rafael preciado hernández

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Rafael Preciado Hernandez Catedrático - Humanista

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Rafael Preciado Hernandez

Catedrático - Humanista

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Semblanza de Rafael Preciado Hernández

Nació el 29 de abril de 1908 en Exhacienda de Cucuciapa, municipio de El Grullo, Jalisco. Es hijo de Severiano Preciado y de María de Jesús Hernández y en 1934 contrajo matrimonio con doña Carmen Briceño Pérez, con quien procreó cinco hijos.

Estudió la carrera de Jurisprudencia en la Universidad de Guadalajara, egresó como abogado el 19 de mayo de 1934 con la tesis “Carácter Absoluto de la Norma Jurídica Deducida por la Razón”.

Fue profesor de Derecho Romano en la Universidad de Guadalajara (1931-1933), de Teoría General del Estado en la Universidad Autónoma de Guadalajara (1934-1935) de Filosofía del Derecho en la Escuela Libre de Derecho (1937-1975) así como de Introducción al Estudio del Derecho (1939-1941) y Filosofía del Derecho (1941-1991) en la entonces Escuela Nacional de Jurisprudencia, hoy Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue director del Seminario de Filosofía del Derecho y Sociología Jurídica de la Facultad de Derecho a partir de 1949. Fue abogado postulantes desde 1939

Rafael Preciado fue miembro fundador del Partido Acción Nacional e integrante de la Comisión Redactora de los Principios de Doctrina. Fue Consejero Nacional del 17 de septiembre de 1939 al 18 de septiembre de 1949 y del 12 de octubre de 1954 hasta su muerte. Entre 1939 y 1987 fue miembro del Comité Ejecutivo Nacional y entre 1946 y 1948 fue Presidente del Comité Directivo Regional del Distrito Federal. Preciado, también se desempeñó como Representante del PAN ante la Comisión Federal Electoral en los períodos 1953-1958 y 1969-1971, y en 1965 fue miembro de la Comisión Redactora de la Proyección de Principios de Doctrina. Fue candidato a Senador por el estado de Jalisco en 1946, candidato a Diputado Federal en cuatro ocasiones: 1943, 1949, 1952 y 1967 y diputado federal en la XLVII Legislatura (1967-1970), donde destacó por su férrea defensa de la autonomía universitaria por los fatídicos acontecimientos ocurridos en la Ciudad de México entre junio y octubre de 1968.

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En su cátedra de Filosofía del Derecho, en la Escuela Libre de Derecho.

Preciado Hernández fungió también como Secretario en diversos juzgados del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Jalisco (1931-1932). Fue Juez de lo Civil en Guadalajara (1933) y Secretario de Estudios y Cuenta de la III División de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (1935-1939). Fue declarado Maestro Emérito por la Universidad Nacional Autónoma de México el 15 de mayo de 1980, y en febrero de 1989 recibió de misma Universidad Nacional el reconocimiento de 50 años de trabajo académico.

Fue autor de una gran cantidad de libros y ensayos: Contra la Servidumbre del Espíritu (Con Ezequiel A. Chávez, Ediciones de Acción Nacional, 1940), Lecciones de Filosofía del Derecho (UNAM), Discursos Parlamentarios (Ediciones de Acción Nacional, 1967), Tribuna Parlamentaria (Ediciones de Acción Nacional, 1968), Discursos e Iniciativas (Ediciones de Acción Nacional, 1970), Reflexiones sobre la Diversidad de Ideas Acerca de la Justicia (UNAM, 1974), Ensayos Filosófico-Jurídicos y Políticos (Jus, 1977), Hacia un Verdadero Diálogo (Con Manuel González Hinojosa, Ediciones PAN, 1976), Ciencia y Política (UNAM, 1978), ¿Crisis del Estado? (UNAM, 1980), La Autonomía Universitaria y su Rango Constitucional (UNAM, 1980), Tesis de Marx sobre el Derecho (Universidad de Navarra, 1986), asimismo se publicó sobre su obra una Antología (Epessa, 1992).

Murió a la edad de 83 años, el día 7 de marzo de 1991 en la Ciudad de México.

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Pensamiento de Rafael Preciado

Hernández

La verdadera política

La verdadera política tiene como fin propio el bien común, como la medicina se propone la curación de los enfermos, y la abogacía la defensa legal de las causas justas. Y fácilmente se comprende que estas diversas actividades humanas sólo se realizan conforme a su naturaleza, cuando se ordenan a sus fines propios por hombres que aman esos fines, que saben cumplir con sus deberes, que obran moralmente. La verdadera política, lejos de estar reñida con la moral o ser independiente de ella, está sometida a la moral. Por eso el problema número uno de México consiste en moralizar la política y a los políticos.

Dos clases de política

Si referimos la política como una actividad íntimamente relacionada con las funciones del Estado y tomamos en cuenta al mismo tiempo estos dos elementos que encontramos en todo Estado auténtico, en todo Estado de derecho, tendremos que admitir desde luego dos clases de política: la que se preocupa por elegir la mejor organización que debe darse al Estado y a todas las instituciones políticas atendiendo a las características del pueblo que se trata de gobernar; y la que se relaciona más bien con el ejercicio del poder, estableciendo los límites del mismo frente a los particulares y frente a las comunidades naturales intermedias como son la familia, el municipio, y las sociedades culturales y religiosas. Estas dos acepciones de la política se conjugan en una síntesis admirable en el pensamiento de Ahrens, para quien se trata de una disciplina que sobre bases históricas y en pro- porción de las fuerzas existentes, expone el conjunto de medios adecuados y de condiciones para asegurar el progreso continuo de la humanidad y realizar las reformas más próximas del Estado social. Como se ve, la política pone en juego tanto la inteligencia como la voluntad de quienes se consagran a ella, pues por una parte se necesita saber discernir lo que constituye el bien de una comunidad determinada, y al mismo tiempo es preciso contar con una voluntad firme para enfrentarse con los poderosos o si se está en el poder, para contener esa natural tendencia a abusar de él. Una clara inteligencia y una voluntad férrea, es decir, todo un carácter, es lo que exige la auténtica política, de quien pretende consagrarse a ella. Y sólo cuando los gobernantes de un pueblo reúnen estas cualidades, el Estado cumple fielmente su misión

El deber político como deber moral

Para nosotros el deber político es un deber moral; y el deber moral no es una fórmula vacía, sino llena de sentido humano, encendida y palpitante de amor. En el deber religioso palpita el amor de la criatura hacia el Creador, hacia el Padre de la humanidad; en los deberes familiares, el amor a nuestros padres, a nuestra esposa, a nuestros hijos, a nuestros hermanos; en los deberes de justicia y de amistad, el amor al prójimo y al amigo; y en el deber político, el amor a nuestra ciudad y a nuestra Patria.

El 7 de Marzo de 2010, fueron trasladados los restos de

Rafael Preciado Hernández, a la Rotonda de los Jaliscienses

Ilustres.

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