proceso de armaduras

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Proceso constructivo ornamento y estructura El presente estudio forma parte de un proyecto de in- vestigación más amplio que pretende analizar los sis- tem as constructivos utilizados en la ejecución de ar- maduras de cubierta. Tratamos de buscar antecedentes, en distintas culturas, de la tradición carpintera que nos lleven a desentrañar la génesis de estos sistemas. Entendemos que el análisis del sis- tema constructivo y su evolución permite establecer criterios objetivos, en contraposición a los estudios que puedan efectuarse tan sólo a partir de la investi- gación de los aspectos ornamentales de los elemen- tos. La construcción de armaduras, capaces de salvar luces de hasta 10 metros, requiere técnicas específi- cas, indisolublemente ligadas a la s h err am ie nt as (ha- chas, sierras, cartabones,...) con las que el carpintero c ue nta para efectuadas. Este conjunto de técnicas-he- rramientas es propio de cada cultura: así, podemos oponer, como casos extremos, la tradición centroeu- ropea, de todos conocida, y la japonesa, en la cual las uniones tienden a formar nudos rígidos con un sis- tema de ajustes p rác tic am en te im po sib le de conseguir con las herramientas centroeuropeas. Los elementos ornamentales, al no estar sujetos a una ejecución m e- diante herramientas específicas, presentan menos in- convenientes para su asimilación por culturas o épo- cas distintas, siendo por tanto una vía menos fiable para el estudio o bje tiv o de las armaduras. Queremos hacer una distinción entre dos tipos bá- sicos de armaduras: las armaduras a base de cerchas y correas que era la estructura de cubierta habitual Angel L. Candelas Gutierrez en el siglo XV en una zona de gran producción ar- quitectónica como fue el Norte de Italia, y que llegó a denominarsc «capriata palladiana», las armadu- ras de pares que aparecen en centroeuropa y en el te- rritorio de la España actual. Nuestro trabajo se centra en estas últimas. Nos estamos refiriendo a aquellas est ucturas de cubierta ue, por derivación del sencillo sistem a de par e hilera, alcanzan formas estructurales más com- plejas basadas en el sistema de par y nudillo, confor- mando la cubierta lineal de una nave o cubiertas pris- máticas -ochavadas en la mayoría de los casos-, para zonas concretas (ábside, salones,...). Queremos expresamente evitar la utilización del término mude- ja r para su calificación, pues entendemos que, en el caso de la armaduras, no identifica correctamente un período histórico (las armaduras se producen desde el siglo XIV hasta el XVIII), ni una determi- nada autoría.' En estas páginas, nos proponemos estudiar las condiciones de estabilidad de las armaduras de cu- bierta, analizando la forma de construidas y efec tuando observaciones sobre las implicaciones entre estructura y ornamento. EJEMPLARES DE REFERENCIA C om o base gráfica de este trabajo, hemos seleccio- nado los tres edificios religiosos de la provincia de Huelva que a continuación describimos brevemente:  Actas del Primer Congres o Nacional de Historia de la Co nstrucción, Madrid, 19-21 s eptiembre 1996 , eds. A. de las Casas, S. Huerta, E. Rabasa, Madrid: I. Juan de Herrera, CEHOPU, 1996.

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Proceso construc tivo, ornamento y estruc turaen las arm aduras de par y nudillo

El presente estudio form a parte de un proyecto de in-vestigación m ás am plio que pretende analizar los sis-

tem as constructivos utilizados en la ejecución de ar-

maduras de cubierta. Tratamos de buscar

antecedentes, en distintas culturas, de la tradicióncarpintera que nos lleven a desentrañar la génesis de

estos sistemas. Entendem os que el análisis del sis-tem a constructivo y su evolución perm ite establecercriterios objetivos, en contraposición a los estudiosque puedan efectuarse tan sólo a partir de la investi-

gación de los aspectos ornam entales de los elem en-

tos.La construcción de arm aduras, capaces de salvar

luces de hasta 10 m etros, requiere técnicas específi-

cas, indisolublem ente ligadas a la s h err am ie nt as (h a-c has, sie rra s, c artab on es,...) c on la s q ue e l c arp in te ro

c ue nta p ara efe ctu ad as. E ste co nju nto d e té cn ic as-h e-rramientas es propio de cada cultura: así, podemosoponer, com o casos extrem os, la tradición centroeu-ropea, de todos conocida, y la japonesa, en la cual las

uniones tienden a formar nudos rígidos con un sis-te ma d e a ju stes p rác tic am en te im po sib le d e c on seg uir

con las herram ientas centroeuropeas. L os elem entos

ornam entales, al no estar sujetos a una ejecución m e-

diante herram ientas específicas, presentan m enos in-convenientes para su asim ilación por culturas o épo-cas distintas, siendo por tanto una vía menos fiablep ara el e stu dio o bje tiv o d e la s a rm ad ura s.

Q uerem os hacer una distinción entre dos tipos bá-

s ic os d e a rmadu ra s: las arm aduras a base de cerchasy cor reas , que era la estructura de cubierta habitual

Ang el L . C and elas G utierrez

en el siglo XV en una zona de gran producción ar-

quitectónica com o fue el Norte de Italia, y que llegó

a denom inarsc «capriata palladiana», y l as a rmadu -

ra s d e p are s que aparecen en centroeuropa y en el te-rritorio de la E spaña actual. N uestro trabajo se centra

e n e sta s ú lt im as .

Nos estamos refiriendo a aquellas estructuras de

cubierta que, por derivación del sencillo sistem a depar e hilera, alcanzan form as estructurales m ás com -

plejas basadas en el sistem a de par y nudillo, confor-

m ando la cubierta lineal de una nave o cubiertas pris-máticas -ochavadas en la mayoría de los casos-,p ara z ona s co nc reta s (áb sid e, sa lo ne s,...). Q ue rem os

e xpre sam ente e vitar la u tiliz ació n de l térm in o mude-

ja r para su calificación, pues entendem os que, en elcaso de las arm aduras, no identifica correctam enteun período histórico (las armaduras se producen

desde el siglo XIV hasta el X VIII), ni una determ i-

nada au to r ía .'

En estas páginas, nos proponemos estudiar las

condiciones de estabilidad de las armaduras de cu-bierta, analizando la forma de construidas y efec-

tuando observaciones sobre las im plicaciones entree st ru ct ur a y o rn ament o.

E JE MPLARE S DE R EF ER ENCIA

C om o base gráfica de este trabajo, hem os seleccio-

nado los tres edificios religiosos de la provincia de

H uelva que a continuación describim os brevem ente:

Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Madrid, 19-21 septiembre 1996,eds. A. de las Casas, S. Huerta, E. Rabasa, Madrid: I. Juan de Herrera, CEHOPU, 1996.

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11 0

a) Iglesia de San Francisco (Ayamonte). Se trata

de una iglesia del siglo XIV, de nave Única. Existen

dos arm aduras diferenciadas, am bas apeinazadas,una en el ábside y otra en el conjunto de nave y coro.

En el ábside encontram os una a rm ad ura o ch av ad a

de cinco paños, con unas dimensiones de 9.95 X

11.30 m etros. E l alm izate está relleno con ruedas de

ocho (figura 1), m ientras que en los faldones encon-

tram os varias bandas entrelazadas con cstrellas de

ocho (figura 6). La nave central sigue el esquema de

cinco paños con tres zonas de almizole y faldones

tr at ad as c on l ac er ía , el alm izate con ruedas de dieci-

seis (figura 2) y los faldones con bandas de estrellasde ocho; esta armadura tiene continuidad hasta elcoro, donde enlaza con una annadur o s em io chavada

que reproduce el esquema del ábsidc. Los tirantes

so n d e h ie rro fm :iad o.b) Iglesia de las Angustias (Ayam onte). Se trata

de una iglesia de tres naves y ábside. Las cubiertas

de las naves laterales están resueltas c om o c olg a-

F ig ura 1

F ig ur a 2

A . Cande las

dizo. En la nave central, de 8.85 metros de luz, en-contram os una armadura de par y nudillo con zo-

nas de lacerío de ocho, tanto en faldones como enalm izate. Estas zonas aparecen en el segm ento cen-tral de la nave y en ambos extremos. Existen do-

bles tirantes de madera con trabajos de lacería. El

ábside se cubre con una hermosa arm adura ocha-

vada de 8.85 X 10.30 m etros, con lacería policro-mada basada en ruedas de diez en todas las superfi-cies.

c) Iglesia de M adre de Dios del Vado (G ibraleón).

Se trata de una iglesia, desde hace tiempo abando-

nada y en estado ruinoso, fundada en 1587. Es denave Ú nica con tres zonas diferenciadas: el ábside, lanave y el coro. En el ábside, encontramos una bó-

veda de yeso. La nave se cubre con armadura de pary nud il lo , apareciendo en su alm izate un sistem a que

aparentando ser ataujerado incluye peinazos, trata-

miento este que se sale de la técnica tradicional. El

coro se resuelve con estructura sim ilar a la anterior,pero esta ve¡ el almizate se ejecuta con una zona

apeinazada con ruedas de ocho (figura 3). Esta es-

tructura. a1 estar parcialm ente derruida, nos ha per-m itido observar detalles habitualm ente ocultos. E n la

F igu ra :1

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A rm adu ras d e p az y n ud illo 1I1

m ism a iglesia, hemos encontrado abandonado en elsuelo, bajo una considerable capa de escom bros, un

sector de arm adura que nos ha permitido analizar en

detalle, entre otras cuestiones, los sistem as de uniónempleados.

CO MP OR TA MIEN TO ESTR UC TU RA L Y P RO CES O D E

CONSTRUCCIÓN

La armaduras de par e hilera tienen, por una parte, elproblem a del deslizam iento de los pares y, por otra,

el de la flexión a la que están sometidos estos ele-

m entos. L a introducción de] nudillo dism inuye nota-

blemente el momento flector que solicita a] par, ytrabajando a com presión, soJidariza los faldones

opuestos, m ejorando el com portam iento frente a ac-

c io ne s h oriz on ta le s. A mb os e sq uema s e stru ctu ra le s

necesitan ]a introducción de tirantes que im pidan latrasm isión a los m uros de una acción horizontal, la

cual obligaría a un m ayor grueso de estos.

El conjunto de pares y nudillo es una unidad esta-b]e en su plano. Sin embargo, durante el proceso de

m ontaje, se hace necesario algún tipo de arriostra-

m iento que im pida el vuelco en un plano perpendicu-lar, vuelco que debía ser habitual pues incluso L opez

de Arenas utiliza específica y acertadam ente el tér-

m ino «rem arse» para referirse a este hecho. La esta-

bilización durante e] m ontaje se podría conseguir,

bien utilizando arriostram ientos provisionales entre

los pares, o bien m ediante el anclaje de la hilera en el

muro testero y ]a continuidad de ésta a lo largo de

to da ]a n av e.

E l resultado una vez term inada la cubierta es total-

m ente estable. Dan fe de ello los innum erables ejem -plos de armaduras que, sin ningún tipo de lacería,

perduran hasta nuestros días. Siendo así, nos pregun-

tam os qué interés puede tener la com plejidad que re-p re se nta e je cu tar e ntra mad os d e la ce ría a pe in aza do s,

con piezas de m adera estudiadam ente ensam bladas.

En nuestros días, ni siquiera en la producción de de-te rm in ad os a rq uitec to s, se ju stific a c re ar u na c om ple -jidad estructural sin una necesidad objetiva. La m en-

talidad de los siglos XIV al XVIII no difiere m ucho,

en este aspecto, de la de nuestra época. Por eJlo,planteam os la hipótesis de que esta com plejidad obe-

dezca, por una parte, al sistem a de fabricación de los

paños y por otra, a la necesidad de dotar de estabili-

dad a ]a construcción desde el com ienzo de su m on-taje.

L os e leme nto s d e un a lm iz at e y s u c ome tid oestructural.

V eam os cóm o está construido un paño entrelazadocon ruedas de lacería. O bservam os para ello los aIm i-

zates de las figuras 1, 2 Y 3 .

E l elem ento estructural m as im portante es induda-blemente e l n ud il lo , el cual, comprimido por la fle-

xión de los pares, solidariza los faldones opuestos.

Los nudillos se encuentran unidos entre sí m ediante

los pe inazos, piezas de m adera de longitud exacta-

mente igual a la distancia entre nudillos -ancho dela calle-, dotadas de unas espigas que se introducen

hasta m edia m adera, en un hueco practicado al efectoen el nudillo. Los peinazos hacen colaborar al con-junto de nudillos apeinazados en la absorción de la

flexión en e] plano horizontal que llega al nudillo ex-

tremo por e] apoyo de las manguetas. En cada uniónentre peinazo y nudillo se ubica una p ieza pri smá tica

d e b as e t ri an gu la r firm em ente clavada a am bos ele-

m entos. La configuración obtenida una vez ensam -blados una serie de nudillos y peinazos, produce unemp arrilla do c on u n a lto g ra do d e in de fo rm ab i]id ad .

Los t au je le s (halibas, aspillas,...), situados en elplano inferior del alm izate y clavados sim ultánea-

m ente sobre nudillos y peinazos, proporcionan adi-c io na ] e sta bi li da d a l c on ju nt o.

L as piezas de relleno ( a lmend ri ll a s, cand i le jos ,. .. ),

aún sin com etido estructural aparente, colaboran en

la consecución de un elem ento estructural continuo:

e l a lmizate.

L a c ub ie rta term in ad a in clu ye la tab lazón, sobre laque se sitúan las tejas. Este elem ento, que se coloca

una vez term inada y montada la armadura, es el que,

en las m ás simples cubiertas de par y nudillo, se en-carga de estabilizar los conjuntos de pares-nudillo

(im pidiendo que se remen), y es el que, en las naves

d on de ap are ce n z on as a pe in az ad as, u ne lo s c on ju nto s

sueltos con las zonas de faldón y alm izate apeinaza-

das.

En la figura 4 representam os el aspecto final y los

elem entos estrictam ente estructurales de la zona de

almizate con lacería de la nave de la iglesia de San

Francisco.

En ]a figura 5 reproducimos el m ismo esquemaanterior referido a uno de los paños inclinados de la

m Isma n av e.

 

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11 2

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F ig ur a 5

El p ro ce so d e monta je

La ejecución de la lacería, salvo en las armadurasataujeradas, requiere una serie de operaciones cuya

dificultad de elaboración, una vez term inada y colo-

cada la arm adura de cubierta, pu ede intuir cualqu ieraque esté m edianam ente fam iliarizado con trabajos de

carpi ntería .

S in em bargo, resulta una operación relativam ente

sencilla ir colocando sobre el suelo o sobre una m esa

de trabajo, los pares -o nudillos, en el caso del paño

de alm izate- una vez labrados con los rebajes nece-

A . Cande las

~

sarios para introducir los taujeles y con las r a n u r a s

correspondientes; intercalar los peinazos; fijar los

prism as triangulares; y añadir las piezas de relleno.

La construcción en suelo de la armadura obliga aque cada paño term inado respete una serie de condi-

cionantes: por una parte, los derivados de la necesa-

ria indeform abilidad para las operaciones de izado ypuesta en su posición definitiva, y por otra, los deri-

vados de ,;u posterior conexión al resto de los ele-

m entos. C om o repuesta a este últim o condicionante,

aparecería la duplicación de las lim as (lim as m oam a-res), en el caso de armaduras de mas de dos paños.

H em os visto que por la conjunción de una necesi-

dad ornamental -la lacería- y otra constructiva -

la ejecució n en suelo-, su rg e una de tipo estructural:

la inde fÓrmabi lidad . Im aginam os que sim ultánea-

m ente surgiría la idea de utilizar esta necesaria inde-form abilidad para sim plificar el proceso de m ontaje.

La hipótesis de trabajo que planteamos es que el

carpintero debía efectuar en prim er lu gar aqu ellas zo-

nas de la cubierta que contien en m otivos o rnam enta-

les. L a definición del lazo conlleva una serie de deci-

siones que afectan a toda la armadura: anchos decuerda y calle, cartabón de arm adura,... N o podem os

olvidar situam os en el contex to de los conocim ientosque manejaba el carpintero, y por tanto debem os te-

ner en cuenta el hecho de que estas armaduras se eje-

cutaban sin el auxilio de una docum entación gráfica

previa. Esta ausencia de planos es la que obligaría a

ejecutar en primer lugar los paños de alm izate y los

fa ld on es c on la ce rí a.

La zona de alm izate con lacería term inada se ele-

varía hasta situarse sobre una plataform a auxiliar a lacota exacta definitiva. L a determ inación de esta cota

sería bien sencilla, pues no olvidem os que el carpin-tero, para la construcción del alm izate, ha tenido que

definir el ángulo de corte del nudillo en su encuentro

con la alfarda y la longitud e inclinación del par. Los

paños que co ntienen a las alfardas, rigidizados, com o

hemos dicho, por medio de la lacería apeinazada, se

izarían de m odo que, colocando la barbilla en el es-

tribo y girándolos, se encontrarían con el alm izate.

La unión par-nudillo se efectuaría sin problemas,gracias a la coordinación dim ensional a la que el car-

pintero se obliga para m antener el trazado decora-

tivo. L a zona de cubierta así term inada es altam ente

estable, p erm itiendo contin uar el proceso de coloca-

ción de conjuntos de pares y nudillos, sin necesidad

d e a rr io sl rami en to s e xt ern os.

 

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A rm ad uras d e p az y n ud illo 11 3

La figura núm ero 6 corresponde a la iglesia de M a-

dre de D ios del V ado. En ella, y paradójicam ente gra-cias a la lamentable desaparición de una zona de la

cubierta, podemos observar, en primer lugar, que lazon a de alm izate co n lacería ha perm an ecid o estable,y en segundo Jugar, que no se aprecia ninguna

muesca o hendidura en los pares y en el nudillo ex-

tremo, que perm ita deducir algún tipo de conexión

d istinto d e la h ilera, en tre lo qu e p od em os deno min arla zona de armadura con almizate prefabricado y el

resto de los pares y nudillos ahora desaparecidos.

Creem os que ello corrobora la hipótesis antes avan-zada.

F ig ur a 6

O RN AM EN TO , C ON ST RU CC IÓ N Y E ST RU CT UR A

Observam os que en muchos ejemplos (Iglesia de las

Angustias e Iglesia de San Francisco, en nuestrocaso), aparecen paños apeinazados de lacería en los

extremos y en la zona central de las naves. Aquí seconjugan sim ultáneamente elem entos formales,

c on str uc tiv os y e str uc tu ra le s. Desde un punto de

v is ta f orma l, ¿qué sitios pueden ser m as adecuadospara situar el ornam ento que frente a la puerta late-

ral -la mas utilizada- y en ambos extremos de la

nave? Constructivamente, tiene b astante sen tido

comenzar estabilizando un extremo, continuar con

pares y nudillos sueltos, unidos por la hilera a lazona estabilizada, y cuando la distancia empieza a

ser im portante, colocar una nueva zona indeform a-ble en la sección central de la nave. Estructural-

mente, vem os claramente plasmados criterios quehoy usamos para situar los pórticos de atado en

nuestras estructuras: en los extrem os de un edificio

y en p órticos in term edio s p ara lo ng itu des im po rtan-

tes.Por otra parte, hay un aspecto de la conjunción en-

tre ornamento y estructura en los paños de laceríaq ue q uerem os destacar. En u na arm ad ura ap ein azada,

e l as pe cto ex tern o lo p ro po rcio nan sim ultán eam en te

cuatro tipos de elementos: los elementos propia-

m ente estructurales -pares, nudillos, peinazos-,

los elementos que m aclándose con los anterioresconforman el trazado de la lacería -taujeles-, los

p rism as triang ulares y las piezas d e relleno . E stas úl-tim as, a nuestro entender, tienen una im portante m i-

sió n: se encarg an de o cu ltar aq uellas zo nas estructu -

rales cuya visión entorpecería la apariencia de

F igu ra 7

 

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c on tin uid ad d el tra zad o d el la zo . E n la f ig ur a 7 , es e lc as o d e l as a lme dr il la s e n r el ie ve q ue r od ea n c ad a e s-tre na d e o ch o. L os p rism as tria ng ula re s, ad em ás d e

l a m is ió n e st ru ct ur al i nd ic ad a e n e l p un to 3 .1 , p erm i-ten que, por ejem plo en el caso de las estrellas deocho de la m ism a fig ura, la estrella se m aterializeadem ás de en el plano inferior del alm izate, en unplano situado u nos d os cen tím etros p or encim a (elg rueso de los t au je le s) .

En def in it iv a, e l c arpintero, aún s iendo consc iented e l a impor ta nc ia d e l a e st ru ct ur a q ue h a c on se gu id oejecutar, opta por prim ar el aspecto form al y pre-tende dejam os con el interrog an te del com po rta-

m ie nt o e st ru ct ur al , l o c ua l a ument a s i c ab e e l i nt er ésde e st as bel la s a rmadu ra s.

A. Candelas

BIBLIOGRAFÍA

Nue re , E . (1 98 5) , La carpintería de lo blanco, lectura dibu-

jada del manuscrito de Lopez de Arenas. M inisterio de

Cu lt ur a. Madr id .

Z oc co ni, M . ( 19 72 ), « Te cn ic he c ostr uttiv e n el! ' a rc hite ttu ra

P al!adia na», en Bollettino del centro internazionale d i

stu di d i a rc hitettu ra A nd rea P alla dio , n° XIV, Pg 271-

2 91 . V i cen za .

NOTAS

l. En el prólogo de E. Nuere a la edición facsim il de El

lazo en el estilo M udejar (1. G aliay ), e ncontram os un a

inte re san te aproxim aciíon a la autoría cristiana o m usul-m an a d e e ste tip o d e e str uc tu ra s.