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Pesadilla ambiental La tragedia de la sequía en el Casanare coincide con la publicación de un estudio en el que Colombia aparece como el segundo país del mundo con más conflictos del medioambiente.

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Pesadilla ambiental

La tragedia de la sequía en el Casanare coincide con la publicación de un estudio en el que Colombia aparece como el segundo país del mundo con más conflictos del medioambiente.

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 Las Cementeras del sur - Bogotá. Las canteras de Holcim, Cemex y el Arzobispado en el sur de Bogotá han puesto en problemas a los barrios vecinos., según el estudio. La explotación de grava y arena de 319 hectáreas impacta al rio Tunjuelito. Una inundación en 2002 dejó cientos de damnificados, y como para controlarla el Distrito desvió las aguas hacia las canteras, las empresas demandaron al Estado. Gustavo Petro quería prohibir estas minas en la capital. Foto: Foto: León Darío Peláez - SemanaImágenes Relacionadas

Si alguna imagen caracterizó la semana pasada no fue Santos haciendo campaña, ni Petro despidiéndose de la Alcaldía, ni el avión perdido en el mar, sino la tragedia de cientos de chigüiros en el Casanare agonizando de sed en medio de otros centenares de animales muertos en una tierra árida resquebrajada por la sequía.  El espectáculo definitivamente evocaba el titulo de la canción de Carlos Vives “La tierra del olvido”. Pero como no hay mal que por bien no venga, ese drama de la naturaleza ha servido para abrirle los ojos a los colombianos de la dimensión de los problemas ambientales del país y crearles conciencia de la necesidad de hacer algo. 

Y el Casanare no es el único lugar donde la naturaleza sufre. Esta semana se hizo pública una investigación que enumera los conflictos ambientales del planeta con un ranking de los países que más padecen estos flagelos. Colombia ocupa el primer lugar del continente y el segundo del mundo. El Atlas Global de Justicia Ambiental, financiado por la Unión Europea, registra 1.000 conflictos significativos, de los cuales el país tiene 72. Solo la India, con 102, lo supera. A Colombia le siguen Brasil y Nigeria con 58; Ecuador, 48; Turquia, 45; España, 35 y Estados Unidos, 34. 

Ese “decoroso segundo lugar” para uno de los países más biodiversos del planeta es por decir lo menos un fuerte campanazo. Colombia tiene problemas ambientales en casi todas las regiones. El Atlas reseña, entre otros, las fumigaciones con glifosato, los madereros en el Chocó, los hoteles en el Tayrona y la hidroeléctrica el Quimbo (ver recuadros). Y lo que llama la atención es que casi la mitad de todos los casos señalados en el estudio están relacionados con la extracción de dos minerales: el oro y el carbón. 

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El río que se perdió por el oro - Zaragoza, Valle del Cauca. La minería ilegal ha arruinado prácticamente el río

Dagua, reseña el Atlas. A punta de dragas y barequeo, se cree que más de 8.000 personas y 300 retroexcavadoras

le han sacado las entrañas al río que hoy ya perdió su color y la pureza de sus aguas.

La minería es la principal fuente de despojo de la naturaleza en todos los rincones. Tal vez uno de los principales retos que enfrenta el país es cómo manejar el dilema entre el desarrollo económico y la conservación de sus recursos. Hasta el momento va ganando lo primero. “El crecimiento económico del país se ha dado a costa de la destrucción de una parte de las inmensas riquezas que tenemos”, señala Claudia Martínez, directora de la Alianza Clima y Desarrollo. El Atlas da cuenta de la validez de esa afirmación. Según el estudio en Colombia el sector minero energético incrementó su participación en el PIB de 2 por ciento al 11 por ciento entre 1975 y 2012 y la inversión extranjera en el sector extractivo pasó del 14 por ciento en 1994 al 55 por ciento en 2012.

El profesor de la Universidad del Valle Mario Pérez, quien hace la reseña de Colombia en ese estudio, señala que “hay una clara relación

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entre la cantidad e intensidad de los conflictos ambientales y el modelo de desarrollo extractivo de los últimos gobiernos”. El informe destaca que en el gobierno de Álvaro Uribe se crearon el 63 por ciento de los conflictos ambientales existentes. En ese periodo los títulos mineros aumentaron de 2.000 a 8.000. La explosión fue tan brutal que el exministro de Minas, Carlos Rodado, describió como una “piñata” la forma como fueron adjudicados esos títulos. Esa repartija se dio en los parques naturales, en los páramos y en los humedales. Por eso, el exministro de Ambiente, Manuel Rodríguez, dijo que el país estaba “ad portas de una catástrofe ambiental”.

Juan Manuel Santos prometió en su gobierno revertir esa tendencia. Cerró la ventanilla para entregar nuevos títulos mientras “reordenaba la casa por dentro”. Pero es poco lo que ha podido ordenar. Ni siquiera en los temas de bulto hay claridad. Por ejemplo, el título minero en el Parque Yaigoje Apaporis, que tiene la canadiense Cosigo en la selva amazónica, lleva casi cinco años sin solución por conflictos con las comunidades indígenas a la espera de un fallo de la Corte Constitucional. Es tan grave lo que pasa allá que Wade Davis, el explorador de National Geographic, sentenció que “una mina en el Apaporis es como construir un pozo de petróleo en la Capilla Sixtina”. También hay pujas por cuenta de proyectos como La Colosa en el Tolima, Marmato en Caldas, la operación de Drummond en el Cesar y Santa Marta y la explotación de Cerromatoso en Córdoba. 

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Los Líos de Drummond - Cesar y Santa Marta. La empresa carbonera tiene varios de los conflictos del ranking. Los hoteleros la acusan de que el polvillo de ese mineral ha afectado sus playas. También reseñan las consecuencias ambientales y sociales que su operación ha tenido en La Jagua de Ibirico, el municipio donde está la mina. Los habitantes soportan un aire contaminado y la riqueza del carbón no se ha traducido en riqueza para el pueblo. Foto: León Darío Peláez / Semana.

Parte de la explicación de que Colombia tenga tantos de estos conflictos

está en la debilidad institucional del sector ambiental. Aunque el

presidente Juan Manuel Santos se posesionó con los mamos de la Sierra

Nevada de Santa Marta, la verdad es que su cartera verde no ha tenido

prioridad ni continuidad. Han pasado cuatro ministros en cuatro años.

Santos hizo algo muy positivo al separar el Ministerio de Ambiente del

de Vivienda, pues Uribe los había fusionado. La  primera ministra,

Beatriz Uribe, se encargó de hacer ese proceso, pero en su gestión

primó más la vivienda.

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Frank Pearl lideró proyectos importantes, pero el presidente lo encargó simultáneamente de los diálogos con las Farc. Su reemplazo, Juan Gabriel Uribe, periodista y político, no tenía experiencia en ese tema. La ministra actual, Luz Helena Sarmiento, es la primera que tiene conocimiento técnico pues había sido la directora de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales. Por otro lado, aún no ha podido ser presentada al Congreso una de las banderas del presidente, la gran reforma de las corporaciones autónomas regionales (CAR), que tramitan el 95 por ciento de los permisos ambientales del país.

Colombia, que en el pasado había sido un ejemplo mundial en conservación, ha perdido en los últimos años esa conciencia. Hasta el final del siglo pasado, el país siempre había estado en el top 10 del índice de manejo ambiental de la Universidad de Yale con Columbia. En 2010 pasó al puesto 17, en 2012 al 27 y en 2014 al 85. Los resultados de este índice ni siquiera salieron en los medios. Como dijo el exministro Manuel Rodríguez, “hay gran preocupación nacional por mantener el puesto cinco en la Fifa y ninguna por su lamentable puesto 85 en el desempeño ambiental”. Aunque ese bajonazo tiene algo de injusto pues en parte obedece a cambios en la metodología, llama la atención que los resultados no hayan dado para un debate nacional. Colombia también aparece en otros rankings y estudios menos honrosos. Hoy es el primer emisor de mercurio de América, según Naciones Unidas. Un reciente estudio, financiado por Usaid, alertó que en 2030 una quinta parte de la Amazonia colombiana desaparecerá y otro estudio del Ideam sostiene que en 30 años el país perderá todos sus nevados.

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El agua o el oro - Santurbán, Santander. Los bumangueses detuvieron a punta de marchas el megaproyecto de la GreyStar (hoy EcoOro) para extraer ese metal precioso de sus páramos. Esta semana sale la delimitación del páramo que ha tenido en vilo al sector minero y ha generado todo tipo de conflictos entre los habi-tantes de los

pueblos, las empresas, los ambientalistas y el gobierno. Foto: Guillermo Torres / Semana. 

Muchos colombianos no entienden por qué si el país es tan rico en naturaleza, vive situaciones como la sequía del Casanare. La verdad es que el agua es un factor clave de conflicto. Se calcula que del total de agua dulce de la Tierra solo el 1 por ciento es potable. La otra está en el mar, los glaciares, las aguas subterráneas. Según The Economist, Colombia es uno de los nueve países que tiene el 60 por ciento de este recurso. Pero ese privilegiado lugar también está en peligro. Hasta finales de los años noventa, el país era el cuarto país con mayor cantidad de agua dulce disponible por habitante del mundo. Pero, el crecimiento de la población y la degradación de sus ecosistemas bajaron al país al puesto 24. La distribución del agua es muy desigual, por eso 21 millones de colombianos viven en zonas donde existen dificultades en el suministro, el 53 por ciento de la población no tiene acueducto y el 82 por ciento no tiene alcantarillado. Y los conflictos se generan cuando no es claro quién debe primar en el uso de la que hay, como en el caso del Casanare (ver siguiente artículo) donde hay una clara disputa entre la industria petrolera y los campesinos por la poca agua disponible en este momento.

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Para la ministra Sarmiento, los conflictos ambientales son positivos porque enriquecen el debate en un país en donde el desarrollo, por cuenta de un conflicto armado de 60 años, llegó en un momento en el que el mundo ya tenía una conciencia ambiental. “No hay ningún otro país en el continente en que la disputa por los recursos naturales esté tan ligada a la guerra”, sostiene el ambientalista Rodrigo Botero.  Y por ejemplo, la minería ilegal, que destruye cientos de bosques y ríos, no se ha podido frenar precisamente porque financia a varios grupos armados que la defienden a tiros. Por eso, Carlos Lozano, asesor de la organización Aida, agrega que “buena parte de la guerra acontece en zonas inmensamente ricas en recursos naturales”.

Quizá por esta razón la violencia es una de las principales formas de resolver los problemas ambientales. El estudio registra 105 muertes, desapariciones y amenazas relacionadas con este tema. En Colombia defender el agua o los páramos puede costar la vida. El año pasado, por ejemplo, fue asesinado César García, el campesino que se oponía al proyecto minero en La Colosa. También le pegaron un tiro a Reinel Restrepo, el párroco de Marmato, quien lideraba la oposición a una mina de oro. Y eso para no mencionar los 40 guardaparques que han muerto en los últimos años o al líder indígena Kimy Pernía, que se oponía a la represa de Urrá, a quien Carlos Castaño mandó a asesinar.

Todo lo anterior curiosamente había sido objeto de interés y preocupación más para el resto del mundo que para los colombianos. Las recientes tragedias ambientales como la sequía del Casanare y los 12 días de incendio en Unguía, Chocó, han puesto en los titulares de los noticieros de televisión el país de la tierra del olvido. Ojalá ese campanazo sirva para que  los colombianos se den cuenta que lo que se está definiendo hoy es el país que le van a dejar a las futuras generaciones. El gran biólogo de la evolución, Edward Wilson, decía que la biodiversidad es a Colombia lo que el petróleo ha sido para Arabia Saudita. El país todavía no se ha dado cuenta de esa riqueza. 

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Los hoteles del Tayrona - Santa Marta, Magdalena. La intención de la cadena hotelera Six Senses de construir una sede en el parque Tayrona generó una ola de rechazo en las redes sociales. La directora de Parques Naturales, Julia Miranda, ha liderado la idea de que el ecoturismo se haga en las comunidades vecinas de las zonas protegidas para conservar mejor esos refugios. Los hoteleros insisten en las cortes poder desarrollar sus proyectos. Foto: Juan Carlos Sierra - Semana.

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Un día en la tragedia ambiental de Casanare

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¿Qué tan responsables son las petroleras de la tragedia ambiental? Muertos de sed

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Un día en la tragedia ambiental de Casanarepor MARÍA CLARA CALLE, ENVIADA ESPECIAL DE SEMANA.COM

Miles de animales han muerto de sed en Paz de Ariporo. Mientras recogen los despojos, la Fiscalía investiga responsabilidades.

 Miles de chigüiros han muerto de sed, tras la sequía en la región casanareña de Paz de Ariporo, que linda con Boyacá. Foto: Cristina Castro / SEMANA

Bajo el implacable sol, el panorama es absolutamente desolador: restos de chigüiros en el camino, huesos de reses a pocos metros de distancia, tortugas y babillas a punto de morir y un suelo tan reseco se ya se resquebraja. Toda esta hecatombe ocurre en Paz de Ariporo, Casanare, donde los animales siguen muriendo de sed.

Aunque ambientalistas, habitantes del sector y autoridades dicen que todos los años hay una sequía de cuatro meses en esta región de los Llanos Orientales, todos coinciden en decir que esta es una de las peores que recuerden.

En otras épocas de verano, por ejemplo, no morían las babillas ni las serpientes pues están acostumbradas a soportar altas temperaturas y

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se guarecen bajo tierra. Pero de diciembre a hoy, cientos de reptiles quedaron enterrados vivos por el fuerte y prolongado calor, al punto que el suelo casi que se petrificó imposibilitando que volvieran a salir.

Las cifras son dispares, pero todas son alarmantes. Mientras la Gobernación de Casanare habla de 20.000 animales muertos, el Sistema de Gestión del Riesgo y Desastres del departamento dice –sin comprometerse con un consolidado- de 50 cadáveres de animales por cada 250 metros cuadrados, lo que supone una cifra aún mayor en la zona afectada de 150.000 hectáreas. Corporinoquia, la corporación ambiental de la región, dice que son menos y habla de máximo 6.000 chigüiros muertos en una población de más de un millón de estos animales y sostiene que la zona afectada son 75.000 hectáreas. 

En ese vasto sector, hay unas pocas tractomulas encargadas de recoger los cuerpos de los animales para transportarlos hasta fosas comunes, donde se les echa cal y criolina para evitar que cuando lleguen las lluvias los cadáveres las contaminen.

Gestión del Riesgo departamental ha identificado 500 puntos críticos pero hasta ahora sólo hay aproximadamente 200 personas, entre fuerza pública y habitantes del sector, para trabajar con los animales vivos y muertos. Adriana Hernández, coordinadora del sistema en la región, explica que se necesitan 20 retroescavadoras, 20 bulldozer, 40 volquetas, 100 carrotanques, varias motobombas y alojamientos para que los animales que quedan no mueran de sed.

Según sus cuentas, hay 500 puntos críticos en las 150.000 hectáreas. El problema está en que sólo hay una máquina para recoger cadáveres por cada 1.875 hectáreas y un carrotanque para llevar líquido a los animales dispersos en 1.500 hectáreas. Y no conforme con ser poco, todavía no han llegado.

Acusaciones cruzadas

La cosa se complica porque a pocos meses de las elecciones pues la Ley de Garantías tiene de manos atadas a la Gobernación para contratar. Esta institución departamental dice que de los 530 millones de pesos prometidos por los petroleros para contrarrestar la sequía ha llegado el 70 %.

Estos empresarios, por su parte, dicen estar comprometidos con una crisis de la que no tienen nada que ver; el gobernador Marco Tulio Ruiz opina que si no se sintieran culpables no ayudarían y los campesinos los señalan como los responsables.

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Arenzo Castelblanco vive desde hace 40 años en Paz de Ariporo y colabora con Gestión del Riesgo en la recolección de cadáveres de animales. Dice que los chigüiros mueren en todas las sequías, pero que esta vez la cantidad no tiene parangón. “La generación futura mirará la sabana como un desierto porque eso será. Día a día se empeora el clima y el impacto que se ha visto acá desde que llegó el estudio petrolero”.

El hombre dice estar convencido de que el método que utilizan las petroleras para buscar crudo afecta el almacenamiento de agua. En el tipo de explotación empleado en la región hay una técnica que consiste en perforar la tierra cada tanto para ponerle dinamita. La explosión genera una onda que les dice a los monitores si hay o no hidrocarburos en el lugar.

"La dinamita no hace impacto afuera pero adentro sí porque crea unas grietas por las que se va el agua y ya no tenemos pozos para soportar las sequías. Ellos deberían pensar que el impacto no es sólo para nosotros, sino también para la naturaleza”, conjetura.

La Gobernación de Casanare dice que no puede culpar a los petroleros porque no hay estudios científicos que demuestren su responsabilidad en esta tragedia. Expertos ambientalistas opinan igual y agregan que, sin duda, sí hay una causa que sin duda repercute en la prolongada sequía.

“Si continuamos deforestando, tenemos las credenciales para el desastre”, dice Brigitte Baptiste, directora del Instituto Alexander Von Humboldt, quien añade que no sólo se trata de dejar de talar los bosques sino de reforestar, pero que esa cultura aún no se ha logrado.

“Nadie hizo nada” 

El Ideam explica que, desde noviembre del 2013, ha emitido alertas tempranas sobre lo fuerte que sería este verano en Casanare. No obstante, los habitantes de Paz de Ariporo sostienen que no recibieron el aviso.

Eduardo Martínez y su esposa fueron unos de los primeros en advertir ante la Corporación Autónoma Regional Corporinoquia que más animales de lo normal estaban muriendo. Martínez asegura que puso la queja hace aproximadamente dos meses y que las autoridades encargadas no hicieron nada. Corporinoquia responde que no recibió ninguna queja de él.

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Algunos medios de comunicación de Yopal se enteraron de los problemas de la sequía en Paz de Ariporo y comenzaron a registrar los hechos. Después de que la noticia creció, la Gobernación supo del problema. Su plan de choque comenzó el pasado 23 de marzo, semanas después de que miles de animales hubieran muerto y que otros cientos estén a punto de hacerlo.

Los habitantes de la región sienten que desde el Ministerio de Ambiente y la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) castigan severamente a los campesinos por hacer pozos que recolecten las aguas lluvias del invierno para soportar el verano, pero que al tiempo otorgan permisos a los grandes agroindustriales para tumbar los bosques y cosechar.

Entretanto, el Ministerio de Ambiente explica que la ganadería extensiva y los proyectos agrícolas de Casanare son los que más han impactado negativamente en la región.

Este jueves se conoció que La Unidad de Delitos contra los Recursos Naturales de la Fiscalía citó a entrevista al gobernador de Casanare, Marco Tulio Ruiz. El mandatario deberá entregar explicaciones sobre cuáles fueron las medidas que se tomaron luego de que las entidades de vigilancia y control emitieran una alerta temprana sobre la sequía que viviría el departamento y que ha causado la muerte de miles de animales.

Por los mismos hechos el alcalde Paz de Ariporo, Édgar Bejarano, ya fue escuchado en entrevista.

En Casanare todos se culpan entre sí por la tragedia que atraviesa la zona. Y mientras se discute quién o quiénes son los responsables de los daños ambientales, más y más cadáveres siguen apareciendo en las ahora áridas tierras de ese departamento.

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http://www.semana.com/nacion/articulo/sequia-en-casanare-el-papel-de-las-petroleras/381584-3¿Qué tan responsables son las petroleras de la tragedia ambiental?Los habitantes de Casanare responsabilizan a las petroleras por la pérdida de agua. Ellas responden que no tienen culpas.

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 Entre el 2010 y el 2012, se talaron anualmente 1.332 hectáreas de bosque nativo en Casanare.Foto: Juan Carlos Sierra / SEMANA.

Nadie recuerda una tragedia ambiental de semejantes dimensiones. Casanare enfrenta una dura sequía que ha acabado con alrededor de 20.000 animales, especialmente en el municipio de Paz de Ariporo, según cifras de la gobernación del departamento. Aunque la situación empezó hace cuatro meses, la noticia se conoció el pasado viernes y desde entonces se buscan responsables.

Algunos de ellos señalan que la explotación petrolera es una de las causantes de los daños del agua en la región. De eso hay un antecedente. En mayo del 2013, cuando Casanare estaba en una sequía similar, habitantes de San Luis y Trinidad, municipios al norte del departamento y relativamente cercanos a Paz de Ariporo, denunciaron para el medio local Prensa Llanera que la explotación del crudo contaminaba el agua y que las explosiones dentro de la tierra para buscar petróleo crean grietas por las que se va el agua represada en los pozos, la misma que beben los animales.

Sobre esta última sequía, el exministro de Ambiente Manuel Rodríguez opinó que es evidente que la explotación del crudo afecta el agua y que lo que hay que pensar es si acabar o no con esa actividad extractiva.

En medio de ese tira y afloje, los petroleros que operan en Casanare, especialmente las siete empresas en Paz de Ariporo (Pacific Rubiales, Ecopetrol, Geo Park, Cepcolsa, Petrominerales, New Granad y Parex),

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le ofrecieron a la gobernación 530 millones de pesos, entre dinero y maquinaria, para aliviar la situación.

Según ellos, en vez de hacerle mal al departamento, lo benefician. “No estamos generando los problemas de falta de agua. Lo que hemos hecho es solidarizarnos con la región y ofrecer la ayuda que nos pidieron”, explicó para Semana.com, Alejandro Martínez, presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo, que congrega a las empresas que explotan el crudo en Casanare excepto a Ecopetrol.

Ante los cuestionamientos de los habitantes de la región y de expertos en cambios climáticos, Martínez responde que no hay evidencias de que los movimientos de tierra que utilizan para buscar petróleo afecten o disminuyan el agua y explica que en Paz de Ariporo prima la exploración y no la explotación del crudo.

Otro de los dardos hacia las petroleras en la Orinoquía lo lanzó hace un año el diputado de Casanare Ramiro Rivera, quien sindicó a esas empresas de descuidar su responsabilidad social en las regiones donde operan. Martínez argumenta que “siempre habrá opiniones al respecto” y que ellos tienen una inversión social anual de 500.000 millones de pesos en todo el país y una de casi 33.000 millones en ese departamento.

Además, él asegura que por cada hectárea intervenida, los petroleros en el país reforestan tres hectáreas y que en sus actividades sólo utilizan un 0,35 % del agua que consume Colombia.

Semana.com consultó con expertos de la Sociedad Colombiana de Ingenieros (SCI) en Casanare y ellos aseguraron que aunque los petroleros no consumen mucha agua sí la profundizan e impiden su uso. Según la SCI, el suelo está dividido por estratos. Los más superficiales pueden estar a 20 metros, de donde se recuperan en seis meses, mientras que otros más profundos alcanzan 500 metros o más y tardan en surgir de nuevo 200 años.

Como el hidrocarburo es tan denso, las petroleras hacen pozos de reinyección de agua al lado de donde están extrayendo el crudo de manera que el agua empuje el petróleo y lo saque. El problema es que esta agua se obtiene de las capas superficiales y queda atrapada en las más profundas, lo que hace que los animales y los humanos pierdan el líquido.

“Las prácticas de deforestación son del sector agrícola y del ganadero. El Ideam tiene claro que hay un problema de usos de suelo pero no por

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parte de las petroleras”, señaló Martínez.

El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) no ha expresado quién es el responsable de la sequía de Casanare, como lo explicó para Semana.com su director, Ómar Franco. “En efecto sí hay un problema de usos de suelo, pero no me corresponde decir quién tiene o no la culpa”, aclaró.

Franco explicó que lo que sí es cierto es que la deforestación tiene un impacto directo en la sequía de Casanare. El Ideam registró que ha habido un aumento preocupante en la cantidad de bosques nativos que se están talando para dar paso a actividades agropecuarias.

Entre 1990 y el 2000, la tasa anual de deforestación en Casanare fue de 520 hectáreas de bosque, pero entre el 2010 y el 2012 se talaron 1.332 hectáreas cada año en ese departamento. Esa es una de las evidencias mayores de la sequía que ha causado que en lo que va de marzo sólo hayan caído dos milímetros cúbicos de agua lluvia cuando el promedio para este mes es de 80 milímetros cúbicos.

Pero para el tema de las petroleras, el Ideam asegura que son otras las autoridades nacionales para juzgarlo. A pesar de los constantes señalamientos de la población, la gobernación tampoco se aventura a señalar a los petroleros de ser responsables de una de las sequías más duras que han vivido en los últimos años y dice esperar los estudios científicos pertinentes.

Hasta que no haya una voz del alto gobierno, las empresas petroleras continuarán sus labores cotidianas en una de las zonas del país con más petróleo, como es la Orinoquía, y seguirán firmes en su posición que los recursos girados son colaboraciones. “Le corresponde a las autoridades ver qué hacen con eso y nosotros como petroleros miraremos si nos vinculamos o no cuando necesiten nuestra ayuda. Estamos dispuestos a colaborar”, concluyó Martínez.

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Muertos de sedpor CRISTINA CASTRO, ENVIADA ESPECIAL DE SEMANA

Nadie sabe a ciencia cierta qué ha causado la sequía que está matando a los animales en el Casanare. SEMANA recorrió la zona en busca de respuestas.

 Los cadáveres de chigu¨iros en zonas de Paz de Ariporo, Casanare, afectadas por una terrible sequía, han puesto al país a preguntarse por las razones tras una tragedia de tal magnitud. La situación afecta, además, al ganado y a otras especies como las babillas. Foto: Foto: Daniel Reina Romero - Semana

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Cerca de 20 chigüiros se agolpan bajo las ramas de un árbol endeble. Los pocos metros de sombra parecen un oasis al medio día, cuando el sol golpea sin piedad la vereda de Caño Chiquito en Paz de Ariporo. Los chigüiros que alcanzaron a entrar en ese refugio son, en medio de las circunstancias, afortunados. A los lados reposan un par de cuerpos sin vida de los que ya no soportaron más ese verano tan intenso que ha hecho que más de 20.000 animales como ellos hayan muerto de sed. 

Hace más de cuatro meses que no llueve en Paz de Ariporo, un municipio en el Casanare que, con 13.800 kilómetros cuadrados, es más grande que el Líbano o Costa Rica. Atravesarlo puede tomar hasta ocho horas en carro. A pesar de que como dijo la ministra de Ambiente, Luz

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Helena Sarmiento, la sequía allí “era una tragedia anunciada”, el Estado solo hizo presencia esta semana. 

La escasez de agua había sido notificada desde diciembre, cuando el Ideam comenzó a enviar alertas diarias a las autoridades, y en enero se declaró la alerta roja. Sobrevolar la zona da cuenta de la magnitud de la tragedia. Desde el aire se ve como un océano de arcilla con unos rastros muy visibles de lo que hace unos meses eran ríos y lagunas. 

Las camionetas que llevaron al gobernador, Marco Tulio Ruiz y a la ministra Sarmiento andaban por esos ríos desiertos como si fueran carreteras. El ganado famélico camina de un lado para otro. Decenas de babillas y tortugas descansan hacinadas en un pozo de agua que construyó la gobernación. Los animales que quedan andan como si nada en medio de cuerpos y huesos de los que no resistieron el calor. 

A Arenzo Castelblanco, un llanero que ha vivido en esas tierras más de 40 años, le tocó la ingrata labor de recoger los cadáveres. Calcula que esta semana ha visto al menos 500 en menos de un kilómetro a la redonda. La oficina de Gestión del Riesgo ha construido decenas de fosas comunes. Arenzo jala los restos con una lanza de metal, les riega creolina y los amontona. Luego, retroexcavadoras los depositan en un pozo. “A este paso, vamos a pasar de tener una sabana a tener un desierto”, dice conmovido. 

La muerte de chigüiros no es novedad en el Casanare. La sequía es un fenómeno normal, que dura cuatro meses al año. En los otros, el agua abunda. Se trata de un ecosistema conocido como la sabana inundable, único en el mundo. Para el ambientalista Rodrigo Botero, la región podría considerarse uno de los humedales más grandes del país. Se han hecho intentos por consolidarlo como parque natural, pero múltiples intereses (petroleros, ganaderos y agrícolas) no lo han permitido. 

Lo que no es normal, según los pobladores, es la magnitud y las especies que se están perdiendo. Eduardo Martínez, un ganadero de la vereda Caño Chiquito, fue uno de los primeros que lanzó las alertas. Ver morir cientos de animales, cuando antes apenas eran unos cuantos, le ha impactado tanto que cuando llegó la ministra no pudo contener las lágrimas. Le indigna que digan que la situación es normal pues según él lo que está sucediendo es “algo que nunca se había visto…el agua se nos esfumó”. Laura Miranda de la fundación Cunaguaro, le da la razón. Agrega que aunque en el pasado algunos chigüiros morían, han empezado a aparecer cadáveres de otras especies como las babillas y las tortugas, que suelen ser resistentes a los extremos cambios de clima. Estos solían enterrarse en los veranos para resguardarse, pero en esta ocasión el suelo perdió tanto su humedad que se volvió como

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una roca y muchos quedaron atrapados bajo tierra. 

Los chigüiros son la población más afectada. La directora del Instituto Humboldt, Brigitte Baptiste, explica que estos son animales de agua, que tienen una piel que requiere mantenerse húmeda. Por eso buscan el barro y los charcos “para no morir de calor”. Para la directora de Corporinoquia, Marta Jhoven Plazas, el tema no es grave pues su entidad registra que ha fallecido menos del 1 por ciento del total de los chiguiros del Casanare, que puede ser un millón. Pero Gestión del Riesgo ha identificado 50 cadáveres de animales por cada 250 metros afectados. Como la zona de emergencia es de más de 150.000 hectáreas, la cifra podría ser muchísimo más alta. 

En la región nadie ha podido explicar a ciencia cierta qué hizo que este año el agua se “esfumara”. Casi todos los campesinos tienen una historia de cómo la sísmica de las compañías de hidrocarburos ha afectado su tierra y muchos ven a la extracción petrolera como causante por los métodos con los que hoy se saca el crudo. 

Gran parte de esta actividad en Casanare, célebre por los pozos de Cusiana y Cupiagua, se da en Paz de Ariporo. Allí operan Pacific Rubiales, Ecopetrol, Geo Park, Cepcolsa, Petrominerales, New Granad y Parex. La Fiscalía abrió investigación a algunas de ellas, pero las autoridades ambientales dicen que es apresurado atribuirles responsabilidades. Por otra parte, el ex ministro Manuel Rodríguez, ha pedido un estudio riguroso sobre lo que pasó que, según él, debería incluso llevar a repensar si esa actividad debe continuar en la región. 

Otros han señalado a la ganadería extensiva. Como se sabe algunos propietarios secan humedales o queman bosques para ganar terrenos. Según datos de la Nasa, recogidos por el ambientalista Rodrigo Botero, de diciembre de 2013 a la fecha se han presentado más de 580 incendios en Paz de Ariporo que han costado la pérdida de más de 20.000 hectáreas. Según el Ideam, entre 2010 y 2012 la tasa de deforestación duplicó la de las dos décadas anteriores, y llego a 1.332 hectáreas anuales. 

Otros culpan al cambio climático. Aunque se sabe que Colombia es el tercer país más vulnerable del mundo a este fenómeno, no hay estudios que unan lo que pasa en el Casanare con ese fenómeno. Y otros más endilgan la situación a la corrupción y a la ingobernabilidad de la región que, como en otros lugares, ha convertido a las CAR, las encargadas de velar por esos territorios, en fortines políticos. 

Es probable que lo que pasa en el Casanare sea una combinación de todos estos factores. Lo grave es que la foto de los chigüiros

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agonizando que conmovió al país es el retrato de lo que podría venir. Las escenas de tierra árida y animales muertos parecían más propias de África que del segundo país más biodiverso del mundo y el quinto en recursos hídricos. Se ha hablado no poco del pronóstico de Nostradamus de que las próximas guerras mundiales podrían ser por el agua. El Casanare luce por estos días como esa profecía a punto de cumplirse.

Muertos de sedpor CRISTINA CASTRO, ENVIADA ESPECIAL DE SEMANA

Nadie sabe a ciencia cierta qué ha causado la sequía que está matando a los animales en el Casanare. SEMANA recorrió la zona en busca de respuestas.

 Los cadáveres de chigu¨iros en zonas de Paz de Ariporo, Casanare, afectadas por una terrible sequía, han puesto al país a preguntarse por las razones tras una tragedia de tal magnitud. La situación afecta, además, al ganado y a otras especies como las babillas. Foto: Foto: Daniel Reina Romero - Semana

Imágenes Relacionadas

Cerca de 20 chigüiros se agolpan bajo las ramas de un árbol endeble. Los pocos metros de sombra parecen un oasis al medio día, cuando el sol golpea sin piedad la vereda de Caño Chiquito en Paz de Ariporo. Los chigüiros que alcanzaron a entrar en ese refugio son, en medio de las

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circunstancias, afortunados. A los lados reposan un par de cuerpos sin vida de los que ya no soportaron más ese verano tan intenso que ha hecho que más de 20.000 animales como ellos hayan muerto de sed. 

Hace más de cuatro meses que no llueve en Paz de Ariporo, un municipio en el Casanare que, con 13.800 kilómetros cuadrados, es más grande que el Líbano o Costa Rica. Atravesarlo puede tomar hasta ocho horas en carro. A pesar de que como dijo la ministra de Ambiente, Luz Helena Sarmiento, la sequía allí “era una tragedia anunciada”, el Estado solo hizo presencia esta semana. 

La escasez de agua había sido notificada desde diciembre, cuando el Ideam comenzó a enviar alertas diarias a las autoridades, y en enero se declaró la alerta roja. Sobrevolar la zona da cuenta de la magnitud de la tragedia. Desde el aire se ve como un océano de arcilla con unos rastros muy visibles de lo que hace unos meses eran ríos y lagunas. 

Las camionetas que llevaron al gobernador, Marco Tulio Ruiz y a la ministra Sarmiento andaban por esos ríos desiertos como si fueran carreteras. El ganado famélico camina de un lado para otro. Decenas de babillas y tortugas descansan hacinadas en un pozo de agua que construyó la gobernación. Los animales que quedan andan como si nada en medio de cuerpos y huesos de los que no resistieron el calor. 

A Arenzo Castelblanco, un llanero que ha vivido en esas tierras más de 40 años, le tocó la ingrata labor de recoger los cadáveres. Calcula que esta semana ha visto al menos 500 en menos de un kilómetro a la redonda. La oficina de Gestión del Riesgo ha construido decenas de fosas comunes. Arenzo jala los restos con una lanza de metal, les riega creolina y los amontona. Luego, retroexcavadoras los depositan en un pozo. “A este paso, vamos a pasar de tener una sabana a tener un desierto”, dice conmovido. 

La muerte de chigüiros no es novedad en el Casanare. La sequía es un fenómeno normal, que dura cuatro meses al año. En los otros, el agua abunda. Se trata de un ecosistema conocido como la sabana inundable, único en el mundo. Para el ambientalista Rodrigo Botero, la región podría considerarse uno de los humedales más grandes del país. Se han hecho intentos por consolidarlo como parque natural, pero múltiples intereses (petroleros, ganaderos y agrícolas) no lo han permitido. 

Lo que no es normal, según los pobladores, es la magnitud y las especies que se están perdiendo. Eduardo Martínez, un ganadero de la vereda Caño Chiquito, fue uno de los primeros que lanzó las alertas. Ver morir cientos de animales, cuando antes apenas eran unos cuantos, le ha impactado tanto que cuando llegó la ministra no pudo contener las

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lágrimas. Le indigna que digan que la situación es normal pues según él lo que está sucediendo es “algo que nunca se había visto…el agua se nos esfumó”. Laura Miranda de la fundación Cunaguaro, le da la razón. Agrega que aunque en el pasado algunos chigüiros morían, han empezado a aparecer cadáveres de otras especies como las babillas y las tortugas, que suelen ser resistentes a los extremos cambios de clima. Estos solían enterrarse en los veranos para resguardarse, pero en esta ocasión el suelo perdió tanto su humedad que se volvió como una roca y muchos quedaron atrapados bajo tierra. 

Los chigüiros son la población más afectada. La directora del Instituto Humboldt, Brigitte Baptiste, explica que estos son animales de agua, que tienen una piel que requiere mantenerse húmeda. Por eso buscan el barro y los charcos “para no morir de calor”. Para la directora de Corporinoquia, Marta Jhoven Plazas, el tema no es grave pues su entidad registra que ha fallecido menos del 1 por ciento del total de los chiguiros del Casanare, que puede ser un millón. Pero Gestión del Riesgo ha identificado 50 cadáveres de animales por cada 250 metros afectados. Como la zona de emergencia es de más de 150.000 hectáreas, la cifra podría ser muchísimo más alta. 

En la región nadie ha podido explicar a ciencia cierta qué hizo que este año el agua se “esfumara”. Casi todos los campesinos tienen una historia de cómo la sísmica de las compañías de hidrocarburos ha afectado su tierra y muchos ven a la extracción petrolera como causante por los métodos con los que hoy se saca el crudo. 

Gran parte de esta actividad en Casanare, célebre por los pozos de Cusiana y Cupiagua, se da en Paz de Ariporo. Allí operan Pacific Rubiales, Ecopetrol, Geo Park, Cepcolsa, Petrominerales, New Granad y Parex. La Fiscalía abrió investigación a algunas de ellas, pero las autoridades ambientales dicen que es apresurado atribuirles responsabilidades. Por otra parte, el ex ministro Manuel Rodríguez, ha pedido un estudio riguroso sobre lo que pasó que, según él, debería incluso llevar a repensar si esa actividad debe continuar en la región. 

Otros han señalado a la ganadería extensiva. Como se sabe algunos propietarios secan humedales o queman bosques para ganar terrenos. Según datos de la Nasa, recogidos por el ambientalista Rodrigo Botero, de diciembre de 2013 a la fecha se han presentado más de 580 incendios en Paz de Ariporo que han costado la pérdida de más de 20.000 hectáreas. Según el Ideam, entre 2010 y 2012 la tasa de deforestación duplicó la de las dos décadas anteriores, y llego a 1.332 hectáreas anuales. 

Otros culpan al cambio climático. Aunque se sabe que Colombia es el

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tercer país más vulnerable del mundo a este fenómeno, no hay estudios que unan lo que pasa en el Casanare con ese fenómeno. Y otros más endilgan la situación a la corrupción y a la ingobernabilidad de la región que, como en otros lugares, ha convertido a las CAR, las encargadas de velar por esos territorios, en fortines políticos. 

Es probable que lo que pasa en el Casanare sea una combinación de todos estos factores. Lo grave es que la foto de los chigüiros agonizando que conmovió al país es el retrato de lo que podría venir. Las escenas de tierra árida y animales muertos parecían más propias de África que del segundo país más biodiverso del mundo y el quinto en recursos hídricos. Se ha hablado no poco del pronóstico de Nostradamus de que las próximas guerras mundiales podrían ser por el agua. El Casanare luce por estos días como esa profecía a punto de cumplirse.

Muertos de sedpor CRISTINA CASTRO, ENVIADA ESPECIAL DE SEMANA

Nadie sabe a ciencia cierta qué ha causado la sequía que está matando a los animales en el Casanare. SEMANA recorrió la zona en busca de respuestas.

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 Los cadáveres de chigu¨iros en zonas de Paz de Ariporo, Casanare, afectadas por una terrible sequía, han puesto al país a preguntarse por las razones tras una tragedia de tal magnitud. La situación afecta, además, al ganado y a otras especies como las babillas. Foto: Foto: Daniel Reina Romero - Semana

Imágenes Relacionadas

Cerca de 20 chigüiros se agolpan bajo las ramas de un árbol endeble. Los pocos metros de sombra parecen un oasis al medio día, cuando el sol golpea sin piedad la vereda de Caño Chiquito en Paz de Ariporo. Los chigüiros que alcanzaron a entrar en ese refugio son, en medio de las circunstancias, afortunados. A los lados reposan un par de cuerpos sin vida de los que ya no soportaron más ese verano tan intenso que ha hecho que más de 20.000 animales como ellos hayan muerto de sed. 

Hace más de cuatro meses que no llueve en Paz de Ariporo, un municipio en el Casanare que, con 13.800 kilómetros cuadrados, es más grande que el Líbano o Costa Rica. Atravesarlo puede tomar hasta ocho horas en carro. A pesar de que como dijo la ministra de Ambiente, Luz Helena Sarmiento, la sequía allí “era una tragedia anunciada”, el Estado solo hizo presencia esta semana. 

La escasez de agua había sido notificada desde diciembre, cuando el Ideam comenzó a enviar alertas diarias a las autoridades, y en enero se declaró la alerta roja. Sobrevolar la zona da cuenta de la magnitud de la tragedia. Desde el aire se ve como un océano de arcilla con unos rastros muy visibles de lo que hace unos meses eran ríos y lagunas. 

Las camionetas que llevaron al gobernador, Marco Tulio Ruiz y a la ministra Sarmiento andaban por esos ríos desiertos como si fueran carreteras. El ganado famélico camina de un lado para otro. Decenas de babillas y tortugas descansan hacinadas en un pozo de agua que construyó la gobernación. Los animales que quedan andan como si nada en medio de cuerpos y huesos de los que no resistieron el calor. 

A Arenzo Castelblanco, un llanero que ha vivido en esas tierras más de 40 años, le tocó la ingrata labor de recoger los cadáveres. Calcula que esta semana ha visto al menos 500 en menos de un kilómetro a la redonda. La oficina de Gestión del Riesgo ha construido decenas de fosas comunes. Arenzo jala los restos con una lanza de metal, les riega creolina y los amontona. Luego, retroexcavadoras los depositan en un pozo. “A este paso, vamos a pasar de tener una sabana a tener un desierto”, dice conmovido. 

La muerte de chigüiros no es novedad en el Casanare. La sequía es un fenómeno normal, que dura cuatro meses al año. En los otros, el agua abunda. Se trata de un ecosistema conocido como la sabana inundable,

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único en el mundo. Para el ambientalista Rodrigo Botero, la región podría considerarse uno de los humedales más grandes del país. Se han hecho intentos por consolidarlo como parque natural, pero múltiples intereses (petroleros, ganaderos y agrícolas) no lo han permitido. 

Lo que no es normal, según los pobladores, es la magnitud y las especies que se están perdiendo. Eduardo Martínez, un ganadero de la vereda Caño Chiquito, fue uno de los primeros que lanzó las alertas. Ver morir cientos de animales, cuando antes apenas eran unos cuantos, le ha impactado tanto que cuando llegó la ministra no pudo contener las lágrimas. Le indigna que digan que la situación es normal pues según él lo que está sucediendo es “algo que nunca se había visto…el agua se nos esfumó”. Laura Miranda de la fundación Cunaguaro, le da la razón. Agrega que aunque en el pasado algunos chigüiros morían, han empezado a aparecer cadáveres de otras especies como las babillas y las tortugas, que suelen ser resistentes a los extremos cambios de clima. Estos solían enterrarse en los veranos para resguardarse, pero en esta ocasión el suelo perdió tanto su humedad que se volvió como una roca y muchos quedaron atrapados bajo tierra. 

Los chigüiros son la población más afectada. La directora del Instituto Humboldt, Brigitte Baptiste, explica que estos son animales de agua, que tienen una piel que requiere mantenerse húmeda. Por eso buscan el barro y los charcos “para no morir de calor”. Para la directora de Corporinoquia, Marta Jhoven Plazas, el tema no es grave pues su entidad registra que ha fallecido menos del 1 por ciento del total de los chiguiros del Casanare, que puede ser un millón. Pero Gestión del Riesgo ha identificado 50 cadáveres de animales por cada 250 metros afectados. Como la zona de emergencia es de más de 150.000 hectáreas, la cifra podría ser muchísimo más alta. 

En la región nadie ha podido explicar a ciencia cierta qué hizo que este año el agua se “esfumara”. Casi todos los campesinos tienen una historia de cómo la sísmica de las compañías de hidrocarburos ha afectado su tierra y muchos ven a la extracción petrolera como causante por los métodos con los que hoy se saca el crudo. 

Gran parte de esta actividad en Casanare, célebre por los pozos de Cusiana y Cupiagua, se da en Paz de Ariporo. Allí operan Pacific Rubiales, Ecopetrol, Geo Park, Cepcolsa, Petrominerales, New Granad y Parex. La Fiscalía abrió investigación a algunas de ellas, pero las autoridades ambientales dicen que es apresurado atribuirles responsabilidades. Por otra parte, el ex ministro Manuel Rodríguez, ha pedido un estudio riguroso sobre lo que pasó que, según él, debería incluso llevar a repensar si esa actividad debe continuar en la región. 

Page 28: Pesadilla Ambiental

Otros han señalado a la ganadería extensiva. Como se sabe algunos propietarios secan humedales o queman bosques para ganar terrenos. Según datos de la Nasa, recogidos por el ambientalista Rodrigo Botero, de diciembre de 2013 a la fecha se han presentado más de 580 incendios en Paz de Ariporo que han costado la pérdida de más de 20.000 hectáreas. Según el Ideam, entre 2010 y 2012 la tasa de deforestación duplicó la de las dos décadas anteriores, y llego a 1.332 hectáreas anuales. 

Otros culpan al cambio climático. Aunque se sabe que Colombia es el tercer país más vulnerable del mundo a este fenómeno, no hay estudios que unan lo que pasa en el Casanare con ese fenómeno. Y otros más endilgan la situación a la corrupción y a la ingobernabilidad de la región que, como en otros lugares, ha convertido a las CAR, las encargadas de velar por esos territorios, en fortines políticos. 

Es probable que lo que pasa en el Casanare sea una combinación de todos estos factores. Lo grave es que la foto de los chigüiros agonizando que conmovió al país es el retrato de lo que podría venir. Las escenas de tierra árida y animales muertos parecían más propias de África que del segundo país más biodiverso del mundo y el quinto en recursos hídricos. Se ha hablado no poco del pronóstico de Nostradamus de que las próximas guerras mundiales podrían ser por el agua. El Casanare luce por estos días como esa profecía a punto de cumplirse.

INICIO  

MUERTOS DE SED EN CASANARE

PORTADA | 29/03/2014

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La pesadilla ambiental de Colombia

La tragedia de la sequía en el Casanare coincide con la publicación de un estudio en el que Colombia es el segundo país del mundo con más conflictos del medio ambiente. Vea un especial de Semana y Semana Sostenible sobre la situación que atraviesa el país.

GALERÍA FOTOGRÁFICA | 28/03/2014

Page 31: Pesadilla Ambiental

Las razones de la fuerte sequía en Casanare

Algunos dicen que el fenómeno que está acabando con los chigüiros es un efecto del cambio climático, otros afirman que es culpa de la extracción petrolera y otros del mal uso de los servicios ecosistémicos. Vea aquí la razón.

MEDIO AMBIENTE | 25/03/2014

¿Qué tan responsables son las petroleras de la tragedia ambiental?

Los habitantes de Casanare responsabilizan a las petroleras por la pérdida de agua. Ellas responden que no tienen culpas.

SEQUÍA | 27/03/2014

Page 32: Pesadilla Ambiental

Un día en la tragedia ambiental de Casanare

por MARÍA CLARA CALLE, ENVIADA ESPECIAL DE SEMANA.COM

Miles de animales han muerto de sed en Paz de Ariporo. Mientras recogen los despojos, la Fiscalía investiga responsabilidades.

MAPA | 01/04/2014

Page 33: Pesadilla Ambiental

Colombia: el país con más conflictos ambientales de América Latina

Un nuevo mapa de conflictos ecológicos muestra que el nuestro es de lejos el país con más disputas de este tipo.

SEQUÍA | 31/03/2014

“Era una tragedia anunciada”: Ministerio de Ambiente

Nadie sabe a ciencia cierta qué ha causado la sequía que está matando a los animales en Casanare. SEMANA recorrió la zona en busca de respuestas.

DEFORESTACIÓN | 28/03/2014

Page 34: Pesadilla Ambiental

Se pierden los bosques, se pierde el agua

La Orinoquía es una de las regiones más afectadas por el cambio climático. Sus grandes riquezas naturales están siendo devastadas y el agua se está perdiendo.

INFOGRAFÍA | 28/03/2014

Page 35: Pesadilla Ambiental

Cómo es la extracción del petróleo y qué repercusiones tiene

En los últimos días se ha dicho que una de las posibles causas de la falta de agua en el Casanare es la forma en que se saca el crudo. Este es el paso a paso de la operación.

ENTREVISTA | 28/03/2014

Page 37: Pesadilla Ambiental

Emergencia en Casanare: Fiscalía busca responsables

Avanza una investigación de la Unidad de Recursos Naturales por la posible afectación a fuentes hídricas.

http://www.semana.com/seccion/nacion/muertos-de-sed-en-casanare/230-1

http://www.semana.com/seccion/nacion/muertos-de-sed-en-casanare/230-1

www.semana.com/especiales/casanare-cuatro-meses-sequia/index.html

Page 38: Pesadilla Ambiental

El número de animales muertos todavía no está estipulado. Corporinoquia habla de alrededor de 6.000 chigüiros fallecidos, la Gobernación de Casanare dice que son 15.000 chigüiros y 15.000 reses, Gestión de Riesgo en el departamento habla de 50 cadáveres de animales cada 250 metros cuadrados, en un espacio de 150.000

hectáreas

El Ideam dice que en noviembre alertó sobre lo fuerte que sería la sequía de diciembre a marzo. El gobernador de Casanare, Marco

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Tulio Ruiz, sostiene que no se emitió ninguna alerta y Corporinoquia asegura que como mínimo debieron anunciarlo tres

meses antes y no con 15 días de anticipación, como lo hicieron, pues no alcanzan a recolectar agua.

Page 40: Pesadilla Ambiental

La directora de Corporinoquia, Martha Plazas, cree que los medios de comunicación sobredimensionaron la problemática de esta

sequía en Casanare. Por su parte, la Fiscalía ya abrió investigación por los posibles daños a las fuentes hídricas subterráneas y el

fracturamiento del suelo en Paz de Ariporo.

Las siete empresas petroleras en Paz de Ariporo (Pacific

Page 41: Pesadilla Ambiental

Rubiales, Ecopetrol, Geo Park, Cepcolsa, Petrominerales, New

Granad y Parex) ofrecieron 530 millones de pesos para la

crisis. Además, Pacific Rubiales dio 30 carrotanques con 100

viajes diarios a la zona durante 10 días.

Cada año, las babillas se entierran mientras pasa la sequía y

salen de nuevo a la superficie con el invierno. Esta vez, el

verano fue tan fuerte que el suelo se petrificó y las babillas

quedaron enterradas vivas.

Page 42: Pesadilla Ambiental

En lo que va de marzo, sólo han caído dos milímetros cúbicos

de agua lluvia en Yopal (Casanare) cuando el promedio para

este mes es de 80 milímetros cúbicos.

Se cree que las primeras lluvias significativas caerán en los

Page 43: Pesadilla Ambiental

primeros días de abril y así se superará esta fuerte sequía en

Casanare.

http://www.semana.com/especiales/casanar

Page 44: Pesadilla Ambiental

e-cuatro-meses-sequia/index.htmlMuertos de sedpor CRISTINA CASTRO, ENVIADA ESPECIAL DE SEMANA

Nadie sabe a ciencia cierta qué ha causado la sequía que está matando a los animales en el Casanare. SEMANA recorrió la zona en busca de respuestas.

 Los cadáveres de chigu¨iros en zonas de Paz de Ariporo, Casanare, afectadas por una terrible sequía, han puesto al país a preguntarse por las razones tras una tragedia de tal magnitud. La situación afecta, además, al ganado y a otras especies como las babillas. Foto: Foto: Daniel Reina Romero - Semana

Imágenes Relacionadas

Cerca de 20 chigüiros se agolpan bajo las ramas de un árbol endeble. Los pocos metros de sombra parecen un oasis al medio día, cuando el sol golpea sin piedad la vereda de Caño Chiquito en Paz de Ariporo. Los chigüiros que alcanzaron a entrar en ese refugio son, en medio de las circunstancias, afortunados. A los lados reposan un par de cuerpos sin vida de los que ya no soportaron más ese verano tan intenso que ha hecho que más de 20.000 animales como ellos hayan muerto de sed. 

Hace más de cuatro meses que no llueve en Paz de Ariporo, un municipio en el Casanare que, con 13.800 kilómetros cuadrados, es más

Page 45: Pesadilla Ambiental

grande que el Líbano o Costa Rica. Atravesarlo puede tomar hasta ocho horas en carro. A pesar de que como dijo la ministra de Ambiente, Luz Helena Sarmiento, la sequía allí “era una tragedia anunciada”, el Estado solo hizo presencia esta semana. 

La escasez de agua había sido notificada desde diciembre, cuando el Ideam comenzó a enviar alertas diarias a las autoridades, y en enero se declaró la alerta roja. Sobrevolar la zona da cuenta de la magnitud de la tragedia. Desde el aire se ve como un océano de arcilla con unos rastros muy visibles de lo que hace unos meses eran ríos y lagunas. 

Las camionetas que llevaron al gobernador, Marco Tulio Ruiz y a la ministra Sarmiento andaban por esos ríos desiertos como si fueran carreteras. El ganado famélico camina de un lado para otro. Decenas de babillas y tortugas descansan hacinadas en un pozo de agua que construyó la gobernación. Los animales que quedan andan como si nada en medio de cuerpos y huesos de los que no resistieron el calor. 

A Arenzo Castelblanco, un llanero que ha vivido en esas tierras más de 40 años, le tocó la ingrata labor de recoger los cadáveres. Calcula que esta semana ha visto al menos 500 en menos de un kilómetro a la redonda. La oficina de Gestión del Riesgo ha construido decenas de fosas comunes. Arenzo jala los restos con una lanza de metal, les riega creolina y los amontona. Luego, retroexcavadoras los depositan en un pozo. “A este paso, vamos a pasar de tener una sabana a tener un desierto”, dice conmovido. 

La muerte de chigüiros no es novedad en el Casanare. La sequía es un fenómeno normal, que dura cuatro meses al año. En los otros, el agua abunda. Se trata de un ecosistema conocido como la sabana inundable, único en el mundo. Para el ambientalista Rodrigo Botero, la región podría considerarse uno de los humedales más grandes del país. Se han hecho intentos por consolidarlo como parque natural, pero múltiples intereses (petroleros, ganaderos y agrícolas) no lo han permitido. 

Lo que no es normal, según los pobladores, es la magnitud y las especies que se están perdiendo. Eduardo Martínez, un ganadero de la vereda Caño Chiquito, fue uno de los primeros que lanzó las alertas. Ver morir cientos de animales, cuando antes apenas eran unos cuantos, le ha impactado tanto que cuando llegó la ministra no pudo contener las lágrimas. Le indigna que digan que la situación es normal pues según él lo que está sucediendo es “algo que nunca se había visto…el agua se nos esfumó”. Laura Miranda de la fundación Cunaguaro, le da la razón. Agrega que aunque en el pasado algunos chigüiros morían, han empezado a aparecer cadáveres de otras especies como las babillas y las tortugas, que suelen ser resistentes a los extremos cambios de

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clima. Estos solían enterrarse en los veranos para resguardarse, pero en esta ocasión el suelo perdió tanto su humedad que se volvió como una roca y muchos quedaron atrapados bajo tierra. 

Los chigüiros son la población más afectada. La directora del Instituto Humboldt, Brigitte Baptiste, explica que estos son animales de agua, que tienen una piel que requiere mantenerse húmeda. Por eso buscan el barro y los charcos “para no morir de calor”. Para la directora de Corporinoquia, Marta Jhoven Plazas, el tema no es grave pues su entidad registra que ha fallecido menos del 1 por ciento del total de los chiguiros del Casanare, que puede ser un millón. Pero Gestión del Riesgo ha identificado 50 cadáveres de animales por cada 250 metros afectados. Como la zona de emergencia es de más de 150.000 hectáreas, la cifra podría ser muchísimo más alta. 

En la región nadie ha podido explicar a ciencia cierta qué hizo que este año el agua se “esfumara”. Casi todos los campesinos tienen una historia de cómo la sísmica de las compañías de hidrocarburos ha afectado su tierra y muchos ven a la extracción petrolera como causante por los métodos con los que hoy se saca el crudo. 

Gran parte de esta actividad en Casanare, célebre por los pozos de Cusiana y Cupiagua, se da en Paz de Ariporo. Allí operan Pacific Rubiales, Ecopetrol, Geo Park, Cepcolsa, Petrominerales, New Granad y Parex. La Fiscalía abrió investigación a algunas de ellas, pero las autoridades ambientales dicen que es apresurado atribuirles responsabilidades. Por otra parte, el ex ministro Manuel Rodríguez, ha pedido un estudio riguroso sobre lo que pasó que, según él, debería incluso llevar a repensar si esa actividad debe continuar en la región. 

Otros han señalado a la ganadería extensiva. Como se sabe algunos propietarios secan humedales o queman bosques para ganar terrenos. Según datos de la Nasa, recogidos por el ambientalista Rodrigo Botero, de diciembre de 2013 a la fecha se han presentado más de 580 incendios en Paz de Ariporo que han costado la pérdida de más de 20.000 hectáreas. Según el Ideam, entre 2010 y 2012 la tasa de deforestación duplicó la de las dos décadas anteriores, y llego a 1.332 hectáreas anuales. 

Otros culpan al cambio climático. Aunque se sabe que Colombia es el tercer país más vulnerable del mundo a este fenómeno, no hay estudios que unan lo que pasa en el Casanare con ese fenómeno. Y otros más endilgan la situación a la corrupción y a la ingobernabilidad de la región que, como en otros lugares, ha convertido a las CAR, las encargadas de velar por esos territorios, en fortines políticos. 

Page 47: Pesadilla Ambiental

Es probable que lo que pasa en el Casanare sea una combinación de todos estos factores. Lo grave es que la foto de los chigüiros agonizando que conmovió al país es el retrato de lo que podría venir. Las escenas de tierra árida y animales muertos parecían más propias de África que del segundo país más biodiverso del mundo y el quinto en recursos hídricos. Se ha hablado no poco del pronóstico de Nostradamus de que las próximas guerras mundiales podrían ser por el agua. El Casanare luce por estos días como esa profecía a punto de cumplirse.

http://sostenibilidad.semana.com/ws/Buscador/Index?query=sequia%20casanare