

.

Robo hormiga de oro y plata

En la década de los 40, sigue narrando don Úrsulo, la empresa nos

proporcionaba botas mineras, a las cuales les adapte un doble fondo, en este

pequeño escondite, sacaba diariamente 100 gr. de polvillo. Posteriormente en

mi casa beneficiaba diez y ocho a veinte gramos de oro y otro tanto de plata y

lo vendía al chino Juan Ley Fong, comerciante de Tayoltita. Pagaba muy

barato el metal, a peso el gramo, porque era de contrabando, cuando en

Mazatlán o Culiacán lo compraban a cinco y hasta diez pesos, dependiendo

del comprador, cabe mencionar que, casi todos los trabajadores traficábamos

oro y plata de los minerales, arriesgándonos a ser despedidos.

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Caballitos y choricitos

En algunas ocasiones, hacíamos caballitos y choricitos, es decir nos poníamos

una especie de zapeta en las verijas y así sacábamos el oro y la plata o en su

caso nos arremangábamos la camisa y el chorizo de la misma lo llenábamos

de polvo el cual fundíamos en nuestras casas.

Puras parrandas

Todos los domingos agarraba la banda, me encantaba la canción

denominada, El mero día de San Juan y la mandaba tocar muchas veces a los

músicos de la localidad y a otros que, de vez en cuando, se aparecían por

Tayoltita.

Los duendecillos del mineral de Tayoltita

Cuenta don Úrsulo que, entre los trabajadores del mineral de Tayoltita existió

la creencia en la existencia de pequeños seres espirituales llamados duendes,

que vivían en los socavones de las minas, quienes tenían la costumbre de

entrometerse en la vida laboral de los trabajadores, pues cuando no les daban

de comer les escondían las herramientas de trabajo, apagaban las linternas, les

tocaban el pelo o los llamaban por su nombre. “En las catacumbas de las

minas, era usual escuchar murmullos de niños jugando, platicando o peleando

pero nunca mirábamos nada”. Fue tanta la influencia que llegaron a tener los

duendecillos en las cuadrillas de trabajadores, dice nuestra entrevistado, que

estos pedían a sus esposas que, en sus respectivos lonches les agregaran una

tortilla de más y el primer bocado que tomaba el minero en sus manos lo

aventaba hacia atrás con las consabidas palabras “esta es para el duende”, de

esta manera, dice don Úrsulo, los fantásticos niños no nos hacían travesuras y

nos dejaban trabajar. Era tanta la superstición de los duendes entre los mineros

que se llegó a pensar que, aquellos trabajadores a quienes les rendía mucho el

trabajo era porque tenían un duende amarrado el cual les ayudaba a realizar

más rápido su faena y por lo tanto alcanzar un mejor salario, comentó don

Úrsulo.

Vinaterías y cantinas

En Tayoltita al igual que los pueblos mineros de la región llegaban mucho

vino y mescal de contrabando, también llamado de aguaje. Los ranchos

satélites, tenían vinaterías donde se procesaba el tequila y mezcal que era

introducido de contrabando, a través de recuas de mulas que transportaban a

su vez otro tipo de mercancías; bajo dichas mercancías, entre los suaderos,

(cubierta para proteger el lomo de las bestias) iban las “toluquitas”, litros y

hasta demazanas de vino y mezcal proporcionando grandes sumas de dinero a

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los contrabandistas. Solo en Tayoltita existían más de diez cantinas: la cantina

Amor Volando, propiedad del Sr. Ignacio Burgueño, El Macho Prieto, del Sr.

José Venegas, El Sesteo de las Aves, del Sr. Félix Domínguez, La Popular

,fundada por Patricio López, El Gallito, del Sr. Jesús Corral y El Minero ,del

Sr. José Luis Hernández, entre otras. Además, se vendía vino en varias casas

del pueblo, de tal forma que por Chinguerete, no parábamos, dice don Úrsulo;

cerveza y vino, había hasta para emborrachar un ejército. El precio de la copa

era de cinco centavos, vino mezcaleño, producido de maguey silvestre, pegaba

como patada de mula, sin embargo, era el que más se consumía.

Demazana, envase en el cual se transportaba vino y mezcal a los centros mineros de las regiones de

la Sierra de Madre Occdental.

En esos años eran comunes los pleitos de cantina, a daga y cuchillo, sin

embargo, la policía y los soldados se encargaban de poner orden.

La elite social del mineral, sobre todo los empleados de confianza, que vivían

en la Colonia Americana donde trabaje durante buen tiempo, dice don Úrsulo,

consumía basicamente, guisky, Coñac Tres Coronas, vino blanco Chablis,

vino tinto Ponte Canet y Champagne Viuda de Cliquet, marcas que por lo

general veía en las cantinas particulares de los empleados de confianza donde

de vez en cuando me robaba un traguito.

Después de trabajar, refiere don Úrsulo, tres años en la colonia extranjera me

fui a laborar a la mina de donde estuve sacando polvillo de oro, después de

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ocho meses, me descubrieron los confidenciales, los famosos gorras prietas y

me despidieron.

Estos sospecharon de mí, por parrandero, pues el salario de ocho pesos

diarios, no daba para tanto. Así fue como vine a dar a Costa Rica, en 1947.

En su narrativa don Úrsulo comenta que: “En Tayoltita, además de los

confidenciales había un pelotón de soldados (doce soldados), incluyendo

sargento. Ellos imponían el orden hasta en cuestiones civiles; por ejemplo,

para detener a un hombre que se robaba una muchacha, actuaban los soldados,

en una riña callejera, entraban también los federales, por ello cuando me

detuvieron por robar oro, los militares me llevaron preso a San Dimas, pero el

presidente municipal resultó ser amigo mío, porque había trabajado con él de

jardinero, en la colonia de los empleados de confianza; se llamaba Xicoténcatl

y él me dio libre, no sin antes cobrarme 25 pesos de multa pero fiados, porque

no tenía dinero”.

Destino de un oriental

Recuerda don Úrsulo que, en 1944, a la edad de veinte años, cuando trabajaba

de jardinero en la colonia Americana de Tayoltita, al salir a barrer la calle, se

topó con una muchacha muy hermosa, sentada en la banqueta. “Fuí y les dije a

mis patronas, unas jóvenes estadounidenses, lo que había visto, ellas salieron y

al preguntarle a la joven qué le pasaba, ella contestó: Estoy esperando a mi

esposo”.

Un asiático bolero

A los pocos minutos, llegó un chino, que después supe se llamaba Juan Ley,

con un cajón de bola y una bolsa con pan para su esposa. Después de conocer

el caso las gringas hablaron con el gerente general de la empresa el

Norteamericano Lorenzo Morell, para que le diera trabajo al chino. Cuando

llevaron al asiático con el patrón, éste no le pidió empleo, sino le dijo que: le

facilitara un terreno a la orilla del río para cultivar verdura porque de esos

alimentos no había en Tayoltita. Al chino le prestaron una mula y le

permitieron hacer un poso para regar la hortaliza que sembró: zanahoria,

tomate, cebolla, papa y cilantro.

Mecánico de aviación

Luego don Juan Ley le dijo al Sr. Morell que, le diera oportunidad de dar

mantenimiento al avión trimotor que llegaba cada ocho días de Mazatlán,

pero, don Juan, no pidió paga por este trabajo, sólo solicitó que le dieran

oportunidad de traer mercancía en la aeronave para su abarrote que acababa de

montar en Tayoltita, permiso que fue concedido por la empresa.

Fundidor de metal

El Chino Ley también fundía metal, tenía un horno grande en su casa como de

cuatro metros de ancho, donde a la vez tenía una tienda de abarrote y el

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equipo necesario para beneficiar el oro y la plata, sacaba los hermosos tejos

de oro, refulgentes como luna llena. Con el tiempo, el chino progresó tanto

que, era poseedor de una industria de metales preciosos y si lo hubieran dejado

probablemente se hubiera convertido en socio de la empresa Tayoltita, pues

era muy inteligente e industrioso.

Un chino con costumbres mexicanas

Cuando El chino miró que todo mundo andaba a caballo, con su buena pistola,

le dio por hacer lo mismo pero, lo detuvo el ejército y lo mandó preso a San

Dimas, porque siendo extranjero, la ley no le permitía andar a caballo y

armado. En ese entonces San Dimas era la capital del municipio del mismo

nombre; se encontraba como a seis kilómetros de distancia de Tayoltita.

Después de pagar la multa se fue varios meses a Mazatlán, luego regresó y

montó una tienda grande, con todos los servicios y compraba carbón, leña,

cal y sal a los campesinos y los almacenaba para venderla en tiempos de

escases, al mineral o a casas particulares, al tiempo empezó a comprar el

metal robado de la mina.

Trampas al chino

En ocasiones, continua hablando don Úrsulo, le hacíamos trampas al chino

Ley, pero después nos reclamaba. Resulta que al oro que le vendíamos le

incorporábamos agua con lo cual salía más pesado, al darse cuenta don Juan

nos reclamaba pero, nosotros siempre nos negábamos. Obviamente, con la

raya de nuestro trabajo más lo que obteníamos por la venta del polvillo robado

era doble lo que recibíamos en la semana lo cual gastábamos en puras

borracheras y hasta el lujo nos dábamos de jalar la banda.

El proceso de beneficio Nos llamaban metaleros, dice don Úrsulo, a los trabajadores que sacábamos

metal clandestinamente de las minas.

“Comprábamos azogue o mercurio en las farmacias de Tayoltita o lo

encargábamos a los arrieros quienes nos lo traían de Mazatlán y, en un crisol,

una especie de cuenco de plástico resistente al fuego, colocábamos el polvillo

en la lumbre, después de cinco minutos, retirábamos el azogue, y vertíamos el

producto en una botella; paso seguido, introducíamos una varilla de cobre y,

al instante, esta se ponía chinita, chinita, brillante como el sol, de la plata que

subía por la barra, dejando el oro en el fondo de la botella, libre de metales

irrelevantes, con lo cual ganábamos nuestros buenos pesos”

En la mina Socavón y La Palma pertenecientes a la misma quebrada de

Guarisamey, continua hablando don Úrsulo, trabajaban como cuarenta

personas y en las cinco minas restantes unos quinientos trabajadores,

existiendo un promedio de 5 mil habitantes en dichas comunidades. Entrevista

con el Sr.Úrsulo Valles 10.10.9418

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El Güerillo Salcido

La Sra. Imelda Sarabia quien vivió en el rancho El Apomito (puerta de entrada

al mineral de Tayoltita, Durango), en los años 40s, en amena charla nos

comentó lo siguiente: en la década de los 40s

y 50s, en los minerales de

Tayoltita, Contraestaca y Zocavón, producto de la crisis hubo mucho

bandidaje recuerdo que una noche llegaron a mi casa como quince hombres en

caballos y mulas, llevando como cabecilla al bandolero conocido como El

Güerillo Salcido, pidiéndole a mi madre de cenar. Horas después partieron a

Tayoltita donde fueron a asesinar a doce hombres que se encontraban presos

en la cárcel de dicho mineral. En la madrugada escuchamos la tropelada de

caballos que venían de regreso y como a las cinco de la mañana el rugido de

una troca que llevaba a los heridos rumbo a San Ignacio.

La generosidad de Don Manuel Ley provocó un atentado contra uno de

sus hijos.

En la misma entrevista la Sra. Imelda nos platicó cómo y por qué, se realizó

un atentado contra un hijo de Juan Manuel Ley en Tayoltita. Doña Imelda

narró que en aquel entonces continuamente estallaban huelgas y paros de

labores en el mineral de Tayoltita. Pero una de dichas huelgas fue la más

terrible de todas. En virtud que, ni la empresa ni los trabajadores querían ceder

a sus demandas.

La huelga se mantuvo aproximadamente un año, viajaban muchas comisiones

a la ciudad de México pero no resolvían nada. Las familias carecíamos de lo

más indispensable, no había víveres, se carecía de arroz, frijol, maíz, azúcar,

café, y sal, lo más elemental para la vida, pero tampoco dinero para comprarlo.

Sin embargo, existió un alma caritativa que nos estuvo apoyando durante toda

la huelga, fue el Sr. Juan Manuel Ley, quien facilitó crédito a los mineros que

se encontraban en paro de labores y regalaba verdura de la que cultivaba a la

vera del río.

La empresa no miró con buenos ojos la actitud del Sr. Ley y en uno de tantos

viajes que realizaba, su hijo Álvaro, con provisiones del puerto de Mazatlán a

Tayoltita, le pusieron una bomba, afortunadamente la camioneta alcanzó a

pasar el puente del río Piaxtla a la altura del mineral, antes de que el artefacto

estallara, salvándose el muchacho por cuestión de segundos, a partir de

entonces don Juan no la pensó dos veces para emigrar a otros horizontes.

Así fue como don Juan vino a dar a Culiacán, donde montó su tiendita

denominada Casa Ley por Av. Domingo Rubí, a principios de los años 40s.

Entrevista con la Sra. Imelda Sarabia 05.01.9519

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Sra. Imelda Sarabia; Juan Manuel Ley fue una persona muy generosa, apoyó a los trabajadores

mineros en las huelgas de los años 40s., narró doña Imelda.

Sobre la emigración del exitoso empresario Juan Manuel Ley Fong de

Tayoltita a Culiacán, existe otra versión contada por el ing. José Antonio

Luévanos que en su libro ya citado p.117, nos dice lo siguiente: “En 1935,

varios chinos llegaron a trabajar al mineral de Tayoltita estableciendo sus

comercios, entre ellos, el Sr. Juan Manuel Ley Fong, quien fundó el comercio

La Surtidora, en la antigua calle Comercio; tiempo después, sin embargo, se

declaró en quiebra y abandonó la población radicando actualmente en la

ciudad de Culiacán, Sin., donde montó la tienda de autoservicio Casa Ley hoy

sus sucesores poseen varios establecimientos de éste tipo” Léase Tayotita20.

Casa Ley, Tiene como antecedente el mineral de Tayoltita, Durango.

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67

Vecinos de la colonia extranjera

La famosa colonia extranjera estaba constituida básicamente por familias

migrantes a saber: Familia: Laslo Miklos Kuna, de origen húngaro; familia

Shuzua Hendos, de origen japonés; Lickel Shmith, descendencia

norteamericana; Lindenburg Rabinowich, rusa; Laurence Morel Fay,

estadounidense; Chatzalis, griega, Kivari, griega y familia, Haptonstall Smith,

entre otras

El total de extranjeros vecinos del mineral de Tayoltita para 1970 ascendía a

187, un número considerable para la época.

Podemos decir que, Tayoltita, en esos tiempos era un pueblo cosmopolita pues

además de vivir familias de distintas partes del mundo se hablaba muchos

idiomas.

Éxodo de taltotillenses Huelgas, paros de labores y cierres temporales del mineral de Tayoltita,

motivaron el éxodo de familias taltotillences hacia la costa y los valles. Al

respecto la Sra. María Martínez, quien emigró, de la sierra a los valles en la

década de los 50s, nos comentó lo siguiente: “Miles de personas abandonamos

los minerales en aquellos tiempos. Unos a pie, otros en burro, mula y a

caballo. Por los cordones de la Sierra Madre Occidental, diariamente, se veían

familias enteras, llevando enceres domésticos y hasta el perico, en búsqueda

de la tierra prometida; unos fueron a dar al puerto de Mazatlán, unos más al

valle de Culiacán y sólo, algunos continuaron en Contraestaca, Tayoltita y

otros minerales de la región”. Entrevista con la Sra. María Martínez 10.08.992

Cabe destacar que a juicio de los autores, la migración de familias mineras es

común en todos los centros metalúrgicos del mundo, su población crece de

acuerdo a la bonanza de metales y decrece, al grado de desaparecer, en la

medida que el mineral se deprime o entra en crisis productiva. Fue el caso de

Guarisamey, San Dimas, Guadalupe de los Reyes, Nuestra Señora y en

ocasiones Tayoltita, en el estado de Durango.

El Dios de la pobreza

En relación al ambiente que vivían los pueblos de la Sierra Madre Occidental,

en aquellos azarosos años, y la aparición de Florentino Nevárez, personaje

central de nuestra historia, entrevistamos a la Sra. María Encarnación López a

quien encontramos en la ciudad de Mazatlán quien amablemente nos

concedió una entrevista. La Sra. López comentó que, nació en el rancho La

Higuera Larga, San Ignacio, Sinaloa, en 1940: “Mi padre trabajó muchos años

en el mineral de Tayoltita donde eran comunes las huelgas. Cada paro de

labores era algo terrible para las familias de los obreros, pues quedábamos

completamente desamparadas, sin qué comer y qué vestir. Lo anterior se

agudizó con las sequías de los años 50s, cuando murieron todos nuestros

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animalitos. Recuerdo, cuenta doña María, como si fuera hoy, cuando por

aquellos rumbos se aparecía Tino Nevárez que, al ver la situación en que

vivíamos, otro día llegaban a nuestros humildes hogares tres o cuatro bestias

cargadas con alimentos, cuando mi madre le ofrecía hospitalidad él

contestaba: “No señora, écheme tan sólo unas cuantas gordas para el camino y

otro día regresaré por estos rumbos a quedarme”. Don Tino fue un hombre

muy generoso, con los pueblos de la sierra, por ello en las rancherías de los

altos se le conoció como El Dios de la Pobreza, porque siempre aparecía

cuando menos lo esperábamos, termina diciendo doña María. Entrevista con la

Sra. María Encarnación López. 25.01.9521

Las radiantes venas del mineral de Cosalá.

La grandeza del municipio de Cosalá viene sobretodo por la riqueza de sus 50

minas trabajadas por nacionales y extranjeros, durante más de 400 años. La

más importante, Guadalupe de los Reyes; famosa por sus metales de alta ley.

Fue cuna de tradiciones y leyendas durante el siglo XIX, siguiéndole en

importancia, el mineral de Nuestra Señora que tuvo su esplendor en la década

de los años 50s, del siglo pasado.

En la presente investigación el municipio de Cosalá, cobra importancia no

sólo porque a poca distancia de su cabecera (32 kilómetros), naciera el

personaje de nuestra historia (Tino Nevárez), sino además porque fue en esta

zona, donde el legendario bandolero realizó sus más grandes hazañas que le

dieron notoriedad e imagen a nivel nacional e internacional.

La señorial ciudad de Cosalá, el resplandor de sus 50 minas deslumbró la avaricia de los antiguos

prófugos de la justicia, quienes eran presa de las tres patas del diablo: el juego, las mujeres y el

alcohol.

Para penetrar un poco más en las venas de la señorial ciudad de Cosalá, léase

al escritor Paul Duplessis, quien en su libro El Monte (pequeña novela del

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siglo XIX) describió magistralmente las costumbres de los cosaltécos en

aquella lejana época: “Esta bella y señorial ciudad tuvo su gran esplendor

durante la época virreinal, cuya riqueza hizo posible el asentamiento que había

comenzado por la penetración de San Dimas…su población se sitúa entre 8

mil y diez mil almas en su mayoría mineros, antiguos prófugos de la justicia,

quien una vez obtenida una gran ganancia, la tiraban en orgías y juegos.

Pobres de nuevo, volvían al sendero del bandidaje y la delincuencia y eran

presa de lo que Vicente Riva Palacio llamó las tres patas del diablo: el juego,

las mujeres y el alcohol. Al llegar a Mazatlán en 1848, el reconocido literato

describió a Sinaloa como un estado inmerso en un vasto océano de oro y

pronosticó que Mazatlán estaba destinado a gozar de una gran importancia

comercial”. Léase El Monte,p.110-11922.

Después de Guadalupe de los Reyes, quien cerró sus puertas en 1945, el

mineral que continuó brillando con mucha intensidad fue, Nuestra Señora,

asentada a nueve kilómetros de la cabecera municipal. Dicho mineral fue

adquirido por la compañía American Smelting And Refining Company

(ASARCO), en 1945, sumándose a la compra, otros tres yacimientos más a

saber: La Candelaria, Santo Domingo y Santa Teresa, predios asentados en el

municipio de Cosalá, Sinaloa.

Ruinas del mineral de Nuestra Señora, a la vera del río Las Habitas (2000)

Ocho años después, de las respectivas investigaciones topográficas (1953), la

compañía inició trabajos de explotación, así como beneficio de minerales

obteniendo en doce años de trabajo los siguientes resultados: 75 kg. de oro y,

52,500 kg. de plata, que arrojaron utilidades hasta por $19’ 530, 000.00 (diez

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y nueve millones quinientos treinta y mil pesos m/n), independientemente de

la venta de metales no preciosos como zinc (12 mil kg.), plomo (5,250 kg) y

cobre (750 kg.). Léase, http//www. Proyecto Minero, Nuestra Señora, en el municipio de

Cosalá, Servicios Nautilus p. 8,923

.

A mediados de octubre de 1957, la redacción del periódico, El Diario de

Culiacán realizó una magistral opinión sobre sobre las condiciones que

estaban viviendo los cosaltécos por motivos de las aventuras de Tino Nevárez,

pero sobre todo, recoge el paisaje y el ambiente pueblerino en que se movían

los vecinos de aquella época en la antigua joya colonial. Por su hermosa

impronta, los autores recogen el bello artículo y lo transcriben como una

colaboración más a esta obra, respetando, desde luego, la ortografía del autor.

“Los mineros construyeron sus casas con techos altos muy altos querían tener

la suficiente amplitud para que no los recordara en las horas de descanso las

estrecheces de las minas, por estas casas circula el aire el poco aire que logra

filtrarse por entre los cerros en forma lenta y en remolino, enseguida baja y se

sale por las pequeñas puertas y ventanas y se va a la calle, que ingenuidad del

azul añil de las casas de Cosalá tienen algo de fiesta de día de muertos algo de

carnaval y fiestas de Guadalupe y mucho de escenografía de películas de

Antonio Barden sus calles son un autentico poema de calles mineras los

mineros hicieron sus casas donde se les antojo lo mismo aquí que en

Guanajuato que en Batopilas tan seguros estaban de que sólo vivirían en ellas

lo que durara la bonanza de la mina se olvidaron de alinearlas y procurar que

no se estorbaran unas con otras. Las calles de Cosalá son pues un hermoso

rompecabezas, aquí esta una calle en que apenas puede pasar un burro con su

aparejo y su cargamento de calabazas, metros adelante la calle parece pista de

aterrizaje tan pronto se encuentra una casa que termina con la calle a manera

de tapón o con una calle que termina con una casa que luce en el portón un

escudo de muy caracoleado sinuosidades. En Cosalá la improvisación tiene ya

varios siglos.

Por un lado se vivía pendiente del hilo de la mina por el otro el afán de

amacizarse. Existen casas con paredes de hasta un metro de anchura que

hablan de historias muy parecidas la del rico que encierra su oro en las paredes

y las asegura en la combinación de una caja fuerte de mezcla y piedra la

apariencia de riqueza es signo único de las casas de Cosalá que tienen la buena

voluntad de contar los secretos que sólo ellas conocen. Si se sube los

escalones de la iglesia se siente que se está en el patio de otro mundo se

percibe los oscuros techos de Cosalá, la Cruz 1931, de los padres franciscanos

simula estar pendiente de lo que acontece a sus alrededores

como una pequeña antena de televisión.

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En la iglesia se percibe el aroma de agua vendita, entre semana y a esta hora

está absolutamente quieta ningún ruido suyo la delata quizá los pasos de unos

rancheros que vienen a bautizar. El Sr. Francisco Aragón vino de Cosalá a

visitar a sus hijos y discute sobre los tres pesos que dará de bolo.

La rocola se desgañita en unas cantinas que están pegaditas a la plazuela y se

llevan el ruido de rocanrol y de merecumbe. El olor a cerveza de algunos

soldados que brindan a través de la calle con una empleadita de una oficina, de

vez en cuando le guiñan los ojos y alzan la cerveza para que ella les conteste

el brindis pero la muchacha no contesta, sólo se sonríe y nada más. Cosalá

vive tan tranquilo que no se explica que un tal Tino Nevárez la haya venido a

perturbar. Sus zalates que muestran la generosidad de su tierra crecen en todas

direcciones tan altos que se pierden en el cielo y tan a los lados que se

desparraman por toda la sierra. El Diario de Culiacán, núm.316. 19.10.57. p.324.

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Capítulo 2

¿Quién fue Tino Nevárez?

Florentino Nevárez Sánchez, mejor conocido como Tino Nevárez, nació en un

pueblito de tan sólo tres casitas de nombre, El Bayus, asentado en el estado de

Durango, el año de 1923. Dicho rancho se encontraba a media hora de camino

del mineral de Guadalupe de los Reyes, Sinaloa, y, a 160 kilómetros de

Culiacán y 170 del puerto de Mazatlán. La vida de la familia giraba en torno a

dicho mineral, más que de algún otro pueblo o ciudad.

Tino, fue el primogénito de la familia integrada por diez hermanos del

matrimonio formado por el Sr. Librado Nevárez Durán, originario de Durango

y la Sra. Guadalupe Sánchez Peña, nacida en el rancho La Cañita de la misma

entidad.

De cuna humilde, Tino fue un iletrado, pues en la familia era más importante

trabajar que asistir a la escuela, sin embargo, eso no le impidió al futuro

bandolero ser un hombre audaz, valiente e inteligente.

Desde pequeño se dedicó al campo. Ayudaba a su padre en el cultivo de la

tierra. En época de lluvias desmontaba y quemaba bosques en los cerros

aledaños a su vivienda con el propósito de sembrar maicito, frijol y calabaza

y, en periodo de secas, su padre y sus hermanos se convertían en gambusinos

en minas abandonadas de la región. En otras ocasiones hacían carbón y leña

para venderlo a la empresa minera que lo utilizaba para generar energía y

mover el molino de beneficio. Cabe destacar que, la minera compraba

bastante madera y carbón, en temporada de sequía para almacenarlo pues en

época de lluvias no era posible producirlos.

La familia de Tino era propietaria además de un pequeño hato de ganado, del

cual obtenían leche para hacer quesos, requesón y cuajadas. Estos derivados

eran vendidos por Tino y su hermano Encarnación, casa por casa, en el

mineral de Guadalupe.

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De izquierda a derecha, parados: Sr. Ángel Nevárez, Raymundo Gallardo, Francisco (Pancho)

Nevárez y Marcial Nevárez.

Sentados: Encarnación Nevárez Sánchez, Benito Moreno y Florentino (Tino) Nevárez Sánchez, en

la comunidad de Costa Rica, Sinaloa (1953).

La tragedia de Tino

En el año de 1940, Tino conoció a una de las flores más hermosas de la

región, originaria del rancho, Río de los Barragán, de nombre Ernestina

(Tina) Lugo a quien de inmediato hizo su novia. Cuenta la Sra. Margarita

Pérez Sánchez, Prima hermana de Tino que la muchacha era muy hermosa,

“tenía un cuerpazo, medía como 1.70 mts. de estatura, entalladita, pelo largo

negro azabache, ojos negros y grandes pestañas, nariz recta, labios de cereza,

piel blanca y mejillas chapeteadas”, la conocí en Mexicali, dice doña

Margarita, me la presentó su hermana Luz, en una reunión de maestros, años

después del enfrentamiento entre Tino y Salvador. Ella fue hija de la Sra.

Juana Lugo.

A Tina, siempre le notamos una especie de vació emocional por cierto que

nunca se casó, sin saber por qué. Entrevista con la Sra. Margarita Pérez Sánchez

03.02.95.26

Por su parte el Sr. Encarnación (Cachón) Nevárez Sánchez, (qepd), hermano

de Tino, en entrevista realizada en la sindicatura de Costa Rica, Sinaloa, nos

narró la historia siguiente: “La comunidad de Río de los Barragán, se

encontraba a tres hrs. de camino del ranchito, El Bayus. Ernestina, siendo

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novia de Tino, era pretendida por Salvador, un joven miembro de una de las

familias más poderosas de la región vecino de el rancho El Apomal de los

Quintana, lo recuerdo como si fuera hoy: Era un martes 21 de julio de 1941,

nos encontrábamos Tino mi padre y yo, labrando la tierra en la ladera de un

cerro, de repente, llegó Salvador diciéndonos lo siguiente:

-Don Librado, vengo a que me preste uno de sus muchachos para que me

ayude a matar un cochi.

- Pues no sé si quiera ir alguno de ellos, contestó mi padre.

-El que sea, dijo Salvador, ahorita regresa.

- Yo voy, dijo Tino, sin imaginar las verdaderas intenciones de su rival en

amores.

Ya en camino pasaron por un ojo de agua, diciendo Salvador a Tino.

-vamos tomando agua, toma tú primero.

-No, reacciono Tino mejor tú.

Se armo una discusión hasta que Florentino decidió tomar la iniciativa

Sin embargo, maliciando que Salvador le quería hacer una avería se agachó a

beber el líquido frente a él.

Al instante Tino observó en el espejo de agua que Salvador llevaba sus manos

al salón (rifle de un solo tiro) que traía en la espalda; de forma centelleante

Tino se le fue a las piernas y lo tumbo manoteándole el arma y dándole un tiro

en la parte posterior del cuello.

Acto seguido, Tino corrió al sitio donde se encontraba mi padre a informarle

lo que había pasado. Mi padre llevó a Tino, primeramente con el Juez de

Guadalupe de los Reyes para que levantara un acta del caso, al negarse a

hacerlo por no corresponder a su jurisdicción, según el juez, mi padre lo llevó

a Los Remedios, Durango, donde entregó el arma a las autoridades.

Cinco mil pesos de recompensa

La familia del afectado nunca se presentó a denunciar los hechos o, pedir

“justicia”, refiere don Cachón, por el contrario puso precio a la cabeza de

Tino, fijando una recompensa de 5 mil pesos al que lo entregara vivo o

muerto. La cantidad era bastante tentadora tomando en cuenta que, el salario

mínimo en aquella época era de $8.50 en los minerales y hasta un peso pagado

por los caciques de la región.

Hago la aclaración, dice nuestro entrevistado, que Salvador no murió pues la

bala rozó sólo la parte superior de su cuello por lo que con el tiempo mejoró

completamente de la herida. Sin embargo, la defensa rural, (especie de

acordada en la sierra) al mando del Sr. Jorge García y hasta los propios

federales rastreaban los pasos de Tino. Minerales, rancherías, cordones,

cuevas y montañas, eran sacudidos para encontrar al forajido. Sin embargo, mi

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hermano se les volvió ojo de hormiga perdiéndose entre lo inexpugnable de la

intrincada Sierra Madre Occidental, recuerda don Cachón.

Para escapar de sus persecutores, Tino se avecindó en un ranchito de nombre

La Cruz, perteneciente a Santa Apolonia, Sindicatura de Ajoya, municipio de

San Ignacio, donde formo familia con la Sra. Cristina González. Entrevista con

el Sr. Encarnación Nevárez Sánchez 10.02.9527

Cabe destacar que, sobre este hecho, existe otra versión un poco diferente,

contada por Ángel Nevárez, primo hermano de Tino, a saber: cuando Tino y

Salvador caminaban por la vereda rumbo al rancho El Apomal de los

Quintana, Salvador se desvió por un desecho de la falda del cerro, un poco

más arriba que Tino, de repente el agresor tomó el rifle que traía terciado en su

espalda tirando dos balazos a su rival, Tino, lejos de huir, como pudo, capoteó

las balas logrando acercarse al agresor y arrebatarle el arma; viéndose

desarmado Salvador corrió más arriba de la montaña pues además del salón

traía fajada en la cintura una pistola la cual intento sacar para atacar a su

adversario por lo que el futuro bandolero le disparo dándole el balazo en la

parte posterior del cuello.

Al ver caído a su rival, Tino se acercó y al verlo sangrando, corrió al rancho

El Apomal a avisar a la familia de Salvador diciéndoles que este había sufrido

un accidente señalando el sitio donde se encontraba. Minutos después Tino se

retiró al rancho Los Arrayanes, donde vivía su tío Dionisio (Nicho) Peña a

quien entregó el salón con el cual agredió a Salvador.

Tino no era ventajoso ni chapucero

En efecto dice Ángel, la victima no murió, narrando posteriormente los hechos

a su manera, motivando que su familia pusiera precio a la cabeza de Tino,

ofreciendo una recompensa de 5 mil pesos a quien lo entregara vivo o muerto.

Yo pienso, comentó don Ángel que, si Tino hubiera querido matar a Salvador,

lo hubiera hecho, pues este se encontraba desmayado e indefenso, sin

embargo, Tino no era ventajoso ni chapucero y nunca lo fue por eso no lo

remató.

El secuestro de un Quintana

A raíz del accidente con Salvador y la recompensa que se ofreció por su

cabeza, Tino vivió a salto de mata, perseguido por la defensa rural, por los

propios Quintana, los federales y pistoleros particulares pagados por la misma

familia, siempre ocultándose entre el monte, las montañas, cuevas y cañadas

de la Sierra Madre Occidental. En estas circunstancias, el futuro bandolero

secuestró a un Quintana por el cual pidió una fuerte cantidad de dinero.

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Pidió de rescate sólo lo que ofrecían por su cabeza En compañía de otros amigos, quienes vivían condiciones similares, Tino

decidió cobrar venganza contra los que consideraba culpables de su tragedia,

la familia Quintana, a quien secuestró uno de sus miembros, (Antonio)

hermano de Salvador por quien exigió como recompensa la cantidad de 5 mil

pesos, misma cantidad, que la familia Quintana ofrecía por su cabeza. Los

Quintana, pagaron el rescate y el familiar fue liberado. Meses después, Tino

solicitó de nuevo un préstamo de 15 mil pesos a los Quintana, monto que

también fue pagado. A partir de entonces el nombre de Tino Nevárez fue

exhortado a varios municipios de Sinaloa y Durango;empezaba a cobrar fama

de rebelde y proscrito por la Ley.

Se remonta a las alturas

Después del secuestro, Tino subió a las alturas donde se dedicó a sembrar

maicito para venderlo en Tayoltita, el dinero del botín que obtuvo del

secuestro de un Quintana lo repartió entre los pobres de la sierra, lo cual fue

forjando su imagen de bandido generoso así como su personalidad de alzado,

formando así, bases de apoyo que fueron cruciales en sus futuras andanzas,

termina diciendo don Ángel en entrevista citada en páginas anteriores.

Influencia de Heraclio Bernal En segunda parte de su entrevista don Encarnación Nevárez narró que la

personalidad de Tino (generoso y justiciero), se forjo como producto de la

influencia de su abuelo Narciso Nevárez un humilde labrador y gambusino

originario del municipio de Otaes, Durango, quien, según don Encarnación,

conoció a Heraclio Bernal.

“Mi abuelo, por parte paterna, se llamaba Narciso Nevárez, y era originario

del municipio de Otaez. Él nos contaba, a Tino y a mí que, personalmente

conoció a Heraclio Bernal. Nos platicó que, en una ocasión un hermano del

bandolero, al ser perseguido por el gobierno, se fue a un barranco y Heraclio

lo llamó a él para que le ayudara a sacarlo. Después del rescate, Heraclio le

brindó un cigarro y mientras lo fumaban, sentados sobre unas piedras, le

informó que, en el sitio de lo que posteriormente se llamó el mineral de El

Tambor, había una veta muy rica que se la regalaba para que la explotara.

Heraclio además le habló de las injusticias que cometían los amos de la

región en las grandes haciendas mineras y de la necesidad de luchar contra la

dictadura de don Porfirio Díaz. Estas conversaciones, cuenta nuestro

entrevistado, probablemente, se le quedaron grabadas a mi hermano y al ver

que después de muchos años las condiciones sociales y de injusticias contra

los pobres no habían cambiado Tino decidió hacer otro tanto de aquello que

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había escuchado sobre el bandolero Heraclio Bernal, la semilla estaba

sembrada.

En el caso de la mina que Heraclio le regaló a mi abuelo, dice Encarnación,

jamás la trabajó pues al poco tiempo enfermó y murió”.

Los cinco pesos

En la siguiente anécdota, contada por nuestro entrevistado, se puede reflejar la

personalidad que ya pintaba de cuerpo entero al futuro bandolero. “A

mediados de 1944, dice don Encarnación, Tino bajó de la sierra a trabajar

unos cuantos meses, en los campos agrícolas de Costa Rica. Un domingo,

después de pagar nuestros alimentos de la semana, nos restaron cinco pesos.

Caminábamos por el canal Principal, rumbo a nuestra casa, parte oriente de

Costa Rica; de repente se nos apareció un borrachito temblando, por la cruda

que se cargaba. Nos pidió un peso para curarse la cruda, de reojo vi cuando

Tino se llevó las manos a su bolsillo y le espete: no le vallas a dar el billete de

cinco pesos que es el único que nos queda. Sin embargo, fue precisamente lo

que hizo. Enojado, le reclamé su proceder porque el dinero era de los dos. Me

contestó: se lo di porque andaba enfermo, cuando veas a una persona enferma

y tienes un peso dáselo, tú puedes trabajar para que consigas otro. Toma tú

enfermo le dije, vas ver al rato por ahí lo vamos a encontrar botado en la calle.

Dicho y hecho, horas después regresamos al centro de Costa Rica, y

encontramos al borrachito tirado en una banqueta, fuera de una cantina, todo

miado y apestoso y le dije a Tino: ahí tienes tu enfermo, él, sin inmutarse sólo

me contestó: pues ya ni modo, seguimos caminando sin un cinco en la bolsa,

ni para tomarnos un refresco. Encarnación, Ibid29.

Muerte de Austreberto, segunda tragedia.

Recuerdo, dice don Encarnación, la muerte de Austreberto, primo nuestro y no

hermano como lo han dicho algunos escritores, sucedió en La Cuesta de las

Coloradas, un ranchito ubicado arriba de Santa Apolonia, municipio de San

Ignacio, Sinaloa. Resulta que hubo un bailecito, como es común en los

ranchos de la sierra, pues el sinaloense siempre ha sido alegre y parrandero.

Mi hermano Pedro, riñó con un plebe de diez y seis años de edad por sacar a

bailar a una misma muchacha, al momento, las cosas no pasaron a mayores

pero media hora después el joven regresó y arremetió a puñaladas a su

adversario clavándole una daga en varias ocasiones por la espalda, sin

embargo, el agresor cometió un error, a quien realmente mató fue a mi primo

Austreberto, esto sucedió porque por algún motivo que desconozco,

Austreberto y Pedro cambiaron de chamarra y como el ambiente estaba

semioscuro, pues era un baile con lámparas de carburo, el asesino no

distinguió a su enemigo. Al enterarse Tino, de la muerte de su primo grito,

¿quién fue? a lo que el padrastro del joven, de nombre Margarito, contestó

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¡yo!, con el propósito de quitarle responsabilidades a su hijastro. Al instante,

Tino y Margarito, se tramaron en tremenda riña en la que mi hermano mato a

puñaladas a su rival.

Con este tipo de linternas de carburo se alumbraban los bailes en la sierra de Sinaloa y Durango en

los años 40s.

Tino y el muchacho fueron detenidos y presos en San Ignacio, sin embargo los

familiares y Tino llegaron a un acuerdo con las autoridades, los dos

cometieron delitos al quitar la vida a mutuos familiares por lo cual quedaron

de acuerdo en perdonar la pena al culpable, quedando en libertad ambos

delincuentes. Cabe destacar que en ese entonces la muerte de una persona no

era perseguida de oficio.

Existe otra versión, sin embargo, contada por el propio bandolero, quien

sostiene que no hubo tal acuerdo sino que él se fugó de la cárcel de La Cruz de

Elota donde lo tenían prisionero (Léase anexo).

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Celda de la cárcel ubicada en la Cruz de Elota, Sinaloa, donde estuvo prisionero Tino Nevárez por

quitarle la vida al supuesto asesino de su primo Austreberto, de la cual escapó en 1944.

Tino era muy matrero

En su larga historia, contada a los autores de este libro, don Encarnación

sostiene que su hermano Florentino siempre fue muy matrero. En 1955, época

en que ya lo perseguían los federales, narra Encarnación subí a la sierra a

buscar vetas de oro en una mina que le llamábamos La Wuiny. En los límites

de Sinaloa y Durango en lo más intrincado de la Sierra Madre Occidental; me

encontré con un piquete de soldados comandados por un capitán, de apellido

Ríos, que al escuchar mi nombre me preguntó: “¿Así que tú eres hermano de

Tino Nevárez?, pues sí, le conteste.

-Hoye, tú hermano, como es matrero, dijo el capitán. Le tendí una trampa, en

Santa Apolonia y no cayó, otra en Río de los Barragán, le puse una más en

Guadalupe de los Reyes y se me escapó, no lo puedo atrapar, es muy matrero.

-Y ni lo atrapará, le conteste, porque mi hermano es como los venados, un

venado lampareado es difícil de cazar, cuando usted va por un cordón de la

sierra él ya lo está vigilando desde arriba y le saca la vuelta, y si se descuida le

pone una emboscada de la cual usted y su gente probablemente no vallan a

salir vivos.

-Entonces el capitán, me contestó: pues si vas para arriba, ándate con cuidado

porque si te encuentra otra partida de federales te pueden echar mariguana y

acusarte de narcotraficante, yo no lo hago por que no acostumbro ese tipo de

arbitrariedades. Enseguida nos despedimos y cada quien tomó por su rumbo,

nunca más nos volvimos a encontrar. Encarnación,Ibid29

.

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80

Tino, barretero en Tayoltita.

A fines de 1999, los autores de la presente obra viajamos al puerto de

Mazatlán con el propósito de entrevistar a la Sra. Epifania Robledo Vega, de

quien teníamos referencias conoció a Tino Nevárez en el mineral de Tayoltita,

a principios de los años 40. Doña Epifania, después de darnos la bienvenida

nos contó la siguiente historia.

Soy originaria de Tayoltita, Durango, donde nací un 25 de febrero de 1935. Mi

padre se llamaba Domingo Robledo y mi madre, Narcisa Vega; los dos,

originarios de Tayoltita. A Tino Nevárez lo conocí como empleado de la

compañía San Luis Mining Company.

Recuerdo que, no era muy alto, delgado, moreno claro, aunque siempre traía

sombrero cuando se lo quitaba dejaba ver su pelo negro y chino. En aquellos

años tenía yo, dice doña Epifania, nueve años, estoy hablando del año 1944.

Lo estuvimos viendo, mis hermanas y yo, en la boca de la mina, al salir de

trabajar, donde al parecer era barretero, meses después, lo mirábamos cerca de

la oficinas de la tienda de raya, porque nosotros lavábamos metal de los

residuos que bajaban del molino de beneficio y ahí se llevaba a diario, no

hacía nada, sólo observaba para la tienda de raya. En esos tiempos, el poblado

de Tayoltita era muy pequeño, al grado que todo mundo nos conocíamos por

nombres y apellidos, por eso a Tino lo recuerdo muy bien. De una cosa estoy

segura, que yo sepa, Tino no asaltó el mineral. En cambio, otro individuo

apodado “El Gallo”, ese sí, asesinaba y asaltaba la raya de los trabajadores,

este sujeto, no vivía ahí, nada más entraba a robar, nunca conocí cómo se

llamaba, sólo era conocido por su apodo. Había también, otro forajido que de

vez en cuando visitaba Tayoltita le apodaban El Güerillo Salcido, robaba y en

ocasiones asesinaba personas.

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Sra. Epifania Robledo, conoció a Tino Nevárez en Tayoltita y lo reconoció en Mazatlán, Sinaloa, en

1949.

Huelgas en Tayoltita

En Tayoltita siempre hubo muchas huelgas, continúa narrando doña Epifania,

aunque existía sindicato, la empresa no respetaba el contrato colectivo de

trabajo. Toda la gente en el mineral, era pura familia, no había hogar que no

tuviera un miembro trabajando en las minas. En la huelga de 1944, la patronal,

al principio, nos daba costales de maíz, harina frijol, luz, agua y casa. Los

trabajadores, continuamente pedían aumento de sueldo porque ganaban muy

poquito, un peso diario, cuando estallaba una huelga, la empresa no pagaba

nada. Mi tío que era minero y también mi padre, se mataron en la mina y no

nos dieron indemnización, mi tío era el sostén de la casa porque mi padre ya

había muerto, falleció de silicosis, no estaban asegurados, ni tenían hospital ni

nada, por eso había muchos movimientos de huelga.

Al estallar un paro de labores, el ejército reforzaba la boca de la mina y la

tienda de raya y, realizaban rondines durante la noche, hay que decirlo no

había policía municipal, ni judicial, la máxima autoridad eran los federales,

hasta en los problemas más triviales, como el robo de una muchacha

intervenían las fuerzas castrenses.

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Tienda de raya del mineral de Tayoltita, de estas oficinas Tino Nevárez se llevó 20 mil pesos,

cuando el salario mínimo era de 6 pesos diarios (1944).

Cuando los obreros paralizaban labores, refiere doña Epifania, las canastillas

donde llevaban el metal de oro y plata del mineral al molino de beneficio se

quedaban colgando.

Por los aires barras de oro y plata

El oro y plata sacados de las betas de Tayoltita, cruzaban la Sierra Madre

Occidental por los aires para llegar al puerto de Mazatlán, y ser embarcados

hacía el puerto de San Francisco, narra doña Epifania. Yo, venía de pasajera,

pisando las barritas de oro en la avioneta que piloteaba mi primo Juan

Robledo. Había otro avión que le decían El trimotor.

Un avión similar al de la fotografía conocido como El Trimotor cruzaba los aires de Tayoltita

llevando barras de oro y plata rumbo al puerto de Mazatlán, durante la década de los 40s.

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Esta nave se mantuvo mucho tiempo volando la Sierra Madre Occidental.

Era de pura cartera, exclusivo para transportar las barras de oro y plata sin

embargo, cuando a la aeronave le daban mantenimiento utilizaban una

avioneta para transportar los metales y yo, dice doña Epifania, aprovechaba el

raite con mi pariente. Tengo entendido que el trimotor se encuentra como

reliquia en un museo de los Estados Unidos.

Cuando me vine a Mazatlán (1944), el aeropuerto, estaba ubicado donde

actualmente se encuentran las instalaciones de la Universidad Autónoma de

Sinaloa (UAS). Me vine sola, porque en Tayoltita había mucha hambre,

teníamos que venir a trabajar al puerto. Cuando empecé a ganar dinero, les

mandaba alimentos a mi familia, con mi primo el de la avioneta.

Mis hermanas se quedaron con mi bisabuela que nos hizo pie de casa, ella

murió de 105 años. Cuando don Tino mato a los militares, en 1957, yo me

enteré por la familia, la radio y los periódicos.

Recuerdo que, a mediados de los años 40s, los chinos Ley vivían en Tayoltita,

allá se hicieron ricos tenían unas bodegas llenas de metal pero, el gobierno

todo les quitó, porque era ilegal lo que estaban haciendo al comprar polvillo

de oro de contrabando a los trabajadores.

Hasta eso, los chinos Ley, en ocasiones eran generosos, le regalaban a la gente

hortalizas porque ellos sembraban tomate, cebolla, repollos, cebollas y

calabaza y, los obreros les pedían fiado diversos tipos de alimentos, luego el

chino Ley y sus hijos se vinieron a Culiacán.

El Gitano en la Batería

Cuenta nuestra relatora que, en 1949 entró a trabajar con el Sr. Juan

Hernández, propietario del hotel Buenos Aires, en el puerto de Mazatlán, él

era amigo de El Gitano, el pistolero que en 1944 asesinara al gobernador

Rodolfo T. Loiza. Don Juan era originario de Agua Caliente de Garate,

municipio de Concordia, conocido y amigo de Rodolfo Valdés; por ser del

mismo pueblo, todos los días, dice doña Epifania, don Juan me ordenaba

llevar comida a El Gitano que se encontraba preso en la cárcel denominada El

Fuerte de La Batería del Puerto Viejo (actualmente en este sitio se encuentra

construido un condominio para familias del Ejército Mexicano ubicado por

calle Venustiano Carranza), llamada así, por ser la atalaya desde donde se

defendía el puerto de Mazatlán de los barcos piratas, con una batería de

cañones, durante el siglo XIX. El penal, era una especie de cueva insertada en

la falda de un cerro, dice doña Epifania. Don Juan, me llenaba una canasta de

comida y se la llevábamos, otra muchacha y yo, al Gitano. Aunque los

soldados no nos dejaban entrar lo mirábamos de afuera y le decíamos: “estos

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alimentos se los manda don Juan” y le entregábamos el bastimento a los

soldados para que se los dieran a don Rodolfo.

A espaldas de este condominio (parte baja) para familias del ejército mexicano ubicado por Av.

Venustiano Carranza, se encontraba la cárcel denominada El Fuerte de la Batería del Puerto Viejo,

donde estuvo prisionero Rodolfo Valdés (El Gitano), (1949).

Exactamente en este sitio se encontraba la mazmorra de donde se fugó El Gitano, un quince de

mayo (1949)

Tino y El Gitano

Recuerda doña Epifania que, en el trayecto del hotel a la cárcel, era común

ver a Tino Nevárez jugando billar en El Toro Manchado, centro recreativo

donde además existía una cantina, lo reconocía porque lo había conocido en

Tayoltita.

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Histórico cañón de La Batería, fue utilizado para defender al Puerto de Mazatlán de barcos piratas,

durante el siglo XIX.

En otras ocasiones, continúa narrando doña Epifania, Tino estaba parado en la

esquina que formaban la farmacia Guadalajara y la ferretería Medrano y de

vez en cuando lo veía observando, durante buen tiempo, la cárcel donde se

encontraba preso El Gitano; no sé con qué intenciones, lo cierto es que pasaba

horas y horas, viendo a los soldados que hacían guardia en la penitenciaría

donde estaba preso el asesino del Gobernador Rodolfo T. Loiza. Meses

después tuve conocimientos que El Gitano se había fugado de la cárcel de

Mazatlán, mientras que Tino desapareció de mi vista. Entrevista con la Sra. Epifania Robledo Vega 25.07.95

30

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La famosa cueva del Diablo, ubicada al pie del cerro, donde según la leyenda de los mazatlecos se

escondió El Gitano días después de su fuga.

Sobre la fuga del Gitano léase la opinión de Tino Nevárez, en el anexo del

presente libro.

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Capítulo 3

El regreso

En 1953, Tino Nevárez regresó de Estados Unidos, llegando al pueblo de

Costa Rica, con el propósito de visitar a su familia. En dicha comunidad,

adquirió una camioneta Ford, de redilas, con el fin de dedicarse a la compra y

venta de ganado. Días después, viajó al municipio de Cosalá por ser más

baratas las reses en aquellos lugares para lo cual invitó a su hermano Pedro y a

su primo Agustín.

En este viaje salió a relucir la debilidad del futuro bandolero, pues se gasto el

pequeño capital que llevaba en puras parrandas. A su regreso se les

descompuso el transporte, en que viajaban, a la altura del ejido El Espinal del

municipio de Elota, diciéndoles a sus acompañantes:

-Yo, ya no regreso a Costa Rica, porque mi padre me va regañar por gastarme

el “puntero”, cuando puedan llévense la camioneta, diciendo esto, tomó el

camino a pie rumbo a Cosalá, desde entonces dice su hermano Encarnación no

lo volvimos a ver, hasta finales de 1957, cuando venía huyendo de los

federales.

Cinco años de sequía.

Los periódicos de la época, El Sol de Sinaloa, El Sol del Pacífico y El Diario

de Culiacán (1953-1957), dejaron constancia de la calamitosa sequía que

sufrió el noroeste del país a principios de los años 50s.

Primero, mencionaban los medios, vino un lustro de torrenciales lluvias,

provocando destrucción de maizales y ganado, luego, un periodo de fuertes

sequía en que sus efectos fueron terribles para la economía sinaloense. Sí, el

valle de Culiacán padeció los estragos del estiaje, la sierra sinaloense

prácticamente sucumbió ante la falta de agua para el cultivo de maíz y frijol,

productos elementales para las familias de los altos.

Bosques y pastizales, se encontraron de repente, completamente secos. Vacas,

mulas caballos, burros, chivos, víboras, cachoras y aves quedaron muertos a

la vera de los ríos, clamando a los cielos una gota de agua para saciar su sed.

Familias enteras emigraron a los valles y la costa. En carretas, mulas, burros,

caballos y en ocasiones a pie llegaron a Culiacán, a las comunidades de

Sanalona, Costa Rica, Eldorado, al mismo puerto de Mazatlán y otros sitios

del estado de Sinaloa, buscando como sobrevivir al terrible desastre natural.

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El hambre y la miseria se extendieron a lo largo y ancho del noroeste de

México: Sinaloa, Durango, Chihuahua, Sonora y Nayarit.

En la Sierra Madre Occidental, niños, mujeres y ancianos morían de hambre,

el terrible invierno congelaba el cuerpo y el alma, esparciendo las

enfermedades propias de la época y matando las esperanzas de vida de los

serranos.

A estos desastres naturales se agregó el cierre de sus principales fuentes de

trabajo como Guadalupe de los Reyes y minas adyacentes así como los

estallidos sociales en distintos centros mineros del país; particularmente la

sierra, era un polvorín.

Árboles del Edén

A pesar de la terrible sequía que golpeaba severamente la sierra, no todas las

plantas murieron durante los años calamitosos, hubo algunas que por su

resistencia al estiaje, permanecieron en estado productivo. Al respecto la Sra.

Paulina Peña cuenta que, durante los terribles años 50s, cuando el hambre

golpeó fuertemente a las familias de la sierra, muchas personas subsistieron a

base de frutas y raíces silvestres como: papachis, zapotes, apomo y zalates.

Era increíble, narra doña Paulina, cómo, alrededor de estos árboles todo se

encontraba completamente seco mientras que ellos permanecían verdes y con

fruta. Aún, en los periodos de la más feroz aridez, estas maravillosas plantas

florecían y producían, como si fueran verdaderos árboles del Edén.

El apomo

Mi madre, sigue narrando doña Paulina, quedó viuda cuando yo contaba con

tan sólo cinco años de edad, éramos seis de familia, a falta de maíz, mi mamá

utilizaba la semilla de apomo para cocinar tortillas, pozole y atole. Este

maravilloso árbol, puede crecer hasta 30 metros de altura con un hermoso y

ramificado follaje sirviendo además como alimento para ganado. De estas

cuatro plantas sobrevivimos durante el periodo de sequía para nosotras estas

asombrosas plantas fueron como árboles del Edén, pues ellas nos mantuvieron

con vida durante la terrible hambruna .Termina refiriendo nuestra entrevistada. Entrevista a la Sra. Paulina Peña Ayón 13.09.95

31 Reforzando la información de doña Paulina, los autores de la presente obra en

uno de sus tantos viajes al mineral de Nuestra Señora, entrevistamos al

biólogo Vladimir Salomón Montijo, responsable de la Reserva Ecológica de la

Universidad Autónoma de Sinaloa, quien amablemente nos relató que, el

apomo es una planta que puede producir hasta dos toneladas de semilla por

hectárea, superior a lo que rinde en la sierra la misma superficie de terreno con

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89

cultivo de maíz, independientemente de que el follaje es un suculento manjar

para las bestias lo que sin duda es algo sorprendente termina comentando

Salomón. Entrevista al biólogo Vladimir Salomón Montijo 24.02.96.32

Apomo, árbol maravilloso de la sierra sinaloense, del cual se alimentaron decenas de familias

durante el periodo de sequía (1953-1958).

Tino Nevárez: segunda etapa de bandolero

La miseria que provocó la sequía en la sierra, más el cierre de las fuentes de

trabajo crearon las condiciones para que algunas personas se dedicaran a

delinquir. Todo era cuestión de reunirse dos o tres individuos para formar una

banda y, a la vuelta de tres meses era ya un grupo totalmente consolidado,

pues rápidamente se iban sumando otros, con las mismas características y

objetivos, una de estas bandas, fue precisamente la de Florentino (Tino)

Nevárez Sánchez, quien se diferenció del resto de forajidos por su generosidad

con los pobres, convirtiéndose, en unos cuantos años, en el típico bandolero

social.

Al regresar de Estados Unidos en 1953, Tino subió de nuevo a la sierra

dedicándose a labrar la tierra por el rumbo de El Camichín, distante diez

kilómetros de Guadalupe de los Reyes pero, de nuevo se vio asediado por los

federales, dándose cuenta que no le quedaba otro camino que continuar con su

carrera delictiva. Siendo así, regresó a los minerales de Contraestaca y

Socavón ya no tanto a trabajar sino a realizar algunos préstamos como él los

llamaba a los espectaculares asaltos que cometió. Con el fruto de sus atracos,

Tino compraba reses, maíz y frijol y los repartía entre los pobres de la sierra,

el resto lo distribuía entre su gente, con lo cual su nombre y su fama fue

creciendo día con día, convirtiéndose, para los pueblos de la sierra, en un

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segundo Heraclio Bernal, poniendo bajo su protección a los humildes,

castigando a los ricos a quienes despojaba de sus bienes y los repartía entre los

jodidos de las rancherías de la sierra.

Cuando los recursos de los asaltos escaseaban Tino solicitaba la “ayuda” de

los caciques de la región, quienes tenían que aportar sus recursos para la causa

social que él y su gente realizaban.

Desde aquellos tiempos el gobierno, particularmente el ejército, al mando del

general Jesús Árias Sánchez, reinició la persecución de Tino Nevárez,

buscando al bandolero, por cerros, montes, cuevas, cavernas y quebradas de la

Sierra Madre Occidental. Para entonces, lideraba una gavilla compuesta por

diez y hasta quince forajidos. El grupo actuaba de manera muy singular:

después de cada asalto todos se retiraban a sus lugares de origen a continuar

una vida normal esperando ser llamados de nuevo por su líder para el

siguiente asalto. El propio bandolero se aislaba del grupo para ponerse a

cultivar maíz en un ranchito de la sierra para regresar con más fuerza en una

segunda o tercera ocasión.

Me tocó ver un asalto de Tino Nevárez.

La Sra. Socorro Gutiérrez Luna, nieta del Sr. José Luna, quien nació en el

rancho El Camichín, en el año de 1944, nos contó la siguiente historia.

En 1955, me encontraba en la escuela primaria del mineral de Contraestaca,

Sinaloa, tenía yo, once años edad, cuando el grupo de niños que nos

encontrábamos en la escuela, observamos que, por la falda del cerro iban

cinco hombres a caballo, rumbo al monte gritándoles a los soldados que

estaban en el cuartel que los siguieran, lo cual no hicieron.

Minutos después, el pagador de la empresa minera y su ayudante dieron la voz

de alarma, habían sido asaltados por un grupo de bandoleros. Horas después,

la maestra de la escuela nos informó que, el cabecilla de la banda y

responsable del asalto había sido Tino Nevárez, quien iba huyendo por los

cordones de la sierra, se le veía colgando de los hombros varios morralitos

donde, presuntamente, llevaba municiones así como el botín del atraco. Los

soldados hicieron intento de seguirlo pero cuando subió al cerro no supieron

qué rumbo tomó, finalmente no lo buscaron, regresando al cuartel.

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Sra. Socorro Gutiérrez Luna, le tocó ver un asalto de Tino Nevárez en Contraestaca (1955).

Quiero destacar, dice doña Choco que, Tino Nevárez no era el único que

robaba los minerales de Durango y Sinaloa, existían otros delincuentes que

también lo hacían, la diferencia con Tino era que este repartía parte del botín

(pesos 0720), entre las familias pobres de los ranchos donde señoreaba.

Peso 0720, de los cuales Tino Nevárez traía llenos los morralitos para repartir entre los pobres de la

sierra.

Nunca lo detuvieron porque no lo conocían.

Recuerdo que en una ocasión, continúa platicando doña Choco, Tino se

encontraba en una tiendita de Contraestaca comprando cigarros, cuando de

repente, bajaron de las montañas aledañas, un grupo de soldados preguntando

a los que nos encontrábamos presentes por Tino Nevárez, nadie nos movimos

de nuestros lugares, ni siquiera el propio Tino; el dueño de la tienda contesto:

“ese hombre tiene mucho tiempo que no se para por estos lugares”. Dado que

los soldados no lo conocían y la gente que se encontraba ahí no lo denunció,

no lo detuvieron, cuando el ejército se retiró Tino se marchó muy tranquiló,

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92

agradeciendo nuestra lealtad. Era un hombre de mucha sangre fría y muy

valiente.

Para que no los estrujen

Al retirarse Tino del mineral de Contraestaca nos recomendó lo siguiente:

“Cuando me busque gobierno, no me nieguen, díganles que aquí estuve que

me fui para tal o cual parte, para que no los estrujen”. Así lo hacía en la mayor

parte de las comunidades donde merodeaba. Cuando el gobierno peinaba la

sierra con el fin de detenerlo, ante la pregunta del ejército ¿dónde se encuentra

Tino Nevárez?. Comunidades y rancherías contestaban: aquí estuvo ayer, se

fue para Guadalupe o para Ajoya, dependiendo del sitio donde se encontraban.

De esta forma los pueblos de la sierra evitaron la tortura y secuestros que en

muchas ocasiones el ejército practicó con indefensas familias de la sierra,

termina narrando la Sra. Gutiérrez. Entrevista a la Sra. Socorro Gutiérrez Luna

03.05.9633

.

El bandolero sin rostro

En su fulgurante carrera delictiva, cuentan nuestros entrevistados, Tino

siempre fue perseguido por el gobierno sin embargo, los federales estaban en

desventaja, pues no poseían una descripción de su rostro, menos una

fotografía, que permitiera su identidad, pues el bandolero nunca fue afecto a

retratarse. Empero, todo cambió cuando en un osado asalto Tino y su banda

mataron varios militares en la famosa Quebrada de Los Braceros, municipio

de Cosalá (1957) entonces sí, el gobierno declaro la persecución

de manera formal e intensa, al forajido.

La primera y la única fotografía que se ha publicado de Tino Nevárez, hasta la

fecha, apareció en el periódico El Sol de Sinaloa el día seis de octubre de

1957, es decir, tres días después del famoso asalto al convoy que trasladaba la

raya de los trabajadores del mineral de Nuestra Señora.

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Primera y única fotografía de Tino Nevárez tomada en 1945, en un campo agrícola de Costa Rica,

en los tiempos de hombre pacífico, la cual se publicó en el periódico El Sol de Sinaloa en 1957.

Según los periódicos de la época, dicha imagen fue tomada en 1946, en el

campo Atlas de Costa Rica, cuando el futuro bandolero, era aún, un hombre

pacífico. La fotografía la proporcionó al gobierno un supuesto amigo de Tino.

Léase, El Sol de Sinaloa, núm. 395 p.134.

Según nuestros entrevistados, El legendario bandolero tenía la sagacidad de

transformarse en el más difuso personaje: de repente era un carbonero arriando

una recua de burros, para luego, convertirse en un anciano con bordón que,

con voz cascosa y pausada platicaba hasta con los propios militares. En otras

ocasiones era un minero, un sacerdote y de pronto se transformaba en un fiero

e inteligente asaltante, que difícilmente podía ser identificado y capturado por

sus más acérrimos perseguidores.

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Ruinas de la hostelería a la entrada de Cosalá, donde en más de una ocasión consumiera alimentos

el bandolero Tino Nevárez, y donde se filmara parte de la película “El Ciudadano Buelna”, imagen

(2013).

Troje o Tazolera, parte trasera de la hostelería donde se guardaba pastura y maíz para alimentar las

recuas que bajaban de la sierra de Durango y Sinaloa. Nótese la noria y la atarjea para dar agua a las

bestias que bajaban asoleadas de las cumbres de la Sierra.

Disfrazado de carbonero

La Sra. Ramona Corrales López, oriunda de Guadalupe de los Reyes, nos

refiere en una de sus anécdotas, cómo el astuto bandolero burló la vigilancia

de sus persecutores. Estábamos en un baile, dice doña Ramona, cuando de

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repente llegó corriendo un niño gritándole a Tino que se escondiera porque

venían los soldados. Todos los presentes se pusieron en movimiento y

mientras el forajido cambiaba su ropa de vestir por harapos los vecinos del

lugar ensillaron unos burros y los cargaron con costales de carbón arreándolos

por las veredas de Guadalupe caminando tras ellos el sagaz bandolero. Al

llegar los federales preguntaron por Tino Nevárez. Los viejos del pueblo

contestaron que, este tenía como dos horas que se había retirado del baile

señalándoles rumbo diferente. Después de llevarse unas botellas de vino los

soldados se retiraron con dirección a Ajoya mientras que Tino lo hacía al lado

contrario. La gente del pueblo siempre lo protegió porque fue un buen hombre

y muy generoso, termina narrando la Sra. Corrales. Entrevista con la Sra. Ramona

Corrales López 10.08.9635

Señoritas Corrales, conocidas en Cosalá como “Las Lenchas”, trabajaron por más de medio siglo

junto con su padre su negocio de alimentación y hospedaje (1940).

La muerte de un bandolero

En las rancherías de la Sierra Madre Occidental la muerte de Abraham Muñoz,

por allá por el año de 1956, un joven pistolero de escasamente veinte años de

edad, miembro de la banda de Tino, fue muy comentada, sobre todo porque, a

decir de quienes lo conocieron era una persona muy bien parecida: Rubio, de

ojos azules, 1.75 de estatura, cara hermosa y fina, de porte afrancesado, muy

apreciado por las muchachas de la región; producto, tal vez, de algún viejo

amorío de una hermosa serrana con algún soldado francés de la época de la

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invasión. Este personaje, sin embargo, era un desalmado e irrespetuoso con el

bello sexo por lo que Tino tuvo un disgusto con él y lo mató. Al respecto

existen tres versiones a saber:

La primera versión corresponde a un familiar de Tino, de nombre Antonio

Sánchez. Antonio, apoyándose en la versión de Nevárez comentó lo

siguiente: Tino, rescato de la cárcel de Cosalá a Abraham y otros compas.

Durante un tiempo Abraham fue su lugarteniente pero, lo tuvo que tumbar

porque no tuvo otra salida, los hechos sucedieron de la manera siguiente.

Corría el año de 1956, para entonces ya nos perseguía el ejército por toda la

región, por el primer asalto al mineral de Nuestra Señora y otros delitos más.

En una de tantas andanzas, llegamos a la vera de un camino, acto seguido,

traspuse varios de mis hombres en las cumbres de los cerros, como vigías,

para evitar sorpresas del enemigo, mientras yo me retiraba a un paraje con el

propósito de rasurarme. Como a media hora, regresé al sitio donde se quedó el

grupo encontrándome con la novedad que Abraham se había dispersado de los

demás diciendo que: “Ya no quería andar con nosotros pues estaba cansado de

la vida que llevábamos”. Ninguno de mis amigos, se atrevió a detenerlo,

dándome señales por donde se había marchado. De inmediato me fui en su

persecución pues desconfiaba que fuera a delatarnos con los federales o, tal

vez, con los caciques de la región quienes eran nuestros acérrimos enemigos.

Después de varias horas de camino, lo alcance en Arrollo Verde; estaba

tomando agua de un manantial. Al preguntarle por qué nos abandonaba me

contestó que: “Yo, no era nadie para reclamarle su proceder”. Empezamos a

discutir y nos agarramos a balazos yo, con una pistola calibre 45 y el con una

Super, cayendo muerto Abraham con tres balazos en el pecho. Yo, tenía que

proteger al grupo, era mi responsabilidad, comentó Nevárez, si lo dejó que se

valla, fácilmente hubieran descubierto nuestras guaridas y entonces sí, nos

atrapan o nos matan.

Según el mismo informante don Tino siempre traía un morralito y unas

alforjas; en el primero cargaba parque y en las bolsas pesos 0720, para ayudar

a la gente necesitada. Entrevista con el Sr. Antonio Sánchez 11.09.9636

Segunda versión

Otra versión, es la proporcionada por el Sr. Pedro Chávez, quien sostiene que,

en una ocasión Abraham Muñoz, quien en esos tiempos era lugarteniente de

Tino, en la comunidad de Santa Anna, Durango, asaltó a un vendedor de ollas

y petates, posteriormente lo mató. Cuando Tino se enteró, le reclamó su

arbitrario proceder diciéndole: “Nosotros no le quitamos a la gente pobre su

dinero, menos la vida”, discutieron, agarrándose a balazos, cayendo Abraham

con dos balazos, uno en la cabeza y otro en el corazón, Tino era de sangre fría

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y muy bueno para tirar, termina diciendo nuestro informante. Entrevista con el

Sr. Pedro Chávez 11.09.9637

Tercera versión

La tercera versión la comenta el periodista Isaías Rochín, en la monografía

San Ignacio 18 Encuentros con la Historia en su artículo denominado: “Tino

Nevárez, el bandolero: una leyenda de carne y hueso” En dicho trabajo Rochín

narra lo siguiente: “Encontrándose en un baile en Santa Apolonia, municipio

de San Ignacio, surgió una discusión entre Tino y Abraham por defender el

primero el honor de unas jovencitas, que por las altas horas de la noche

querían retirarse a descansar. Para no continuar con la rencilla Abraham

decidió separarse del grupo, no sin antes ponerle la pistola de puntas al jefe,

sin embargo, días después regresó lo que le dio mala espina a Tino, pues

pensó que venía con el propósito de matarlo, por mandato de los caciques de

la comarca o del propio gobierno, de tal forma que en la primera oportunidad

que tuvo, Tino descargó su pistola sobre Abraham quitándole la vida. Léase

“Tino Nevárez, el bandolero: una leyenda de carne y hueso” en, San Ignacio 18 Encuentros

con la Historia p.159-16138

Sobre la muerte del bandolero Abraham Muñoz existe una cuarta versión

contada por el propio Tino Nevárez en entrevista realizada por los autores de

la presente obra a fines del año 2000. En dicha conversación el bandolero

expone las razones por las cuales asesinó a su antiguo compañero de correrías.

(Léase anexo).

El Águila Negra

Pablito Landeros Cerezo, mejor conocido como El Águila Negra, otro

miembro de la banda de Tino, también alcanzó fama bajo la sombra del

legendario bandolero, a su muerte los periódicos de la época publicaron una

breve semblanza del temible forajido. Léase a continuación lo que el periódico

El Diario de Culiacán del sábado 14 de junio de 1956, narró al respecto.

Muere el Águila Negra. Dos peligrosos asesinos fueron muertos en Santa Anna, Durango.

Se trata del Águila Negra y su compañero de andanzas, comentaba el

titular del referido periódico.

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El prófugo de la cárcel de Cosalá, Pablo Landeros Cerezo y otro maleante que

lo acompaña de nombre Cleto González de quien se sabe que era originario de

Zoquititan, fueron muertos a eso de las 24 horas en el poblado de Santa Anna,

Durango, en los límites de la sierra de Sinaloa y Durango. Pablo Landeros que

se hacía llamar el Águila Negra y vestido de traje y tejana negra junto con su

acompañante, andaban ebrios, cuando hirieron al jefe del cuartel, Fructuoso

Ayón, haciendo alarde de su ombría y su machismo pero no contaron con que

un primo hermano del herido, de nombre, Atanasio (Tachillo) Peña,

ladinamente se les metió logrando que le tuvieran confianza y que los

acompañara en la tomada y en el momento propicio le arrebato las armas

matando a los dos sujetos. Pablo Landeros joven de 19 años dedicado a la

elaboración y lectura de pasquines se había engolfado y constituido en una

amenaza para la tranquilidad del pueblo de Cosalá. Bailaba, embriaga y se

pavoneaba en La Estancia y contaba con muchos parientes que por temor lo

soportaban; dicho lugar se encuentra a escasos quince minutos en automóvil

de Cosalá. Mandó pedir dinero a hombres de negocios como según hemos

sabido sucedió con don Enrique Lugo propietario del hotel El Viajero, a quien

exigió 500 pesos, de lo contrario lo mataría. Al Sr. Jorge Corrales, le mandó

decir que le entregara a su bella hija, o de lo contrario lo mataría; así por el

estilo, hizo varios amagos incluso ir a sacar de la prisión a dos presos de los

que cometieron asalto en el mineral de Nuestra Señora, participando otro

prófugo de nombre Fortino (sic) Nevárez que anda alzado con varios que lo

siguen y los hermanos de apellido Ayón. La primera hazaña del famoso

Águila Negra fue cuando en pleno día junto con otro jovenzuelo pretendieron

robar y dar muerte al comerciante don Francisco Salmón, radicado en Cosalá,

luego se escondió sin ser detenido y se dedicó a robar ganado y cuando se

embriagaba con el producto de reses robadas, fue aprendido y traído aquí a

Culiacán; se le mandó a Cosalá por ser haya donde había cometido sus delitos,

se fugó de la cárcel y desde entonces se había engallado. Inútiles fueron las

excitativas para que se presentara y se sometiera a la ley, interviniendo sus

padres incluso estuvo aquí en Culiacán cuando andaba prófugo. No hace

mucho tiempo fue muerto en la cárcel de Cosalá un policía de una descarga

cerrada, comisionado para la vigilancia de la prisión en las azotea de la citada

cárcel cuando el policía bajó porque llovía el alcaide Jesús Santoyo fue a los

servicios sanitarios y en esos momentos llegó el asesino que se supone haya

sido el mismo Águila Negra, exigiéndole las llaves al policía para echar fuera

a la prisión al no lograr las llaves hizo los disparos privando de la vida al

gendarme cuando el alcaide regresó se dio cuenta de que él era el que iba a

morir y renunció.

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99

Con la muerte de estos asesinos seguramente renacerá la confianza en Cosalá,

que se hacía necesario pues no era justo que el pueblo estuviera sometido a los

asaltos, robos y asesinatos por caprichos de un desviado mental como lo fue

Pablito Landeros cuyo nombre andará después en los labios cuando canten el

corrido de El Águila Negra. El Diario de Culiacán, 14.06.56, p.239

Antigua cárcel de Cosalá, actualmente remodelada. De estas rejas rescató Tino Nevárez a sus

compañeros de andanzas: Abraham Muñoz, Pablito Landeros (El Águila Negra) y al propio Tacho

Murillo (1956).

Asaltos al mineral de Nuestra Señora Versiones de la época que aún circulan en nuestros días, sostienen que, Tino

cometió cinco atracos a la compañía minera American Smelting And Refining

Company (ASARCO), Unidad Nuestra Señora; sin embargo, de acuerdo con

nuestras investigaciones el bandolero sólo realizo dos hurtos a dicha

compañía, el resto, fueron cometidos por empleados y exempleados, de la

misma empresa, el último, por cierto, fue ejecutado varios años después

(1962) cuando Tino había salido ya, de la atmosfera de la sierra y se

encontraba en otro país fuera de los alcances del gobierno y de sus feroces

enemigos. Uno de estos asaltos por cierto, resultó ser tan sólo una leyenda la

cual comentamos en páginas posteriores.

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100

Inauguración del mineral de Nuestra Señora. En la imagen se puede apreciar al gobernador del

estado de Sinaloa Dr. Rigoberto Aguilar Pico, así como al Sr. Schilissenger, superintendente de

dicha empresa (1953).

Primer asalto al mineral de Nuestra Señora

Según versiones del Sr. Alberto Cevallos Alfaro, el día cuatro de noviembre

de 1955, “Tino Nevárez y su gente se presentaron a la caja general ubicada en

las oficinas generales de la empresa, exigiendo el dinero de la raya de los

trabajadores, pero un empleado les dijo que el cajero Ernesto Burgueño se

encontraba en la oficina de raya llevando la lista de préstamos.

Tino, ordenó que lo acompañara un empleado a dicha oficina, lo trajeron a la

caja y le exigieron que abriera hasta que al fin abrió el cofre.

Ya que robó, nos preguntó que si lo conocíamos, ¡véanme!, yo soy Florentino

Nevárez, para servir a ustedes, dicen que a mi me gusta robar de noche y

enmascarado ¡no señores!, lo hago en pleno día, ¡véanme!, conózcanme y ya

que pasó todo se despidió muy amablemente.

¡Hasta pronto!, todos les contestamos en coro, ¡que le vaya muy bien!, la

balacera jalando, los veladores de la compañía y la gente del Tino se

enfrascaron en un agarre que arrojó la muerte de Chanito, el bodeguero de la

hacienda”. Sr. Alberto Cevallos, Alfaro. Léase “Datos sobre el mineral de Nuestra

Señora, Cosalá” en, Cosalá: 18 Encuentros con la Historia, p. 83,8440

.

Sobre el anterior asalto Tino Nevárez narra su propia versión en la cual

sostiene que la muerte de Chanito obedeció a un exceso de Tacho Murillo y

que la cantidad exacta del botín fueron 13 mil pesos y no 60 mil como lo

manejó la prensa de la época (véase entrevista a Tino Nevárez en el anexo).

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101

Antiguo edificio de la oficina general del otrora mineral de Nuestra Señora, Cosalá,

Sinaloa, de donde Tino Nevárez y su banda después de un fuerte enfrentamiento con los

vigilantes de la empresa (primer asalto a la compañía) se llevara 60 mil pesos (según la

prensa de la época) y 13 mil según el propio bandolero (1956).

Segundo asalto

A mediados de 1964, cuando se llevó a cabo el juicio contra uno de los

responsables del segundo asalto contra el mineral de Nuestra Señora, la prensa

de la época estuvo narrando en sus páginas la historia de cómo se fueron

desarrollando los hechos. Aquí la versión del periódico El Sol de Sinaloa. El

segundo atraco cometido contra el Mineral de Nuestra Señora fue realizado

según ( El Sol de Sinaloa ), el día diez y seis de mayo de 1957, a las once de la

noche, por empleados y exempleados de la compañía. La cantidad del hurto

ascendió a 58,312.80 pesos M/N. En denominaciones de 100, 50, 20, 10, 5 y 1

pesos. Dejando en caja los asaltantes la cantidad de 2,281.80 pesos M/N, en

moneda fraccionada, depositada en ocho bolsas de lona y veinte sobres de

raya.

Lo extraño del robo, continúa narrando el prestigiado periódico, fue que no se

encontró huellas de violencia, horadación o fractura que indicara la forma en

que habían operado los ladrones.

Varios empleados y exempleados fueron acusados del atraco, siendo

detenidos, torturados y algunos encarcelados, aunque a decir verdad, y según

nuestras investigaciones algunos eran inocentes sin embargo, fueron

condenados a varios años de prisión. El caso más destacado fue del Sr.

Nicolás Núñez Díaz, quien al momento del despojo contaba con 24 años de

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102

edad, y había entrado a trabajar de vigilante en el mineral en el año de 1953.

Dos meses antes del robo, por diferencias con el jefe de veladores renunció a

su cargo retirándose a Bánome, municipio de Otaez, Durango, su pueblo de

origen, en donde fue detenido en el mes de marzo de 1964, por el capitán

segundo de infantería Guadalupe Hernández, siendo trasladado a la capital de

Durango, luego al puerto de Mazatlán y finalmente a la cárcel de Culiacán,

donde recibió una sentencia de siete años de prisión, saliendo bajó libertad

preparatoria en el año de 1969.

Cabe señalar que según el periodista Ernesto Navarro, “el reo fue entregado a

las autoridades civiles con una declaración prefabricada por el ejército donde

el acusado se declaró culpable de otros delitos, así como de tomar parte en el

robo al mineral de Nuestra Señora”.

La defensa del reo presentó pruebas testimoniales de vecinos del rancho El

Carrizo ,donde en la fecha del asalto (16 de mayo de 1957), se encontraba en

una boda departiendo con vecinos de la región, dirigiéndose, días después, a

su rancho de origen. Además, a decir del reo su declaración fue firmada

después de haber sido torturado y amenazado de muerte, comprobado esto,

porque su primera declaración la realizó frente a una persona ignorante de las

leyes y de los derechos del acusado como lo era el Sr. encargado de correos de

Otaes, Durango, quien ante las circunstancias del caso se convirtió en

ministerio público federal tomando la declaración al detenido, bajo la presión

del mencionado capitán, confesión que posteriormente fue tomada por las

autoridades para dictar sentencia.

Otro elemento que manejo la defensa fue que, el acusado mencionó en su

declaración el nombre y el grado del general brigadier Francisco de la Rosa

Castañeda, responsable del tercer sector militar en el estado de Durango, y que

fue este militar quien le recomendó entregarse al ministerio público de

Santiago Papasquiaro, Durango.

Que no era posible, continúa diciendo la defensa que, un simple labriego

nacido en un ranchito de lo más apartado de la civilización pudiera saber el

nombre completo de un oficial de grado.

Sin embargo, finalmente la procuraduría desestimó dichas pruebas y sentenció

al reo, a resarcir el daño moral a la compañía minera, cubriendo la cantidad

arriba mencionada o en su caso purgar una condena de siete años de prisión. El

Sol de Sinaloa, 24 de octubre de 196441.

Para los autores del presente libro es importante destacar la declaración del

Ing. Leonardo J. Schilissenger, superintendente del mineral, quien vivía en la

colonia Las Palmas, destinada a los empleados de confianza y, al momento de

los hechos (23 hrs.) del día diez y seis de mayo de 1957, se encontraba

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103

descansando en sus aposentos; resulta interesante porque con su versión se

comprueba que con este asalto eran tan sólo dos las ocasiones en que era

atracado el mineral, la primera en efecto por Tino Nevárez y su banda y, la

segunda, por un grupo formado por empleados y exempleados de la propia

empresa, lo que al final de las investigaciones fue comprobado. El Sr.

Schilissenger en su declaración ministerial ratificó lo siguiente.

Colonia Las Palmas, aposento de los empleados de confianza de la compañía ASARCO, Unidad

Nuestra Señora (1953).

.

“Que con esta, eran dos las ocasiones en que su representada ha sufrido

asaltos que le causan serios trastornos y por lo tanto pide se proceda con toda

justicia y se castigue a los responsables de los hechos delictuosos y se le

impartan las garantías necesarias consagradas en el país a fin de que no

vuelvan a repetirse atentados como los ocurridos el día de hoy”.

Finalmente las investigaciones realizadas por el ministerio público de Cosalá

arrojaron como responsables del despojo a los señores: Nicolás Núñez

Herrera, Santa Anna Díaz Herrera, Cruz Molina, Olegario Yañez Ramírez y

Albino Sánchez Meza. Y aunque en las primeras declaraciones un empleado

de la compañía mencionó que, al parecer uno de los asaltantes era Tino

Nevárez, finalmente dijo no estar seguro pues estaba muy oscuro y los

delincuentes andaban embozados.

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104

Se exime de culpa a Tino Nevárez

La prensa de la época (El Sol de Sinaloa del día 24 octubre de 1964), dio a

conocer las conclusiones a las que llegó el ministerio público, en el segundo

asalto al mineral de Nuestra Señora, respecto al bandido Tino Nevárez, siendo

estas las siguientes:

“Por no haberse comprobado que los facinerosos hayan integrado una banda

de dos o más personas para delinquir, capitaneada como se dijo por Florentino

Nevárez, por no encontrar pruebas al respecto, pues únicamente se menciona

que este personaje cometió robos anteriores y posteriores a la investigación

presente y como tampoco esta demostrado que Tino Nevárez haya dirigido un

grupo organizado para cometer el robo mencionado y tampoco lo haya hecho

ninguno de los que actuaron en el mismo, se declara que no existió jerarquía al

respecto, y por lo tanto, se califica como participación múltiple o

coparticipación, por lo cual no existe asociación delictuosa, y sólo se mantiene

el delito de robo con violencia, por el cual serán juzgados los acusados”.

Cabe destacar que la conclusión a la que llegó la procuraduría de justicia del

estado de Sinaloa y el ministerio público de Cosalá, terminó con las

especulaciones que se divulgaron en su tiempo sobre la participación del

bandolero en este segundo robo, pero, además, eximió del delito de asociación

delictuosa, que se castigaba de seis a diez años de prisión, a los delincuentes

que cometieron el delito. Aclarando que, en virtud que para estas fechas la

minera estaba a punto de cerrar, ya no hubo persecución alguna, tampoco

detención del resto de participantes con excepción de Nicolás Núñez Herrera. El Sol de Sinaloa, 27.10.64.

42

Cabe destacar lo siguiente: Si bien, la empresa sufrió daño patrimonial por los

asaltos, esto no fue comparable con los beneficios que finalmente obtuvo en

sus utilidades por doce años de explotación, pues como anteriormente

dijimos, la inversión de la minera fue de doce millones de pesos, puesta en

operación en (1953), y para 1965, fecha de clausura, la empresa había

obtenido ganancias por diez y nueve millones quinientos treinta mil pesos,

independientemente que las compañías poseían un seguro que le garantizaba

la recuperación de los fondos perdidos en asaltos y otro tipo de percances.

Alegre y parrandero. Cabe mencionar que a pesar de la persecución de la cual era sometido

sistemáticamente Nevárez, no le impedía divertirse en territorios que él

señoreaba. Al respecto el Sr. Manuel González (nombre cambiado a petición

del informante) músico de profesión, quien contaba con 82 años de edad,

exobrero del ingenio Rosales, originario de Guadalupe de los Reyes, a quien

entrevistamos en mayo de 1996, nos comentó lo siguiente:

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“A mediados de los años 50, cuando el bandolero se encontraba en la cúspide

de su carrera delictiva y su fama se acrecentaba y corría por todos los

rincones del país, en varias ocasiones me tocó complacerlo con hermosas

melodías a la luz de la luna, bajo los efectos de una botella de mezcal,

bailando con las muchachas más hermosas del otrora mineral de Guadalupe de

los Reyes. “Cuando el forajido visitaba Guadalupe para ver a sus viejos

amores, dice don Manuel, nos mandaba llamar para pedirnos las canciones de

su agrado.

Empezábamos con el corrido de: ¡Hay viene Nacho Bernal¡, Aquel que dice:

Caramba yo soy tu Rey, mi caballo es tu segundo, ahora se hacen a mi ley, o

los aparto del mundo, yo soy Ignacio Bernal que me piden vivo o muerto, me

andan queriendo asustar con el petate del muerto. Luego continuábamos, dice

don Manuel, con la hermosa melodía de La Panchita: Aquella que vive abajo

se llama Panchita y tiene los ojos grandes la boca chiquita, luego el corrido

de Chihuahua, aquel que cantaba: Yo soy del mero Chihuahua, del mineral de

Parral, escuchen este corrido que yo les voy a cantar que bonito es

Chihuahua, posteriormente, La Prieta Linda, quisiera andar por las nubes. Y

así, permanecíamos hasta tres días con sus noches en el bochinche”.

La canción la cobrábamos a dos pesos, refiere el Sr. Manuel González.

Nuestro grupo musical, estaba integrado por tres miembros: Bonifacio Ayón,

en el acordeón, Manuel Villalobos, en la guitarra y yo, Manuel González,

guitarra.

Nunca conocí, dice nuestro entrevistado, un hombre tan alegre y parrandero

como Tino Nevárez, y baya que, en mis 60 años de músico me he topado con

cientos de ellos, cada rancho que visitaba de seguro era un baile. Tenía una

característica muy especial, a pesar que él pagaba la música, daba oportunidad

a las personas del rancho para que solicitaran sus complacencias, él se

quedaba al último. Nunca se sobrepasaba con las muchachas por el contrario

siempre las respetaba, todas querían bailar con él, pues como dicen ahora,

tenía “pegue” con las mujeres; era un bandolero caballero.

Gustaba de usar una escuadra Super, fajada en la cintura así como, una 45 en

el otro costado, vestimenta negra y huaraches de tres puntadas y en ocasiones

cruzados. Cuando llegaba a Guadalupe trasponía hombres de vigilancia en las

cumbres de los cerros, para evitar sorpresas.

Era una persona con una extraña personalidad: de repente era una fiera

embravecida con mucha inteligencia y sagacidad y en cuestión de segundos

se convertía en un niño retozón que jugaba al trompo y las canicas con

cualquiera, risueño y bromista, eso sí, nunca le gustaron las injusticias. Entrevista al Sr. Manuel González 05.12.96

43

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Masacre en Río de los Barragán. Sin duda, una de las más grandes masacres de repercusión nacional e

internacional cometida en los años 50s, fue la cometida por la policía judicial

y municipal de Cosalá, inclusive, algunos sostienen que hubo participación de

un comando de soldados. Los hechos sucedieron a finales del mes de

noviembre de 1956, en Rio de los Barragán, un ranchito de tan sólo dos

casitas, donde murieron ocho personas y otras tantas quedaron heridas,

crímenes que, para la época, se convirtieron en una verdadera tragedia

nacional. El gobierno, y los escasos medios de comunicación como la radio y

los periódicos relacionaron el nombre de Florentino (Tino) Nevárez, con esta

carnicería, aumentando su fama por todo el país y a nivel internacional.

A continuación se presentan, en forma cronológica las notas periodísticas que

informaron sobre dicha masacre, con el propósito que el lector tenga mejor

idea de los sucesos y pueda reconstruir en su imaginación la triste historia de

esta fiesta infernal.

Hablan los periódicos

Por la trascendencia que tuvo en su tiempo el nacimiento de un periódico tan

importante como El Sol de Sinaloa y porque el cabezal de su portada la realizó

con la noticia del “enfrentamiento” del legendario bandolero Tino Nevárez,

con una partida de agentes del gobierno, y porque, además, el rotativo estuvo

cubriendo las notas durante más de cinco años sobre las andanzas del célebre

forajido y para que el condimento y la sazón de nuestra historia no pierda

interés en nuestros lectores es nuestro deseo transmitir en primer término, el

nacimiento de este importante medio de comunicación y posteriormente

continuar con el tema de nuestra investigación.

Como cosa curiosa, la nota sobre la inauguración de El Sol de Sinaloa fue

cubierta por su hermano mayor El Sol del Pacífico del bello puerto de

Mazatlán, que en su presentación mencionaba.

Hoy nació en Culiacán El Sol de Sinaloa. Otro diario de García Valseca. 1

de diciembre de 1956 El Secretario de Hacienda y Crédito Público Lic. Antonio Carrillo Flores,

inauguró hoy a las 20hrs. El Diario El Sol de Sinaloa, nuevo eslabón de

periódicos de la Cadena García Valseca. El alto funcionario puso en marcha la

primera edición del nuevo diario acompañado del Gobernador del Estado Dr.

Rigoberto Aguilar Picos, el jefe de la novena zona militar Gral. Jesús Árias

Sánchez, el presidente municipal de Culiacán Luis Flores Sarmiento, Sr.

Rodrigo Gómez director del Banco de México, Lic. Ricardo J. Zevada,

director del Banco Nacional del Banco Exterior, Rodrigo Vázquez, director

del Banco del Ejército y la Armada, el Lic. Manuel Sánchez Cuén, director del

Banco Nacional Hipotecario y de Obras Públicas los más destacados

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107

representantes de la Banca la industria y el comercio de Culiacán y del estado

de Sinaloa.

En su elocuente discurso el funcionario dijo lo siguiente: “Tengo un gran

placer y al mismo tiempo es para mi un alto honor que mi visita haya

coincidido con la iniciación de trabajo de este nuevo periódico de la cadena

García Valseca estoy seguro de que El Sol de Sinaloa estará siempre al

servicio de los intereses de esta entidad tan vigorosa y tan llena de presencia y

cuyo futuro esta tan íntimamente ligado a la grandeza de México”. Comentó el

Lic. Carrillo Flores al oprimir el botón que puso en movimiento la rotativa en

que se imprimirá este diario e hizo votos por su éxito, felicitó además por

conducto del mismo periódico al Sr. García Valseca director Gral. de la

cadena, cuya obra es un ejemplo de mexicanidad y patriotismo. El Dr.

Rigoberto Aguilar Pico dijo: “Felicito muy cordialmente al Sr. García Valseca

por haber agregado este nuevo eslabón a su gran cadena de periódicos; el

esfuerzo es digno de encomio ya que el Sol en cadena con los demás estados

desarrollará una labor meritoria para el país. Los demás asistentes elogiaron

también la obra. El Sol del Pacífico,p.1, 01.12.56. 45

El Sol de Sinaloa, inició operaciones el primero de diciembre de 1956 con la noticia sobre la

supuesta fuga de Tino Nevárez de la masacre de Rio de los Barragán.

Nótese el edificio de la izquierda, perteneciente a dicho periódico, así como el patio de maniobras

del antiguo Tacuarinero ya en destrucción (mayo de 1965).

Un día anterior a la inauguración del El Sol de Sinaloa, su hermano mayor, El

Sol del Pacífico, informaba a la sociedad mazatleca sobre una de las masacres

más cruentas que se tenga noticia en la sierra sinaloense, la información se

publicó de la forma siguiente.

Viernes 30 de noviembre de 1956, El Sol del Pacífico.

Nueve prisioneros hizo la judicial por el tiroteo, pero el cabecilla huyó.

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“Varias personas que hicieron causa común con los forajidos al frente de

Faustino (sic) Nevárez sostuvieron un tiroteo durante media hora en un

escandaloso baile con un saldo de siete muertos y seis heridos en el pueblo de

los Barragán, Faustino (sic) Nevárez huyó.

Durante semanas Benjamín Zamudio, comandante de la partida de judiciales

que perseguía a Faustino (sic) Nevárez, había andado a caza del bandolero al

saber que Nevárez se encontraba en los Barragán bailando y escandalizando

igual que sus secuaces los policías se dirigieron al poblado y sitiaron la casa

donde se efectuaba el baile, el oficial Benjamín Zamudio se adelantó y

demando la rendición de Faustino (sic) Nevárez, recibiendo como respuesta

una lluvia de balas que abatieron al comandante, al lesionarlo en una pierna,

Zamudio pudo retirarse pero el tiroteo continuó, los judiciales respondieron al

ataque. Los concurrentes al baile hicieron causa común con los bandoleros y

disparaban contra los judiciales, ciertamente dos cómplices de Faustino (sic)

fueron abatidos, el resto, cinco muertos y seis heridos corresponden a personas

que simplemente concurrían al baile; de los judiciales ninguno excepto el

comandante salieron heridos.

El jefe de la policía judicial, mayor Teodoro Irizar, trasladó al jefe de grupo a

Culiacán.

Sólo se sabe que el bandolero huyó por encima de los techos de las casas,

siendo defendido por los asistentes a dicho baile” El Sol del Pacífico,p.1, 30.11.56 46

. Por su parte el recién inaugurado periódico El Sol de Sinaloa, retomando la

nota de El Sol del Pacifico, transmitió la noticia de la manera siguiente:

La gavilla de Tino Nevárez hizo frente a la judicial

Viernes, 1 de diciembre de 1956.

“Siete muertos y seis heridos fue el saldo de la sarracina que tuvo lugar en el

rancho Los Barragán de Cosalá. A las tres horas de ayer en un punto conocido

como Los Barragán, arriba del mineral de Nuestra Señora del municipio de

Cosalá, trabaron fiero combate elementos de la judicial con la gavilla que

capitanea el tristemente célebre bandolero y asaltante Tino Nevárez,

teniéndose únicamente conocimiento de que uno de los heridos es el oficial

Benjamín Zamudio, Subjefe de la policía judicial, a quien le prestaron los

primeros auxilios en el mineral de Nuestra Señora”. El Sol de Sinaloa,p.1,

01.12.5647

.

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109

El rotativo continuaba recabando información y notificando a los

culiacanenses:

Se reciben los primeros informes.

A las quince horas de ayer, el procurador general de justicia Lic. Miguel

Gaxiola B., fue informado telegráficamente de que en la madrugada habían

tenido contacto los 25 hombres que al mando de Benjamín Zamudio, habían

salido de esta ciudad el miércoles con la gavilla que capitanea Tino Nevárez a

la que habían salido a perseguir.

Sin saber más datos sobre quiénes son los heridos y quiénes los muertos, el

procurador general de justicia ordenó la salida de un avión particular con

instrucciones de recoger los heridos más graves; a fin de auxiliarlos lo más

pronto posible este avión despegó del aeropuerto local a las cinco de la tarde

el día de ayer, su regreso se esperaba dos horas más tarde pero posiblemente

por falta de visibilidad no pudo despegar de la pista del mineral, su regreso

será hasta las primeras horas de hoy.

Aclaración de los autores. La falta de información, que al respecto se daba, era

producto del aislamiento que en esos años se encontraba el municipio de

Cosalá, pues por un lado, hay que destacar que, eran tiempos de lluvia, cuando

vados ríos y arroyos impedían la comunicación con la ciudad y por otro,

porque aún no existían medios de transporte eficaces para trasladarse a la

sierra como actualmente existen.

A las diez y nueve horas, continuaba narrando la nota periodística, al mando

del mayor Teodoro Irizar, salieron catorce judiciales más, a fin de auxiliar a

sus compañeros y percatarse sobre la realidad de los acontecimientos y de ser

necesario continuar con la persecución de la peligrosa gavilla.

Las notas del periódico El Sol de Sinaloa seguían informando a la ciudadanía,

aún con los obstáculos de sus tiempos pues los datos fluían sólo a través de

telegramas, enviados por autoridades civiles o militares o, en su caso, por

particulares. La presencia de reporteros en la sierra se hizo necesaria cuando

murieron los militares, y el ejército por orden presidencial combatió en serio a

la gavilla de Nevárez.

Mientras tanto, El Sol del Pacífico continuaba informando a la sociedad:

La policía judicial no perdió ningún elemento en el gran zafarrancho.

En cambio perecieron tres mujeres inocentes víctimas de las balas.

Sábado, 2 de diciembre de 1956

“Noticias no confirmadas procedentes de fuentes particulares aseguran que en

el zafarrancho en el poblado de Los Barragán, cercano al mineral de Nuestra

Señora, sólo murieron maleantes y mujeres inocentes que se dedicaban a las

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delicias del baile; cuando llegaron los judiciales cercaron el lugar donde se

encontraba bailando un grupo de campiranos entre los cuales según informes

que llevaba la policía judicial se encontraba el temible Fortino (sic) Nevárez,

peligroso asesino y asaltante en busca de quien iban precisamente.

Agentes judiciales muertos por la banda de Concepción Gastelum (El Loncho), en el rancho Los

Huizaches, Mocorito hechos que influyeron meses después en la masacre de Río de los Barragán,

(Octubre, 1956).

Según informes particulares la policía llegó al poblado de Los Barragán a la

media noche del día 27, en busca de la banda de Fortino (sic) Nevárez y para

tener éxito en esta ocasión y no olvidando seguramente los lamentables

hechos ocurridos en Los Huizachez municipio de Mocorito, Sinaloa, en el que,

como recordarán nuestros lectores murieron cuatro policías judiciales y un

municipal, como víctimas de su imprudencia, al oponerse inútilmente a las

balas del temible bandolero Alfonzo (Concho) Gastelum, quien con certera

puntería acabó con la partida de judiciales, quedando tendidos en la cercanía

de la casa los cadáveres de tres judiciales y un policía municipal.

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Agentes judiciales meses antes de su muerte (1956).

Con estos antecedentes la policía judicial al mando del oficial Benjamín

Zamudio (El Junior), cercó el lugar donde se encontraban bailando numerosos

pueblerinos y los maleantes de la pandilla de Nevárez que se compone, según

algunas personas, de diez sujetos de muy malos antecedentes; ya cercados

procedió el propio Zamudio a intimarlos a la rendición pero como respuesta

recibió una bala que le entró por el muslo derecho a la altura de la rodilla

siguiendo la trayectoria del hueso fue a salirle en el glúteo del mismo lado,

con lo que tuvo para caer al suelo, sus acompañantes respondieron con fuego

graneado contra el grupo de hombres y mujeres donde habían brotado los

primeros disparos. El Sol del Pacífico 02.12.56.48

El Sol de Sinaloa al igual que el de Mazatlán, continuaba investigando e

informando a la sociedad sobre los hechos de Río de los Barragán:

Mueren siete personas.

Por esta causa perecieron en el acto siete inocentes personas entre las que se

encontraron a tres pobres e inocentes mujeres, que sin deberla ni temerla

murieron en forma instantánea; de los hombres muertos se encuentra Catarino

Peña, quien se disfrazaba de soldado para cometer sus asaltos, J. Dolores

Bernal Pérez, que también se dice era miembro de la pandilla de Nevárez y

seis heridos. También hubo heridos graves, entre los que se encuentra el

propio Zamudio, que pudo ser traído en una ambulancia la noche de antier y

unas mujeres del baile, cuyo estado es bastante delicado.

La policía judicial después de dispersar a la concurrencia logró detener a

nueve sujetos pertenecientes al grupo de Nevárez y responsables del inicio del

zafarrancho por lo que fueron traídos a esta capital, poniéndolos en rigurosa

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incomunicación en los separos de la policía judicial, para iniciar las

investigaciones.

El agente del ministerio público de Cosalá a quien corresponde conocer del

caso, iniciará y perseguirá la averiguación por lo que de inmediato se trasladó

a Los Barragán para proceder a la identificación de los cadáveres examinar a

los heridos y testigos presenciales de los hechos, esperando se informe sobre

sus actividades en la Procuraduría de Justicia. El Sol de Sinaloa,p.1, 02.12.5649 .

En un ambiente de tensión y de más dudas que respuestas, El Sol de Sinaloa

continuaba cabeceando sus notas con las muertes de Río de Los Barragán,

destacando lo poco que conocía sobre las andanzas del legendario bandolero.

Así fue como el día seis de diciembre de 1956, informaba a la sociedad sobre

el historial de Tino Nevárez de la manera siguiente:

Negro historial de Tino Nevárez. “Este delincuente fue quien a plena luz del día asaltó el mineral de Nuestra

Señora, apoderándose de más de 60 mil pesos. En aquella ocasión, fue

ayudado por otros cuatro malhechores tres de los cuales fueron aprehendidos

por elementos federales, los detenidos fueron traídos a esta capital donde

rindieron su declaración quedando convictos y confesos pero, como el delito

lo habían cometido en el municipio de Cosalá, fueron trasladados a la cárcel

del mineral donde pocos días después huyeron para reunirse con el cabecilla

Tino Nevárez y continuar con sus fechorías, robando, asaltando, secuestrando

y dando muerte a quienes se oponen a sus exigencias. En la actualidad se

calcula que con este cabecilla caminan no menos de quince maleantes

prófugos de distintas cárceles, que posiblemente formaban parte del grupo que

hizo frente a los judiciales. Al regresar el día de hoy el avión con los heridos,

se tendrán las noticias exactas de la forma en que, se desarrollaron los

acontecimientos así como también la identidad de los muertos y heridos”. El

Sol de Sinaloa,06.12.5650

.

Cabe destacar que, en la fecha que sucedió la masacre de Río de los Barragán

el gobernador del Estado Dr. Rigoberto Aguilar Pico se encontraba en la

Ciudad de México realizando actividades de gestión, por lo que el enterarse de

la masacre ordenó el cese inmediato de los judiciales.

A continuación la nota de las respectivas declaraciones.

“En conferencia de prensa concedida por la primera autoridad del Estado

después de su regreso de la Ciudad de México El Dr. Rigoberto Aguilar Pico

declaró tener dos versiones sobre cómo se desarrollaron los acontecimientos

en Río de los Barragán. Una, de parte del ministerio público que argumento

que había podido llegar sólo hasta el rancho La Seca. Y la otra versión por

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113

vecinos del rancho Los Barragán. Ante la vaguedad de los hechos el Ejecutivo

se vio obligado a destituir a los judiciales y consignarlos al agente del

ministerio público, así como, también pidió renuncia temporal al jefe del

mismo cuerpo policiaco mientras se terminan las investigaciones”. El Sol de

Sinaloa 08.12.5651

.

Las noticias sobre los hechos en Los Barragán, continuaron impactando a la

sociedad sinaloense así, el día 13 El Sol de Sinaloa informaba lo

siguiente:

Por acuerdo del Sr. Gobernador del Estado el procurador general de justicia,

nombro un comisionado para que en calidad de agente del ministerio público,

practique las diligencias y esclarecimiento de los hechos de sangre ocurridos

en el poblado Los Barragán e informó que en breve se sabrá quiénes fueron

los culpables del zafarrancho. El Sol de Sinaloa, p.1, 13.12.5652

.

El viernes 14, El Sol de Sinaloa en forma decepcionante daba a conocer la

noticia siguiente:

Sólo de palabra quedaron cesados los judiciales.

La promesa hecha del gobierno del estado que los diez y ocho judiciales que

participaron en la masacre de Río de los Barragán serían cesados, hasta la

fecha no ha sido cumplida. El procurador de justicia Lic. Miguel Gaxiola dijo

que hasta el momento no había recibido la orden por escrito y que sólo la

esperaba para cumplirla cosa probable hasta que el agente especial rinda su

informe sobre la responsabilidad de los judiciales. El Sol de Sinaloa 14.12.5653

.

Por fin, el día jueves 18 de diciembre de 1956, El Sol de Sinaloa, esparce a

cuatro columnas la noticia sobre lo que realmente sucedió en Río de los

Barragán, nota escrita por el reportero, José Torres Ángulo.

Impresionante relato de la orgía sangrienta.Hablan víctimas y familiares.

Así, iniciaba la nota el reconocido reportero.

La responsabilidad de la matanza cometida en el poblado Los Barragán recae

en la policía judicial, quienes fueron acusados por seis testigos que ayer

llegaron al gobierno del Estado para pedir ayuda y justicia, después de haber

rendido su declaración ante el Procurador y el Gobernador Dr. Rigoberto

Aguilar Pico quien los recibió en audiencia especial. El grupo encabezado por

Martín Mendoza y la Sra. Ascensión Mendoza quien tiene una herida en la

cabeza precisó que los muertos habían sido ocho y los heridos siete, los cuales

se encuentran en el hospital del mineral de Nuestra Señora y de esta capital

mientras que los muertos fueron enterrados cerca de Los Barragán. Martín

Mendoza junto con sus compañeros hizo un relato de los hechos el cual en

voz baja y con las manos temblorosas comenzó así: estábamos en un baile con

la familia Peña, había mujeres y niños, como a las tres de la mañana se

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114

presentó la policía gritando! Ríndanse, arriba las manos! luego se oyeron

disparos de ametralladora y de pistolas, Mendoza negó que alguien hubiera

disparado a los policías no teníamos armas solamente un rifle viejo agregó,

empezaron a caer los muertos en la obscuridad de la noche no se sabía

cuantos, escuché claramente la voz de Zamudio que gritaba ¡disparen!,

¡disparen! cuando se le preguntó si estaban borrachos los policías, contestó yo

no puedo saberlo. El Sol de Sinaloa, p.1, 18.12.56 54

.

Después de la entrevista con el Sr. Aguilar Pico, el gobierno del Estado sólo

otorgó como apoyo a víctimas y familiares la cantidad de 1 mil 250 pesos.

Por su parte El Sol del Pacífico, en su portada del día 4 de diciembre de 1956,

a unos cuantos días de la masacre, informaba lo siguiente.

Balacera entre judiciales y bandoleros. El encuentro dejó seis muertos y

seis heridos.

Es hasta el momento un encuentro entre policías judiciales y la gavilla que

comanda el bandolero Faustino (sic) Nevárez, los hechos tuvieron lugar en un

punto llamado Los Arrayanes del municipio de Cosalá y los escuetos informes

que hasta ahora se tienen no detallan a quién corresponden las bajas, lo único

que se ha recibido es un telegrama enviado desde Cosalá donde se informa

escuetamente del suceso y comunican que el oficial Benjamín Zamudio que

comandaba la partida de judiciales se encontraba gravemente herido.

Después de que se recibió la comunicación, el procurador de justicia, Miguel

Gaxiola ordenó la salida de una avioneta para que condujera al oficial herido,

misma que partió con rumbo a Cosalá, a las diez y seis horas.

Al mismo tiempo, se ordenó el desplazamiento de todos los elementos

adscritos a la corporación al mando del subjefe mayor Teodoro Irizar. Se sabe

que los judiciales que estuvieron en el encuentro salieron la madrugada del

pasado miércoles con rumbo a la región de Cosalá, al tener conocimiento que

el maleante Tino Nevárez y su gavilla que, hace tiempo tiene asolada la región

se encontraba merodeando por el mineral de Nuestra Señora que explota la

American Smelting And Refinen Company, tal vez con el propósito de asaltar

nuevamente la pagaduría de la empresa como lo hicieron el cuatro de

noviembre, del año próximo pasado, cuando robaron 62 mil pesos.

Desde hace tiempo que fuerzas combinadas de la federación y la policía

judicial habían venido persiguiendo al bandolero que, al amparo de sus

pistolas y a plena luz del día visitaba los poblados de Cosalá y Guadalupe de

los Reyes, embriagándose en plena plaza, retando con su actitud a las

autoridades del lugar. Se creía que la avioneta enviada para traer al oficial

herido, llegaría al filo de las diez y nueve horas. Pero, debido a la falta de luz

no pudo hacer el despegue del campo aéreo de Cosalá, será hasta el día de hoy

cuando probablemente regrese.

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115

En página posterior El Sol del Pacífico pasó a publicar los nombres de los

agentes que participaron en el supuesto enfrentamiento con la gavilla de Tino

Nevárez, pasando a la historia como los verdaderos asesinos de la masacre de

Río de los Barragán. Crimen del cual muertos y familiares aún continúan

esperando justicia.

“La partida judicial que sostuvo el encuentro con la banda de Tino Nevárez,

informaba El Sol del Pacífico, estaba comandada por el oficial Benjamín

Zamudio García, además los sargentos Natalio Zamudio y Roberto Uriarte

Avitia, los agentes Ezequiel Torres Valenzuela, Cruz Acosta, Piedad Nájera,

Gorgonio Ríos, Ascensión Salas, Raúl Soberanes, Rafael Caro, Roberto Meza,

Tadeo Félix, Manuel Ramírez y Santiago Torrecillas.

Debido a la falta de comunicación no se han recibido más detalles”. Termina

la nota periodística. El Sol del Pacífico,p.1, 04.12.5655

.

Perra Maldita

Para reconstruir la historia de los lamentables hechos de Río de los Barragán

los autores de la presente obra nos propusimos investigar a testigos

presenciales de la sangrienta masacre, localizando a varias personas que

fueron testigos y víctimas directas de la infame carnicería.

Léase a continuación las respetivas entrevistas.

La Sra. Paulina Peña Ayón, familiar, en primera línea de algunos de los

fallecidos en Río de los Barragán, quien fuera entrevistada por los autores, el

diez y siete de mayo de 1996, en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, con llanto en

los ojos y mirada en lontananza nos narró lo siguiente: En 1956, tenía yo, trece

años de edad y vivía en la comunidad de El Verano, pueblito de escasamente

veinte casitas, por el rumbo de Ajoya.

Corría el mes de enero de 1956, cuando mi tío Natividad Peña fue a visitar a

su hija Vicenta al rancho Las Flores, ubicado a cuatro kilómetros de El Verano

en los límites del estado de Sinaloa y Durango. Mi tío vivía en un ranchito de

nombre San Antonio. Con él se fue una perra y al regresar, el animal ya no

volvió; la bestia se quedó en casa de su hija. Otro día muy temprano mi tío

Natividad mandó a su hijo Paulino a traer a la dichosa perra, pero al llegar a

casa de su hermana, la encontró muerta. Al preguntar quién la mató, Vicenta

contestó, que su esposo Chávelo, porque se había comido unos pedazos de

carne que estaban en la mesa de la cocina. Al indagar por su cuñado, la

hermana le informó que, en esos momentos se encontraba en la milpa. Acto

seguido, Paulino montó en su mula prieta y tomó rumbo a la montaña donde

se encontraba el marido de su hermana. Al reclamarle los hechos, se hicieron

de palabras, desenfundando las pistolas al mismo tiempo, Paulino una 38

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116

especial y su oponente una 22, vino un intercambio de balas cayendo muerto

Chávelo con tres balazos en el pecho.

Continúa la rencilla

La familia del difunto de inmediato inició la venganza, dando muerte a

Paulino meses después. No contentos con lo anterior, continuaron buscando al

resto de la familia para quitarles la vida, incluyendo a la propia esposa de su

hijo de nombre Vicenta.

Los meses fueron pasando y aparentemente todo había vuelto a la normalidad,

mi tío José Peña, dice doña Paulina, quien vivía en el rancho Río de los

Barragán, junto con su hermano Tomás, propietario de la morada, preparó una

fiesta para festejar su cumpleaños.

Al bochinchi acudió toda la familia, quienes vivían en una amplia extensión

de la Sierra Madre Occidental. Llegó gente de Guadalupe de los Reyes, El

Verano, Los Arrayanes, La Cieneguita, Santa Anna, Los Laureles, entre otros.

En total había unas 50 personas. Mi tío Tomás mató tres puercos y un torete,

pues en aquellos tiempos era costumbre dar comer a todos los presentes. Las

fiestas duraban hasta tres días con sus noches y a veces hasta una semana.

Los cinco músicos que amenizaron la fiesta eran del rumbo de Guadalupe de

los Reyes.

La casa de mi tío, era de adobe, con pilares de cemento y techo de teja roja,

piso de arena, ya que se encontraba a la vera del río Las Habitas, que tenía

como afluente al río Los Remedios. Un amplio portal adornaba la vivienda de

veinte metros de largo por diez de ancho, donde se desarrollaba el baile y se

daba alimentos a los invitados. Como traspatio había una hermosa huerta

cubierta de naranjos, mangos, papayos y limoneros.

Cruzando el río, continúa narrando, doña Paulina, vivía mi tío Isidro Sánchez

y su esposa, Juana Sánchez Peña, con varios de sus hijos, quienes también se

hicieron presentes en la fiesta.

Todo era felicidad, ese día 27 de noviembre, los músicos cantaban sus mejores

melodías y las parejas bailaban al ritmo de las hermosas canciones. Serían

como las tres de la mañana cuando desde los cerros aledaños se escucharon

los primeros disparos dejando a oscuras la vivienda y sus alrededores pues

fueron dirigidos contra las cachimbas, lámparas de carburo y ocotes que

alumbraban la fiesta.

Luego siguieron varias ráfagas de metralleta y la orden de un Sr. que gritaba

¡fuego, fuego!, empezaron a caer los primeros muertos. Primero fueron los

músicos, luego, otros asistentes al bochinchi, incluyendo, mujeres y niños., En

ese sitio murieron Catarino Nevárez Peña, Tomás y José Peña, Macedonio

Peña, Dolores Bernal Pérez y Guadalupe López Peña, así como los cinco

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117

músicos que amenizaban el baile, entre ellos Simón Corrales. Los heridos

fueron seis personas: mi prima Elvira Sánchez Peña y mi hermano Manuel

Peña Ayón, así como la Sra. Ascensión Mendoza, entre otras.

Al momento de la balacera sólo unos cuantos pudieron escapar, corriendo por

el cause del río y otros hacia las montañas, pues los asesinos no dejaban de

disparar aún cuando escuchaban los llantos y gritos de las mujeres ¡no tiren,

no tiren, estamos desarmados!. Como era de noche todo se volvió confusión y

los asesinos no dejaron de jalar el gatillo hasta que todo quedó en silencio,

sólo uno que otro cristiano lanzaba un lamento o un gemido de dolor pidiendo

auxilio a los propios criminales.

Otro día acudieron los vecinos de todas las rancherías de la sierra que, por

cierto, se conmocionó al conocer la forma tan cruel e inmisericorde en que

fueron masacradas las víctimas.

Por temor al regreso de los asesinos, pues al principio no sabíamos de quién se

trataba, los muertos se enterraron en una fosa común, no hubo rezos ni

velación, mucho menos un sacerdote para darles la bendición. Comenta la Sra.

Paulina.

El primer rumor que voló por la sierra, cuenta doña Paulina, fue que, Tino

Nevárez había cometido la matasagüe, cuando en realidad ese hombre ni

siquiera estuvo en la fiesta.

Una semana después, continúa informando doña Paulina, las cosas se fueron

aclarando, sobretodo cuando los heridos y detenidos, entre ellos mi hermano

Avelino Peña Ayón, pudieron hablar.

Se aclaran los hechos

Mi hermano Avelino, dice doña Paulina, al ser detenido, la misma madrugada

de la masacre, fue llevado a la cabecera de Cosalá por los propios judiciales y

al transitar por el camino, pudo observar cuando, una Sra. a quien identificó

como Andrea Escobar (madre del difunto Chávelo), salía de entre el monte y

entregaba al jefe de la judicial un envoltorio y daba las gracias a los agentes

por los hechos cometidos, para posteriormente perderse entre los cerros. Así,

supimos, dice doña Paulina, que todo fue producto de una venganza ejecutada

por el propio gobierno, a quienes les pagaron para que asesinara a gente

inocente y manejara la información a su antojo.

Otras personas que lograron sobrevivir, continúa con su relato doña Paulina,

comentaron que entre el grupo de asesinos iba el suegro de mi hermana

Vicenta, quien por cierto, buscaba entre los heridos a su nuera para darle

muerte para que, según él, no quedara viva para otro. Por fortuna no la

encontró pues Vicenta había escapado ya por entre el monte, aprovechando la

oscuridad de la noche. Al tiempo tuve conocimientos que la Sra. que armó la

masacre contra mi familia, fue muerta en el rancho Las Flores, comunidad

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118

donde vivía con dos de sus hijas, quienes se salvaron porque corrieron hacia

las montañas.

El gobierno acabó con mi familia (Sra. Paulina Peña Ayón).

Esta es la verdad así, sucedieron los hechos, sí esa maldita perra no se hubiera

tragado la carne, nada de esto haya sucedido, pero así son los dramas en la

sierra, termina diciendo doña Paulina, con sus ojos llenos de lagrimas por sus

tristes recuerdos. Entrevista con la Sra. Paulina, Ibid56

Bailando con la muerte Por su parte la Sra. Marcos Zainz Corrales, originaria de Guadalupe de los

Reyes, madre de uno de los músicos muertos en la masacre, nos narra esta

negra historia de la siguiente manera: Mi hijo Simón Corrales trabajaba de

músico la mayor parte del año en los minerales de la región y en otras

ocasiones laboraba de obrero en el ingenio Rosales de Costa Rica; ese año por

cierto, recién había regresado de la comunidad cañera cuando lo invitaron a

tocar en el baile de Los Barragán. El grupo de músicos lo componían El Sr.

Dolores López, en la guitarra, de igual forma mi hijo, Simón Corrales, Aristeo

Sánchez Chávez, en el violín; Catarino López, en el tololoche y Catarino

López Jr., amenizaba la fiesta con su acordeón.

Vivíamos en el rancho El Saucito, a cuatro kilómetros de distancia de

Guadalupe de los Reyes. Mi hijo Simón, en ocasiones se ausentaba dos o tres

meses del hogar pues las comunidades donde trabajaba estaban muy distantes

unas de otras. El aviso de la masacre llegó a mi domicilio, un día después, por

lo cual, mi esposo y yo, salimos ese mismo día para Río de los Barragán.

Hicimos dos días y dos noches en bestias, para llegar al ranchito, de tan sólo

dos casitas, encontrando a mi hijo escondido en una cueva con dos balazos,

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119

uno en el estomago y otro en una pierna. Todavía se miraban los manchas de

sangre en la arena y en las faldas de los cerros. El ambiente era realmente

funesto, aún no desaparecía de la atmosfera el olor a pólvora, ni el ambiente

de la masacre, dice doña Marcos: ramas de arboles tumbadas a balazos,

piedras con hoyos por todas partes, la casa acribillada por los cuatro costados,

señales de cuerpos humanos arrastrados, pedazos de cráneos ensangrentados y

cruces de arboles silvestres donde fueron enterrados los cuerpos inocentes de

la masacre.

Herido como se encontraba, llevamos a mi hijo Simón en una estera

improvisada, por cerros y quebradas cruzando ríos y arroyos pues era época de

lluvias y, por lo escabroso del terreno (puros voladeros); hicimos tres días y

tres noches para llegar a Guadalupe, a estos sitios inclusive no entraban carros

ni aviones.

Llegando a Guadalupe, mi hijo murió, por no tener atención médica. Fue

velado en El Zaucito y enterrado en Potrerillos. Antes de morir, mi hijo narró

lo que realmente pasó, dice doña Marcos. Simón aseguró que, fueron

judiciales así como policías municipales los que cometieron la masacre.

“Nunca hubo gritos de rendición, el gobierno llegó disparando, a diestra y

siniestra, sin razón alguna, acribillando a la gente por los cuatro costados

como si fuéramos animales. A algunos asistentes a la fiesta, aún heridos, los

torturaron para que dijeran donde se encontraba, Tino Nevárez, luego se los

llevaron al monte y los colgaron con el pretexto que eran gente del bandolero,

cuando en realidad ese hombre no estuvo en ese lugar”.

Todo se debió, dice doña Marcos, a la denuncia de una señora quien dijo que

Tino se encontraba en el baile, los mismos asesinos taparon a los muertos

con ramas de pino y otra yerba que se llama cola de perico. Los familiares de

las victimas quienes visitaron otro día el sitio de la masacre les dieron

cristiana sepultura. Ocho muertos y siete heridos terminaron siendo las

victimas inocentes de aquel siniestro baile de la muerte.

Yo pienso, dice doña Marcos que, además de que hubo personas que les

pagaron a la partida de judiciales estos traían miedo y a la vez sed de

venganza ya que al parecer meses antes habían asesinado a varios de sus

compañeros, en el municipio de Mocorito, termina narrando tristemente con

lágrimas en los ojos doña Marcos. Entrevista con la Sra. Marcos Zainz Corrales

02.03.9757

Noche de Terror

La tercera versión sobre la masacre de Río de los Barragán es aún más

patética, narrada por una de las víctimas directa de los hechos quien se

encontraba en el baile esa noche de terror. Se trata de la Sra. Elvira Sánchez

Nevárez quien en la época de los crímenes contaba con doce años de edad y

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120

era vecina del rancho Río de los Barragán, a quien entrevistamos el día catorce

de julio de 1996, en la ciudad de Culiacán, Sinaloa.

Sin manifestar odio ni rencor en sus ojos y con una sonrisa en los labios la

Sra. Elvira nos recibió con muestras de gran cariño y hospitalidad,

característica de las personas de los altos de la sierra, para luego pasar a narrar

lo que realmente sucedió aquella negra noche de terror.

Nos encontrábamos en los festejos del cumpleaños del Sr. José Peña en casa

de su hermano Tomás, habíamos como 50 personas, pura familia. Al convivio

llegó gente de San Antonio, El Verano, Los Laureles, La Cieneguita y de

Guadalupe de los Reyes, principalmente. Serían como las dos de la mañana,

cuando mis padres, Isidro Sánchez y Juana Nevárez Sánchez, se retiraron a

dormir a nuestra casa que se encontraba enfrente, río de por medio, del sitio

donde se llevaba a cabo el baile. Yo, que apenas contaba con doce años de

edad pedí permiso a mis papas para quedarme otro ratito en virtud de que mi

hermano Aristeo se encontraba en el convivio, como miembro de los músicos

que amenizaban la fiesta. De repente, empezaron a sonar balazos y vi cómo,

los cinco músicos empezaron a caer, disparaban de todas partes y se

escuchaban ráfagas y disparos ensordecedores de pistolas automáticas. Al

instante observé cómo un muchacho que se encontraba parado frente a mí, le

pegaron varios tiros que lo hicieron dar una maroma pasando su cuerpo por

encima de mi cabeza, alcance a ver cuándo la señora Francisca García cayó de

rodillas con los brazos y manos en cruz sumida en llanto y gritando que no

dispararan que éramos gente pacífica, que no teníamos armas.

Como cosa curiosa o de milagro, hubo un muchacho que, con el terror de

mirar como caían los muertos no tuvo más defensa que replegarse a una pared

de la casa totalmente paralizado de miedo, quedando dibujado su cuerpo a

puros balazos pero, ni un rozón sufrió, el puro susto, esto fue realmente un

milagro.

Luego todo quedó a oscuras pues a punta de bala tumbaron las cachimbas con

las que se alumbraba la vivienda. Quise correr pero me tropecé con los

cuerpos de los caídos que lanzaban verdaderos alaridos pidiendo auxilio y

piedad a los criminales, de pronto sentí que se me habría un hoyo en la tierra

vi completamente todo oscuro y no supe más de mí, me había desmayado;

desperté cinco horas después cuando me llevaban, en una camilla

improvisada, hecha de madera silvestre rumbo al hospital del mineral de

Nuestra Señora.

Recuerdo que, en el camino encontramos un grupo de soldados en dirección a

Río de los Barragán.

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Sra. Elvira Sánchez Nevárez, víctima sobreviviente de la masacre de Rio de los Barragán (1956).

En la clínica de Nuestra Señora, estuve encamada como cinco días luego me

dieron de alta y mis padres me llevaron con una familia de la colonia La Seca,

donde vivían los trabajadores del mineral. De ahí, me llevaban todos los días a

curaciones, aproximadamente un mes, tiempo en el cual la enfermera del lugar

me enseñó a leer y escribir, recuerdo que dicha Sra. le decía a mis padres que

me dejaran ir con ella a la Ciudad de México para ponerme en la escuela pero

no quisieron, por lo cual no pude estudiar.

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122

En una de estas camas del hospital de Nuestra Señora fue atendida de su herida la niña Elvira

Sánchez Nevárez (octubre 1957).

-¿Cuántos muertos hubo finalmente?

Esa noche murieron ocho personas, entre ellos mi hermano Aristeo Sánchez,

que era músico y ocho heridos, pero después murió don Tomás Peña.

-¿Fue cierto que en el baile se encontraba Tino Nevárez?

-No, los hechos, al parecer, tuvieron que ver con una venganza de los Escobar

contra la familia López Peña y López Ayón quienes pagaron a los judiciales

para que cometieran la matasagüe y estos utilizaron como pretexto la

persecución de Tino Nevárez para justificar la acción, porque en realidad ese

Sr. no estuvo en el baile, si hubiera estado, como lo dijeron, no matan a la

gente tan fácilmente.

-¿Es verdad que, los agentes llamaron a los vecinos a someterse a la

autoridad?

-No, si mi memoria no me falla, yo nunca escuché que los asesinos (no se les

puede llamar autoridad) hayan gritado orden de rendimiento, como declararon

a los periódicos, con el propósito de justificar sus crímenes, todo sucedió

sigilosamente, en la oscuridad de la noche, sin aviso de nada, como quien

mata ganado de corral.

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123

-¿Qué pasó con su familia?

En cuanto sané, nos fuimos a vivir a la frontera y jamás regresamos a Río de

los Barragán, abandonamos, casa, tierra y bienes de labranza.

¿Sí, hubiera tenido oportunidad de platicar con el presidente de la República o

con el gobernador del estado de aquella época que le hubiera pedido?

-Que se hiciera justicia, que se castigara a los culpables de acuerdo con la ley,

ya que, al parecer, nunca se les juzgó, mucho menos se les castigó, no hubo

una investigación ministerial, no se citó a declarar a los testigos, tampoco a

los heridos por lo que los culpables quedaron libres y algunos, al parecer,

hasta regresaron de nuevo a sus puestos en el gobierno. Entrevista con la Sra.

Elvira Sánchez Peña 10.04.9758

.

Hasta aquí la historia contada por la prensa de la época y las entrevistas

realizadas por los autores de esta obra sobre la masacre de Río de los

Barragán.

Último asalto del bravo de Cosalá. Fue tanto el impacto emocional de la muerte de los militares por la gavilla de

Nevárez el tres de octubre de 1957, en la sociedad sinaloense que según

directivos del periódico El Sol de Sinaloa los ejemplares se agotaron. De igual

forma sucedió con los números subsiguientes. Culiacán, Mazatlán, Sinaloa, y

el país se encontraban, conmocionados, al escuchar la fatídica noticia a través

de la radio y medios impresos. En el enfrentamiento murieron cinco militares

y un civil. De los tres mil ejemplares que a diario tiraban los periódicos El Sol

de Sinaloa y El Diario de Culiacán no quedó ni la reserva, correspondiente a

diez números. Todos se agotaron.

A continuación por medio de la historia oral y escrita tratamos de reconstruir

este momento crucial en el drama de la entidad sinaloense, una tragedia más

de las tantas que se han suscitado en las cumbres de la Sierra Madre

Occidental.

El reloj de la iglesia del pintoresco pueblo de Cosalá marcaba las dos de la

tarde del día jueves tres de octubre de 1957, los transeúntes caminaban por

entre las empedradas calles del viejo mineral. Las bellas muchachas daban

vueltas y vueltas alrededor de la folclórica plaza que al centro de su hermosa

estructura se enseñoreaba con su distinguido y hermoso kiosko de más de

medio siglo de existencia. La cantina El Farolito, propiedad de don

Enrique Lugo, mejor conocido como El Barrilito, donde más de una ocasión

tomara vino y cerveza Gallo, el legendario Tino Nevárez, se encontraba

repleta de parroquianos, el comercio a reventar, una boda se celebraba en el

hermoso templo de Santa Úrsula: rosas, azucenas y gladiolas, rodeaban a los

novios, ella vestida con vaporoso vestido color crema repartía sonrisas y

abrazos; él con su elegante traje obscuro con una flor roja en la solapa recibía

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124

felicitaciones, la banda tocaba dianas lanzando al aire estridentes trinos; de

repente el rugido de las metralletas Thompson estremeció a los cosaltécos,

tres ráfagas al unísono, luego disparos de pistola calibre 45 y Super. Mientras

el pueblo quedaba en suspenso, vecinos de las comunidades aledañas

corrieron hacia el lugar de los hechos para cerciorarse de lo que había pasado.

El Sr. Pedro Chávez (nombre cambiado a petición del informante), vecino del

poblado La Estancia, fue uno de los primeros que arribó al sitio de la

emboscada, quien al ser entrevistado nos comentó lo siguiente: “Cuando

escuché los primeros plomazos, corrí al lugar de la balacera pensando que la

víctima o víctimas pudiera ser un familiar. Fui el primero en llegar al lugar

del ataque y aún alcancé a echarles vino en las heridas a los militares que por

cierto se quejaban mucho, posteriormente llegaron más vecinos de La Estancia

y tres horas después los soldados” Entrevista al Sr. Raúl López 11.06.9559

Capitán Anselmo Zermeño Duran la soberbia lo mató.

El espacio geográfico era el apropiado, un recodo denominado, La Cuesta de

las Peñitas o Quebrada de los Braceros, como a 500 metros del poblado, La

Estancia, ubicándonos de norte a sur, pasando por El Guayabal, antecito de

llegar a la comunidad Los Braceros (véase fotografía núm.), Tino Nevárez y

su lugarteniente Tacho Murillo habían planeado con inteligencia de genio

militar el asalto a la conducta del mineral de Nuestra Señora, dos vehículos

marca Willis tipo Jeep , cerrados, colocando quince hombres (divididos en

tres comandos) en posición de ataque, cinco adelante, cinco en medio y cinco

atrás, en la vera del camino Real, por donde necesariamente tenía que pasar la

conducta. Los primeros para tapar la huida de la conducta, que iba con rumbo

al mineral, los segundos, para lanzar el primer ataque y apropiarse de las

alforjas con los 45 mil pesos del botín, y los terceros para cubrir la retaguardia

del grupo y a la vez evitar que la segunda camioneta retrocediera a pedir

auxilio a Cosalá. Esto se organizó como a veinte metros de los montículos que

aún actualmente rodean el camino Real rumbo a Nuestra Señora. Tino y su

lugarteniente, Tacho Murillo, se colocaron como topos, debajo de los tubos

que servían y aún sirven de puente para pasar el vado que en época de lluvias

se llena de agua, por donde necesariamente tenía que pasar el convoy (véase

foto núm.) y los primeros balazos salieron de su escondite apoderándose del

botín y huyendo en sus cabalgaduras. Otra versión, sin embargo, sostiene que

Tino y su hombre de confianza se parapetaron detrás de dos grandes peñas que

se encontraban en el lugar y una tercera aclaración que rindió Tacho Murillo

a la prensa en 1960, al ser detenido agrega que, “La banda se dividió en tres

grupos: el primero, se colocó arriba de la lomita donde empieza la cuesta,

cubriendo la retirada; el segundo que, por cierto fue el iniciador del ataque, a

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125

la mitad del camino y el tercero, en la retaguardia”. A los primeros balazos,

que penetraron de arriba hacia abajo, (según la prensa de la época), el carro

donde viajaba el capitán primero de infantería Anselmo Zermeño Duran y los

soldados de caballería Humberto López Limón, Jesús Ibarra Romero y

Francisco González Cruz, así como el conductor Alejo Amaral Falcón, fue a

estrellarse contra el montículo del lado izquierdo del camino. El capitán

Zermeño con una pistola en cada una de sus manos gritaba: ¡salgan del monte

cobardes y peleen como los hombres!, disparando tres tiros con su pistola

reglamentaria de los cuales uno le pego a Tino en el hombro izquierdo, el

segundo a Armando Núñez(el guitarrero), quien posteriormente murió a

manos del ejército y un tercero se perdió en el aire, sin embargo, una ráfaga

calló para siempre su angustiada voz destrozando su cabeza y salpicando de

sangre los vidrios delanteros del automóvil. El Sol de Sinaloa p.1 20.10.5760.

Cuesta de Los Braseros donde se cometió el asalto por parte de la banda de Tino Nevárez al convoy

militar que transportaba la raya de los trabajadores del mineral de Nuestra Señora (3 de octubre de

1957).

Cabe destacar que testimonios cosaltécos sostienen que el capitán Zermeño,

era uno de los militares más represivos de la sierra sinaloense pues tenía la

costumbre de tasajear las orejas a quien se negaba a dar información sobre los

escondites del legendario bandolero, independientemente que dicho capitán

comentaba a los vecinos del pueblo de Cosalá que, si Tino robaba los

minerales era porque no se había topado con un hombre como él y

constantemente lo retaba a que lo hiciera. Por su actitud hacia los humildes,

los cosaltécos lo bautizaron con el apodo de “El Mocha orejas”. Continuando

con el relato, mientras la primera camioneta quedaba recostada sobre el flanco

izquierdo, el segundo vehículo con los soldados, Alejandro Escobar Cruz y

Florencio González Olvera hizo otro tanto, saliendo y corriendo uno de los

soldados hacia el monte quien había quedado vivo. En cuestión de segundos,

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126

Tino y su hombre de confianza salieron de su escondite para culminar la

acción recogiendo armas, enseres y tres alforjas con 45 mil pesos, en efectivo,

correspondientes a la raya de los trabajadores. Para que el lector tenga idea

de lo que en aquel entonces representaba la jugosa suma de dinero se informa

que el salario mínimo alcanzaba la ridícula cantidad de diez pesos diarios.

La Estancia vecinos de esta pequeña comunidad auxiliaron a los heridos del asalto del tres

de octubre de 1957, en La Quebrada de los Braceros.

Poco tiempo después, vecinos del lugar dieron parte a las autoridades de

Cosalá, que en aquellos tiempos eran sólo unos cuantos agentes judiciales y

otros tantos municipales, los cuales informaron al ejército sobre los terribles

acontecimientos.

El error más grande de los militares, dice el Sr. Juan Díaz, (nombre cambiado

a petición del informante), quien vivió de cerca aquellos acontecimientos,

“fue su excesiva confianza al transitar los vehículos casi pegados. Si,

estratégicamente hubieran ido separados, a una distancia, más o menos de 30

metros, las posibilidades de defensa de los federales hubiesen sido mayores,

de otra forma, sólo facilitaron el asalto que la banda de Nevárez realizó al

convoy de los militares”, termina narrando don Juan. Entrevista al Sr. Juan Díaz

21.07.9761

.

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Asalto al convoy de los militares el tres de octubre de 1957, en la famosa Quebrada de los

Braceros donde murieron cuatro militares y un civil. Nótese la posición estratégica de los

seis comandos. Colaboración del Arq. David Manjarrez Sarabia.

Por su parte el periódico El Sol del Pacífico, en su ejemplar del día 4 de

noviembre de 1957, respecto al asalto de Nuestra Señora y la muerte de los

militares informaba lo siguiente:

Militares sacrificados por Tino Nevárez.

“El capitán primero de infantería, Anselmo Zermeño Durán, el Sr. Alejo

Amaral y dos miembros del ejército fueron asesinados ayer a las trece horas en

una carraca de la cual se hace responsable a Faustino (sic) Nevárez y su gente,

quienes se apoderaron de 150 mil pesos destinados para la raya de los

trabajadores del mineral de Nuestra Señora conducida en una camioneta bajo

la custodia de los militares. El asalto, fue consumado en un lugar denominado,

Cuesta de los Braceros, localizado entre los caminos de Culiacán y Nuestra

Señora en Cosalá en forma tan inesperada como ventajosa Tino, no dio al

capitán y sus soldados la menor oportunidad de su defensa antes de caer bajo

las balas de sus cobardes asesinos. Se presume que existen varios heridos pero

esta noticia no ha sido confirmada pues se ignora el número de soldados que

iban en la camioneta convertida trágicamente en un ataúd rodante. En días

pasados se había visto rondar al Tino por los alrededores del mineral de

Nuestra Señora con intenciones seguras de un asalto lo que confirma la

creencia que este cabecilla fue el responsable de la carraca perpetrada ayer.

En esta capital la policía Judicial del Estado reconcentró a sus miembros y los

acuarteló de quince o diez y ocho agentes que habían salido en una comisión

fueron devueltos a fin que se pusieran a las órdenes del subjefe teniente Pedro

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Verde Moreno, para cooperar con el ejército que a noche a las 21 horas

salieron en busca de los malhechores” El Sol del Pacífico,p.1, 4.11.57 62

Cambio de gobierno A principios de 1957, asumió la gubernatura del estado de Sinaloa el Gral.

Gabriel Leyva Velásquez, un hombre de carácter fuerte y mano dura, al más

viejo estilo militar, hizo buena mancuerna con el Gral. Jesús Árias Sánchez,

comandante de la novena zona militar, (1955-1959) en el estado de Sinaloa.

En el mes de junio del mismo año, el ejecutivo del Estado, visitó las

instalaciones del mineral de Nuestra Señora, en el municipio de Cosalá, donde

fue recibido con un ágape y un rumboso baile en la colonia Las Palmas, por el

gerente general de la empresa Sr. ing. Schilingeer, en lo que hoy se conoce

como La Reserva Ecológica propiedad de la Universidad Autónoma de

Sinaloa.

En dicha reunión El Sr. Schilissenger planteó el problema de los asaltos al Sr.

gobernador, sin embargo, como todo político al salir del antiguo municipio, el

funcionario dejó del lado el asunto pero la muerte de los militares, el tres de

octubre de 1957, hizo ver al funcionario que el problema estaba vigente, por lo

cual tomó la decisión de viajar a la ciudad de México y solicitar el apoyo de

la presidencia de la República (tal como lo hiciera en 1888 el gobernador

Francisco Cañedo, a solicitud de los caciques de la región con el propósito de

reforzar la persecución contra el bandolero Heraclio Bernal), a quien por

cierto, pusieron como recompensa diez mil pesos por su cabeza misma

cantidad que otorgaban por la cabeza, de Tino Nevárez, después de la muerte

de los militares. Para atacar de frente el problema, la presidencia de la

República a cargo del Lic. Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), ordenó al

Secretario de la Defensa Nacional Gral. de División Matías Ramos Santos, el

combate directo contra las gavillas en los altos del noroeste de México, fue

entonces que la guerra se vino en serio contra Tino Nevárez y su banda e

injustamente contra familias enteras de la sierra de Sinaloa y Durango.

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General de División Matias Romero Santos, Secretario de la Defensa Nacional (1952-1958), ordenó

la detención de Tino Nevárez, vivo o muerto.

La orden vino del centro, detener a Tino Nevárez, vivo o muerto

Los cinco generales de la región Noroeste: Chihuahua, Durango, Sonora,

Nayarit y Sinaloa, armaron un plan para terminar a como diera lugar con el ya

legendario bandolero Tino Nevárez, poniendo precio a su cabeza, con una

recompensa de diez mil pesos (misma cantidad que se ofreciera por Bernal, 67

años atrás), cuando el salario mínimo era de diez pesos en los valles y la

cantidad de un peso en la sierra sinaloense.

La estrategia

La estrategia era atacar en forma de pinza, estableciendo cuarteles especiales

en los cinco estados de la República y uno central en el estado de Sinaloa,

particularmente en el municipio de San Ignacio y Cosalá, región donde el

bandido tenía su mayor influencia y bases de apoyo. Las fuerzas armadas

tenían como comandante en jefe al general Jesús Árias Sánchez, el famoso

Pacificador del Sur, verdugo de, Los Dorados o, Los del Monte, los hombres

de El Gitano, a quienes el bragado militar, encarceló, asesinó o fusiló, en su

caso.

Sin embargo, así como el ejército y el gobierno armaron su estrategia de

ataque, de igual forma los pueblos de la sierra integraron su red de espionaje

formada por mujeres y niños para proteger al bandido. En aquellos tiempos,

era común encontrar a niños, mujeres y ancianos caminando por el monte,

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130

quebradas, ríos, arroyos, aguajes, acantilados, montañas, cuevas, y rancherías,

llevando y trayendo noticias al bandolero. Otro grupo de hombres movían a

Tino de un lugar a otro de la sierra para evitar su localización, lo alimentaban,

le llevaban armas y parque para su defensa, haciendo casi imposible que los

federales pudiera tener éxito en la búsqueda del legendario bandolero.

La guerra.

Para que el lector tenga idea de lo tremendo que fue la cacería del gobierno

contra el bandido y su grupo, leamos las notas de la prensa de la época,

escritas por el prestigiado columnista Herberto Sinawagua, en el periódico El

Sol de Sinaloa, las cuales se transcriben a continuación:

Domingo 19 de octubre de 1957.

Dos mil soldados de línea persiguen por la sierra a Tino Nevárez lo

quieren vivo o muerto.

Dos mil soldados de línea, persiguen por la sierra a Tino Nevárez lo quieren

vivo o muerto: dos generales de división, dos brigadieres y un general de

brigada, dos coroneles y varios capitanes, tras su banda.

Desesperados esfuerzos por capturar al bandido, continuaba escribiendo el

columnista, hasta han vestido de civil a los miembros del ejército para

detenerlo, se busca en todo el Noroeste del país.

Con el propósito de detener al legendario bandido Tino Nevárez el ejército ha

tendido un cerco de más de 20 mil kilómetros a la redonda por la Sierra Madre

Occidental, en el cual participan, el 35 Batallón, el 18 avo Regimiento, el

11avo, Batallón de Infantería, el 16 avo, Regimiento de Caballería y el

Noveno Batallón se han unido para localizar a la gavilla de Nevárez. Las

Fuerzas militares de Sonora, Chihuahua, Durango, Sinaloa y Nayarit, andan

detrás del bandolero día y noche sin un sólo momento de descanso, por lo que

se tiene la seguridad que caerá en manos de la justicia.

La persecución se ha extendido a la costa y los valles del Noroeste del País;

calles, cantinas, billares, mercados, ejidos, campos agrícolas, industrias, casas

particulares y hasta debajo de las piedras es buscado el bandolero.

Inclusive, se ha exhortado a los Estados Unidos pues se rumora que se ha ido

de bracero como lo hacía en sus tiempos de hombre pacífico. El Sol del

Sinaloa,p.1, 19.10.57 63

Los autores consideramos que, el número de hombres que se sumaron a la

persecución de Tino Nevárez, probablemente, se acercó a los 3 mil,

distribuidos en todo el país, incluyendo desde luego, agentes secretos vestidos

de civil.

Por su parte el periódico El Sol del Pacífico del 23 de diciembre de 1957,

publicado en la ciudad de Mazatlán, Sinaloa, externaba lo siguiente

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Antiguo pueblo de Ajoya, San Ignacio, Sinaloa, en esta comunidad estableció el General Jesús

Arias Sánchez su cuartel general para coordinar la campaña contra la gavilla de Tino Nevárez.

Nótese la capilla al fondo, donde el legendario bandolero acudía a rezar sus oraciones (1957).

Tino Nevárez suma adeptos a su gavilla.

Entre los destacamentos militares del estado de Durango late el hecho de que

la gavilla del bandolero Fortino (sic) Nevárez se ha unido a otra gavilla

comandada por un individuo de nombre Eulogio Flores que ha sembrado el

pánico entre los moradores de algunas rancherías duranguenses esa banda esta

integrada por 25 facinerosos, entre ellos Félix Morales, Anselmo y Casimiro

Mendía, y Saturnino Flores, quienes asaltaron recientemente el poblado Santa

María Ocotlán, del municipio del Mezquital del Oro, Durango, donde

asesinaron a Crecencio Mendoza, otro vecino de nombre Antonio y un

labriego.

En el campamento maderero del Bajío de la China, se encuentra destacada

una partida del 35 batallón al mando del subteniente Isidoro Gutiérrez y el

comandante Bello Santa Anna, quienes han consignado dos pelotones para

que se unan al 68 cuerpo de defensa comandada por Matías Coronado Muños,

a fin de extender la vigilancia en la región pues el bandolero Flores ha

amenazado con tomar el campamento maderero para exterminar a los

explotadores, según él. Topia, Tayoltita y San Miguel de Crucez figuran entre

los municipios cuyas rancherías están expuestas a los asaltos de esa gavilla. El

Sol del Pacífico,p.1, 23.12.57 64

.

Los autores consideran que la nota anterior parece de fábula, sin embargo,

podría tener cierto grado de verdad, si tomamos en cuenta que las distancias

en la sierra son cortas para la gente que vive en esos lugares, y largas para el

que no conoce veredas, cordones y deshechos que sirven para cortar caminos

Reales.

Léase a continuación cómo desde el siglo pasado, los grupos de forajidos de la

Sierra Madre Occidental se organizaban para realizar actos de bandidaje. El

siguiente pasaje aparecido en la obra denominada: Pancho Villa. Retrato

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Autobiógrafo,1894-1914. P.88. nos demuestra lo que anteriormente se dice:

“Ignacio Parra fue un conocido bandolero que operó… en el estado de

Durango que al igual que Heraclio Bernal se levantó en armas contra el

gobierno debido a las muchas arbitrariedades e injusticias de que fue víctima.

Un despacho de gobernación al jefe municipal de Canatlán, Durango, de

aquellos tiempos, señalaba lo siguiente: “Dispone el C. Gobernador se ordene

a usted proceder a embargar todos los bienes de los hermanos parra, vecinos

de ese municipio que se han levantado en armas como bandoleros

acompañando a la gavilla de Heraclio Bernal que ya capitanea decenas de

hombres en esta región” Pancho Villa, Retrato Autobiógrafico, 1894-1914 p.8865

.

Como puede apreciarse en la cita anterior, Heraclio Bernal el reconocido Rayo

de Sinaloa a pesar de haber realizado sus principales hazañas en una pequeña

zona de Guadalupe de los Reyes, Cosalá, Sinaloa, su fama y sus correrías se

extendían hasta muy adentrado el estado de Durango, donde hacía causa

común con forajidos de aquellas lejanas tierras, lo cual demuestra que, desde

el siglo pasado, la organización de grupos de bandoleros era una realidad con

altas probabilidades de éxito en sus acciones.

En entrevista ya citada, don Ángel Nevárez sostuvo que en el último asalto al

mineral de Nuestra Señora, no sólo participó el grupo de Tino, sino además

otro conjunto de forajidos que bajaron de la sierra conocidos como Los

Chileros ,dicho atraco lo habían planeado meses atrás conjuntamente con

Tino, sin embargo, el legendario bandolero se había arrepentido de llevarlo a

cabo por lo cual los serranos lo presionaron para que cumpliera su palabra,

con los resultados ya descritos. Ángel Nevárez… Ibid63

Por su parte Tino Nevárez en entrevista realizada en el año 2000, sostiene que

varios de los que participaron en el asalto no los conocía que fueron gente que

bajaron de la sierra y se unieron al grupo, diciendo no recordar sus nombres

pues su encuentro fue casual y sólo se reunieron para realizar el histórico

asalto. (véase anexo).

El Tigre alardeaba de valiente

En entrevista realizada por El Sol de Sinaloa al capitán del ejército Esteban

Cárdenas, apodado El Tigre quien había sido comisionado para proteger los

intereses de la (ASARCO), se puede atisbar la atmosfera de guerra que se

vivía en aquellas épocas en el viejo mineral de Cosalá, declaraciones que a

nuestro juicio eran más bien fanfarronadas, que otra cosa.

El capitán Cárdenas decía: “Tenemos con que recibir al Tino, en caso de que

se atreva a visitar de nueva cuenta el mineral de Nuestra Señora, será muy

hombre disparando desde el monte pero a nosotros nos gustaría que se nos

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133

dejara venir de frente como los meros machos, haber de a cómo nos toca”. El

sol de Sinaloa 22.10.5766

.

A punto de atrapar a Tino La Sra. Lupita Hernández (cuñada de Tino), apoyándose en pláticas con el

legendario bandolero nos narra la ocasión en que el forajido estuvo a punto de

ser atrapado por el ejército: la cosa estuvo así: Nos encontrábamos escondidos,

dijo el bandolero, mi esposa, mi hijo y unos amigos en unas cavernas del cerro

de La Silla , uno de los más altos de la región, como hacia mucho frío y yo

presentaba dolor por el balazo que recibí en el asalto de Nuestra Señora, mi

mujer hizo una fogata para curarme la herida. La noche era muy oscura, no

alcanzábamos a vernos ni siquiera los dedos de las manos, el crepitar de la

lumbre y los ruidos se escuchaban a mucha distancia, siendo distinguida, la

lumbre, por los federales que iban en la falda del cerro, bajo el mando del

capitán Esteban Cárdenas,alias El Tigre, quien de inmediato ordenó disparar

sus armas; por fortuna, las primeras balas pasaron rosando nuestros cuerpos

pero no dieron en el blanco y pudimos salir adelante.

El niño no chilló

Después de los primeros balazos, le comentó don Tino a doña Lupita, los

soldados, rápidamente, empezaron a escalar el cerro lo cual motivó que Tino

y su esposa así como su hijo de escasamente tres años de edad, se atocharan

entre unos matorrales pasando los federales como a un metro de distancia

donde el bandolero y su familia se encontraban, por fortuna, el niño no chilló,

por que si hubiera llorado, el Tigre nos hubiera atrapado fácilmente, o tal vez,

nos matan y es que las oraciones de mi santa madre y de mi gente siempre nos

protegieron, comentó finalmente el legendario bandolero a nuestra

entrevistada”. Entrevista con la Sra. Lupita Hernández, cuñada de Tino. 25.10.9767

La sierra, un infierno. En una de las tantas entrevistas realizadas para la elaboración de su libro

titulado: Historia del Transporte Público de Culiacán (1872-1980), dice el

profesor Benjamín Luna, se encontró con un personaje que, a la vez que le

proporcionó información del transporte público de Culiacán, le comentó

sobre una de las masacres más sangrientas cometidas por el ejército en la

Sierra Madre Occidental durante la persecución del legendario Tino Nevárez.

Y aunque mi objetivo, comentó el profesor Luna, en aquellos tiempos, no era

la historia del audaz bandolero, mucho me interesó la conversación. Por tal

motivo dejé que mi entrevistado hablara y hablara, al fin que, había tiempo

suficiente para investigar los dos temas a la vez, sobre todo porque la biografía

de Nevárez, para esas fechas, casi se encontraba ya terminada.

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Masacre en Quenibas.

Al respecto don Gilberto Sauceda (nombre cambiado para proteger el honor y

la identidad de nuestro informante), nos comentó lo siguiente.

Corría el año de 1957, un mes antes, había sucedido la muerte de los militares

en las inmediaciones del mineral de Nuestra Señora, en el municipio de

Cosalá, yo, dice don Gilberto, trabajaba en La Campaña Nacional de

Erradicación del Paludismo (CNEP), impulsada por la Secretaría de Salud,

actividad que desarrollé durante tres años. Coordinaba una cuadrilla de 30

trabajadores. Traíamos una recua de 40 mulas donde transportábamos tanques

de veinte litros, conteniendo líquido de fumigación.

En una mañana soleada del mes de octubre del mencionado año, llegamos, mi

caballerango y yo, a un ranchito del municipio de Tamazula, Durango, de

nombre Quenibas. Como no habíamos almorzado le dije a mi acompañante,

vamos subiendo a esa lomita, donde se encuentra esa casa a comprar algo de

comer. Al llegar a la vivienda salió una señora entrada en años quien al

escuchar nuestra petición nos contesto: en estos momentos no tengo nada que

darles pero pueden pasar a aquella otra casa que se ve en aquel otro cerro para

que les vendan huevos y aquí se los cocino.

Le dije a mi caballerango, espérame voy a conseguir algo para almorzar.

Subí al otro cerrito y toque la puerta de la cabaña. Al instante salió una señora

como de 30 años de edad, quien me saludó amablemente, pero, al abrir la

puerta observé la pared de enfrente, cual sería mi sorpresa que, colgando sobre

el muro se encontraba una alforja de cuero tipo militar con una pistola 45, que

yo le había regalado a un familiar muy cercano, de los que murieron en el

asalto del mineral de Nuestra Señora. La reconocí porque tenía sus iníciales.

Un vértigo recorrió mi cuerpo, casi me desmayo. Con dificultades escuché las

palabras del ama de casa que me dijó: tenga, agarre los huevos, lléveselos, se

los regalo. No, le conteste, acabo de recordar que tenemos que estar en el otro

rancho a estas mismas horas y ya es muy tarde, de todas formas muchas

gracias por su generosidad, dando media vuelta, me retiré a pasos acelerados

del lugar.

Mueren mujeres, niños y bebés.

Al bajar el cerro, casualmente me topé con un pelotón de soldados a quien

platiqué lo que había visto. De inmediato el sargento me espetó, ¡retírese,

vallase de aquí!. Luego escuché gritos del ejército conminando a los

propietarios de la vivienda a salir con las manos en alto, como respuesta

recibieron una lluvia de balas. Los militares rodearon la vivienda y la

acribillaron por los cuatro costados matando a hombres, mujeres niños y hasta

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bebés, para luego prender fuego a la choza. Posteriormente, sacaron

arrastrando a los vecinos de las catorce casitas del rancho a quienes agarraron

de los cabellos, amarraron y arrastraron y, a cabeza de silla los llevaron río

abajo, dejando los cajuarones de sangre, huesos y carne humana entre las

piedras. Desgarradores gritos humanos inundaron el ambiente de la sierra, dice

don Gilberto; las víctimas fueron colgadas de los árboles. Días después,

cuando regresé de los ranchos de arriba, observé cómo el viento frío de las

cumbres de la sierra mecía los cuerpos haciéndolos silbar, como si fueran

campanas. Poco tiempo después, los cadáveres empezaron a podrirse y caerse

a pedazos convirtiéndose en alimento para los animales carroñeros; los

zopilotes revoloteaban a su alrededor en una danza dantesca, arrancando con

su aceradas garras y picos hilos de carne purulenta que engullían como rico

manjar. Nadie se atrevió a bajarlos y darles cristiana sepultura por que los

federales les pusieron en el pecho la siguiente leyenda: “El que se atreva a

enterrar estos delincuentes será pasado por las armas”. Al final los militares

quemaron las chozas del rancho dejando un ambiente tétrico que invadió

muchos kilómetros a la redonda. Murieron ahí, comenta don Gilberto, más de

veinte personas entre hombres, mujeres, niños y bebés.

En verdad, platica mí entrevistado, con mirada en lontananza y aún

apesadumbrado: mil veces me arrepiento de haberles informado a los

federales lo que había visto. Jamás tuve información cómo llegaron la alforja

y el arma a dicho lugar, sólo recuerdo que, en la cacería de brujas que desató

el ejército en la búsqueda de Tino Nevárez murieron muchos inocentes, más

de quinientos según mis cuentas, en ocasiones se cometían verdaderas

carnicerías como la de Quenibas. La sierra de Sinaloa y Durango fue bañada

en sangre. Puedo asegurar que las matanzas de serranos estuvo peor que las

realizadas por la Operación Cóndor en los años 70s.

Finalmente don Gilberto comenta: nunca tuve noticias que hubiese justicia

para difuntos y familiares, ni por parte del gobierno, menos por el ejército,

inclusive, los medios de comunicación, escasos en aquella época, se

convirtieron en piedra, ante los horrendos crímenes, no hablaron nada, todo

quedó en silencio, testigos mudos fueron las montañas y barrancas de la

Sierra Madre Occidental y mi caballerango y yo que, decidimos callar para no

tener problemas con el gobierno. Después de medio siglo, usted es la primera

persona a quien narro esta negra historia, termina diciendo nuestro informante. Entrevista con el Sr. Gilberto Sauceda 25. 08.97

68.

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Después de medio siglo, aún se conservan como reliquia en el poste de madera las siglas de la

Campaña Nacional Contra el Paludismo (C.N.E.P.) en la comunidad de Las Aguamas, Campanillas,

San Ignacio, Sinaloa (2013).

Algo parecido a lo que nos narró nuestro entrevistado anterior nos platicó el

Sr. Rafael León a quien entrevistamos el día dos de septiembre de 1997, en el

rancho Campanillas, San Ignacio, Sinaloa, quien nos comentó lo siguiente.

Un día del mes de octubre de 1957, iba yo, por una vereda rumbo a Ajoya

cuando, al dar vuelta en un recodo encontré tres cuerpos meciéndose como

campanas colgados de un árbol de mora, tenían la lengua de fuera,

semidesnudos y medio hinchados eran campesinos que bajaban de la sierra a

trabajar a los valles de Sinaloa y el ejército que andaba en búsqueda de Tino

Nevárez después de torturarlos, los colgó. Posteriormente no supe, lo que

pasó con los cadáveres ya que jamás regresé a dicho lugar, pues al igual que

las familias de la sierra andaba con mucho miedo. Entrevista con el Sr. Rafael

León 02. 09.97.69

Sr. Rafael León, por un camino de Ajoya encontró varios cuerpos colgados de un árbol de mora

meciendose como campanas en octubre de 1957. (véase viñeta núm. 1).

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Persecución de Tino Nevárez

Tomando como pretexto la persecución de Tino Nevárez, el ejército realizó

una de las más fieras campañas contra las gavillas reprimiendo injustamente a

la gente de pacífica de la sierra. Así lo consigna el reconocido periodista

Herberto Sinagawua en El Sol de Sinaloa del día 21 de octubre de 1957.

Mineral de Nuestra Señora, Cosalá, Sinaloa. A cientos de kilómetros de

Cosalá, se está desarrollando una doble batalla localizar al famoso bandolero

Florentino Nevárez y despistolizar a los habitantes de una vasta región que se

ha mantenido en plan de rebeldía a las autoridades de toda índole que han

tratado de imponer el imperio de la ley. Todas las fuerza militares acampadas

en las estribaciones de la Sierra Madre Occidental en los límites de Sinaloa y

Durango han acatado órdenes muy precisas de proceder sin contemplación de

despistolizar a todo individuo que posea armas de diversos calibres. Las

pistolas super y 45, son las más populares según un alto jefe militar y las

frecuentes incursiones que se han hecho principalmente de noche se han

suscitado algunas escaramuzas sin haberse registrado hasta hoy ninguna

desgracia. Se considera que un paso decisivo para acabar con el ambiente con

las tropelías de Tino Nevárez es la de sostener la campaña de despistolización

en forma permanente mientras dure el ejército en su tarea de imponer la

tranquilidad en esta y otras regiones de la sierra. Las armas recogidas hasta

hoy formarían fácilmente un arsenal.

Los comerciantes y ganaderos de Cosalá consideran esta medida muy

adecuada para restablecer el orden y devolver la paz en esta región.

Toda la gente buena desea que no haya más agitación y que los hombres

puedan andar por cualquier camino sin temor a nada, terminaba informando el

reconocido periódico. El Sol de Sinaloa p.1,21.10.5770

.

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139

Entrevista a don Herberto Sinagawua

A principios del año 1997, buscamos una entrevista con el periodista

Herberto Sinagawua Montoya en virtud que en nuestra investigación

hemerográfica encontramos que fue uno de los reporteros que tuvo la suerte de

seguir los hilos de la persecución del bandido en aquellos últimos meses de

1957.

Después de abrirnos amablemente las puertas de su hogar don Herberto nos

platicó lo siguiente: “Yo no conocía a Tino Nevárez pero, supe de sus

andanzas y persecución porque me tocó reportear su fuga, particularmente en

Cosalá a donde me mandó el subdirector del periódico El Sol de Sinaloa, Lic.

Manuel Ferreiro y Ferreiro. Recuerdo, dice don Herberto, que don Manuel

consiguió prestado, en una agencia de carros, un jeep de aquellos que usaban

los soldados en la Segunda Guerra Mundial, en el cual nos trasladamos por

una carretera polvorienta pues en aquella época la México quince aún no

estaba asfaltada. Viajamos de Culiacán a la Cruz de Elota y de Conitaca a

Cosalá. Llegamos a comer a una fondita donde se encontraban unos soldados

quienes en su conversación comentaban: “localizar a ese bandido es como

buscar una aguja en un pajar”. Lo que yo palpe en esos reportajes, dice don

Herberto, fue que, en la hermosa Cosalá existía mucho desempleo y

necesidades. Guadalupe de los Reyes lo acababan de cerrar y no existían

fuentes de trabajo .Había mucha pobreza motivando con ello el bandidaje

porque no sólo era la gavilla de Tino en la región sino había otras que

también asaltaban y asesinaban.

Se puede decir, continua expresando don Herberto, que Tino fue una calca de

Heraclio Bernal y aún, hace falta hacerle justicia. No se le debe calificar de

roba vacas, asesino o criminal sino, como luchador social. En la vida hay

gente buena que por azares del destino se convierte en mala, para defender a

los jodidos, pero la gente de la sierra siempre tienen un alto grado de gratitud”.

Sr. Herberto Sinagawa Montoya, reporteó la guerra que el General Jesús Árías Sánchez desató

contra Tino Nevárez, en la sierra de Cosalá (1957).

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140

Finalmente nuestro entrevistado comenta: Yo, no recuerdo si en esos tiempos

se hicieron masacres en la sierra, probablemente sí las hubo; lo cierto es que,

en esa época a los periodistas no nos permitían publicar absolutamente nada

en contra del ejército, hablar mal de los militares era un tabú, era como quien

dice echarse encima al gobierno. Entrevista con el periodista Herberto Sinagawua

Montoya. 16.01.9743

General Jesús Arias Sánchez, Comandante de la Novena Zona Militar (1955-1959), prometió que se

lo cortaría si no atrapaba a Tino Nevárez, y lo bajaba amarrado de la sierra sinaloense, nunca se

supo si cumplió su promesa, pues jamás atrapó al escurridizo bandolero.

Por su parte el periodista Enrique Navarro quien reporteaba desde las cumbres

de la sierra, donde transitaba a pie y a lomo de mula, informaba sobre la

persecución que realizaba el ejército contra Tino, después del asalto de

Nuestra Señora, describiendo los sucesos de la siguiente manera: Martes 22

de octubre de 1957, El Sol de Sinaloa.

Tino Nevárez fue herido de un balazo

El famoso bandolero Florentino Nevárez fue herido de un balazo en el

hombro izquierdo con salida a la altura de la tetilla del mismo lado en el

último asalto que hizo a los soldados que conducían el dinero de la raya

de los trabajadores del mineral de Nuestra Señora.

Los informes fueron proporcionados por la Sra Blaza Díaz esposa de Eliodoro

Lomas, miembro de la gavilla de Tino Nevárez, quien participó en la

escaramuza del día trece en los que fueron abatidos en el rancho El

Tecomaxtle

La misma Señora identificó a Domingo Vidal Ayón que resultó muerto en el

último encuentro por las fuerzas militares con la gavilla de los facinerosos,

agrega que la banda empieza a dispersarse ya que el cerco que ha establecido

el ejército se estrecha día a día. El Sol de Sinaloa 22.10.5770

.

Enrique Navarro continuaba informando.

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141

Tres veces más de lo robado se gasta en perseguirlo

Tres veces más de lo robado por Nevárez a la compañía minera se ha

gastado en perseguirlo. 1500 soldados de línea destacados a capturar a los

bandidos. Aseguran que en lo intrincado de la sierra están copados los

asaltantes:

El erario de la nación ha cubierto tres veces más los 145 mil pesos a que

ascienden los robos perpetrados por Tino Nevárez, todos consumados en

perjuicio de la compañía American Smelting Company, Unidad Nuestra

Señora, pues se calcula que la persecución del bandolero aproximadamente

sale costando hasta la fecha más de medio millón de pesos.

El ejército ha destacado alrededor de 1500 soldados de línea en esta campaña.

Estimando un sueldo diario de doce pesos, a cada uno en los 22 días que

llevan internados en la sierra dan una cifra de 396 mil pesos. A esto hay que

agregar los fuertes gastos de la alimentación de las numerosas bestias que

están empleando. Asimismo los gastos de gasolina para los vehículos

utilizados así como también los sueldos de los oficiales, clases y jefes entre

estos últimos se cuentan dos generales de división, dos brigadieres y uno de

brigada.

Las sumas erogadas en esta comisión hasta el momento y las que se sigan

haciendo están perfectamente bien justificadas si la empresa llega a feliz

termino, es decir si se logra la detención o exterminio del bandolero. De lo

contrario habrá sido una inversión fútil sin resultados prácticos.

En esta forma se expresan algunas personas que han estado siguiendo paso a

paso el desarrollo de estos acontecimientos.

La labor que está emprendiendo el ejército es loable por todos conceptos. Está

tratando de eliminar de una vez por toda la amenaza implacable que se a

cernido sobre los intereses de la compañía minera, cuyos propietarios en

varias ocasiones, ante la serie de asaltos de que han sido victimas y la

impunidad de Nevárez, manifestaron sus intenciones de abandonar el negocio

y trasladarse a otros lugares más seguros.

Los elementos de la novena zona militar, algunos de ellos avezados en estas

campañas conocedores también de la serie de dificultades que presenta la

sierra, han puesto todo su empeño en lograr el más completo de los éxitos.

Los últimos informes que se tienen sobre la persecución son halagadores,

parece ser que los días de libertad del facineroso Tino Nevárez están contados.

La fuente del ejército, continuaba informando el reportero, dio a conocer que

un lugar ubicado en lo más intrincado de la sierra, sin precisar dónde, las

fuerzas federales tenían copado al bandolero pero no se ha confirmado si éste

se encuentra entre los miembros de la gavilla que tienen sitiada, aunque se

presume que así sea por las indiscreciones de una campirana que aseguró que

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142

se hallaba en ese lugar reponiéndose de las heridas recibidas en el tiroteo del

día tres del actual, cuando Nevárez realizó su último asalto a la conducta que

llevaba 45 mil pesos con destino a Nuestra Señora. El Sol de Sinaloa 27.10.5772

.

Comentario de los autores: a nuestro entender el costo de la operación militar

realizada por el ejército en búsqueda del bandolero que maneja el reportero

Enrique Navarro, debió ser mucho mayor, pues no toma en cuenta que la

persecución comprendió prácticamente todo el país con personal especializado

por lo cual probablemente haya superado el millón de pesos lo que en el aquel

entonces era bastante dinero pues el salario mínimo era de tan sólo doce pesos

diarios.

El Sol de Sinaloa continuaba informando. jueves 29 de octubre 1957.

Juez menor encubridor de Tino Nevárez, asegura que no capturarán al

bandolero.

Según versiones de personas dignas de crédito e íntimas amistades de Manuel

Villalobos, juez menor del poblado de Guadalupe de los Reyes, quien fue

detenido por las fuerzas federales responsable del encubrimiento asegura que,

no detendrán al bandolero. El trece del presente mes fue detenido el

mencionado funcionario sospechando que tenía alguna relación directa con

Tino Nevárez. Al interrogarlo después de detenerlo manifestó que aparte de la

profesión que ejercía como empleado del estado de Sinaloa, explotaba la venta

de bebidas embriagantes en un local que tenía establecido a donde concurría el

escurridizo bandolero bailando y tomando con las muchachas de los

alrededores pero que, consideró no tenía caso denunciarlo ya que desde hace

algunos días Nevárez había puesto tierra de por medio y se encontraba fuera

del alcance de las fuerzas que lo perseguían y, si antes no lo había hecho era

por temor a cualquier represalia. Respecto al particular el ejército ha guardado

absoluto silencio sólo se han concretado a escaramuzas que pululan por los

vericuetos de la sierra en donde han tenido algunos encuentros con gente fuera

de la ley de la que no han podido precisar si pertenece a la gente de Nevárez

ya que de los que han caído ninguno ha podido ser identificado pues la gente

de esos lugares oculta cualquier información que pueda dar con el malhechor. El Sol de Sinaloa 29.10.57.

72.

El Sol de Sinaloa 2 de noviembre 1957.

Serranos se quejan de los militares Los habitantes de los poblados de la sierra se quejan de la crisis alimentaria

originada por la presencia del ejército que incursiona por allí para lograr la

detención de Tino Nevárez y su banda, quienes están acabando con las pocas

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reservas de maíz, lo que amenaza aumentar el problema por las pésimas

cosechas que se levantaron del pasado ciclo de temporal, agravadas además,

por las grandes sequías que se han presentado en la sierra, durante los últimos

años, ya que, las reservas que habían adquirido del municipio de Cosalá, antes

de que lloviera, están agotadas, lo cual profundiza la hambruna que padecen

actualmente los pueblos de la sierra, termina informando el reconocido

periódico. El Sol de Sinaloa 02.11.5774

.

Mientras el ejército continuaba con la cacería de brujas por la Sierra Madre

Occidental la prensa investigaba en los valles de Sinaloa sobre el rastro de

los familiares del legendario bandolero siendo así como, el día lunes 18 de

noviembre de 1957, el periodista Esteban Zamora dio a conocer en las

páginas de El Sol de Sinaloa, la noticia siguiente:

Angustiada la madre de “El Tino”, ruega porque se entregue a la justicia.

Mi hijo es muy bueno. Implora clemencia para él, la señora Peña de

Nevárez.

Mi hijo es muy bueno (iniciaba la nota de don Esteban) es el más bueno de

todos mis hijos, pero su mala suerte quiso que tuviera un fracaso cuando tenía

diez y ocho años, pero él, es bueno. Nos dijo con los ojos arrasados de

lagrimas doña Guadalupe Peña de Nevárez, madre del célebre bandolero, ayer

que la entrevistamos en su domicilio en Costa Rica. Doña Guadalupe es una

señora de 54 años, morena de cabellera blanca y tez curtida por los

vientos y los soles de la sierra de Sinaloa, donde vivió desde su nacimiento

hasta hace diez años cuando en compañía de su esposo, don Librado Nevárez,

y sus diez hijos que le sobreviven de los quince que dio a luz, se trasladó a

Costa Rica. Mejor nos hubiéramos quedado allá, comenta con amargura. “Si

yo tuviera la seguridad de que Florentino no le iba a pasar nada, preferiría que

se entregara a las autoridades y que ya no anduviera en peligros allá en la

sierra. A mi señor Jesucristo le pido que me lo cuide y que no le vaya a pasar

nada malo; nunca perderé mi fe en Dios porque se que él todo lo puede”,

agregó doña Guadalupe y nos explicó que no la

encontramos en su casa porque cuando llegamos estaba en el templo

implorando para su hijo la protección de la Divina Providencia.

Con uno de sus nietecitos en el regazo, la señora Nevárez nos dijo que hace

cuatro años que no recibe una carta de Florentino: “Nomás sabemos lo que

dicen los papeles”, refiriéndose a las informaciones periodísticas: “Cuando

oigo que los papeles dicen que mi hijo está herido o que anda en peligro,

quisiera volverme paloma para volar a verlo”. Agregó en un arrebato de amor

maternal que conmueve y emociona.

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A este templo del Sagrado Corazón de Jesús en Costa Rica, acudía la madre de Tino Nevárez a

implorar clemencia a Dios para protección de su hijo (octubre de 1957).

Mientras que El Tino ha perpetrado asaltos que le han producido más de 100

mil pesos, que posiblemente haya repartido entre sus compinches, sus

familiares viven en humildísimas chozas de vara y están dedicados al trabajo

duro; su padre de edad avanzada y delicado de salud, trabaja como carnicero

en el mercado de Costa Rica y, sus hermanos como en las viejas familias

patriarcales viven cerca de los padres. Cuando todos sus hijos hombres se

fueron a trabajar a los Estados Unidos como braceros y ya parecía que toda la

familia habría de disgregarse: “Yo le pedí a mi Dios que me los trajera y me

los trajo a todos, dice doña Guadalupe. Y así espero que me a de traer a

Florentino. Mientras las fuerzas de la justicia, registran cada centímetro de la

sierra para encontrar al bandolero y librar con él una lucha a muerte, la madre

angustiada tiene confianza en que ha de volver, porque su hijo “es bueno” y le

pide a Dios que lo cuide y que le permita la gracia de volverlo a ver, “ya no

son ganas nos dijo sollozando, es hambre la que tengo de ver a mi hijo”. El Sol

de Sinaloa,p.1 18.11.57.75

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Sra. Guadalupe Sanchez Peña, madre de Tino Nevárez, (qepd) en entrevista con el reportero

Esteban Zamora, Costa Rica, Sinaloa, (octubre de 1957).

Sr. Esteban Zamora, desde las paginas del reconocido periodoco El Sol de Sinaloa informaba a la

sociedad sinaloense sobre la guerra que el ejército llevaba a cabo contra Tino Nevárez. (1957).

Decepcionados los federales

Después de varios meses de persecución los militares a quienes se les había

ordenado encabezar la guerra contra Nevárez, se sentían decepcionados pues

aún con los miles de soldados y civiles encumbrados en la sierra más otros

tantos en las ciudades, no habían podido detener al legendario bandolero. A

pesar que, de vez en cuando, para acallar los medios de comunicación o, las

exigencias de los propios mandos superiores, los federales propalaban falsos

enfrentamientos donde supuestamente había muerto el forajido. Léase la nota

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146

que difundió el periódico El Sol de Sinaloa del 18 de mayo de 1958, con el

encabezado siguiente.

Confusos los informes sobre la muerte de Tino.

Por: Enrique Navarro enviado especial.

Santa Anna, Durango.

Pese al toque de queda ordenado por las autoridades militares no ha sido

posible encontrar los restos que se dijo correspondían al bandolero Tino

Nevárez. Fuerzas federales realizaron ya una minuciosa inspección en donde

se podía encontrar el cuerpo de Nevárez, pero no han logrado encontrar ni

siquiera huellas que denoten la denuncia que fue hecha por las autoridades

militares los rumores se contradicen mientras aseguran que el temible Tino ha

tenido en jaque a las autoridades, otros dicen que este ha muerto sin precisar

ni dónde, ni cómo y otros insisten que hace pocos días estuvo por estos

lugares completamente sólo. Las mismas autoridades agregan que Tacho

Murillo, su lugarteniente, lo ha abandonado por motivos de diferencias al

repartirse el botín que lograron en sus fechorías. De acuerdo con las órdenes

que recibí seguiré adentrándome en la sierra hasta obtener la información que

defina la verdad en este sonado asunto. El Sol de Sinaloa, 18.05.5877

Días después el mismo columnista informaba lo siguiente:

Tino Nevárez no ha muerto ni se ha vuelto a ver desde hace varios meses,

huyó después de restablecerse y con el producto de su último asalto.

Mineral de Guadalupe de los Reyes 21 de mayo de 1958.

Tino Nevárez no ha muerto, ésto queda comprobado por los datos recabados

por este reportero en el recorrido que llevara a cabo por el mineral de Nuestra

Señora, La Palma, Agua Fría, Chuchupira, Palo Verde, Haguey, Las Hábitas,

Tasajera, Limoncito, mineral La Chiripa, Guadalupe de los Reyes, Apomal de

los Quintana, Guasimillas y El Arco; en todos estos lugares fueron

entrevistados por este reportero vecinos quienes desmintieron las versiones

propaladas a últimas fechas que dan por hecho la muerte del mencionado

bandolero. Desde el último asalto que cometió Nevárez y su banda, se ha dado

la noticia que las tropas federales habían logrado darle muerte, pero en

ninguna de ellas la novena zona militar ha podido dar como oficial la noticia.

Quince días antes de que se cometiera el atraco en la Cuesta de los Braceros,

el capitán Anselmo Zermeño tuvo conocimiento que, en ese lugar, habían sido

vistos algunos individuos sospechosos que al parecer formaban parte de la

banda de Nevárez pero, en un arranque de hombría manifestó que, el

facineroso no tendría el valor suficiente para enfrentársele pues de suceder

esto él terminaría con la banda.

El tres de octubre próximo pasado, continúa hablando el reconocido reportero,

una camioneta tripulada por varios soldados salió del mineral de Nuestra

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147

Señora con el fin de darle protección al capitán Zermeño que llevaba desde

Culiacán la raya de los trabajadores.

Siendo encontrado antes de llegar a Cosalá, en este lugar ya estaban listos

algunos agentes judiciales para reforzarlo pero el militar siguió de frente sin

detenerse atenido al respaldo que les daban sus subalternos, desgraciadamente

el capitán subestimó la osadía de Nevárez, por lo que este en compañía de su

banda al ver la proximidad de las dos camionetas dispararon una carga cerrada

sobre los vehículos que lograron detener en seco y darle muerte a Alejo

Amaral Falcón uno de los choferes. Ante los hechos el militar reaccionó

saliendo fuera de la camioneta logrando hacer tres disparos con su escuadra

calibre 45 reglamentaria antes de que callera abatido en compañía de los

soldados Jesús Romero Ibarra y Humberto López Limón, resultando herido el

cabo Florencio González Olvera y Alejandro Escobar Cruz; nuestros

informantes dijeron que el resto de los miembros del ejército que

resguardaban los valores se dieron a la fuga por lo que los asaltantes se dieron

a un desenfrenado saqueó llevándose 45 mil pesos.

En las investigaciones que practicara en el lugar de los hechos, continúa

narrando el periodista, el juez de Cosalá se llegó a la conclusión que sólo el

capitán Zermeño había logrado disparar, mientras que el resto de los soldados

habían huido sin hacer uso de sus armas ya que el lugar de los hechos

únicamente fueron encontrados los casquillos del arma del militar. Una gran

cantidad de cartuchos 38 super especial, calibre 22, 30-30 y de arma 20-06

pero sin ningún casquillo de armas que usa el ejército; dos de los disparos que

realizo el capitán Zermeño hicieron blanco en dos de los asaltantes resultando

herido Domingo Nuñez alias El guitarrero quien debido a su estado de

gravedad fue abandonado por sus compañeros en el poblado de Santa Anna,

Durango, en donde finalmente fue muerto por las tropas militares. Por su

parte, Nevárez, recibió otro de los disparos en el hombro izquierdo,

obligándolo a buscar refugio entre los moradores de la sierra, para ser atendido

de la herida que amenazaba con gangrenársele, sólo que la temperatura de

aquellos lugares le ayudó en parte, para que no sufriera alguna infección. En

esas condiciones anduvo a salto de mata hasta que fue a refugiarse en una

mina abandonada del poblado del Camichín ( pueblo de tan sólo tres casitas de

la familia de don José Luna), en donde fue descubierto por José Luna que, en

una noche oscura dirigió a los soldados hasta el refugio del bandolero, pero el

capitán apodado El Tigre con nerviosismo disparó su arma al notar que

algunas personas salían de la mina sirviéndose de un reflector para huir por el

camino. Las balas del Tigre lograron herir de muerte al de la lámpara pero

aprovechando la obscuridad los demás miembros de la banda, donde iba

Nevárez, lograron burlar a sus perseguidores posteriormente el bandido fue a

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148

refugiarse a un lugar próximo a Los Barraganes, donde fue atendido con

medicamentos adquiridos en Cosalá y hiervas del monte hasta lograr su total

recuperación continuando su fuga internándose en chihuahua. El tristemente

célebre bandolero después del asalto de Los Braseros, se separó de sus

secuaces a quienes no les repartió la parte que les correspondía por lo que la

indignación fue completa quienes nunca pudieron localizarlo. La intervención

del ejército le economizó muchos enemigos pues desapareció a la mayoría de

los miembros de la banda, hombres claves para que se hubiera logrado la

detención del asaltante. Logramos saber que después de los acontecimientos

del tres de octubre, los soldados pertenecientes a la novena zona militar

llevaron a cabo una batida por la sierra del noroeste del país informando a

Culiacán que materialmente estaban peinando la sierra pero en realidad sólo

recorrían caminos y veredas en espera de encontrarse de un momento a otro

con Nevárez, quien quizá desde lo alto de un picacho estaba espiando todos

sus movimientos y les contaba uno por uno los elementos que entraban y

salían de algún pueblo, al que bajaba pasado el peligro. La mayoría de la

banda de Nevárez fueron exterminados por las tropas pues creyendo que se

desconocían sus actividades fueron sorprendidos o muertos en sus propios

domicilios. En 40 horas de tránsito a lomo de mula, este enviado no tuvo la

oportunidad de ver a un sólo miembro del ejército.

Por donde hombres extraños a esa región temen transitar no es raro encontrar

niños de corta edad que caminan tres a cuatro kilómetros por lugares

desolados de estas regiones para poder asistir a la escuela del próximo

poblado. El Sol de Sinaloa 21.05.5878

.

Comentario de los autores. Lo que el reportero no sabía, era que, sin duda

alguno de esos niños eran parte de una red de espías y mensajeros que

cruzando la sierra por los cuatro puntos cardinales llevaban información al

bandolero a quien consideraban su protector y su héroe por lo que difícilmente

podía ser localizado, inclusive, podía contratacar al enemigo y escapar

fácilmente, si así lo hubiera deseado, pues contaba con el apoyo de los

pueblos de la sierra.

Condiciones geográficas de Cosalá en los años 40s y 50

s

Para que el lector tenga una idea sobre las condiciones adversas en que

luchaba el ejército contra las gavillas de la sierra y particularmente contra

Tino Nevárez, es importante mencionar la situación geográfica en que, en

aquellos años se encontraba la famosa comunidad de Cosalá y sobretodo las

rancherías de la sierra de más difícil acceso, por lo agreste de su topografía.

Cosalá, al igual que otros municipios de la sierra, se encontraba prácticamente

incomunicado. El asunto se agudizaba en época de lluvias, cuando ríos, vados

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149

y arroyos impedían el traslado por automóvil, bestia e inclusive a pie. El

transporte de avión apenas si despuntaba siendo aún, incipiente, por lo costoso

del viaje y la poca capacidad de las aeronaves.

Las vías de comunicación más comunes, con el municipio serrano, eran:

telégrafo, radio y correo que desde fines del siglo XIX, llegaron al mineral de

Guadalupe de los Reyes, pasando por Cosalá.

A lo anterior se sumaba la falta de autoridades militares que impusieran

respeto, ya que si bien, existía una agencia de ministerio público, sólo contaba

con tres judiciales y unos cuantos policías municipales. Por lo que Cosalá era

prácticamente un pueblo sin ley. Los presos se fugaban cuantas veces les daba

la gana, todo mundo era portador de un arma y suficientes municiones para

usarla, pues en los comercios de la localidad podía comprarse parque como si

se tratara de papas y cebollas.

En entrevista realizada el 24 de noviembre de 1998, en la comunidad de Costa

Rica, Sinaloa, la Sra. Lorenza Nevárez Sánchez nos narró, el pánico que vivió

la familia Nevárez cuando los medios de comunicación de aquella época

(1957), difundían a la sociedad sinaloense la persecución del legendario

bandolero Florentino (Tino) Nevárez.

Diez mil pesos de recompensa la misma suma que se ofreció por la

captura de Heraclio Bernal, dijo doña Lorenza.

“Cuando escuchábamos las noticias que traían los papeles (periódicos),

sentíamos que todo mudo nos apuntaba con el dedo y hasta pánico nos

entraba, nos daba mucho miedo salir a la calle porque aunque el pueblo de

Costa Rica era pequeño, pensábamos que ya no íbamos a regresar que el

gobierno nos podía secuestrar para que dijéramos donde se encontraba nuestro

hermano. Sin embargo, todo hubiera sido infructuoso porque ni nosotros

sabíamos de su paradero”.

Mi papá trabajaba, continúa narrando doña Lorenza, en el mercado, tenía una

carnicería y, cuando le llevábamos comida siempre mirábamos a un Sr. con

una bocina en el hombro gritando lo que ofrecían de recompensa por Tino,

diez mil pesos ofrecía el ejército por su cabeza, vivo o muerto. El voceador

recorría todas las callecitas de Costa Rica, en varias ocasiones pensamos

quitarnos nuestros apellidos para que el pueblo y el gobierno no supieran que

éramos familiares de Tino.

La historia de Heraclio Bernal, 70 años después se repetía con mi hermano,

dice doña Lorenza, aquel luchó contra las injusticias de los patrones mineros y

contra un gobierno tirano, de igual forma, Tino por las condiciones que le tocó

vivir en la sierra, particularmente, en los centros mineros de Tayoltita y

Cosalá, de ser hombre bueno, se convirtió en malo pero, en realidad el sufrió

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mucho, sin embargo, Dios lo ayudó a salir con vida, termina diciendo doña

Lorenza. Entrevista con la Sra. Lorenza Nevárez, Ibid.79.

Mientras tanto la prensa seguía informando de las continuas detenciones de

presuntos correligionarios de Nevárez como lo dijo El Diario de Culiacán , en

noviembre de 1958.

El Diario de Culiacán 19 de noviembre de 1958.

Uno más de la banda de Tino Nevárez en manos de la justicia.

Un agente de investigaciones se hizo pasar por médico para aprendeherlo.

César Smith Osuna acompañado del oficial Alberto Camacho Lozano, por

avenida Aldama cerca del estadio Ángel Flores, detuvieron al asaltante Rubén

Meléndez miembro de la banda del tristemente célebre Tino Nevárez, quien se

encuentra confeso de haber sido el autor material del asalto perpetrado en el

poblado de Las Truchaz, en el vecino estado de Durango. Meléndez fue

detenido en el estado de Durango y remitido a la cárcel del mismo lugar de

donde se fugó llegando a San Ignacio para luego llegar a esta capital donde

vivía con una hermana, para curarse de una lesión de un pie. El reo fue

trasladado a Cosalá para que responda de los delitos que se le imputan pues

según los informes este individuo participo en el asalto del envío de la raya del

mineral de Nuestra Señora, donde perecieron el capitán Zermeño y dos

soldados y resultó herido Tino Nevárez. El Diario de Culiacán 19.11.58.78.

La lucha por ser hombre de bien De acuerdo con el estudio realizado por los autores sobre la personalidad de

Tino Nevárez, este no fue un hombre que haya traído en sus venas el germen

de la mal, más bien fueron las condiciones adversas que le tocó vivir desde

pequeño las que lo orillaron a convertirse en bandolero y en enemigo de la

justicia, el relato que a continuación se narra es un ejemplo de que el

legendario bandolero buscó siempre ser un hombre de bien.

El Sr. Roberto López en entrevista realizada el día 27 de septiembre de 1997,

nos contó la siguiente historia.

Conocí a Tino, dice El Sr. López, a fines de 1954, tenía yo, doce años de

edad, vivíamos en la comunidad de Santa Anna, Durango.

Resulta que mi padre, al morir nuestra madre, nos dejó encargados con el Sr.

Jorge Corrales, un viejito tullido, quien vivía en la comunidad de Santa Anna,

estado de Durango, y se dedicaba a comprar gallinas y huevos por las

rancherías para venderlos a las fonderas de La Seca, campamento de

trabajadores del mineral de Nuestra Señora. Al margen de lo anterior, don

Jorge, alquilaba mulas y aperos de labranza a comuneros de la localidad.

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151

En una ocasión, cuenta nuestro testigo, llegaron a casa de don Jorge, Tino

Nevárez y don Tacho Murillo un personaje al que posteriormente se le

conoció como “el pistolero de Tino”. Obviamente, dice nuestro informante, yo

no los conocía. Entre ellos se entabló la siguiente conversación.

- ¿Cómo le va don Jorge?, dijo Tacho Murillo, quien parecía mayor que Tino,

unos diez años y llevaba la voz cantante.

-Bien, contestó don Jorge. ¿En qué puedo servirles?-.

-Pues venimos, Tino y yo, a solicitarle avío para sembrar maíz en esta

temporada, levantando la cosecha le pagaremos su crédito.

Ahí fue, dice el Sr. López, donde conocí por vez primera a quien con el

tiempo se convertiría en famoso bandolero. A decir verdad, me pareció una

buena persona. Estatura mediana, fuerte, moreno claro, nariz afilada, cara

labradita, pelo ensortijado, ojos vivaces e inquietos.

Don Jorge, aceptó la propuesta y a la semana siguiente, entregó a los

solicitantes: herramienta de trabajo, maíz y cierto dinero para la manutención

del tiempo dedicado al cultivo de la tierra.

Aclarando que los caciques de la región aviaban al tres por uno, es decir

prestaban una carga de maíz consistente en cuatro costales en mazorca y

recibían en pago tres más, era en realidad un verdadero atraco.

A los meses, continúa narrando El Sr. López, Tino y don Tacho regresaron,

diciéndole a don Jorge:- No levantamos nada, pues las lluvias se ausentaron de

la región.

Aquel, contestó -No se preocupen, les presto de nuevo, a ver si en esta se

recuperan.

Al año siguiente, sucedió lo mismo, tampoco llovió, por lo que don Tacho y

Tino se presentaron con don Jorge a pedirle disculpas y prometerle que le

pagarían su préstamo. Don Jorge les contestó.

-Deben perseverar, siembren una vez más, estoy dispuesto a avituallarlos por

tercera ocasión-. A don Tacho se le derramaron las lagrimas y contesto: -

Gracias don Jorge, no esperábamos menos de usted, téngalo por seguro, no se

cómo, pero le pagaremos su dinero.

Al tiempo, comenta nuestro informante, se iniciaron los asaltos en el mineral

de Nuestra Señora pero, nunca supe, si don Jorge recuperó su dinero pues

nuestro padre regresó por nosotros llevándonos a los valles de Culiacán a

trabajar en los campos agrícolas y jamás regresamos a Santa Anna. Entrevista

con el Sr. Roberto López 27.09.9781

.

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152

CAPÍTULO 4

¿DÓNDE QUEDÓ TINO NEVÁREZ?

El rumbo que tomó Tino Nevárez, después de la muerte de los militares el tres

de octubre de 1957, nadie lo supo; ni el gobierno civil, ni los federales, los

únicos que, probablemente, hayan tenido conocimiento sobre el sitio hacia

donde se dirigió el bandolero fue el propio pueblo que lo ayudó a escapar

hacía un lugar impreciso. Su desaparición de la sierra fue un misterio y, sólo

se supo lo que el corrido contó cinco años después (1962) al decir que: “Tino

escapó por la sierra en compañía de un compadre”.

Los autores de esta obra, después de mucho investigar, lograron encontrar la

pista del verdadero rumbo que tomó el legendario bandolero para escapar de la

meteórica persecución que el ejército realizó en su contra.

A partir de esta página empezamos una serie de entrevistas con familiares del

luchador social que nos llevaran a desenredar la madeja en esta guerra sin

cuartel.

El primer entrevistado que habla sobre la fuga de Tino es el Sr. Ángel

Nevárez, a quien citamos ya en páginas anteriores, en esta ocasión nos habla

sobre la gran hazaña que realizó Tino Nevárez al fugárseles a los federales en

forma espectacular:

Después de la matanza de los federales en La Quebrada de Los Braceros y

andar a salto de mata por la sierra, por cerca de cinco meses, nos dice don

Ángel, Tino se radicó en el rancho Los Arrayanes, San Ignacio, Sinaloa, sitio

geográfico hubicado en las cumbres de la sierra, donde sólo existían dos

casitas.

Su tío Isidro lo escondió en una milpa que se encontraba entre los cerros de la

zona. Sin conexión con el mundo, Tino, sólo sabía, lo que su tío Isidro le

informaba que, era prácticamente nada. Cuando este le llevaba lonche comía

y cuando no, se alimentaba de puros elotes.

A principios de febrero de 1958, Tino decidió salir de su escondite, no

soportaba permanecer más tiempo en las cumbres de la sierra pues la cosa

estaba demasiado caliente. Habló con su tío Isidro a quien solicitó, mandara a

uno de sus hijos a Costa Rica, a buscar ayuda con su familia.

Pancho Nevárez un joven de muchos pantalones

Los datos que a continuación se narran fueron contados a don Ángel por su

primo Francisco (Pancho) Nevárez, y aquel, apoyándose en dicho relato nos lo

contó de la siguiente manera:

Don Isidro Sánchez, tío de Tino, por línea materna, mando a Costa Rica a su

hijo Servando, quien vino a informar que aquel se encontraba herido en el

rancho Los Arrayanes y necesitaba auxilio. La familia decidió mandar a un

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153

hermano de Tino (recordar que en la familia de Tino fueron diez hermanos)

pero ninguno quiso ir, entonces acordaron encomendar la peligrosa tarea a

Pancho, un joven de tan sólo veinte años de edad, primo hermano de Tino, de

oficio músico.

A Pancho se le facilitaba justificar su presencia en la sierra la cual se

encontraba convertida en un polvorín, por ser filarmónico de profesión, así

podía manifestar que iba buscando trabajo y además porque tenía amistades y

era muy sociable con las personas, pero lo más importante era que, tenía

muchos pantalones.

Pancho comentó que, al llegar con su tío Isidro al rancho Los Arrayanes, este

le dijo que Tino se encontraba más arriba, en una siembra de maíz.

El encuentro

Pancho busco de noche a Nevárez, en una oscuridad que ni las manos se

veían, este lo descubrió primero porque aquel iba fumando un cigarrillo y lo

ubico por la lumbre.

Después de enterarlo de la feroz persecución que los federales realizaban por

la sierra y los valles, Pancho le dijo: vengo a auxiliarte y, de inmediato, se

pusieron a planear la forma de salir de los Arrayanes, lo difícil fue ponerse de

acuerdo sobre qué rumbo tomar, pues Tino se inclinaba por la sierra y Pancho

por la costa. Después de mucho cavilar decidieron vestirse de músicos y

bajar a los valles ya que en esta zona tenían familia y para arriba corrían el

riesgo que alguien descubriera a Nevárez y lo denunciara, máxime que los

guachos poseían ya una fotografía de él y por otra parte los asesinatos y

masacres que a diario realizaba el ejército, tenía asombrados y aterrorizados a

la gente de la sierra. La sangrienta persecución era más fuerte en los altos que

en los valles. La búsqueda en la costa no era tan intensa, pues el gobierno

jamás pensó que Nevárez viniera a meterse a la cueva del lobo.

Para esto, dice Ángel, Pancho puso a Tino a entrenar con la guitarra por

aquello que les saliera gente desconocida y les pidiera melodías o bailecitos.

Un pacto con Dios y el Santo Niño de Atocha

Tino y Pancho le pidieron a Dios y al Santo Niño de Atocha y a las oraciones

de su madrecita que les ayudara a salir de esta y se comprometiéndose a partir

de entonces a no volver a disparar un arma y dedicarse para siempre al trabajo

honrado y vivir en paz el resto de sus días, pues iban a transitar a pata cerca de

trecientos kilómetros por los más abrupto e intricado de la Sierra Madre

Occidental y quien sabe si llegarían con vida, pues por todas partes acechaba

el enemigo, nomás verdeaba la sierra de puros soldados.

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154

Trecientos kilómetros a pata con el botín en los hombros.

Recuerda Pancho, dice don Ángel, que, se vinieron a pata, por veredas y

hatajos sin tocar pueblos ni camino real, dormían de día y transitaban de

noche.

Traían entre los instrumentos de música, en morrales y fajados en el cuerpo,

la cantidad de veinte y seis mil pesos, en billetes de diferentes

denominaciones, de 1, 5, 10, 20, 50 y 100 pesos, era un mundo de papeles.

No sé, dice don Ángel, porque pancho no me lo contó, si del botín del asalto al

mineral de Nuestra Señora o de otros eventos similares, lo cierto es que era

mucho dinero para la época pues el salario mínimo en los valles era de diez

pesos diarios, pero en la sierra los caciques, pagaban, tan sólo, un peso.

En el rancho La Tasajera hicieron un alto porque a Pancho se le acabo el

calzado, en ese pueblo vivía Candelario Robles, amigo de aquel, quien le

regaló un par de huaraches y una muda de ropa porque venían mojados pues

les había llovido mucho por el camino, fue así como, después de diez días y

sus noches, llegaron a Costa Rica, sin tocar Cosalá y ningún otro pueblo

circunvecino, durmiendo poco y caminando mucho. Dios había cumplido su

palabra y Pancho y Tino también.

Costa Rica, sitiado por el ejército

Por la sierra, el ejército continuaba con su feroz persecución, sin embargo,

sospechaba de que el bandolero de alguna forma había bajado a los valles,

donde se encontraba su familia, por lo cual sitió el pueblo de Costa Rica, por

los cuatro costados, nos dice don Ángel. Había soldados, al oriente de la

comunidad, en la carretera Internacional, que en esos tiempos era de

terracería; al sur, a la altura del campo agrícola Villa Rica; al norte por el

rumbo del campo San Rafael y, al poniente en la Curva de Costa Rica; sin

embargo Tino y Pancho, se les pelaron por donde menos lo esperaban, por

entre cañaverales y tomatales.

Durmiendo con el enemigo

Al llegar a Costa Rica, continua hablando don Ángel, Tino no arribó de

inmediato a la comunidad cañera, se quedó en las orillas, cerca del panteón

que se encuentra al oriente de la comunidad, a una distancia de cuatro

kilómetros aproximadamente de Costa Rica y a doce de la carretera

internacional que en aquel entonces apenas era una vereda. Tino dormía arriba

de los árboles, en un especie de tapeste que el mismo construyó sobre un

ébano lo cual le permitía protegerse de animales ponzoñosos, y a la vez tener

un puesto de vigilancia durante la noche. Recordemos que el propio bandolero

platicaba que, con tres horas de sueño eran suficientes para reponer sus

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155

energías. También levantó otro mirador encima de un cardón con maderos de

la zona, este segundo faro le permitía observar hasta el camino principal que

pasaba y pasa cerca del panteón de Costa Rica, con lo cual estaba al tanto y

preparado para cualquier sorpresa que pudiera suceder.

Mi tío Juventino, continua comentando don Ángel, le llevaba lonche en un

burrito y de regreso, traía leña para cubrir las apariencias.

En esos tiempos la parte oriente del poblado de Costa Rica se encontraba

completamente enmontada crecían árboles hasta de diez metros de altura

como casiguano, vinolo, ébano, guayacán, varablanca, magueyes y aguamas.

Corrían por el lugar, venados colablanca, liebres, conejos, cochi jabalí,

cachoras, zorcuate y pichicuate así como coralillo. De tal forma que el

bandolero tenía a su alcance una rica dieta alimenticia. El ejército jamás se

imaginaba que, a unos cuantos kilómetros donde establecía sus retenes se

encontraba pernoctando su acérrimo enemigo.

Recuerda, dice Ángel que, cuando Pancho (primo de Tino) regresó a Costa

Rica, doña Cristina (su madre) lo abrazó llorando porque a ella no le avisaron

en los peligros que andaba su hijo.

Detención de Servando

Cabe destacar sin embargo que, de alguna forma, dice don Ángel, el ejército

se enteró que Tino había salido de la sierra y en sus pesquisas encontró y

detuvo a Servando, hijo de don Isidro Sánchez y lo torturaron para que

denunciara a Tino, lo llevaron a varios estados de la República, donde vivían

familiares, “trastearon” sus domicilios pero no lo encontraron, después de

pasearlo durante buen tiempo lo dejaron en libertad muy golpeado por cierto.

Mientras tanto, después de diez días de estancia en el paraje del panteón, la

familia de Tino decidió trasladarlo a otro sitio, al extremo opuesto del pueblo,

rumbo a Campo Gobierno, (hoy Sindicatura de Villa Juárez).

Este trayecto de aproximadamente diez kilómetros de distancia lo transitaron

entre cañaverales y tomatales, siempre de noche, tanto el bandolero así como

su primo Agustín Nevárez. “Yo los acompañe, dice don Ángel horqueteado en

una mula hasta la salida del pueblo, Tino llevaba fajada en la cintura una

pistola calibre 45, probablemente la del capitán Anselmo Zermeño. El

recorrido lo realizamos rodeando el pueblo de Costa Rica, por la parte sur. En

el sitio que hoy se conoce como La Curva, había un retén de soldados,

parando y esculcando carros, de tal forma que, si Tino hubiera viajado en

automóvil lo hubieran detenido, dice Ángel. De la guardia nos enteramos, por

que enviamos a Pedro, hermano de Tino, por delante en una bicicleta. Pedro,

cruzó la barrera de soldados y más adelante alcanzó a Tino y lo llevó a Campo

Gobierno, cerca del ejido Balbuena sitio donde tenían preparado el escondite.

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156

En fin, termina diciendo don Ángel, toda la familia colaboró para salvar de la

cárcel, o tal vez de la muerte a Tino Nevárez. Entrevista con Ángel, Ibid82

Seis meses bajo tierra.

Las vicisitudes que pasó Tino al cambiar de domicilio, nos lo platica la Sra.

Guadalupe (Lupita) Martínez Hernández, cuñada de Nevárez, a quien citamos

ya en páginas anteriores y, quien atendió durante más de seis meses al

bandolero en su nueva madriguera.

El viernes cinco de noviembre de 1997, visitamos a la Sra. Lupita, quien nos

comentó que ella conoció a don Tino en 1953, cuando a su madre y dos

hermanas más, las trajo don encarnación de los Estados Unidos a Costa Rica.

Ellas eran hijastras de don Cachón (hermano de Tino), su mama y su padrastro

se conocieron en los E.U. y como a mediados de 1953, don Tino llegó a Costa

Rica a ver a su esposa Sra. Cristina González y a sus hijas, fue cuando lo

conocí, después ya no lo volví a ver hasta 1957 cuando venía huyendo no sé

de qué.

Sra. Guadalupe Martínez y su esposo Fernando Nevárez, cuidaron y alimentaron al legendario

bandolero al bajar herido de la sierra de Sinaloa (1957).

Nosotros vivíamos en la carretera La Cincuenta, mi esposo Fernando y yo,

estábamos recién casados. En ese entonces tenía yo diez y siete años, nos

llevaron, para que yo atendiera a don Tino, que ya se encontraba en el lugar.

Estaba mi esposo y sus hermanos Vicente y José trabajando en el cultivo de

unas tierras que habían rentado. En dicho lugar vivía mi tía Facunda quien era

viuda de un ejidatario. Mi esposo y yo, nos quedamos a vivir ahí, yo, para

atender a don Tino y, mi esposo a cultivar maíz y estar al pendiente de lo que

pasara. Como aún no teníamos descendencia fue fácil para nosotros

trasladarnos al sitio mencionado. La casita donde vivíamos era de palitos,

techo de palma y piso de tierra.

Yo, cocinaba en hornillas y nos alumbrábamos con cachimba de petróleo, dice

la Sra. Lupita. Don Tino, dormía en un poso como de metro y medio de

profundidad y metro y medio de ancho, le poníamos unas láminas viejas de

zinc arriba y las tapábamos con zacate para disimular el sitio. Así permaneció

Page 157: El legendario Tino Nevarez terminado y corregido - copia.pdf

157

durmiendo como seis meses, estilo Sadam Hussein. No alcanzo a comprender,

dice doña Lupita, cómo ese hombre logro mantenerse sano y con vida durante

tanto tiempo, tomando en cuenta que había nacido y crecido en clima frío

como el de la sierra sinaloense donde se dan temperaturas hasta de veinte

grados bajo cero y venir a vivir en un hoyo con temperaturas hasta de 45

grados, sobre cero era prácticamente una odisea. Para cavarla de amolar, dice

nuestra entrevistada, ese año se desató un calor infernal de esos que uno siente

que se va a desmayar, sobretodo, cuando los rayos solares golpean

verticalmente la cabeza, en serio no sé, como Tino no se deshidrato.

En maizales smilares a los de la presente fotografia se escondió Tino Nevárez en el ejido Las

Ilusiones (1957).

En ciertos días, recuerda nuestra informante, Tino, se iba a descansar a unos

maizales que había enfrente de la vivienda pero, cuando se levantó la cosecha,

con la planta seca del maíz, hicimos una tazolera, hacia la parte sur de la

chocita, una especie de kipí, casita de indios, como a veinte mts, de distancia

de nuestra vivienda y ahí dormía, sufriendo calores y moscos, sin pabellón y

en el suelo.

De noche aparecía como tecolote, para regresar después de unas cuantas

horas, a la madriguera, sobretodo porque de vez en cuando se aparecía por

esos lugares el propietario de la tierra y a veces otras personas que cultivaban

terrenos aledaños al nuestro y corría el peligro de ser descubierto. Yo, lo

atendía, le daba de comer y lavaba su ropa, por cierto que nada más tenías dos

mudas, nunca le mire arma ni siquiera un cuchillo, siempre con las puras

manos. No supe que estuviera herido, como dicen que venía. Era muy limpio a

pesar de las condiciones en que se encontraba todas las noches se bañaba y

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158

rezaba sus oraciones. Tenía muchas oraciones escritas en papelitos, de las que

se llamaban Novenas, me comentaba que se las habían dado las familias de la

sierra para que Dios lo cuidara.

Mi esposo Fernando y mis cuñados, se iban a cultivar la tierra y yo,

utilizando un balde y cuidando que nadie me viera, le llevaba sus alimentos.

Poco platicaba con él, en esas fechas todavía no salía el famoso corrido, de tal

forma que ni siquiera yo, sabía de qué se ocultaba, a pesar de que convivimos

como medio año, nunca le pregunte.

Pura limonada

Recuerdo que teníamos un limón con mucha fruta, narra doña Lupita, y todos

los días le daba limonadas con sal y poca azúcar lo que probablemente le

sirvió como suero para hidratar su cuerpo.

En forma de broma, porque era muy bromista, Tino me decía: Lupita, ya no

me dé más limonada porque cuando vaya con mi esposa me va a decir, ¡hay

Tino, tú nomas, limón-nada!. Entrevista con la Sra. Lupita Martínez Hernández,

cuñada de Tino, Ibid83

Vi a un Tino ojeroso y demacrado

Por su parte el Sr. Cosme Pérez Sánchez, sobrino del bandolero, por línea

materna, nos cuenta cuál era la imagen que presentaba el bandolero al llegar al

campo Las Ilusiones en las inmediaciones del ejido Las Azucenas y campo

Balbuena, donde lo llevaron sus hermanos después de haber estado diez días

en Costa Rica:

En abril de 1957, mi familia y yo, vivíamos en el campo Las Ilusiones, por el

rumbo de Campo Gobierno, hoy sindicatura de Villa Juárez, del actual

municipio de Navolato. En dicho domicilio, mi tío Vicente, me presentó a mi

tío Tino diciéndome: ¿conoces a este Sr?

-Si, conteste; lo conocí en el rancho Los Arrayanes, Durango, en aquel

entonces contaba yo con siete años de edad, dice don Cosme.

-Bueno, me contestó mi tío Vicente, pues tu tío Tino viene a quedarse una

temporada con nosotros, pero nadie debe saberlo porque lo persigue el

gobierno.

Recuerdo comenta don Cosme que, mi tío Tino, se veía bastante ojeroso,

sucio, demacrado y harapiento, casi, casi, anémico, aunque siempre fue muy

fuerte, se miraba debilucho, probablemente por tanto tiempo de caminar por

entre el monte y sufrir persecuciones y hambres.

Después de lo que me dijo mi tío Vicente, entendí la difícil situación de mi tío

Tino y prometí no abrir la boca para nada.

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159

Sr. Cosme Pérez Sánchez y su hermana Margarita (sobrinos de Tino), auxiliaron al bandolero en su

fuga hacia la frontera de los Estados Unidos.

Cabe destacar, comenta don Cosme, que un año antes de la llegada de Tino,

mi tío Vicente, había rentado diez hectáreas de tierra en el campo Las

Ilusiones, propiedad del Sr. Blas Iribe, donde sembró maíz y posibilitó la

futura madriguera de mi tío Tino.

En este sitio se construyó una casita de madera silvestre y en su interior se

construyó un pozo como de metro y medio de profundidad por metro y medio

de ancho, donde a duras penas cabía un hombre de la estatura de mi tío.

Al respecto, narra don Cosme, dos curiosas anécdotas:

Plebe travieso

En ese entonces tenía yo, dos hermanos más: Antonio que era el más pequeño,

venía seguido de la casa de mi mama (un kilómetro de distancia) a chirotear al

sitio donde se ocultaba mi tío, en un pozo que él mismo había construido. Un

día, jugando a las escondidas, con mi otro hermano, corrió a esconderse bajo

la cama de mecates donde dormía mi tío Fernando y su esposa Lupita, (lugar

donde estaba el pozo con mi tío dentro), al deslizarse cayó encima de Tino que

sorprendido por el hecho le espeto: ¡qué paso mi hijo, qué anda haciendo por

aquí!. Asustado Toño, quedó mudo y no pudo contestar pues no esperaba

encontrar a nadie en ese lugar. Con ayuda de mi tío, mi hermano salió del

pozo y corrió para la casa de mi mama.

De inmediato mi prima Lupita que se encontraba en el lugar, corrió tras del

plebe a informar a mi madre lo que había pasado y evitar que mi hermano

platicara a extraños lo que había visto, logrando que la cosa no pasara a

mayores.

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160

Aquí sesteando

En cierta ocasión llegó a la casita el Sr. Blas Iribe, compadre de mi tío

Vicente, propietario de la parcela y de la vivienda que servía de guarida al

bandolero. Don Blas, que la hacía también de valiente, observó que una perra

corría hacia la tazolera donde se ocultaba mi tío Tino. Pensando que el animal

se encontraba parida rápidamente don Blas se encaminó hacia el refugio

topándose de frente con mi tío a quien le espetó

-¿Qué pasó, qué pasó?

- Aquí sesteando, contesto mi tío, bastante tranquilo, como era él, luego le

explicó a don Blas, la situación en la que se encontraba y le pidió que le

hiciera la hombrada de guardar silencio y no propalar su descubrimiento, lo

que el Sr. Blas cumplió.

. Préstamo de trecientos pesos

Yo, dice don Cosme, visitaba a mi tío todos los días por la tardes en el maizal

donde se ocultaba durante el día. En una ocasión, tuve la necesidad de pedirle

prestado 300 pesos para cosechar una hectárea de garbanzo que tenía yo

sembrada y ya había madurado.

Otro día mi tío me entrego el dinero diciéndome lo siguiente:

Si, para cuando vendas el producto ya no estoy aquí le das el dinero a tu tío

Fernando como en efecto sucedió.

Indumentaria del bandolero A mi tío Tino siempre lo mire con cachucha, porque él decía: “Una persona

frastera y ensombrerada luego le ponen atención, sin embargo, con cachucha

pasa desapercibido pues está más a tono con la fisonomía del sinaloense de los

valles y la costa”. En el tiempo que estuvo en el ejido, mi tío usaba zapato

minero, camisa gruesa de gabardina, chamarra y pantalón de mezclilla, ya no

traía patilla, ni bigote, como dicen que usaba cuando andaba en la sierra.

Nunca lo vi rezando, a lo mejor lo hacía cuando estaba sólo.

Cabe mencionar, comenta don Cosme, que el paisaje del ejido Las Azucenas y

en especial del campo Las Ilusiones , en ese entonces era muy diferente al de

ahora. En aquellos años, los caminos eran de terracería y la carretera, que hoy

llamamos La Cincuenta, era prácticamente una vereda; cultivábamos la tierra

con arado y mulas, nos alumbrábamos con cachimbas, pues no había luz

eléctrica, menos agua potable. En tiempo de lluvias los caminos se ponían

intransitables y el mosquero y el paludismo se dejaban sentir con agresividad. Entrevista al Sr. Cosme Pérez Sánchez, sobrino de Tino 15.02.98.

84

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161

De Las ilusiones a la frontera

La Sra. Margarita Pérez Sánchez, sobrina de Tino y quien viajó con él a la

frontera en su fulgurante huida a los Estados Unidos en junio de 1958, nos

narró la historia siguiente:

En junio de1958, yo vivía con mi madre Facunda y mis hermanos, por la

carretera La Cincuenta, en el campo Las Ilusiones, cuando llegó mi tía Juanita

Lugo y su hija Luz en un automóvil Chevrolet color verde de cinco plazas

quienes venían a cumplir un favor que les había pedido mi tía Juanita Peña

quien vivía en los Estados Unidos. La ayuda era en correspondencia a una

carta que la familia de mi tío Tino que, radicaban en Costa Rica, le mandaron

para que le brindaran auxilio y lo sacaran del peligro. Diciéndome mi madre:

“Alístate porque te manda llamar tu madrina Juanita te ocupa para que la

cuides porque se encuentra enferma y viajarás con la maestra luz. Mañana

sales temprano”.

A las cuatro de la mañana del diez y seis de junio de 1958, nos subimos al

carro, apenas habíamos recorrido como 400 metros cuando la maestra Luz

dijo: “Vamos a dar vuelta aquí, para llevar un mandadito, ahorita nos vamos”,

y al instante detuvo el automóvil frente a la casita donde vivía mi primo

Fernando. Como estaba obscuro sólo vi que subió, a la parte trasera del coche,

una persona de sombrero, cubierto con una cobija a quien en lo inmediato no

reconocí, yo iba de copiloto.

Automovil modelo Chevrolet Sapo (1947). En uno de estos carros fue llevado el bandoleroTino

Nevárez hacia la frontera con Estados Unidos a mediados de 1958.

Es Tino, pendeja

Durante el viaje, aquel bulto nunca se destapó. Después de ocho horas de

camino, adelante de Caborca, Sonora, se ponchó una llanta del carro y nos

bajamos a sacar la extra pero tampoco servía. Nos llevamos la rueda al pueblo

más cercano. En el trayecto, le pregunté a la maestra ¿oiga quién es ese bulto

que viajaba con nosotros? y la repuesta fue: ¡Es Tino, pendeja!. Como yo tenía

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162

conocimiento de la feroz persecución que el gobierno y el ejército traía contra

mi tío me quede helada, hasta entonces me percate del barril de pólvora en que

me encontraba.

Mentalmente recrimine a mi madre por qué sabiendo el grave peligro en que

viajaba, me mandó como quien dice, en el automóvil de la muerte.

Al regresar de parchar la llanta, se detuvo una camioneta a auxiliarnos y al ver

que las mujeres éramos las que trabajábamos espontáneamente nos

preguntaron ¿oigan, porqué no se baja a ayudarles el Sr., ese que está en el

carro?. La respuesta fue rápida: “Porque viene enfermo de pulmonía y lo llevo

urgentemente al doctor”, dijo la maestra Luz, de tal forma que ya no

preguntaron más.

Una maestra de muchas agallas

La maestra Luz, dice doña Margarita, era consciente de los riesgos que corría

al transportar a mi tío a los Estados Unidos, sabía que, si por desgracia

encontraban un retén de militares, ministeriales o municipales, estaba expuesta

a ser detenida, encarcelada, torturada e inclusive muerta, pues el gobierno

tenía suficientes argumentos para rafaguear el auto en el que viajabamos sin

dar explicaciones; sin embargo tuvo las agallas suficientes para apoyar a mi

tío Tino.

Mi tío, dice doña Margarita, iba bien rasurado y con lentes obscuros y un

sombrerito que le compraron en Culiacán para el viaje. No iba vestido de

mujer como dijeron algunos. Entrevista con la Sra. Margarita Pérez Sánchez

25.04.98.85.

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163

Ruta de la fuga de Tino Nevárez hasta llegar a la frontera de los Estados Unidos.

Colaboración del Arq. David Manjarrez Sarabia.

La continuidad de la espectacular fuga del legendario bandolero se puede leer

en la entrevista que se encuentra en el anexo de la presente obra narrada por el

mismo Tino Nevárez, en el año 2000, desde algún lugar de los Estados

Unidos.

Las mujeres de Tino.

Se dice que no se puede estudiar la vida de los grandes hombres sin tomar en

cuenta a sus parejas, pues en muchas ocasiones éstas influyen en las

decisiones trascendentales que los líderes o caudillos toman sobre sucesos que

marcarán su vida para siempre.

En el caso de Tino Nevárez, estos investigadores sólo tuvieron conocimiento

de seis féminas que se relacionaron con el legendario bandolero, inclusive tres

de ellas, Ernestina (Tina) Lugo, María Luna Verdugo (hija del Sr. José Luna

del rancho El Camichín) y Francisca (Panchita) García solamente fueron

novias, el resto fueron sus esposas.

Su primer matrimonio fue con la Srita. Lorenza (La Güera) Gallardo,

originaria del rancho El tablón, sindicatura de Ajoya, municipio de San

Ignacio, Sinaloa. Posteriormente, Cristina González, con quien procreó tres

hijas y finalmente Socorro Meraz, con quien procreó cuatro hijos siendo su

última esposa.

A continuación, utilizando la prensa de la época y la escasa bibliografía que

existe al respecto, damos a conocer las vicisitudes que vivió el mineral de

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164

Nuestra Señora en sus doce años de existencia, entre los años de 1953 a 1965;

periodo en que se perpetraron los asaltos a la famosa minera.

Empezamos, plasmando los nombres de los empleados de confianza, en

quienes recayó la responsabilidad de administrar la importante fuente de

trabajo tanto en sus tiempos de bonanza como en su etapa de crisis

Directivos del mineral de Nuestra Señora, en orden de importancia (1949-

1964).

L.p. Slessinger- Superintendente general

Barney Lehener- Jefe de mina

Gilberto García- Contaduría

Germán Parra- Agente Mazatlán

Arturo Maese- Superintendencia de minas

A.Kuomides- contaduría

Mariano s. Echeverría- Ensayador

Charles Cibray- Jefe de mecánicos

C. Buterfield- Electricidad

G. W. Pickard - Geólogo

Saverio Davia jefe de minas

M. Aimes- jefe de minas

Jhony Clark - Electricidad

MC. Clain - jefe de patio

Nicolás Sarabia - Electricidad

Esteban Garza- Mecánico

Juan Samaniego - Hospital

Juventino Ocaña - Hospital

Carlos Macías - Ing. Responsable de minas

Ricardo Torres - Responsables de minas

Alfredo Arguelles – Superintendente

Eduardo Arayo - Ayudante Ing. Minas

Manuel Robles - Topografo de minas

Arturo Gómez - Ayudante ensayador

Alejo Amaral - Responsable de transporte

Leopoldo E. Maldonado - Topógrafo de mina

Paulino Corrales – Chofer de mina

Enrique chico - Ing. Responsable de minas

Juan Gutiérrez - Ayudante mecánico

Rafael Rangel – Superintendente

Quintín Padilla - Jefe de veladores

Ernesto Castillo – Contaduría

Ernesto Burgueño – Contaduría

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165

Carlos Macías - Ing. Responsable de minas

Arturo Padilla - Mantequero

A continuación la relación de choferes del transporte de concentrado.

Ángel Narciso Zazueta

Faustino Pérez

Fidencio Félix

Gonzalo Padilla

Jesús Aguilar

Jesús Padilla

Jorge Félix

Manuel Lomelí.

Manuel Pérez

Rafael Lizárraga

Raúl Pérez

Ramiro Padilla

Léase Quintín Aristiri Beltrán Sánchez, Cosalá: En el Contexto de la Historia

Regional p.105.86

Viviendas para la clase trabajadora del mineral de Nuestra Señora, colonia conocida como La Seca,

60 casas en total (1953).

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166

Mientras tanto la especulación sobre el cierre del mineral de Nuestra

Señora corría de boca en boca entre las comunidades de la sierra.

Léase la nota del periódico El Sol de Sinaloa, del 6 de agosto de

1958.

Probable clausura del mineral de Nuestra Señora.

Está por clausurar sus actividades La American Smelthing And Refining

Company (ASARCO), Unidad Nuestra Señora. Por lo pronto cerca de cien

trabajadores han quedado sin trabajo y también los que eran parte del personal

técnico. Los camiones que habían estado transportando los concentrados de

metales a los centros ferroviarios suspendieron casi totalmente sus viajes; esta

situación ha provocado más de un desosiego en la región de Cosalá, que

resultaba ampliamente beneficiada con la explotación minera de la

(ASARCO), ya que además de dar ocupación a más de un centenar de

trabajadores había promovido y llevado a cabo la construcción de caminos

principalmente del camino de Nuestra Señora y carretera internacional que

actualmente se encuentra en pésimas condiciones por las lluvias amenazando

con incomunicar a Cosalá y demás rancherías del municipio. El mineral de

Nuestra Señora había estado trabajando en la construcción de casas para su

personal e instalaciones de su maquinaria a partir de 1950, pero la grave

situación provocada por el alza arancelaria impuesta por el gobierno de los

E.U. en el plomo y zinc mexicanos, así como de otros metales, han restringido

los planes, de tal manera que finalmente acordó suspenderlo en una alta

proporción. Otra de las causas que se señalan para justificar la situación de la

ASARCO, es el hecho de que las reservas no eran lo suficientemente fuertes

como al principio se creyó, lo que ha provocado rendimientos cada vez más

bajos. En la región de Cosalá esto ha provocado una situación cada vez más

difícil ya que esta fuente de trabajo proporcionaba sustento a centenares de

familias, que en la crisis ha tenido que migrar a otras tierras obligada por las

circunstancias de que hasta la agricultura se desenvuelve en precarias

condiciones. Cosalá ha atravesado por situaciones parecidas pero la actual se

considera que esta puede ser definitiva ya que esta ocasión no están en

explotación otros minerales como: Guadalupe de los Reyes, La Cruzolia, La

Chiripa, y otras que habían ocupado a la población cesante. Por lo pronto la

situación se muestra crítica para 300 trabajadores que están en vísperas de

quedar suspendidos agravando el problema que de por sí ya es serio sin

posibilidades de solución alguna.

Tanto el comercio de Cosalá como otras actividades han mostrado los efectos

provocado por el cierre de Nuestra Señora, mismo que también se ha reflejado

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167

en las contribuciones municipales que han descendido notablemente en

detrimento de las modestas obras que emprendía por su cuenta el

Ayuntamiento. El Sol de Sinaloa,p.2 06.08.5883

.

Dos días después de la información anterior el Sr. Schilissenger,

Superintendente del mineral a través del mismo periódico daba a conocer la

siguiente nota aclaratoria.

Que no cierra la empresa

Con el fin de aclarar una información sobre el mineral de Nuestra Señora ayer

recibimos un telegrama del Sr. Superintende del mineral de Nuestra Señora

quien señala que las actividades de esa empresa continúan al mismo ritmo de

trabajo y que por el momento no hay ninguna intención de disminuir sus

actividades; agrega que, los camiones que hacen el transporte de la producción

trabajan normalmente en el camino de Cosalá, carretera Internacional, mismo

que se encuentra en perfectas condiciones a pesar de las fuertes lluvias,

solicitan la publicación de estos datos para el conocimiento del público El Sol

de Sinaloa,08.08.5888

.

Vuelven a merodear los Tinos.

Mientras las especulaciones sobre la situación del mineral corrían de boca en

boca, la prensa de la época continuaba informando sobre la existencia de

gavillas en la sierra dirigidas por Tino Nevárez, en supuesta actitud de

venganza.

El Sol de Sinaloa, 8 de agosto de 1958.

Nuevamente vuelven a ocupar la atención pública los permanentes rumores

que proceden del poblado de Cosalá en el sentido de que por el rumbo de

Santa Anna, se han visto gavillas de individuos con actitud sospechosa lo que

ha ocasionado que las autoridades digan que de un momento a otro se realicen

actos de bandolerismo iguales o peores a los que hubo el año próximo pasado.

Hasta el momento no se sabe quiénes son esas partidas pero se ha asegurado

que se trata del célebre bandolero Tino Nevárez. Algunas de las personas

tienen conocimiento de los acontecimientos, pero no han dado parte a las

autoridades civiles y militares porque van a ser objeto de represalias, pues se

cree que algunas bandas están formadas por miembros de familias que

murieron en las incursiones que hicieron los soldados el año pasado y que

ahora vienen en busca de venganza. El Sol de Sinaloa,p.3, 09.08.5889

.

Page 168: El legendario Tino Nevarez terminado y corregido - copia.pdf

168

Desapareció la banda de Tino

Unos cuantos años después de la desaparición de la sierra del famoso

bandolero, los miembros de su banda fueron cayendo uno a uno, en manos de

la justicia. A continuación damos a conocer los casos que la prensa de la

época registró conforme el gobierno fue atrapando a cada uno de dichos

delincuentes, aclarando que, probablemente algunos de los que fueron

presentados a los medios hayan sido víctimas inocentes de la persecución que

el gobierno federal desató contra el legendario bandolero. Empezamos con la

información que manejó el periódico El Diario de Culiacán a saber:

El Diario de Culiacán 22 de enero de 1958

Capturados tres feroces asaltantes que andaban con Tino. Fuerzas

federales que operan en el estado de Durango lograron atrapar tres.

Tres individuos que han sido señalados como coparticipes en más de uno de

los asaltos que en su meteórica carrera de delitos perpetrados contra minerales

de Cosalá y quien conquistara triste fama Florentino Tino Nevárez, fueron

detenidos el día de ayer. Los nombres de estos facinerosos son: Reginaldo

Yañez Sánchez, Teófilo Rodríguez y Clemente Sánchez de 20 años de edad y

Salvador Reséndiz originario del poblado, Las Joyas, municipio de San

Miguel, del estado de Durango, quien dijo que fue aprehendido en el poblado

La Quebrada del mismo municipio la noche del 27 de diciembre del año

pasado junto con su amigo Reginaldo Sánchez de diez y ocho años de edad

originario del rancho El Cabezón del municipio de San Miguel. En su

aprensión, externaron los delincuentes, intervinieron fuerzas judiciales y

federales cuando estaban descansando después de haber asistido a la velada de

un Santo Niño de Atocha. Luego fueron torturados para arrancarles

confesiones donde se declaran como miembros de la banda tenebrosa formada

por Tino Nevárez, después fueron trasladados a la capital de Durango, y luego

a Sinaloa. Teófilo Rodríguez es el más joven pues apenas es un niño con

catorce años de edad y no sabe dónde será preso en caso que se le declare

culpable. Quien dice que, él fue detenido en el rancho El Solacre, municipio

de Canatlán, Durango, quien asegura que jamás conoció a Tino Nevárez de

quien sólo llegaron a su rancho noticias de su existencia de donde fue llevado

a San Miguel de ahí a Durango, luego a Mazatlán, donde conoció a sus

compañeros de infortunio para posteriormente fue trasladado a Culiacán.

Los detenidos fueron traídos del estado de Durango para ser entregados a la

Procuraduría de Justicia del estado de Sinaloa. Dijeron que en temporadas de

lluvias siembran maicito y en secas se dedican a cortar madera para los

aserraderos del lugar. El Diario de Culiacán,p.6, 22.01.5890

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169

Tres campesinos de los altos de Sinaloa fueron detenidos y encarcelados en la carcel de Culiacán al

ser acusados de ser miembros de la banda de Tino Nevárez (Enero de 1958).

La prensa continuaba informando sobre detenciones de presuntos miembros

de la banda de Tino.

El Diario de Culiacán, viernes 17 de abril de 1959.

Otro lugarteniente de Tino Nevárez es detenido. Fue puesto a buen

recaudo en Santiago Papasquiaro y trasladado a Culiacán.

Uno de los últimos lugartenientes del tristemente célebre Tino Nevárez,

Gregorio Reyes Zepeda, fue aprehendido el pasado día ocho de este mes, en el

poblado de Santiago Papasquiaro. Este malhechor al que se le ha comprobado

haber participado en los diversos asaltos que ha sufrido la minera Nuestra

Señora en Cosalá, propiedad de la (ASARCO), participó también en el asalto

y muerte del capitán de infantería Anselmo Zermeño Durán, y Alejo Amaral

Falcón, y los soldados Alberto Limón, Luis Ibarra Moreno, Florencio

Gonzáles Olvera, Alejandro Escobar Cruz, hechos por los cuales será

procesado en esta capital, ya que se considera que si se le confina en la cárcel

de Cosalá, existe el peligro de que se fugue, pues ahí no existe ninguna

seguridad para reos peligrosos como está catalogado el ahora detenido; la

Procuraduría de Justicia al tener conocimiento de la detención del reo, solicitó

del vecino estado su extradición por lo que sólo se espera el aviso de que

aquellas autoridades y elementos de confianza de la policía judicial se

trasladen a Santiago Papasquiaro para trasladar al reo y depositarlo en la

penitenciaría de esta capital; en donde quedará a disposición del juez segundo

de lo penal. El Diario…17.04.5991

.

Continuaban las detenciones y la prensa seguía informando a la sociedad

sobre los prisioneros.

El Diario de Culiacán, sábado 18 de abril de 1959

Page 170: El legendario Tino Nevarez terminado y corregido - copia.pdf

170

Uno más de la banda de Tino Nevárez es trasladado a esta capital.

Responderá por su participación y asalto al mineral de Nuestra Señora.

El policía judicial del Estado Alberto Camacho Lozano, y el agente de la

misma corporación David Medina Jacobo Efectuaron el traslado del peligroso

reo, a quien se señala como cómplice del tristemente célebre bandolero

Fortino(sic) Tino Nevárez, sobre quien pesa una serie de acusaciones por los

delitos de asalto, robo, homicidio y lesiones.

Las autoridades tienen la certeza de que Reyes Zepeda era lugarteniente de

Anastacio Molina (sic), brazo derecho de Tino Nevárez y que participó en el

asalto a la conducta del Mineral de Nuestra Señora; asalto que produjo una

utilidad superior a los 50 mil pesos y dejó como saldo sangriento los

cadáveres del capitán del 16vo regimiento de infantería Anselmo Zermeño

Durán, y los soldados Alberto López Limón, Jesús Ibarra Moreno y Francisco

Gonzáles Cruz quedando como único sobreviviente de la tragedia el soldado

Alejandro Escobar Cruz quien también resultó lesionado.

Así se ha venido cerrando una página de la historia de Sinaloa gracias a la

actividad desplegada por el Gral. Jesús Árias Sánches, el pacificador del sur,

quien desencadenó una persecución hasta desbaratar al grupo de bandoleros

que asolaban la región con constantes asaltos, robos y asesinatos, quienes

tenían en jaque a los vecinos de Cosalá y San Ignacio Sentando sus reales en

los límites de Sinaloa y Durango desde donde enviaban recados a los vecinos

acomodados de la región, exigiendo fuertes sumas de dinero. El Diario…

18.04.5992

Por su parte El Sol de Sinaloa de junio de 1960, tres años después, de la fuga

de Tino informaba lo siguiente:

Cómplices de Tino Nevárez cayeron en manos de la justicia.

Niegan culpabilidad pero serán castigados.

Después de andar prófugos tres años, desde que participaron en la alianza de

los peores y más grandes delincuentes del estado de Durango, Chihuahua y

Sinaloa, los oficiales de procuraduría del Estado lograron llevar a cabo la

detención de Antonio García y su hijo Ismael de 24 años de edad, quienes

tomaron parte activa en la emboscada preparada contra elementos del 16vo.

Regimiento, ejecutado el día tres de octubre de 1957, en la Cuesta de los

Braceros perteneciente al municipio de Cosalá. Al presentarse las autoridades

en el campo agrícola El Quince, Antonio Salió creyendo que era su patrón

Miguel Sánchez, mientras que su hijo Ismael dejó el riego que tenía a su

cuidado pensando que se trataba de la misma persona, siendo capturados los

dos acusados para ser trasladados a los separos de la judicial.

Page 171: El legendario Tino Nevarez terminado y corregido - copia.pdf

171

Sr. Antonio García y su hijo Ismael, fueron detenidos en un campo agricola de Costa Rica, Sinaloa,

acusados de ser miembros de la banda de Tino Nevárez (junio de 1960).

El más joven de los detenidos tenía en su poder un rifle 22, que después de

recogido fue reconocido como propiedad del bombero del mineral de Nuestra

Señora, que fue muerto en el segundo asalto cometido por Tino Nevárez

siendo a raíz de lo anterior que empezó su relato diciendo que, su padre no

había tenido ninguna participación en la relación a los hechos. En cuanto al

arma que le decomisaron no conocía su procedencia ya que, uno de los

maleantes se la había regalado. Agregó que, día antes de los hechos en que

perdieron la vida el capitán Anselmo Zermeño Durán y los soldados: Alberto

López Limón, Jesús Ibarra Moreno, Florencio González Olvera y Alejandro

Escobar Cruz, viajaban a pie, del poblado de San José rumbo a La Seca,

cuando fue encontrado por una gavilla de maleantes los que lo invitaron a

formar parte de su grupo negándose a ello lo que motivó que lo amenazaran

de muerte y, como distinguiera entre ellos a Tacho Murillo, el más asesino de

cuantos a conocido, optó por aceptar la invitación habiéndosele armado con el

rifle que le robaron al cadáver del bombero.

Durante unos días permanecieron en las lomas, cerca del camino por donde

tendría que pasar el vehículo con la raya para los trabajadores del mineral

pero, en todo ese tiempo aunque escuchó hablar de Tino Nevárez no lo

conoció ya que, la banda se había dividido en dos grupos, uno que,

permaneció en la parte baja y otro en los altos. Así, lo asegura al decir que,

cuando escuchó los primeros disparos en la emboscada mientras que algunos

Page 172: El legendario Tino Nevarez terminado y corregido - copia.pdf

172

corrían hacia el lugar de los hechos él, emprendió la carrera hacia otro lado

encontrando en su camino unas personas a las que les recomendó que si

preguntaban por él respondieran que había huido. Algunos meses después,

decidió venirse a Costa Rica, en donde se dedicó a los trabajos de agricultura

en compañía de su padre y hace como siete meses que está en el

en el campo agrícola El Quince que fue donde lo detuvo la policía judicial.

En sus comentarios dijo que, luego que logró escapar de la vigilancia de los

malhechores pensó entregarse a las autoridades, con el fin que se le investigara

y se exonerara de cualquier delito ya que en su intervención involuntaria no le

causó mal a nadie sólo esperaba una oportunidad para llevar a cabo sus

intenciones. Cuando se inició la persecución contra Tino Nevárez por parte del

ejército tuvo conocimiento que estaban deteniendo a cuanto sospechoso se

encontraban por los caminos a los cuales les dieron muerte a pesar de ser

inocentes. Mencionó que uno de los ejecutados fue el joven Basilio Serrano,

quien fue asesinado a pesar que nunca se le conoció como maleante pues era

un tonto de nacimiento, no tenía inteligencia ni para hacer un mandado.

Siendo esta la causa que lo hizo arrepentirse de entregarse a las autoridades.

Aunque dice que, no conoció a muchos de los asaltantes tuvo conocimiento

que entre ellos se encontraban lo más granado de la delincuencia de los tres

estados mencionados dedicados al robo, asalto y asesinato contándose entre

ellos, Tino Nevárez, Tacho Murillo, asesino sin escrúpulos y brazo derecho

del anterior, Eleodoro Lomas, Agustín Ayón, muertos estos dos últimos, así

como Cruz Molina, también ejecutado y un tal Flores quien se encuentra

purgando sentencia en Chihuahua. El Sol de Sinaloa, núm.937, p.5, 18.06.6093

.

Los juicios contra los supuestos miembros de la banda de Tino seguirán

dándose en los tribunales. Terminaba informando el reportero. El Sol de Sinaloa, 20 de enero de 1961.

Confirman prisión para un gavillero.

El Supremo Tribunal de Justicia confirmó el auto de formal prisión en contra

de Gregorio Reyes Sepúlveda, presunto responsable del delito de robo a la

compañía minera de Nuestra Señora y del homicidio en las personas del

Capitán Segundo Anselmo Zermeño Durán, Alejo Amaral, los soldados

Alberto López Limón, Jesús Ibarra y lesiones a los también soldados

Florencio González Olvera y Carlos Escobar Cruz. Reyes perteneció a la

gavilla de Tino Nevárez, pero después de este asalto se desintegró la banda

debido a la enconada persecución de fueron objeto por parte de las autoridades

militares viniéndose este hacia las costas del valle de Culiacán, en donde fue

aprehendido hace aproximadamente dos meses y puesto en manos de la

justicia. Sin embargo a él lo mandaron a cumplir su pena al municipio de

Cosalá. El Sol de Sinaloa, 20.01.6194

.

Page 173: El legendario Tino Nevarez terminado y corregido - copia.pdf

173

Mientras en la sierra se seguía especulando sobre la presencia de Tino

Nevárez y su grupo de alzados, en la costa se entregaba a la justicia uno de los

más feroces pistoleros de la época de Los del Monte , miembro de la banda del

temible Gitano y retado en varias ocasiones por Tino Nevárez a batirse en un

duelo a muerte. La decisión de José El Güerillo Salcido de entregarse al

gobierno federal, fue comentada por la prensa de la época de la manera

siguiente:

El Sol de Sinaloa, 29 de enero de 1961.

Mitad realidad, mitad leyenda: se entregó José, El Güerillo Salcido

decidió acabar con sus correrías para someterse a la justicia.

Por Abraham García Ibarra.

“Muy atentamente me dirijo a usted para solicitarle quiera hacerme el favor de

solicitar mi sumisión al gobierno pues deseo acogerme a los derechos que

como ciudadano me otorga la constitución de la República y se me den

garantías a mi persona, en mis intereses y en el de mis familiares, en la

inteligencia que estaré pronto a servir al supremo gobierno y presentarme

cuantas veces sea solicitado tengo fe en la ecuanimidad de nuestro gobierno”

Fue en estos términos y dictados por otra persona y manuscrito por una diestra

ajena que José, El Güerillo Salcido, firmó su renuncia a una vida azarosa y de

persecución que lo trajo a salto de mata durante más de veinte años, desde las

premisas de su militancia entre la gente del monte allá en el sur, al mando de

Rodolfo Valdés, El Gitano, y Manuel Sandoval, El Culichi.

Cuando el sur de Sinaloa vivía en plena turbulencia hasta los primeros meses

del año pasado, en que era perseguido por las tropas federales como autor de

tropelías que tenían inquietas a la comarca sureña, fue en estos términos en

que se escribió la carta firmada por El Güerillo Salcido el quince de diciembre

de 1960, dirigida al Comandante de la Novena Zona Militar Gral. de División

Leandro Sánchez Salazar y llegada a Culiacán el 22 de diciembre del mismo

año, procedente de la Noria. Ante la necesidad de una paz que no tuvo durante

58 años y con una pierna rota, quien sabe cuándo y dónde El Güerillo Salcido

decidió interrumpir una vida mitad realidad mitad leyenda, para según se dice,

ser un ciudadano más en la Noria, municipio de Mazatlán, Sinaloa. Cerca de

La Palma su cuna fatigado por la desesperación de verse siempre en la mira de

los mausers o también llamados cerrojos de seis tiros del ejército que desde el

siete de junio del año pasado, había reanudado su persecución por crímenes

que en el sur de Sinaloa se le atribuyeron. A raíz de la carta enviada por

Salcido ya lejos de aquellos días de intrepidez y huida con El Gitano, ahora en

la penitenciaría del Distrito Federal y El Culichi convertido en polvo, se

procedió a investigar la autenticidad del manuscrito; se valió la Comandancia

Page 174: El legendario Tino Nevarez terminado y corregido - copia.pdf

174

de otro bandolero pacificado de nombre Irineo Martínez El Tentaduras, como

conducto para verificar las intenciones del Güerillo y se tuvo informes que

estas eran autenticas se iniciaron las negociaciones por conducto del

expresidente municipal de Mazatlán Amado S. Guzmán, del síndico de la

Noria, Fernando Ibarra Martínez y de Benigno Osuna; hubo confianza de la

autoridad y así surgieron las platicas indirectas y el martes de la semana

pasada allá en la Noria, donde siempre vivió el perseguido. Después de que

clementina su esposa le pasó el recado que lo buscaban los militares El

Güerillo procedió a la entrevista directa siendo en la tienda propiedad de

Daniel Osuna Osuna donde se presentó el hombre.

Llegó con su vestimenta de ranchero sus pasos enhuarachados y disparejos

con la pierna balaceada con su cara güera semicubierta con lentes obscuros se

presentó dispuesto a entregarse. Sereno saludo al Gral. Sánchez Salazar hubo

la plática y el acuerdo, ahí se comprometió El Güerillo a portarse bien.

Ofreció ser hombre de paz y de servir en algo a las autoridades, ahí quedó en

La Noria de los Osuna, apaciguado y dispuesto ha someterse al orden legal.

Parece que el razonamiento fue el más cuerdo, después de todo, bien pudo

quedar acribillado en cualquier monte y en el epitafio común: murió en

combate, después de todo no iba ha ser un héroe, más puede hacer dentro de la

justicia. El sur de Sinaloa recupera buen terreno de la quietud que desde los

aciagos cuarenta está esperando. Y si Salcido cometió muchos crímenes, no

cargará con otros, que sin cometerlos, le fueron acreditados, por ser el más

visible responsable. De todas maneras no hay una expediente judicial que lo

someta a juicio ante las autoridades, no hay una acusación formal categórica

en su contra; a ver que resulta en lo sucesivo. La presidencia de la República

aprobó que el jefe del Estado mayor presidencial a través del Gral. José

Gómez Huerta aceptó la sumisión del aguerrido Salcido y ordenó que se le

ofrecieran las garantías constitucionales, esto se hizo considerando que en la

actualidad no hay rebeldía armada contra el régimen, pues ciertamente al

Güerillo por su ayuntamiento con tipos como El Gitano al cual si se le

consideró rebelde, por el asesinato del Gobernador Rodolfo T. Loaiza en su

carta enviada a la comandancia militar se sentía prófugo, como enemigo del

gobierno como simple facineroso que la gente dio en llamarle. El Sol de

Sinaloa, núm.1498,p.3, 29.01.6195

.

Agregado de los autores. Años después de los hechos arriba narrados por la

prensa de la época El Güerillo fue asesinado a balazos en las puertas de su

propio domicilio en la ciudad de Mazatlán, Sinaloa, así termino su vida uno

más del grupo de Los del Monte a quien en su momento se le señaló como uno

de los asesinos del Coronel Rodolfo T. Loiza.

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175

En el mismo rotativo y con la misma fecha apareció la siguiente nota

relacionada con la detención de uno más de los miembros de la banda de Tino,

la cual realizaba el siguiente comentario.

Después de cuatro años lo detuvieron.

Ayer en la mañana cayó en manos de la justicia de la policía judicial el

maleante Juan Francisco Yáñez, cuando se encontraba en un campo agrícola

cerca de Costa Rica. Conducido a esta ciudad para ponerlo en manos de las

autoridades competentes y responder a los cargos de complicidad, robos,

asaltos y homicidios cometidos por la banda de Tino Nevárez, a la que

perteneció. Con este acusado en escasamente un año son tres los cómplices del

grupo de Tino Nevárez que caen en manos de la justicia contándose entre ellos

el temible bandolero y asesino Tacho Murillo y como este se espera que

Yáñez niegue su participación en los últimos tres asaltos que cometió la

pandilla, en la que perdieron la vida un velador del mineral, el capitán

Zermeño y cuatro soldados, tal parece que para el detenido no hay salida

posible, será procesado por los delitos antes mencionados ya que existen

declaraciones en su contra desde mucho antes de ser localizados las que

fueron proporcionadas por los primeros detenidos por las mismas causas. El

Sol de Sinaloa, p.2, 30.01.6196

. ¿Quiénes fueron los miembros de la banda de Tino?

Bajo la deplorables condiciones de hambre, miseria, represión y muerte en

que vivieron las familias de la sierra en los años 50s, no le fue difícil a Tino

Nevárez reunir un numeroso grupo de hombres fieles a su causa social,

temerarios a más no poder, pues en cada asalto, camino, rancho o situación

se jugaban la vida igual que el jefe.

Para los autores no fue fácil reunir los nombres de los integrantes de la

banda, sin embargo, investigando en rancherías de Cosalá, en Costa Rica,

Sinaloa, donde por cierto, vive mucha gente de la sierra, así como en los

periódicos de la época, logramos rescatar nombres que aquí presentamos.

Aclarando que probablemente no sean los únicos pues la banda sufrió

mutaciones por lo que probablemente faltarán algunos:

Anastasio y Efren Murillo González, quienes en tiempo de paz eran músicos

de oficio; con el correr de los años, al primero se le conoció, como, El

pistolero de Tino. También formaron parte de la banda: Pedro, Juan y

Armando Nevárez; Remedios y Dolores López Peña; Avelino Peña Sánchez;

Jesús y Atanasio Manríquez; Fructuoso, Tomás, Felipe, Domingo,Pedro y

Efrén Ayón, Abraham Muñoz y Pablo (Pablito) Landeros, conocido como El

Águila Negra originario de la Estancia, Cosalá, todos ellos labradores de

tierra, y en más de una ocasión, trabajadores en el mineral de Tayoltita,

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176

Durango; Contraestaca , Nuestra Señora, La Candelaria y Guadalupe de los

Reyes en el estado de Sinaloa.

Zona de influencia y bases de apoyo de Tino Nevárez

El grupo que capitaneaba el famoso bandido nunca fue muy grande, sin

embargo, cobró fama por lo espectacular de sus asaltos, los enfrentamientos

con el gobierno, el destino que le daba al botín obtenido en sus atracos y la

aparición del corrido denominado Tino Nevárez, al filo de los años 60s.

En las comunidades rurales que a continuación se mencionan Nevárez

reclutaba a su gente y tenía sus principales bases de apoyo, principalmente

informantes y espías, así como gente que lo informaba cuando era necesario.

Dichas rancherías se ubicaban principalmente en los municipios de San

Ignacio, Sinaloa, y Cosalá, entre ellas La Estancia, Los Braceros, La Seca,

Sinaloa, Santa Anna, El Verano, Cocolmeca, El Higueral, Las Milpas, San

Antonio, Río de Los Barragan, El Pino Alto, La Huerta, El Tominil, El

Cabuche, El Zapote, Los Cuates, El Caballo de Abajo y el de Arriba, El

Chilar, Metatitos, La Cienega, El Zauce, El Amargoso, Ajoya, La Cruz de

Ajoya, Santa Apolonia y por último, Los Arrayanes, Durango.

Más al sur: Las Aguamitas, El Bayus, Santa Anna, Tayoltita, León, Cananea,

El Higueral, San Antonio, Las Playitas La Tasajera, El Capule, La Cruzoila,

Rancho Viejo, Arrollo Seco, La Higuera Hueca, La Higuera Larga y

Guadalupe de Los Reyes, entre otras.

Sobre estas comunidades Florentino Nevárez derramó la mayor parte del

dinero fruto de sus asaltos a las minas de la región, pues en los años 50s estas

comunidades se encontraban en el más completo abandono: desempleo,

hambre, miseria y muerte cobijaban a la Sierra Madre Occidental, los únicos

sitios donde había dinero contante y sonante era en los minerales del estado de

Durango y Cosalá y sobre estos cayó la justicia del bandolero.

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177

Localización e influencia de comunidades que señoreó Tino Nevárez en su etapa de

bandolero (1953.1957). Colaboración del Arq. David Manjarrez Sarabia.

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178

Surge el corrido

En 1962, además de su leyenda, surge el famoso corrido denominado Tino

Nevárez, cantado por el grupo norteño Los Broncos de Reynosa, de Paulino

Vargas, el cual decía lo siguiente.

Voy a cantar un corrido,

De un hombre que fue minero

Lo corrieron del trabajo

Le robaron su dinero

Por no pagarle tres meses

Lo criminaron ratero

Ese fue Tino Nevárez

El famoso barretero.

Mineral de Tayoltita

Del estado de Durango,

Tino conquisto a su gente

Y se pagó por su mano

Porque él había prometido

Que le pagarían muy caro

Que respetaran las leyes

Que el trabajo era sagrado.

En un asalto a la mina

Tino Nevárez robaba,

Cuando llegaron las fuerzas

Del general Jesús Árias,

Diciendo que se rindiera

Porque sino lo mataban

Que la orden venía del centro

Para que lo fusilaran

Tino Nevárez contesta

Pues yo no soy tu cordero

Tu apaciguaste al Culichi,

Le diste muerte a Gastélum,

Llevaste preso al Gitano que

Era mi fiel compañero,

Conmigo te das balazos

Antes de ser prisionero.

Se agarraron a balazos

La metralla funcionaba,

Tino contestaba el fuego

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179

Con pura Thomson y escuadra

Se burlaba de la gente

Del general Jesús Árías.

Minas de Nuestra Señora,

Cosalá y otros lugares,

Donde quedaron los hechos

De Florentino Nevárez,

Dónde quedaron

Tirados rebeldes y federales,

Tino escapó por la sierra

En compañía de un compadre.

La historia también es cantada.

Grupo norteño Los Broncos de Reynosa, hicieron famoso el corrido de Tino Nevárez, al grado de

cantarlo al presidente Adolfo López Mateos en 1963, quien solicitó la melodía en una rumbosa

fiesta en Palacio Nacional.

Cabe destacar que en entrevista concedida a los autores por el antiguo

bandolero este menciona que algunas de las cosas que habla el corrido no

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180

fueron ciertas pero que entiende que, el autor, probablemente las compuso

para que la letra rimara y por ello las acepta. (Léase anexo)

Cuco Nápoles

Los autores en su investigación, no encontraron cómo autor del corrido al Sr.

Cuco Napoles, por lo cual presentan dudas sobre la autoría del famoso

corrido, las razones son las siguientes:

Primero, después de una minuciosa búsqueda por diferentes fuentes de

información no se encontraron pruebas que demuestren que el Sr. Cuco

Nápoles, haya incursionado en el género del corrido mexicano. Segundo,

después de investigar con varios grupos musicales de género ranchero, la vida

de Cuco Nápoles, ninguno recuerda el nombre de dicho personaje, cuando

menos en el ramo del corrido y, tercero, Cuco Napoles sólo aparece como

compositor en el género romántico, donde por cierto tiene varias melodías.

Ezequiel Peña, probable compositor Ezequiel peña fue un conocido trovador, originario del mineral de Topia,

Durango, donde nació en el año de 1939. A pesar de no asistir a la escuela, las

primeras letras las aprendió de grande, suficiente para pergeñar sus versos y

sus composiciones.

Siendo casi un niño Ezequiel empezó a viajar con los arrieros de la sierra,

trabajando como caponero; es decir arriaba la yegua del cencerro, a la cual

siguen la recua de mulas por los cordones de la sierra. Esto le permitió a

Ezequiel conocer los principales minerales de la región: Tayoltita, Cosalá,

Guadalupe, entre otros, así como ser reconocido por la mayor parte de las

gentes de dichas comunidades.

Según los Sres. Ventura y Guillermo Herrera, arrieros de oficio, Ezequiel

nació en la comunidad de Los Cuates, comisaría de Santa Anna, Durango. Era

de estatura normal, robusto, tez blanca, ojos claros, usaba huaraches de tres

puntadas, pantalón de manta y camisa de la misma tela amarradas las puntas a

la altura del ombligo y un sombrero de palma que no se quitaba ni para ir al

monte. Tenía por costumbre, año con año bajar a Cosalá, donde era el

atractivo de chicos y grandes por su cualidad de decir versos, adivinar el

futuro de la lluvia, tan importante para los campesinos, imitaba con unos

cuernos de vaca, el rugido del león, del tigre, los bramidos del toro, del chivo,

reproducía el silbido del tren, lloraba como niño, pero sobretodo, destacaba

por su gran capacidad para hacer versos espontáneos, al aire como luego se

dice, versificaba pues.

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181

Cuando Peña aparecía por Cosalá, niños, jóvenes y adultos lo rodeaban

solicitando sus servicios por unos cuantos centavos y él, muy contento los

complacía.

Cabe recordar que en aquellos tiempos en Cosalá, no existía televisión ni

tantas diversiones como ahora, por lo que este juglar fue todo un artista para

su época (qepd).

Detenido por el ejército.

Los hermanos Herrera narraron a estos investigadores que en una ocasión los

soldados buscando a Nevárez encontraron a Ezequiel cerca del poblado La

Seca y un oficial se le ocurrió revisarle los cuernos y el morral que

comúnmente cargaba cuál fue su sorpresa que estos estaban llenos de parque.

Los federales, admiradores de Ezequiel, pues con sus versos los hacía reír, lo

dejaron en libertad, no sin antes advertirle que si lo volvían a agarrar con

municiones, lo iban a mandar derechito a la ciudad de México. Entrevista con

Ventura y Guillermo Herrera 08.02.9997

.

Los autores de este libro consideramos que el verdadero compositor del

corrido titulado Tino Nevárez fue Ezequiel Peña, nuestra apreciación se basa

en lo siguiente:

Cuando en octubre de 1957, apareció, por vez primera, en el periódico El Sol

de Sinaloa la fotografía de Tino Nevárez, se presentó ante el director del

rotativo Ezequiel Peña, un joven ,en aquel entonces, contaba con

escasamente diez y ocho años de edad, solicitando la reproducción de un

corrido que había compuesto sobre Tino Nevárez, obviamente, por lo caliente

de la situación, se le negó el apoyo, sin embargo, lo anterior fue consignado

por el reportero Enrique Navarro, quien dejó constancia sobre la visita que El

imitador de animales, sobrenombre con el cual se conoció a Ezequiel Peña, en

los altos de Cosalá, realizó a dicho periódico.

Independientemente del anterior suceso, los autores encontramos que Ezequiel

tenía facilidades para componer versos y probablemente corridos, y si no,

leamos lo siguientes anécdotas contadas por el Prof. Aristiri Q. Beltrán

Sánchez:

En Cosalá es muy conocida, dice nuestro informante, la anécdota del Dr.

Ángel Parra, Cornelio Bracamontes, cartero del pueblo y, El Tatos. Cierta

ocasión, estos personajes, se encontraban sentados en una banca de la plazuela

de Cosalá, cuando pasó cerca de ellos Ezequiel, por lo que El Tatos y

Cornelio le dijeron al Dr. Parra: “Dr. tírele un pedo a Ezequiel”. El Dr. Que

tenía esa facilidad le aventó el primer pedo, Ezequiel no hizo caso, siguió

caminando, como si nada hubiera pasado. El Dr. insiste y le tira otro pedo,

Ezequiel continúa caminando pero se da cuenta de qué personas se trata. Al

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182

tercer pedo, Ezequiel se detiene y dirigiéndose a los tres, de inmediato les

compuso un verso y les dijo: “Por las barbas del Rey de oros, por una ermita

sagrada, por los pedos que yo escucho está muy cerca la ca…da”. Soltaron la

carcajada los vagos aquellos, termina diciendo el profesor Aristiri. Entrevista

prof. Quintín Aristiris Beltrán 27.11.9898

.

Profesor Aristiri Beltrán, escuchó las anecdotas de Ezequiel Peña, el reconocido juglar de los altos

de Cosalá. (2000). Segundo verso

En una ocasión las señoritas Peñuelas, Petra y Rosario, conocidas maestras de

Cosalá, encontraron a Ezequiel a la entrada del pueblo, pasando el arroyo, de

inmediato le pidieron les dijera un verso, a lo cual Ezequiel contesto:

“señoritas, señoritas, ahorita no puedo, estoy muy ocupado, voy arroyo arriba

a hacer del excusado”, soltaron la riza las profesoras yéndose muy contentas

a su trabajo narró nuestro informante.

Tercer verso

El tercer verso de nuestro personaje fue contado a los autores por la señora

Socorro Peña, pariente cercana de Ezequiel, quien nos narró la siguiente

anecdota:

Caminando por las calles del centro de Cosalá, en cierta ocasión una amiga y

yo, nos encontramos a Ezequiel, de inmediato le dijimos: “Ezequiel, Ezequiel

dinos un verso, ándale, dinos un verso, mi primo con mucha parsimonia, nos

contesto: “De las dos juego una sota, como una es mi pariente mejor se lo

hecho a la otra”. Sra. Socorro Peña, ibid99

.

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183

Como puede observarse este extraordinario trovador tenía grandes cualidades

de compositor de versos y corridos y aunque no registró ninguno por sus

limitadas condiciones que vivió en la sierra no descartamos que el famoso

corrido de Tino Nevárez, haya sido de su autoría. Nuestra afirmación se

mantendrá hasta que no aparezca otra investigación que demuestre lo

contrario.

Vuelve Tino Nevares (segundo corrido).

Pocos personajes de nuestra historia tienen el honor que se les haya

compuesto dos o más corridos, uno de estos casos fue precisamente Tino

Nevárez, héroe para algunos, villano para otros, lo cierto es que los corridos

ayudaron en mucho a conocer la existencia y la azarosa vida de este personaje,

vayamos a conocer las letras del segundo corrido denominado Vuelve Tino

Nevárez.

Ya volvió Tino Nevárez

Otra vez a la montaña,

Ya se reunió con la gente

Que carga Lucio Cabañas

Para cuidar de su muerte

Que la carga en las pestañas

Si lo agarrara el gobierno

Lo haría pagar sus hazañas.

En Tierra Blanca paseaba

Muy contento con la banda

Bajo de su gabardina

Se cargaba una metralla

También su cuarenta y cinco

Que nunca se le separa

La que cuida de su vida

Cuando no trae su metralla.

En Acaponeta vimos

Velar a Simón Quintero

Por no dar cinco millones

Lo mataron los del cerro

Antonio quedó en capilla

Respondiendo del dinero

Sino mandaban la plata

También le costaba el cuero.

Cuando más contento andaba

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184

La judicial lo rodeaba

Ríndete Tino Nevárez

Has entrega de tus armas

Tino contesto sonriendo

Disparando su metralla

Quedando muertos y heridos

Los remató con su escuadra.

Ya con esta me despido

Cortando flores de azahares

Estas son las mañanitas

De Lucio y Tino Nevárez

Hombres que tienen pendientes

Con las fuerzas federales

Pues Tino y Lucio Cabañas

Son hombres de los cabales.

Grupos musicales que cantan el primer corrido de tino Nevares.

Los Amarradores del Norte.

Los Broncos de Reynosa.

Los Centenarios de Cosalá.

Jorge Gamboa.

Los Dos Jorges.

Los Norteños de Cosalá.

El Lucero de Sinaloa.

El Apomeño de Sinaloa.

Banda Los Tierra Blanca.

Grupo Cartel.

Los Rebeldes del Norte.

Los Ideales de Sinaloa.

El Caporal del Norte.

Ramón Vega.

Los hermanos Vega

Entre otros.

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185

Surge la leyenda

Después que Tino y su banda desaparecieron del escenario de la sierra, las

comunidades rurales elevaron a rango de leyenda la vida del famoso

bandolero, al empezar a contar historias que en muchas ocasiones resultaron

no del todo ciertas; es decir, como ya es común con este tipo de personajes, el

pueblo le inventó sus propias leyendas, que de boca en boca y de rancho en

rancho agigantaron la figura del bandolero.

A continuación narramos una de estas ficciones contada por uno de los más

reconocidos historiadores del estado de Sinaloa en un coloquio desarrollado en

la ciudad de Cosalá, el catorce de marzo de 2010 y quien presentó la ponencia

denominada Cosalá, Pueblo Mágico, Rincón Minero Pletórico de Historia,

Riqueza y Belleza.

Por lo forma tan magistral en que fue presentado el relato, sobretodo, la parte

relacionada con Tino Nevárez, se transcribe textualmente.

De pequeño, dice Nicolás Vidales, realicé mis estudios primarios en este

hermoso pueblo de Cosalá, fui alumno del profesor Gontrán Rodríguez

Beltrán. Cada ocho días Gontrán realizaba paseos al río Las Habitas. En esas

excursiones, donde una veintena de chamacos seguíamos al maestro, quien a

la cabeza se debe haber sentido émulo de Heraclio Bernal o del famoso Tino

Nevárez, nuestro guía y conductor nos iba explicando los tipos de vegetación

que encontrábamos en el camino, pero nuestra atención iba muy pendiente de

él, cuando nos decía, en el mismo lugar de los hechos, cómo Tino Nevárez

había derribado la avioneta que transportaba las barras de oro y plata desde

Nuestra Señora hasta Mazatlán, para posteriormente ser embarcadas a los

sitios de compra y venta.

Cuando Gontrán indicaba la copa de los árboles donde fueron trenzados los

mecates, que cual redes de voleibol sirvieron para desequilibrar la avioneta y

hacerla que se estrellara al suelo, el corazón se nos salía de emoción, porque

era casi imposible imaginar que una nave fuera tan frágil para no soportar el

choque con unos mecates que parece no tener la fuerza suficiente para ello. Al

choque nos decía, la avioneta maromeo en el aire, clavo la nariz y de piquete

cayó al suelo, alcanzando los soldados custodios de aquella carga a salir para

ser abatidos por los forajidos quitándoles las armas y el parque, porque al fin

ya no los necesitaban. Muy buenos pesos de plata, también se llevaron en las

alforjas y cantinas de cuero sobre las ancas de los caballos, obligando al

general Jesús Árias Sánchez, a iniciar una persecución de los facinerosos,

llegando a empeñar su palabra de militar, prometiendo que se cortaría los de

abajo, sino detenía a Tino con toda su pandilla.

Nunca leí que el general Jesús Árias apresara a Tino, que tampoco se los haya

cortado, aunque después leí que el general en edad de retiro había muerto en

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186

Durango, siendo sepultado con todos los honores, fue un militar pudoroso, fue

responsable de pacificar el sur de Sinaloa, Comandante de la Novena Zona

Militar después de aquella guerra entre hermanos protagonizada por

solicitantes de tierras y Los Dorados, donde ambos contingentes regaron con

su sangre la tierra que querían cultivar, misma que también fue irrigada por los

miembros del ejército en aquella memorable carraca de La Palma Sola.

Algún tiempo después del sepelio del Gral. Árias supe que Tino había vuelto

de los Estados Unidos y que, bajo otro nombre, vivía por el rumbo de

Eldorado, donde formó familia y cuidó de sus hijos, argumento más que

suficiente para dejar en paz a estos dos personajes, aunque no las anécdotas de

la minería regional. Nicolás Vidales, ponencia presentada en coloquio de

Cosalá, denominada, Cosalá, Pueblo Mágico, Rincón Minero, Pletórico de

Historia, Riqueza y Belleza 14.03.2010.100

.

Meses después del coloquio de Cosalá, los autores tuvieron la oportunidad de

entrevistar al profesor Gontrán, quien por cierto fue presidente municipal de

Cosalá, y al preguntarle sobre lo verídico de esta anécdota nos contesto que él

la había escuchado al llegar a ocupar la plaza de maestro en 1956, pero no

podía asegurarlo.

El asalto a la avioneta, en caso que se haya realizado, dice el prof. Gontrán

debió llevarse a cabo entre 1954 y 1955. Yo llegué a Cosalá a principios de

1956 y ya, me contaba la gente dicha historia.

En cuanto al asalto al mineral de Nuestra Señora donde murieron los militares,

continúa narrando el Prof. Gontrán, fue adelantito de El Guayabal, delante de

La Estancia y atrasito de Los Braceros. En lo que actualmente se conoce como

la Cuesta de las Peñitas. En estos sucesos influyó el comportamiento del

capitán Zermeño, porque donde quiera que se paraba gritaba a los cuatro

vientos que, Tino no era más que un ocasionado y que si robaba los minerales

era porque nunca se había enfrentado a un hombre como él, luego lo retaba

por medio de terceras personas, diciendo que, si era tan valiente, como dice, le

robara la raya de los trabajadores del Mineral de Nuestra Señora, así se

picaban la cresta, mandándose mensajes, uno al otro. Además al capitán se le

conocía como un hombre muy desalmado, pues por algo le decían El mocha

orejas, ya que según los pobladores acostumbraba tasajear las orejas a la gente

de la sierra para que le dijeran dónde se encontraba el bandolero, con el

tiempo sus propias víctimas le adjudicaron dicho sobrenombre termina

narrando el Prof. Gontrán Rodríguez. Entrevista al Prof. Gontrán Rodríguez 21.10.99

103.

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187

Prof. Gontrán Rodríguez, emocionaba a sus discipulos con las leyendas de Tino

Nevárez (2000).

Un hermano de Tino

Cabe destacar que, los autores ya habían escuchado, años atrás, esta

impresionante historia en voz del Sr. Encarnación Nevárez Sánchez, hermano

del propio bandolero, quien al ser entrevistado, años atrás nos la contó de la

siguiente manera:

En una de las tantas veces que fui a Cosalá, escuché a varias personas narrar

esta gran hazaña que según los vecinos, la banda de Tino había realizado. Al

año siguiente, dice don Encarnación, tuve oportunidad de ver a mi hermano y

preguntarle qué tan cierto era esta historia, a lo que Tino contestó: es

completamente falso, pues en los años cincuenta los metales que se

transportaban al puerto de Mazatlán así como la raya de los trabajadores

todavía se enviaba por tierra y sólo empezaron a mandarse por avión después

de la muerte de los militares (octubre de 1957) para esos tiempos, dijo Tino,

yo, ya me había bajado de la sierra y mi grupo, producto de la represión que

vivió la región, se encontraba totalmente disperso, por lo que la anécdota del

asalto a la avioneta no es mas que una leyenda.

Inclusive, dijo Encarnación, Tino me comentó que, en el caso de los corridos

el primero tenía mucho de verdad pero el segundo eran puras mentiras, es

decir, caía en el terreno del mito.

Otra historia que alimentó la leyenda, nos cuenta don Encarnación, es aquella

que publicó el periódico El Yaquí, del municipio de Navojoa, Sonora, quien

aseguró que en 1962, Tino y su banda, conformada por quince hombres,

asaltaron el mineral de Álamos, Sonora, llevándose una fuerte cantidad de

dinero.

Cabe destacar que esta nota periodística, según nuestro entrevistado, también

es incorrecta pues a partir de la fuga de Tino, en octubre de 1957, jamás

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188

volvió a cometer asalto alguno pues se dedicó en cuerpo y alma a vivir una

vida totalmente pacífica.

De igual forma, en los años 60, surgió la versión que, Tino Nevárez había

asaltado el ferrocarril de Los Mochis, Sinaloa, llevándose una fuerte suma de

dinero, tanto del carro exprés como de los pasajeros. Siendo esto, según don

Encarnación, una leyenda más, adjudicada al legendario bandolero, ya que de

años atrás, como se dijo anteriormente, había abandonado las actividades

delictivas. Entrevista Encarnación Nevárez, ibid101

.

Los autores consideran que algunos delitos de los que fue acusado Tino

Nevárez no fueron ciertos, más bien, fueron historias inventadas por el

gobierno para culpar y perseguir al forajido o, en su caso, leyendas creadas por

el propio pueblo para tener un héroe, con quien sentirse identificado y

respaldar sus historias.

Hombre noble y hospitalario

Cuentan los hermanos Herrera, quienes han sido citados ya en páginas

anteriores, que cuando llegaban fuereños a los ranchos donde se encontraba

Nevárez, este los invitaba a hospedarse dándole las mejores cobijas y

alimentos y al retirarse, el bandolero salía al camino a despedirlos, les

proporcionaba lonche y vino para el viaje y en algunas ocasiones hasta dinero,

era lo que se dice un hombre noble y generoso. Sufría al ver el dolor ajeno,

por ejemplo: cuando un niño le hacia falta pan o abrigo, ayudaba a los padres

con dinero; al ver sufrir a los ancianos, por no tener para curarse sus

enfermedades pagaba Dr. y medicinas. Por eso al desatarse la persecución

contra el bandolero estas familias fueron sus principales aliados. Esto lo hacía,

dicen nuestros informantes, con toda persona necesitada, tanto el campesino

enfermo que carecía de los recursos necesarios para sanar sus heridas, como

los ancianos que junto con sus familias se encontraban en el más completo

desamparo. En los tiempos de la gran sequía (años 50s) y el profundo

desempleo en la sierra cosaltéca, sobretodo en tiempos de frío, no faltaba la

cobija, la camisa o el pantalón para cubrir sus desnudeces o, alimentos para

mitigar el hambre. La gente, miraba a Nevárez no sólo como su protector,

sino como su salvador, un segundo Heraclio Bernal, digamos, por ello cuando

la cosa se puso fea jamás lo entregó, bien podían colgarlos como hicieron con

muchos de ellos pero no traicionaron a su héroe, terminan narrando los

hermanos Herrera. Ventura y Guillermo, Ibid102

.

Espectacular secuestro de un avión

Los mismos hermanos Herrera Simental quienes nos narraron el anterior

pasaje y quienes en los años 60s

aún transitaban por la agrestes cumbres de

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189

Cosalá, nos narraron otra espectacular historia, igual de interesante que la

primera, a saber: a mediados de 1963, dos individuos de nombre Domingo y

Efrén Ayón, quienes según nuestros informantes formaron parte del grupo de

Tino, secuestraron la avioneta que transportaba la raya de los trabajadores del

mineral de Nuestra Señora.

Resulta que, a raíz del asalto y muerte de los militares que llevaban por tierra

el pago de los operarios del mineral en octubre de 1957, la empresa minera

decidió transportar los recursos económicos por aire.

Cada ocho días, del aeropuerto de la ciudad de Culiacán, ubicado en lo que

actualmente es la colonia El Palmito, despegaba una avioneta transportando la

raya de los trabajadores. Los delincuentes ya mencionados y dos individuos

más que se agregaron al asalto (Toribio Beltrán y Felipe Ayon) planearon

astutamente la realización del atraco.

Dos de ellos, Domingo y Efrén, llegaron al aeropuerto y dirigiéndose al

capitán del vuelo le dijeron lo siguiente:

-Sr. Capitán, deseamos pedirle un favor, si es posible nos lleve a Cosalá, ya

que nos urge llegar a nuestros hogares.

-No puedo, contesto el piloto, el avión no es para transportar personas.

- Entendemos, respondieron los delincuentes, pero resulta que tenemos a

nuestra madrecita tendida y queremos llegar a tiempo, cuando menos, para

darle la última despedida, en carro ya no la alcanzaríamos.

- No, porque si me descubren pierdo mi trabajo, contestó de nuevo el piloto.

En el aeropuerto de El Palmito, Culiacán, Sinaloa, se fraguó el espectacular secuestro a un avión

que transportaba la raya de los trabajadores del mineral de Nuestra Señora, en 1963.

Al ver que el aviador no aceptaba, los delincuentes fueron a traer a un cuñado

que trabaja como agente de la judicial en la misma ciudad de Culiacán, este

los acompañó y convenció al tripulante para que transportara a los hermanos

Ayón, al pueblo de Cosalá.

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190

Al llegar a la pequeña ciudad, aún en pleno vuelo, los asaltantes sacaron un

cuchillo y una pistola y amenazando al capitán por la espalda le ordenaron

continuar al rancho Santa Anna donde Felipe y Toribio habían acondicionado

ya, una pequeña pista improvisada para el aterrizaje de la aeronave.

En cuanto aterrizaron, los asaltantes bajaron las bolsas que contenían 60 mil

pesos de la raya de los trabajadores del mineral de Nuestra Señora,

perdiéndose entre el monte y abandonando al piloto a su buena suerte.

El pobre piloto como pudo fue a denunciar los hechos con las autoridades de

Cosalá, quienes dieron parte al gobierno del Estado.

En las primeras investigaciones salió a relucir la figura del judicial quien fue

plenamente identificado por el capitán del avión y al ser cateado su domicilio

se encontró una fotografía donde el agente de gobierno se encontraba retratado

con los delincuentes.

Rápidamente los agentes del orden se movilizaron y detuvieron en Santa

Anna, Durango a Toribio Beltrán quien acepto su participación en los hechos

y además de denunciar al resto de la banda, mencionó que, a él le habían

tocado 5 mil pesos del botín y otro tanto a Felipe y, la otra parte quedó en

manos de Efrén y Domingo Ayón, quienes habían escapado hacia la sierra.

Con estos datos los agentes rastrearon la ruta de los delincuentes llegando al

rancho Tomates, municipio de Otaes, Durango, donde detuvieron a Efrén

quien declaró que Domingo, había huido a la frontera de los Estados Unidos.

Días después, Domingo fue detenido por las autoridades en Tijuana B.C..

Todo el dinero, relatan los hermanos Herrera, fue recuperado y los

delincuentes enviados a las Islas Marías donde purgaron una condena de siete

años de prisión regresando a Cosalá a principios de los años 70s, siendo así

como esta pequeña ciudad de los altos tiene el honroso lugar de ser la primera

urbe de Sinaloa de haber presenciado un asalto en los aires de la sierra

sinaloense. Entrevista Ventura y Guillermo, Ibid102

.

Detienen al cerebro de la banda de Tino

Con el propósito que el lector tenga claridad sobre los acontecimientos del tres

de octubre de 1957, donde murieron varios federales y haga sus propias

conclusiones insertamos aquí la testificación que Tacho Murillo, lugarteniente

de Tino, realizara al ejército y a la prensa en 1960, al ser detenido en el estado

de Nayarit. Esperamos que el lector coteje dichas declaraciones con las de

Tino Nevárez (Léase anexo) y realice sus propias reflexiones:

El Sol de Sinaloa Núm. 1293, del día martes 5 de junio de 1960

Fue detenido “el cerebro” de la banda de Tino Nevárez. Será careado con

otro de los bandoleros prisionero.

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191

Escudándose en sumisa actitud, ayer rindió su primera declaración ante el

Gral. Leandro Sánchez Salazar, comandante de la Novena Zona Militar el

feroz criminal Anastasio Murillo González alias El Tacho, considerado como

“el cerebro” de la banda que comandaba, El Tino Nevárez.

Tacho fue detenido por elementos del ejército el pasado domingo en los

alrededores del mineral de “Cucharas”, en el estado de Nayarit, dando fin así a

la detenida investigación que se venía realizando en torno a este criminal.

Sin demostrar el más leve nerviosismo cubriendo sus pies con huaraches

de tres puntadas, con suela de llanta, camisola, así como pantalón de mezclilla

bastante sucio y sin sombrero se plantó ante el Gral. Sánchez Salazar y

prometió decir la verdad sobre su actuación e intervención en los delitos de

que se le acusa.

En ningún momento quiso aceptar ser el lugarteniente y cerebro de la banda de

Tino Nevárez, a quien señalo, como un hombre temeroso por su actuación,

aunque malo para disparar y algo cobarde, pero la hábil forma de bosquejar a

base de dibujos las posiciones que guardaba la gavilla en la emboscada del 3

de octubre de 1957, en La Quebrada de los Braceros demostró su astucia y

grandes dotes de estratega.

Mencionó que el grupo se dividió en tres comandos, uno capitaneado por

Tino, el cual se parapetó en el medio, otro dirigido por el exponente cubriendo

la retirada, al subir la cuesta de Los Braceros y, un tercero al mando de

Nicolás Díaz, colocándose este último grupo, en la retaguardía.

Al empezar su relato, Tacho dijo tener 50 años de edad, haber cursado

segundo año de primaria e ingresado en tres, ocasiones a la cárcel; la primera

cuando era joven, por lesiones a uno de sus vecinos en una riña que

sostuvieron en una borrachera; la segunda, por haberse robado una muchacha

por gusto de ella, solo que la amenazaba con un cuchillito y la última por

encubrimiento al primer asalto que cometió Tino y de quien recibió 200 pesos

por haberles dado de cenar a todos sus pandilleros. En esta última ocasión fue

enviado a la cárcel de Cosalá.

Señaló que sus compañeros de celda Abraham Muños, a quien Tino mató,

Pedro Ayón y otro individuo, hicieron una horadación en el muro de la cárcel

y se dieron a la fuga haciendo lo mismo él, dos horas después para no

seguirles los pasos.

El primer asalto que cometió en compañía de Eliodoro Lomas y Cecilio

Macías fue en el poblado de Ajoya, San Ignacio, en el que resultaron sus

victimas la familia de Primitivo Alarcón, con quienes tenía rencillas anteriores

por haberse apoderado de unas reses de su propiedad, que no consiguió que se

las devolvieran a pesar que puso su queja en el ministerio público, el juez de

aquel lugar y de la Procuraduría de Justicia, pero a ninguno de los miembros

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192

les causó daño aunque los amenazó sino le entregaban una cantidad de dinero,

que ascendió a 373 pesos.

Fue en esa ocasión después del primer asalto al mineral de Nuestra Señora

(cuatro de noviembre de 1955), cuando se encontró en igualdad de

circunstancias con Tino Nevárez, el que a su vez asaltaba con los suyos a la

Sra. Rafaela Manjarrez, a quien le robó la cantidad de 3 mil pesos, para

regresar a sus andanzas, pero dijo que él se retiró y se dedicó de nuevo a la

agricultura, actividad que venía ejerciendo desde su infancia. Manifestó que

Nevárez contaba con la complicidad de algunos empleados de la compañía

minera, que le daban datos sobre las oportunidades de adquirir buenas

cantidades de dinero, y condiciones de defensa del mineral, así como los

lugares estratégicos para el asalto, encontrándose entre estos malos empleados

el velador Leopoldo López García y otro, compañero de este.

En ninguno de los dos primeros asaltos había acompañado a los de la banda,

por lo que lo consideraban como enemigo, pero todo se debía según lo

manifestó a que vivía en Santa Anna, Durango, que está muy cerca del

mineral y todos lo conocían a él y a su familia, pero en el último de sus actos

de vandalismo en que perdiera la vida el capitán Anselmo Zermeño

Durán y los soldados Alberto López Limón, Jesús Ibarra Moreno, Florencio

González Olvera, Alejandro Escobar y el chofer de la compañía de apellido

Meraz lo hicieron que los acompañara a la fuerza, proveyéndolo de una pistola

calibre 22 con la que no hizo ningún disparo.

En el lugar de los hechos, La Quebrada de los Braceros, en una loma que da

hacia el mineral, por el camino se encontraban cortando la fuga Tino Nevárez,

con una pistola 38 Super, Eliodoro Lomas y Cruz Molina con un 30-30, Tacho

Murillo y otros con distintas armas; más abajo, junto a la quebrada, en donde

tenían que aminorar la velocidad el comando que llevaba la raya de los

trabajadores del mineral, se encontraban Cecilio Macías, Domingo Núñez (El

guitarrero), Avelino Peña, Armando Nevárez, Antonio Reséndiz y otros;

además como avanzada hacia el poblado de Cosalá, muy cerca de ellos se

encontraban ascensión Montes, Agustín Ayón, Antonio Ortiz y otros más,

para completar un grupo como de quince hombres dotados con armas de

distintos calibres.

Como a las once horas de ese día vieron cuando un camión con varios

soldados transitaban por la carretera con rumbo a Cosalá, los que no fueron

molestados suponiéndose que iban a encontrar la raya.

La presencia de los militares, señaló Tacho, hicieron pensar a Tino Nevárez

quien dijo que dejarían el asalto para otra ocasión pero algunos maleantes que

al parecer se habían concentrado en aquel lugar procedentes de otros estados

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193

de la república, le dijeron que tenía que jalar pues no radicaban tan cerca como

él, por lo que tuvo que acceder a sus razonamientos.

Como a la una de la tarde, o sea dos horas después de que vieron a los

soldados, notaron la presencia de dos vehículos que transitaban por la

carretera con rumbo al mineral y en cuanto estos aminoraron la velocidad, los

maleantes que cubrían la parte central empezaron a disparar causando el

descontrol de los soldados varios de los cuales habían perdieron la vida,

siendo Armando Nevárez y Cecilio Macías, quienes se abalanzaron sobre los

45 mil pesos del botín, pero el primero de estos cuando huían hacia donde

estaban sus compañeros fue lesionado en el brazo derecho de dos balazos.

Tino, había hecho un sólo disparo cuando se lanzó hacia abajo de la falda de la

loma, donde se encontraba pero antes de que llegara al plano recibió un balazo

en el pecho del lado izquierdo que le salió en el brazo del mismo lado por lo

que ordenó una pronta retirada con rumbo al poblado de Higuera Larga, pero

antes de separarse le dio 200 pesos a Tacho, quedando de reunirse en el

poblado El Puerto de la Silla, en donde iban a realizar el reparto del dinero

cosa que no se atrevió a exigir el detenido porque tuvo miedo que el jefe de la

gavilla lo matara, pues lo recibió de mal modo.

Desde entonces no supo que rumbo tomo su jefe, pero se estuvo enterando que

andaba a salto de mata seguido de su mujer Cristina González, la que lo

acompañó todo el tiempo en sus correrías.

Agregó que no sabe si su jefe está vivo o muerto, pues tan luego como vio que

la cosa se ponía peligrosa por la persecución federal, se dirigió al estado de

Nayarit, al lugar ya mencionado donde se puso el nombre de Vicente

González, con el fin de dedicarse a una vida pacífica.

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194

Anastacio (Tacho) Murillo, reo del ejército mexicano, acusado de ser el cerebro de la banda de Tino

Nevárez (1960)

Como un mentis al humilde comportamiento que dice tener Tacho, está la

declaración de Ismael García, quien hace algunos días fue detenido por

agentes de la policía Judicial, en donde también se hace víctima de Murillo

quien en compañía de Lomas lo obligaron a que siguiera a la banda donde

cometieron su última fechoría y le tocó estar en la loma cuando el nuevo

detenido dice haber estado con Tino Nevárez, pero aquel asegura que no los

vio, por lo que es muy probable que los dos maleantes principales fueron

quienes también dispararon contra los federales. El Sol de Sinaloa, 5.06.60104

.

El Sol de Sinaloa, Jueves 7 de julio de 1960.

No le sacaron nada en claro a Tacho Murillo. En relación a las distintas actividades delictivas a la que se dedicó junto con la

banda de delincuentes que comandaba Tino Nevárez, aferrándose en

mencionar que es una blanca paloma, incapaz de matar una mosca, cosa que

sostuvo delante del coronel Jacinto Lugo García y el mayor Gregorio López

García, con quienes fue careado ayer a mediodía en las oficinas del despacho

del general Leandro Sánchez Salazar, ubicadas en el edificio de la novena

zona militar, Tacho Murillo se declaró inocente de todas las acusaciones que

se le hacen de sus correrías como miembro de la banda de Tino Nevárez.

Los dos militares quienes reconocen bien a Tacho lo señalaron como ladrón de

ganado, inseparable de Tino Nevárez y cerebro de la banda, así como el

responsable de la muerte del bombero del mineral de Nuestra Señora, en el

tercer asalto que se cometiera en contra de la compañía.

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195

Como la vez anterior, Tacho prometió decir la verdad sobre los hechos en que

intervino y aceptó haber cometido el asalto contra Primitivo Alarcón, en el

poblado de Ajoya, a donde llegó en compañía de toda la banda para dividirse

en dos grupos. A pesar de que estos hechos dejan muy claro que el bandolero

anduvo en la banda mencionada desde un principio, juró y perjuró que en el

último asalto, había actuado a la fuerza, amagado por Tino y sus secuaces,

pero le entregaron una pistola vieja con la que aunque hubiera querido no

había disparado un solo tiro.

En lo único que varió un poco lo anteriormente dicho, fue en relación al

dinero que recibió en el primer asalto, ya que no fueron 200 pesos, sino 2 mil,

cifra que le fue recordada por el coronel Lugo, quien en aquella ocasión

estuvo a punto de detenerlo aceptando el malhechor haber huido de la

presencia de su perseguidor. Algunas personas que conocen a Tacho Murillo

manifestaron que él había sido quien desde lo alto de un palo blanco había

disparado sobre el chofer de la camioneta Sr. Alejo Amaral Falcón, quien

llevaba el dinero de la raya de los trabajadores, siendo identificado por el

calibre de la bala que le causó la muerte 30-60, que usaba continuamente el

detenido. La falta de pruebas contundentes han proporcionado suma confianza

al maleante, pero de un momento a otro será desenmascarado al presentarle

testigos que presenciaron el sacrificio del bombero y a Ismael García, quien

señalo a Tacho como el individuo quien lo llevó a la fuerza y quien lo armó

con el rifle 22, que había sido robado al bombero.

Probablemente el ladino asaltante no sea enviado al distrito de Cosalá ya que

el expediente del último asalto, radica en el juzgado segundo en el que Tacho

acepta haber estado no muy en contra de su voluntad. El Sol de Sinaloa.

07.07.60.105

En cuanto al destino final del botín del asalto del tres de octubre de 1957, los

autores de este libro encontramos las siguientes versiones.

La primera, corresponde a la de Tacho Murillo, opinión que recogió el

periódico El Sol de Sinaloa; la segunda, corresponde a la de un familiar de

Tino Nevarez y la última al propio bandolero Tino Nevárez (Léase anexo).

Tacho murillo a quien las comunidades de la sierra conocieron como El

pistolero de Tino, sostuvo que del reparto del botín del tres de octubre de

1957, le correspondieron 2 mil pesos y que el jefe de la banda se los entregó

malhumorado porque al parecer estaba enojado.

La segunda opinión, corresponde a un familiar de Tino, quien sostiene que, la

mayor parte del botín quedo en Costa Rica, siendo traído por el bandolero y

un acompañante, en su fuga de la sierra a los valles del municipio de Culiacán

a fines de 1957.

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196

Esta última versión fue contada a los autores, por el Sr. Ángel Nevárez quien

apoyándose en su primo Francisco, acompañante del bandolero en su fuga

hacia la costa, sostuvo que cuando bajaron del rancho Los Arrayanes, Tino

traía sobre sus hombros la mayor parte del botín del asalto a los militares,

como 30 mil pesos en billetes de diferentes denominaciones, siendo bastante

dinero para la época. Bajaron vestidos de músicos con una acordeón y una

guitarra y en el camino encontraron unos soldados a quienes cantaron unas

canciones y por venir borrachos los militares no los identificaron, continuaron

bajando hasta Costa Rica, donde dejaron los instrumentos musicales y la

mayor parte del botín llevándose Tino sólo la pistola del capitán, la cual portó

hasta llegar a los Estados Unidos.

Ángel Névárez…Ibid.106

La tercera versión sobre final del botín, la comenta el propio bandolero en

entrevista realizada por los autores a finales del año 2000, desde algún lugar

de los Estados Unidos (Léase anexo).

El último hombre de Tino.

De los últimos hombres que participaron en el asalto a la raya del mineral de

Nuestra Señora, que tuvo oportunidad de platicar con Tino Nevárez, fue

Armando Nevárez. Un joven de veinte años de edad originario del rancho La

Campana, del municipio de Otaez, Durango. En su entrevista realizada a fines

del año 2000, (Léase anexo) con los autores, don Tino reconoció que

Armando fue el último de sus hombres que lo acompañó en su desesperada

huida hacia la sierra de Durango y se despidió de él, en el rancho Las

Aguamas, donde, como recuerdo, le regaló su pistola Super y una feriecita

para que se ayudara en el camino y que a partir de entonces ya no supo más de

él.

Para 1998, los autores tenían ya en su alforja la entrevista realizada a los

hermanos Ventura y Guillermo Herrera Simental, dos arrieros que, cada ocho

días, cruzaban la Sierra Madre Occidental, transportando goma base de chicle,

producto que bajaban de los altos a la hermosa ciudad de Cosalá, donde era

almacenado en las bodegas del Sr. Juan Pereda en el actual hotel Quinta

Minera: Léase dicha entrevista.

Cuentan los hermanos Herrera que, en sus recorridos por la sierra, entre los

límites de Sinaloa y Durango, era común pasar por un ranchito que se llamaba

El Granizo, arriba de Guachimeta, Durango. Una noche, dicen los hermanos

Herrera, miramos llegar al rancho un individuo que venía en una mula, al

momento notamos que se encontraba herido y ayudamos a bajarlo. Los dueños

de la casa, única en aquel lugar, eran el Sr. Moisés Sánchez y su hija María.

Nosotros, continúan narrando los hermanos Herrera, reconocimos al enfermo

porque era nuestro amigo, nos criamos juntos en el rancho La Campana y

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197

sabíamos que andaba con Tino. Como íbamos de pasada, otro día en la

madrugada, salimos con nuestro cargamento y regresamos, ocho días después.

Al retornar, encontramos completamente sola a María, hija de don Moisés,

vestida de luto.

La misma muchacha nos platicó cómo Isidoro Sánchez, su primo, había

matado a su papá y que ella en venganza había dado muerte a aquel.

En su plática, la joven nos comentó cómo se dieron los hechos a saber: resulta

que Armando Nevárez traía dinero en sus bolsillos, probablemente, del asalto

al mineral de Nuestra Señora. Don Moisés e Isidoro se pusieron de acuerdo

para desaparecer a Armando aventándolo a una barranca para quedarse con el

dinero y la pistola.

El problema surgió cuando el sobrino no estuvo de acuerdo con el reparto,

porque el tío se quedó con el botín y a él sólo le tocó la pistola. Un día,

Isidoro salió de su casa, la cual se encontraba río abajo y fue a reclamarle al

tío diciéndole: “tío deme mi parte del dinero”. A lo que don Moisés contestó:

“No tengo dinero, ya te di la pistola, esa es tu parte”. “No, tío, dijo Isidoro, es

mucho dinero, deme lo que me corresponde o nos vamos a matar”. Dicho esto,

Isidoro se retiró a su vivienda.

Otro día por la mañana, cuentan los hermanos Herrera, apoyándose en María,

desde el lugar donde vivía, Isidoro le empezó a gritar a su tío: ¡tío me va dar

mi parte, o nos vamos a morir!. Ya te dije, tu parte es la pistola que te

entregue, contestó de nuevo don Moises. En eso estaban, cuando el sobrino

disparó el primer balazo, iniciando un intercambio de fuego en el que, al final,

el sobrino mató al tío. Al ver los acontecimientos, María que se encontraba a

la expectativa, manoteo el arma de su papá y mato a Isidoro quien cayó en la

arena del río con dos balazos en el cuello.

Finalmente los hermanos Herrera con tristeza y sumidos en sus recuerdos

comentan: Así, terminó la vida de Armando Nevárez, el último hombre de

Tino, con una verdadera tragedia llevándose entre las patas a Isidoro y su tío

Moisés. Ventura y Guillermo,Ibid106

Viaje a Campanillas.

A invitación de mi amigo el arquitecto David Manjarrez Sarabia oriundo de la

sindicatura de Costa Rica, el día sábado catorce de septiembre de 1999,

decidimos viajar a la sindicatura de Ajoya, municipio de San Ignacio, Sinaloa,

con el propósito de visitar el ranchito Las Aguamas, sitio donde el legendario

bandolero Tino Nevárez se escondió (entre el monte), cuando el ejército le

pisaban los talones, después de la muerte de los militares en octubre de 1957.

Mi amigo me informaba que su abuela Sra. María Luisa Beltrán Aguiluz y la

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198

hermana de esta Sra. Concepción de los mismos apellidos habían alimentado,

en esa ocasión a Tino Nevárez.

Después de los arreglos correspondientes el día sábado catorce de septiembre

de 1999, a las cinco de la mañana un grupo de compañeros y el que esto

escribe (prof. Benjamín Luna), tomamos una camioneta Chevrolet Suburban

de diez plazas modelo 98. Para las nueve horas, después de realizar algunas

paradas, para surtir combustible y estirar las piernas, llegamos a la cabecera

municipal de San Ignacio, donde almorzamos y posteriormente visitamos la

cárcel de la ciudad. La idea era tomar fotografías del histórico centro de

readaptación social donde, en los primeros días de octubre de 1944, estuviera

preso el legendario bandolero.

En ese sitio tuvimos el apoyo del Ing. Salvador Valencia responsable de la

construcción del nuevo edificio de la biblioteca pública municipal, asentada en

el mismo terreno donde anteriormente se ubicaba la cárcel municipal.

En este antiguo edificio hoy rehabilitado como biblioteca oficial del municipio de San Ignacio,

estuvo preso el legendario bandolero Tino Nevárez, en el año de 1944.

Después de presentarnos e informarle al Ing. Valencia de nuestro propósito

solicitamos el respectivo permiso para pasar al interior del edificio y tomar

gráficas para nuestro libro. El funcionario nos contestó que esto no era posible

pues las llaves se encontraban en las oficinas de la presidencia municipal y

que por ser día de asueto se encontraba cerrada, sin embargo, podía enviarnos

imágenes antiguas del centro de readaptación a través del correo electrónico lo

que en efecto días después cumplió.

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En dichas gráficas se puede observar un patio como de quince metros de

ancho por veinte de largo, donde según Tino Nevárez (Léase anexo), sacaban

a los presos a darse baños de sol.

Patio de recreación de quince metros de ancho por veinte de largo, donde según Tino Nevárez,

sacaban a los presos a darse un baño de sol, momentos que él aprovechó para fugarse (1944).

Se contemplan además los dormitorios y las celdas donde por las noches

encerraban a los presos para su descanso. La única diferencia es que la puertas

de las rejas, en aquellos tiempos (1944), se habrían hacía afuera, es decir hacia

la calle, lo que Tino aprovecho para fugarse (véase anexo).

Una hora después continuamos nuestro viaje hacía el pueblo de Campanillas

distante 30 kilómetros, parte oriente, de la cabecera municipal.

Después de dos horas de camino por una ruta bastante accidentada llegamos a

las primeras casitas de la comunidad donde fuimos amablemente recibidos por

la familia de nuestro amigo David, eran las 13 hrs.

Toda esa tarde nos la pasamos platicando de cosas intrascendentes bajo un

frondoso árbol de mora y, por la noche nuestra anfitriona Sra. Yolanda

Manjarrez de León nos agasajó con unas ricas y sabrosas tortillas de harina

calientitas recién salidas del comal y unos frijolitos caldudos que estaban

como para chuparse los dedos, comiendo hasta más no poder.

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200

Guía de soldados

Por la noche, entrevistamos al jefe de familia Sr. Rafael León Bastidas quien

nació en el rancho El Carrizal en 1931, y sirvió de guía, forzado, por una

partida de militares para caminar un trayecto de cinco kilómetros, del ranchito

Las Aguamas, donde vivía con su familia, al rancho La Piedra Prieta rumbo a

la comunidad, La Mexteña, al oriente del pueblo de Ajoya.

“Recuerdo, dice don Rafael que, hacía una hermosísima luna que hasta parecía

de día, cuando mi concuño Víctor Manjarrez, quien vivía en la segunda casita

del rancho llegó a mi domicilio para pedirme de favor que guiara a dos

pelotones de soldados comandados por un teniente que venían de San Ignacio,

Sinaloa (30 kilómetros abajo), pasando por Campanillas, buscando a Tino

Nevárez, dado que él, no conocía esas veredas, menos las conocían los

federales pues eran extraños a esos territorios. Al presentarme con el oficial,

dice don Rafael, me dijo lo siguiente: “El supremo gobierno necesita de su

apoyo para estabilizar la región y darle seguridad a sus familias”. Contra mi

voluntad, acepté la invitación, guiándolos por el arroyo de Guasimillas hacia

abajo; íbamos corre y corre porque les urgía llegar al siguiente sitio (rancho La

Mexteña), donde se reunirían con la partida que venía de la sindicatura de

Ajoya.

Caminando por la vereda me echaron por delante y empezaron a maltratarme

con las culatas de los rifles, acusando a la gente de la sierra (yo como parte de

ellos), de ser cómplices de los bandidos que asaltaban los minerales. Después

de dos horas de camino llegamos a la única chocita del lugar, donde vivía el

Sr. Miguel Crispín, quien se comprometió a sacar adelante a los federales. En

cuanto me dieron libertad me regresé corriendo a mi rancho, el tiempo de dos

horas que hicimos al principio lo recorrí en veinte minutos.

Quiero destacar, dice don Rafael que yo, nunca supe que, en esa ocasión, Tino

se encontrara escondido entre los montes aledaños al rancho Las Aguamas y

que se le llevara alimento como lo dijo el bandolero, desconozco si la familia

de mi concuño lo haya hecho.

Años antes sí había escuchado que de vez en cuando el forajido andaba por

esos rumbos, pero nunca me tocó verlo.

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201

Restos de la antigua vivienda en el rancho Las Aguamas, Campanillas, San Ignacio, Sinaloa, donde

llegó Tino Nevárez a solicitar alimentos en su fulgurante fuga en octubre de 1957.

Días después, continúa narrando don Rafael, tuve conocimiento que el centro

de operaciones del ejército se encontraba asentado en Ajoya, lugar donde el

general Jesús Árías dirigía la guerra contra Tino Nevárez y las gavillas de la

región. Lamentablemente, con ese pretexto el gobierno cometió atrocidades,

asesinando mucha gente inocente de la sierra.

Una de tantas injusticias, continúa narrando do Rafael, fue la del Sr. José

Luna, un ganadero del rancho El Camichín, quien antes del ataque contra la

banda de Tino en el Cerro de La Silla, fue detenido por los federales y llevado

preso a Ajoya, donde un capitán de apellido Alconedo, dio la orden que otro

día por la mañana fuera pasado por las armas como castigo por proteger a

Tino Nevárez. Por fortuna, sigue el relato de don Rafael, mi compadre Jesús

Vega, amigo de don José y conocido del capitán (pues les facilitaba mulas

para el transporte), le salvó la vida al pedir perdón para el prisionero. Fue tan

agradecido el Sr. Luna con mi compadre Jesús, que meses después le regaló

50 reses por haberle salvado la existencia.

Cabe destacar que en esa época, dice don Rafael había muchos ricos en Ajoya,

y algunos apoyaban con dinero a Tino, porque sabían que él realizaba una

buena obra social con la gente de la sierra. Entrevista con el Sr. Rafael León

14.09.99107

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202

Alimento para los federales

Por su parte la Sra. Yolanda Manjarrez Aguiluz, esposa de don Rafael, quien

nació en el año de 1942, en el rancho Las Aguamas, nos refiere lo siguiente:

Recuerdo que, en una ocasión ya oscureciendo, por allá, por el año de 1957,

llegaron al rancho un numeroso grupo de soldados, mis abuelitas, Sra. María

Luisa y Concepción Beltrán Manjarrez, quienes nos criaron a mi hermana

Encarnación y a mí, nos pusieron a moler nixtamal y echar gordas para darles

de cenar a los federales. Hicimos un mundo de tortillas en el comal y las

servimos con queso, requesón, frijoles y café con leche. Después de tres horas

de trabajo terminamos bien cansadas. Serían las once de la noche cuando la

partida de militares se despidió de nosotras continuando su ruta en búsqueda

de Tino Nevárez. Termina narrando doña Yolanda. Entrevista con la Sra. Yolanda

Manjarrez 15.09.99108

Sra. Yolanda Manjarrez abasteció de alimentos a los federales que perseguían a Tino Nevárez por el

arroyo de Las Aguamas en octubre de 1957.

Campanillas, donde el tigre ruge

La tarde del catorce de septiembre, en Campanillas, estuvo haciendo mucha

calor, similar al de las costas de Sinaloa, lo anterior motivó que algunos

compañeros del viaje decidiéramos dormir en el portal de la vivienda. Ya de

madrugada el clima fue más benigno hasta tuvimos que cubrirnos con cobijas.

Un cielo sumamente estrellado arrullaba nuestro sueño de repente un rugido

estremecedor cimbro las cumbres del cerro El Jacalito y La Guajolota que se

encuentran enfrente del poblado dejándonos llenos de pavor, nos levantamos

muy asustados pues jamás habíamos escuchado algo parecido. Ya despiertos,

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203

escuchamos varios bufidos más y nos preparamos para correr. Por fortuna

nuestro anfitrión se levantó y nos explicó las causas de tan fuertes bramidos,

nos dijo: “Es el tigre de montaña, cada vez que anda alborotado ruge como

enojado y en ocasiones cuando tiene hambre también lo hace pero no se

espanten, al pueblo nunca se arrima, le tiene miedo a la gente.

Sorprendidos por el suceso preguntamos cómo era posible que ese tipo de

fieras aún existieran en la sierra sinaloense.

Don Rafael nos contestó que estos animales estaban protegidos por el

gobierno y que, mientras no atacaran al ganado o a los humanos no había

razón para matarlos, nos recomendó que siguiéramos durmiendo pues otro día

nos esperaba una larga jornada, reconciliamos el sueño pero, como dice el

dicho, con un ojo al gato (en este caso al tigre), y otro al garabato.

Cerro El Jacalito al oriente del pueblo de Campanillas, San Ignacio, Sinaloa, hábitat del tigre de

montaña, sitio por donde Tino escapó de los federales en 1957.

Arroyo de Guasimillas

Otro día muy temprano nuestro guía (Ramoncito León), ensilló su mula blanca

de nombre La Paloma y se montó en ella, iniciando el recorrido hacia el sur

del pueblo de Campanillas. Nosotros: David, Fidel y el que esto escribe

íbamos a pie, por no encontrar bestias disponibles para transportarnos. En

unos cuantos minutos cruzamos el arroyo de Campanillas, no sin antes

empapar nuestras ropas hasta la rodillas, continuamos rumbo al sur, pasando

por la confluencia de dichas aguas y las que bajan del rancho Las Aguamas

(objetivo de nuestro viaje). Cordoncitos de agua fresca y cristalina recorrían

los causes de los riachuelos bajando de los altos a regar las feraces tierras de

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los valles de Sinaloa. Dos kilómetros adelante, encontramos una exuberante

vegetación que impide la penetración de rayos solares dando la apariencia de

una noche sin luna con florecillas blancas y amarillas a la vera del camino que

hacían más hermoso nuestro recorrido y el paisaje del arroyo Las Aguamas,

también llamado de Los Laureles. Más adelante, pasamos por La Vinata,

lugar donde en los años 20s, el Sr. Alberto Zúñiga llenaba demazanas, litros y

toluquitas de mezcal silvestre para surtir a los arrieros que bajaban del mineral

de El Tambor, pasando por Campanillas, El Platanar y San Ignacio,

finalizando en Estación Dimas, donde embarcaban las barras de oro y plata

por ferrocarril hacia el puerto de Mazatlán, en un recorrido de más de cien

kilómetros entre barrancas y montañas. A principios del siglo xx, la misma

ruta, fue utilizada para sacar madera para la construcción de las vías del

ferrocarril así como ademar los túneles de las minas de la región.

A unos cuantos metros de esta vivienda (hoy en ruinas) a la vera del arroyo Las Aguamas, se

encontraba La Vinata, donde se producía mezcal silvestre que consumían los arrieros y trabajadores

de las minas de la región durante las primeras decadas del sigo XX.

Continuando con nuestro recorrido, tomamos el arroyo de Guasimillas entre

frondosos árboles de apomos, higueras, salates, sapotes, hermosas habas y

enredaderas, seguidos de una parvada de chachalacas que al percibir nuestra

presencia se alborotaron acompañándonos buen tramo por el arroyo, hacia

arriba, con su constante escandalo (graznido), parecido al de mujeres de

mercado.

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Ramoncito León Manjarrez, inteligente joven, sirvió de guía a estos investigadores. Montado en su

mula Paloma (1999).

Dos horas y media después estábamos en el rancho Las Aguamas, sitio donde

pernoctara, por una noche, el legendario bandolero Florentino Nevárez, en su

fugaz escapatoria del rancho El Camichín, hacia los valles de Sinaloa.

Olla de barro donde tomaron agua fresca los federales que andabam tras la pista de Tino Nevárez,

en octubre de 1957.

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Desde ese sitio tomamos imágenes del cerro El Jacalito, El Chile y La

Guajolota, montaña esta última donde se ubica un volcán, que de vez en

cuando despierta lanzando, una que otra fumarola poniendo en tensión a los

habitantes de Campanillas y de ranchos circunvecinos. Al frente de dichas

cumbres se observa con magistral señorío el cerro de El azafrán, con su

espectacular copo de nieve listo para engullirlo.

Chachalaca, ave con la cual practicaba tiro al blanco Tino Nevárez.

Cumplido nuestro objetivo, tomar fotografías del lugar, y escudriñar las

madrigueras donde se paseaba el legendario bandolero regresamos por el

mismo sendero, habían pasado cuatro horas de fructífero trabajo, reflejados en

el enriquecimiento de nuestra investigación.

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Sra. Romana Sánchez, prima hermana de Tino vivió d cerca las correrías del legendario bandolero Tino

Nevárez en la Sierra Madre Occidental.

A las cinco de la tarde estábamos de nuevo en nuestro natal Costa Rica.

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Imágenes sacras que según el legendario bandolero Tino Nevárez la gente de la sierra le regaló para

que Dios lo cuidara, a las cuales atribuye su salvación. (2000).

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Conclusiones:

A mediados del siglo XX, en la alborada del famoso Milagro Mexicano, el

país vivió una de las etapas más importantes de su historia (doce años de

crecimiento económico sostenido).

Sinaloa no fue ajeno a dicho florecimiento, sino todo lo contrario, la influencia

del modelo económico incentivó su crecimiento y desarrollo al grado de

producir un giro de ciento ochenta grados en su economía. Fueron cambios

bruscos y repentinos que impactaron en la sociedad: costumbres, hábitos,

gastronomía, arquitectura y, hasta en la forma de pensar del sinaloense se

dieron transformaciones.

La agricultura de exportación hacia el país del norte, trajo dólares a raudales,

impactando fuertemente la aletargada ciudad de Culiacán que durante décadas

había permanecido prácticamente estancada.

Sin embargo, mientras en valles y costas todo era algarabía y glamour, en la

zona de los altos la minería, principal economía de la región, presentaba

signos de estancamiento y desolación. La crisis internacional de metales de

mediados del siglo xx, obligó al cierre de la mayor parte de las compañías

mineras de la Sierra Madre Occidental, particularmente del estado de

Chihuahua, Coahuila, Durango y Sinaloa, apareciendo los jinetes del

apocalipsis: desempleo, hambre, miseria, muerte e injusticia social. Al

anterior panorama, se sumó una de las más grandes sequías que tenga

registrada la geografía sinaloense. Ranchos, pueblos y pequeñas comunidades

de la sierra clamaban al todopoderoso por unas cuantas gotas de agua para

cosechar, cuando menos, unos granos de maíz. Los animalitos domésticos

murieron de sed, aves, venados, conejos y liebres y, hasta serpientes y

cachoras desaparecieron de la atmosfera de las agrestes montañas. Producto

de lo anterior y, al no recibir auxilio de los gobiernos estatal o federal, miles

de familias abandonaron sus tierras, emigrando hacia horizontes más

promisorios; los menos, formaron bandas y grupos delincuenciales con el

propósito de asaltar, extorsionar y asesinar a caciques y empresarios de la

región a quienes culparon de ser los responsables de su tragedia.

Una de estas bandas fue precisamente la de Florentino (Tino) Nevárez, un

bandolero social surgido de los más bajos estratos sociales de la sierra

sinaloense, quien se convirtió, en unos cuantos años, en el más amado de las

familias de la montaña y por otra parte en el más odiado enemigo de las

compañías mineras, el ejército y los caciques de la región. La historia, rescata

la vida de este personaje porque, a diferencia de otras pandillas Tino, robaba

las empresas metalúrgicas para repartir el fruto de sus andanzas entre los

desprotegidos. Así, según nuestros entrevistados, en los pueblos donde Tino

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222

señoreaba, no faltaban víveres, medicamentos, cobijas para el friolento y hasta

una muda de ropa para cubrir sus desnudeces, independientemente de que,

protegía bajo su manto a los que eran maltratados por el gobierno federal o por

los capataces de las empresas mineras, quienes eran amos de horca y cuchillo

en aquellas lejanas tierras.

El tiempo, y el pueblo que lo cobijó fue creándole una aureola de benefactor y

protector de los pobres, un segundo Heraclio Bernal, un Robín Hood, que

además de alimentar a los pobres aplicaba la justicia contra los poderosos. Lo

anterior permitía al bandolero moverse como águila en la montaña, pues

además de astuto y audaz, atributos que le caracterizaron, durante los cinco

años que se mantuvo en sus correrías, contó siempre con las suficientes bases

de apoyo social que impidieron su detención. Convertido en el más fiero

enemigo del ejército al asestar golpe tras golpe a las empresas mineras los

federales intensificaron su persecución, sin embargo, jamás pudieron

atraparlo para aplicarle la ley fuga como eran los deseos del general Jesús

Árias Sánchez, el famoso Pacificador del sur, quien fungió como comandante

de la Novena Zona Militar durante el período (1955- 1959). El bragado

militar, por cierto, en unas de sus tantas bravuconadas prometió que “se los

cortaría” sino atrapaba a Tino y lo bajaba amarrado de la sierra sinaloense para

castigarlo por sus actos; nunca se supo que lo haya detenido o ejecutado, pero

tampoco que se los haya cortado, como lo prometió. Lo cierto fue que al final

de esta guerra sin cuartel, el aguerrido general fue destituido de su cargo por

mandos superiores, pues murió mucha población civil inocente por las

atrocidades que se cometieron.

En octubre de 1957, después de un enfrentamiento con los militares, donde

murieron varios federales, el legendario bandolero Florentino (Tino Nevárez)

desapareció del escenario de la Sierra Madre Occidental dejando al gobierno

desconcertado y al pueblo que lo protegió con una sonrisa de satisfacción en

sus labios, al ver triunfante a su héroe y sentir que a pesar que el gobierno

sembró la sierra de cadáveres, jamás pudo atrapar, encarcelar o fusilar, como

fue la costumbre del ejército en la sierra, a quien los protegió y ayudó en los

tiempos más difíciles de su vida. Con el tiempo, Tino Nevárez se convirtió en

leyenda y en mito; un mito en el cual el bandolero social queda desprovisto

de sus defectos y sólo trasciende su grandeza y su carácter épico recogido en

sus dos corridos cantados por el pueblo que aún lo recuerda con cariño y

respeto y que pervivirá muchos años en sus corazones.

Sin duda, la rebelión de la sierra encausada por Tino Nevárez fue producto

de una crisis económica, más que de un programa o proyecto político surgida

en una región de poco acceso a la civilización, difícil pero no imposible de

solucionar si los gobiernos de aquellos años hubiesen tratado con diligencia

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223

los conflictos laborales y sociales que se presentaron en aquellos intrincados

espacios geográficos. Lo anterior no es más que un ejemplo que debe llamar

la atención de las nuevas generaciones sobre todo, de los gobiernos que no

deben olvidar que las familias de las cumbres son también seres humanos,

que sienten y sufren al igual que los de la costa y los valles. En México no

deben existir dos Sinaloas: uno de riqueza y opulencia, y otro de pobreza,

miseria e injusticias sociales, la historia debe servir para no cometer dos veces

los mismos errores, así sea.

Árbol genealógico de Tino Nevárez

Abuelos paternos papá y tíos paternos

Jesús Nevárez y Agapita Duran ----Librado--Meliton--Juventino--Lucrecia--

Domingo--Victoriana

l l l l

Abuelos maternos l mamà y tios maternos

l

Juan Sánchez y Jesús Peña------Guadalupe---Facunda---Cristina-----Juan-------

María------Lupita

l l l l

Esposa 1. Cristina González------FLORENTINO Agustín

Ángel Ramón

Hijos-----Concepción Lorenza Juana Inés

Loreto Encarnación Francisco Paulita

Norberto

Emma Jesús Marcial Teresa

esposa.2.Maria Ortiz Vicente Austreberto

Romana

Hijos----Benjamín Pedro Paz Reyna

Ángela Custodia Fernando Victoria Flora

Elizabeth Victorina Delia

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224

Elena José

+Laura María Rogaciano

Víctor

Nota: De los siete hijos de Jesús Nevárez y Agapita Durán, cuatro casaron

con cuatro de los seis hijos de Juan Sánchez y Jesús Peña.

ANEXO

ENTREVISTA CON EL LEGENDARIO TINO NEVÁREZ

(MI VERDAD)

A principios del año 2 mil, los autores de esta publicación tuvimos

conocimiento que, el legendario bandolero Florentino (Tino) Nevárez Sánchez

aún se encontraba con vida, por lo que empezamos a buscar los contactos

necesarios para solicitar una entrevista con el personaje. El esfuerzo tuvo éxito

cuando después de varios intentos fallidos, nuestro enlace nos informó que el

mítico bandolero estaba dispuesto a recibirnos y a contestar todas nuestras

interrogantes siempre y cuando no tomáramos fotografías, ni hiciéramos

grabaciones.

Siendo así, se nos dijo: primero hay que viajar a la ciudad de Tijuana donde

serán recogidos y llevados a los Estados Unidos, alisten sus pasaportes.

A principios de diciembre, del citado año, tomamos un autobús rumbo a la

frontera, llegando otro día, hospedándonos en un hotel de la gran urbe. Días

después, llegó una llamada telefónica, una voz de mujer nos indicó lo

siguiente: mañana, al caer la noche serán recogidos por unas personas en su

propio hospedaje preparen sus pasaportes para cruzar la línea. Al día

siguiente, un nuevo telefonema, en esta ocasión, voz de hombre, nos informó

la hora y las características de las personas que pasarían por nosotros.

A las nueve de la noche del día trece de diciembre del año 2000, previo el

permiso de migración, cruzamos a Estados Unidos, tomando rumbo al norte

por una amplia y serpenteante carretera, dejando atrás, en unos cuantos

minutos, la frontera con México. Después de cuatro horas de camino, nos

desviamos hacia el oriente, tomando una rúa de terracería, dando tumbos entre

piedras y hoyancos que hacían más lento nuestro trajinar y más cansado

nuestro viaje. Como las cuatro de la mañana llegamos a una especie de rancho

con sembradíos de limoneros, naranjos y mangos, al fondo se podía percibir,

entre penumbras las siluetas de ganado caballar y vacuno que con el ruido de

nuestro auto empezaron a levantarse medio asustados.

A recibirnos salió un Sr. entrado en años, quien nos dio la bienvenida e invitó

a pasar a una vivienda rustica donde había una estufa, una sala con comedor y

un espacio con dos recamaras.

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Los jóvenes que nos llevaron, se despidieron de nosotros y nos dijeron:

descansen, el Sr. aquí presente, los atenderá en lo que se les ofrezca, luego les

llamaremos.

Dormimos todo ese día, ya por la noche entro una llamada, de nuevo voz de

mujer, quien nos indicó lo siguiente: Mañana temprano, sin fijar hora, estará

con ustedes el Sr. Tino Nevárez, preparen su entrevista.

En efecto, otro día, alrededor de las cinco de la mañana escuchamos el rugido

de un automóvil que llegó a toda velocidad. Ya está aquí el Sr., dijo el

responsable del rancho, adelantándose a abrir la puerta principal construida de

madera.

De inmediato nos pusimos de pie, al instante vimos entrar a un joven como de

veinte años de edad, alto y fornido seguido de un Sr. de edad avanzada quien

nos extendió su mano derecha para saludarnos.

Espero, hayan descansado lo suficiente y estén siendo bien atendidos, nos

dijo, pidiéndonos que por favor nos sentáramos.

Acto seguido, solicitó al encargado de la casa, sirviera café y fuera preparando

el almuerzo.

Nuestra primera impresión sobre el personaje fue la siguiente: era un hombre

que representaba menos edad de la que realmente tenía pues su rostro reflejaba

pocas arrugas, piel tersa y rozada, dubitativo al hablar. Nariz recta, labios

gruesos, bigote cano, ojos y orejas grandes; de aproximadamente, 1.75 mt. de

estatura, corpulento, voz fuerte y vigorosa y a pesar de su edad, caminaba

completamente erecto. De brazos y manos, gruesas y fuertes, bien cuidado,

vistiendo atuendo de camisa a cuadros y pantalón de vestir, color azul, zapatos

negros de piel, tipo mocasín, una cachucha beisbolera con las siglas de Nueva

York (NY) cubría una calvicie casi total que, al quitársela daba el aspecto de

hombre sabio e inteligente.

A pesar de más de medio siglo de su salida del escenario de la Sierra Madre

Occidental seguía hablando con acento serrano, inclusive, conservaba aún,

palabras características de la región de los altos de Sinaloa.

Después de explicarle el interés de nuestra visita, nos contestó: “Creo que ya

saben las condiciones para esta entrevista, y comprenderán por qué, aunque

han pasado muchos años tengo que tomar mis precauciones. Esto lo decía en

franca referencia a la no toma de fotografías y grabaciones. Estamos de

acuerdo, contestamos.

Después de media hora de comentarios intrascendentes que sirvieron como

rompe hielo, programamos varias sesiones de trabajo, divididas en tres días.

Iniciando esa misma mañana, después de haber consumido nuestros sagrados

alimentos.

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Al tomar nuestro desayuno notamos algo importante: a pesar de su rusticidad

el legendario bandolero había aprendido a comer con cubiertos lo cual

denotaba un cambio de urbanidad en sus arraigadas costumbres serranas.

Primer día de entrevista

Nos sentamos alrededor de una mesa rustica, donde el cocinero colocó una

jarra con agua de sabor naranja con cuatro vasos para su respectivo uso y

además un platillo con fruta variada como aperitivo. Quedamos nosotros

colocados hacia el sur y don Tino y su acompañante hacia el norte.

Pues estoy a su disposición dijo nuestro entrevistado, tomando la iniciativa.

- Primera pregunta. Bien Sr. ¿Nos puede decir su nombre completo?

- Tino. Antes que nada quiero destacar que, después de la muerte de los

militares en 1957, es la primera ocasión que voy hablar y aclarar tales

acontecimientos, nunca antes lo había hecho por cuestiones de seguridad,

sobretodo de mi familia, por lo que ustedes serán los primeros en publicar la

verdadera historia de mi vida.

Yo me llamo Florentino Nevárez Sánchez, aunque como ustedes

comprenderán por todo lo que pasó, en aquellos tiempos, me cambie de

nombre y hoy vivo en Estados Unidos, con otro apelativo.

- P ¿En dónde y en qué año nació?

-T Nací el 16 de octubre de 1923, en un ranchito de nombre El Bayus,

perteneciente al estado de Durango, a media hora de camino de Guadalupe de

los Reyes, Sinaloa, sitio donde viví hasta los diez y siete años de edad.

-P ¿Cómo se llamaban sus padres?

-T Mi padre se llamaba Librado Nevárez Durán y mi madre Guadalupe

Sánchez Peña

-P ¿A qué se dedicaban sus padres?

-T Mi padre era gambusino en las viejas minas de la región, tenía un ganadito

y en épocas de lluvias cultivaba la tierra a piquete en los cerros aledaños a

Guadalupe y en ocasiones producíamos carbón para venderlo al mineral. Por

su parte, mi madre, además de las actividades del hogar, a primeras horas del

día, arreaba ganado, ordeñaba vacas, hacía quesos, requesón y cuajadas y las

mandaba vender a Guadalupe, como toda mujer de rancho siempre fue una

mujer muy trabajadora.

P-¿Cuántos fueron en su hogar y qué lugar ocupo usted en el núcleo familiar?

-T Fuimos diez; yo, el primero de la familia, Lorenza, Encarnación, Jesús,

Vicente, Pedro, Fernando, Victorina, José y Feliciano.

- P ¿Si fue a la escuela, hasta qué año estudió?

-T Jamás fui a la escuela, no tuve oportunidad, aunque en Guadalupe había

instrucción hasta sexto grado, las necesidades de la familia eran más

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importantes que los estudios, mucho me hubiera gustado cuando menos, saber

leer y escribir.

-P ¿A qué jugaba Tino Nevárez cuando era niño?

-T Como dije, anteriormente, se puede decir que no tuve infancia, desde muy

pequeño (seis años), la vida se me fue en puro trabajar: cuidar vacas, arrear

burros, cortar leña, hacer carbón y buscar oro en minas abandonadas, hasta la

fecha, mi trabajo sigue siendo el campo y así, me voy a morir, trabajando.

- P¿ Por qué razón, viviendo tan cerca de un mineral tan importante, como

Guadalupe de los Reyes, no solicitó trabajo de minero?.

-T Mis hermanos y yo, nunca quisimos ser mineros porque veíamos

trabajadores enfermos de los pulmones. Seis, siete años y la persona ya no

podía respirar, se iba secando y secando, y al poco tiempo moría, quedando la

familia en el más completo desamparo, no había jubilaciones,

indemnizaciones ni pensiones, el patrón no cooperaba ni para el cajón.

Cuando se daban accidentes el patrón no se hacía responsable de nada.

-P ¿Existía sindicato?

T Si, pero no servía panada. Además nunca me gustó trabajar con patrones

porque algunos eran muy injustos y yo, pues nací con espíritu rebelde y

libertario, al respecto les platico la siguiente anécdota.

Recuerdo que sucedió en Guadalupe, en fechas de carnaval, tenía yo catorce

años de edad. Estábamos, unos chamacos y yo, mirando el barullo de la fiesta,

cuando llegoóel síndico de Guadalupe Sr. Manuel Arana, y un capitán del

ejército y nos dijeron que nos fuéramos de ahí. Le contestamos que estábamos

divirtiéndonos que no le hacíamos mal a nadie.

Al ver que permanecíamos en el lugar, nos amenazaron con mandarnos a la

cárcel.

Me dio mucho coraje sobre todo con el síndico, porque era conocido nuestro y

sabía que no éramos gente mala. Me dieron ganas de arrebatarle la pistola al

capitán y darle de balazos, pues era injusto lo que estaban haciendo con

nosotros, por fortuna me contuve, decidiendo mejor retirarnos; iba yo,

gritando y tarareando una canción pues desde chico fui muy alegre. Por cierto

que, tiempo después supe que al militar lo habían matado en el rancho El

Comedero y al síndico, en otro lugar de la sierra.

-P Se dice que usted fue un hombre muy bien parecido, lo que se dice buen

mozo ¿Recuerda su primera novia, cómo se llamó, qué memoria tiene de esa

relación?.

-T A la edad de quince años tuve mi primera novia a la cual quise mucho, se

llamaba Panchita García, por cuestiones del destino la cosa no paso de un

simple noviazgo.

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-P A la fecha, ¿cuántas novias y esposas tuvo en su vida y cuántos hijos?

-T Que recuerdo, tuve como ocho novias y cuatro esposas. Lorenza Gallardo,

mejor conocida como La Güera, originaria del rancho El Tablón; Cristina

Gonzáles, con quien procrie tres hijas (Concepción, Loreto y Ema); Pilar, no

recuerdo su apellido y María Hernández, con la que vivo) actualmente, en

total, tuve nueve hijos.

-P Se dice que a la edad de diez y siete años usted tuvo una novia por la cual

tuvo diferencias con un rival en amores, ¿nos puede aclarar cómo se dieron los

hechos?

-T La hembra se llamaba, Ernestina Chávez Lugo, le decíamos Tina, y era del

rancho Río de los Barragán. Siendo mí novia, era pretendida por un joven de

nombre Salvador Quintana, hijo de una de las familias más poderosas de la

región, quienes vivían en el rancho El Apomal de los Quintana. A tres horas

de camino de mi casa.

Recuerdo, continúa narrando don Tino, en una ocasión hubo un bailecito, en

Río de Los Barragán, andaba yo bailando con Tina, cuando llegó Salvador y

me llamó fuera del baile a una requesta, (reclamo), me dijo: “No quiero que le

andes hablando a Tina”. ¿Y tú, quién eres, para que me lo impidas?, le

conteste. Toda la gente pensaba que nos íbamos a pelear, pero la cosa no pasó

a mayores.

P- Sintió usted miedo por la llamada de atención.

T Yo, nunca tuve miedo, desde niño fui una persona muy fría, no era nervioso,

mucho menos miedoso.

P ¿Qué pasó después?.

T Nos retiramos a mí rancho, unos amigos y yo. Sin embargo, días después,

mi hermano encarnación y yo, fuimos a pagarle unos días de trabajo a mi

primo; Felipe Nevárez, en la sierra se acostumbra que, cuando uno desmonta

un cerro para sembrar y le urge el trabajo, por que las lluvias ya están encima,

pide ayuda a un familiar o amigo y cuando este ocupa el apoyo, regresa con la

misma actividad los días prestados. Estábamos en la faena cuando llego

Salvador diciéndome que en el rancho de su familia, se encontraba una vaca

enferma, propiedad de mi papa, que no podía pararse, que fuéramos a

levantarla. Le contesté que, no podía ir, pues tenía que cumplir con mi primo

Felipe, pero mi pariente me dijo: puedes irte, con lo que trabajaste ya estoy

pagado. Quedándose a trabajar mi hermano Cachón, mientras Salvador y yo,

hacíamos rumbo.

-P ¿Qué paso después?.

-T Caminábamos por una vereda, de repente, Salvador echó mano a su rifle,

un 22, de diez y seis cartuchos que llevaba terciado y sin más, ni más, me hizo

un disparo; como pude lo capotie (esquivé) luego me disparó un segundo

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cartucho, entonces le manotie (quitar algo con arrebato), el arma, entonces

corrió, cuando iba huyendo intentó sacar una pistola 32.20 que llevaba fajada

en la cintura, entonces con su mismo fusil le disparé y le di un balazo en la

nuca. Me fui con el comisario, el Sr. Alejandro Ayón y le expuse el problema

y le dije que me acompañara a Los Remedios, Durango, a entregar el cohete.

El comisario me contestó que primero iría el sólo a semblantear el asunto.

Otro día regresó y fuimos a Los Remedios, que entonces tenía la categoría de

delegación, del estado de Durango. El delegado era el Sr. Aquiles Ramírez,

quien por cierto después fue muy amigo mío.

Al exponerle el caso y entregarle el fusil me contestó: déjame citar a los

Quintana a ver qué dicen.

Me fui a un ranchito que se llamaba El Zapatero, más arriba de Los Remedios

donde vivían dos hijos del delegado, quienes trabajaban de músicos y me

brindaron alojamiento.

Semanas después, el delegado me informó que los Quintana no quisieron

presentarse a declarar, por lo cual no había delito que perseguir, que me podía

retirar.

Entonces me fui al rancho Los Arrayanes, donde se habían ido mis padres,

quienes por presiones del jefe de la defensa (especie de Acordada en la sierra),

Sr. Jorge García, tuvieron que abandonar El Bayus. Posteriormente supe que

dicho Sr. sacaba a mi papá a darle sus “paseaditas” llevándolo a torturar al

monte, con el propósito que le dijera dónde me encontraba, sin embargo, él

nunca me comentó nada, para no comprometerme.

Recuerdo que, cuando informé a mi padre de los acontecimientos, me

contestó: “Ahora sí, se me caen las alas del corazón, estaba seguro que en el

futuro tú serias el jefe de la familia, enseguida se le derramaron las lágrimas.

Mi padre fue una persona muy noble y muy buena gente.

-P ¿Qué sucedió después.

-T Después, me fui al rancho El Verano a trabajar con mi tío Dionisio Peña,

con quien sembré a medias cien hectolitros y al levantar la cosecha mi tío se

quedó con todo luego me dijo: produce 25 toneladas de carbón para venderla

a la minera de Guadalupe, te voy a dar la comida durante el tiempo que estés

trabajando y la oportunidad de producir una tonelada más para que la trates

personalmente. Resulta que mi tío, de nuevo me aventajó, vendió su

producción junto con la mía y no me dio ni un cinco.

Me indigné, y aunque lo respetaba mucho fui y le reclamé, nos íbamos a

pelear pero no nos dejaron, que bueno, porque si no, quién sabe que, hubiera

pasado.

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Entonces platiqué con mi padre y le dije: “Me voy a retirar de la familia para

evitarles un compromiso”. Luego me fui al rancho La Cruz donde me puse a

labrar la tierra pero, antes le pedí prestado a mí padre para comprar unos

huaraches porque, en las carboneras hasta el calzado se me acabó.

Al tiempo supe que, los Quintana ofrecían 20 mil pesos por mi cabeza que,

en ese tiempo era mucho dinero, pues en la sierra los caciques pagaban un

peso por jornal. Tengo entendido que, por la captura de Heraclio Bernal,

ofrecieron 10 mil pesos, por mi vida, el doble.

-P ¿Cuándo tuvo en sus manos la primera arma de fuego?

T Mi primera pistola la compre con dinero de una vaca que vendí a escondidas

de mi papá, era una 32.20, de diez cartuchos. La adquirí porque estaba

enterado que los Quintana querían hacerme daño.

Recuerdo que en una ocasión viniendo por un camino del rancho La Cañita,

casitas que se encontraban a mitad del camino de Los Arrayanes y El Verano,

como a las cinco de la mañana, en un recodo de camino, encontré a un

individuo que yo sabía me andaba buscando para matarme, se llamaba Pedro

Cabrera. Pedro era originario del rancho Tomates del estado de Durango y

había hecho ya, una muerte. Junto con otro individuo asesinaron a don

Antonio Pompa por mandato de una persona, enemiga del difuntito, como

quien dice, Pedro era un pistolero a sueldo.

Al encontrarlo le dije: Que bueno que nos encontramos Pedro y nos

encontramos cuando menos pensábamos, así, son bonitas las cosas, así te das

cuenta tú de mis procederes y yo de tus procederes, ¿cómo te hiciste de esa

pistola?, una 38 Super que traía fajada en la cintura, yo sabía que él no tenía

capacidad para comprarla. No, pues trabajando, me contesto. No, le respondí,

no me prestes lo que no es, háblame derecho, porque tengo entendido que has

hecho compromisos con los Quintana, tú tienes mala intención para mí, pero,

me da gusto que, estemos frente a frente y traes conque y yo también traigo, le

dije.

-P ¿Tenia usted miedo, al estarle reclamando?

-T Como anteriormente les dije yo nunca he sentido miedo, soy de sangre

fría, siempre conservo la calma.

De repente aquel hombre, empezó a temblar y se me hincaba negando lo que

le estaba reclamando. Entonces, le espeté: mira, para que sepas que no estoy

actuando con cobardía voy a dejar que te vayas porque a lo que veo aquí te

puedo matar como un perro, porque estas temblando de miedo, antes te voy a

decir, si tienes algún compromiso con los Quintana, entrega esa pistola,

porque si te vuelvo a encontrar y la sigues trayendo, entonces no respondo, he

notado que tú tienes malas intenciones para mí, además la gente me lo ha

dicho. Pero, si lo vas a ser escondiéndote detrás de una piedra o de un palo

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más bonito que lo presentes de una vez ahorita que estamos uno frente al otro.

Enseguida, dejé que se fuera. Tuve conocimiento de nuevo de él, en 1957,

cuando mi primo Pancho y yo, veníamos huyendo de los federales y llegamos

a La Seca, colonia del mineral de Nuestra Señora donde vivía Pedro, quien

nos vendió bastimento.

Meses después decidí cobrar la recompensa que los Quintana ofrecían por mí

persona. Secuestré a uno de su familia, un joven de nombre Antonio, por

quien pedí cinco mil pesos, me los mandaron y liberé al reo. Posteriormente,

solicité otro préstamo de quince mil pesos, me los enviaron, esta vez no hubo

detenidos, puras amenazas. Al fin, pensé para mis adentros, esa misma

cantidad era la que los Quintana iban a gastar por mi cabeza.

Con ese dinero ayude a mucha gente de la sierra, les compraba reses y les

regalaba carne y otro tipo de víveres y donde miraba enfermos les daba una

ayuda, para sus medicinas.

-P ¿Quiénes le ayudaron a realizar el secuestro?

-T Fueron dos compas, muy jovencitos, uno se llamaba Pablito Landeros a

quien posteriormente se le conoció como, El Águila Negra y el otro de nombre

Cleto, no recuerdo el apellido.

-¿Qué paso después?

-T Me fui para el rancho La Cruz, con unos señores que había conocido en El

Bayus, me puse a labrar la tierra y cosechar maíz que llevaba a vender al

mineral de Tayoltita.

-P ¿Cuántos años estuvo viajando a Tayoltita?

-T Tres años. En el ranchito La Cruz levanté muy buenas cosechas, llegué a

producir más de una tonelada de maíz que trasladaba en una recua de quince

burros de mi propiedad, ganaba buen dinero. No tenía necesidad de trabajar de

obrero en los minerales.

-P En dicho rancho, ¿vivía usted soltero?

-T En esta comunidad de tan sólo tres casitas conocí a una muchacha que se

llamaba Cristina González y me casé con ella con la cual tuve tres hijas:

Conchita, Loreto y Ema.

P ¿Qué paso posteriormente?

T Pues en una ocasión un Sr. de nombre Miguel Abraham hizo un bailecito

para festejar el día de su santo, recuerdo muy bien la fecha fue un 29 de

septiembre de 1944, el ranchito no tenía nombre porque era una sola casita, y

apenas tenía unos cuantos meses de haberse construido, ubicado entre los

ranchos, El Melón, Las Juntas y Las Coloradas, a orillas de un arroyo. El baile

se alumbraba con lámpara de carburo, que en ese entonces había muchas por

esos rumbos, y se realizaba debajo de una ramada correspondiente a la misma

casa. Al festejo asistieron como 50 personas entre ellos dos hermanos míos,

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Pedro y Encarnación, así como dos primos (Pancho) y Austreberto. Había

música de cuerda; guitarra, acordeón y violín, estaba yo, afuerita de la casa,

con unos amigos, tarareando una canción cuando percibí que alguien, al

interior del baile, discutía fuertemente, minutos después escuché llantos y

gritos, corrí a ver qué había pasado, encontrando a mi primo Austreberto ya

boqueando, entonces pregunte ¿Quién fue? Alguien gritó, ¡fue Margarito!,

¡fue Margarito!. Al tal Margarito lo conocía de vista y sabía que la hacía de

valiente. Inmediatamente me puse a buscarlo y al verme, echó a correr,

entonces pensé: este cabrón tiene maldad. Cuando él iba corriendo yo le

gritaba ¡párate, párate!, yo quería saber qué había pasado.

Recuerdo que, cuando corría, me caí sobre una piedra grande y entonces solté

mi cortante porque pensé, a la otra me pico yo mismo. Agarré dos piedras y

alcancé a Margarito, quien me lanzo una puñalada con su cortante, la pajarie

(evite) y le tiré la primera piedra pero no le pegué, después le hice la finta con

la otra pero no la solté y en el segundo intento se la acomode por la cabeza y,

lo tumbé, me fui encima de él y alguien me entrego un cortante, lo pique y

murió. Todo esto se realizó en la penumbra de la noche.

Otro día en la madrugada mandé a mis hermanos Pedro y Encarnación y, a mi

primo Pancho para la costa, por el rumbo de El Chilar y Guadalupe y, me

retiré al rancho La Cruz.

Díaz después fui a Ajoya a platicar con las autoridades y el delegado me dijo:

no te preocupes si me llegan a tocar a mí, yo te aviso, para que te hagas a un

lado.

Pero no, mandaron gobierno directamente de San Ignacio. Recuerdo que, ese

día me levanté muy temprano y me fui a tomar café con mis suegros, cuando

regresé, mi casita, estaba rodeada de policías municipales y les pregunté ¿qué

se les ofrece señores?. Pues venimos por ti, fue la respuesta. Bueno, déjenme

ponerme otros trapos (ropa) porque estos son los de trabajo. Está bien, me

contesto el jefe pero, no vayas a hacer una tarugada porque traemos órdenes

superiores. Me llevaron y encerraron en la cárcel de San Ignacio.

Estando preso, me enteré que el asesino de mi primo no había sido Margarito,

sino su entenado, un plebe de escasos diez y seis años de edad, quien también

estaba preso en San Ignacio. Hasta entonces supe qué fue lo que realmente

pasó en el baile.

Resulta que, pedro mi hermano quien era también un chamaco, fue a sacar a

bailar a una muchacha, a la misma vez que Margarito. La hembra, sin

embargo, no bailó con ninguno de los dos, pero estos se quedaron discutiendo,

sin embargo, por lo pronto la cosa no pasó a mayores. Pero, luego, el entenado

de Margarito, aprovechando la oscuridad de la noche, embazó (pico) a

Austreberto con un cortante porque, por alguna razón, que aún desconozco, el

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difuntito y Pedro se cambiaron la chamarra, lo cual provocó que el asesino no

distinguiera a uno, del otro. Todo esto lo supe hasta cuando estuve preso, ahí

mismo, en la cárcel, conocí al verdadero criminal.

Luego empecé a fraguar un plan que consistía en echar fuera a la prisión para

lo cual convencí a varios de los reos, sin embargo, uno de ellos me delató y

una noche de tantas, unos policías apuntándome con sus rifles me llevaron a la

administración para investigarme sobre la veracidad de los rumores. Les dije

que eran mentiras y me regresaron a mi celda.

El plan de la fuga llevaba implícito la muerte del asesino de mi primo pero no

se logró.

Luego elaboré otro plan, pelarme yo sólo. Resulta que las celdas donde

dormíamos se encontraban hacia el lado de la calle y todas las mañanas nos

sacaban para encerrarnos en un corralón, como de quince por veinte metros de

largo, con barda de ladrillo, para que nos diera el sol y nos pegara un poco el

aire. Una tarde, cuando nos regresaban a las rejas le pegue un empujón al

gendarme de la puerta y eché a correr, al parecer no me siguieron. Otro día

amanecí en mi rancho La Cruz, porque yo siempre fui muy bueno para

caminar por entre el monte y las montañas. Mi gran preocupación era levantar

mi maicito que por cierto ya se había destruido.

-P ¿Qué sintió al perder su cosecha?.

-T Sentí, mucha tristeza, porque en la sierra, la única forma de sobrevivir era

vender maicito, frijolito o tener un ganadito. Si hubiera logrado esa

producción hubiera tenido dinero para pasar el año y hasta para aumentar mi

recua de burros, pero ni modo, no se pudo.

P ¿Qué hizo posteriormente?

T Fui a dar a Tayoltita, pensando en trabajar, durante una temporada y

regresar a La Cruz a continuar labrando la tierra.

P ¿Qué pasó, después?

T Al presentarme con el mayordomo de la mina me preguntó ¿Qué sabes

hacer? Pues todo lo rustico, le conteste. Sé trabajar con la barra, machete, pala,

pico, arado. Bueno, me contestó, te la voy a dar de barretero, para que te

alivianes.

Así fue como trabajé tres meses de barretero, a mediados de los años 40.

-P ¿Cómo eran las condiciones de trabajo al interior de las minas?

-T Eran muy desastrosas. Recuerdo que cuando tronábamos la dinamita, se

escuchaba un ruido ensordecedor que parecía que nos iban a estallar los oídos

se hacían además verdaderas tolvaneras al interior de los túneles y socavones

y al instante, bajo un calor infernal, tenían que entrar cientos de trabajadores a

recoger las piedras de metal para echarlas a los carritos del ferrocarril,

absorbiendo gases y residuos de los minerales que eran dáñisimos para los

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pulmones de los trabajadores, por eso, en unos cuantos años, estas personas

morían de tuberculosis y de una enfermedad que le llamaban enfermedad del

minero. En la sierra a estos enfermos les decíamos tísicos o cascados.

-P ¿Les proporcionaban equipo de protección para trabajar?

-T No, en las minas se trabajaba totalmente rustico, sin higiene, ni

herramientas de auxilio.

-P ¿ Se explotaba mano de obra infantil?.

-T Sí, los menores trabajaban al igual que un adulto, no había diferencia.

-P ¿Les pagan bien su trabajo?

T. Las primeras semanas nos pagaron muy bien, pero luego duraron tres

meses sin remunerarnos argumentando que la empresa no tenía dinero. Un día

al presentarme a la boca de la mina, el jefe de cuadrilla me dijo: usted ya no

tiene trabajo, esta despedido. Por qué, pregunte, pues no sé, pero ya no tiene

trabajo, así nomás. Bueno le contesté, si ya no tengo trabajo, páguenme lo que

me deben. No, no hay dinero para pagarle a nadie, me respondió.

Me fui cavilando en lo injusto que eran los poderosos con los trabajadores,

nosotros, los cientos y cientos de mineros que, día con día arriesgábamos

nuestras vidas en las profundidades de los túneles por unos cuantos pesos y

ellos, que se llevaban millones de dólares al mes, no querían ni siquiera

reconocer el derecho al trabajo que teníamos como mexicanos, en verdad,

pensé para mis adentros, no hay ninguna defensa para los mineros de este país

que injusta es la vida.

Luego platiqué con dos compas, de quien no recuerdo sus nombres y

decidimos atracar la raya de los trabajadores. Compramos tres armas una para

cada uno y asaltamos la casa de raya de la cual nos llevamos veinte mil pesos.

Una parte repartí entre mis compañeros, y el resto entre la gente de la sierra y

pague deudas que tenía pendiente.

-P ¿Lo persiguieron los federales?

-T No, En la pagaduría no había soldados, en Tayoltita sí, pero hasta donde

tuve conocimientos no nos persiguieron.

-P ¿Para dónde se fue después?

T primero a La Cruz a visitar a mi familia, posteriormente a El Camichín, un

ranchito, cerca de Guadalupe, donde hice una siembrita que por cierto

abandoné porque tuve conocimiento que los soldados andaban merodeando

por esos rumbos, preguntando dónde me encontraba.

En ocasiones los federales se llevaban gente inocente para investigarla, un

mentado capitán Ríos decía que le gustaría mucho atraparme. Yo sabía que

este hombre traía órdenes directas del general Jesús Árias Sánchez, que me

detuviera o me aplicara la ley fuga donde quiera que me encontrara, por eso al

general yo le tenía mucho coraje.

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A partir de entonces ya no pude vivir en paz, en cualquier sitio donde me

ponía a cosechar maicito tenía que huir porque me caían encima los federales.

Aquí estoy hablando ya, de 1949, entonces comprendí que tenía que dejar mi

pueblo y mi familia, a los que tanto amaba.

-P ¿Tuvo usted conocimiento que el general Jesús Árias prometió cortárselos

sino lo bajaba a usted amarrado de la sierra y lo metía a la cárcel?.

-T Pues, seguramente se los ha de haber cortado, porque jamás pudo

atraparme (risas).

-P ¿En su primera etapa de bandolero (1940-1945), conoció a Rodolfo Valdés

(El Gitano), fue realmente su fiel compañero, como dice el corrido?

-T Sí, lo conocí antes de que matara al gobernador, en un pueblo de la costa,

cerca de Mazatlán. Nos presentamos, una sola vez, hubo un sólo intercambio

de palabras, no fuimos amigos como lo marca el corrido.

-P Hay una señora en Mazatlán, de nombre Epifania Robledo Vega quien

sostiene que lo conoció a usted en Tayoltita y, cuando (El Gitano), estaba

preso en La Batería 1949, (antigua cárcel de Mazatlán), su patrón, Sr. Juan

Hernández quien era propietario del restaurante Buenos Aires, la mandaba a

llevarle comida a Rodolfo, y asegura la Sra. que a usted lo miraba muy

seguido viendo para dicha cárcel ¿Tuvo algo que ver usted con la fuga de, Él

Gitano?

-T No, de su escape supe por otras personas, pero no fue fuga, sino simulacro,

arreglo con el gobierno. Él llevaba una vejiga de res con sangre de la cual tiro

parte en el camino para que se pensara que iba herido. Ya no supe más de este

caso, porque me fui a trabajar a los Estados Unidos.

-P ¿Conoció a gente del grupo de El Gitano?

-T Sí, conocí a varios: Pedro Ayón, Nacho Vega, Manuel Lafarga, Manuel

Sandoval (El Culichi), entre otros, porque ellos cuando sufrieron la

persecución del gobierno federal se refugiaron en la sierra por el rumbo de

Ajoya y Santa Polonia, lugares que yo frecuentaba. Por cierto que, en el caso

de (El Culichi), tuve conocimiento que fue muerto personalmente por el

general Jesús Árias, en el rancho Las Guasimas. El hombre estaba

prácticamente muerto, le había pegado una reuma que lo dejó paralítico, es

decir el general lo agarró inválido y aun así, lo crucificaron con bayonetas y

culatas de los rifles. Sin embargo, el militar se paraba el cuello que lo había

matado en un enfrentamiento. Cuando supe la forma en que fue asesinado (El

Culichi), aunque yo nunca estuve de acuerdo con lo que hacía su grupo, me

dio mucho coraje y le agarré mucho odio al general, que Dios me perdone,

pero me dieron ganas de buscarlo en Culiacán en su propia madriguera para

tumbarlo.

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236

-P Conoció al Güerillo Salcido, un bandolero que asaltó en varias ocasiones el

mineral de Tayoltita.

-T. No, no lo conocí, escuche mucho hablar de él; sin embargo, tuve

conocimiento por parte de hombres de mi confianza que en varias ocasiones

habló con los federales, a quienes garantizaba atraparme. Entonces le envié

una carta marcándole que si quería nos encontráramos en un lugar fijo:

“Vienes sólo y voy sólo, dos hombres el uno para el otro”; no hay ventaja

¿cuál es la ventaja?, yo puedo tumbarte a ti y tú puedes tumbarme a mí, si eres

gallo y tienes suerte a lo mejor tú ganas, y si no, ya te lo haiga (se respeta el

lenguaje del bandolero), porque yo también sé jalar el gatillo” Le estuve

insistiendo mucho en que si quería atraparme, como lo prometía al gobierno

que decidiera el punto, el día y la hora, nunca me contestó, finalmente no tuve

más información de él, esto sucedió a principios de 1949.

-P ¿Después de estos sucesos qué rumbo tomó?

-T Me fui a Estados Unidos, donde trabajé muy duro, hasta 1953

-P En qué lugares trabajó.

-T En Nevada, Sacramento y en Mendota, fui cargador; llenábamos hasta

cuatro semais, (trailers), uno de 700, otro de 900, uno más de 1000 y uno final

de 1200, cajas diarias. Era muy duro el trabajo, al grado que hasta salíamos

con las patas arrastrando. Cuando la señora que nos daba de comer nos

hablaba para la cena no despertábamos de lo cansado que nos encontrábamos.

Por cierto, que en Estados Unidos se daba algo que no me gustaba. Como

había mucha gente de la sierra de Sinaloa, Durango y Chihuahua que me

conocía y además sabían de mis andanzas, donde quiera que me topaban

gritaban ¡hay viene Heraclio Bernal¡. Yo, no consideraba meritorio que me

pusieran ese sobrenombre porque sólo luché contra lo que consideré injusto,

ayudando a las personas en la medida de mis posibilidades.

A fines de 1953, decidí regresar a Costa Rica, Sinaloa, donde había dejado a

mi familia. Mis planes eran ponerme a trabajar en el comercio; comprando y

vendiendo reses para lo cual adquirí una camionetita al Sr. Juan Sámano y me

fui a Cosalá, junto con mi hermano Pedro y mi primo Agustín.

En la primera semana mande una primera carga de ganado, pero la segunda ya

no fue posible porque me fui a Santa Ana, y me gaste el capitalito, en puras

parrandas. Me gustaba mucho agarrar la música, echar bala y pedir el corrido

¡Hay viene Nacho Bernal¡ canción con la cual me identificaba. Total que,

cuando nos regresamos, en el camino, se nos descompuso la camioneta, y les

dije a mis parientes: “yo, ya no regreso a Costa Rica, porque mi padre me va a

regañar por gastarme el dinero. Así es que, mejor me voy pá’tras y me fui a

Guadalupe, mi tierra de origen”.

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237

A muchos años de distancia, pienso que me hizo mucho daño echar bala,

porque en cualquier rancho donde llegaba se sabía que había vuelto, ello

motivó que de nuevo empezara mi persecución militar, no me dejaban trabajar

limpiamente.

Así, anduve de rancho en rancho durante buen tiempo hasta 1955, cuando

decidí, solicitar un primer “préstamo” (asalto) al mineral de Nuestra Señora,

empresa donde había dinero.

-P. ¿Usted planeó dicho atraco?

-T Sí, yo lo organicé.

-P ¿En qué forma conquistó gente para el decomiso?.

-T Cuando mis antiguos compañeros supieron que había regresado, fueron

ellos mismos a buscarme, con otros hable después; total, que reuní como diez

gentes, entre ellos a Tacho Murillo, quien en efecto, durante un tiempecito fue

mi segundo en el mando.

-P ¿Donde conoció a Tacho Murillo, de quien se decía, era igual de bravo que

usted?.

-T A Tacho lo conocí en 1955, en Santiago, al visitar un compadre, era mayor

que yo, como trece años, originario de Ajoya, aunque en ese tiempo vivía en

Santa Anna, dos kilómetros al oriente del mineral de Nuestra Señora. Nunca le

vi hechos de valiente, lo que sí puedo asegurar es que, era muy bueno pa’los

mandados.

-P ¿Participó Tacho Murillo en el primer asalto al mineral de Nuestra Señora?

-T Sí, sí participó y hubo un muerto, un Sr. que no debía morir, eso le valió

una buena regañada porque el culpable fue él.

-P? Qué le dijo a Tacho?

-T Cuando nos reunimos para repartir el botín que, por lo general lo hacíamos

en el cerro de La Silla, cerca del rancho El Camichín, le dije: mira Tacho,

nosotros no tumbamos gente sin necesidad, al Sr. que tú le diste pa’bajo ni

tenía armas, no quiero que vuelva a suceder algo parecido, porque entonces

vamos a salir mal, tú y yo.

-P ¿Qué le contestó?

-T No me dijo nada, sólo agarró su parte y se retiró. Aunque quiero reconocer

que a Tacho le tuve mucha estima, fue un buen amigo.

-P ¿A qué horas se llevó a cabo el asalto?

-T El primer préstamo a dicho mineral lo hicimos de día porque sabíamos que

había otros grupos que hacían lo mismo y querían culparnos a nosotros.

-P La prensa manejó 60 mil pesos como monto del botín ¿qué tan cierto fue

esto?

-T Falso, la cantidad real fueron trece mil pesos.

-P ¿Es cierto que usted manejó las metralletas Thomson?

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238

-T No, no es cierto, yo disparaba pura Super escuadra.

-P ¿Después de un asalto, qué hacia su grupo?

-T Bueno mi grupo, no siempre estaba junto, hacíamos un “préstamo”, y

repartía a cada quien lo suyo y luego, hacían rumbo, a donde mejor les

convenía, unos a seguir trabajando en sus ranchos, otros a gastarse su parte, en

parrandas, yo, me retiraba a cultivar la tierra, siempre trate de hacer vida

pacifica, teniendo hijos y esposa.

-P ¿Recuerda algunos nombres de las personas que tomaron parte en dicho

asalto?

-T Recuerdo sólo algunos, porque como les digo mi grupo no siempre era el

mismo, a veces participaban unos y, en otras ocasiones ya no eran los mismos.

De los nombres que más recuerdo puedo mencionar los siguientes: Pablo

Landeros, conocido como, El Águila Negra, Armando Nevárez, Pedro Ayón,

Domingo Vidal, Avelino Peña, José y Dolores López Peña, Anastacio (Tacho)

Murillo, Domingo Nuñez (El Guitarrero), Cecilio Macías, Eliodoro y Cleto

González, Cruz Molina, entre otros.

-P ¿Quiénes de estos compañeros permanecieron más tiempo con usted?

-T En la primera etapa de mi vida, los que permanecieron conmigo fueron:

Pablito Landeros y Cleto Gonzáles, los dos estaban muy chamacos pero ya

sabían jalar el gatillo, lo cual se aprende muy temprano en la sierra, con

decirles que, hasta las mujeres saben disparar una arma.

-P ¿Y en su segunda etapa?

-T Armando Nevárez y Tacho Murillo.

P Después de un “préstamo” ¿Cómo reunía de nuevo a su grupo?

-T Siempre sabía dónde encontrar a dos o tres, y ellos buscaban a los demás.

-P ¿Cómo se hacía el reparto del botín, ¿quién decidía como hacerlo?

-T Yo, decía cuánto le tocaba a cada quien, de acuerdo a la responsabilidad de

cada uno.

-P ¿Estaban todos de acuerdo, con la distribución?

T A veces sí, y otras no, el que no estaba conforme, simplemente agarraba

rumbo diferente.

-P Usted dice que no le robaba armas a nadie, tampoco municiones, entonces

qué hacía para obtenerlas?

-T Las compraba con un guardadito que conservaba para tales propósitos. En

esos tiempos en todas partes vendían armas y municiones, en la sierra mucha

gente tenía artefactos de fuego. Por otra parte yo era responsable de organizar

los “préstamos” a las mineras y llevarlos a cabo, en todo ese tiempo aunque el

grupo estuviera inactivo les garantizaba sus alimentos.

-P Recuerda a Pablito Landeros y Abraham Muñoz, dos hombres de su banda,

nos puede decir ¿cómo y dónde los conoció y cómo murieron?.

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-T Pablito Landeros lo conocí al principio de mis andanzas. Resulta que una

noche de luna, como a las cuatro de la mañana, venía yo por un camino del

rancho Los arrayanes y en un recodo me encontré con un chamaco que se

quedó parado, como fantasma, sin moverse.

- T ¿A quién buscas le pregunté?

-P Voy para Los Arrayanes, me contestó.

-T¿ Qué motivos te llevan pa’ese rancho?

-P Busco a Tino Nevárez.

-T¿ Pa’qué lo quieres?

-P Pa’darme de alta con él

- Luego, le pregunté su nombre y, de dónde era.

-P Me llamo Pablo Landeros y soy de La Estancia, Cosalá.

-T ¿Me permites registrarte?.

- Sí, me contesto, no traía armas, agílate pues, le dije, y lo eché por delante y

nos fuimos a parajear a una cueva que yo tenía cerca del rancho El Camichín.

Pablito, anduvo conmigo hasta 1956, cuando lo mataron.

-P ¿Recuerda cómo lo mataron?

-T Resulta qué bajamos a Santa Anna a visitar unos amigos, íbamos tres

hombres: Pablo, otro compañero que no recuerdo su nombre y yo. Me

pidieron permiso para divertirse un rato, fueron y se metieron a una cantinita

del rancho y se pusieron a tomar. Surgió una discusión con el comisario del

lugar y le pegaron unos plomazos, no supe si murió. Ellos siguieron bebiendo

y al rato llegó un primo del herido y entre su borrachera le pidió la pistola

prestada a Pablo y mato a los dos. Así acabó El Águila Negra.

Cuando me avisaron de sus muertes, estaba yo, en otra casita del rancho, para

mis adentros dije: ¡a cabrón, aquí está duro! y agarré rumbo.

Cabe señalar que, Pablito era medio alocado, cuando se dio de alta conmigo, a

pesar de su edad, ya debía una muerte y pues me pudo mucho que haiga

muerto de esa manera. (Se respeta el lenguaje del bandolero).

-P¿ Y en el caso de Abraham Muñoz?

-T Abraham, se dio de alta conmigo como a mediados de 1956. Fue a

buscarme a Guadalupe de los Reyes porque mató a un músico de nombre

Benigno Ayón, él era de Las Milpas, un ranchito, entre Guadalupe y Cosalá.

Lo acepté porque me prometió muchas cosas buenas para el grupo, pero

tampoco puede uno agarrar cualquier cucaracha, hasta le proporcioné una

pistola calibre 32.20, escuadra para su protección.

-P ¿Qué hechos buenos hizo Abraham para su grupo.

-T Ninguno, puros malos. Recuerdo que, en una ocasión llegamos a Santa

Apolonia y organizamos un bailecito. A las dos de la mañana, las bailadoras

se quisieron retirar y Abraham las quiso detener le llamé la atención y le dije:

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240

Yo no consiento que ninguno de mis hombres le falte al respeto a una mujer

mucho menos a un niño, te pones en paz o te pongo. La cosa no pasó a

mayores.

A la semana siguiente tuve que hacer un viaje a Ajoya y cuando regresé los

compañeros me informaron que Abraham se había pelado. Se acaba de ir, me

dijeron. Me llevé a un compañero y lo alcanzamos en el arroyo de Bordontita,

cerca del rancho El palmar donde había un molino que trituraba caña

propiedad del Sr. Domenech, íbamos a pie y él también, y le pregunté:

-T ¿Pa’dónde vas?

-A Voy a un mandado

-T ¿Por qué no me avisaste?

-A Porque pensaba regresar rápido.

- T No creo que tengas tanto poder para hacer rumbo sin tomarme parecer,

vengo por ti, vámonos. Iba borracho e hizo intento de sacar la pistola y le di

pa’bajo. Pa’ evitar que se lo comieran los animales, mande avisar a Ajoya que

vinieran a levantarlo, y sí, mandaron por su cuerpo.

- P¿Por qué lo mató?

- T Porque me estaba traicionando. Durante el tiempo que anduvo conmigo

conoció todos mis parajes y a mi gente, si lo dejo que se valla es capaz que me

denuncia.

-P ¿Siente remordimiento?

- T Yo, puedo perdonar muchas cosas menos una traición, estaba en juego mi

vida y la de mis compañeros.

-P En mayo de 1957, el mineral de Nuestra Señora sufrió un segundo asalto,

tuvo participación en el.

-T Hubo muchos hechos que yo no cometí y me quisieron involucrar este fue

uno de ellos, lo bueno fue que al final, las propias autoridades descubrieron

que yo no tuve culpa en ese delito.

-P ¿Es cierto que usted utilizaba como estrategia de seguridad personal dormir

arriba de los árboles?

-T Sí, cuando llegaba a un paraje, me retiraba del grupo, a un lugar que ellos

no conocían y me subía a un árbol a dormir, desde ahí vigilaba a mi gente, por

si alguno de ellos se quería pelar o traicionarme y a la vez, me protegía del

enemigo. Yo, tenía y tengo, una característica muy particular, con tres o cuatro

horas de sueño recupero mis energías, eso me daba ventaja sobre los

compañeros y mis enemigos.

-P Utilizó esas destrezas cuando lo perseguían los federales en 1957.

-T Sí, varias veces, recuerdo que, estando arriba de un árbol camelaba

(miraba) pasar a los federales como borreguitos por los cordones de la sierra.

-P ¿Dónde aprendió esas maniobras de seguridad?

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241

-T Cuando se anda entre la lumbre el instinto de conservación le enseña a

uno, muchas cosas.

-P ¿Es cierto que usted era muy bueno para disparar armas de fuego?

-T Regular, por ejemplo con rifle de repetición, cortaba un cigarro, dos veces,

a una distancia de 30 metros. Lo ponía en una barita, disparaba y lo cortaba, lo

volvía a colocar y, de nuevo lo partía en dos. Recuerdo que las cuichis o

chachalacas se paraban en los árboles, a una altura como de veinte metros, les

metía la bala en el puro ojo. En otras ocasiones blanqueaba con nidos de

chalangatín que tumbaba de un solo disparo a una distancia de 40 metros les

pegaba en el puro tronquito.

Enseguida, don Tino extiende sus brazos y nos dice: “Miren mi pulso, lo tengo

igualito, no me tiembla para nada a pesar de lo viejo que estoy?.

-P ¿En algunos ranchos de la sierra, se dice, que a usted se le conoció como el

Dios de la pobreza qué tan cierto fue esto?

-T Nunca ayudé a la gente por algo a cambio, como hasta la fecha lo sigo

haciendo, en esos tiempos había mucha hambre y necesidades en la sierra,

varios minerales cerraron sus puertas y llegó una sequía que se mantuvo

durante varios años al grado que hasta el ganado murió y la gente no tenía que

comer, el gobierno jamás se apareció para ayudarlos, cuando yo llegaba a un

rancho y miraba niños y mujeres con hambre se me partía el corazón y

mandaba comprar alimentos a Cosalá para que resolvieran sus necesidades

inmediatas.

P ¿Es usted religioso?

T Creo que hay un Dios todopoderoso que es el que me ha protegido y lo

sigue haciendo, por esa persona aún sigo con vida. Dios y los Santos que

venero siempre han estado conmigo, al respecto les platico la siguiente

anécdota.

En una ocasión iba de Ajoya, al rancho La Cruz, al llegar a Duranguito,

llegué a saludar un compadre, me alcanzó un niñito que me hizo señas con su

manita que saliera pa’l montecito. Me acerqué y le pregunté:

-T¿ Qué quieres niño?

-Niño. Me mandó mi papá a decirle que, hay vienen los federales que se

esconda porque andan preguntando por usted.

-T ¿De dónde vienes?

-N. De Ajoya

- T¿Por dónde te viniste?

-N. Por entre el monte.

Le di una feriecita y le dije: vete por el camino y si te encuentras con los

soldados no les tengas miedo, enfréntalos, no te hacen nada, diles que, andas

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buscando una vaca que se te perdió y, si te preguntan por mí diles que me

vistes pasar para que no te estrujen (torturen o golpeen).

Lo extraño de todo fue que, a los niños de Ajoya yo, los conocía a todos y ese,

no lo reconocí, no supe de qué familia era, sin duda el Todopoderoso y mi

Ángel de la guarda me lo mandaron para protegerme. Muchas cosas que me

sucedieron en esos años se las debo a ese personaje. (Dios).

-P ¿Qué hizo después?

-T Resulta que, en casa de mi compadre había un pequeño bochinchi y como

yo quería seguir mi rumbo con alegría, les pregunté a los músicos, ¿ya

terminaron de tocar?

-Pues sí, ya nos pagaron.

Bueno les dije, vámonos y se fueron conmigo cantándome el corrido ¡Hay

viene Nacho Bernal¡ que era mi preferido.

-P ¿Lo alcanzaron los federales?

-T No, porque, cuando calcule que venían cerca de nosotros me despedí de

los cantantes y me eche al monte.

-P ¿ Alguna vez trató de imitar a Heraclio Bernal o a otro bandolero?.

-T Yo, nunca traté de imitar a Heraclio Bernal como dicen algunos,

simplemente miraba la pobreza de la gente y les ayudaba con lo que podía,

cualquier persona que tenga corazón y sea humanitario hubiera hecho lo

mismo. Nunca me gustaron tampoco los abusos de los poderosos contra los

humildes, porque yo viví en carne propia durante muchos años, las injusticias

de los caciques de la región y del gobierno federal, sobretodo de la gente del

general Jesús Árias Sánchez que, al parecer me traía de encargo.

-¿P Alguna vez se vistió de mujer?

-T Una sola ocasión. Resulta que llegue a unas casitas, arriba de Ajoya a

visitar a un amigo, cuando me di cuenta el ranchito estaba rodeado de

federales, entonces le pedí a la dueña de la casa ropa de mujer para vestirme,

salí entre ellos, cubierto con un rebozo y no me reconocieron. Yo siento que el

primer disfraz que uno usa es no tener miedo, los nervios lo traicionan y lo

descubren, yo nunca fui nervioso, ni tampoco tuve miedo, nunca lo he tenido.

P ¿El Sr. Isaías Rochín Ojeda en el libro San Ignacio, Diez y Ocho Encuentros

con la Historia, narra una anécdota en la cual, usted y dos compañeros más,

viniendo de Culiacán, llegaron a una fondita del rancho Agua Nueva donde se

encontraban almorzando unos militares y, un capitán alardeando de hombría

comentaba: dejen que agarre ese cabrón de Tino Nevárez, lo voy llevar

amarrado hasta el cuartel de Culiacán. Al terminar de comer llamó usted a la

fondera a lo apartadito y le dijo: páguese nuestros alimentos y el de los

federales y dígale al capitán que le pagó la comida Tino Nevárez y que haya lo

espera arriba para que se lo traiga amarrado. ¿qué tan cierto fue esto?.

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T Fue cierto, con dos pequeñas aclaraciones: primera, no venía de Culiacán,

venía de La Cruz de Ajoya, arriba de San Ignacio. Segunda: El hecho no fue

en Agua Nueva, sino en Santa Apolonia y fue un descuido mío porque cuando

menos pensé ya estaba entre los federales y pues, tuve que quedarme a

almorzar. Por cierto que, a la fondera, además de pedirle que le transmitiera el

mensaje al capitán le dije que dejara pasar unos diez minutos, para tener

oportunidad de echarnos al monte mis compañeros y yo.

-P ¿En Cosalá, se narra una historia muy bonita en la cual se dice que, en

1956, usted y su grupo, con unos mecates trenzados en forma de red,

tumbaron una avioneta la cual transportaba la raya de los trabajadores del

mineral de Nuestra Señora, ¿qué tan cierto fue esto?

-T No, no es cierto, eso fue una leyenda que el mismo pueblo inventó,

nosotros nunca hicimos un hecho de esa naturaleza.

-P ¿ Tuvo conocimiento por qué lo perseguía tanto el general Jesús Árias?.

-T Siento que ese Sr. desde 1940, hizo algún compromiso con los Quintana,

desde que tuve aquel problema con el Sr. Salvador, a partir de entonces en

todas partes me salían los pinchis federales, nunca me dejaron trabajar y vivir

en paz, si yo, hubiera querido tumbar gente, por tumbar, muchos federales

hubieran muerto porque yo sabía cómo enfrentarlos y donde esconderme,

conocía muy bien el terreno, mis terrenos, me contuve porque no fui, ni soy,

un asesino sin escrúpulos mucho menos un roba vacas, como en su tiempo me

pintaron en los papeles (periódicos) y en la radio y además, porque sabía que,

iba a morir mucha de mi gente, sobretodo de la sierra. Sin embargo, tuve

ganas de enfrentar al general de hombre a hombre, sin ventajas, en varias

ocasiones pensé hacerle una visita a su propia casa, el cuartel de Culiacán,

para que me dijera cuál era el coraje que me tenía, el destino no me lo

permitió.

-P En noviembre de 1956, en el rancho Río de los Barragán hubo una gran

masacre, donde murieron ocho personas y otras tantas quedaron heridas, los

medios de comunicación de la época lo relacionaron a usted con los

acontecimientos ¿tuvo usted algo que ver con estas muertes?

T No, yo me vine a enterar cuatro días después, cuando bajé a Guadalupe de

los Reyes.

-P ¿Qué sintió usted cuando se enteró de los asesinatos y sobre todo porque

murieron familiares suyos?

-T Sentí mucho coraje, porque para mi, toda la gente humilde de la sierra era

mi familia, a esos pobres los masacraron sin culpa y sin defensa, era la forma

de aplicar la ley por parte del gobierno.

-P ¿Tuvo conocimiento si hubo juicio contra los criminales?

-T hasta donde yo supe no, nunca se les castigó.

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-P ¿Tuvo que ver el rencor que le dejó estos homicidios para matar a los

militares en 1957?.

-T Lo de los militares fue algo repentino yo, no tumbaba gente por tumbar.

-P El tres de octubre de 1957, se llevó a cabo un tercer asalto contra Nuestra

Señora, siendo el último contra dicho mineral, del cual se culpó a su grupo y,

según Tacho Murillo en sus declaraciones a la prensa, en 1960, usted dirigió

ese “préstamo” ¿qué tan cierto fue esto?

-T Sobre este hecho, quiero decir lo siguiente: “No fue un asalto que,

previamente haiga (se respeta el lenguaje del personaje) sido programado,

como lo dijeron los papeles de la época, más bien fue un encuentro”.

-P Por la importancia del hecho ¿ nos lo puede detallar?.

-T Veníamos siete compañeros y yo, por el camino de Nuestra Señora, rumbo

a Cosalá, íbamos a un mandado (sin especificar qué tipo de mandado) cuando

a la altura del rancho Los Braceros encontramos una partida de federales en

dos camionetas, nosotros veníamos armados y ellos también, ni modo de

correr, porque si lo hacemos nos matan. Hoy reconozco que fue un error

transitar por camino real cuando yo, por cuestión de estrategia, siempre lo

hacía por entre el monte y montañas, pero ya ni modo.

-P ¿Nos puede narrar cómo se dieron los hechos?.

-T A los federales los encontramos en un recodo de la Cuesta de los Braceros,

todo fue muy rápido, como es normal en esos casos, percibí cuando echaron

mano a sus armas y reaccionamos de la misma manera iniciándose un

intercambio de balas en el cual los soldados sacaron la peor parte yo, no supe

cuántos de ellos murieron. Al verlos heridos corrimos a trastear los carros para

ver qué traían dentro, recogimos pistolas y rifles, yo me lleve una 45 de un

federal que, a los muchos años supe tenía el grado de capitán, cuando recogía

el arma, un soldadito que corrió hacia el monte soltó un plomazo y me pego en

la espalda a la altura del brazo izquierdo saliendo la bala cerca del corazón.

Me pateo tan fuerte el chingadazo que me hizo dar un giro, empujándome

hacia dentro del carro pero, mi Dios todopoderoso, mi Ángel de la Guarda y

las oraciones que siempre traigo conmigo, me salvaron la vida.

En esta parte del relato, el bandolero se descubre y enseña la marca de su

herida así como los trípticos donde se plasman sus rezos y novenas,

verdaderas reliquias, de las cuales se presentan fotografías al final de este

libro.

-P ¿Qué pasó con la raya de los trabajadores que, se supone llevaban los

federales y de la cual la prensa, al principio manejó, 150 mil pesos y al final

45 mil?

-T No, no había tal botín, los federales no llevaban dinero, repito nosotros no

programamos ningún asalto contra la conducta, el encuentro fue casual.

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-P Sin embargo, Tacho Murillo dijo que sí había dinero, ¿usted qué opina?

-T Bueno, más bien eso dijeron los papeles y ustedes saben que esos son muy

mentirosos, más, cuando se trataba de defender a los federales.

-P Definitivamente ¿usted no supo dónde quedó el botín?

-T No, pero si acaso, la partida de federales llevaban algún dinero

probablemente se lo llevó el soldadito que corrió.

-P ¿Qué hizo su grupo posteriormente?

-T Nos retiramos a nuestro paraje, ubicado entre el cerro de La Silla, y el de

Los Fresnos, en un cañoncito por donde pasa un derramadero que se llama

Arroyo del Arado. Yo iba perdiendo mucha sangre y me taponearon la herida

con tierra y cardón.

-P ¿Cómo organizó la fuga?

-T Caminamos por entre el monte y mandé dos compañeros que se vinieran

atrás de nosotros porque intuía que nos iban a seguir.

Llegamos al paraje de tardecita y distribuí la gente entre los matorrales para no

estar juntos, por aquello de un ataque sorpresa. Para esto mande traer a mi

esposa y nuestro hijo (un niño de dos años) que se encontraban en el mineral

de Guadalupe.

-P ¿Cuántos hombres llegaron al cañón?

-T llegamos los siete que participamos en la confrontación pero, al siguiente

día se nos unieron ocho más que, antes del encuentro había enviado a otros

mandados, (sin especificar qué tipo de mandados) entre ellos, Tacho Murillo.

-P ¿Dormían a suelo raso?

- T Cuando uno anda entre la lumbre donde quiera es camposanto.

- P ¿Cuánto tiempo permanecieron en dicho escondite?

-T Como cinco días. En una madrugada, empecé a sentir mucho dolor en la

herida y le dije a mi señora: calienta poquita agüita para que me laves la llaga,

no aguanto el dolor. Ella encendió una lumbrita, y es probable que los

federales miraran el resplandor, iniciando de repente las ráfagas. Disparaban

rifles y pistolas automáticas, todas en dirección a la lumbre. Sentí lo tremendo

de las descargas cuando percibí, digo percibí, porque todo estaba

completamente oscuro, que, las balas trozaban las ramas de los árboles que

estaban a nuestro alrededor, todo mundo a correr, el tableteo de las metralletas

Thomson y los Mauseres era ensordecedor. Yo, me quede atochado en el

cañón desde ahí miraba los fogonazos de diferentes calibres vomitando fuego

a diestra y siniestra, sin punto fijo. Ahí se dispararon, cientos y más cientos de

cartuchos.

-P ¿Qué paso con su esposa y su hijo?

-T. Mi esposa y mi hijo no supe donde quedaron, sólo recuerdo que se

encontraban a mi lado cuando empezó la balacera y, el niño lo tenía mi cuñado

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246

Rosario, y de mis hombres pues tampoco supe porque, estaban dispersos entre

el monte pero supongo que echaron a correr. Yo, sólo alcance a tomar un

morralito que tenía colgado en un árbol, con cartuchos y una feriecita.

-P ¿Murió alguien en la balacera?

-T Al momento no me di cuenta, con el tiempo supe que murió mi cuñado

Rosario, quedó herido en el lugar de los hechos inclusive, al parecer, los

federales lo encontraron vivo y después de torturarlo lo aventaron a un

barranco, un año después sus familiares hallaron los puros huesitos se lo

habían comido los animales del monte.

-P Rosario, ¿formaba parte de su grupo?

-T No, cuando él supo que nos encontrábamos parajeados (acampados) en el

cañoncito del cerro de La Silla, fue a llevarnos unos pollos para comer.

Recuerdo que le dije: retírate, la cosa está muy dura, en cualquier momento

nos pueden venadear y tú tienes familia a quien hacerle falta. Su respuesta fue

que yo no lo consideraba hombre pero que, en cualquier momento podía

demostrarme lo contrario. Después de esa platica, en la madrugada nos

atacaron y por desgracia, murió, probablemente, ya le tocaba.

-P Qué pasó con los hombres que traía de vigilancia en la retaguardia?

-T Tampoco supe nada de ellos, tal vez se quedaron dormidos y fueron

sorprendidos. Pero sospecho que alguien nos vio en el paraje y avisó a los

federales y estos esperaron el momento preciso para atacarnos aunque estoy

seguro que ellos traían miedo, porque después de las descargas, no nos

siguieron.

-P Después de medio siglo de los hechos, ¿cree que los hombres que puso de

vigilancia lo hayan traicionado?

-T Desconozco, ya nunca los volví a ver.

-P ¿Recuerda sus nombres?

-T No, no los recuerdo.

-P Actualmmente tiene alguna idea de quien lo traiciono.

- T Muchos años después del ataque de los federales tuve conocimiento qué

fue lo que realmente pasó. Resulta que los militares investigaron al Sr. José

Luna, un ganadero del rancho El Camichín, pueblito asentado a diez

kilómetros de Guadalupe de los Reyes; José era mi amigo y yo lo visitada con

regularidad, él conocía el paraje donde yo me encontraba, de tal forma que los

militares a base de tortura y con amenazas de fusilar a su familia lo obligaron

a llevarlos donde yo y mi grupo nos encontrábamos sucediendo lo que ustedes

ya saben. Como el escondite solo tenía acceso por medio de sogas, reatas o

lianas los militares decidieron descargar sus armas desde lo alto de las

montañas situación que mis hombres aprovecharon para poder escapar.

-P Guarda algún rencor contra don José Luna.

Page 247: El legendario Tino Nevarez terminado y corregido - copia.pdf

247

-T No, comprendo las circunstancias y entiendo su situación porque por salvar

a su familia uno es capaz de todo, él sigue siendo mi amigo donde quiera que

se encuentre.

- P Pasada la sorpresa del ataque ¿qué movimientos realizó?.

-T Después del tiroteo me fui subiendo por un cordoncito del cerro de enfrente

(Los Fresnos), hasta llegar al mismo nivel que los federales, estaba tan oscuro

que, ni ellos ni yo, alcanzábamos a vernos pero, con seguridad hubiera podido

tumbar, como mínimo, dos o tres federales sin embargo, mi brazo malo me lo

impedía, pues no podía sacar y meter los cargadores, de mis dos pistolas,

aunque, de seguro, yo también, hubiera muerto.

-P ¿Qué pasó después?

-T Allí permanecí hasta que amaneció y agarré rumbo.

-P ¿En el ataque a los federales venía Tacho Murillo con usted?

-T No, él andaba en otro negocio, pero la madrugada que nos atacaron los

soldados, sí estaba con nosotros.

-P Cuando usted quedó sólo, ¿hacia dónde se retiró?

T Al amanecer, brinqué un portesuelito (pequeña loma), que había del otro

lado del cerro de Los Fresnos y caminé rumbo al rancho del Gachupin y en el

camino encontré a Armando Nevárez, un compañero del grupo, que andaba

sin rumbo. Armando iba herido de un brazo y de una mano, pensamos que

habían masacrado a la gente porque nada más él y yo nos reencontramos.

Continuamos hacia arriba, pasamos por un rancho que se llamaba El Agua

Escondida y llegamos con un amigo mío de nombre Manuel Nevárez, pero no

le comentamos nada, subimos por el arroyo de Las Bateas, llegando al rancho

Las Aguamas, en las faldas del cerro El Jacalito, siempre caminando por entre

el monte, habíamos recorrido como 50 kilómetros a pata y heridos, en un solo

día, allí mande a Armando a una casita donde vivía una señora que se llamaba

Francisca Nevárez, quien tenía una hija que le decían La Cuata, aclarando que

las raíces de estas familias procedían de Otaes, Durango, igual que la mía

pero, no nos reconocíamos como tal, allí nos dieron comida, luego nos

echamos al monte, y le dije a Armando: “Tienes que hacer rumbo, te llevas

esta pistola (una Super de mi propiedad), y esta feriecita, déjame sólo, si algún

día reactivo mi grupo, yo te buscaré. Esa noche, dormimos en el montecito,

cerca de Las Aguamas. En la madrugada, escuchamos la tropelada de los

federales y vimos como de inmediato rodearon las dos casitas del rancho,

todos a pata, eran un chingo de militares, hasta parecía que los llamaban con

campanas. Permanecimos atochados entre el monte y luego nos separamos.

Ya sólo, baje al río de Los Barragán, donde asalte a mi tío Isidro Sánchez,

quien vivía sólo, en una casita (recordar la masacre de río de Los Barragán),

mejor dicho le salí al camino (risas), pa’ platicar con él. Qué pasa m’ijo, me

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248

contestó sorprendido mi tío. Traigo el gobierno encima y quiero que jale

conmigo de manera muy reservada, para bien suyo y de mucha gente, vengo

buscando la manera de componerme de este brazo, pero lo principal es que me

ayude viajando a Cosalá a traerme provisiones, llévese un burro y le di una

feriecita, luego, le dije: mañana nos vemos aquí mismo, sin decirle donde me

iba a parajear.

-P ¿Y luego qué pasó?

-T Otro día mi tío me trajo de comer: papas, sopa, tortillas, huevos y cerillos

para prender lumbre.

-P ¿Le pidió medicamentos a su tío para curarse?

-T No, como dije anteriormente, me curaba con puro cardón, para mí el

cardón era y sigue siendo una planta maravillosa. Me escondí en un ranchito

que se llamaba Los Arrayanes, allí permanecí como veinte días, sin saber

absolutamente nada, empecé a agarrar fuerza en mi brazo a mover los dedos y

después del todopoderoso mi mano quedó completamente sana.

-p ¿En qué pensaba Tino Nevárez durante ese tiempo?

-T Buscaba cómo salir de esta y sobretodo qué rumbo tomar, no pensé en irme

más a la sierra como dice el corrido, porque no tenía gente, los ranchos

estaban muy golpeados por los federales, por eso la idea era moverme hacia el

sur o a la costa, donde tenía familia. Decidí los valles porque intuía que, los

federales nunca pensarían que fuera yo a meterme a la cueva del lobo. Tan

correcta fue mi decisión que, la persecución del gobierno se centró

básicamente en la sierra. Existe además, un detalle que quiero destacar.

Cuando el ejército me buscaba, siempre lo hacían por caminos y cordones

pero, yo lo hacía cruzando ríos y montañas por eso nunca me atraparon. En

muchas ocasiones, desde un risco o acantilado, los camelaba pasar y sabía p’a

donde viajaban y yo, me iba p’a otra parte. Cuando quería verlos de nuevo les

cortaba huella y conocía sus rumbos. En algunas ocasiones para jugar con

ellos me vestía de arriero y caminaba junto con ellos, y les decía: “me voy con

ustedes para proteger mi mercancía no vaya a hacer que me asalte ese cabrón

de Tino Nevárez, dicen que es el vivo demonio”. Como no me conocían, yo

les llevaba ventaja, sin dañarlos, me divertía con ellos, les hice muchas gaitas,

en eso, tiene razón el corrido.

-P ¿Andaba usted a caballo?

-T No, tal vez mucha gente piense que yo y mi grupo nos movíamos en

bestias, pero no era así, para desplazarse por entre el monte es mejor a pata por

eso nunca nos descubrieron, no utilizábamos ni siquiera los cordones de la

sierra para movernos porque si uno camina por un cordón lo pueden camelar a

muchos kilómetros de distancia.

-P ¿Qué hizo posteriormente?

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249

-T Con un hijo de mi tío Isidro, de nombre Servando (qepd), mandé pedir

auxilio a Costa Rica, Sinaloa.

-P ¿Quién lo ayudó?

-T De Costa Rica, vino un primo de nombre Francisco (Pancho) Nevárez, de

oficio músico, después de platicar con él, le di una feriecita para que me

comprara un acordeón para hacerme pasar por músico en los pueblos por

donde fuéramos pasando. Pero al colocarme el instrumento en el pecho me

molesto y pensé que, si nos pedían canciones no iba a poder tocar.

Entonces regresé a Pancho para la costa y me hice acompañar por Servando,

mi sobrino; a él lo quería para que bajara a los ranchos a comprar comida

porque caminábamos por entre el monte y las cumbres de las montañas.

-P ¿Recuerda la fecha en qué se vinieron?

-T Como a fines de noviembre de 1957, llegamos a Costa Rica, en ocho días.

-P ¿Caminaban de día o de noche?

-T Al salir del rancho Los Arrayanes, caminamos de noche y dormíamos de

día porque, podíamos orientarnos por los cerros que ya conocíamos pero, de

Cosalá pa’ bajo, donde no hay puntos fijos, andábamos con sol, por entre el

monte, paralelo a los caminos.

- P ¿Tuvieron algún contratiempo?.

-T Sí, tuvimos un pequeño percance pero no pasó a mayores, se los voy a

contar: Resulta que de Cosalá, bajamos por el rumbo de Tacuichamona y

salimos a un ranchito de nombre Las Cruces o Santa Cruz, hacia el oriente,

como diez y seis kilómetros de Costa Rica, del otro lado de la carretera

Internacional. Había una casita y le dije a Servando vamos a llegar con esa

señora a ordenar comida. Al momento de pedir los alimentos llegó un

muchacho y dijo: “En el vado de abajo viene la judicial, algo deben venir

buscando”. Bajando la voz le comente a mi compañero, vámonos. Nos

despedimos de la Sra. y nos agilamos por el camino hacia abajo, y en cuanto

nos perdimos de los caseros nos echamos al monte. Como a los dos minutos

escuchamos el ruido de la camioneta de los judiciales que iban pa’ Las Cruces.

Ahora pienso, ese muchacho me lo mando mi Ángel de la Guarda y mi Dios

todopoderoso porque si me registran los oficiales hubiera tenido que pelear y

quién sabe, si lo estuviera contando.

-P ¿Qué rumbo tomaron después?

-T Cruzamos la carretera Internacional, rumbo a Costa Rica, y me quedé en un

montecito enfrente de donde ahora se encuentra el panteón, antes todo eso era

puro monte, dicen que ahora son tierras agrícolas. Luego mande a Servando a

avisar a mi familia que había llegado.

-P ¿Cuántos Kilómetros recorrieron?

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250

-T Como trecientos kilómetros, si contamos caminos y carreteras que, por lo

general tienen muchas curvas pero, si tomamos en cuenta que, nosotros

atravesamos montes, montañas, ríos y arroyos la distancia se acorta, es decir,

como si ustedes recorrieran los mismos kilómetros pero en avión, aunque lo

de nosotros fue mucho más cansado y peligroso. Sin embargo, hay que tomar

en cuenta algo muy importante que, en esos tiempos, mi sobrino y yo, éramos

jóvenes, acostumbrados a caminar largas distancias por la sierra, bajo

condiciones adversas, por eso salimos adelante.

-P ¿Quién fue el primero de su familia que fue a visitarlo en el montecito?

-T Mi tío Juventino (qepd), era leñador y con el pretexto de cortar madera para

vender me llevaba lonche y agua en una carretita de burros y, después se

apareció mi primo Ángel Nevárez.

Cuando llegué al montecito de Costa Rica, hice dos parajes: uno, arriba de un

ébano que utilizaba de noche, y un segundo, sobre un cardón, el cual me

servía de faro para camelar durante el día, quién iba y venía, por el camino del

panteón que era paso obligado para viajar de Costa Rica, a la carretera

Internacional.

-P ¿Cuánto tiempo permaneció en ese lugar?

-T Como diez días, luego, mi familia me trasladó a una casita cerca del campo

Balbuena, ubicado al norte de Costa Rica.

-P ¿En qué lo trasladaron?

-T A pata, un primo de nombre Agustín Nevárez (qepd), me acompañó hasta

el canal Principal, que pasa al oriente del poblado, luego se incorporó mi

primo Ángel. Caminamos por la parte sur de la comunidad, por el camino

viejo hacia el poniente, después mi hermano Pedro me llevó en una bicicleta

hasta el campo mencionado.

-P ¿Cuánto tiempo permaneció en ese lugar.

-T Como ocho meses, en una casita de madera silvestre, ubicada en el ejido

Las Ilusiones.

-P ¿Cómo logró ocultarse durante tanto tiempo?

-T Hice un pozo dentro de la casita, allí me ocultaba durante el día y, por la

noche, dormía en una tazolera que se encontraba como a veinte metros de la

chocita.

-P ¿Siendo usted de clima frío cómo soportó las altas temperaturas del estado

de Sinaloa y, sobretodo metido en un pozo?

-T En primer lugar por la necesidad y cuando el calor era insoportable me iba

a unos maizales que se encontraban frente al campito, cruzando la carretera La

Cincuenta.

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-P ¿Tuvo algún contratiempo en el tiempo que permaneció en el campo Las

Ilusiones?

-T Mi hermano Vicente tenía relación de grado con el propietario de la parcela

( Blas Iribe), donde se ubicaba la casa, este insistía en conocerme por todo lo

que decían los papeles, la radio y la misma gente.

Un día le dije a mi hermano que lo llevara y platicamos. Me dijo que él

también era hombre, no tanto como yo, pero que, sabía guardar un secreto y lo

guardó, nunca me descubrió.

-P¿ Qué pasó después?

-T Yo, insistía a mi familia en irme al sur, concretamente al estado de Nayarit

donde sabía se encontraba mi esposa, pero un día vino mi hermano Vicente y

me dijo: Esta aquí, en el campo, la Sra. Juanita Lugo y su hija Luz, tú sabes si

te quieres ir con ellas a Tijuana. No la pensé dos veces, otro día en la

madrugada estaba viajando rumbo a la frontera.

-P ¿Dónde conoció a dichas mujeres?

-T La Sra. Juanita (qepd) y su hija Luz (qepd), a quien yo tengo mucho que

agradecerles, era madre de Tina Lugo, la muchacha por la que yo tuve el

problema con Salvador Quintana y las conocía desde que yo vivía en El

Bayus, cerca de Guadalupe de los Reyes.

- P ¿Cuánto tiempo hicieron para llegar a Tijuana?

-T Como treinta horas, tomando en cuenta que la carretera no estaba

pavimentada.

-P ¿Tuvieron algún contratiempo en el camino?

-T Ninguno, en esos tiempos no había tantos retenes como ahora.

- P ¿Qué hizo al llegar a su destino?

-T Esa noche, dormí en casa de mis amigas pero, en la madrugada, como

quien dice, me fugue. Sin despedirme de nadie, tomé mis cachivaches y cruce

la frontera de mojado.

-P¿ Por qué tomo esa decisión tan repentina?

-T Porque intuía que los federales podían detener a alguien de mi familia y

obligarlo a entregarme, como en efecto sucedió. Al tiempo me enteré que,

habían detenido a mi sobrino Servando y los llevó a casa de la Sra. Juanita

pero, en verdad ni ellas ni nadie sabían dónde me encontraba, así, las hubieran

matado no me iban a localizar.

-P ¿Posteriormente qué hizo?

-T En Estados Unidos, me dediqué a trabajar en el campo y olvidarme de

todo.

-P ¿Qué pasó con la pistola del capitán?

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-T La pistola del capitán era una pistola muy bonita, tenía las iniciales del

militar labradas en oro por eso me gustó mucho, me la traje durante mi fuga y

pasé con ella a Estados Unidos luego la vendí, por una feriecita.

-P ¿Por qué vendió la pistola si le gustaba tanto?

-T Porque juré ante Dios y mi Ángel de la Guarda jamás disparar un arma,

como lo he cumplido, y porque necesitaba una feriecita.

-P ¿De los préstamos que usted hizo a las empresas mineras dejó dinero

guardado para vivir una vida tranquila al retirarse de sus correrías?

-T No, jamás pensé en atesorar dinero para beneficio personal.

-P¿Qué siente al haber escapado de sus más acérrimos enemigos, hazaña que

no logró realizar, ni Villa, ni Bernal?.

- T Mucha felicidad, sobretodo porque estoy vivo, pero repito esto no lo

hubiera conseguido sin la ayuda del Todopoderoso.

- P ¿Está arrepentido de todo lo que hizo?

- T De ninguna manera, lo que hice, fue por las circunstancias que yo viví, y

no creo haber hecho cosas malas sólo actué en defensa propia y en ayuda de

mi gente, que vivían como esclavos en un México disque de oportunidades y

libertades.

- P ¿Le hubiese gustado vivir en época de la Revolución Mexicana?

-T Para hacer justicia sí, porque a pesar de haber pasado medio siglo de

Revolución, en la sierra de Sinaloa, Durango y Chihuahua, territorio

dominado por empresas mineras extranjeras y el gobierno federal a su

servicio, a los trabajadores se les seguía tratando como en la época de las

grandes haciendas.

-P ¿Cuándo y dónde escuchó por vez primera su corrido?

-T El primer corrido lo conocí a principios de los años 60, en una cantinita de

los Estados Unidos, lo cantaban unos músicos y me gustó. Mi sorpresa fue

que, en una ocasión un compañero de trabajo traía un radio encendido y la

difusora puso el corrido y empecé a tararearlo entonces mi amigo me dijo:

qué se me hace que tú, eres Tino Nevárez , no le contesté nada, sólo, me reí y

a la fecha, lo he escuchado miles de veces.

El segundo corrido lo escuche hasta ahora que ustedes me lo están regalando.

-P ¿Lo que dice el segundo corrido tiene relación con su vida?

-T No, no es cierto, esos son puros cuentos del compositor, jamás conocí a

Lucio Cabañas.

-P ¿Conoció a Cuco Napóles quien al parecer compuso y registró los dos

corridos de sus hazañas?

-T No, no lo conocí o, cuando menos no lo recuerdo.

-P ¿Qué les manda decir a los más de veinte grupos musicales que aún cantan

sus corridos?

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-T Les agradezco.

-P ¿Algún mensaje para los jóvenes de hoy?

-T Que se preparen y se mantengan unidos para que puedan conseguir un buen

trabajo, algo de lo que yo no tuve oportunidad y que nunca permitan

injusticias de los poderosos, menos del gobierno, que son los que se supone

deben impartir justicia a favor del pueblo.

Al final de la entrevista don Tino expresa lo siguiente: “Antes de terminar la

plática quiero comentar que probablemente haiga hecho yo cosas malas en mi

vida sin embargo, espero que las nuevas generaciones entiendan mis razones y

sobretodo las condiciones que me tocó vivir.

Tal vez, algunos detalles de mi vida se me haigan escapado pero, ustedes

comprenderán que hace muchos tiempo que sucedieron esos hechos y mi

cabeza ya no da para más, mi memoria ya no es la misma.

-P Don Tino un último deseo que tenga para la gente de la sierra y los

mexicanos

-T Pues que no haiga más hambre, ni injusticias en mi país.

Finalmente, Tino Nevárez con un suspiro exhalado de sus labios comenta:

“Esta es la historia que yo tengo que contar, mi historia.

Gracias.

Fin de la entrevista al Sr. Florentino Nevárez Sánchez el día diez y seis de

noviembre del año 2000. Desde algún lugar de los Estados Unidos.

Usted juzgue querido lector.

Los autores queremos realizar el siguiente comentario: en caso de que, el

legendario bandolero haya conservado en su poder cierta cantidad de dinero

producto de sus últimos asaltos (aunque lo haya negado), lo autores lo

consideramos algo legítimo pues no hay que olvidar que son las condiciones

socioeconómicas las que definen la conducta delictiva de los bandoleros

sociales y no su propia naturaleza, y en virtud que son gente inteligente y

astuta de alguna manera prevén su futuro para lo cual toman sus debidas

precauciones.

Veamos el ejemplo más conspicuo de dos héroes populares como lo fueron,

Heraclio Bernal y Francisco (Pancho) Villa, el famoso Centauro del Norte.

Muchos historiadores en Sinaloa piensan que al morir El Rayo de Sinaloa, era

tan honesto que murió en la miseria, que no tenía un quinto partido por la

mitad, sin embargo, leamos el siguiente pasaje que bien nos cuenta José de la

O Holguín, cronista del estado de Durango, en su artículo denominado: “La

toma de Durango por los Revolucionarios”, publicado en la revista Durangueñeidad. p. 4-9. De la O Olguín, citando al periodista Guillermo H. Ramírez nos comenta lo

siguiente: “En ocasión de la estancia del Gral. Tomás Urbina en Durango en

1913, realizo una visita a la Sra. Brígida Barreto, viuda de Heraclio

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254

Bernal…en atención a que sus tropas requerían de un “subsidio urgente”, y

qué mejor que la señora Barreto, quien se especulaba que poseía una gran

suma de dinero en oro producto de las actividades ilícitas de su marido como

bandido en el estado de Sinaloa”.

Según Guillermo Ramírez, escribe De la O, doña Brígida le narró lo siguiente:

“Me dejó Heraclio bastante dinero acuñado, así como barras de oro obtenidos

en sus continuos asaltos a las conductas. Parte oculté en el piso de mi

recámara…y parte en un banco; pero habiéndome informado los señores Jesús

Asúnsolo e Ignacio Trigueros, empleados en el mismo banco, que mi dinero

peligraba con motivos de la revolución, comisioné al señor Emilio Bracho

para retirarlo, sepultándolo en la casa de una persona de mi confianza”.

“Cuando triunfó la revolución maderista y sabiendo el Gral. Tomás Urbina

que yo tenía dinero en mi poder, con algunos hombres hizo irrupción en mi

casa, exigiéndolo so pena de matarme a balazos si no entregaba

inmediatamente lo que tuviera. Me resistí decidida a todo, y Urbina ordenó a

su gente que me golpearan hasta que fuera necesario, castigándome con el

mayor salvajismo, usando para ello las culatas de sus carabinas. Al no

escuchar de mi boca la confesión esperada, el propio Gral. desenfundó su

pistola y me disparó cuatro balazos, haciéndome rodar por el suelo. Las

heridas fueron graves y me salve haciéndome muerta.

“Presenciando estos sucesos el señor Emilio Bracho, que estaba en el secreto y

temiendo correr la misma suerte, reveló el sitio donde se encontraba el dinero,

con la única condición que le perdonara la vida, siendo así como Urbina se

apoderó de doscientos mil pesos oro”.

Este es un primer ejemplo como los bandoleros sociales como Heraclio Bernal

y otros pensaban también en su vida futura. Léase, Revista Durangueñeidad

p. 4-9.

El segundo caso fue el de Francisco (Pancho) Villa mejor conocido como el

Centauro del Norte, de quien sabemos que al rendirse al gobierno de Adolfo

de la Huerta en 1920, negoció la entrega de la famosa Hacienda de la

Concepción del Canutillo, con una extensión de 87 mil hectáreas, un

verdadero latifundio y de igual forma, a su grupo de dorados, les fueron

cedidas un número similar de tierras en el norte de Durango y sur de

Chihuahua.

Sin embargo, el propio De la O, en su excelente obra denominada: Pancho

Villa, en Canutillo, entre Pasiones y Flaquezas, comenta lo siguiente:

“Posterior al decreto confiscatorio, se realizó un contrato de compra venta en

la ciudad de México mediante apoderados legales, entre el presidente de la

República y Francisco Villa; en la diligencia, Villa entregó a la Secretaría de

Hacienda y Crédito Público, la cantidad de 550,000 mil pesos oro. Trámite

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255

judicial que fue debidamente asentado el 25 de noviembre de 1920, en el

Registro Público de la Propiedad de Indé, Durango; con la inscripción número

22 del libro uno, de esa dependencia gubernamental… posteriormente Villa

realizó un segundo depósito por la cantidad de 86 mil pesos oro, para sumar la

cantidad de 636 mil pesos, misma que había otorgado la presidencia de la

Republica a la familia Jurado y Aispuro propietaria de la finca Canutillo.

Pancho Villa en Canutillo… P.27-28.

La pregunta que surge de inmediato ¿De dónde sacó Pancho Villa para cubrir

tan alta fortuna?; probablemente de su vida de bandolero y revolucionario

porque no todo lo repartió entre los jodidos, sino que reservó algo de capital

para una vida de trabajo pacífica y sin contratiempos. Otra fuente de recursos

económicos probablemente haya sido el contrato que por 25 mil dólares, más

regalías, el revolucionario firmó con la compañía norteamericana Mutual Film

Corporatión por permitir filmar sus combates; siendo el primero de ellos, la

toma de Ojinaga en el fronterizo estado de Chihuahua, en el año de 1914, no

lo sabemos y tal vez, nunca se sepa.

Una cosa es muy cierta, todo hombre honesto que se revela contra el orden

establecido siempre tiene un gran sueño: trabajar y vivir en paz, siendo esto, a

juicio de los autores, legítimo y justificado por lo cual no debemos juzgar, ni

al general Villa, ni a Heraclio Bernal, mucho menos a nuestro personaje Tino

Nevárez. Los historiadores no juzgamos, sólo rescatamos los hechos del

pasado para traerlos al presente con el propósito que sean analizados y

calificados por la propia sociedad, quien tiene, la última palabra.

Fuentes

Archivo Histórico general de Sinaloa

Bibliografía

Beltrán Sánchez, Aristiri, Cosalá, en el Contexto de la Historia Regional,

Culiacán, Sinaloa, México, ed. ISIC.PACMYC, 2010, 123 pp.

Valadés C., José, Memorias de un joven rebelde, Culiacán, Sinaloa, México,

Ed. UAS, 1985,199 pp.

De la O Olguín, José, Pancho Villa en Canutillo, entre Pasiones y Flaquezas,

Durango, Durango, Ed. Conaculta, 2004, 185pp.

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256

--------------- La toma de Durango por los revolucionarios, en Durangueñeidad,

revista de historia, cultura y algo más, de la unión de cronistas municipales

del Estado de Durango, p. 4-9.

Luévano Becerra, José Antonio, Tayoltita, (centro minero de las Quebradas,

Guarisamey –San Dimas), Durango, Durango, Ed. La Impresora,1996, 184 pp.

,Macedo López, Juan, Antología, Culiacán, Sinaloa, México, Ed. Universidad

Autónoma de Sinaloa, 1985, 252 pp.

González, Efraín, Crónicas de la Aviación en Sinaloa, Culiacán, Sinaloa,

México, Ed. difocur, 1994, 190 pp.

Hubbard R., Carlos, Estampas de un Mineral (Los Chupapiedras), Culiacán,

Sinaloa, México, Ed. UAS, 1993, 298pp.

Villa, Guadalupe y Rosa Helia Villa, Pancho Villa: Retrato Autobiográfico

México, D.f., Ed. taurus, 2005, 355pp.

Bibliografía consultada

García Cortés, Adrián, Crónicas Mineras, Culiacán, Sinaloa, México, Ed.,

Universidad Autónoma de Sinaloa, segunda edición, 2013, 168pp.

Paire, Jacques. Senderos de Plata, historia del fénix de los mineros de

América, México, D.f. Ed. Mondadori, 2007, 233pp.

La economía Mexicana en Cifras, México, D.F. Ed. Nacional Financiera,

1965, 229 pp.

Lazcano y Ochoa, Manuel, Una vida en la vida sinaloense, Los Mochis,

Sinaloa, México, Ed. Universidad de Occidente, 1992, 277pp.

Toussant Aragón, Eugenio, ¿Quién y Cómo fue Pancho Villa?, México, D.f.,

Ed. universo, 1980, 159pp.

Zavala Zavala, Arturo, Sinaloa, entre el muchacho alegre y las hojas de hierba

buena (En la perspectiva del Noroeste), Culiacán, Sinaloa, Ed.

COBAES,2000,302 pp.

Hemerograficas:

Periódico El Sol de Sinaloa

El Sol del Pacífico

El Diario de Culiacán

Consultas en línea

www//http. INEGI, volumen de producción de oro y plata (1871-2008)

www//http. Arturo Román Alarcón “Auge y decadencia de la minería en

Sinaloa (1910-1950)”

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257

Ponencia:

Vidales Soto, Nicolás, Cosalá: Pueblo Mágico, Rincón Minero, Pletórico de

Historia, Riqueza y Belleza, (ponencia presentada en el coloquio de Cosalá,

14.03.2010.

Entrevistas

Ángel Nevárez Sánchez 05.02.94

Aristiri Quintín Beltrán Sánchez 27.11.98

Antonio Sánchez 11.09.96

Benito Moreno 24.01.94

Cristina Sánchez Elizarraras 21.02.95

Cosme Pérez Sánchez 15.02.98

Encarnación Nevárez Sánchez 10.02.95

Epifania Robledo Vega 25.07.95

Elvira Sánchez Nevárez 10.04. 97

Guadalupe Martínez Hernández 25.10.97

Gilberto Sauceda 25.08.97

Hnos. Guillermo y Ventura Herrera (pendiente segundo apellido 18. 07.97

Gontrán Rodríguez Félix 21.10.99

Juan Díaz López 21.07.97

Herberto Sinagawa Montoya 16.01.97

Imelda Sarabia 15.11.94

Marcos Záinz Corrales 02.03.97

Magdalena Smith Araiza 22.04.94

Margarita Pérez Sánchez 03.02.95

María Encarnación López Armenta 25.01.95

Manuel González García 01.03.96

Lorenza Nevárez Sánchez 17.01.94

Patrocinio Beltrán 05.05.94

Paulina Peña Ayón 13.09.95

Pedro Chávez Peña 05.01.98

Rafael León Bastidas 02.09.97

Roberto López Díaz 27.10.97

Rafael Barraza García 05.12.99

Ramona Corrales López 10.08.96

Raúl López Moreno 11.06.95

Socorro Gutiérrez Luna 06.08.95

Salomón Montijo 24.02.96

Úrsulo Valles 10.10.94

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258

Yolanda Manjarrez Aguiluz 03.09.97

Opiniones a los correos siguientes: [email protected]

[email protected]

gabynevá[email protected]

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