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sobre Ecuador, y otras acciones como ciclos de cine ecuatoriano. Por diversas circunstancias, de todas esas acciones sólo se realizó en el 2006, un ciclo de conferencias financiado por la CAM (Caja de Aho- rros del Mediterráneo), en el que participaron Alberto Acosta, José Sánchez Parga y Segundo Moreno, catedrático de Anopología de la Pontificia Urúversidad Católica del Ecuador. Ahora tenemos la oportdad de presentar esta publicación sobre· Ecuador, que es el resultado de conversaciones y acuerdos con Fran- cisco Rhon, director del CAAP (Centro Andino de Acción Popular) de Quito y de la prestigiosa Revista Ecuador Debate. Una vez decididos los temas o capítulos del libro, él se encargó de comprometer a los autores de cada tmo de ellos. Finalmente, en los últimos meses, ha sido José Sánchez Parga, investigador, también vinculado al CAAP, el responsable de urgir a los autores que cumplieran las fechas pactadas para la entrega de los originales y m:ientar su forma de presentación. A todos ellos quiero marúfestar mi estima personal e intelectual y mi agradecimiento por embarcarse en la publicación de este «Ecuador contemporáneo. Análisis y alteativas actuales», que ahora ofrece- mos a la Urúversidad y a la sociedad murciana con el apoyo decidido del Servicio de Publicaciones de la Urúversidad de Murcia. Nuestro deseo es que este libro cumpla la función principal de acercar a los murcianos la realidad actual de este gran país, que llevo en el alma desde hace tanto empo. A todos los que han colaborado en su pu- blicación, muchas gracias. O< Ángel Montes del Castillo Director del Centro de Estudios de Cooperación Desarrollo de la Universidad de Murcia Anzel Montes del Castillo --- j . : ) ,, 1'" ;: ,,. . ;: e 1 ! ( 1 Procesos Económicos Contemporáneos .Impacto de las reformas neoliberales en la economía* Alberto Acosta Pocas veces en el mundo una propuesta ideológica ha alcanzado los veles de globalidad del neoberalismo, una ideología, y no simplemente una teoría económica. Con el <<retoo del neolibera- lismo», como lo definió Raúl Prebisch al inicio de los ochenta, esta ideología se transformó en el <<pensaúento único». Como resultado de esta posición totalitaria, el mensaje dominante asegura que <<no hay alteativa>>. Y desde esta perspectiva, en un claro ejercicio de poder global, se difunde el ajuste estructural por el mundo. A las propuestas económicas, que configuran la lógica y la práctica de los ajustes neoliberales, se las conoce como el Consenso de Was- hington', tal como lo denominó ingeosamente John Williamson, * El texto es resultado de un abajo de edición, a partir del libro del autor Breve Historia Económica del Ecuador, realizado por la historiadora María José Garrido. 1 Los diez componentes básicos de su recetario son: Austeridad y displina fiscal; Rees- ucturación del gasto público; Reforma Tributaria; Privatización de las empresas públicas; Establemiento de manejo cambiarlo competivo; Liberalización comeral; Desregulación del mercado financiero y apertura de la cuenta de capitales; Apertura sin restricciones a la inversión extranjera directa; Flexibilización de las relaciones económicas y laborales; Garana y cumplimiento de los derechos de propiedad privada. Procesos Económicos Contemporáneos 27

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sobre Ecuador, y otras acciones como ciclos de cine ecuatoriano. Por diversas circunstancias, de todas esas acciones sólo se realizó en el 2006, un ciclo de conferencias financiado por la CAM (Caja de Aho­rros del Mediterráneo), en el que participaron Alberto Acosta, José Sánchez Parga y Segundo Moreno, catedrático de Antropología de la Pontificia Urúversidad Católica del Ecuador.

Ahora tenemos la oporturúdad de presentar esta publicación sobre· Ecuador, que es el resultado de conversaciones y acuerdos con Fran­cisco Rhon, director del CAAP (Centro Andino de Acción Popular) de Quito y de la prestigiosa Revista Ecuador Debate. Una vez decididos los temas o capítulos del libro, él se encargó de comprometer a los autores de cada tmo de ellos. Finalmente, en los últimos meses, ha sido José Sánchez Parga, investigador, también vinculado al CAAP, el responsable de urgir a los autores que cumplieran las fechas pactadas para la entrega de los originales y m:ientar su forma de presentación.

A todos ellos quiero marúfestar mi estima personal e intelectual y mi agradecimiento por embarcarse en la publicación de este «Ecuador contemporáneo. Análisis y alternativas actuales», que ahora ofrece­mos a la Urúversidad y a la sociedad murciana con el apoyo decidido del Servicio de Publicaciones de la Urúversidad de Murcia. Nuestro deseo es que este libro cumpla la función principal de acercar a los murcianos la realidad actual de este gran país, que llevo en el alma desde hace tanto tiempo. A todos los que han colaborado en su pu­blicación, muchas gracias.

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Ángel Montes del Castillo

Director del Centro de Estudios de Cooperación al Desarrollo de la Universidad de Murcia

Anzel Montes del Castillo

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1 Procesos Económicos Contemporáneos

.Impacto de las reformas neoliberales en la economía*

Alberto Acosta

Pocas veces en el mundo una propuesta ideológica ha alcanzado los rúveles de globalidad del neoliberalismo, una ideología, y no simplemente una teoría económica. Con el <<retorno del neolibera­lismo», como lo definió Raúl Prebisch al inicio de los ochenta, esta ideología se transformó en el <<pensarrúento único». Como resultado de esta posición totalitaria, el mensaje dominante asegura que <<no hay alternativa>>. Y desde esta perspectiva, en un claro ejercicio de poder global, se difunde el ajuste estructural por el mundo.

A las propuestas económicas, que configuran la lógica y la práctica de los ajustes neoliberales, se las conoce como el Consenso de Was­hington', tal como lo denominó ingerúosamente J ohn Williamson,

* El texto es resultado de un trabajo de edición, a partir del libro del autor Breve Historia Económica del Ecuador, realizado por la historiadora María José Garrido. 1 Los diez componentes básicos de su recetario son: Austeridad y disciplina fiscal; Rees­tructuración del gasto público; Reforma Tributaria; Privatización de las empresas públicas; Establecimiento de un manejo cambiarlo competitivo; Liberalización comercial; Desregulación del mercado financiero y apertura de la cuenta de capitales; Apertura sin restricciones a la inversión extranjera directa; Flexibilización de las relaciones económicas y laborales; Garantía y cumplimiento de los derechos de propiedad privada.

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a principios de los años noventa. Este recetario recoge las medidas ortodoxas del FMI, del Banco Mundial y demás organismos multila­terales de crédito (BID, CAF, etc.) así como la posición del gobierno norteamericano y de los conglomerados transnacionales de mayor influencia global, sobre todo de Estados Unidos. Son medidas que forman parte de tma estrategia global para la reestructuración de la economía, dentro de la racionalidad del propio sistema capitalista, y no sólo medidas monetaristas de corto plazo. Con este recetario se buscaba establecer un <<entorno apropiado» para garantizar la participación de los países subdesarrollados en la nueva división internacional del trabajo: la <<globalización», vendida en forma sim­plona, como si se tratara de un proceso nuevo; cuando en realidad es una fase del proceso de mundialización del capitalismo.

Si bien no aparece explícitamente el tratamiento deuda externa en los componentes básicos de la receta, la aplicación de ésta tiene en la mira garantizar el servicio de la deuda, cuya renegociación se ha transformado en eficaz palanca para imponer el mencionado Consenso, que no se sustenta para nada en un consenso democrá­tico. Las instituciones financieras internacionales tuvieron un papel determinante en la fijación de las políticas económicas, ya que sin su «aprobación» o «sello de confianza» difícilmente tm país recibe créditos y mucho menos inversiones extranjeras. La acción de estas instih1ciones es complementaria con el trabajo que despliega el Club de París, al cual es posible acceder para reestruchrrar las deudas bi­laterales siempre que se cuente con la mencionada «aprobación».

La estabilización y el ajuste no están dirigidos simplemente a reducir la inflación o a asegurar el crecimiento económico de largo plazo de los países periféricos, son mecanismos que apuntan a transformar la economía mundial y que, en una primera instancia, han asegu­rado los mercados para los productos de los países centrales. El incremento de exportaciones de esos países sirvió para sanear su balanza de pagos (ya que algunas exportaciones, como las agrícolas, son protegidas con enormes subsidios), y para suavizar la recesión y las altas tasas de desempleo internos, al tiempo que sacaron tajada de la oferta de productos agrícolas y minerales provenientes de los países empobrecidos a precios bajos.

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Además, la trartSferencia de recursos desde los países latinoame­ricanos -incluyendo la amortización de la deuda externa-. sirvió para financiar la revolución tecnológica-organizativa en curso en los países centrales.

� El Ecuador, durante todos estos años e independientemente de los diversos niveles de coherencia entre la teoría y la práctica, aplicando siempre más de lo mismo y sin preocuparse por sus irracionalidades, se mantuvo dentro del movimiento de reordenamiento liderado por el capital financiero internacional. Al dejar de lado una potencial respuesta nacional, el Ecuador se alineó al funcionamiento de la economía internacional dentro de un esquema pasivo que precipita y consolida la transnacionalización. El motor de este fenómeno no es el simple resultado de una confabulación internacional empeñada en sojuzgar a las naciones más débiles, sino que se explica por la lógica del sistema capitalista, que en la actualidad procesa una nueva forma de reorganización política y económica del mundo. Para consegnir esa reinserción se aceptó, en la práctica, la necesidad de hacer competitiva la mano de obra nacional, por la vía de la programada depreciación del poder adqtúsitivo de los salarios y por la mayor flexibilización de la clase obrera. Se aceptó la reprimarización de la economía al volver a las ventajas comparativas náturales aprovechando la alta renta, des­echando la posibilidad de instaurar al menos un esquema de largo alcance para la consolidación de aquellas líneas productivas mediante las cuales el país en forma dinámica podía volverse competitivo. En definitiva, se consolidaron actividades con bajo perfil tecnológico y, por ende, con muy escasa o ninguna incidencia internacional.

Así también se avanzó en el dogmático desmantelamiento del Es­tado enarbolando la muletilla de su ineficiencia estructural, cuando lo que estaba de por medio, (además de los jugosos negocios que pueden ofrecen las privatizaciones), era la eliminación de una forma de Estado que pueda convertirse en uno de los ejes en un proceso nacional de desarrollo. Desde esa perspectiva, se llegó a la sataniza­ción del papel del Estado, al que se presentó como una institución que, flotando más allá de fracciones de clase, intereses y estructuras económicas, habría gozado de una autonomía que provocó la crisis que se vivió desde los años ochenta. A partir de una crítica a la

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fracasada modalidad de industrialización se abrió la puerta a una nueva modalidad de acumulación primaria-exportadora-moderna, acompañada, evidentemente de un nuevo Estado, otra política eco­nómica y alianzas dominantes diferentes.

El ajuste neoliberal

Interrumpido el proceso, a fines de los setenta, de acumulación susten­tado en <<fáciles y abundantes>> recursos financieros, y sin las reformas estructurales que hubieran sido indispensables, los gobiernos tuvie­ron que enfrentar la búsqueda de los equilibrios macroeconómicos, tratando de mantener con vida el espacio constitucional instaurado desde 1979, que respondía a las necesidades de la renovada estrate­gia internacional de los Estados Unidos. A principios de los ochenta,

• Ecuador tuvo que enfrentar distintos problemas que afectaron su economía como la caída del precio del petróleo y las intmdaciones durante el invierno de los años 1982 a 1983 -el Fenómeno de El Niño-, que afectaron gravemente la producción agrícola y la economía en general. A partir de entonces, el Ecuador, que hasta 1981 había sor­teado con aparente facilidad el impacto de los problemas económi­cos internacionales, comenzó a sentir de lleno sus síntomas; pero no exclusivamente por los problemas mencionados, sino también por razones estruchrrales externas e internas de larga data.

En el contexto de la suspensión de pagos de la deuda externa por parte de México en 1982, al igual que otros países latinoamericanos, el gobierno ecuatoriano ingresó en la ronda de las. continuas nego­ciaciones de la deuda externa con los acreedores internacionales, incorporando cada vez con mayor proftmdidad las recomendaciones y condicionalidades del capital financiero internacional, formuladas y presionadas por el FMI y el Banco Mtmdial. Su poder y su cre­ciente influencia, al margen de cualquier control democrático, son indiscutibles, muestra de esto es la suscripción de Ecuador a partir de 1983 de una decena de «Cartas de Intención» con el FMI, para la obtención de créditos' diliciles de conseguir, ya que la misma rigidez

2 El estrecho control del FMI mediante sus políticas había tenido ya su antecedente en dé­cadas anteriores, cuando otorgó créditos stand by al país con los que se pretendió, sin grandes

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y dureza de los acuerdos alcanzados impedían el cumplimiento de dichas «Cartas de Intención». El poder del FMI no radica tanto en el monto de sus créditos, sino en la atención prioritaria que se le daba a sus exigencias; en sus condiciones crediticias determinantes en el manejo económico de los países deudores, y en su capacidad para movilizar recursos de otras fuentes en el caso de los buenos discípulos de sus políticas.

El Ecuador también recurrió en repetidas ocasiones al financiamiento del Banco Mundial, cuyos préstamos para el «ajuste estruchlial» y el «ajuste sectorial» fueron poderosos mecanismos para forzar el neoliberalismo e incluso para agravar sus efectos. Correlativamen­te a estas presiones aparecieron con enorme crudeza en el país los problemas que en la etapa petrolera se habían mantenido relativa­mente ocultos.

1 Es a partir de este período cuando el país empezó una tortuosa marcha de ajustes y desajustes interminables. El proceso de ajuste, visto desde la política institucional, muestra un tímido inicio de reformas en el gobierno de Osvaldo Hurtado (1981-1984), sobre todo en el campo de la estabilización macroeconómica, desatada por los efectos de la crisis de la deuda externa. Sus políticas económicas buscaron enfrentar el problema de la inflación, aplicando un esquema recesivo que apun­taba a reducir los índices de consumo e inversión, pero garantizando los procesos de acumulación del capital. Situación viable solo en la medida en que se deprimían los salarios. En consecuencia cayó la participación del factor trabajo en la distribución de la renta nacional'. Todos estos elementos, en el marco de la denominada flexibilización

resultados, superar la crisis del momento. Control del cual solo fue posible liberarse con las exportaciones de crudo. La tiltima de estas cartas de intención se realizó en abril del 2000. Con estas cartas el país aseguró 8 créditos stand by: julio de 1983, marzo de 1985, agosto de 1986, enero de 1988, septiembre de 1989, diciembre de 1991, mayo de 1994 y abril del 2000; hay que anotar que el país recibió solo en dos Ocasiones todos los desembolsos previstos. En este último lapso el país consiguió t<imbién tres préstamos de «financiamiento compensatorio)) del mismo Fondo: noviembre de 1983, agosto de 1986 y enero de 1988. 3 La distribución de la renta nacional cayó progresivamente de un 32% en 1980 a un 12,7% en 1990 y 1991, para luego recuperarse levemente a nn 13,9% en 1997, poco antes de la se­vera crisis de fin de siglo. Los trabajadores, al igual que la mayoría de servidores públicos, especialmente los maestros, han sufrido los efectos más duros de la represión salarial.

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laboral, comprimieron aún más el de por sí limitado mercado interno, que sufrió también por el desempleo creciente y por el debilitamiento sistemático de las organizaciones sindicales.

Durante el régimen socialcristiano de León Febres Cordero (1984-1988) el ajuste experimentó una transición discontinua y confusa, pese a sus declaraciones y acciones a favor de una mayor apertura y liberalización -«neoliberalismo en gramática populista>> diría pos­teriormente el politólogo César Montúfar-. La economía concluyó en medio de un desorden generalizado y con un creciente malestar ciudadano en contra de un gobierno autoritario.

Las expectativas provocadas por el socialdemócrata Rodrigo Borja (1988-1992) -públicamente contrario a las tesis neoliberales- dura­ron poco, ya que su gobierno se mantuvo en gran medida dentro de la senda del ajuste y tramitó una serie de transformaciones (por ejemplo en el campo laboral y de la apertura comercial) que faci­litaron posteriormente la profundización del esquema neoliberal. En su gobierno se introdujeron algunas reformas en el campo de la contratación compartida, la maquila y las zonas francas, con claras limitaciones al sindicalismo, y desde entonces no faltaron las pre­siones para ahondar cada vez más en la flexibilización laboral.

En el período del conservador Sixto Duran Ballén (1992-1996) el discurso neoliberal coincidió en gran medida con la práctica: el ajuste dio pasos acelerados, algunos de los cuales, sin embargo, se vieron truncados tanto por la protesta social, la derrota de las refor­mas neoliberales que el régimen pretendió introducir vía consulta popular a fines de 1995, como por los casos de corrupción en torno al proyecto de privatizaciones.

El populista Abdalá Bucaram (1996-1997), que llegó a la Presidencia presentándose como el presidente de los pobres, intentó llevar la economía ecuatoriana a un estado superior del neoliberalismo con su programa de convertibilidad, con el cual forzaría la aprobación de una larga lista de reformas neoliberales, la aceleración de las pri­vatizaciones, así como la radicalización de la flexibilidad laboral.

Mediante un acuerdo para sortear la crisis política desatada en 1997 se instauró un gobierno interino, liderado por el conservador

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populista Fabián Alarcón (1997-1998). A pesar de lo caótica que re­sultó su gestión, este gobierno se mantuvo en la senda del ajuste, en medio de una crisis que se generalizaba aceleradamente, al tiempo que se desperdiciaba una oportunidad histórica para procesar una profunda reforma política, tan reclamada por la sociedad luego del derrocamiento de Bucaram.

Con Jamil Mahuad (1998-2000), demócrata cristiano estrechamente vinculado a las altas filas del sector bancario, el país enfrentó una de las peores crisis económicas de su historia, agravada por la imposición de un esquema de dolarización oficial de la economía desde principios del 2000. Dolarización que fue ratificada por Gustavo Bejarano (2000-2003), quien llegó a la Presidencia cuando fracasó el intento de tomar el poder por parte de relevantes actores sociales, sobre todo indígenas, acompañados por un grupo de oficiales de la fuerza terrestre.

El análisis de las medias de ajuste en el Ecuador estaría incompleto si no se consideran las dificultades exógenas que ha enfrentado la economía ecuatoriana, a las cuales habría que sumar las antiguas y arraigadas restricciones de desarrollo. Entre las primeras se puede destacar: inundaciones (1982-83, 1997-98), sequías, terremoto (1987), caída de los precios del petróleo (1982-83, 1986, 1997-98), conflicto bélico (1981, 1995), crisis financiera internacional (1997-98). Los pro-­blemas estructurales existentes, propios del capitalismo dependiente, dan cuenta de que las condiciones previas al ajuste no eran óptimas ni estables, y menos aún que solo las políticas de inspiración neo­liberal son las causantes de los problemas.

Entre los responsables del ajuste, además de los sucesivos gobiernos como se ha mencionado están los organismos multilaterales, verda­deros gestores de la política económica ecuatoriana. Es ineludible la responsabilidad de estas entidades en la crisis financiera, a la cual se llegó como resultado de la liberalización fondomonetarista y que se agudizó con la creación de la Agencia de Garantía de Depósitos (AGD) por presiones del Banco Mundial. Otro ejemplo fueron los condicio­namientos del FMI de capitalizar bancos locales quebrados.

Un factor de distorsión casi permanente se manifestó a través de las continuas presiones de los grupos de poder, partidarios políticos

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del ajuste, pero demandantes incansables del patemalismo estatal. Esto se explica por el carácter rentista de los grupos dominantes, interesados en privatizar y aumentar sus prebendas, mas no en una verdadera modernización del Estado o en reformas que hagan funcionar realmente un mercado competitivo, y que den paso a la construcción de verdaderas ciudadanías. Estos grupos, reacios al pago de impuestos y al cumplimiento de sus obligaciones con la so­ciedad, han buscado defender sus intereses y prebendas politizando sus agrupaciones gremiales, las grandes cámaras de la producción. Así se ha avanzado en un proceso de <<modernización>> que oculta grandes ineficiencias y una marcada ausencia de la responsabilidad social de las empresas; dando continuidad histórica a prácticas <<em­presariales» de los terrateníentes de 1� Sierra y de la Costa.

Los exponentes <<naturales» del neoliberalismo -los grupos de poder y sus partidos políticos- no lograron consolidar una posición homo­génea para anclarlo como proyecto hegemóniéo por su falta de visión, por su mediocridad y por sus contradicciones internas. Las medidas adoptadas inicialmente tenían que ser respaldadas por otras más ade­lante, pues·las presiones empresariales y las protestas sociales hacían muy difícil el mantenimiento del ritmo del ajuste. Y sin haber llegado a los extremos autoritarios del Cono Sur, en Ecuador el ajuste vino acompañado de un creciente déficit democrático, mientras que con un discurso de tinte <<progresista» se trató de conseguir respaldo para los socialmente costosos esquemas de ajuste. Este proceso de ajuste/ desajuste neoliberal, en las condiciones descritas, resultó conflictivo. Fue un proceso tortuoso e interminable, agravado por la presencia y recrt;tdecimiento de los ancestrales pesos del subdesarrollo. Todo esto en medio de tm ambiente marcado por la corrupción.

Causas y características de la crisis de fin de siglo

Las principales causas de la crisis son múltiples; parte de las grandes dificultades del Ecuador pueden encontrarse en problemas exógenos, derivados de fenómenos de la naturaleza y de la economía mundial. Algunos de ellos, sin embargo, podrían estar bajo control o podrían ser suavizados, siempre y cuando se modifique la estrategia de desarrollo

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y se adopten políticas económicas acordes con los retos que plantean estos moques externos. Son importantes los graves problemas am­bientales, producidos por las continuas agresiones que se hacen a la naturaleza y que, han sido la base de las grandes crisis. Las causas coyunturales de origen exógeno pueden resumirse en los estragos del Fenómeno de El Niño (con pérdidas estimadas en 2.869 millones de dólares)'; los efectos provocados por la crisis financiera internacional, que ocasionó un deterioro de la balanza de pagos, tanto por el lado comercial como por el lado de la cuenta de capitales; la estrepitosa ·caída del precios del petróleo en el mercado mundial en 1998, y el pago por servicio de deuda, en tanto impidió financiar el desarrollo, ya que obligó a nuevos endeudamientos para sostener su servicio'.

A los procesos coyunturales descritos se añaden varios factores endógenos. Sobre todo la propia política económica aplicada entre 1992 y 1999. Evidencia de esto fueron las desacertadas y costosas po­líticas de salvamento de la banca privada, las diversas aberraciones fiscales, la improvisada e inconsulta dolarización de la economía, · cuyo efecto contribuyó a exacerbar las presiones inflacionarias y la inestabilidad política en el país. No se puede dejar de mencionar los grandes problemas estructurales que se potenciaron por los problemas coyunturales:

La debilidad y fragilidad del mercado interno, a causa de las enormes desigualdades en la distribución de la riqueza, del bajo poder adquisitivo de las masas (pobreza) y de una creciente con­centración del ingreso y los activos en pocas manos. La presencia de sistemas de producción atrasados (con baja produc­tividad de la fuerza de trabajo; pero con elevada productividad del capital) que caracteriza la heterogeneidad estructural del aparato productivo; la poca capacidad de absorción de la fuerza de trabajo y la desigualdad en la distribución del ingreso y activos.

4 Cifra obtenida de estudios de la CEPAL 5 Esto se evidencia en el Presupuesto del 2001, en el cual se destinó el 53% de los ingresos totales al servicio total de la deuda pública y el 33% de los ingresos totales para el servicio de deuda externa; servicio que equivale al44o/o de las exportaciones previstas.

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Los elevados niveles de desempleo (abierto y oculto) y de su­bempleo, así como la ausencia de políticas para generar empleos estables y de calidad. La carencia de una adecuada integración entre las diversas regio­nes del país y el débil desarrollo de las ciudades intermedias y pequeñas, agobiadas por diversas manifestaciones de centralismo gubernamental y de concentración de la riqueza. Los escasos encadenamientos fiscales, productivos y de consumo; a lo cual se suma la escasa vinculación sectorial, en particular de la agricultura con la industria y de las actividades de exportación con el resto de la econornia. La elevada propensión marginal a importar, no solo maquinaria y equipo, sino incluso materias primas y bienes de consumo duradero y no duradero; consecuencia de la consuetudinaria dependencia externa, en especial tecnológica y culturaL El mal manejo administrativo del Estado, una marcada arbitrarie­dad burocrática y una gran cantidad de ineficiencias acumuladas a lo largo de la historia. El irrespeto casi permanente a la institucionalidad democrática y a la misma Constitución, que ha aumentado la inestabilidad política y que deterioran la imagen internacional del país. Las masivas ineficiencias del sector privado, así como la falta de empuje y capacidad innovadora del segmento empresarial, infec­tado por la inercia de los rentismos y clientelismos de antaño. La existencia de estructuras oligopólicas y aun monopólicas que caracterizan los mercados. La corrupción generalizada en toda la sociedad, no solo en el séctor público. La heterogeneidad productiva' y de comportamientos, con relacio­nes de producción diversas (donde no han sido superadas formas semifeudales o no capitalistas) que conduce a que los sectores marginales, que tienen una mayor productividad del capital que

6 Se puede decir que la economia ecuatoriana está conformada por cinco estratos básicos: petrolero {petróleo/minería); urbano moderno (electricidad/ agua y finanzas; parcial­mente industria, construcción, comercio y transporte/ comunicaciones); rural moderno (agropecuario/pesca); urbano tradicional (parte de la industria, construcción, comercio y transporte, y servicio hogares); y,, rural tradicional (actividades agropecuarias/ pesca).

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los modernos no puedan acumular porque no tienen los recursos para invertir, y los sectores modernos, en donde la productividad de la mano de obra es más alta, no invierten porque no tienen mercados internos que les aseguren.rentabilidades atractivas. Ello a su vez agrava la disponibilidad de recursos técnicos, de fuerza laboral calificada, de infraestructura y de divisas, lo que por su parte desincentiva la acción del inversionista. El Ecuador no puede ser visto simplemente como víctima de los problemas exógenos, sino también como un país que inter­namente también genera y reproduce sus propios problemas en un proceso de «causación circular acumulativa»7•

La crisis a la luz de los indicadores económicos

Los elementos de la política económica ortodoxa, configurada en torno al núcleo del ajuste, explican la gravedad de la crisis desatada hacia el 2000. En estas condiciones, la ·econornia ecuatoriana atravesó una situación dramática, incomparable en todo el siglo XX y reflejada en los principales indicadores económicos. Ecuador sufrió en 1999 el retroceso económico más severo en América Latina. La caída del PIB real mostró su máximo declive en 19998 cuando fue de 7,3%, medida en sucres, y de más del 30% en dólares. Superó incluso los niveles de decrecimiento de oh·as grandes crisis, tales como la que se produjo en 1933, durante la Gran depresión y como consecuencia de la crisis cacaotera, al caer en 4,2%; o en 1983 -crisis de la deuda externa, caída del precio del petróleo y el Fenómeno del Niño cuando la caída fue de 2,8%; o en 1987, con nueva caída del precio del crudo y ruptura del oleoducto, cuando el PBI se contrajo en 6,0%.

Por otra parte, la política económica en 1999 provocó una devalua­ción del 216%, una inflación del 52%, una caída del salario real del 23% y una salida de capitales privados de un 15% del PIB. El país, según UNICEF, experimentó el empobrecimiento más acelerado

7 Gunnar Myrdal, sueco, Premio Nóbel de Econonúa del año 1974. 8 El PIB, medido en dólares, cayó en 31% entre 1998 y 2000, de 19.710 millones de dólares a 13.649 millones, luego de que en 1999 alcanzara 13.770 millones. El PBI por habitante se redujo en 33% entre 1998 y 2000, al caer de 1.619 dólares a 1.079 entre 1998 y el 2000 (1999: 1.109 dólares).

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en la historia de América Latina. Entre el año 1995 y el año 2000, el número de pobres se duplicó de 3,9 a 9,1 millones; en términos porcentuales creció del34 al 71 %; la pobreza extrema también dobló su número de 2,1 a 4,5 millones; en términos porcentuales el salto fue de un 12 a un 35%. El porcentaje de niños viviendo en hogares pobres aumentó de 37% al 75%. El gasto social per cápita disminuyó un 22% en Educación y un 26% en Salud.

Durante estos años se produjo una masiva emigración de ecuatorianos al exterior, estimada en unas 300 mil personas (otros cálculos estiman 500 mil); proceso que incidió profundamente en la vida económica, social y política del país. Por otro lado, la emigración explica, en parte, la reducción del desempleo en el 2000 en un 10% (que en 1999 había alcanzado el 17%). El subempleo, que se incrementó en estos años, afectó al 60% de la población económicamente activa.

Estos indicadores se reflejaron en una mayor concentración de la riqueza: mientras en 1990 el 20% más pobre recibía el 4,6% de los

· ingresos, en 1995 el 4,1% y en 1999 apenas el 2,46%; entre tanto el 20% más rico de la población acumulaba el 52% en 1990, el 54,9% en 1995 y el 61,2% en 1999, de acuerdo a datos del SIISE.

Antes de la crisis de 1998-2000, seis mil personas controlaban el 90% del capital de las compañías mercantiles y no más de doscientas per­sonas dominaban todo el sistema bancario privado, en el cual' cinco bancos concentraban la mitad de las operaciones activas y pasivas. Si se mide la inequidad en salarios, al inicio del siglo XXI el 64,6% de los trabajadores recibía menos de 1,5 salarios mínimos vitales al m_es; el 20,4% ganaba entre 1,5 y 5 salarios y solo el 3% obtenía más de 5 salarios (un salario mínimo vital 117,6 dólares). Así, si una familia con 1,6 personas aportando para el ingreso familiar recibía un ingreso de 201 dólares en julio del 2001, que apenas cubría un 69% de la canasta básica (291 dólares); en los meses más duros de la crisis el déficit alcanzó un 57%. Los sectores sociales más afectados por la crisis y por los problemas derivados del ajuste/ desajuste neo liberal fueron los jubilados, gmpo estructuralmente marginado y cuyas pensiones mensuales bordeaban los 40 dólares, la población indígena, las mujeres y la población jóvenes.

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Principales resultados del ajuste

Desde inicios de los años ochenta, con diversos grados de coherencia e intensidad en el Ecuador, al igual que en oh·os países de la región, se adoptó una concepción aperturista y liberalizad ora de inspiración fondomonetarista/bancomunclialista, que siguieron en gran meclida las recetas del Consenso de Washington, concepción impuesta a través de múltiples mecarúsmos y hasta con chantajes externos e internos. Esto condujo a la aceptación de una lógica que ajustó al país de acuer­do a las necesidades del capitalismo munclializado y lo desajustó en térmirws de lo que pudo haber sido un desarrollo más equilibrado.

La recuperación de los equilibrios macroeconómicos, para retomar en forma espontánea la senda del crecimiento y la distribución de los frutos del progreso, fue el leitmotiv del manejo económico; al tiempo que se introducían cambios estructurales en la economía.

Sin embargo, Ecuador ha sido considerado como un país reacio al ajuste, incluso las instituciones financieras internacionales lo han incluido en su lista de países rezagados, basándose en un manejo propagandístico y una visión combinada de inevitabilidad y de atraso que tendría el país en relación con los otros países latinoa­mericanos, y negando la existencia de alternativas.

Quienes impulsan estos ajustes casa adentro han hecho eco de cli­chas aseveraciones, y con nna visión muchas veces interesadas y tendenciosas han presionado su profundización, destacando que su aplicación fue insuficiente o afirmando que sin el tratamiento neo­liberal las condiciones podrían ser aún peores. Incluso hay quienes desconocen la existencia del ajuste en el Ecuador. Estas afirmaciones son compartidas por muchas fracciones sociales y empresariales, in­cluso por aquellas perjudicadas por la aplicación de dichas políticas. Si de hecho la teoría ha resultado discordante con la realidad, como ha suceclido en muchas ocasiones, los neoliberales esperan que la realidad se ajuste a la teoría.

La imposibilidad de profundizar aún más los ajustes se debió a las sucesivas reacciones sociales y a la falta de coherencia de las elites dominantes, que limitaron una aplicación aún más rigurosa y com­pleta del modelo neoliberal, aunque de hecho, en algunos ámbitos

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el ajuste ha ido más allá del promedio latinoamericano. Incluso se ha llegado a un «terrorismo económico>>, una de cuyas expresiones más destacadas se encuentra en la campaña pro-aceptación de la dolarización oficial de la economía, impuesta en el 2000, y difundida como la mejor y única alternativa para enfrentar una supuesta hipe­rinflación (inexistente por cierto), la cual volvería a ser el fantasma devorador si se optara por salir de la dolarización.

El ajuste en el Ecuador, si bien no ha cosechado «aplausos>> interna­cionales, no puede ser simplemente catalogado como un experimento fallido por incompleto, menos aún inexistente. Si se confronta la rea­lidad del ajuste en el Ecuador con los planteamientos del Consenso de Washington, se pueden sintetizan algunos aspectos en función de los objetivos explícitos e implícito& del ajuste:

a) ·Liberalización comercial

La evolución de la apertura comercial en el Ecuador ha ido a la par con la latinoamericana, e incluso llegando a superar el promedio regional. Este «avance» es explicable por la histórica aperh1ra de la economía del país, así como por los limitados esfuerzos experimenta­dos para construir un mercado interno durante el período en el cual se impulsó la industrialización vía sustitución de importaciones. La evolución experimentada por el índice de apertura -exportaciones más importaciones dividido por el PIB-, superó el 40% a mediados de los setenta y se ha mantenido e incluso aumentado a un 50%; sin duda uno de los índices de apertura más elevados de la región. Este nivel de apertura se profundizó con la desgravación arancelaría, iniciada en el gobierno de Febres Cordero (1984-1988), y se radicalizó con Borja (1988-1992). Así el país alcanzó niveles comparables a 17 países de la región' y desde 1991 superó el promedio latinoameri-

9 Datos tomados del trabajo realizado por Morley, Machado y Pettinato, quienes estudia� ron los siguientes países: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Jamaica, México, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. MORLEY, Samuel A.; MACHADO, Roberto; PETIINATO, Stefano, «Indexes of structural reform in Latin América», Serie Reformas Económicas, Santiago de Chile, Cepal. 1999

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cano. En 199510 se llegó a un índice de apertura comercial de 0,953, superior al promedio regional de 0,946.

Con su vinculación a la Organización Mundial de Comercio (OMC), desde 1996, el Ecuador eliminó casi todo tipo de restricción comer­cial, salvo algunas salvaguardias arancelarias introducidas sobre todo por razones fiscales de corto plazo. La profundización del aperturismo contrasta con la cada vez más notoria existencia de tendencias proteccionistas y regionalizadoras en la economía mun­dial, en las cuales el mercado es administrado y no libre, como pregonan los defensores del dogma neoliberal. Un claro ejemplo son las dificultades que tiene el banano ecuatoriano para ingresar al mercado europeo, así como también los enormes subsidios que recibe la agricultura en los Estados Unidos y en la Unión Europea .

En términos de promoción de las exportaciones existieron mejoras cuantitativas sustentadas, sobre todo en rubros primarios, pasando de 2.237 millones de dólares en 1982 a 5.264 millones en 1997. Sin embargo, en 1998, por efectos de la crisis internacional y el Fenóme­no del Niño, las exportaciones cayeron a 4.203 millones, creciendo nuevamente a 4.926 millones en el 2000. Esta dinámica se basó en el incremento de las exportaciones tradicionales: petróleo, banano, camarón, café y cacao, debido a aumentos en cantidad, con lo cual se equilibró la reducción en los precios.

A estas exportaciones se sumaron otras" (básicamente primarias), consideradas no tradicionales: flores y frutas exótica particularmente, así como en algunos productos ligeramente industrializados, con un creciente dinamismo. Los esfuerzos exportables de esta época se registraron mayormente en la Sierra, (región tradicionabnente orientada al mercado doméstico) donde se vivió un nuevo proceso de cambio en su estructura de la tenencia de la tierra y en la demanda

10 En este año Ecuador lleg6 a un índice de apertura superior al de Argentina, Brasil, Co­lombia, Perú, Venezuela, siendo apenas superado por Bolivia, Chile y México. 11 Agua mineral, aguardiente, artículos de confitería, achiote, alimento para perros, avena especial, bambú, caolín, cigarros, condimentos, duraznos, féculas, extracto de malva, harina de plátano, hongos, jugos, legumbres, manteca de cerdo, piñas, quinua, salsa de tomate, tabaco negro, etc.

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de la mano de obra al introducir estas nuevas actividades. Sin em­bargo, el aporte de estos nuevos productos en términos cuantitativos (y más aún tecnológicos) es limitado.

A pesar de dichas transformaciones, el deterioro de los términos de intercambio en varios productos ecuatorianos fue constante. Tam­poco la dependencia petrolera pudo ser superada, por el contrario, para sostener la dolarización oficial de la econorrúa y a través de ella la continuidad de los ajustes, se apostó a incrementar sus exporta­ciones. La tendencia reprimarizadora de la economía ecuatoriana, promovida por estos ajustes, apareció con claridad, mientras que la desindustrialización del aparato productivo resultó relativamente limitada por el escaso desarrollo industrial, sobre todo en términos de incorporación tecnológica a los procesos manufactureros. Situa­ción que se agravó por los efectos que ha tenido la dolarización en los niveles de competitividad, especialmente en aquellas activida­des que no se sustentan en la renta de la natúraleza, así corno en la ocupación de mano de obra barata y flexible.

En lo que respecta a la evolución de las importaciones, se observó una reducción de 2 . 187 millones de dólares en 1982 a 1 .474 millones en 1983, corno consecuencia del primer ajuste que provocó la grave crisis de la deuda externa; se registró una paulatina recuperación hasta 1987 (año en el que se produjo un grave terremoto, por lo que se redujo en 300 millones de dólares el monto de las compras externas). A partir de entonces, las importaciones, particularmente de bienes de constuno, volvieron a subir alcanzando el nivel más alto en 1998 de 5 .576 millones de dólares". En 1999 las importacio­nes cayeron por efecto de la depresión a 3 .017 millones de dólares y empezaron su recuperación en el2000 , cuando alcanzaron un valor de 3 .721,2 millones, con una clara tendencia ascendente.

La estructura de las importaciones demuestra el elevado grado de dependencia externa de la industria nacional, que es el sector que aglutina las compras de bienes de capital y de materias primas.

12 Incremento que se explica por las adquisiciones de alimentos derivadas del fenómeno del Niño y en parte por el ingreso de productos asiáticos abaratados, sobre todo vehículos, luego de la masiva devaluación en esa región del mnndo.

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A pesar del debilitamiento industrial por la suspensión del tardío esquema de sustitución de importaciones, en la práctica todavía se siguió operando bajo la lógica del ensamblaje de piezas y partes importadas en muchas empresas manufactureras orientadas al mer­cado interno o, en el mejor de los casos, para el mercado andino. A esto se añadió el fracaso en la manera en que se aplicaron ciertas medidas proteccionistas (y no un proyecto sistemático proteccionis­ta) que no indujeron mejoras cualitativas en el aparato industrial. Principalmente por estar sustentadas en una concepción que privi­legiaba relaciones personales y de grupo, plagadas de incoherencias e inconsistencias.

Tampoco se produjo una diversificación de países compradores de productos ecuatorianos, por el contrario, se mantuvo a Esta­dos Unidos corno uno de los principales socios comerciales, esto se evidenció en las exportaciones destinadas a este país, que en el 2000 representaron el 38% (1992: 42%) de las ventas totales; y en las importaciones provenientes de ese mismo país, que en el 2000 alcanzaba el25% (1992: 34%). Esta situación se contrapone con los

. cambios de los países centrales, en donde se está llevando a cabo la conformación de un aparato productivo ágil, flexible y de empuje a gran escala, el mismo que cada vez depende menos de las materias primas importadas desde la periferia y más bien se sustenta en forma creciente en el conocimiento.

b) Desregulación del mercado financiero

En la década de los noventa, en Ecuador se profundizó un proceso de liberalización y flexibilización del sistema financiero, al tiempo que se eliminaron las estructuras preferenciales de las tasas de in­terés y la acción de fomento de la banca estatal. El Banco Central asumió exclusivamente funciones monetarias y cambiarias y los ban­cos estatales de desarrollo facilitaron el libre accionar de la banca comercial. Si bien el país se encontraba «atrasado» con respecto al promedio latinoamericano en el campo de la flexibilización finan­ciera doméstica, en los noventa no solo que igualó el promedio, sino que lo sobrepasó, ubicándose casi al mismo nivel que Chile,

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considerado como «modelo>> del ajuste neoliberal13• Sin embargo, la <<Ventaja>> que podría haber obtenido el país con su liberalización financiera «tardía», no fue aprovechada para establecer mecanismos de control y regulación adecuados. Por el contrario, las deficiencias propias de estas reformas -expresadas dramáticamente en las crisis de los países asiáticos- se complicaron aún más por la mediocridad y dogmatismo de sus promotores, a lo cual se suma el corrupto manejo del tema bancario.

Aunque ya se había flexibilizado la fijación de las tasas de interés desde 1986, el punto de partida para una masiva liberalización fi­nanciera fueron las reformas introducidas en el gobierno de Duran Ballén, mediante la aprobación de la Ley General de Instituciones del Sistema Financiero" en 1994 , que permitió a los banqueros ampliar sus actividades y diversificar sus negocios, al tiempo que amplió la posibilidad de aumentar los créditos para sus propias empresas, es decir los créditos vinculados. Esta liberalizacion se transformó en un libertinaje por la reducción de la capacidad (y voluntad) de control de instituciones estatales como la Superintendencia de Bancos. Adicional­mente se dio paso a tma serie de reformas jurídicas y a la expedición de nuevas normas legales, tales como la Ley de Mercado de Valores y la Ley de Modernización del Estado. A esto se sumó la desregulación de los depósitos fuera del país, en la banca ojf-shore (sucursales de los bancos nacionales en el exterior), que no atrajo ahorro externo, sino que canalizó recursos de los ecuatorianos hacia el exterior para ser manejados extraterritorialmente en un ambiente caracterizado por cada vez menos controles. Este sería otro de los detonantes para acelerar la dolarización espontánea de la economía, pues esta banca off-shore sirVió para alentar y esconder el ahorro en dólares, no para atraer ahorro externo, como era el mensaje oficial.

El grado de dolarización espontánea creció desde 1994, como resul­tado de la política aplicada. Así, del total de depósitos, en 1994 un 15,7% correspondía a depósitos en dólares pasando a un a 47 ,3%

13 Basta ver los índices en orden descendente para un grupo destacado de los países eshtdia­dos: Argentina 0,986; Chile 0,983: Ecuador 0,980¡ Bolivia 0,973¡ Colombia 0,950; el promedio latinoamericano era de 0,927. 14 Ley No 52, Registro Oficial No. 439 de112 de mayo de 1994.

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en 1999 , y en lo que se refiere a las colocaciones el incremento fue de 19 ,9 a 66,5% en el mismo período. Estas reformas cambiaron el sistema de banca restringida (y relativamente controlada) por un sistema de banca universal liberalizada, con lo cual, en la práctica, aumentaron los riesgos en sus operaciones. Igualmente se permitió el ingreso de nuevos productos bancarios a tono con el ambiente especulativo internacional. Esta banca canalizó masivos recursos externos hacia la economía nacional sin adoptar criterios de selec­tividad productiva y sin tomar las precauciones del caso; recursos que luego fueron sacados del país apenas aparecieron los prlmeros síntomas de la crisis,

Los cambios también produjeron un debilitamiento de la banca pro­vincial y regional, ya que se ahondó el fenómeno de transferencia asimétrica y de concentración de capitales que se da en el Ecuador, pues apenas pocas provincias captaban el grueso del ahorro priva­do, que era extraído de las otras provincias. Principalmente en las ciudades más grandes, Guayaquil y Quito, el saldo de depósitos y créditos bordean el 70% de los totales nacionales. En este ambiente permisivo se consolidaron las condiciones para el uso ineficiente y hasta corrupto de los créditos, los cuales, sumados a los proble­mas macroeconómicos mencionados y a las dificultades exógenas, permitieron que afloren los desequilibrios financieros, reflejados en las deficiencias de cartera, la excesiva concentración de crédito, los enormes montos de créditos vinculados, la ausencia de adecuadas herramientas de control, la ineficiencia, el despilfarro de recursos -multimillonarias campañas publicitarias, h�osas oficinas y múlti­ples gangas para los clientes destinadas a ocultar las debilidades de los bancos-, además de un canibalismo bancario explicable por la disputa de un mercado en contracción.

A esto se sumó la exacerbación de los históricos vínculos del poder político con los grandes grupos económicos, especialmente con el sector financiero. Esta relación se evidenció con gran fuerza en el gobierno de Mahuad (al igual que en gobiernos previos), quien por ejemplo tuvo financiamiento de Fernando Aspiazu, dueño del Banco del Progreso, para su campaña electoral, además del nombramiento de varios banqueros en importantes puestos del gobierno.

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En contraposición con el discurso de libre mercado no faltaron inter­venciones del Estado a favor de bancos en situación crítica, a partir del salvamento del Banco Continental durante el gobierno de Durán Ballén (1992 -1996). El problema se agudizó cuando el gobierno de Mahuad, a fines de 1998 , estableció por recomendación del Banco Mundial, la AGD (Agencia de Garantía de Depósitos) para que asu­miera la garantía de todos los depósitos casi sin límites, mientras que los banqueros -en la práctica- no estaban obligados a entregar garantías adecuadas por los préstamos obtenidos. Este descabellado «invento>> fue coherente con las tradicionales prácticas rentísticas. Es interesante anotar que gran parte de las reformas de esta época fueron obra de los partidos políticos15 que formaron gobierno en el período del ajuste. En cuanto a los créditos de liquidez, el Estado entregó a la banca, en términos netos, Ünos 900 millones de dólares (1998 -1999 ); otros 1 .400 millones en bonos de la AGD (1998 ); en 1999 congeló en toda la banca los depósitos de los clientes por unos 3.800 millones (que se devolvieron parcialmente, pero sin considerar inte­reses ni el lucro cesante, ni la pérdida del poder adquisitivo debido a ·la macrodevaluación), a lo cual se añaden más de 2.300 millones entregados, por diversos conceptos (incluida la conversión de deuda en capital a favor del Filanbanco) en el año 2000. A esto se suman los 300 millones en nuevos bonos para el Filanbanco y casi 100 mi­llones de capitalización del Banco del Pacífico, recursos entregados en el año 2001 para que estos bancos cumplan con las exigencias legales del 9% de patrimonio técnico sobre activos y contingentes ponderados por riesgo.

Ante la eminencia de la quiebra bancaria generalizada, el Estado inició un proceso de intervención o salvamento a los distintos ban­cos, lo que representó la entrega de miles de millones de dólares al sistema financiero asumidos por el Estado. 16 Así el discurso liberal

15 Social Cristiano, Demócrata Popular y Conservador, a los cuales adhirieron el FRA y en determinadas situaciones el PRE. 16 El Estado destinó fondos para los siguientes bancos: en 1995: Banco Continental; en 1998: Solbanco, Banco de Préstamos, Filanbanco, Tungurahua; en 1999: Filancorp, Finagro, Azuay, Occidente, Progreso, Bancomex, Crediticio, Bancounión,. Popular, Previsora, Pacífico. Como parte de este salvataje se autorizaron las fusiones del Banco La Previsora con el Filanbanco, así como del Banco Continental con el Banco del Paófico.

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quedó marginado con la intervención estatal, y más bien afloró una de las facetas propias de la estructura autoritaria y paternalista de la sociedad ecuatoriana, en definitiva, del neo liberalismo realmente existente. El Estado controló por esta vía el 70% del patrimonio y el 60% de los activos de la banca. El salvamento representó sólo en el año 1999 casi el30% del PIE, una de las mayores cifras registradas a nivel mundial en este tipo de operaciones17• De esta manera se explica el desmedido aumento de la pobreza, pues el peso del salvamento se transfirió a la sociedad, mientras la mayoría de banqueros ponía a buen recaudo sus propiedades y sus inversiones.

Un ejemplo paradigmático fue el salvamento de Filanbanco, que recibió más de 1.200 millones de dólares entre 1998 y 200 1, -más del doble de lo que el Estado destinó para Salud en el mismo pe­ríodo-, ante lo cual sus antiguos propietarios pretendieron negar la quiebra de la institución, cuando fue entregada al Estado y exigieron la devolución de algunas garantías entregadas.18 Por su parte, los organismos de control como la Superintendencia de Bancos, tampoco pudieron presentar información clara sobre de los deudores morosos de dicho banco, entidad que, por lo demás, resultó impenetrable para el control estatal.

Además de los problemas derivados de la liberalización financiera, de la política económica y de los problemas exógenos, un elemento clave en la crisis fue la propia gestión del sector financiero privado, ya que los dueños de muchos bancos no eran solo banqueros, como recomienda la lógica bancaria y la ética empresarial. Por el contrario, aprovechando los depósitos de los clientes (y quizás la información que éstos les proporcionaban), expandieron sus dominios en otros ámbitos de la econornia: medios de comunicación, servicios tele­fónicos, imprentas, agroindustria, empresas lecheras y ganaderas,

17 Teniendo en cuenta que en el Sudeste Asiático correspondió a un 15% entre 1995 y 1997, mientras que el promedio de América Latina fue de 8,3%. 18 Otro caso emblemático fue el cierre del Banco del Progreso, resuelto por su propio dueño, Fernando Aspiazu, quien además en 1998 se apoyó en sus medios de comunicación para movilizar a parte de la ciudadanía de Guayaquil en defensa de su banco. Capitalistas con pequeños ahorristas, oligarcas con pueblo marcharon juntos en las calles para salvar un banco privado que los había perjudicado.

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azúcar (los dueños de Filanbanco compraron el ingenio La Troncal al Estado en un valor ínfimamente menor al valor real), producción y exportación de banano, industria textil, empresas de seguros, fi­nancieras especializadas, empresas de construcción, inmobiliarias, importadoras, clubes deportivos, fábricas de envases, productoras de cerveza, explotación minera y petrolera, etc.

Como corolario de esta situación los propietarios de los bancos an­tes de entregarlos al Estado, reprogramaron sus créditos vinculados, muchos de ellos en condiciones extremadamente ventajosas (cero intereses, siete años de plazo y uno de gracia), operaciones con altos beneficios si se considera la masiva devaluación experimentada por la moneda nacional entre 1998 y el 2000 . En este contexto, el sistema financiero, como consecuencia directa-de la liberalización de la cuenta de capitales y afectado también por la crisis, luego de lucrar de un ambiente favorable para la especulación más que para la producción, terminó por transformarse en tm lastre para el desarrollo.

e) Apertura de la cuenta de capitales

Otro aspecto importante de análisis es la aperh1ra en la cuenta de capitales. El «avance>> ecuatoriano en este campo es notable, ya que desde 1980 Ecuador superó ampliamente el promedio regional". Entre 1993 y 1994, tal como sucedia en otros países latinoamericanos, la econornia ecuatoriana se benefició, aunque en menor medida, del reflujo neto de recursos externos. El capital <<golondrina» arribó en busca de rendimientos más atractivos que en sus mercados de origen, ah·aído especialmente por el esquema de estabilización sostenido en el anclaje cambiaría que requería de tasas de interés elevadas, así como por otras reformas introducidas en estos años que alentaban su ingreso. Este reflujo se explica por la caída de los rendimientos financieros en los principales mercados internacionales.

La voluntad de recibir inversión externa se reflejó en una serie de concesiones a dicho capital, el cual, salvo tmas pocas excepciones,

19 -El promedio regional de apertura es de 0,848. Argentina 0,986; Bolivia 0,887; Ecuador 0,860; Chile 0,745; Colombia 0,726.

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obtuvo similar tratamiento que el nacional. Desde 1993, por ejemplo, se permitió la libre remisión de utilidades y se simplificaron los pro­cedimientos de registro. Es más, la predisposición manifiesta de los gobiernos para beneficiar a los inversionistas extranjeros llegó incluso a ofrecerles ventajas al margen de cualquier racionalidad económica y aún contrarias a las propias disposiciones legales; basta mencio­nar diversas formas de subsidio a las transnacionales petroleras, en donde hay varios casos de violación de la ley con perjuicios para la sociedad o a empresas eléctricas privadas, a las cuales el Estado de hecho les garantiza utilidades mfnimas. Sin embargo, hay grupos que reclaman mayores ventajas para el capital transnacional y que esperan cristalizar las con nuevas reformas legales en el campo de las privatizaciones impulsadas con la dolarización, la gran palanca para acelerar la venta de activos y servicios del sector público."

En esos años, como resultado de la política macroeconómica seguida, que alentaba la inversión financiera, se registró un incremento de la inversión extranjera neta. Ésta, a su vez, se nutrió de capitales des­tinados a la inversión petrolera, que ha sido el campo más atractivo para las compañías internacionales. Sin embargo, las prebendas ofre­cidas a los inversionistas externos no desataron el esperado ingreso de capitales para actividades productivas, quizás debido a la propia inestabilidad que provocó el ajuste tortuoso y al manejo poco claro de la cosa pública, que limitan las expectativas de estabilidad y confian­za en el Ecuador. Frente al limitado ingreso de capitales extranjeros contrasta la salida de capitales de agentes económicos ecuatorianos.

La fuga de capitales fue alentada por distintas causas: la crisis económica-financiera, la inestabilidad política, la inseguridad ciu­dadana, la corrupción y por el impredecible sistema legal vigente. Esta salida de capitales ha sido estimada en valores que bordean e incluso superan el monto total del endeudamiento externo; así en el año 1999 se estima que superó los 2 .000 millones de dólares . El saldo de esta apertura se refleja en mayores dificultades para operar adecuadamente la política monetaria y en un aumento de la

20 Un ejemplo de esto fue el contenido de las leyes Trole, en particular la Trole 2: Ley para la Transformación Económica y la Ley para la Promoción de la Inversión y de la Participación ciudadana.

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volatilidad del sector externo, en especial por el flujo de capitales «golondrina» y por la fuga de ahorro doméstico, así como por la creciente dependencia del endeudamiento externo.

d) Privatizaciones

Las privatizaciones de empresas estatales es un tema controvertido, ya que los supuestos «escasos avances» registrados en esta área, ali­mentan los argumentos que afirman que en Ecuador no se habrían registrado ajustes. Sin embargo, para viabilizar un.a mayor presencia de las fuerzas del mercado sobre la gestión estatal -como reza la ideología dominante-, al Estado ecuatoriano se lo ha minimizado en forma sistemática. Esto es posible observar en la decreciente presen­cia relativa del Estado en la economía, tanto en el consumo de las administraciones públicas como en la participación de la inversión en el sector público dentro de la formación bruta de capital fijo. Otro indicador es la disminución de funcionarios públicos, que ha sido paulatina, debido a que el número de burócratas susceptibles de ser despedidos no es tan elevado como lo manifiesta la propa­ganda antiestatista y antisindical. Es importante destacar que en conformidad con cifras del Banco Mundial, el Estado ecuatoriano - en la relación del gasto público con el PIB- no tenía un tamaño superior al de otras economías vecinas."

En su afán por reducir el tamaño del Estado, el gobierno de Mahuad, (al igual que sus predecesores), resolvió elimínar y privatizar varias entidades del sector público, muchas de ellas no deficitarias, como fue el caso de la Empresa Nacional de Correos. Paradójicamente, las empresas del sector públiéo en su conjunto, como refleja información del Ministerio de Finanzas, no han significado un peso para el fisco, ya que permanentemente han rendido un superávit operativo que en varios años alcanzó más del 3% del PIB; superávit que no puede ocultar sus limitaciones, su ineficiencia y por supuesto su sistemá­tica descapitalización, en tanto el excedente fue absorbido por las

21 Según el Informe sobre el desarrollo mundial, Washington 1997, las cifras para los países Latinoamericanos son: Colombia 11,9% Ecuador 12,4%, Perú 15,8%, Chile 16,2%, Venezuela 16,3%, Bolivia 18,7%, Panamá 25,45%, Costa Rica 26%, Uruguay 29,2%.

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demandas fiscales. La empresa estatal de petróleo Petroecuador fue la más afectada, ya que como sucedió con frecuencia en casi todas las empresas del sector público, tuvo administraciones mediocres o abiertamente adversas a su propia gestión, en tanto los distintos gobiernos para justificar sus planes privatizadores programaban su deterioro previo.

Como resultado de este desmantelamiento empeoró el funciona­miento y eficiencia estatal. Ésta ha sido una manera sui géneris de alcanzar una menor presencia del Estado como «factor>> de desa­rrollo, objetivo del ajuste neoliberal y de los intereses transnacio­nales. Desde 1984", en el campo de las privatizaciones, el Ecuador ha estado por debajo del promedio regional de 0,782. En 1995, el Ecuador tenía un fndice de 0,663, este fndice refleja una relación de las empresas públicas con el PIB no agrícola, que experimentó en estos años un decrecimiento, con lo cual habría aumentado re­lativamente la participación del sector público. Esto significa, que la variación en los indicadores no es precisamente el reflejo de un proceso de reestatización .

Por otra parte, cabe destacar que a diferencia de otros países de la región, en Ecuador nunca existieron muchas empresas públicas . Incluyendo las empresas que pertenecen a las Fuerzas Armadas y a los municipios, la presencia empresarial del Estado fue siempre reducida. Antes de que se inicie el proceso de privatizaciones del sector público a mediados de los años noventa se estimaba que en total existían unas 170 empresas públicas, de las cuales más de la mitad eran mixtas, muchas con mayoría de capital privado, mien­tras que en otros países de Latinoamérica su número era mucho mayor (Chile, más de 500 empresas estatales; México cerca de 1.200; Argentina 600; en Bolivia 660; Perú 400). Esto se explica porque en Ecuador varias empresas del sector privado fueron beneficiarias del aporte público, ya sea porque obtuvieron ayuda de capital por párte del Estado, porque no pagaron las deudas adquiridas con varias entidades estatales, o porque simplemente fueron asumidas por el Estado luego de su quiebra en manos privadas. Este fue el

22 Según el índice de Morley, Machado y Pettinat.

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caso del Banco La Previsora" o de la reprivatización de la aerolínea Ecuatoriana de Aviación.

También ha habido íntentos fallidos debido a su concepción dogmática de privatización, así como por la obstaculización de ciertos grupos económicos, que se vieron marginados del proceso, como en el caso de las empresas telefónicas Andínatel y Pacifictel, donde no solo no se impulsó tm esquema competitivo, síno que se consolidaron prácticas oligopólicas. Otros problemas surgidos por efecto del fanatismo pri­vatizador fueron la escasa ínversión en sectores estratégicos, como el energético, ya que el Estado no asumió la construcción de plantas de generación de hidroelectricidad necesarias para enfrentar los continuos y costosos racionamientos de energía eléctrica. Obras que tampoco fueron ejecutadas por el capital privado, el cual, en contraposición del discurso liberalizador, se beneficiaban de subsidios estatales para soste­ner varias plantas emergentes de generación térmica, algo ínaudito en un país con un enorme potencial hidroenergetico. Otro caso grave en el sector energético son los subsidios y aseguramiento de rentabilidad por parte del Estado a distintas empresas (desde 1965 a la empresa eléctrica Emelec, el Estado ha subsidiado y garantizado utilidades mínimas pagaderas en dólares sobre sus activos fijos del 9 ,5%).

En el ·sector hidrocarburífero, en donde se centraron los afanes pri­vatizadores desde tiempo atrás, en casi todas sus fases, ha estado presente el capital privado, con frecuencia beneficiario de contratos preferenciales, en un contexto de graves casos de corrupción. Es importante resaltar que la mezcla de crudos pesados de las trans­nacionales con el crudo liviano de Petroecuador ocasiona pérdidas al Estado de 3 ,5 a 4 dólares por barril en el mercado. Esa mezcla dismínuye tanto la capacidad del oleoducto en un 25% como del rendimiento de las refinerías en combustibles, que además hay que importar y que a su vez es consumido por las plantas térmicas priva­das subsidiadas por el Estado. En este contexto, las privatizaciones se transformaron en la esperanza de obtener recursos para servir la deuda externa, como sucedió en los otros países de la región.

23 Rescatado por el Estado en 1977, reprivatizado en 1986, nuevamente intervenido en 1999 y fusionado con Filanbanco.

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e) Reforma Tributaria

La Reforma Tributaria empezó como un esfuerzo casi permanente para superar los desequilibrios fiscales, provocados por la presión que representaba el elevado servicip de la deuda externa. Sin em­bargo, esta realidad no ha sido reconocida como causa primordial del desajuste fiscal. Por el contrario, los problemas fiscales han sido atribuidos a un excesivo tamaño del Estado y del gasto público, pro­vocado por la burocracia, los sindicatos, los contratos colectivos, etc. La sostenida búsqueda de equilibrios de las cuentas públicas se centró casi exclusivamente en la eliminación de subsidios, así como en el incremento de tributos, particularmente el IV A El punto de partida fue la eliminación de los controles de precios durante el gobierno de Hurtado, que dio los primeros pasos hacia la desregulación de varios productos de consumo popular y eliminó algunos subsidios. Se inició así un proceso de elevación de precios y tarifas de bienes y servicios públicos, caracterizado por épocas de gradualismo, otras de shock, así como por congelamientos forzados ante la resistencia popular, que ocasionaron retrocesos en térmínos de su valoración real.

Por las mencionadas presiones fiscales, especialmente a partir del gobierno de Durán Ballén, los precios y tarifas de varios bienes y servicios públicos llegaron a niveles superiores a los existentes en el exterior. La gasolina por ejemplo llegó a costar mucho más que en los Estados Unidos, a partir de la introducción de un esquema automático de ajustes mensuales en función de la devaluación, jus­tificado exclusivamente con criterios fiscalistas. Esto explica una evolución caótica, producto de un manejo irracional en términos económicos, sociales e incluso energéticos. Uno de los pocos rubros de amplia demanda popular subsidiados es el transporte público; el caso del gas doméstico (GLP) muestra también una compleja evolución caracterizada por alzas y congelamientos, pues se trata de un producto con un elevado contenido político. En las políticas de subsidios los distintos gobiernos han sostenido medidas dogmáticas ya que han pretendido elimínarlos totalmente (especialmente los llamados subsidios «sociales>>) en lugar de encontrar salidas creativas que racionalicen el desperdicio parcial del subsidio existente, y por el contrario han beneficiado equivocadamente a sectores sociales

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altos y a muchas actividades empresariales que no requerían de subsidios.

En términos de reforma tributaria el aporte del gobierno de Borja procesó significativas transformaciones con miras a modernizar el sistema impositivo. Esta reforma, sin embargo, fue desvirtuada nue­vamente por una serie de excepciones impuestas por los mismos grupos de poder, que dieron lugar a una verdadera contrarreforma tributaria. Además de la multiplicidad de parches introducidos en el período, un error crucial fue la introducción del impuesto del l% a la circulación de capitales y la eliminación del impuesto a la renta como parte de un ofrecimiento de campaña electoral del Partido Socialcristiano. Esta situación, que exacerbó la crisis y el malestar de amplios sectores de la sociedad, así como del FMI, fue revertida como resultado de las protestas sociales.

El indice" con respecto a la Reforma Tributaria muestra que a pesar de las limitaciones y contradicciones, el Ecuador se ha mantenido durante el período apenas bajo la medida en América Latina. Sin embargo, los espacios para procesar una reforma tributaria integral deben considerar los siguientes elementos importantes:

l. En términos de la carga tributaria el Ecuador ocupa un puesto intermedio en la región" .

2. La calidad de los ingresos fiscales es precaria. El grueso del finan­ciamiento proviene del petróleo y del endeudamiento externo. Aunque este último

. representa un juego contable, ya que los

préstamos han servido para financiar deudas cercanas a vencer o para asegurar los pagos de próximos vencimientos.

24 Siguiendo el estudio de Morley, Machado y Pettinato, muestra las siguientes cifras: para la región 0,573; Ecuador 0_551 ; Chile: 0,663, Colombia 0,520 y Bolivia 0,678. 25 Según Vega y Mancera, Chile tenía una carga de 19,4% sin considerar las contribuciones a la seguridad socia� Argentina 17,4%, Bolivia 16,6%, Costa Rica 16%, Brasil 12,9%, Perú

12,7%, Ecuador 12,7%, México 11,9%, Venezuela 11,5%, Colombia 10,8%, Guatemala 9,6%, Paraguay 9,3%; para la mayoría de los países las cifras son del año 1998, salvo para Argentina (97), Costa Rica (96), Brasil (94), México (97), Colombia (97) y Paraguay (93). VEGA U., Esteban; MANCERO, Piedad, Sostenibilidad Fiscal y Descentralización, Cuadernos sobre Descentralización, Quito, CORDES y Fundación Konrad Adenauer. 2001

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3. Los impuestos apenas representan un 40% del total del ingreso, el peso de los impuestos indirectos (regresivos, como el IV A) ha subido aceleradamente en desmedro de los tributos directos (progresivos, como el impuesto a.la renta). Una mayor carga tributaria, dentro de la propuesta neoliberal, se lograría a través de tributos indirectos.

4. A pesar de los esfuerzos del Servicio de Rentas Internas (SRI), los márgenes de evasión tributaria y arancelaría son elevados.

5. La situación de los egresos es preocupante, tanto por la inefi­ciencia·- de la gestión social, .como por las inequidades que con­lleva.26

6. Se mantiene un desequilibrio en el monto de las preasignaciones presupuestarias, que han inflexibilizado el manejo fiscal. Espe­cialmente por el elevado servicio de la deuda pública.

7. Subsiste el manejo clientelar y populista de la política social «focalizada».

Estos serían algunos de los temas por resolver en una reforma fiscal profunda, que no simplemente apunte a conseguir un equilibrio fiscal que garantice cuadrar las cuentas y servir a la deuda externa. Se requiere una reforma que incorpore criterios de equidad, am­bientales y productivos, la cual resulta imposible de esperar desde la lógica neoliberal.

Reformas de la política cambiada y monetaria

En el campo de la política cambiaría el asunto es más complejo. Luego de experimentar diversos esquemas, que partieron de un sistema de tipo de cambio fijo y con incautación de divisas a prin­cipios de los ochenta, se dieron sucesivos sistemas cambiados, des­de liberalizar el mercado en 1986 y en 1999, hasta la claudicación monetaria y cambiaría total en enero del 2000 , con la dolarización

26 El 20% más rico de la población concentra el 26% de la inversión en educación (el 40% mejor ubicado aglutina el 53%), mientras que el 20% más pobre apenas recibe un 11%; en el campo de la salud la relación es de 37 a 8% (el 40% mejor ubicado percibe el 61 %; solo en el bono solidario hay una distribución relativamente más equitativa del 6 al 28% (el 40% mejor ubicado capta el 20%).

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oficial de la economía. Este complejo proceso incluyó devaluaciones, mini devaluaciones programadas, ancla carnbiaria, banda carnbiaria con subasta de clivisas, esquema de flotación controlada y en dos ocasiones flotación libre, así corno la eliminación de la moneda na­cional, el sucre. El anclaje cambiario, corno eje de la estabilización de precios, se sostuvo con tasas de interés elevadas y volátiles. Con lo cual la estructura de precios relativos resultante favoreció los negocios financieros, en desmedro de las actividades propiamente productivas. Esas altas tasas de interés en el mercado interno y el tipo de cambio relativamente estabilizado (y controlado) invitaron a una nueva oleada de agresivo endeudarníento externo de los agentes económicos privados. Una tendencia facilitada por la apertura de la cuenta de capitales y alentada por �1 reflujo de capitales interna­cionales hacia América Latina.

Los créditos externos fueron utilizados por la·banca privada para expandir sus colocaciones internas, favoreciendo una creciente dola­rización espontánea de la economía -apoyada por una serie de refor� mas legales que permitía el libre uso de la divisa estadounidense- y que, consecuentemente, hicieron más vulnerable la cotización del sucre ante cualquier <<corrida» de capitales. Esta dolarización espon­tánea se aceleró por efectos de la crisis, cuando parte significativa de los depósitos bancarios y de los activos financieros se hicieron en dólares, sumado a que muchos precios de bienes y servicios también se dolm'izaron, sobre todo en segmentos de mercado con más acceso de los sectores acomodados. Si la apertura de la cuenta de capitales y la dolarización espontánea de la economía limitaron el campo de acción de la política monetaria, el elevado peso del servicio de la deuda externa, por otro lado, volvió más inflexible la política fiscal. El gasto público dejó de ser una herramienta dinámica -situación agravada, además, por las preasignaciones presupuestarias-, trans­formándose en una variable endógena. Este gasto dependió en for­ma inversa de la deuda y directamente de la actividad económica, mientras que el servicio de la deuda estuvo atado a las variaciones del tipo de cambio real y, nahrralrnente, a las fluctuaciones de las tasas de interés en el mercado financiero-internacional, con lo cual cualquier alteración externa afectó al sector público, que perdió su potencial contra cíclico.

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Así, el manejo fiscal durante los últimos años, caracterizados por una economía recesiva, fue procíclico. Esto condujo a una disminución real de los gastos del Estado en términos de inversiones sociales y de obra pública, pues el creciente egreso fiscal .fue motivado, especialmente, por el aumento sostenido del servicio de la deuda pública externa e interna. En este escenario, los gobiernos de Durán Ballén, Bucaram, Alarcón y Mahuad -incapaces de procesar una profi.mda reforma fiscal y frenar la evasión tributaria- recurrieron con creciente intensidad a la contratación de deuda interna. Con la dolarización oficial de la economía los pocos instrumentos disponibles de la gestión fiscal para incidir en la economía se limitaron a los ingresos y los gastos.

La deuda externa

A lo largo de este período el Ecuador realizó grandes esfuerzos para sostener una relación armónica con el sistema financiero in­ternacional. Los programas de estabilización y de ajuste han estado orientados a garantizar el servicio de la deuda. Junto a este objetivo explícito de dichos programas aparece el pretenclido reordenamiento de la economía, en el marco del Consenso de Washington. Con el Club de París Ecuador ha renegociado en siete oportunidades; a la séptima ronda de negociaciones llegó urgido por la dolarización. Con la banca comercial se ,repitieron en otras tantas ocasiones las negociaciones y se vivió un largo período de moratoria desde 1987, hasta conseguir en 1994 un arreglo tipo Brady. Sin embargo, desde 1999, ante la manifiesta incapacidad de pago, volvieron a surgir problemas y el país se vio forzado a declarar la moratoria de los Bonos Brady y de los Euro bonos, con la complicidad del FMl y del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. De esta situación el Ecuador salió con una nueva fórmula de arreglo, a través de la cual garantizó una amplia gama de beneficios a los tenedores de los nuevos Bonos Global.

Durante los años más críticos, 1997 y 1999, los organismos interna­cionales no dejaron nunca de presionar para que el Ecuador aplique el recetario del Consenso de Washington, algo que fue realizado en repetidas ocasiones, sin concretar las ayudas prometidas, que

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habrían servido para paliar la grave situación. El objetivo de la re­negociación del2000, reconocido expresamente por el régimen, «fue encaminar al Ecuador hacia la reapertura del acceso a los mercados internacionales, manteniéndose al día con el pago de obligaciones internacionales>>; una necesidad además urgente en un esquema dolarizado. A la vez se buscó aliviar las cuentas fiscales, al menos en el corto plazo, mejorando de manera pasajeramente los indices de sustentabilidad de la deuda. Adicionalmente, como otro de los subproductos de estas acciones, apareció la posibilidad de íinanciar inversiones sociales utilizando los recursos que se liberarían del me­nor servicio de la deuda y de su canje para inversiones sociales.

Algunas cifras permiten comprender la magnitud de los montos de servicio de la deuda externa. Entre 19&2 y el 2000, el país realizó una transferencia neta negativa de 10.229,4 millones de dólares. El manejo de la deuda tampoco estuvo exento de «favoritismos>> estatales. Tal fue el caso de la sucretización de la deuda externa privada, instru­mentada en los gobiernos de Hurtado y Febres Cordero. La «compra>> de cuentas especiales en divisas, es decir la utilización del mercado secundario para la conversión de deuda en recursos, también fue otra herramienta para fortalecer al sistema íinanciero y a algunos grupos económicos vinculados al gobierno de Febres Cordero, así corno para íinanciar un número reducido de proyectos sociales y ecológicos en el régimen de Borja, en cantidades muy inferiores a las autorizadas para el sector privado y sin una estrategia social predeterminada.

La influencia de los organismos internacionales en el proceso de renegociación de la deuda y de estructuración del ajuste ha sido determinante para mantener la dirección de dicho ajuste, a pesar de su inestabilidad. Por eso en el 2000, una vez más, la apuesta oficial fue suscribir un acuerdo con el FMI corno punto referencial para sostener el esquema de apertura y liberalización, así como para retornar las conversaciones con los acreedores internacionales. De la deuda externa se derivan una serie de problemas que afectaron el ajuste, aunque sus sucesivas renegociaciones fueron nna recu­rrente fórmula para forzar cada vez más ajustes, pues, tal corno se ha mencionado, no solo estaba en juego el pago de la deuda, sino también el reordenamiento de la economía.

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Consecuencias del ajuste estructural en el Ecuador

A partir de la década de los 80 Ecuador implementó un modelo eco­nómico cuyo. principal objetivo era realizar un ajuste estructural de su economía, proceso que resultó ser Uh camino tortuoso que derivó en la mayor crisis económica de la historia del país. Si bien en raras ocasiones es posible una aplicación total de un modelo económico, el caso ecuatoriano responde a una tendencia mundial y regional de seguir por la senda del ajuste del modelo neoliberal. La OIT plasma esta realidad de una manera precisa: <<Si bien se observan diferencias importantes en el contenido, implementación y calenda­rio de las reformas aplicadas en los distintos países (andinos, N dA), todos compartieron una misma orientación basada en la apertura económica, el papel predominante del mercado en la asignación de recursos y las exportaciones corno motor del crecimiento>>; elementos que configuran a grandes rasgos el núcleo del modelo neoliberal y cuyos resultados son difíciles de obviar.

El proceso de ajustes no ha sido uniforme a través del tiempo en ningún país y en ninguna área de reforma, así corno tampoco pasa desapercibido el hecho que el <<avance>> en estas reformas demues­tre un grado «superior>> de bienestar alcanzado por una sociedad; por el contrario, los países que han realizado dichas reformas han tenido como resultado una crítica situación socioeconómica, tal es el caso de Argentina, país que más ha caminado por la senda del ajuste ri.eoliberal. El caso ecuatoriano también es un ejemplo, ya que si bien muestra un supuesto «retraso» en las privatizaciones, área importante de las reformas, los indicadores revelan que se ubicó a la par de otros países latinoamericanos en lo que se refiere a las reformas en su conjunto".

El ajuste, que inicialmente se desató con la crisis de la deuda y que se concentró en la estabilización rnacroeconómica, poco a poco adquirió profundidad y creciente complejidad. En la actualidad se habla de

27 Así, mientras el índice regional llegó en 1995 a 0,821, Ecuador estaba en 0,801, mientras que otros países tenían los siguiente resultados: Argentina 0,888, Bolivia 0,816, Brasil 0,805, Chile 0,843, Colombia 0,792. Estas cifras desvirtúan la argumentación del ((atraso)) global ecuatoriano.

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reformas de primera generación (sobre todo liberalización de los mercados internos� apertura externa de la econonúaf privatizaciones y flexibilización laboral), segunda generación (políticas sociales foca­lizadas) y tercera generación (concesiones de los servicios públicos, autonomía del poder judicial y descentralización). Así, por ejemplo, una primera ola de reformas liberalizadoras se experimentó en los años setenta con las dictaduras implantadas en los países del Cono Sur, tendencia que se amplió hacia el resto de la región a raíz de la crisis de la deuda externa de 1982-1985. Las reformas comerciales y financieras aparecen entre los primeros componentes del ajuste, habiendo alcanzado sus niveles más altos a principios de los no­venta. Luego vendrían las reformas en el campo de la apertura de la cuenta de capitales, mientras que l"'s privatizaciones han variado en cada caso.

En este contexto, se pueden presentar algunos resultados y conclu­siones de lo que ha sido el ajuste en el Ecuádor:

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El ajuste, en sus tendencias de largo plazo, impulsa la consoli­dación del mercado en el manejo de la economía, con la menor cantidad posible de interferencias de parte del Estado. En la práctica se impuso la lógica internacional sobre la nacional y se transformó la política social en un esfuerzo complementario del manejo económico. Lo cual no significa que en el Ecuador haya existido anteriormente un manejo económico estatizante, una política económica de espaldas al mercado mundial o un manejo social acorde con las demandas de la sociedad. El ajus­te, sin embargo, enraizó en amplios sectores de la población la ideología neoliberal, tanto si fue vista como algo conveniente o incluso inconveniente. Alentó aún más la producción primaria (con poco valor agregado) con ventajas naturales y dirigida al exterior, dando paso a un proceso de reprimarización, como objetivo básico o consecuencia automática del ajuste. Esta reprimarización vino acompañada con un deterioro relativo de la industria manufacturera -desin­dustrialización- y de los sectores dirigidos a satisfacer demanda interna, con capacidad de generar empleos adecuados, pagar re-

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muneraciones decentes y reducir consistentemente la pobreza. Por otro lado, esta reprimarización ha ocasionado el deterioro del medioambiente, en tanto prioriza los rendimientos cortoplacis­tas. Como ejemplo del deterioro ecológico se puede mencionar la situación de la producción del camarón, ya que realiza una sistemática destrucción de los manglares (vegetación con abun­dante flora y fauna), así como también el uso indiscriminado de productos químicos en las bananeras ha provocado graves daños en el medioambiente.

3. La estrategia orientada a la exportación primaria agudizó las ten­dencias excluyentes y concentradoras, en tm contexto donde el Estado, que anteriormente propiciaba relativamente mejores niveles de distribución del ingreso a favor de las capas de ingresos más bajos, en especial los sectores medios, dirigió los ingresos a favor de las elites. El sector privado, aislado y sin el apoyo del estatal, no ha tenido el mismo dinamismo que en décadas anteriores.

4. En todo este período se registró una marcada reconcentración del ingreso y la riqueza, como opción buscada por la lógica del ajuste, para poder financiar nuevas inversiones, (en especial al concluir la bonanza petrolera) y revertirse el flujo masivo de créditos ex­ternos, desde 1982. En estos años de crisis, las ganancias de los principales grupos económicos, lejos de decrecer, han aumentado y la concentración de la riqueza ha alcanzado niveles nunca antes vistos. Como contrapartida el país ha sufrido tm grave aumento del desempleo, una pobreza creciente y la exclusión casi estruc­tural de la mayoría de la población.

5. El deterioro cualitativo de las actividades e inversiones sociales, con la educación a la cabeza, son causa también de las menores disponibilidades fiscales. Situación que se explica por los crecien­tes requerimientos para el pago de la deuda externa, que condu­jeron a una reducción de los gastos sociales, los cuales, dentro del Presupuesto del Estado, cayeron de casi el 50% en 1980 a un 15% en el2000; mientras que el servicio de la deuda, en el mismo período, se incrementó del 18% a más del 50%. Con el objetivo de compensar esta situación se implementaron políticas sociales focalizadas orientadas a afrontar el tema de la pobreza extrema, tal fue el caso de la creación el bono solidario o de pobreza. Otra

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consecuencia fue el deterioro de las condiciones y la calidad de los servicios públicos.

6. La estabilización es uno de los temas que más le ha costado re­solver al Ecuador, a pesar de que ha sido uno de los objetivos más buscados en los últimos años. El país alcanzó con 107,9% la más alta inflación de América Latina en el año 2000, exacerbada por la propia adopción de la dolarización. Esta inflación casi crónica no puede, sin embargo, entenderse simplemente por el elevado gasto público atribuible al excesivo tamaño del Estado o a las demandas de los sindicatos públicos, como reza el dis­curso oficial. Los crecientes montos requeridos por el servicio de la deuda concentran el grueso de los egresos fiscales, así como los recursos que en forma reiterad.a son destinados a sanear los problemas de importantes grupos monopólicos, como sucedió con el salvamento bancario. De manera que contrariamente a las interpretaciones ortodoxas, la crisis fiscal en el Ecuador provino de la crisis de deuda, a lo cual habría qüe añadir el peso infla­cionario de los masivos subsidios al sector privado. De todas maneras, hay que reconocer que la economía dolarizada, luego de la internacionalización de muchos precios y tarifas (no los salarios), permitió tener niveles menores de inflación, principal­mente por la elimínación de las expectativas devaluatorias, que exacerbaban el alza de los precios.

7. En todo ·este período el crecimiento de la economía ha sido inestable y débil. Salvo en un par de años aislados en los que la economía creció a un ritmo inferior o apenas simílar al de la expansión de la población (2,3%), para caer estrepitosamente en 1999. La tan esperada reactivación económica, prometida reite­radamente en los sucesivos programas de estabilización y de ajuste ha resultado una quimera, al menos para aquellos sectores productivos no vinculados al mercado externo. Las quiebras de empresas medianas y pequeñas han sido una de las constantes en todo este lapso, con variaciones más o menos masivas en aquellos años especialmente críticos, como en 1995 y 1998-2000. El fracaso del ajuste para lograr una mejora en las condiciones de vida se evidencia al analizar la evolución de la producción por habitante, indicador que, a pesar de no ser cualitativo, da

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una idea de que el objetivo del crecimiento no ha sido alcanzado. En términos del ingreso por habitante se aprecia que el nivel del 2000 es comparable al de 1978.

8. La gravedad del ajuste hay que entenderlo también como resultado y parte de una institucionalidad sustentada en el paternalismo, el rentismo, la corrupción y la impunidad. Paternalismo expresado en el sistemático apoyo estatal para hacer más fácil el ajuste a los grupos de poder económico y politico, controladores y usufruc­tuadores del propio Estado; rentismo depredador de la mano de obra, de la naturaleza y de la misma moneda nacional, el sucre; y la corrupción e impunidad reflejadas en varios manejos económicos poco transparentes de casi todos los gobernantes desde 1992.

9. El ajuste torhwso y su continuidad dolarizada tiene otra caracte­rística en común: el autoritarismo. El discurso de los consensos se ha demostrado como un argumento propagandístico-comunica­cional y no como la opción para construir un orden democrático. Los objetivos últimos del ajuste no se discuten, sus resultados son el producto de gestiones cupulares entre funcionarios de instituciones financieras internacionales, miembros del equipo económíco gobierno nacional y los voceros de los principales grupos económicos (grandes cámaras de la producción); gestio­nes que, además, se dieron sin rúnguna transparencia. Así, en no pocas ocasiones los instrumentos prácticos y los procedimíentos aplicados han violentado las leyes, incluso de la propia Consti­tución, como sucedió con la dolarización oficial.

10.Finalmente, un aspecto importante para la comprensión del ajuste es la respuesta que han tenido diversos grupos de la sociedad, en particular por el surgimíento y consolidación de nuevos actores sociales y políticos que viabilizan lo que podría ser un renovado bloque histórico portador de la resistencia y potencial gestor de propuestas alternativas. Además, en el Ecuador, a diferencia de lo que sucedió en otros países de la región, no se logró fragmentar, alienar y domesticar a las capas populares, al movimíento indíge­na, al movimíento campesino y a los reclamos regionales, tampoco al sindicalismo, de todas maneras debilitado en este contexto de ajuste. Y son precisamente estos segmentos de la población, «obstáculos para el desarrollo» desde la perspectiva del gran

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capital y del paradigma neoliberal, los que podrían desarrollar propuestas que conduzcan a un desarrollo sostenido y sostenible, incluyente y autodependiente, solidario y democrático.

La dolarización y sus consecuencias

En enero del año 2000 Ecuador dolarizó su economía, convirtiéndose en el primer país de América del Sur en sacrificar su moneda na­cional e introducir una moneda extranjera de curso legal completo. La decisión de adoptar la dolarización se dio en un contexto en el cual el país atravesaba la mayor crisis económica de su historia, con su sistema íinanciero quebrado y en situación de moratoria de la deuda externa. Sin desconocer la gravedad de la crisis económica ecuatoriana, la dolarización resultó'tma medida extrema, mas no necesariamente conveniente, ni tampoco era la única solución, comO se la presentó y se la sigue defendiendo.

La dolarización respondió principalmente a la dinámica de los intereses políticos hegemónicos y a la lógica del capital a escala internacional, en estrecha vinculación con gran parte de los grupos dominantes del Ecuador. Fue más el resultado de decisiones y an­gustias políticas, antes que la consecuencia de reflexiones técnicas. Fue producto de la mediocridad de las elites gobernantes.

Para entender la dolarización no se puede realizar un análisis en el vacío de la política económica, sino que se deben incorporar re­flexiones propias de economía política, en tanto no hay decisiones económicas que se toman en un contexto carente de intereses y que benefician a todos por igual. La dolarización fue una herramienta de uso múltiple, que se explica por diversas razones internas, a las cuales hay que añadir los intereses norteamericanos y, por cierto, la estrategia de los organismos multilaterales.

Con la do!arización se quiso arribar a tma fase superior del modelo neoliberal, no cambiar el rumbo, sino más bien acelerar el paso, ya que se pretendió que sea un ancla para garantizar la continuidad neoliberal independientemente de quien gobierne, es decir, el sueño tecnocrático de despolitizar la economía. Con el dólar se sustituyó la moneda nacional, el sucre, que perdió sus tres funciones esenciales:

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reserva, unidad de cuenta y medio de pago, y como consecuencia de la pérdida de la moneda nacional, se sacrificó la política mone­taria y cambiaría. Para complementar al dólar en las transacciones comerciales pequeñas se acuñó una serie de monedas sin nombre, equiparables con las monedas de dólar.

La decisión íinal sobre la dolarización oficial plena no resultó de los designios de la razón. Tampoco fue <<impuesta por el pueblo ecua­toriano al gobierno>>, como conclusión del proceso de dolarización espontánea. No fue el anuncio de un nuevo modelo económico al margen del neoliberalismo y del mismo FMI, menos aún significó que el Ecuador dolarizado <<ya tenía un pie en el primer mundo», como afirmaron algunos de sus promotores, la decisión de dolarizar la economía se realizó en el gobierno del presidente Malmad, quien pocos días antes de anunciar la medida se pronunció públicamente en su contra, y esperó para llegar al borde del abismo político antes de realizar lo que él textualmente consideraba <<un salto al vacío» .

En momentos en que su gobierno estaba políticamente desestabiliza­do, sin preparación técnica alguna e incluso en contra de la opinión de muchos profesionales dentro del propio régimen o cercanos a él, Mahuad asumió esta decisión. Pocos días después su gobierno fue derrocado, como consecuencia de una rebelión social compuesta principalmente por indígenas y militares, tras lo cual asumió el poder el vicepresidente Gustavo Noboa Bejarano, quien ratificó la dolarización. Esta medida monetaria constituyó no sólo un golpe a la institucionalidad democrática (ya que violó la Constitución -artículos 261 y 264-), sino que se la presentó como la única opción para combatir el ritmo inflacionario existente en el Ecuador. Sin em­bargo, cabe aclarar que en enero del 2000 no había hiperinflación ni tampoco las condiciones socioeconómicas para que ésta se desatara. De heclto, existían otros caminos para contener el caos reinante o ejemplos internacionales a seguir, como los programas heterodoxos aplicados en los años ochenta en Israel y México; el programa de estabilización boliviano aceptado desde la óptica neo liberal; el Plan Real del Brasil, que permitió reducir la hiperinflación sin caer en la trampa de la convertibilidad, como en Argentina. Con estos ante­cedentes y con propuestas como las realizadas por el autor de estas

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¡-líneas, conjuntamente con Jürgen Schuldt" para el caso ecuatoriano, semanas antes de caer en la trama de la dolarización, se desvirtuó la supuesta inexistencia de otras opciones.

En síntesis, la renuncia a la política monetaria y cambiaria es pro­ducto de la incapacidad de las elites para diseñar y aplicar políticas económicas relativamente autónomas, así como por su desespera­ción para neoliberalizar totalmente la economía ecuatoriana. No es un triunfo, es una gran derrota. En este contexto son acertadas las apreciaciones del economista brasileño Paú! Nogueira Batista al considerar la dolarización como <<Suicidio monetario consecuencia de la incapacidad de un gobernante de enfrentar una seria crisis económica y que optó por humillar a su país, desistiendo de uno de los elementos centrales de soberanía>>".

Riesgos de la dolarización

Con el fin de asegurar un tipo de cambio fijo y la libre movilidad de capitales -dentro de las limitaciones derivadas de lo que en teo­ría económica se conoce como trilema macroeconórnico, algunas economías han sacrificado su política monetaria, este es el caso de Ecuador. De acuerdo al indicado trilema, especialmente en econo­mías abiertas y pequeñas como la ecuatoriana, solo pueden ir juntas dos de las tres siguientes variables:

1) Libre movilidad de capitales, 2) Tipo de cambio fijo, y 3) Política monetaria independiente.

La resolución de este trilema, entonces, conduce a las siguientes combinaciones posibles:

28 La hora de la reactivación: el mito de la falta de alternativas, Guayaquil, ESPOL, noviembre de 1999. 29 Paúl Nogueira Batista Jr. Fohla de Sao Paulo, el diario de mayor circulación del Brasil, 13.1.2000.

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- Tener una libre movilidad de capitales (1) y mantener un tipo de cambio fijo (2), que da como resultado sacrificar la política monetaria. Este fue el caso de mantener el patrón oro entre 1870-1932, así como también el modelo de <<globalización>>; Tener un tipo de cambio fijo (2) y mantener una política monetaria independiente (3), que da como resultado sacrificar la libre mo­vilidad de capitales, como se estableció tras el tratado de Bretton Woods (1945-1971); Tener una libre movilidad de capitales (1) y mantener una política

·monetaria independiente (3), que da como resultado sacrificar el control del tipo de cambio, como es el caso de regímenes vigentes de tipo de cambio libre (1971-... ) .

Cada una de estas opciones, ajustadas a las necesidades de los cen­tros dominantes, tiene sus potencialidades y sus riesgos. La rigidez cambiaria adoptada por el Ecuador, mientras la mayoría de las eco­nomías del mundo, sobre todo las de sus socios comerciales, tienen esquemas cambiarios más o menos flexibles, conlleva dificultades adicionales, como se sintetiza a continuación:

Estabilidad macroeconómica ficticia

La dolarización no asegura los equilibrios macroeconómicos, pues aun cuando con la rigidez cambiada se consiga la estabilidad de precios, ésta por sí sola no representa una real estabilidad macroeco­nómíca. Argentina, durante la década de los 90, pese a su política de convertibilidad -una cuasi dolarización-, con una inflación de cero y una profunda recesión, ratifica esta aseveración. Aquí conviene diferenciar entre estabilidad de precios y estabilidad real. Si por estabilidad real se entiende una evolución de la economía real que evite la sucesión de grandes auges y caídas, un manejo flexible del tipo de cambio es superior al sistema de cambio fijo, sobre todo si éste es extremadamente rígido: la dolarización es su máxima expre­sión. Con dolarización, una entrada significativa de capitales tiende a aumentar el crédito y la demanda internos, alentando la actividad económica e incrementando los pasivos externos; en cambio ante

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un déficit de cuenta corriente o una salida de capitales, la defensa de la dolarización conlleva la subida de las tasas de interés y la consecuente disminución de la actividad económica, con el objeto de contener la salida de capitales y de contraer las importaciones. La estabilidad macroeconómica real, que no requiere un tipo de cambio tan rígido es, por supuesto, la que debió buscarse para el aparato productivo ecuatoriano, que depende de fluctuantes exportaciones petroleras.

Luego de asegurada la estabilidad de precios, siguiendo la teoría secuencial del pensamiento neoliberal, se podría esperar la reac­tivación, y solo entonces vendría la distribución de los frutos del progreso. Sin embargo, hay una gran distancia entre lo que puede establecer la teoría y lo que se presenta en la realidad económica ya que con estos esquemas monetarios rígidos se ahondan las ten­dencias concentradoras y excluyentes.

La eliminación de la especulación cambiaría tampoco es suficiente para que desaparezca la especulación financiera. No habría más presiones especulativas sobre el tipo de cambio, es cierto, pero esperar que la especulación en general sea erradicada es una equi­vocación. Este no es un producto exclusivo del manejo económico ecuatoriano y tampoco se produce solamente por los repetidos vai­venes cambiarías, la especulación se nutre en el mercado financiero internacionat y en el Ecuador, como se ve a diario, se reproduce en forma de caricatura. Con la dolarización tampoco desaparecerá el riesgo de corridas bancarias.

Pérdida de competitividad

La dolarización, pese a su <<potencial>> estabilizador para lograr una reducción de la inflación y ampliar la previsibilidad en las decisiones de inversión y consumo, conlleva, por su rigidez, graves riesgos del aparato productivo, además de los múltiples costos so­ciales que esto implica. Con el objetivo de asegurar la estabilidad, se dejan más vulnerables la producción y el empleo, con lo que las condiciones de ajustes son más duras en casos de impactos externos y elementos exógenos, como desastres naturales, ya que

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sus repercusiones no pueden ser canalizadas por la vía inflacio­naria, en la medida en que los cambios de precios son mínimos, por lo que los ajustes se trasladarían a los salarios, el empleo y la producción. Tampoco es posible garantizar un equilibrio fiscal con la renuncia a la emisión monetaria; el Estado, al no contar con sus propias instituciones financieras, como el Banco Central, para su financiamiento, ve limitadas sus fuentes de ingresos netos a los aportes tributarios, los ingresos petroleros y los créditos externos, cuya obtención sigue teniendo como requisito la capacidad de pago y no la garantía de un esquema cambiario fijo. En cuanto a los gas­tos, la dolarización ha aumentado las presiones para eliminar los subsidios, así como para reasignar los egresos en función del peso que tienen los diversos grupos en la sociedad. En este contexto, el Presupuesto del Estado se ha transformado cada vez más en un campo de confrontación.

Desde la perspectiva de la competitividad económica, las exportacio­nes han perdido la capacidad de contar con un respaldo coyuntural a través de una variación cambiaría. Esto ha producido un proceso de apreciación relativa de la valoración internacional de bienes y servicios. Ecuador ha visto limitada su capacidad de ajustar los precios de productos que comparativamente son más altos que los de otros países, mediante una modificación del valor de su moneda. El ex ministro de Economía Jorge Gallardo afirmaba poco antes de la implementación de la dolarización, que se corría el riesgo de que la economía ecuatoriana se transformara en una economía de alto riesgo, ya que estaría expuesta a choques externos sobre los cuales no podría responder de manera independiente.

Para una economía pequeña y productora de bienes primarios como la ecuatoriana -dependiente en gran mecliada de las exportaciones de petróleo-, la vigencia de un tipo de cambio extremadamente rígido trae como consecuencia una economía vu]nerable y más depencliente a los precios internacionales de sus productos de exportación, como sería el caso frente a una caída de los precios del crudo. También se vería afectada por los cambios de las economías vecinas, si por ejemplo hubiera una devaluación en Colombia, se abaratarían los productos de dicho país, con el consiguiente encarecimiento de los

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bienes ecuatorianos, esto sería una ventaja para los consumidores ecuatorianos con capacidad de compra, pero se convierte en grave deterioro de la competitividad del aparato productivo nacional, ya que la producción de otros países desplaza a los productos ecuatoria­nos de mercados externos e incluso del mismo mercado nacional.

Como consecuencia de este proceso el petróleo ha sido la fuente de divisas que permite paliar las tensiones provocadas por el déficit . en la cuenta de exportaciones e importaciones no petroleras. Las remesas de los emigrantes ecuatorianos en el exterior han sido otra fuente de divisas, llegando a ser incluso superiores a los recursos ofrecidos por los organismos multilaterales de crédito. En el año 2000 éstas alcanzaron una cifra de 1.330 millones de dólares, 20% del consumo nacional que representaron un valor superior a las exportaciones conjuntas de banano, café, cacao y camarón en dicho año. Las remesas representaron 9.74% del PIB en el 2000, mientras que las ventas de banano alcanzaron un 6,02%, esta comparación era ampliamente favorable al banano en 1990, cuando sus exportaciones llegaban al 6,24% del PIB y las remesas de los emigrantes llegaban apenas a un 0,95% del PIB. El aporte de estas remesas ha sido una de las principales fuentes de ingresos de dólares al país.

Si bien ha mejorado la balanza de pagos, por la oferta de dólares (ya sea por vía de remesas o por el aumento del precio del petróleo), la economía doméstica se ha deteriorado, ya que se ha incrementado la disponibilidad de divisas, pero también ha aumentado la pro­pensión a importar sin un mejoramiento del aparato productivo, por lo que éste ha sufrido el embate de dichas importaciones. Esta situación ha provocado una expansión del consumo y del crédito interno para financiarlo, pero esto no ha impulsado a gran escala un crecimiento del aparato productivo. A esto se añade una histórica difusión de patrones de consumo transnacionalizados en amplios sectores de la población, aun en aquellos que no tienen los recur­sos para satisfacerlos. Problema complejo en la medida en que las elites dominantes persiguen �equivocadamente- esquemas consu­mistas comparables a los existentes en los países industrializados, imposibles de masificarse en el mundo empobrecido, por razones ecológicas, sociales y culturales.

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La utilidad potencial de la dolarización radica en la reducción de las tasas de interés, al desaparecer el riesgo de las devaluaciones. Se espera que dicha baja aliente las inversiones en un ambiente de mayor previsibilidad; sin embargo, las tasas de interés no han al­canzado con facilidad los niveles internacionales, pues el Ecuador no elimina con esta sola medida los riesgos existentes en el país.

Relaciones internacionales asimétricas

Si bien el Ecuador ha dependido del mercado mundial y en parti­cular del mercado norteamericano, con la dolarización se inclinará mucho más hacia la economía de Estados Unidos. Estará cada vez más atado a su ciclo económico, con menores posibilidades para desarrollar políticas contra cíclicas cuando sean necesarias. Un tema preocupante, dado que la economía ecuatoriana difiere de la norteamericana básicamente en dos sentidos: su especialización y la productividad de sus factores. Además, con esta incorporación unilateral al ámbito monetario de Estados Unidos, Ecuador redujo unilateralmente las posibilidades para negociar en términos de integración más adecuados con dicho país (si es que ésta fuera una opción a seguir), pues de facto ya archivó, sin obtener nada a cambio, parte importante de su soberanía económica, como es la política monetaria y cambiaría. Otro efecto colateral nocivo es el distanciamiento real que se producirá frente a los otros países andinos y latinoamericanos. La aceptación unilateral y sumisa del dólar puede significar un duro golpe a la integración, dentro de la cual debería procesarse en forma armónica y simétrica la adopción de una unidad monetaria común.

Mayor heterogeneidad estructural

Como resultado de todos estos cambios han aumentado las ten­dencias que profundizan la heterogeneidad estructural del aparato productivo, pues las mejoras de productividad de determinados

· segmentos de la economía, en su mayoría considerados como moder­nos, han aumentado con la importación de maquinaria ahorradora

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de mano de obra y la incorporación de modernas tecnologías, en detrimento de los sectores productivos tradicionales con empleos precarios, de baja calificación y pobres ingresos. Si bien puede ser deseable superar los actuales sistemas tradicionales de producción, lo cierto es que la competitividad no se logra de un día al otro, por más estabilidad de precios que se alcance. Ésta se consigue como resultado de un largo proceso compartido de gestión empresarial, de capacitación laboral, de construcción de infraestructura básica, de consolidación del mercado interno, de desarrollo tecnológico, de reforma educativa, de transferencia de recursos desde el sector moderno al tradicional, de activa acción del Estado, de creciente equidad productiva y cultural. Más que la simple reducción del costo del dinero para reactivar el aparato productivo, se precisan una serie de factores básicos, que incídan en las expectativas de los inversionistas: seguridad jurídica, calificación de la mano de obra, infraestructura y servicios productivos, tranquilidad social, esta­bilidad política, reducción de la violencia y delincuencia, políticas agrícolas e industriales, esquemas de generación de empleo, tanto como de un esquema macroeconómico apropiado para favorecer la producción. Así también se requiere un mercado interno con capa­cidad de expansión que justifique mayores y nuevas inversiones, lo cual implica mejoras sustantivas en términos de equidad.

De esta forma el introducir el dólar en la economía no garantiza, en términos macro, mejores condiciones de crecimiento, de ahorro, de inversión y tampoco de fundamentos económicos. La dolarización fue una decisión artificial y autoritaria .que redujo aún más la limi­tada capacidad de maniobra del país. Una cosa habría sido adoptar un esquema cambiaría rígido cuando las monedas de los principales socios comerciales del Ecuador operaban con un esquema de esa naturaleza; otra completamente distinta fue adoptarlo en un mundo en que dichas monedas fluctúan unas frente a otras.

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2 Sistema Político: Fracturas y derrumbe bajo el impacto neoliberal De la representación a la representatividad política: el caudillismo democrático

José Sánchez-Parga

La victoria electoral del Presidente Correa y sus primeros meses de gobierno confirmaron y reforzaron una actual tendencia latinoa­mericana, protagonizada por Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, e interpretada en cierta manera también por Lula en Brasil, Bachelet en Chile, Kirchner en Argentina y Tabaré V ázquez en Uruguay: gobiernos con una orientación más social que socia­lista, más antineoliberal que propiamente de izquierda, con tma · posición altermundialista y sobre todo de resistencia a un modelo de globalización en particular contra la hegemonía norteamericana en la región'. De hecho las victorias electorales de estos gobiernos lejos \ · de contar con el apoyo de partidos políticos tradicionales fueron más bien producto de movimientos sociales y movilizaciones de protestas acumuladas no sólo contra los gobiernos neoliberales y

1 Para una versión del «reto posneoliberab) de estos gobiernos cfr. George Gray Malina, <<El reto posneoliberal de Bolivia», Nueva Sociedad, n. 209, mayo-jtmio 2007¡ para nna versión de los estereotipos de izquierdismo y etnicidad atribuidos a los cuadillismos democráticos, M. Saint-Upéry, Le réve de Bolívar. Le dé.fi des gauc1Jes sud-americaines, La Découverte, Paris, 2007.

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