razon de estado, razon mercado

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    NUEVA SOCIEDADRazn de Estado, razn de mercado

    Jos Snchez Parga

    Jos Snchez Parga: filosofo y antroplogo; primer director de la revista Ecuador Debate; investiga-dor en el Centro Andino de Accin Popular (CAAP) y en la Direccin Acadmica de la UniversidadSalesiana.Palabras clave: teora poltica, Estado, mercado.Nota: El texto Raison dEtat raison de march fue presentado al Congreso del Programa de Inves-tigacin Pekea (Political and Ethical Knowledge on Economics Activities), celebrado en Santiago enseptiembre de 2002.

    Razn de Estado,

    razn de mercado

    Con el declinar del Estado-nacin y el moderno

    desarrollo del capital no sololos macro-podereseconmicos someten,destruyen y transforman lasfuerzas e institucionespolticas, sino que una nuevaracionalidad dominantepenetra todos los mbitos de

    la sociedad, desde sus formasde pensar y actuar hasta susvalores y sentidos: losciudadanos se convierten enconsumidores, el poder enmercanca y las relacionespolticas y sociales entranen la lgica de la oferta y la

    demanda. Se impone un nuevociclo histrico de largaduracin con una hegemonaglobal.

    Para significar la colosal categorial transformacin de la sociedad que enla actualidad comporta la absoluta soberana del mercado, Karl Polanyirecurri a la imagen de la metamorfosis de la oruga: el mercado necesitadestruir la sociedad-Estado, del que es larva, para alcanzar su propia existencialibre y autnoma. Con la finalidad de ampliar e ilustrar los factores de dichatransformacin, sus races y alcances, nos proponemos aqu comparar lo quesignific la razn de Estado con la nueva razn de mercado, y los efectos que tiene

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    en el mundo moderno la sustitucin de aqullapor sta. Pero no es por un simple inters compa-

    rativo que se requiere relacionar ambas razones,sino porque una no se limita a sustituir la ante-rior, adems asume e integra muchas de sus lgi-cas, eficacias y legitimidades. La razn de merca-dose presenta hoy investida de racionalidadesestatales. As como el Estado-nacin se ha razo-nado en la misma medida e idntica proporcin

    en que se iba liberando de la esfera inspiraciones y representaciones religiosas,as el mercado se piensa mientras se libera de los marcos estatales y nacionales,

    de sus relaciones con la poltica y el Estado. Pero esta autonoma creciente no seencuentra todava desprovista de ciertas lgicas y procedimientos estatales1.

    Breve preludio florentino

    En su primera legacin diplomtica ante la corte de Csar Borgia, con la difcilmisin de sondear y frenar sus proyectos militares y expansionistas, Maquiavelorecibe de su gobierno el importante encargo de velar por los intereses econmi-cos de los mercaderes florentinos, considerados de inters pblico puesto que

    representaban el estmago de esta ciudad2. Se equivocan algunos intrpretesde la obra de Maquiavelo al reprocharle cierto desinters econmico en su pen-samiento poltico, cuando una de las ideas que ms preocupa, tanto en la teoracomo en la prctica, el momento maquiaveliano, es la necesidad de un go-

    bierno poltico de la economa, basndose en el fundamental presupuesto deque si la poltica no gobierna la economa, sern la economa y el dinero los queterminarn gobernando la poltica y el Estado. Aunque a inicios del siglo XVI nilos poderes econmicos, ni las fuerzas productivas, ni la dinmica del mercadohaban alcanzado un podero comparable al de las fuerzas y poderes polticos,ni suficiente para competir con stos, ya entonces la economa empezaba a dis-putar ciertas competencias polticas y se consideraba al dinero como el nerviode la guerra. Sern necesarios cinco siglos para que el desarrollo del capital, y

    1. Se trata de un proceso anlogo al que tiene lugar cuando el Estado-nacin adopta su propia racio-nalidad poltica (a inicios del siglo XVI), la cual integra a la vez que transforma representaciones,imaginarios y hasta discursividades del mbito religioso y eclesistico. Cf. Marcel Gauchet: LEtatau miroir de la raison dEtat en Y.Ch. Zarka (ed.): Raison et draison dEtat, Fondement de la politique,PUF, Pars, 1994, pp. 133-244.

    2. ...agradecereis con toda eficacia a su Excelencia por el beneficio conferido a nuestros comercian-tes, que consideramos conferido a nosotros como inters pblico (cosa pblica) ... inters muy impor-tante, del que se puede decir que es el estmago de esta ciudad. Niccol Machiavelli: Comissione[5 de octubre de 1502] en Tutte le Opere, Sansoni, Firenze, 1992.

    Ni el Estadose constituye,

    acta e intervienefuera de la sociedad,sino dentro de ella,

    ni las relacionescon el mercado

    le son exteriores

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    la ms reciente modernizacin del capital financiero y del mercado capitalista,lleguen a imponerse sobre las instituciones y los poderes polticos.

    Maquiavelo teorizaba sobre el gobierno poltico de la religin, de la Iglesia y dela moral cristiana, sabiendo que se trataba de fuerzas e instituciones residualesde la Edad Media, pero que si no eran polticamente gobernados se prolongarael dominio religioso, eclesistico y moral sobre la poltica. Por el contrario, cuan-do teorizaba sobre el gobierno poltico de la economa, del dinero y del merca-do, saba que se trataba de fuerzas y poderes no residuales del pasado sinomodernos y modernizadores, que no solo se limitaban a competir con las fuer-zas y los poderes polticos, sino que a la larga terminaran imponindose sobre

    stos. Es en este contexto de tensiones y de luchas por la hegemona del ordenpoltico y de la nueva institucin histrica del Estado que debe comprendersela teora y prctica de la razn de Estado, cuyo ciclo comienza a declinar con laconsolidacin de un Estado de Derecho, el cual finalmente estara condenado asometerse y sucumbir bajo el nuevo orden de la razn de mercado. Ahora

    bien, no basta explicar la formacin del Estado nacional ni la elaboracin y de-sarrollo de una razn de Estado a partir de los reales poderes polticos existen-tes, as como de sus enormes capacidades histricas de ampliarse y consolidarse:hay que considerar tambin que el mismo Estado y la razn de Estado actuaron

    como poderosos factores en dicho proceso, reforzando la esfera de lo poltico.Esto mismo ser necesario aplicar tambin al mercado y a la razn de mercado:expresiones de las fuerzas econmicas, al tiempo que institucionalmente las le-gitiman, fortalecen, consolidan y garantizan su reproduccin y desarrollo. Eneste marco interpretativo resulta obligado entender que ni el Estado se consti-tuye, acta e intervienefuera de la sociedad, sino dentro de ella, ni las relacionescon el mercado le son exteriores. Y, por consiguiente, que tampoco el mercadocomporta la ms mnima externalidad respecto de la sociedad que (se) transfor-ma, ni respecto del Estado que finalmente somete.

    De larazn de Estado al inters de EstadoLo que especficamente caracteriza el Estado moderno (siglos XVI-XIX) y lo dis-tingue de todas las otras formas estatales de la historia, tanto las antiguas comolas actuales, es precisamente la razn de Estado: su surgimiento es el acta denacimiento del Estado moderno3. Ms an, cabra incluso sostener que la ideade razn de Estado precede ya en el siglo XV la formacin de los modernos

    Estados nacionales. No hay que limitarse a entender la definicin de razn de

    3. Cf. Michel Senellart:Machiavelisme et raison dEtat, PUF, Pars, 1989

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    Estado ni tampoco la razn de mercado como algo exterior a la instituciona-lidad y funcionamiento del Estado (mercado), al conocimiento de los medios

    propios para fundar, conservar y aumentar el Estado (o el mercado). Se tratams bien de la racionalidad intrnseca del mismo Estado (y mercado), e inhe-rente a su fundacin, conservacin y crecimiento4. La razn de Estadosolo seentiende y justifica a partir de un principio poltico fundamental: no hay poderque sea legtimo y menos aquel que cuenta con autoridad5. Lo cual significaque en sus mismos presupuestos intenta justificar lo injustificable y legitimarlo ilegitimable: al ser la violencia no una caracterstica del Estado, sino aquellaque lo define, la funcin y finalidad expresas y precisas de la razn de Estadoconsiste en circunscribir el uso de tal violencia a los medios, objetivos y resulta-

    dos del gobierno. Por otro lado, legitima las necesidades, haciendo que justifi-quen cualquier violencia6. Lejos de reducirse a convalidar las medidas extraor-dinarias en circunstancias o necesidades del mismo orden, se convierte en prin-cipio rector de toda actividad poltica, siempre regida por el imperativo delmal menor y el precepto de que en poltica el fin justifica los medios. La se-guridad del Estado es una exigencia tan necesaria e importante, hasta para losmismos gobernados, que los propios gobiernos estn constreidos, para garan-tizarla, a violar las normas jurdicas, morales, polticas y econmicas que consi-deran imperativas cuando son precisamente ellas las que estn en peligro7.

    Todas estas caracterizaciones y racionalizaciones del Estado anticipan las queadoptar el mercado. Por esto mismo tampoco cabe limitar la razn estatal a unsimple principio poltico, cuando de hecho hay que considerarla un postuladode la racionalizacin del Estado y de todas sus actuaciones: el conocimientode los medios propios para fundar, conservar y ampliar una tal dominacin eimperio. Y a la vez que racionaliza las prcticas estatales, las despoja de laspasiones de la poltica, de los elementos imaginarios y pulsionales inherentes atodo ejercicio del poder. La razn de Estado es el Estado que se razona8. Talfuncin racionalizadora se entiende por el hecho de que en poltica los princi-

    4. Cf. Giovanni Botero: Della ragione di Stato [1589], I. Donzelli, Roma, 1997, p. 1.5. La idea, que se encuentra ya presente en la obra de Aristteles, ser posteriormente elaborada porel pensamiento poltico medieval, y adquiere su formulacin definitiva en la concepcin republica-na del Renacimiento: No hay poder alguno que sea legtimo y todava menos el del Emperador,que posee tanta autoridad y que dicta el derecho a los otros; cf. Francesco Guicciardini: Escritospolticos. Discurso de Logroo. Dilogo sobre la manera de gobernar Florencia, PUF, Pars, 1997, p. 297.6. Maquiavelo invierte el razonamiento de Santo Toms, para quien la guerra es necesaria cuandoes justa, atribuyendo a Tito Livio el sentido de su formulacin: la guerra es justa para quienes es

    necesaria (v. Discursos, III, 2; El Prncipe, c. 26).7. Sergio Pistone: Razn de Estado en N. Bobbio, N. Matteuci y G. Pasquino: Diccionario de poltica,Siglo XXI, Mxico, 1995.8. Gerald Sfez: Les doctrines de la raison dEtat, Armand Colin, Pars, 2000, p. 62.

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    pios nunca son fundamentales, ni losfundamentos se encuentran nunca abso-

    lutamente fundados; esto obliga al Esta-do, tanto como a toda actuacin polticaparticular, a un permanente esfuerzo deracionalizacin9. Lo cual puede suponersiempre racionalizar tambin lo irracio-nal o lo que no tiene razn de ser. Estaprecisa acepcin del concepto anticipa yala analoga con la razn de mercado: laracionalidad no es solo la expresin que

    el sujeto da a lo que no comprende de laaccin del Estado. Es tambin la expre-sin que suscita el deseo de comprenderan ms de dicha accin (Sfez, ob. cit.,p. 142). Debe sealarse que la razn deEstado es razn de podero pero no deautoridad, y que siempre existir unaoposicin simtrica entre ambas categoras, lo cual explicar que en la medidaen que el Estado adquiere una mayor autoridad, hasta llegar a convertirse en

    Estado de Derecho, simultneamente va perdiendo o abdicando de su razn.Secometera una errnea simplificacin, reduciendo la razn de Estadoa justifi-car el empleo poltico de la violencia o a legitimar por cuestiones polticas loscrmenes de Estado o actuaciones de gobierno poltico en contra de la ley. Msque consagrar la supremaca de la poltica por encima de toda legalidad, y depreservar la integridad y estabilidad de la institucin del Estado sobre cual-quier otra consideracin de orden moral, ellaopera de acuerdo con un presu-puesto doctrinal, de tica o de responsabilidad polticas, basado en el biencomn o inters colectivo, que se sobrepone a cualquier otro bien privado ointers particular de individuos o ciudadanos. En caso de necesidad, estos bie-nes e intereses particulares y privados son siempre sacrificables al bien comnpor razones de Estado.

    Aunque supone un Estado soberano y un ejercicio poltico del poder absolutorespecto de las leyes y normas morales, esto no significa que para el mismopensamiento maquiaveliano la razn de Estadono tenga lmites o excepciones.Sin embargo, ser a partir de la progresiva consolidacin de los Estados abso-

    9. En este sentido habr que entender la afirmacin de Sfez de que la razn de Estado debe conver-tirse en asunto corriente y ordinario de lo poltico (ibd., p. 104).

    2003EddyChacn/Nueva

    Sociedad

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    lutos a lo largo de los siglos posteriores (XVI-XVIII), que la razn de Estadoseejercer tambin de manera absoluta. Hay que tener en cuenta que los gober-

    nantes no se limitan a interpretar y aplicar una razn de Estado que ste mismoles impone y a la que se encuentran sujetos. Siempre hay que distinguir entrelas actuaciones y polticas impuestas objetivamente por la razn de Estado, yaquellas otras que responden a muy diferentes motivos e intereses (de clase, degrupos de poder o de presin). Ello puede dar lugar a dos situaciones opuestas:o bien tales motivos e intereses son tan poderosos que se convierten en parteintegrante de la misma razn de Estado, o bien sta se transforma simple yclaramente en inters de Estado. Una situacin intermedia consiste en producirnormas constitucionales, procedimientos, instrumentos e instituciones polti-

    cos, jurdicos y administrativos capaces de regir y regular el recurso a, y el usode, la razn de Estado en situaciones extraordinarias. Esta tendencia conducira su transformacin en Estado de Derecho, muy estrechamente asociado al desa-rrollo y consolidacin de los regmenes de gobierno democrticos.

    Lo que a travs del Estado social de derecho y de la misma democracia se irfortaleciendo y desarrollando son los intereses del capital y de las clases capita-listas convertidos en el absoluto y soberano inters del Estado nacional10; aun-que en la fase global de su desarrollo los intereses del capital no necesitarn

    identificarse con el inters de ninguno de ellos. Segn esto, la razn de Estadoincuba en su interior su propia declinacin y su transformacin final, ya que lacreciente y progresiva racionalizacin de las prcticas polticas y gubernamen-tales conduce a un paulatino pero irreversible deslizamiento hacia el inters deEstado, con la consiguiente modernizacin del cambio del gobierno de las per-sonas por la administracin de las cosas, haciendo que el arte de gobernar seconvierta en el arte de los intercambios y las negociaciones11. Tal desplazamien-to de la razn al inters de Estado, se opera en un nuevo escenario poltico, en elque el gobierno poltico de la economa se ir mutando en gobierno econmicode la poltica, pero no porque el gobierno de las personas haya sido simplemen-te sustituido por la administracin de las riquezas, sino porque de manera pre-dominante las personas son gobernadas por medio de la misma administracinde la riqueza12. Lo que a la larga conducira a reducir todo gobierno a la administra-cin misma de las personas13.

    10. Algo que por otro lado ya haba sido previsto por el mismo Marx: ... existe la conciencia de queel desarrollo de los intereses del capital y de las clases capitalistas, de la produccin capitalista, se haconvertido en la base del podero nacional y del predominio nacional en la sociedad moderna (El

    capital, III, II, Siglo XXI, Mxico, x/vii, p. 999).11. El escenario de la administracin y de la libre circulacin, un nuevo arte de gobernar y un nuevoarte de intercambiar, la complejizacin de la mquina del Estado y el horizonte econmico comocategora determinante de lo poltico (Sfez, ob. cit., p. 145).

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    No es casual que la razn econmica de Estado, convertida en inters de Esta-do, se implemente y desarrolle a medida que se configura el Estado de Derecho,

    ya que el inters estatal no cambia fundamentalmente el factor de dominacindel pueblo y de los sbditos o ciudadanos. Lo que cambia es el modo de domi-nacin, que en lugar de ser polticamente por la violencia se ejerce por la explo-tacin y el despojo econmico en razn de una versin, no ya poltica, sino sobretodo econmica y administrativa del bien comn o inters comn: el bien-estar14. Y tampoco es casual que el Estado de Derechoadopte una figura jurdi-ca precisamente cuando de manera masiva los Estados nacionales dejan de serabsolutos y se transforman en democrticos, ya que la democracia, tanto en suspresupuestos como en sus instituciones y funcionamiento, es incompatible con

    la razn de Estado, y ms bien se vuelve sinnimo del Estado de Derecho. Lademocracia liberal, por su parte, en cuanto lugar de concurrencias, de ofertas ydemandas polticas, y el Estado social y keynesiano, con su constante e influ-yente intervencin en la economa, creaban las condiciones ptimas para que larazn de mercado comenzara a penetrar e imponerse sobre el Estado, haciendoque toda la maquinaria administrativa y gubernamental, as como todo el fun-cionamiento del sistema poltico y la misma vida pblica, fueran cada vez mscomprendidos y explicados a partir de los conceptos de la economa y del mer-cado. Los polticos no seran de hecho ms que empresarios individuales, que

    intentan confrontar sus posiciones sobre un mercado poltico con la oferta deproductos polticos a cambio de demandas polticas expresadas en los votos.

    Del Estado de Derecho al Estado social

    Frente al poder y legitimidad ilimitados que fundaban la razn estatal emergen,se desarrollan y consolidan los derechos individuales, civiles, ciudadanos, hu-manos, siendo ellos los que ponen un lmite jurdico a la ilimitacin poltica de losEstados absolutos y a su razn de Estado, trasladando el centro de la soberanaestatal a los mismos ciudadanos: como si la soberana popular sirviera de so-porte y fundamento a la nueva razn del ciudadano, estableciendo as una supre-maca del derecho sobre la poltica pero sin llegar a suplantarla. Ser, sin em-

    bargo, en el transcurso de las ltimas dcadas cuando se operar un creciente

    12. Para una ampliacin de esta problemtica, cf. Jos Snchez Parga: El ciclo poltico de la econo-ma y el gobierno econmico de la poltica en Ecuador Debate N 55, 4/2002, pp. 57-96.13. Tal es el giro copernicano intuido por Montesquieu (1689-1755), cuando se refiere a la adminis-tracin segn las cosas. Y no es que la concepcin maquiaveliana de la poltica no haya tenido encuenta la materialidad del gobierno de las cosas para lograr el gobierno de las personas; el paradig-

    ma se ha vuelto completamente distinto: basta el gobierno de las cosas para lograr la administracinde las personas.14. A Richelieu se le atribuye, no sin razn, la idea de que los Estados no tienen principios sino inte-reses. Cf. George Soros: La crisis del capitalismo global, Ed. Debate, Madrid, 1999, p. 246.

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    receso de lo poltico con una progresiva judi-cializacin y legislacin de la poltica. Lo que en un

    principio apareci como un freno de la ley al podery razn de Estado, haciendo que todo acto imple-mentado por el Estado debe obedecer a una ley, haido tomando el curso opuesto: el poder de los jue-ces sobre los polticos15. El Estado de Derecho no soloimplicaba (negativamente) una limitacin de lospoderes polticos por las leyes, sino que haca de ta-les controles del poder pblico una ampliacin delas libertades personales, impidiendo cualquier in-

    jerencia del Estado en los derechos ciudadanos que no contara con una normalegal. Y en ese sentido el Estado de Derecho se constitua en presupuesto yfundamento de la misma democracia, pero estableciendo a su vez un lmite alprincipio y voluntad de la mayora, ya que sta, so pena de incurrir en unatirana del pueblo (Aristteles), no puede lesionar los derechos fundamenta-les de las minoras. De esta manera, en el ncleo mismo del Estado de Derechoy del rgimen democrtico se instala una profunda e irreductible tensin: Es-tado de Derecho que toma como referencia absoluta la libertad y propiedad delindividuo, es decir su autonoma individual, crendose as una barrera infran-

    queable para implementar cualquier poltica de mayoras democrticas16.

    Segn esto, las posibles relaciones y correspondencias o contradicciones entreEstado de Derecho y rgimen democrtico pueden dar lugar tanto a tensionesy equilibrios y a una radicalizacin de sus extremos confiriendo una domina-cin hegemnica, o bien a la imposicin de la voluntad de las mayoras endetrimento de las libertades y propiedades de las minoras, o a estas libertadesy propiedades individuales sobre los intereses colectivos ms compartidos. Yello con el agravante de que Estado de Derechono solo significa la proteccin

    jurdica de todos los ciudadanosfrente al Estado sino tambin la proteccin porparte del Estado de los derechos individuales tanto como colectivos de los ciu-dadanos17. Ahora bien, al encontrarse histrica y polticamente basado en la

    15. Esto no significa que el derecho deba tomar el lugar de la poltica. Una tergiversacin en estesentido sera fatal, algo que por otra parte estamos comenzando a observar en los hechos; GerhardRobberts: El Estado de Derecho y sus bases ticas en J. Thesing: Estado de Derecho y democracia,Ciedla, Buenos Aires, 1997, pp. 29, 31.16. Wolfgang Horn: Estado de Derecho, democracia y jurisdiccin constitucional en J. Thesing, ob.

    cit., p. 131 y ss.17. La limitacin del poder pblico, que proclama el Estado de Derecho no es un fin en s mismo, ytiene por objeto permitir al individuo el libre desenvolvimiento de su persona; cf. Helmut Simon:Los derechos fundamentales en el Estado democrtico y social de derecho en J. Thesing, ob. cit., p.

    Los derechos,libertades

    y el poderde un consumidorvalen ms

    que los derechos,libertadesy poderes

    ciudadanos

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    idea de una sociedad civil, autnoma y capaz de regularse a s misma, el Esta-do de Derecho contribuy de manera predominante tanto a este fortalecimien-

    to de la sociedad civil, como a agravar las desigualdades y lucha de clases en suinterior. Ms que atenuar las tensiones y contradicciones entre las diferentesfuerzas sociales, facilit su radicalizacin. Para resolver tal cuestin social,convertida en latente cuestin poltica, el Estado de Derecho se vuelve Estadosocial (pero sin dejar de ser de derecho). Ser este Estado social de derecho el quereal y concretamente asegurar los libres desarrollos personales de las grandesmayoras de la poblacin, en la medida que garantiza la cobertura de todosaquellos sectores marginales e incapaces de satisfacer sus necesidades y seguri-dades a travs del mercado18.

    Pero la nueva frmula de Estado social de derecho, que en trminos de polticaeconmica se expresar en el modelo keynesiano, nunca resolver definitiva-mente las tensiones, ya que no lograr evitar que el principio de libertad indivi-dual inherente al Estado de Derecho se concrete a expensas del elemento social,pero tampoco logra evitar que los principios del Estado social interfieran enlos espacios del desarrollo individual (W. Horn: Estado de Derecho y Estadosocial..., cit., p. 176). Por esta razn, el Estado social de derecho presenta unavigencia transitoria, y en apariencia paradjica. Mientras por un lado (en un

    primer momento) frena la extensin del mercado y la supeditacin a ste detoda la produccin y reproduccin de la sociedad, por otro lado (en un segun-do momento) contribuye a preparar y disponer (social y econmicamente) mejora la sociedad para que el mercado llegue a imponerse y extenderse como nuevainstitucin y modo de producirla y desarrollarla: para la definitiva y completatransformacin estatal y nacional de la sociedad en una sociedad de mercado.Pero definitivamente la razn de Estado, sobre todo bajo sus modalidades so-ciales y de derecho, es incompatible con la razn de mercado, puesto que alldonde el Estado acta econmicamente y con efectos econmicos no puedenfuncionar los mecanismos del mercado19.

    195. Sin embargo, ser solo el Estado social el que realmente garantice tal desarrollo personal a lagran mayora de los ciudadanos.18. Horn seala que: El principio del Estado social, en cambio, debi su nacimiento precisamente alfracaso del Estado de Derecho para encontrar una solucin a la poltica social; y aade: La concre-cin del Estado social se realiza bajo la forma de Estado de Derecho; W. Horn: Estado de Derechoy Estado social. El Estado social de derecho como principio constitucional en J. Thesing, ob. cit., pp.173, 175.

    19. Donde el Estado desarrolla esas actividades, no puede funcionar el mecanismo del mercado.Fuera de esos campos donde el Estado provee directamente el sistema econmico contina siendoregulado por las leyes del mercado; Luigi Preti: El desafo entre democracia y totalitarismo, Pennsula,Barcelona, 1983, p. 392.

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    Razn de mercado

    Es Karl Polanyi quien precisa la gran transformacin, al definir cmo la con-solidacin de una economa de mercado, en cuanto sistema econmico reguladoy dirigido como un todo por los mercados, convierte a su vez la sociedad enmercado, o en sociedad de mercado, puesto que un sistema de mercados autorre-gulados comporta una transformacin de la sustancia natural y humana de lasociedad en mercancas, destruyendo el carcter, valor y sentido de toda ac-cin, relacin e institucin que no sean mercantiles20. Si hablamos de razn demercado es porque opera de la misma manera en que lo haca la razn de Estado:ya sea como norma prescriptiva de carcter tcnico, segn la cual para lograr tal

    fin hay que emplear tales medios, siendo siempre aquel, el mercado, el queprescindiendo de cualquier otra consideracin sobre tales medios empleadoslos somete a su propia utilidad; o sea como teora emprica, que explica y justi-fica, racionaliza y significa todos los procesos y procedimientos, todas las ac-ciones y relaciones, en trminos de la economa de mercado. Desde tal presu-puesto se entender por qu los valores sociales se vuelven inferiores a los delmercado, al no poder ser fijados, ni generalizados, ni cuantificables, ni reducti-

    bles al comn denominador del dinero, ni siquiera identificables como valoresal sustraerse a un mnimo acuerdo ampliamente compartido. Los derechos,

    libertades y el poder de un consumidor valen ms que los derechos, libertadesy poderes ciudadanos. Y no es solo porque se coticen ms, sino porque stos seestn reconvirtiendo cada vez ms en aqullos.

    Si bien la sociedad de mercado es producto y resultado de una economa demercado, por otro lado una economa de mercado solo puede funcionar enuna sociedad de mercado (K. Polanyi, ob. cit., p. 67). Esto implica que auncuando el mercado y la mercantilizacin de la sociedad son violentamente des-tructores de todas las otras formas comunales y societales de sociedad(gemeinschaftliche und gesellschaftliche Gesellschaft , segn la frmula weberiana),al reducirlas a su forma mercantil, ni el mercado ni esta racionalizacin delmercado son formas ajenas o externas a la misma sociedad humana. El supues-to de que no todo es mercanca, es decir que no todo haya sido producidopara su compra y venta, no excluye que todo pueda ser objeto de mercado, deser vendido y comprado21. En realidad el concepto marxista de mercado mun-

    20. K. Polanyi: La gran transformacin. Los orgenes polticos y econmicos de nuestro tiempo [1944], FCE,Mxico, 1992.

    21. Ya Marx haba enunciado este principio y este proceso: Sobre la base de la produccin capitalis-ta la mercanca se convierte en la forma general del producto, tanto ms cuanto ms se desarrollaaqulla en extensin y profundidad (ob. cit., II, I, p. 171). Esta conversin de todo producto enmercanca se incrementa y culmina en la fase financiera y monetarista del desarrollo capitalista: El

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    dial no significa otra cosa que la mundializacin del mercado. Alain Tourainellama a este nuevo panorama histrico de la sociedad global el poder absoluto

    del mercado22

    . Nada hay que se le sustraiga. De igual manera que el efectoterico de la razn de Estado obligaba a pensar toda la realidad desde la polti-ca y el Estado, haciendo que todo se volviera poltico y estatal, asimismo larazn de mercado obliga a pensar la realidad desde la economa y el mercado.Para llevar a cabo tales transformaciones (de la economa en mercado y de lasociedad en mercado) ha sido necesario un debilitamiento y fragilizacin delos poderes polticos, cuyas fuerzas mutan en poderes econmicos y del merca-do. Esto ha dado lugar a que se pase de un poder econmico cada vez menossometido al poder poltico, a que sea la realidad econmica la que parece

    gobernar el mundo y sus transformaciones ... el espacio social y poltico se va-ca y se comprime dominado por las realidades tcnicas y econmicas23.

    Al riesgo que generan la violencia y rapidez de las transformaciones, y al otroadicional que supone la tambin violenta y rpida destruccin de recursos, ins-tituciones y procesos sociales productora de otros nuevos, es necesario aadirese riesgo propio de la economa de mercado en su simultnea creacin de ri-queza y pobreza, donde los agentes que formulan sus resultados en funcin deaqulla tenderan a ser menos reacios al riesgo que los que piensan en funcin

    de las prdidas24. Cuando a una sociedad la conducen ms los que tienen mu-cho que ganar y poco que perder, resulta natural que se vuelva una sociedad deriesgo, donde la principal vctima es la masa de poblacin que tiene poco queganar y mucho que perder, con el efecto adicional de que cada vez se encuen-tran ms diferenciados y separados los pases, las zonas y clases sociales msasegurados, donde precisamente se producen los riesgos, y los pases, zonas yclases sociales ms inseguros, donde stos se sufren. En consecuencia, la socie-dad de mercado se manifiesta como una sociedad de altsimo riesgo, pero don-de se distribuyen con la mayor desigualdad los beneficios de los riesgos asumi-dos y los daos de quienes sufren las inseguridades. Aunque no sea el casotratar aqu las consecuencias econmicas y polticas de una sociedad de riesgoconvertida en sociedad de inseguridades, conviene referirse a esa nueva formaque adopta un Estado policial cada vez ms obligado a proteger a la primera yreprimir la sociedad insecuritaria. La lgica del mercado o de la relacin mer-

    sistema monetarista proclama la produccin para el mercado mundial y la transformacin del pro-ducto en mercanca, y por ende en dinero, como supuesto y condicin de la produccin capitalista(ibd., III, I, p. 998).

    22. A. Touraine: Pourrons - nous vivre ensemble? Egaux et Diffrents, Fayard, Pars, 1997, p. 55.23. Guy Laval:Malaise dans la pense. Essai sur la pense totalitaire, Publisud, Pars, 1995, pp. 291, 355.24. Daniel Kahneman y Amos Tversky: Prospect Theory: An Analyse of Decision under Risk enEconometrica vol. 47, 1979, pp. 263-291.

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    cantil se funda sobre el presupuesto de que las necesidades son ilimitadas, siendoel principio articulador de todos sus otros postulados la apropiacin privativa

    de todos los bienes, servicios e instrumentos de pago de los intercambios, es-tableciendo la correlacin entre el conjunto de demandas y el de ofertas para elconjunto de bienes, ya que el mercado solo funciona perfectamente si es gene-ralizado25, es decir, si absolutamente todo se convierte en objeto de oferta ydemanda o intercambio, de compra y venta, o sea en mercanca, y si los intere-ses particulares de los actores del mercado se imponen y prevalecen sobre unsupuesto inters general. Ya que no hay ms inters general que el del conjun-to de los protagonistas del mercado.

    Si la necesidad, la ganancia y los beneficios actan como las fuerzas internasdel mercado, capaces de dinamizarlo ilimitadamente a la vez que destruyencualquier otra fuerza contraria, es porque se arraigan en el mismo presupuestode irracionalidad antropolgica que funda la razn de mercado: el de su acu-mulacin ilimitada de beneficios, que asimila una economa de necesidades(ilimitadas) a una economa de beneficios tambin ilimitados (Comeliau, ob.cit., p. 91), lo que obligara a reducir toda la racionalidad econmica del merca-do al ilimitado deseo destructor de la razn humana. Es porque la razn demercado no hace ms que transformar econmicamente la irracionalidad del

    deseo con que se pueden explicar las contradicciones autodestructivas del mis-mo desarrollo del mercado. El ejemplo ms singular y significativo es la libreconcurrencia o competencia, cuya fase terminal conduce inexorablemente a losmonopolios26. Los mercados libres hacen del concepto de libertad su raznde ser, la razn de mercado, en el sentido de que los mercados han de estarlibres de toda coaccin o constreimiento, de cualquier lmite o intervencin,pero simultneamente el mercado es libre porque libera a los individuos decualquier otro vnculo o relacin que los someta o sujete a cualquier otro mode-lo o forma de organizacin y asociacin, para poder participar libremente enuna relacin de mercado, en cuanto actor soberano de cualquier intercambiocomercial, de cualquier oferta y demanda, de compra y venta. Solo el vnculomercantil que al mismo tiempo libera de cualquier otra vinculacin produceuna nueva forma de socializacin y socialidad, y por consiguiente un nuevomodelo de sociedad: una sociedad de mercado, que tratar de destruir y eliminar, o

    25. Christian Comeliau: Les impasses de la modernit. Critique de la marchandisation du monde, Seuil,Pars, 2000, p. 57.

    26. Invocar la absoluta libertad del mercado significa hoy imponer la supremaca absoluta de losmonopolios; cf. G. Laval, ob. cit., p. 147. La ideologa de la libre concurrencia oculta un fenmenoque hemos ya sealado ... la autorregulacin de los mercados; cf. Guy Vanthemsche: Les paradoxesde lEtat. LEtat face a lconomie de march. XIX & XX sicles, Labor, Bruselas, 1997, p. 66.

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    bien de someter, los residuos de sociedad comunal y de sociedad societal enla moderna sociedad.

    La sentencia de Adam Smith, segn la cual bajo el efecto de una mano invisi-ble la confrontacin de todos los intereses individuales aumenta ineludiblementeel inters de todos, se refiere a todos aquellos que participan en el intercam-

    bio, pero no habla de un inters colectivo ms all de los mismos actores delmercado. Sin embargo, aun considerando que el intercambio de los interesesindividuales tenga efectos de inters colectivo, y que cada intercambio particu-lar/privado repercuta en un inters compartido, como si cada inters produje-ra una suerte de plusvala social, en tal sentido el mercado produce una nueva

    sociedad, producto del intercambio, con caractersticas muy especficas, dondeel principio de relacin, de vnculo y de cohesin sociales es el inters, el bene-ficio y la ganancia: la sociedad de mercado. La razn de mercado, que implicamercados autorregulados y por consiguiente libres (absolutos y soberanos),significa que el mercado para su funcionamiento y desarrollo (generalizacin dela forma mercanca a todo producto, y de la forma de compra y venta a todarelacin e intercambio sociales) ha de encontrarse libre de cualquier otro vnculo,intervencin o institucin. En consecuencia, cuando la ley del mercado se gene-raliza tiende a sustituir cualquier otro vnculo social, puesto que la economa

    de mercado presenta una tendencia sistemtica a la dominacin sobre el conjunto de laorganizacin social, de sus valores, de sus reglas y de sus comportamientos27. Elideal y utopa de sociedad que la sociedad de mercado convierte en un imperati-vo totalitario, como veremos ms adelante, consiste en que todo puede ser com-prado y vendido; que toda relacin y todo vnculo se traducen en oferta y de-manda. No solo las formas tradicionales de la organizacin social sino incluso lamisma cohesin de la sociedad se vuelve un impedimento para la mercantilizacindel mundo y para la privacidad generalizada de toda la sociedad.

    Resulta obvio que uno de los procedimientos de la razn de mercado consisteen la imposicin de un predominio creciente de lo privado sobre lo pblico, deun sometimiento de lo pblico a lo privado, de una generalizada e irrefrenabletendencia privatizadora de lo pblico, pero la homologa de lo privado con lapropiedad obliga a considerar la interna correspondencia entre los procesos deprivatizacin y los de apropiacin que regulan la dinmica mercantil, cuyo be-neficio y provecho constituyen el carburante del motor de la economa capita-lista28. En cualquier otro contexto histrico un bien pblico poda tener ori-

    gen en los intereses y utilidades de grupos muy restringidos de la sociedad27. Cf. Comeliau, ob. cit., p. 60.28. Cf. G. Venthemsche, ob. cit., p. 36.

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    (como fue el caso del ferrocarril hace ms de un siglo), pero en una sociedad demercado un fenmeno similar no solo es imposible sino que lo contrario resul-

    ta ms bien probable: muchos bienes privados tienen su origen en intereses yutilidades pblicos, y a costa de stos. El sistemtico desfinanciamiento delsector pblico, su descapitalizacin, la desactivacin de sus recursos, junto a laprecarizacin de sus competencias y eficacias, todo ello conduce tan directacomo irremisiblemente a que todo bien y todo servicio sea accesible nicamen-te por la va del mercado, lo que de manera inevitable margina de tales bienesy servicios a vastos sectores de la sociedad y del mundo.

    La ciudadana poltica, que se haba fraguado y desarrollado en el marco del

    Estado-nacin, dar lugar a una ciudadana econmica con el declinar de los Esta-dos nacionales, haciendo que la participacin econmica en la sociedad predo-mine y se imponga sobre la participacin poltica29. Y si finalmente la verdaderaparticipacin en la vida colectiva no se define ya por la participacin poltica sinopor la econmica, sta terminar desciudadanizando completamente a todoslos individuos convertidos en consumidores del mercado30. ste tiende de he-cho a reducir compradores y vendedores a la sublimada categora de consu-midores. El consumidor con sus derechos especficos sustituye al ciudadano,como si el mercado confiriera una nueva forma de ciudadana, mucho ms

    realista, cuando el realismo econmico (la real Okonomie) sucede al realismopoltico (real Politik), haciendo que la realidad y verdad de todo sea su razneconmica31. Desde esta perspectiva se entiende mejor que sea una sociedadde mercado la que produce un nuevo modelo de individualizacin y desubjetivizacin de las personas. Este doble fenmeno individualizador y desubjetivizacin, que en Occidente posee ya una larga tradicin secular, adoptaen la sociedad de mercado una morfologa y sentido inditos, ambos estrecha-mente asociados a un profundo decline del hombre pblico32.

    Resulta adems muy revelador que si bien el individualismo moderno surge yse desarrolla (a partir del siglo XV) estrechamente asociado a la condicinsociopoltica de la ciudadana, por el contrario, el nuevo individualismo de mer-

    29. La naturaleza puramente poltica de la ciudadana ha estado ligada a la edad de los nacionalis-mos y de la constitucin de los Estados nacionales ... La ciudadana nacional no es la nica en confe-rir un estatuto legal y de derechos ... El vnculo entre Estados-nacin y ciudadana, que es histrico,no es por ello necesario, y la ciudadana puede ejercerse en otro nivel; Dominique Schnapper: Larelation a lautre. Au coeur de la pense sociologique, Gallimard, Pars, 1998, p. 414.30. Cf. Thomas Hammar: State, Nation and Dual Citizenship en W.R. Brubaker:Immigration and

    the Politics of Citizenship in Europe and North America, University Press of America, Nueva York-Lon-dres, 1989; Elizabeth Meehan: Citizenship and the European Community, Sage, Londres, 1993.31. Cf. Javier Roiz: El experimento moderno. Poltica y psicologa al final del siglo XX, Trotta, Madrid, 1998,p. 214 y ss.

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    cado comporte el sacrificio del individuo-ciudadano, puesto que aqul se fun-da sobre un individuo libre de toda pertenencia social y de toda comunidad,

    para poder funcionar como un mecanismo autorregulado, y ser este nuevoindividualismo de mercado el que a su vez se encontrar exacerbado por lasnuevas estructuras de influencia nacidas del marketing comercial33. Ms an,los agentes del mercado han de encontrarse liberados de todos los valores eidearios ciudadanos, ya que tales valores e idearios supondran un serio impe-dimento para participar en todo intercambio de la libre oferta y demanda. Puestoque cada formacin social ha desarrollado una particular forma de individua-lismo34, el que produce la nueva sociedad y razn de mercado se caracteriza por: a)una nueva estructuracin de las relaciones entre los hombres, basadas en una

    nueva concepcin y tratamiento de la riqueza, la cual ha dejado de cifrarse encualquier otro valor que no sea el dinero y su circulacin mercantil; esto mismodar lugar, a su vez, a una nueva forma de propiedad y apropiacin ilimitadas(ilimitacin que no tena el valor de la tierra o el modo de produccin industrial),y a lo que se denominar individualismo posesivo35; b) una emancipacin delindividuo econmico respecto del individuo poltico, con un predominio deaqul sobre ste, haciendo que sea la economa de mercado la que se conviertaen el nuevo principio de individualizacin; c) una revolucin de todos losvalores bajo el nuevo imperio e imperativo del inters o beneficio individual.

    No solo el nfasis en el individualismo y en la misma subjetividad varan de unacultura a otra, sino tambin los supuestos sobre sus diferentes caracterizacio-nes36. En tal sentido, tambin una nue-

    32. Cf. Richard Sennett: El decline del hombre p-blico, Pennsula, Barcelona, 1978.33. Cf. Jean Leca: Individualisme et citoyenne-t en Pierre Birnbaum y Jean Leca: Sur lIndivi-dualisme. Thories et Mthodes, Rfrences, Pressesde la Fondation Nationale des Sciences Politi-ques, Pars, 1991, pp. 208, 200.34. Carmen Iglesias elabora un anlisis histrico-poltico de la moderna evolucin del individua-lismo enIndividualismo noble, individualismo bur-

    gus, Real Academia de la Historia, Madrid, 1991.Para una perspectiva ms actual del fenmenoindividualista y desde su nuevo enfoque econ-mico, cf. Louis Dumont:Homo Aequalis. Genese etpanouissement de lidologie conomique, Gallimard,Pars, 1977.35. Cf. C.B. Macpherson: The Political Theory ofPossessive Individualism, Oxford University Press,

    1962.36. Cf. Kenneth J. Gergen: El Yo saturado. Dilemasde identidad en el mundo contemporneo, Paids,Barcelona, 1992, p. 29.

    2003 Eddy Chacn/Nueva Sociedad

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    37. En su crtica a la empresomana, Jacques Le Mouel no solo seala los grandes engaos de laideologa empresarial, sino tambin el equvoco que supone pensar la sociedad desde la empresa, yno sta desde aqulla: Al tiempo que florecen los proyectos de empresa, no surge realmente ningnproyecto de sociedad; cf. J. Le Mouel: Crtica de la eficacia. tica, verdad y utopa de un mito contempo-

    rneo, Paids, Barcelona, 1992, p. 10.38. De esta manera, como seala Le Mouel (ibd., p. 144), el objetivo de un hospital coincide con el deuna universidad o con el de un Ministerio de Obras Pblicas: convertirse en los ms rentables delpas, y no en el que mejor atiende enfermos, o mejor forma estudiantes o mejores rutas construye.

    va subjetividad de mercado define la formacin de la personalidad en las socieda-des actuales. La racionalidad subjetiva centra con ms fuerza en el individuo

    todas las competencias y capacidades de racionalizacin, sustituyendo toda otraracionalidad objetiva, a costa de sta y por encima de sta, cifrada en la socie-dad, sus instituciones y organismos u organizaciones. La razn de mercado nosolo racionaliza los procesos y procedimientos de una economa de mercado,sino que tambin impone tal racionalidad a las dems relaciones e instituciones,procesos y procedimientos de la sociedad. Al imprimir su propia racionalidad alresto de hechos y fenmenos sociales, el mercado se constituye en un aparatoideolgico, cuya ideologa tiene el mismo efecto de interpretar e interpelar ydar sentido. No extraa, que una institucin como, por ejemplo, la universidad

    con sus procesos y procedimientos acadmicos se encuentre hoy designada,interpretada e interpelada en trminos de oferta y demanda, clientes y consu-midores, empresa, rentabilidad y productividad, costo y beneficio, eficiencia,eficacia, efectividad y competitividad. Mientras, por otra parte, los mbitos delmercado se han ido invistiendo de antropomorfismos que hablan de la sensi-

    bilidad y el nerviosismo de las bolsas, las expectativas o confianza de losmercados, las euforias compradoras de los accionistas y freness cambiarios.Hoy la empresa y la industria, la firma o la compaa se han convertido enmodelos muy ejemplares de toda forma de institucin y organizacin, de todo

    buen funcionamiento y administracin; todo se concibe, planifica y gerenciaempresarialmente. En definitiva, la ideologa que segrega la razn de mercadocontribuye a consolidar y legitimar la sociedad de mercado, que no es ms quela sociedad hecha mercado37. Bajo el imperativo de la razn de mercado, alvolverse sinnimo de rentabilidad, la eficacia fcilmente se traduce en una ren-tabilidad econmica, convirtiendo los medios (econmicos) en fines de cual-quier actividad o institucin social (y transformando por consiguiente los finesde cualquier actividad o institucin en medios de la rentabilidad econmica)38.

    La razn totalitaria del mercado

    Mientras que el intercambio (segn Marcel Mauss y Claude Lvi-Strauss) fun-da la sociedad, el mercado en cierto modo la destruye cuando bajo el poder

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    constringente de las instituciones econmicas del capital todo intercambio sevuelve mercado, y todo producto mercanca: puesto que sobre la base de la

    produccin capitalista la mercanca se convierte en la forma general del pro-ducto, tanto ms cuanto ms se desarrolla aqulla en extensin y profundidad(K. Marx, ob. cit., II, vi, ii, p. 71), siendo precisamente talconstreimiento intrnseco al mercado, lo que hace tota-litaria su racionalidad. Y si ya las crisis son potencial-mente generadoras de totalitarismo, es porque en ellaslas fuerzas transformadoras del cambio se imponen, so-

    bre todo en sus inicios, con una violencia tan absolutacomo exclusiva.

    El neototalitarismo actual ya no corresponde a un rgi-men poltico en el que el Estado dirige todas las activi-dades de la sociedad, en particular toda actividad inte-lectual y, al lmite, toda actividad de pensamiento, notolerando autonoma alguna; lo que en la actualidad con-trola, organiza y dirige toda actividad intelectual y excluye cualquier otra ra-cionalidad es la misma razn de mercado. De esta manera el neoliberalismo sedesempea hoy como la ideologa de dicha racionalidad mercantil, para la cual

    toda la realidad social se convierte en un medio tcnico necesario para realizarel optimum econmico. El mercado no se impone nicamente por efecto de lasfuerzas econmicas del capital sino tambin por el de una racionalidad, que laslegitima junto a ideas, valores e intereses, y cuya finalidad ltima consiste enhacer de los beneficios econmicos el bien absoluto. Pero esto mismo pasa ne-cesariamente por el reconocimiento de que ya no podemos creer que las insti-tuciones polticas son bastante fuertes para controlar y dominar las fuerzas eco-nmicas (Laval, ob. cit., p. 201).

    A semejanza de la razn de Estado, que encubre el absoluto secreto de la accinpoltica (su ejercicio de violencia y relacin de dominio) ocultando y legitiman-do tambin otras razones del Estado, as la razn de mercado encubre a la vezotras razones econmicas y mercantiles, que no se justifican por s mismas,racionalizando y legitimando todos los elementos irracionales y pasionales, dedominacin, de exclusin e inequidad, de beneficio desenfrenado propios delmercado. Adems de racionalizar las propias lgicas y fuerzas ms irraciona-les, la razn de mercado(como fue el caso de la del Estado) vigila el manteni-

    miento y reproduccin del mercado, irracionalizando cualquier otra lgica odiscurso y fuerza que atenten contra su conservacin. As se manifiesta la di-mensin poltica del germen totalitario, que incuba la razn de mercado.

    La raznde mercadoengendra unpensamientonicoque no existems queen sus muydiversasmetamorfosis

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    Ahora bien, en trminos epistemolgicos todo totalitarismo sustituye siempre larazn terico-crtica por una razn prctica, la cual, sin embargo, se constituye y

    representa como si fuera una razn terico-especulativa, con la pretensin de ex-plicar e interpretar toda la realidad. De hecho, nunca hay un real totalitarismo sinesta suerte de usurpacin epistemolgica. Ello hace del totalitarismo una ticadel absoluto que se impone intelectualmente: sin pensamiento, sin teora, sinintelectuales ningn totalitarismo tiene futuro alguno (ibd., p. 81). Solo en elcontexto ideolgico totalitario de la racionalidad mercantil se vuelve obvio el ar-gumento de que cualquier idea, con tal de que haya sido elevada a la dignidad deuna teora, proporciona un derecho moral para su aplicacin. El pensamientototalitario propio de la razn de mercadoes un pensamiento simple, simplista y

    simplificador, que a pesar de las apariencias lgico-estadsticas (de numerales ydiagnstico) tiende a simplificar cualquier otra forma de pensamiento terico-crtico. Es en este contexto que debe entenderse el propsito de Edgar Morin deuna introduccin al pensamiento complejo: no en cuanto real inauguracin deuna novedad intelectual, puesto que el pensar siempre fue complejo, sino paradevolver al pensamiento su propia y originaria complejidad, precisamente la quele habra sido arrebatada por la razn totalitaria de mercado.

    El totalitarismo opera en un doble nivel: ideolgico, en cuanto remedio eficaz de

    masas a falta de coherencia interna de los sujetos, de las clases y de las naciones,al menos por un periodo inicial de mistificacin (ibd., p. 111); y el de la racionali-dad prctica, como la del mercado, que se asume e impone en cuanto razn teri-co-especulativa, capaz de traducir en principios absolutos lo que son procedimien-tos, con el efecto de descalificar y excluir todo real pensamiento terico-crtico.Por eso la razn totalitaria del mercado presupuso la muerte de las ideologas,para poder imperar, haciendo de su razn de eficacia el nico conocimiento vli-do, explicativo e interpretativo de toda la realidad. En otras palabras el totalitaris-mo de la razn de mercado presupone la ausencia de pensamiento que Heide-gger llamaba el husped inquietante, del que A. Finkiel-kraut dice:

    este husped inquietante se reconoce, no en la estupidez, sino en su eficacia: preocupado por el cmoy no por el por qu, rebaja la inteligencia a la condicin de instrumento, de simple agente de ejecu-cin, y abandona la cuestin del sentido por la bsqueda exclusiva, desenfrenada, incesante de laperformance o del rendimiento. Bajo su gida todo funciona, pero con un olvido cada vez ms densode la destinacin o finalidades de este funcionamiento generalizado.39

    El pensamiento nico (J.F. Kahn), a pesar de su profunda contraditio in terminis,adems de excluir la posibilidad de cualquier otro pensar posible, lo que

    sera incuestionable, pretende presuponer ms bien que no hay otro modeloposible ni pensable de realidad y de sociedad. Por consiguiente, la conclusinlgica es que cualquier otra forma de pensar la realidad es utopa. Lo que hace

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    que en la actualidad todo pensar utpico resulte reaccionario, en la medida enque se convierte en cmplice alternativa del pensamiento nico.

    El otro aspecto totalitario de la razn de mercado, el que tiene que ver no yacon su profundizacin sino con su extensin (como sostena Marx en eltexto citado), es que se inculca imperativamente en las ms diversas regionesgeogrficas y en situaciones extremadamente diferentes, por considerar quelos beneficios de esta imposicin superan los efectos destructores y distorsio-nadores que pueden resultar de su ejercicio sobre ellas. La actual mundializa-cin/globalizacin del mercado, con su exponencial progresin (extensiva eintensiva), no es comparable con la que tuvo el modelo poltico del Estado-

    nacin en todos los pases del mundo, durante los ltimos cinco siglos, pormuy diversas que fueran las situaciones y muy diferentes las historias y circuns-tancias. El principio/imperativo era entonces y es ahora el mismo: si dentro dela geopoltica mundial fuera del Estado nacional no haba salvacin poltica,de igual manera en el nuevo orden geopoltico de la globalizacinfuera del mer-cado capitalista no hay salvacin40. No cabe ignorar que si la Iglesia sirvi de mo-delo al Estado y la mstica se encuentra en el centro del dispositivo absolutis-ta, tambin puede inspirar el modelo del mercado confirindole el mismo podersalvfico y misticismo soberano fundados sobre una base racional41.

    La razn de mercado engendra un pensamiento nico que no existe ms que ensus muy diversas metamorfosis, las cuales habrn de ser descubiertas tanto bajouna ideologa neoliberal, capaz de reprochar a la izquierda socialista todas lasinseguridades ciudadanas en el mundo o de culparla de la subida de las extremasderechas, como bajo ese nuevo paradigma sustitutivo del monopolio legtimode la violencia (Max Weber), que hasta ahora haban detectado solo los Estadosnacionales: legtimo monopolio de la guerra antiterrorista (o monopolio de la legitimidadde la guerra antiterrorista) en todo el mundo, regido por el mismo principio totalita-rio del Estado y del mercado: el fin justifica los medios. Es precisamente este carcterinstrumental (el fin justifica todos los medios) de la racionalidad de la razn demercado lo que la hace incompatible con la razn de Estado, y en definitiva concualquier otra racionalidad, puesto que el mercado requiere que todos los otrosfines se conviertan en medios de su propio fin: el fin del capital no es satisfacernecesidades sino producir ganancias (K. Marx, ob. cit.,III, XV, iii, p. 329).

    39. Citado por Le Mouel para ilustrar el sofisma de que lo eficaz es verdadero (ob. cit., p. 31 y s.).40. Ya desde Orgenes la teologa cristiana haba hecho de la frmula extra Ecclesiam nulla salus uno

    de sus principales dogmas.41. Cf. Sfez, ob. cit., p. 93 y s., cuya cita de los versos de Shakespeare referidos al Estado muy bienpodan ser tambin aplicados al mercado: Hay en el alma de un Estado una fuerza misteriosa de lacual la historia no ha osado ocuparse (Troilo y Criseida, Act. III, 3).