premio planeta paréntesis · riña de gatos premio planeta año 4 número 17 abril - junio 2011...

12
Eduardo Mendoza Riña de gatos Premio Planeta año 4 número 17 abril - junio 2011 10000 ejemplares Paréntesis El periódico literario Poemas de Mark Strand y Montserrat López Tren, de Santiago Davobe El héroe, de Guillem Sala i Lorda Fito Páez Sexo en la frase Taxi driver Talante II Katmandú SilencioDanza Contra el autismo Annie Ernaux Finalistas del 5º concurso de Microrrelatos 6 9 11 3 5 4 7 2 6 8 10 Silvie Fleury hasta el 12 de junio Mucho x contar

Upload: others

Post on 29-Sep-2020

3 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Premio Planeta Paréntesis · Riña de gatos Premio Planeta año 4 número 17 abril - junio 2011 10000 ejemplares Paréntesis El periódico literario Poemas de Mark Strand y Montserrat

Eduardo

MendozaRiña de gatos

Premio Planeta

año 4

número 17

abril - junio 2011

10000 ejemplares ParéntesisEl periódico literario

Poemas de Mark Strandy Montserrat López

Tren, de Santiago Davobe

El héroe,de Guillem Sala i Lorda

Fito Páez

Sexo en la frase

Taxi driverTalante II

KatmandúSilencioDanza

Contra el

autismo

Annie Ernaux Finalistasdel 5º concursode Microrrelatos

6 9 11

3

5

4

7

2

6

8

10

Silvie Fleury

hasta el 12 de junio

Muchoxcontar

Page 2: Premio Planeta Paréntesis · Riña de gatos Premio Planeta año 4 número 17 abril - junio 2011 10000 ejemplares Paréntesis El periódico literario Poemas de Mark Strand y Montserrat

2 Paréntesis abril - junio 2011

Periódico Paréntesis

C/Sánchez Pastor, 1, 1ºdcha.

29015 Málaga

Tlf. 952 60 82 44

www.tallerparentesis.com

[email protected]

Director

Rafael Caumel

Consejero

Antonio Almansa

Coordinadora

Lola Lorente

Delegado

Jorge Rosa

Redacción

Poesía de Siempre y de Hoy:

Montserrat López,

y otros

Prosa de Siempre:

Antonio Almansa,

Rafael Caumel

y otros

Prosa de Hoy:

Pablo Betancourt

y otros

Viajes y Literatura:

Pedro Rojano,

Rafael Caumel

y otros

Música y Literatura:

Damián Marrapodi,

Jorge Rosa

y otros

Escritura y Psicoanálisis:

Emilio Mármol

y otros

Taller de Escritura:

Rafael Caumel

Crítica literaria:

Antonio Almansa

y otros

Microtextos:

Damián Marrapodi,

Eugenia Carrión,

Montserrat López

y otros

Cine:

Sergio de los Santos

y otros

Cartas de los lectores (atiende):

Lola Lorente

Entrevista:

Lola Lorente,

Rafael Caumel

y otros

Diseño y Maquetación:

Rafael Caumel

Asistencia gráfica:

Damián Marrapodi

Una selección de microrrelatos escritosen nuestro taller de escritura estuvoexpuesta en diversos lugares deMálaga durante el Día del Libro y lasiguiente semana.

Los relatos estuvieron adheridos alos suelos de Vialia, centro comercialLarios Centro y sala principal de laEstación de Autobuses.

Además, se distribuyeron variosmiles de marcadores de páginas (querecogían algunos de los textos expues-tos) y un millar de ejemplares de unlibro recopilatorio de toda la muestra.Tanto la exposición como la distribucióngratuita de material impreso fue partedel Proyecto 20_11, con el que colabo-ramos dentro del mes dedicado a la

literatura.Fue una forma divertida de llevar la

creación literaria a la ciudad.Agradecemos la colaboración de los

tres espacios que albergaron la mues-tra y el apoyo de la Clínica Quirón y elÁrea de Juventud del Ayuntamiento deMálaga.

Eventos

Cartas de los lectores

Gratuito y de calidad Foro de Paréntesis

Me dirigía al trabajo y fui placado poruna señorita que me ofreció un periódi-co gratuito muy conocido. Estaba llenode titulares manidos, las noticias notenían ningún interés o su desarrolloera propio de parvulario y publicaban unmelodrama infumable con unas inco-rrecciones gramaticales que te hacíansaltar las lágrimas.

Pensamos que, como es gratis, nodebemos ser exigentes, pero con todala publicidad que albergan, la amplia

tirada, los expositores, la red de repar-to, ¿por qué demuestran tan poco res-peto por sus posibles lectores?

Cada vez que encuentro un ejemplarde Paréntesis me sorprende el buennivel de vuestra publicación. Hay pocosanuncios y mucho esmero. Con ellodemostráis que lo gratuito no está reñi-do con la calidad.

Andrés Prieto (Málaga)

He visitado vuestro foro y me parecemuy interesante. A las propuestas delecturas, debates y actividades quehacéis, espero que se sumen mástemas y comentarios. Quería daros lasgracias por este espacio de intercambioy desearos mucha suerte con la iniciati-va.

Sergio Pazos (Córdoba)

Muchoxcontar: muestra urbana de microrrelatos del taller

Page 3: Premio Planeta Paréntesis · Riña de gatos Premio Planeta año 4 número 17 abril - junio 2011 10000 ejemplares Paréntesis El periódico literario Poemas de Mark Strand y Montserrat

Poesía de Hoy

Loca por morir

Mamá tiene razón cuando me diceque la loca está muerta.Cuando sus dedos limpian los trocitosde un labio cortado,cuando disimula y miente a papá.

El ataúd regalado es una monada,espera en la habitación a que le haga caso,se muere por llevarme lejos,por ejemplo, a París.

Nunca estuve allí, en ese cementeriodicen que hay comida, que penetranpor los cipreses cantos de jilguerosy que la noche es eternasin luz para los muertos.

Mamá tiene razón cuando me diceque la muerte está en mi cama.

Montserrat López

Poesía de Siempre

Tormenta

La última noche de nuestro arresto domiciliariorugía el viento destrozándolo todo por las calles,rompiendo las persianas, dispersando las tejas,dejando tras sí un río de basura. Cuando el solse alzó sobre la cancela de mármol, vi que los guardias,perezosos bajo el sol de la mañana, dejaban sus puestosy caminaban trastabillando hacia las arboledas de las afueras.«Cariño ―dije―, vayámonos, se han ido los guardias,este lugar está destrozado». Pero era olvidadiza.«Vete tú», dijo y se subió el embozo hasta cubrirselos ojos. Corrí escaleras abajo y llaméa mi caballo. «Al mar», susurré y nos fuimosaprisa, qué rápido íbamos, mi caballo y yo,cabalgando sobre los verdes campos, como si fuéramos a ser

libres.

Tasio Peña

Mark StrandHombre y camello (Editorial Visor)

Si desea publicar un poema, cuento o microrrelato, envíelo junto a su nombre, apellidos y telé-fono a [email protected]. Paréntesis incluirá los mejores en los siguien-tes números del periódico.

Paréntesis 3abril - junio 2011

Page 4: Premio Planeta Paréntesis · Riña de gatos Premio Planeta año 4 número 17 abril - junio 2011 10000 ejemplares Paréntesis El periódico literario Poemas de Mark Strand y Montserrat

Tren, de Santiago Davobe (1889-1951)

El tren era el de todos los días a latardecita, pero venía moroso, comosensible al paisaje.

Yo iba a comprar algo por encar-go de mi madre.

Era suave el momento, como si elrodar fuera cariño en los lúbricos rie-les. Subí y me puse a atrapar elrecuerdo más antiguo, el primero demi vida. El tren se retardaba tantoque encontré en mi memoria un olormaternal: leche calentada, alcoholencendido. Esto hasta la primeraparada: Haedo. Después recordé misjuegos pueriles y ya iba hacia la ado-lescencia, cuando Ramos Mejía meofreció una calle sombrosa y románti-ca, con su niña dispuesta al noviazgo.Allí mismo me casé, después de visi-tar y conocer a sus padres y el patiode su casa, casi andaluz. Ya salíamosde la iglesia del pueblo, cuando oítocar la campana; el tren proseguía elviaje. Me despedí, y como soy muyágil, lo alcancé. Fui a dar aCiudadela, donde mis esfuerzos que-rían horadar un pasado quizás impo-sible de resucitar en el recuerdo.

El jefe de estación, que era miamigo, acudió para decirme queaguardara buenas nuevas, pues miesposa me enviaba un telegramaanunciándolas. Yo pugnaba porencontrar un terror infantil (pues lostuve), que fuera anterior al recuerdode la leche calentada y del alcohol.En eso llegamos a Liniers. Allí, en esaparada tan abundante en tiempo pre-sente, que ofrece el ferrocarril Oeste,pude ser alcanzado por mi esposaque traía los mellizos vestidos conropas caseras. Bajamos y, en una delas resplandecientes tiendas quetiene Liniers, los proveíamos de ropasestándares, pero elegantes, y tam-bién de buenas carteras de escolaresy libros. En seguida alcanzamos elmismo tren en que íbamos y que sehabía demorado mucho, porqueantes había otro tren descargandoleche. Mi mujer se quedó en Liniers,pero ya en el tren gustaba de ver mishijos tan floridos y robustos hablandode fútbol y haciendo los chistes que lajuventud cree inaugurar. Pero enFlores me aguardaba lo inconcebible;una demora por un choque con vago-nes y un accidente en un paso a nivel.

El jefe de la estación de Liniers, queme conocía, se puso en comunica-ción telegráfica con el de Flores. Meanunciaban malas noticias. Mi mujerhabía muerto, y el cortejo fúnebre tra-taría de alcanzar el tren que estabadetenido en esta última estación. Mebajé atribulado, sin poder enterar denada a mis hijos, a quienes habíamandado adelante para que bajaranen Caballito, donde estaba la escue-la.

En compañía de unos parientes yallegados, enterramos a mi mujer enel cementerio de Flores, y una senci-lla cruz de hierro nombra e indica el

lugar de su detención invisible.Cuando volvimos a Flores, todavíaencontramos el tren que nos acompa-ñara en tan felices y aciagas andan-zas. Me despedí en el Once de misparientes políticos y, pensando enmis pobres chicos huérfanos y en miesposa difunta fui como un sonámbu-lo a la "Compañía de Seguros",donde trabajaba. No encontré ellugar.

Preguntando a los más ancianosde las inmediaciones, me enteré deque habían demolido hacía tiempo lacasa de la "Compañía de Seguros".En su lugar se erigía un edificio de

veinticinco pisos. Me dijeron que eraun ministerio donde todo era inseguri-dad, desde los empleos hasta losdecretos. Me metí en un ascensor, yya en el piso veinticinco, busquéfurioso una ventana y me arrojé a lacalle. Fui a dar al follaje de un árbolcoposo, de hojas y ramas como dehiguera algodonada. Mi carne, que yase iba a estrellar, se dispersó enrecuerdos. La bandada de recuerdos,junto con mi cuerpo, llegó hasta mimadre. “¡A que no recordaste lo quete encargué!”, dijo mi madre, al tiem-po que hacía un ademán de amenazacómica: “Tienes cabeza de pájaro”.

4 Paréntesis abril - junio 2011

Prosa de siempre

Page 5: Premio Planeta Paréntesis · Riña de gatos Premio Planeta año 4 número 17 abril - junio 2011 10000 ejemplares Paréntesis El periódico literario Poemas de Mark Strand y Montserrat

En un extremo de la trinchera, elteniente Pierre Carriére alzó un parde dedos regordetes y ordenó aMottet y Metmier que acudiesen areunirse con él. Las balas alemanaspasaban a ras con un siseo queasustaba. Después de tres días decombate, habían comenzado a retro-ceder hacia el río y la cosa pintabamuy mal.

—Vosotros dos —gritó el tenien-te— salís a campo abierto, corréis atoda leche y en zigzag, os abrís pasocon las granadas, cruzáis la líneaenemiga y os plantáis en Clorot-sur-Seine. Evitad la carretera. Cuandoestéis en el pueblo, vais a la panade-ría (sólo hay una) y le decís a lapanadera exactamente estas pala-bras: cariño, fui un cerdo y un ruin, losé. Pero de ésta no me libro y, sitodavía te queda un poco de compa-

sión, te imploro que te apiades de míy me perdones. Por el reposo de mialma te lo ruego. Con todo mi amoren esta hora funesta, tuyo, Pierrot.Nosotros os cubrimos. ¿Quedaclaro?

—¡Sí, señor!El teniente no había elegido al

azar. Mottet corría como un galgo yMeunier, antes de la guerra, era car-tero. Entre estruendos y estallidos,los dos mensajeros escalaron lossacos de arena y arremetieron contrael frente alemán con un coraje enco-miable.

Al cabo de tres horas, ya regresa-ban. Saltaron a la trinchera, magulla-dos pero a salvo.

—Que dice —resopló Meunier,con la espalda entre los sacos— queya veo que sigues siendo el mismocobarde, que no tienes lo que hay

que tener para venir a decirme lo queme tengas que decir y tienes quemandar a este par de memos. Derodillas tendrías que suplicarme yaun así... Es que te comportastecomo una babosa asquerosa. ¡Conperdón, teniente!

—Parecía cabreada, señor —aña-dió Mottet.

El teniente Carriére quedó muyabatido. Las mejillas le colgabanfofas y toda la luz de su alma sehabía esfumado de sus ojos de bueymoribundo.

—¿Qué tal un ramo de flores,señor? —sugirió el sargento de briga-da Fleurquin.

Dos fulgores gemelos reavivaronde pronto los ojos del teniente.

—¡Flores, sí! ¡Son infalibles!¡Labouille! Labouille, vete a la reta-guardia a recoger... No, un momento

—meditó—, quieto ahí, Labouille,que esto es cosa mía.

Erguido como el gallo más nacio-nalista, Carriére abandonó la trinche-ra hacia el río. Cuando volvió, en unamano blandía un ramo de floresespléndido y con la otra ya se enros-caba las puntas del bigote.

—Bueno —se despidió, listo parasaltar a campo abierto—, el deber mellama.

Los despojos del tercer regimien-to de infantería lo aclamaron a gritos,los puños al aire:

—¡Estamos contigo!—¡Le vas a derretir el corazón!—¡Ya es tuya, teniente!Y el teniente Pierre Carriére,

armado con un ramo de flores, seabalanzó sobre el frente enemigo.

El héroe, de Guillem Sala i Lorda (Voces, editorial Anagrama, 19’50€)

Paréntesis 5abril - junio 2011

Prosa de hoy

Page 6: Premio Planeta Paréntesis · Riña de gatos Premio Planeta año 4 número 17 abril - junio 2011 10000 ejemplares Paréntesis El periódico literario Poemas de Mark Strand y Montserrat

Pura pasión, de Annie Ernaux (Ed. Tusquets, 5’50€)

Hasta no hace mucho las mujerescarecían de memoria, solo los hom-bres escribían autobiografías o confe-siones íntimas; tampoco parecía quetuviesen opiniones sobre el sexo yestaban excluidas de la política.Salvo excepciones anteriores, a partirde la década de los cuarenta la litera-tura se convirtió en un espacio dondela memoria y la escritura se encontra-

ron para dar una voz diferente a lasmujeres: enseguida desenmascara-ron sumisiones y prohibiciones. AnnieErnaux, como todas las escritorassingulares, fue y continúa siendocelebrada por la mayoría de lectoresinquietos, aunque también denostadapor los que se escandalizan con susobras desgarradoras y explícitas.

Annie Ernaux (1940) ganó el pres-tigioso Premio Renaudot con La

Place, cuenta con numerosos lecto-res en el mundo anglosajón y su obraes permanentemente estudiada enlas universidades de Estados Unidos.Sus novelas alcanzan los tres millo-nes de ejemplares vendidos (en sutiempo, Pura pasión se midió en com-petencia comercial con El amante, deMarguerite Duras). Con Pura pasión,junto al resto de sus novelas, se con-virtió en una autora de culto enNorteamérica y Europa. En España,aparte de algunos admiradores ocuriosos, y debido a la manipulaciónde los intereses de los lectores porindeseables discriminaciones edito-riales, es, infortunadamente, pococonocida.

Cuando la escritura es el resultadode la exploración personal, necesita

evitar el pudor; así debió entenderloErnaux en Pura Pasión, después dever sin descodificador, con la pantallaborrosa y llena de líneas, una pelícu-la X en Canal+: «Me ha parecido quela escritura debería tender a eso, aesa impresión que provoca la escenadel acto sexual, a esta angustia y aeste estupor, a una suspensión deljuicio moral». Ernaux no cuenta unarelación en su breve novela, no narrauna historia acudiendo a su cronolo-gía; relata lo que sentía: las obsesi-vas presencia y ausencia de suamante. No quiere explicar su enfer-miza pasión sino, sencillamente,exponerla, («Me interesa escribir parahacer visibles las cosas, no paraembellecerlas. Y a cierta distancia,sin juzgar»). Lo que describe es suvivencia del placer como un dolorfuturo, un nuevo dolor que probable-mente atenúa dolores antiguos.Limitando sus horas a la espera deuna llamada telefónica del amante orecuperando sus gestos para subli-marlos, construye su historia pasio-nal, en la que poco tiene que ver elhombre al que ama. Al depositarobsesivamente todos sus deseos enél, esconde y evita angustias pretéri-

tas: la de su infancia (La vergüenza),su decepción matrimonial (La femme

gelée), los celos (La ocupación) o elaborto anhelado (El acontecimiento).

A través de su escritura en Pura

pasión, alcanza una lucidez dolorosa:«He descubierto de lo que uno puedeser capaz. De deseos sublimes o leta-les, falta de dignidad, creencias ycomportamientos que tildaba deinsensatos en los demás, hasta queyo misma recurrí a ellos». «Yo tenía elprivilegio de vivir desde el inicio,constantemente, con plena concien-cia, lo que siempre acaba por descu-brirse con asombro y perplejidad: elhombre al que se ama es un extra-ño». O bien: «No me considero un serúnico, sino el resultado de una sumade experiencias y determinacionessociales, históricas y hasta sexua-les».

Las novelas de Annie Ernaux nosuelen estar disponibles en la mayo-ría de las librerías: los libreros acos-tumbran a pedirlas a las editorialescuando un extraño lector las deman-da. Quizá alguno de sus títulos, porsorpresa, pueda encontrarse bajo laspilas de best-sellers que ofertan conentusiasmo.

6 Paréntesis abril - junio 2011

Crítica

Antonio Almansa

Quién dijo que todo está perdido

Mi vecino es bastante joven y toca laguitarra. Nos cruzamos en el ascen-sor, le pregunto cómo van sus clasesy él me dice que no van: “no las nece-sito, yo quiero ser como Sabina”. Lafrase, pronunciada con voz aguda,retumba en mi cabeza. Le digo quese fije en quienes influenciaron a susmúsicos favoritos. Le recomiendoescuchar a Dylan, Atahualpa Yupan-qui, los Beatles.

―¿Para qué? ―espeta.Aquel niño se limitaba a copiar

una estética, no le interesaba saberde dónde y cómo nacía el trabajo deun artista.

El primer disco que escuché fuegracias a mi hermano. Él se iba a tra-bajar y dejaba a mi merced su colec-ción de casettes. Así descubrí a FitoPáez. Aquel pianista componía desdela inocencia misma de la persona quela va perdiendo, como MargueritteDuras cuando a los 15 años aprendiósobre la muerte y la seducción. En lascanciones de Fito comulgan la fragili-dad de la vida y el paso de la adoles-cencia al mundo adulto, ese que des-conocíamos porque nuestros padresnos decían mentiras que preferíamoscreer. En su música se encuentranlos estadios que puede atravesar unapersona, desde “Quién dijo que todoestá perdido / yo vengo a ofrecer micorazón”, hasta la “Ciudad de pobres

corazones” donde el artista habla deldolor profundo por el asesinato de laspersonas que lo criaron. Un períodode whisky y Lexotanil. Como él mismodice, fue la ausencia lo que le hizocomprender que era otro expulsado.

Los personajes sobre los queescribe Fito se mueven en un barrode metafísica y fe del que quierensalir. La desesperación como motor.

El campo de lucha de lo cotidiano.Gritan, escupen, se pelean con dios yla sociedad. Son tan reales que habi-tan la ciudad y el bloque donde vives;pueden ser tú o yo. Fito consigue quenos sintamos reflejados en sus histo-rias.

Decidí ayudar a mi vecino y subí asu piso para invitarle al concierto queel cantautor rosarino iba a dar en el

Teatro Cervantes ese mismo día.Accedió con sorpresa y agradeci-miento, pero al llegar a las taquillasnos informaron de que no quedabanlocalidades. En el bar de la esquina,mientras bebía cerveza, me lamenté:si hubiera comprado las entradasantes, si hubiese aprendido a tocar elpiano, si hubiese estudiado... Me dicuenta de que mi vida transcurría enel tiempo verbal de arrepentimientode quienes no comenzaron a vivir.Esta vez no iba a ser igual. Diezminutos antes del comienzo conseguídos entradas en la reventa.

Olvidé que iba acompañado y dis-fruté del espectáculo en solitario y sinculpa. Fito contó cómo surgían algu-nos temas: “Hay canciones incómo-das; una de ellas la hice cuando tenía37 años; me llevó 37 años componer-la, pero la escribí en una hora”. Y esasí como alguien se sienta al piano ymueve ―con acordes disminuidos,pasajes y modulaciones― las colum-nas más íntimas de esa construcciónque somos, hasta hacerte llorar. Fitocerró la noche con una canción a

capella y todo el teatro aplaudió depie.

No sé qué le pareció el concierto ami vecino, ni si aprendió algo. Aquellanoche estuve muy ocupado compren-diendo algunas cosas importantespara mí.

Música

Damián Marrapodi

Page 7: Premio Planeta Paréntesis · Riña de gatos Premio Planeta año 4 número 17 abril - junio 2011 10000 ejemplares Paréntesis El periódico literario Poemas de Mark Strand y Montserrat

Sexo en la frase

«¿Quién sabe lo que piensan?», nosresponde él cuando se le preguntaacerca de las mujeres, esos serescontradictorios que restallan en cadabrote histérico. «No piensan más queen una cosa», escuchamos decir aella refiriéndose a los hombres, esosprehumanos con una sola neuronalocalizada entre las piernas.

Es habitual toparse con reunionesen las que abunda el intercambio deacusaciones andrófobas y réplicasmisóginas. Se trata de una modalidadde disputa que ha adquirido un carác-ter casi omnipresente e irreconcilia-ble. Además, por si no fuesen sufi-cientemente molestas, contribuyen aremachar la lista de topicazos, siem-pre forjados para tranquilidad desumisos y parálisis de inquietos.

¿Cómo nos afecta esto al escribir?A menudo se escucha en el taller deescritura el eco de las frases hechas.Bien de forma evidente, porque sereproduzcan tal cual, bien por una víaoblicua, en las características de unpersonaje o camuflados en la temáti-ca del relato, los tópicos reptan entrenuestras frases con la intención oscu-ra de imponer su dogmatismo. Perola escritura no consiste en la repro-ducción de clichés, sino en la sexuali-dad que surge de unir palabras queno se habían juntado antes.

Quien empieza a escribir lo suelehacer desde su posición; entre otraslimitaciones, se resiste a elegir unnarrador de diferente sexo (y aquí heevitado la expresión “sexo opuesto”,que quería colarse como una lagarti-ja). Sin embargo, muchas escritoras

no se creen el tópico de la insalvabledistancia y escriben historias conta-das por hombres, de la misma formaque muchos escritores eligen a unamujer como protagonista o narradoraporque así lo demande el relato. Flau-bert, Yourcenar o Tolstói, por mencio-

nar solo algunos nombres, nos mos-traron que podemos adentrarnos enla compleja esencia del ser, indepen-dientemente del sexo del personajeprincipal.

Hace unos meses, con motivo dela entrevista que concedió a esteperiódico, le pregunté a Juan JoséMillás acerca de su novela La sole-

dad era esto. Dijo: «Me preguntabancómo había conseguido situarme enel punto de vista de una mujer yhacerlo tan bien. Lo preguntabantambién muchas mujeres que se sen-tían muy identificadas con este libro.Yo respondía que no había tenido quedocumentarme, que comprendería lapregunta y la extrañeza si yo hubieraescrito una novela desde el punto devista de un marciano. Las mujeres ylos hombres, además de aquello quenos distingue, tenemos por debajoalgo común: somos seres humanos, yes más lo que nos une que lo que nosdiferencia, de manera que no tuveninguna dificultad al escribirla».

A través de la escritura podemosvivir otras vidas, sentir como sientenotros; podemos saber más sobre elser humano, sobre nuestras semejan-zas y divergencias. Por muy sibilinoque sea, ningún tópico se sostienede pie ante el martilleo continuado delas teclas.

Taller de Escritura

Rafael Caumel

Idealmente... o de la mística de escribir

Si eres escritor, idealmente, serás invisible o ciego.Habitarás una soledad infinita imposible de colmar,de improbable solución. Trazarás líneas que serándibujos de palabras, que querrán salir a la luz en elpulso doloroso de un parto interminable.

No sabrás del lugar exacto del que surgen, sololas percibirás cuando ya estén en el mundo y temuestren su rostro. Allí a veces no te reconocerás,y nadie podrá reconocerte. Como cualquier dios, ensu infinita unidad, no encontrarás interlocutor.

En tu jardín del Edén pondrás criaturas rebeldespor su fantasiosa voluntad a tu voluntad fantasea-da. Comerán la fruta de un saber del que nadasabes y cargarás, por una eternidad, con la culpa yel oprobio de sus actos.

Serás una abeja en el enjambre o el asteroide

solitario y único en que consiste tu galaxia. Más: tuuniverso. De él tendrás que crear desde el átomohasta el límite en su confín. Y no es seguro queéste revele su naturaleza, de la que no conocerássi es temporal o espacial, conceptual o evidente.

Como el ave migratoria seguirás tu ruta, porqueserás ciego a lo que podría extraviarte. Como elbúho fiel a su atalaya, tu mundo será todo lo quealcanza un vuelo. Lo que en su garra se atrapa oen su corvo pico se concreta.

Y soñarás tejer, como hace la araña, una redsensible a la brisa. Musical en su frágil vibrado.Amarrada a cualquier punto que pueda calificarsede concreto. Que detenga al incauto viajero, paradarte su noticia, su presencia, y apropiarte del ritmode ese aliento que va perdiendo en su entrega

ingenua, para sentirte uno con él y único en ella.Y soñarás…, soñarás despreocuparte de cómo

se deshilvana tu vientre, mientras desconoces suombligo productivo. Tan ajeno como el mundo des-tinado a ser su sacrificial ofrenda, aunque creandevorarlo. Más pegado a ti que tú mismo porqueese ombligo eres tú mismo el desconocido, elincognoscible, el invisible.

Tendrá ojos para los que no pueden ver por símismos y oídos para los sordos. Y pudor y piel paralos que cubren la propia inimaginable. Y tacto intan-gible.

Ojos invisibles, y todo lo que no existe, seráspor tu propio y desconocido ritmo y por lo que elmundo entero desconoce.

Y nadie podrá saber qué te pertenece.

Escritura y Psicoanálisis

Emilio Mármol

Paréntesis 7abril - junio 2011

Page 8: Premio Planeta Paréntesis · Riña de gatos Premio Planeta año 4 número 17 abril - junio 2011 10000 ejemplares Paréntesis El periódico literario Poemas de Mark Strand y Montserrat

8 Paréntesis abril - junio 2011

2. Talante

En mala hora recurrí al talante demo-crático para vencer la impenetrablehostilidad de mi hija. Diálogo, toleran-cia, concordia… ¡Chorradas! Y mira

que no fue una decisión a la ligera; laapoyaron mi psicoanalista y la orien-tadora del instituto donde Claritacursa 4º de ESO (perdón, quiero decirClara. Fuera los diminutivos paterna-listas, según consejo de la profesio-nal).

También se lo consulté a mi ex.Esa pija desnaturalizada debía deandar con su cuarteto de cuerda enalgún bohío, porque la conexión tele-fónica fallaba y sólo me permitió cap-tar una retahíla entrecortada deexpresiones (apenca…, insensible…,tu ombligo…) envueltas en lo únicoque logró colarse intacto entre losvacíos de la cobertura: su retintín.

Pero aquel presagio no me des-alentó. Tenía que conseguir llegar aClarita (digo, Clara), que se aislabagracias a su hermético MP3 en la trin-chera de su habitación. Análisis ymétodo, me dije, y comencé a trazar

el plan. Me vinieron al pelo algunasnociones de Historia Contemporánea:guerra fría, telón de acero, países delbloque… Estaba seguro de que elmuro de su enemistad caería hechoañicos por el empuje de mi talante, yel factor sorpresa la dejaría sin tiem-po de reforzar sus defensas. Comodijo Gorbachov, la vida castiga aquien llega tarde.

La estrategia consistía en atacarsus dos flancos: 1) recogerla a la sali-da del instituto para ganarme la com-plicidad de sus amigas, que no tarda-rían en envidiar a un padre tan guay;y 2) una conversación de hombre ahombre con el noviete…, porque pormuy guay que seas, da palo llevar ala niña al ginecólogo. Así que abaste-ces de condones al chaval, haces detripas corazón y le invitas a venir acasa. Mejor que se lo monten en elcuarto, no vaya a ser que, por ir a

salto de mata, tengamos un disgustomayor.

Mi psicoanalista, en lugar de felici-tarme, se detuvo a ahondar en laelección inconsciente de la expresión“hacer de tripas corazón”. La orienta-dora, por su parte, se marcó el detallede prestarme un descomunal falo demadera para aleccionar a la parejitasobre la correcta colocación del pre-servativo.

Tres meses más tarde, el muro deBerlín resultó ser un seto al lado delde mi hija. Sus amigas me mirabancon el mismo asco que ella y empezóa mosquearme el gasto en palés decondones para el cabrón del noviete.Corté el grifo. A Clara le indignó quedestapara su promiscuidad. Y unasemana después llegaron las notas:cinco cates de nada. Eso sí, nuncanadie le cruzó la cara a su hija con tanbuen talante.

Paternidad irresponsable

Ada Valero

Taxi driver, de Martin Scorsese (1976)

¿Qué recuerdos y secuelas se traende vuelta de la jungla química deVietnam? Para Travis Bickle —unjoven veterano de la guerra queregresa a Nueva York— las respues-tas son unas terribles jaquecas, laparadójica soledad en la GranManzana y el insomnio crónico. Laincapacidad para hacer descansar lamente le obliga a conseguir un traba-jo de taxista nocturno, como antídotocontra el tiempo que le sobra entrelos momentos que asiste a los cinespornográficos y los ratos que vagapor la ciudad.

Desde el taxi, mientras cruzasobre alcantarillas humeantes yobserva los vicios de negros, droga-tas, putas y ladrones en las calles,Travis percibe lo peor de la madruga-da. Alimenta un asco visceral haciaesos grupos marginados que le inyec-tan el odio en la nuca y la fantasía deexterminarlos para «limpiar» la ciu-dad. Travis no es un simple psicópa-ta: ha recogido, literalmente, los peo-res y más escondidos anhelos demuchos conservadores, reacciona-rios o biempensantes que son mayo-ría en la ciudad y también carnazaexcitada para políticos depredadores.Pero no sabemos quién está másloco ni por qué. Tanto Travis comocualquiera de nosotros somos contra-dicciones andantes: a veces quere-mos algo y también su contrario. Poreso, aunque Travis siente que lasociedad le ha dado la espalda, quie-re, a pesar de todo, integrarse en ella.

¿Cuántos desengaños necesitaTravis para perder la razón? Intentade veras establecer una relación conBetsy (bellísima Cybill Shepherd), y sibien en un principio resulta atractivo

para ella, sus rudimentarios recursosla hacen huir. Salvar a una niña pros-tituta (Jodie Foster), como metáforade la liberación del mundo que leasquea, tampoco resulta: el poderque su proxeneta (excelente HarveyKeitel) ejerce sobre ella es más fuer-te. La sociedad corrupta vuelve aganar. Todo es confuso, sus esfuer-zos no valen la pena. La violencia setransforma en la solución definitivaque encauza su destino y le permitesalir de su rutinaria mediocridad.

Scorsese rueda la explosión de lamente de un psicópata, enseñándo-

nos la pólvora, la metralla y el encen-dedor que prende la mecha. Sin juz-gar a nadie, las secuencias muestrancómo puede cruzarse la línea: lasfrustraciones que albergamos, si sonaderezadas con más instinto quereflexión, pueden canalizarse hacia elodio, la ira y el fanatismo. Acompa-ñamos a Travis en el taxi durante sudescenso a los infiernos mientras semuestra como un paleto con botas decowboy o un desequilibrado guerrerocon cresta mohicana. La única dife-rencia con el resto es que Travis noda un paso atrás: cruza la línea y pisa

el acelerador hasta el final. Asistimosal momento exacto donde se pregun-ta a sí mismo ante el espejo: Are you

talking to me? (¿Estás hablando con-migo?), y fantasea con la idea deajusticiar al mundo. El espectadorsiente que se está dirigiendo a él.Travis es un peligroso psicópata, perotambién uno de los hombres solos ydesesperados que la sociedad cons-truye. ¿Cuál es la diferencia? Que él,del mundo, sólo observa las cloacas,y para un tipo al que la soledad haperseguido toda la vida, lleno de pre-juicios e incapaz de entenderse con elresto, lo raro es no acabar formandoparte de esa sociedad que a su vezcondena y le repugna. Pierde el con-trol; luce en su solapa la pegatina conel lema del aspirante a presidente deEE.UU.: We are the people. Aplaudey sonríe las ocurrencias del candidatocomo un panoli, pero con un revólveroculto en la manga.

Es una película llena de metáforassobre la soledad y muestras de lasdificultades de integración generadaspor una sociedad fecunda y a la vezhostil, que combina el talento en esta-do de gracia de Scorsese, De Niro,Bernard Herrmann (musicó variaspelículas de Alfred Hitchcock) y elguionista Paul Schrader (mucho delguión de Taxi driver tiene que ver consu estado de ánimo por aquellaépoca: abandonado por su mujer,drogas, prostitución… Después seconvertiría en un extraordinario direc-tor de cine). De obligada revisióncada cierto tiempo, lejos de perdervigencia a sus 35 años, sigue golpe-ando con la misma contundencia lasconciencias contemporáneas.

Cine

Sergio de los Santos

Page 9: Premio Planeta Paréntesis · Riña de gatos Premio Planeta año 4 número 17 abril - junio 2011 10000 ejemplares Paréntesis El periódico literario Poemas de Mark Strand y Montserrat

Paréntesis 9abril - junio 2011

V Concurso de Microrrelatos Paréntesis

Se presentaron 3174 cuentos procedentes de todas partes del mundo. En elanterior número de este periódico, publicamos el microrrelato ganador(Escena Primordial 1, de Carlos Carusi) y dos de los finalistas (El fantasma del

Olimpia, de Miguel A. Royo, y Una mujer corriente, Juan González de lasCasas).

A continuación ofrecemos los textos de los tres restantes finalistas, aquienes felicitamos por su buen hacer.

Ganador del V Concurso de Microrrelatos Paréntesis:Escena primordial 1, de Carlos Carusi (Buenos Aires, Argentina)

Finalistas:El fantasma del Olimpia, de Miguel A. Royo Payarés (Zaragoza, España)Una mujer corriente, de Juan González de las Casas (Murcia, España)Burocracia, de Mª Eulalia Douglas Pedroso (La Habana, Cuba)Aula Magna, de Elena Marqués Nuñez (Sevilla, España)Cada cosa en su lugar, de Nathalie Moreno Arqueros (Santiago, Chile)

Finalista

Aula Magna

Ni subido a una escalera consiguiría besarte, tan distante te percibo,con ese desdén con que te mueves desde la altura de tus ojos grises. Tesientas a mi lado, dejándote caer con displicencia, y ladeas la cabezapara rozarme el cuello con tu rubia melena, tan lacia y pensativa. Noentiendo bien ese interés perverso por provocar pasiones sin futuro.

Acaba la clase y ya me olvidas, y en pocas ocasiones te despides:solo esbozas una sonrisa ambigua que promete lo que luego no cumples.Pero hoy me has dejado una nota, con siete palabras graves como sietepuñales: «Ni subido a una escalera conseguirás besarme».

Elena Marqués NuñezSevilla (España)

Finalista

Cada cosa en su lugar

Si digo que él mintió, miento. Si digo que no mintió, no digo la verdad.Ella tiene cuarenta años, se llama Simona y es mi hermana mayor. Laquiero como ella no es capaz de quererse. Él se llamaba Ricardo. Al prin-cipio me pareció feo y con el tiempo, repugnante. Su boca no era boca,era un pozo de agua estancada. Las costuras de los pantalones casi lereventaban y usaba la camisa afuera para mal disimular su obesidad.Coronaba la indumentaria una mancha oscura en su espalda de buey ydos fétidas aureolas bajo los brazos. Una tarde le dijo a mi hermana quele había conseguido el trabajo prometido. Sólo le pidió a cambio queabriera las piernas. Entonces ocurrió lo que ocurrió. Si digo que Simonalo empujó por el balcón, miento. Si digo que Ricardo resbaló, no digotoda la verdad.

Nathalie Moreno ArquerosSantiago (Chile)

Paréntesis

La Asociación Cultural Paréntesis convoca el

VI Concurso de Microrrelatos ParéntesisPara autores de todo el mundo / Admisión hasta 30 de septiembre de 2011 / Bases expuestas en www.tallerparentesis.com

1.000 € al mejor microrrelato

Finalista

Burocracia

El carro de los bomberos, con el ulular de su sirena, se abre pasohacia el Viejo Callejón, en el ultramarino barrio de Regla.

Excepto los nuevos vecinos del 206 y los muchachos de la cuadra,nadie se asoma. Los bomberos se detienen delante del edificio gris yensamblan las escaleras hasta el segundo piso donde los espera laobesa señora Felicia, que no cabe por las escaleras de la vivienda.

Esta escena se repite cada vez que Felicia tiene cita con el médico.Hace cinco años que está solicitando a Bienestar Social que le permutensu apartamento por uno en bajos. Pero es tanto el papeleo que estogenera que nunca llega su turno.

Felicia, resignada, sigue en el segundo piso. El jefe de los bomberosasienta los traslados en el Registro de Cumplimientos y cada año, consonrisa socarrona, informa a su Comando que han ganado, por sobre-cumplimiento, la emulación del Distrito.

Mª Eulalia Douglas PedrosoLa Habana (Cuba)

Page 10: Premio Planeta Paréntesis · Riña de gatos Premio Planeta año 4 número 17 abril - junio 2011 10000 ejemplares Paréntesis El periódico literario Poemas de Mark Strand y Montserrat

“Partir del mínimo detalle e ir abriendo

la ciudad como un abanico”, con

estas palabras Antonio Almansa me

regaló La ciudad automática, de Julio

Camba, periodista y afamado escritor

de artículos de viajes.

Subo a la terraza del hostal dondeme hospedo para contemplar la enor-me extensión que ocupa la ciudad deKathmandú. Una ingente acumula-ción de edificaciones apelotonadasque apenas permiten entrever loshuecos desordenados de las calles yplazas. El paisaje cenital de la ciudadparece un enorme y abigarrado tapizenmarcado por montañas.

Mi hotel está localizado en elbarrio de Thamel. Todas sus turísticascallejuelas, salpicadas por el monzón,se encuentran repletas de tiendaspensadas para satisfacer nuestrosgustos occidentales, nuestras aficio-nes, nuestra comodidad… Todoaquello que queríamos encontrar enNepal está ahí. No cabe decepciónalguna. Ellos saben muy bien lo quebuscas, y te lo venden por un módicoy negociado precio en rupias.

Reconoces que has salido delgueto turístico cuando el caos sehace aún más evidente. Las calles notienen aceras, tan solo las delimitanlas marcadas acequias por donde dis-curre el agua embarrada. El tráficosigue siendo insolente, más aúncuando son nepalíes los que estor-ban. El claxon es un sonido familiaraunque fastidioso, y es imposible huirdel ruido de moscardón de las motos.

La ciudad se muestra más auténti-ca. La gente circula con una prisahabitual, de hormiguero.

Flanqueando los callejones se

suceden los comercios, ridículoshabitáculos cuya mercancía cubrepor entero suelos y paredes. Enmedio, el tendero te sonríe y muestralas palmas de sus manos a modo deinvitación. Tiendas de hilos, telas, cor-deros y pollos abiertos sobre mostra-dores ensangrentados, churros ysamosas expuestas sobre enormescacerolas de bronce, aceite a granel,sacos de semillas y especias, ferrete-rías donde se puede encontrar el tor-nillo adecuado entre tanta cajita, pas-telerías con vitrinas repletas, sombrí-os restaurantes de paredes ennegre-cidas y techos bajos con olor a aceiterecalentado, farmacias donde sepuede comprar hasta el papel higiéni-co, tiendas de té, colmados…

Al llegar a una plaza, no es difícil

asombrarte con un antiguo temploque se mantiene en pie de puro mila-gro. Los tejados sobresalen de lapared del edificio formando cornisasrectangulares que se apoyan en talla-das vigas de madera y de las quecuelgan viejos volantes de color bur-deos. Al pasar junto al templo, losnepalíes se tocan la frente variasveces, justo en el lugar donde llameaun lunar rojo. Con su mano derechahacen girar los cilindros que se aline-an junto a la pared del templo. Todoslo hacen maquinalmente, como sifuese un ademán atávico que nacieracon ellos. El budismo carece aquí delglamour de occidente, de esa poseprogre de falso hippy.

Cualquier camino parece condu-cirme a la Estupa de Swayambunath

(también llamada de los monos),encaramada en lo alto de una colina,tras una empinada cuesta y una inter-minable escalera de perfecta pers-pectiva hacia el cielo. Peldaño traspeldaño tropiezo con los gemidos delos mendigos apostados en los latera-les, y las vendedoras de chucherías yagua mineral del otro lado. Arriba nosespera una brisa fresca como premioa decenas de creyentes y turistasmientras recorremos la estupa en elsentido de las agujas del reloj.

Me detengo junto al muro de pie-dra que separa la estupa del exterior.Desde allí se puede divisar la ciudad,abigarrada, estática, como un enormetapiz bordado de pequeños detallesque apenas son visibles a la vista.

El tapiz

10 Paréntesis abril - junio 2011

Viajes

Pedro Rojano

SilencioDanza, entre el arrebato y la melancolía

Dos mujeres devanan sus pensa-mientos alrededor de una ausencia.Dos mujeres que son una sola,Penélope desdoblada, y las dos jun-tas son menos que lo que han perdi-do. ¿Qué esperan? ¿A quién? Unapuerta se cierra, y a los pies de estasmujeres se abre un silencio como unagujero, un silencio culpable y tortura-do. Una puerta se cierra, y en el inte-rior se han quedado dos mujeres quese muerden la lengua, se cosen laboca, se beben las lágrimas y deste-jen sus sueños.

Las dos mujeres son NievesRosales y Mavi Rodríguez, ambasbailarinas que dan vida a Destejiendo

Sueños, título que nos adentra en elnuevo espectáculo de la compañíamalagueña SilencioDanza. Una pro-puesta que capsula, en poco más deuna hora, todos los rasgos caracterís-ticos de su poética: experimentación,

fuerza, valentía y una calidad técnicamuy depurada.

La joven compañía, fundada por labailaora, coreógrafa y directora deescena Nieves Rosales, viene des-arrollando, desde hace algunos años,un intenso y apasionado diálogo entreel flamenco y la danza contemporá-nea. Una apuesta usual en estostiempos, se podría aducir, con acierto.Sin embargo, basta con oír los acor-des iniciales o los primeros pasos deDestejiendo Sueños, para entenderque las hechuras son otras, nada quever con esas propuestas indefinidastan propias de esta huera posmoder-nidad que, en su abulia, ha confundi-do mestizaje con cambalache.

El concepto de Destejiendo Sue-

ños es profundamente flamenco. Noen vano, durante una hora asistimosa la transformación del cuerpo enmovimiento, en un canto elegíaco; y

no hay mayor elegía que la proclama-da por un quejío a tiempo en una des-garrada soleá. El espacio es sobrio,rústico, descampado; en suma, fla-menco. La interpretación tiene ungenio arremolinado, emocional y arre-batado, natural cuando se baila conlas tripas. La estructura, circular, estenaz y obstinada como un martinete.Hasta en el aire del espectáculo aflo-ra un alarde gimiente como la cuerdade una guitarra… y, sin embargo, lospuristas podrían reclamar, tal vez conrazón, unas formas más flamencas.Si bien, la jondura está más en la filo-sofía que en la apariencia. Es unafuerza subterránea que impregnacada giro, cada gesto suspendido,cada empeño callado de las dosPenélopes que fatigan su anhelo. Unsereno tributo al flamenco de siem-pre, sí, pero también una mano tendi-da a todo lo nuevo.

Destejiendo sueños es un milagroen estos tiempos, tan proclives alpostizo y la facilonería. Un destello deluz que llega al hombre para hacerlomás bello y humano, a pesar de quelas viejas heridas sigan sangrando:¿Qué esperan esas mujeres que tie-nen el rostro de todas las mujeres?Acaso es la espera ancestral que nosiguala a todos. ¿A quién esperanesas mujeres? Y la incógnita se calzalos zapatos y taconea sobre el miste-rio, en mitad de un silencio de otrotiempo. Quizá, más allá de la melan-colía, doblegado ya el ímpetu de lamemoria por hacer recuento, nosasalte la certidumbre como una epifa-nía: apenas somos fantasmas que, asolas, esperamos en la sombra a otrofantasma.

Teatro y Danza

Raúl Cortés

Page 11: Premio Planeta Paréntesis · Riña de gatos Premio Planeta año 4 número 17 abril - junio 2011 10000 ejemplares Paréntesis El periódico literario Poemas de Mark Strand y Montserrat

Paréntesis 11abril - junio 2011

Entrevista

Eduardo Mendoza (Riña de gatos, Premio Planeta 2010)

Su novela está ambientada en el perí-odo previo al comienzo de la GuerraCivil Española. Con la situación políti-ca y social que recoge, ¿le resultódifícil no tomar partido?

Cuando uno escribe deja de ser

uno mismo, es como representar un

papel sabiendo quién es cada uno.

Hay escritores que se meten en la

piel de asesinos, de seres repugnan-

tes, sin que eso le cause un trastorno.

Simplemente, uno sale de sí mismo.

Es evidente que mis simpatías iban

hacia un lado, pero no recuerdo

haber pasado momentos de especial

inquina.

Una vez más, el protagonista deesta novela es alguien desorientado,superado por la situación, que segana con sus limitaciones la simpatíadel lector. ¿Por qué siempre eligepersonajes así?

Son ellos los que se me imponen,

eso le pasa a todo el que escribe. Hay

un tipo de personaje que viene a ser

un trasunto de uno mismo más o

menos disfrazado. Las características

cambian pero lo esencial se repite

porque representa la manera que tie-

nes de estar en el mundo. Con curio-

sidad, pero al mismo tiempo con des-

concierto. Con ganas de marcharte,

pero sin irte definitivamente de los

sitios.

¿Hay algún personaje de laLiteratura que le sirva de referente?

Hay muchos personajes literarios

que me gustan. Soy lector. Creo que

los escritores debemos ser lectores

de grandes clásicos. Siempre he pro-

curado leer a los grandes novelistas

rusos, franceses, españoles. ¿Con

qué personaje me quedaría? Al final,

aunque sea muy vulgar, acabas vol-

viendo a don Quijote y Sancho, esta

pareja que es modelo de todas las

parejas que van a salir luego. Hasta

Stan Laurel y Oliver Hardy, uno delga-

do y otro gordo, uno listo y otro tonto,

y los dos además tan perdidos, por-

que están enfrentados entre sí y ade-

más solos ante el mundo. Es enterne-

cedor. Creo que todos los personajes

se reducen un poco a este individuo

solo frente a un mundo en el que no

está seguro de si va a acertar o no

con la contraseña.

Hablando de contraseñas, en Riña

de gatos el protagonista, ante el cua-dro de Las Meninas, parece concluirque no somos más que enanos ybufones en manos del poder.

Bueno, sí, es un poco exagerada

la postura, pero creo que en la nove-

la sí se corresponde, porque esa es la

situación histórica. Nada impide que,

en un momento dado, los bufones y

enanos echen fuera a los del cuadro.

Esta nueva visión de Las Meninas se

me ocurrió precisamente escribiendo

el libro. Fui de vez en cuando a ver

las obras del Prado, como hace el

protagonista, a ver si me traspasaban

un poco de su energía, y pensé que

una de las muchas interpretaciones

posibles de Las Meninas era que

quienes realmente cuentan están

fuera del cuadro.

¿Igual que el autor en su obra?

En el caso de Velázquez, el autor

está dentro del cuadro. La idea me

gusta por eso: el autor del libro está

más dentro del libro que fuera.

Antes de ganar el Premio Planetadijo que La ciudad de los prodigios

era su novela más ambiciosa porque

en ella había mayor acuerdo entre elpropósito y el resultado. Según estecriterio, ¿dónde ubica Riña de gatos?

No lo sé porque es demasiado

reciente. La ciudad de los prodigioslleva tantos años fuera de mis manos

que puedo hablar de ella casi como si

fuese la novela de otro. He oído y

leído tantas cosas sobre ella, se ha

publicado en otros países, en lugares

donde solo significa lo que está en el

libro, sin connotaciones externas.

¿Cómo ven La ciudad de los prodi-gios en Japón, Corea, Israel o

Polonia? Eso ya me permite tomar

una distancia mayor, y no sé si es la

mejor, no sé si es la novela con la que

estoy más satisfecho, pero creo que

es la que más alcanza ese acuerdo.

En 1975, publicó Soldados de

Cataluña. La dictadura franquista leobligó a cambiar el título y finalmenteel libro se tituló La verdad sobre el

caso Sabolta. Aunque se presente deforma solapada, ¿existe en la actuali-dad alguna forma de censura?

No. La censura siempre es censu-

ra. Hay límites que uno mismo se

impone y que la sociedad impone,

eso es inevitable. Puedo decidir no

contar algunas cosas para no ofender

a mis vecinos o con la intención de

vender más, pero eso no es censura,

son obstáculos o motivaciones. La

censura es una censura oficial: «yo le

diré a usted si puede o no publicar

este libro». Eso ahora no existe, y

que Dios nos lo guarde mucho tiem-

po.

Lola Lorente

Page 12: Premio Planeta Paréntesis · Riña de gatos Premio Planeta año 4 número 17 abril - junio 2011 10000 ejemplares Paréntesis El periódico literario Poemas de Mark Strand y Montserrat

Periódico cultural gratuitodisponible también en internet

ISSN: 1989-1121Depósito Legal MA-577-2008