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Page 2: Piel de Campeones

Piel de CampeonesLa historia de las camisetas de los mundiales de fuú tbol

Federico Mana

Page 3: Piel de Campeones

Índice:

Prólogo p. 4

Capítulo uno p. 7

Capítulo dos p. 13

Capítulo tres p. 21

Capítulo cuatro p. 32

Capítulo cinco p. 51

Conclusión p. 69

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4

Prólogo

Es realmente interesante analizar por qué los seres humanos tenemos la

tendencia a fanatizarnos con objetos, con cosas vanas a las cuales les adherimos

una inmensidad de significaciones y un sentido que, a la larga, termina

trascendiendo al objeto adorado. Creo yo que con las camisetas de fútbol ha

pasado algo similar. Cuando nacieron a finales del siglo XIX no eran más que

simples remeras utilizadas para distinguir cada equipo de fútbol que se iba

constituyendo, inicios que, a la luz de la actualidad, nos parecen lejanos e

incluso improbables. A quienes nos apasiona el fútbol y sentimos una particular

atracción por las camisetas, nos resulta imposible verlas como prendas casuales

que han de cumplir un uso particular. Sabemos que significan algo más, aunque

no podamos definir con precisión qué sea aquello que significan.

Por supuesto que todos estos años transitados le han ido imprimiendo

infinidad de cambios, de estilos y de diseños, encontrando una conexión en sus

modificaciones no sólo con la evolución del fútbol si no también con la visión

mercantilista que ha ido invadiendo el deporte década tras década. Así, más allá

de su sentido histórico y cultural, la indumentaria se ha transformado en un

fetiche comercial, un producto más a vender dentro de la lógica económica

imperante, embebida hasta el límite de la belleza ficticia del marketing, donde

la camiseta ya no tiene valor tradicional, si no más bien epocal, esto es, dada

por su pertenencia a la moda masiva.

Sin embargo, más allá de nuestras miradas críticas no podemos dejar de

sentirnos magnetizados por esos retazos de tela coloreados que han vestido y

aún visten nuestros sueños. Claro que, como toda atracción profunda y

verdadera, no nos alcanza con mirar fotos o con adquirirlas; no, queremos

saber, conocer, escudriñar sus secretos más recónditos. De esta manera,

inmerso de lleno en este enamoramiento por las camisetas, nace este pequeño

texto que busca analizar gran parte de lo acontecido con los uniformes a lo largo

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de la historia de los mundiales. ¿Por qué esta concentración específica en los

mundiales? Bueno, además del particular interés al respecto de las camisetas de

la selecciones en detrimento de las de los clubes, el motivo de este

particularización en la Copa del Mundo se da porque al ser la competición más

importante de fútbol, es en donde la vestimenta obtiene su mejor vidriera tanto

para las ventas como para la imposición de patrones a seguir. Lo que pase en un

mundial, indefectiblemente será trasladado a todos los demás ámbitos poco

tiempo después.

Ahora bien, este libro tiene sus orígenes en la serie de artículos

publicados por mí en una de las páginas web sobre fútbol más reconocidas de la

Argentina y en la cual tengo el gusto de participar desde el año 2012: La Redó!

(www.la-redo.net). Cabe decir que dichos artículos fueron pensados en un

principio como un único y simple post pero que, luego de las investigaciones

llevadas adelante para realizarlo, requirió una extensión que terminó dando

cinco entregas que respetaremos aquí en forma de capítulos: 1930 – 1954;

1958-1970; 1974-1982; 1986-1998 y 2002-2014. La intención de tomar a cada

uno de ellos, corregirlos y adaptarlos para publicarlos en este formato surge por

la carestía de textos de este tipo (ausencia justificada en la casi segura

intrascendencia de una historia de las camisetas de fútbol) y porque

básicamente me gustó mucho el producto final a la vez que se me ocurrió

interesante para compartir con aquellos quienes comparten mi pasión por la

indumentaria. Desde ya, que la presente publicación no aspira a ser canónica ni

narrar de manera exhaustiva la evolución de los uniformes; busca sí puntualizar

algunas tendencias, indagar en los orígenes de ciertos diseños y costumbres que

hoy parecieran ser dogmas, como así también homenajear algunos conjuntos

que se han vuelto paradigmáticos con el correr de los años.

Por último, quisiera dedicarle unas breves palabras a la foto de la

portada. Pareciera contradictorio presentar un texto sobre las camisetas de

fútbol en los Mundiales con una imagen que fue extraída de un partido

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amistoso entre Inglaterra y Argentina en el estadio de Wembley el 13 de mayo

de 1980; allí la celesta y blanca perdería por tres goles contra uno y un joven

Maradona ensayaría, sin destino de gol, una jugada casi idéntica a la que

dibujaría en México contra el mismo rival seis años más tarde. De todas

maneras, volviendo a la imagen en sí, se puede decir que es por demás

relevante para ilustrar la tapa de este libro porque ella reúne de forma casi

providencial dos íconos, dos leyendas de los mundiales: el Diego y la camiseta

de la Selección de Inglaterra diseñada por Admiral, un efímero pero

absolutamente necesario protagonista de esta historia que sin más comenzaré a

narrar.

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Capítulo uno: 1930-1954

Por mucha mística que hoy contenga cada casaca, la realidad es que en

sus principios sólo era un útil necesario para diferenciar cuando once personas

se enfrentaban a otras once y así les fuera un poco más fácil distinguir a los

suyos para pasarle la pelota en el fragor del encuentro. Por este motivo no

había en los primeros tiempos del fútbol demasiado interés por el diseño o el

material; se usaba lo que había a mano y lo más fácil de conseguir. Así nacen las

camisetas de algodón lisas, por lo general blancas que eran las menos costosas.

Claro que cuando hubo que vestir a las selecciones el color fue un poco

más preponderante ya que debía responder a la insignia nacional o a algo que

haga referencia al país en cuestión. Así pues podemos observar en las camisetas

de los mundiales de 1930, 1934 y 1938 un simplismo que quedaría en el olvido

en épocas posteriores, con ropa de producción nacional y preparada para un

objetivo puntual: la distinción de unos con otros.

No obstante, pese a no existir aún las grandes marcas ni sus

departamentos de diseño, había particularidades en cada camiseta que las hacía

diferente del resto más allá del color: se podían observar cuellos redondos, con

botones, en “v” o tipo polo que por lo general se combinaban con cordones en

el cuello. Por otro lado, estaban los conjuntos que elegían poner el escudo de la

federación, sea en el medio (Estado Unidos en 1930 o Checoslovaquia en la final

de 1934) o en el costado (Perú 1930) como así también quienes no hacían uso

del mismo (caso Uruguay y Argentina). Por otro lado se encontraban los

conjuntos que optaban por el monocromatismo, los que adherían detalles en

mangas y cuellos o, como el caso de nuestra selección, quienes utilizaban dos

colores en combinación a rayas.

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Estados Unidos, 1930

Los pantalones que conformaban el conjunto también se sumaban a la

moda de usar algo disponible y práctico. Los colores no variaban mucho entre el

blanco y el negro y por lo general combinaban con las medias que tampoco

sufrían la exposición al colorismo (?). Sí se diferenciaban por tener líneas

contrastantes o ser lisas, pero hasta ahí llegaba el amor de quienes las

confeccionaban. Quizás el cambio más notorio en cuanto a los pantalones fue su

largo, ya que se pasó del largo hasta casi cubrir la rodilla del Mundial de

Uruguay a una extensión un poco más moderada por sobre la rodilla en los

certámenes posteriores.

No obstante, los cambios de modelos que se veían de un mundial a otro

respondían más al desgaste de la ropa que a un requerimiento de las

federaciones de estrenar uniformes cada evento mundialista. Claro que también

hubo cambio de colores, ya sea por disponibilidad de telas o por cuestiones

extra-futbolísticas. Por ejemplo, en la primera cita mundialista, Bolivia utilizó un

modelo exclusivo donde cada jugador portaba una letra diferente en el pecho

que formaba la frase “VIVA URUGUAY”, hecho que además de ser una de las

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primeras muestras de venta de humo y tribunerismo en el fútbol universal,

sirvió para individualizar a cada jugador en una época donde los números aún

no hacían su rutilante aparición; para el segundo partido utilizó una casaca

celeste, continuando evidentemente con la obsecuencia hacia el local.

Bolivia, 1930

Por otro lado, la selección italiana también tuvo sus cambios cromáticos

al abandonar el primigenio blanco para utilizar el hoy clásico azul en honor a la

familia Saboya, protagonista de la unificación del Reino de Italia a través de

Víctor Manuel II, cuyo escudo fue parte de la bandera hasta 1946. El mismo

estaba conformado por una cruz blanca sobre un fondo rojo con un marco azul

que lo recorre que fue quien finalmente prestó su color para la selección

italiana.

Sin embargo, la azzurra también supo verse vestida en un par de

ocasiones en el mundial de 1938 con el color negro por expresa

“recomendación” de Mussolini, para así rendirle homenaje a los “camisas

negras”; anteriormente, el duce ya había interferido en la casaca italiana al

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exigir la incorporación en el escudo de la federación del “fasces” romano,

símbolo de su régimen dictatorial.

Italia de negro, 1938

Pero el mundial de Francia `38 no sólo tuvo este cambio de camisetas si

no también el de Hungría, uno de los pioneros en utilizar un juego “alternativo”,

presentando para enfrentar a las Antillas Holandesas una remera blanca

atravesada por la bandera húngara, todo un hito en cuanto a ruptura del

monocromatismo hasta el momento.

Para el mundial disputado en Brasil en 1950 se presentó uno de los

cambios más importantes en las camisetas: la incorporación de los números en

la espalda, tradición nacida en Australia en 1911 pero recién masificada a

mediados de la década del cuarenta. En cuanto a las camisetas en sí mismas,

poco se había modificado al respecto de los mundiales anteriores: el algodón

seguía siendo rey y los diseños eran sencillos y eficientes. Sin embargo, ya no

eran simples remeras si no prendas confeccionadas para jugar al fútbol, más

estilizadas y ceñidas al cuerpo. Hubo también quienes se animaron a innovar un

poco más, como la selección yankee que presentó la típica casaca blanca

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atravesada por una línea diagonal roja de derecha a izquierda con el escudo de

la federación del lado del corazón, dándole un toque de distinción a la camiseta

que además cobró una relevancia inesperada gracias al triunfo ante Inglaterra

(que optó por la camisa con botones blanca o azul según la ocasión) por 1-0.

Estados Unidos, 1950

En otro orden de cosas, el cambio más significativo para Suiza 1954 fue el

conocido abandono del color blanco de Brasil para vestir la famosa

“verdeamarela”. Sin embargo quienes rompieron los moldes

fueron Turquía y Checoslovaquia al presentar, como Hungría en el ’38, franjas

horizontales en su pecho: una grande y blanca con la medialuna roja para los

otomanos y una roja y otra azul en contraste con el blanco para los checos, que

también presentaron un juego rojo con blanco y azul.

A su vez, fue para la cita mundialista de este año cuando se comenzaron

a firmar los primeros contratos de algunas selecciones con marcas proveedoras.

Uno de estos pioneros fue Inglaterra quien firmó un contrato con la marca

Umbro para que ésta le confeccionara su vestimenta oficial. Este pacto duraría

nada más ni nada menos que 59 años (interrumpido un par de años por la

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mítica Admiral) y fue cortado recientemente ya que en 2013 el equipo de los

tres leones firmó con Nike.

Otra de las alianzas que comenzaron allá por 1954 fue la de Alemania y

Adidas, pacto que aún no se ha roto y pareciera volverse eterna, aunque tuvo

un pequeño impasse en el mundial de Argentina 1978, impasse que como

veremos no significó realmente una ruptura de esta mítica alianza.

Alemania, 1954

Así entonces, podemos dar un cierre a esta sección comentando que la

principal característica de todas las casacas fue la simplicidad eficiente. Se

buscaba diferenciar un equipo del otro al mismo tiempo que, en lo posible, se

pretendía dar lugar a los colores patrios. Quizás los mayores cambios entre los

años fue el manejo de las combinaciones con pantalones y medias ya que al

aumentar el número de espectadores y hacerse los estadios más grandes, darle

mayor nitidez al espectáculo se volvía fundamental.

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Capítulo dos: 1958 – 1970

Nos habíamos quedado en 1954, donde los colores de las camisetas de

los países ya “tradicionales” estaban conformados o por conformarse como el

caso de Brasil. Italia, Francia, Alemania, Uruguay, Hungría, Checoslovaquia,

Argentina e Inglaterra ya sabían qué vestir y cómo. El uniforme cobraba año tras

año su identidad, su carácter; lejos habían quedado las etapas donde la ropa

que había se adaptaba al juego, ahora la vestimenta era específica y preparada

para la ocasión y ya era habitué ver en cada cita mundialista “pilchas” de

estreno. No obstante esto, la simplicidad y la elegancia todavía eran

protagonistas en cada conjunto, el algodón seguía siendo el emperador de las

telas y los botones atravesando todo el frente estaban dando sus últimos

latidos.

Por supuesto que en este periplo de doce años que aquí analizaremos,

poco a poco el amateurismo al momento de la confección de los uniformes fue

dando lugar al profesionalismo pero pese a que las marcas ya comenzaban a

decir presente, la veta comercial de las casacas aún no estaba desarrollada, por

lo que no se utilizaba aún la camiseta para hacer publicidad de la firma; con el

hecho de que el pueblo sepa que se vestía esa marca alcanzaba para

posicionarla socialmente.

Claro que la irrupción de una nueva manera de transmitir los partidos

cambiaría la forma de concebir la vestimenta: estamos hablando por supuesto

de la televisión. En 1954 ya se había transmitido el primer partido, Yugoslavia –

Francia, pero fue en el ’58 donde se televisó por completo un evento

mundialista. De todas maneras hubo que esperar hasta México 1970 para que la

televisación sea a color, fenómeno que hizo dar un vuelco sin lugar a dudas en

el diseño de los uniformes.

Concentrándonos en la ropa en sí misma, podemos ver cómo en estos

doce años la vestimenta fue estrechándose para dar más comodidad de

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movimiento a los deportistas. Las prendas holgadas y “cuadradas” de los treinta

fueron reemplazadas por remeras más ajustadas a las humanidades de los

jugadores a la vez que a medida que pasaban los mundiales los pantalones iban

haciéndose más pequeños hasta descubrir casi la totalidad de los muslos; otra

aparición rutilante pero cautelosa fue la de los detalles en los costados de los

shorts, líneas que rompían con el monocromatismo, algo que ya había hecho

Brasil en el ’54 con franjas blancas para cortar el azul, pero que México

profundizó al incorporar, en el ’58, líneas rojas y verdes para cortar el blanco.

Otra tendencia que se volvió práctica habitual fue la del uso de camisetas

alternativas para que no se crucen nunca dos equipos con colores similares. De

todas maneras su implementación fue progresiva y no todos los países

arribaban con dos juegos, situación que generó la célebre utilización de la

camiseta amarilla del IFK Malmö por parte de la Selección Argentina cuando

tuvo que enfrentar a Alemania Occidental en el Mundial de Suecia. Fue en este

mismo campeonato donde Brasil estrenó su casaca azul y lo hizo nada menos

que en la final ante el local donde se coronó campeón mundial por vez primera

de la mano de un joven Pelé. Otra de las particularidades de este año fue la

masividad del uso del escudo de cada federación (o bandera del país), salvo por

Argentina y Uruguay que se hicieron esperar bastante para incorporarlo a sus

clásicas camisetas. La Unión Soviética no tenía escudo tampoco, es cierto, pero

en su gloriosa casaca roja ostentaba en blanco las letras CCCP, “URSS” en cirílico

(Союз Советских Социалистических Республик).

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Brasil – U.R.S.S., 1958

Llegó el mundial de Chile y con él las mangas largas para no sucumbir

ante el frío del Cono Sur (el certamen se jugó en otoño) junto con pequeños

detalles que se masificarían años más tarde como la línea tricolor en el cuello

escote en “v” de la camiseta mexicana que buscaba cortar el verde con los

colores de la bandera nacional. No obstante igual había lugar para la

improvisación como lo fue la casaca de Colombia quien en su primera

participación mundialista presentó unas remeras azules con un escudo enorme

cosido que manifestaba a las claras su no pertenencia a esa prenda.

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Colombia, 1962

Con respecto a su sucesor, Inglaterra ’66, quizás hubo pocos cambios en

cuanto a vestimenta. La mayor diferencia se radicó en el cuello, siendo el

redondo quien se impuso en la mayoría de las casacas en tierras inglesas,

desterrando para siempre los cordones, y marginando a los cuellos en v y los

tipo polo. Se apreciaba que la búsqueda era por la comodidad, había que

confeccionar prendas ligeras y dúctiles, sencillas, eficientes y prácticas. El

monopolio del monocromatismo seguía vigente, (a excepción de Argentina con

sus bastones y Hungría con su bandera transversal) salvo que se continuaba la

línea de poner detalles en mangas y cuellos lo que generaba una combinación

elegante y sobria.

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Portugal – Hungría, 1966

En cuanto a la Copa del Mundo de México 1970 podemos decir que fue el

eslabón entre la época clásica y la moderna. La transmisión a color, la progresiva

comercialización del fútbol y el estallido de los patrocinadores fueron los

comienzos de una nueva era en cuanto a indumentaria, era que quizás empezó

en Alemania ’74 pero que tuvo sus albores en tierras aztecas. Sin ir más lejos fue

en este mismo año en el que la FIFA y Adidas establecieron una alianza

inquebrantable que llevaría a la marca de las tres tiras a ser reina y madre de los

próximos mundiales y destronar a otras marcas clásicas, como la nombrada

Umbro quien en 1966 llegó a vestir a 15 de los 16 países participantes.

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Perú 1970

Una de las cosas que se pudo observar en este certamen fue la

reafirmación de que los shorts debían ser cortos, por encima de la rodilla,

mostrando la mayoría de los equipos, los pantalones más estrechos hasta ese

momento de la historia. También fue el año de la aparición de la franja diagonal

roja en la camiseta de la Selección de Perú; otro estreno, menos evidente pero

igual de importante, fue la incorporación del escudo de la federación en la

casaca celeste de Uruguay. Sin embargo, una de las camisetas más llamativas

fue la de Bulgaria que a su tradicional rojo le agregó un cuello algo así como en

“v” pero más alargado (dejando parte del pecho descubierto) con la bandera

nacional rodeándolo y debajo el escudo, lo que daba el efecto, posiblemente

deseado, de que cada jugador llevaba colgada una medalla.

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Bulgaria 1970

Pero más allá del diseño búlgaro, el equipo que más innovó en su

vestimenta fue Inglaterra quien no sólo se convirtió en el primer país en

presentar tres juegos de camisetas (aparte de la blanca y de la roja, usó contra

Checoslovaquia una camiseta celeste acompañada de pantalones y medias del

mismo color) si no que también llegó a Norteamérica con una casaca fabricada

especialmente para las altas temperatura ya que Umbro le diseñó una prenda

de algodón tejido en forma de rejilla que dejaba pequeños orificios para facilitar

la evaporación de la transpiración.

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Inglaterra 1970

Así pues, como se puede observar, en 1970 es el año de transición entre

la época clásica y la época moderna de las camisetas. Poco a poco los colores

tradicionales y los diseños simplistas irán sucumbiendo ante la emergencia de

los sponsors técnicos de indumentaria que encontrarán en las camisetas un

objeto de exposición y venta de valor incalculable con lo que las prendas se

volverán cada vez más sofisticadas y específicas y la lucha de las marcas se

volverá cruenta y encarnizada.

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Capítulo tres: 1974 – 1982

Nuestra última estación había sido el Mundial de 1970, año en que la

televisación tomaba más preponderancia que nunca al transmitir todos los

partidos a color, hecho que no sólo hacía más atractivo al deporte en sí mismo,

si no que también le daba otra relevancia a las imágenes, a las tonalidades y,

principalmente, a los símbolos y signos que recorrían las canchas.

Con las empresas de indumentaria cobrando cada vez más fuerza,

lideradas por la encarnizada lucha de las marcas alemanas fundadas por los

hermanos Dassler (Adidas y Puma), los primeros patrocinios deportivos

comenzaron a verse, siendo el punto cúlmine el contrato de Puma con Pelé para

el mundial de México ’70, contrato que se suponía que no iba a suceder según

el pacto secreto de ambas marcas, pero que terminó aconteciendo. La historia

cuenta que ambas empresas se reunieron en secreto y pautaron no ofrecerle

dinero al astro brasileño para no entrar en una vorágine competitiva que

elevaría el pago de patrocinamiento de otros jugadores a cifras astronómicas.

No obstante, pese al acuerdo, la marca del felino le ofreció a O Rey una

suculenta suma que echó por tierra el “Pacto Pelé” y sumó una cuenta más para

incrementar el odio entre estas marcas.

Así, se lo pudo ver al “10” brasileño atándose los cordones en la final, de

manera tal que todos los espectadores pudiesen observar cómo el astro

mundial vestía los botines de Puma, botines que en realidad no eran tales

porque como no le quedaban cómodos los provistos por la marca, Pelé siguió

utilizando unos de fabricación brasileña a los que les hizo colocar franjas de

cuero blanco a los costados para simular que eran los originales.

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De todas maneras, pese a la aparición en Inglaterra 1966 de los primeros

carteles publicitarios y los albores de patrocinios para el calzado de las estrellas,

la verdadera alianza entre fútbol y negociados nació cuando João

Havelange llegó a la presidencia de la FIFA en 1974 y, de su mano, arribó la

figura de Horst Dassler al mundo de la mercadotecnia deportiva.

A partir de esta alianza fue que cambió el paradigma de la financiación;

desde ahora la FIFA iba a llenar sus bolsillos con el dinero de la venta de los

derechos de transmisión y de los nuevos “sponsors” que se acercaban para

asociar sus marcas con el Mundial. ¿Por qué mencionamos todo esto? Porque

esta nueva visión repercutiría de lleno en las camisetas mundialistas.

Si bien desde mediados del siglo XX algunas empresas de indumentaria

han vestido con exclusividad a algunas selecciones como comentamos

anteriormente, lo cierto es que no fue hasta el mundial de Alemania ’74 que se

“animaron” a imprimir en las casacas sus nombres y su simbología. No todos los

uniformes llevaban estampado el logo de su proveedor, pero poco a poco se iba

notando a qué marca pertenecía cada selección. De todas maneras, en esta

primera etapa, la búsqueda era más que nada la de la visualización de la marca;

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la pretensión de atraer un mercado de consumo de camisetas todavía no estaba

desarrollada siendo Admiral (protagonista de los párrafos que seguirán más

adelante) quien años más tarde comenzaría a dar los primeros pasos

comerciales.

Conforme a esto, la marca de las tres rayas hizo su desembarco con

fuerza en su país natal; a la selección local, bastión principal de su historia, la

dejó inmaculada, pero a otras selecciones “menores” y no tanto, les estampó las

tres franjas horizontales en los hombros recorriendo las mangas, generando un

contraste al combinar dos o tres colores. Las franjas continuaban en el pantalón

y aparecían en los bordes superiores de las medias. Tuvo la delicadeza al menos

de estampar su logo sólo en los pantalones, menos en camisetas como las

de Argentina o Uruguay que lo llevaron en el pecho como precio por renunciar a

las rayas de las mangas. Una curiosidad con respecto a nuestra selección es que

en su partido ante Alemania Oriental, usó por primera vez una camiseta

alternativa azul, que en realidad, no fue más que una remera lisa con el logo de

la marca, algo bastante improvisado.

De todas maneras, la vestimenta más recordada de este mundial ha sido

la de Holanda, vestida por los alemanes que le dieron un toque negro a

camiseta en sus mangas gracias a las rayas que, en el caso de Cruyff fueron sólo

dos debido a que el mítico delantero tenía un fuerte contrato con Puma y se

negó a hacerle propaganda a una empresa que no le pagase.

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Cruyff y su mágica 14

Ahora bien, en líneas generales, las camisetas siguieron con un corte

clásico, con los colores tradicionales que venían de antaño sólo modificados por

las interferencias de las empresas en forma de escudos o tiras. De esta manera

nacieron las tristemente denominadas “camisetas genéricas”, es decir, aquellos

modelos estándares e idénticos a los que sólo se les cambiaba el color y el

escudo para las distintas selecciones: Chile, Yugoslavia, Bulgaria, Suecia, Haití y

Polonia, fueron víctimas de esta injuria (?). Deberíamos colocar aquí a Zaire,

pero su grossísimo escudo con un leopardo ubicado en el frente la salvan de

pertenecer a este infame grupo.

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Zaire, Adidas, 1974

Cuatro años más tarde la historia continuaría en nuestro país, en un

mundial manchado por una dictadura que buscaba tapar sus atrocidades con el

fútbol y a la vez mostrarle al mundo una cara falsa, apoyados en la hipocresía

del periodismo local y en el ánimo de lucro de la FIFA. De hecho fue en 1978

cuando ISL (International Sport and Leisure), la hija dilecta de Horst Dassler, vio

la luz y se puso a prueba en esto de comercializar los derechos de transmisión

con una voracidad nunca antes vista.

En cuanto a la vestimenta no hubo demasiados cambios con respecto al

certamen anterior aunque algunos hubo, por supuesto. Mientras la brecha

entre media y pantalón se seguía agrandado producto de los shorts cada vez

más cortos, Adidas no se esforzó demasiado en cambiar sus uniformes,

manteniendo la mayoría de sus modelos genéricos, a los que les subió un poco

el logo y les cambió la tipografía de los números.

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Argentina, Adidas, 1978

Así pues, las modificaciones pasaron más que nada por el lado de las

empresas que aparecían, antes que por los diseños; el logo de Puma hizo su

primera aparición mundialista de la mano de Austria, mientras que Umbro

decoraba los costados de los jugadores de Escocia con un dudoso buen gusto,

México llegaba a nuestras pampas calzando con orgullo una casaca marca Levi’s

que fue una pequeña ruptura alrededor de tanto diseño simplista: verde

apagado con detalles en blanco y rojo para la titular y blanca con dos franjas

transversales roja y verde para la suplente, una rareza para la época. Sin

embargo el dato más sobresaliente lo aportó Alemania Occidental quien por

única vez en su historia rompió (a medias) su tradicional alianza con Adidas. El

logo extraño que se puede visualizar en el pecho de sus camisetas no es otro

que el de Erima, compañía alemana que en 1976 fue adquirida por la empresa

de Adolf “Adi” Dassler pero que mantuvo su identidad y se hizo con la licencia

para vestir a los teutones. Claro que cuatro años más tarde, todo volvería a la

normalidad.

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Alemania, Erima, 1978

Luego del primer campeonato mundial para la Selección Argentina

llegaron los ochenta y con ellos una “revolución” para el mundo de las

camisetas, revolución que dio sus primeras muestras en España 1982 y que

incluyó hasta el cambio del tradicional algodón por materiales textiles

sintéticos, más resistentes y livianos. Pero para entender cómo se fueron dando

estos cambios quizás tengamos que retrotraernos un poco en el tiempo y hablar

de Admiral, partícipe necesario de esta historia.

Esta empresa inglesa dedicada a la indumentaria en general pero que en

la rama deportiva siempre estuvo a la sombra del gigante anglosajón, Umbro, a

comienzos de la década del ’70 empezó su corta y gloriosa época dorada que le

bastó para fundar los cimientos de los nuevos diseños de casacas.

En primer lugar supo descubrir y aprovechar el valor comercial de las

camisetas al producir toda una serie de réplicas de clubes ingleses y europeos

para vender a los niños. Gracias a su éxito apostó a más y se lanzó de lleno a

patrocinar clubes de primera logrando el contrato con el Leeds United en 1973

presentando una camiseta sencilla pero innovadora, colocando su logo en

pecho y hombros. Este fue el comienzo ya que varios equipos ingleses le

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siguieron al Leeds y cada uno que vestía la marca presentaba un modelo único y

original que luego sería reproducido en prendas para chicos. Ellos habían

captado la idea: un diseño más atractivo producía mejores ventas.

Por otro lado, el fracaso de Alf Ramsey para conducir a la selección de

Inglaterra a los mundiales del ’74 y el ’78 dio paso a la renovación y consecuente

llegada de Don Revie, ídolo del Leeds y promotor de la marca, con lo que logró

que Admiral le quitase el trono a los del diamante y se instalara en el pecho de

los leones para disputar la Copa del Mundo de 1982.

Inglaterra (Admiral) – Francia (Adidas), 1982

Fue tal su trascendencia que también fue el proveedor de Bélgica y, como

era de esperarse, para ambos conjuntos planteó diseños revolucionarios para la

época: los ingleses abandonando el monocromatismo blanco o rojo para

presentar franjas en los hombros: una azul gruesa y una roja más fina. Los

belgas cortando el rojo con dos líneas verticales amarillas (con una serie de

logos de la marca en negro) a los costados confluyendo hacia el medio que se

extendía hasta los mismos shorts… locura. Hoy parecieran ser unos detalles

más, pero para ese año era toda una novedad, la instauración lisa y llanamente

de una nueva era.

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Argentina (Le Coq Sportif) – Bélgica (Admiral), 1982

Adidas recogió en parte el guante e hizo debutar en tierras ibéricas los

“pinstripes”, las líneas finitas que recorren verticalmente la camiseta para dar

un detalle de otra tonalidad, aunque fiel a su tradición, se lo aplicó a Francia,

Irlanda del Norte, Nueva Zelanda, Yugoslavia y Unión Soviética, todos

resultando estéticamente más que aceptables.

U.R.S.S., Adidas, 1982

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Sin embargo, pese a estas modificaciones, a la incorporación de Le Coq

Sportif en Camerún y Argentina o al emprolijamiento con detalles en mangas y

cuello de la casaca italiana que venía por demás simplona los últimos

certámenes, el otro uniforme que se llevó todos los flashes fue el de Argelia. Su

camiseta titular era verde y se dividía de manera asimétrica con una franja

blanca que bajaba desde el hombro izquierdo para fusionarse con el color

principal mediante dos líneas más pequeñas mientras que los hombros

permanecían blancos; a su vez en los shorts se continuaba este diseño bicolor,

culminando el uniforme con medias coloradas, forjando los colores de la

bandera nacional. Además en el pecho aparecía escrito en árabe el nombre del

país lo que generaba un conjunto moderno, original y por demás atractivo para

esos tiempos. El conjunto “visitante” preservaba el mismo diseño sólo que

invertía los colores y utilizaba medias blancas.

A su vez, para sumar más autenticidad a la indumentaria, la misma era

diseñada y fabricada por una empresa estatal argelina denominada SONITEX

(Société Nationale des Industries Textiles) que más que una marca, pese a

contar con un logo propio, era un conglomerado de empresas textiles estatales

que luego de diversas re-estructuraciones se convirtió en TEXALG, tal como hoy

se la conoce. Así pues, más allá de algunos coqueteos con marcas

internacionales, la decisión política argelina fue que su selección participara en

su primera cita mundialista vistiendo uniformes confeccionados en el propio

país para mostrar el rostro de una industria pujante. De todas maneras

plantarse contra el capitalismo occidental pareciera haberle jugado una mala

pasada a los de Rabah Madjer quienes pese a haber triunfado ante Alemania y

Chile, tuvieron que quedarse afuera de la segunda ronda merced al arreglo que

teutones y austríacos llevaron adelante.

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Alemania (Adidas) – Argelia (SONITEX), 1982

Page 32: Piel de Campeones

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Capítulo cuatro: 1986 – 1998

El mundial de España ’82 pasó y con él se fueron Admiral y sus inicios

revolucionarios que si bien marcaron un punto de inflexión, no le fueron

suficientes para mantenerse al tope de la competencia que cada vez cobraba

más auge y tenía a Adidas como líder y director. La publicidad ya estaba

enraizada en lo más profundo de cada certamen y las camisetas ya olvidaban su

época en la que sólo funcionaban como herramienta de distinción entre

equipos. Ahora cada selección estaba “obligada” a presentar un nuevo modelo

en cada cita mundialista, aunque para México 1986 no hubo demasiados

cambios. Quizás fue muy brusco el salto entre 1978 y 1982 como para que

existan diferencias muy grandes entre la Copa del Mundo de España y la del país

azteca, aunque, por supuesto, hubo excepciones y cosas nunca antes vistas.

Empezando con la casa alemana, la empresa que todavía estaba en

manos de la familia Dassler eliminó los pinstripes presentados cuatro años atrás,

volviendo al monocromatismo clásico cortado por las tres franjas de los

hombros, a excepción de Francia que presentó una línea blanca por debajo de

los brazos a la altura del axila, que recorría toda la manga y tenía sobre sí otra

línea más fina roja. No obstante, para algunas selecciones, Adidas aprovechó el

material sintético (Tactel) que reemplazaba el algodón de manera tal de formar

“marcas de agua” o más bien, dibujos aprovechando las costuras, imitando las

franjas y los diseños que se imprimen en el césped según cómo se lo corte. El

resultado de esta experiencia eran camisetas de un mismo color pero que

rompían la monotonía del plano general. En resumidas cuentas, la vestimenta

que seguía diseñando la marca de las tres rayas continuaba siendo simple,

efectiva y buscando el atractivo desde la sencillez.

Page 33: Piel de Campeones

33

Irak, Adidas, 1986

Así pues, el resto de las marcas tampoco innovaron demasiado más allá

de las franjas claras y oscuras que el Tactel podía ofrecer. Le Coq Sportif seguía

su línea espartana mostrada en 1982, evitando cargar los modelos con

complicados dibujos y Umbro, que había vuelto a vestir a la Selección Inglesa,

puso “las cosas en su lugar” al quitar los colores rojo y azul del plano central y

limitarlos al cuello. De todas maneras, donde sí se animó a experimentar un

poco más la marca de los diamantes fue en la indumentaria de Escocia. La

remera era azul oscura pero presentaba franjas horizontales en una tonalidad

más clara lo que no hacía cambiar el color a simple vista, pero daba un detalle

interesante, ¿se habrá querido homenajear al Celtic y al Rangers al mismo

tiempo? Pero más allá de esto, donde se rompió el molde verdaderamente fue

en el pantalón ya que el blanco típico se rompía con una franja horizontal azul

que recorría todo el short y que incluía además el escudo de la federación junto

con el de la marca. Raro y nunca antes visto.

Page 34: Piel de Campeones

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Escocia, Umbro, 1986

Pero claro, si hablamos de lo nunca antes visto y de lo inaudito no

debemos dejar de mencionar a Dinamarca. La Copa del Mundo de México ’86

fue su primera participación mundialista y no podían dejar pasar semejante hito

con una casaca del montón. Vestidos por Hummel, una marca alemana que

luego se radicó en el país escandinavo, llegaron a tierras norteamericanas con

un modelo que dejaba al de Argelia del ’82 (repetido casi idénticamente cuatro

años más tarde) como una remera blanca de colegio. La camiseta estaba

dividida en dos partes, una roja y la otra blanca con pinstripes rojos que de lejos

daban rosa mientras que en las mangas se repetía el dibujo, intercambiando

parte entera con parte rayada… un éxtasis visual. El modelo alternativo era igual

sólo que el rojo se modificaba por blanco. El conjunto se completaba con shorts

rojos y medias blancas con puño rayado; ahora bien, cuenta la historia que en

realidad Hummel presentó pantalones que continuaban el diseño de la casaca

pero como cargaba demasiado el uniforme, pareciendo más un pijama que ropa

para fútbol, eligieron dar un corte más clásico a la parte media.

Page 35: Piel de Campeones

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Dinamarca, Hummel, 1986

Una vez Argentina se coronó campeón, hubo que esperar cuatro años

para ver qué nos depararían las empresas al vestir a los diversos equipos y si

continuaban en esta línea simplista o tomarían el legado de los daneses que,

más allá de su vistoso juego, cobraron una relevancia inesperada gracias a su

particular vestimenta. Así entonces, llegaron los locos noventa y con ellos una

nueva forma de percibir las camisetas de fútbol.

Esta vez los cambios vendrían del lado de la empresa que, hasta el

momento, había sido líder en cuanto a patrocinios de equipos pero nunca se

había animado demasiado a patear el tablero. Quizás el efecto Admiral –

Hummel, el estallido del mercado de venta de camisetas y el retiro de la familia

Dassler en favor de la llegada de Bernard Tapie para intentar levantar una

empresa que comenzaba a caer bajo el peso de sus competidores, fueron

causas suficientes para que en Italia 1990 Adidas fuera a por todo.

Así fue que a las 15 selecciones que vistió, a todas les hizo vestimentas

para la historia. A ver, esto no significa que haya abandonado sus ya célebres

“modelos genéricos”, la cuestión estaba en que los mismos no eran simples

remeras con tres rayas ni tampoco un sólo modelo repetido para varios.

Page 36: Piel de Campeones

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Camerún, Rumania, Egipto, Estados Unidos, Colombia y Emiratos Árabes Unidos,

mostraban todos modelos “similares” donde los detalles principales estaban en

franjas en los hombros que cortaban el color principal y se extendían por

mangas y/o pecho. No obstante ello, los pequeños detalles de disposición de

estos diseños hacían que muy pocas camisetas sean idénticas entre sí,

generando modelos llamativos, estéticos y que se volvieron leyendas en algunos

casos, como la roja de la selección cafetera.

Colombia (Adidas) – Emiratos Árabes Unidos (Adidas), 1990

Por supuesto que hubo casos de simplismo, como Holanda (que había

abandonado el template con el que salió campeón europeo en 1988 y que fue

una de las camisetas más célebres de la historia), Bélgica, Argentina (donde el

diseño fue sencillo pero absolutamente sobrio), Irlanda (que mostró marcas de

agua que anticipaban lo que vendría cuatro años más tarde) y Suecia (que

directamente se presentó a la cita mundialista con un template idéntico al

utilizado por otros países en México ’86). De todas maneras hubo varias

selecciones en donde Adidas eligió romper con todo y dar un giro de 180

grados. Dos de ellas fueron la Unión Soviética y Checoslovaquia. Las camisetas

de estas selecciones fueron absolutamente novedosas ya que incluían unos

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37

dibujos que bajaban desde los hombros en forma asimétrica parecidos a píxeles

que se esparcían por diversas partes. Extraño, insólito, fantástico. Tal vez era un

homenaje a la era de la computación que estaba emergiendo, o el viaje lisérgico

de algún diseñador, quién sabe, lo cierto es que ambas selecciones, que

paradójicamente participaban por última vez en su historia con estos nombres

antes de su disolución, vistieron un uniforme imposible de olvidar. En este lote

de los “revolucionarios” también podría entrar Yugoslavia que podía alardear de

un modelo único y original con colores en sus costados que hacían de la

camiseta un conjunto tricolor particular y llamativo. Pero al lado de la URSS y

Checoslovaquia corría un poco por detrás, y ni hablar con respecto a la otra

selección que generó convulsión: Alemania.

URSS, Adidas, 1990

El conjunto teutón siempre fue el caballo de batalla de Adidas, no por sus

diseños, si no por ser el país donde la casa de Adi Dassler había nacido. Desde

1954 le confeccionaban la ropa (salvo en 1978 como dijimos en el capítulo

anterior), siempre desde la sobriedad y cuidando las tradiciones. Pero en 1990

se decidió por cambiar y en una acción arriesgada que podía significar un

bochorno y un escándalo, se creó una de las camisetas más lindas de toda la

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historia de los mundiales. Se mantuvo el blanco, por supuesto, pero se le

agregaron las tres franjas típicas, de un ancho importante, cada una con un

color diferente formando la bandera alemana y bajando desde el hombro

derecho en diagonal hacia el pecho, para encontrarse con otras franjas y volver

a subir por el hombro izquierdo… magia. Icónica la casaca no sólo porque “die

mannschaft” salió campeón si no porque además su combinación cromática

generaba un magnetismo único e irrepetible. En cuanto a la vestimenta

alternativa, se presentó el mismo modelo que el usado por Holanda en la

Eurocopa de 1988 (con los dibujos en marca de agua triangulares) y que otros

tantos países de esa época supieron vestir, a la vez que algunos equipos locales,

sólo que para los germanos era de color verde.

Alemania, Adidas, 1990

Ahora bien, por el lado de las otras marcas que estuvieron presentes, las

que pudieron hacer un poco de competencia en esto de innovar fueron Puma y

Umbro, aunque distaban bastante de lo presentado por su contrincante. La

marca del otro Dassler presentó en la selección austríaca un modelo que

mostraba un dibujo moderno de líneas oblicuas a un costado de la camiseta que

rompía con eficiencia el monocromatismo y le daba un toque de leyenda a un

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equipo que, en los hechos, no pudo hacer trascender su vestimenta demasiado.

La casa inglesa por su parte, se animó a seguir transformando la ropa de Escocia

proveyéndola con un conjunto alternativo rarísimo en donde el fondo blanco se

combinaba con diversas líneas horizontales azules y amarillas; ojo (?) que pese a

esta novísima casaca, el color amarillo ya estuvo presente combinado con rosa

por los colores de Archibald Primrose, 5º Conde de Rosebery quien fue uno de

los fundadores de la federación de fútbol. Esta vestimenta se usó en varias

ocasiones entre los años 1881 y 1951.

Costa Rica (Lotto) – Escocia (Umbro), 1990

Así entonces, en líneas generales, el Mundial de Italia 1990 marcó

algunas tendencias en cuanto a diseños que durarían toda la década, con

modelos bastante personalizados y que rompían bastante la tradición. Mucho

dibujo, detalles y elementos que hasta el momento no se habían incorporado.

Por supuesto que la influencia “exterior” estaba presente, los colores

estridentes, la ropa brillante, los talles más holgados y la intención de llamar la

atención a como de lugar. Pero si la Copa del Mundo del ’90 fue un canto a la

innovación, la del ’94 fue mucho más allá, empezando con la incorporación del

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40

número en el pecho de cada jugador, hasta llegar a alcanzar el límite de lo

ridículo.

Sin embargo, antes de comenzar a desarrollar el análisis estético, cabe

hacer una breve contextualización. Como siempre hasta aquí, lo que pasaba con

Adidas era cuestión central en cuanto a todo lo que acontecía en tema de

vestimenta deportiva y lo ocurrido en 1992 no fue para nada menor, dejando

bastante mal parada a la marca. ¿Qué pasó ? El polémico francés Bernard Tapie,

presidente del Olympique de Marseille que había comprado la empresa de las

tres líneas mediante un préstamo, dos años más tarde se proclamó en quiebra;

por este motivo, asesores del banco Credit Lyonnais le recomendaron vender la

empresa a un precio mayor y acorde al mercado actual.

Bien, el francés tomó nota y actuó según lo aconsejado. No obstante,

tiempo más tarde, Tapie se entera que, bajo el consejo del banco, no hizo más

que venderle al propio banco quien a su vez re-vendió la marca por el doble de

lo que la había comprado. Esta situación hizo estallar al ahora ex propietario

quien inició acciones legales por deslealtad y porque él mismo le pagó una

comisión al Credit Lyonnais por haberlo ayudado a vender Adidas. ¿Cómo

terminó esta historia? Bien, aún no terminó, ya que quince años después, la

justicia determinó que al vendedor “estafado” se le pague una compensación de

unos 480 millones de dólares (menos de lo que perdió según Tapie) sólo que, al

haber desaparecido la entidad bancaria en 2003, tuvo que ser pagado todo este

dinero por el mismísimo estado. Más allá de esto, el escándalo estalló cuando se

descubrió que el bueno de Bernard habría utilizado sus influencias políticas y su

cercanía con Sarkozy para torcer el dictamen a su favor y así quitarle al erario

público semejante cifra. Para imaginarse la magnitud de todo esto, podemos

afirmar que es al día de hoy que el conflicto todavía continúa…

Pero volviendo al inicio, la venta y posterior denuncia de fraude generó

un escándalo que manchó a la marca quien vio en el mundial de Estados Unidos

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la posibilidad de reivindicarse y, además, hacer pata ancha en el territorio de un

enemigo que ya amenazaba su imperio: Nike.

De todas maneras, otras marcas también pusieron énfasis en la cita

norteamericana, a sabiendas de que tenían que aprovechar su exposición en la

meca del consumismo. Adidas ya sólo patrocinaba diez equipos, dando lugar a

Umbro que creció a partir de los equipos americanos, y a otras empresas con

menor tradición mundialista como Lotto, Diadora, Mitre y Reebook. La

heterogeneidad de marcas y la lucha por el mejor diseño iniciada en el noventa,

generó un abanico amplio de camisetas. Pocos ejes transversales se pueden

encontrar, más allá de que ya no se ceñían tanto al cuerpo y que la marca de

agua se volvió casi un dogma incuestionable. Umbro se la imprimió a Brasil con

el dibujo del escudo de la federación, al igual que a Colombia. El resto de los

uniformes también las mostraba, aunque con diseños más pequeños, pero ahí

estaban, aprovechando toda la potencialidad del Tactel. De todas maneras, con

quien más se permitió volar la marca inglesa fue con México: la camiseta

original tenía los colores clásicos (con marcas de agua obviamente) pero la

alternativa era blanca con un inmenso dibujo que buscaba asemejarse a

Quetzalcóatl en color rojo… original, por no decir espantoso.

México, Umbro, 1994

Page 42: Piel de Campeones

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Pero como habíamos dicho anteriormente, Adidas tenía en su cabeza

superar cualquier cosa antes vista en la historia de los mundiales. Empezó por

darle un poco menos de uso a los modelos genéricos a la vez que los dividió en

dos, hecho que posibilitaba la diversidad. Por un lado estaba el modelo que

sacaba las líneas de las mangas para poner tres franjas anchas de cada lado

subiendo desde la cintura al pecho y repitiéndose en los pantalones, ropa que

vistieron Suecia, Rumania, Bulgaria y Noruega. Por el otro, estaba el template

con líneas verticales que recorrían un costado y que estaba conformada por

pequeños rombos, siguiendo el dibujo en el pantalón: es el diseño que

Argentina presentó como alternativo y que se hizo famoso por ser el que vistió

a Maradona en su último gol mundialista.

Argentina, Adidas, 1994

Sin embargo, la casa alemana se decidió a tomar a algunos países y

diseñarle ropa especial y única. Pasó con Irlanda que presentó una casaca

alternativa con dos partes: la de arriba a franjas verticales y la de abajo entera.

También lo hizo con Nigeria quien en su primera experiencia mundialista vistió

un uniforme particular y por demás original: el uniforme titular era en totalidad

verde a excepción de un círculo blanco alrededor del cuello que contenía una

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43

serie de dibujos en tonalidad más oscura que rememoraban los típicos diseños

africanos. Claro que ese mismo dibujo cobraba preponderancia en el uniforme

alternativo ya que era una especie de pijama en donde todo estaba cubierto por

ese “detalle”.

La otra selección que llevó ropa personalizada fue, como no podía ser de

otra manera, Alemania. La revolución de Italia ’90 continuó con un diseño por

demás llamativo ya que el blanco tradicional ahora alojaba bajando por los

hombros y rodeando el cuello, una bandera alemana confeccionada con rombos

que se repetía en menor escala en los pantalones. Tal vez un poco invasivo,

Adidas lo había hecho de vuelta: había revolucionado lo clásico con un resultado

aceptado por muchos.

Alemania, Adidas, 1994

Sin embargo, el verdadero riesgo lo tomó con la selección local, Estados

Unidos. A sabiendas de todo lo que significaba confeccionar una camiseta

particular para el país sede, se dejó llevar por las influencias de la época, el

“batik” hippie, la ropa de jean, los colores llamativos… Así fue que la necesidad

de reposicionar la marca, la intención de hacer un producto que le haga sombra

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a Nike y a Reebook, y la inspiración en la cultura americana dieron como

resultado dos camisetas: la titular, blanca con franjas verticales rojas dispuestas

de tal manera que pareciese que era una bandera flameando; la suplente, azul,

con estrellas blancas. ¿Nada más? Nada menos, ya que el azul no era cualquier

azul dado que buscaba imitar al clásico jean, mientras que la disposición de las

estrellas tenía como intención emular el efecto batik. El producto final causó lo

que buscó, de hecho veinte años después se sigue recordando, aunque todavía

no queda claro si se la reconoce por su audacia, su estética o su ridiculez.

Estados Unidos (Adidas) – Colombia (Umbro), 1994

Llegó el año 1998 y la apuesta por los diseños llamativos seguía vigente,

sólo que ahora otro pesado se había metido en la pelea. Nike no se anduvo con

rodeos para presentarse en Francia ya que llegó patrocinando seis equipos:

Corea del Sur, Nigeria, Estados Unidos, Holanda, Italia (finalista en el ‘94) y

Brasil, último campeón del mundo, con Ronaldo como líder futbolístico e ícono

de la marca del swoosh.

La firma norteamericana decidió darle su propia impronta a cada país y

no dotarlo con modelos de catálogo, destacándose los detalles sobre los

hombros y un estilo más sobrio que buscaba romper con los excesos del

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mundial ’94 sin por ello caer en el simplismo. Se arriesgó con Brasil al

incorporarle unas franjas verdes en las mangas, hecho que logró un mayor

contraste entre los colores sin por eso romper con la tradición. Para Estados

Unidos confeccionó una vestimenta mucho menos estrambótica, basada en los

diseños de la ropa universitaria, donde una elegante línea azul recorría todo el

pecho cortando el rojo intenso que cubría el frente.

Brasil, Nike, 1998

Más allá de la firma estadounidense, la personalización de cada uniforme

fue un rasgo casi universal en Francia ya que marcas como Puma y Adidas

insistían con los modelos genéricos, aunque sin imponerlos a todas sus

selecciones y agregándole suficientes detalles como para personalizarlos.

Paradójicamente estas empresas que en sus orígenes fueron enemigas a

muerte, presentaron templates similares que hacían hincapié en cambiar el

color de la parte media de la camiseta, entre el frente y la espalda por debajo de

las axilas. Por supuesto que cambiaban los pormenores entre unas y otras, pero

las diferencias no eran excesivas.

Otros rasgos generales en todos los uniformes fueron los materiales

sintéticos brillantes que se utilizaron, además de lo cargado que se veía a los

modelos, sea con líneas, impresiones, marcas de agua o franjas dispersas por

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diferentes lugares. Al mismo tiempo, los talles aumentaron sobremanera al

respecto de años anteriores, con remeras bien sueltas y pantalones que volvían

a asemejarse a sus inicios, dejando de lado la metrosexualidad de los setenta y

ochenta.

Pero más allá de estas cuestiones globales, hubo grandes apuestas de

diseño en varios países y no siempre de la mano de los gigantes de la industria.

Obviamente que Adidas hizo lo suyo con selecciones como la alemana a quien le

disminuyó considerablemente el lugar de los colores de la bandera aunque

siguió resistiéndose al hecho de volver a hacer la casaca toda blanca. También

hizo un buen trabajo con la Selección Argentina al incorporar pequeñas líneas

en dorado y un cuello polo color negro. De todas maneras, la camiseta más

llamativa de la marca alemana fue la de la selección local que era una especie

de réplica de la que confeccionó en 1984 y con la que el equipo galo se coronó

campeón de su primera Eurocopa, justamente en su país.

Es decir, no solamente el diseño era atractivo ya que sobre el frente azul

se estampaba una franja gruesa roja con disposición horizontal y tres finas rayas

blancas en paralelo, si no que también se asimilaba la historia y la épica, antes

con el genio de Platini y ahora con Zidane, hecho que, en vista del campeonato

obtenido, tiñó de leyenda al modelo.

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Francia, Adidas, 1998

Sin embargo, más allá del valor simbólico de esta casaca, en cuanto a

modelos llamativos e insólitos, podemos mencionar unos cuantos. Japón llegó a

su primera Copa del Mundo vestido por la empresa japonesa Asics quien no

dudó un instante en teñir de su cultura al diseño al imprimirle al típico azul

nipón unas llamaradas en las mangas y en los shorts. Reebok también se mandó

de las suyas al imprimir su logo de manera poco decorosa en los hombros de la

camiseta chilena, aunque ante el patalear de la FIFA por el evidente sponsor

tuvo que quitarle un trozo generando una camiseta extraña y no del todo bella.

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Japón, Asics, 1998

La que sí fue bella y por demás original fue la que Lotto preparó para

Croacia, otro debutante. Famosa por su sahovnica, la selección croata desde

que debutó independizada de Yugoslavia siempre llamó la atención, aunque

para el Mundial, la empresa italiana decidió no cubrir toda la prenda, si no una

parcialidad de la misma, bajando por el hombro derecho hasta cubrir la mitad,

con cuadrados rojos sobre fondo blanco. Umbro no se quedó atrás, aunque se

repitió un poco con las marcas de agua, pero sacó del arcón de los recuerdos el

rojo y el azul para Inglaterra para contrarrestar el blanco.

Croacia (Lotto) – Jamaica (Kappa), 1998

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De todas maneras, la marca que fue más allá y decidió irrumpir con

fuerza fue la italiana Kappa; dos equipos estaban a su cargo, también

debutantes: Sudáfrica y Jamaica, selecciones que por su propio nombre

llamaban la atención: una por ser la tierra de Mandela, aquella que salía de las

sanciones por la atrocidad del Apartheid; la otra por ser una rareza, un equipo

caribeño sin tradición futbolística pero con una cultura avasallante. Cuesta

encontrar las palabras para describir cada camiseta; la sudafricana presentaba

sobre un fondo blanco con vivos verdes dos grupos de líneas paralelas

horizontales, uno dorado y otro negro que se chocaban en el medio. La

jamaicana por su parte, era amarilla huevo con una trama en verde y negro que

bajaba desde el hombro derecho hasta continuar en los pantalones. Quizás

ambos equipos no hayan tenido grandes actuaciones, pero que no quepa duda

que sus uniformes llamaron la atención.

Sudáfrica, Kappa, 1998

Ahora bien, si de llamar la atención se trata, la casaca que presentó

México se lleva todos los premios. Confeccionada por la firma mexicana ABA

Sports, se respetaban los colores clásicos, pero sobre el verde tradicional se le

imprimió la Piedra del Sol, ícono central de la cultura azteca que representa la

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disposición del cosmos, aunque también se la conoce como “Calendario azteca”.

Pese a haber sido producida por una marca “menor”, esta camiseta es quizás la

que más ha sido aceptada por todo el pueblo mexicano aún cuando los

resultados deportivos obtenidos no hayan sido del todo reconfortantes.

México, ABA Sports, 1998

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Capítulo cinco: 2002 – 2014

Los infames años noventa culminaron un lejano 31 de diciembre de 1999,

cuando toda la población se preparaba para sufrir las calamidades del efecto

Y2K a la vez que se festejaba el inicio de un nuevo siglo y milenio que,

matemáticamente, comenzaría un año después. Conforme a las esperanzas de

los nuevos tiempos y la llegada del año dos mil, la Copa del Mundo abriría

nuevos horizontes al realizar su primera competición en Asia, debutando

también en la co-organización al ser Corea del Sur y Japón las sedes del

magnánimo evento. Ahora bien, en cuanto a las camisetas, con el cambio de

década llegó el fin de los diseños extravagantes, de los colores estridentes y de

la búsqueda obsesiva por la originalidad diseñadora. El objetivo de las grandes

marcas era ahora apostar por la tecnología, por materiales más resistentes y

adaptables a las temperaturas corporales, con nuevas telas que evaporaban la

transpiración y buscaban el confort de los deportistas en todo momento.

A su vez, la lucha entre los dos pesos más pesados se volvía por demás

intensa, conformando una competencia pujante y encarnizada por ver quién se

posicionaba como la marca líder en indumentaria futbolística. Así pues, entre el

desgaste de los diseños grotescos y excéntricos y la pelea constante entre

Adidas y Nike, se llegó al Mundial de 2002 con una de las peores camadas de

uniformes en la historia. Se podrá decir que se apostó por volver a las fuentes, a

lo simple o a lo sencillo, pero la realidad es que la lucha de marcas se impuso

por sobre las selecciones ya que lo único que les importó a cada una, salvo

pequeñas excepciones, fue la de imponer su sello a través de templates

genéricos que se aplicaron sistemáticamente sobre cada selección. Si algo le

faltaba a este mundial para hacerlo uno de los peores, era que las empresas

pusieran más esmero en la venta de las camisetas que en su diseño.

La cuestión fue la siguiente: hubo prácticamente un sólo diseño por

marca que se aplicó a todas los equipos patrocinados. Quizás no haya sido el

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problema el resultado final, incluso hasta se puede decir que en sí mismos no

eran antiestéticos, sólo que aplicados sistemática y repetitivamente, perdían

todo sentido. Pero veamos brevemente qué sucedió:

Adidas presentó un template limpio y sencillo que constaba de un frente

liso, el logo de la marca a un costado y el escudo a la izquierda y las clásicas tres

tiras en los hombros que no llegaban hasta el final de la manga como era

habitual, si no que se detenían antes para dar espacio a los parches que hacían

su debut. Como nota de distinción, presentaba una especie de red a los

costados para permitir la respiración corporal que, combinada con la tela que

iba por debajo, según el caso podía dar un tono más claro o mostrar otro color.

Quizás el diseño no estaba mal e incluso rememoraba a los primeros productos

mundialistas de la marca, sólo que el “novedoso material” daba la sensación de

confeccionar una remera más de entrenamiento que de juego. Para colmo de

males, Adidas impuso este modelo a todas sus selecciones sin distinción alguna,

hecho que generó que equipos como Turquía y China presentasen un modelo

idéntico al compartir el color rojo en sus uniformes titulares.

De esta manera, el conjunto resultó muy simplón, hecho más para

demostrar que cada equipo representaba Adidas antes que a un país. Hubo

algunos equipos que supieron romper este modelo unívoco al aplicar alguna

franja horizontal para cortar el monocromatismo como el caso de la suplente

germana que, además, se vio desprovista de su tradicional color verde para

vestir de negro y gris.

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Alemania, Adidas, 2002

Por su parte, su competidora norteamericana buscó salir del simplismo,

diseñando un modelo con tintes futuristas, con diversas líneas que atravesaban

el paño y que cortaban el monocromatismo, además de incorporar colores más

chillones como el verde fluorescente en Nigeria o el naranja chillón para la no

clasificada Holanda. No obstante, el caso de Nike fue el mismo que el de la casa

alemana: todas las selecciones vestidas por la marca presentaron el mismo

modelo, a excepción de la combinación de los colores o de algún que otro

detalle en las líneas que bajaban desde las axilas a la cintura: Corea del Sur tenía

algunos finos trazos en blanco en su frente y Croacia se distinguía por su clásico

cuadriculado blanco y rojo. Así pues, el diseño fue más arriesgado, eso no se

pone en duda, pero al repetirse en cada país, perdió su originalidad.

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Estados Unidos, Nike, 2002

La otra empresa grande alemana, Puma, también se dejó llevar por el

modelo genérico y se lo aplicó a Paraguay, conservando las franjas y

presentando una casaca alternativa naranja (!). El diseño era una camiseta lisa,

con parches redondeados a los costados de un color diferente al paño central y

no mucho más como para continuar el eje simplista de sus competidoras. No

obstante, la apuesta grande fue con Camerún aunque, merced a la reticencia de

la FIFA, terminó echándose por tierra todo lo trabajado. La cuestión fue así:

Puma no se anduvo con chiquitas y pretendió reformar el concepto de camiseta

al presentar un modelo sin mangas para que los jugadores puedan afrontar el

calor de la Copa Africana tiempo antes de la Copa del Mundo. La idea era

extender el uso de este novedoso diseño hasta el mundial del 2002, pero la

entidad madre del fútbol se apoyó en la International Football Association

Board para prohibir su uso y obligar a la casa alemana a agregarle mangas a las

musculosas, mangas que ahora vestirían un inútil parche. Puma no tuvo otra

opción que aceptar y ya sin tiempo para crear un nuevo producto, agregó

mangas negras al modelo preparado, lo que resultó en una camiseta más, sin

magia ni demasiada relevancia.

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Camerún, Puma, 2002

Las otras marcas que aparecieron en tierras asiáticas decidieron

continuar el camino de la sencillez y simplicidad, incluso Uruguay, vestida por la

dudosa l-sporto, se presentó con una casaca que hacía homenaje a la

vestimenta de 1930, con cuello con cordones y en su totalidad celeste, aunque

el material brilloso le quitaba todo encanto y la hacía asemejarse a una burda

imitación de feria. Así entonces, el único que rompió el molde de las camisetas

sencillas fue el debutante Eslovenia que, vestida por la tradicional firma de ropa

para arqueros Uhlsport, presentó un modelo blanco y verde en cuyo frente se

veía dibujado el monte Triglav, montaña más alta del país e ícono del mismo,

dando lugar a un modelo original y por demás vistoso.

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Eslovenia, Uhlsport, 2002

Cuatro años más tarde el mundial volvió a Alemania luego de treinta y

dos años y, al parecer, las marcas notaron cómo se habían extralimitado en su

apatía para Japón-Corea, pero no por ello dejaron de insistir en imprimir su sello

en cada camiseta. La cuestión es que ahora se personalizaban un poco más los

equipos y, de haber templates generales, se les daba a los mismos algunos

detalles que abrían el abanico de posibilidades y combinaciones por lo que el

efecto homogeneizador estaba un tanto más soslayado. No obstante, a decir

verdad, Nike optó por salirse del modelo pre-formado y crear camisetas sobrias

y limpias que se adapten a cada selección sin que ello signifique una copia

exacta de otro modelo. Así por ejemplo Brasil volvió a su clásico conjunto con el

amarillo pulcro y Estados Unidos volvió a la finura circunspecta del año 1998

entre los más destacados de la marca en el 2006.

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Estados Unidos, Nike, 2006

Así entonces, en líneas generales lo que se podía observar era la

continuación de una línea simple y efectiva pero que sumase ciertos toques de

distinción para diferenciar la marca y la selección. Claro que hubo excepciones

como la de Lotto quien se presentó con ideas de cuatro años atrás ya que a sus

dos selecciones, Ucrania y Serbia y Montenegro, les calzó el template que

dispersó por el mundo, la de los cuatro “pinches” saliendo de hombros y muslos

hacia el centro (Quilmes lo vistió en nuestro país), cambiando por supuesto los

colores. El resultado final no fue más que otro par de camisetas de catálogo en

donde los tonos y el escudo de cada confederación hacían la diferencia. Ojo que

la anteriormente pionera en originalidad, Umbro, también cayó en esto y vistió

exactamente igual a Inglaterra y Suecia, con camisetas lisas y una cruz

decorando el hombro derecho.

Por el lado de Adidas, la casa alemana reformuló sus ideas y presentó

tres modelos bases que tuvieron el suficiente diseño para sobresalir los unos de

los otros. Uno lo vistió sólo Trinidad y Tobago, aunque se veía a las claras que la

marca no hizo más que estampar su escudo en un modelo pre-existente pero

que tenía su encanto. Los otros dos fueron más personalizados y pensados para

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la cita mundialista. El primero y más extendido fue el que incorporó líneas

curvas en los costados del pecho y el abdomen, como se puede observar en las

casacas de Alemania, la suplente de Argentina, o la de Japón. De todas maneras,

el diseño aceptaba algunos toques personalizados como sucedió en la camiseta

nipona o en la suplente francesa que, estampado sobre el pecho blanco,

presentaba una bandera en degradé bastante original y que fue utilizada en

toda la segunda ronda por los galos, incluso en la final. Por otro lado, el segundo

template no se diferenciaba mucho del primero, salvo que en vez de esas líneas

curvas, presentaba una fina línea continua que delineaba una figura que

funcionaba muy bien para delimitar el espacio de las franjas, en el caso de

Argentina, o de los pinstripes, en el caso de España. Esa figura, que también se

puede apreciar con más esfuerzo en el otro diseño, rememora a la Copa del

Mundo y fue el sello de la marca durante todo ese período ya que además se lo

imprimió en la pelota oficial, configurando así una matriz que estaba subyacente

en toda la indumentaria Adidas.

Francia, Adidas, 2006

Sin embargo, pese a los esfuerzos, fue quizás la otra empresa alemana la

que pudo destacarse más en su propia tierra. Sin duda sobresalió más por los

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resultados deportivos de Italia que por sus diseños, pero en cuanto a la ropa en

sí misma, Puma pudo hacerse notar con fuerza. No esperen bajo ningún

concepto que lo haga saliendo del ya célebre “modelo genérico”; casi la

totalidad de sus patrocinios presentaron el mismo modelo con un frente

totalmente liso, marca de agua acorde a cada país en el abdomen, una franja en

la parte posterior sobre el número, tres logos de la marca y pantalones y medias

de idéntico diseño para cada equipo. Su fuerza radicó no tanto en sus diseños,

que mezclaron modernidad con tradición, si no en la cantidad de países que

vistieron la marca: 12 sobre 32 entre los cuales se encontraba Italia, única

selección con template propio y, encima, campeón del mundo en 2006.

Respetando el azul clásico, la marca del otro Dassler se atrevió a añadir unas

curvas azul oscuro en el pecho que no rompía con el color principal pero le

daban un toque de originalidad.

Italia, Puma, 2006

En el año 2010 el mundial llegó a África y las marcas tenían una nueva

oportunidad para mostrar su trabajo y verse expuestas ante millones de

personas que seguían cada transmisión televisiva. Con algunos supuestos como

la visibilidad de las empresas en sus logos y sus diseños como tótems

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inamovibles, la lucha por la originalidad pareció revivir luego de su sepultura en

los años noventa. Ahora bien, cierta mesura fue aún mantenida pero al menos

se apostó por algunos cambios y por selecciones que sean propietarias únicas

de sus modelos.

Por el lado de Nike, cabe decir que supo combinar con resultados

realmente satisfactorios, la simplicidad con la renovación. En casi todas sus

camisetas aplicó detalles únicos que llamaban la atención, ya sea por sus colores

o por los dibujos que se encontraban presentes. Por caso, a Corea del Sur le

diseñó una remera roja, clásica, pero que tenía impreso en marca de agua un

diseño de rayas cual tigre que se extendía por todo el frente; para Serbia

presentó una camiseta roja con una gran cruz blanca en su frente; a Estados

Unidos le agregó una franja en diagonal, gris sobre blanco o rojo sobre azul

según el kit; a Australia la dotó de unas franjas en los hombros que se extendían

por las mangas y a Eslovenia le recreó el Monte Triglav aunque en colores más

estridentes. Como se puede observar, cada país tuvo un diseño propio, único.

Por otro lado, la marca del swoosh innovó al confeccionar sus prendas, según su

propia publicidad, con una tela hecha a partir del reciclaje de botellas plásticas.

Serbia, Nike, 2010

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Otra marca que se presentó en el mundial pero que en ese momento era

parte de la “familia” Nike fue la tradicional Umbro quien, de la mano de

Inglaterra, hizo el debut de la línea Tailored, un diseño exclusivo que fusionaba

la tradición con la elegancia, buscando diseños limpios, sobrios y sencillos pero

que denotaran estilo, hecho bastante bien logrado en casi todas las prendas que

la marca del diamante confeccionó a lo largo y ancho del mundo bajo este

concepto.

Por el lado de Adidas, la estrategia fue confeccionarle prendas

personalizadas a algunos equipos y dotar con modelos de catálogo a otros. Con

excesiva preponderancia de los elementos clásicos de la marca, creó diversos

diseños que otorgaron multiplicidad a la vestimenta mundialista. En países

como Francia, Alemania, Argentina, Japón y Dinamarca se pudo notar trabajos

específicos para el país. La selección germana que en 2006 volvió a incorporar

colores de la bandera a su casaca, ahora tenía una fina franja de once líneas

cortando el inmaculado blanco por encima y por debajo de su escudo; Francia

utilizaba su última casaca de la marca en mundiales mostrando un modelo que

tenía algunos detalles en rojo y blanco a los costados; Argentina además de su

tradicional camiseta blanca y celeste, presentó un modelo alternativo inspirado

en el azul de México ’86 de Le Coq Sportif (aunque el resultado fue más cercano

a la de Italia ’90); Japón mostraba una pequeña franja roja en el frente en el

sector del cuello y Dinamarca cortaba el rojo con una franja blanca

confeccionada por pequeñas líneas. De todas maneras, más allá de estas

innovaciones, la esencia de la marca siguió presente, volviéndose en algunos

casos más importantes las tres rayas que el resto de los elementos.

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Argentina, Adidas, 2010

Por su parte, el proveedor del último campeón del mundo, Puma,

aprovechó la inercia del 2006 para así seguir posicionándose entre los líderes en

indumentaria. De esta manera, aprovechando el desembarco en África, con los

equipos del continente fue con quienes más se la jugó continuando la línea de

modelos titulares sobrios y enteros, con un color predominante y apenas

algunos vivos dando vueltas por ahí, sólo que esta vez le agregó una marca de

agua en el hombro derecho a cada equipo, afín al país patrocinado. Como

excepción aparecieron Uruguay a quien se le imprimió el sol nacional en todo el

frente e Italia donde en el clásico azul se estampó un dibujo etrusco en marca

de agua. Pero siguiendo con los combinados africanos, cabe decir que donde se

vio el mayor empeño de diseño fue en los modelos suplentes ya que a Argelia,

Camerún, Ghana y a Costa de Marfil se les confeccionó camisetas a rayas, sean

verticales, horizontales, gruesas o finas, con colores muy vivos y con trazos

irregulares que le daban un toque más autóctono. El resultado de cada casaca

fue más que aceptable y rompió bastante con el template genérico que la marca

alemana le venía imponiendo a cada uno de sus patrocinios, logrando que estos

modelos sean de los más destacados en todo el mundial.

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Uruguay (Puma) – Ghana (Puma), 2010

Luego de treinta y seis años, la Copa del Mundo se disputa en

Sudamérica, siendo Brasil el anfitrión y quien porta la presión de no volver a

sufrir el histórico “Maracanazo”. Por supuesto, que valiéndose de la contienda,

cada una de las firmas de indumentaria deportiva puso todo el empeño para

destacarse con sus uniformes y, desde ya, obtener obscenas ganancias.

Así entonces, en líneas generales se puede observar que para el 2014

más que en el diseño se ha puesto énfasis en el tratamiento del color, ya sea por

cumplimentar con la recomendación FIFA del monocromatismo en el uniforme

(camiseta, pantalón y media claros u oscuros pero no combinados) o para

generar modelos inéditos de algunos países. Hace tiempo se ha descubierto la

potencialidad de ventas de las camisetas alternativas ya que allí se puede

“experimentar” un poco más sin que las innovaciones perturben a los

compradores que suelen ser más ortodoxos con las cascas titulares.

De esta manera, en 2014 se puede ver a México con una camiseta

alternativa roja, a Japón con una verde fluorescente, a Alemania vestida de rojo

y negro cual Flamengo y a España de negro y amarillo (!). Todas estas camisetas

han sido diseñadas por Adidas a quien no le tembló el pulso para llevar adelante

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estos cambios radicales. Claro que con una selección como la nipona no iba a

tener mucho prurito, tampoco con la de México que, si bien se ha

acostumbrado a vestir de blanco, en sus orígenes supo calzar el bordeaux y a fin

de cuentas tiene un diseño original inspirado en la lucha libre que también se

puede ver, con ciertas variaciones, en el modelo titular. Por el lado de los

teutones se puede decir que repiten la combinación de 2010 (habiendo

retornado fugazmente por el verde) sólo que se incorporan unas franjas que tal

vez busquen la simpatía de los espectadores locales; nada tradicional pero

tampoco tan fuera de la historia.

Sin embargo con la indumentaria de los últimos campeones del mundo

pareciera que se han extralimitado. Primero la vistieron toda de roja, quitándole

los tradicionales pantalones azules para respetar el pedido de la FIFA, cuestión

que no gustó demasiado por tierras ibéricas, pero con ese uniforme negro y la

franja amarillo fluorescente en el pecho a tono con las rayas de las mangas sí

que generaron controversia. Tampoco es que la segunda equipación haya

tenido un color definido: supo ser blanca y también azul oscura, pero nunca con

colores tan lejanos a su historia. Claramente es una apuesta marketinera que

con el tiempo se verá si fue exitosa o no, aunque el hecho de que se haya

llevado sus buenos comentarios alrededor del mundo muestra qué repercusión

tuvo.

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España, Adidas, 2014

Continuando con los diseños de la marca de las tres rayas, podemos

afirmar que hay de todo: está la ya infaltable camiseta genérica de la mano de

Bosnia Herzegovina y están los diseños renovadores como el de Colombia

donde reformula con buen gusto la tradicional camiseta amarilla y se recrea la

roja de los años ’90 aunque se ha optado por eliminar la formación de la

bandera nacional con los colores de casaca, pantalón y medias. También hubo

espacio para el ingenio con la camiseta alternativa de Rusia donde se busca

generar un efecto cósmico recreando el borde de la tierra, a la vez que se vuelve

a usar el exitoso (en ventas, no en resultados deportivos) bordeaux y dorado

para el modelo titular. Por otro lado también está el adefesio que nunca falta,

esta vez vistiendo a Nigeria con una camiseta verde limón en el frente cortado

por pinstripes y verde oscura en mangas y costados.

Por su parte, Argentina presenta un modelo aggiornado de la celeste y

blanca que ahora es más blanca que nunca con pantalones y medias al tono que

le da un aire contemporáneo y novedoso a un diseño que no da demasiado

lugar a la innovación, mientras que la camiseta alternativa muestra un degradé

de azules que resultó por demás elegante. Como se puede observar, Adidas

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buscó adaptarse a la televisación high definition con colores intensos, llamativos

y detalles de distinción para intentar evadirse de los modelos de catálogo,

poniendo énfasis más que nada en la renovación de los atuendos alternativos.

Rusia, Adidas, 2014

Mientras tanto Nike continuó el camino de la sencillez y la elegancia sin

buscar el escándalo si no más bien la aceptación generalizada, basándose en la

historia de cada vestimenta y buscando darle un toque de siglo XXI. Así, en su

debut mundialista con Inglaterra, continúa la línea tailored de Umbro, pero

imprimiendo unas marcas de agua en el frente que sin romper con la sobriedad,

pretenden darle un corte original que habrá que ver si se nota a más de dos

metros de distancia. Con su otro debutante, Francia, también siguió esta línea,

presentando una camiseta lisa de un azul bien intenso. Para el resto de los

equipos no buscó innovar demasiado, salvo con Holanda a quien le confeccionó

una casaca alternativa azul con figuras geométricas romboides que sin emular a

la mítica del ’88, tiene todo el deseo de llamar la atención. Así pues, con el resto

de sus equipos mantuvo lo propuesto de 2006 hasta acá, con el uso de algunos

cuellos tipo polo, y evitando recaer en diseños intrincados y novedosos.

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Holanda, Nike, 2014

El tercero en discordia, Puma, vuelve a vestir a una gran cantidad de

equipos con sus modelos genéricos que poco difieren con los de los otros

mundiales para Suiza, Chile y Argelia (este aún más simplón que los otros dos),

los modelos personalizados para Italia y Uruguay y la línea africana para

Camerún, Ghana y Costa de Marfil. En estos equipos se pueden observar

patrones como marcas de agua o como detalles en el cuello en el caso de las

Estrellas Negras que pretenden homenajear el origen de cada país. En fin, salvo

estos “toques”, ningún uniforme se sale de lo que ya nos tiene acostumbrado la

firma alemana, salvo quizás por el alternativo italiano que presenta unos

pinstripes en azul sobre el plano blanco.

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Ghana, Puma, 2014

Entre las otras marcas que se presentarán sobresalen Burrda quien

confeccionó tres camisetas para Bélgica que le hacen honor a su nombre (?), la

ecuatoriana Marathon que poco tiene que envidiarle a sus competidoras con un

diseño coherente, sencillo pero con los detalles justos para darle un nivel

mundialista y nuevamente Uhlsport que vuelve a la máxima cita esta vez de la

mano de Irán con un par de modelos interesantes en donde resalta la figura de

un chita como marca de agua en el abdomen.

Irán, Uhlsport, 2014

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Conclusión:

De esta manera hemos intentado hacer un vuelo rasante pero no por ello

superficial sobre mucho de lo que ha acontecido alrededor de la vestimenta de

todos los mundiales de fútbol desde 1930 hasta el 2014. Claro está que lo aquí

expuesto, además de estar embebido por la insoslayable subjetividad, es tan

sólo una punta del iceberg de todo lo que se puede decir e investigar al respecto

de las camisetas de fútbol.

No obstante, desde aquellas remeras de algodón usadas en Uruguay

hasta las más modernas prendas confeccionadas con telas que absorben la

transpiración y son diseñadas en computadora, han pasado una infinidad de

técnicas y de diseños que le dieron otra impronta pero no le han podido quitar

esa mística que cada camiseta porta por el sólo hecho de ser el símbolo

mediante el cual se representa un país.

De ninguna manera hemos respondido por qué esta remera de colores

genera tanta pasión, tampoco por qué es importante o necesario gastar tiempo

en escribir o leer textos sobre ella. No hemos propuesto soluciones a los

problemas del mundo; ni siquiera hemos hecho una crítica profunda a la

realidad en la cual estamos inmersos. No, simplemente hablamos de camisetas,

de ropa, de colores. Sin embargo al hablar de estas nimiedades directa o

indirectamente tocamos un punto central en la vida y en la historia de los seres

humanos: su pasión.

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Gracias por el tiempo y por la lectura, cualquier crítica o comentario

pueden hacerlo en mi cuenta de Twitter: @fede_mana

Federico Emmanuel Mana