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CRITICA DE LIBROS LEO STRAUSS Y EL DEBATE SOBRE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA POLÍTICA Ambrosio Velasco Gómez LEO STRAUSS y JOSEPH CROPSEY (comps.).  Historia de la filosofía política México, FCE, 1993 La reciente aparición de  istoria  de la fi- losofía política  de Leo Strauss y Joseph Cropsey constituye un importante aconte- cimiento en la producción editorial en el campo de la filosofía política. Desde la publicación de  iQué es filosofía políti- ca ?  en 1970, no había aparecido en espa- ñol otra publicación importante de Leo Strauss. Leo Strauss es sin duda alguna uno de los autores más destacados de la filosofía política en el siglo  XX.  Junto con filósofos como Hanna Arendt, Sheldon Wolin y Erick Vogelin, entre otros, Leo Strauss ha encabezado un movimiento en contra de las orientaciones positivistas en la ciencia política que pretenden expulsar a la filo- sofía política del ámbito del conocimiento científico de la política. En contra de esta posición cientificista, Leo Strauss consi- dera que el estudio de las teorías políticas del pasado es indispensable para la com- prensión de los conceptos y problemas fundamentales de la teona política. A tra- vés de esta historia se develan un conjun- to de problemas fundamentales a los que todo teórico político ha tratado y debe tra- tar de dar respuestas verdaderas y univer- sales.  Los problemas fundamentales y el ciímulo de respuestas que los filósofos políticos han elaborado en el transcurso de la historia, constituye la ü^dición de la filosofía política, entendida como auténti- co conocimiento o ciencia de la política. Por ello, para Strauss el rescate y reivindi- cación de la ciencia política requiere una crítica radical de las pretensiones positi- vistas de los politólogos contemporáneos y una restauración de la tradición de la filosofía política. Para Leo Strauss el desarrollo de esta tradición no ha significado necesariamente un progreso de la íeorí a política. Más que una continuidad progresiva, la historia de la filosofía política muestra una plurali- dad de respuestas contradictorias sobre los mismos problemas fundamentales y «nos confronta con la cuestión filosófica de de- cidir cuál de las tesis contradictorias con- cernientes a problemas fundamentales es verdadera». Leo Strauss considera que las teonas políticas antiguas de Platón y Aris- tót eles resultan más adecuadas que las teo- nas modernas de Maquiavelo, Hobbes y autores posteriores. Su preferencia por las teorías clásicas de la Antigüedad e inclusi- ve del Medievo, se basa en la tesis de que estas leonas postulan modelos ideales de la vida política en función de valores éti- cos fundamentales, mientras que las teo- rías políticas modernas han renunciado a los valores éticos, sustituyéndolos por una visión descriptiva y realista de la naturale- za humana, como punto de partida para la postulación de los modelos de organiza- ción política. Strauss considera que las teorías políticas modernas a partir de Ma- quiavelo han sacrificado paulatinamente los estándares éticos y normativos de la teoría política en aras de una mayor efi- ciencia práctica e institucional. Este giro eficientísta de la filosofía política moderna 190 RIFP/6 1995)

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  • CRITICA DE LIBROS

    LEO STRAUSS Y EL DEBATE SOBRE HISTORIA DE LA FILOSOFA POLTICA

    Ambrosio Velasco Gmez Instituto de Investigaciones Rlosficas, UNAM

    LEO STRAUSS y JOSEPH CROPSEY (comps.). Historia de la filosofa poltica, Mxico, FCE, 1993

    La reciente aparicin de Historia de la fi-losofa poltica de Leo Strauss y Joseph Cropsey constituye un importante aconte-cimiento en la produccin editorial en el campo de la filosofa poltica. Desde la publicacin de iQu es filosofa polti-ca? en 1970, no haba aparecido en espa-ol otra publicacin importante de Leo Strauss.

    Leo Strauss es sin duda alguna uno de los autores ms destacados de la filosofa poltica en el siglo XX. Junto con filsofos como Hanna Arendt, Sheldon Wolin y Erick Vogelin, entre otros, Leo Strauss ha encabezado un movimiento en contra de las orientaciones positivistas en la ciencia poltica que pretenden expulsar a la filo-sofa poltica del mbito del conocimiento cientfico de la poltica. En contra de esta posicin cientificista, Leo Strauss consi-dera que el estudio de las teoras polticas del pasado es indispensable para la com-prensin de los conceptos y problemas fundamentales de la teona poltica. A tra-vs de esta historia se develan un conjun-to de problemas fundamentales a los que todo terico poltico ha tratado y debe tra-tar de dar respuestas verdaderas y univer-sales. Los problemas fundamentales y el cimulo de respuestas que los filsofos polticos han elaborado en el transcurso de la historia, constituye la ^dicin de la filosofa poltica, entendida como autnti-co conocimiento o ciencia de la poltica.

    Por ello, para Strauss el rescate y reivindi-cacin de la ciencia poltica requiere una crtica radical de las pretensiones positi-vistas de los politlogos contemporneos y una restauracin de la tradicin de la filosofa poltica.

    Para Leo Strauss el desarrollo de esta tradicin no ha significado necesariamente un progreso de la eor'a poltica. Ms que una continuidad progresiva, la historia de la filosofa poltica muestra una plurali-dad de respuestas contradictorias sobre los mismos problemas fundamentales y nos confronta con la cuestin filosfica de de-cidir cul de las tesis contradictorias con-cernientes a problemas fundamentales es verdadera.' Leo Strauss considera que las teonas polticas antiguas de Platn y Aris-tteles resultan ms adecuadas que las teo-nas modernas de Maquiavelo, Hobbes y autores posteriores. Su preferencia por las teoras clsicas de la Antigedad e inclusi-ve del Medievo, se basa en la tesis de que estas leonas postulan modelos ideales de la vida poltica en funcin de valores ti-cos fundamentales, mientras que las teo-ras polticas modernas han renunciado a los valores ticos, sustituyndolos por una visin descriptiva y realista de la naturale-za humana, como punto de partida para la postulacin de los modelos de organiza-cin poltica. Strauss considera que las teoras polticas modernas a partir de Ma-quiavelo han sacrificado paulatinamente los estndares ticos y normativos de la teora poltica en aras de una mayor efi-ciencia prctica e institucional. Este giro eficientsta de la filosofa poltica moderna

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    marca segn Strauss un primer paso hacia la decadencia y crisis de la teora jx)ltca que desemboca en la actual orientacin positivista.^ Desde esta visin de la historia de la teora poltica, Leo Strauss busca ante todo rescatar las enseanzas de la fi-losofa poltica clsica como premisa in-dispensable para la reconstitucin de la au-tntica ciencia poltica.

    La metodologa straussiana para resca-tar las autnticas enseanzas de los filso-fos polticos es peculiar. Strauss considera que todo gran terico poltico arriba a conclusiones que resultan incompatibles con las opiniones polticas dominantes. Por esta razn, la filosofa poltica consti-tuye una amenaza para las ideologas po-lticas y por lo tanto para la cohesin y estabilidad social. Con el fin de evitar es-tos efectos de disolucin social, Strauss considera que los grandes filsofos han tenido que desarrollar una escritura entre lneas, a travs de la cual se expresan en forma velada las verdaderas enseanzas filosficas. Este mensaje velado, que se denomina esotrico, contrasta con el men-saje literal, accesible a todo pblico, que nicamente refuerza las opiniones domi-nantes de la poca y que Strauss llama mensaje exotrico. As pues, la verda-dera lectura filosfica de la historia de las teoras polticas debe buscar develar las enseanzas esotricas ocultas bajo el men-saje exotrico. Slo as se podr rescatar el autntico significado que los autores de los grandes textos de teona poltica qui-sieron comunicar.

    Aunque la Historia de la filosofa pol-tica es una antologa de ensayos de dife-rentes autores y slo tres de ellos son tex-tos de Strauss, todos los artculos compar-ten las tesis filosficas fundamentales de Strauss que acabamos de exponer. En el prlogo a la primera edicin del libro (1963), Strauss y Cropsey afirman que las preguntas planteadas por los filsofos

    polticos del pasado siguen vigentes en nuestra propia sociedad. Con esta premi-sa, los compiladores definen su posicin antipositivista, sosteniendo la tesis de que los estudiantes de la ciencia poltica de-ben tener cierta comprensin del trata-miento filosfico de las cuestiones eter-nas, precisamente porque no creen que la ciencia poltica es cientfica como lo son la qumica y la fsica, en las que sus respectivas historias no forman parte de su cuerpo terico, y son totalmente pres-cindibles. Desde esta perspectiva, la obra coordinada por Strauss y Cropsey se pro-pone en su conjunto argumentar e ilustrar la necesidad de integrar la historia y la fi-losofa de la teona poltica a la ciencia poltica contempornea.

    Desafortunadamente, estas premisas cen-trales del pensamiento de Strauss se pre-sentan de manera muy escueta en el pr-logo original y en la Introduccin del li-bro. Esta limitacin de la primera edicin en ingls se supera en buena medida gra-cias a que en la tercera edicin inglesa se incluye el eplogo Leo Strauss y la histo-ria de la Filosofa Poltica, de dos disc-pulos de Strauss (N. Tarcov y Thomas L. Pangle), que constituye una excelente in-troduccin al pensamiento de Strauss.

    La primera edicin en espaol que aca-ba de aparecer es una traduccin de la ter-cera edicin en ingls que se public en 1987. Esta tercera edicin resulta mejor que la segunda en cuanto contiene el ep-logo mencionado, adems de la inclusin de dos ensayos sobre Heidegger y Hus-serl. Al respecto, resulta extrao que se hayan incluido en un texto de historia de la filosofa poltica ensayos sobre estos fi-lsofos fenomenlogos, y sin embargo no se han incluido trabajos sobre tericos de la poltica como G. Mosca, M. Weber y A. Gramsci, entre otros. Aunque la anto-loga no pretende ser exhaustiva, tambin llama la atencin la ausencia de trabajos

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    sobre autores republicanos tan importan-tes como Harrington, Guicciardini o Jean Bodtn. Quizs estas ausencias se deban a que los seguidores o simpatizantes de Strauss no han trabajado a estos autores, y que los historiadores y filsofos que os han estudiado no comparten la visin straussiana de la filosofa poltica.

    En total, la edicin en espaol de la Historia de la filosofa poltica consta de 38 ensayos, adems de la introduccin, el eplogo y los prlogos a la primera, se-gunda y tercera edicin en ingls. La falta de un prlogo o estudio introductorio a la primera edicin en espaol se suple en parte por el mencionado eplogo sobre Leo Strauss. Los filsofos que constituyen el objeto de los 38 ensayos son: Tucdides (David Bolotin), Platn (Leo Strauss), Je-nofonte (Chistopher Bruell), Aristteles (Carnes Lord), Marco Tulio Cicern (Ja-mes Holton), san Agustn (Emest L. For-tn), Alfarabi (Mushin Mahdi), Moiss Maimnides (Ralph Lemer), santo Toms de Aquino (Emest L. Fortin), Marsilio de Padua (Leo Strauss), Nicols Maquiavelo (Leo Strauss), Martn Lulero, Juan Calvi-no y Richard Hooker (Duncan Forrester), Francis Bacon (Howard White), Hugo Grocio (Richard H. Cox), Thomas Hob-bes (Lawrence Berns), Rene Descartes (Richard Kennington), John Milton (Wal-ter Berns), Baruch Spinoza (Stanley Ro-sen), John Locke (David Lowenthal), Da-vid Hume (Robert S. Hill), Jean-Jacques Rousseau (Alan Bloom), Immanuel Kant (Pierce Hassner), William Blackstone (Herbert J. Storing), Adam Smith (Joseph Cropsey), El Federalista (Martn Dia-mond), Thomas Paine (Francis Cana-vans), Edmund Burke (Harvey Mans-feld), Jeremy Bentham y James Mili (Ti-mothy Fuller), G.W.F. Hegel (Fierre Hass-ner), Alexis de Tocqueville (Marvin Zet-terbaum), John Stuart Mili (Henry Ana-gid), Karl Max (Joseph Cropsey), Frie-

    drich Nietzsche (Wemer Dannhauser), John Dewey (Roberto Harwitz), Edmund Husserl (Richard Velkey) y Martin Hei-degger (Michel Gillespie).

    Es obvio que resulta imposible escribir en este espacio siquiera unos pocos ren-glones sobre cada uno de estos trabajos. Tan slo se har referencia a las caracte-nstcas comunes de las contribuciones.

    En general, todos los artculos del libro son anlisis cuidadosos de los textos prin-cipales de la filosofa en cuestin y casi no existen referencias a bibliografa se-cundaria. Esta preferencia por fuentes pri-marias es sin duda alguna una virtud de los autores, en cuanto contribuye a una exposicin ms clara y objetiva de las ideas y tesis principales, sin mezclar de-masiado los cuestionamientos crticos so-bre su pensamiento. Se trata pues, si-guiendo la recomendacin straussiana, de una interpretacin de los textos de los grandes filsofos polticos que trata de re-flejar los propsitos originales del filsofo y la manera como l mismo comprendi su obra, evitando toda interpretacin pre-sentista o progresivista y buscando eluci-dar las principales enseanzas filosficas y su significacin en la solucin de los problemas fundamentales de la poltica (cul es la naturaleza de la poltica?, cul es el mejor rgimen poltico?, etc.).

    Sin embargo, la casi exclusiva preferen-cia por los textos originales del filsofo en cuestin, conduce a problemas y limitacio-nes en la reconstruccin de las teoras po-lticas del pasado. En primer lugar, tiende a menospreciarse las cuestiones ideolgi-cas e institucionales del contexto especfi-co del autor. De acuerdo a la visin straus-siana, la filosofa poltica es un conoci-miento de naturaleza superior a las opinio-nes y creencias dominantes de las comuni-dades especficas del filsofo. Este despre-cio por las cuestiones prcticas de la filo-sofa poltica y el inters exclusivo por las

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    contribuciones estrictamente tericas para la solucin de supuestos problemas funda-mentales, conduce a una deshistorizacin y distorsin anacrnica de los grandes tex-tos de la filosofa poltica.

    En suma, la interpretacin casi textua-lista que predomina en todos los captu-los del libro, aunada a la preocupacin excesiva por problemas fundamentales del pensamiento poltico y la ausencia de anlisis contextales de los grandes tex-tos, impide a los autores del libro cumplir cabalmente su propsito original: com-prender al filsofo del pasado tal como l se comprendi a s mismo. Para lograr este propsito deberan tomarse en consi-deracin las creencias y valores ideolgi-cos del autor, as como sus compromisos con la solucin de problemas prcticos y especficos de su tiempo, y no slo su in-ters filosfico por contribuir a un conoci-miento terico y universal.

    Las interpretaciones teoricistas y tex-tualistas que predominan en todos los en-sayos del libro coordinado por Strauss y Cropsey, contrasta significativamente con otras perspectivas contextualistas de la historia de las teoras polticas como la de Quentin Skinner, John Dunn y J.A. Po-cock,^ que han fundado la denominada escuela de Cambridge o nueva escue-la de la teora poltica.* Desde esta pers-pectiva representada principalmente por Quentin Skinner, las teoras polticas son fundamentalmente discursos ideolgicos que tienen el propsito de influir sobre las creencias, actitudes y valores del contexto especfico del autor. En este sentido las teoras polticas no son conocimiento en sentido estricto, ni se distinguen en su na-turaleza de las opiniones existentes en la comunidad poltica. Desde esta perspecti-va, la idea de que existen problemas o doctrinas fundamentales a lo largo de la historia del pensamiento poltico constitu-ye una mitologa que conduce a inter-

    pretaciones anacrnicas e injustificadas de la teora poltica. La interpretacin histri-ca de los textos polticos del pasado debe incluir segn Skinner tanto un anlisis textual como un estudio contextual, con el fin de comprender la forma en que el au-tor us ciertos conceptos claves para re-forzar, justificar, cuestionar, criticar o transformar aspectos fundamentales de la ideologa poltica de su tiempo.'

    La concepcin de Quentin Skinner de la filosofa poltica y su historia constituye en muchos aspectos la cara opuesta de la moneda a la visin de Strauss: las defi-ciencias del anlisis contextual e ideolgi-co de Strauss, son ms que compensadas en el enfoque de Skinner, pero a su vez las interpretaciones de Skinner o de Po-cock adolecen de la virtud straussiana por reconstruir los contenidos tericos de los grandes textos polticos.

    Tanto desde la perspectiva de Strauss y sus colaboradores, como de la escuela de Cambridge, considerados aisladamente, es imposible comprender la tensin funda-mental entre contenidos ideolgicos y te-ricos que caracterizan a las grandes obras del pensamiento poltico. Hanna Pitkin expone esta tensin en los siguientes tr-minos: Si nuestros propsitos e ideales no pudieran ser institucionalizados per-maneceran vacos y ocisos [...] pero, por otro lado, necesitamos siempre mantener nuestros conceptos parcialmente por enci-ma de las prcticas e instituciones en las que (supuestamente) se realizan, con el fin de que sea posible continuar la crtica, renovacin y revisin.*

    Autores como la propia Hanna Pitkin y Alasdair Maclntyre han intentado desde diferentes posiciones una integracin de los aspectos ideolgico-institucionales y terico-cognoscitivos de los grandes tex-tos de la teora poltica. Esto es, han in-tentado de alguna manera (no explcita) realizar una sntesis complementaria entre

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    la perspectiva de Leo Strauss y la de Quentin Skinner. Sin embargo, esta inte-gracin est an en construccin y requie-re crtica y revisin.

    En particular, uno de los problemas co-munes a todas estas perspectivas es la ca-rencia de una reflexin hermenutica que sirva de fundamento a sus perspectivas metodolgicas. Tanto Strauss como Skin-ner y Maclntyre consideran que es posi-ble superar el condicionamiento terico e ideolgico del intrprete y del historiador y recuperar con buen grado de objetivi-dad y neutralidad el significado original de los textos. Este supuesto implica un desconocimiento, indiferencia o rechazo a la tesis argumentada por la teora herme-nutica contempornea sobre la histori-cidad del intrprete y su situacin his-trica determinada, que no puede ser ig-norada.

    La carencia de una conciencia herme-nutica reflexiva entre historiadores de la teora poltica como Strauss, Skinner y Maclntyre entre otros, se debe quizs a la lucha comn que ellos sostienen contra la ciencia poltica contempornea en la que denominan una ideologa presentista y progresivista. En este conflicto entre la

    teora poltica antigua y la ciencia moder-na o contempornea, todos estos autores toman preferencia por el pasado.

    Como seala Gadamer, esta revalora-cin del pasado y la negacin total del va-lor del presente constituye una reaccin al progresivismo de la ilustracin, una ten-dencia a reponer lo antiguo, porque es lo antiguo,' igual de cuestionable a la pre-tensin de valorar lo presente porque es lo nuevo.

    Una recepcin crtica del pensamiento de Leo Strauss nos obliga a retomar su preocupacin por rescatar la importancia de la historia y de la filosofa poltica para el desarrollo de la ciencia poltica con-tempornea, no tanto en un sentido de confrontacin y exclusin, sino como una voz del pasado que dialoga y cuestiona las voces del presente. El resultado de este dilogo no podemos anticiparlo. Des-de este punto de vista, la publicacin en espaflol de Historia de la teora poltica de Leo Strauss y Joseph Cropsey es digna de celebrarse, esperando que promueva en la comunidad acadmica hispanohablante un dilogo fecundo y crtico, entre dife-rentes enfoques de la historia, la filosofa y la ciencia poltica.

    NOTAS

    1. Leo Strauss, Political Philosophy and his-tory, en su What is Political philosophy? and Other Studies, Chicago, The University of Chicago Press, 1968, p. 62.

    2. El cambio fundamental comienza con la nue-va filosofa poltica de la temprana modernidad y alcanza su climax en la ciencia poltica de nuestros das. La difei^ encia ms importante entre la filosofa poltica clsica y la ciencia poltica moderna es que a esta ltima ya no le concierne la cuestin funda-mental de la primera: la cuestin acerca del mejor orden poltico. Leo Strauss, On Classical Political Philosophy, en What is Political Philosophy? and Other Studies, op. cil., p. 79.

    3. Una de las principales obras de Q. Skinner es Los fundamentos del pensamiento poltico moderno.

    vols. 1 y 2, publicado en espaol por FCE en 1985 y 1986, respectivamente. Asimismo, su breve libro Ma-quiavelo fie publicado en castellano por Alianza Edi-torial. E)e John Dunn est traducido al espaol su li-bro La teora poltica de occidente ante el futuro, Mxico, FCE, 1981. No conozco traduccin al espa-ol de las principales obras de Jcin Pocock; Politics, Language and Time. Essays on Political Thought and Hislory, Nueva York Adieneum, 1971, y The Ma-chiavelian Moment, Princeton University Press, 1975.

    4. Cfr. John Gunnell, Political Theory: Tradition and Interpretation, Boston, Littie Brown, 1979.

    5. Los principales artculos metodolgicos de Quentin Skinner estn compilados por James TuUy en el libro Meaning and Context. Quentin Skinner and his Critics, Nueva York, Princeton University

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    Press, 1988. El estudio introductorio de James TuUy, The Pen is a Miglity Sword, es una excelente pre-sentacin de la obra de Skinner.

    6. Hanna Pitkin, Wittgenstein and Justice. On the significance of Liulv/ig Wittgenstein for Social and

    Political Thought, University of California Press, 1972, pp. 191-192,

    7. H.G, Gadamer, Verdad y mtodo. Fundamento de una hermenutica filosfica. Salamanca, Sige-me, parte 11, cap. 9, p. 341.

    EL REDESCUBRIMIENTO DEL ESTADO DE DERECHO

    Enrique Serrano Gmez UAM-I

    JRGEN HABERMAS, Faktizitt und Geltung. Beitrage zur Diskurstheore des Rechts und des demokratischen Rechtsstaats, Frankfurt, Suhrkamp, 1992, 667 pp.

    Para los miembros de la primera genera-cin de la Escuela de Fraiikfurt el carcter crtico de la teora social no puede funda-mentarse en una razn objetiva porque apela siempre, de manera explcita o im-plcita, a una Verdad que permanece fuera del alcance del examen crtico. ste es el ncleo de sus objeciones al marxis-mo ortodoxo, que consideraba poseer el respaldo del conocimiento verdadero de un supuesto orden histrico. Sin embargo, al mismo tiempo, estos representantes de la Escuela de Frankfurt percibieron que desechar las nociones de verdad y de validez objetiva, para dar rienda suelta a las ensoaciones utpicas, era quedar atrapados entre el instrumentalismo y el decisionismo, propios de una razn subjetiva, que reduce la crtica al simple rechazo de lo dado.

    Ante esta situacin Habermas se pro-puso desarrollar una nocin ampliada de razn, capaz de romper con el dilema

    al que se enfrentaron sus predecesores y, de esta manera, acceder a un criterio nor-mativo en el que pueda fundamentarse la dimensin crtica de la teora social. Este proyecto culmina en el concepto de ra-zn comunicativa, entendida como una racionalidad procedimental, en la que los atributos de universalidad y necesidad ya no se encuentran en un contenido concre-to, sino en los principios en los que se apoyan los procedimientos que nos per-miten revisar y corregir nuestras creen-cias, incluso las que se refieren a los es-tndares de racionalidad que rigen en una sociedad particular. La validez objetiva que se pretende para las proposiciones y las normas trasciende espacios y tiempos, pero esa pretensin se entabla siempre en contextos determinados, lo que genera una tensin insuperable que indica la ne-cesidad de mantenerse abierto de ma-nera permanente a la crtica.

    Pero los requisitos que debe cumplir una teora crtica no se agotan en la defi-nicin de su criterio normativo; es necesa-rio establecer tambin una conexin entre dicho criterio y el nivel emprico, pues, de lo contrario, la crtica se limita a ser una condena moral de lo dado, tal y como le sucede a la figura del alma bella que

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