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Pregón de las Fiestas de Cañada del Hoyo (2012) Leopoldo Cerezuela

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Pregón de las Fiestas de Cañada del Hoyo (2012)

Leopoldo Cerezuela

notas para un pregón

Queridos Amigos, queridos Vecinos y estimados Visitantes… Me cuesta empezar… porque la verdad es que no he venido hoy a regalarme el oído ni a deleitaros o entreteneros con elaboradas frases de eso que llaman “realismo mágico” y que me resultarían tan vanas como falsas; no he subido a este balcón consistorial/constitucional para recrearme en la Historia de nuestra tierra con almibarados cuentos o jarabes refinados; ni siquiera con vistosas purpurinas. Estoy aquí, junto a las Reinas, para dar comienzo a nuestras fiestas, para animaros a continuar con la tradición de compartir las amistades y alegrarnos de poder hacerlo y festejarlo juntos en nuestro pueblo. Pero también estoy aquí porque me Duele el Pueblo; me duele cada piedra que se cae y cada tejado que se hunde. Me duelen los abuelos que se fueron para no volver, los jóvenes sometidos al forzoso destierro laboral y aún más los muchachos que dejaron sus vidas en esa enfermedad que llamamos carretera. Me duele, claro, pero este malestar no basta… Quiero deciros que tampoco voy a ensalzar personalidades ni a rebuscar fechas ni hechos más o menos gloriosos. Ahí están nuestros apellidos para demostrar que estas tierras siempre fueron hospitalarias acogiendo a cuantas tribus, etnias y religiones quisieron vivir en él… Es notorio, que, a pesar de las sequías, tenemos un término plagado de fuentes y estas fuentes dieron su agua a numerosos asentamientos a lo largo de los tiempos (las Hontecillas, Marialarta, la Zarza, los Villares, el Rollete: expoliados sus metales con los detectores y rotos sus mosaicos con las vertederas), y otras muchas en las que aún podemos ver los cimientos de esos caseríos y poblados, los restos de su cerámica y aun de sus pequeñas murallas protectoras. No sé, quizá haya subido hoy aquí para Acusarme. Sí, para inculparme, en cierto modo, de un delito: el de abandonar también al pueblo, el de permitir que mi pueblo (vuestro pueblo) haya ido perdiendo, entre otras cosas, su personalidad, su arquitectura y hasta sus costumbres. Para culparme de no luchar, dentro de mis limitadas posibilidades, por conservar su pobre y, como se dice ahora, digno patrimonio. Y sobre todo he llegado hoy a este balcón, mis queridos Amigos y estimados paisanos, en un ilusionado intento de remover algo la conciencia de todos. Sí, profeso la suerte de haber nacido aquí, y de ser de aquí; y asumo con orgullo que me gusta el pueblo. Sin embargo esto no significa ni justificaría que el gran cariño que siento me cegara sin dejarme ver los cambios que ha ido sufriendo en los últimos cincuenta años. Unos fueron para mejorar y otros, sencillamente, han dejado partes de su fisonomía maltrechas y desfiguradas… aunque entrando desde el “Vallejo de la Sal” se nos aparezca de repente en magnífica y espléndida postal. Ya sabemos que el mayor de los problemas, el de la emigración, ha dado como fruto su despoblamiento. Y por eso todos (o quizá nadie) somos responsables. Diré que tenemos un pueblo con una situación estratégica y estética difícilmente superable; y admito que muchos no recibimos la educación ni dispusimos de los medios adecuados para proteger lo existente adaptándolo a los nuevos modos de vida. Es muy cierto, pero tal vez tampoco alcance a explicar este desamparo. Y como si esto fuera poco, el pueblo se nos muere... Por debajo de los “veraneos”, por encima de “los puentes” y estas “tradicionales” fiestas, hay otra terrible verdad: la Cañada del Hoyo agoniza y, al igual que cualquier especie en extinción, incluso podría llegar a desaparecer… Ya estáis oyendo que tampoco he venido a recrear mi infancia por los nidos ni la huerta del abuelo, mi infancia por las calles perfumadas con el olor a tamo de las eras y el pan recién cocido, cuando la trilla para el niño era una feria y se oía el crujir y el traqueteo de los carros, y el ruido de las fraguas, y el serrucho y la garlopa de las carpinterías... No, la verdad es que tampoco estoy aquí para recrear mis juegos junto a la antigua y destruida Balsa, entre los arremangados brazos de las mozas y la húmeda y limpia alegría del jabón. Ni para hablar del misterioso luto que las abuelas cosían al resol del atardecer en las “espeñuelas”, o bajo los frescos emparrados de sus puertas; ni tan siquiera mencionaré los cangrejos del río o de las ramblas, igualmente desaparecidos; ni de los caracoles de abril, ni de las “pumas” o ciruelas verdes robadas a la hora de la siesta para echar en “aguasal”; ni del baño clandestino en los aljibes de las huertecillas…Tampoco haré la apología del barro de las calles, felizmente superado, ni del frío y el miedo pasado en la escuela. Pero os confesaré que si no

terminé nunca ninguno de los estudios emprendidos en las universidades de medio mundo fue porque me hartaba de asistir a clase esperando inútilmente que me hablaran de mi Pueblo. Y si hubiera tiempo os revelaría cómo fui feliz por tener 30 tíos enseñándome los secretos de las flores y de los animales, y por disfrutar de 30 tías que me cuidaron y me daban pan regado con vino y con azúcar para merendar. Yo fui feliz porque tuve más de 30 casas, las casas de todos mis amigos. Sin embargo, repito, quizá yo sólo esté aquí hoy para desafiaros, para retar a la Corporación Municipal, para preguntarme y consultaros a todos si aún queremos, si todavía es posible salvar a nuestro pueblo; si deseamos, en definitiva, salvarnos. Perdonad tanta simplicidad y tanta torpeza (ya dije que no iba a hacer literatura) pero mi mayor pretensión sería que las fiestas que empiezan hoy fueran el prólogo de una nueva forma de mejorar y entender y embellecer esta pequeña comunidad. Por eso debo ahora dirigirme especialmente a los más jóvenes. Me gustaría poder entregar el pueblo a sus jóvenes habitantes, y a quienes quieran seguir viviendo en él, diciéndoles: “Aquí tenéis sus calles, las calles donde vuestros abuelos conocieron a vuestras abuelas, donde sufrieron los rigores invernales y los trabajos duros y agotadores del verano; pintadlas y adecentarlas con la nobleza de la piedra y la sencillez de la madera. Y plantad árboles por la carretera, como se hizo en la República, cuando cada niño tenía la obligación de cuidar y cultivar su árbol en cada curso (aún queda algún olmo, creo, en la “revuelta” del palomar). Plantad árboles en las plazas. Pocos pueblos tienen dos plazas tan amplias, con tantas posibilidades: ahí están desatendidos y desmoronándose los “rulos” de las eras y otras muchas piedras: traigámoslos a las plazas para que los mayores se sienten en ellos y los niños jueguen con la historia. Y hablando de historia sabéis que estas fiestas ya se oficiaban a mitad de Agosto en honor de Hécate/Artemisa/Diana en la antigua Grecia y después en Roma intentando evitar que enviaran tormentas dañinas para las cosechas que se hacen (o se hacían) en estas fechas; diosas vinculadas a la luna y a la maternidad. Muchos siglos después la iglesia católica hará coincidir estos ritos paganos con la Ascensión de la Virgen, la llamada virgen de agosto que ahora se celebra. Pues bien, es posible que la agricultura y la ganadería, tal como se vienen practicando hasta hoy, serán dentro de muy poco inviables y tengáis que cambiar a nuevos cultivos y estabular los ganados o cambiarlos por otras especies; y fabricar los piensos. Se oyen palabras nuevas como Vermicultura, Hidroponía, Semilleros, Espelta, Carne Feliz, Encinas Truferas, Huertos Solares, Biogestión sostenible, compostaje, Reciclaje, Autosuficiencia… Es muy importante adaptarnos con rapidez a estos inevitables cambios. Pensad también que si queremos un futuro dentro del pueblo, éste pasa, por el Turismo. Y al turismo podemos ofrecerle otra excelente joya de la geología: Las Lagunas. Estos monumentos de belleza natural única a los que últimamente la burocracia ha impuesto una valla de parque temático que sería deseable eliminar o disimular, porque según mi criterio, las degrada y las afea…; allí, en las lagunas, deberíamos crear un Oasis protegido y vigilado, con infraestructura y servicios mínimos para los viajeros y curiosos. Hay que desarrollar el compromiso con el medio ambiente, con el privilegiado paisaje que nos rodea y que ahora es la esencia y lo mejor de nuestro capital; y para ello debemos concienciarnos, es absolutamente necesario conseguir que sea respetado. Me pregunto por qué no se puede Colocar un guarda en las de propiedad municipal, con una pequeña garita donde se cobre algún precio mínimo y simbólico y se vendan refrescos y agua y postales para los turistas, además de ofrecerles información geológica detallada, y una pequeña instalación con servicios higiénicos…Es urgente poner Las Lagunas en valor y que este valor revierta en los negocios del pueblo (e incluso ayude a crear otros): de nada nos sirve que vengan a verlas, que se hagan la foto, que nos dejen sus residuos, y se marchen… Quiero declarar y manifestaros la grande, la inmensa alegría que me produce ver ahí enfrente el Castillo, al fin salvado de su ruina… pero también me duele que ninguno de nosotros hiciera nada, cuando corrían tiempos propicios, para recuperarlo y conservarlo como un bien público. De haberlo hecho ahora contaríamos con el mejor atractivo urbano para ofrecer a nuestros visitantes, tan importante o más que las lagunas…Decía que la Ecología está de moda y lo neo-rural, a pesar de cualquier crisis, tiene mucho gancho y a medida que las ciudades se hagan más inhabitables, adquirirá más importancia y veremos elevarse su demanda. Incluso puedo imaginarme vuelos en globo por encima de las dolinas, de los pinares y de los torcazos; ¿por qué no?... Re-Inventemos, descubramos nuestra ciudad encantada, habilitemos nuestros caminos y veredas para el senderismo, un senderismo que, sin coches ni motos sea cuidadoso con la

naturaleza. Y hagámoslo ya, impulsémoslo utilizando las nuevas tecnologías; es preciso y primordial también reunir la inmensa cantidad de estudios y documentación que entre todos conservamos para colgarla en una website de Internet: porque un pueblo que espera es un pueblo sin futuro… Mi abuelo me enseñó las cuatro reglas y algo de gramática; con él aprendí la magia de los dóndes, los cómos y los cuándos…: cuándo se ponen las cebollas, cómo se da principio a una carta, donde cultivar los tomates, dos y dos no son cuatro sino cinco menos uno, cuándo va a caer granizo, cómo saber si va a parir una coneja, cómo tapar las “ollas” semilleras para que no les afecten los traidores cristales del yelo... el abuelo me enseñó casi todos los Cuándos habidos y por haber y si se le olvidaba alguno venía la abuela y a ella sí que no se le pasaba nada: que si debíamos quitar el sapo de la patata, que si la llueca estaba a punto de “engüerar”, que si a los chorizos les hacía falta otro vaso de aguardiente, que si quien tropieza y no cae adelanta terreno... Hace unos días me dijeron que los políticos de turno han decidido cerrar la escuela del pueblo; si esta amenaza, si este disparate llegara a cumplirse sería una noticia triste, sería quizá la más triste de las noticias: porque un pueblo sin maestros es, sin duda, un pueblo muerto… Ahora me gustaría sugerir, a quien PUEDA o corresponda (por considerarlo importante y muy beneficioso), comprar alguna de las pocas casas de piedra originales que nos quedan, a la entrada, y rehabilitarla como oficina de información y museo; no como un humilde museo rural, con aperos y cacharos, sino “Pensado” con algo más de Ambición. Y hacer en ellas por ejemplo el “Centro de Interpretación de la Trashumancia ”, un sitio donde recuperar la memoria Tradicional de la ganadería, la vida de los pastores, el esquileo; y la agricultura de secano, la siega, la trilla, la molienda, o la apicultura… Sin olvidarnos de las sacas de madera de nuestros pinares, cuando se hacía con mulas, los gancheros, los resineros: “Como quieres que te quiera con chaqueta y pelerina con dos reales que gano cuando voy a la resina” que entonaba el venerable romanticismo de las tatarabuelas…No olvidemos (choznos) que la resina fue un elemento de supervivencia muy significativo tanto para nosotros como para las comunidades de estas sierras… Una vez soñé que habíamos pintado las calles de colores, cada casa de un color, o cada calle de una gama: la de los ocres, los rojos, los tierra, los cardenillos, los blancos y los verdes… Otra vez fantaseé con la posibilidad de recuperar incluso la aldea de Los Oteros, esa pequeña y antigua aldea que probablemente fuera el origen de nuestro pueblo y de cuyo proceso de desmantelamiento somos testigos y al que asistimos impasibles con un raro y absurdo privilegio… Porque podría crearse una escuela taller donde los estudiantes pasaran periodos vacacionales reconstruyendo alguna de sus casas, hasta tener varias y ofertarlas después, como se ha hecho en otras partes. ¿Es también un deseo imposible o irrealizable convertir la aldea en granja escuela para que sirva de albergue juvenil? ¿O en la aldea del @rte?... Sabemos que en Los Oteros hubo un templo donde se rindió culto a Isis, la romanizada diosa Egipcia, en el siglo III, según algunas inscripciones y capiteles por allí encontrados; y durante la época visigoda consta que en su lugar se fabricaron y vendieron buenos cristales… ¿Acaso pertenece también al reino de la ficción recuperar los huertos del “Riato”? ¿No cabría la posibilidad de alquilarlos o cederlos a quienes quisieran cultivar en ellos productos ecológicos, incluso trayendo familias de fuera? Yo os digo que tal vez sólo se trate de innovar la voluntad política, y trabajar para ello tanto desde las Instituciones como desde la generosidad de cada uno de nosotros. Quizá entonces fuera asequible. Desconozco si todavía existe una ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural; tampoco sé si se puede patentar la filosofía Slow (de la lentitud) y aplicarla con denominación de origen a esta localidad y a sus productos. Somos un pueblo longevo, nuestros mayores alcanzan los ochenta y los noventa años, llegando incluso a superar los cien. Pero no debemos olvidar que en España, ahora mismo, hay ya más de 3000 pueblos abandonados… y que en la próxima década está previsto que otros 5000 sean también desalojados. Aquí la media de edad supera los 60 años… esto significa que, de forma natural y si el pueblo no se renueva, en más o menos 20 años posiblemente aquí no quedará casi nadie… ¿Vamos a consentirlo? Yo, por supuesto, no dispongo de ninguna fórmula mágica, pero si tuviera alguna autoridad, alguna credibilidad,

organizaría un concurso de Ideas, os retaría a todos (autóctonos y foráneos) a discurrir y colaborar con propuestas que nos lleven a remedios prácticos... Es necesario atraer a la gente para que venga aquí y permanezca un tiempo o se quede para siempre; pero debemos ofrecerle algo. Y lo tenemos. Porque estamos inmejorablemente situados a dos horas de Madrid o de Valencia… Creemos reuniones festivas, como ésta; inventémonos la del vino y luego la del jamón y después la de la tortilla, y distribuyámoslas por todo el calendario. Hagamos una feria de la Primavera, con mermeladas y con quesos, y otra para la el tiempo de la Matanza con embutidos y mieles y jamones; y partiendo del axioma que afirma no haber bromas inocentes, fundemos el campeonato universal de “Subastao”, patentemos la copa intergaláctica de “Mus” o las olimpiadas de “tiro al plato… con huevos”, sin olvidar la Romería de Mayo, los Mayos, los moros y cristianos… Hagamos un festival de Cine emergente, y otro de Música étnica o de Magia, o la Fiesta del Libro de Ocasión…No sé. Tracemos, por ejemplo, el recorrido estatuario de un museo al aire libre sembrando los rincones perdidos, las esquinas, las fachadas, con esculturas que los adornen (2); y luego invitemos a todo el mundo pregonándolo en la red de redes para su general conocimiento y degustación. Llamemos a todo el orbe a compartir no solamente lo mucho que guardamos, sino aquello que aún podemos crear y mejorar. Pero oídme bien: nadie vendrá a darnos nada por las buenas. Sería ilusorio y suicida confiar en Nadie. Depende de nosotros; seremos nosotros (con el entusiasmo y el compromiso del cariño, y sacrificando a partes iguales tiempo y dinero), quienes debemos implicarnos y luchar por ello… Tampoco quisiera que mis percepciones me jugaran una mala pasada dando la equivocada sensación de que esta Fiesta pueda ser de las últimas, sino todo lo contrario: pienso que en ella debería recaer el compromiso de erigirse como una de las primeras del porvenir. Vosotros, los más jóvenes, estáis obligados a pensar, a pedir, a solicitar y demandar una y mil veces tanto la información como la gestión de nuestros recursos. Solamente así, con el trabajo y la ilusión más hermosa y juvenil sobrevivirá el pueblo… Sólo así nos salvaremos y podremos repetir alegremente nuestras Fiestas... Un apunte más: cómo me gustaría que en el pueblo hubiera una biblioteca, con sala de ordenadores y wi-fi libre (decía Lorca, el poeta Granadino, que si él tuviera hambre y estuviera en la calle desvalido no pediría un pan, pediría medio pan y un libro: porque los libros son maletas que contienen casi todo cuanto debemos saber sobre la vida, son muletas que nos ayudan y en las que podemos apoyarnos para superar sus difíciles caminos y escaleras). Si dispusiéramos de biblioteca podríamos consultar algún diccionario etimológico o abrir el Google y buscar la palabra Fiesta. Entonces aprenderíamos que Festum en latín es el plural de festa, de donde viene la palabra fiesta (festus), el rito social que todos asociamos a la diversión y al regocijo. Y ahora perdonadme, porque incluso siendo la voluntad buena, no se han de dar nunca, ¡jamás!, consejos. Yo nací, crecí y me maleduqué aquí, de modo que todos conocéis mis pocas virtudes y mis infinitas debilidades. Que la brevedad de estas notas sea mi disculpa. Parafraseando otra vez a nuestros antepasados, y, sin desmerecer a nadie, hagamos bueno y cumplamos su cantar: Fiestas hay en La Cierva y fiestas en Valdemoro, pero para buenas fiestas las de Cañada del Hoyo… ¡Que empiecen pues estas Fiestas de Agosto!. Bebamos y comamos y bailemos en la paz de la alegría. Disfrutemos ya de nuestras Fiestas.

Leopoldo Cerezuela 28/30 Julio 2012

(1) por cierto que se echa de menos una normativa donde se “ordene” la construcción de “naves” de chapa y cemento a la entrada; ya existe un polígono industrial en las Eras…* Desde mi ignorancia recomendaría plantar árboles delante de estas feas edificaciones; incluso al frente de la Residencia de Ancianos, pues su imagen también deviene, en mi opinión, como otra pequeña tragedia estética (sin por ello dejar de reconocer su indiscutible mérito y agradecer el bien social que representa). * Ay las Eras: abandonadas; igualmente y por desgracia y para siempre en ruinas- (2) éste podría ser un proyecto a largo plazo, de una grande y bella envergadura, en el que todos nos sentiríamos obligados a colaborar y que pronto se presentará al Excmo. Ayto. para su estudio y posible aprobación-