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Naci en Cockermouth en 1770; muri en Rydal Mount en 1850. Esel ms importante de los poetas lakistas del prerromanticisrao ingls. En1 7 9 3 hizo sus primeras publicaciones: The Evening Walk y DescriptiveSketches of a Pedestrian Tour in the Alps. ntimo amigo de Coleridge, stedecidi su vocacin literaria, publicando juntos en 1798 el tomo LyricalBallads, que contiene algunos de los mejores poemas de ambos y que
constituye un jaln capital en la historia de la poesa inglesa. Pronto fa-moso, y cada vez ms le do, en 1843 sucedi a Southey en el ttulo dePoeta Laureado. Entre sus obras principales: Lyrical Ballads with Pastoraland other Poems, 18021805; Poems, 1807; A Topographical Description ofthe Country of the Lakes, in the North of England, 1809; The Excursion,1814; Poems in cludin g Lyric al Ballads with Additional Poems, 1815; TheWhite Doe of Rylstone , 1815; Thanksgiving Ode, 1816; Peter Bell, 1819;The Waggoner, 1819; The River Duddon, 1820; Vaudracour and Jolis andother Poems, 1820; Miscellaneous Poems, 1820; Memorials of a Tour on theContinent, 1822; Ecclesiastical Sonnets , 1822; Yarrow revisited, 1835; Poems,1842; The Prelude, or Growth of a Poet's mind: an Autobiographical Poem,1850; The Recluse, obra postuma, 1888.
WILLIAM WORDSWORTH
VERSOS ESCRITO S VARIAS MILLAS ARRIBA DE LAA B A D A DE T IN TER N
Cinco aos han pasado; cinco estos, y con ellos cinco largosinviernos; y de nuevo oigo estas aguas, fluyendo de sus manan-tiales rupestres con un suave murmullo... Una vez ms contemplo estos riscos escarpados y altivos, que con su escenario re-cluso inspiran pensamientos de una reclusin an ms profunda,acordando el paisaje con la quietud del cielo. Lleg el da enque de nuevo me es dado descansar aqu, al pie de este oscurosicmoro, y ver esas manchas que forman los jardines de las caSas campestres, los huertos que, en esta estacin, con sus frutos
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168 WILLAM WORDSWORTH
an no maduros, aparecen vestidos de verdor, rodeados de hr-
ques y malezas. I na \ez ms contemplo estos setos vivos qnl
ms que de mano del hombre parecen obra espontnea de U
espesura ensilvecida; estas granjas pastoriles, verdes hasta la
puerta misma, con espirales de humo que se elevan silenciosa,mente entre los rboles, vacilantes, como seran las de las born*
ras de Jos nmadas en los bosques despoblados, o de un ermitao
sentado en soledad junto al fuego que arde en su espelunca.
Estas formas de belleza, a travs de una larga ausencia, no han
sido para m como un paisaje a los ojos de un ciego. A menudo,
y en medio del estrpito de las villas y ciudades, les he debido,
en momentos de cansancio, dulces sensaciones, sentidas en la
sangre y en el fondo del corazn; que hasta pasaban confortn
dolo serenamente, a lo ms puro de mi espritu: sentimientos
tambin de placer no recordado, capaces sin duda de ejercer
una influencia ni leve ni trivial sobre esa parte mejor de la vida
del hombre: sus actos menudos, annimos, olvidados, de bon
dad y de amor. Y a ellos tambin acaso deba otro don an ms
sublime: ese bendito estado del nimo en que el fardo del miste
rio, la carga pesada y abrumadora de todo este mundo ininteligible que grava nuestros hombros es aligerado; ese estado de
nimo bienaventurado y sereno en que el afecto nos hace dulce
mente proseguir adelante, hasta que, suspenso casi el alentar de
este armazn corporal y aun el movimiento de nuestra sangre
humana, reposamos, dormido el cuerpo, y nos convertimos en un
alma viviente; en que con los ojos aquietados por el poder de la
armona, y el podero profundo del gozo, vemos la vida de las
cosas.Aunque esto fuera slo una creencia vana, no obstante, con
qu frecuencia, en las tinieblas y en medio de las formas mlti
ples del da triste, cuando el bullir agitado c intil, v la fiebre
del mundo opriman los latidos de mi corazn, con qu frecuen
cia me he vuelto hacia ti en espritu, oh Wye agreste, que vagas
a travs de los bosques, con qu frecuencia mi espri tu se "havuelto hacia ti!
Y ahora, con vislumbres de un pensamiento medio extinto,con tantas percepciones dbiles y opacas, y una melanclica perplejidad, revive una vez ms el cuadro del espritu: mientras
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VERSOS 169
er presente, sino con los pensamientos placenteros de que
l'aCatante contiene vida y alimento para los aos futuros,
'me atrevo a esperar, aunque distinto sin duda de lo que era
ando Por vez P r io r a vin e a estas montaas, cuando brinca
ba como un corzo por tus breas, junto a los ros profundos ylos arroyos solitarios, dondequiera que la naturaleza me lleva-
ha ms como un hombre que huye de algo que teme que como
miien busca algo que le atrae. Pues la naturaleza entonces (ya
dos los placeres ms toscos de los das de mi infancia y sus ale
gres impulsos animales) estaba para m toda en tod o... No pue
do describir lo que yo era entonces. La catarata sonora me obse
sionaba como una pasin; la alta pea, la montaa y el bosqueprofundo y sombro, sus colores y sus formas, eran entonces para
m una apetencia: un sentimiento y un amor que no necesita
ban un encanto ms remoto procurado por el pensamiento, ni in
ters alguno ajeno a los ojos. Aquel tiempo pas, y todas sus pun
zantes alegras ya no existen, ni el vrtigo de sus xtasis. No es
eso lo que aoro, ni por lo que suspiro y me quejo; otros dones
han venido luego, compensacin sobrada a semejante prdida.Pues he aprendido a contemplar la naturaleza, no como en el
tiempo de la juventud irreflexiva, sino oyendo a menudo la m
sica queda y triste de la humanidad, ni spera ni estridente, aun
que con fuerzas suficientes para imponerse y subyugar. Y he
sentido una presencia que me perturba con el goce de pensa
mientos elevados; la sensacin sublime de algo mucho ms pro
fundamente difuso, cuya morada es la luz del sol poniente y elrotundo ocano y el aire vivaz y el cielo azul y el espritu del
hombre; un movimiento y un espritu que impulsa todas las co
sas pensantes, todos los objetos del pensamiento, y fluye a tra-
Ves de todas las cosas. Soy, pues, todava amigo de las praderas,
bosques y montaas; de cuanto contemplamos desde esta verde
tierra; de todo el mundo inmenso de los ojos y los odos, lo mis-
1110de lo que perciben que de lo que a medias crean; contento
_e reconocer en la naturaleza y el lenguaje de los sentidos elcra de mis ms puros pensamientos, la nodriza, el gua, el
^stodio de mi corazn y el alma de mi ser moral entero.
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170 WILLIAM WORDSWORTH
da, amiga querida entre todas; y en tu voz oigo el lenguaje de mi
corazn de antao, y leo mi jbilo de antao en la luz resplande-
ciente de tus ojos zahareos. Ah, pueda todava algn tiempo
contemplar en ti lo que fui antes, hermana ma muy querida,
hermana! Y hago este voto sabiendo que la naturaleza jams
hizo traicin al corazn que la am sinceramente. Tal es su
privilegio: a travs de todos los aos de esta vida nuestra con
ducir de gozo en gozo; pues ella es capaz de inspirar de tal ma-
nera el espritu que late en nosotros, de impregnarlo de tal mo
do de serenidad y de belleza, y de as sustentarlo con altos pen-
samientos, que ni las lenguas malignas, ni los juicios precipita,
dos, ni las burlas de los hombres egostas, ni los saludos despro-vistos de bondad, ni todas las relaciones enojosas de la vida coti-
diana, prevalecern jams contra nosotros, o perturbarn nuestra
gozosa conviccin de que cuanto nos rodea es cosa bienaventura-
da. Por consiguiente, deja que la luna te alumbre en tu paseo so-
litario, y que los vientos neblinosos de la montaa soplen contra
ti; y dentro de unos aos, cuando estos xtasis arrebatados madu
ren en un placer tranquilo, cuando tu espritu sea una mansin
para todas las formas bellas y tu memoria como una morada paratodos los dulces sones y armonas, oh!, entonces, si la soledad, el
miedo, el dolor o la melancola te tocaren en suerte, con qu
reparadores pensamientos de tierna alegra habrs de recordar-
me, y conmigo estas palabras mas! Y quiz si estoy ya donde
no pueda or tu voz, ni percibir en tus ojos zahareos esas vis-
lumbres de la vida pasada no olvidars que un da estuvimos
juntos a la orilla de este ro transparente y que yo, tanto tiempo
un adorador de la Naturaleza, aqu vine trado por mi amor
constante ah!, por un amor cada vez ms hondo y santo.
Ni olvidars tampoco que, al cabo de tantos vagares y tantos
aos de ausencia, estos bosques escarpados y estos riscos majes-
tuosos y este verde paisaje rupestre me fueron todava ms que-
ridos, por ellos y por ti.(Traduccin de Ricardo Baeza)
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O D A
pjgjOS DE INMORTALIDAD, A TRAVES DE RECUERDOS DE LA
1 PRIMERA INFANCIAPRIMERA INFANCIA
El nio es padre del hombre; y yo descarta que
una piedad natural uniera entre si todos los dasde mi vida.
Wo r d s w o r t h
En otras pocas, las praderas, los arroyos y las arboledas, la
tierra, y todo lo que comnmente vemos, me parecan adornados
por una luz celestial, por la gloria y la frescura de un sueo.
Pero eso ya no ocurre; hacia dondequiera mire, de da o de no
che, ya no consigo ver lo que antes vea.
II
El arco iris aparece y desaparece; bella es la rosa; la luna mira
deleitada en torno de s, en medio de los lmpidos cielos; lasaguas son hermosas y tersas en las noches estrelladas; el sol nace
majestuosamente. Y, sin embargo, yo s, dondequiera que vaya,
que cierta gloria ha desaparecido de la tierra.
III
Hace un instante, mientras los pjaros cantaban esta alegrecancin, y los corderitos saltaban como al comps del tamboril,
slo yo sufra el peso de un triste pensamiento; su expresin
oportuna me alivi de l, y ya soy fuerte nuevamente.
Las cataratas suenan sus trompetas en los precipicios... Mis
penas ya no turbarn la estacin, oigo los ecos que se multipli-
a travs de las montaas; desde los campos del sueo los
lentos acuden hacia m, y toda la tierra est alegre. La tierra
y el mar se entregan a la jovialidad, y todos los animales feste
jan el espritu de la primavera; t, criatura de la alegra, grita
arededor de m djame or tus gritos alegre pastorcito!
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172 WILLIAM WORDSWORTH
IV
Benditas criaturas, he odo vuestro mutuo llamado; veo que
Jos cielos ren con vuestro jbilo; mi corazn asiste a vuestro
festival, mi frente lleva su guirnalda; siento Ja plenitud de vues.tra felicidad, ampliamente la siento. Oh da. funesto, si yo me
mostrara sombro cuando la tierra misma se adorna, en esta ma.
nana de mayo, y los nios recogen, en mil valles lejanos y dis-
persos, las flores frescas! Cuando el sol brilla clidamente, y la
criatura salta en brazos de su madre. Escucho, escucho, escucho
con alegra!
Pero hay un rbol entre tantos, hay un prado entre esos pra-
dos: ambos me hab lan de algo que se ha ido; y tambin esta
margarita, a mis pies, me repite la misma historia: ;adnde hu.
v ese esplendor imaginario?, dnde estn ahora esa gloria y
ese ensueo?
V
Nuestro nacimiento no es ms que un sueo y un olvido. Esa
alma que surge con nosotros, esa estrella de nuestra vida, se hapuesto en alguna otra parte, y viene de muy lejos. No entera
mente olvidados, y no enteramente desnudos, sino arrastrando
nubes de esplendor, venimos desde Dios, que es nuestro hogar;
durante nuestra infancia, el cielo an nos rodea. Las sombras
de la crcel ya empiezan a circundar al nio que crece; pero l
ve la luz, y ve de dnde proviene; la ve en su alegra. El adoles-
cente, que ya se aleja cada vez ms del Oriente, es an el sacerdo-
te de la naturaleza, y la esplndida visin acompaa su camino.El hombre, finalmente, la ve morir y desvanecerse en la luz del
da vulgar*
VII
Mirad al nio entre sus nacientes felicidades: un tesoro de
seis aos, del tamao de un pigmeol Miradlo entre las obras de
su mano, impaciente ante los impetuosos abrazos de su madre,iluminado por la mirada de su padre. Mirad a sus pies un dimi-
nuto croquis, un plano, un fragmento de su sueo de vida hu-
h h l i t i did
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ODAS 173
miento o un festival, una desgracia o un funeral; esto lo absorbe
ahora, y de acuerdo con esto canta su cancin. Luego adaptar
su lengua a los dilogos del amor, de los negocios o de la guerra;
pero no tardar en dejarlos a un lado; con nueva alegra y or
gullo, el actorcito estudiar otro rol, y llenar su humorstico
escenario con todos los personajes, hasta la decrpita vejez, que
la vida trae en su equipaje; como si toda su vocacin fuera una
interminable imitacin.
VIII
T, cuyo aspecto exterior disimula la inmensidad de tu alma;t, el mejor de los filsofos, que an conservas tu herencia; t,
ojo entre los ciegos, que sordo y silencioso lees la profundidad
eterna, eternamente sondeada por la eterna mente, poderoso
profeta, bendito adivino!, donde se ocultan las virtudes que du
rante toda una vida nos esforzamos por descubrir; t, cuya in
mortalidad te cobija como la luz del da, como el amo al escla
vo, como una presencia que no puede hacerse a un lado; t,
criatura, que sin embargo te glorificas en tu poder de libertad celestial, en la altura de tu ser, por qu con tan vido
esfuerzo solicitas a los aos que te impongan su yugo inevita
ble y ciegamente luchas con tu beatitud? Pronto deber so
portar tu alma todo su fardo terrestre, y la costumbre pesar
sobre ti como una carga, grvida como el hielo y casi tan pro
funda como la vida!
IX
Qu felicidad que todava haya algo viviente entre nuestras
cenizas, y que la naturaleza rememore an lo que fu tan fugi
tivo! El recuerdo de los aos pasados despierta en m perpetuas
bendiciones; no, en verdad, por aquello que ms merece ser ben
decido: el placer y la libertad, inocente religin de la infancia,
que ya en la accin o en el reposo aletea siempre en su pecho
con novel esperanza. No es por eso que elevo una cancin de elogio y agradecimiento; sino por esa duda obstinada de los
sentidos y del mundo exterior; esas cadas, esas desapariciones,
esos confusos presentimientos de una criatura que se mueve en
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174 WILLIAM WORDSWORTH
acto culpable. Por esos primeros afectos, esos difusos recuerdos
que, sean lo que sean en realidad, son todava el manantial de
toda la luz que nos ilumina, y la luz directora de toda nuestra
visin; que nos sostienen, nos alimentan y tienen el poder dehacernos creer que nuestros ruidosos aos son meros instantes
en el proceso del silencio perpetuo; verdades que se despier.
tan para no perecer nunca ms, y que ni la distraccin, ni los
actos insensatos, ni el hombre, ni el nio, ni todo lo que se
opone a la alegra, pueden abolir o destruir completamente.
Por eso, en las pocas de calma, por ms lejos que estemos de
la costa, nuestras almas divisan ese mar inmortal que nos trajo
hasta aqu; y en un instante pueden viajar hacia l, y ver los
nios que juegan en la playa, y or las aguas poderosas, eterna-
mente agitadas.
X
Entonces, cantad, pjaros, cantad, cantad un canto alegre!
Y que los corderitos salten como al comps del tamboril. Nos-
otros nos uniremos mentalmente a vuestra comitiva, a los quecantan y a los que juegan, a los que hoy sienten en sus corazo
nes la alegra de la primavera. Qu importa que el fulgor, anta
o tan brillante, se haya alejado para siempre de mi vista?
Aunque nada podr devolvernos el instante de esplendor en la
hierba, de gloria en la flor, no nos lamentaremos, y ms bien
buscaremos fuerzas en lo que ha perdurado, en la primitiva
simpata que, habiendo existido, siempre existir; en los pensa-
mientos consoladores que surgen del sufrimiento humano, enla fe que sabe ver a travs de la muerte, y en los aos que for-
man nuestra mente filosfica.
XI
Y vosotras, fuentes, praderas, colinas y arboledas, o h no pen-
sis en una separacin de nuestros afectos! Todava siento vues-
tro poder en lo ms ntimo del alma; si he renunciado a aquel
deleite, slo fu para vivir bajo el hbito de vuestro imperio. vS,
amo los arroyos que se precipitan por sus cauces an ms que
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ODAS 175
dean al sol poniente, reciben ese sobrio colorido de ojos que hancontemplado la mortalidad del hombre; otra raza ha existido,
y otros laureles fueron conquistados. Gracias al corazn huma-
no, por quien vivimos; gracias a su ternura, a sus alegras, y asus temores; la ms modesta de las flores puede provocarme pen-
samientos a veces ms profundos que las lgrimas.
I WANDERED LONELY AS A CLOUD...
Un da erraba solitario como una nube que flota en las altu-
ras sobre valles y colinas, cuando de pronto vi una muchedum-bre, un ejrcito de narcisos dorados; junto al lago, bajo los r-boles, se estremecan y bailaban en la brisa.
Sin interrupcin, como las estrellas que brillan y titilan en la
va lctea, se extendan como una lnea infinita a lo largo de las
mrgenes de aquella ensenada; de una sola mirada vi ms dediez mil narcisos, que movan sus cabezas en animada danza.
Tambin las olas danzaban a su lado, pero ellos estaban ms
contentos que las brillantes olas. Un Poeta slo poda sentirsealegre en tan jovial compaa; yo miraba y miraba; pero no sa-
ba an cunta riqueza me haba proporcionado esta visin.
Porque muchas veces, cuando descanso en mi lecho, ocioso o
pensativo, vuelven repentinamente a brillar ante ese ojo inte-
rior que es la felicidad de los solitarios; y mi alma se llena en-tonces de deleite, y danza con los narcisos.
(Traduccin de J. R. Wilcock)
ERA UN FANTASMA DEL GOZO
Era un fantasma del gozo cuando por vez primera resplan-
deci a mis ojos, una aparicin jubilosa enviada para adorno de
un instante: sus ojos, como estrellas de un bello crepsculo;como el crepsculo tambin su cabellera oscura; pero todo el
resto en ella provena del mes de mayo y de la aurora gozosa:
una forma danzante una imagen radiante que obsesiona tur-
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176 WILLIAM WORDSWORTH
Vista ms de cerca, advert que era un espritu y hasta una
mujer tambin. Sus movimien tos en el hogar eran leves y suel
tos, su paso de una liber tad vi rginal: un sem blante en el que se
encontraban dulces recuerdos y promesas igualmente dulces
una criatura no demasiado brillante ni excelente para el sostn
cotidiano de la humana naturaleza, para los dolores fugaces, los
engaos pequeos, la alabanza, el reproche, el amor, los besos,
las lgrimas y las sonrisas.
Y ahora veo con ojos serenos el pulso mismo de la mquina:
un ser que vive una vida pensativa, un viajero entre la vida y
la muerte, razn firme, voluntad moderada, paciencia, previsin,
fuerza y destreza: una mu jer perfecta, noblemente planeada,
para advertir, para consolar, para ordenar; y, no obstante, siem
pre un espritu, y resplandeciente con no s qu luz anglica.
(Traduccin de Ricardo Baeza)
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KUBLA KHAN
En Xanadu, Kubla Khan mand levantar un majestuoso pa-lacio de deleites, all donde Alf, el ro sagrado, corre a travs demil cavernas al hombre inmensurables, hasta desembocar en un
mar no alumbrado por el sol. Dos veces cinco millas de terrenofrtil, con murallas y torres, eran as circundadas, y all dentroveanse jardines surcados de brillantes arroyuelos, en los queflorecan muchedumbre de rboles perfumados, y selvas tan ve-tustas como las montaas, encerrando en su seno verdes rinco-
nes sonrientes.Mas, ah, esa profunda romntica quebrada que se adentra
oblicuamente al pie de la verde colina, al reparo de un grupode cedros! Paraje agreste! E ncantado y santificado como si enotro tiempo bajo la luna en menguante alguna mujer hubiesevenido a llorar su demonio amante! Y de esta quebrada, bullen-do en incesante gorgoteo, como si la tierra alentase con respirar
hondo y frecuente, brotaba por momentos una fuente tumultu
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m e l a n c o l a 205
sa cuyos intermitentes borbotones proyectaban al aire grandesf r a g m e n t o s como granizo que rebota o granos que saltan bajo el
jiiayal del trillo; y en medio de estas rocas danzantes, junto conellas, saltaba tambin hacia las alturas el ro sagrado. DurantecinCo millas, en laberntico trazado, a travs de bosques y vallescorra el ro sagrado, antes de entrar en las cavernas al hombreinmensurables y de sumirse tumultuosamente en un muerto ocan0, Yen medio de este tumulto, Kubla oy en la lejana vocesancestrales que predecan la guerra.
La sombra del palacio de deleites flotaba sobre las olas, y des-de l se oan las cadencias concertadas de la fuente y las caver-nas. Milagro de invencin sutil en verdad este resplandeciente
palacio de deleites con sus cavernas de hielo!Una doncella, taendo un dulcmele, vi en sueos; una don-
cella abisinia, taendo su dulcmele y cantando suavemente delmonte Abora. Ah!, si yo pudiera resucitar en mis adentros sumsica y su cancin, en tan profundo xtasis me sumiran, queme sera posible construir con msica en el aire aquel pala-cio. Aquel palacio resplandeciente, aquellas cavernas de hielo!
Ycuantos me oyeran los veran ante sus propios ojos, y todosellos gritaran: Cuidado! Cuidado! Ved sus ojos fulgurantes,ved su flotante cabellera! Trazad un triple crculo en torno del y cerrad vuestros ojos en sagrada reverencia, pues l se haalimentado de dulce roco y bebido la leche del Paraso.
1797
(Traduccin de Ricardo Baeza)
M E L A N C O L I A
O D A
Anoche, tarde, vi la luna nueva con la luna vieja en su regazo; y temo, mi amado seor, quetengamos una tormenta mortal.
B a l a d a d e S i r Pa t r i c k Sp e n c e
I
Si el bardo que escribi la grandiosa y antigua balada
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206 SAMUEL TAYLOR COLERIDGE
hasta ahora tan tranquila, no se alejar imperturbada por vien
tos ms activos que estos que desmenuzan perezosamente a q u e .lia nube, o que el soplo lnguido y sollozante que gime y Searrastra entre las cuerdas de esta arpa elica, cuyo silencio sera
preferible. Porque he aqu la luna nueva, con su brillo inver-nal; e iluminada por una luz fantasmagrica (inundada poruna luz fantasmal, y rodeada por un crculo plateado), veo laluna vieja en su regazo, que profetiza lluvia inminente y borras-cosas rfagas. Ojal se desatara ya el viento, y la oblicua lluvianocturna estrepitosa y fuerte! Esos sonidos, que tantas veces meexaltaron y atemorizaron, y trasportaron mi alma hacia otrasregiones, quiz pudieran comunicarme hoy su acostumbrado im-pulso; quiz pudieran estremecer este sordo sufrimiento, con-moverlo, y hacerlo vivir 1
II
Un sufrimiento sin crisis, vaco, oscuro y lbrego; un dolorahogado, sooliento y desapasionado, que no encuentra desahogonatural ni alivio en palabras, o suspiros, o lgrimas. .. Oh Se-ora! Con este humor desanimado y descolorido, y a otros pen-samientos incitado por aquel lejano zorzal, durante todo este
largo crepsculo, tan sereno y perfumado, he contemplado elcielo del Oeste, y su matiz peculiar de verde amarillento. An locontemplo, y con qu mirada inexpresiva! Y aquellas finas nu-
bes, listadas y escamadas, que comunican su movimiento a lasestrellas; esas mismas estrellas, que se deslizan entre las nubes,y detrs de ellas, ora brillantes, ora apagadas, pero siempre vi-sibles; y esa luna creciente, tan fija como si creciera en su propiolago celeste, sin nubes y sin estrellas; a todas las veo, tan emi-
nentemente hermosas; veo qu hermosas son, mas no lo siento!
III
Mis nimos desfallecen; y de qu me serviran mis nimospara alejar de mi pecho este peso abrumador? Sera una empresavana, aunque contemplara eternamente ese verde resplandorque se demora en el ocaso; es intil esperar que las formas exte-
riores nos otorguen la pasin y la vida, cuyas fuentes son mteriores.
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MELANCOLA 207
IV
Oh Seora, tan slo recibimos lo que damos, y slo en nos-otros vive la Naturaleza; nuestros son sus atavos nupciales,
nuestra su mortaja!y si quisiramos ver algo ms valioso que lo que este fro
m u n d o inanimado nos ofrece, ah!, del alma misma deberas u r g i r ese algo, como una luz, un resplandor, una esplndidan u b e luminosa que envuelve la tierra... Del alma misma debes u r g i r una voz dulce y potente, de s misma nacida, vida y ele-m e n t o de todos los sonidos melodiosos.
V
O h t, alma pura! No necesitas preguntarme cul es esa po-derosa msica del espritu! Cul es, y dnde existe, esa luz, esagloria, esa esplndida niebla luminosa, ese hermoso y hermo-seante poder. La Alegra, virtuosa dama! La alegra, que slofu concedida a los puros, y en sus ms puros momentos; vida, yefluvio de vida, nube y lluvia a la vez; la alegra, Seora, es el
espritu y el poder que nos trae en dote la Naturaleza al despo-sarnos! Una nueva Tierra y un nuevo Paraso, no soado porlos sensuales y los orgullosos. . . La alegra es la dulce voz, laalegra es la nube l um in osa ... Nos alegramos en nosotros mis-mos, y de all surge todo lo que encanta la vista o el odo; todaslas melodas son ecos de esa voz, todos los colores una difusinde esa luz.
VI
En otras pocas, aunque mi sendero era spero, esta ntimaalegra gozaba en m con la desdicha, y mis desventuras sloeran el material que permita a mi Fantasa forjar sueos de fe-licidad; porque la Esperanza creca en torno de m, como la enfoseada vid, y sus frutos y su follaje, ajenos, parecan mos. Peroahora los pesares me inclinan hacia la tierra; y tampoco me im-porta que me roben la alegra. Pero ay!, cada aparicin sus-
pende lo que la natu raleza me concedi al nacer, el espritucreador de mi Imaginacin. Porque no pensar en lo que necesa
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208 SAMUEL TAYLOR COLERIDGE
riamente debo sentir, sino permanecer tranquilo y paciente, l0ms que puedo, y quiz mediante una abstrusa bsqueda d e s c u .brir por mi propia naturaleza la verdadera naturaleza del hom.
bre, se era mi nico recurso, mi nico plan; hasta que lo que
convena a una parte infect el todo, y ahora casi se ha conver-tido en la nica costumbre de mi alma.
VII
Fuera, ponzoosos pensamientos, que se enlazan en torno de
mi mente; fuera, oscuro sueo de la realidad! Me alejo de vos-otros, y escucho el viento, que durante todo este tiempo se deba
ta sin que yo lo advirtiera. Qu gri to de agona, prolongadapor la tortura, lanz ese lad! T, viento, que all afuera te
agitas, escchame: el desnudo risco, el lago montas o el rbol
abatido, el pinar donde nunca treparon los leadores, o la casa
solitaria, durante mucho tiempo tenida por morada de las bru-
jas, seran instrumentos ms apropiados para tu canto, oh Lau-
dista loco! T, que en este mes de lluvias, de oscuros jardinespardos y de flores nacientes, festejas la pascua del diablo, con
cantos peores que los invernales, entre los capullos, los brotes
y las tmidas hojas! T, perfecto actor en todos los sonidos tr
gicos!, t, poderoso poeta, audaz hasta el frenes! De qu nos
hablas ahora?
Del estrpito de un ejrcito en retirada, con gemidos de hom
bres pisoteados, entre acerbas heridas; hombres que gimen de
dolor, y se estremecen a la vez de fro. Pero escuchad: hay unapausa de profundo silencio. Y todo ese ruido, esa impetuosa
muchedumbre, con gemidos y trmulos estremecimientos... to
do ha cesado. Ahora nos habla de otra cosa, con voces menos
profundas y menos ruidosas; una historia menos terrible, tero
perada por pasajes encantadores, como si el mismo Otway hu-
biera compuesto esa tierna balada; hab la de una niita perdida
en un paraje solitario, cerca de su casa; ha pe rd ido el caniir10>y ora gime en voz baja, con amarga afliccin y con temor,
grita desesperadamente, con la esperanza de que su madie
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JUVENTUD Y VEJEZ209
VIII
s medianoche, pero ya no tengo muchas esperanzas de dor
mir. Que Pocas veces aflijan a mi amiga vigilias semejantes!
Vistala, Sueo gentil, con alas consoladoras, y que esta tor-menta slo sea un parto de montaas; que todas las estrellas rutilen sobre su morada, silenciosas como si contemplaran el sue-o de la Tierra. Que ella se despierte con ufano espritu, alegrefantasa y animosa mirada; que la alegra exalte su corazn ymodule su voz; que todo viva para ella, desde un polo hasta elotro, con una vida que emane de su alma viviente. Oh espritu
simple, guiado desde lo alto, oh querida Seora, amiga de mims devota dileccin: que ese regocijo sea eterna, eternamente el
tuyo!
JUVENTUD Y VEJEZ
La poesa, y una brisa que erraba entre flores donde la Espe-ranza, como una abeja, se demoraba y se n u tr a ... jambas fue-ron mas! Para m, la vida era una fiesta, con la Naturaleza, laEsperanza y el Arte, cuando yo era joven.
Cuando yo era joven? Ah, lamentable cuandol Ah, si pu-diera cambiar el presente por el antao! Esta morada que no fuconstruida con las manos, este cuerpo que me hace sufrir tancruelmente, con qu ligereza atravesaba antao las altas cum-
bres y las rutilantes arenas! Como esos modernos esquifes, otro-
ra desconocidos, sobre los curvos lagos y los anchos ros, que norequieren ayuda de velas ni de remos, que no temen vientos niMareas. Poco le importaban a este cuerpo el viento o la tormen-ta, cuando en l convivamos la Juventud y yo.
Hermosas son las flores; el amor es como las flores; la amis-tad es como un rbol protector. Oh los placeres de la Amistad,del Amor, y de la Libertad, cmo llovan sobre m, antes de mivejez!
{Antes de mi vejez? Oh lamentable antes, que me revela quea Juventud ya ha huido! Oh Juventud, sabido es que durante
tantos y tan dulces aos t y yo ramos una sola persona! Pre
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210 SAMUEL TAYLOR COLERIDGE
no ha sonado para ti la vspera. Realmente, eras una alegre en.mascarada. Qu nuevo disfraz has vestido, para hacer creerque
te has ido? Veo estos cabellos que caen en mechones plateados,
esta espalda encorvada, esta forma alterada; pero la primavera
florece en tus labios, y las lgrimas reflejan el sol de tu mirada.
La vida es pensamiento; pensar entonces que la Juventud y yo
todava estamos reunidos.
Las gotas de roco son las gemas de la maana, pero tambinson las lgrimas del melanclico atardecer. Donde no hay espe-
ranza, la vida es una admonicin que slo sirve para hacernos
sufrir, cuando somos viejos; que slo sirve para hacernos sufrir
con tediosos y repetidos adioses, como un pobre pariente en una
fiesta, que se ha quedado demasiado tiempo, pero que no puedeser despedido de mal modo; y que trata de parecer alegre,
pero ya no puede rer.(T r aducci n de J. R. Wilcock)