problemas ambientales, agricultura y globalización

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    Men principal de Geo Crtica ndice de Scripta Nova

    Scripta NovaREVISTA ELECTRNICA DE GEOGRAFA Y CIENCIAS SOCIALES

    Universidad de BarcelonaISSN: 1138-9788. Depsito Legal: B. 21.741-98

    N 92, 1 de julio de 2001

    PROBLEMAS AMBIENTALES, AGRICULTURA Y GLOBALIZACINEN AMRICA LATINA

    Jos Antonio SegrellesDepartamento de Geografa HumanaUniversidad de Alicante (Espaa)

    Problemas ambientales, agricultura y globalizacin en Amrica Latina (Resumen)

    La globalizacin y la progresiva liberalizacin de los mercados agropecuarios mundiales representarn unimportante estmulo para que los pases latinoamericanos intenten aumentar la productividad y la competitividadinternacional de sus producciones agrcolas y ganaderas, en consonancia con un modelo de crecimientoeconmico basado en la bsqueda de beneficios a corto plazo. Esto conducir sin duda alguna a la

    profundizacin de los clsicos antagonismos entre la agricultura comercial y capitalista, ejercida por loscomplejos agroindustriales controlados por las empresas transnacionales y los grandes agricultores locales, y laagricultura campesina, condenada a la precariedad.

    Tanto la creciente pobreza rural, por un lado, como la intensificacin productiva, por otro, llevan consigo ladegradacin de los ecosistemas y graves desequilibrios ecolgicos que acentan los agudos problemasambientales heredados de la revolucinverdey del papel dependiente y perifrico de Amrica latina dentro delcapitalismo mundial.

    Aunque cada vez existe mayor concienciacin ecolgica en la poblacin latinoamericana, no tiene ningnsentido reclamar el respeto ambiental y la necesaria conservacin de los recursos sin criticar la lgica delmodelo liberal, pues existe una incompatibilidad manifiesta entre el desarrollo sostenible y el modo de

    produccin capitalista (1).

    Palabras clave: Problemas ambientales, agricultura, globalizacin, Amrica Latina

    Environmental problems, farming and globalization in Latin America (Abstract)

    The globalization and the progressive liberalisation of farming markets world wide be an important push for the

    increase of productivity in Latin American countries. It will also bring about a greater internationalcompetitiveness of Latin America farming products, in consonance with a model of economic growth based onshort-term profits. This tendency wil undoubtedly deepen the tense opposition between industrial farming,carried out by great local land owners as well as farms controlled by multinationals, and small farming,condemned to scarcity.

    The ever-increasing rural poverty, on the one hand, and the exploitation of land for the sake of productivity, onthe other, cause degradation in the ecosystem and a serious ecological lack of balance, both of which worsen thecritical problems inherited from the green revolution and from the subordinate role of Latin America in present-day capitalism.

    http://www.ub.edu/geocrit/segrelle.htmhttp://www.ub.edu/geocrit/segrelle.htmhttp://www.ub.es/geocrit/nova.htmhttp://www.ub.es/geocrit/menu.htm
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    Although environmental awareness is growing among Latin America peasants, it makes no sense to defendenvironmental respect and the preservation of natural resources without simultaneously denouncing the logic ofthe liberal model, as there is an evident incompatibility between sustainable development and the capitalismmode of production.

    Key words: environmental problems, farming, globalization, Latin America

    A simple vista puede parecer una broma de mal gusto hablar a los agricultores latinoamericanos, en particular, y

    a los ciudadanos de estos pases, en general, de desarrollo sostenible, de respeto y conservacin ambiental o desimple ecologa cuando se estudian sus aprovechamientos agropecuarios y el auge que stos puedenexperimentar, y que de hecho ya estn experimentando, al socaire de la globalizacin, el crecimiento de laliberalizacin mercantil a escala planetaria y la progresiva integracin de muchos pases en bloques comercialesregionales, pues de forma legtima los pases latinoamericanos esperan que el crecimiento de las exportacionesde materias primas agroalimentarias represente la base sobre la que se apoye su estabilizacin y posteriordesarrollo econmico.

    Constituye un lugar comn afirmar que por motivos histrico-culturales, econmicos y polticos de diversandole las cuestiones ambientales no han preocupado demasiado en Amrica Latina de manera tradicional. Ahest la dura realidad para corroborar dicho aserto, sobre todo por lo que respecta a la escasa eficacia de la

    legislacin disuasoria para la sobreexplotacin del medio o de la que regula el aprovechamiento de los recursosnaturales de estos pases. Y eso sin hablar de la escasa concienciacin popular o de la contaminacin"importada"desde los pases centrales, fruto de la secular posicin adjudicada a Latinoamrica en el sistemacapitalista mundial. Adems, siempre se dijo, no sin cierta razn, que las legiones de desposedos han estadodurante siglos demasiado ocupadas en sobrevivir, mientras que las oligarquas locales, en clara connivencia conlos centros de poder internacionales, no han tenido jams otro norte que la acumulacin capitalista y su

    perpetuacin como clase.

    Sin embargo, sostener estos planteamientos de forma estricta hoy en da sera un grave error, ya que en lospases latinoamericanos s existe legislacin ambiental (Real, 2000), aunque se trate de disposiciones sectorialesque no consideran a la naturaleza como un todo integral, no tienen en cuenta la necesaria interdependencia de latotalidad de los ecosistemas existentes en el rea o ignoran la interaccin dinmica de los diversos componentesque conforman los sistemas ecolgicos (Gallopn, 1985). Por otro lado, en los tiempos ms recientes han surgidodiversos movimientos populares que han tomado plena conciencia de la insostenible progresin en ladestruccin de su medio, demostrando as que las preocupaciones ambientales no slo son un privilegio que

    pueden concederse los pases opulentos. Por supuesto, no se trata de un ecologismo al estilo publicista deGreenpeace o al de cualquier Organizacin No Gubernamental (ONG) de las reas ricas del planeta que defiendela flora o la fauna de un lugar determinado, sino de personas y comunidades autctonas que se movilizan contrala degradacin progresiva de su medio ms prximo y contra la destruccin del modus vivendide ampliosgrupos humanos, es decir, luchan por su supervivencia. Es, en definitiva, lo que J. Martnez Alier (1995)denomina la ecologade los pobres.

    Por eso, lejos de haber concluido la Historia (Fukuyama, 1992) con la cada del muro de Berln (1989) y la

    posterior desaparicin de la Unin Sovitica (1991), a los seculares antagonismos socio-econmicos y alintercambio desigual entre el centro y la periferia se ha sumado, o superpuesto, lo que podramos denominar unclaro antagonismo ambiental donde pugnan grupos con intereses y comportamientos distintos: por un lado, losEstados y las elites econmicas, sociales y financieras, cuyo objetivo primordial es un desarrollismo esquilmanteque ante todo busca el beneficio inmediato, y por otro, la mayor parte de la poblacin, que aun no oponindose ala calidad de vida que propicia el progreso tecnolgico, contempla cada vez con mayor preocupacin ladestruccin de su entorno natural y social, al mismo tiempo que aboga por un desarrollo sustentable. Dicho conotras palabras, parece que surgen contradicciones insalvables entre crecimiento econmico y proteccin delambiente (Oliver, 1986).

    La hiptesis de este trabajo estriba en que el acicate mercantil derivado de la globalizacin y de la liberalizacincomercial en el mundo supondr sin duda un mayor deterioro del medio en Amrica Latina que se unir a los

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    tradicionales problemas ambientales heredados de la colonizacin y de la denominada revolucin verde, ya quelas necesidades del comercio exterior y la bsqueda de beneficios tangibles a toda costa estn desembocando enuna ampliacin, quizs incontrolable, de las reas agropecuarias y a una intensificacin de los sistemas

    productivos.

    Aunque la industria y la minera constituyen dos fuentes contaminantes y de degradacin ambiental de primerorden en Latinoamrica, el anlisis se centra en el sector agropecuario porque estos pases siguen siendoexportadores netos de alimentos y materias primas agroalimentarias baratas, bsicas e indiferenciadas(commodities), es decir, cumplen el papel dependiente que siempre se les ha asignado en la divisin

    internacional del trabajo. Dicha especializacin comercial, cada vez ms acusada, se encuentra en consonanciacon una estructura econmica en la que la participacin de la agricultura y la ganadera en el Producto InternoBruto (PIB) es muy elevada para las cifras que imperan en el mundo desarrollado.

    En este sentido, los ms interesados en Amrica Latina por profundizar el actual proceso de liberalizacincomercial son los grandes terratenientes y los operadores comerciales, casi siempre dependientes, o simplementemimetizados con las ms potentes compaas transnacionales, mientras que la agricultura campesina sucumbesin remisin ante la expansin de los criterios mercantilistas, al mismo tiempo que el medio se degrada a causade los imperativos de la ley del intercambio desigual, que sigue funcionando con todo mpetu, y de la

    penetracin y consolidacin del capitalismo en las reas rurales a travs de la agroindustria. No olvidemos quees precisamente mediante el complejo agroindustrial como el capital se apodera de la agricultura y la ganadera,

    tal como recordaba A. P. Guimares (1979).Para comprender mejor el alcance de este fenmeno es necesario exponer a modo de prembulo algunas notassobre la globalizacin, as como las consecuencias ms relevantes que sobre el medio latinoamericano ha tenidola llamada revolucin verde. Despus se analizarn las repercusiones agrarias, socio-econmicas y ambientalesque pueden tener el aumento de las exportaciones agropecuarias y la sacralizacin del mercado, concluyendocon la exposicin de ciertos factores de negativa influencia ambiental como la proliferacin de los cultivostransgnicos y la construccin de infraestructuras diseadas para facilitar el comercio exterior de los paseslatinoamericanos.

    Algunas notas previas: la globalizacin

    El fin de la guerra fra no slo no ha suavizado los clsicos desequilibrios consustanciales al capitalismohistrico, sino que adems ha supuesto un decisivo impulso para la progresiva liberalizacin del comerciomundial y para una globalizacin econmica que ya vena gestndose desde varios decenios atrs. La ausenciadel contrapeso sovitico y la desaparicin de la poltica de bloques provoca que el capitalismo pueda concederrienda suelta a su lgica inmanente porque ya no tiene que demostrar a nadie una falsa voluntad de reparto, nisuperioridad frente a los sistemas socialistas, y se permite as, sin peligro, abandonar su cara amable: lasocialdemocracia y el Estado del Bienestar. Buena prueba de la creciente polarizacin de la sociedad es que el20 por ciento de los habitantes pobres del mundo concentraban en 1960 el 23 por ciento de los ingresos totales,mientras que en la actualidad este porcentaje slo es del 11 por ciento. Por el contrario, el 20 por ciento de losms ricos absorba hace cuarenta aos el 70 por ciento de las rentas y hoy en da supera ya el 85 por ciento(Estefana, 1996 Harnecker, 1999).

    Todo esto induce a pensar que la guerra fra y la confrontacin este-oeste ha servido en realidad para ocultar unlucha mucho ms antigua entre el norte y el sur, entre ricos y pobres, as como para justificar agresionesimperialistas (Dmitriev, 1987) en aquellos pases subdesarrollados donde se pusieran en entredicho los interesesy privilegios de ciertas elites y centros de poder. En este sentido, la globalizacin debe entenderse como unanueva estrategia, al servicio de un viejo ideario (Segrelles, 1999 b), para que el capitalismo mundial contineabsorbiendo beneficios de amplias zonas del planeta mediante la accin de las corporaciones transnacionales,que siempre pretenden aumentar sus tasas de ganancias. La parte del capital transnacional en el PIB mundial ha

    pasado del 17 por ciento a mediados de los aos sesenta a ms del 30 por ciento en la actualidad (Clairmont,1997).

    Son precisamente las grandes compaas transnacionales quienes se benefician de la globalizacin econmica,

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    ya que desde comienzos de la dcada de los aos ochenta han experimentado una expansin ininterrumpida queles permite dominar incluso a los Estados mediante diversos organismos internacionales, como es el caso de laOrganizacin Mundial del Comercio (OMC), sucesora del Acuerdo General sobre Tarifas Aduaneras yComercio (GATT) desde 1995, que acta como autntico ariete del neoliberalismo para implantar unaliberalizacin cada vez mayor en los intercambios comerciales. Sin embargo, segn B. J. Cohen (1996), tanto lafacilidad de acceso de los capitales extranjeros como la apertura comercial no representa ninguna innovacin,sino ms bien una resurreccin de las tesis ms liberales. Para ello, estos organismos se centran en el progresivodesmantelamiento de los monopolios estatales, la eliminacin de aranceles y otras medidas proteccionistas, la

    persecucin de las ayudas a la exportacin, el fomento de las privatizaciones, el adelgazamiento del sectorpblico, entre otros objetivos. La OMC dicta las normas por las que deben regirse los intercambios de bienes yservicios en el mundo, incluso puede declarar contrarias a la libertad comercial las leyes que un Estado

    promulgue sobre derecho laboral, cultural, ambiental o de asistencia sanitaria pblica.

    Este marco econmico global, que anticipa el siglo XXI, no slo tiene perversas consecuencias polticas, socio-econmicas, financieras, culturales y ambientales sobre la mayora de los pases al perder elevadas cotas desoberana y proliferar en ellos la pobreza, sino tambin geoestratgicas y espaciales (Santos, 1995), ya quecontinentes enteros, como frica, quedan totalmente al margen del nuevo orden, mientras que otras zonas delglobo, como Amrica Latina, intentan con denuedo y grandes sacrificios lograr una insercin adecuada en elcomercio y la economa mundiales, aunque lo cierto es que su papel, tanto en el capitalismo histrico como ensu faceta globalizada, se reduce a ser meros espectadores dependientes. Como seala A. G. Frank (1993), los

    pases en desarrollo deben permanecer en el lugar que desde hace siglos les fue asignado por los centros depoder capitalistas.

    Se puede afirmar, por lo tanto, que la globalizacin lleva unida su propia contradiccin interna, pues a muchaszonas del planeta se les impide de hecho una insercin efectiva en el comercio y la economa mundiales.Adems, la historia econmica universal demuestra que las leyes del modo de produccin capitalista no buscanla plena integracin de todas las naciones dentro del sistema capitalista mundial (Bar, 1997), pues lo contrariosera actuar contra su lgica inmanente, contra su naturaleza esencial. El capitalismo lleva en s mismo eldesequilibrio y la exclusin porque al mismo tiempo que crea riqueza, la concentra en exceso en personas yterritorios, y aunque garantiza el crecimiento de la produccin mediante el progreso tecnolgico, tiende a excluirdel mercado laboral a un nmero cada vez mayor de seres humanos.

    El progresivo debilitamiento de la capacidad del Estado-nacin para planificar e implementar polticasindependientes y autnomas, as como el surgimiento de problemas globales cuya solucin excede la iniciativaindividual de los pases, propicia la necesidad de que stos se agrupen para cooperar y ejercer accionescoordinadas que les permitan sobrevivir en un mundo cada vez ms interrelacionado y, al mismo tiempo,excluyente.

    Estas estrategias, que han dado lugar a diferentes procesos de asociacin regional, aunque con distintos gradosde integracin, han sido frecuentes en Amrica Latina. Es el caso, por ejemplo, de la Asociacin de LibreComercio de Amrica Latina (ALALC, 1960), reestructurada en 1980 como Asociacin Latinoamericana deIntegracin (ALADI), del Mercado Comn Centroamericano (1960), del Pacto Andino (1969), sustituido en1997 por la Comunidad Andina, del Mercado Comn de la Comunidad del Caribe (CARICOM, 1973) o del ms

    reciente Mercado Comn del Sur (MERCOSUR, 1991), que est conformado por Argentina, Brasil, Paraguay yUruguay, ms Bolivia y Chile en calidad de asociados, y constituye el cuarto bloque econmico-comercial delmundo, con un mercado potencial de ms de 220 millones de habitantes y un volumen de negocios querepresenta el 65 por ciento del PIB de la totalidad de Amrica del Sur (Segrelles, 1999 a).

    Regionalizacin y globalizacin constituyen dos procesos no excluyentes entre s, ni contradictorios, que estnprogresando de forma complementaria, aunque siempre se debe tener en cuenta que la formacin de bloquesregionales es un paso previo que intenta preparar la conquista de una meta clara: la mundializacin de laeconoma y el comercio. Sin ir ms lejos, el Mercosur, segn la opinin de G. Arce, J. A. Rocca y H. Tajam(1994), se inscribe dentro de las directrices marcadas por el ex-presidente de Estados Unidos G. Bush en el plandenominado Iniciativa para las Amricas (1990), cuyo objetivo era la creacin de una gran zona de libre

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    comercio comn desde Alaska hasta la Tierra del Fuego. El progresivo acercamiento de los bloques regionalesamericanos concluir, segn se tiene previsto, en el ao 2005 con la creacin del rea de Libre Comercio de lasAmricas (ALCA), nueva denominacin por parte del tambin ex-presidente W. Clinton lanzada en Miami en1994 para designar la anterior Iniciativa para las Amricas de G. Bush. Este proyecto fue confirmado enSantiago de Chile en 1998 y en Quebec en 2001, aunque en este ltimo ao ya estuvo impulsado por el nuevo

    presidente norteamericano G. Bush hijo.

    Algunos autores, como J. Dunning (1994), afirman que el crecimiento de las integraciones regionales en elmundo, junto con otros fenmenos, como la presin de las empresas a favor de la innovacin de los productos,

    la calidad de los mismos, la reduccin de los precios y el resurgimiento de las polticas de apoyo y fomento delmercado, es una de las causas ltimas de las tendencias globalizadoras. Para l, la globalizacin tiene una basenacional o microeconmica. Otros investigadores, como F. Houtart (1994), sealan, por el contrario, que lamundializacin est ligada al desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de produccin a nivelmundial, o lo que es lo mismo, resulta una consecuencia directa de las tendencias econmicas del planeta. Sinembargo, la opinin de S. Bar (1997), que a mi juicio se ajusta mejor a la realidad, considera que el fenmenoglobalizador se debe a la interaccin de condiciones que se dan tanto en el plano nacional como en el mundialcomo resultado de circunstancias inherentes al desarrollo del propio sistema capitalista en el planeta, es decir, laglobalizacin aparece en realidad como producto y agente de las tendencias histricas internacionales deacumulacin capitalista.

    En cualquier caso, como ya se ha mencionado arriba, la globalizacin est vinculada a la reciente expansin delas grandes compaas transnacionales y se apoya en los avances de las comunicaciones y los transportes. Lagestin global representa un refinado manejo de la economa mundial en beneficio de los intereses de lasempresas, pues la complejidad de los circuitos productivos aumenta de forma directa con las posibilidades defraccionar las etapas de elaboracin. Cada escala puede significar un aprovechamiento til de las condicionesnaturales, humanas, tecnolgicas, culturales, legislativas o salariales existentes en cada lugar. De ah se deduceque la homogeneizacin de las directrices socio-econmicas que representa la integracin regional, y laconsecuente globalizacin, facilitan la gestin de las empresas transnacionales, ya que desde su localizacin enun pas concreto de la regin pueden resolver el problema del abastecimiento en los dems mercados del bloque

    Los grandes conglomerados financiero-industriales de carcter transnacional son, en definitiva, los verdaderosforjadores de ese mundo interdependiente y desigual que genera la globalizacin. En efecto, lo que se denominamercado mundialno es ms que un sistema social cuya evolucin est determinada por los intereses de unos5.000 capitalistas y polticos de los pases centrales, que giran en torno a las 500 principales corporacionestransnacionales y, de forma ms amplia, alrededor de las 37.000 empresas transnacionales que forman loscomponentes decisivos del sistema. Las polticas neoliberales, que propician las aperturas comerciales, lalibertad plena para los movimientos del capital, la eliminacin de controles en las inversiones extranjeras, las

    privatizaciones de empresas estatales y los desequilibrios econmicos, estn diseadas por estas mismasempresas que siempre anteponen lo econmico, es decir, sus beneficios, a cualquier consideracin social,cultural, poltica o ambiental.

    Las empresas transnacionales que, por ejemplo, se dedican a la produccin y el comercio agropecuarios en lospases latinoamericanos y en otros lugares del mundo subdesarrollado, no consideran el medio y los recursos

    naturales como factores fundamentales para un desarrollo sustentable y respetuoso con el entorno, sino comouna traba para el comercio, similar, de hecho, a una barrera no arancelaria que menoscaba la competitividad demuchos productos o mercados importantes y perjudica a los intercambios (Gligo, 1998).

    Lgicamente, la aplicacin de las polticas neoliberales y la accin directa de las firmas transnacionales enAmrica Latina estn provocando un crecimiento del desempleo, la reduccin de los salarios, las limitaciones ala seguridad social, el aumento del deterioro de la calidad educativa y sanitaria, la expansin de la pobreza y ladesigualdad y las agresiones cada vez ms frecuentes e intensas contra el medio natural. Este ltimo aspecto

    preocupa de forma creciente en Latinoamrica y en otros pases del mundo, ya que la concienciacin de lasociedad civil ha aumentado durante los ltimos lustros debido a la continua degradacin ecolgica del planeta.

    Lejos de ser un hecho aislado, el progresivo deterioro ambiental es una consecuencia directa de la lgica y

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    dinmica del modo de produccin capitalista, que se recrudece con esa fase avanzada del capitalismo mundialque conocemos con el nombre de globalizacin. Para M. Harnecker (1999), los irreparables daos infligidos almedio natural, junto con la polarizacin creciente de la sociedad y la homogenizacin cultural basada en elmodelo estadounidense, constituyen los problemas ms importantes a escala planetaria causados por el actual

    proceso de globalizacin. De nada sirve preocuparse por el efecto invernadero, los alimentos transgnicos, ladestruccin de la selva tropical o la erosin y contaminacin provocadas por la agricultura intensiva y comercialsi se hace al margen de la lgica que alienta todo el proceso econmico capitalista.

    La revolucin verde: una estrategia capitalista y transnacional

    Desde poca colonial la insercin de Amrica Latina en la economa y el comercio mundiales siempre estuvodeterminada por unas palmarias relaciones centro-periferia sobre las que no es necesario insistir demasiado. Suestructura productiva se organizaba conforme a lo que demandaba la metrpoli sin que importara lasobreexplotacin o los desequilibrios ambientales, sociales y territoriales. La conquista de espaoles y

    portugueses introdujo ritmos de trabajo y tcnicas que posibilitaban el expolio de las riquezas naturales sin mslmite que la voracidad del mercado, hasta el punto de acercarse peligrosamente incluso al exterminio delelemento ms valioso de la naturaleza latinoamericana: el hombre amerindio.

    Es ms, la consecucin de la independencia de los pases latinoamericanos fue una mera cuestin formal, ya queen la prctica las potencias coloniales, fundamentalmente Gran Bretaa y despus Estados Unidos, conocan laimposibilidad de llevar a cabo una vida econmica autnoma, dada la necesidad de importar tecnologa ysolicitar prstamos por parte de las nuevas naciones. Por ello, la insercin de los pases latinoamericanos en elsistema capitalista mundial no ha sido diferente de la de los pases colonizados por Europa desde fines del sigloXIX, puesto que vendan materias primas y compraban productos manufacturados a la metrpoli del mismomodo que las colonias. Asimismo, la presencia del capital extranjero siempre fue determinante para financiar lasinstalaciones productivas y las infraestructuras y equipos necesarios que facilitaran el acarreo de las mercancas(Bulmer-Thomas, 1994).

    Es evidente que en el mantenimiento de las relaciones coloniales en Amrica Latina tras su "emancipacin"decimonnica fue fundamental el papel de las nuevas oligarquas, es decir, los criollos, quienes ampliaron su

    participacin en el comercio mundial suministrando materias primas y alimentos a los pases centrales queiniciaban la revolucin industrial, pues el capital internacional, segn B. R. Ramrez (1995), necesita laconnivencia de las oligarquas locales y conciliar sus intereses con los de ellas para cumplir sus objetivos yreproducirse. Las potencias coloniales clsicas, como Gran Bretaa o Francia, siempre estuvieron convencidasde que la mejor forma de abrir mercados pasaba por la creacin de una elite occidentalizada que estuviera sujetaal progreso econmico dictado por ellas y fuera indiferente a las consecuencias sobre la vida de la mayor partede la poblacin. Esta estrategia, obviamente, sigue siendo vlida en la actualidad, pero ahora no la ejecutan losEstados, sino las empresas transnacionales.

    El intercambio desigual implica el sometimiento de la economa de los pases latinoamericanos a los dictmenesdel modo de produccin capitalista, que se apropia de todos los recursos naturales que le son necesarios para

    rentabilizar el capital invertido, tanto en los pases centrales como en la periferia. Dicho proceso se acentu apartir del final de la Segunda Guerra Mundial, cuando la expansin del capital transnacional subordin a smismo los recursos mineros, agropecuarios y forestales del mundo subdesarrollado, aunque ello supusiera comocondicin previa el control poltico, econmico, financiero e incluso militar de los pases que los posean. Laexplotacin masiva de estos recursos slo persigue la mxima rentabilidad inmediata aun a costa de provocargraves desequilibrios ecolgicos o la simple destruccin del medio.

    A este respecto no se puede olvidar la proliferacin de dictaduras militares en Amrica Latina durante lasdcadas de los aos sesenta y setenta, ya que es en este momento cuando se ejecutan esas polticas liberales, tanindispensables para el capital internacional, cuya condicin previa fue la desarticulacin de las organizacionesde trabajadores y el exterminio de cualquier tipo de oposicin poltica. La ausencia de instituciones y controldemocrticos provoca que la organizacin de la produccin corra a cargo de una elite ligada a los intereses

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    econmico-financieros de cada pas y del mundo. De este modo, la existencia de una economa volcada hacia lomercados exteriores de productos agropecuarios y materias primas y la concurrencia en el mbito internacionalcon los pases ms desarrollados obliga a un aumento creciente de la productividad que hace difcil el equilibrioecolgico de la regin.

    Un fenmeno clave en el proceso mencionado fue sin duda el inicio de la revolucinverdeen los paseslatinoamericanos durante las dcadas de los aos cincuenta y sesenta, pues los profundos cambios producidos enlos sectores agropecuarios de la regin constituyeron hasta el da de hoy un foco fundamental de degradacinambiental, toda vez que el modelo agrario impuesto, basado en la intensificacin productiva mediante la

    utilizacin masiva de tecnologas modernas, es sustentado por varios pilares: el riego, la mecanizacin, el uso deenmiendas y abonos qumicos, la bioingeniera gentica y el empleo de productos fitosanitarios. Segn M. Pia(2000), es as como la revolucin verdeintegra la actividad agraria latinoamericana en los mtodos intensivos de

    produccin y en las corporaciones transnacionales de Estados Unidos, ya que los medios de produccin oinsumos deban ser importados del mercado norteamericano. A partir de este momento la agricultura comienza aalbergar relaciones de produccin y trabajo y pautas de desarrollo, basadas en el aumento de su rentabilidad,semejantes en cualquier caso a las que imperan en la gran industria capitalista, hecho que no slo provoca laesquilmacin de la tierra, sino tambin la del trabajador agrcola.

    Resulta evidente, pues, el papel primordial representado por los pases capitalistas, sobre todo Estados Unidos,en la industrializacin de la agricultura de Amrica Latina, y de los pases subdesarrollados en general, como

    parte de una estrategia de revitalizacin del sistema capitalista en el mundo. Varias instituciones, como laFundacin Rockefeller, la Fundacin Ford o el Banco Mundial, identificadas con los intereses de las firmastransnacionales, divulgaron los mtodos y tcnicas destinados a aumentar la produccin y la productividad de laagricultura en el Tercer Mundo. La coartada fue, una vez ms, la necesidad de acabar con el hambre en los

    pases pobres en un corto periodo de tiempo, pero eso s, utilizando la tecnologa y las tcnicas de produccin ytrabajo desarrolladas por los pases ricos, que deban ser, adems, adquiridas a unos precios elevados y sin teneren cuenta que esto no siempre era lo ms indicado para las condiciones socio-econmicas de los agricultoreslatinoamericanos. Aunque la revolucin verdefue idealizada como salvadora del obstculo que supona laincapacidad tecnolgica de la agricultura subdesarrollada, en el nimo de los pases capitalistas y de sustransnacionales no estaba precisamente, como sealaba A. P. Guimares (1979), la ayuda a los pases atrasados

    para destruir el mayor de todos sus obstculos: las estructuras agrarias tradicionales.

    El proceso de intensificacin agropecuaria en el mundo subdesarrollado supuso una nueva expansin para elcapitalismo mundial, un aumento de la tradicional dependencia de la periferia y un lucro inmenso para lasempresas transnacionales del sector. Inicialmente, la tecnologa se importaba, despus ya eran las propiasindustrias subsidiarias de las transnacionales del ramo agropecuario las que se instalaban en los pases pobres.En la actualidad, son transnacionales ms de cien empresas vinculadas al complejo agroindustrial en Brasil(Simonsen Associados, 1999).

    La revolucin verde, como era de esperar, no elimin el hambre ni la miseria en el campo latinoamericano, peroagrand las diferencias entre agricultores pobres y agricultores ricos y estimul la concentracin de la tierra,elevando su precio y el de los arrendamientos, al mismo tiempo que se incrementaba la deuda externa de estos

    pases. Asimismo, la utilizacin masiva de insumos y el empleo de variedades genticas de alto rendimiento, a

    veces todo ello de forma innecesaria y desmedida, condujo al endeudamiento de los campesinoslatinoamericanos, a un aumento de los costes de produccin y al deterioro del medio natural.

    De este modo, la agricultura "tradicional", apoyada en la biodiversidad, los mtodos extensivos, el consumo desus propias producciones (reempleo) y el respeto a los ciclos biolgicos, deja paso a una agricultura "moderna"que produce mercancas y debe adquirir los medios de produccin en el mercado libre, o sea, se ajusta al tpicoesquema M-D-M (Mercanca-Dinero-Mercanca). Al mismo tiempo, se desvincula del medio natural, consumeenerga no renovable (combustibles fsiles), tiende al monocultivo y simplifica la diversidad biolgica de laagricultura, utiliza tecnologa dura basada en los insumos qumicos, est orientada al mercado, se integraestrechamente con el resto de los sectores econmicos y aplica de forma intensiva e indiscriminada el capital, loque la convierte en una actividad desequilibrada, dependiente y muy contaminante, que ante todo busca los

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    beneficios y la amortizacin del capital invertido. Por lo tanto, con la profundizacin del capitalismo en elcampo, las unidades de produccin que tienen ms posibilidades de acumular capital derivan hacia un esquemaD-M-D (Dinero Inicial-Mercanca-Dinero Final), proceso que sin duda alguna genera antagonismos insalvablesentre estas modernas y capitalizadas empresas y las cada vez ms marginadas explotaciones campesinas que no

    pueden adaptarse a los nuevos imperativos, ni por consiguiente beneficiarse de la intensificacin productiva.

    El atraso y la precariedad de la agricultura campesina aumenta sin cesar, siendo afectada por un procesoselectivo que empobrece sin remisin a los agricultores y los obliga a abandonar su hbitat y su medio de vida

    para engrosar la masa que emigra a las ciudades o al extranjero. Una gran parte de responsabilidad en esta

    situacin se debe adjudicar al progresivo despojo de la tierra a los campesinos, fenmeno que ha jalonado lahistoria socio-econmica de los pases latinoamericanos (Jacob, 1969). Lo que no puede el mercado con susmecanismos, lo consiguen las expropiaciones forzosas, a menudo violentas, por parte de las polticasgubernamentales, las corporaciones transnacionales y los propios terratenientes locales. Adems, la propaganday los medios de comunicacin, al servicio del capital, difunden la idea de que para conseguir la modernizacinagrorural es necesaria la desaparicin de la agricultura campesina por arcaica, ineficaz e intil para el sistema.Para ello, cualquier mtodo es vlido: los obstculos constantes para acceder a los crditos y por consiguiente alos medios de produccin, la expropiacin de la tierra, la privatizacin de los recursos ms productivos, laextorsin, las amenazas, las sistemticas campaas de prensa para desprestigiar las reivindicaciones agrariasante la opinin pblica, los juicios injustos, la prisin, la criminalizacin de los movimientos campesinos eincluso el asesinato. Un ejemplo paradigmtico del hecho mencionado lo constituye el agro brasileo, donde han

    desaparecido un milln de explotaciones agrarias y 54 millones de puestos de trabajo durante la ltima dcada(David, 1999) y donde el Movimiento Sin Tierra (MST), heredero de las Ligas Camponesas exterminadas por ladictadura militar en 1964 al ser consideradas subversivas y amenazantes para el orden poltico y socialestablecido, sigue actualmente su desigual y ardua lucha contra el gobierno y la oligarqua con el fin de lograruna reforma agraria y un futuro digno para las explotaciones familiares (Manano, 1996, 2000 Souza, 2000).

    La industria y los servicios de los pases desarrollados pudieron absorber progresivamente los excedentesdemogrficos del campo sin que por ello disminuyera la productividad agraria. No en vano este xodo ruralmasivo estuvo impulsado por el capitalismo para que engrosara, desde la poca de la Revolucin Industrial, lasfilas de un ejrcito de reserva de mano de obra que permita presionar los salarios a la baja y garantizar as elptimo rendimiento del capital invertido en las manufacturas urbanas. Por el contrario, en los paseslatinoamericanos la emigracin agrorural no ha sido compensada por el aumento de la productividad agraria, loque demuestra que la revolucin verdeha estado muy lejos de beneficiar a la mayora de los agricultores. Laafluencia masiva de campesinos excluidos ha desbordado durante las ltimas dcadas la capacidad de acogida deunas urbes descomunales, que van camino del colapso, y la disposicin de empleo en los sectores secundario yterciario. La inmensa mayora de los recin llegados se ven abocados al desempleo, real o encubierto, a losempleos precarios, al trabajo ocasional o a la actividad en la economa sumergida. Y eso sin hablar de la

    prostitucin, la mendicidad o la delincuencia. Por supuesto, el aumento desmesurado de la poblacin urbanatambin tiene graves repercusiones ambientales debido a la contaminacin industrial y de los transportes, ascomo insostenibles problemas sociales generados por las deficiencias de la salud pblica, la carencia de higiene,el deterioro de los inmuebles, el hacinamiento y la reduccin de las zonas verdes, pero esto ya escapa delobjetivo primordial del artculo.

    Poco a poco, a raz de la revolucin verde, las explotaciones agrarias tradicionales fueron perdiendoautosuficiencia para la produccin de alimentos, abonos e instrumentos de trabajo. No slo empezaron a adquirirlos insumos en las industrias qumicas (fertilizantes y fitosanitarios) y de maquinaria agrcola, sino que la propia

    produccin de alimentos para los obreros agrcolas y los propietarios de las tierras fue sustituida por la compraen almacenes y supermercados, producindose as una expansin de la economa de mercado. Asimismo, dentrodel proceso de especializacin capitalista de la produccin agropecuaria, las antiguas explotaciones de

    policultivo fueron reemplazadas por empresas especializadas en productos concretos: caf, maz, soja, ctricos,frutales, caa de azcar o cra y engorde de ganado, es decir, producciones que en realidad complementan, en ladivisin internacional del trabajo, la demanda y consumo de los pases ricos.

    Como seala F. G. Neto (1986), el monocultivo implica la disminucin al mximo de la diversidad natural de lo

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    ecosistemas que permiten el mantenimiento de los equilibrios naturales. El resultado ms evidente es lareduccin de la diversidad de estos ecosistemas y la expansin de especies perjudiciales desde los puntos devista econmico y ambiental debido a la desaparicin de los mecanismo naturales de control. Ello obliga,adems, al empleo creciente, promovido por las empresas agroindustriales transnacionales, de fertilizantes y

    pesticidas que aceleran la contaminacin del suelo, el agua y el aire y generan procesos de deterioro ambientalque repercuten en la estabilidad de todo el ecosistema. Incluso muchos productos fitosanitarios de uso comn enla agricultura latinoamericana estn prohibidos o severamente controlados en los pases desarrollados por tenerun alto grado de toxicidad y poder contaminante. En los trpicos, rea en la que se incluye gran parte deAmrica Latina, el empleo de agroqumicos es mucho ms perjudicial que en las regiones templadas por lamayor complejidad de sus ecosistemas. Se debe tener en cuenta que la mayor parte de los cultivos comercialestienen una vida til entre seis y quince aos (Pia, 2000) y que despus de este periodo las plagas se adaptan alcultivo y se hace necesario sustituirlo por otra variedad modificada genticamente.

    Por otro lado, la revolucin verdetambin supuso una expansin ganadera sin precedentes en la mayora de lospases latinoamericanos, cuyas consecuencias ambientales han sido funestas. En primer lugar, la importacin deelementos raciales desde los pases desarrollados para cruzarlos (o sustituirlos) con los animales autctonos hallevado consigo una grave prdida de diversidad gentica que se traduce en la mayor vulnerabilidad de las razas.Es de sobra conocido que las razas indgenas de cualquier lugar son ms rsticas y estn mejor adaptadas a losecosistemas naturales que los selectos animales de importacin (Segrelles, 1993). Sin embargo, la presin de lasempresas transnacionales y la falsa creencia de que la gentica procedente de los pases industrializados

    proporciona individuos ms rentables, han provocado la afluencia masiva de especies y razas forneas aLatinoamrica, cuando lo cierto es que tradicionalmente las naciones prsperas recurrieron a los pases pobrespara conseguir los aportes genticos necesarios para su desarrollo econmico, pecuario y alimentario, pues lamayor diversidad la encontramos en las zonas clidas y atrasadas del planeta.

    En otras ocasiones se introdujeron animales con fines pecuarios que con el paso del tiempo han representado unaalteracin grave del equilibrio ecolgico. Es el caso de los bfalos establecidos hace treinta aos con un objetivoexperimental en el Estado amaznico brasileo de Rondnia y que al no ser originarios de la regin se hanconvertido, tras su multiplicacin, en una seria amenaza para el hbitat de las especies autctonas. Se trata deunas 15.000 cabezas distribuidas en un rea de 600.000 hectreas con caractersticas tpicas de pantanal, cuyoexterminio es inminente por determinacin del Instituto Brasileo de Medio Ambiente y de los Recursos

    Naturales Renovables (DiarioEl Pas, Madrid, 23 de octubre de 2000).

    En segundo lugar, el proceso de desarrollo ganadero en Amrica Latina se ha realizado a expensas de unaintensa deforestacin para crear pastizales, sobre todo en Centroamrica y Brasil. Slo en Amrica del Sur sehan destruido durante los ltimos treinta aos ms de la cuarta parte de todas las reas boscosas con el objeto dedar cabida a las reses, modificando as, de forma irreversible, sus ecosistemas naturales. La apertura del bosquetropical es potenciada por las polticas econmicas de los respectivos pases, que consideran una oportunidad

    para lograr ingresos sustanciales en el precio de la carne y las tendencias de crecimiento de su demandainternacional, hecho que puede verse impulsado a raz de la deteccin, desde el ao 1996, de la encefalopataespongiforme bovina (EEB) en las cabaas vacunas de varios pases europeos.

    Aunque sean los propios gobiernos los que estimulen este proceso, no resultan ajenos a l, ni mucho menos, la

    accin de las empresas transnacionales o el papel que se les ha asignado a los pases subdesarrollados en ladivisin internacional del trabajo. Por un lado encontramos que gran parte de la explotacin ganadera enterrenos deforestados de Amrica Latina es realizada por las grandes firmas transnacionales, como Volkswagenen Brasil (Bifani, 1999), pero por otro se puede sealar el conocido caso de Costa Rica, donde la intensatransformacin del bosque para usos pecuarios redujo de forma considerable sus reas forestales, aunque elespectacular aumento ganadero no se destin a satisfacer las necesidades locales, sino al mercado internacional,sobre todo a Estados Unidos para la elaboracin de hamburguesas. A este respecto, un artculo publicado por N.Myers en 1981 y citado por P. Bifani (1999) lleva el sugerente ttulo de "The hamburger connection".

    Tambin resulta significativa la paulatina sustitucin del ganado bovino de leche por el de aptitud crnica en losvalles centrales de Quertaro (Mxico) con el objeto de responder a las exigencias de los pases capitalistas,

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    pues la divisin internacional del trabajo determina que Mxico debe cubrir la demanda crnica de EstadosUnidos, al mismo tiempo que absorbe los excedentes lcteos de sus socios ricos en el Tratado de LibreComercio (TLC) en detrimento de la produccin interna de leche (Ramrez, 1995). Esto repercute directamenteen la forma de produccin de la carne y de la leche y en el equilibrio de los ecosistemas en las regionesmexicanas que se han especializado en cada uno de estos productos. Y, por supuesto, en la creciente dependenciadel pas.

    En cualquier caso, lo que se quiere destacar es que el "desarrollo" agropecuario de los pases latinoamericanos atravs de la intensificacin productiva y del deterioro de sus recursos naturales responde bsicamente a las

    necesidades del capitalismo depredador internacional, al que slo le mueve el beneficio a corto plazo, sin teneren cuenta que los desequilibrios ambientales conducen a un desequilibrio econmico, y ambos, a la desigualdadsocial.

    No obstante, aunque slo sea para abundar en la misma idea, esta afirmacin se podra plantear de otro modo,pues en la actualidad los problemas ambientales se encuentran ntimamente relacionados con la pobreza y ladesintegracin de las sociedades latinoamericanas, toda vez que el modelo de crecimiento econmico impuesto

    por el capitalismo histrico y por la globalizacin neoliberal ha destruido y sigue destruyendo los ecosistemas, amismo tiempo que los habitantes son desarraigados de su hbitat por la difusin de la miseria y por la instalacinde grandes empresas transnacionales que explotan los recursos naturales y humanos. Por lo tanto, si no se quiereque la proteccin ambiental se convierta en un lujo propio de regiones y pases ricos, es absolutamente necesario

    que en primer lugar se solucionen los problemas estructurales bsicos de las sociedades de Amrica Latina. Nopuede haber desarrollo sin capacidad de redistribucin, sin representacin poltica para todos los ciudadanos, sinrespeto ambiental y sin una justa valoracin de la dimensin socio-cultural de los pueblos, ya que es difcil quela simple accin del mercado conduzca al crecimiento real de los pases. As se ha demostrado recientemente enlas protestas populares contra el neoliberalismo y la globalizacin durante las reuniones de la OMC en Seattle(1999) o en las del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) en Washington y Praga(2000).

    La liberalizacin comercial, el aumento de las exportaciones y el deterioro del medio

    Dado que los intercambios de bienes y servicios y la libertad mercantil constituyen la razn de ser del modo deproduccin capitalista, y que ste se aproxima hacia su mxima expansin mediante el desarrollo de un mercadomundial unificado y de la divisin internacional del trabajo que lo acompaa, es lgico deducir entonces que lascaractersticas inherentes al capitalismo histrico se acentuarn todava ms: desequilibrios, desigualdades,exclusiones, concentracin de la riqueza, mercantilizacin a ultranza de todas las cosas Y todo ello, comoseala I. Wallerstein (1988), junto con la pauperizacin creciente de los pases subdesarrollados, cuyos

    problemas socio-econmicos seguirn sin resolverse mientras permanezcan insertados en el capitalismomundial. Incluso la creencia, de acuerdo con la economa neoclsica, de que el comercio internacional sinlimitaciones permitira que los pases pobres se acercaran a los ricos va contra la experiencia histrica y contrael sentido comn, segn indica E. Hobsbawm (1998).

    La expansin capitalista actual, bajo el eufemstico trmino de globalizacin, coincide con la evolucin de unosEstados cada vez ms raquticos que se han convertido en meros tutores de la liberalizacin de la economa.Asimismo, la OMC, al servicio de las potencias centrales, es la que dicta y regula los cauces por los que debediscurrir el comercio internacional, pero siempre con el norte del desarme arancelario, la destruccin de todotipo de proteccionismo y la libertad absoluta para el trasiego de las mercancas y el movimiento de los capitales.Estas exigencias, que no siempre rigen para los pases dominantes, resultan devastadoras para el mundosubdesarrollado, pese a la lgica y apasionada defensa que de esta organizacin hace su actual director generalM. Moore en el artculo "El comercio como generador de crecimiento y riqueza" (DiarioEl Pas, Madrid, 9 dediciembre de 2000).

    Sin embargo, es sabido, segn apunta R. Petrella (DiarioEl Pas, Madrid, 28 de noviembre de 1999), que lasreglas de la OMC se proponen, discuten y aprueban primero en el grupo de los cuatro denominado QUAD

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    (Canad, Estados Unidos, Unin Europea y Japn), cuyos gobiernos son objeto de continuas y fuertes presionespor parte de las grandes corporaciones transnacionales. El mismo autor se pregunta qu resistencia puedenofrecer al respecto los dems pases, fundamentalmente los subdesarrollados, que tienen gravosas deudasexternas y por lo tanto son presa fcil para las amenazas, presiones y represalias de las naciones desarrolladas ydel capitalismo mundial.

    Muchas veces se utiliza incluso como coartada la necesidad imperiosa que tienen los pases pobres de acceder alos mercados mundiales sin trabas de ningn tipo para poder desarrollarse. Aunque las estadsticas oficialesreflejen los intercambios mercantiles de las naciones, esto no deja de ser en ocasiones una alteracin sensible de

    la realidad, ya que es frecuente que detrs de muchas producciones y exportaciones de los pasessubdesarrollados se encuentren grandes empresas transnacionales all instaladas, que son las que de hechoabsorben la mayor parte de los beneficios. Esto es lo que ocurre con las industrias que han sido transferidas alTercer Mundo, normalmente las ms contaminantes y las que utilizan mayor cantidad de materias primas,energa y mano de obra, pero tambin con las empresas del complejo agroindustrial.

    En la actualidad ganan ms dinero los que monopolizan el comercio y el transporte que los que poseen ytrabajan la tierra afrontando los riesgos de las cosechas. As sucede, por ejemplo, con las frutas tropicales o elganado de carne de Centroamrica o con los cereales y la soja de Mxico, Brasil, Argentina o Paraguay, ya quedichos productos son exportados en rgimen de cuasi monopolio por empresas transnacionales, por regla generaestadounidenses, que son de sobra conocidas, como Cargill, Continental Grain, Central Soya, Ralston Purina,

    Archer Daniel Midlands, Dole o Chiquita Brands. Basta una intervencin de Cargill, o de cualquiera de lascuatro o cinco firmas que controlan el mercado mundial del grano, para desequilibrar de modo fatal la balanzade pagos de un pas productor dbil.

    Los pases latinoamericanos y sus recursos naturales han experimentado las consecuencias del intercambiodesigual y de su papel dependiente y perifrico desde la etapa colonial. Sin embargo, el auge de los transportes yla liberalizacin del comercio a escala planetaria a partir del final de la Segunda Guerra Mundial asest el golpedefinitivo a las agriculturas latinoamericanas, en particular, y a las del mundo subdesarrollado, en general, puesstas entran en competencia directa con las agriculturas ms rentables y productivas de los pases ricos, toda vezque la "modernizacin" agropecuaria, tan nefasta para los recursos naturales y el ambiente de Amrica Latina,ha tenido una notable difusin espacial, pero no ha llegado a amplias capas de campesinos.

    Los campesinos latinoamericanos, ante la unificacin del mercado, la concurrencia de las producciones de lospases ricos y la tendencia a la baja de los precios agrcolas reales, se van empobreciendo paulatinamente, nopueden invertir por la ausencia de capital o se endeudan de forma axfisiante. Todo ello les lleva a ampliar lasuperficie de los cultivos destinados a la venta en detrimento de los de subsistencia y a concentrar sus esfuerzosen las tareas ms inmediatas para sobrevivir, sin considerar apenas los trabajos de mantenimiento a largo plazodel ecosistema cultivado. La degradacin progresiva de los ecosistemas tambin conduce a los campesinos asimplificar sus sistemas de cultivo, aunque la biodiversidad se vea menoscabada, y a roturar bosques cada vezms jvenes, lo que acelera la deforestacin y la prdida de la fertilidad del suelo. Segn P. Pinstrup-Andersen(1994), la degradacin de los bosques en Amrica Latina afecta en la actualidad al 142 por ciento de toda lasuperficie ocupada por este aprovechamiento, la de los pastos alcanza el 136 por ciento y la de las reasagrcolas llega hasta el 511por ciento.

    De este modo se construye un perverso crculo vicioso de muy difcil solucin entre la pobreza campesina y ladestruccin del medio, aunque tambin forman parte del mismo el contexto mundial, la injusta, desigual y

    polarizada estructura de las sociedades latinoamericanas y el modelo de desarrollo predominante en el que primala mxima explotacin y no la sostenibilidad, lo que ha sido perfectamente analizado en la obra editada por E. RHajek (1995). Todo esto genera una serie de factores que en opinin de C. Ser (1996) derivan hacia el aumentode la pobreza rural y a la consiguiente sobreexplotacin de los recursos naturales, a saber: injusto reparto de latenencia de la tierra, dificultad para acceder a los crditos y a los insumos, escasa disponibilidad de agua y tierramercados subdesarrollados, subsidios a las importaciones de alimentos, deficitarios servicios de extensin, faltade investigaciones destinadas a los pequeos productores, predominio de las polticas urbanas, entre otros.

    Sobre las estrechas relaciones existentes entre la agricultura, el medio y la pobreza rural en Latinoamrica se

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    debe destacar el Encuentro InternacionalImpacto ambiental de la pobreza rural Impacto social del deterioroambiental: El rol de los instrumentos de desarrollo agrcola, que se celebr en 1996 en Turrialba (Costa Rica),con la organizacin de la Red Internacional de Metodologa de Investigacin de Sistemas de Produccin(RIMISP) de Santiago de Chile, as como el libro compilado por L. G. Reca y R. G. Echeverra (1998), fruto deuna serie de seminarios organizados en 1996 por el Instituto Internacional de Investigaciones sobre PolticasAlimentarias (IFPRI), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Instituto Interamericano para laCooperacin Agropecuaria (IICA), con el apoyo de los Ministerios de Agricultura de Argentina, Colombia yMxico.

    En estas condiciones, la liberalizacin mercantil no slo impide cualquier poltica econmica y agraria quepermita salir a los campesinos latinoamericanos de la pobreza, sino que adems va a representar, junto con elproceso globalizador que desarrolla el capitalismo mundial, un nuevo estmulo para intensificar la produccin y,por consiguiente, las exportaciones, lo que sin duda llevar consigo un renovado ciclo de sobreexplotacin delos recursos naturales y mayores agresiones ambientales para unos ecosistemas frgiles y ya muy castigados. Enesta lnea habra que destacar el debate suscitado en la obra de M. Cole (2000) sobre las estrechas relacionesexistentes entre el medio, el crecimiento econmico y la liberalizacin comercial auspiciada por las polticasneoliberales de la OMC en el marco de la globalizacin.

    Es fundamental al respecto tener en cuenta que este comercio capitalista se caracteriza por "externalizar" loscostes ecolgicos al conjunto de la sociedad en lugar de reflejarlos en los precios que los consumidores pagan

    por sus bienes y servicios, aunque para E. Hobsbawm (1998) esto ltimo constituira una solucin de mercadoque no es progresista ni realista. Las empresas extranjeras que invierten en Latinoamrica, sean industriales oagroalimentarias, aprovechan la falta de aplicacin de las legislaciones ambientales en estos pases como unaventaja comparativa ms, lo que conduce al saqueo impune de las aguas, suelos y bosques regionales. De ah elescaso xito de las propuestas que abogan por la introduccin de clusulas ecolgicas en los acuerdoscomerciales internacionales, salvo que esto sirviera como barrera no arancelaria de los pases ricos respecto a lasimportaciones desde los pases pobres o que se utilizara como instrumento de las potencias para seguircontrolando la economa del mundo subdesarrollado, bajo el cnico estandarte del ecologismo o del desarrollosostenible. Este ltimo es el caso de la COCEF (Comisin de Cooperacin Ecolgica de la Frontera Norte),organismo bilateral (Estados Unidos-Mxico) que apoya y potencia proyectos destinados a un desarrollosustentable en la frontera entre ambos pases.

    Ya en 1991, cuando comenzaba a difundirse y consolidarse el concepto de globalizacin en todo el mundo, anno haba concluido la Ronda Uruguay del GATT y, por lo tanto, no haba entrado en vigor la OMC, los eclogosG. C. Gallopn, M. Winograd e I. A. Gmez construyeron un modelo de simulacin matemtica acerca de laevolucin de los ecosistemas de Amrica Latina entre los aos 1980 y 2030, siguiendo una lnea deinvestigacin muy fructfera sobre estas cuestiones (vid. relacin bibliogrfica).

    Los resultados de este modelo, tal como se comprueba en el cuadro 1, muestran una tendencia preocupante queprofundizar el deterioro ambiental latinoamericano debido al aumento de la intensificacin productiva a la queconducir la liberalizacin progresiva de los mercados mundiales, o lo que en el fondo es lo mismo, losecosistemas actuales de la regin se vern, segn indica E. Leff (1998), profundamente perturbados en el futuroinmediato como consecuencia del proceso de acumulacin capitalista, ya sea por la introduccin de cultivos

    inapropiados, el aumento de la intensificacin agrcola y ganadera, la expansin de reas forestales inadecuadas,los crecientes ritmos de explotacin de sus recursos, los efectos destructivos de la aplicacin indiscriminada detecnologas esquilmantes o el avance de las fronteras agropecuarias para crear nuevos espacios de produccin.

    Cuadro 1

    ECOSISTEMAS 1980 (%) 2030 (%) Variacin (%)

    Natural 406 300 -261

    Alterado 221 210 -50

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    Agrcola 75 110 467

    Ganadero 268 320 194

    Erial 20 32 600

    Plan tacion es 03 15 4000

    Urbano 07 13 857

    Total 1000 1000

    Fuente: GALLOPN, G. C., WINOGRAD, M. y GMEZ, I.A.Ambien te y d esarroll o en Amrica Latina: Problemas, op ortu nid ade s yprio rida des.Bueno s Aires: Grupo de Anlisis de Sistemas Ecolgicos (GESA), 1991.

    En cualquier caso, la situacin de 1980, donde los ecosistemas naturales(reas no perturbadas de vegetacinprimaria y reas perturbadas en el pasado pero que actualmente tienen una vegetacin similar a la original) yalterados(reas modificadas por la accin del hombre para explotar recursos agrcolas, ganaderos y forestales

    pero que coexisten con el ecosistema original y con una vegetacin secundaria) representaban el 627 por cientode la superficie total, va a sufrir un vuelco categrico, sobre todo en las zonas tropicales y subtropicales. No envano aqu se encuentran en la actualidad los ecosistemas con el estado de deterioro ms avanzado de toda laregin: el rea del Choco colombiano, la mataatlntica brasilea, Centroamrica, la zona occidental de Ecuadory, por supuesto, la Amazonia.

    El retroceso de los ecosistemas vrgenes y semivrgenes tiene como causa principal el avance de los terrenosagrcolasyganaderos, que en conjunto experimentarn una variacin positiva del 254 por ciento, ocupando el430 por ciento de toda la superficie latinoamericana. En el caso concreto de Brasil, el Congreso est tramitandoun proyecto que reducir la superficie de la selva amaznica un 50por ciento. El rea deforestada se utilizaracon prioridad para la agricultura y para la creacin de pastos para el ganado. Esto traer graves problemasambientales porque la acidez edfica de las tierras amaznicas y las constantes lluvias tropicales impiden el usodel suelo si desaparece la selva. En la actualidad existen 160.000 kilmetros cuadrados que fueron deforestadoscon fines agropecuarios y que hoy estn abandonados y en proceso de desertificacin.

    Aunque la expansin de las tierras agropecuarias, tanto por imperativo del comercio agroalimentario deexportacin como por las necesidades de supervivencia de las comunidades rurales empobrecidas, sea la

    principal causa de deforestacin en Amrica Latina, no se debe minimizar la influencia que en la destruccin delas selvas y bosques tienen la pobreza, el crecimiento econmico, la urbanizacin y la industria madereracontrolada por los pases ricos, as como el creciente consumo de madera y papel del mundo desarrollado, que secifra en hasta doce veces superior al de los pases subdesarrollados. Las transnacionales de la madera, una vezque casi han acabado con la mayor parte de los bosques tropicales de frica y Asia, se han trasladadorecientemente a estas regiones latinoamericanas utilizando mtodos de tala y extraccin muy agresivos para elmedio. Adems, estas empresas crean carreteras con maquinaria pesada para acceder a sus fuentes deaprovisionamiento y abren el camino a otros procesos de deforestacin como la agricultura y la ganadera. Este

    productivismo a ultranza, destructor inapelable de los bosques tropicales, peca incluso de miope, pues la meraexplotacin de la madera no es, segn F. Hall, profesor de botnica tropical de la Universidad de Montpellier,la ms rentable de las actividades posibles porque en el dosel (manto superior de los bosques) tiene lugar una

    hiperactividad biolgica, como consecuencia de su enorme biodiversidad, mayor de la que pueda existir en elsotobosque. En el dosel existen reservas bioqumicas formidables para el estudio cientfico o con las queelaborar nuevos frmacos, esencias o aromas, que proporcionaran rentabilidad sostenible, sin destruccin oalteracin grave de los ecosistemas (DiarioEl Pas, Madrid, 22 de marzo de 2000). Sin embargo, lo que el

    profesor F. Hall no indica es cmo se explotaran dichos recursos, quines se beneficiaran de ello y de qumanera revertira el empleo de esta riqueza en la poblacin autctona.

    Los eriales, que son aquellas reas con serios procesos antrpicos de erosin y desertificacin y deterioroirreversible, aumentarn su presencia de forma significativa, pues la intensificacin del uso de la tierra en laszonas ridas provocar el aumento de estas superficies a expensas de los ecosistemas alterados, dentro de loscuales se intensifican las actividades agrcolas de subsistencia, lo que incrementa la difusin de la pobreza ruraly la huida hacia las saturadas megalpolis.

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    Las denominadasplantaciones, es decir, los sectores para la explotacin forestal o para la proteccin de lascuencas hidrogrficas, evidenciarn a su vez un crecimiento espectacular, aunque en trminos relativos ocupenuna pequea parte de la superficie total. As se observa ya en Argentina, Brasil y Uruguay con la recienteexpansin de las plantaciones de eucaliptos, impulsadas por la demanda externa de la industria de la celulosa

    pese a sus conocidos efectos negativos sobre el ambiente, los suelos y el ciclo del agua. Segn los datos de laDireccin Forestal del Ministerio de Ganadera, Agricultura y Pesca de Uruguay, entre 1992 y 1998 se plant enel pas una superficie total de 343.190 hectreas con especies forestales diversas, donde el 836 por cientocorrespondieron a los eucaliptos. La magnitud de esta reciente colonizacin forestal destaca ms cuando secompara con las 60.560 hectreas que se plantaron en el periodo 1975-1991.

    Por su parte, las reasurbanizadasaumentarn tanto por el crecimiento vegetativo de la poblacin como por losmovimientos migratorios campo-ciudad, impulsados como consecuencia de la miseria rural y de los propios

    problemas ambientales que generar la mencionada transformacin de los ecosistemas latinoamericanos.

    En definitiva, la globalizacin de los mercados y la liberalizacin e intensificacin del comercio internacionalcontinuarn relegando a los pases latinoamericanos al mero papel de abastecedores de materias primas yalimentos baratos con el fin de satisfacer el aumento de la demanda mundial y las exigencias de las firmastransnacionales, cuyo nico objetivo es adquirir esas materias primas al mnimo precio posible bajo la excusa deuna supuesta defensa de los intereses de los consumidores del mundo desarrollado. Este proceso no slosupondr un paso ms en la degradacin de los ecosistemas regionales, sino que adems agotar en poco tiempo

    las posibilidades de la agricultura con el objeto de hacer frente al aumento de las exportaciones.Segn los datos de la Comisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe (CEPAL), durante la dcada de losaos setenta la superficie cultivada en la regin pas de 98 a 117 millones de hectreas, con un aumento del 194

    por ciento. Entre 1981 y 1989 la superficie agrcola explotada ya alcanzaba 128 millones de hectreas,experimentando un crecimiento del 306 por ciento respecto al ao 1970. Y eso que todava estbamos en unmundo dividido en bloques y, por consiguiente, an no se haba extendido en la zona el proceso globalizador talcomo se concibe en la actualidad. Asimismo, si tomamos como base 100 los aos 1989, 1990 y 1991, elvolumen de la produccin agrcola latinoamericana representa 60 en 1970, 81 en 1980 y 111 en 1995.

    En este contexto en el que la competencia es mundial, las transnacionales agroalimentarias deben aplicarcantidades crecientes de fertilizantes y fitosanitarios, as como nuevas tecnologas, para seguir siendo rentables.La bsqueda del beneficio inmediato a toda costa y el modelo de desarrollo predominante implican sin duda uncoste demasiado elevado para los ecosistemas regionales. Los problemas ambientales y de gestin sostenible delos recursos no preocuparon a los gobiernos latinoamericanos durante la profunda crisis econmica de la dcadade los aos ochenta, ya que el axfisiante servicio de la deuda externa obligaba a incrementar las exportacionesde su principal fuente de ingresos en divisas: las materias primas agroalimentarias. En este punto es pertinenterecordar que la concesin de prstamos elevados a las oligarquas conniventes de los pases subdesarrollados esuna frmula eficaz para que las naciones acreedoras puedan acceder a esos mercados y a la explotacinindiscriminada de sus riquezas naturales, lo que conduce a una mayor degradacin ambiental. El pago de losintereses, generalmente en dlares, obliga a que los pases deudores desarrollen actividades productivas y muycompetitivas en los mercados mundiales, como la agricultura y la ganadera.

    Por supuesto, las polticas de ajuste macroeconmico implementadas por los pases latinoamericanos durante ladcada de los aos noventa tampoco invitaban a una excesiva preocupacin ambiental. Como seala N. Giglo(1996), la minimizacin del Estado y el auge del neoliberalismo se ha traducido en una serie de polticas congraves repercusiones para el medio, pues han tenido lugar las privatizaciones de bienes socio-ambientales, comoel agua, las playas o algunos parajes singulares, as como la sobreexplotacin de los recursos naturalesrenovables. Por lo tanto, las histricas tendencias de degradacin ambiental no slo no se han suavizado, sinoque se han visto intensificadas, sobre todo por lo que respecta a las aguas, los suelos y los bosques.

    En la actualidad todava siguen imperando en Amrica Latina las economas agrario-exportadoras, de forma quelos gobiernos prestan ms atencin a la agricultura comercial que a la produccin de alimentos para el mercadointerno. Las investigaciones agronmicas tambin se dirigen con prioridad a los productos de exportacin antesque a los alimentos destinados a la poblacin autctona. Segn las diferentes etapas histricas esta poltica que

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    otorga primaca al comercio exterior agroalimentario ha tenido como objetivo la defensa de los intereses de losgrandes terratenientes, la obtencin de divisas para financiar las importaciones de equipos y tecnologas queayudaran al desarrollo industrial (sobre todo en Argentina, Brasil y Mxico) o la docilidad ante las exigencias delos grandes complejos agroindustriales, controlados en gran medida por las empresas transnacionales.

    Adems de los graves problemas ambientales generados por la expansin del monocultivo, las polticaseconmicas que conceden prioridad a las exportaciones agropecuarias, apuntaladas ahora por la crecienteliberalizacin comercial, demuestran de forma palmaria que los pases latinoamericanos son incapaces desatisfacer sus necesidades nacionales, existiendo amplsimos contingentes poblacionales desnutridos, e incluso

    hambrientos, que tienden a incrementarse, fundamentalmente en las reas rurales. Y todo ello pese al aumentode la productividad y los rendimientos agropecuarios. Es as como la lgica capitalista, basada en el aumentoconstante de la produccin con el fin de consumir ms para seguir produciendo a continuacin en mayorcantidad, se revela contradictoria, pues el incremento del consumo se circunscribe, hasta el despilfarro, a los

    pases desarrollados y no a los pases productores pobres.

    La difusin a gran escala de las producciones destinadas a los mercados ricos (frutas, hortalizas, cereales,oleaginosas, azcar, carne) contina desplazando a los cultivos necesarios para la alimentacin local, hasta el

    punto de crear situaciones de fuerte inseguridad alimentaria. Resulta sorprendente que un pas como Brasil tengaque importar trigo para satisfacer sus necesidades (Verheijden and Verheijden, 1997) o que Mxico debacomprar en Estados Unidos no slo una serie de granos bsicos, sino tambin un producto tan emblemtico de

    sus campos y tan arraigado en su cultura como el maz, sobre todo cuando hasta hace muy poco tiempo sepermita incluso exportar este producto a Centroamrica. Estas situaciones son paradjicas si tenemos en cuentala enorme disponibilidad de tierra cultivable existente en dichos pases, la abundancia de mano de obra, laingente cantidad de desempleados, la proliferacin de haciendas improductivas y las legiones de desnutridos. Encualquier caso, no es difcil imaginar el eficaz instrumento de poder y persuasin que representan los productosalimentarios en las relaciones comerciales, inversoras, polticas y econmicas de dominacin-dependencia entrelos pases centrales y los perifricos. Aqu es donde hay que buscar, por lo tanto, las verdaderas razones delhambre en el mundo (George, 1978).

    Por otro lado, estas polticas que priman la agricultura comercial en detrimento de la produccin alimentariatambin generan un antagonismo claro entre la alimentacin de las personas y la alimentacin del ganado, yaque en Amrica Latina, pese a la escasez de alimentos, existen millones de hectreas dedicadas a cultivos, comola soja o el maz, que estn ligados a los intereses de las firmas transnacionales y cuyo destino es el engorde dela ganadera de los pases desarrollados, sobre todo de Europa. A este respecto se deben tener en cuenta algunosdatos fundamentales: la produccin de una calora animal requiere cuatro caloras vegetales, para conseguir unkilogramo de carne de bovino es necesario aportar previamente nada menos que diecisis kilogramos decereales, la produccin de leche de vaca precisa de un kilogramo de pienso por litro, para cubrir con carne las2.500 caloras diarias que necesita una persona es necesario disponer de 15 hectreas destinadas al ganado,mientras que si las mismas caloras se cubren con cereales bastar con cultivar la octava parte de esa superficie.

    Aparte de semejante derroche energtico y de la condena a la desnutricin que para millones de seres humanosrepresenta este modelo dependiente orientado a satisfacer el tipo de consumo de las sociedades opulentas, no se

    pueden minimizar en absoluto las alteraciones del equilibrio ecolgico, las prdidas de diversidad en la actividad

    agropecuaria y los riesgos ambientales derivados de la erosin, el agotamiento de los suelos y la eliminacin delos bosques. Ya se mencion en un apartado anterior la intensa deforestacin que durante las ltimas dcadas hasufrido Costa Rica para dar cabida al ganado con la creacin de nuevos pastizales. Sin embargo, estos animalestambin engordan con los piensos compuestos que previamente ciertas empresas transnacionales, como lasestadounidenses Cargill, Central Soya o Continental Grain, han elaborado con la soja de Brasil, Paraguay oArgentina. Esta oleaginosa, que pese a su alto valor proteico apenas se utiliza en la alimentacin humana,debera entrar en rotacin con otros cultivos, como el trigo, para no crear serios problemas de erosin a largo

    plazo, fundamentalmente cuando se observa la activa colonizacin que se ha realizado con la soja en ampliasreas de la regin, desplazando as a los dems aprovechamientos vegetales.

    De este modo se puede comprobar cmo la satisfaccin de la demanda crnica de Estados Unidos y la Unin

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    Europea (UE) se hace a costa de la integridad del medio y de los recursos naturales de los paseslatinoamericanos. Las perspectivas para el futuro inmediato no son nada halageas porque en un informereciente de la Meat and Livestock Comission (MLC) del Reino Unido se estima que el consumo mundial decarne entre los aos 2000 y 2010 aumentar un 35 por ciento, con incrementos especialmente marcados enBrasil, Colombia y Mxico. Esto significa que tanto estos pases como sus vecinos regionales experimentarnnuevas presiones pecuarias sobre ciertos ecosistemas frgiles y una expansin de los cultivos destinados a laalimentacin del ganado. A ello se puede unir la reciente prohibicin, por parte del Consejo de Ministros de laUE, del empleo de harinas de carne y hueso en la alimentacin animal a raz de la difusin de la encefalopataespongiforme bovina (EEB), lo que llevar sin duda a un aumento de las importaciones comunitarias de soja

    para compensar as la prdida protenica en las formulaciones de los piensos compuestos. La nueva coyuntura vaa representar un estmulo para las exportaciones de Estados Unidos y de los pases productoreslatinoamericanos.

    Otro factor que extender ms la pobreza rural y la degradacin ambiental en Amrica Latina comoconsecuencia del aumento de las exportaciones agroalimentarias lo constituyen los acuerdos de librecambiofirmados por varios grupos de pases latinoamericanos con algunos bloques regionales ms desarrollados. Eneste sentido, a ttulo de ejemplo, destaca el Acuerdo Marco Interregional de Cooperacin Comercial yEconmica signado en 1995 entre el Mercosur y la UE (Segrelles, 1999 a), ya que tras varias dcadas de saldoscomerciales positivos para los pases del Mercosur en sus intercambios con la UE, la balanza comercial se hainvertido desde hace unos pocos aos. Las exportaciones del Mercosur hacia la UE supusieron 14.735 millones

    de dlares en 1990 y 19.129 millones en 1997, mientras que los pases comunitarios vendieron bienes alMercosur por valor de 6.972 millones y 26.376 millones de dlares en las mismas fechas, segn los datos delMinisterio de Ganadera, Agricultura y Pesca uruguayo. Es decir, las importaciones del Mercosur desde la UEcrecieron un 278 por ciento y las exportaciones slo lo hicieron un 30 por ciento. Aunque los productosagroalimentarios ya representan casi el 60 por ciento de las exportaciones totales del Mercosur hacia losmercados comunitarios, a la luz de estas desequilibradas relaciones mercantiles es lgico que estos paseslatinoamericanos aspiren a aumentar sus cuotas de mercado y las ventas en el exterior.

    Como ya se ha comentado, la orientacin exportadora del sector agropecuario y el libre acceso al mercadoeuropeo no beneficia ni beneficiar al conjunto de las sociedades latinoamericanas, pues esta estrategia haencarecido los productos destinados al mercado interno. Los autnticos beneficiarios estn siendo una vez mslos gigantes complejos agroindustriales controlados por las empresas transnacionales y ligados a los grandes

    productores locales, mientras que por otro lado se acentuarn las desigualdades sociales, crecer laconcentracin de la propiedad de la tierra, los ecosistemas seguirn degradndose a un ritmo acelerado ydesaparecern millones de pequeos y medianos agricultores al no poder adaptarse a las nuevas exigencias(Teubal, 1995).

    Las relaciones mercantiles entre bloques ricos y bloques pobres, alentadas por las necesidades del capitalismointernacional y por el proceso de globalizacin, implican el mantenimiento de la vieja ley del intercambiodesigual porque a cambio de comprar materias primas y productos agropecuarios en el Mercosur, la UE no sloexporta all manufacturas y servicios comercializables, sino que est llevando a cabo una masiva invasin en lossectores industrial, financiero, energtico y de transportes y telecomunicaciones de los pases de la regin, hechoestimulado por la oleada de privatizaciones de antiguas empresas estatales que acompaan la expansin del

    neoliberalismo.

    El intercambio comercial Mercosur-UE tampoco est exento de paradojas, ya que mientras los paseslatinoamericanos siguen exportando casi en exclusiva materias primas baratas, bsicas, estandarizadas eindiferenciadas, la UE ha aumentado las ventas de productos agroalimentarios con alto grado de elaboracin y,

    por consiguiente, con mayor valor aadido. Son muchas las empresas europeas de los sectores forestal,pesquero, hortofrutcola, crnico o lcteo que incluso se han instalado en la regin para aprovechar sus recursosnaturales, la escasa proteccin social, los bajos costes de produccin, la permisiva legislacin ambiental y losexiguos salarios, aunque el destino final de sus producciones se encuentre en los mercados desarrollados.

    Por supuesto, esta situacin tambin representa una amenaza sin parangn para la agricultura familiar europea,

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    pues la liberalizacin comercial completa llevar consigo una invasin de productos agropecuarios del Mercosura precios tan bajos que no admitirn competencia posible para los subvencionados agricultores comunitarios,sobre todo si tenemos en cuenta que las ayudas a la exportacin y los precios de garanta tienen los dascontados, siguiendo un proceso iniciado con la reforma de la Poltica Agrcola Comn (PAC) de 1992 yconfirmado por la Agenda 2000 de 1997. En cualquier caso, la liberalizacin de los intercambios perjudicarsobremanera a los pobres de los pases ricos, o sea, a los agricultores, y beneficiar a los ricos de los pases

    pobres, es decir, a los grandes hacendados y operadores comerciales, ligados en ambos casos a las corporacionestransnacionales del sector agroalimentario. Y eso sin olvidar a las empresas industriales y terciarias que se han

    beneficiado de dicha apertura comercial y financiera (Segrelles, 1999 a).

    Como seala J. Berthelot (2000), el Mercosur debera renunciar a los espejismos de un librecambio con la UE yEstados Unidos, que slo sirve para enriquecer a las transnacionales, y centrar todo el inters en profundizar suintegracin poltica, amplindola progresivamente al resto del subcontinente, y en proteger a sus agricultores y asus producciones agropecuarias mediante "una preferencia latinoamericana", tal como hizo la UE desde sufundacin en 1957. Sin embargo, el capitalismo internacional no puede escapar a su lgica y esenciainmanentes, aunque ello suponga la condena a la pobreza permanente a la mayor parte de las sociedadeslatinoamericanas o el expolio del patrimonio natural de estos pases.

    As se puede comprobar en la reciente evolucin socio-econmica de Amrica Latina, en general, y delMercosur, en particular, puesto que la creciente liberalizacin mercantil, los acuerdos econmico-comerciales

    firmados, el aumento de la productividad y de las exportaciones agropecuarias, los programas de ajustemacroeconmico y de control de la inflacin, las profundas reformas estructurales, las privatizaciones y elindudable crecimiento econmico de algunos pases durante la ltima dcada no ha bastado para repartir mejorla riqueza generada ni para reducir la pobreza, la desigualdad y exclusin sociales o la destruccin de losrecursos naturales renovables. Un caso paradigmtico es el de Argentina, cuyo crecimiento y disponibilidadabundante de recursos, capaces de atraer a las mayores empresas europeas y espaolas e inversiones de miles demillones de dlares, no han sido suficientes para evitar una grave crisis socio-econmica de consecuenciasimprevisibles. Tras diez aos de privatizaciones masivas, el desempleo, que ya afecta al 16 por ciento de la

    poblacin activa, y el aumento de la pobreza estn generando una emigracin sin precedentes, fenmeno quetambin se est dando en Brasil (15 millones de emigrantes repartidos entre Estados Unidos, Europa y Japn),Colombia, Venezuela, Per o Ecuador (DiarioEl Pas, Madrid, 31 de diciembre de 2000).

    Desde el punto de vista ambiental, la apertura comercial, el estmulo que ello representa para las exportacionesagroalimentarias y la importacin de productos agropecuarios elaborados llevar sin duda a un aumento de laintensificacin y de la especializacin en la agricultura y la ganadera de los pases latinoamericanos, lo queincrementar los procesos erosivos, la prdida de biodiversidad, el impacto ambiental sobre el medio comoconsecuencia de la construccin de las infraestructuras necesarias para agilizar el trasiego de las mercancas y elagravamiento del efecto invernadero debido al aumento de los transportes que supondrn las compras en elexterior y la colocacin de los productos en mercados cada vez ms lejanos.

    Los cultivos transgnicos: prdida dediversidad agraria e impacto ambiental

    Se considera cultivos transgnicos aqullos cuyas caractersticas genticas son modificadas con el fin de que su

    comportamiento, funciones o rasgos se adapten a una condiciones que no poseen las especies naturales. Es ciertoque el ser humano ha domesticado, seleccionado y cruzado las plantas y los animales desde el Neoltico paraadaptarlos a su hbitat, gustos y necesidades. Sin embargo, ante el inusitado desarrollo de la manipulacingentica aparecen peligros incalculables, tal vez irreversibles, para las personas y para el medio natural(Hobbelink, 1987). De ah el intenso debate que se ha generado durante los ltimos aos entre defensores ydetractores de estas tecnologas, recrudecindose las controversias a partir de la cumbre celebrada en Cartagenade Indias (Colombia) en febrero de 1999, con la participacin de los delegados de 170 pases.

    Dicha cumbre mundial result un fracaso porque se multiplicaron los obstculos que impidieron llegar a unacuerdo que conciliara las posturas de los dos grupos de pases enfrentados: por un lado, Estados Unidos y elGrupo de Miami (Argentina, Australia, Canad, Chile y Uruguay), avalados por la OMC, y por otro, uncontingente de 132 pases, fundamentalmente subdesarrollados, entre los que tambin se contaba la UE. Las

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    divergencias tuvieron una doble vertiente. En primer lugar, Estados Unidos y el Grupo de Miami se negaron aque en el acuerdo se incluyeran clusulas relativas a las consecuencias que pudieran tener los alimentostransgnicos en la salud de los seres humanos y de los animales, pues ellos consideran que estos productostienen el mismo control que los naturales. Su pretensin era limitar el debate a los aspectos ambientales, dondes reconocan la posibilidad de que la biotecnologa causara problemas. En segundo lugar, estos pases noaceptaron la inclusin de etiquetas identificativas en los productos transgnicos ni la regulacin de su trficointernacional. Por su parte, los pases en vas de desarrollo y subdesarrollados, acusados de proteccionistas,reivindicaban su derecho a prohibir la entrada de estos productos porque compiten de forma desleal con suagricultura natural y empobrecen la diversidad biolgica y agraria de sus territorios. Por todo ello no se lleg aningn acuerdo concreto para la redaccin final del Protocolo de Biodiversidad, que est pendiente desde laCumbre de la Tierra de Ro de Janeiro en 1992. Pese a las presiones de los pases pobres, la UE y lasOrganizaciones No Gubernamentales (ONGs), el trfico de alimentos transgnicos slo se atendr a las reglasmeramente comerciales, sin clusulas sanitarias o ambientales.

    Estados Unidos y el Grupo de Miami, que precisamente son los que ms han desarrollado la ingeniera genticay acaparan ms del 94 por ciento del mercado, siempre han argumentado que las restricciones mercantiles paralos organismos modificados genticamente (OMG) implican la violacin de los acuerdos internacionales decomercio, un obstculo para el desarrollo mundial de la agricultura y el fin de la posibilidad de acabar con elhambre y la desnutricin en el planeta. En los manidos argumentos utilizados por las empresas biogenticas y

    por los principales pases productores y exportadores no subyace ningn altruismo, sino un sustancial inters

    econmico, poltico y estratgico que se enmascara de diferentes formas o mediante aquel principio de que unafalsedad repetida muchas veces acaba convirtindose en una verdad indiscutible. Cuando la ocultacin resultaimposible, cuntas veces no habremos escuchado que una situacin o fenmeno capaz de enriquecer a unos

    pocos y perjudicar a la mayora constituye un mal necesario o el menos malo de los posibles o un precio que sedebe pagar para conseguir el desarrollo de todos?

    El sector privado biotecnolgico de Estados Unidos invirti ms de 9.000 millones de dlares slo durante elao 1998, aunque los experimentos se estn realizando desde hace varias dcadas. Todo parece indicar que conla ofensiva actual ya ha llegado el momento de rentabilizar de forma masiva sus enormes inversiones. Lasventas de productos transgnicos en el mundo ascendieron a 1.400 millones de dlares en 1998 (DiarioEl Pas,Madrid, 18 de febrero de 1999). Se trata, en definitiva, de un mercado emergente que empieza a capitalizar sus

    primeros productos y servicios. Una vez ms encontramos la tecnologa y su supuesto progreso al servicio delcapital. No olvidemos que apenas dos decenas de empresas transnacionales controlan el 94 por ciento delmercado mundial de agroqumicos (Journal The Guardian, London, May 8 th, 1992). Por eso, cuando los

    beneficios estn en juego, qu importan la salud humana, la integridad ambiental o la nueva hipoteca quecontraigan los pases dependientes?

    Entre las empresas agrogenticas ms poderosas (Novartis, AgrEvo, Zeneca, DeKalb, Pioneer-DuPont,Florigene, Seita o Rhne-Poulenc) quiz sea la estadounidense Monsanto, lder mundial de la ingenieragentica y abanderada de esta causa, la que ha concentrado el mayor nmero de crticas por sus objetivos,mtodos, contaminaciones y prcticas monopolsticas (Tokar, 1998). Esta firma transnacional ha creado cultivostransgnicos que pueden soportar la aplicacin masiva de los pesticidas ms potentes, entre ellos el famosoherbicidaRound-Up Ready, que curiosamente tambin es producido y comercializado por Monsanto. Resulta

    evidente que una polinizacin cruzada entre una plantacin transgnica y otra natural obligara a los agricultorestradicionales a tratar cada vez ms sus cultivos con productos fitosanitarios. Es ms, el mayor empleo deagroqumicos txicos no slo incrementara la contaminacin de los suelos y las aguas, sino que reducira laagricultura a una serie de parcelas semiartificiales, lmpias y muy productivas, pero sin actividad microbiana,"malas hierbas", insectos o aves, es decir, sin rastro de vida que no sea lo cultivado.

    Asimismo, la investigacin gentica desarroll con eficacia la tcnica denominada "terminator", cuya patente seconcedi al Departamento de Agricultura de Estados Unidos y a la empresa privada Delta & Pine Land,adquirida poco despus por Monsanto. Esta