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QUIEN ERA HERNAN CORTES En el tomo 11de Colección de documentos para la Historia de México, García Icazbalceta consignó la Relación hecha por el señor Andrés de Tapia sobre la conquista de México, en la cual este conquistador explica cómo Cortés se ganó la admiración y amistad de los tlaxcaltecas: El marqués posaba en la torre del ídolo, como ya he. mos dicho, y algunas veces de noche, en lo que le ca. bía de dormir, miraba desde allí a todas partes para ver humos, y vio algo más que cuatro leguas de allí ca. be unos peñoles de sierra y por entre cierto monte can. tidad de humos, por donde creyó haber mucha gente en aquella parte: y otro día partió su gente y dejó en el real la que le pareció, y luego que fueron dos o tres horas de noche comenzó a caminar hacia los peñoles a tino, porque la noche era oscura, y yendo como una legua del real, súpitamente dio en los caballos una ma. nera de torozón, que se caían en el suelo sin poderlos menear; y el primero que se cayó y se lo dijeron al marqués, dijo: "Pues vuélvase su dueño con él al real;" y al segundo dijo lo mismo, y comenzámosle a decir algunos de los españoles: "Señor, mira que es mal pro. nóstico, y mejor será que dejemos amanecer; luego ve. remos por donde vamos." El dice: "¿Por qué mirais en agüeros? No dejaré la jornada, porque se me figura que de ella se ha de seguir mucho bien esta noche, y el diablo por lo estorbar pone estos inconvenientes;" y luego se le cayó a él su caballo como a los otros, e hizo un poco alto, y de diestro llevaban los caballos, 19

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QUIEN ERAHERNAN CORTES

En el tomo 11de Colección de documentos para la Historiade México, García Icazbalceta consignó la Relación hechapor el señor Andrés de Tapia sobre la conquista de México,en la cual este conquistador explica cómo Cortés se ganó laadmiración y amistad de los tlaxcaltecas:

El marqués posaba en la torre del ídolo, como ya he.mos dicho, y algunas veces de noche, en lo que le ca.bía de dormir, miraba desde allí a todas partes paraver humos, y vio algo más que cuatro leguas de allí ca.be unos peñoles de sierra y por entre cierto monte can.tidad de humos, por donde creyó haber mucha genteen aquella parte: y otro día partió su gente y dejó enel real la que le pareció, y luego que fueron dos o treshoras de noche comenzó a caminar hacia los peñoles atino, porque la noche era oscura, y yendo como unalegua del real, súpitamente dio en los caballos una ma.nera de torozón, que se caían en el suelo sin poderlosmenear; y el primero que se cayó y se lo dijeron almarqués, dijo: "Pues vuélvase su dueño con él al real;"y al segundo dijo lo mismo, y comenzámosle a deciralgunos de los españoles: "Señor, mira que es mal pro.nóstico, y mejor será que dejemos amanecer; luego ve.remos por donde vamos." El dice: "¿Por qué miraisen agüeros? No dejaré la jornada, porque se me figuraque de ella se ha de seguir mucho bien esta noche, yel diablo por lo estorbar pone estos inconvenientes;"y luego se le cayó a él su caballo como a los otros, ehizo un poco alto, y de diestro llevaban los caballos,

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que serían ocho, y así caminamos hasta que perdimosel tino de la vía de los peñoles, y dimos en una malatierra de pedregales y barrancas, y atinando a una lum-brecilla que estaba en una choza, fuimos allá y toma-mos dos mujeres: y unos españoles que el marqués ha-bía puesto en un camino tomaron dos indios: éstosnos llevaron hacia los peñoles, y llegamos allá al ama-necer, y los caballos iban ya buenos, y llegando cabolos peñoles a un pueblo grande que allí estaba, que sedice Zimpanzingo, como habíamos ido fuera de cami-no estaba la gente de él muy descuidada, y el marquésmandó que no matasen ningún indio, ni les tomasencosa alguna, y cada uno de ellos salió de su casa, y ha-ciéndoles señas que no oviesen miedo, se reposaron al-gún tanto, puesto que todavía huían; y luego que co-menzó a salir el sol el marqués se puso en un alto adescubrir tierra, y vió la más de la población de Tasca-la, que desde allí se parecie, y llamó a los españoles ydijo: "Ved qué hiciera al caso matar unos pocos de in-dios que había en este pueblo, donde tanta multitudde gente debe haber."

un cerro mucho número de gente, y desde a poco vi-nieron al marqués de hacia aquella parte quince o vein-te indios en compañía de unos mensajeros que vinie-ron a decir que vienen a saber cómo estábamos, y quépensábamos hacer. El marqués les dijo con los intér-pretes dichos: "Os he ya avisado siempre que conmi-go hablais, que no me mintais, porque yo nunca osmiento, y ahora venís por espías y con mentiras;" yapartólos unos de otros, y confesaron que era verdad,y que aquella noche habían de dar en nosotros muchacantidad de gente, y morir o matarnos. El marqués leshizo a algunos de ellos contar (sic por cortar) las ma-nos, y así los envió diciendo que a todos lo que halla-se que eran espías haría lo mismo, y que luego iba apelear con ellos; y puesta su gente en orden hizo quelos de caballo se pusiesen pretales de cascabeles, y yaanochecía cuando salió hacia donde había visto pasarla gente, y con el ruido que llevaban, y con haber vis-to sus espías sin manos, se pusieron en huída, y elmarqués los siguió hasta dos horas de la noche. Y estecapítulo se había olvidado de poner antes.

Tres o cuatro días antes desto habían venido cier-

tos indios al real, y traído al marqués cinco indios, di-ciéndole: "Si eres dios de los que comen sangre y car-ne, cómete estos indios, y traerte hemos más; y si eresdios bueno, ves aquí incienso y plumas; y si eres hom-bre, ves aquí gallinas y pan y cerezas." El marquéssiempre les dice: "Yo y mis compañeros hombres so-mos como vosotros; y yo mucho deseo tengo de queno me mintáis, porque yo siempre os diré verdad, yde verdad os digo que deseo mucho que no seais lo-cos ni peleeis, porque no recibais daño;" y luego queestos se fueron, a la tarde, pareció atravesar por cabo

Pues como los indios vieron la buena obra que seles había hecho en no los querer matar, y el marquéslos llamó y les dijo con los intérpretes que llamasen alos señores, y los esperó con toda su gente cabo unafuente grande que cabo aquel pueblo está; vinieron al-gunos principales indios y trajeron cantidad de comi-da, y dijeron que agradecían mucho el daño que se leshabía dejado de hacer, y que sirvierendesde en adelan-te en lo que se les mandase, y llamarían a los señoresde toda aquella tierra. El marqués les certificó que sa-bía que aunque le llevaban de comer eran ellos los que

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con nosotros peleaban, y que todo se lo perdonaba yles rogaba fuesen amigos, por excusar el daño que enellos se hacía, pues veían lo poco que recibíamos. Elmarqués se volvió a su real, y mandó que no se hiciesedaño a indio alguno desde en adelante.

Llegado el marqués al real, muy alegre de lo sucedi-do, dijo: "Yo creo que la guerra de esta provincia pla-cerá a Dios que hoy la hemos acabado, y que estos se-rán nuestros amigos de aquí adelante, y conviene quepasemos a la tierra de este gran señor, de quien nos di-cen;" y llamó a un indio principal que con él andaba,y se había ido en nuestra compañía desde la costa porcapitán de cierta gente, y llamábase este indio Teuche,y era hombre cuerdo, y segun él dice criado en las gue-rras de entre ellos. Este indio dijo al marqués: "Señor,no te fatigues en pensar pasar adelante de aquí, por-que yo siendo mancebo fui a México, y soy experi-mentado en las guerras, y conozco de vos y de vues-tros compañeros que sois hombres y no dioses, y quehabéis hambre y sed y os cansáis como hombres;y há-gote saber que pasado desta provincia hay tanta gen-te, que pelearán contigo cien mil hombres ahora, ymuertos o vencidos estos vendrán luego otros tantos,y así podrán remudarse o morir por mucho tiempo decien mil en cien mil hombres, y tú y los tuyos, ya queseais invencibles, moriréis de cansados de pelear, por-que como te he dicho, conozco que sois hombres, yyo no tengo mas que decir de que miréis en esto quehe dicho, y sidetermináredes de morir, yo iré con vos."El marqués se lo agradeció y le dijo que con todo aque-llo quería pasar adelante, porque sabía que Dios quehizo el cielo y la tierra les ayudaría, y que así él lo cre-yese. Antes desto había habido plática entre los espa-

ñoles, y se hablaba en que sería bien hablar al marquéspara que no pasase adelante, antes se volviese a la cos-ta, y de allí poco a poco se ternie inteligencia con losindios, y se. haría según el tiempo mostrase que erabien hacerse, y así se lo habían hablado al marquésalgunos en secreto; y él estando una noche en la torredel ídolo, habiendo alrededor de ella algunas chozasdonde los españoles se metían, oyó que en una de ellashablaban ciertos soldados, diciendo: "Si el capitán qui-siere ser loco e irse donde lo maten, váyase solo, y nolo sigamos;" y otros dicen que si le siguiesen había deser como Pedro Carbonero, que por entrarse en tierrade moros y hacer salto, se había quedado él y todoslos que con él iban, y habían sido muertos. El mar-qués hizo llamar dos amigos suyos, y les dijo: "Miradqué están diciendo aquí; y quien lo osa decir, osario ahacer. Por tanto conviene irnos hacia donde está esteseñor que nos dicen. "Y viniendo indios de Tascala, quees aquella provincia donde estonces estábamos, le di-jeron: "Hecho hemos nuestro poder por te matar, ya tus compañeros, y nuestros dioses no valen nada pa-ra nos ayudar contra ti; determinamos de ser tus ami-gos y te servir, y rogámoste que porque estamos cer-cados de todas partes en esta provincia de enemigosnuestros nos ampares de ellos, y rogámoste te vayas ala ciudad de Tascala a descansar de los trabajos que tehemos dado. El marqués hizo poner cruces en el realy en la torre del ídolo y en otras partes alrededor, ymandó alzar el real y caminó con buen concierto parala ciudad de Tascala.

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En Crónica de Nueva España (1560), Francisco Cervantesde Salazar (1514-75), recopiló los informes de los propiosconquistadores al igual que Sahagún lo hizo con los indiosviejos. Veamos el capítulo XLID del libro ID, con el títuloDel razonamiento que Cortés hizo a sus soldados, animán.dolos a la prosecución de la guerra, la primera vez que seencaminó a Tenochtitlan:

Valerosos capitanes y esforzados soldados míos, vivamaravilla y espanto de todas las naciones del mundo:entendido es que algunos de vosotros, no por miedo,que este no puede caber en vuestros corazones, sino opor el deseo que tenéis de volver a Cuba y gozar de laquietud de vuestra casa o por la dificultad que se os re.presenta en acabar esta jornada, deseais que demos lavuelta hacia la mar. Cierto, si de lo que os parece queconviene, bien mirado, no se siguiesen peligros, muerotes, hambre, sed, cansancio, y, lo que peor es, infamiay afrenta y otros muchos inconvenientes que cada unopesa mas que el falso provecho que pretendeis; pordaros contento, de muy buena gana viniera en vuestroparecer, ca yo, hombre soy como vosotros, y no me-nos deseo descanso y quietud; temo la muerte y recelolos peligros, y no menos que a vosotros me fatiga lahambre y cansancio: el padre que mucho quiere al hi.jo que está enfermo, aunque le desea complacer, no leda lo que le pide, porque le ha de hacer mayor daño.Vosotros me escogistes por vuestro padre y capitán; yyo siempre, como a hijos y soldados merecedores detodo honor, os he tratado, haciendoos siempre en to.dos los riesgos y trabajos yo la salva primero, y puesno me podéis negar que esto no sea así, razón seráque en lo que os dijere me creais, pues del bien o del

mal no me ha de caber a mí menos parte que a voso.tros. Todos somos españoles, vasallos del Emperador,a los cuales en su ejército, hecho de diversas naciones,él suele decir 'Ea mis leones de España'. Hemos pasa.do mar que hasta nuestros tiempos nadie navegó, he-mos andado mucha tierra que pie de ningún cristiano,moro ni gentil holló: grande, muy poblada, muy rica.Venimos a ilustrar la fama y nombre de España: aacrecentar el imperio y señorío de César; a señalarnuestras personas, para que de escuderos y pobres hi.josdalgo, mediante nuestra virtud y esfuerzo, César noshaga señores, y queden de nosotros mayorazgos paralos siglos venideros; y lo que más es, y a lo que princi-palmente habemos de tener ojo, que venimos a desen-gañar a estos idólatras y bárbaras naciones; a desterrara Satanás, príncipe de las tinieblas, de esta tierra quepor tantos años ha tenido miserablemente tiranizada;a extirpar los nefandos y abominables vicios que, co-mo padre de toda maldad, ha sembrado en los pechosde esta gente miserable. Venimos finalmente, a predi-car el Santo Evangelio y traer al rebaño de las ovejasescogidas estas que tan fuera, como véis, están: servi-cio es este a que todo cristiano debe poner el hombro,pues es el mayor que a Dios se le puede hacer, y así,la corona y triunfo de los mártires, es mayor y másexcelente que la de las otras ordenes de santos, puesel amor últimamente se prueba en poner la vida por elque amamos. Mirad pues, si las utilidades y provechosque os he contado son tales que el menor de ellos pi-de y merece que por alcanzado nos pongamos a todotrabajo; y si ninguna cosa buena se consigue sin traba-jo; tantas y tan excelentes por qué las hemos de al-canzar sin dificultad? Hasta ahora no tenemos de qué

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quejamos, sino de que dar muy grandes gracias a Diospor las muchas y muy maravillosas victorias que nosha dado contra nuestros enemigos: para lo de adelan-te, maldad y blasfemia sería pensar que la mano delSeñor ha de ser menos fuerte que hasta aquí: el quenos ha dado vigor para vencer las batallas pasadas, sien El solo confiáremos, nos le dará para concluir loque queda. Confiesoos que la gente entre quien esta-mos es infinita y bien armada; pero también no menegareis que nos tienen por inmortales y que nostemen como a rayos del cielo; mientras más son, másse confunden y embarazan: muerto uno van todoscomo los perros tras él: visto lo habeis y pasado porello. No hay que decimos sino que, si volvemos lasespaldas, toda nuestra buena fortuna se trueca y mu-da en todo género de adversidad; porque, ante todascosas, volvemos las espaldas a Dios, pues dejamos deproseguir tan alta demanda, desconfiando de su poderque hasta aquí ha sido tan en nuestro favor, ¿cuándojamás huyeron españoles? ¿cuándo cayó en ellos fla-queza? ¿cuándo no tuvieron por mejor morir muertecruel, que hacer cosa que no debiesen? ¿cuando em-prendieron negocio que dejasen de llevarle al cabo?Poco aprovecha acometer e intentar cosas arduas si almejor tiempo, por graves inconvenientes que se ofrez-can, no se acaban; por eso se alaba la muerte buena,porque en ella se rematan y concluyen, como en di-choso fin, los buenos principios y medios: en elperseverar se conoce el varon fuerte; y nunca saliócon lo que quiso sino el que bien porfió. Qué cuentadaríamos de nosotros si al mejor tiempo de nuestraventura la dejásemos, y mostrándosenos la ocasiónpor la cara que tiene cabellos muy largos para asirla

que no se vaya, dejásemos que volviese el colodrillodonde no tiene pelo, para ser asida? Gozemos, goze-mos, fuerza y valor de las otras gentes, esforzados sol-dados míos, del tiempo que tenemos, que mañana senos rendirán los enemigos; que si quietud y descansovolviendo el rostro, cosa cierto vergonzosa para voso-tros, buscáis, poniendo nuestra vida en cierto y cono-cido peligro, adelante la hallareis mayor, con dobladohonor y gloria. El cobarde más presto muere que elvaliente; porque cualquiera se le atreve, y acaba máspresto por livianas causas: huyendo muere la liebreque en su alcance y huida convida y anima a los pe-rros: de aquí a la mar hay muy gran trecho: todos losque atrás quedan, nos serán enemigos y saldrán contranosotros, porque nadie hay que sea amigo del vencido,todos huyen de la pared que se cae, breve es la vida,y cuando llega su fin, tanto monta haber vivido mu-chos años como pocos, porque de ella no se goza másdel instante que se vive. Si hemos de morir, más valeque muramos por Dios y por nuestra honra, que, de-jando tan alta empresa, morir en el camino apocada-mente o a manos de los enemigos que ahora vencimos,o a manos de los que antes subjectamos y como a dio-ses nos acataron y temieron. Los mas fuertes se nosrinden, que son los taxcaltecas; de los de Culhua nohay que temer; y pues la fortuna nos es favorable, se-guilla, seguilla, y no huilla, porque no quiere sino alque la busca. Nuestra es, y será si no desmayamos;Dios es con nos, nadie será contra nos: y pues esto esverdad, ved lo que quereis sobre lo dicho, que, aunquepiense quedar solo, que no quedare, estoy determina-do de seguir la buena andanza que Dios hoy nos pro-mete.

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Sucedió que ciertos caballeros e hidalgos españoles,que serían hasta cuarenta, y todos los más de a caba-llo y valientes hombres, traían consigo mucho fardaje,y el mayordomo del Capitán traía mucha cantidad, elcual también venía con ellos; y como venían despa-cio, la gente mexicana, que eran los más valientes, lesatajaron el camino y les hicieron volver a los patios,en donde se combatieron tres días con sus noches,con ellos, porque subidos a las torres se defendían deellos valientemente; mas empero, el hambre y la mu-chedumbre de gente que allí acudió, fue ocasión quetodos fuesen hechos pedazos. De manera que así co-mo íbamos huyendo, era lástima de ver los muertosde los españoles y de cómo los indios nos tomaban enbrazos y nos llevaban a hacer pedazos. Podrían ser losque nos seguían hasta cinco o seis mil hombres, por-que la demás muchedumbre de gente de guerra habíaquedado ocupada en robar el fardaje que quedaba enel agua anegado, y así unos a otros los mismos indiosse cortaban las manos por llevar cada uno más del des-pojo: por manera que milagrosamente nuestro Diosproveyó que el fardaje que llevábamos, y los que lollevaban a cuestas, y los cuarenta hombres que queda-ron atrás, para que todos no fuésemos muertos y des-

pedazados. Tardamos en llegar a la torre de la victo-ria, que ahora dicen Nra. Sa. de los Remedios, quehabrá hasta allí media legua, digo legua y media desdedonde partimos, hasta allá, lo cual anduvimos desdemedia noche que salimos hasta este día ya noche quellegamos, en donde otro día por la mañana, hechoalarde de los que quedaban, hallamos que quedabanmuertos más de la mitad de los del ejército, y así co-menzamos a caminar con gran dolor y trabajo, ymuertos de hambre, la vía de Tlaxcala. Los indios nosiban siguiendo, aunque no muchos, porque todos serecogían para salirnos al camino para acabarnos a to-dos, y así caminando llegamos a vista de un cerro y vi-mos los campos de Guautitlán y Otumba, todos llenosde gente de guerra, los cuales nos pusieron gran temory espanto; y en aquei mismo cerro, que era pequeño,mandó el capitán que parase la gente, y allí mandóque comiese el que tuviese qué, el cual aunque lloran-do, hizo de las tripas corazón y nos hizo una pláticay exortación, esforzando y poniendo ánimo así a losde a pie como a los de a caballo, como valiente Capi-tán, el cual subido encima de un caballo hizo subir alos demás, que serían hasta cuarenta, y viendo tantamultitud de gente llamó a los capitanes, conviene asaber: a Don Pedro de A~varado, Gonzalo de Sando-val, Cristóbal de Olid, con otros; y a Diego de Ordazencargó la gente de a pie, y a los de a caballo. Hernan-do Cortés repartió y dijo a cada uno que fuesen porsu parte a dar en los contrarios. De artillería y arca-bucería no hubo remedio, porque todo quedó perdi.do y Nro. Dios y Señor fue servido de aplacar su iray sernos favorables, porque el dicho Cortés, metidoentre los indios haciendo maravillas y matando a los

Alonso de Aguilar en Relación breve de la conquista de laNueva España, escrita hacia 1590 (Edit. José Porrúa e Hi-jos, Sucs. México, 1954), narró la salida de Tenochtitlancuando el recuerdo del llanto de los indios que se ahogaronen las acequias con el fardaje y que con sus cuerpos dieronpaso al ejército, posiblemente lo indujeron a tomar el hábi-to dominico 30 años más tarde, con el nombre de FrayFrancisco. Veamos:

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capitanes de los indios, que iban señalados con rode-las de oro, no se curando de gente común, llegó deesta manera haciendo muy gran destrozo al lugar don-de estaba el Capitán General de los indios, y dióle unalanzada, de la cual murió. Dejo de contar cómo antesque allí llegase, cayó dos veces en el suelo y se hallódespués encima del caballo, sin saber quién ni cuandolo había subido. Los demás Capitanes, a caballo porverse libres de la muerte que tan a ojo tenían, hacíanmaravillas peleando como valerosos hombres. En esteentretanto Diego de Ordaz con la gente de a pie está-bamos todos cercados de indios, que ya nos echabanmano, y como el Capitán Hernando Cortés mató alCapitán General de los indios, se comenzaron a retirary a darnos lugar, por manera que muy pocos nos se-guían; y así caminando con grandísimo trabajo nosibamos acercando a la dicha Taxcala (Tlaxcala). Vis-to, pues, por los mexicanos, que así nos habíamosescapado, enviaron embajadores a los señores de Tax-cala y a Xicutenca (Xicotencatl), Capitán generalde ellos, con muchos presentes y collares de oro yotras joyas de precio, con lo cual les persuadían aque saliesen al camino y nos matasen; pero nuestroSeñor puso en el corazón de Magiscacio (Maxiscat-zin), el mayor Señor de los de Taxcala, aquel que an-tes nos había ayudado y dicho no fuésemos a México,el cual mandó llamar al Capitán General y le dijo:Dicho me han que has recibido presentes de los deMéxico para que mates a los cristianos. Pues sábeteque yo con mi gente les tengo de favorecer y ayu-dar, y tú haz lo que quisieres, que delante me hayarás.Por manera que oído aquesto del Xicutenca, del me-dio (miedo?) no osó ejecutar su mala intención, y .:1

Magiscacio, dando muestra de buen cristiano salió arecibir al dicho Capitán y a su gente, que venían des-trozados, heridos, muertos y cansados, al cual hablóy dijo de esta manera: Seais señor muy bienvenido;ya yo os dije la verdad cuando íbades a México, y nome quisisteis creer. A nuestra casa venís, donde des-cansareis y holgareis del trabajo pasado.

I

En Décima Tercia Relación de la venida de los espa-ñoles y principio de la ley evangélica, escrita por don Fer-nando Alva Ixtlilxóchitl (Edit. Robredo, 1838), este prín-cipe tezcucano quien traicionó a Cuautemotzin y se alió aHernán Cortés, nos informa de los peligros por los que pa-só el capitán general durante la expugnación de Tenoch-titlan:

Después de lo dicho, mandó Cortés a los bergantinesy canoas de Tez-coco, y demás partes de la lagunadulce, que cercasen la ciudad por todas partes, y que-masen todas las que pudiesen y matasen o prendiesentoda la gente que pudiesen, y él con Ixtlilxuchitl y suejército entró por la ciudad, y quiso ganar la calle deTlacopan para poderse comunicar con Alvarado, quesería de mucho efecto; poniéndolo por obra, que lomismo hicieron Alvarado y Sandoval a un mismotiempo, ganando cada uno lo que pudo.

Cortés este día no ganó más de tres puentes y los ce-gó, y luego tornó a su puesto, y el siguiente día des-pués de esto, volvió otra vez sobre la ciudad y calle, yganó gran parte de ella con harto trabajo de los nues-tros, en donde Ixtlilxuchitl mató a otro señor y capi-tán de los enemigos, y le quitó una espada que tam-

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bién él se la había quitado a otro español que matódías atrás.

Ixtlilxuchitl a esta ocasión dio otra cuchillada a otrocapitán mexicano; que de la primera vez le quitó am-bos muslos; y en efecto, fueron matando a muchos yganando casas, puentes y albarradas hasta la plaza, sinperdonar a nadie la vida; de tal manera, que parecíaque aquel día quedaría México ganado; y los del Te.sorero unieron el alcance hasta Tlaltelulco, y dejaronuna puente mal cegada, a donde es ahora S. Martín,barrio de Taltelulco; y Cortés que iba en pos de ellosadelantándose con los suyos, y Ixtlilxuchitl quedóatrás peleando con los mexicanos.

Alvarado quiso este día entrar por la plaza de Tlalte-lolco, y poniéndolo por efecto, se adelantó con hastacincuenta españoles, y llegados dentro de la plaza, losenemigos dieron sobre ellos, y si no llegara Quauh-tlizcatzin con los suyos, no quedara ninguno con vida;y por más que quiso, halló ya cuatro españoles presospor los enemigos, y luego allí delante de ellos los sa-crificaron, y así se retiraron como pudieron, aunquecostó la vida a muchos de los naturales amigos; y aldía siguiente mudó Cortés el real dentro de la ciudad,sin hacer otra cosa señalada, y dio orden para que to-dos el siguiente día cada uno embistiese por su parte,y lo mismo a los bergantines y canoas.

Cuando llegó Cortés, pasando el mal paso, halló alTesorero que venía huyendo de él, y los demás que-daban muertos: muchos de los naturales amigos, y elAlférez, cortados los brazos, y el pendón real enpoder de los enemigos, y muertos, y otros presos delos españoles, que serían hasta cuarenta de ellos.Llegado el día, repartió la gente de su real en tres

compañías, para que pudiese ir por tres calles queiban hacia la plaza. Por la una entró el Tesorero consetenta españoles, y ocho caballos, y veinte mil de losde Ixtlilxuchitl con muchos gastadores para cegar lasacequias y puentes, y derribar casas; y por la otra fueJorge de Alvarado y Andrés Tapia, con ochenta espa-ñoles y más de doce mil amigos que les dió Ixtlilxu-chitl, dejando a la boca de esta calle dos tiros, y ochode a caballo con algunos amigos; y por la otra fueronCortés y Ixtlilxuchitl, con cien españoles y ochomil amigos; y puestos todos a punto, embistieron conlos enemigos todos a un tiempo, e hicieron grandescosas.

Cortés, viendo la furia de los enemigos, tuvo por bienhuir también, y al tiempo que llegaron al mal paso, nose atrevieron a pasar por él, si no era echándose, en elagua, y así unos y otros se trabaron de las manos; yIxtlilxuchitl, que a esta ocasión llegó, mandó a sussoldados detuviesen a los enemigos, y él se llegó presoto, y dióle la mano a Cortés, y le sacó de la agua, queya uno de los enemigos le iba a cortar la cabeza, y lecortó los brazos, aunque esto se lo aluden a ciertosespañoles, siendo muy al revés; demás de que lo halla-ron pintado en la puerta principal de la Iglesia delmonasterio de Santiago Tlaltelolco, aunque ya tam-bién cierto religioso; que debía de ser pariente delOlea, mandó pintado diferente, poniendo a Olea que

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corta los brazos al que quiereprender, o matar a Cor-tés, y Ixtlilxuchitl que lo saca fuera del agua.

con los suyos que no lo pudo haber a las manos; y en-tre tanto se volvió hacia donde estaba Cortés, y altiempo que venía encontró con un capitán mexicanoque se venía hacia él; como lo vió que iba muyarro-pado por amor de las heridas, entendió que no le ha-ría ningún mal, le comenzó a deshonrar y a ponerlemil nombres.

Sea como se fuere, Ixtlilxuchitllibró a Cortés, y le re-prendió mucho, porque se había adelantado, y noquiso tomar su parecer de nunca adelantarse solo, sinir con muchos amigos, para que, en el ínterin que seentretenían con ellos, pudiesen poner en cobro suspersonas, pues eran pocos, y morir uno de ellos hacíafalta, más que si fueran quinientos de los suyos; alcual, al tiempo que sacó a Cortés del agua, le dieronuna pedrada sobre la oreja izquierda, que le descala-braron y por poco le abrían la cabeza y viéndose he.rido, tomó una poca de tierra, y púsose en la descala.bradura; y quitándose las armas blancas que siempretraía, dejándose en cueros con sólo un pañito que lecubría las partes bajas, y una rodela, y macana, conaquel coraje que tenía embistió con los enemigos, ytrabó con ellos una cruel batalla, matando a muchosde ellos hasta que se encontró con el general de losmexicanos que era valerosísimo.

Ixtlilxuchitl calló cuanto pudo y mandó a los suyosque lo dejasen para ver lo que hacía hasta que no lopudo sufrir más, y aunque iba herido del brazo, le dióuna cuchillada, con la espada que quitó al general, porla cintura que le dividió en dos partes el cuerpo, y nopudiendo sufrir más la flecha que todavía llevaba me-tida dentro del brazo, se la quitó y exprimió muybien la herida, y sus vasallos le pusieron ciertas cosascon que sanó dentro de pocos días.

Estuvieron los dos peleando más de un cuarto de ho.ra, en donde le tiraron los enemigos un flechazo quele pasaron el brazo derecho y una pedrada sobre la r~dilla derecha que le lastimó, aunque no mucho, y conesto se encendió más.

En este fragmento de la carta que Fray Toribio de Moto.linía (1490-1569) envió a Carlos V para impugnar a FrayBartolomé de las Casas, que tomamos de Colección de do-cumentos para la Historia de México de García Icazbalceta,nos ofrece el fraile su opinión de Cortés:

Viéndose herido, cobró más ánimo y embistió con elgeneral y le quitó la espada que traía, dándole algunasheridas, el cual, viéndose de esta manera, echó a huircomo pudo, y en su alcance Ixtlilxuchitl hasta el tem-plo de la diosa Macuilxuchitl, en donde se hizo fuerte

El yerro que se llama de rescate de V. M. vino a aques.ta nueva España el año 1524, mediado Mayo; luegoque fue llegado a México el Capitán D. Hernando Cor-tés q'!~ ? la sazón gobernaba, ayuntó en San Francis-co con Frayles los letrados que había en la Ciudad, yyo me hallé presente y vi que le pesó al Gobernadorpor el yerro que venía y lo contradijo, y desque másno pudo limitó mucho la licencia que traía para he.

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rrar esclavos, y los que se hicieron fuera de las limita-ciones fue en su ausencia, porque se partió para lasHiguerras: y algunos que murmuraron del Marquésdel Valle, que Dios tiene, y quieren ennegrecer y os-curecer sus obras, yo creo que delante de Dios no sonsus obras tan acetas como lo fueron las del Marqués;aunque como hombre fuese pecador, tenía fe y obrasde buen cristiano, y muy gran deseo de emplear la vi-da y hacienda por ampliar y aumentar la fe de Jesu-Cristo, y morir por la conversión de estos gentiles, yen esto hablaba con mucho espíritu, como aquel aquien Dios había dado este don y deseo, y le habíapuesto por singular Capitán de esta tierra de Occiden-te; confesábase con muchas lágrimas y comulgaba de-votamente, y ponía a su ánima y hacienda en manosdel confesor para que mandase y dispusiese de ella to-do lo que convenía a su conciencia, y así buscó en Es-paña muy grandes confesores letrados con los cualesordenó su ánima, e hizo grandes restituciones y largaslimosnas, y Dios le visitó con grandes aflicciones, tra-bajos y enfermedades para purgar sus culpas y limpiarsu ánima, y creo que es hijo de salvación, y que tienemayor corona que otros que lo menosprecian: desdeque entró en esta nueva España trabajó mucho de dara entender a los Indios el conocimiento de un Diosverdadero y de les hacer predicar el Santo evangelio,y les decía cómo era mensajero de V. M. en la conquis-ta de México, y mientras en esta tierra anduvo cadadía trabajaba de oir misa, ayunaba los ayunos de laiglesia y otros días por devoción; deparóle Dios en es-ta tierra dos intérpretes, un Español que se llamabaAguilar y una India que se llamó Doña Marina; con es-tos predicaba a los Indios y les daba a entender quién

era Dios y quién eran sus Idolos, y así destruía los Ido-los cuanta idolatría podía: trabajó de decir verdad y deser hombre de su palabra, lo cual aprovechó muchocon los Indios; traía por bandera un cruz colorada encampo negro, en medio de unos fuegos azules y blan-cos, y la letra decía: amigos, sigamos la cruz de Cris-to, que si en nos hubiere fe, en esta señal venceremos.Donde quiera que llegaba luego levantaba la cruz; co-sa fue maravillosa del esfuerzo, y ánimo, y prudenciaque Dios le dió en todas las cosas que en esta tierraaprendió, y muy de notar es la osadía y fuerzas queDios le dio para destruir y derribar los !dolos princi-pales de México, que eran unas estatuas de más dequince piés en alto, y armado de mucho peso de ar-mas tomó una barra de hierro, y se levantaba tan altohasta llegar a dar en los ojos y en la cabeza de los Ido-los; y estando para derribados envióle a decir el granSeñor de México Moteczuma que no se atreviese ato.car a sus Dioses, porque a él y a todos los Cristianosmataría luego: entonces el capitán se volvió a sus com-pañeros con mucho espíritu, y medio llorando les di-jo: hermanos, de cuanto hacemos por nuestras vidas eintereses, ahora muramos aquí por la honra de Dios, ypor que los Demonios no sean adorados; y respondióa los mensajeros, que deseaba poner la vida y que nocesaría de lo comenzado, y que aquellos no eran Dio-ses sino piedras y figuras del Demonio, y que viniesenluego; y no siendo con el Gobernador sino 130 cristia-nos y los Indios eran sin número, así los atemorizóDios y el ánimo que vieron en su Capitán, que no seosaron menear: destruídos los !dolos puso allí la ima-gen de nuestra Señora; en aquel tiempo faltaba el aguay secábanse los maizales, y trayendo los Indios muchas

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cañas de maíz que se secaban dijeron al Capitán, quesi no llovía que todos perecerían de hambre; entoncesel marqués les dio confianza diciendo: que ellos roga-rían a Dios y a Santa María para que les diese agua, ya sus compañeros rogó que todos se aparejasen, y aque-lla noche se confesasen a Dios y le demandasen su mi-sericordia y gracia: y otro día salieron en procesión, yen la misa se comulgó el Capitán, y como estuviese elcielo sereno, súpito vino tanta agua, que antes que lle-gasen a los aposentos, que no estaban muy lejos, yaiban todos hechos agua: esto fue grande edificación ypredicación a los Indios, por que desde allí adelantellovió bien, y fue muy buen año: siempre quel Capi-tán tenía lugar, después de haber dado a los Indiosnoticia de Dios, les decía que lo tuviesen por amigo,como a mensajero de un gran Rey y en cuyo nombrevenía, y que de su parte les prometía serían amados ybien tratados, porque era grande amigo del Dios queles predicaba: ¿quién así amó y defendió los Indiosen este mundo nuevo como Cortés? amonestaba y ro-gaba mucho a sqs compañeros que no tocasen a losIndios ni a sus cosas, y estando toda la tierra llena demaizales, apenas había Español que osase cojer unamazorca; y por que un Español llamado Juan Polancocerca del puerto entró en casa de un Indio y tomó cier-ta ropa, le mandó dar cien azotes, y a otro llamadoMora por que tomó una gallina a Indios de paz le man-dó ahorcar, y si Pedro de Alvarado no le cortase la so-ga allí quedara y acabara su vida: dos negros suyos,que no tenían cosa de mas valor, por que tomaron aunos Indios dos mantas y una gallina los mandó ahor-car; otro español por que desgajó un árbol de fruta ylos Indios se le quejaron, le mandó afrentar: no que.

ría que nadie tocase a los Indios ni los cargase, so pe-na de cada cuarenta pesos: y el día que yo desembar-qué viniendo del puerto para Medellín cerca de dondeahora está la Vera-Cruz, como viniésemos por un are-nal y en tierra caliente, y el sol que ardía, había hastael pueblo tres leguas, rogué a un Español que consigollevaba dos Indios, que el uno me llevase el manto, yno lo osó hacer afirmando que le llevarían cuarentapesos de pen~ y así me traje el manto a cuestas todoel camino: donde no podía escusar guerra, rogaba Cor-tés a sus compañeros que se defendiesen cuanto bue-namente pudiesen sin ofender, y que cuando mas nopuediesen decía que era mejor herir que matar, y quemás temor ponía ir un Indio herido que quedar dosmuertos en el campo; siempre tuvo el Marqués en estatierra émulos y contrarios que trabajaron oscurecerlos servicios que a Dios y a V. M. hizo, y allá no falta-ron, que si por estos no fuera, bien sé que V. M. siem-pre le tuvo especial afición y amor, ya sus compañe-ros; por este Capitán nos abrió Dios la puerta para pre-dicar su Santo evangelio, y este puso a los Indios quetuviesen reverencia a los santos Sacramentos y a losMinistros de la Iglesia en acatamiento; por esto me healargado, ya que es difunto, para defender en algo suvida: la gracia del Espíritu Santo more siempre en elánima de V. M. Amen. de Taxcala, 2 de Enero de 1555años: humilde siervo y mínimo capellán de V. M.-Motolinía, Fr. Toribio.

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En el prólogo al libro XII de HistoriaGeneralde las Co-sas de Nueva España (1585), (Edit. Porrúa, 1969), FrayBernardinode Sahagúnhace los siguientescomentariosso-bre el conquistadorde México:

A este negocio muy grande y muy importante, tuvonuestro señor Dios por bien de que hiciese camino yderrocase el muro con que esta infidelidad estaba cer-cada y murada, el valentísimo capitán D. HernandoCortés, en cuya presencia y por cuyos medios, hizoDios nuestro señor muchos milagros en la conquistade esta tierra, donde se abrió la puerta para que lospredicadores del Santo Evangelio entrasen a predicarla fe católica a esta gente miserabilísima, que tantostiempos atrás estuvieron sujetos a la servidumbre detan innumerables ritos idolátricos, y de tantos y tangrandes pecados en que estaban envueltos, por los cua-les se condenaban, chicos grandes y medianos, paraque ahora de esta tierra coja Dios nuestro Señor granfruto de ánimas que se salvan (según su divina ordena-ción ab aetemo señalada, afijada y determinada en sumente divina) como ahora lo vemos por nuestros ojos,que por lo menos los niños bautizados que mueren ensu inocencia cada día y se salvan, son casi innumera-bles: de los adultos son muchísimos los que se salvan(conforme nuestra santa fe) y de cada día las cosas denuestra santa fe católica van adelante.

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general de los hijos de Israel en la conquista de la tie-rra de promisión).

Hizo Dios otro milagro por este valeroso capitán ysus soldados, que imprimió tan gran temor en todoslos naturales de esta Nueva-España, después de esta pri-mera victoria, y de otros estragos que se hicieron alprincipio de la conquista, que todos se hallaron corta-dos y desanimados que no sabían que se hacer, ni osa-ban acometer a los que venían.

Tiénese por cosa muy cierta (considerados los prin-cipios, medios y fines de esta conquista) que nuestroSeñor Dios regía a este gran varón y gran cristiano, yque él le señaló para que viniese, y que le enseñó loque había de hacer para llegar con su flota a esta tie-rra, que le inspiró que hiciese una cosa de mas que ani-mosidad humana, y fue, que todos los navíos en quevino él' y toda su gente, los hizo barrenar y echar afondo para que ninguno tuviese oportunidad de miraratrás, habiendo comenzado aquel negocio que venía.

Los milagros que se hicieron en la conquista de estatierra fueron muchos. El primero fue la victoria quenuestro Señor Dios dio a este valeroso capitán y a sussoldados en la primera batalla que tuvieron contra losotomÍes tlascaltecas (que fue muy semejante al mila-gro que Nuestro Señor Dios hizo con Josué, capitán

En todo lo que adelante pasó, parece claramenteque Dios le inspiraba en lo que había de obrar, así co-mo hacía en los tiempos pasados el Cid Ruiz Díaz,nobilísimo y muy santo capitán español en tiempo delrey D. Alonso de la mano horadada, que fue rey deEspaña, y emperador y capitán de la iglesia romana.Tuvo instinto divino este nobilísimo capitán D. Her-nando Cortés, en no parar en lugar ninguna hasta ve-nir a la ciudad de México (que es metrópoli de todoeste imperio), en la cual habiendo pasado muchas co-sas después que comenzó la guerra (como adelante se

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dirá) milagrosamente le libró Dios a él y a muchos delos suyos de las manos de sus enemigos.

Así mismo le libró milagrosamente de una batalla,donde él y todos los suyos estuvieron a pique de per-derse. Milagrosamente nuestro Señor Dios envió granpestilencia sobre todos los indios de esta Nueva-Espa-ña, en castigo de la guerra que habían hecho a sus cris-tianos, por él enviados para hacer esta jornada. Mila-grosamente le envió favor para volver a la conquistadespués de haber sido destrozado de sus enemigos, enla prosecución de la cual muchas veces milagrosamen-te le libró de las manos de sus enemigos que le tuvie-ron a punto de matarlo.

Sacra, Cesárea, Católica Majestad. Porque además dela relación que a V. M. envío de las cosas que en estosnuevos reinos de Vuestra Celsitud se han ofrecido des-pués de la que llevó Juan de Ribera, donde doy a V. A.de todo copiosa cuenta, hay otras de que conviene queVuestra Excelencia sea avisado particularmente, paraque las mande proveer como más a su imperial servi-cio convenga, me pareció ser bien manifestarlas a Vues-tra Grandeza, sin que el vulgo de ellas participe; y an-tes que a la narración de ellas venga, beso cien mil ve-ces los reales pies de V. E. por las inmensas mercedesque ha sido servido de me mandar hacer, en mandarque mis procuradores fuesen ante su real presencia oí-dos, por donde se confundió la maldad de mis adver-sarios y se manifestó mi limpieza y puro deseo al realservicio de V. M.; que fue causa que V. E. me cono-ciese y mandase hacer tan crecidas mercedes como mehizo, en se querer servir de mí en estos sus nuevos rei-nos, donde pienso, guiándolo Nuestro Señor, dar aVuestra Celsitud tal cuenta, que sigan las mercedes re-cibidas y merezca las que mas Vuestra Grandeza fuereservido de me mandar hacer.(... )

Finalmente, habiendo salido con la victoria, hizocomo cristianísimo varón y fidelísimo caballero a surey, en que luego ofreció el precio de sus trabajos asu rey emperador D. Carlos V, y escribió al Sumo Pon-tífice que enviase predicadores del santo Evangelio pa-ra la conversión de esta gente indiana; lo cual suma-mente pretendía nuestro Señor Dios en haber comen-zado este negocio, como adelante se contiene en estaabreviada historia que se sigue.

Joaquín García Icazbalceta (1825-94), publicó una cartasecreta en Colección de documentos para la Historia de Mé-xico, que Hernán Cortés escribió en Tenochtitlan en octu-bre de 1524 a Carlos V, que trata sobre la mejor goberna-ción de la Nueva España y que lo denuncia como gran es-tadista. Veamos un fragmento:

Por otro capítulo de la dicha instrucción, invictísi-mo César, me manda Vuestra Grandeza que no repar-ta, ni encomiende, ni deposite por ninguna manera losnaturales de estas partes en los Españoles que en ellaresiden, diciendo no se poder hacer con conciencia, yque para ello Vuestra Celsitud mandó juntar letradosteólogos, los cuales concluyeron, que pues Dios Nues-tro Señor los había hecho libres, no se les podía qui-tar esta libertad, según que más largo está en el dicho

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capítulo; y esto no solamente no se cumplió como V.M. lo envió a mandar, por los inconvenientes que diré,más aun lo he tenido y tengo tan secreto, que a nadiese ha dado parte, excepto a los oficiales de V. M. yalos procuradores de las ciudades y villas de esta NuevaEspaña, con juramento que no lo manifestasen a suspueblos ni a otra persona, por el gran escándalo queen ello hubiera; y las causas de se hacer así, son: la pri-mera, que en estas partes los Españoles no tienen otrosgéneros de provechos, ni maneras de vivir ni sustentar-se en ellas, sino por el ayuda que de los naturales reci-ben, y faltándoles esto no se podrían sostener y forza-do habían de desamparar la tierra, y los que en ella es-tuviesen, y con la nueva no vendrían otros, de que nopoco daño se seguiría, así en lo que toca al servicio deDios Nuestro Señor, cesando la conversión de estasgentes, como en disminución de las reales rentas de V.M. , y perderse tan gran señorío como en ellas V. A. tie-ne, y lo que más está aparejado de se tener, que es másque lo que hasta ahora se sabe del mundo.

tos y en tanta cantidad, que es cosa horrible de lo oír;porque se ha averiguado que en sola la mezquita ma-yor de esta ciudad, en una sola fiesta, de muchas quese hacían en cada un año a sus ídolos, se mataban ochomil ánimas en sacrificio de ellos, y esto todo cesa, sinotras muchas cosas que ellos dicen que les hacían, queson incomportables; y ha acaecido y cada día acaece,que para espantar algunos pueblos a que sirvan bien alos cristianos a quien están depositados, se les diceque si no lo hacen bien que los volverán a sus señoresantiguos; y esto temen más que otro ningún amenazani castigo que se les puede hacer.

La otra, que la causa de no se repartir ni encomen-dar, parece ser por la privación de libertad que a estosallá parece que se hace, y esta no solamente cesa, masaun encomendándolos de la manera que yo los enco-miendo, son sacados de cautiverio y puestos en liber-tad; porque Sirviendo en la manera que ellos a sus se-ñores antiguos servían, no sólo eran cautivos, más aúntenían incompatible sobjución; porque demás de lestomar todo cuanto tenían, sin les dejar sino aun pobre-mente para su sustentamiento, les tomaban sus hijos ehijas y parientes aun a ellos mismos para los sacrificara sus ídolos; porque de estos sacrificios se hacían tan-

...

Lo otro, porque la manera y orden que yo he dadoen el servicio destos Indios a los Españoles es tal, quepor ella no se espera que vendrán en diminucion niconsumimiento, como han hecho los de las islas quehasta ahora se han poblado en estas partes; porque co-mo ha veinte y tantos años que yo en ellas resido, ytengo experiencia de los daños que se han hecho y delas causas de ellos, tengo mucha vigilancia en guardar-me de aquel camino y guiar las cosas por otro muycontrario; porque se me figura que me sería a mi ma-yor culpa conociendo aquellos yerros seguirlos, queno a los que primero los usaron, y por esto yo no per-mito que saquen oro con ellos, aunque muchas vecesse me ha requerido, y aun por algunos de los oficiales

de V. M., porque conozco el gran daño que de ellovendría, y que muy presto se consumirían y acaba-rían; ni tampoco permito que los saquen fuera de suscasas a hacer labranzas, como lo hacían en las otras is-las, sino que dentro en sus tierras le señalan cierta par-te donde labran para los Españoles que los tienen de-

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positados, y de aquello se mantienen y no se les pideotra cosa; y esta antes me parece que es libertad y ma-nera de multiplicar y conservarse, que no de diminu-ción; y porque non in solo pan vivit horno, para quelos Españoles se sustenten y puedan sacar oro para susnecesidades, y las rentas de V. M. no se disminuyan,antes se multipliquen, hay tal orden, que con la mer-ced que V. M. fue servido que se hiciese a los pobla-dores de estas partes, de que pudiesen rescatar escla-vos de los que los naturales tienen por sus esclavos, ycon otros que se han de guerra, hay tanta copia degente para sacar oro, que si herramientas hubiese, co-mo las habrá presto, placiendo a Nuestro Señor, se sa-cará mas cantidad de oro en sola esta tierra, según lasmuchas minas que por muchas partes están descubier-tas, que en todas las islas juntas y en otras tantas; ydesta manera se harán dos cosas; la una, buena ordenpara conservación de los naturales, y la otra, provechoy sustentamiento de los Españoles, y de estas dos re-sultarán el servicio de Dios Nuestro Señor y acrecen-tamiento de las rentas de V. M.; ya mí me parece y asíes que para dar a estas cosas de arriba inmortalidad yque duren cuanto el mundo durare, conviene muchoque V. M. mande que los naturales de estas partes seden a los españoles que en ellas están y a ellas vinierenperpetuamente, habiendo respeto a las personas y ser-vicios de cada uno, quedando a V. E. la suprema juris-dicción de todo; porque desta manera cada uno losmiraría como cosa propia, y los cultivaría como here-dad que habrá de suceder en sus descendientes; y ha-cerse hia que el cuidado que yo solo ahora tengo o hade tener la persona que V. M. fuere servido que gobier-ne estas partes, lo tuviesen todos y cada uno en parti-cular en lo que le tocase; y la diligencia que cada UIIU

tiene en sacar de ellos todo lo que puede, por todaslas vías que alcanzan que lo puede hacer, dudando eltiempo que de ellos ha de gozar, se convertiría en es-pecial cuidado de los sobrelevar, estando cierto de laseguridad del uso y posesión de ellos.

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