quintiliano fabio - educación del orador

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LIBRO PRIMERO. CAPITULO PRIMERO. DE LA EDUCACIÓN DEL QUE HA DE SER ORADOR. A la mayor parte de los niños no les falta ingenio, sino apli- cación.—II. Qué tales deben ser las nodrizas, padres, ayos y compañeros que han de tener los Se debe comen- zar por el estudio de la lengua griega.—IV. Los niños antes de los siete años son capaces' de instrucción Ésta no se debe anticipar mucho Por qué desciende á estas menudencias.— V. Del leer y escribir. 1. Nacido el hijo, conciba el padre las mayores espe- ranzas de él, pues así pondrá mayor esmero desde el prin- cipio. Porque es falsa la queja de que son muy raros los que pueden aprender lo que se les enseña y que la ma- yor parte por su rudeza pierden tiempo y trabajo; pues hallaremos por el contrario en los más facilidad para dis- currir y aprender de memoria, como que estas dos cosas le son al hombre naturales. A la manera que la naturale- za crió para volar á las aves, á los caballos para la carre- ra y para embravecerse á las fieras, no de otra suerte nos es peculiar á los hombres el ejercicio y perspicacia del entendimiento, por donde tenemos al origen del alma por celestial. El nacer algunos rudos é incapaces de enseñanza, tan contra lo natural es como lo son los cuerpos gigan-

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Quintiliano Fabio - Educación Del Orador

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  • LIBRO PRIMERO.

    CAPITULO PRIMERO.

    DE LA EDUCACIN DEL QUE HA DE SER ORADOR.

    A la mayor parte de los nios no les falta ingenio, sino apli-cacin.II. Qu tales deben ser las nodrizas, padres, ayos ycompaeros que han de tener los Se debe comen-zar por el estudio de la lengua griega.IV. Los nios antesde los siete aos son capaces' de instruccin sta no se debeanticipar mucho Por qu desciende estas menudencias.V. Del leer y escribir.

    1. Nacido el hijo, conciba el padre las mayores espe-ranzas de l, pues as pondr mayor esmero desde el prin-cipio. Porque es falsa la queja de que son muy raros losque pueden aprender lo que se les ensea y que la ma-yor parte por su rudeza pierden tiempo y trabajo; pueshallaremos por el contrario en los ms facilidad para dis-currir y aprender de memoria, como que estas dos cosasle son al hombre naturales. A la manera que la naturale-za cri para volar las aves, los caballos para la carre-ra y para embravecerse las fieras, no de otra suerte noses peculiar los hombres el ejercicio y perspicacia delentendimiento, por donde tenemos al origen del alma porcelestial. El nacer algunos rudos incapaces de enseanza,tan contra lo natural es como lo son los cuerpos gigan-

  • 12 FAB(0 QIIINTILIANO.tescos y monstruosos, que son muy raros. Prueba es queen los nios asoman esperanzas de muchsimas cosas; lasque si se apagan con la edad, s claro que falt el cuida-do, no el ingenio. Vengo bien en que uno aventaje en elingenio otro; pero esto ser para hacer ms menos;mas no se encontrar ni uno solo en quien no se consigaalgo fuerza de estudio. El padre que reflexione esto muybien, ya desde el principio aplicar el mayor cuidado paralograr las esperanzas del que s va proporcionando parala oratoria.

    Ante, todas cosas, no sea viciosa la conversacin delas ayas, las que quiere Crysipo que sean sabias, si serpuede; pero lo menos que se escojan las mejores. Enellas sin duda alguna debe cuidarse sobre tdo de ls bue-nas costumbres y de que hablen bien : pues ellas son lasprimeras quines oirn los nios, ,y cuyas palabras seesforzarn expresar por la imitacin. Porque natural-mente conservamos lo que aprendimos en los primerosaos, corno las vasijas nuevas (1) el primer .olor del licorque recibieron, y la manera que no se puede deste-ir el primer, color de las lanas. Y cuanto estos resabiosson peores, tanto ms fuertemente se nos imprimen., Lobueno fcil cosa es que se mude en vicio, pero el viciocundo lo mudars en virtud? N se acostumbre, pues,ni aun en la.

    infancia un lenguaje que haya que desense-arle.

    Los padres quisiera yo que tuvieran muchsima erudi-cin, aunque no trato solamente de ellos._ Sabemos, quepara la . elocuencia de los Gracos contribuy no ,poco sumadre Cornelia (2), cuya doctsima conversacin lleg

    (1) Es pensamiento de Horacio:Quo semel est imbua reeens, servabit odoremTesta diu.Lib. I, Epistol. 2.

    (2) Vase sobre este punto Cicern in Bruto, 211.

  • INSTITUOIONES ORATORIAS. 43la posteridad por sus cartas. De la hija de Lelio se diceque imitaba en el- lenguaje la elocuencia del padre; ydel razonamiento que hizo los triunviros la de Q. Hor-tensio leemos qup aun en boca de un hombre le harahonor (4). Ni deben tener menor empeo en la educacinde los hijos aquellos que no tuvieron la dicha de apren-der, antes mayor por lo mismo en todo lo dems.

    Lo mismo que de las ayas decirnos de los nios, entrequienes se ha de criar el que est destinado este fin. Delos ayos con tanta ms razn se debe cuidar que, seansabios, en lo que se debe poner el mayor empeo, queno presuman que lo son: pues no hay cosa ms perjudi-cial que aquellos que, no habiendo pasado de las prime-ras letras, estn persuadidos que son sabios. Los tales lle-van mal el ceder los que lo son, y con un cierto dere-cho de autoridad que hace hinchada esta clase de hom-bres, por lo comn imperiosos, y veces crueles, ensean los alumnos sus necedades. Sus errores perjudican nomenos las costumbres. De Leonides, ayo de Alejandro,cuenta Digenes Babilonio haberle enseado ciertos vi-cios, que le fueron acompaando siendo adulto, y hasta eltrono, desde la educacin en su niez.

    Si alguno le parece que pido mucho, atienda queel formar un orador es ardua empresa; y que aun cuandonada se omita para esto, es mucho ms y lo ms dificul-toso lo que queda por hacer. Porque se necesita de un es-tudio sin intermisin, de maestros los ms excelentes y demuchas ciencias. Por donde se ha de ensear lo mejor, locual si alguno rehusare el hacerlo, el defecto estar en elhombre, no en el talento.

    Pero si no se lograsen las ayas, ayos, y compaas cua-les yo quiero, lo menos haya un maestro continuo, quesea de buena pronunciacin, y corrija al punto lo que en

    (1) Esta historia la trae Valerio Mximo, lib. 8, cap. 8.

  • 4 4 FABIO QUTTITILIANO.

    presencia del discpulo pronunciaron viciosamente aqu-llos, no permitiendo que haga vicio; pero con tal que sellegue entender que el consejo que primero di es loacertado y esto un remedia.

    III. Me inclino ms que el nio comience por la len-gua griega ('1); pues la latina, que est ms en uso, la apren-demos aunque no queramos: y tambin porque primera-mente debe ser instruido en las letras y ciencias griegas,de donde tuvo origen nuestra lengua. Mas no quiero queen esto se proceda tan escrupulosamente, que hable yaprenda por mucho tiempo sola la lengua griega, comoalgunos lo practican; pues de aqu dimanan muchsimosdefectos, ya en la pronunciacin extraa, ya en el lenguaje,!os cuales, pegndoseles por la larga costumbre del idia-rq a griego, vienen tambin endurecerse en un modo `dehablar diverso de los dems. Y as la lengua griega debeseguir la latina, para aprenderlas un mismo tiempo. Assuceder, que conservando con igual cuidado el estudiode arribas, ninguna daar la otra.

    TV. Pensaron algunos que no deban aprender letraslos nios antes de siete aos, por no ser aquella edad ca-paz de instruccin ni apta para el trabajo, la cual opininsigui Hesiodo, segn dicen muchsimos anteriores al gra-mtico Aristfanes, pues ste fu el primero que neg serde este poeta el libro de los Preceptos, donde esto se en-cuentra. Pero otros, y entre ellos Eratstenes, ensearonlo mismo. Mejor fundados van los que quieren que fin-

    (1) Infirese de la autoridad de Quintiliano que, siendo paralos romanos, para quienes escriba, la lengua griega lo mismoque para nosotros ht latina, cuando aprenden sta nuestros' ni-os, no deben olvidarse de la lengua patria: antes ensea la, ex-periencia, que yendo ambas 11 dos pareadas, sota ms sazonadosy anticipados los conocimientos del latn. Por otra parte, es unacuriosidad impertinente empearse en aprender idiomas extra-os y olvidarse del propio.

  • INSVTUCIOJIES O ATORIAA.

    gana edad est ociosa, como Crysipo: pues aungtWeonce-de tres aos para el cuidado de las ayas, pero, para eso diceque stas deben ir formando el entendimiento del niocon los mejores conocimientos. Y por qu no ha de sercapaz de instruccin una edad qu lo es para irse forman-do en las costumbres? Bien Me hago cargo que en todo eltiempo de que hablamos apenas se podr adelantar tanto,como ms adelante en un solo ao; pero con todo eso meparece que los 'que as sintieron, atendieron en esta partems los maestros que los discpulos. Por otra partequ otra cosa mejor podrn hacer luego que sepan ha-blar? Porque es preciso que en algo se empleen. O porqu hemos de despreciar hasta los siete aos esto poqui-Ha que se puede adelantar? Pues dado caso que sea poco,se va lograr el que aprenda cosas de mayor entidad enaquel mismo ao, en que tendra que aprender estas me-nudencias. Esta que se va dilatando todos los aos, al finde la cuenta va decir mucho; y todo el tiempo que segan en la infancia, aprovecha para la juventud. Lo mis-mo debe entenderse de los aos adelante, para que la quese ha de aprender, no se aprenda tarde. No perdamos, pues,el tiempo al principio , y con tanta ms razn , cuanto losprimeros rudimentos dependen de la memoria, la que nosolamente se encuentra en los nios, sino que la tienenmuy firme.

    Ni estoy tan ignorante de lo que son las edades, quejuzgue que se debe apremiar y pedir un trabajo formalen los primeros aos. De esto debemos guardarnos mucho,para que no aborrezca el estudio el que aun no puede te-nerle aficin, y le tenga despus el odio que una vez lelleg cobrar. Esto ha de ser como cosa de juego: ru-guesele al nio, albesele, y las veces algrese de lo quesabe. Ensese veces otro, aunque l lo repugne, paraque tenga emulacin; otras vaya competencia con l, yhgasele creer las ms veces que l lleva la victoria : es-

  • 46FABIO QUINTILIANO,'

    tinullesele tambin con aquellos premios que son propiol:

    de la edad O).Menudas son las cosas que enseas (dir alguno) habien,

    do prometido formar un orador; pero entienda que aun.en.las letras hay su infancia, y la manera que la forinacin

    de los cuerpos que han de ser muy robustos comienza.en la 'leche y la cuna, as el que ha de ser con el tiempoun orador elocuentisimo hizo, para explicarme en estostlSrminos, sus pucheritos, fu balbuciente hizo garaba.tos en la formacin de las letras. Y no, porque no.baste.elsaber una cosa, diremos que no es necesaria. Y si ninguna:reprende un padre que tiene por preciso ensear 'ele, su hijo, por qu se condenar el hacer comn lo queuno practicara en su casa? Tanto ms cuanta es la facilPdad con que los nios aprenden las cosas pequeas; y ascomo hay ciertos movimientos, los que slo puede ha,cense el cuerpo tierno, as tambin sucede con los nimos,que endurecidos se inhabilitan para la enseanza. Hti-hiera querido por ventura l'Hipo que su hijo Alejandrafuese instruido por Aristteles, el filsofo ms consumadode aquellos tiempos, ste hubiera tomado este cargo, no entender que convena que los principios lbs enseasetambin un maestro el ms diestro? Hagmonos,: pues,cuenta que se nos confa un Alejandro desde su infanciapara que le enseemos, empeo que merece tanto cuidado(aunque para cualquiera padre la enseanza de su hijo esde igual aprecio); en este caso me avergonzara yo-de

    (1) Esta observacin de Quintiliano comprobada con la prc-tica que l tenia, y con la experiencia de todos los dial, nos en-sea que el castigo y rigor del maestro slo sirve para inspirarhorror a las le gras en el nimo de quien Maxia no puede cono-cer sus ventajas. Entiendan los ayos, maestros y preceptores,que su oficio no es domar potros ni domesticar tigres, Sino for-mar el corazn y el nimo de una maturaleza racional:. arte;,,queen sentir do San Juan Crisstomo, 'es mayor que

    . z.1, de todos losestatuarios.

    . 7

  • INSTITUCIONES ORATORIAS.

    darle el ms breve camino para instruirle aun en la car-tilla?

    V. Por lo menos m no me agrada lo que veo prac-ticar con muchsimos, y es el aprender el nombre y ordende las letras antes de aprender su figura. Embaraza estoel conocimient de ellas, pues siguiendo despus el soni-do que de ellas tienen, no aplican la atencin su forma.Esta es la causa de que los maestros, cuando pensaban ha-berlas fijado en la memoria de los nios, siguiendo el or-den que tienen en el alfabeto, vuelvan atrs, y ordenn-dolas de otra manera, les hagan conocer las letras por sufigura, no por su orden natural. Por tanto, se les ensear conocer su figura y nombre como conocen las personasePero lo que daa en el conocimiento de las letras no da--dar en el de las slabas.

    Para estimular la infancia aprender no desapruebo.aquel mtodo sabido de formar un juego con las figurasde las letras hechas de marfil, algn otro medio quese aficione ms la edad, y por el cual hallen gusto en ma-nejarlas, mirarlas y sealarlas por su nombre.

    Pero cuando comience escribir no ser malo grabarlas letras muy bien en una tabla, para que lleve la plumapor los trazos sulcos que hacen. De este modo ni errarcomo en la cera (porque por una y otra parte le conten-drn las mrgenes), ni podr salirse de la forma que leponen; y por otra parte, siguiendo con velocidad y continuacin huellas fijas, afirmar los dedos, no necesitandode poner una mano sobre otra para afianzarla (4). El es-

    (1) Esta regla servia para los antiguos, que escriban en ta-blas y otras materias duras, y con punzones; pero siempre 054muy til para tomar pronta 'y fcilmente cualquiera carcter doletra. Y adaptndola . nuestra manera de escribir, es lo mismo,que si disemos , un nio ua muestra de letra gruesa calada,y prinieramente le obligsemos por algunos das seguir porencuna, de los mismos trazos, pero con la Diatn a seca, y despus

    Tomo I. 2

  • M. FABIO QUINTILIANO.

    cribir bien y con velocidad es cosa digna de atencin,aunque comunmente olvidada de la gente de convenien-cias (4): porque siendo el principal ejercicio en gente deletras (2) el escribir, con lo cual slo se consiguen los pro-gresos verdaderos y slidos, si la pluma anda lerda sirvede rmora la imaginacin , y si la letra es imperfecta yde mala formacin no se entiende despus , y de aqu re-sulta el trabajo de dictarlo cuando se haya de trasladarPor lo cual siempre y en todas partes nos dar gusto elno habernos olvidado de esto, pero especialmente cuandoescribamos una carta de cosas que no conviene que otrosepa bien algn amigo.

    En las slabas no cabe compendio, sino que todas se de_leen aprender, y no se debe' dilatar el conocimiento de lasms dificultosas, como hacen comunmente, para que cuan-do las escriban, las puedan distinguir (3). Adems de lodicho, no se ha de fiar mucho de lo que aprendieron losnios la primera vez; antes ser ms til repetirlo muchasveces, y no apresurarlos, para que al principio lean de co-

    qu la pasase con tinta llenando el calado de la letra. EA m-todo, que no es nuevo, hara al nio en pocas semanas tomarcualquiera carcter de letra.

    (1) Ya es muy antigua la dolencia de que escriba mal la gen-te de la alta esfera. Esta mala costumbre haba cundido tanto,que ya se haba tomado por un distintivo nada equvoco de hom-llres acomodados el escribir mal; pero ya en nuestro tiempo seha llegado conocer que uno de los principales adornos delhombre instruido es la caligrafa, habiendo innumerables cole-gios y escuelas, donde se ensea con el mejor gusto.

    (2) Porque uno de los medios de aprender algo en medio detanto como se nos olvida, es leer con la pluma en la mano, paraapuntar lo que sea ms digno de observacin; y si estas apunta-ciones se hacen en letra confusa y mal formada, no se entien-den despus, causa fastidio el leerlas.

    (3) Por este lugar parece que los antiguos primeramenteaprendan conocer las letras, y despus escribirlas. Apren-didas stas, juntaban las slabas y toda la palabra, y luego la

  • INSTITUCIONES ORATORIAS. 4 4

    rrido, sino slo cuando junten ya las letras sin tropezar,sin detenerse, ni pensarlo mucho; y entonces, uniendo lasslabas, tomarn toda la palabra, y despus comenzarncon ellas formar oracin (1); porque es increble cuntadetencin en el leer ocasiona este apresuramiento. Deaqu nace el titubear, el pararse, y repetir los vocablos,cuando se atreven ms de lo que pueden, desconfiandoaun de lo mismo que saben, si en algo llegaron errar.Ante todas cosas lean correctamente y sin interrupcin;pero por mucho tiempo con despacio, hasta que con elejercicio adquieran leer con enmienda y velocidad. Por-que el mirar adelante, y echar la vista la palabra quesigue (regla que dan todos los maestros) no solamente loensea el mtodo, sino la prctica, - porque al tiempo demirar lo que sigue, se ha de pronunciar lo, primero, y seha de dividir la atencin del alma, cosa muy dificultosa,de modo que una cosa hagan los ojos y otra la voz.

    En una cosa no nos ha de pesar el cuidado que ponga-mos, cuando el nio comience, como es de costumbre, escribir los vocablos, y es, que no pierda el trabajo enaquellos que Ton vulgares, y que ocurren todos los das.Puede al punto ir aprendiendo, mientras se ocupa en otracosa, la interpretacin de las palabras ms recnditas dela lengua, que llaman los griegos glossas, y conseguir en

    (1) De esta autoridad se valen algunos para decir que losantiguos no observaban el mismo mtodo que nosotros para en-sear . leer, que es tomando cada letra por s, deletreando, comodecimos comunmente; sino que ellos tomaban toda la slaba en-tera, juntando todas las que forman vocablo, en esta forma: con-su-la-do. Este mtodo seguramente es ms compendioso y ocupamenos tiempo, pero como el odo del nio slo percibe el soni-do de la slaba, v. gr. con, viene olvidarse del de las letras,como yo mismo he tocado por la experiencia: como quiera quees muy distinto el sonido de la letra del de la slaba. As haymuchas cosas que primera vista son buenas; pero tocadas porla experiencia, ofrecen inconvenientes.

  • tO M. FABIO QUINTILIANO.

    estos primeros elementos lo que despus les ha de llevaralgn tiempo. Y supuesto que me paro en menudencias,deseara que los versos que se les ponen por muestra de:escribir, no contengan intiles sentencias, sino algn buenaviso (1), porque la memoria de esto dura hasta la vejez.Y fijndose en un nimo desocupado de otras ideas, apro-vecha para formar las costumbres. Pueden tambin poreste gnero de diversin aprender las sentencias de hom-bres ilustres, y lugares escogidos principalmente de lospoetas, cosas que agradan la edad pequea. Porque, co-mo dir en su lugar, la memoria es muy conducente alorador, y sta se cultiva y afirma con el ejercicio. Y en lasedades de que vamos hablando, en que el nio no puedeinventar nada, es la nica manera de ingenio que puedesacar algn provecho del cuidado del maestro.

    No ser intil, para que logren una pronunciacin claray expedita, el hacerlos repetir palabras dificultosas busca-

    . das para este intento, y versos compuestos de slabas s-peras y que tropiecen (2) entre s (que los griegos llamanenredosos), obligndolos que los pronuncien muy depi iesa. Esto es cosa pequea primera vista; pero omiti-do, cobrarn malos resabios en la pronunciacin, viciosque, no enmendarlos en los primeros aos, durarnsiempre.

    (1) Favorece tanto la experiencia esta observacin, -quealgunos , los sesenta aos tienen muy presentes aquellas prime-ras sentencias que contenan los modelos muestras co'a queaprendieron en la primera edad.

    (2) Como aquel verso antiguo: Fraximus) ,fixa, feroz', infesta in-f unditur oasis.CAMERABIO.