poblado botija tamuja

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  • PROLOGO

    A orillas del Tamuja existe una secreta geometra que refleja la ms profunda estructura de nuestro tiempo presente

    En el misterioso terreno del patrimonio arqueolgico, investigadores y agentes locales no pueden cohabitar ignorndose. Esta es, en sntesis, la principal conclusin que nos ha llevado a publicar la presente Gua Didctica, cuya misin esencial es transformar la ya abundante produccin cientfica sobre el yacimiento arqueolgico de Villasviejas del Tamuja en materia fcilmente accesible y comprensible para cualquier lector y visitante. En la larga tarea de favorecer la creacin de una identidad comarcal, desde la Asociacin para el Desarrollo Integral de Sierra de Montnchez y Tamuja (ADISMONTA), fijamos pronto nuestra atencin en los elementos ms representativos de nuestro patrimonio cultural y natural, como forma de estructurar una oferta territorial fcilmente integrable en otros canales de difusin ms amplios, utilizando siempre todos los resortes de comunicacin a nuestro alcance, oferta sta en la que al castro celta de Villasviejas del Tamuja le corresponde ocupar un lugar importante. En el marco de esta valiosa riqueza arqueolgica, desde el CEDER de ADISMONTA no tuvimos la ms mnima duda en entablar lazos de cooperacin tanto con investigadores como con otras entidades, administraciones y agentes locales implicados, integrndonos as en un grupo de trabajo que ha sabido explorar muy diferentes alternativas para la recuperacin y puesta en valor del yacimiento como recurso. A la necesidad de realizar un Estudio Arqueolgico y Patrimonial del Yacimiento, que ha derivado ya en un Plan Director como gua normativa para futuras actuaciones, se uni pronto la necesidad de obtener textos divulgativos de este valioso recurso, y a ello atiende precisamente esta Gua Didctica. Nace as una nueva etapa, un nuevo vnculo entre investigacin y desarrollo rural, en el que la participacin de la poblacin local ha dado evidencia concretas de inters y sensibilidad que sienten por el valioso tesoro que encierra su trmino. Ms all de la linealidad progresiva en la que se nos representan los hechos, en Villasviejas del Tamuja las estructuras simblicas y referencias antiguas enrazan con recuerdos colectivos y memorias comunes, con manchas emocionales que siguen el rastro de una forma de relacin con el entorno fsico. Vocacin ganadera, aprovechamiento de recursos econmicos, el discurrir por caminos y veredas marcados por pisadas anteriores a los romanos son elementos emergentes en la vida diaria que permiten relacionar tiempos distantes.

  • En la nueva era digital que vivimos, de ubicuidad u de simultaneidad, en la que las paradojas y extremos se tocan, los agujeros abiertos en Villasviejas del Tamuja suponen para nosotros un nuevo tipo de conocimiento: aqul que une al ser humano con su entorno, sin importar la fecha y hora que figura en el calendario.

    Ven viajero y comarcano a recorrer con nosotros este pueblo y

    necrpolis de vetones, a sumergir tu imaginacin en el tnel y alta densidad de sus agujeros en la tierra, que no son para nosotros sino modernos aceleradores de ideas con los que construir juntos nuevos y ms ambiciosos proyectos.

    MANUEL BAUTISTA MORA GERENTE DE ADISMONTA

  • GUA DEL YACIMIENTO ARQUEOLGICO DE

    VILLASVIEJAS DEL TAMUJA

    Esta Gua pretende acercar al lector a la realidad del yacimiento arqueolgico de Villasviejas del Tamuja, mostrando cmo fue, cmo nos lo encontramos hoy en da, y cmo esperamos que sea en un futuro no muy lejano.

    El castro est situado en el

    municipio de Botija (Cceres), que forma parte de la Comarca Sierra de Montnchez y Tamuja, territorio conocido como El Tringulo de Oro por encontrarse limitado en sus vrtices por ciudades de gran tradicin turstica como son Cceres, Trujillo y Mrida; as como por sus atractivos culturales, gastronmicos y medioambientales.

    Estas dos ltimas

    localidades estn conectadas mediante la autovaA-5, que comunica Extremadura con Madrid y Lisboa (E-90). As mismo, se est llevando a cabo la construccin, ya muy avanzada, de la Autova de la Plata (N-630), entre Cceres y Mrida, que tambin une la capital de Extremadura con Sevilla, estando ya abiertos muchos tramos y cercana su finalizacin total. La N-521 une Trujillo con Cceres y est en proyecto de transformarse en una nueva autova.

  • El acceso ms directo al municipio desde la capital provincial se realiza a travs de la EX-206, que une las ciudades de Miajadas y Cceres. El desvo se realiza a la altura de Torremocha. Esta carretera permite tambin acceder directamente desde la Autova E-90 y desde las Vegas Altas a la altura de Miajadas.

    El acceso desde la N-521 se realiza por Plasenzuela. En esa direccin tambin se alcanza la Autova A-5 (E-90) a la altura de Trujillo. La carretera de Botija a Plasenzuela es un camino vecinal afirmado, y aunque su estado no es el idneo, el paisaje de Dehesa es de gran valor ecolgico.

    RECORRIDO DISTANCIA TIEMPO APROX.

    Botija Torremocha Cceres

    35.2 Km. 0 H. 32 m.

    Botija Plasenzuela Trujillo

    33 Km. 0 H. 25 m.

    Botija Torremocha Miajadas

    35 km. 0 H. 32 m.

    Botija Torremocha Aldea del Cano Mrida

    72.8 Km. 1 H. 1 m.

    Botija Torremocha Alcuscar Mrida

    70.7 Km. 1 H. 1 m.

    Los accesos a la zona arqueolgica de Villasviejas del Tamuja, desde el ncleo urbano de Botija, se realizan por una pista forestal en buen estado. Se debe girar hacia el Norte en el cruce de la carretera de Torremocha a Botija con la que se dirige a Plasenzuela. Pasada una nave industrial se encuentra la entrada a la Dehesa Boyal. Tras cruzar el paso canadiense se debe girar a la izquierda y continuar todo recto hasta un nuevo paso similar al anterior que marca el fin de la Dehesa y el comienzo de las zonas que acogen los restos arqueolgicos.

  • Visin Tridimensional del castro y su entorno

    Estos restos arqueolgicos forman parte de un castro, que es un poblado amurallado que estuvo habitado hace ms de dos mil aos por gentes de la II Edad de Hierro, entre el 400 a.C. y el cambio de Era. Era sta una sociedad jerarquizada de guerreros, campesinos y artesanos que vivieron la llegada de los romanos y su posterior asimilacin por la nueva cultura.

    Las formas de vida en este periodo se caracterizan por el uso de

    herramientas y armas fabricadas en hierro, como de recipientes cermicos realizados a torno. As mismo, destaca el uso de la cremacin como rito funerario, lo que originaba cementerios o necrpolis situadas en las proximidades del castro.

    El poblado est situado en un lugar estratgico y de fcil defensa, al estar delimitado por el escarpe del ro Tamuja y el desnivel producido por el arroyo del Verraco. Igualmente, permita un acceso rpido a los recursos prioritarios, como son el agua, los campos de cultivo y la dehesa.

    Al desaparecer sus habitantes el castro permaneci en un estado de abandono que produjo el derrumbe de sus casas y murallas, quedando ocultos bajo tierra la mayora de los restos. Aquellos que se conservaron en superficie sirvieron como cantera para construcciones posteriores o fueron expoliados. Con el tiempo, la superficie que ocup el yacimiento fue usada como tierra de labor, realizndose numerosas paredes de pizarra que delimitaban las parcelas an visibles hoy en da

    Actualmente, podemos diferenciar claramente los restos de murallas y torreones conservados, as como las zonas de viviendas y enterramiento, que han sido halladas en las diferentes excavaciones arqueolgicas llevadas a cabo en los ltimos aos.

  • Hoy en da se estn realizando trabajos de recuperacin y acondicionamiento del castro para que, en el futuro, la visita sea cmoda y agradable y se puedan entender los restos excavados con mayor facilidad. No obstante, si se prefiere visitar las ruinas sin peligros personales ni perjuicio para el ecosistema, te recomendamos que sigas unas simples reglas de conducta:

    - Respeta el medio ambiente. No tires basura ni enciendas ningn tipo de

    fuego. No fumes. - No trates de acercarte a las pendientes escarpadas, hay peligro de

    cada.

    - No accedas en vehculos a motor. La mejor forma de comprender y disfrutar del castro es a pi.

    - No entres en las zonas que veas excavadas ni valladas. Los muros y la

    tierra de alrededor de las catas pueden ceder.

    - No recojas las cermicas o piedras que puedas encontrar, a los arquelogos les servirn para reconstruir la vida del pasado.

    - Lleva agua y proteccin contra el sol en los meses de calor.

  • CONOCIENDO NUESTRO PASADO

    No cabe duda alguna de que todas las personas nos sentimos vinculadas a un lugar, a un espacio fsico que ha sido testigo de los diversos acontecimientos histricos, sociales, religiosos y medio ambientales que se han ido sucediendo a nuestro alrededor.

    Quizs, hoy ms que nunca, deseamos buscar nuestros orgenes, conocer nuestros antepasados, y ello nos lleva a estudiar ms de cerca las primeras comunidades que se asentaron en lo que hoy son nuestros pueblos y ciudades, como es el caso de Botija y su comarca.

    Paraje caracterstico de la localidad de Botija

    Sabemos que los primeros grupos que se asentaron en estas tierras extremeas tuvieron que adaptarse al medio fsico que les rodeaba, puesto que su supervivencia dependa de los recursos econmicos que la tierra les proporcionaba. Las diversas gentes que fueron sucedindose en este lugar han dejado un rico patrimonio cultural y natural que hemos de conservar, disfrutar y dejar en herencia, a su vez, a las generaciones futuras. Este patrimonio cultural no se concreta solamente en los edificios y en los utensilios del pasado, sino tambin en las tradiciones, fiestas, gastronoma y folklore que se conocen y que se han ido transmitiendo de generacin en generacin Segn lvarez Sanchs, 1999

    Localizacin de los Vettones

  • EL MEDIO NATURAL: Paisajes para una Historia.

    El municipio de Botija se encuentra situado en la penillanura extremea. sta es una amplia superficie sin grandes desniveles que ocupa gran parte de la provincia de Cceres. A su vez, sta penillanura es recorrida por la gran cuenca del ro Tajo y sus afluentes, entre los que destaca el ro Tamuja que discurre de Sur a Norte desde la Sierra de Montnchez hacia el Almonte y el Tajo.

    Los terrenos estn formados casi exclusivamente por pizarras, que

    constituyen la principal materia prima que los distintos grupos humanos asentados en la zona utilizaron para sus construcciones.

    Entre estas pizarras surgen algunos batolitos granticos, que son

    grandes formaciones de granito, de varios kilmetros de extensin, que crean un paisaje caracterstico al haber sido desgastado por el aire y el agua, como son los berrocales. Un ejemplo es el batolito de Plasenzuela que, posiblemente, es el que proporcion los bloques de granito utilizados para el levantamiento de los sistemas defensivos del poblado de Villasviejas.

    El paisaje tpico de la penillanura extremea lo constituye la dehesa, que

    forma un bosque de encinas con un aprovechamiento especialmente ganadero, siendo uno de los recursos ms importantes de la comarca. As mismo, este paisaje quedara completado por las actividades agrcolas de siembra de trigo y cebada en las zonas ms apropiadas para esta labor.

  • LA HISTORIA Los Vettones y la llegada de Roma.

    Los Historiadores y Gegrafos de la Antigedad, tanto griegos como romanos, nos hablan de que las tierras de la actual provincia de Cceres estaban habitadas tanto por los Lusitanos como por los Vettones. Las descripciones son vagas y se limitan a enumerar los diversos pueblos, pero de ellas se puede establecer que la mitad oriental de Cceres estaba habitada por los Vettones, que tienen el ro Tajo como eje de articulacin y que se extienden hasta el Duero por el Norte.

    Ganado pastando en la Dehesa

    Los autores principales que nombran a los Vettones son tres: Estrabn,

    en el tercer libro de su Geographia; Plinio el Viejo en varias citas de Naturalis Historia y Ptolomeo, quien enumera una serie de ciudades vettonas con sus coordenadas en su Geographia.

    Estrabn, al describir la Btica, que es la actual Andaluca, (III, 1,6) nos dice que en las regiones del interior viven Carpetanos, Oretanos y numerosos Vetones. As mismo, al hablar sobre el Tajo (III, 3,1) escribe que ste discurre teniendo sus fuentes entre los Celtberos, a travs de Vettones, Carpetanos y Lusitanos hacia el Poniente equinoccial". Tambin al hablar de los Lusitanos (III, 3,3) dice: "Al Norte del Tago la Lusitania es el mayor de los pueblos Ibricos y el combatido por ms tiempo por los romanos. Delimita este pas por el lado Sur el Tago, por el Oeste y Norte el Ocano, y por el Este los Carpetanos, Vettones, Vacceos y Kallaicos como pueblos ms importantes.

    Plinio el Viejo, comenta en dos textos la situacin de los Vettones en torno al Tajo: () yendo hacia el interior () los Mentestanos, los Oretanos y, junto al Tajo, los Carpetanos; junto a ellos los Vacceos, Vettones y Celtberos Arvacos." (Nat. Hist., III, 19). Sus gentes son los clticos, los trdulos, junto al Tajo los Vettones y desde el Ana hasta el Sacrum los Lusitanos (Nat. Hist. IV, 116).

  • Vistas del yacimiento desde el foso S.O. del Recinto A

    Como vemos, la mayor preocupacin de estos autores no era la precisin geogrfica o el mostrar las diferencias entre unos pueblos y otros. Esto se debe a que no tuvieron un contacto directo con los mismos, sino que, en el momento en el que escriben sus obras, los Vettones ya estaban inmersos en la poltica y la cultura de Roma. No obstante, hay algunos textos que indagan algo la personalidad de los guerreros vettones, como el de Estrabn, en el que narra la extraeza que les causa el ver a los oficiales romanos pasendose por el campamento, ya que ellos slo conciben el estar luchando o descansando: "Cuentan que los Vettones cuando entraron por primera vez en un campamento, al ver a algunos de los oficiales yendo y viniendo por las calles pasendose, creyeron que era locura, y los condujeron a las tiendas, como si tuvieran que o permanecer tranquilamente sentados o combatir" (III, 4, 16).

    As mismo, no se puede comprender la historia de este poblado sin conocer los acontecimientos que tuvieron lugar en la zona hacia mediados del siglo II a. de C., cuando comienzan las Guerras Lusitanas contra la presencia de los romanos, que intentan conquistar el territorio comprendido entre los ros Tajo y Guadiana.

  • Uno de los hechos ms destacados se produce a comienzos del siglo I a. C., momento en el que tienen lugar las guerras Sertorianas: Los lusitanos ofrecen el mando de las tropas a Sertorio con el objeto de emprender nuevas acciones contra Roma. ste se enfrenta al poder romano, cuyas tropas estn dirigidas por Cecilio Metelo, quien intenta consolidar una serie de fronteras tanto por el Este-Oeste, con la fundacin de Metellinum junto al ro Guadiana, como por el Norte-Sur donde funda una serie de asentamientos militares, entre los que destacan Castra Cecilia, junto a Cceres, y Vicus Caecilius que algunos autores sitan cerca del Puerto de Bjar, quedando los lusitanos al Oeste de esta lnea. Es posible que durante estos enfrentamientos, el poblado de Villasviejas fuera ocupado por tropas romanas y que la poblacin indgena participara como mercenarios de los romanos durante estas luchas.

    Otro Yacimiento arqueolgico en las proximidades del castro

    Existen en Villasviejas una serie de objetos romanos, como cermicas, nforas y otros elementos metlicos, que guardan grandes semejanzas con los hallados en el campamento de Castra Caecilia o Cceres el Viejo. Por otra parte, la presencia de armas en la necrpolis de El Romazal hemos de ponerlas en relacin con todo este largo perodo de guerras que, en definitiva, tienen como nico objetivo la sumisin de este poblado indgena al poder de Roma.

  • Ceca de Tamusia?

    No queremos omitir la referencia a la ceca de Tamusia o a la serie

    bilinge de monedas con la leyenda latina TAMVSIENS(E). Aunque son bastantes los autores que, basndose en argumentos numismticos y filolgicos, sitan la ceca en este poblado, es necesario que este dato pueda confirmarse con hallazgos que nos proporcionen el contexto arqueolgico que, hoy por hoy, an no se han encontrado.

    Esperamos que, en el futuro, podamos contar con datos concretos que

    nos permitan afirmar, sin duda alguna, que la ceca de Tamusia se encuentra realmente en el poblado de Villasviejas.

  • EL POBLADO DE VILLASVIEJAS

    Buscando nuestros orgenes.

    El castro de Las Villasviejas del Tamuja, debido a la monumentalidad de sus restos, ha llamado la atencin desde momentos muy tempranos, de tal forma que la referencia de mayor antigedad con la que cuenta procede del Fuero de Cceres de 1231, donde se hace una breve mencin al Castiello de Tamuxa de Cceres cuando se est describiendo los lmites del concejo de Cceres.

    Ro Tamuja, testigo mudo del pasado de Botija

    En el siglo XIX, varias son las publicaciones en las que aparece mencionado y descrito, bien en compendios geogrficos generales, bien en documentos alusivos a las explotaciones mineras de la zona. La primera de estas menciones la encontramos en el Diccionario Histrico-Geogrfico de Espaa y sus posesiones de Ultramar, de Pascual Madoz, que en 1846 describe los restos que del castro son apreciables en aquel momento: otro cuarto de leguaal norte, existen las ruinas llamadas Villasviejas, donde se advierten los restos de un muro de circunvalacin, escorias de fragua y varios pozos de minas antiguas, las cuales han empezado a limpiarse por una sociedad particular.

    Restos de lienzo de la muralla en el Recinto A

  • Otro interesante documento sobre el yacimiento lo proporciona Clemente Roswag, en 1853; quien hace una descripcin pormenorizada de los restos del castro en ese momento: muy cerca de los Escoriales, pero del otro lado del ro Tamuja, existen ruinas muy antiguas, conocidas bajo el nombre de Villas Viejas. Estas ruinas se dividen en tres partes: la primera al S., de una figura casi circular, est circundada de un muro de piedras secas y de un foso en parte todava visible: est situado en un terreno que va ascendiendo insensiblemente hacia el Medioda y concluye por una preeminencia llamada Cerruco, () fortificacin o Castrum que, a mi juicio, representa esta primera parte () llamada Villas Viejas Chicas. Las separa de Villas Viejas grandes una especia de parapeto o terrapln (). Villas Viejas Grandes, es tambin un punto elevado, oval, circundado de muros de magnfica sillera de la cual se conocen perfectamente conservados algunos trozos. Como posicin de defensa es muy notable este sitio, situado entre una vuelta semicircular del ro Tamuja y un regato llamado del Verraco.

    En 1912, Publio Hurtado hace referencia a Villaviejas, como una

    poblacin de la que no restan ms que escombros, junto al pueblo de Botija. En la parte alta de ella y sitio denominado El Cerruco, se ven los paredones de un castillo que la dominaba, en cuyos contornos se han encontrado medallas y objetos muy antiguos.

    Las Villasviejas del Tamuja fueron redescubiertas para el conocimiento arqueolgico contemporneo por D. Marcial Calzado, quien comunic su existencia al Director del Museo de Cceres, D. Carlos Callejo Serrano, que dio noticia pblica de ello en 1962. As mismo, se inform a D. Francisco Jord Cerd, quien como Delegado de la Comisin de Excavaciones, redact un inform en 1966. Fue el profesor Jord quien anim a Da. Francisca Hernndez a realizar las primeras actuaciones arqueolgicas en el castro para documentarse para la realizacin de su tesis doctoral, que inclua la llamada cultura de los verracos. Las excavaciones se sucedieron con interrupciones desde 1968 hasta 1982. A partir del ao 1985 y hasta 1990 las investigaciones de Da. Francisca Hernndez se centraron en las Necrpolis. La imponente estructura defensiva

    Conserva en alguno de sus tramos hasta cuatro metros de altura original

  • A su vez, desde 1986 hasta 1990 excav en el castro un equipo de la

    Universidad de Extremadura dirigido por Da. Mara Isabel Ongil Valentn, quien tambin se documentaba para su tesis doctoral excavando en una nueva zona de viviendas y muralla.

    Afloramientos de pizarra definen los flancos del yacimiento

    Cmo es el poblado de Las Villasviejas?.

    El poblado de las Villasviejas del Tamuja, est situado en dos lomas de

    escasa altitud, que no superan los 400 metros sobre el nivel del mar; y delimitadas en el Oeste y Norte por el ro Tamuja y en el Este por la vaguada del arroyo del Verraco. La zona Sur es la ms accesible, abrindose a la dehesa Boyal de Botija, que es por donde se accede actualmente al castro. Cada una de estas elevaciones posee un recinto amurallado independiente que se completa por fosos en las zonas de menor pendiente y, por tanto, ms desprotegidas.

    En conjunto, la zona arqueolgica, completada con las necrpolis del

    Mercadillo y la zona circundante al castro, posee una extensin de 13 hectreas.

    El primer recinto amurallado, denominado B por los arquelogos, se

    encuentra a la izquierda del camino de acceso. Lo primero que llama la atencin al visitante es un cortado vertical en la piedra de pizarra, que era uno de los cuatro fosos con los que contaba este recinto para reforzar las murallas y proteger la entrada al lugar. Despus de ste foso encontramos otro de mayor tamao, tras el cual se puede ver un tramo de muralla original recrecido en poca reciente. Este lienzo est realizado en sillares de granito grandes, colocados horizontalmente y sin ningn tipo de argamasa.

  • A la izquierda destaca un montculo, llamado antiguamente el Castillo o el Cerruco, que probablemente fuera una torre defensiva de la puerta, situada en esta zona donde el foso se interrumpe. En este punto la muralla y el foso cambian de direccin hacia el Norte, donde discurre el ro Tamuja. Este foso es uno de los de ms amplia longitud conocida en toda Extremadura, y tras l se conserva un muro construido sobre partes originales de muralla, con similares caractersticas constructivas a la anterior.

    Vista general de uno de los fosos que complementan la estructura defensiva del

    yacimiento

    Al finalizar este foso, encontramos un nuevo montculo que debi ser

    otro torren. Pasado ste, existe un foso similar a los anteriores, que protege este flanco hasta llegar al ro Tamuja.

    El otro recinto amurallado, llamado A, se localiza al final del camino de

    acceso. Lo primero que apreciamos son dos grandes fosos artificiales a ambos lados del camino, que protegeran el nico acceso llano al lugar, donde se encontrara la puerta principal. Adems, debieron existir otras entradas laterales, tanto por el lado Este como por el Oeste, que permitiran una comunicacin directa con el ro Tamuja y con el arroyo del Verraco.

    Recinto A visto desde el Recinto B

  • El Recinto A es una pennsula delimitada por el ro Tamuja y el arroyo del Verraco y amurallado en todo su permetro. A diferencia del recinto B, aqu encontramos dos tipos diferentes de muralla; en las zonas de menor pendiente, y por tanto ms vulnerables, est realizada a base de grandes sillares de granito colocadas a hueso y con un ligero talud, mientras que en los cortados del Tamuja, se fabric con grandes lajas de pizarra unidas con arcilla y perfil ataludado. No es fcil observar este tramo de muralla, ya que la zona no es accesible y est cubierta actualmente por vegetacin.

    De todo el conjunto destaca la zona

    SE, donde se pueden apreciar los restos de un enorme bastin monumental, realizado en granito con un ncleo interior compactado con pizarra y tierra. Junto a l destaca la aparicin de una escalera fabricada en piedra.

    Escalera localizada en el S.E. del Recinto A

    La presencia de este impresionante conjunto defensivo hace pensar en

    la existencia de una inestabilidad poltica y social en aquella poca, hecho que necesit de la colaboracin de un elevado nmero de personas que tuvieron que realizar un gran esfuerzo humano para llevar a cabo dichos trabajos. De este modo, mientras que unos se dedicaban a la extraccin del granito en las tierras de Plasenzuela y al preparado de los bloques, otros realizaban el transporte y un ltimo grupo construa los sistemas defensivos.

    Respecto a las viviendas podemos decir que se han descubierto diferentes estancias o habitaciones, unas de planta rectangular y otras cuadradas, que formaran parte de casas ms amplias an en proceso de estudio. Estn realizadas con un zcalo de pizarra cuya altura conservada vara entre los 0,50 y 1,10 metros y un alzado de tapial o adobe. No se conoce el tipo de cubierta que debieron tener, aunque es posible que fuera de madera y ramas, motivo por el cual no se ha conservado ningn resto orgnico.

    En algunas estancias se han documentado hogares de forma circular,

    oval o irregular, fabricados con una primera capa de arcilla roja, endurecida por efecto del fuego, asentada bien sobre pequeas pizarras, bien en fragmentos de cermica o sobre un pequeo lecho de guijarros de cuarzo.

    Dentro de las viviendas se observaba cmo en determinadas zonas se

    haba preparado la roca natural para formar el piso de la casa. En unos casos, el pavimento estaba constituido por pequeas losas de pizarra, mientras que en otros lo estaba por un suelo rojizo de arcilla que no se ha conservado en toda la superficie de la habitacin.

  • Planimetra segn Francisca Hernndez (1989)

    Se ha documentado la existencia de calles que demuestran una cierta ordenacin urbana, cuyo pleno desarrollo tendra lugar en poca imperial romana. Las excavaciones de estas viviendas nos han proporcionado una serie de materiales que nos ayudan a conocer mejor los objetos que utilizaban en su vida cotidiana.

    Uno de los elementos ms representativos de los objetos de uso diario

    encontrados en el poblado es la cermica. Algunas de las piezas son de tipo comn o domstico, destacando entre ellas las ollas o pucheros que en algunos casos conservan las huellas de haber estado junto al fuego, y las grandes vasijas de almacenamiento utilizadas para guardar alimentos.

    Algunas de estas piezas

    aparecen con decoraciones de estampilla o cordones. No faltan las cermicas finas como vasijas, platos y cuencos, decoradas con pintura roja a base de motivos geomtricos. Las fbulas o imperdibles, utilizados como objetos de adorno o sujecin del vestido, tambin suelen aparecer en el poblado. Igualmente estn presentes una serie de elementos relacionados con las diferentes actividades que se llevaban a cabo. As, han aparecido algunos molinos circulares de granito, pesas de telar y fusayolas de cermica y otros tiles de hierro relacionados, estos ltimos, con los trabajos agrcolas.

  • EL TRNSITO DE LA MUERTE Necrpolis y ritual funerario

    La muerte ha sido para los pueblos antiguos uno de los ritos en los que destacar la figura y la familia del difunto. En el momento del fallecimiento se iniciaban una serie de ritos funerarios, no bien conocidos, entre los que destaca la cremacin del cadver; consista ste rito en la quema en una pira funeraria del cuerpo y alguna de las pertenencias personales del difunto. Posteriormente los restos resultantes eran recogidos, lavados e introducidos en una urna que se depositaba en la necrpolis.

    Localizacin original de la Necrpolis del Mercadillo

    sta era un cementerio organizado y situado fuera del poblado. En Villasviejas del Tamuja se han localizado hasta la fecha tres: El Mercadillo y el Romazal I y II.

    La primera necrpolis estaba ubicada al Sur del poblado, en la zona

    conocida como el El Mercadillo, junto al camino principal de entrada. En las tumbas se utilizaron vasijas de tamao mediano y grande, pintadas en rojo con motivos geomtricos, que colocaban de forma vertical en un hoyo excavado en la tierra y despus tapaban con platos o cuencos. Todos estos materiales demuestran los fuertes contactos que dichas comunidades mantenan con las poblaciones del Sur, donde se desarrollaba la cultura Ibrica, contactos que ya estaban presentes en los inicios del poblado de Villasviejas en el siglo IV a. C.

    A veces, delimitaban y sealizaban las tumbas con unas estructuras de

    piedras. En el interior de las vasijas, junto con los huesos, han aparecido algunos pequeos objetos: vasitos, imperdibles o fbulas, anillos, cuchillitos, etc. La mayor o menor cantidad de estos utensilios puede estar relacionada con la riqueza que tena el personaje enterrado.

  • Documento de Roso de Luna, en el que se hacen mencin al yacimiento (n6)

    Se han realizado estudios de los restos seos hallados en las urnas cuyos resultados son interesantes. Los anlisis llevados a cabo por el antroplogo Dr. Reverte nos informan de que existan ms mujeres (68,29%) que hombres (12,2%) y que tambin fueron enterrados algunos nios (7,31%). Sin embargo, algunos de los restos, debido posiblemente a la escasa cantidad de huesos que contenan, no pudieron darnos la identificacin del sexo (12,20%). Como dato curioso, podemos sealar que en uno de los enterramientos aparecieron juntos una mujer joven y un nio que, tal vez, pueda tratarse de una madre y su hijo.

    La segunda necrpolis se encuentra situada en la finca de El Romazal, en el trmino municipal de Plasenzuela, a una cierta distancia del poblado. No conocemos las causas que motivaron la eleccin de este lugar como espacio funerario. Sabemos que es frecuente en esta poca que los cementerios se puedan divisar desde el poblado, aunque no ocurre as en este caso. Las tumbas aparecen en una zona de pendiente donde se aprecian los resaltes de pizarras naturales, ms conocidas como dientes de perro.

    Las formaciones geolgicas denominadas dientes de perro jalonan la dehesa

  • Las caractersticas de esta necrpolis son muy distintas de la anterior, aunque utiliza el mismo ritual de enterramiento: la cremacin. Las urnas son de mediano y pequeo tamao. Generalmente no realizaban hoyos para colocar y encajar las vasijas; en cambio, se observa que debieron estar protegidas y sealizadas por pequeas piedras de pizarra, cuarcita y granito, todas ellas colocadas alrededor de la urna.

    Uno de los problemas con que nos encontramos en el momento de su

    descubrimiento fue que los recipientes estaban fragmentados debido a que la potencia del terreno que las cubra no superaba, en la gran mayora de los casos, los 20 o 30 cm. Es posible que cuando estas tierras fueron cultivadas, el empleo del arado les afectase, alterando la situacin original de los enterramientos.

    Se han excavado un total de 275 tumbas, un nmero bastante elevado

    que nos permite conocer un poco mejor la sociedad de ese momento. Vemos cmo, en determinadas tumbas, junto a la urna, se depositaban objetos personales, entre los que destacan las armas del guerrero. Aparecen espadas, puales, escudos, puntas de lanza y elementos de caballo como bocados y la frontalera que decoraba su cabeza. Tambin, en algunas tumbas, se han encontrado tijeras de esquileo, que demuestran la existencia de esta actividad y la presencia de agujas, pertenecientes a cardadores de lino, nos est sealando otro de los trabajos artesanales que tenan lugar en esa poca.

    rea de viviendas situadas en el Recinto A del Yacimiento

    No faltan otros objetos como los imperdibles o fbulas, anillos, fusayolas

    y bolas de cermica que nos ponen de manifiesto la existencia de diferentes clases sociales, teniendo en cuenta el mayor o menor nmero de objetos hallados en cada una de las tumbas o la existencia de actividades que llevaban a cabo, como la guerra, el trabajo de textiles o el esquileo de ovejas.

    La tercera necrpolis, conocida como El Romazal II est muy prxima

    a la anterior, pero solamente se han descubierto 11 enterramientos y es posible que, en futuros trabajos, nos ofrezcan un mejor conocimiento de sus caractersticas.

  • LA VIDA DIARIA ganaderos, agricultores y artesanos.

    Restos de una vivienda localizada en el Recinto A

    En la ubicacin del poblado debieron de jugar un papel fundamental algunos factores, como la existencia de fuentes para el consumo de agua o de recursos naturales suficientes para asegurar una base econmica estable y suficiente para abastecer y alimentar a toda la poblacin.

    Para conocer cules eran los tipos de cultivo, las plantas y rboles aprovechables en el entorno, se han realizado estudios del polen antiguo, existente en las capas de tierra que se han excavado, y que son una fuente de informacin esencial para el conocimiento de la flora del pasado.

    Los anlisis reflejan que en la poca de ocupacin del poblado exista

    una formacin de bosque de encinas abierto y matorral, muy semejante a la actual dehesa extremea, que proporcionaba la obtencin de recursos naturales: pasto para el ganado, lea, caza, recoleccin de frutos y setas, miel, etc.

    Aparece tambin una vegetacin de ribera, procedente de charcas y

    aguas estancadas, que nos lleva a creer que este ecosistema fluvial debi de constituir una fuente de recursos naturales, como pudiera ser el aprovechamiento de la enea, planta cuyas hojas se emplean para hacer asientos de sillas o cestera.

  • Restos de uno de los torreones del yacimiento

    Otras informaciones de las que disponemos son los anlisis de los

    restos de fauna recogidos en el interior de las viviendas, que nos muestra los animales que eran sacrificados, a qu edad y si eran consumidos o no. Existe un claro predominio del ganado ovicprino (35,9%), complementado por el vacuno (18,75%), porcino (18,75%) y, en menor medida, caballo y asno (7,5%) y perro (2,5%). Tambin se han documentado especies salvajes, entre las que destacan el conejo y la liebre (12,5%) y el ciervo (5%).

    Por otra parte, en la necrpolis de El Romazal han aparecido agujas pertenecientes, probablemente, a cardadores de lino, as como tijeras de esquileo, hecho que hace pensar que realizaban actividades relacionadas con el tejido y el pastoreo.

    Por tanto tendramos una serie de actividades relacionadas con la

    ganadera, tanto de ganado vacuno como lanar, as como porcino. Estas labores seran similares a las desarrolladas actualmente, y consistiran en la montanera, matanza, esquileo y trashumancia, lo que implicara el uso y mantenimiento de caadas y el contacto con otros pueblos de la Meseta Norte y las serranas.

    La monumentalidad de las estructuras se hace patente en el torren S.E del Recinto A

  • La agricultura de cereal se llevara a cabo en las zonas ms aptas para

    ello. sta se vio mejorada con la introduccin del arado de hierro y los molinos circulares o rotatorios, aunque es posible que se usasen tambin para moler harina de bellota. La aparicin de una serie de tiles realizados en hierro, tres podaderas, una cuchilla y varias piezas incompletas, indica tambin actividades de agricultura y forrajeo. Relacionado con el almacenaje del cereal debemos destacar la aparicin de grandes recipientes que serviran como despensas.

    Las actividades artesanales en el castro aparecen representadas de

    manera indirecta por el hallazgo en las excavaciones de ciertas piezas que lo evidencian. La produccin textil, probablemente de carcter domstico y femenino est sealada por los pondus o pesas de telar y fusayolas o contrapesos de husos.

    La aparicin de algunas joyas de oro y otros adornos de uso personal

    como las fbulas realizados en bronce, nos habla de la existencia de un probable taller de orfebrera. Es posible que el oro utilizado en la produccin procediera de los placeres del ro Tamuja extrado mediante bateo; la aparicin en excavacin de una pepita de oro nativo lo manifiesta.

    Detalle de las escaleras prximas al torren S.E del Recinto A

    Por otra parte, parece posible que las herramientas de hierro se fabricasen y repararan en un taller metalrgico. Como este metal no se encuentra en las inmediaciones del castro, es probable que llegara mediante intercambio con otras zonas, acompaado tambin de las monedas halladas. stas proceden principalmente de zonas mineras de Andaluca y la Celtiberia, destacando las monedas de Sekaiza, Obulko y Cstulo.

    En lo que respecta al trabajo de la piedra, observamos una labor de cantera en los sillares que aparecen en los tramos de muralla y en sus reparaciones y refuerzos, as como en el devastado de pizarra para la construccin de las casas. Una actividad ms refinada de estos canteros, consistira en la labra de las figuras de verracos.

  • Finalmente, la numerosa cantidad de tipos, formas y decoraciones

    cermicas, parece evidenciar la existencia de una produccin artesanal dentro del castro, aunque no se excluye una produccin domstica en las cermicas de cocina ms tocas.

    Detalle de la construccin del torren S.E., a base de sillares cclopeos.

  • LOS VERRACOS.

    En Botija se han encontrado seis esculturas zoomorfas, denominadas verracos. Estn realizadas sobre granito, bien tallado, que representan la figura de cerdos, bvidos y posibles jabales, algunas de ellas con una anatoma bien marcada en la que se sealan la cabeza alargada, los ojos circulares, las orejas pegadas al cuello y las patas delanteras ligeramente flexionadas hacia adelante. Y, aunque slo uno se conserva en su totalidad, encontrndose expuesto en el Museo de Cceres, su presencia en el entorno del poblado est indicando que nos encontramos ante una de las caractersticas propias del pueblo Vettn, aunque los verracos se extienden por casi todo el occidente de la pennsula.

    Respecto a su funcin o significado, destaca la aparicin de estas

    esculturas junto al camino que conduce a algunos castros, como Las Cogotas o La Mesa de Miranda (vila), que bien pudieron haber sido utilizadas como cercado para el ganado o interpretarse en un sentido mgico o religioso, como defensores del poblado. En este sentido, hay teoras que proponen que los verracos cumpliran una funcin protectora del ganado y garantizador de la fertilidad del mismo.

    Otra posible lectura de los verracos otorga a stos un significado funerario. Esta posibilidad se ve refrendada por la aparicin de inscripciones funerarias latinas (de onomstica indgena) en algunos verracos, as como por el uso de stos como cubiertas de algunos tmulos y su aparicin cercana a la necrpolis. Esta interpretacin se correspondera con momentos ms avanzados ya plenamente romanizados.

    Segn lvarez Sanchs, 1999

  • En la actualidad, la investigacin ha retomado la valoracin de los verracos en un sentido econmico y territorial, que ve en estas esculturas hitos fronterizos y marcadores territoriales de estos pueblos. Muchos de los ejemplos conocidos se localizan junto a pastos y prados, fuentes de agua y lejos de los poblados, siempre en lugares con buena visibilidad, por lo que los verracos pudieron funcionar como marcadores visuales del paisaje que sealaran los pastizales que constituan, de hecho, un recurso esencial para la subsistencia de la cabaa ganadera, base de la riqueza de pueblos como los vettones.

    Escultura zoomorfa fragmentada, localizada recientemente en la localidad.

  • EL FINAL DE VILLASVIEJAS DEL TAMUJA.

    No se conocen las causas que motivaron el abandono de este asentamiento, cuya poblacin se traslad a otros lugares. El descubrimiento de una serie de poblados romanos prximos, situados en la zona Norte de Villasviejas, hace pensar que la poblacin se traslad a ellos. La explotacin de yacimientos mineros puede ser una de las causas que expliquen tambin estos cambios.

    Existe una importante presencia romana en los alrededores, manifestada en poblados y en explotaciones mineras, cuyos restos han quedado perfectamente visibles hasta nuestros das. Los poblados son bastante numerosos y se encuentran distribuidos en ambas mrgenes del ro Tamuja, variando en su topografa, forma y funcionalidad. Los de mayor tamao se encuentran en la margen izquierda, estando asociados algunos de ellos a explotaciones mineras.

    La presencia de grandes escoriales en la finca de Las Golondrinas y los restos de infraestructuras de edificios junto a ellos confirman esta actividad. Igualmente, se han identificado una treintena de pozos de extraccin de mineral. Adoptan forma cuadrada o circular y, en sus alrededores, se han documentado tgulas o tejas romanas. Actualmente, se estn analizando algunas muestras de escorias y, aunque no tenemos todava el estudio definitivo, parece ser que el metal extrado era plomo. Sin embargo, los asentamientos de la margen derecha no estn vinculados a la minera.

    Foso sur 1 del Recinto B

  • De todo ello podemos deducir que una vez abandonado el poblado de Villasviejas y, a pesar de que todo este territorio se encuentra alejado de las importantes vas de comunicacin romana, se produce una gran ocupacin del territorio con patrones de asentamiento muy distintos, configurando ya las primeras comunidades histricas.

  • EL FUTURO DE VILLASVIEJAS.

    Actualmente se estn llevando a cabo trabajos arqueolgicos, medioambientales y de acondicionamiento del yacimiento, cuyo fin es la puesta en valor definitiva del mismo. Esto significa que se alcancen unos valores de conservacin, restauracin, investigacin y proteccin ptimos, que sean la base para el desarrollo de una infraestructura turstica que sirva como elemento de desarrollo de la localidad y comarca en la que se integra el castro.

    Los grandes y variados valores del yacimiento (cientfico, patrimonial, paisajstico y natural) son ms que suficientes para implicar en su salvaguarda y puesta en valor a las instituciones y organismos pblicos ms importantes y concienciados con la necesidad de desarrollo de esta zona de Extremadura.

    Tmulo que evidencia los restos de un torren en el Recinto B

    Hemos tratado de presentar el pasado cultural y natural del municipio de

    Botija. Dicho pasado est articulado en torno a tres ejes. El primero, su formacin geolgica dentro de la penillanura extremea que va a constituir la base para la formacin de un paisaje tpico de encinar y monte bajo y de unos recursos econmicos, cuya fuente principal es la ganadera. El segundo, el ro Tamuja que recorre el trmino municipal de Sur a Norte y el tercero, la existencia de un poblado antiguo.

    Todos somos responsables de su proteccin y conservacin si

    queremos disfrutarlo y transmitirlo a las generaciones futuras. Para ello, ser necesario que estemos dispuestos a colaborar en todas aquellas iniciativas que el municipio de Botija proponga, con el objeto de recuperar para siempre su memoria.

  • Vista del interior del foso oeste, en el Recinto B

    Conscientes de que Botija posee un pasado que merece conservarse, es preciso trabajar con imaginacin y creatividad para, desde el presente, recrearlo y renovarlo en un intento de descubrir nuestras propias races para ponernos manos a la obra, en la bsqueda de nuevos proyectos que nos hagan mirar esperanzados el futuro.

    Necrpolis del Romazal desde el Recinto B

  • MANUEL MOLERO BERNALTE PRESIDENTE DE ADISMONTA

    Desde la Asociacin para el Desarrollo Integral de Sierra de Montanchez y Tamuja (ADISMONTA), que me honro en presidir, es motivo de satisfaccin presentar esta publicacin, en forma de Gua Didctica, sobre el yacimiento arqueolgico de Villasviejas del Tamuja. Como elemento patrimonial de primer orden que es, desde ADISMONTA hemos reconocido, tanto tctica como formalmente, la importancia regional y comarcal de este yacimiento arqueolgico, de cara a fomentar, facilitar e impulsar las iniciativas tendentes a su estudio y puesta en valor como recurso. Un apoyo institucional que ha sido compartido, de forma coordinada, con otras entidades implicadas, tanto del mbito acadmico como del de las administraciones pblicas y, de manera especial, con el empuje del propio Ayuntamiento de Botija, iniciando as un camino de colaboracin con otras instituciones, ya sean pblicas o privadas, para una mayor profundizacin en el estudio de dicho recurso, as como para su acondicionamiento, conservacin y revalorizacin. Una coordinacin que, adems, en el marco del Programa de Desarrollo y Diversificacin de Zonas Rurales (PRODER II) que gestiona ADISMONTA, ha conllevado la promocin del proyecto Estudio Arqueolgico y Patrimonial del Yacimiento de Villasviejas del Tamuja que, en su afn de disponer tambin de un texto divulgativo, tiene su colofn precisamente en esta Gua Didctica que ahora se publica. En nombre de nuestra comarca, doy la bienvenida a todos los que queris visitar este tesoro que se esconde en Villasviejas del Tamuja, y animo a nuestros vecinos a conocerla y valorarla. Con ayuda de esta Gua hallaris, no slo las huellas de nuestro remoto pasado sino tambin las claves para construir nuestro futuro.

  • OSCAR SOLIS MERINO

    OSCAR SOLIS MERINO ALCALDE DEL AYUNTAMIENTO DE BOTIJA

    Desde el Ayuntamiento de Botija llevamos ya varios aos trabajando en

    nuevas propuestas de futuro que tienen como estrategia central la rehabilitacin del patrimonio, y al yacimiento arqueolgico de Villasviejas del Tamuja como buque insigna sobre el que poder reinventar nuestra propia identidad.

    Afortunadamente, no venimos recorriendo este camino en solitario, sino que los ambiciosos proyectos generados cuentan con aliados y sinergias suficientes, y canalizan ya muy diferentes apoyos.

    Desde el mbito cientfico, ni que decir tiene que las aportaciones de Da Francisca Hernndez Hernndez, directora de la mayor parte de las intervenciones en el yacimiento desde 1968, conforman ya el ms importante sustrato sobre el que cimentar cualquier proyecto de puesta en valor, as como las aportaciones de Da Isabel Ongil Valentn, con sus intervenciones en el perodo 1985-1990. Su colaboracin con D. Enrique Cerrillo, catedrtico de Arqueologa de la Universidad de Extremadura, con D. Sebastin Celestino, cientfico titular del Instituto de Arqueologa de Mrida, y con los arquelogos que son autores de esta Gua, Da Alicia Prada y D. Jos ngel Salgado, ha dado como fruto un Plan Director del yacimiento que ilumina gran parte del camino a recorrer, y en el que esta Gua Didctica no es meta sino un hito ms en la salida.

    Desde un mbito ms cercano y comarcal, la Mancomunidad de Municipios Sierra de Montnchez, presente tambin en el grupo creado de trabajo, y la Asociacin para el Desarrollo Integral Sierra de Montnchez y Tamuja (ADISMONTA), con un largo recorrido ya en la divulgacin de nuestro rico patrimonio, conforman un apoyo institucional con estrechos e incondicionales lazos de cooperacin. Mi agradecimiento a sus equipos tcnicos, por su colaboracin, entusiasmo y valiosa disponibilidad.

    A la Direccin General del Patrimonio de la Junta de Extremadura, que tan buena acogida ha hecho del Plan Director y de los trabajos que venimos desarrollando en el yacimiento, al proyecto Estudio Arqueolgico y Patrimonial del Yacimiento de Villasviejas del Tamuja, promovido por ADISMONTA, y en torno al cual se vienen articulando los trabajos, y de manera especial, a la Excma. Diputacin Provincial de Cceres, que ha hecho finalmente posible la publicacin de esta Gua, nuestro agradecimiento por el impulso y apoyo recibido.

    Pero, sin duda, y finalmente, es la ms preciada de las colaboraciones la que ha venido de la mano de los propios habitantes de Botija, de sus asociaciones, vecinos y gentes, con una alta implicacin y participacin en cada uno de los eventos que hemos venido desarrollando en el municipio. Dueos como son de su curiosidad e inters, juntos sabremos disear nuevas propuestas, nuevas ofertas y nuevas experiencias basadas en nuestros ricos recursos, tanto histricos como culturales, naturales y paisajsticos, no slo en beneficio social y econmico de nuestro pueblo, sino tambin como contribucin efectiva al desarrollo de toda la comarca.

    documentos_PROLOGO_d834358cdocumentos_INTRODUCCION_5561219edocumentos_CONOCIENDO_NUESTRO_PASADO_5c8468dadocumentos_EL_MEDIO_NATURAL_0e339186documentos_LA_HISTORIA_301c7f4fdocumentos_EL_POBLADO_DE_VILLASVIEJAS_cd12f124documentos_EL_TR_NSITO_DE_LA_MUERTE_5afd5d33documentos_LA_VIDA_DIARIA_ff59c37ddocumentos_LOS_VERRACOS_8f9d94ffdocumentos_EL_FINAL_DE_VILLASVIEJAS_DEL_TAMUJA_493d28d9documentos_EL_FUTURO_DE_VILLASVIEJAS_309b1a1edocumentos_AGRADECIMIENTOS_DE_MANUEL_Y_OSCAR_0f31be76