posmodernidad julio-agosto

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1 Un mundo en crisis Q ue la modernidad está en crisis parece obviedad decirlo. Los cambios en la escena global se suceden a una velocidad vertiginosa, y aunque lo mismo podrían decir nuestros abuelos, que vieron cambiar drásticamente el mundo en la primera mitad del siglo XX, o nuestros padres que presenciaron el surgimiento o la extinción de varios países en Asia y en África, incluso ellos estarán dispuestos a aceptar que lo que está ocurriendo en el mundo actual es una transformación de mucha mayor profundidad. A nivel político, el concepto mismo de Estado-Nación, tal como fue idealizado luego de la paz de Westfalia está desmoronándose entre el creciente poder de entidades regionales como las cortes internacionales, agentes financieros y organismos de la ONU, y la disolución interna de las comunidades políticas a manos del individualismo y la “diversidad” que reclaman trato diferencial para cada subdivisión posible de la sociedad. El mito liberal del contrato social y la soberanía popular se está derrumbando por su propia falsedad, y el proyecto de constituir un orden mundial afianzado en el poder militar, económico y cultural de Europa y Estados Unidos es desafiado por el movimiento del centro productivo hacia China y la sombra creciente de Rusia sobre Europa del este. A nivel social y cultural no es menos profunda la crisis. Si Marx hablaba de las contradicciones internas del capitalismo, podríamos hablar de las contradicciones internas de la modernidad para explicar que la posmodernidad se nos presente a la vez como una contestación a la modernidad y una exacerbación de sus caracteres. Occidente promueve la agenda de control natal y eugenesia que se supone había derrotado en 1945, alienta el abandono de la institución familiar a manos de una nueva cultura de la “diversidad sexual” que convierte las relaciones humanas en objeto de consumo, hijos incluidos. El laicismo aniquila todo rastro de catolicidad en Europa y América mientras promueve “espiritualidades” líquidas, fáciles de obtener y sin generar compromisos, y bajo este manto, el terrorismo islámico gana adeptos en las universidades europeas. En este escenario la voz de la Iglesia Católica palidece, no tanto por las fuerzas que buscan acallarla, sino por la renuencia de sus pastores a entrar en conflicto con el Mundo al proclamar las verdades eternas del Evangelio. Por eso en Posmodernidad hemos escogido la imagen del faro, cuya luz atraviesa las tinieblas brumosas del mar y recuerda a los navegantes perdidos a la deriva, que existe un puerto seguro en el cual pueden atracar. ACTUALIDAD N o 2 – mayo de 2015 Editorial El derecho de saber, juzgar y actuar Visite nuestro blog: posmodernidad.sanelias.org Contáctenos: [email protected] Tel: (1) 547 15 97 / Cel: 313 393 93 31 E l pasado abril se cumplió un año del inicio de la guerra civil en el este de Ucrania, entre las fuerzas ucranianas apo- yadas por la OTAN y las milicias rebeldes apoyadas por Rusia. Lo cierto es que no parece que la guerra esté cerca de su fin. Por el contrario, en otros países del este Europeo se siente la cercanía de la guerra y el temor ante el avance de Putin ha puesto a los estados de la ex esfera soviética a rear- marse. Lituania tiene a sus fuer- zas armadas en estado de alerta permanente, especialmente luego de que el ejército ruso realizara ejercicios militares en la fronte- ra. A su vez, Polonia ha abierto la puerta a la constitución de aso- ciaciones de civiles armados, con derecho a recibir entrenamiento militar, como forma de preparar- se ante una posible invasión rusa. Vientos de guerra en Europa del Este

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Posmodernidad es el relato de un mundo en crisis, es el testimonio vivo de un proyecto utópico que se derrumba ante nuestros ojos. Es la denuncia enérgica de la demolición organizada de nuestra civilización y una invitación a no dejarse arrastrar por la corriente que amenaza con llevarnos al abismo.

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Un mundo en crisis

Que la modernidad está en crisis parece obviedad decirlo. Los cambios en la escena global se suceden a una velocidad vertiginosa, y aunque lo mismo podrían decir nuestros

abuelos, que vieron cambiar drásticamente el mundo en la primera mitad del siglo XX, o nuestros padres que presenciaron el surgimiento o la extinción de varios países en Asia y en África, incluso ellos estarán dispuestos a aceptar que lo que está ocurriendo en el mundo actual es una transformación de mucha mayor profundidad.A nivel político, el concepto mismo de Estado-Nación, tal como fue idealizado luego de la paz de Westfalia está desmoronándose entre el creciente poder de entidades regionales como las cortes internacionales, agentes fi nancieros y organismos de la ONU, y la disolución interna de las comunidades políticas a manos del individualismo y la “diversidad” que reclaman trato diferencial para cada subdivisión posible de la sociedad. El mito liberal del contrato social y la soberanía popular se está derrumbando por su propia falsedad, y el proyecto de constituir un orden mundial afi anzado en el poder militar, económico y cultural de Europa y Estados Unidos es desafi ado por el movimiento del centro productivo hacia China y la sombra creciente de Rusia sobre Europa del este.A nivel social y cultural no es menos profunda la crisis. Si Marx hablaba de las contradicciones internas del capitalismo, podríamos hablar de las contradicciones internas de la modernidad para explicar que la posmodernidad se nos presente a la vez como una contestación a la modernidad y una exacerbación de sus caracteres. Occidente promueve la agenda de control natal y eugenesia que se supone había derrotado en 1945, alienta el abandono de la institución familiar a manos de una nueva cultura de la “diversidad sexual” que convierte las relaciones humanas en objeto de consumo, hijos incluidos. El laicismo aniquila todo rastro de catolicidad en Europa y América mientras promueve “espiritualidades” líquidas, fáciles de obtener y sin generar compromisos, y bajo este manto, el terrorismo islámico gana adeptos en las universidades europeas. En este escenario la voz de la Iglesia Católica palidece, no tanto por las fuerzas que buscan acallarla, sino por la renuencia de sus pastores a entrar en confl icto con el Mundo al proclamar las verdades eternas del Evangelio.Por eso en Posmodernidad hemos escogido la imagen del faro, cuya luz atraviesa las tinieblas brumosas del mar y recuerda a los navegantes perdidos a la deriva, que existe un puerto seguro en el cual pueden atracar.

ACTUALIDAD

No 2 – mayo de 2015

Editorial

El derecho de saber, juzgar y actuar

Visite nuestro blog: posmodernidad.sanelias.orgContáctenos: [email protected]: (1) 547 15 97 / Cel: 313 393 93 31

El pasado abril se cumplió un año del inicio de la guerra civil en el este de Ucrania,

entre las fuerzas ucranianas apo-yadas por la OTAN y las milicias rebeldes apoyadas por Rusia. Lo cierto es que no parece que la guerra esté cerca de su fi n. Por el contrario, en otros países del este Europeo se siente la cercanía de la guerra y el temor ante el avance de Putin ha puesto a los estados de la ex esfera soviética a rear-marse. Lituania tiene a sus fuer-zas armadas en estado de alerta permanente, especialmente luego de que el ejército ruso realizara ejercicios militares en la fronte-ra. A su vez, Polonia ha abierto la puerta a la constitución de aso-ciaciones de civiles armados, con derecho a recibir entrenamiento militar, como forma de preparar-se ante una posible invasión rusa.

Vientos de guerra en Europa del Este

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SOCIEDAD Y CULTURA

Pórtense bien, no sean imprudentes, tengan bien presente que el Fiscal General, Eduardo Montealegre, nos está vigilando.

No sean como la ex contralora Sandra Morelli, que se atre-vió a indagar en el oscuro pasado del Fiscal como asesor jurídico

de Saludcoop, la EPS que habría desviado 1,4 billones de pesos de recursos de la salud. Por tamaña imprudencia, la funcionaria se ganó la

apertura de un sinnúmero de indagaciones preliminares, hasta que la Fis-calía, con una celeridad que la Checa soviética envidiaría, consiguió imputarle cargos por la primera mácula que encontró en su gestión. Dicen que la curiosidad

mató al gato, y en esta ocasión, la curiosidad de la contralora sobre la asesoría prestada por Eduardo Montealegre le signifi có salir del país, huyendo de las jaurías que el Fis-cal lanzó en su búsqueda.

No sean como Óscar Iván Zuluaga, que estuvo a punto de arrebatarle la presidencia a Santos, con la promesa de suspender los diálogos con las FARC. Semejante osadía no podía pasar impune, así es que faltando una semana para las votaciones, la Fisca-lía intervino su campaña y fi ltró a la Revista Semana, de propiedad de la familia del presidente, un video en el que el candidato presidencial recibía información de infi l-traciones a los correos de los negociadores en La Habana. Poco importa que la página dialogosavoces.com sólo tuviese información de público conocimiento, que el perita-je técnico del Ministerio de Defensa no encontrara ninguna infi ltración a los correos,

o que se haya demostrado que el audio del video había sido manipulado y editado para modifi car los diálogos, la respues-ta de la Fiscalía fue abrir investigación contra la empresa que encontró las pruebas de la edición del video. Ahora, Zuluaga sabe que debe portarse bien, de lo contrario basta una palabra del Fiscal Montealegre para poner a su hijo tras las rejas.

No sean como el magistrado Pretelt, que se convirtió en una piedra en el camino de la “paz”, al conceptuar que el proceso de La Habana no puede contemplar impunidad para

los guerrilleros. Es cierto que el magistrado tiene fuero y sólo puede ser investigado y juzgado por el Congreso de la República, pero eso no es obstáculo para el Fiscal Mon-tealegre: si no puede abrir investigación contra el magistrado, la abre contra su esposa. Igual, el mensaje es el mismo.

Así que ya saben, no sigan el ejemplo de estas personas, no cometan osadías e imprudencias contra el régimen en el poder y su agenda de “pacifi cación” nacional. No se atraviesen en el camino del Fiscal, ni despierten su ira, porque su venganza es pronta e implacable. Nuestro Dzerzhinski no descansa en proteger la revolución de toda desviación o disenso.

Pórtense bien, el Fiscal Montealegre

nos vigilaPor Jesús Herrera / Universidad del Rosario

“El hombre inteligente levanta la cabeza para admirar y para ado-rar; el hombre mediocre alza la cabeza para burlarse: todo cuanto lo supera le parece ridículo; el infi-nito le parece la nada”.

Ernest Hello

vió a indagar en el oscuro pasado del Fiscal como asesor jurídico de Saludcoop, la EPS que habría desviado 1,4 billones de pesos de

recursos de la salud. Por tamaña imprudencia, la funcionaria se ganó la apertura de un sinnúmero de indagaciones preliminares, hasta que la Fis-

calía, con una celeridad que la Checa soviética envidiaría, consiguió imputarle

el Fiscal Montealegre nos vigila

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NOVUS ORDO MISSAE Y DOGMATICA ETERNA

El paso de la misa establecida en el concilio de Trento, a la misa de Pablo VI implica un cambio que involucra también a la doctrina.

Un enfoque un poco más ligero que la saca del dogmatismo claro y diáfano de la sagrada liturgia.

Este cambio tiene sus raíces en el arqueolo-gísmo litúrgico alemán propiciado por Otto Cassel, entre otros, y condenado en la Encíclica Mediator Dei de Pio XII. En este marco podemos encontrar similitudes prácticas con el esquema luterano de la llamada “cena del Señor”, en la cual se da la comunión bajo las dos especies, se hace en len-gua vulgar, y el canon de la misa debe decirse en voz audible.

También es posible hallar similitudes a los re-formadores del siglo XVI en el desprecio hacia la mal llamada “misa privada”, a la cual Martin Lu-tero llamaba despectivamente “abominable misa rinconera” (Winkelmesse).

Etimológicamente existe una incongruencia con el uso del término “misa privada”, pues el sig-nificado de la palabra nos remite al griego leiton ergon, que tiene por significado acto público; pues

Por Andrés Muñoz / Pontificia Universidad Javeriana

todas las oraciones de la misa son de carácter universal, donde se hace alusión y se halla comu-nión con la Iglesia purgante militante y triunfante. Es de notar, por ejemplo, el uso de la expresión “el Señor esté con vosotros” (Dominus vobiscum) en las misas que celebra el sacerdote de forma “privada”.

Ante este cambio Litúrgico aprobado por Pa-blo VI podemos preguntarnos sin sorprendernos, ¿Por qué han sido removidos o cambiados algu-nos elementos que eran reconocibles a la psique humana occidental?, el caso de genuflexiones, la unión de pulgar e índice después de la consagra-ción, y el silencio reverente y sublime del canon romano.

Este esquema democrático de misa ha afec-tado los hondos dogmas de la Sacrosanta Iglesia de Jesucristo en materia litúrgica, pues existe la tendencia a eliminar la barrera entre sacerdocio universal (bautizados) y sacerdocio ministerial (presbítero ordenado). Esta tendencia se hace evidente en algunas disertaciones teológicas mo-dernas, en las cuales se aduce que el sacerdocio ministerial no existe, sino solamente el “presbite-rado”, una mera vocación al servicio.

Esta mentalidad no es más sino el resultado de una honda ruptura (en parte litúrgica) que pre-tende homogeneizar al sacerdote presidente, que intercede ante los hombres de un modo similar a Moisés con el pueblo escogido, para hacerlo uno más entre el pueblo de Dios. Es de notar que en la misa aprobada por Pablo VI se eliminan algunos aspectos que diferenciaban los tiempos del sacer-dote y del pueblo: Es el caso del momento de la comunión, y del “Yo confieso” (Confiteor), por lo cual el sacerdote ya no puede decir “el Señor per-done vuestros pecados” si no “El Señor perdone nuestros pecados”; el sacerdote se convierte en uno más del montón. Bajo esta lógica, el sacerdo-te no podría tener el título de “ consagrado” pues etimológicamente significa “apartado”.

Para terminar es conveniente solo hacer una pequeña reflexión, es el momento de sentirse orgullosamente católico buscando en nuestras profundas tradiciones la alegría del alma, y poder desechar todo aquello que denigre y nos saque de ese camino.

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Dos modos de ver la vida del campo

AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES

Seis de la tarde. La faena diaria está terminada. La noble tranquilidad de la at-mósfera envuelve los vastos los campos, convidando para el reposo y el recogimiento. Un crepúsculo color de oro transfi gura la naturaleza, haciendo brillar en todas las cosas un refl ejo lejano y suave de la inexpresable majestad de Dios. Se oye el repicar del Angelus, amortiguado por la distancia.

Es la voz cristalina y material de la Iglesia, que invita a la oración. Rezan los campesinos. Son dos jóvenes cuya apariencia manifi esta a un tiempo salud y hábito ya antiguo de trabajo manual. Sus trajes son rústicos. Pero en todo su ser trasluce la pureza, la elevación, la natural delicadeza de almas profunda-mente cristianas.

Su condición social modesta es como que transfi gurada e iluminada por su piedad, que impone respeto y sim-patía. En sus almas brillan los rayos dorados del sol, pero de un sol mucho más alto por todos los títulos: la gracia de Dios. Verdaderamente, su belleza de alma es el centro del cuadro, el punto más alto de la emoción estética. Es lin-da la naturaleza, pero ella no sirve sino de ambiente para la manifestación de la

belleza de esas almas reunidas por el Hijo de Dios Nada en estos campesinos indica des-asosiego o malestar. Ellos son enteramente acordes con su medio, su profesión, su clase. ¿Qué otra dignidad, que otra ventura podría desear este matrimonio?

Millet reunió admirablemente en su lienzo los elementos necesarios para que se com-prenda la dignidad del trabajo manual, en la atmósfera placida y feliz de la verdadera virtud cristiana.

* * *

Catolicismo N. 9 – Septiembre de 1951

Iglesia, que invita a la oración. Rezan los campesinos. Son dos jóvenes cuya apariencia manifi esta a un tiempo salud y hábito ya antiguo de trabajo manual. Sus trajes son rústicos. Pero en todo su ser trasluce la pureza, la elevación, la natural delicadeza de almas profunda-mente cristianas.

como que transfi gurada e iluminada por su piedad, que impone respeto y sim-patía. En sus almas brillan los rayos dorados del sol, pero de un sol mucho más alto por todos los títulos: la gracia de Dios. Verdaderamente, su belleza de alma es el centro del cuadro, el punto más alto de la emoción estética. Es lin-da la naturaleza, pero ella no sirve sino de ambiente para la manifestación de la

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AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES Por Plinio Corrêa de Oliveira

No todos los momentos de la vida del campo son así. Millet retrató, en lo que llama-ríamos una instantánea feliz, un momento culminante de belleza material y moral. Pero su cuadro tiene el mérito de enseñar a los hombres a ver, dispersos en la rutina de la exis-tencia rural cotidiana, los refl ejos genuinos y frecuentes de esta fi sonomía cristiana de las almas y de las cosas en un ambiente verdaderamente vivifi cado por la Santa Iglesia.

La actitud de espíritu de Millet, que comunica a quien contempla su obra prima, esta vuelta hacia Dios, y hacia los refl ejos de la belleza espiritual y material que El proyecta en la Creación. Una critica psicológica del cuadro, para ser exacta, debería deplorar apenas algún exceso de sentimentalismo.

* * *¿Se podría hacer el mismo elogio del cuadro de Yves

Alix, también inspirado en la vida de los campos “Le Maitre des moissons”?

El autor no percibió, no sintió, no aceptó en su visión del trabajo agrícola nada de aquello por lo que se torna dig-no de ser practicado por un hijo de Dios. En este cuadro no fue el espíritu que dominó a la materia y la ennobleció. Fue la materia que penetró el espíritu y lo degradó. El trabajo material imprimió en los cuerpos una brutalidad por así decir facinerosa.

Las fi sionomías exhalan un estado de espíritu que re-cuerda la taberna y el campo de concentración. Si los perso-najes del segundo plano no pareciesen de tal manera endu-recidos, si fuesen capaces de llorar, sus lágrimas serian de hiel. Si fuesen capaces de gemir, sus gemidos serían como el rechinar de engranajes. La tristeza, la maldad, la cacofo-nía de los colores, de las formas y de las almas se exhala por la voz del personaje del primer plano. No se sabe bien lo que exclama, si una amenaza, o una blasfemia.

Yves Alix reunió y exageró y deformó hasta el delirio los aspectos por donde el trabajo es una expiación y un sufrimiento, y la tierra un exilio; expresó con una fi de-lidad meticulosa – y casi entusiasmada – lo que en el alma humana hay de más atroz y más bajo, para presentar el conjunto como aspecto real y normal de la vida cotidiana, espiritual y profesional del trabajador.

Por esto, mientras de la obra prima de Millet se eleva una oración, de la pesadilla de Yves Alix se desprende un mal aliento de revolución.

Si Dios permitiese a los ángeles embellecer la tierra y la vida, ellos lo harían en el sen-tido de volver más frecuentes, más duraderos, más bellos los aspectos que Millet procuró observar y reunir. Si permitiese a los demonios desfi gurar a los hombres y a la creación, estos presentarían, en el alma y en el cuerpo, y en los aspectos de las cosas, personajes y ambientes como los del cuadro de Yves Alix.

* * *

lidad meticulosa – y casi entusiasmada – lo que en el alma humana hay de más atroz

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F undada en 1971 para fusionar cristianismo y mar-xismo, la Teología de la Liberación fue condenada por la Iglesia. Después de la caída del comunismo,

se “recicla”, asumiendo las nuevas ideologías ecologistas y LGBT. Y hoy en día parece haber encontrado un nuevo crédito, incluso dentro de los muros del Vaticano. Aunque Julio Loredo, en el libro recientemente dedicado a ella, la defina “un salvavidas de plomo.” En esta entrevista, explica por qué.

Leonardo Boff, de 76 años, brasileño, es un ex sacer-dote franciscano que se “autoredujo” –como escribe en su blog– al estado laical antes de la inevitable intervención del Vaticano, que puntualmente llegó. Boff es un “gran hombre” de la Teología de la Liberación, que no ha deja-do de cultivar, aunque condenado por la Iglesia e incluso después de arrojar la sotana. Arrojada a su manera, por supuesto. Esto es, por su propia admisión, continuando a “celebrar” bautismos, matrimonios, los sacramentos en general, aunque ya no tenga autoridad para todo eso.

Hace unos meses Boff volvió a la primera plana de la prensa italiana por haber declarado a la agencia de noti-cias ANSA, que había enviado al papa Francisco material para su próxima encíclica, como él mismo papa le había pedido. También hace un año Boff dijo que le había es-crito, siempre detrás de su solicitud, para abogar una vez más a favor de la “causa” de un Concilio Vaticano III.

Es suficiente este dato para entender cómo la Teología de la Liberación de ninguna manera está muerta. Al con-trario, sus “profetas” no pierden oportunidad para difun-dirla por todas partes. Incluso presumiendo de crédito. El hablador Boff ha dicho a los periódicos que él considera que el Papa viene “del caldo de la Teología de la Libe-ración latino-americana, atribuyéndole “una verdadera revolución en los hábitos y en los comportamientos de la Iglesia”, y recordando cómo el Papa quiso encontrarse con el fundador de la Teología de la Liberación, Gustavo Gutiérrez, y su exponente más conocido, Arturo Paoli.

Por lo tanto, hoy en día, de la Teología de la Libera-ción se puede y se debe seguir hablando. Por qué sigue siendo un peligro, un riesgo, una tentación presente en la Iglesia, a pesar de todo.

“Roma locuta”, pero la causa parece cualquier cosa

Teologia della Liberazione

“la Teología de la Liberación no es más que la

radicalización del Modernismo”

menos “terminada”. ¿Cómo es eso? Se lo preguntamos a Julio Loredo, autor del libro recientemente publicado con el título Teología de la Liberación – Un salvavidas de plomo para los pobres, publicado por Cantagalli.

La Teología de la Liberación empezó a difundirse rápidamente en 1971 con la publicación del libro homó-nimo de Gustavo Gutiérrez. En 1979, durante la Tercera Asamblea General de la Conferencia Episcopal de Amé-rica Latina-CELAM, celebrada en México, el Papa Juan Pablo II hizo varias intervenciones que desautorizaron algunos aspectos de esta doctrina. Sin embargo, ciertos pasajes que se podían interpretar de diversas maneras, el silencio sobre ciertos aspectos del credo revolucionario y la falta de una verdadera condenación provocaron que el mensaje papal no lograra bloquear totalmente su camino.

En 1984 llegó la Instrucción “Libertatis Nuntius”, firmada por el cardenal Joseph Ratzinger en la cual se condenó, incluso con tonos muy fuertes, algunos puntos clave de la Teología de la Liberación, como el uso del análisis marxista, la perspectiva temporal e historicista de la religión y la práctica subversiva. Fue entonces cuando el futuro Benedicto XVI definió el comunismo una “ver-güenza de nuestro tiempo”.

Mas dos años después vio la luz la Instrucción “Li-bertatis Conscientia”, con un tono muy diferente, tanto como para enfatizar aspectos positivos de la Teología de la Liberación. El clima, sin embargo, había cambiado: el colapso del socialismo real, con el que la Teología de la Liberación estaba en simbiosis, marcó también su fin, al menos en su forma original.

Después de un cuarto de siglo, por sorpresa, aquí está, solemnemente “liberada de la aduana” (este es el término utilizado) por el mismo Vaticano.

Se habla de una “nueva primavera”, favorecida tam-bién por la elección del primer Papa latino americano. Gustavo Gutiérrez fue recibido en audiencia por el Papa. Hasta el Osservatore Romano dedicó a la Teología de la Liberación dos páginas completas llenas de elogios. Se celebró en el Vaticano el Encuentro Mundial de los movi-mientos populares, que reunió a las siglas de la izquierda alineadas con la Teología de la Liberación. De una de sus figuras expresivas, Mons. Oscar Romero, fue aprobado el

Entrevista

Fuente: Radici Cristiane N ° 102 – marzo 2015, por Mauro Faverzani

Entrevista

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proceso de beatificación. Todo esto plantea serias preocu-paciones, sobre todo por el uso instrumental que de eso se pueda hacer, en apoyo de la extrema izquierda.

En su libro usted define la Teología de la Liberación un “salvavidas de plomo para los pobres”: ¿por qué?

Sus partidarios la presentan como una teología “de los pobres para los pobres”, es decir la única que favorecería el bienestar para ellos, “liberándolos” de toda explota-ción. Esto es una mentira. Un estudio, incluso superficial, muestra que donde se han aplicado sus postulados, el re-sultado ha sido un aumento dramático de la pobreza y de los problemas sociales. No es, por lo tanto, una opción preferencial para los pobres cuanto para la propia pobre-za. Por otra parte, habla de “libertad”, pero, en los hechos, se alinea con las dictaduras, siempre que sean comunistas. Para ello, el teólogo jesuita Horacio Bojorge acuñó la fra-se, que yo uso en el subtítulo de mi libro, “salvavidas de plomo.” Lejos de ayudar a los pobres, la Teología de la Liberación los hunde. Se trata entonces de una corriente teológicamente herética y políticamente perjudicial.

En una época en la que la historia ha decretado cla-ramente la derrota del comunismo, ¿cómo es posible seguir creyendo en una corriente de pensamiento, que propone “introducir el marxismo en la teología”?

Respondo en dos niveles. En primer lugar, debemos reconocer con pesar que no pocos personajes católicos, incluso prelados de la Curia, todavía hoy proponen el marxismo como método válido de análisis para satisfa-cer las necesidades de los pobres. Por otra parte, ya en 1989, previendo la caída del comunismo, los mismos teó-logos de la liberación empezaron a deshacerse de él, sus-tituyéndolo con ideologías más adecuadas para la nueva era revolucionaria. De este esfuerzo nació una plétora de “nuevas” teologías de la liberación, insertas en la revolu-ción cultural moderna: teología negra, teología feminista, teología gay, teología ecológica, teología lésbica y así su-cesivamente. Es decir, entran en simbiosis con los nuevos movimientos revolucionarios, como las lobby LGBT.

Quien dijo que el comunismo y el Reino de Dios eran esencialmente lo mismo, fue Leonardo Boff, que se decla-ró muy cercano al Papa…

El ex fraile franciscano brasileño Leonardo Boff, uno de los fundadores de la Teología de la Liberación, en re-petidas ocasiones ha públicamente manifestado su apoyo al Papa Francisco. La última con motivo del artículo de Vittorio Messori en el Corriere della Sera, en el cual el co-nocido escritor manifestó respetuosamente algunas preocu-paciones acerca del actual pontificado. Ya son muchos los teólogos de la liberación, que han expresado disposiciones similares. Y eso me preocupa. Boff, que convive con su ex secretaria, una mujer casada y con seis hijos, es promo-tor de la Ecoteología de la liberación, de matriz panteísta. Sería realmente absurdo que sus ideas encuentren lugar en una encíclica papal. Dicho esto, Boff tiene razón al creer que el papa Francisco encaja en la versión argentina de la

Teología de la Liberación, llamada “populista”, y no en la marxista, representada por el mismo Boff. Esta versión ar-gentina tiene connotaciones que la diferencian de las otras versiones en aspectos no secundarios.

En su opinión, hoy en día, ¿la Teología de la Libe-ración tiene algo que ofrecer a la Iglesia?

Voy a ser muy franco. Si realmente debemos ver en ella algo positivo, quizás sería su énfasis en la acción con-creta, incluso política, como parte integral de la práctica de la fe, algo hoy descuidado por muchos movimientos –excelentes en otros aspectos– que quisieran ver a los ca-tólicos confinados en las sacristías o en la vida privada. Lástima que la acción propuesta por la teología de libera-ción, sea la antítesis de la doctrina católica. Incluso, no es una contribución original de la Teología de la Liberación. Era parte del ser católico, hasta que, a mediados del siglo pasado, se empezó a eliminar el carácter militante de la Iglesia. Hemos pasado de la militancia a los testimonios y de éstos a la presencia, que, como sabemos, es la antesala de la ausencia. ¿Podemos maravillarnos si los malos se han aprovechado de este vacío?

¿La Teología de la Liberación es el problema? O es orgánica y absorbida por la más amplia herejía secta-ria del Modernismo?

En mi libro muestro cómo la Teología de la Libera-ción no es más que la radicalización del Modernismo a través de las versiones extremas de la llamada Nouvelle théologie. Como ya antes, el Modernismo fue una radica-lización del catolicismo liberal y democrático. Estamos frente a un proceso histórico revolucionario, que conlleva consecuencias cada vez más extremas a partir de los axio-mas igualitarios y liberales sobre los que se basa. Por otra parte, como lo admite el mismo Ernesto Buonaiuti, des-pués de todo, el Modernismo se ha quedado en un círculo bastante limitado de intelectuales. Los errores modernis-tas y neo-modernistas, en cambio, se han difundido en la Iglesia a raíz de los cambios culturales que se produjeron en el siglo XX, contaminando grandes sectores de la Ac-ción Católica y del laicado. El análisis de estos factores culturales en el aumento de las herejías de hoy es un punto fundamental de mi libro.

¿Considera que la Teología de la Liberación es un movimiento destinado a apagarse de forma espontá-nea o cree que cada católico tiene el deber de luchar contra ella?

Esperar que el mal salga espontáneamente me parece, en cualquier caso, la mejor manera de dejarle el camino libre y de renunciar a las promesas bautismales. Además debemos considerar que la Teología de la Liberación se inserta en un proceso histórico que continúa, sin que la parte católica levante barreras significativas. Este silencio ensordecedor por parte de no pocas autoridades eclesiás-ticas frente a la terrible revolución que se está realizando, se configura tal vez como el aspecto más apocalíptico de la situación actual.

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explorando la

historiaexplorando la

historiaAGUALONGO,

modelo de realista y católico

E n la historia de Colombia pocas fi guras han sido tan ignoradas como la de Agustín Agua-longo, el caudillo realista que lideró a los indios de Pasto en la resistencia contra los

insurrectos de Bolívar y Nariño. Después de resistir por 14 años luchando por Dios

y defendiendo sus amados Reyes Católicos, y en un grito fi nal exclamar “¡Viva el Rey!”, las fuerzas re-alistas cayeron en manos del odio y la carnicería de los revolucionarios, quienes mataron, no sólo a los militares, sino también a las mujeres y niños, bajo la orden de Bolívar de “no dejar a uno solo vivo”. Este fue el castigo por haber sido el pueblo colombiano más feroz, leal y que resistió más a la embestida re-volucionaria.

Guerra sin tregua a los republicanos, reconquistan-do la ciudad de San Juan de Dios de Pasto varias ve-ces y que mantuvieron a Simón Bolívar dos años sin poder seguir hacia Ecuador y los países del sur donde lo esperaban. Los historiadores terminaron recono-ciendo como “la Vendeé suramericana” a esta gesta del pueblo pastuso. Fue en venganza que a estas tie-rras “pastusas” le colocaron el apellido del “precursor Nariño”, por las humillaciones que los revolucionarios sufrieron en batalla frente el ejército realista pastuso.

Terminado el combate en Ibarra – Bolívar ordenó a Sucre la reconquista de Pasto con la consigna de barrer de la faz de la tierra su “raza infame”. El 24 de diciembre de 1822 cayó la ciudad. Los excesos fueron terribles, la masacre horrenda: no se respetó ni la san-tidad de los templos. En esa noche de Navidad y en los días siguientes cayó sobre la dolorida población lo peor de la naturaleza humana y lo peor de las tropas asesinas venidas de los llanos de Aragua y Casanare.

El valor del pueblo pastusoFueron los indios más fi eles y corajosos defen-

sores de la monarquía española; lucharon solos,

Por Camilo Méndez / Universidad U.D.C.A.

muchas veces sin más armas que lanzas y piedras, sostenidos por la Fe que les inspiraba su Generala (La Virgen de las Mercedes, gobernadora de la ciudad). Eran excepcionales: sin tener vida de cuartel, ni adies-tramiento militar, guardaban las armas en sus moradas y el invencible Agualongo los congregaba para hacer frente al enemigo cuando las campanas tocaban a reba-to. Los milicianos pastusos se agrupaban en compañías por familias, por veredas, o por ofi cios. Detrás de los combatientes iban las mujeres y los jóvenes con la comida, la chicha y el aguardiente. Al terminar el com-bate retornaban a sus hogares a reponer fuerzas para el siguiente.

En 1824. Mosquera derrota a Agualongo en Bar-bacoas, pero recibe un tiro en la cara que lo marcó de por vida. Preso en Popayán, Agualongo es condenado a muerte. Fiel a Dios y a la Corona Española no le valie-ron persuasiones para que salvara su vida apoyando la independencia.

Su última voluntad fue que no se le fusilara por la espalda. “¡Viva el Rey!” fueron las últimas palabras del bizarro paladín que encarnó la tenacidad y el coraje de su raza muriendo como General, título que ya le había sido designado desde España.

Virgen de las Mercedes