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RAMAYANA El Ramayana, la epopeya que refiere la historia de la encarnación de Rama, es un texto sagrado que recitan vehementemente distintas clases de personas, tanto el erudito como el ignorante, el adinerado o el pobre. El nombre que el Ramayana glorifica, limpia toda maldad, transforma al pecador, revela la forma que el nombre representa una forma tan encantadora como el mismo nombre. El Ramayana tiene que ser leído no como el relato de una vida humana, sino como la narración del advenimiento y las actividades de un Avatar (encarnación de Dios)... El Ramayana no es un texto sagrado que se deba usar únicamente como lectura ritualista. El principio de Rama lo permea todo como el espíritu cósmico. En la antigüedad la gente decía que sus secretos más íntimos sólo los conocía el espíritu de Rama que llevaban dentro (Atma-Rama). El ser se llama Rama. Rama significa “aquel que complace”. ¿Cómo pueden darle una forma específica a aquel que complace o deleita? Con la divina epopeya del Ramayana existe un mensaje profundo especial. Ese mensaje es: el hombre debe vivir una vida de un ser humano, debe buscar la unidad con la Divinidad. El hombre debe armonizar las tres cualidades en él (satva, rajas, tamas). En todo ser humano están presentes las tres naturalezas: humana, divina y demoníaca. Sin embargo, la mayoría de los hombres hoy ignoran su calidad de ser humano y su divinidad y fomentan sólo la naturaleza demoníaca. El hombre de hecho debe esforzarse por manifestar su divinidad y no mostrar su debilidad o sus cualidades demoníacas. está fuera de control en campos con los negocios, la educación y la política. Bajo estas circunstancias, los principios del Ramayana son muy importantes. Explica detalladamente la relación que debe existir entre hermanos, entre el padre y el

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Page 1: Ramayana,el quijote de la mancha,amadis

RAMAYANA

El Ramayana, la epopeya que refiere la historia de la encarnación de Rama, es un texto sagrado

que recitan vehementemente distintas clases de personas, tanto el erudito como el ignorante, el

adinerado o el pobre. El nombre que el Ramayana glorifica, limpia toda maldad, transforma

al pecador, revela la forma que el nombre representa una forma tan encantadora como el

mismo nombre. El Ramayana tiene que ser leído no como el relato de una vida humana, sino

como la narración del advenimiento y las actividades de un Avatar (encarnación de Dios)... El

Ramayana no es un texto sagrado que se deba usar únicamente como lectura ritualista. El

principio de Rama lo permea todo como el espíritu cósmico. En la antigüedad la gente decía

que sus secretos más íntimos sólo los conocía el espíritu de Rama que llevaban dentro (Atma-

Rama). El ser se llama Rama. Rama significa “aquel que complace”. ¿Cómo pueden darle

una forma específica a aquel que complace o deleita? Con la divina epopeya del Ramayana

existe un mensaje profundo especial. Ese mensaje es: el hombre debe vivir una vida de un

ser humano, debe buscar la unidad con la Divinidad. El hombre debe armonizar las tres

cualidades en él (satva, rajas, tamas). En todo ser humano están presentes las tres

naturalezas: humana, divina y demoníaca. Sin embargo, la mayoría de los hombres hoy

ignoran su calidad de ser humano y su divinidad y fomentan sólo la naturaleza demoníaca. El

hombre de hecho debe esforzarse por manifestar su divinidad y no mostrar su debilidad o sus

cualidades demoníacas. está fuera de control en campos con los negocios, la educación y la

política. Bajo estas circunstancias, los principios del Ramayana son muy importantes. Explica

detalladamente la relación que debe existir entre hermanos, entre el padre y el hijo, así

como entre el preceptor y el discípulo.   Cuando Valmiki finalizó su Ramayana, Brahma

declaró que esa epopeya perdudaría en tanto las montañas fluyeran. El significado interno

de la bendición de Brahma es que el Ramayana será fomentado en tanto los hombres (montañas)

y mujeres (ríos) existean sobre la tierra. ...Se puede decir que no hay hindú que no se haya

embebido del néctar del Ramakatha, la historia de Rama. La historia de Rama no es la un

individuo,¡es la historia del universo! Rama es la personificación del ser universal en todos

los seres. El está en todos, para todos, todo el tiempo, en todo el espacio. La historia no trata de

un periodo de tiempo pasado, sino del presente y del futuro sin fin, del tiempo eterno.

Los caballeros de la Mesa Redonda, también llamados de la Tabla Redonda, forman una orden de caballería mítica legendaria, que aparecen en las leyendas artúricas de la llamada materia de Bretaña. Según éstas, la orden fue fundada una vez Arturo fue proclamado rey de Britania y fundó su corte en Camelot. El rey de Leodegrance, que gobernaba las tierras de Cameilard, con motivo de la boda de su hija Ginebra con el rey Arturo le regaló la mesa o tabla que dio origen a la orden. La mesa tenía ciento cincuenta plazas que no siempre estaban cubiertas, y en ellas se sentaron los más dignos caballeros de su tiempo según cuenta la leyenda, la importancia de que la mesa o tabla fuera redonda reside en que nadie la presidía, es decir, que los que allí se sentaban ninguno estaba por encima de los demás. La orden comenzó a decaer

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cuando surgió la demanda del Santo Grial que hizo que muchos de los caballeros partieran en su búsqueda y muchos perecieran en la misma, pero el final definitivo de la orden ocurrió cuando la hermana del rey, la bruja Morgana, hizo públicos los amores adúlteros entre la esposa del rey, Ginebra y el primer caballero de este, Lancelot, lo que llevó a una guerra civil y a la muerte del rey a manos de Mordred hijo del rey y Morgana. Después de aquello, Arturo fue llevado por Morgana a la isla de Avalón, donde sería enterrado.

Caballeros de la Mesa Redonda

A continuación, figura una lista de los caballeros de la Mesa Redonda según la obra de Sir Thomas Malory:

Rey Arturo Pendragón Sir Lanzarote del Lago Sir Perceval de Gales Sir Tristan de Leonis Sir Balin Sir Balan Sir Gawain Rey Pellinore

Amadís de Gaula

Primera edición del Amadís de Gaula de Garci Rodríguez de Montalvo, impreso en Zaragoza por Jorge Coci (1508).1

El Amadís de Gaula es una obra maestra de la literatura medieval fantástica en castellano y el más famoso de los llamados libros de caballerías, que tuvieron una enorme aceptación durante el siglo XVI en la península Ibérica.

Publicación y autoría

Primera edición. 1508. Foto tomada en la Universidad de Berkeley (California).

A fines del siglo XV Garci Rodríguez de Montalvo preparó la que habría de ser su versión definitiva, cuya edición más antigua conocida es la de Zaragoza (1508), con el nombre de Los cuatro libros del virtuoso caballero Amadís de Gaula, pero se trata de una obra muy anterior, que ya existía en tres libros desde el siglo XIV, según consta en obras del canciller Pedro López de Ayala y su contemporáneo Pero Ferrús. El mismo Montalvo confiesa haber enmendado los tres primeros libros y ser el autor del cuarto.

Él mismo parece personificarse en el Infante Brian de Monjaste, hijo del rey de España, Ladasán, supuestamente, su padre Fernando III, el Santo.2

De estas obras no se conoce ninguna versión en español. También se ha mencionado como parte de la saga amadisiana una hipotética obra anónima portuguesa titulada Penalva, cuya mera existencia es muy dudosa.

Argumento

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Ilustración de Amadís de Gaula de una edición de 1533.

El Amadís de Gaula, tras una introducción en la que se afirma que fue encontrado en un arcón enterrado,3 se inicia con el relato de los amores furtivos del rey Perión de Gaula y de la princesa Elisena de Bretaña, que dieron lugar al nacimiento de un niño abandonado en una barca. El niño es criado por el caballero Gandales e indaga sobre su origen en medio de fantásticas aventuras, protegido por la hechicera Urganda, llamada la Desconocida porque nunca se presenta con la misma cara ni con el mismo aspecto, y perseguido por el mago Arcaláus el encantador. Atraviesa el arco hechizado de los leales amadores en medio de la Ínsula firme, vence al terrible monstruo Endriago, donde conoce a su hermano Galaor, y atraviesa por todo tipo de peligrosas aventuras, por amor de su amada Oriana, hija del rey Lisuarte de la Gran Bretaña.

La obra original (antes de las modificaciones incluidas por Montalvo) acaba trágicamente, como todas las obras del llamado Ciclo Artúrico. El original (reconstruido) acaba como sigue: Lisuarte, mal aconsejado por avariciosos consejeros, echa de su lado a Amadis, lo reta e intenta casar a Oriana con un enemigo del héroe. Oriana es rescatada por Amadis y llevada a la Insula Firme por este. Lisuarte le declara la guerra a Amadis acompañado por Galaor (envidioso de Amadis) y Esplandian (a quien Lisuarte ha criado sin saber que es su nieto). Tras varias batallas Galaor reta a Amadis y este lo mata. Lisuarte reta y Amadis también lo mata. Un tercer reto enfrentará a Amadis y a Esplandian, matando este último a Amadis. Oriana, que observa la batalla desde una ventana, al ver la muerte de Amadis se lanza al suelo y muere. Urganda aparece y revela la verdad sobre sus padres a Esplandián.

La versión de Montalvo modifica sobre todo este final, haciéndole durar todo el libro cuarto. El final de los personajes es distinto. Lisuarte y Amadis hacen las paces, se conoce la identidad de Esplandian de una forma menos trágica y Galaor ni siquiera aparece en la batalla (está enfermo). Para cerrar la obra se usa un subterfugio que la hace acabar bruscamente. Lisuarte es encantado y Amadis debe dedicarse a gobernar. La historia continúa en las Sergas.

La obra también relata las hazañas de otros valerosos caballeros emparentados con Amadis, como su hermano Galaor, su medio hermano Florestán y su primo Agrajes de Escocia.

Estilo

En cuanto al estilo, fue alabado por el exigente Juan de Valdés, si bien consideraba que a veces lo bajaba mucho y otras lo encumbraba demasiado. Se caracteriza por un cierto latinizamiento de la sintaxis, que suele situar al verbo al final de la frase al modo latino, y otros rasgos de esta naturaleza, como el uso del participio de presente, que lo aproximan al tipo de lenguaje de la escuela alegórico-dantesca del siglo XV, si bien resulta mucho más claro y llano. No obstante, es necesario diferenciar entre el estilo de las tres primeras partes, que lleva incólume mucho del autor original, muy elegante y pormenorizado en los sucesos, y el texto atribuible a Garcí Rodríguez de Montalvo, de muy inferior ingenio y brillantez. Las tres primeras partes reflejan el mundo del siglo XIII, mientras que el mundo de Garcí Rodríguez de Montalvo es el de principios del siglo XVI, y eso no puede dejar de percibirse en el estilo denso y algo pedante del Regidor de Medina del Campo.

Don Quijote, Primera Parte: Capítulo I

El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha:Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo don Quijote de la Mancha

de Miguel de Cervantes Saavedra

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En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben; aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.

Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda. Y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos; y de todos, ningunos le parecían tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva, porque la claridad de su prosa y aquellas entricadas razones suyas le parecían de perlas, y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y cartas de desafíos, donde en muchas partes hallaba escrito: La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura. Y también cuando leía: ...los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza.

Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo Aristóteles, si resucitara para sólo ello. No estaba muy bien con las heridas que don Belianís daba y recebía, porque se imaginaba que, por grandes maestros que le hubiesen curado, no dejaría de tener el rostro y todo el cuerpo lleno de cicatrices y señales. Pero, con todo, alababa en su autor aquel acabar su libro con la promesa de aquella inacabable aventura, y muchas veces le vino deseo de tomar la pluma y dalle fin al pie de la letra, como allí se promete; y sin duda alguna lo hiciera, y aun saliera con ello, si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran. Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar -que era hombre docto, graduado en Sigüenza-, sobre cuál había sido mejor caballero: Palmerín de Ingalaterra o Amadís de Gaula; mas maese Nicolás, barbero del mesmo pueblo, decía que ninguno llegaba al Caballero del Febo, y que si alguno se le podía comparar, era don Galaor, hermano de Amadís de Gaula, porque tenía muy acomodada condición para todo; que no era caballero melindroso, ni tan llorón como su hermano, y que en lo de la valentía no le iba en zaga.

En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas sonadas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo. Decía él que el Cid Ruy Díaz había sido muy buen caballero, pero que no tenía que ver con el Caballero de la Ardiente Espada, que de sólo un revés había partido por medio dos fieros y descomunales gigantes. Mejor estaba con Bernardo del Carpio, porque en Roncesvalles había muerto a Roldán el encantado, valiéndose de la

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industria de Hércules, cuando ahogó a Anteo, el hijo de la Tierra, entre los brazos. Decía mucho bien del gigante Morgante, porque, con ser de aquella generación gigantea, que todos son soberbios y descomedidos, él solo era afable y bien criado. Pero, sobre todos, estaba bien con Reinaldos de Montalbán, y más cuando le veía salir de su castillo y robar cuantos topaba, y cuando en allende robó aquel ídolo de Mahoma que era todo de oro, según dice su historia. Diera él, por dar una mano de coces al traidor de Galalón, al ama que tenía, y aun a su sobrina de añadidura.

En efeto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más estraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo; y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama. Imaginábase el pobre ya coronado por el valor de su brazo, por lo menos, del imperio de Trapisonda; y así, con estos tan agradables pensamientos, llevado del estraño gusto que en ellos sentía, se dio priesa a poner en efeto lo que deseaba.

Y lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que, tomadas de orín y llenas de moho, luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón. Limpiólas y aderezólas lo mejor que pudo, pero vio que tenían una gran falta, y era que no tenían celada de encaje, sino morrión simple; mas a esto suplió su industria, porque de cartones hizo un modo de media celada, que, encajada con el morrión, hacían una apariencia de celada entera. Es verdad que para probar si era fuerte y podía estar al riesgo de una cuchillada, sacó su espada y le dio dos golpes, y con el primero y en un punto deshizo lo que había hecho en una semana; y no dejó de parecerle mal la facilidad con que la había hecho pedazos, y, por asegurarse deste peligro, la tornó a hacer de nuevo, poniéndole unas barras de hierro por de dentro, de tal manera que él quedó satisfecho de su fortaleza; y, sin querer hacer nueva experiencia della, la diputó y tuvo por celada finísima de encaje.

Fue luego a ver su rocín, y, aunque tenía más cuartos que un real y más tachas que el caballo de Gonela, que tantum pellis et ossa fuit, le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro ni Babieca el del Cid con él se igualaban.

Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le pondría; porque, según se decía él a sí mesmo, no era razón que caballo de caballero tan famoso, y tan bueno él por sí, estuviese sin nombre conocido; y ansí, procuraba acomodársele de manera que declarase quién había sido, antes que fuese de caballero andante, y lo que era entonces; pues estaba muy puesto en razón que, mudando su señor estado, mudase él también el nombre, y le cobrase famoso y de estruendo, como convenía a la nueva orden y al nuevo ejercicio que ya profesaba. Y así, después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante: nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo.

Puesto nombre, y tan a su gusto, a su caballo, quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar don Quijote; de donde -como queda dicho- tomaron ocasión los autores desta tan verdadera historia que, sin duda, se debía de llamar Quijada, y no Quesada, como otros quisieron decir. Pero, acordándose que el valeroso Amadís no sólo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre de su reino y patria, por Hepila famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya y llamarse don Quijote de la Mancha, con que, a su parecer, declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della.

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Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín y confirmándose a sí mismo, se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse; porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma. Decíase él a sí:

-Si yo, por malos de mis pecados, o por mi buena suerte, me encuentro por ahí con algún gigante, como de ordinario les acontece a los caballeros andantes, y le derribo de un encuentro, o le parto por mitad del cuerpo, o, finalmente, le venzo y le rindo, ¿no será bien tener a quien enviarle presentado y que entre y se hinque de rodillas ante mi dulce señora, y diga con voz humilde y rendido: Yo, señora, soy el gigante Caraculiambro, señor de la ínsula Malindrania, a quien venció en singular batalla el jamás como se debe alabado caballero don Quijote de la Mancha, el cual me mandó que me presentase ante vuestra merced, para que la vuestra grandeza disponga de mí a su talante?

¡Oh, cómo se holgó nuestro buen caballero cuando hubo hecho este discurso, y más cuando halló a quien dar nombre de su dama! Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo, ni le dio cata dello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del Toboso; nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.

Capítulo segundo

Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso D. Quijote

Hechas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo a poner en efecto su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza, según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer; y así, sin dar parte a persona alguna de su intención, y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día (que era uno de los calurosos del mes de Julio), se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza, y por la puerta falsa de un corral, salió al campo con grandísimo contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado principio a su buen deseo. Mas apenas se vió en el campo, cuando le asaltó un pensamiento terrible, y tal, que por poco le hiciera dejar la comenzada empresa: y fue que le vino a la memoria que no era armado caballero, y que, conforme a la ley de caballería, ni podía ni debía tomar armas con ningún caballero; y puesto qeu lo fuera, había de llevar armas blancas, como novel caballero, sin empresa en el escudo, hasta que por su esfuerzo la ganase.

Estos pensamientos le hicieron titubear en su propósito; mas pudiendo más su locura que otra razón alguna, propuso de hacerse armar caballero del primero que topase, a imitación de otros muchos que así lo hicieron, según él había leído en los libros que tal le tenían. En lo de las armas blancas pensaba limpiarlas de manera, en teniendo lugar, que lo fuesen más que un armiño: y con esto se quietó y prosiguió su camino, sin llevar otro que el que su caballo quería, creyendo que en aquello consistía la fuerza de las aventuras. Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mismo, y diciendo: ¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, ciando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escribiere, no ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, de esta manera? "Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora

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que dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero D. Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel." (Y era la verdad que por él caminaba) y añadió diciendo: "dichosa edad, y siglo dichoso aquel adonde saldrán a luz las famosas hazañas mías, dignas de entallarse en bronce, esculpirse en mármoles y esculpirse en mármoles y pintarse en tablas para memoria en lo futuro. ¡Oh tú, sabio encantador, quienquiera que seas, a quien ha de tocar el ser coronista de esta peregrina historia! Ruégote que no te olvides de mi buen Rocinante compañero eterno mío en todos mis caminos y carreras." Luego volvía diciendo, como si verdaderamente fuera enamorado: "¡Oh, princesa Dulcinea, señora de este cautivo corazón! Mucho agravio me habedes fecho en despedirme y reprocharme con el riguroso afincamiento de mandarme no parecer ante la vuestra fermosura. Plégaos, señora, de membraros de este vuestro sujeto corazón, que tantas cuitas por vuestro amor padece."

Con estos iba ensartando otros disparates, todos al modo de los que sus libros le habían enseñado, imitando en cuanto podía su lenguaje; y con esto caminaba tan despaico, y el sol entraba tan apriesa y con tanto ardor, que fuera bastante a derretirle los sesos, si algunos tuviera. Casi todo aquel día caminó sin acontecerle cosa que de contar fuese, de lo cual se desesperaba, poerque quisiera topar luego, con quien hacer experiencia del valor de su fuerte brazo.

Autores hay que dicen que la primera aventura que le avino fue la de Puerto Lápice; otros dicen que la de los molinos de viento; pero lo que yo he podido averiguar en este caso, y lo que he hallado escrito en los anales de la Mancha, es que él anduvo todo aquel día, y al anochecer, su rocín y él se hallaron cansados y muertos de hambre; y que mirando a todas partes, por ver si descubriría algún castillo o alguna majada de pastores donde recogerse, y adonde pudiese remediar su mucha necesidad, vió no lejos del camino por donde iba una venta, que fue como si viera una estrella, que a los portales, si no a los alcázares de su redención, le encaminaba. Dióse priesa a caminar, y llegó a ella a tiempo que anochecía. Estaban acaso a la puerta dos mujeres mozas, de estas que llaman del partido, las cuales iban a Sevilla con unos arrieros, que en la venta aquella noche acertaron a hacer jornada; y como a nuestro aventurero todo cuanto pensaba, veía o imaginaba, le parecía ser hecho y pasar al modo de lo que había leído, luego que vió la venta se le representó que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de luciente plata, sin faltarle su puente levadizo y honda cava, con todos aquellos adherentes que semejantes castillos se pintan.

Fuese llegando a la venta (que a él le parecía castillo), y a poco trecho de ella detuvo las riendas a Rocinante, esperando que algún enano se pusiese entre las almenas a dar señal con alguna trompeta de que llegaba caballero al castillo; pero como vió que se tardaban, y que Rocinante se daba priesa por llegar a la caballeriza, se llegó a la puerta de la venta, y vió a las dos distraídas mozas que allí estaban, que a él le parecieron dos hermosas doncellas, o dos graciosas damas, que delante de la puerta del castillo se estaban solazando. En esto sucedió acaso que un porquero, que andaba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos (que sin perdón así se llaman), tocó un cuerno, a cuya señal ellos se recogen, y al instante se le representó a D. Quijote lo que deseaba, que era que algún enano hacía señal de su venida, y así con extraño contento llegó a la venta y a las damas, las cuales, como vieron venir un hombre de aquella suerte armado, y con lanza y adarga, llenas de miedo se iban a entrar en la venta; pero Don Quijote, coligiendo por su huida su miedo, alzándose la visera de papelón y descubriendo su seco y polvoso rostro, con gentil talante y voz reposada les dijo: non fuyan las vuestras mercedes, nin teman desaguisado alguno, ca a la órden de caballería que profeso non toca ni atañe facerle a ninguno, cuanto más a tan altas doncellas, como vuestras presencias demuestran.

Mirábanle las mozas y andaban con los ojos buscándole el rostro que la mala visera le encubría; mas como se oyeron llamar doncellas, cosa tan fuera de su profesión, no pudieron tener la risa, y fue de manera, que Don Quijote vino a correrse y a decirles: Bien parece la mesura en las

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fermosas, y es mucha sandez además la risa que de leve causa procede; pero non vos lo digo porque os acuitedes ni mostredes mal talante, que el mío non es de al que de serviros.

El lenguaje no entendido de las señoras, y el mal talle de nuestro caballero, acrecentaba en ellas la risa y en él el enojo; y pasara muy adelante, si a aquel punto no saliera el ventero, hombre que por ser muy gordo era muy pacífico, el cual, viendo aquella figura contrahecha, armada de armas tan desiguales, como eran la brida, lanza, adarga y coselete, no estuvo en nada en acompañar a las doncellas en las muestras de su contento; mas, en efecto, temiendo la máquina de tantos pertrechos, determinó de hablarle comedidamente, y así le dijo: si vuestra merced, señor caballero, busca posada, amén del lecho (porque en esta venta no hay ninguno), todo lo demás se hallará en ella en mucha abundancia. Viendo Don Quijote la humildad del alcaide de la fortaleza (que tal le pareció a él el ventero y la venta), respondió: para mí, señor castellano, cualquiera cosa basta, porque mis arreos son las armas, mi descanso el pelear, etc.

Pensó el huésped que el haberle llamado castellano había sido por haberle parecido de los senos de Castilla, aunque él era andaluz y de los de la playa de Sanlúcar, no menos ladrón que Caco, ni menos maleante que estudiante o paje. Y así le respondió: según eso, las camas de vuestra merced serán duras peñas, y su dormir siempre velar; y siendo así, bien se puede apear con seguridad de hallar en esta choza ocasión y ocasiones para no dormir en todo un año, cuanto más en una noche. Y diciendo esto, fue a tener del estribo a D. Quijote, el cual se apeó con mucha dificultad y trabajo, como aquel que en todo aquel día no se había desayunado. Dijo luego al huésped que le tuviese mucho cuidad de su caballo, porque era la mejor pieza que comía pan en el mundo.

Miróle el ventero, y no le pareció tan bueno como Don Quijote decía, ni aun la mitad; y acomodándole en la caballeriza, volvió a ver lo que su huésped mandaba; al cual estaban desarmando las doncellas (que ya se habían reconciliado con él), las cuales, aunque le habían quitado el peto y el espaldar, jamás supieron ni pudieron desencajarle la gola, ni quitarle la contrahecha celada, que traía atada con unas cintas verdes, y era menester cortarlas, por no poderse queitar los nudos; mas él no lo quiso consentir en ninguna manera; y así se quedó toda aquella noche con la celada puesta, que era la más graciosa y extraña figura que se pudiera pensar; y al desarmarle (como él se imaginaba que aquellas traídas y llevadas que le desarmaban, eran algunas principales señoras y damas de aquel castillo), les dijo con mucho donaire:

Nunca fuera caballerode damas tan bien servido, como fuera D. Quijotecuando de su aldea vino; doncellas curaban dél, princesas de su Rocino.

O Rocinante, que este es el nombre, señoras mías, de mi caballo, y Don Quijote de la Mancha el mío; que puesto que no quisiera descubrirme fasta que las fazañas fechas en vuestro servicio y pro me descubrieran, la fuerza de acomodar al propósito presente este romance viejo de Lanzarote, ha sido causa que sepáis mi nombre antes de toda sazón; pero tiempo vendrá en que las vuestras señorías me manden, y yo obedezca, y el valor de mi brazo descubra el deseo que tengo de serviros. Las mozas, que no estaban hechas a oír semejantes retóricas, no respondían palabra; sólo le preguntaron si quería comer alguna cosa. Cualquiera yantaría yo, respondió D. Quijote, porque a lo que entiendo me haría mucho al caso. A dicha acertó a ser viernes aquél día, y no había en toda la venta sino unas raciones de un pescado, que en Castilla llaman abadejo, y en Andalucía bacalao, y en otras partes curadillo, y en otras truchuela.

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Preguntáronle si por ventura comería su merced truchuela, que no había otro pescado que darle a comer. Como haya muchas truchuelas, respondió D. Quijote, podrán servir de una trueba; porque eso se me da que me den ocho reales en sencillos, que una pieza de a ocho. Cuanto más, que podría ser que fuesen estas truchuelas como la ternera, que es mejor que la vaca, y el cabrito que el cabrón. Pero sea lo que fuere, venga luego, que el trabajo y peso de las armas no se puede llevar sin el gobierno de las tripas. Pusiéronle la mesa a la puerta de la venta por el fresco, y trájole el huésped una porción de mal remojado, y peor cocido bacalao, y un pan tan negro y mugriento como sus armas. Pero era materia de grande risa verle comer, porque como tenía puesta la celada y alzada la visera, no podía poner nada en la boca con sus manos, si otro no se lo daba y ponía; y así una de aquellas señoras sería de este menester; mas el darle de beber no fue posible, ni lo fuera si el ventero no horadara una caña, y puesto el un cabo en la boca, por el otro, le iba echando el vino. Y todo esto lo recibía en paciencia, a trueco de no romper las cintas de la celada.

Estando en esto, llegó acaso a la venta un castrador de puercos, y así como llegó sonó su silbato de cañas cuatro o cinco veces, con lo cual acabó de confirmar Don Quijote que estaba en algún famoso castillo, y que le servían con música, y que el abadejo eran truchas, el pan candeal, y las rameras damas, y el ventero castellano del castillo; y con esto daba por bien empleada su determinación y salida. Mas lo que más le fatigaba era el no verse armado caballero, por parecerle que no se podría poner legítimamente en aventura alguna sin recibir la órden de caballería.

http://www.elmundo.es/quijote/capitulo.html?cual=2

A pesar de que Cervantes vivió a caballo entre los siglos XVI y XVII, en este trabajo estudiaremos las caracter�sticas del siglo XVI, ya que Cervantes vivi� la mayor parte de su vida en este siglo, y es por ello, que estuvo m�s influenciado por el Renacimiento que por el Barroco. Situación Política

Los Reyes Católicos inician la unificación de los reinos peninsulares bajo los presupuestos de una monarquía absoluta. En dicho proceso se dan estas fases:• 1469: matrimonio de Isabel y Fernando.• 1492: conquista del reino de Granada.• 1496: incorporación al reino de la última Isla Canaria.• 1512: anexión del reino de Navarra.• 1580: incorporación del reino de Portugal a manos de Felipe II.

Durante el Renacimiento podemos hablar de dos importantes reinados:• Carlos I de España (V del Sacro Imperio Romano Germánico): la política matrimonial de sus abuelos, la desaparición prematura de posibles herederos y la incapacidad de su madre concentraron en su persona las dispares herencias de las cuatro dinastías. De su abuelo Maximiliano heredó los territorios centroeuropeos de Austria y los derechos al Imperio, de su abuela María de Borgoña los Países Bajos, de Fernando el Católico los reinos de la Corona de Aragón, además de Sicilia y Nápoles, y de su abuela Isabel I la Corona de Castilla, Canarias y todo el Nuevo Mundo descubierto y por descubrir.

En 1515, se hizo cargo del gobierno de los Países Bajos, pero debido a su inexperiencia, lo cedió al señor de Chièvres.

En 1516, debido a la muerte de su abuelo Fernando, se convirtió en rey de España. El malestar que produjo la llegada de Carlos a España, por su juventud, educación flamenca y consejeros

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extranjeros, aumentó en 1519 cuando, al descontento producido por su petición a las Cortes castellanas de subsidios para ser nombrado emperador, se unieron una serie de reivindicaciones pol�ticas, dando lugar al levantamiento de las Comunidades (1520-1521). Las principales ciudades castellanas, dominadas por nobles y burgueses, se unieron en una revuelta que adquirir�a matices tanto sociales como pol�ticos. El memorial de agravios (Constituci�n de �vila), dirigido al rey, recog�a las aspiraciones de los comuneros. Aunque �stos consiguieron algunos �xitos b�licos, fueron derrotados en la batalla de Villalar (1521) que signific� la sumisi�n de Castilla. En adelante, las Cortes ceder�an la mayor parte de sus antiguas prerrogativas pol�ticas, limitando sus funciones a materia tributaria: los pecheros castellanos tendr�an que soportar el peso del Imperio.

Casi simult�neamente, se produjeron en Valencia los alzamientos de las German�as o hermandades cristianas que reflejaban la protesta contra el poder de la nobleza y sus vasallos moriscos, aunque indirectamente eran tambi�n un movimiento de resistencia a la Corona. Su destrucci�n (1521-1524) constituy� otra victoria del poder del emperador. España, una vez pacificada, iba a integrarse en los planes de la pol�tica imperial, a la que habr�a de proporcionar adem�s de medios humanos, abundantes recursos.

• Felipe II: hered� el vasto imperio de Carlos I, sin duda, la unidad territorial m�s amplia de la �poca moderna puesta bajo un mismo cetro.

En el interior peninsular destacan diferentes vertientes. La monarqu�a personal de Felipe II se apoyaba en un gobierno por medio de consejos y de secretarios reales y en una poderosa administraci�n centralizada. Pese a todo su poder, las bancarrotas, las dificultades hacend�sticas y los problemas fiscales (entre otras actuaciones notorias cre� el nuevo impuesto 'de Millones') fueron caracter�sticos durante todo su reinado.

Pol�tica exterior

A la vez, los piratas berberiscos asolaban las costas mediterr�neas. Aunque la expedici�n naval consiguiera la victoria en Malta (1565), el problema morisco estaba en el interior. Los moriscos de las Alpujarras granadinas protagonizaron la principal sublevaci�n, que no terminar�a hasta que don Juan de Austria les derrot� (1569-1571).

Internacionalmente, para mantener y proteger su Imperio, continuamente estuvo inmerso en todos los conflictos europeos. Por esas razones, se multiplicaron las capitulaciones matrimoniales y contrajo sucesivas nupcias con Mar�a de Portugal (1543), la reina de Inglaterra (Mar�a I Tudor), la francesa Isabel de Valois y Ana de Austria (1570), madre de su sucesor Felipe III. Durante su reinado los conflictos externos se sucedieron en varios frentes. Felipe II actuar�a en todos ellos teniendo presentes siempre criterios pol�ticos y religiosos.

Heredero de la guerra contra Francia, a pesar de la Tregua de Vaucelles (1556) y nada m�s comenzar su reinado, ambas casas reales iniciaron su lucha por el control de N�poles y el Milanesado.

Paralelamente, otro gran problema estrat�gico, comercial y de unidad de la fe era el peligro de la pirater�a, el bandidaje y las incursiones berberiscas y turcas en el Mediterr�neo. Para conjurar dicha amenaza, constituy�, con Venecia, G�nova y el Papado, el bloque principal de la Liga Santa contra el Imperio otomano.

Contra Inglaterra los resultados fueron menos afortunados, debido al control mar�timo militar ingl�s. En su pugna permanente, apoyando a todos los enemigos castellanos, Isabel de Inglaterra acab� con los cat�licos reyes escoceses, mientras apoyaba la pirater�a en el

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Caribe (Francis Drake) y a los rebeldes holandeses. La conclusi�n militar vino determinada en 1588 por la derrota de la Armada Invencible. A partir de entonces, el poder�o naval español en el Atl�ntico comenzar�a su declive.

Felipe II tampoco pudo solucionar el conflicto pol�tico-religioso generado en los Pa�ses Bajos. En cambio, consigui� un gran triunfo pol�tico al conseguir la unidad ib�rica con la anexi�n de Portugal y sus dominios, haciendo valer sus derechos sucesorios en 1581 en las Cortes de Tomar.

Situaci�n Social

La antigua estructura estamental de la Edad Media se manten�a, aunque con algunos aspectos modificados:• La Nobleza: se somete a la autoridad del rey. Aunque con problemas financieros, sigue gozando de prestigio y poder, basado en la posesi�n de tierras. Destaca la figura del cortesano (hombre de letras y de guerra).• El Clero: mantiene su poder. Debido a problemas internos y a las divergencias en el seno de la Iglesia, surgen los problemas que inician la Reforma protestante de Lutero y la Contrarreforma.• La Burgues�a: est� en auge debido al creciente poder de las ciudades, el comercio y la industria.• El Pueblo: muy pobre. Compuesto principalmente por campesinos y artesanos, inicia el conocido �xodo rural hacia las ciudades en busca de una oportunidad. All�, aparecer�n numerosos vagabundos y mendigos. Aparece la figura del p�caro.

Situaci�n Cultural

El Renacimiento, movimiento europeo, surgido en Italia, que, a lo largo del siglo XVI aplica los ideales human�sticos a todas las actividades culturales e incluso pol�ticas.

Las principales ideas del Humanismo son:

• Antropocentrismo: el hombre es el centro del mundo (opuesta al teocentrismo de la Edad Media).• El ser humano es bueno por naturaleza y est� hecho a imagen y semejanza de Dios (en la Edad Media, Dios era el juez del hombre malo).• Carpe Diem: la vida es bella y hay que aprovecharla (en la Edad Media era un valle de l�grimas).• La muerte no es el fin, el recuerdo permanece gracias a la fama (s�lo se pod�a esperar la salvaci�n del alma en la Edad Media porqu� la muerte era el fin).

El Humanismo en España

Destacan nombres como P�rez de Oliva, Vitoria, Morcillo... pero ante todos Luis Vives, que escribi� todas sus obras en lat�n, y aunque no invent� nada recogi� mejor nadie las influencias que flotaban en el ambiente.

Estos humanistas, buscaban la orientaci�n pr�ctica, es decir, rechazaban la pedanter�a in�til.

Destac� la creaci�n de la Biblia Pol�glota Complutense.

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• Biblia Pol�glota Complutense: el cardenal Cisneros reuni� en Alcal� a los mayores especialistas para que fijaran el texto de la Biblia, adquiriendo previamente los mejores manuscritos que pudieron hallarse.

La revisi�n de los textos griegos y latinos fue encomendada a Nebrija, Hern�n N�ñez Piciano, Demetrio Lucas y Diego L�pez de Est�ñiga; la del texto hebreo, a los jud�os conversos Pablo Coronel, Alfonso de Zamora y Alfonso de Alcal�; la confrontaci�n de los textos, a Juan de Vergara y Bartolom� de Castro.

El trabajo comenz� en 1502, y los seis tomos de que se compone la obra fueron impresos entre 1514 y 1517. Los cuatro primeros tomos contienen el Antiguo Testamento (textos griego, latino, hebreo y caldeo); el quinto, los textos griego y latino del Nuevo Testamento; el sexto, un vocabulario hebreo-caldeo, un �ndice de nombre y una gram�tica hebrea.

La Complutense es la primera Biblia Pol�glota que se imprimi�, y constituye una buena medida de la gran altura a que hab�an llegado en España los estudios escriturarios y filos�ficos.

Situaci�n Religiosa

Durante el reinado de Carlos I, España acoge el Erasmismo, es decir, una relaci�n m�s sincera e intimista con Dios.

La Reforma iniciada por Lutero, que provoca una escisi�n en el seno de la Iglesia. Nace el protestantismo. Para solucionar este problema, se convoca el Concilio de Trento (1545-1563), en el que se fijan los nuevos caminos de la doctrina ortodoxa cat�lica. España se suma a esta tendencia llamada la Contrarreforma Cat�lica. A ello obedece la fundaci�n de la Compañ�a de Jes�s, la Reforma de los Carmelitas... La inquietud religiosa es enorme y por ello, brotan numerosas herej�as, de orientaci�n protestante o no, que fueron perseguidas duramente por la Inquisici�n. Tambi�n se practic� una fuerte limpieza de sangre (antisemitismo).

Situaci�n Ling��stica

En el año 1492, Elio Antonio de Nebrija publica su Gram�tica Castellana.

El castellano se convierte plenamente en lengua literaria y, debido a la extensi�n pol�tica, es una lengua culta e internacional. Recordemos que se extendi� hasta el Nuevo Mundo.

Algunos rasgos del Castellano del siglo XVI:

FON�TICA Y ORTOGRAF�A:• Uso habitual de l <h> en lugar de la <f> inicial.• Alternancia de formas: mill/mil, sant/san, dubda/duda...• La confusi�n v/b se hace extensible a toda la Pen�nsula.

MORFOLOG�A Y SINTAXIS• Uso de diminutivos acabados en la forma -illo/a, -uela/a, -ito/a, -ico/a: ojuelos, menudica, pasito...• Generalizaci�n de -�simo/a en la formaci�n del superlativo: clar�simo, dolor�sima...• Uso habitual de las preposiciones cabe y so.• El verbo haber pierde el sentido de posesi�n y se emplea como auxiliar.

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L�XICO:• Incorporaci�n de palabras:- Americanismos: patata, ma�z...- Galicismos: servilleta, batall�n...- Lusismos: payo, mermelada...- Italianismos: piloto, novela...• Uso de cultismos como hip�rbole, encomio, sublimar...

Situaci�n Literaria

Presenta una diferenciaci�n perfecta entre literatura profana y religiosa.

• A la literatura profana le caracterizan estos hechos:

- En la l�rica se adoptan los motivos po�ticos y la m�trica del petrarquismo. Destacan Bosc�n y Garcilaso de la Vega.

- En la narrativa persiste el gusto por los libros de caballer�as (el Amad�s de Gaula, Tirante el Blanco...) pero nacen dos g�neros t�picamente españoles: novela picaresca (El Lazarillo de Tormes) y novela morisca (Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa). Incorporaci�n de la novela pastoril, de imitaci�n italiana, (La Galatea, La Arcadia, La Diana...) y la novela bizantina (El Persiles, el Peregrino en su Patria...). Cierra el siglo el gran genio de nuestra literatura y uno de los mayores genios de la literatura universal: Cervantes.

• La literatura religiosa, de calidad excepcional tanto en prosa como en verso, se manifiesta en escritores de la talla de Fray Luis de Le�n, Fray Luis de Granada, Santa Teresa de Jes�s, San Juan de la Cruz... y en obras como Soneto a Cristo Crucificado, C�ntico espiritual...

• En el teatro se distinguen tambi�n las dos vertientes: profana y religiosa. En el teatro profano, se emplear�n formas italianas, que desembocar�n en el teatro nacional (con Lope de Vega en el siglo XVII y Calder�n). Destacan Juan del Encina, Lucas Fern�ndez, Gil Vicente, Torres Naharro, Juan de la Cueva y Lope de Rueda y los intentos de Cervantes.

La Lengua Literaria en el siglo XVIHe decidido tratar este aspecto concreto de la lengua ya que ofrec�a una gran diversidad seg�n el g�nero literario a tratar:• En la l�rica Garcilaso implanta el ideal cortesano de la sencillez elegante, es decir, se trata de huir de la afectividad “sin caer en la sequedad”. Sin embargo, a medida que avanza el siglo, hay una tendencia a aumentar los artificios del lenguaje (Manierismo), preludio del Barroco. En cambio, Fray Luis y San Juan de la Cruz se ciñen a un estilo sobrio.• En la prosa doctrinal, Fray Luis de Le�n introduce una “maravillosa armon�a” y Santa Teresa, en cambio, un estilo completamente desaliñado pero lleno de encanto.• La novela pastoril presenta una prosa refinada. La novela morisca alterna refinamiento y sencillez. La novela picaresca (sobre todo El Lazarillo) usa un lenguaje funcional sobrio.

II. Biograf�a de Miguel de Cervantes

El 9 de octubre de 1547 fue bautizado, en la parroquia de Santa Mar�a la Mayor de Alcal� de Henares, Miguel de Cervantes Saavedra, hijo de Rodrigo Cervantes y de Leonor Cortinas. Es probable que hubiese nacido el 29 de septiembre (fiesta de San Miguel). Era Miguel el cuarto de los hijos de Rodrigo Cervantes, pues mayores que �l eran Andr�s, Andrea y Luisa. Le siguieron Rodrigo y Magdalena.

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En 1551 se trasladaron a Valladolid donde les esperaban desdichas y verg�enzas. All�, Rodrigo Cervantes contrajo importantes deudas que no pudo pagar, y acosado por usureros y prestamistas, fue encarcelado. Al final, sus protestas de hidalgu�a fueron aceptadas y fue liberado despu�s de varios meses. Despu�s de residir en C�rdoba y Sevilla, se instalaron en Madrid en el año 1566.

Nada se sabe sobre los estudios de Cervantes, pero se supone que no ser�an de los llamados “universitarios” pues su presencia en Salamanca no deja de ser una hip�tesis. Lo que s� parece m�s firme es su presencia de niño en un colegio de la Compañ�a de Jes�s si nos basamos en pasaje del Coloquio de los perros, aunque no es posible determinar en qu� ciudad.

El 15 de septiembre de 1569 se hizo p�blico un mandamiento judicial en nombre del rey que conden� a Cervantes a diez años de destierro. El 22 de diciembre de 1569 consta documentalmente que Cervantes estaba en Roma, desde donde solicit� a Madrid que se le hiciera un informe de limpieza de sangre, que en efecto se practic�. Ello demuestra que Cervantes hab�a salido del pa�s y que ten�a un especial empeño en demostrar su hidalgu�a (lo que pod�a menguar el rigor de la sentencia de los alcaldes de corte que le hab�an desterrado por diez años).

Es muy probable que en Roma fuera protegido por su pariente Gaspar de Cervantes y Gaete, quien lo present� a Giulio Acquaviva, a quien sirvi� como camarero por muy poco tiempo. Ambos, Gaspar de Cervantes y Acquaviva, fueron nombrados cardenales en 1570. En 1571, Cervantes estaba en la milicia bajo las �rdenes de Diego de Urbina, del tercio de Miguel de Moncada. El 7 de octubre de 1971, Cervantes, particip� en la batalla de Lepanto, donde su actitud heroica (particip� estando enfermo y obtuvo una gran victoria) fue recordada con orgullo por �l durante toda su vida. All�, de un arcabuzazo, qued� in�til su mano izquierda. Este hecho le vali� el apodo de “El Manco de Lepanto”.

En Messina, se cur� Cervantes, si bien la mano izquierda le qued�, como ya hemos dicho, anquilosada. De 1572 a 1575, tom� parte en varias expediciones navales, hasta que de regreso a España desde N�poles en la galera Sol, con una recomendaci�n del duque de Sessa y de don Juan de Austria, el 26 de septiembre de 1572 fue apresado junto su hermano por los turcos frente la costa catalana, a la altura de Palam�s, por Arnauti Mam�.

En Argel pas� cinco años adjudicado a Dali Mam� y, al encontrarle las cartas de recomendaci�n, pensaron que era una persona importante. Debido a ello, su estancia all� fue m�s larga de lo normal porque ped�an una cantidad muy alta por su rescate.

Intent� hasta cuatro veces escaparse, pero fracas� en todos sus intentos. La primera, en 1576, fracas� porque el moro que deb�a guiar a Cervantes, a su hermano y once cautivos m�s hasta la plaza española de Or�n los abandon� en la primera jornada y, perdidos, tuvieron que regresar a Argel donde fueron apresados de nuevo y m�s estrechamente vigilados.

Mientras tanto, lo padres de Cervantes hac�an todo lo que pod�an para reunir la cantidad necesaria para rescatarlos y, a base de pr�stamos y de vender sus propiedades, reunieron cierta cantidad de ducados que sirvieron para rescatar a Rodrigo. A finales de 1577, Cervantes se reuni� con catorce o quince cautivos m�s en una cueva cerca de la costa a la espera de una fragata española. Cuando �sta lleg�, fue apresada y ellos, descubiertos. “El Dorador”, un compañero, denunci� el plan. Cervantes afirm� entonces ante el bey de Argel que �l era el �nico responsable del plan, y �ste, le perdon� la vida pero lo encerr� en un baño, cargado de cadenas, donde permaneci� unos meses.

En marzo de 1578, envi� a un moro fiel con unas cartas para don Mart�n de C�rdoba

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(general de la plaza de Or�n) pidiendo ayuda, pero el moro fue apresado y Cervantes, descubierto. Fue perdonado otra vez.

En 1580, gracias a una cantidad en met�lico que un mercader valenciano le proporcion�, compr� una fragata capaz de transportar a sesenta cautivos, pero el ex dominico don Juan Blanco le delat� por una jarra de manteca y un escudo. Despu�s de meses escondido, sabedor de la traici�n, Cervantes se present� ante Hasan Baj�, y �ste �ltimo, le perdon� la vida pero lo encarcel� en su castillo con grillos y cadenas.

Por entonces llegaron a Argel los padres trinitarios Juan Gil y Fray Antonio de la Bella, que despu�s de recolectar entre mercaderes cristianos, obtuvieron los 200 ducados que, sumados a los 300 que los padres de Cervantes le hab�an dado, sumaban los 500 ducados necesarios para liberarlo. El d�a 19 de septiembre de 1580 fue finalmente liberado.

Treinta y tres años ten�a Cervantes cuando, tras once de ausencia, pis� España. Se fue a Madrid donde se reuni� con su familia que estaba en una triste situaci�n econ�mica despu�s de rescatar a los dos hermanos. Estaba claro que Cervantes ten�a que rehacer su vida y, en mayo de 1581, se traslad� a Portugal donde pidi� a la corte Felipe II que le diesen alg�n empleo con el que arreglar la situaci�n de su familia.

Le mandaron a Or�n (donde su estancia fue breve) porque era un gran conocedor de la costa norte de �frica.

En febrero de 1582, de nuevo en Madrid, se dirige al consejero de las Indias solicitando un trabajo pero no se lo conceden. Gracias a esta carta sabemos que ya estaba escribiendo la Galatea y que firmaba como Cervantes Saavedra.

Se ignora la vida de Cervantes entre 1582 y 1583, pero sabemos que tuvo relaciones amorosas con Ana Franca de Rojas con quien tuvo una hija que se llam� Isabel de Saavedra.

El 14 de junio de 1584 cobra del mercader Blas de Robles 1336 reales por el privilegio de impresi�n de la Galatea, que aparecer� el año siguiente en Alcal� de Henares. Seis meses despu�s se casa con Catalina de Salazar y Palacios de Esquivias, lugar donde se celebr� la boda. All� tuvo su primer hogar propio.

En 1587 fija su residencia en Sevilla, alejado de su mujer que viv�a en Esquivias, lugar donde ejerce de comisario real de abastos. Ello oblig� al escritor a recorrer parte de Andaluc�a con la desagradable misi�n de recolectar aceite y cereales. En dos ocasiones por lo menos, embarg� partidas de trigo a la Iglesia, que le valieron sendas excomuniones a pesar de que �l s�lo cumpl�a con su obligaci�n.

El 19 de septiembre de 1592, acusado de vender 300 fanegas de trigo sin autorizaci�n, fue encarcelado en Castro del R�o. Pronto fue puesto en libertad y declarado inocente. Desde 1594 se le encarg� cobrar los atrasos de tercias y alcabalas del reino de Granada (que ascend�an a cerca de dos millones y medio de maraved�es), cargo para el cual le fue preciso depositar una gruesa fianza, que en parte, apront� su mujer. En 1597, habiendo depositado en un banco todo lo recaudado, el banquero quebr� y Cervantes, imposibilitado de pagar, fue encarcelado y despu�s liberado.

En mayo de 1600 se documenta por �ltima vez la presencia como residente de Cervantes en Sevilla.

A partir de 1603 vive en Valladolid con su familia (compuesta exclusivamente de mujeres) porque la corte all� se hab�a trasladado. El hogar de Cervantes dista mucho de ser un modelo

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de honor y dignidad. La primera parte del Quijote deber�a estar muy avanzada ya. En el verano de 1604 ya ten�a terminado el Quijote y, siguiendo la costumbre de la �poca se dirigi� a varios escritores pidi�ndoles que escribieran poes�as de elogio para su libro pero ninguno lo hizo. A pesar de las negativas, el Quijote obtuvo un �xito fulgurante.

El 27 de junio de 1605, el caballero Gaspar de Ezpeleta fue asesinado delante de la puerta de Cervantes, y �ste, al o�r sus gritos, fue a socorrerle. Dos d�as despu�s muri� y toda la familia de Cervantes fue acusada y encarcelada. Aunque el encarcelamiento dur� s�lo un d�a, el juicio sirvi� para saber que opini�n ten�a la gente de Cervantes y de “las Cervantas”.

En 1606 la corte se traslad� a Madrid y, con ella, tambi�n la familia Cervantes. All� cambi� muchas veces de residencia hasta que al final, se estableci� en la calle del Le�n.

Movido por unos intereses que al final se frustraron, Cervantes vivi� en Barcelona de junio a septiembre de 1610.

El �xito del Quijote le dio a Cervantes un nombre y provoc� que sus obras fuesen solicitadas. Por este motivo en 1613 se publican las Novelas ejemplares, en 1614 el Viaje al Parnaso, en 1615 la segunda parte del Quijote y las Comedias y entremeses, y en 1617, p�stumamente, el Persiles.

El 19 de abril de 1616 firmaba la dedicatoria al conde de Lemos del Persiles y Sigismunda, y finalmente, el 22 de abril de 1616, muere en la calle del Le�n, esquina a la de Francos.

Debido a su pobreza, la Venerable Orden Tercera (a la que �l y su mujer pertenec�an) se encarg� del sepelio, su cad�ver fue enterrado en el convento de las Trinitarias Descalzas de la calle Cantarrana (hoy Lope de Vega) donde reposan sus restos.

Obras m�s importantes • Obras po�ticas: la mayor�a de ellas se han perdido pero se conservan algunas que est�n intercaladas en otros relatos. En verso est� Viaje al Parnaso, en la que Cervantes enjuicia a los poetas españoles con elogio o amable s�tira.

• Teatro: fue la gran vocaci�n de Cervantes, pero no tuvo suerte al tener que vivir junto a Lope de Vega. Al principio respetaba la regla de las tres unidades, es decir, realizaba un teatro cl�sico. Pero despu�s de Lope, Cervantes, lo imita. A la segunda �poca pertenecen las Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados (1615). Las comedias son: El gallardo español, La casa de los celos y selvas de Ardenia, Los baños de Argel, El rufi�n dichoso, La gran Sultana doña Catalina de Oviedo, El laberinto de amor, La entretenida y Pedro de Urdemalas. Y los entremeses: El juez de los divorcios, El rufi�n viudo, La elecci�n de los alcaldes de Daganzo, La guarda cuidadosa, El vizca�no fingido, El retablo de las maravillas, La cueva de Salamanca y El viejo celoso.

• Novela: es donde la producci�n cervantina alcanza el nivel m�s alto. Cultiva todos los g�neros: pastoril, La Galatea (1585), morisca, Historia del Cautivo (insertada en el Quijote), bizantina, El Persiles, “picaresca”, Rinconete y Cortadillo (no es del todo picaresca, aunque habla de p�caros).

La Galatea

En la prosa narrativa Cervantes empez� escribiendo una novela pastoril que fue su primer libro publicado, con el t�tulo de Primera parte de La Galatea (1585). Como en otras novelas de su

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g�nero, los personajes son pastores convencionales que cuentan sus penas amorosas y expresan sus sentimientos en una naturaleza idealizada. La Galatea se compone de seis libros en los cuales se desarrollan una historia principal y cuatro secundarias. La principal refiere los amores de los pastores Elicio y Galatea, a la cual su padre quiere casar con el rico Erastro. Y las secundarias añaden otros tantos episodios amorosos protagonizados tambi�n por pastores. Lo m�s importante reside en que ya en esta primera novela Cervantes aparece como un escritor renovador. Acepta las convenciones del g�nero pastoril, pero a veces rompe el patr�n id�lico en las relaciones entre los pastores y en la geograf�a —convencional y real a un tiempo— del r�o Tajo. Lo m�s innovador es la integraci�n de cuatro historias secundarias que acaban confluyendo en la acci�n principal y dejando abierta la posibilidad de una continuaci�n. Esta segunda parte prometida fue a menudo recordada por Cervantes, hasta en la dedicatoria del Persiles, pero no se public� nunca.

Novelas ejemplares

Entre 1590 y 1612 Cervantes fue escribiendo una serie de novelas cortas que, despu�s del reconocimiento obtenido con la primera parte del Quijote en 1605, acabar�a reuniendo en 1613 en la colecci�n de Novelas ejemplares. En el pr�logo Cervantes proclama su novedad: "Yo soy —dice— el primero que he novelado en lengua castellana". En efecto, as� fue, pues en la literatura española no hab�a entonces tradici�n de novela corta; las que circulaban eran adaptaciones o traducciones de los novellieri italianos. Cervantes españoliz� el g�nero, lo ennobleci� y cre� la novela corta en la literatura castellana.

La colecci�n se abre con La gitanilla, sigue El amante liberal, Rinconete y Cortadillo (en cuyas p�ginas sobresalen la mejor iron�a y humor cervantinos), La española inglesa, El licenciado Vidriera, La fuerza de la sangre, El celoso extremeño, La ilustre fregona, Las dos doncellas, La señora Cornelia, El casamiento engañoso, El coloquio de los perros.

Los Trabajos de Persiles y Sigismunda

Finalmente, el Persiles fue tal vez el libro m�s querido de la fantas�a de Cervantes, quien ya no tuvo tiempo para hacer las �ltimas correcciones en un texto no del todo acabado y se puso a escribir el pr�logo tres d�as antes de morir.

La novela cuenta la peregrinaci�n de Persiles y Segismunda desde el norte de Europa hasta Roma. El viaje se enriquece con la diversidad de lugares recorridos, desde la geograf�a n�rdica de la m�tica isla B�rbara, Islandia, Noruega, Irlanda y Dinamarca, hasta las tierras ya conocidas de Portugal, España, Francia e Italia. Su complejidad aumenta con la constante aparici�n de nuevos personajes en el recorrido y con la interpolaci�n de historias particulares en la peripecia de los amantes protagonistas. Y el inter�s y la intriga de la trama se intensifican por acumulaci�n de arriesgadas navegaciones, naufragios, pirater�as, desaf�os, batallas, cautiverios, fugas, raptos, encuentros, separaciones y aventuras de toda �ndole.

III. Estudio del “Quijote”

La edici�n m�s antigua conocida de la primera parte del Quijote es la publicada por Juan de la Cuesta, en 1605, en Madrid, que lleva privilegio real a favor de Cervantes firmado el 26 de septiembre de 1604 y el testimonio de las erratas y la tasa, de diciembre del mismo año. Eso quiere decir que en esa fecha el libro ya estaba acabado. En enero de 1605, se publica en Portugal una segunda edici�n de Juan de la Cuesta, id�ntica a la anterior, en la que Cervantes

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añade en los cap�tulos 23 y 30 el robo del rucio de Sancho. Ese mismo año se publicaron furtivamente dos ediciones en Lisboa y dos autorizadas en Valencia.

La segunda parte fue publicada por el mismo editor en 1615, con una de las aprobaciones firmadas en febrero, el privilegio en marzo y otra aprobaci�n en noviembre, lo que indica que la obra se pondr�a en venta unos cinco meses antes de la muerte de Cervantes.

En 1612 ya estaba traducida al ingl�s, en 1614 al franc�s, en 1622 al italiano, y, en el siglo XVII ya se public� en alem�n y holand�s, en el XVIII en dan�s, polaco, portugu�s y ruso, y en el XIX y XX se ha traducido a todas las lenguas cultas o que son susceptibles de escritura impresa. Adem�s, en el siglo XVII se public� unas treinta veces en castellano, en el XVIII unas cuarenta, en el XIX unas doscientas, y en lo que va del XX, un promedio de unas tres veces al año. Es por ello que podemos afirmar que el Quijote es el libro m�s veces publicado detr�s de la Biblia.

El �xito fue tan grande, que en 1614 se public� el Quijote de Avellaneda, obra ap�crifa publicado en Tarragona y escrita por un tal Alonso Fern�ndez de Avellaneda (seud�nimo de un aragon�s que sin duda era amigo de Lope de Vega y feroz adversario de Cervantes). En el pr�logo carga duramente contra Cervantes, y en la obra don Quijote se convierte en un loco vulgar y Sancho, en un r�stico maleducado. Aunque la obra es meritoria y a ratos divertida, no alcanza al original. En la publicaci�n de la segunda parte, Cervantes, arremeti� justa y duramente contra el impostor.

Prop�sito y Temas del “Quijote”

Pocas obras expresan tan claramente y con tanta insistencia su prop�sito. Como dice en el pr�logo de la primera parte: “todo �l es una invectiva contra los libros de caballer�as”, o como dice al final de la segunda: “no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas de los libros de caballer�as, que por las de mi verdadero don Quijote, van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna.”. Es por este motivo que Cervantes carga, algunas veces contra los lectores y otras, contra los escritores de ese g�nero de libros.

Pero a medida que avanza el libro, Cervantes descubre los hermosos ideales de los libros de caballer�as y al final, el libro mezcla el desprecio por los libros de caballer�as y la melancol�a por recuperar esos ideales.

Esos ideales como la caballerosidad, la bondad, el hero�smo, la defensa de los oprimidos... adem�s de la visi�n del mundo de Cervantes (es posible que Cervantes hable por la boca de Sancho Panza) y la cr�tica a los libros de caballer�as forman el contenido de la obra y sus temas.

Por la riqueza y complejidad de su contenido y de su estructura y t�cnica narrativa, la mejor novela de todos los tiempos admite muchas formas de lectura e interpretaciones muy diversas (se puede considerar como una obra de humor, una burla del idealismo humano, una obra de amarga iron�a...)

Entre otras aportaciones m�s, el Quijote, ofrece un panorama de la sociedad española en su transici�n de los siglos XVI al XVII, con personajes de todas las clases sociales, representaci�n de las m�s variadas profesiones y oficios, muestras de costumbres y creencias populares.

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Resumen del Quijote

La acci�n principal est� constituida por los tres viajes que realiza don Quijote. Las dos primeras salidas se cuentan en la primera parte y la tercera, en la segunda.

1ª parte: El hidalgo manchego don Alonso Quijano (o Quijana o Quesada o Quijada), llamado el Bueno, enloquece leyendo libros de caballer�as y, con el nombre de don Quijote de la Mancha y su viejo caballo Rocinante, se lanza por la Mancha guiado por nobles ideales: deshacer entuertos, proteger a los d�biles, y merecer a Dulcinea (que en realidad es una labradora llamada Aldonza Lorenzo, idealizada por �l). En una venta que imagina ser castillo, se hace armar caballero entre las burlas del ventero y los que all� estaban. Libera a un muchacho que estaba siendo azotado por su amo (pero apenas se marcha prosigue la paliza). Es apaleado por unos mercaderes y un conocido lo devuelve a la aldea. Ya repuesto, convence con promesas a Sancho Panza, un labrador de la aldea para que le acompañe en su nueva salida. Y siempre sale mal parado: lucha contra unos molinos pensando que son unos gigantes, arremete a unos rebaños de ovejas que le parec�an ej�rcitos... Entonces, sus amigos, el can�nigo y el ventero de su pueblo le engañan y lo devuelven a su casa enjaulado.

2ª parte: Sale otra vez acompañado de Sancho, quien, en una ocasi�n, intenta engañar a don Quijote dici�ndole que una r�stica que viene montada encima de un asno es Dulcinea encantada. Atravesando Arag�n, llegan a los dominios de unos Duques que se divierten a su costa. Mandan como gobernador de una “�nsula” (que no es m�s que una aldea) a Sancho, quien da pruebas de un gran sentido, pero aburrido de los disgustos que le da el poder (o sea, las bromas pesadas que le hacen los Duques), se vuelve con don Quijote. Tras otras aventuras, llegan a Barcelona y all�, don Quijote es vencido por el Caballero de la Blanca Figura (que es Sans�n Carrasco, su amigo, disfrazado), y �ste, le hace volver a su pueblo y don Quijote, an�mica y f�sicamente destrozado, lo hace. Al llegar (curado de su locura), don Quijote enferma y muere.

Lengua y Estilo del Quijote

• En la primera parte de la obra, el relato principal se ve cortado y suspendida por algunos relatos secundarios. Este hecho fue duramente criticado y es por este motivo que Cervantes se guard� muy bien de ponerlos en la segunda obra.

• Cervantes se introduce en la historia cuando habla de Cide Hamete de Benengeli (aunque al principio s�lo satirizaba de este recurso tan usado en los libros de caballer�as) y nos cuentas sus problemas al componer el libro. Tambi�n se introduce cuando Sancho le dice a don Quijote que hay “un historiador” que ha publicado sus historias de forma tan real que �l “se hace cruces de como puede haberlo sabido”.

• En la segunda parte, satiriza sobre Avellaneda y su obra (a la que evitar� nombrar por no ser este trabajo un trabajo sobre esa obra), cuando decide ir a Barcelona y no a Zaragoza para desmentirle y cuando hace aparecer a don �lvaro de Tarfe (personaje creado por Avellaneda) para desmentirle.

• Aunque tambi�n realiza errores voluntarios como la indeterminaci�n del apellido de don Quijote, o la del “famoso lugar de la Mancha”, Cervantes comete errores como el del robo del rucio, el del nombre de la mujer de Sancho Panza... pero es una obra tan compleja que no se los podemos achacar, ya que Cervantes escrib�a r�pidamente y pod�a olvidar alg�n detalle insignificante. Es posible que no repasase los textos, o que lo hiciera r�pido, por eso, hay t�tulos colocados donde no deben...

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• La complejidad de la obra es tan grande que act�an unos 150 hombres y unas 50 mujeres, pero destacan ante todo don Quijote, Sancho y Dulcinea.

• Cada personaje habla seg�n su condici�n y seg�n la situaci�n en la que se encuentra. Es por este hecho que la obra es tan amena y original. Don Quijote habla usando arca�smos y Sancho mediante refranes. Por eso se puede decir que alcanza la cima de la prosa castellana.

Descripci�n de don Quijote y Sancho: Idealismo y Realismo

La caracterizaci�n de los personajes es una muestra de genialidad. Estas son las caracter�sticas principales:

• Don Quijote: es un personaje muy complejo capaz de mezclar los hechos m�s disparatados con una inteligencia y, a veces, una lucidez fuera de lo com�n. Es bueno, se mueve por los altos ideales y por amor, no distingue la realidad y la ficci�n. M�s a�n, transforma la realidad para acomodarla a su ficci�n.

• Sancho Panza: representa el realismo, el sentimiento pr�ctico de la vida, la visi�n materialista, es leal aunque tambi�n es esc�ptico y le mueve el deseo de prosperar.

Al final, el contacto entre ambos personajes hace que don Quijote sea un poco m�s realista y Sancho, un poco m�s idealista. Es aqu� donde se concentra la gracia de los personajes: los personajes nacen, crecen, y mueren en la novela, vemos sus cambios y los entendemos, y somos capaces de juzgarles. Esto hace que nos adentremos en sus sentimientos, en sus deseos y en sus ideas, lo que hace que realmente participemos en la historia.

IV. Estudio de los Cap�tulos XXXI (de la Primera Parte): “De los sabrosos razonamientos que pasaron entre don Quijote y Sancho Panza su escudero, con otros sucesos” y III (de la Segunda Parte): “Del rid�culo razonamiento que pas� entre don Quijote, Sancho Panza y el bachiller Sans�n Carrasco”

Cap�tulo XXXI (de la Primera Parte): “De los sabrosos razonamientos que pasaron entre don Quijote y Sancho Panza su escudero, con otros sucesos”

Resumen

Don Quijote le pide que prosiga la historia y Sancho le dijo que no encontr� a Dulcinea haciendo nada digno de princesa, sino que la encontr� haciendo trabajos de labradora (pues Sancho, aunque no la visit�, sab�a que Aldonza es una labradora). Entonces, don Quijote le pregunt� si hab�a hecho algo especial con su carta cuando la recibi� y Sancho le dijo que le hab�a dicho que no la pod�a leer hasta finalizar el trabajo y que la dejase por all�. En ese momento, don Quijote le pregunt� si ella hab�a dicho algo sobre �l y Sancho le dijo que no pero que �l le hab�a contado lo de su penitencia. Luego se siguen una serie de chistes de Sancho sobre Dulcinea, y al acabarlos, le dice que ella no ley� la carta y que la rompi� y que le hab�a dicho que quer�a que don Quijote la viniese a ver.

Es en este punto cuando don Quijote acomoda la fantas�a a la realidad pues sabe que de aqu� a la casa de Dulcinea hay treinta leguas y que no se pueden hacer en s�lo tres d�as y Sancho

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lo ha hecho. Lo justifica con un mago llamado Nigromante.

Otra vez discuten sobre si es provechoso casarse con la princesa Micomicona (Sancho quiere su �nsula y don Quijote, movido por los altos ideales, rechaza la boda). Luego, pas� Andresillo por all� y le cont� a don Quijote que a�n le hab�an pegado m�s y que por su culpa, no le hab�an pagado. Don Quijote, dispuesto a vengarlo despu�s de ayudar al reino Micomic�n, sufri� una gran decepci�n cuando Andresillo le dijo que no le ayudase m�s.

Tema o Temas

En este cap�tulo, Cervantes, exprime muchas posibilidades de los personajes cuando hace hablar a Sancho con don Quijote, ya que Sancho le da su visi�n realista (aunque inventada) sobre Aldonza Lorenzo, y don Quijote, la idealista.

En este cap�tulo aparece de nuevo Andresillo (que nos cuenta el desenlace de su historia), y cuando don Quijote se entera de todo lo sucedido, furioso y decepcionado, comienza a entender que tal vez el mundo no es tan idealista como �l cree (recordemos que antes, para justificar la velocidad con la que Sancho ha visitado a Dulcinea y ha vuelto, hace aparecer al mago Nigromante), la cual cosa le produce un fuerte desengaño.

Al final, parece que lo olvida y prosigue sus aventuras.

Estilo y Aspectos Espec�ficos de Expresi�n

El principio est� escrito en forma de di�logo: cada personaje demuestra su visi�n, su cultura... en la forma de hablar. As� Sancho, ve a Dulcinea como labradora y don Quijote, como princesa.

Luego, en el relato de la boda con la princesa Micomicona, los dos personajes (Sancho y don Quijote), nos muestran su visi�n, materialista el uno y el otro guiado por los altos ideales.

Al final, la intervenci�n de Andresillo, tambi�n realista, hace entender a don Quijote que todo el mundo no es como �l.

Como en toda la obra, el lenguaje es claro y conciso en los personajes realistas, y un poco m�s complejo y arcaizante en don Quijote. A pesar de esto, resulta de f�cil lectura.

Cap�tulo III (de la Segunda Parte): “Del rid�culo razonamiento que pas� entre don Quijote, Sancho Panza y el bachiller Sans�n Carrasco”

Resumen

Se puede leer en este cap�tulo el di�logo entre el bachiller Sans�n, Sancho y don Quijote sobre la primera parte del Quijote. En estos comentarios se habla sobre los errores m�s graves de la novela y, Cervantes, los justifica. Tambi�n se habla de la amplia difusi�n que ha tenido la obra y de como la gente conoce y ha sido influida por el libro.

Cuando se fue Sancho qued�se don Quijote pensando como era posible que alguien hubiese escrito ya sus aventuras si no hac�a mucho tiempo que las hab�a realizado y que era posible

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que hubiesen inventado algo acerca de su amada Dulcinea o que no la tratasen como se merec�a.

Cuando Sans�n Carrasco lleg� delante don Quijote hinc� las rodillas ante �l, como si de un gran caballero se tratara, y comenz� a alabar sus aventuras.

El cap�tulo termina, en forma de di�logo entre Sans�n y don Quijote, hablando sobre la primera parte del Quijote: lo que hizo Sancho con cien escudos de oro, los errores del autor, de la novela del Curioso Impertinente, el extraño robo del rucio de Sancho Panza... Finalmente Sans�n le dice que sus obras son las m�s famosas del mundo.

Tema o Temas

En este cap�tulo, Cervantes se jacta de lo popular que es su obra, pero a su vez, tambi�n admite algunos errores y los intenta justificar.

El cap�tulo no es m�s que un pretexto para demostrar la grandiosidad de la obra, la influencia de los personajes y para hacer cre�ble la historia, pues cuando habla del historiador Cide Hamete Benengeli, transforma (como en la primera parte) a don Quijote en un personaje hist�rico.

Estilo y Aspectos Espec�ficos de Expresi�n

El estilo es el mismo que en toda la obra: Sancho habla claro, sin rodeos, y don Quijote y el bachiller Sans�n Carrasco (no s� si en forma de burla o no), con un lenguaje m�s complejo y elaborado, pues se supone que ambos tienen m�s cultura que Sancho.

V. Breve Resumen de los Cap�tulos Propuestos

1ª Parte

Pr�logo

Comienza diciendo que empez� a escribir el libro en la c�rcel y que cuando se dispon�a a escribir el pr�logo, no sab�a como hacerlo.

Intent� muchas veces escribirlo hasta que un d�a lleg� un amigo a su casa y Cervantes le coment� que el problema consist�a en que ning�n personaje famoso le hab�a dedicado ninguna anotaci�n o ning�n poema al libro, que �l era ya de edad avanzada y que s�lo hab�a publicado un libro. En fin, que su libro nunca podr�a igualar a los otros.

En este pr�logo Cervantes finge ser hombre de poca cultura y arremete varias veces contra Lope de Vega por su pedanter�a (los pr�logos de sus obras acostumbraban a ser pedantes y extensos). Al final su amigo le dice que se invente los poemas y las anotaciones.

Cap�tulo I: “Que trata de la condici�n y ejercicio del famoso hidalgo don Quijote de la Mancha”

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Este cap�tulo presenta a Alonso Quijana (o Quijano o Quesada o Quijada) como un hombre no muy rico, cuya edad ronda los 50, de complexi�n recia, cara delgada y musculosa, madrugador y gran aficionado a la caza. Tambi�n nos describe a su peculiar familia: una joven sobrina, una vieja ama y un mozo de campo que nunca m�s vuelve a ser nombrado.

Este personaje es un gran amante de las novelas de caballer�a y tiene como escritor favorito a Feliciano de Silva. Tal es la obsesi�n por estos libros de caballer�a que “le sec� el cerebro” y decidi� convertirse en caballero. Para llevar a cabo esta extraña aventura cogi� y limpi� las armas de sus antepasados, hizo una celada de cart�n... y, tomando como ejemplo al Amad�s, y a otros caballeros decide crear:

• Un nombre para �l mismo (todos los caballeros ten�an un nombre: Amad�s de Gaula, Tirante el Blanco...) y decidi� ponerse como nombre don Quijote de la Mancha.

• Un nombre para su caballo (si el caballo del Cid era Babieca, el suyo no pod�a ser menos) que se pas� a llamar Rocinante.

• Una mujer a la que dedicarle todos sus triunfos y glorias (si Amad�s se los dedicaba a Oriana, �l no pod�a ser menos). Para ello, escogi� a una ruda labradora de la aldea vecina a la que idealiz� como princesa y llam� Dulcinea del Toboso.

Cap�tulo VII: “De la segunda salida de nuestro buen caballero don Quijote”

Don Quijote se despert� dando voces, desvariando, creyendo estar en una lucha dando cuchilladas por todas partes. El cura y el barbero le sujetaron y lo acostaron de nuevo. Le dieron de comer y se durmi� otra vez.

El cura y el barbero decidieron poner un muro en la biblioteca de don Quijote para que este no entrar y as�, no viese que todos sus libros hab�an desaparecido. En el caso de que don Quijote se acordase de su biblioteca y preguntara por sus libros, sus amigos le dir�an que un mago los hab�a hecho desaparecer mientras no estaba �l en condiciones. Y as� fue. Cuando don Quijote se despert� y pregunt� por su habitaci�n llena de libros de caballer�a, el ama le dijo que un mago la hab�a hecho desaparecer.

Don Quijote pas� los 15 d�as siguientes tranquilamente buscando dinero (que obtuvo malbaratando alguna de sus pertenencias) y un escudero (encontr� a un pobre labrador llamado Sancho Panza a quien convenci� para que lo acompañase a cambio de unas “�nsulas”). Y se marcharon al amanecer.

Cap�tulo VIII: “Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable aventura de los molinos de viento, con otros sucesos de felice recordaci�n”

Por el camino don Quijote y Sancho encuentran unos molinos de viento y don Quijote creyendo que son gigantes, se dispone a atacarlos. Sancho le dice que son molinos pero don Quijote los ataca, ya que �l cree que son gigantes. Cuando golpea a los molinos con furia, cae de Rocinante, se pega un fuerte golpe y rompe la lanza. De camino recuerda que una vez ley� que el caballero Vargas Machuca us� de lanza un tronco y se dispuso a hacer lo mismo.

Al d�a siguiente, cuando se dispon�an a ir a Puerto L�pice en busca de aventuras, vieron a dos frailes de la orden de San Benito y a una mujer detr�s de ellos (que aunque no iba con

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ellos, iba en la misma direcci�n). Don Quijote pens� que la ten�an secuestrada y decidi� atacar a los frailes. Despu�s de atizar al primer fraile, el segundo, se march� corriendo. Entonces, Sancho march� corriendo hacia el fraile ca�do y empez� a quitarle lo que llevaba encima, por decirle don Quijote que suyos eran los despojos de la batalla que su amo gan�, y dos mozos de los frailes que ven�an, al verlo, le dieron una paliza a Sancho.

En ese momento se encontraba don Quijote hablando con la señora del carro pidi�ndole que fuese al Toboso a decirle a Dulcinea lo que hab�a hecho por ella, y al o�r esto, un vizca�no escudero de la dama arremeti� contra �l.

Cap�tulo IX: “Donde se concluye y da fin a la estupenda batalla que el gallardo vizca�no y el valiente manchego tuvieron”

En este cap�tulo se nos cuenta primero como Cervantes encontr� el manuscrito de Cide Hamete de Benengeli. Luego Cervantes nos cuenta como continu� la lucha de Don Quijote y el vizca�no:

Estaban peleando los dos caballeros cuando el vizca�no atac� al hidalgo manchego hiri�ndole en una oreja y en el hombro y rompi�ndole la celada. Entonces, don Quijote, furioso, le golpe� de tal forma que le “revent� la cabeza” y el vasco cay� de la mula. Cuando se dispon�a a rematarlo, le dijo que si se rend�a vivir�a, y que si no, morir�a. El vizca�no, turbado, no contest�, y las señoras del coche se apresaron en contestar y don Quijote les dijo que fuesen a decirle a Dulcinea la victoria que acababa de obtener. Dijeron que as� lo har�an y se fueron.

Cap�tulo XX: “De la jam�s vista ni o�da aventura que con m�s poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo, como la que acab� el valeroso don Quijote de la Mancha”

Andaron hacia m�s adelante, cuando al cabo de un rato, oyeron el ruido del agua de un r�o, y ya de noche, se adentraron en un bosque que, con el ruido de las hojas movidas por el viento y un ruido como el de repicar del hierro (que hubiese amedrentado cualquier coraz�n menos el de don Quijote), don Quijote decidi� investigar la causa del ruido y le dijo a Sancho que si en tres d�as no hab�a vuelto le comunicase a Dulcinea su muerte. Sancho, llorando, le dijo que pod�a huir y que nadie se enterar�a. Don Quijote, sin hacerle caso, se intent� marchar, pero Rocinante (que estaba atado y debido a la oscuridad no se acordaron), no se mov�a. Al amanecer, despu�s de contarle un cuento, defecar y conversar toda la noche, Sancho desat� a Rocinante y don Quijote, viendo que el caballo ya se meneaba, se dirigi� junto a Sancho hacia el lugar de donde el ruido ven�a. Al llegar, vieron que el estruendo era una m�quina hidr�ulica y Sancho empez� a re�r. Y con la reprimenda de don Quijote a Sancho termina la historia.

Cap�tulo XXI: “Que trata de la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino, con otras cosas sucedidas a nuestro invencible caballero”

Este cap�tulo cuenta como don Quijote ve que un barbero lleva una bac�a de barbero en la cabeza (porque llov�a y no quer�a mojar el sombrero) que �l imagina ser el yelmo de Mambrino y decide arrebat�rsela. Entonces le ataca y el barbero, asustado, huye dejando la bac�a en el suelo.

Despu�s de charlar con don Quijote decide que �ste sea conocido como el Caballero de la

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Triste Figura. Despu�s siguieron charlando sobre la promesa de gobernar una �nsula o un reino.

Cap�tulo XXII: “De la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que, mal de su grado, los llevaban donde no quisieran ir”

Aqu� se nos narra uno de los hechos m�s desafortunados de nuestro caballero que, al ver una serie de galeotes encadenados, decide liberarlos al considerar que los llevan en contra de su voluntad. Los libera y �stos le pegan una paliza a �l y a Sancho.

Cap�tulo XXV: “Que trata de las estrañas cosas que en Sierra Morena sucedieron al valiente Caballero de la Mancha, y de la imitaci�n que hizo de la penitencia de Beltenebros”

Don Quijote (imitando a Amad�s, Lancelot, Orlando...) decide hacer penitencia en la Sierra Morena. Para demostrar su locura (no la locura real sino la que fingir� dando tumbos), le pide a Sancho que le vea a pecho descubierto dando volteretas y que le d� a Dulcinea una carta; a cambio, recibir� tres pollinos de su propiedad. Despu�s de ver como don Quijote escrib�a la carta y se la daba, daba volteretas por ah� y hac�a otra clase de locuras, Sancho se march� hacia el Toboso.

Cap�tulo XLIV: “Donde se prosiguen los inauditos sucesos de la venta”

Don Quijote fue desatado y fue en busca de los hombres que a la venta se dirig�an. Estos hombres preguntaron si un chaval de 15 años estaba all�, al quien encontraron al ver el coche que el chico segu�a.

Al encontrar al chico disfrazado de mozo de cabras, le pidieron que volviese al lado de su padre, y el chico, les dijo que no pod�a ser pues hab�a motivos que se lo imped�an. El chico confes� al padre de la chica que estaba enamorado de su hija.

Despu�s, lleg� el barbero al que hab�an robado el “yelmo de Mambrino”, el cual los identific� e iniciaron un peculiar juicio.

2ª Parte

Pr�logo

En el pr�logo carga contra Avellaneda y Lope de Vega. Le cuenta un cuento a Avellaneda para hacerle escarmentar, y al final, dice que mata a don Quijote para que nadie m�s pueda usar su invento para publicar un libro, pues el hecho de escribir un libro es duro y complicado.

Cap�tulo X: “Donde se cuenta la industria que Sancho tuvo para encantar a la señora Dulcinea, y de otros sucesos tan rid�culos como verdaderos”

Don Quijote orden� a Sancho que le trajese a Dulcinea, y Sancho, se sienta reflexionar sobre la locura de su amo y piensa que ser�a capaz de engañarlo. Al atardecer, le dice que en

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direcci�n del Toboso vienen Dulcinea y dos de sus damas (no dejan de ser tres labradoras montadas sobre tres pollinos), pero don Quijote dice que s�lo ve a tres labradoras. Don Quijote es convencido por Sancho de que est�n encantadas y de que �l lo ve mal y se cree que se trata de su amada. Las labradoras al o�r las alabanzas, que don Quijote les dec�a, salieron corriendo escapando de don Quijote y de Sancho. Y siguieron el camino hacia Zaragoza.

Cap�tulo XXIII: “De las admirables cosas que el estremado don Quijote cont� que hab�a visto en la profunda cueva de Montesinos, cuya imposibilidad y grandeza hace que se tenga esta aventura por ap�crifa”

Don Quijote cuenta que estando dentro de la cueva le entr� mucho sueño y que al despertar se encontr� en el prado m�s hermoso que nadie puede imaginarse. En �l vio un palacio del que sali� un hombre viejo que dijo ser Montesinos y que se dirigi� a �l para mostrarle las maravillas de la cueva. Luego cuenta la leyenda de Durandarte. Dice que en la cueva hab�a visto al primo y amigo de Montesinos, Durandarte, el cual yac�a en carne y hueso debido a un encantamiento del mago Merl�n. Dijo que tambi�n estaban all� encantados Belerma, Guadiana (convertido en r�o) y otros muchos amigos y parientes de Durandarte convertidos en lagunas. Tambi�n cuenta que vio a Dulcinea y a sus dos damas y Sancho empieza a re�r. Don Quijote le llama incr�dulo y le dice que alg�n d�a le demostrar� que todo lo que ha dicho es cierto.

Entonces pregunta cu�nto tiempo ha estado ausente y le dicen que una hora m�s o menos. �l dice que pas� tres d�as y tres noches y lo justifica diciendo que estaba encantado.

Cap�tulo XXIX: “De la famosa aventura del barco encantado”

Al llegar al Ebro se encontraron con un pequeño barco atado a un �rbol. En ese momento, don Quijote decide ir hacia el barco porque imagina que hay alg�n caballero o dama en peligro dentro de �l. Una vez dentro del barco, cortaron las amarras y el barco se alej� de la ribera. Llegando hacia unas aceñas que don Quijote imagin� ser castillo, unos molineros les tiraron del barco y los rescataron.

Vinieron los dueños del barco, que hab�a sido destrozado, pidiendo que les pagasen el barco y don Quijote les dijo que se lo pagar�a de buena gana si dejaban libres a los prisioneros. Al final, Sancho, de muy mala gana, pag�.

Cap�tulo XLI: “De la venida de Clavileño, con el fin desta dilatada aventura”

Este cap�tulo narra una broma de los condes a Sancho y don Quijote. Les dicen que se suban a un caballo de madera que los llevar� por los aires y, despu�s de vendarles los ojos, les hacen creer que est�n realmente volando. Al final, caen del caballo y Sancho se inventa cosas que dice haber visto y don Quijote le dice que si �l se ha de creer lo que dice, �l se tendr� que creer lo de la cueva.

Cap�tulo XLVIII: “De lo que sucedi� a don Quijote con doña Rodr�guez, la dueña de la duquesa, con otros acontecimientos dignos de escritura y de memoria eterna”

Mientras don Quijote dorm�a, alguien entr� en su habitaci�n. Pensando que era Altisidora

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(que estaba enamorada de �l) se puso de pie encima de la cama. Pero no era Altisidora sino doña Rodr�guez. Ambos se asustaron. Despu�s del susto la dueña comenz� a decirle a don Quijote que le necesitaba.

La señora le cont� a don Quijote que ten�a una hija enamorada de un hijo de un sirviente de un amigo del duque que le hab�a pedido matrimonio. Tambi�n le dijo a don Quijote que ya le hab�a pedido al duque que la ayudara pero, �ste no le hacia caso a la dueña porque este amigo sol�a prestarle dinero y arreglarle algunos asuntos. En un momento de su conversaci�n la dueña comenz� a meterse con Altisidora y con la duquesa. Al instante, se apagaron las luces de extraña manera y don Quijote y la dueña, comenzaron a recibir pellizcos y azotes. Despu�s de esta peculiar batalla ambos acosadores se marcharon de la habitaci�n, la dueña sali� de la habitaci�n de don Quijote llorando y don Quijote se qued� sin saber qui�n le hab�a azotado.Capítulo LXII: “Que trata de la aventura de la cabeza encantada, con otras niñerías que no pueden dejar de contarse”

En este capítulo se cuenta como don Quijote es exhibido y avergonzado por las calles de Barcelona, el engaño de la cabeza habladora (una supuesta cabeza de madera que responde a todas las preguntas) y la visita de don Quijote y la crítica a los impresores que realiza en una imprenta.

Capitulo LXIV: “Que trata de la aventura que más pesadumbre dio a don Quijote de cuantas hasta entonces le habían sucedido”

Estando don Quijote el Caballero de la Blanca Luna se le aparece y le reta. Le vence y le obliga a volver a su pueblo.

LXXIII: “De los agüeros que tuvo don Quijote al entrar en su aldea, con otros sucesos que adornan y acreditan esta grande historia”Al entrar al pueblo, don Quijote tiene el presentimiento de que no vera nunca mas a Dulcinea y se quiere hacer pastor. Al llegar a su casa le dice a su sobrina y a su ama que le lleven a la cama que no esto muy bien.Al llegar Sancho Panza a su casa le dice a su mujer que no ha conseguido ni dinero ni la península.LXXIV: “De como don Quijote cayo malo, y del testamento que hizo, y su muerte”En este capitulo se narra como don Quijote se cura de su locura y estaba en la cama muriéndose. Hizo testamento y murió, declarándose enemigo de Amadis de Gaula y de todos los de su linaje, es decir, contra los libros de caballerías.

VI. BibliografíaDon Quijote de la Mancha: Editorial Planeta, Cl�sicos Universales Planeta, 17ª Edici�n.Enciclopedia Interactiva de Consulta: Lectus Vergara.Enciclopedia Microsoft Encarta 98.Historia de la Humanidad: Editorial Planeta, 3ª Edici�n (1979), 1ª Edici�n (1977).Lengua Castellana I: P.Hern�ndez Carri�n – M.D.Moreno Tarr�s – M.de Javier Azcona – M.Cirera Zapatero, Editorial Edeb�.Literatura Castellana: David Fern�ndez, Editorial Castellnou. 1ª Edici�n (1999).Mundo, Historia 1º de BUP: Pilar Flores Guerrero – Rafael Fontn Ribeiro – Javier G�mez Espelos�n – Luis Lopez Puerta – Evaristo Merino Liceras, Ediciones SM.Nueva Enciclopedia Larousse: Editorial Planeta, 1ª Edicion (1980).Romance 7: bajo la dirección de Jaime Mascara Florit, Ediciones Santillana, 1ª Edición (1989).Talaia 7: Xavier Giner Donaire – Jordi Llastarri Carbonell – Jacint Merino Sanchez, Editorial Bruño.