PROCESOS TRANSFORMACIONALES:

UNA MIRADA A TRAVÉS DE LAS PRÁCTICAS COLABORATIVAS

TESIS PRESENTADA POR:

LIC. EN PSIC. PAMELA ROSALINDA PERAZA SUÁREZ.

PARA OBTENER EL GRADO DE:

MAESTRO EN PSICOTERAPIA

MERIDA, YUCATAN A 16 DE DICIEMBRE DE 2015.

HOJA DE ADVERTENCIA.

Declaro que este trabajo de investigación es de mi autoría, a excepción de las citas y

referencias utilizadas para fundamentar los argumentos que expongo y para esto, he dado el

debido crédito a los autores. De igual manera, afirmo que este trabajo no ha sido previamente

presentado para la obtención de título profesional alguno o equivalente.

Pamela Rosalinda Peraza Suárez.

Agradecimientos

A la vida misma, maestra en el arte de dejar ir y dar bienvenida a nuevos procesos.

A Fernando y Rosalinda, mis amados padres, quienes me dieron el regalo de la vida y

me enseñaron a respetarla cualquiera que fuera su melodía. La mejor forma de mostrar mi

gratitud hacia ellos es que otros los conozcan a través de mí, en cada gesto, en cada

conversación.

A Fabiola y Diana, de quienes he aprendido tanto, compartido momentos invaluables

disfrutando de la hermandad que nos une.

A Manuel, mi continuo contraste con muchas realidades, mejor crítico, amigo y

compañero de vida. Mi ejército de uno.

A mi profesión, cuyos senderos me transforman y me conducen al encuentro de otros,

por ser un punto de convergencia con otras vidas y otras historias.

A aquellas personas con quienes he tenido oportunidad de coincidir y mediante el

hecho de conocerles y conversar, me han regalado más que palabras o recuerdos, han invitado

mi mirada y mi voz a sus vidas.

A las familias Slom, Seigel y Santaniello, por enseñarme, quererme y ser mi familia en

Rhode Island.

CONTENIDO Capítulo I .................................................................................................................................................. 1

Alientos para desarrollar este proyecto. ............................................................................................ 1

Capítulo II ................................................................................................................................................. 6

Vida, mi maestra. Experiencias personales implicadas. .................................................................... 6

Interculturalidad: Rhode Island, lenguaje y encuentro cultural. ..................................................... 6

Conversaciones privadas ................................................................................................................ 11

Mientras me alisto: Mis vestidos ................................................................................................... 12

El entrenamiento que la vida me ha regalado para ser terapeuta. ............................................... 13

José ................................................................................................................................................. 17

Querida María. ............................................................................................................................... 19

Mundo de niños ............................................................................................................................. 21

Carta a una emoción maestra: pase usted Don Dolor ................................................................... 22

Capítulo III .............................................................................................................................................. 27

Cómo me convertí en investigadora. ................................................................................................ 27

Una filosofía llamada posmodernidad ........................................................................................... 28

Una mirada hacia la investigación dialógica .................................................................................. 32

Mi invitado de honor y nuestro caminar juntos. ........................................................................... 34

IV. Capítulo ............................................................................................................................................ 39

Urdiendo hamacas conversacionales ................................................................................................ 39

Multiculturalidad: Mérida, formación, transformación y práctica profesional ............................. 39

El encuentro de nuestras voces. .................................................................................................... 52

Reflexión 1. ..................................................................................................................................... 53

Reflexión 2. ..................................................................................................................................... 56

Reflexión 3. ..................................................................................................................................... 58

Capítulo V ............................................................................................................................................... 61

Una Ética relacional ........................................................................................................................... 61

¿Qué es una Ética relacional? ........................................................................................................ 61

Entonces… ¿cuál es el papel de una Ética relacional? ................................................................... 63

Reflexiones después de este proyecto. .......................................................................................... 66

Referencias ............................................................................................................................................. 67

1

Capítulo I

Alientos para desarrollar este proyecto.

Iniciar una tesis ha resultado ser mucho más que un proyecto académico; me he

encontrado con todo un proceso en el cual van entretejidas remembranzas de conocimientos,

emociones, aprendizajes compartidos y experiencias de vida, junto con otras nuevas ideas que

brotan como agua de una fresca fuente.

Aquí las palabras son más que palabras; conforman un relato vibrante y a todo color

de los aspectos más representativos de mi vida profesional y personal. Este trabajo representó

abrir una brecha nueva, para recorrer más caminos que me invitan a continuar moviéndome…

transformándome.

Pasé cerca de tres años cortejando algunas temáticas para seleccionar entre ellas la

ideal para construir mi tesis. Tal vez un motivo fue que en ese lapso ocurrieron eventos

trascendentales que me alejaron de mis primeras elecciones, pero me prepararon para

acercarme a algo más relacionado con mis historias personales y profesionales , mismas que

me acompañan al consultorio cuando voy a trabajar y decidí dieran motivo y sustento a este

proyecto.

Ser terapeuta y verme como tal me llevó varios años; creerme capaz de desempeñar

esta profesión tuvo su propio proceso, al que describiría como impaciente, ansioso y

cuestionador hacia mi propia capacidad e identidad profesionales. Me preguntaba

2

continuamente: ¿cómo sentirme bienvenida en el desempeño de mi práctica profesional?

¿qué significa ser elegida por alguien para ser su compañera como terapeuta? Una y otra vez

me encontré sin respuestas correctas. Estas interrogantes me atraparon en muchos

momentos; por tanto, he resuelto pensarme como un ser humano que busca compartir

conversaciones e instantes de vida con otros (ya sea como terapeuta o no).

Empecé a jugar con qué compartir en este proyecto, cuando pude contemplar las

varias versiones de “Pamelas” que he sido y han podido ser observadas por quienes me han

rodeado a través del tiempo. También contribuyó considerarme un ser humano en continuo

contacto con las experiencias que la vida le regala y me permiten transformarme

interminablemente. Me resuenan las palabras de Quijano (2011): la posibilidad de reescribir

nuestras experiencias les da un sentido nuevo y diferente.

Me parece desafiante el reto de verme a través del tiempo y en situaciones diversas,

pues esos eventos me hicieron ser de tal o cual forma. He sentido incertidumbre en algunos

momentos, emoción desbordante en otros; todo me llevó a percibir que la vida sucede una

vez, conmigo o sin mí, así que es mejor subirse al barco para disfrutar el “viaje”.

En este documento pretendo honrar las relaciones que me han hecho parte de sus

historias y de una u otra manera han tocado mi vida: personas, conversaciones, emociones,

encuentros y formas de convivir que me llenan de experiencias.

Empiezo presentándome. Soy nacida en tierra caliente, en la blanca Mérida de Yucatán,

disfruto actividades al aire libre y estar cerca de la gente. Después de licenciarme en Psicología,

3

decidí invertir un año y medio en trabajar fuera del país con la finalidad de aprender el idioma

inglés. Esta experiencia, florecida en el estado de Rhode Island, Estados Unidos, aportó un

gran aprendizaje a mi manera de entender la vida.

Al regreso a Mérida, he ejercido esta profesión que me ha provisto de distintos regalos

a lo largo de las diversas etapas y entornos laborales en donde he participado. Desde hace

ocho años me dedico a la práctica privada como psicoterapeuta. En el verano de 2011 concluí

mi posgrado en Psicoterapia con orientación en prácticas colaborativas y bajo una filosofía

posmoderna; recientemente finalicé una certificación internacional en prácticas colaborativas

y dialógicas. Influenciada por estas ideas elaboro esta tesis. Quiero confesar que transcurrieron

varios años entre finalizar el posgrado y el inicio de este texto, lapso no perdido, sino

enriquecido por mis reflexiones, preguntas y las de los otros.

Es importante subrayar que existe un colaborador de esta tesis, quien será presentado

más adelante.

A lo largo de este escrito, es mi propósito fundamental compartir tanto mis inquietudes

como terapeuta en los inicios de mi práctica, como mis múltiples y variados cuestionamientos

sobre mi capacidad profesional, que reconozco me agobiaron en ese periodo y poco a poco se

han ido desvaneciendo. De igual manera, intentar describirme en diversas etapas cronológicas,

enfatizando las diferentes ideas y maneras de interactuar y relacionarme en cada una de ellas.

Con esto último, me vienen a la mente las palabras de Gergen (2006) a la cabeza: “llegamos a

percatarnos que cada verdad sobre nosotros mismos es una construcción momentánea” (p.39)

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Deseo realizar unos comentarios breves de lo que hallará, estimado y paciente lector,

al interactuar con esta tesis; tal vez sirvan para guiarlos en el contenido. En el siguiente

capítulo, es decir el II, intentaré describir mis transformaciones como persona y terapeuta y

las implicaciones que tuvieron para apreciar de modos diferentes las experiencias y generar

aprendizaje a partir de ellas. Para este apartado adquiere relevancia la interculturalidad, pues

la encuentro tierra fértil para las transformaciones en cualquiera de sus manifestaciones. El

lenguaje y la cultura, así como mi aprendizaje de una segunda lengua también estarán

presente como una de las hojas del abanico de las posibilidades que miro.

Aunado a lo anterior, encontrará experiencias personales vinculadas con las

conversaciones surgidas en mi entorno familiar, mismas que fueron un importante respaldo

para introducirme a aspectos particulares de mi trabajo, como: traspasar lo cotidiano a lo

profesional, respetar procesos, la privacidad de las conversaciones, entre otros.

Para desarrollar el capítulo III, me apoyé en las premisas de la filosofía posmoderna, la

construcción social de conocimiento, el modelo colaborativo con prácticas dialógicas con el

cual decido trabajar en el contexto profesional y en cuyas ideas han permeado mi

entrenamiento profesional en los últimos años de mi formación.

Se muestran las diferentes herramientas tales como el uso de medios narrativos,

historias de vida plasmadas en diarios personales, diálogos orales y escritos. Lo anterior integra

en parte el proceso de investigación dialógica, la cual pretendí utilizar para conformar mi

5

documento. También, como prometí líneas arriba, presentaré como merece a mi colaborador,

quien me acompañó en un fragmento de este trabajo y considero un invitado de honor.

El IV capítulo lo he llamado “Urdiendo hamacas conversacionales”, pues presenta los

diálogos orales y escritos que mi colaborador y yo desarrollamos en la construcción de nuestra

investigación como parte de este proyecto, ilustrados con fragmentos de conversaciones, de

reflexiones escritas y preguntas surgidas en el camino. Narro lo sucedido en torno a las

relaciones que se transformaron: de desconocido a cliente; de cliente a compañeros

conversacionales y por último, como colaboradores en este proceso de investigación dialógica.

Por último, en el capítulo V, encontrará mi mirada de lo que es la Ética relacional en la

Psicoterapia y su relevancia en la práctica terapéutica, pues se está en convivencia directa con

historias de clientes, con toda la información privilegiada y confidencial que esto conlleva. Para

concluir, se encuentran las reflexiones después de este proyecto construidas después de

recorrer el camino de desarrollar este material. Dichos hallazgos hablan de mi proceso de

transformación a través de todas las personas con quienes me he cruzado.

6

Capítulo II

Vida, mi maestra. Experiencias personales implicadas.

Cómo comenté en el capítulo anterior, en este segmento comparto algunas

experiencias que han tenido especial relevancia en las transformaciones de mis trayectorias

tanto individual como profesional. Estos eventos me ayudaron a conformar una filosofía de

vida, misma que intento aplicar a todos los ámbitos en los cuales me muevo.

Estas narraciones son hechos particulares, pues considero que las historias brotan

como una manera de atrapar momentos, personas, emociones, olores y sabores; son una

forma de asegurarnos de guardar recuerdos, recuerdos que han impactado fuertemente.

Contarlos, hablar sobre ellos, conversar de ellos es mantenerlos vivos y conjugarlos con el

presente. Confieso que algunos son experiencias relacionadas con el dolor, y de esto, amable

lector, se dará inmediata cuenta.

Interculturalidad: Rhode Island, lenguaje y encuentro cultural.

Egresé de la licenciatura en Psicología con una meta clara: estaba decidida a conocer

otro entorno, otros paisajes, aventurarme a nuevas cosas, personas, relaciones y

principalmente a aprender el idioma inglés. ¿Por qué este idioma? La respuesta es corta: quise

tener una herramienta más para el desempeño de mi trabajo en un futuro próximo.

No pasó mucho tiempo de la búsqueda cuando conseguí un empleo cuidando niños, en

el que sería mi hogar por el próximo año y medio: Rhode Island, el estado más pequeño y

ubicado al noreste de los Estados Unidos de América. A principios de febrero de 2004

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emprendí el viaje que generó cambios trascendentes en toda mi persona, por ejemplo: Nunca

antes salí de mi país, ni volé en avión, por lo que eran sucesos desconocidos para mí. Recuerdo

la incertidumbre y, ¿por qué no decirlo?, el miedo. Sin embargo no eran más grandes que mis

deseos de cumplir con mi meta.

Al llegar, mis primeros dos mundos novedosos fueron el idioma y el clima. Siendo una

persona nacida y crecida en la “blanca Mérida” de Yucatán, jamás enfrenté temperaturas tan

frías; palabras y descripciones como nevadas, calefacción, tormenta de nieve, eran vocablos

solo leídos –hasta entonces- en algún libro. Transición importante para una persona de tierra

caliente, pienso. En un parpadeo, estaba ahí, en medio de todo aquello.

Mi otro mundo en el que inmediatamente me vi inmersa, fue el idioma inglés, con el

que sólo había interactuado en mis niveles obligatorios durante los recientes años en la

universidad y contaba únicamente con algunas palabras y significados en mi haber.

Mis deseos de participar de las conversaciones y las responsabilidades inherentes al

cuidado de los niños, me llevaron a bibliotecas, hacer preguntas, tomar notas, escuchar

cuidadosamente pronunciaciones, entender nuevos significados. Aprendí lo que nunca me

había dado cuenta que podría hacer: entrenar mis sentidos, principalmente, el de escucha.

Sam de 5 años y Luke, de 2.5 años, fueron los maestros más jóvenes que tuve; sus enseñanzas

fueron fundamentales en mi proceso, nacidas de observarlos actuar con la espontaneidad,

curiosidad y libertad de prejuicio, como cualquier niño.

Esto representó un reencuentro con mi propio lenguaje materno y mis raíces culturales,

mediante mi interacción con otra cultura y otro lenguaje en Rhode Island.

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Harlene Anderson (1997) menciona que nacemos con un lenguaje y heredamos todo lo

que viene con él: la historia, la cultura, la tradición y así sucesivamente. También que es el

vehículo mediante el cual asignamos sentido, explicamos nuestra vida, damos orden a nuestro

mundo y narramos nuestras historias. Por lo tanto, en esa circunstancia, mi lenguaje materno,

el español, estaba marginado (el cual usaría limitadamente en mi nuevo entorno, puesto que

no había una comunidad hispana cercana) y también me encontré en la antesala de un nuevo

lenguaje, (hablado y conocido por todos en mi nuevo ámbito, menos por mí), lo que me llevó

a interesarme más y a sumergirme en su conocimiento y uso coloquial. Inició entonces un

trabajo novedoso, lo suficientemente retador para mi persona e imprescindible para conectar

con mi nuevo mundo.

Mi comunicación interna experimentó cambios pues decidí llevar un diario de viaje. Ese

cuaderno llegó a mis manos como un regalo de bienvenida de un pariente de mi familia

“adoptiva”. Recuerdo me dijo: “Es para que escribas tus vivencias en Rhode Island”. Jamás

pensé que el ejercicio de escribir en mi diario de viaje las narraciones y vivencias más

significativas en ese momento, tuviera tal impacto y trascendencia en mi vida. Considero que

esto se entrelaza con la idea de Freeman, Epston y Lobovits (2001) respecto de que las historias

de vida están en gestación continua y es mediante la narración de éstas, con sus problemas y

componentes socioculturales, que se puede generar el gusto por nuevas posibilidades, y

reescribir aquellas historias que más deseamos.

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De igual manera Arjona y Checa (1998), refieren que son las historias de vida, un

proceso descriptivo y narrativo mediante el cual es posible perpetuar los acontecimientos,

conocimientos y saberes.

Otra situación notable para mí, fue observar que formas de relacionarse de la gente de

mi nuevo ambiente eran de cierta manera diferentes: mucha comunicación verbal y poco

contacto físico, algo que extrañé de mi tierra, puesto que crecí experimentando el contacto

físico con otras personas. Lo anterior lo conecto con las maneras de convivir, relacionadas

estrechamente con un lenguaje, una comunicación cotidiana y una forma de ser.

Entonces hallé maneras diferentes de estar con mi propia familia. Dadas nuestras

circunstancias geográficas, denominé a este nuevo reto: la distancia que nos une. Por

momentos sentí la nostalgia de no tenerles cerca para compartir una comida o de reír juntos.

Sin embargo experimentamos otras formas de comunicación: el teléfono, correos

electrónicos y correspondencia tradicional. Cuando recibía una carta escrita de puño y letra o

un correo electrónico, reconocía emociones tan vibrantes que me permitían –en cuestión de

segundos– viajar a México, a Mérida, a mi casa, a la sala donde conversamos y sentirme

abrigada por una calidez familiar.

No todo fue sencillo; recuerdo en algún punto en mi estancia lejos de casa sentirme

insegura por no saber a dónde pertenecía; me miré al espejo y dije: Yo estoy aquí, pero no

pertenezco aquí; fue un momento complicado de enfrentar. Cuál fuera mi sorpresa que a la

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vuelta de los meses, de vuelta en casa, un año y medio después, me descubrí,

paradójicamente, con el mismo argumento: Yo estoy aquí, pero ya no sólo pertenezco aquí. El

entorno era diferente, porque yo lo era también.

Entendí que era distinta, había cambiado, que traje conmigo nuevas relaciones a casa,

nuevas formas de ver y sentir la vida y a su vez, también me dejé en esas relaciones, en esas

nuevas maneras que me acogieron. ¡Fue un encuentro maravilloso!

Estas experiencias me remontan a las bases de la construcción social, que consideran

el conocimiento o la narrativa sobre uno mismo como una construcción comunal, un producto

del intercambio social. Shotter (2010) indica que se pretende dar cabida a una nueva manera

de hablar y de escribir que refleje el valor de las relaciones humanas, –no como algo muerto

de lo cual se habla– sino como algo vivo que debe ser relacionado como una manera de estar.

Bajo esta mirada, las palabras no hacen nada por su cuenta: no representan cosas, ni

representan ideas. Tienen significado solo en aquellas situaciones en las que los seres humanos

hacen algún uso de ellos en relación a sí mismos y otras formas de ser. En estas situaciones, la

gente responde a cada una de las expresiones y voces, y al hacerlo, no solo se refieren a sí

mismos, u al otro, sino que también a su entorno.

Ahora que tengo la oportunidad como terapeuta, de ser una compañera en las historias

y relatos de las personas, aprecio las travesías a donde mis clientes me llevan, para permitirme

conocerlos y emprender con ellos un trayecto que nos permita crear perspectivas nuevas en

cada momento de nuestra relación.

11

Conversaciones privadas

Janice DeFehr (2011) preguntó durante un taller al cual acudí como participante:

¿Cómo aprendimos a escuchar a los demás? ¿Cuáles fueron nuestros entrenamientos?

Inmediatamente me llegó un evento que está como marca indeleble en mi memoria: Soy la

mayor de tres hermanas; fue inevitable remitirme a conversaciones entre nosotras y con mis

papás. En una ocasión, una de ellas platicaba con nuestra mamá en la calidez de su habitación.

La puerta estaba cerrada; llegué de repente, abrí intempestivamente e interrumpí –con el

sentimiento de haberme perdido de “partes”– y quise incluirme en la conversación.

Ellas respondieron con una pausa. Yo estaba extrañada y no comprendía: miré a una y

luego a la otra, mientras el silencio invadía el espacio: ¿por qué no continuaban en mi

presencia?, -me pregunté- ¿por qué no podía ser parte de esa plática? En ese momento la

sensación me hizo sentí muy molesta; creía que por ser parte de la familia tenía el privilegio

de participar de todas las conversaciones y la información de cada miembro.

Darme cuenta de que no funcionaba así, fue una gran lección. A pesar de mi inicial

enojo mortal, entendí que existían conversaciones a las cuales podía ser o no invitada y

muchas veces, un privilegio es un regalo otorgado por alguien más y se invita a disfrutar de él.

Volviendo a DeFehr (2011) y su taller, habló en ese entonces de cómo aprendemos a

escuchar a los demás y cómo los demás nos incluyen en ciertas partes de su historia. Esta sin

duda, fue una de esas lecciones de una atenta escucha.

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Lo anterior no tenía un significado trascendental en ese momento, pero

definitivamente lo tiene ahora en mi trabajo como terapeuta puesto que la gente privilegia

con sus relatos, con los fragmentos de sus historias a la figura del terapeuta, para invitarle a

entrar a su vida y colaborar juntos.

Mientras me alisto: Mis vestidos

En una ocasión, cuando recién comenzaba mi práctica privada en la terapia, me “alisté”

–como se diría en el lenguaje local de mi ciudad para describir el vestirse apropiadamente para

algún evento– para ir a mis citas de aquella tarde. Me puse lo que creía apropiado y enseguida

fui al cuarto hermana menor y le pregunté: “Diany, ¿cómo ves?” Me dirigió una mirada rápida

y contestó: “Te ves bien”. Su contestación me hizo sentir tranquila y de nuevo la interrogué:

“¿Cómo ves? ¿Soy la psicóloga que te gustaría tener?” Asintió con la cabeza y dijo: “Sí, Pam.”

Respuesta acompañada de una mirada y un tono de voz que me transmitía el mensaje: “Ya

Pam, no te pongas nerviosa y ve a trabajar.”

Esta anécdota me ha regalado varias reflexiones: ¿Cómo estoy vestida como

terapeuta? ¿Cómo estoy vestida para mis consultantes? Al referirme “vestida” lo hago de una

forma metafórica, relacionada con todo aquello que puedo construir con quienes me eligen

para llevar con ellos un proceso de terapia. Me pregunto: ¿estaré bien vestida con mis

conocimientos, mis formas de generar ambientes de diálogo y reflexión?, ¿serán las

apropiadas mis formas de escuchar para las personas a quienes acompaño en terapia?, o ¿seré

una buena anfitriona de conversaciones?

13

Bajo la filosofía posmoderna, lo anterior da paso a la incertidumbre, la cual requiere

detenernos ante nuestras propias creencias de nosotros mismos o las creencias que los demás

depositan en nuestra persona; se refiere a dejar de lado nuestros pre entendimientos hacia lo

que sabemos, para adentrarnos a lo que no sabemos en términos de la vida y narrativa de

nuestros clientes, una incertidumbre que como Anderson (1997) sugiere, permita ser capaces

de no entender demasiado rápidamente, de abandonar supuestos y estereotipos prematuros,

de cuestionar lo que pensamos que sabemos y de no apreciar nuestro conocimiento más que

el del cliente. De igual manera, tener una mente abierta que dé cabida a un espacio para el

otro, ese espacio para las posibilidades, que constituya un espacio crítico para el diálogo.

Es así como me doy cuenta que mis vestimentas, pronto van adquiriendo más

“indumentaria, accesorios y colores”, dejados por aquéllos con quienes comparto un proceso

de terapia; en cada sesión me siento “engalanada” por nuevos y diferentes atavíos, productos

mi interacción con los demás. Pienso muchas cosas, me doy cuenta de que también pienso mis

sentimientos y de alguna manera creo que he estado sintiendo y mis pensamientos también.

Lo anterior me conecta con diferentes formas de ser yo.

El entrenamiento que la vida me ha regalado para ser terapeuta.

En mi etapa de estudiante, trabajé durante un año en el ala de Oncología Pediátrica de

un hospital público de la ciudad de Mérida. Este primer encuentro laboral fue como un

terremoto: sacudió toda mi persona, mis pensamientos, mis emociones, mi forma de ver a las

familias, a los niños y… ¡al cáncer! Implicó estar en un esquema institucional en el cual los

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discursos dominantes correspondían a los profesionales de la salud física: los médicos.

Cualquier otra voz, ya sea proveniente de una psicóloga, maestra, trabajadores sociales o

voluntarios, era tan solo un murmullo que fácilmente podía perderse entre las voces expertas

de los galenos.

Aprendí, entre miles de cosas: de sintomatología, de horas de visitas médica y familiar,

de informes, de lenguaje especializado, de acompañar a dar buenas y malas noticias, a traducir

diagnósticos llenos de vocablos médicos a personas sencillas que no los entendían. Leí libros

que me dieron un poco de soporte bibliográfico y consideré necesitar ya que los niños que ahí

se encontraban y por extensión, sus familias, se enfrentaban al cáncer, en cualquiera de sus

formas y grados.

Pronto conocí a otra psicóloga de la institución. Me aventuré con ella a crear un

pequeño grupo de auto ayuda para familias, mismo que serviría como un espacio de diálogo

en torno al proceso en el que vivían como familia, los cambios que a partir de la enfermedad

y tratamientos habían devenido, entre otros tópicos relevantes. Formalmente fue la primera

ocasión que trabajé con grupos y con familias también. Este formato de intervención estuvo

bajo un enfoque humanista1.

Comencé en las áreas de los pacientes internados o en quimioterapia ambulatoria. Con

frecuencia buscaba a padres de cubículo en cubículo para invitarlos a participar en este grupo.

1 Enfoque de abordaje terapéutico que tiene como uno de sus fines principales plantear una imagen positiva e integral del ser humano, no mecanicista ni determinista. Una de sus afirmaciones más conocidas en este ámbito es: “El hombre es más que la suma de sus partes”

15

Al regresar de mi estancia en EE.UU., incursioné como voluntaria para una asociación

civil que atendía a personas y familiares con depresión. Su labor consistía esencialmente en

organizar espacios psicoeducativos para aprender y compartir experiencias respecto de los

problemas de depresión tanto en un contexto personal, como familiar. El grupo inicial creció

tanto que fue necesario subdividirlo en varios, así que se me invitó a participar como

colaboradora y facilitadora de uno. A la par que funcionaba el grupo, se inició el servicio de

terapia individual. Allí formalmente dieron origen mis prácticas en psicoterapia. A diferencia

del hospital donde anteriormente trabajé, no había que ir a busca a la gente y ofrecer un

servicio; esta vez, los usuarios podían seleccionar a su terapeuta y agendar una cita. Esta

temporada fue de las experiencias más alentadoras. Para mi sorpresa, fui elegida para

acompañar muchas historias.

En aquel entonces inicié mi trabajo interdisciplinario con médicos, esta vez con

psiquiatras. Me mostraron aspectos distintos a los que conocía en referencia a la depresión y

los estados de ánimo. Supongo que algunos apreciaron mi trabajo y otros no tanto.

En ese mismo lapso, alrededor del año de 2006, se me invita al equipo interdisciplinario

de una institución privada de salud mental. Este equipo se conformó en sus inicios por dos

psicólogas, una trabajadora social y un médico psiquiatra, además del personal de dirección,

administración y limpieza. Al principio, la institución tuvo un formato de “Casa de medio

camino”2 y posteriormente amplió su atención a otra modalidad: hospedaje para pacientes

2 Para este contexto particular, se refiere a una institución que brinda a las personas que atraviesan padecimientos mentales no severos las herramientas y el apoyo interdisciplinario necesario para su efectiva

16

con enfermedades mentales. Mi trabajo consistió en un programa diario de psicomotricidad

para los pacientes, mismos que en su mayoría estaban afectados neurológicamente por años

de tratamiento farmacológico. A la par colaboré realizando sesiones de terapia familiar con

un contenido de psicoeducación y de ajustes a los cambios en torno a un miembro con una

situación de salud mental. Como otra parte de mi labor se abrieron sesiones de terapia grupal

para los pacientes, espacio que aproveché para reforzar las habilidades sociales y fortalezas

de cada uno.

A pesar de no estar directamente a mi cargo, vi los inicios del proyecto de “Taller

protegido”, en el cual la trabajadora social había conseguido que los pacientes laboraran en

las instalaciones de la misma institución para una empresa local haciendo producción y

ensamblaje de cajas de cartón para almacenar sus productos. Fue un proceso muy

emocionante ver incursionar a los pacientes en el ámbito laboral y recibir una remuneración

económica por su esfuerzo.

Durante esta etapa aprendí acerca de sintomatología y diagnóstico respecto de

enfermedades mentales, tratamiento, farmacología asociada, abordajes cognitivos y

conductuales para trabajar con pacientes y con sus familias; palabras como “esquizofrenia”,

“trastorno bipolar”, “distimia”, estar “fuera de la realidad” se volvieron parte de un lenguaje

con el que interactué cotidianamente.

inclusión social. Respaldados por equipo de médicos, enfermeras y psicólogos y la labor del trabajo social. Los usuarios entran por la mañana y salen por la tarde.

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Estuve influenciada por el modelo de intervención en terapia cognitivo conductual

diseñado por el psiquiatra Aron Beck3. Considero que como cualquier aprendiz en su

momento, estas ideas representaron grandes novedades para mí.

Lo más importante de este periodo, fue que los pacientes me dejaron relacionarme no

únicamente con ellos, sino también con sus voces: alucinaciones auditivas y visuales

permitiéndome conocer un poco más su realidad, que no era la mía, pero en la que de alguna

manera estaba incluida.

Tanto los médicos psiquiatras como los trabajadores sociales se convirtieron en

eslabones importantes para una labor integral; valoré lo que representa un trabajo en equipo

y una red de colaboración.

A continuación relato dos historias nacidas en esta institución y que me han dejado

llena de aprendizajes:

José

Estábamos reunidos celebrando servicios religiosos, cuando el sacerdote que ofrecía

sus servicios en la institución comenzó a dar una charla acerca de la muerte y resurrección de

Jesús y cómo con este acto subió al cielo. También habló de cómo Dios vive en la gente a pesar

de no verlo.

3 Es conocido por desarrollar la Terapia Cognitiva, planteando el modelo ABC mismo que se centre en eventos activantes, creencias respecto de estos y consecuencias, ya sea emocionales y conductuales.

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José (uno de los usuarios) levanta la mano y curiosamente pregunta: Entonces estás

diciéndonos que ¿resucitó y se fue hasta el cielo? Continuó reflexionando para él mismo:

Entonces, lo que nos estás diciendo ¿es que Jesús es un extraterrestre?”, dirigiéndose al

sacerdote. Bueno, le respondió aquél, es una forma de verlo, así que ¡sí! como un

extraterrestre, José. Este último solo dijo: gracias y se quedó tan tranquilo. Todo mundo rio

ante tal situación.

Este hecho, me hizo pensar varias cosas: para comenzar, la curiosidad genuina de José

y su particular manera de cuestionar sin temor. (Su interrogante me sorprendió mucho). Por

otro lado, el religioso gentilmente miró esta forma de ver la historia con credibilidad e interés

genuino. También tomó un interesante y válido punto de vista sin juzgar, dando una

contestación simple a una interrogante simple. Este juego de preguntas y respuestas tienen

sentido únicamente en el contexto en que son vistas. Algunas veces, necesitamos una

respuesta sencilla a una pregunta sencilla.

Ese día aprendí cómo la gente llamada “institucionalizada” (en centros médicos,

instituciones de salud mental) está continuamente invitándonos a visitar sus realidades,

desconocidas para nosotros o al menos no percibidas como ellos lo hacen. Pienso que no

temen moverse de una realidad a otra o hablar de ellas; quizá la gente siente miedo de ser

libre en sus palabras, pensamientos y acciones. También que el sentido del humor es un

ingrediente muy especial y puede ser un lenguaje a explorar.

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Querida María.

No puedo hablar acerca de sabiduría espontánea, sin mencionar a María. Era una

maravillosa mujer alrededor de los cincuenta años, con los cabellos como el pico de una

montaña nevada y profesional reconocida en Psicología. Un día yo caminaba por los pasillos

de la institución; debo decir que era un espacio abierto, habitado por cómodas sillas y mesitas

de café. Ella estaba sentada admirando los pájaros y los sonidos de la mañana, cuando de

pronto me llama: “¡Hey, Pam! ¡Ven, ven aquí!”, mostrándome una silla vacía justo al lado

suyo. Me recuerdo bastante apurada, pero bueno, me tomé un momento. Apenas tomé

asiento, me miró y me dio la bienvenida diciendo: eres un poema.

No se necesitaron palabras, una especie de diálogo estaba fluyendo entre nosotras.

No esperaba tal cosa, me dejó muda. Entre mis prisas, me encontré con su gentil manera de

mirarme a los ojos y la delicadeza con que sus manos tocaron las mías, casi me paró el corazón.

Ese momento se sintió como una eternidad. Yo estaba equivocada; cuando ella me detuvo,

pensé que necesitaría algo de mí pero en lugar de eso, ¡yo estaba recibiendo!

Sin saberlo, María me dio una gran lección que nunca olvidaré: el cumplido más

hermoso que alguien me ha regalado; lo llevo en mis pensamientos, alma y corazón como un

tesoro invaluable. Especialmente en mi profesión, cuando hay que hacer pausas en el correr

de la vida personal y por elección mirar con gentileza lo que los demás llevan a terapia.

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Ahora, conforme transito por los caminos de la vida, tengo en mente palabras como las

de Shotter (2012) cuando acerca de los cambios refiere:

Los cambios innovadores genuinos en las instituciones y organizaciones son cambios

‘profundos’ en el sentido de que son cambios en nuestras ‘maneras’ de pensar,

escuchar, de ‘hacer conexiones’ entre acontecimientos, ‘maneras’ de hablar, etc. – en

síntesis, son cambios en nuestras ‘maneras’ de ser alguien, cambios en el tipo de

persona que somos, cambios en nuestra identidad. (p. 7)

Algo en mí estaba ya cambiando tanto a nivel teórico como en mi persona. Caí en

cuenta que este último concepto del discurso dominante: “fuera de la realidad” manejado en

la institución de salud mental, me causó mucho ruido e inquietud, pues percibí que los

pacientes vivían en una realidad incomprensible para los demás (incluidos mis colegas y yo).

Ante esto, las familias, los diagnósticos, y el esquema médico sostenían que debían estar

dentro de “una realidad”, esa realidad convencional para todos.

Después de egresar y ya con alguna experiencia laboral en el campo de la Psicología,

tomé un diplomado corto en “Terapia Breve”4; iniciaron los contrastes entre mi acervo

académico adquirido en los años universitarios y otras formas de abordaje en el campo de la

Psicología.

4 Tal como lo indica su nombre, implica tratamientos cortos respecto a otras técnicas tradicionales. Su principal enfoque involucra cambiar de una forma de pensar lineal (causa-efecto) a uno sistémico (sistemas, subsistemas y sus interacciones), es decir, no se trata al individuo y su problema en forma aislada, sino que lo considera dentro de su contexto actual y sus interrelaciones. Esta filosofía está centrada en atender las situaciones actuales, no necesariamente indagar hacia el pasado.

21

Mi pensamiento fue permeándose por algunos cursos que decidí tomar; fui

mudándome a otros aprendizajes. Leyendo a autores como Bill O´Hanlon, Michael White,

David Epston con perspectivas que me resultaron novedosas, empezaron a generarse grandes

transformaciones en mi ideología acerca de cómo ejercer mi profesión, a tener un

pensamiento más crítico, así pronto decidí incorporarlas tanto a mi práctica privada de

psicoterapia como a la institución de salud mental.

Mundo de niños

Después de la organización privada, dirigí el departamento de Psicología escolar de un

colegio particular de la ciudad de Mérida. Interactué con adolescentes y niños, realicé

canalizaciones de chicos con necesidades académicas y emocionales y de alguna manera

regresaron las intervenciones en familia a nivel de contención para el apoyo de cada uno de

sus miembros.

El trabajo constante con maestros, escuchando sus voces, preocupadas algunas veces,

y desesperadas en otras, las demandas de los padres, las inquietudes de los niños y

adolescentes me pusieron frente a desafíos diversos, tales como ir generando la sintonía entre

los integrantes de mi comunidad escolar. Aprendí a compartir con los pequeños pero también

con gente muy enojada. Muchas veces me pregunté si podría contribuir generando posturas

que invitasen a la relación en lugar de la agresión.

22

Los niños me enseñaron a sentirlos, me invitaron a sus mundos, me llevaron de la mano

hacia donde querían ser acompañados, me mostraron la nobleza desinteresada de un ser

humano que se preocupa por otro, la espontaneidad, la necesidad de preguntar curiosamente

acerca de las cosas que no comprendían y querían genuinamente saber.

En este periodo inicié mi búsqueda por un posgrado que atendiera mis nuevos intereses

y en el que pudiera encontrar distintas perspectivas para hacer terapia. Fue así que hallé la

maestría en Psicoterapia con enfoques posmodernos y mi mundo se volvió patas arriba.

Carta a una emoción maestra: pase usted Don Dolor

En un momento de mi existencia, un evento trajo consigo grandes cambios; cambios

en mis percepciones de la vida, en la manera en que me veía a mí misma y cómo me descubrí

en versiones desconocidas. El momento al que hago referencia es mi encuentro con el dolor,

físico y emocional a causa de una pérdida severa de salud y aunado a ella, de mi rutina

cotidiana. Supe entonces que lo que necesitaba era hacer algo al respecto; al principio no sabía

muy bien qué o cómo… Repasando una y otra vez en mi mente, decidí escribir algo que diera

voz a esta emoción que me sacudía como un huracán en verano. Como muchas ocasiones me

encuentro reflexionando en mi segunda lengua, el inglés, ya que siento que me hacen pensar

diferente las situaciones; tomo notas en ese idioma pero también lo traduzco al español, como

una manera de mantener mi interculturalidad y en este caso darle la atención que como he

decidido llamarle “Don Dolor” necesitaba.

23

“Las metáforas son recursos empleados en la Psicoterapia contemporánea” (Anderson

1997, p. 277). La narrativa alude a una forma de discurso, para organizar, explicar, dar sentido

y comprender las circunstancias y sucesos de nuestra vida, los fragmentos de nuestras

experiencias e identidades propias para con los otros y con nosotros mismos.

Esto fue lo que resultó:

Dear Pain:

I have felt you in different moments of my

life; it took me a little bit of time to

understand you, to get to know you, to get

in touch with you.

I’m sharing one of the moments when I felt

deepest pain; back then, it was spring of

2013 when my health was so weak that I lost

it for a while.

I remember you taking different kinds of

things away from me: my rhythm of moving

in life, my tranquility, my physical health, my

baby, and the joy of others seeing me

healthy.

Querido dolor:

Te he sentido en diferentes momentos de mi

vida; me tomó un poquito de tiempo

entenderte, conocerte y hacer contacto

contigo.

Estoy compartiéndote uno de los momentos

cuando he sentido lo más profundo del

dolor, en ese entonces era la primavera de

2013, cuando mi salud se vio tan frágil y la

perdí por un tiempo.

Te recuerdo a ti alejando de mí diferentes

cosas: el ritmo que tenía de moverme en mi

vida, mi tranquilidad, mi salud física, y la

alegría de otros de verme saludable.

24

In the context of this event, you visited me, I

saw many people around me feeling you, I

saw my loved ones and friends having

watery eyes and runny noses: they were

felling you, and through me, and I got the

feeling —though I don’t know for certain—

you took something away from them too.

I felt that I had to do something, so I took a

chance to make peace with you, and that

was the begging of getting along just fine. I

did not invite you into my life, you just

showed off so suddenly, I wasn´t expecting

you, so I decided to give you your time, to

come into my body and feel you physically,

to come into my heart and feelings and show

you how hurt they were. Even when it was

hard to see and feel, I allowed you to touch

my family and love ones life’s too.

I like to think that you also felt grateful to

me. And by the way that I see it, you “took

away” but you also gave me one of the

En el contexto de este evento me visitaste, vi

mucha gente a mi alrededor sintiéndote, vi a

amigos y seres queridos tener ojos acuosos y

narices rojas: ellos estaban sintiéndote.

Aunque no lo sé con certeza tuve el

presentimiento que a través de mí, te

llevaste algo de ellos también.

Sentí que tenía que hacer algo, así que tomé

una oportunidad de hacer las paces contigo,

y creo que eso fue solo el inicio de llevarnos

bien. No te invité a mi vida, tú solamente te

apareciste tan de repente, no estaba

esperándote, así que decidí darte tu tiempo,

de venir a mi cuerpo y sentirte físicamente,

de venir a mis emociones y mostrarte lo

heridas que estaban; y a pesar de que fue

difícil de hacer y de sentir, te permití tocar la

vida de mi familia y seres queridos también.

Me gusta pensar que te sentiste agradecido

conmigo. Y en la manera a como lo veo, tú

“te llevaste” pero también me diste uno de

25

greatest gifts that I have ever received, not

even from my favorite feelings, like

happiness or love. Your gift was the

opportunity of being able to generate

relevant changes through new meanings.

If you had left before I was able to learn this,

and to see your gift, I believe my story would

have been completely different, so I want

you to know how grateful I am, because this

gift also went back to everyone who was

close to me along the way.

I re-read again and I think that I should say

that we are both grateful. On my side, for

giving me the opportunity of being

transformed by you, and on your side, to

have had the chance of being hosted in my

life for several weeks.

Every time that I decide to learn from

someone or something, it becomes my

los regalos más geniales que jamás haya

recibido –ni siquiera de mis emociones

favoritas– como el amor o la felicidad. Tu

regalo fue la oportunidad de generar

cambios relevantes a través de nuevos

significados.

Si te hubieras ido antes de poder aprender

esto y ver tu regalo, creo que mi historia

hubiese sido completamente diferente.

Quiero que sepas lo agradecida que estoy,

porque este regalo también fue para todos

quienes estuvieron cerca de mí a lo largo del

camino.

Releo y creo que debo de decir que ambos

estuvimos agradecidos. Por mi parte, de

tener la oportunidad de ser transformada

por ti, y por la tuya: haberte hospedado en

mi vida por varias semanas.

Cada vez que decido aprender algo o de

alguien, se convierte en un maestro, y tú,

26

teacher, and you dear pain, were a tough

one, but a precious one.

My sincere thanks to you; feel sure that I

treasure your gift, it has become part of me.

Pamela.

querido dolor, fuiste uno muy rudo, pero

muy preciado.

Mi sincero agradecimiento a ti, siéntete

seguro de que atesoro tu regalo, se ha

convertido parte de mí.

Pamela.

Michael White y David Epston (1993) han dedicado parte de sus estudios y escritos a

la externalización, un abordaje terapéutico que insta a las personas a cosificar y a veces, a

personificar, los problemas que las oprimen. Señalan que en este proceso, el problema se

convierte en una entidad separada, externa por tanto a la persona o a la relación a la que se

atribuía. Los problemas considerados inherentes y las cualidades relativamente fijas que se

atribuyen a personas o relaciones se hacen así menos constantes y restrictivos.

Por lo que concierne a mi experiencia con el dolor, estos espacios narrativos

introdujeron nuevas miradas de ser y apreciar el entorno que me rodea. De esta forma pienso

en mi labor como terapeuta y el recurso que las narraciones en su forma oral o escrita

representan. Es entonces cuando parte de mí se fusiona con esta ideología, que es una

filosofía, porque tiene connotaciones que han tocado mi vida personal y con las cuales me

conecto en el desempeño de mi profesión.

27

Capítulo III

Cómo me convertí en investigadora.

Mi tesis me ha convertido en investigadora; lo considero así por la oportunidad de

acompañar con gran satisfacción el proceso terapéutico de mi colaborador, para

posteriormente y con su apoyo, escribir al respecto, realizar reflexiones, ordenar ideas,

generar interrogantes, exponer los hallazgos y lo más importante: dialogar con él y con las

ideas, con el proceso, con nuestro proceso. Estas descripciones me llevan a pensar en lo que

Anderson (1997) llama socios conversacionales, es decir, la figura del terapeuta y consultante

se desdibujan y disuelven para dar paso a otros procesos que crean nuevos sentidos y

significados, en este caso, un proceso de indagación.

Esta indagación va más allá de un documento académico; me dio la oportunidad de

apreciar mi labor desde los ojos de mis consultantes, permitiéndome honrar las historias de

quienes me han elegido como compañera en terapia, así como también honrar mi propia

historia con personas y sucesos que la han marcado en mi trascurrir por la vida y el trabajo,

como los mencionados en el capítulo anterior.

Todas estas formas y señales han influido en mi práctica profesional, ejemplo es el

encuentro con mi colaborador David a quien presentaré más adelante; a la par de las ideas

referentes a la posmodernidad que desde varios años atrás he decidido adoptar como parte

de mi quehacer profesional.

28

Dado lo anterior, ha sido necesario encontrar los pilares metodológicos más

apropiados para dar sustento a estas ideas, tarea que me lleva a reflexionar sobre lo que hoy

por hoy creo como una filosofía tanto de trabajo como de vida.

Atendiendo al fundamento metodológico, presentaré dichos pilares como:

posmodernidad, construcción social, modelo colaborativo en la terapia e investigación

dialógica. Cada uno va estrechamente ligado con el otro en función de acentuar la influencia

que las relaciones tienen sobre procesos de ser y sentirse transformados, ya que la indagación

realizada entre David y yo tuvo como base nuestro contacto cotidiano y lo generado a partir

de éste.

Mi encuentro con las ideas posmodernas se da en mis últimos años de licenciatura,

transmitidas a través de mis maestros Dora Ayora y Paco Vadillo, hablando de cosas que en

ese momento –y como hasta ahora- rompían muchos esquemas en mi pensamiento hacia la

Psicología. Las aportaciones discretas pero contrastantes de estas ideas, despertaron mi

interés por conocer más a fondo esta filosofía y sus planteamientos, cuyos contenidos

conforman el marco de esta indagación.

Una filosofía llamada posmodernidad

He aprendido que la posmodernidad no se trata de un estilo dentro de la Psicología, o

un enfoque terapéutico, es algo mucho más profundo que eso. Anderson (1997), habla de la

posmodernidad no como una época o un movimiento social, sino como una crítica al supuesto

planteado por la postura filosófica de la modernidad en la que el discurso dominante es

29

poseedor de la verdad o pretende conocerla por su naturaleza misma, esto es, designa una

tradición filosófica occidental, una era, un discurso monovocal, que representa el ideal

renacentista de la humanidad como centro y dueña del universo y también los conceptos

cartesianos de objetividad, cierre, verdad, dualismo y jerarquía.

De igual manera Botella, Pacheco y Herrero (1999), refieren que Polkinghorne (1992)

define el pensamiento posmoderno como una reacción a los límites de la epistemología propia

de la modernidad.

Es así que entiendo la posmodernidad como la conceptualización de una trasformación

de ideas críticas, situadas en una época en la que comparten diferentes formas de apreciar la

realidad actual; aportaciones que extienden sus lazos hacia diversas concepciones

sociológicas, movimientos artísticos y formas de convivencia relacional. Lo anterior es

proyectado como un conjunto de ideas críticas, que replantean una y otra vez lo conocido

como verdadero, que provocan reflexiones que reformulan la noción de una transformación

constante en uno mismo, los otros y el entorno con el que se convive, y más aún: las formas

que se eligen para hablar, interactuar, visualizar.

En el marco de la posmodernidad, encontramos lo construido socialmente. Al respecto,

Tarragona (2003), señala que una parte del pensamiento contemporáneo en la Psicología y

disciplinas sociales como el construccionismo social, enfatizan que no somos "yos" o "selves"

30

monolíticos y terminados, sino que todos tenemos múltiples facetas y muchas voces, que

constantemente estamos construyendo quiénes somos y que es lo hacemos a través del

diálogo con otras personas y con nosotros mismos.

Lo anterior me lleva a pensar que he construido este material acompañada de otras

personas y otros diálogos que me permitieron vivenciar distintas formas de ser de mi persona.

Ante esta multiplicidad, surgen maneras de trabajo que concuerdan con esta filosofía;

esto me conecta con lo expuesto por Gergen y Wharhus, (s.f.) quienes plantean que en

contraste de algunos fundamentos modernos de la terapia, para el construccionista no existen

problemas, causas, fuerzas, estructuras, que no se deriven de las interpretaciones basadas en

el pensar común. Por supuesto, esto no significa que "nada existe" o que "nunca se puede

conocer la realidad" –lo que ellos mismos nombra como malentendidos corrientes del

construccionismo–, sino que al intentar articular lo que existe, al ubicarlo en el lenguaje,

penetramos el mundo de los significados generados socialmente.

Esto me lleva a pensar en este material como un trabajo en conjunto, que no solamente

me pertenece, también en las relaciones creadas en torno a su realización, a los cambios

generados en su desarrollo y de igual modo, a quienes movidos por su interés participen de su

lectura.

Es este proceso de construirnos en relación, de poner atención a los significados, lo que

posibilita entablar diferentes formas de vincularnos y de ser con los otros.

31

Desprendiéndose de las ideas posmodernas, se encuentra la práctica colaborativa de

la Psicoterapia. Anderson (2001) menciona: “El modelo colaborativo representa más una

filosofía de vida que una postura de terapia”. (p.2).

Una manera de interactuar con distintos campos, ya sea en un contexto laboral, de

terapia, o personal, plantea las relaciones desde la postura desde un “ser con el otro”. Las

prácticas colaborativas vistas como una filosofía no se enfocan en encontrar verdades

científicas; más bien involucra un análisis, indagación y reflexión continuos.

En este contexto de lo construido socialmente, Gergen y Gergen (2008) sostienen que

“todo lo que consideramos como real es socialmente construido, o más dramáticamente

dicho, nada es real hasta que las personas estén de acuerdo en que lo es”. (p. 10)

El modelo colaborativo y las prácticas dialógicas ponen su atención en las

conversaciones, el lenguaje utilizado para describir la realidad de la persona tal como la

percibe, partiendo del supuesto de que el conocimiento, los aprendizajes, las historias de vida,

el concepto de identidad se generan a partir de la interacción con los otros. DeFehr (2008,

p.328) plantea sobre lo anterior: “Las aproximaciones colaborativas en psicoterapia son una

filosofía de vida, una manera dialógica de ser con otros y alteridad, más que una teoría, un

modelo o un grupo de técnicas a ser aplicadas”

32

Sisto (2008) sostiene que autores como Holstein y Gubrium, (1995); Denzin y Lincoln,

(2003), han mencionado que una metodología cualitativa demanda una disposición al diálogo,

denominada como activa ya que procura el involucramiento activo del sujeto investigador con

el otro, reconocido como sujeto, transformando a las instancias de producción de datos como

instancias dialógicamente activas.

Poco a poco relataré como nuestras historias (David y mías) fueron conversando,

interactuando, compartiendo el proceso que aquí tiene cabida.

Pensando en lo anterior, comencé mi búsqueda de cómo investigar congruentemente

con estas ideas para dar un lugar a la voz de mi compañero invitado, en conjunto con la mía,

evocando nuevas voces como autores u otras personas, quienes también conformaron

nuestras conversaciones.

Una mirada hacia la investigación dialógica

Para dar forma a lo surgido, me apoyé en el modelo de investigación dialógica, mismo

que ha ido cobrando congruencia con planteamientos de las prácticas colaborativas. Me

refiero a la indagación social colaborativa propuesta por Janice DeFehr (2008), quien la

describe como ser un participante activo en la constitución de sus prácticas; los terapeutas

colaborativos no funcionan como expertos analistas o intérpretes, sino que en lugar de eso,

responden espontáneamente a las palabras de sus compañeros conversacionales. Responden

a las situaciones dialógicas conforme se van desarrollando e interactúan con los demás y con

sus diálogos. Estas ideas me transportan al pensamiento de que las relaciones se construyen a

33

través del diálogo, y al mismo tiempo, son un elemento muy importante para la creación del

mismo, “relación y diálogo, se construyen mutuamente”. (Ayora, Chaveste y Vadillo, 2010,

p.36).

Al hablar de la investigación hecha con mi colaborador, de su historia, en conjunto con

historias propias, me hace pensar en las formas en las cuales elegimos para contarlas y cómo

éstas fueron creando nuestra realidad de indagación.

Al respecto de trabajar en conjunto, Penn y Frankfurt, (1994) proponen que todos

tenemos muchas "voces" y constantemente estamos enfrascados en diálogos internos con

nosotros mismos, así como en diálogos interpersonales con otras personas. De esta forma,

(Tarragona, 2003, p.218) refiere que se utiliza el término "voz" para referirse a “distintas

perspectivas de uno mismo en relación a otros”. Es así que lo planteado más adelante pretende

mostrar una mirada de nuestras voces en su interactuar, conocerse y transformarse.

Katz y Shotter, (2004, en DeFehr 2015,p.78) refieren:

El evento de indagación dialógico entero demuestra la disponibilidad, apertura y la

‘habilidad de responder’, no sólo en la fase inicial cuando el autor primario busca

‘datos’, sino a través de todo, en cada desenvolvimiento nuevo del trabajo.

Porque, “si vamos a dejar que ‘algo’ nos hable de sí mismo, de sus propios ‘contornos’

interiores, necesitamos seguir hacia donde nos guie, permitirnos ser movidos de una

forma que responde a sus llamados”.

34

Quisiera presentar cuáles fueron las interrogantes que dieron origen al presente

proyecto. ¿Qué habrá representado para David ser partícipe de una terapia con enfoque

colaborativo?, ¿qué ha significado para mí participar en el acompañamiento de David desde el

enfoque de prácticas colaborativas? y ¿es el relato de esta vivencia un agente transformador?

Movida por esta curiosidad, se inició el proceso de indagación.

Mi invitado de honor y nuestro caminar juntos.

He elegido este apartado para presentar a mi invitado y al proceso que llevamos juntos,

cuyo producto final está en esta tesis. David es un emprendedor con un nuevo proyecto

empresarial de carácter propio bajo el brazo; le alegra pasar momentos en familia, disfruta de

mantener organizado su tiempo para repartirlo entre sus actividades como esposo, amigo,

trabajador y futuro emprendedor; le agrada la lectura, se ha esmerado en cultivar sus

habilidades de comunicación y de relaciones con los demás y aunque en algunos momentos

no lo haya considerado así, digo que es un buen conversador.

Tuve la fortuna de conocerlo en el contexto de terapia, pues había decidido darse un

espacio para esto: era entonces el verano de 2014. Su formación como psicólogo, lo ha llevado

a conocer a varios colegas en este campo; sin embargo, se dio a la tarea de buscar a una

persona, en sus palabras: desconocida; alguien que no tuviera nexos con su alma mater,

vínculo laboral o contacto cercano. No sé cuán largo o breve haya sido su camino de búsqueda,

lo que sé es que llegó conmigo, al consultorio donde trabajo. Para ese momento yo había

tomado una decisión importante: renunciar a mi trabajo como psicóloga escolar para

dedicarme de lleno al consultorio privado.

35

Las historias de David, tenían mucho que ver sobre enfrentar sus miedos hacia sus

nuevos proyectos profesionales, tomar decisiones para hacerlos realidad. Tal vez por esa razón

me sentí tan conectada con sus relatos, puesto que por mi parte, también estaba viviendo un

proceso de cambio y de emprendimiento.

Coincidía lo anterior con el inicio de la certificación en prácticas colaborativas, la última

oportunidad para redactar mi tesis. Decidí tomar lo que sucedía conmigo y David para mi

proyecto. La idea inicial fue realizar redacciones de los pensamientos, emociones que me

generaban las conversaciones con David y de alguna forma movían mi historia. Le solicité su

autorización para escribir sobre eso y en ese momento pensé: ¿Por qué no hacer lo mismo

ambos? Le plantee entonces la posibilidad y aceptó muy gustoso; es así como la idea inicial se

transformó.

Lo anterior me lleva a pensar en que Peggy Penn estuvo interesada durante muchos

años en explorar el uso del escribir como parte del proceso terapéutico, solicitando a sus

clientes realizar escritos en diferentes momentos de terapia, los cuales podían tomar distintas

formas: notas cortas, cartas, diarios, ensayos, poesía. (en Tarragona 2003). Esto con la finalidad

de crear un recurso. Por lo que concierne a este proceso de indagación, los escritos estuvieron

inspirados en momentos A posteriori a las intervenciones en terapia, generando así otra

herramienta consistente en las reflexiones después de las reflexiones.

Entre septiembre y diciembre de 2014, cada uno llevó por separado una pequeña

bitácora de reflexiones, originadas al término de nuestros encuentros en terapia. Las

36

conservamos en privado, pero eventualmente durante las terapias comentábamos sobre lo

que nos produjo escribir. No se ahondó más en la temática puesto que la finalidad de las citas

en ese momento, era un espacio terapéutico.

Al llegar diciembre David decide por motivos personales hacer una pausa en su terapia.

Le comuniqué mi intención de estar en contacto para el proceso de investigación pactado

anteriormente a lo cual accedió muy amablemente. En el mes de febrero de 2015 nos

reunimos por primera vez y de nueva cuenta a inicios de marzo: dos encuentros en total.

Para el primero le solicité a grabar la sesión, no tuvo inconveniente alguno. Ambos

llevamos los escritos que realizamos. David se comunicó previamente conmigo para

preguntarme si necesitaban una extensión o formato específicos (puesto que sabía que me

serían de utilidad para mi proyecto). Señalé que no, que se sintiera en la libertad de llevar sus

escritos en la forma en como nacieron, de una manera similar a lo hecho en el anterior proceso

de terapia. Para mí representó un gesto muy amable y me hizo pensar en su interés. Meses

más adelante, cuando tuvo espacio nuestro encuentro, “intercambiamos” reflexiones.

Ahondaré al respecto en el siguiente capítulo.

Lo anterior me hizo recordar la propuesta de Ghiso (1997) en referencia a que el

conocimiento dialógico implica la existencia de sujetos en disposición de encontrase crítica y

dialécticamente con el logos, los argumentos, las imágenes, experiencias, percepciones y

comprensiones de otros sujetos.

37

Consideré que un encuentro era suficiente para un intercambio de reflexiones y hablar

sobre las mismas. No contaba con que David propusiera un segundo, mencionó que quería

generar otras reflexiones escritas basadas en aquéllas que yo había compartido con él. Lo

acordamos para un par de semanas después. Realicé la trascripción de nuestra primera

reunión. Fue muy emocionante.

Esto me conecta a las ideas de DeFehr (2015, p. 5), señalando que:

La indagación dialógica colaborativa, como método de investigación, es

inherentemente generativa y transformadora, así como es en la vida cotidiana. Cuando

nos reunimos en diálogo para cuestionar o considerar algo que nos importa,

inevitablemente cambiamos el objeto de nuestra indagación, y de la misma manera,

nosotros también nos transformamos; encontramos que no podemos permanecer

iguales.

Para el segundo encuentro, David se presentó con varias reflexiones escritas basadas

en las que anteriormente compartimos; las llamó “cartas a Pamela”. Estaban redactadas como

si escribiera a alguien contándole sus reflexiones, pensamientos y cuestionamientos. Este

evento fue inesperado pero muy significativo porque indagamos más a fondo, lo relevante

para ambos de ser parte de un ejercicio de prácticas colaborativas. No realicé redacciones

sobre las primeras reflexiones, me concentré más en conocer qué es lo que había pasado con

él. Grabé esta sesión y posteriormente la transcribí. Me ayudó a escucharnos diferente y a

entender de distinta manera las reflexiones generadas.

38

Me parece que esta propuesta inesperado me permitía corroborar lo que Peggy Penn

creía firmemente: que la escritura era la forma más eficaz de liberar emociones retenidas y de

ayudar a los clientes a ampliar su gama de emociones. (en Booth ,2012)

A pesar de que David sugirió sucesivas reuniones para continuar con estas reflexiones

pues se sintió muy cómodo con el proceso generado, le propuse que nuestras conversaciones

cesaran momentáneamente con la posibilidad de reanudarlas en un futuro próximo, cuando

mi trabajo recepcional hubiese concluido. Esto me hizo pensar en que las conversaciones no

empiezan donde empiezan, ni terminan donde terminan, como diría Silvia London.

Se abre paso lo que Shotter (1995 en Anderson, 1997) llama “conversar a propósito”;

refiere que toda conducta está dirigida hacia algo desde el punto de vista del construccionismo

social, la finalidad y la intención, al igual que el significado y la razón, son relacionales;

construidas socialmente y no pueden separarse de su contexto. Es así que considero que

nuestro proceso de investigación colaborativa, estuvo compuesto por las ideas y relaciones

generadas en eventos de terapia pero retomados fuera de ella.

Le invito a acompañarnos a celebrar nuestras conversaciones, relatadas en el siguiente

capítulo.

39

IV. Capítulo

Urdiendo hamacas conversacionales

Multiculturalidad: Mérida, formación, transformación y práctica profesional

Como he mencionado, soy nacida y crecida en la ciudad de Mérida; rica en naturaleza,

lengua, gastronomía, vasta en costumbres y tradiciones surgidas de la mezcla de la ancestral

cultura maya con la española. Existen palabras locales que sólo cobran significado en el

contexto del estado, pues son usadas generalmente por las personas que habitan en él; el

lenguaje de la región es una de sus características primordiales. Madison (1988 en Anderson,

1997) señala que el lenguaje es la manera de vivenciar lo que llamamos realidad. La

experiencia expresada es la que se ha asentado y convertido en algo sustancial. Una

experiencia no es significativa hasta que encuentra un hogar en el lenguaje; sin una

experiencia vivida que lo habite, el lenguaje es una cáscara vacía y sin vida.

Por lo tanto, estimado lector, le invito a significar conmigo fragmentos de mi lenguaje

cultural, conectado con el desarrollo de narraciones incluidas en el siguiente capítulo.

Urdir es un verbo que adquiere una relevancia especial en mi tierra natal; hace

referencia a preparar los hilos para tejer una hamaca. En diferentes poblados la gente trabaja

urdiendo hamacas; éstas son un aditamento esencial en casi cualquier hogar yucateco, pues

son utilizadas para tomar un breve descanso, una siesta o dormir una noche completa, según

la persona lo desee. Dado lo caluroso de la región, las hamacas, como sus urdidos, están

diseñadas para poseer dos cualidades esenciales: proporcionar frescura y otorgar la

40

comodidad necesaria para relajarse y permitir el descanso. Existen en una gran variedad de

materiales, colores, estilos de urdido; las combinaciones son prácticamente tan grandes como

una pueda imaginar.

Lo anterior lo relaciono con los procesos de terapia: la gente participa de ellos en

ocasiones por tiempos breves, por períodos intermedios o a largo plazo, según lo que su deseo

y sentir le dicte. Me gusta pensar que en las interacciones generadas en un espacio de terapia

al –igual que en las hamacas– descansan las conversaciones que recrean las realidades en las

cuales participamos. También pienso que dos de los aspectos primordiales son proporcionar

“frescura” al conversar acerca de una temática compartida y generar un espacio

suficientemente cómodo para hacerlo. En otras palabras, como diría una conocida frase de

Tom Andersen, conversar con la gente en formas que no han hecho antes. Es por esto que

utilizaré la metáfora de entretejer una hamaca y su utilidad como sitio de descanso para

describir las ideas aquí expuestas.

Como adelanté en el capítulo anterior, he experimentado una trasformación de

pensamiento que incluye una visión en continuo movimiento, tanto de las cosas y las

relaciones como de mí misma. Esta transformación me acompaña en mi desempeño como

terapeuta y en mis maneras de estar en la terapia. Una de estas experiencias es la que

compartiré con usted, lector(a), como anuncié en páginas anteriores, de la mano de mi

apreciado invitado.

Era finales del mes de febrero de 2015. El momento de este primer encuentro había

llegado: decidimos usar una hora y media para conversar. Había muchas maneras de construir

41

este encuentro; resolví preguntarle cómo le gustaría charlar: si intercambiando nuestras

anotaciones de bitácora, leerlas individualmente en casa y después reunirnos para

comentarlas o leerlas en ese momento e ir hablando acerca de lo que nos pareciera más

relevante. David eligió esta segunda opción.

Desde el primer momento, noté su interés en torno a este proceso, ya que me expuso

sus pensamientos e inquietudes, con actitudes de colaboración hacia mi proyecto.

Pero la verdad sentí el sentimiento de: espero ayudarte ¿no?, ¿cómo podría ser que lo que yo haga sea lo correcto y te ayude a ti en tu trabajo? ¿Me explico? … porque pues la intención también es ayudarte en tu trabajo. Entonces ¿qué hago? (David, 2015)

Le respondí con agradecimiento, enfatizándole la relevancia de su apoyo (con sus

diálogos, también había tocado mi historia). Le invité a compartir libremente sus

pensamientos, mencionando que me preguntaba qué haría de estar en su lugar. David señaló

tener interrogantes relacionadas con la curiosidad:

Bueno, tengo preguntas, pero son de curiosidad. Sobre todo de la maestría, de tu

maestría y del proceso que estás llevando como: ¿qué método que estás usando?

también porque como que se me hace muy interesante, o sea me gusta.

Parecía entonces que sus intereses y los míos estaban conjugándose al plantear sus

cuestionamientos. Conecto lo anterior con la presente forma de indagación y acudo a DeFehr

(2015, p.13) para describirla:

En vez de “encimarse” y alejarse de las voces de los participantes de la investigación y

asumir papeles de analistas e intérpretes de lo expresado, los investigadores dentro de

un modo dialógico continúan la conversación en sus esfuerzos para comprenderla, ser

42

guiados y transformarse a través de ella. En esta manera, comprenden el diálogo no

analítica ni interpretativamente si no dialógicamente, desde su compromiso viviente

como co-respondientes dentro de él.

Sus preguntas me provocaron emoción, me hicieron pensar en cuán interesado estaba

en mi tesis. Vinieron a mi mente mis continuos cuestionamientos sobre cómo ser de ayuda

para la persona quien me ha elegido para acompañarla en la terapia. Esta similitud entre sus

preguntas y las mías nos dio la pauta de conversar a la vez que dispuso el escenario de urdido

nuestra hamaca conversacional.

Esta antesala me llevó a la idea de “los mundos invitan a mundos”. Comunicarse, ya

sea oralmente o por escrito, es acción y hablar dialógicamente continúa la acción en nuestras

vidas. (Gergen 2014; Goldberg 2015; Strong y Paré 2004 en DeFehr 2015).

Expliqué la elaboración de la tesis, mencionando, entre otros detalles, que aún no tenía

un título, pero que estaba relacionada con los procesos transformacionales de un terapeuta a

través de la gente que acompaña, en este caso, mi historia como terapeuta; que utilizaría el

método de investigación dialógica, descrito para su mejor comprensión en el capítulo anterior.

David se mostró sorprendido y curioso.

Fue durante este intercambio físico, al extender la mano y entregar las hojas de papel

a otra persona, que tuve la sensación de que esas ideas que había plasmado ya no me

pertenecían solo a mí: pertenecían al proceso construido por ambos. Muy agradecida,

también recibí las suyas.

43

Posteriormente, cada uno tomó su tiempo para ocuparse de leer con la vista, sin hacer

ruido, sin emitir palabras, aquellas notas y reflexiones. Entonces se presentó un factor muy

peculiar: el silencio, trayendo un ambiente de tranquilidad, favoreciendo el intercambio. El

silencio parecía ser otra forma de comunicarnos, de darle un espacio sin sonido a nuestras

reflexiones nacidas en otros momentos, me parecía estar conversando utilizando esa vía. Con

este momento vivido estoy convencida del papel tan importante que el silencio tiene en el

proceso de comunicación con el otro. Es así como uno de los hilos de nuestro urdido surge: el

silencio como una forma de comunicarnos. Para este momento, el silencio parecía una forma

de lenguaje.

Pasado este tiempo de lectura, interrumpimos el silencio para conversar de nuevo,

iniciando otro proceso: el de revisar en conjunto a qué se refería una y otro con ciertas palabras

y frases descritas y en general, a la participación en un proceso de terapia.

David comentó:

Definitivamente tengo que volver a leerlo. Creo que hay mucha profundidad… no lo agarro tan rápido, tengo que leerlo una, dos, o tres veces y también me permite conocerte. Eso es algo muy padre, algo que jamás pensé que me pasara en alguna terapia. Creo que te me haces muy fuerte, al hacer esto y al compartírmelo también. Muchas gracias.

La voz de David, se convirtió en un punto estratégico, pues generó una serie de

preguntas que fueron guiando las descripciones de mis propias transformaciones a través de

mi trabajo, y por su parte, fueron modificando sus ideas acerca de indagar y lo invitaron a

conocer un poco más sobre las prácticas colaborativas. Comparto un fragmento de sus

reflexiones:

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Hay algunas ideas, no sé si es por el momento en el que estoy, pero de nuevo como que puedo ver el modo de pensar que tienes, porque haces una pregunta acá: ¿cómo habrás aprendido a sentirte valiosa?

¿Cómo habré aprendido a sentirme valiosa? Realmente es algo en lo que no había

reflexionado hasta que otros lo mencionaron, hasta que los otros me lo cuestionaron.

¿Cuántas otras cosas habrán en esta lista que los otros me enseñan a descubrir? Ayora,

Chaveste y Vadillo (2010) señalan:

El diálogo y la acción resultantes de la acción conjunta facilitan un cuestionamiento

mutuo y compartido acerca de los temas establecidos como parte del plan de trabajo.

Esto llega a convertirse en un proceso dinámico, que involucra un dar y recibir, un ir y

venir juntos en el que cliente y terapeuta hablan el uno con el otro; si parten de

perspectivas distintas, como suele ser la relación y acción conjunta les ofrece la

posibilidad de crearse y recrearse en un proceso de transformación mutua. (p. 39).

David continuó hablando,

Hay una contradicción en mi mente, un momento creo que compré la idea de que uno

mismo debe buscar sentirse valioso, por sí mismo, y sé que eso también es cierto, ¡sí!,

pero creo que el riesgo que tiene, que tuvo, o que tuve al tener eso, al pensar así fue no

ver a los demás y no apoyarme en los demás, o no verme a través de los ojos de los

demás, entonces, eso importa mucho.

Al preguntarle cómo estaba sintiéndose con este compartir de ideas, manifestó:

No estoy seguro cómo me siento, me siento movido, como me siento bien, pero como girando mucho, mi mente está girando mucho. Estoy sintiendo muchas cosas porque últimamente en estos meses que han pasado, me he dado cuenta de varias cosas y he recordado también las cosas que hemos platicado antes, me han servido mucho sobre la comunicación.

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A su argumento respondí que su descripción encajaba casi perfectamente conmigo,

cuando años atrás comencé a conocer la filosofía posmoderna, que sus palabras me

recordaron a mí misma, en otro momento. En medio de su compartir, continuó:

Creo que independientemente si uno eligiese su camino, elige cómo quiere caminar, a dónde quiere llegar o una meta. Yo veo hacia adelante y todo lo que sienta va a ser bueno, me va a ayudar, y las personas que estén, aquellas con las que yo esté, me van a ayudar igual, aunque a veces no sea tan agradable. Yo no hubiera llegado a eso si no hubiera venido contigo.

Sus ideas, hacían eco en mí; tal vez si no hubiera aparecido en mi consultorio, yo no

hubiese tenido la oportunidad de dirigir mi investigación de esta forma y por tanto de estar

tan agradecida por este proceso. Me invita a pensar en la metáfora de intercambio de regalos,

de Kinman (2012) referida a que las relaciones humanas son parte de una red, ofrece la idea

de los bienes que recibimos, los resultados positivos a los cuales damos la bienvenida, los

amores que apreciamos, todas estas cosas vienen a nosotros a través de líneas de

innumerables regalos que estamos en un continuo dar y recibir mediante nuestras relaciones;

estas cosas, personas y acciones afirman la vida. David utilizó una frase que me parece

también hace alusión a esto, evocando una de sus reflexiones sobre la diversidad: “uno acepta

los regalos que te dan, y cuáles te dan, diversidad es reconocer mi camino y el de los demás”.

Mientras trascurría el primer encuentro, David me interrogó sobre cómo elegí esta

temática. Comenté mi interés en los procesos relacionales influenciada por mis estudios de

posgrado y en cómo he vivido experiencias personales a la par con mi transformación para el

ejercicio de mi profesión. Como buen colaborador preguntó: ¿Cómo reconoces esta conexión

antes, cómo armas: ésta podría ser una tesis y ésta es mi tesis? ¿Cómo es eso?

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Disfruté mucho esa pregunta; me ayudó a tener claridad sobre todo lo que quise

plasmar aquí en mi tesis. Por otra parte, creo que hasta entonces nadie me lo había preguntado

tan directamente. Mi respuesta fue en la línea de lo relacional, basándome un mi inquietud

de conjuntar lo aprendido en compañía de personas que me han enseñado a ser terapeuta

como maestros, colegas, consultantes, familia y las experiencias de la vida misma. Hablamos

brevemente de algunos aspectos que ya he relatado en los capítulos anteriores.

De pronto la expresión del sentir y pensar respecto de este proceso de terapia que

había trascurrido en el pasado, nos condujo a esclarecer significados y revisar frases y palabras

que llamaron nuestra atención. David, movido por su curiosidad, planteó preguntas de gran

interés para mí, en cuanto a metodología y en cuanto a postura filosófica que me hicieron

tener la certeza en su genuino interés por saber, por conocer y sobre todo por indagar con él:

¿Qué es esta forma terapia? Señaló que en alguna ocasión una colega le platicó de su trabajo

en comunidades desde una práctica relacional, pero él no hizo la conexión con la aplicación a

otros campos de la Psicología como la Psicoterapia. Ante estas ideas, él compartió lo siguiente

Me impresiona que podamos llevar esto sin que tú tengas un papel como de tercera persona, o lejano, una posición de experta, como de médico, por decir así. Creo que si me hubieran dicho antes: oye, esta terapia es así (haciendo alusión a la manera en como hemos conversado)… y me preguntaran ¿entrarías? No sé si hubiera entrado.

Continúa con su propio diálogo, entre un David de otro momento de su vida,

contrastándolo con el presente:

Si me lo hubieran contado sin haberlo vivido antes, creo que no hubiera entrado. Me considero afortunado de mi ignorancia en ese momento, de no saber… de que no me lo

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hayan explicado, y de haberlo vivido. Entonces creo que precisamente es así evitar algunas experiencias por teorizar. Creo que me ha sucedido varias veces, cuando realmente ahora pienso: ¡vamos a experimentar! ¡vamos a vivir! A ver dónde nos lleva.

Esto me llevó a pensar en la postura terapéutica posmoderna caracterizada por la

colaboración, el no saber, la curiosidad y la reflexión. Limón (2005 p.7) menciona: “La terapia

posmoderna es un esfuerzo colaborativo entre clientes y terapeutas. Los terapeutas toman un

lugar activo para reducir los efectos negativos de la jerarquía, en vez de adoptar una posición

vertical en la que sus ideas dominan”. De tal forma que las personas son expertas en su propia

vida, con todo lo anterior se pretende estar con el consultante en lugar de estar buscando

déficits o disfunciones. Para ser franca me sorprendió su argumento de no verme como una

experta, también me sentí honrada.

Respecto a lo que estábamos creando juntos mediante el diálogo, me conecta con lo

que Bajtín (1989) menciona sobre que la palabra nace en el interior del diálogo como su réplica

viva, de tal manera que se crea un interacción dialógica entre quienes participan de él y así una

atmósfera donde sucede un diálogo vivo.

Por otro lado, desde la formación para desempeñarnos en una profesión u oficio, a

menudo se nos educa para adquirir un rol y funcionar respecto a éste, como: “maestro”,

“director”, “ingeniero” o “terapeuta”. (Anderson, taller, 2014). En el caso de un terapeuta, el

laborar desde un rol puede limitar la interacción con el otro, en el sentido de que se deja estar

con el otro legítimamente, en lugar de ser un ser humano que está con otro ser humano.

Entran en juego algunas ideas aprendidas que nos hacen ver cómo sería conveniente manejar

una situación u otra, generando una preconcepción o pre entendimientos.

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¿Cómo dejar de lado las preconcepciones y pre entendimientos para generar un diálogo

genuino? Considero que una persona puede hablar de maneras diversas, dependiendo del

momento en el que se encuentre, de sus percepciones, de cómo decida narrar su historia y

en general de sus circunstancias. Un terapeuta puede elegir cómo escuchar, desde qué puntos

atender estas historias, con oídos nuevos y libres de pre entendimiento, (entendiendo por

estos la asunción de significados o de creencias de saber a lo que el otro se refiere). Esto es

posible si el terapeuta trabaja bajo un enfoque colaborativo, facilita un espacio generador

de diálogos y propone formas de convivir diferentes. Con esto no hago referencia que el

terapeuta trabaje sin pre entendimientos, sino que, aun cuando los tenga, pueda tomar la

decisión de dejarlos de lado, para poner entera y completa atención a las historias que su

cliente le refiere, abriendo camino a posibles y distintas formas de mirar las circunstancias en

torno a nuevas posibilidades. No hay una serie de pasos para conocer a una persona, porque

una relación surge de lo espontáneo y del interés por saber un poco más sobre el otro. En un

proceso de terapia hay dos personas coincidiendo, generando una relación, unas maneras de

comunicarse que darán pautas a nuevos procesos.

Entonces mediante estas formas y decisiones: ¿cómo decido entablar diálogos con mis

consultantes? Pretendo dar una respuesta: podría suceder que desde mi formación del rol

como terapeuta o antes de eso, como psicóloga, fui educada desde unos marcos que

referenciaron cómo ha de ser “mi comportamiento” y también el de mi consultante; las

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expectativas, las formas de comunicación, estos marcos incluyeron ideas acerca de cómo es

que los consultantes deben comportarse conmigo. Aquella formación fue útil en un momento,

mientras encontraba la manera de ejercer mi trabajo, distinto a lo que es ahora.

Esto me hace pensar que cuando uno pasa demasiado tiempo interactuando desde un

rol, queda poco marco para la espontaneidad, corriendo el riesgo de no saber cómo ser natural

con las personas o cómo permitirles entrar en contacto con nuestro ser humano, antes que

con el terapeuta.

Como parte de los entrenamientos como terapeutas, Anderson (2014) sostiene que

con frecuencia comparte dos estrategias primordiales con sus estudiantes, cuando éstos van

al encuentro de nuevos consultantes: la primera consiste en no acudir al consultorio pensando

que uno es el terapeuta y la segunda, pensar que vas a tu encuentro a hacer terapia.

Volviendo a los argumentos de David, cuando me compartió que no me veía como una

experta, mi ser se empapó de celebración, como si me hubiese ganado una medalla de oro en

unos juegos olímpicos. El hecho de experimentar esta sensación tenía que ver con mi propio

proceso de sentirme y verme tocada cada vez por la vida y argumentos de otros, como en esta

ocasión, en la cual, sin proponérselo, dejaba huellas en uno de los aspectos de mi

pensamiento: los procesos de trasformación a través de otros y el significado que esto tiene

para mi persona como parte del mismo proceso.

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Gergen (2007) refiere que las relaciones humanas se establecen a través de los

significados:

Llegamos a la relación como extensiones de patrones previos de creación de

significado, y a medida que nos movemos fuera de nuestra relación para comunicarnos

con otros, ellos también nos sirven como complementos de nuestro patrón relacional,

alterando así los significados que hemos generado. Y el significado de estos

intercambios aún puede verse complementado y transformado por otros. En efecto, la

comunicación significativa en cualquier intercambio dado depende, en últimas, de un

rango prolongado de relaciones, no sólo “aquí mismo, ahora mismo”, sino en la forma

en que ustedes y yo nos relacionamos con una variedad de personas, y aun ellas con

otras más, y en últimas, uno podría decir, con las condiciones relacionales de la

sociedad como un todo (p. 320)

El reloj corría sin darnos cuenta, y el tiempo parecía haberse detenido en nuestra

conversación; poco a poco fuimos llegando al final, no sin antes fechar un segundo momento

en el cual daríamos cabida al marco referencial de las prácticas colaborativas, que salió de las

preguntas planteadas previamente por David.

Acordamos cómo utilizaríamos el tiempo para ese futuro momento, así es que David

hizo la propuesta de generar reflexiones acerca de las reflexiones escritas que durante el

primer encuentro nos compartimos. Sorprendida y emocionada, accedí.

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Así surgió un segundo encuentro, abriendo así conversaciones cuyos contenidos

giraban de manera curiosa en cuanto a conocer un poco más cada vez acerca de lo que estaba

pasando con el otro.

Llegó el momento. Pregunté a David cómo se encontraba, enseguida comentó dos

eventos familiares muy cercanos que le generaban emociones fuertes, tanto positivas como

negativas. Agradeció mi interés por su estado anímico. Retomamos entonces la conversación

sobre la investigación, con la adición de que en esta ocasión nos permitimos conocer matices

de lo que había sucedido con nosotros.

Inició mencionando que había traído unas cartitas (como él las nombró) para darme,

subrayando que nacieron de los textos que le di la anterior cita, pues pensó cosas en las que

nunca había pensado. Tomamos unos minutos para leer lo que trajo y después, retomamos

nuestra charla. Le señalé que ésta era una forma de escribir muy distinta de la última vez.

Me sentí más fluido, lo pensé menos. La última vez, como que pensé un poquito más, porque sentía un poquito de pena, pero esta vez, sin mucho esfuerzo, dije: voy a escribir. Se me soltaron las manos.

Le repliqué: Lo noté. Hay muchas cosas de contenido que al leerlas me movieron

mucho, en verdad. Esto que te preguntas acerca de mis cambios. A eso me replicó:

Me acuerdo una vez que vine y dijiste que te habías atrevido, aventado, no recuerdo que palabra, a construir tu proyecto que era el consultorio. Esa vez me gustó mucho, porque me identifiqué también construyendo algo y me ayudó a tener más fuerza, más fuerza, más valentía, para que yo siga y siga caminando.

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Le devuelvo: “¿El hecho de saber de mi ‘aventamiento’, por así decirlo?” “¡Exacto!”,

ríe David. Escucharle me hizo pensar que mutuamente estábamos influenciándonos, a lo mejor

sin saberlo, él estaba favoreciendo mis reflexiones y a su vez mis decisiones le permitían

cuestionarse sobre las suyas.

Esto me lleva a lo que refiere Gergen (2009) cuando habla sobre abandonar la idea de

conocimiento como una condición privilegiada de la mente individual y considerarlos un

resultado de los procesos relacionales. Al aproximarnos al conocimiento desde una

perspectiva relacional, nos podemos despedir del dualismo entre mente/mundo, para apreciar

muchas y variadas formas de conocimiento como por ejemplo: el conocimiento empírico,

conocimiento intuitivo, el conocimiento práctico, conocimiento espiritual, conocimiento

visual, conocimiento espiritual, el conocimiento tácito, el conocimiento de sentido común y así

sucesivamente. Como en el caso de David y mío la relación nos llevó a crear vocablos que nos

permitieron entendernos.

Tal vez sin querer creamos esta palabra de “aventamiento” que tiene para nosotros el

significado de “animarse a realizar algo, con todo y el temor que pueda sentirse”.

El encuentro de nuestras voces.

A continuación presento parte de las reflexiones surgidas de nuestros encuentros y

conversaciones, recopilando fragmentos que considero significativos en el proceso de

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investigación. Usted, querido lector, podrá apreciar primordialmente los relatos que mi

invitado efectuó a partir de nuestro primer encuentro y decidió dividir en tres reflexiones a

las cuales él denominó cartas.

Entre ellas encontrará también los “hilos” de mi voz, retomados por David, en forma

de opiniones.

Martes 10 de marzo de 2015.

Reflexión 1.

Leí una de las últimas cartas de Pamela en las que ella escribía que se atrevía a ser diferente, a ser ella misma. Me gusta que hace referencia a conocer todos sus yo(s) y estar abierta a conocer a los “yos” que ha sido y que será. Eso es genial, me hace preguntarme si estoy consciente del “yo” que soy hoy por hoy. Sé que nunca permanezco igual, que voy cambiando a diferentes ritmos, sin embargo a veces hay cambios bruscos, creo que estoy viviendo un cambio brusco y está bien porque así lo quiero. El cambio de Pamela, ¿habrá sido rápido?

Le mencioné a David lo siguiente:

Mis cambios no han sido rápidos, les llamo transformaciones a través del tiempo. Me

di cuenta más conscientemente de ellas cuando tuve la oportunidad de convivir con muchas

ideas distintas; después de terminar mis estudios en Psicología, cuando viví y trabajé cuidando

niños en Estados Unidos.

Fue una cosa de aprender y un poco doler a la vez (aquí hago referencia a que aprender

fuera de mi medio cultural también dolió, porque me enfrenté a nuevos retos). Hice amistad

con personas de diferentes religiones, razas e ideologías y perduran hasta hoy. Esto me hizo

encontrarme con contrastes, salirme de contextos, aprender otra lengua.

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También mis ideas con respecto a mi propia práctica profesional fueron

diversificándose. De creer y aplicar ciertos paradigmas muy cuantitativos y centrados en las

deficiencias transité a: cómo construir socialmente, potencializar, cómo mis interacciones

tienen que ver con las del otro. Fue una transformación muy grande.

Para mí el cambio no ha sido rápido, ha sido diverso, de muchas emociones no

solamente placenteras, también desagradables, pero me han servido de aprendizajes. Si eso

te sirve, le dije. Muy emocionado, me respondió:

No esperaba una respuesta tan grande, es que me gusta esa respuesta. No son muchas las personas que piensan así como tú que yo conozca y me gusta mucho tu forma de pensar, me identifico, lo veo y digo: es algo que me gustaría aprender o me gustaría conocer más. Nunca había escuchado la transición o la transformación de alguien en ese proceso; a quienes he conocido ya estaban en eso, no les he preguntado, no les he cuestionado cómo fue que llegaron. Por mi cabeza pasa que nacieron así.

Me hizo pensar en cómo puedo ser vista en el desempeño de mi trabajo, ¿cómo me

permití hablar distinto con una persona que antes fue mi consultante y ahora un compañero

colaborador? La sensación de sorpresa comenzaba a emerger, fue muy grato, como si alguien

te guiara a otras formas de verte.

Me pregunto si en algún momento David sintió algo como lo que yo percibí en este

aspecto; relacionado a esto, señala:

Debo aceptar que a veces tengo miedo de ver lo que he cambiado, en lo que me he convertido y que no me guste en lo que me transformé. Creo que ahora una parte de mí no me gusta, no sé cómo, pero cambio a ser más pasivo y negativo, pero también en otras partes he mejorado y avanzado, creo que soy más fuerte y responsable también y estas características son más generales y transversales para mi vida. Creo que a veces estamos divididos dependiendo del lugar o situación donde estemos, me comporto dependiendo del lugar. Creo que es normal, pero no me gusta mucho. Justo ahora sentí negativo, pero la

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verdad es que soy más feliz que antes y más seguro de mí mismo. ¿Todos estos cambios hasta donde me llevarán? Me da mucho miedo lo desconocido, bueno, ¿a quién no?, ¿qué tal si empeoro? pero ¿qué tal si mejoro?, ¿en quién me volveré? Creo que al final no importa, mientras sea yo mismo y sea auténtico creo que todo estará bien. De hecho ya me voy sintiendo así. Espero que a Pamela le esté llevando a un lugar agradable para ella.

David escribe y otorga un lugar para los cambios sus narraciones, pienso que tiene un

auténtico interés por conocer, lo cual me da oportunidad de generar ideas respecto a sus

planteamientos. Cuando él se pregunta: ¿Qué tal si empeoro? o ¿pero qué tal si mejoro? y

¿qué va a ser de mí?, me quedo pensando: ¿Respecto de quién, ¿de él mismo?, ¿de su padre?,

¿de su esposa?, ¿sus amigos?, ¿su psicóloga? Es decir, ¿quién diría que David mejora o no?,

¿quién tendría la voz para determinar esto o aquello? Aunque la respuesta no sea contundente

pienso que está listo para aventurarse a encontrarla.

Comenta también que al releer los escritos que compartimos la primera vez le surgen

los siguientes pensamientos que tejió sobre algunas opiniones compartidas.

Creo que es una de las cosas que más me ha gustado que escribiste, es así como que se quita una visión en la que uno es estático, se quita una visión del yo estático, del yo eterno único, porque ahora yo creo que nunca he sido así. Pensaba que ¿cuándo he estado molesto? pues que eternamente estoy molesto. Generalmente son unos sentimientos negativos. Yo decía ¡chin!, siempre tengo los sentimientos o estoy triste, o soy o lo que sea que sienta. Había algún momento que sentía que era siempre y siempre sería así, y creo que lo que hemos platicados y lo que escribiste, me hizo pensar de otra forma: qué “yo´s”, y cuáles soy ahora, cuáles están apareciendo y lo más importante: que van cambiando.

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Uno de los aspectos que se ha vuelto encantador en mi trabajo como terapeuta, es la

parte de la incertidumbre: una no sabe qué va a pasar, ni con una misma, ni con el propio

proceso y eso puede ser la oportunidad de crear nuevas brechas, nuevos caminos que

transporten a diferentes maneras de vivir.

Sin dejar de lado las preguntas que le surgen, David entrelaza su voz con narraciones

nacidas en el pasado espacio de terapia para recrear nuevas conversaciones que se encuentran

vivas en el presente.

Reflexión 2.

Leí otra carta de Pamela, ella escribe muy puntual, con mucho sentimiento y definitivamente es muy inteligente. Esta vez escribió que en muchas ocasiones le gusta sentirse como exploradora, en caminos inciertos dentro de sí misma, esto es fantástico; la verdad ¡qué sentimiento más genial! Nunca me había dado cuenta que el miedo, la sorpresa y el descubrimiento son sentimientos que se parecen, tal vez comparten naturaleza pero definitivamente sus fronteras son muy tenues. Recuerdo que en los momentos que tengo grandes decisiones por hacer y sobre todo acciones que emprender aparece el miedo, pero también las ganas de descubrir, de explorar -como dice Pamela-, incluso tal vez a veces confunda uno con otro. Definitivamente no siempre es miedo lo que tengo, aunque en algún momento creía que sí. Los recuerdos más felices que tengo de niño son cuando iba a explorar con mi papá a algún cenote o camino en el monte, recuerdo el miedo, pero también el maravilloso misterio y aunque tal vez estos dos sentimientos se parecen definitivamente se goza más uno que otro.

Me parece que a manera de reflexiones escritas él va hilando cómo han ido cambando

sus impresiones relacionadas con las emociones y la posibilidad de ser vividas de diferentes

maneras, en otras palabras de ser resignificadas. Creo que si metafóricamente tuviera que

elegir un nombre para el estilo de tejido que estas conversaciones con David, y lo que

representan para mí, utilizaría esa palabra: resignificar.

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En alguna de las reflexiones que compartí con David, recuerdo haber hecho alusión a

Gregory Bateson, con la frase que tanto me gusta: “el mapa no es el territorio”. David refiere:

De verdad me gusta esta metáfora del mapa no es el territorio, creo que me imagino a mí mismo explorando y descubriendo cosas dentro de mí mismo y también fuera de mí; explorando, equivocándome y a veces perdiéndome. Definitivamente esto es la aventura, creo que estoy dispuesto a arriesgarme más, y sobre todo a gozar más de lo desconocido.

Personalmente, creo que explorar pude presentarse como una forma divertida de

aprender. Esto me conecta con lo que para mí significa emprender un viaje, no es el destino

elegido, sino más bien todo el trayecto, el proceso de llevarlo a cabo. Esta idea me transporta

a los viajes locales en mi natal Yucatán, donde hay imágenes tan agradables que apreciar: Una

podría encontrarse aves, gente que vende miel, una ventisca en el camino, unos niños jugando

por allá, un “gremio” religioso, un panadero ofreciendo su pan en su triciclo mientras aplaude

con las manos…y lo que te provoca sentir cada uno de esos momentos particulares con sus

colores, olores o formas: ¡ese es el viaje! Y por tanto el destino es parte del viaje para mí.

Llevando lo anterior a un contexto terapéutico, explorar, junto con otro “fragmentos”

de viaje, me permite sentir, ver y vibrar con diversas formas de ser, en conjunto con otras

personas tanto en lo individual como lo profesional. Definitivamente estas conversaciones han

representado un viaje para mí a través de la historia de David, sus experiencias, preguntas que

me invitaron a pensar en las propias.

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Atraído por esta frase de Bateson, David continúa explorando para él:

Reflexión 3.

Esta carta que leí Pamela me describe como muy organizado, recuerdo que fue en octubre. Para ese momento realmente no me sentía tan organizado sino muy ansioso, sentía que el tiempo se me iba de las manos y que hiciera lo que hiciera no terminaba haciendo lo que quería, definitivamente eso ya no ocurre ahora.

Me gustan en especial dos frases que pone Pamela: “el mapa no es el territorio” es magnífica, me encanta y creo que abre una puerta en mí acerca del misterio de vivir, me lleva a pensar en la vida como un descubrimiento y una exploración, siento que las decisiones son oportunidades, no sabes que va a pasar por lo que pueden sorprenderte y las cosas pueden salir genial. Lo que si estoy seguro es que nunca te vas a aburrir si vives explorando y descubriendo el territorio y no estudiando nada más el mapa. Recuerdo la película de Abraham Lincoln en la que hacía referencias a un mapa. La persona con la que hablaba decía que sabía dónde llegar y debían ir inmediatamente, pero Lincoln le dijo: ¿de qué te sirve el mapa si no lo ves? Sirve para ver los peligros, los pantanos y saber cómo sortearlos. Eso me deja pensando en el mapa y el territorio como si fuera mi vida y la reflexión la vida misma, si es necesaria la reflexión pero no debo abusar de ella, no debo leer de más el mapa. Quiero aprovechar mi inteligencia para ver oportunidades y peligros después de salir y atreverme a recorrerlo.

Las palabras de David me conducen a pensar en mi mapa, esta vez de contenido laboral,

los caminos y senderos por los cuales me ha llevado a través del tiempo y las diferentes

maneras en que he mirado mi profesión y a mí misma practicándola. Tener la oportunidad de

trabajar bajo distintos enfoques y disfrutar cada uno en sus periodos. Ese mapa, esas

anécdotas, no son solamente segmentaciones de momentos satisfactorios, he decidido

mirarlo también, como el recordatorio vivo de la diversidad de formas de laborar que existen,

es un recordatorio de los regalos que me han dado y el respeto que siento hacia distintos

enfoques, no solo los posmodernos.

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Contar con la compañía de David para el presente proceso de indagación, es un paisaje

del territorio, ya que con ideologías diversas, encontramos un canal para converger, para

hablar de diferencias, para hacer un lugar a las preguntas y lo más importante: acompañarnos

cuidadosamente en un camino de conocer.

Todas estas ideas me inspiran tal vez mucho más de lo que mi colaborador imagina y

mis pensamientos se quedan girando, conformando reflexiones que le ofrezco en las

interacciones tejidas juntos. Es ahora que los hilos y el urdido han tomado una forma, con

charlas, ideas, reflexiones y ejemplos logrados en un proceso terapéutico, para

posteriormente ser mezclados con conversaciones de carácter investigativo. Me doy cuenta

que antes de este proceso con David, pocas veces participé a otras personas del significado

que ha tenido para mí ser compañera en terapia de otra gente y encuentro grato que alguien

se haya interesado en compartir conmigo ese camino exploratorio.

Como cualquier proceso, existen inicios, pausa y finales, el nuestro llega a su término,

como proceso académico. Particularmente pienso que se integra a una parte de mí que ha sido

enriquecida con esta experiencia y estoy segura me acompañará como las otras que están

tejidas en mi ser.

De nueva cuenta, pregunto a David cómo se encuentra ante este proceso indagatorio

y las conversaciones dadas.

Ahorita bien, pero cuando me lo preguntas, pienso en el futuro, como lo que hemos platicado. Hoy me has dicho muchas ideas, muchas cosas tuyas, entonces me has compartido bastante y si me pongo a pensar en lo que has dicho, creo que me quedaría callado así todo el tiempo. Al rato las quiero saborear.

60

Ahora que lo describo de esta forma, pienso que ser compañera de procesos, es mi

personal forma de tener terapia, así como expresa David una manera de saborear mi profesión

y mi vida también. Un espacio donde -metafóricamente hablando-, me columpio, descanso,

recuesto, medito, siento, me cuestiono, en hamacas conversacionales de diferentes tamaños

colores y formas, mientras las voces de consultantes y propias se mezclan para hacerlas únicas.

Haciendo la analogía con los procesos terapéuticos, éstos pueden alojar a los invitados

de la manera que éstos deseen. Es decir, un cliente puede de pronto respaldarse en las

conversaciones brevemente para tomar un descanso, sentarse y tomar un nuevo aire; otro

quizá quiera recostarse y pasar un rato más hablando acerca de su proceso.

A su vez, un terapeuta puede encontrarse transformándose a sí mismo, resignificando

conceptos mediante este convivir y tal vez su consultante no se imagine que surgen. En

cualquiera de los casos, me parece que las conversaciones generadoras de diálogo, son como

una hamaca, en donde una necesita estar suficientemente cómoda para poder permanecer y

disfrutar de ella. El proceso de crear esta pieza única con mi invitado ha sido una experiencia

grandiosa. Creo que desde la mirada del terapeuta, una sabe que el consultante no se quedará

instalado en un tiempo y en un ámbito para siempre, pero sabrá que el espacio terapéutico

es uno más de los recursos con los cuales se cuenta para ser acompañado en algún momento

de la vida. Lo cual en mi caso, es un honor.

61

Capítulo V

Una Ética relacional

Interactuar bajo un rol, como el de terapeuta por ejemplo, podría dificultar el contacto

interpersonal y obstaculizar un tanto la invitación a conocer al ser humano antes que al

profesionista.

Lo anterior para mí responde a dejar un espacio para conocerse mutuamente, sentarse

y hablar con la gente, aprender a comunicarse, interesarse por nuestros acompañantes y

también dejarles conocer algo de una misma. De igual manera permitirse sorprenderse ante

las diversas formas de ser de la gente. ¿A quién no le agrada encontrar algo familiar ante lo

nuevo? ¡Qué mejor si lo familiar es una conversación cálida y viva! Un monólogo puede

alejarnos de nuestro consultante, porque es una voz con cierto dominio, que prevalece. Por el

contrario, desde el marco de un diálogo, las voces dejan de ser monótonas, de una sola vía,

para convertirse en un camino fluido de varios carriles; se convierte entonces en un diálogo de

múltiples voces, que resuenan en armonía.

¿Qué es una Ética relacional?

Como parte de un enfoque de prácticas colaborativas, en el ejercicio de la profesión

como terapeuta se encuentra el punto de vista ético; una ética que es vista como parte de una

relación, se conjuga y trabaja en la misma, cuyos acuerdos se crean en términos de sus

integrantes y es por tanto, una ética relacional.

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Estando inmersa en la importancia y responsabilidad que conlleva ser facilitadora de

los espacios terapéuticos, considero que mi trabajo estaría incompleto si no incluyera una

mirada sobre la Ética y la construcción de ésta en la terapia.

La Ética, definida desde sus raíces etimológicas griegas se expresa: ethos, lo cual

significa costumbre, carácter, hábito o forma de ser.

En la terapia no “dejamos de ser” hermanos, padres, hijos, amigos, trabajadores,

parejas, o cualquier otro rol para volvernos “terapeutas”. De la misma manera, nuestros

consultantes no dejan atrás sus roles o sus hábitos. ¿Cómo se genera entonces un proceso

que se vuelve ético profesionalmente? La respuesta dista de ser una sola, una ética relacional

se conforma con quienes participan en ella y las reacciones que entre estos participantes se

generan, en los términos bajo los cuales se decide convivir y conversar, cuidando el respeto

por la individualidad del otro, a la vez que se crea un respeto por la interacción mutua.

McNamee (2009) ha llamado a estas interacciones prácticas de lenguaje, dentro de las cuales

se entienden todas las formas de relación ya sea mediante una conversación de viva voz, la

comunicación no verbal, la narrativa de una carta, incluyendo las relaciones de uno con su

medio ambiente y las interacciones que están más allá de las palabras.

Conecto lo anterior, con la analogía acerca del Withness y Aboutness. Mientras que

con el withness se invita a “estar con”, tiene una implicación participativa, una forma activa

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de estar con las personas; el aboutness se enfoca en “acerca de”, genera una distancia y

separación personal evidente, ya que hablar de y hablar con una persona, conducen la

conversación a caminos diferentes.

Es en este contexto creo oportuno evocar la pregunta de Anderson (2014, taller):

¿Cómo quiero estar con mis clientes? ¿De qué maneras desean que participe con ellos?.

Entonces… ¿cuál es el papel de una Ética relacional?

Pearce (2007 en McNamee, s.f.) ha sugerido cuatro preguntas que pueden ayudar a

concentrarnos en los procesos relacionales y no en rasgos individuales, características o

acciones. Están conectados con la idea de indagar con el otro acerca de lo siguiente: ¿Qué

estamos haciendo juntos?, ¿cómo estamos haciéndolo?, ¿en quiénes nos convertimos

mientras hacemos esto? y ¿cómo podríamos hacer un mejor mundo social?; ya que como es

visto en el construccionismo social, el conocimiento no es algo dado, es algo generado, que

está vivo y fluye de manera cambiante y continua.

Recuerdo otra analogía propuesta por Anderson (2014, taller): ser anfitrión y ser

invitado. Sugiere que como terapeutas y siendo parte de conversaciones surgidas en terapia,

somos anfitriones del ambiente de conversación, responsables de acomodar el ambiente de

una manera confortable que invite a la otra persona a hablar cómodamente de sus historias.

A su vez, los clientes son invitados a un espacio que puede generar nuevos diálogos. Como

terapeuta, soy “invitada” a las conversaciones que nos ofrecen y ellos son los anfitriones de lo

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que desean compartir. Él o ella me hará saber, hasta dónde quisiera llevarme. En otras

palabras, ser un anfitrión que dé la bienvenida y un invitado que se sienta bienvenido.

Una Ética relacional posmoderna, es aquella que sabe estar atenta al proceso de

apertura de posibilidades viables y potenciales para aquellos con quienes trabajamos. “Esto

requiere centrarse en lo que el terapeuta y el cliente hacen juntos en la conversación

terapéutica porque nunca podemos “conocer” fuera de ningún contexto, más

específicamente, fuera del momento interacción”. (McNamee 2009, p. 62)

Bajo la mirada posmoderna de la terapia, el conocimiento no es algo que se otorga,

más bien, es algo que se construye. Ante las diferentes formas que adquieren las relaciones,

se formula entonces el planteamiento de que no hay una única manera de hacer las cosas, de

la misma manera que no hay una única verdad. Mi consideración al respecto es que esto

incluye las diferentes formas de ser terapeuta, así como las diversas formas de estar en

terapia.

Tom Andersen (1994) relata que al entrar en interacción con una persona hay que

aprender a leer sus señales, considerando que lo que se haga o se diga, puede contribuir a

abrir o cerrar una conversación; ya que ambos estamos influenciándonos. Cada acción guiará

lo que diga o haga en relación conmigo. Una consecuencia importante de esta perspectiva es

que deja en claro que una persona es, en realidad, muchas otras, dependiendo de las

circunstancias.

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Para crear una ética relacionalmente sensible, necesitamos reflexionar sobre cómo

nuestras palabras y acciones abren, facilitan, generan o dificultan posibilidades para dar la

bienvenida a múltiples historias, múltiples formas de ser en relación con otros, y por ende co-

crear el potencial que favorezca la transformación tanto terapéutica como de sus miembros.

En este sentido McNamee (2009) propone:

La Ética terapéutica es una responsabilidad relacional, no es una “mejor” manera de

trabajar en el contexto terapéutico. No es una técnica, más bien es una orientación al

proceso que privilegia lo que está sucediendo en la conversación, en el momento

interactivo, la atención se centra en los procesos dialógicos, no en las personas,

situaciones o problemas de manera aislada. (p.63).

En referencia a lo anterior, considero que el riesgo de no incluir una Ética relacional o

que se construye mutuamente, comprendería desde mi mirada acentuar la idea de que hay

una, única y legítima verdad, en lugar de muchas y múltiples. Por lo tanto, considero esencial

hacer de la práctica de terapia un espacio con más lugar para posibilidades, en lugar de una

única manera, abriendo diálogos que incluyan maneras preferenciales de nuestros

consultantes de manejar sus temáticas de atención, en donde puedan encontrarse preguntas

éticas que invitan a generar diferentes aproximaciones a sus realidades ya que son estas sus

particulares formas de mirar la vida.

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Reflexiones después de este proyecto.

Hay momentos, personas, situaciones, en mi vida con los cuales estoy en profundo

agradecimiento por transformarme de distintas maneras, a ellos mi reconocimiento para

ayudarme a trascender de mí misma y mis propios límites.

Una de esas ocasiones ha sido poder plasmar mis ideas y procesos a través de este

trabajo, mismo que me ha brindado la oportunidad de pensar de nuevo en la importante

responsabilidad social que está impregnada en mi profesión, y el cómo continuar en

movimiento y construcción con otros para favorecer cambios tanto de manera personal como

en el entorno.

Mi encuentro con las ideas colaborativas y posmodernas llegó para acentuar los

cambios que se empezaban a gestar con anterioridad, me permitieron hallar nuevas formas de

entender el mundo, mi mundo, el trabajo, mi trabajo, las relaciones, mis relaciones, y los

regalos que todas estas interacciones ofrecen. Siento dicha de trabajar en algo que amo, de

algunas veces tener miedo a enfrentarme a los caminos no andados, porque lejos de

ahuyentarme, es un miedo que me impulsa a romper límites y hacer vereda al andar.

Finalmente, creo que de eso se trata la vida, de usar lo que uno tiene para colorear su paisaje,

decidir en compañía de quién caminar, con qué humor transitar, y en resumidas cuentas,

aprender y transformarse con la vida misma. Para mí, lo anterior se concreta en las palabras

que tanto disfruto del artista Alejando Jodorowsky: “En todo momento estamos dejando de

ser lo que fuimos, estamos siendo lo que somos, y estamos comenzando a ser lo que seremos”.

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