ramón gómez cornet

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Gómez Cornet

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Ana Canakis y Jacobo Fiterman, catálogo exposición Ramón Gómez Cornet , Buenos Aires, Editorial Fundación Alon, 2010.

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Page 1: Ramón Gómez Cornet

Gómez Cornet

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Ana Canakis

Licenciada en Historia de las Artes (UBA). Realiza cursos de posgrado en la Wayne State University of Michigan y una pasantía de seis meses en el Detroit Institute of Arts. Hasta 1997 se desempeña como Jefa del Departa-mento de Investigación, en el Museo Nacional de Be-llas Artes; como investigadora, en el Instituto de Teoría e Historia de las Artes “Julio E. Payró” (FFyL, UBA); y como docente, en la cátedra de Americano I de la ca-rrera de Historia de las Artes (UBA). En la actualidad es investigadora y curadora independiente. Ha realizado numerosas muestras en el Centro Cultural Recoleta, en-tre otras: Siglo veinte argentino: arte y cultura (1999) y las monográficas dedicadas a los artistas Leónidas Gambartes (2003), Miguel Diomede (2001) y Fortunato Lacámera (2000). En el Museo Nacional de Bellas Artes, una retrospectiva de Raúl Russo (1991) y la gran mues-tra de Malharro (2006). Ha publicado varios trabajos so-bre arte argentino.

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Gómez Cornet

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Exposición

Coordinación general: Ingeniero Jacobo Fiterman

Curaduría: Ana Canakis

Producción: María Laura Beaufils

Diseño de montaje: Ana Canakis Adriana Fiterman

Libro

Coordinación general: Ingeniero Jacobo Fiterman

Editora: Ana Canakis

Diseño gráfico: Estudio Marius Riveiro Villar

Producción: María Laura Beaufils

Fotografía de obras: Marcelo Giudici Horacio Mosquera Jorge Torija Zane

Retratos del artista: Anatole Saderman

Traducción al inglés: Victoria Syriani

Corrección de textos: María Olga Martedí

Ramón Gómez CornetOrganización y producción: Fundación Alon para las Artes

Exposición: octubre-diciembre / October-December, 2010, Fundación Alon, Buenos Aires

Agradecimientos

Fondo Nacional de las Artes

Museo Nacional de Bellas Artes

Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén

Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori

Museo de Bellas Artes de la Boca Benito Quinquela Martín

Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti

Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa

Fundación Espigas

Galería Traba

Galería Vermeer

Mauricio Neuman

Leonardo Grosovsky

Laura Feinsilber

Jacqueline Leboeuf de Pozzo

Adelina Gómez Cornet

© 2010, Fundación Alon© de los textos, sus autores / The authors for their texts© de las imágenes, sus derechohabientes / for the images, their beneficiariesTodos los derechos reservados / All rights reservedHecho el depósito que marca la ley 11.723

ISBN: 978-987-24659-3-3

Impreso en Argentina Fecha de catalogación: 06/08/2010

Fiterman, Jacobo Ramón Gómez Cornet / Jacobo Fiterman y Ana Canakis. - 1a ed. - Buenos Aires : Editorial Fundación Alon, 2010. 104 p. : il. ; 21x21 cm.

ISBN 978-987-24659-3-3

1. Catalogo de Arte. I. Canakis, Ana II. Título. CDD 708

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En los años sesenta, Ramón Gómez Cornet ya era una figura de culto, y como maestro de futuros maestros, poseer una obra de su autoría era motivo de orgullo y al mismo tiempo un deseo realizado.

Por eso me resulta incomprensible que haya caído en el olvido y que hoy sea prácticamente un desconocido para la mayoría de los jóvenes que se inician en el camino del arte.

No tuve el gusto de conocerlo personalmente, pero adquirí de su esposa, doña Argentina Roton-do, la primera de las obras que poseo del artista, exhibida en la muestra de la Galería Witcomb en 1955.

Ya al frente de la Fundación Alon, y prosiguien-do con la línea rectora de las actividades que prioriza el estudio de los grandes maestros de la plástica argentina, con el antecedente de ensa-yos ya publicados sobre Miguel Carlos Victorica, Enrique Policastro, Carlos de la Mota, Juan Batlle Planas y Carlos Alonso, entre otros, propuse a la licenciada Ana Canakis la tarea de llevar a cabo una investigación sobre el pintor y su obra.

El resultado, una publicación ampliamente do-cumentada y una exposición de dibujos y pinturas cuidadosamente seleccionados en nuestra sede.

La casualidad quiso que el Museo Provincial de Bellas Artes de Santiago del Estero rindiera un merecido homenaje a su fundador, nuestro artis-ta, con una muestra que incluye numerosas obras de su vasta producción.

Como no podía ser de otra manera, nos suma-mos con entusiasmo al homenaje de la tierra que lo vio nacer y al mismo tiempo rescatamos la im-portancia de revalorizar con él a toda una gene-ración de artistas que sin duda alguna sienta las bases del arte argentino del siglo XX.

Quiero agradecer muy especialmente al Fondo Nacional de las Artes por su apoyo y a los coleccio-nistas que facilitaron sus obras para la muestra.

Ing. Jacobo FitermanPresidente Fundación Alon

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7 Gómez Cornet o el alma de un pintor Ana Canakis

23 Pinturas

69 Dibujos

81 Apéndice Biografía, exposiciones, bibliografía, periódicos Ana Canakis

95 Texts in English

Índice

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Autorretrato, 1921. Óleo sobre tela, 64 x 52 cm. Colección particular

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Gómez Cornet 7

Se pinta mejor lo que se conoce.R.G.C.

Si echamos una mirada a la cronología del artista, inmediatamente nos damos cuenta de la intensa actividad desarrollada a lo largo de toda su exis-tencia, desde los primeros pasos por la Academia de Bellas Artes de Córdoba, hasta su presencia en el taller libre Arts, de Barcelona, y en la Acade-mia Ransom, de París, y su ulterior participación en exposiciones y salones donde obtuvo no po-cas recompensas. Asimismo, cuando es invitado a ocupar un cargo docente, primero en la Universi-dad de Cuyo y luego en la de Tucumán, se traslada temporariamente con su familia, su mujer Doña Argentina Rotondo y sus dos hijas Rosario y Ade-lina, y dedica gran parte de su tiempo a enseñar dibujo y pintura a los jóvenes alumnos. Sin duda, la situación socio-económica familiar le fue muy favorable y lo ayudó a concretar proyectos y as-piraciones.

Casi adolescente, parte para Europa con el ob-jetivo de encontrar una respuesta a los múltiples interrogantes que le plantea el arte. España, Italia y Francia son algunos de los países que visita y en los que permanece durante casi cinco años, em-bebiéndose de las estéticas que por entonces con-viven en el viejo continente. Todavía en nuestros

días no nos es difícil imaginar la trascendencia que podía tener para un artista de nuestras latitudes entrar en contacto con lugares y personas, que de alguna manera, marcan rumbos en materia artísti-ca. Cubismo, Fauvismo y Futurismo, movimientos en boga durante las primeras décadas del siglo XX, participan de la renovación que se viene gestando en Europa desde fines del siglo precedente.

En París, la Academia de Bellas Artes y los talle-res libres que surgen en los alrededores acogen al estudiantado ávido de las enseñanzas de aquellos ilustres maestros de la pintura francesa. Prove-nientes tanto de América como de diferentes paí-ses de Europa, los jóvenes de ambos sexos llenan las aulas y comparten las ansiedades y zozobras de la bohemia local.

Munido de un sinfín de experiencias que le permiten incrementar el universo temático y for-mal de sus composiciones, Ramón Gómez Cornet vuelve al país y realiza su primera exposición en la galería Chandler de la calle Florida. De ese con-junto de obras, sólo se conserva Autorretrato con los ojos blancos (hoy en una colección privada). El resto fue destruido por el pintor cuando elige dejar Buenos Aires para instalarse definitivamente en su provincia natal.

Su producción sufre un cambio radical, ya que el retorno a las fuentes lo hace tomar conciencia

Gómez Cornet o el alma de un pintor Ana Canakis

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8 Gómez Cornet

de una realidad que dista mucho de la conocida por él en sus andanzas por el mundo. Comienza entonces a pintar a todos aquellos personajes, en general niños y niñas de su Santiago, que van a constituir uno de los principales motivos de sus composiciones. El color y una atmósfera esencial-mente intimista dan cuenta de la sensibilidad del artista.

Para introducirnos de lleno en su obra, y a modo de ilustración, voy a hacer uso, no sólo de los comentarios vertidos por biógrafos y críticos, sino de los que el mismo pintor hizo sobre el sen-tido de sus cavilaciones estéticas.

Una breve incursión sobre los ‘ismos’ me tentó

cuando joven. La pasión, el fervor de la edad, la

necesidad de nuevas inquietudes, me llevaron a

viajar a Europa. Todo ello iba colmando mi avi-

dez de conocimientos. Estuve en España, Italia,

Francia, los Países Bajos. Me detuve a estudiar a

los pintores clásicos, y asistí a las fragosas bata-

llas de la pintura nueva. Era lógico que un hom-

bre joven no permaneciese indiferente a la lucha

entablada para una nueva expresión.1

Las obras que mayormente se conservan hoy en museos y colecciones privadas, con alguna excep-ción, pertenecen al período que se inicia con su

1 Homenaje a Ramón Gómez Cornet (palabras del pintor), s/p.

establecimiento en Santiago del Estero, en el que rompe con todo lo aprendido, para dar lugar al es-tudio de una realidad que le pertenece y con la que se siente identificado formal y anímicamente.

[…] Pero las circunstancias me llevaron más tarde,

al interior del país, a mi provincia natal, Santiago

del Estero, y a las demás del norte, por supues-

to. Allí se operó en mí una crisis de superación.

Me hallé con un problema nuevo: el hombre y el

paisaje nuestro.2

Con los años, la imagen de estos niños, muchas veces sorprendidos en la quietud de las prolon-gadas siestas provincianas, va a convertirse en el sello de su producción artística. Los diferentes rostros y figuras infantiles que llegaron hasta no-sotros constituyen una muestra de cómo el pintor procura ahondar no sólo en el alma y en la idiosin-cracia de sus personajes, sino también en el carác-ter despojado del medio, simbolizado por el vacío esencial que acompaña sus representaciones.

Un relevamiento de las obras, entre las que se incluyen las premiadas en los distintos salones, nos permite reconocer ciertos rasgos comunes que se reiteran, sin disminuir por ello el valor ar-tístico y expresivo de cada una de las composi-ciones.

2 Ibídem.

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Gómez Cornet 9

Niña, s/f. Grafito sobre papel, 43,3 x 30 cm (vista). Colección particularSin título, s/f. Lápiz sobre papel, 56 x 44 cm. Colección Fundación Alon para las Artes

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10 Gómez Cornet

Antecedentes

Sabemos que Gómez Cornet pertenece a la se-gunda generación de pintores que regresa al país después de completar su formación en Europa, posterior en más de dos décadas al primero de esos grupos, integrado a la sazón por Eduardo Schiaffino, Eduardo Sívori y Martín Malharro, en-tre otros. Estos aportaron a nuestra pintura su experiencia del pleinairismo y del simbolismo, en tanto que los segundos traen consigo el germen de la modernidad, con la consiguiente ruptura de la imagen tradicional. En esta tercera década del siglo se produce una especie de renacimiento de las artes y de la cultura en general, como conse-cuencia de una situación política y económica de privilegio para la Argentina.

La inmigración, que mantenía un ritmo soste-nido de 100.000 personas por año, la exportación de carnes y cereales, así como la explotación del petróleo, ubican a nuestro país entre los diez más ricos del mundo.

Por otra parte, los sucesivos gobiernos ema-nados de la voluntad popular, después de que en 1912 fuera sancionada la Ley de Sufragio Secreto y Universal, dieron un marco político de estabilidad, pese a los graves conflictos sindicales que se ma-terializaban en huelgas y manifestaciones obre-ras. No es casualidad, entonces, que lentamente se hubiera producido el retorno de los artistas

que desde hacía años se encontraban estudiando y trabajando en Europa. Por otra parte, la crisis de la bolsa de Nueva York en 1929, y al año siguiente el derrumbe de nuestra democracia van a poner fin a una época de gran crecimiento, no sólo eco-nómico, cuyo verdadero alcance civilizador sólo podemos evaluar a la distancia.

Gómez Cornet vuelve en 1921; en tanto que Emilio Pettoruti y Xul Solar lo hacen en 1924, año en el que ambos exponen sus obras en la galería Witcomb de la calle Florida, con la consiguiente reacción del público y la crítica. También regre-san intelectuales como Jorge Luis Borges, quien se apresta a dirigir con Ricardo Güiraldes, entre otros, la revista Proa. A propósito de publicacio-nes, llama la atención la cantidad de periódicos de arte y literatura que aparecen en Buenos Aires. Cabe mencionar: la revista mural Prisma (1921), Los pensadores (1922), Inicial (1923), y Martín Fie-rro (1924); esta última, la más importante de la época, se constituye en un verdadero manifiesto de los integrantes del Grupo Florida, alguno de cuyos principios se rescatan aquí:

MARTIN FIERRO siente la necesidad imprescin-

dible de definirse y de llamar a cuantos sean

capaces de percibir que nos hallamos en presen-

cia de una NUEVA sensibilidad y de una NUEVA

comprensión, que, al ponernos de acuerdo con

nosotros mismos, nos descubre panoramas in-

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Gómez Cornet 11

sospechados y nuevos medios y formas de ex-

presión.3

Un año después, en 1925, el Grupo Boedo, integra-do por los denominados Artistas del Pueblo (José Arato, Abraham Vigo, Adolfo Bellocq, Guillermo Facio Hebecquer y el escultor Agustín Riganelli), crea su propio órgano, Campana de palo, que di-funde no sólo las ideas sino también las imágenes de todos estos artistas, en su mayoría grabadores y defensores naturales de los sectores más des-protegidos de la sociedad.

En otro orden de acontecimientos, se inaugura el Teatro Cervantes y se crea la Escuela Superior de Bellas Artes “Ernesto de la Cárcova”. Se funda la Asociación Amigos del Arte, donde los artistas ex-ponen individualmente sus obras, pero también se llevan a cabo salones y conferencias que contribu-yen con la difusión de las nuevas teorías. Conviene recordar que en esa misma década se inaugura el Conservatorio Nacional de Música y Declamación, y la Escuela Municipal de Artes y Oficios, inicio de las escuelas Raggio. Otro dato de interés, que constituye una verdadera apertura en lo que a las comunicaciones se refiere, es la primera emisión radial orgánica desde el viejo Teatro Coliseo en 1920. Algunos años después, en 1927, se transmite,

3 Manifiesto de Martín Fierro (publicado en el N° 4 del 15 de mayo de 1924).

esta vez desde el Teatro Colón, la ópera Rigoletto, de Verdi, que produce en lo inmediato un efecto multiplicador de la audiencia al llegar a todos los hogares y superar ampliamente las casi dos mil personas de las butacas que posee el teatro.

La actividad artística se percibe por doquier. Todos los diarios y revistas de la época nos infor-man acerca de las distintas exposiciones que se llevan a cabo en las principales galerías y salones de la ciudad. Unas veces en forma individual, otras en grupo, pero pintores y escultores no dejan de participar y ofrecer sus trabajos a la opinión del público. Abundan las críticas, las buenas y las no tanto, pero lo que no se puede negar es que el arte forma parte de la vida cotidiana de los porte-ños. En esas circunstancias, Gómez Cornet decide abandonar la metrópoli para retirarse a pintar a su Santiago, sin olvidar que años atrás otro impul-so similar lo había llevado a dejar la casa paterna, para incursionar en un mundo desconocido que lo seducía a la distancia.

Sin duda, el cambio de rumbo no responde a un pensamiento único y aislado, sino a una serie de reflexiones que convergen. Nadie mejor que él para transmitirnos su credo, el que finalmente lo condujo a revalorizar sus propias raíces como es-cenario y fundamento de su experiencia estética.

Nosotros, por carecer de tradición debemos des-

entrañar nuestra propia existencia y conducir las

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vivencias vírgenes, que son la fiel expresión de

nuestro hombre y nuestro paisaje.4

Como hemos visto, casi todas las obras expues-tas en la galería Chandler fueron destruidas por el pintor. Sin embargo, hoy podemos saber algo sobre ellas a través de los escritos de un insigne crítico de la época:

La exposición que efectuó hace unos siete años

en la sala Chandler evidenciaba en él una gran

audacia y hasta un gran aplomo con los módulos

vanguardistas que fué [sic] uno de los primeros

en importar a nuestro ambiente. Cabezas mo-

numentales, rostros expresivos sobre fondos de

escaques, en aquel entonces el color y el dibujo

soldábanse en una sola pieza, organizándose

mutuamente. Era la hermosa seguridad de los

veinte años […].5

Años después, es Gómez Cornet quien transmite con sus propias palabras algunos de los concep-tos, y alude muy especialmente a la labor realiza-da en ese sentido por el mencionado crítico:

De regreso al país, traje yo también una con-

cepción estética que debía producir reacciones

4 Revista Histonium, Año X, N° 109, junio de 1948, p. 409.5 Atalaya. 1920-1932 Críticas de Arte, p. 349.

contrarias, ya que cultivábamos una pintura

academizante y un impresionismo de segunda

mano. Pero no estuve solo en la lucha: animosos

concurrían a la palestra, pintores diversos y el in-

teligente crítico Atalaya.6

Una vez producido el cambio en su pintura, Gómez Cornet centra todo su interés en captar los mil y un rostros de los chicos norteños. ¿Qué busca con eso el pintor? Seguramente, superada la etapa de deslumbramiento que significó compartir con sus colegas franceses, italianos o españoles los cam-bios que se estaban gestando en el arte europeo, sintió la necesidad de no repetir modelos que le eran ajenos y que no representaban ni sus senti-mientos ni su cultura. Sin embargo, mostró gran talento cuando puso al servicio de la creación, sin fronteras ideológicas ni estilísticas, los recursos y técnicas adquiridos en su temprana incursión por el viejo mundo.

Las obras

Uno de los poquísimos ejemplos que todavía se conserva es el autorretrato firmado y fechado en 1921. En esta obra, muestra la influencia de ar-tistas como Matisse, no sólo por el uso que hace

6 Homenaje a Ramón Gómez Cornet (palabras del pintor), s/p.

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del color plano y con escasos volúmenes, sino también por el tratamiento del fondo en el que repite el esquema, eminentemente decorativo, que encontramos en algunos trabajos del men-cionado pintor. Fondo y forma participan de la misma modalidad, no hay diferencias entre uno y otra. Sin embargo, el rostro todavía joven de nuestro artista, con los ojos apenas delineados y completamente blancos en su interior, pone de manifiesto el carácter y la personalidad de su rea-lizador.

Más allá de los antecedentes que podamos encontrar entre sus contemporáneos europeos, cabe consignar la posible metáfora de la imagen. Si los ojos, como se suele decir, son el espejo del alma, probablemente haya evitado incluirlos para entregarnos tan sólo un ejercicio plástico, sin nin-gún tipo de subjetividad que lo comprometiera emocionalmente, aunque de hecho lo hace. O bien, pudo haber elegido la ceguera como expre-sión de sus propias dificultades frente a la multi-plicidad de propuestas estéticas. El hecho es que, después de abandonar los dictados europeos del arte, Gómez Cornet entra de lleno en una etapa de crisis en la cual la búsqueda se orienta hacia sus propias raíces, hacia la tierra que lo vio nacer y hacia sus tranquilos pobladores. Nuevamente las palabras precisas de Atalaya nos refieren los cambios que se producen en el corazón y en la pintura del santiagueño:

[…] con infinitos tanteos y quizá multitud de in-

decisiones, trata de orientarse hacia sí mismo

estudiando concienzuda y tesoneramente para

buscar el centro de su propia expresión, solitario

al margen de todas las modas.7

Sin embargo, todavía va a dar nuevas pruebas de las influencias recibidas en el exterior en compo-siciones como El muñeco. Bajo el mismo título se conoce una obra del Museo Provincial de Be-llas Artes de La Plata y otra perteneciente a una colección privada de Buenos Aires. En ambas, el motivo principal es el muñeco articulado o ma-niquí de madera, con el que los estudiantes de bellas artes practican las formas y las proporcio-nes humanas. En el primero de los casos mencio-nados, sobre un fondo liso se destaca la figura de pie, vestida, con sombrero y con un violín en la mano izquierda. Esta composición de rasgos metafísicos fue presentada en el año 1931, en el Salón de Pintores Modernos que se llevó a cabo en Amigos del Arte. La otra obra también tiene como protagonista al maniquí, pero aparece de medio cuerpo, con la cabeza un poco ladeada y sosteniendo un libro. El fondo, en la mitad supe-rior, presenta una especie de friso invertido en el que están representados diversos personajes y animales, en una sucesión de formas planas, mul-

7 Atalaya. 1920-1932 Críticas de Arte, p. 348.

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ticolores, que rompen con la monocromía de la figura principal. Ambas imágenes se acercan más a lo que por entonces se estaba haciendo en Pa-rís, que a la producción artística local, pese a que muchos de nuestros compatriotas estaban de re-greso, y también ellos habían experimentado ta-les influencias.

En la década del 30, Gómez Cornet empieza a tener una mayor presencia en los salones nacio-nales y provinciales. Como vimos, en 1931 inau-gura el período cuando integra el Salón que se organiza en Amigos del Arte. Un año después, expone en el Salón de Arte del Cincuentenario de La Plata; en 1934, en el Salón Nacional, con dos obras que no dejan duda sobre el rumbo que ha tomado su pintura; y en 1935, en Rosario, partici-pa del XIV Salón de Otoño, que la Comisión Mu-nicipal de Bellas Artes lleva a cabo en el Museo Juan B. Castagnino.

Antes de terminar el decenio alcanza dos máxi-mos galardones, ambos en el Salón Nacional. En 1937, obtiene el Primer Premio con Muchachos santiagueños, y en 1939, el Premio Arte Clásico, con Retrato. El reconocimiento a su producción supera los límites territoriales, cuando el mismo año de su consagración en el país obtiene una Medalla de Plata en la Exposición Internacional de París.

Los años 40 también se presentan auspiciosos con respecto a la producción y a la difusión de su

pintura, pero a diferencia de lo que ocurre en la década precedente, en ésta van a primar las ex-posiciones de tipo monográfico que le permiten mostrar el conjunto de su obra en galerías de Bue-nos Aires y del interior. Domingo Viau, Impulso, Agrupación Signo y Witcomb, entre otras, dan cuenta de su paso por la metrópoli; en tanto que La Brasa (en Santiago del Estero) y Dipiel Goré (en Tucumán) hablan de su permanente compromiso con la región del noroeste.

En el mismo período, hace una exposición en la galería Wildenstein de Nueva York, y obtiene el Gran Premio Adquisición Presidente de la Nación Argentina en el Salón Nacional con la obra La Ur-pila. Además, funda el Museo Provincial de Bellas Artes y organiza la Academia, ambos en Santiago del Estero, y da un giro a su carrera docente al aceptar el cargo de profesor de pintura, primero en la Universidad de Cuyo y luego en la de Tucu-mán.

A todo lo anterior hay que agregar la primera exposición de monocopias, técnica en la que se va a especializar y con la que recibe la aprobación de la crítica:

[…] una nota de novedad de la muestra actual

han sido las monocopias […] No sabemos hasta

qué punto nuestro artista aboga por la función

social del arte, ni sabemos tampoco si tal cosa le

interesa mayormente, pero sí podemos afirmar

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Gómez Cornet 15

Muchachos. Litografía sobre papel (42/100), plancha 26,5 x 21 cm Colección MNBA

Invitaciones a las exposiciones realizadas en Impulso, Buenos Aires, 9 al 23 de noviembre de 1940 y en la galería Dipiel Goré, 30 de junio al 15 de julio de 1942

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16 Gómez Cornet

Boceto para La Urpila, c. 1946 Grafito sobre papel, 61 x 47 cm (vista) Colección Mauricio Isaac Neuman

Cubierta del catálogo de la exposición Two Argentine Painters realizada en Wisconsin & Co., Nueva York, 15 de mayo al 6 de junio de 1942

Catálogo del XXXVI Salón Nacional de Artes Plásticas, 1946

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Gómez Cornet 17

que su pintura es cabalmente un arte de hondo

sentir y alcance humano.8

Los siguientes diez años se inician con su partici-pación en el Primer Salón de Artes Plásticas del Norte Argentino, que se lleva a cabo en el Mu-seo fundado poco antes por nuestro artista, y con la obtención del Primer Premio en el XXVII Salón Anual de Santa Fe con la obra Chicos.

En 1952, integra el grupo que nos representa en la Bienal de Venecia y, a partir de 1955, expone sucesivamente en Van Riel, Witcomb y en el Cen-tro Argentino de Ingenieros. En 1962, es invitado a participar del prestigioso Premio Palanza y a realizar una nueva muestra en Witcomb, la última antes de la retrospectiva que se lleva a cabo un año después del fallecimiento del artista, en junio de 1965. A partir de 1940, aparecen con frecuencia en revistas y periódicos notas informativas sobre la actividad artística de Gómez Cornet. Algunas, sólo llegan a mencionar el hecho inaugural, o simplemente el lugar donde se exhiben las obras, y forman parte de las carteleras culturales que sir-ven de guía para el usuario. Pero también comien-zan a aparecer artículos más extensos, muchas veces firmados por conocidos críticos, destinados a un análisis más pormenorizado de sus trabajos.

8 Por galerías y exposiciones: Ramón Gómez Cornet por G.C., Histonium, junio de 1948, p. 409.

Es sugestivo el hecho de que se hayan ocupado de nuestro artista personalidades como Ansel-mo Ballesteros (Atlántida), Blanca Stabile (Ver y Estimar), Osiris Chiérico (Cabalgata), y en varias opotunidades, Romualdo Brughetti (Histonium, La Nación, Criterio, Lyra).

Todos ellos se han manifestado sobre los as-pectos más destacados del arte de Gómez Cornet, y con frecuencia coincidieron en valores como au-tenticidad, originalidad y emotividad. Sin embar-go, en ocasiones también acordaron en distinguir la técnica que emplea en el más de un centenar de rostros, paisajes y flores que nos ha legado:

Pero la técnica elegida por Gómez Cornet es

siempre sobria, porque es la que más conviene a

sus criaturas; si hiciera alarde de otra factura se-

ría darle más importancia a la forma que al fon-

do de su pintura, y esto no lo quiere el artista,

que al trasladar las imágenes a la tela, trata ante

todo de conservar de ellas su potente expresión

humana. Ésta irradia inmaterializada de adentro

de sus personajes: la boca es expresiva, la mira-

da es honda. Es lo que distingue sus figuras de

los simples retratos naturalistas.9

9 Blanca Stabile. Ramón Gómez Cornet, Ver y Estimar, junio de 1948, p. 19.

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18 Gómez Cornet

Los escritos sobre este artista no se limitan a los años de su vida. Todavía en nuestros días la peque-ña gran figura de Gómez Cornet sigue ocupando un lugar de privilegio entre los que prepararon el camino de las nuevas generaciones. Por tal razón, y como permanente homenaje a un arte y a un estilo peculiares, se siguen mostrando sus obras en exposiciones retrospectivas o integrando he-terogéneos conjuntos, en instituciones como la Universidad Católica Argentina, el Centro Cultural Recoleta, el Museo Eduardo Sívori, y en Santiago del Estero, el Museo Provincial de Bellas Artes, que lleva su nombre.

La exposición

La Fundación Alon para las Artes se ha querido sumar a esta corriente de recuperación de formas artísticas del pasado, como un reconocimiento al pintor, y como una puesta al día de los que de una manera u otra influyeron en el devenir de nuestra plástica.

Después de abandonar la etapa vanguardista, Gómez Cornet comienza a pintar lo que más tarde se convertirá en una extensa galería de retratos sin nombre, en su mayoría niños y niñas de su provincia. Las niñas, con trenzas o sin ellas, con vinchas, moños, con el pelo largo o con el pelo corto, juntas o en soledad, con sus pies descal-

zos, con sus caritas tristes y sus ojos grandes; los niños, chicos grandes y chicos chicos, de perfil o de frente, con sombrero o sin sombrero, semides-nudos o pobremente vestidos muestran siempre un rostro entre infantil y maduro. Los ejemplos se multiplican, pero hay constantes que se mantie-nen, que se registran visual y emocionalmente, y una de ellas es la forma en la que el pintor se ubica frente al modelo. Puede ser Teresa, Isaura o simplemente La niña del rodete, pero hay, básica-mente, un profundo respeto por el retratado en el sentido más amplio de la palabra. Respeto por sus rasgos, por sus gestos, por el modo de plantarse frente a la realidad, y por ese sentimiento único que lo define como individuo. De medio cuerpo o de cuerpo entero, de pie, sentados o en cuclillas, sus personajes no disimulan la humildad de sus orígenes, pues es allí, justamente, donde Gómez Cornet cree encontrar las raíces que nos identifi-can como raza y como cultura.

A simple vista, cuesta mucho creer que las di-versas imágenes de los pequeños sean portadoras del universo de sentimientos y creencias que pal-pita en cada uno de nosotros como argentinos. Sin embargo, cuando nos detenemos en el dibujo preciso de sus facciones, en la coloración terrosa de sus formas y en la intimidad de la atmósfera que los envuelve, no podemos sino sentir que el artista nos ha proporcionado una lectura genuina de la realidad. En esa entrega fácil, directa, precisa

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Gómez Cornet 19

del dibujo y del color, encuentra la fórmula ade-cuada para describir y exaltar momentos intras-cendentes, cotidianos, tan simples como la vida misma cuando se trata de sitios alejados de las grandes urbes.

Desde el punto de vista plástico, muchas veces los dibujos son más elocuentes que las pinturas, porque además de poner en evidencia su cualidad de gran dibujante, recuerdan más enfáticamente su tendencia a la simplificación de las formas y a la escasez de volúmenes, lo cual, sin embargo, no altera la idea constructiva central. Muy por el con-trario la fortalece, porque opera una verdadera síntesis entre ser y parecer, entre esencias y apa-riencias. Lejos de idealizar, confiere a sus composi-ciones una suerte de existencia real y superadora, de allí su atemporalidad. Vale la pena destacar algunos de los dibujos que figuran en esta pu-blicación: Niña sentada, pensativa; El dolor en la mirada; y Niña trémula de frío. En todos ellos, y quizá en muchos otros, la imagen habla más por sí misma que cualquier aproximación de tipo teó-rico que podamos tener; no obstante, y pese a que en ocasiones los títulos nos ilustran sobre los contenidos, el cambio frecuente de paradigmas a menudo exige retomar el estudio y el análisis de las obras desde una nueva perspectiva.

Otro de los temas a los que echa mano Gómez Cornet es el de las flores. Como muchos de los pintores a los que tuvo oportunidad de conocer

en sus reiteradas visitas a los museos, él también se siente atraído por el colorido conjunto, tan frecuente entre los pintores holandeses del siglo XVII. Estos floreros, como parte de la decoración hogareña, se convierten en objetos de meditación para la creación artística. Lisos o profusamente de-corados, con flores multicolores o sencillos ramos monocromos, descuellan por la simplicidad de las formas y lo despojado del fondo. Sólo la proyec-ción de alguna que otra sombra nos remite a la idea de espacio. En esta oportunidad, como en las anteriores, repite el esquema de exaltar o desta-car el motivo, incluyéndolo en una atmósfera cla-ramente contenedora, que no llega a distraer la atención del espectador. Floreros y flores conser-van la grandeza de lo simple, de lo que se percibe con los sentidos y se goza con el corazón. No hay necesidad de detalles, aunque muchas veces los incluye, sólo manchas de colores que vibran en cada pincelada y que nos entregan una imagen acabada de la obra del pintor.

También el paisaje ocupa un lugar en la pro-ducción de Gómez Cornet. En general de peque-ño formato, sus composiciones reproducen los escenarios naturales de nuestras provincias nor-teñas. Inmensos árboles, caseríos, serranías y grandes extensiones de tierra y cielo, donde las partes ceden al conjunto su protagonismo, reve-lan el uso de técnicas inspiradas en el arte euro-peo de principios de siglo. En la obra Paisaje, el

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Niña sentada, pensativa, s/f. Grafito sobre papel, 50 x 34 cm (vista). Colección Mauricio Isaac Neuman

Rosa, s/f. Sanguina sobre papel, 33,5 x 22,5 cm (vista) Colección Mauricio Isaac Neuman

Invitación a la exposición Ramón Gómez Cornet 1898-1998 realizada en el Museo de Bellas Artes Ramón Gómez Cornet, Santiago del Estero, marzo de 1998

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fuerte empaste, la amplia pincelada, los colores intensos y localizados, así como la indefinición de las formas, recuerdan el expresionismo. En tanto que en Casa paterna, nos entrega un bellísimo ejemplo de cómo se acercó al impresionismo sin abandonar el espíritu que lo convoca y que lo vin-cula desde siempre a su tierra y su gente. Más allá de la simplicidad formal, donde el motivo no es otro que la casa del padre en Santiago del Estero, hay que destacar la combinación de curvas y rec-tas que se exaltan mutuamente. Las ortogonales de paredes y ventanas ostentan su rigor frente a las ondulaciones que exhiben las ramas y el tron-co del único árbol. El color acompaña el diálogo formal y repite el esquema de superposición de pinceladas del estilo de los impresionistas, pero a diferencia de estos, que utilizaban los colores pu-ros, vemos aquí una paleta de tonalidades bajas, poco contrastadas, con un marcado predominio de ciertos tonos sobre el conjunto. Tampoco la luz es la misma que cultivan los maestros franceses. Lejos de fundir las formas, Gómez Cornet le da a sus cuadros la luminosidad que emana su tierra, su pueblo, su alma. Y aquí cabe recordar las pala-bras del crítico y teórico Julio E. Payró que acerta-damente señala:

De ese modo va dejando el pintor argentino en

su obra, a la vez que una imagen fiel del mundo,

de su mundo, de los seres y las cosas que incon-

fundiblemente son de su tierra, la imagen de su

propio ser interior, que se revela noble, bello,

generoso.10

Pese al tiempo transcurrido, a los constantes cambios y a las novedosas formas que encontró el hombre para representar la magnitud de sus dramas y miserias, la figura de Gómez Cornet no deja de ser un hito en el desarrollo de la plástica argentina. Su fortaleza reside en la originalidad de su obra, síntesis de la técnica y de un profun-do sentimiento por todo lo telúrico. Así lo expre-sa en cada una de sus imágenes (rostros, flores, paisajes, etc.), con un lenguaje simple pero no in-genuo, lleno de experiencias y vivencias que mar-caron definitivamente su estilo.

10 Julio E. Payró. Ramón Gómez Cornet, Guillermo Kraft, 1943, p. 11.

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Santiagueños, 1927. Óleo sobre tela, 60,6 x 50,6 cm. Colección MNBA

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Changuito, 1922. Óleo sobre tela, 49 x 34 cm. Colección particular

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Retrato de Pili, 1928. Óleo sobre tela, 55 x 42 cm (vista). Colección particular

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El muñeco o Muñeco, c. 1930. Óleo sobre tela, 60,5 x 45,5 cm. Colección particular

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Muñeco, 1931. Óleo sobre tela, 187,5 x 83,5 cm Colección Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti

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Retrato de Rosario o Retrato de Niña, 1934. Óleo sobre tela, 86,5 x 65,3 cm. Colección MNBA

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Retrato de niña, 1935. Óleo sobre tela, 56,5 x 43,5 cm (vista). Colección Museo Eduardo Sívori

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Muchacho, 1935. Óleo sobre tela sobre cartón, 65,5 x 49,7 cm. Colección MNBA Neuquén

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Figura de niña, 1933. Óleo sobre tela, 60,8 x 50,8 cm. Colección Museo Emilio Caraffa

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Flores, 1945. Óleo sobre cartón, 41 x 33,5 cm. Colección particular

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Sin título, s/f. Óleo sobre cartón, 60 x 48 cm. Colección particular

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Casa paterna (Santiago del Estero), s/f. Óleo sobre cartón, 32 x 35 cm. Colección particular

Página opuesta:La Urpila, 1946. Óleo sobre tela, 130 x 89 cm. Colección MNBA

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Paisaje de Mendoza, 1950. Óleo sobre cartón, 17,3 x 24 cm. Colección Mauricio Isaac Neuman

Paisaje, s/f. Óleo sobre cartón, 19 x 26,5 cm. Colección Mauricio Isaac Neuman

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Paisaje de Mendoza, 1947. Óleo sobre cartón entelado, 24 x 30 cm. Colección Mauricio Isaac Neuman

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Sin título, s/f. Óleo sobre tela, 55 x 40 cm. Colección Fundación Alon para las Artes

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Magnolias, s/f. Óleo sobre tela, 45 x 35 cm. Colección particular

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Niño gualito, 1949. Óleo sobre tela, 46,5 x 38 cm. Colección Mauricio Isaac NeumanNiña norteña, s/f. Témpera sobre cartón, 49 x 37 cm (vista). Colección particular

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La niña del rodete, 1948. Óleo sobre tela, 66 x 47 cm. Colección particular

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Flores, 1945. Óleo sobre tela, 64,5 x 53,3 cm. Colección particular

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44 Gómez Cornet

Sin título, s/f. Óleo sobre cartón, 35 x 23,4 cm. Colección particularChango, 1949. Óleo sobre cartón, 35 x 27,5 cm. Colección Mauricio Isaac Neuman

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Teresa, s/f. Óleo sobre tela, 55,8 x 47,2 cm. Colección particular

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Muchacho, 1959. Óleo sobre cartón, 41 x 33 cm. Colección particular

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Fidelina, 1954. Óleo sobre tela, 40 x 32 cm. Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín

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Flores, s/f. Óleo sobre tela, 49 x 39,5 cm (vista). Colección particular

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Cabeza, s/f. Óleo sobre cartón, 43 x 32 cm. Colección particular

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Jarrón con flores, s/f. Óleo sobre cartón, 18 x 14 cm. Colección Galería Vermeer

Página opuesta:Muchacho sentado, s/f. Óleo sobre tela, 122 x 60 cm. Colección particular

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Retrato o Waldina, s/f. Óleo sobre cartón, 56 x 49 cm. Colección Fundación Alon para las Artes

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Sin título, s/f. Óleo sobre tabla, 36,5 x 27,5 cm. Colección particular

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Isaura, 1960. Óleo sobre tela, 48 x 40 cm. Colección Fundación Alon para las Artes

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La Baudilia, s/f. Óleo sobre tela, 63,5 x 45,3 cm (vista). Colección particular

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Figura de niña o La niña del cuello blanco, s/f. Óleo sobre tela, 66 x 50 cm. Colección MNBA Neuquén

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Flores, s/f. Óleo sobre tela, 45,3 x 35 cm. Colección Mauricio Isaac Neuman

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Perfil, s/f. Óleo sobre hardboard, 43,2 x 35 cm. Colección particular

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El dolor en la mirada, s/f. Óleo sobre tela, 60 x 40 cm. Colección Mauricio Isaac Neuman

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Niña pensativa, s/f. Óleo sobre cartón, 41 x 33 cm. Colección Mauricio Isaac Neuman

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Niña con vincha, 1954. Óleo sobre tela, 50,3 x 40 cm. Colección particular

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Flores, s/f. Óleo sobre tela, 40 x 30,2 cm. Colección Mauricio Isaac Neuman

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Flores, s/f. Óleo sobre cartón, 46,5 x 38,5 cm. Colección Mauricio Isaac Neuman

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Estudio de cabeza, s/f. Óleo sobre tela, 45,5 x 35,2 cm. Colección particular

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Cabeza de niña, s/f. Óleo sobre tela, 34 x 24 cm. Colección Fundación Alon para las Artes

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La Baudilia, s/f. Óleo sobre tela, 46 x 38 cm (vista). Colección particular

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Figuras, 1947. Monocopia, 42 x 28 cm. Colección Mauricio Isaac Neuman

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Niña, 1945. Monocopia, 45 x 30,2 cm (vista). Colección particular

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Niña trémula de frío, s/f. Grafito sobre papel, 26 x 16 cm (vista). Colección Mauricio Isaac Neuman

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Las hermanitas, s/f. Grafito sobre papel, 60 x 47 cm (vista). Colección Mauricio Isaac Neuman

Viviana, s/f. Grafito sobre papel, 45,5 x 34,5 cm. Colección particular

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Retrato, s/f. Carbonilla sobre papel, 63 x 48 cm (vista). Colección Museo Eduardo Sívori

Figuras (boceto para un óleo), s/f. Grafito sobre papel, 62,3 x 48,5 cm (vista). Colección particular

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Niño sentado con su perro, s/f. Grafito sobre papel, 32 x 22 cm (vista). Colección Mauricio Isaac Neuman

Vendedora de zapallos, s/f. Grafito sobre papel, 27 x 22 cm (vista). Colección Mauricio Isaac Neuman

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Niña sentada, 1949. Grafito sobre papel, 43 x 28,5 cm (vista). Colección Mauricio Isaac Neuman

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Dos niños sentados en el mercado, s/f. Grafito sobre papel, 34 x 23 cm (vista). Colección Mauricio Isaac Neuman

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Asombro, s/f. Grafito sobre papel, 34,5 x 22,5 cm (vista). Colección Museo Eduardo Sívori

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Chico, 1941. Grafito sobre papel, 30,6 x 23 cm. Colección MNBA

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Interior, s/f. Grafito sobre papel, 34 x 26 cm (vista). Colección Museo Eduardo Sívori

Niña, 1933. Grafito sobre papel, 37,7 x 27,7 cm. Colección MNBA

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Cronología

1898Nace en Santiago del Estero el 1 de marzo. Comienza a cursar los estudios primarios en un internado religioso de Buenos Aires, el colegio Charles Magne; y más tarde, asiste a clases en los Maristas de Luján. Estudia en la Academia Provincial de Bellas Artes de Córdoba, Dr. J. E. Figueroa Alcorta, con pintores como Pedone, Vidal, Malanca y otros, bajo la dirección de Emilio Caraffa.

1916Expone por primera vez en el Salón de Córdoba.

1917Vuelve a Santiago y concurre al taller del escultor Rafael Delgado. Ese mismo año se presenta por primera vez en el Salón Nacional con la obra Mañana de abril. Viaja a Europa con un cargo de cónsul que le consigue su padre, por entonces Ministro del Inte-rior del gobierno de Hipólito Yrigoyen. Se instala en Barcelona. Se pone en contacto con las vanguardias, y en los museos, con pintores como el Greco, Velázquez y Goya. Prosigue sus estudios en el taller libre Arts y recorre las diferentes regiones de España hasta la finalización de la guerra.

1919Expone en el Salón de Bellas Artes de Barcelona. Lue-go se traslada a París, donde permanece un año y me-dio. Lleva a cabo estudios en la Academia Ransom, al tiempo que descubre la pintura de Cézanne y Renoir. De allí va a Italia para conocer Pisa y Florencia. Antes de regresar al país, pasa nuevamente por Francia. Ocupa los cargos de canciller en España y de cónsul en Holanda.

Apéndice

1921De regreso en Buenos Aires, expone en el Salón Chan-dler un conjunto de veintitrés óleos y dibujos. Dichas obras, previamente exhibidas en la librería Colón de Osés, de Santiago del Estero, fueron destruidas por el artista, a excepción de Autorretrato con los ojos blancos. Publica en el diario La Época un artículo sobre “Los primitivos y los prisioneros de Miguel Ángel” (31 de agosto).

1929En el mes de agosto, expone en el Nuevo Salón en Amigos del Arte junto con Héctor Basaldúa, Norah Borges, Horacio Butler, Juan del Prete, Pedro Figari, Raquel Forner, Alfredo Guttero, Emilio Pettoruti, Ignacio Pirovano, Lino E. Spilimbergo, Miguel Carlos Victorica y Xul Solar, entre otros.

1931Participa del Salón de Pintores Modernos en Amigos del Arte con la obra El Muñeco o Maniquí con violín (hoy en el Museo Provincial de Bellas Artes de La Plata).

1932Expone en el Salón de Arte del Cincuentenario de La Plata.

1934Expone en el Salón Nacional dos óleos: Retrato de niña y Figura de mujer.

1935Expone en Amigos del Arte: Retrospectiva de obras de Aquiles Badi, Héctor Basaldúa, Antonio Berni, Horacio

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Retrato de Ramón Gómez Cornet por Sergio Sergi, 1944

Invitación a la exposición colectiva en la Sociedad Hebraica Argentina, 1952

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Butler, Ramón Gómez Cornet, Emilio Pettoruti y Lino Enea Spilimbergo.

1936Expone en Amigos del Arte: Salón de Pintura organiza-do en honor de los Delegados al Congreso Internacio-nal de los P.E.N. Clubs. Entre otros, Miguel C. Victorica, Raquel Forner, Héctor Basaldúa, Horacio Butler, Aquiles Badi, Pedro Domínguez Neira, Juan del Prete, Ignacio Pirovano, Ramón Gómez Cornet, Jorge Larco y Xul Solar.

1937Obtiene el Primer Premio en el Salón Nacional por su óleo Muchachos santiagueños. Medalla de Plata en la Exposición Internacional de París.

1939Recibe el Premio Arte Clásico en el Salón Nacional con la obra Retrato.

1940Expone en Domingo Viau y en Impulso.

1941Expone en la Agrupación Signo y participa como jura-do del XXXI Salón Nacional.

1942Expone sus trabajos en Kraft (Buenos Aires); en La Brasa (Santiago del Estero); en la Galería Dipiel Goré (Tucumán); en la Galería Wildenstein (Nueva York).

1943Funda el Museo Provincial de Bellas Artes de Santiago del Estero. El 5 de julio se inaugura en Buenos Aires

la exposición 22 Pintores Argentinos Contemporáneos organizada por Jorge Romero Brest, que incluye su obra. Expone en Estados Unidos, Canadá y Uruguay.

1945Fue contratado por la Universidad de Cuyo para la cátedra de Pintura, y se traslada a Mendoza con su familia.

1946Obtiene el Gran Premio Adquisición Presidente de la Nación Argentina, en el Salón Nacional con la obra La Urpila (hoy en el Museo Nacional de Bellas Artes).

1947Organiza la Academia Nacional de Bellas Artes de su provincia natal. Expone en la Universidad de Cuyo.

1948Expone en la galería Van Riel, en la galería Witcomb y en la Sociedad Hebraica Argentina.

1949Fue designado Jefe de la Sección Pintura, en la Univer-sidad Nacional de Tucumán.

1950Recibe el Primer Premio por su óleo Chicos, en el XXVII Salón Anual de Santa Fe.

1951Expone en galería Antú.

1952Participa del envío argentino a la Bienal de Venecia.

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1955Expone en la galería Witcomb.

1958Lleva a cabo una exposición en el Centro Argentino de Ingenieros, donde exhibe pinturas de distintas épocas y dibujos de Río Hondo.

1962Fue invitado a participar en el XIII Concurso del Premio Palanza.

1964Muere en Buenos Aires el 9 de abril. Por ley, se impone el nombre de Ramón Gómez Cornet al museo que el artista fundó veinte años antes.

Exposiciones1er Salón de Arte Córdoba. Córdoba, 1916.Primer Salón Anual. Museo Provincial de Bellas Artes,

Paraná, 1930.Salón de pintores modernos. Amigos del Arte, 1931.XXIV Salón Anual. Primera exposición de premiados en

las provincias. Rosario, Santa Fe, Paraná, Córdoba, Bahía Blanca, La Plata. Octubre-noviembre-diciem-bre 1934.

XIV Salón de Otoño. Comisión Municipal de Bellas Artes, Rosario, 24 de mayo al 30 de junio de 1935.

7 pintores argentinos, exposición retrospectiva. Ami-gos del Arte, agosto de 1935.

XVII Salón de Otoño. Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”, Rosario, 24 de mayo al 24 de junio de 1938.

Ramón Gómez Cornet. Impulso, del 9 al 23 de noviem-bre de 1940.

Two Argentine Painters: Carlos de la Torre, Gómez Cornet. New York, Wildenstein and Co., 15 de mayo al 6 de junio de 1942.

Ramóm Gómez Cornet. Galería Dipiel Goré, Tucumán, del 30 de junio al 15 de julio de 1942.

Facetas del arte Argentino (basada en la obra Veinti-dós Pintores de Julio Payró), Comte S.A., abril de 1945.

Obras de artistas argentinos contemporáneos. Galería Van Riel, 10 al 22 de mayo de 1948.

Gómez Cornet. Galería Witcomb, 6 al 18 de agosto de 1948.

Primer Salón de Artes Plásticas del Norte Argentino. Museo Provincial de Bellas Artes, Santiago del Este-ro, 25 de octubre de 1950.

Gómez Cornet, Paisajes monotipos. Galería Antú, 12 al 24 de noviembre de 1951.

XXIX Salón Anual de Santa Fe. Museo Provincial de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez”, 25 de mayo de 1952.

Exposición Internacional Bienal de Venecia. Ministerio de Educación de la Nación, Dirección General de Cultura, 1952.

Ramón Gómez Cornet, monotipos, Díaz Arduino, gra-bados. Galería Alberto Prevettoni, 14 al 27 de junio de 1955.

Gómez Cornet. Galería Witcomb, 11 al 23 de julio de 1955.

Ramón Gómez Cornet. Galería Van Riel, Sala V, 1956.Ramón Gómez Cornet, pinturas. Dirección de Cultura

de Catamarca, 9 de julio de 1957.Diez años a través de treinta pintores argentinos.

Municipalidad de Avellaneda, Dirección de Cultura, Museo de Arte, 1957.

Exposición Pictórica. Asociación Cultural Ameghino. Obras de la Dirección de Artes Plásticas, Secretaría

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Catálogo de la exposición Two argentine painters, Nueva York, Wildenstein & Co., 15 de mayo al 6 de junio de 1942.

Invitaciones a las exposiciones Ramón Gómez Cornet, monotipos, Díaz Arduino, grabados en la Galería Alberto Prevettoni, 14 al 27 de junio de 1955 y Ramón Gómez Cornet en la Galería Van Riel, Sala V, 1956

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de Cultura, Villa de Luján, 12 al 26 de octubre de 1957.

Ramón Gómez Cornet. Galería Propósitos, 1 al 21 de abril de 1958.

Ramón Gómez Cornet. Centro Argentino de Ingenie-ros, 20 de octubre al 14 de noviembre de 1958.

Un siglo de pintura en la Argentina. Museo de Arte, Lima-Perú, 12 al 30 de noviembre de 1959.

Muestra pictórica. Semana cultural de San Nicolás, Dirección de Cultura, 1959.

150 Años de Arte Argentino. Buenos Aires, 1961.Ramón Gómez Cornet. Galería Witcomb, 6 al 18 de

agosto de 1962.Primera Exposición de Artes Plásticas. Intendencia

Municipal de Gral. Las Heras, provincia de Buenos Aires, 30 de setiembre al 28 de octubre de 1962.

Exposición de pintura argentina. Museo de Arte Con-temporáneo, Santiago de Chile, agosto de 1963.

Exposición de pintura Argentina. Escuela Nacional de Bellas Artes, Lima-Perú, setiembre de 1963.

Juan Batlle Planas, Ramón Gómez Cornet y Osvaldo Romberg. Galería Lascaux, 16 al 31 de diciembre de 1963.

Gómez Cornet, exposición retrospectiva. Galería Witcomb, 28 de junio al 14 de julio de 1965.

Art of Latin America since Independence. The Yale University Art Gallery and The University of Texas Art Museum, marzo-noviembre de 1966.

Encuentros y coincidencias en el arte. Museo Nacional de Bellas Artes, agosto-setiembre de 1967.

16 Obras de una Colección Argentina. Galería Galatea, del 14 al 29 de abril de 1967.

Arte en la Avenida Santa Fe, 12 al 26 de agosto de 1968.El Museo Municipal de Bellas Artes “Dr. Genaro Pérez”.

Casa de Córdoba en Buenos Aires, octubre-noviem-bre de 1968.

Panorama de la pintura argentina 1. Fundación Loren-zutti, Salas Nacionales de Exposición, 15 al 30 de abril de 1969.

Exposición Homenaje a Ex-profesores Escuela Superior de Artes Plásticas. Universidad Nacional de Cuyo, 1971.

Centenario de Mar del Plata. Muestra homenaje de los plásticos argentinos. Fundación Lorenzutti, Mar del Plata, 1 de febrero al 10 de marzo de 1974.

Colección Scheimberg. Museo Nacional de Bellas Ar-tes, setiembre de 1977.

Museo Municipal de Bellas Artes de Tandil. Tandil, diciembre de 1977.

100 años de pintura y escultura en la Argentina 1878 1978. Banco de la Ciudad de Buenos Aires, Salas Nacionales de Exposición, junio-julio 1978.

El taller de Spilimbergo en Tucumán. Museo de Artes Plásticas “Eduardo Sívori”, 5 de julio de 1979.

Bases de una pintura nacional. Museo Provincial de Be-llas Artes de La Plata, 15 al 30 de octubre de 1983.

El Anti-Rinoceronte, Periódico Martín Fierro : Las pri-meras vanguardias. Galería Ruth Benzacar, 1983.

Clásicos de la pintura argentina. Fundación Banco Patricios, 10 al 30 de abril de 1985.

Pintura Argentina, La figura. Museo “Eduardo Sívori”- Fundación Banco Patricios, 21 de octubre al 8 de noviembre de 1986.

Arte Antigüedades. Galería Verbo, 30 de noviembre al 20 de diciembre de 1989.

90 años, una selección de pintura argentina. Patio Bullrich, 1989.

Exposición del patrimonio 1900-1960, 1ª parte. Museo “Eduardo Sívori”, julio de 1996.

Ramón Gómez Cornet 1898-1998. Museo de Bellas Artes Ramón Gómez Cornet, Dirección General

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de Cultura de la Provincia de Santiago del Estero, marzo de 1998.

Siglo XX argentino: arte y cultura. Centro Cultural Recoleta, diciembre 1999 - marzo 2000.

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Autorretratos y retratos. Pontificia Universidad Católica Argentina, Pabellón de las Bellas Artes, 2 de julio al 2 de setiembre de 2003.

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Dibujos de Gómez Cornet. Galería de Arte Yumar, 16 al 30 de octubre, s/a.

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92 Gómez Cornet

Ramón Gómez Cornet, 1920 y 1912

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Gómez Cornet 93

Lista de obras

Autorretrato, 1921Óleo s/ tela, 64 x 52 cmFirm. y fech. cen. izq.: Yo Ramón 1921Colección particular

Changuito, 1922Óleo s/ tela, 49 x 34 cmFirm. y fech. ab. izq.: R. Gómez Cornet / 1922Colección particular

Santiagueños, 1927Óleo s/ tela, 60,6 x 50,6 cmFirm. y fech. ab. der.: R. Gómez Cornet / 1927Colección MNBA

Retrato de Pili, 1928Óleo s/ tela, 55 x 42 cm (vista)Firm. y fech. ab. der.: R. Gómez Cornet / 1928Colección particular

El muñeco o Muñeco, c.1930Óleo s/ tela, 60,5 x 45,5 cmFirm. ab. izquirda: R. Gómez CornetColección particular

Muñeco, 1931Óleo s/ tela, 187,5 x 83,5 cmColección Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettorutti

Niña, 1933Grafito s/ papel, 37,7 x 27,7 cmFirm. y fech. ab. der.: R. G. Cornet / 1933 Colección MNBA

Figura de niñaÓleo s/ tela, 6o,8 x 50,8 cmFirm. ab. izq.: R. G. CornetColección Colección Museo Emilio Caraffa

Retrato de Rosario o Retrato de Niña, 1934Óleo s/ tela, 86,5 x 65,3 cmFirm. y fech. ab. izq.: R. Gómez Cornet / 1934Colección MNBA

Muchacho, 1935Óleo s/ tela s/ cartón, 65,5 x 49,7 cmFirm. y fech. ab. izq.: R. G. Cornet 1935Colección MNBA Neuquén

Retrato de niña, 1935Óleo s/ tela, 56,5 x 43,5 cm (vista)Firm. y fech. ab. izq.: R. G. Cornet / 1935Colección Museo Eduardo Sívori

Chico, 1941Grafito s/ papel, 30,6 x 23 cmFirm. y fech. ab. izq.: R. G. Cornet / 1941Leyenda: A Jorge LarcoColección MNBA

Niña, 1945Monocopia, 45 x 30,2 cm (vista)Firm. y fech. ab. der.: R. G. Cornet / 1945Colección particular

Flores, 1945Óleo s/ cartón, 41 x 33,5 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección particular

Flores, 1945Óleo s/ cartón, 64,5 x 53,3 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección particular

La Urpila, 1946Óleo s/ tela, 130 x 89 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección MNBA

Boceto para La Urpila, c. 1946Grafito s/ papel, 61 x 47 cm (vista)Firm. ab. der.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

Figuras, 1947Monocopia, 42 x 28 cmFirm. y fech. ab. der.: R. G. Cornet / 1947Colección Mauricio Isaac Neuman

Paisaje de Mendoza, 1947Óleo s/ cartón entelado, 24 x 30 cmFirm. ab. izq.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

La niña del rodete, 1948Óleo s/ tela, 66 x 47 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección particular

Niño gualito, 1949Óleo s/ tela, 46,5 x 38 cmFirm. y fech. ab. der.: Cornet / 1949Colección Mauricio Isaac Neuman

Niña sentada, 1949Grafito s/ papel, 43 x 28,5 cm (vista)Firm. y fech. ab. der.: R. G. Cornet / 1949Colección Mauricio Isaac Neuman

Chango, 1949Óleo s/ cartón, 35 x 27,5 cmFirm. y fech. ab. der.: R. G. Cornet / 49Colección Mauricio Isaac Neuman

Paisaje de Mendoza, 1950Óleo s/ cartón, 17,3 x 24 cmFirm. ab. izq.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

Fidelina, 1954Óleo s/ tela, 40 x 32 cmFirm. ab. izq.: R. G. CornetMuseo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín

Niña con vincha, 1954Óleo s/ tela, 50,3 x 40 cmFirm. y fech. ab. der.: R. G. Cornet / 54Colección particular

Muchacho, 1959Óleo s/ cartón, 41 x 33 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección particular

Isaura, 1960Óleo s/ tela, 48 x 40 cmFirm. y fech. ab. der.: Cornet / 1960Colección Fundación Alon para las Artes

Sin títuloÓleo s/ tela, 55 x 40 cmFirm. ab. izq.: R. G. CornetColección Fundación Alon para las Artes

NiñaGrafito s/ papel, 43,3 x 30 cm (vista)Firm. ab. der.: R. G. CornetColección particular

Muchachos Litografía s/ papel (42/100), plancha 26,5 x 21 cmFirm. ab. der.: R. Gómez CornetColección MNBA

Figura de niña. La niña del cuello blancoÓleo s/ tela, 66 x 50 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección MNBA Neuquén

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94 Gómez Cornet

Sin títuloLápiz s/ papel, 56 x 44 cmSin firmaColección Fundación Alon para las Artes

Retrato o WaldinaÓleo s/ cartón, 56 x 49 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección Fundación Alon para las Artes

Cabeza de niñaÓleo s/ tela, 34 x 24 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección Fundación Alon para las Artes

TeresaÓleo s/ tela, 55,8 x 47,2 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección particular

Sin títuloÓleo s/ tabla, 36,5 x 27,5 cmFirm. ab. izq.: R. G. CornetColección particular

Sin títuloÓleo s/ cartón, 60 x 48 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección particular

VivianaGrafito s/ papel, 45,5 x 34,5 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetLeyenda: A Viviana Mabel Fernández cariñosamenteColección particular

MagnoliasÓleo s/ tela, 45 x 35 cmFirm. ab. izq.: R. G. CornetColección particular

Niña trémula de fríoGrafito s/ papel, 26 x 16 cm (vista)Firm. ab. der.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

El dolor en la miradaÓleo s/ tela, 60 x 40 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

FloresÓleo s/ tela, 45,3 x 35 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

Vendedora de zapallosGrafito s/ papel, 27 x 22 cm (vista)Firm. ab. izq.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

RosaSanguina s/ papel, 33,5 x 22,5 cm (vista)Firm. ab. der.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

Niño sentado con su perroGrafito s/ papel, 32 x 22 cm (vista)Firm. ab. der.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

Niña pensativaÓleo s/ cartón, 41 x 33 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

PaisajeÓleo s/ cartón, 19 x 26,5 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

FloresÓleo s/ tela, 40 x 30,2 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

FloresÓleo s/ cartón, 46,5 x 38,5 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

Niña sentada, pensativaGrafito s/ papel, 50 x 34 cm (vista)Firm. ab. der.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

Las hermanitasGrafito s/ papel, 60 x 47 cm (vista)Firm. ab. der.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

Dos niños sentados en el mercadoGrafito s/ papel, 34 x 23 cm (vista)Firm. ab. der.: R. G. CornetColección Mauricio Isaac Neuman

RetratoCarbonilla s/ papel, 63 x 48 cm (vista)Firm. ab. der.: R. G. CornetColección Museo Eduardo Sívori

AsombroGrafito s/ papel, 34,5 x 22,5 cm (vista)Firm. ab. der.: R. G. CornetColección Museo Eduardo Sívori

InteriorGrafito s/ papel, 34 x 26 cm (vista)Firm. ab. der.: R. G. CornetColección Museo Eduardo Sívori

CabezaÓleo s/ cartón, 43 x 32 cmSin firmaColección particular

La BaudiliaÓleo s/ tela, 46 x 38 cm (vista)Firm. arriba der.: R. G. CornetColección particular

FloresÓleo s/ tela, 49 x 39,5 cm (vista)Firm. ab. izq.: R. G. CornetColección particular

Niña norteñaTémpera s/ cartón, 49 x 37 cm (vista)Firm. ab. izq.: R. G. CornetColección particular

PerfilÓleo s/ hardboard, 43,2 x 35 cm Firm. ab. izq.: R. G. CornetColección particular

Estudio de cabezaÓleo s/ tela, 45,5 x 35,2 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección particular

La BaudiliaÓleo s/ tela, 63,5 x 45,3 cm (vista)Firm. ab. der.: R. G. CornetColección particular

Sin títuloÓleo s/ cartón, 35 x 23,4 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección particular

Figuras (boceto para un óleo) Grafito s/ papel, 62,3 x 48,5 cm (vista)Firm. ab. izq.: R. G. CornetColección particular

Casa paterna (Santiago del Estero) Óleo s/ cartón, 32 x 35 cmFirm. ab. der.: Ramón Gómez CornetColección particular

Jarrón con floresÓleo s/ cartón, 18 x 14 cmFirm. ab. der.: R. G. CornetColección Galería Vermeer

Muchacho sentadoÓleo s/ tela, 122 x 60 cmColección particular

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96 Gómez Cornet

“It’s easier to paint what we know”

If we take a look at the artist’s chronology, we can immediately realize the intense activity developed throughout his existence, from his first steps at the Academy of Fine Arts of Cordoba as well as his presence at the Arts workshop in Barcelona, at the Ransom Academy of Paris, and his further participa-tion at exhibitions and salons where he recieved many rewards.

Likewise, when invited to take up a teaching position at the University of Cuyo and later at the University of Tucumán, he temporarily moves with his family, his wife Doña Argentina Rotondo and his two daughters Rosario and Adelina; and spends much of his time teaching drawing and painting to his young students.

The family’s social and financial situation was without a doubt a significant factor that helped him achieve his personal goals and aspirations.

Almost a teenager, he sets off for Europe in order to find an answer to the various questions posed by the world of art. Spain, Italy and France are among some of the countries he visits where he remains for nearly five years, wrapped up in the aesthetics that coexisted in the old continent during that time.

Even today, we can easily imagine the significance for an artist of our region, of coming into contact with people and places that somehow traced out a path to be followed regarding the field of art.

Cubism, Fauvism and Futurism, movements in vogue during the early decades of the twentieth century, are part of the renovation that has been developing in Europe since the end of the last century.

In Paris, the Academy of Fine Arts and the free workshops that emerge in the sorroundings take in students eager to be tought by the illustrious mas-ters of French painting. Young men and women from America as well as various european countries fill the

Gómez Cornet or a painter’s soulAna Canakis

classrooms and share the anxiety and concern of the local bohemia.

Enriched with countless experiences that allowed him to increase the formal and thematic universe of his compositions, Ramón Gómez Cornet returns to his country where he presents his first exhibition at the Chandler Gallery on Florida Street.

Of this group of works, only Self portrait with white eyes is preserved (now in a private collection). The rest was destroyed by the painter when he chose to leave Buenos Aires to settle permanently in his home province.

His production undergoes a radical change, since returning to his original sources made him aware of a certain reality very different to the one he was used to while traveling around the world. He then began to paint many of his typical characters, mostly children from his Santiago, which would eventually constitute one of the main themes of his compositions.

Color and an essentially intimate atmosphere reveal the artist’s sensibility. To delve more deeply into his work, and by way of illustration, I will make use of comments made not only by biographers and critics, but also by the painter himself regarding the meaning of his thoughts about aesthetics.

A brief incursion regarding the “isms” tempted me when I was young. The passion, the enthusiasm of that age, the need for new interests, drove me to travell to Europe. All of these experiences contrib-uting my thirst for knowledge. I’ve been in Spain, Italy, France, The Netherlands. I stopped to study the classical masters, and witnessed the loud battles of new painting. It was logical for a young man not to remain indifferent before the beginning of such struggle for new ways of expression.1

1 Homenaje a Ramón Gómez Cornet (words from the painter), s/p.

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Gómez Cornet 97

The works mostly preserved today in museums and private collections, with some exceptions, belong to the period beginning with his establishment in Santiago del Estero. As of this moment, he set aside all he had learned in order to study a reality closer to him, with which he felt identified emotionally and formally.

But the circumstances led me later to my native country, to my home province, Santiago del Estero, and to the northern provinces of course. It was there that a desire for self improvement developed into a crisis. I found myself with a new dilema: man and our landscape.2

Over the years, the images of these children, many times taken by surprise in the stillness of their lengthy naps, typical of daily life in the province, will become the distinctive personal mark of the artist.

The various figures and children’s faces that have reached us, show the painter’s intention to delve more deeply into the soul and the idiosyncrasies of his char-acters, and further still into a character stripped from its environment; portrayed by the essential emptyness that comes with his representations.

A survey of his works including prize winning paint-ings in various salons, allows us to recognize certain common traits which repeat themselves, without nec-essarily diminishing the expressive and artistic value of each composition.

BackgroundWe know that Gómez Cornet belongs to the second generation of painters who returned to their home-country after completing their training in Europe. Two decades before this generation, the first group was

2 Homenaje a Ramón Gómez Cornet (words from the painter), s/p.

composed by Eduardo Schiaffino, Eduardo Sívori and Martín Malharro among others.

These artists contributed to painting their experi-ence with pleinairism and symbolism, while the rest carried the seeds of modernity, thus breaking with the traditional image.

During the third decade of the century a kind of rebirth of the arts and culture takes place as conse-quence of a political and economical situation which favored Argentina.

Immigration, which kept a steady rhythm of 100.000 people per year, meat and cereal exportation, as well as oil exploitation, placed our country among the ten richest in the world.

On the other hand, successive governments elected by popular vote after the passing of the Secret and Universal Suffrage Law in 1912, produced a stable po-litical framework in spite of serious labor unrest which resulted in trade union strikes and worker demonstra-tions.

It is no coincidence that many artists who had been studying and working in Europe for many years slowly returned.

Moreover, the stock exchange crisis in New York in 1929 and the collapse of our democracy the following year will finally put an end to an era of tremendous growth, not just economically; whose true dimension can only be considered throughout time.

Gómez Cornet returns in 1921; while Xul Solar and Emilio Pettoruti do so in 1924, year in which both exhibit their work at the Witcomb Gallery on Florida Street, with the consequent reaction of the public as well as the critics.

Intelectuals such as Jorge Luis Borges also return, who, along with Ricardo Güiraldes among others, sets out to run the “Proa” magazine.

When speaking of publications, the amount of art and literature newspapers which emerge in Buenos Aires draws attention. The following should be

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98 Gómez Cornet

mentioned: the mural magazine Prisma (1921), Los pensadores (1922), Inicial (1923), and Martín Fierro (1924); the latter being one of the most important magazines of the time, which constitutes a true mani-festo from the Florida Group members, some of whose principals are mentioned here:

MARTIN FIERRO feels the imperative need to define itself and to summon those capable to percieve that we find ourselves in the presence of a NEW kind of sensibility and NEW means of comprehension, which unveil new and unsuspected outlooks, ways and means of expression.3

A year later in 1925, the Boedo Group made up of the so-called Town Artists (José Arato, Abraham Vigo, Adolfo Bellocq, Guillermo Facio Hebecquer and the sculptor Agustín Riganelli), create their own publica-tion Campana de palo which spreads not only ideas but also images of the mentioned artists, mostly en-gravers, and natural defenders of the most vulnerable sectors of society.

The opening of the Cervantes Theatre takes place and the Superior School of Fine Arts “Ernesto de la Carcova” is created. The Friends of Art Association (Asociación Amigos del Arte) is founded, where artists exhibit their work individually and conduct exhibitions and conferences which contribute to the spreading of new theories.

It should be recalled that during that same decade the National Music and Declamation Conservatory (Conservatorio Nacional de Música y Declamación) was inaugurated as well as the Municipal School of Arts and Crafts (Escuela Municipal de Artes y Oficios), predecessors of the Raggio schools.

Another interesting piece of information, as far as communications are concerned, is the first organic

3 Manifiesto de Martín Fierro (Martín Fierro N°4, 15 de mayo de 1924).

radio broadcast from the old Coliseum Theatre in 1920. A few years later, in 1927, the Rigoletto de Verdi opera is transmitted, this time frome the Colón Theatre, which increased the audience dramatically, since it was able to reach every home.

Artistic activity is percieved everywhere. All the newspapers and magazines of the time inform us about the various exhibitions held in the main salons and galleries.

Painters and sculptors do not cease to participate and offer their work to the public, sometimes in groups and sometimes individually. There is an abun-dance of good reviews as well as bad, but what cannot be denied is that art is part of daily life among Buenos Aires citizens.

Under these circumstances, Gómez Cornet decides to leave the metropolis in order to return to his Santiago, remembering that not so long ago, a similar impulse had led him to leave his homeland and venture into an unknown world which seduced him from a distance.

The change of direction can’t be the result of a single isolated thought, it is, whithout a doubt, a conse-quence of a series of reflections brought together. There could be no one more suitable than him to convey his creed, and it’s this creed which finally drove him to rethink his own origins as the scenario and foundation of his aesthetic experiences.

We, for lack of tradition must unravel our own exis-tence and follow true untouched experiences, which are the most faithful expressions of man and our landscapes.4

As we have seen until now, almost every painting exhibited at the Chandler Gallery was destroyed by the painter. Nevertheless, nowadays we know something

4 Revista Histonium Año X, N°109, junio de 1948, p. 409.

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Gómez Cornet 99

about them through the writings of a prominent critic of that period:

The exhibition held seven years ago at the Chandler salon gave proof of a great audacity, and even a se-rene attitude towards the avant-garde archetype. He was one of the first artists who brought these new archetypes to our country. Colosal heads, expressive faces on squared backgrounds; during that period color and drawing blended together into one piece, reorganizing one another. It was the beautiful safety of being twenty […]5

Years later it was Gómez Cornet who transmits on his own words some of these concepts, specially refer-ring to the work conducted by the previously men-tioned critic:

On returning to the country, I also brought an aesthetic conception that should cause opposite reactions, as we cultivated an academic style of painting and a second hand- impresionism. But I was not alone in this fight: several painters and the intel-ligent critic Atalaya concurred enthusiastically to the scene.6

Once the change in his painting took place, Gómez Cornet centers all his interest in capturing the one thousand and one faces of northern children.

What is it that the painter is looking for? Surely, once he overcame the dazzling stage which meant sharing with French, Italian or Spanish coleagues the changes that were developing in the European art, he felt the need to avoid repeating patterns which were not familiar to him, and did not represent neither his feel-ings nor his culture.

5 Atalaya, 1920-1932 Críticas de Arte, p.349.6 Homenaje A Ramón Gómez Cornet (words from the painter), s/p.

However, he showed great talent when he put at the service of creation, the resources and techinques aquired in his early incursion throughout the ancient world, with no ideological or stylistic boundaries.

His worksOne of the few examples which still survive, is the self-portrait signed and dated in 1921. In this piece he shows the influence of artists such as Matisse, not only because of the use of color, plane and lack of volume, but also because of the treatment of the background. This background repeats the scheme, eminently deco-rative which we found in some of the works of the mentioned painter.

Background and shape both participate in the same manner, there are no differences between one and the other. However, the still young face of our artist, with his eyes barely outlined and completely white on the in-side, shows the character and personality of his maker.

Regardless of the previous works found among his European contemporaries, it is worth mentioning the possible metaphore of the image. If eyes, as they say, are the mirror to the soul, he may have probably avoided including them so as to give us just a plastic exercise, without any kind of subjectivity which could compromise him emotionally even though it still does. He could have also chosen this “blindness” as a way of expressing his own dificulties facing the amount and variety of aesthetic options.

The fact is that, after leaving the European precepts of art, Gómez Cornet fully concentrates on a stage of crisis in which the search is focused on his own roots, the land which witnessed his birth and its quiet townsmen.

Once again, the precise words of Atalaya refer to the changes produced in the heart and the painting of the santiagueño7

7 Person who lives in the province of Santiago del Estero.

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[…] With endless trials and perhaps many hesita-tions, he stubbornly and conscientiously tries to focus the study on himself, in order to find the center of his own expression, alone, setting all sense of fashion aside.8

However, he still provides further proof of the influ-ences recieved from abroad in compositions such as El muñeco.

Other pieces of work are known under the same ti-tle, one at the Museum of Fine Arts of La Plata (Museo Provincial de Bellas Artes de La Plata), and the other belonging to a private collection in Buenos Aires. In both the main motif is the articulated doll or wooden mannequin, that is used by the art students to practice form and human proportions.

In the first case mentioned, a standing figure, dressed, with a hat and a violin on its left arm, stands out on a plain background. This composition of metaphysical features was introduced in the year 1931 at the Salon of Modern Painters that was held by the Friends of Art Association.

The other painting also has as a main character a mannequin, but it appears from head to waist, with its head slightly tilted and holding a book. On the upper half of the background a sort of inverted freize appears, in which various characters and animals are reprsesented, in a series of flat multicolored shapes, that break with the monochrome scheme of the main figure.

Both images are closer to what was being done in Paris at that time rather than to the local artistic pro-duction, even though many of our countrymen were back, they too had been experimenting with such influences.

In the ‘30s, Gómez Cornet begins to have a stronger presence in national and provincial salons. In 1931 he

8 Atalaya, 1920-1932 Críticas de Arte, p.348.

iniciates a period when he participates of the salon organized by Amigos del Arte. A year later, he exhibits his works at the hall of art’s Fiftieth Anniversary of La Plata (Salón de Arte del Cincuentenario de La Plata); in 1934, at the National Salon (Salón Nacional), with two pieces of work that leave no doubt about the direc-tion he took with his painting; and in 1935, in Rosario, he participates at the XIV Autumn Salon (XIV Salón de Otoño) that is held by the Comisión Municipal de Bellas Artes at the Juan B. Castagnino Museum.

Before the end of the decade, he is awarded with two prestigious prizes at the National Salon. In 1937, he wins the First Prize with Muchachos Santiagueños, and in 1939 the Classic Art Award, this time with Retrato.

Recognition for his work exceeds the regional boundaries when he is awarded once more, in 1937, with a Silver Medal at the International Exhibition in Paris.

During the ‘40s he constantly participates in exhibi-tions, but unlike the previous decade, this period is prevailed by his monographic character with exhibi-tions held in Buenos Aires and the provinces.

Domingo Viau, Impulso, Agrupación Signo and Witcomb, among others, give proof of his passing through the metropolis; while La Brasa (in Santiago del Estero) and Dipiel Goré (in Tucumán), speak of their permanent commitment with the northwestern region.

During the same period, he presents a show at the Wildenstein Gallery in New York and wins the President of Argentina Adquisition Grand Prize (Gran Premio Adquisición Presidente de la Nación Argentina) at the National Salon with the work of art La Urpila. In addition, he founded in Santiago del Estero both the Provincial Museum (Museo Provincial de Bellas Artes) and Academy of Fine Arts. He accepts a teaching position in charge of painting at the University of Cuyo and later on at the University of Tucumán.

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Furthermore, he specializes in the technique of monoprints and shows off his work receiving the crit-ics approval:

[…] a new quality about this exhibition have been the monoprints […] we do not know how far our art-ist advocates for the social function of art, nor do we know if such a thing really interests him, but we can be certain that his painting comes from a profound feeling and human reach.9

The next ten years begin with his participation in the First Salon of Plastic Arts of Northern Argentina (Primer Salón de Artes Plásticas del Norte Argentino) held at the Museum which was founded shortly before by our artist, after obtaining the First Prize with his work Chicos, at the XXVII Anual Salon of Santa Fe (XXVII Salón Anual de Santa Fe).

In 1952 he joins the group which represent us at the Venice Biennale; and from 1955 exhibits his works succesively at Van Riel, Witcomb and at the Argentine Center of Ingeneers.

In 1962 he was invited to participate of the presti-gious Premio Palanza and to put up another show at the Witcomb Gallery, which would turn out to be the last one before the retrospective exhibition held after the artist’s death in june of 1965.

In 1940 new information regarding Gómez Cornet’s artistic activity is frequently published in art magazines and newspapers used as guides for cultural activity, some of them only mentioning the place and dates of the exhibitions.

More extensive articles signed by well known crit-ics are presented and seem to be written with the purpose of a more thorough analisis of his work. It is interesting to point out the fact that distinguished

9 Por galerías y exposiciones: Ramón Gómez Cornet por G.C. Histonium junio de 1948, p.409.

personalities such as Anselmo Ballesteros (Atlantida), Blanca Stabile (Ver y Estimar), Osiris Chiérico (Cabalgata), and Romualdo Brughetti (Histonium, La Nación, Criterio y Lyra), felt compelled to write about our artist.

Every one of them revealed the more conspicuous aspects of Gómez Cornet’s art, and frequently agreed on his many values such as authenticity, originality and sensibility. In addition, these critics often distinguished the techniques used in more than a hundred faces, landscapes and flowers passed on to us:

But the technique chosen by Gómez Cornet is always sober since it has a been the most adecuate for his characters; but if he were to emphasize on a dif-ferent method, he could refer to the usual impor-tance given to shape instead of the meaning of his paintings. This is something the artist did not want in order to preserve the images which he captured without losing their powerful human expression in the process of transfering them to the canvas. This powerful human expression, inmaterialized, radiates from within his characters: the mouth is expressive, the look in their eyes abysmal. This is what marks a difference between his figures from the simple realistic portraits.10

The articles written about this artist prove that the great and humble figure of Gómez Córnet continues to occupy a priviliged place among those who paved the way for new generations to come. For this rea-son, and as a permanent tribute to an art of peculiar and unique styles, his work is still shown in group as well as retrospective exhibitions in institutions such as the Catholic University of Argentina (Universidad Católica Argentina), Centro Cultural Recoleta, the

10 Blanca Stabile, Ramón Gómez Cornet. Ver y Estimar, junio de 1948, p.19.

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Eduardo Sívori Museum and in Santiago del Estero, the Provincial Museum of Fine Arts which carries his name.

ExhibitionAs a recognition to the painter and as an update of some of the artists who influenced the world of plastic arts in one way or another, the Alón Foundation for the Arts (Fundación Alón para las Artes) wanted to be part of this movement noted for having recovered artistic shapes from the past.

After moving away from the avant-garde phase Gómez Cornet begins working on what some years later would become an extensive gallery of portraits without names, children from his home province mostly.

The girls, with their hair braided or not, with hair-bands, bows, with long or short hair, together or alone, barefoot, with their sad faces and their big eyes.

The boys, adults or children, facing the front or in profile, with or without hats, half naked or poorly clothed, always depicting faces in between childhood and adulthood.

The examples are numerous, but some of the fea-tures are constant and can be recorded visually as well as emotionally, one of them is the way in which the painter places himself in front of the model.

It could be Teresa, Isaura or simply La niña del ro-dete, but there is a very basic and deep respect for the people portrayed in the broadest sense of the word. Respect for their features, their gestures, their way of standing up to reality and for that unique feeling that defines them as individuals.

Half- length or full-length portraits, standing, sit-ting or squatting, his characters do not conceal the humbleness of their origins, for it is precisely there where Gómez Cornet believes to have found the roots that identify us as a race and as a culture.

At a glance, it is hard to believe that the various im-ages of the younglings can be a way of carrying this universe of beliefs and feelings that lives in each and everyone of us Argentines. However, when we focus on the precise drawings of their features, the earthy color of their shapes and the intimacy of the atmo-sphere that sorrounds them, we cannot do anything but feel that the artist has provided us with a grenuine reading of reality.

The artist’s manner of drawing and use of color is easy, direct and precise. Through this manner he finds the appropiate formula to describe and exalt daily life, trivial moments, as simple as life itself when it comes to remote sites of major cities.

From the artistic point of view, the drawings are frequently more eloquent than the paintings because they prove his quality as an illustrator. It is also a strong reminder of his tendency to simplify the shapes and the lack of volume; nevertheless maintaing the central constructive idea unaltered. Quite the contrary, it strengthens it since it articulates a true synthesis between being and seeming, between essence and ap-pearance. Far from idealizing, he confers to his compo-sitions a kind of both real and overcoming existence, hence its timelesness.

It is worth mentioning some of the drawings that appear in this publication: Niña sentada, pensativa; El dolor en la mirada; and Niña trémula de frío.

In all of these cases, and perhaps in many others, the image speaks for itself more than any theoretical approach that we may have. However, even though in many occasions titles can illustrate the contents of the works in question, the frequent change of paradigms can often demand to take up once more the study and analysis of his work from a new perspective.

Flowers are another issue that interests Gómez Cornet. Like many of the painters he had the chance to meet during his repeated visits to museums, he too felt attracted by the colorful collection, so

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frequent among the Netherland’s seventeenth cen-tury painters.

These vases, as part of home decorations, become objects for meditation for artistic creation. Plain or profusely decorated with colorful flowers or simple monochromatic bouquets, stand out for the simplicity of the shapes and an almost absent background. Only the projection of a few shadows refer to the idea of space.

On this occasion he repeats the scheme of exalt-ing or emphasizing the motif, including it within a clearly containing atmosphere that fails to distract the viewer’s attention.

Vases and flowers preserve the greatness of sim-plicity, of what can be percieved with the senses and enjoyed with the heart. There is no need for details, although he sometimes includes them; just colored stains that vibrate with each stroke of the brush, finally delivering a finished work by the painter.

Landscapes also have a place in Gómez Cornet’s pro-duction. Generally in small formats, his compositions depict natural scenarios of our northern provinces.

Enormous trees, houses, mountains and vast exten-sions of land and sky, where the individual parts give up their importance to be overshadowed by the whole, reveal the use of techniques inspired by European art of the emerging twentieth century.

In the work Paisaje, the heavy filling, broad brush-strokes, intense and deliberately situated colors as well as the undefined forms, reminiscent of expressionism.

Casa paterna on the other hand, is a beautiful ex-ample of how he came close to impresionism without leaving behind the spirit that summons him and which has always kept him in touch with his home land and its people.

Beyond the formal simplicity, where the motif is non other than his father’s house in Santiago del Estero, we should note that the combination of lines and curves exalt one another. The orthogonals of walls and

windows flaunt their harshness next to the undulation exhibited by the branches and trunk of the one tree.

Color accompanies the formal dialogue and repeats the overlapping pattern of brushstrokes of the impres-sionist’s style, but unlike them, who used pure colors, we see a palette of light shades, with a slight contrast and an accentuated predominance of certain tones over the general colors of the painting as a whole.

The light is not the same as the one used by the French masters. Far from blending the shapes, Gómez Cornet gives his paintings a brightness which radiates from his land, his people, his soul.

And here it is worth recalling the words by the critic and scholar Julio E. Payró who rightly so points out:

This is how the argentine painter leaves on his work a faithful image of the world, of his world, of people and things which unmistakenly belong to his home-land, the image of his very own being who reveals itself as noble, beautiful and generous.11

Despite the time elapsed, the constant changes and new innovative ways found by man to depict the mag-nitude of his misery and drama, the name of Gómez Cornet remains a milestone in the development of plastic arts in Argentina.

His strength lies in the originality of his work, syn-thesis of his technique and of a profound feeling for the telluric. This is how he expressed it in each one of his images (faces, flowers, landscapes, etc), with a simple but not naive language, enriched with count-less life experiencies which marked his style definitely.

11 Julio E. Payró, Ramón Gómez Cornet, Guillermo Kraft, 1943, p.11.

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Se terminó de imprimir en agosto de 2010 en Talleres Trama,Buenos Aires, Argentina.

Ramón Gómez Cornet y su hija, 1944

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