partisan11 - rendici�n

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Rendición Story:  Rendición Storylink:  https://www.fanfiction.net/s/6119076/1/ Category:  Twilight Genre:  Bella, Edward Author:  Partisan11 Authorlink:  https://www.fanfiction.net/u/2426763/ Last updated:  05/22/2013 Words:  684709 Rating:  M Status:  Com plet e Content:  Chapter 1 to 68 of 68 chapters Source:  FanFiction.net Summary:  A U. OOC. Bella es una mujer libre e independien te, que dis fruta de su vida t ranquila. Pero cuando conoce a Edward se cuestiona todas sus conv icciones y nor mas morales ¿S e s ometerá ant e las pret ensiones de Edward? -  A dvertencia:Dom ward!

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Story: Rendición Storylink: https://www.fanfiction.net/s/6119076/1/ Category: Twilight Genre: Bella, Edward Author: Partisan11 Authorlink: https://www.fanfiction.net/u/2426763/ Last updated: 05/22/2013 Words: 684709 Rating: M Status: Complete Content: Chapter 1 to 68 of 68 chapters Source: FanFiction.net
Summary: AU. OOC. Bella es una mujer libre e independiente, que dis fruta de su vida tranquila. Pero cuando conoce a
Edward se cuestiona todas sus convicciones y normas morales ¿Se someterá ante las pretensiones de Edward? - Advertencia:Domward!
*Chapter 1*: Chapter 1
Disclaimer: Los pers onajes pertenecen a SM y la historia es mía.
Advertencia: Es una historia rated M, con escenas y vocabulario no aptos para personas de edad inferior a la que indica el rated. Edward dominante.
Miles de gracias a mis betas Enichepi y Claudia, que me han ayudado a reeditar este capítulo.
1.- Punto de inflexión.
Mañana es el gran día, el que marca un antes y un después . Bueno, para ser exactos toda es ta semana ha sido de días así, pero mañana será el último de una época. Ya hemos vaciado el apartamento que durante cinco años ha s ido nuestro hogar, los l ibros, la ropa de invierno, el televisor y el mons truoso equipo de música de Alice iban a pasar el verano en un guardamuebles.
El billete de avión estaba a buen recaudo en mi bolso y mi maleta esperaba junto a la puerta de mi dormitorio, aún abierta para guardar las últimas cosas . Mañana dejam os nuestro apartamento de estudiantes. Mi compañera Alice y yo nos vamos a pasar el verano a Isla Esme, como lo hemos hecho en los tres años anteriores.
Le debemos mucho a esa isla, gracias al dinero que ganamos como gogos le hemos dado un buen empujón a nuestro fondo para pagar nuestros estudios, con eso y alguno que otro trabajo como camarera, hemos podido ir
afrontando los exorbitantes gastos que suponía estar estudiando en la mejor universidad del país. Por una de esasfelices y extrañas circunstancias de la vida, las admisiones para estudiar en el MIT se realizan sin tener en cuenta la situación financiera del estudiante, se basan exclusivamente en sus buenas calificaciones. Formar parte del selecto alumnado del Instituto Tecnológico de Massachusetts era un raro privilegio… Y tremendamente caro, aunque la universidad tuviese un magnífico programa para la financiación de los es tudios que hacía que tres de cada cuatro alumnos recibiésemos ayuda económica. Además yo trabajaba en todo lo que podía para pagar los gastos.
Fue así como conocí a Alice, buscando un pequeño apartamento para compartir, que resultase más barato que vivir en la residencia de estudiantes . Yo estudiaba Arquitectura y Urbanismo, mientras que Alice estudiaba diseño de moda dentro de la rama de Artes y se encontraba en la mism a situación que yo. Supimos desde el primer momento que siendo tan diferentes, nos complementábamos de tal forma, que acabaríamos queriéndonos como hermanas . Y así fue.
Alice s e convirtió en mi familia, teniendo en cuenta que viajar desde Boston hasta Forks era un viaje muy largo y caro
que sólo podía hacer un par de veces al año, en Navidad y una semana antes de empezar el verano y marcharme aúnmás lejos , ya que las vacaciones de primavera eran para mi m adre, que venía a verme cada vez que podía desde Florida y que se llevaba asombrosam ente bien con Alice, que la trataba como si también fuese su madre.
Empujadas por esa necesidad de sufragar nuestros gastos y la impos ibilidad de obtener un trabajo a tiempo completo debido a la exigencia de nues tros respectivos es tudios, fue como Alice llegó una tarde a casa con un trozo de anuncio arrancado de Dios sabía dónde, en el que se convocaba a todas las personas que quisiesen, a someterse a un casting como gogos. Prometían un sueldo espectacular y unas condiciones de trabajo inmejorables. Hasta ahí todo bien, atrayente incluso…
Pero había que trasladarse hasta una is la perdida en medio del océano Atlántico para hacer el maldito casting y eso ya me gus taba mucho menos. No por el viaje en sí, que sería durante un fin de sem ana, si no por las repercusiones que eso traería para nuestra maltrecha economía.
Pero no hubo forma de decirle que no a esa fiera indómita en la que s e convertía Alice cuando algo s e le metía en lacabeza y si enfadarse no surtía efecto, entonces recurría a los trucos más sucios y menos éticos que hubiese visto amás . Ella insistía en que el viaje mis mo cons istía en una primera selección, quién no estuviese dis puesto a hacerlo, no les interesaba a los propietarios del lujos o complejo de ocio para el que Alice quería trabajar… Yo no estaba tan segura de querer embarcarme en semejante locura. Podían decirnos que no servíamos para bailar de forma profesional.
Pero tomamos ese vuelo y el trasbordo necesario hasta llegar a la maravillosa isla y someternos a aquel casting. Y fuimos seleccionadas contra todo pronóstico, así que volvimos con los gastos de nuestro viaje reembolsados y un prometedor contrato para bailar allí durante el verano.
Y ahora que nues tros estudios finalizaron, gracias al cielo, vamos por nuestro último verano antes de meternos de
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cabeza en el mundo laboral , con cierta sensación de nos talgia por la época loca, estresante y divertida que terminaba en nuestras vidas.
Nada volvería a ser igual después del verano y ambas lo sabíamos.
Hasta el primero de Septiembre tenemos Patente de Corso , es decir, vamos a dejar que se nos ponga el alma pirata, vamos a bailar por las noches, y a disfrutar del sol en la playa durante el día. Ya habrá tiempo para dormir cuando estemos muertas. Pero mientras…
Qué nadie se equivoque, bailar por las noches es nuestro trabajo y es duro aunque parezca fácil. Bailar como gogo esextenuante, exige una forma física de primera, casi como un deportista de élite, para eso pas amos todo el invierno en el gimnasio castigándonos el cuerpo, comida sana, nada de tabaco, poco alcohol, clases de baile…. Durante todo el curso hemos sido unas auténticas monjas de clausura, de la universidad al trabajo, del trabajo a casa, a la biblioteca, a clases, y poco más… Bueno hace dos inviernos fuimos un poco creativas, empezamos a tomar clases de Vertical Pole, ahí sí que nos quitábamos el hábito de clausura.
Es un gus tazo dejar atrás todo el estrés en la Vertical Pole, es un ejercicio físico completísim o, pero sobre todo tenía unas repercusiones fantásticas para la autoestima. Bailar en una barra de striptease como toda una profesional pero sin desnudarse era un subidón de adrenalina buenísimo y resultaba muy, muy sexy.
-No puedo con los nervios. – Dijo Alice sacándome de mi propio mundo mientras daba vueltas por toda la cocina, exactamente tres pasos de ida y otros tres de vuelta, manoteaba en el aire y no paraba de soltar un murmullo continuo al que yo había aprendido a no prestar demas iada atención.
-La cena ya casi es tá lista, abre la botella de vino y ve sentándote a la mesa que voy para allá. – Yo también es taba muy nerviosa, pero a diferencia de mi amiga, a mí los nervios me tensan, me vuelvo fría y contenida, hasta el punto de que me duele la mandíbula de tanto apretar los dientes, una loba en es tado de alerta, como le gusta decir a Alice.
Cuando llevé la comida a la mes a del pequeño salón Alice ya estaba llenando los vasos , cada uno distinto, uno un vaso ancho que originalmente contuvo crema de cacao y el otro no era un vaso, sino una taza de té desportillada a la que le faltaba el asa.
-Está todo, ¿Verdad Bella? – ¡Otra vez! Suspiré algo exasperada y le lancé una mirada burlona, antes de contestarle por enésima vez.
-Sí, Alice… Tenemos los billetes de avión, hacemos un transbordo en Houston y luego directas al aeropuerto de Isla Esme, en taxi hasta el mini apartamento que Carlis le nos pres ta como todos los años, la llave nos la dará Marco, el tipo del bar de al lado, cenamos en ese m ismo bar y nos vamos a la discoteca para la reunión de empleados que todos los años hace Carlisle. Como siempre… – Le contesté como quien habla con un niño tratando de convencerle de que aún faltan algunas horas para la Navidad.
-No creo que pueda pegar ojo esta noche. – Su pierna se movía frenéticamente impulsada por la punta de su pie.
-Bebe vino, ya verás como te ayuda. – Le dije con una medio sonrisa mientras rellenaba s u vaso.
Terminamos de comer entre los resoplidos frustrados de Alice y el entrechocar de los cubiertos sobre los platos, dejamos todo limpio y ella mis ma se ofreció a bajar la basura... No era capaz de estarse quieta y cualquier excusa era buena para descargar algo de la energía que le sobraba con los nervios.
El poco menaje y los muebles que teníamos en nuestra casa pertenecían a nues tro casero, así que sólo teníamos que preocuparnos de dejarlo limpio y de nada más , mañana a primera hora le entregaríamos las llaves y nos largaríamos de allí a encontrarnos con el res to de nues tra vida. ¡Qué nervios tenía yo también!
Cuando amaneció yo había dormido como si no tuviese conciencia, eran demas iados cambios en muy poco tiempo, todo el cansancio acumulado de los exámenes finales , del proyecto de fin de carrera… Estaba segura de que si no llega a ser por el camarero del bar de enfrente, que me mantuvo a base de café en los momentos críticos de más estrés, no hubiese terminado arquitectura en Junio, y con asignaturas pendientes no te puedes ir todo el verano a trabajar a la isla, era incompatible la vida que nos esperaba allí, con estudiar seriamente para sacar las materias.
Me di una ducha rápida, guardé el resto de mis cosas , y salí preparada para encontrarme con el 'Demonio de Tasmania' que me esperaba ya junto a la puerta.
-Buenos días Alice. – Ella ya estaba abriendo la puerta con gesto impaciente. – ¿Has dormido bien?
-Pues lo cierto es que sí, oye Bella, desayunamos en el aeropuerto ¿vale? Ahora pasamos un momento a devolverle la
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llave al casero y no nos paramos más, no quiero llegar tarde para tomar el vuelo. Le sonreí y seguí sus pasos nerviosos y decididos sin que se me ocurriese discutir ninguna de sus decisiones.
El viaje pasó rápido entre charlas, ipod y libro, para cuando quisimos darnos cuenta ya estábamos desembarcando en el pequeño aeropuerto de Isla Esme. Llegamos en taxi al apartamento que todos los años teníamos gracias a la generosidad de nues tros jefes, soltamos las m aletas, nos duchamos para quitarnos el largo viaje del cuerpo, bajamos a cenar algo rápido en bar de Marco, y nos fuimos hacia la discoteca en la que trabajaríamos para as istir a la reunión de empleados.
Ya estábamos en el lío. Llegamos a la dis coteca de Carlisle que ya estaba abierta al público, apenas acaba de comenzar el verano y Twilight , que es el nombre de la discoteca, está a reventar, sólo faltábamos los bailarines, los gogos que vamos a contribuir a animar el ambiente. Nos dirigimos a la puerta de personal en la parte trasera del local y todo resultaba tan familiar que era como si nunca nos hubiésemos marchado. Nos miramos sonrientes y las dos expresamos con los ojos nuestra alegría por volver.
-¡Félix! – Saludamos las dos a la vez al hombre que es taba en el pasillo con un pequeño auricular en el oído.
Félix era el jefe de seguridad del local , un tipo enorme que dirige a sus chicos como si es tuviesen en "Misión de Estado" y considera que Twilight es una fortaleza a su cargo. Nadie entra sin cumplir las normas de Félix, tiene una presencia realmente intimidante, pero nos tenía cariño.
-¡Alice, Bella! Qué bien que estéis aquí otro año. – El atronador torrente de su voz resonó en el pasillo y nos abrazó a ambas a la vez. – Llegáis de último, como s iempre, pasad, todos es tán ya en el despacho de Carlisle. –
Técnicamente sólo cinco minutos tarde… subimos por las es caleras a paso ligero hacia el despacho del jefe y todo el mundo ya estaba allí, alrededor de una mesa de reuniones . Cuando entramos las cabezas se levantaron a la vez para mirarnos y al hacerlo, la instantánea de los s entimientos que les provocábamos se plasmó con nitidez. Carlisle, Esme, Jacob, Ángela y Tyler, estaban felices de vernos, y el resto, bueno… El res to tenía expresiones que abarcaban toda una serie de matices que iban des de la indiferencia, la políticamente correcta sonrisa, hasta un destello de ira que juro que vi atravesar el ros tro de Lauren.
Saludamos brevemente a todo el mundo, excepto Carlisle y Esm e que nos abrazaron y besaron en las mejillas a las dos.
-Niñas, me alegro de que ya estéis aquí. ¿Os habéis instalado verdad? – Y sin darnos tiempo a contestar continuó. – Sentaos, estaba comentando como va a ser el verano. Como siem pre, no quiero nada vulgar, sí elegante, sí sensual, pero no explícito. Tendremos algunas fies tas de presentación de varios artículos que os comentaré cuando se terminen de fraguar, pero tenéis que saber que los clientes elegirán a sus propios bailarines para las presentaciones que se harán en el Privé, lo que supone ingresos extras para vosotros, así que debéis dar lo mejor de cada uno siempre, porque pueden venir para seleccionaros cualquier noche, incluso sin avisar. – Recorría nuestras a medida que hablaba para que todo el mundo s e diese por incluido y para asegurarse de que todos le prestábamos atención y entendíamos lo que decía. Ese era el jefe, un hombre de negocios que sabía lo que quería y cuando lo encontraba, lo cuidaba.
-Los turnos, sueldos y demás, se resolverán como el verano pasado, cualquier cosa que s urja, o si tenéis alguna duda, o algún problema… – Nos miró con más intensidad incluso. – Estaré encantado de atenderos en mi despacho, como s iempre. Ahora, sin más , una copa de champagne por un verano magnífico y porque nos divirtamos haciendo lo que mejor s abemos: bailar y ganar dinero. – Entonces descorchó una botella mientras que Esme ponía una bandeja con copas sobre la mesa.
Todos nos levantamos , lo acompañamos en el brindis y empezamos a saludarnos formando pequeños corros.
-¡Bella! ¡Hola precios a! – De repente me vi envuelta por el enorme cuerpo de Jake que me levantó en el aire a la vez que nos hacía girar, sólo pude abrazarlo y dejarme contagiar por su alegría.
-¡Jake! Qué bien te veo, estás inclus o mejor que el verano pas ado. – Era cierto, Jake tenía un físico impres ionante, mus culatura bien formada y con bas tante volumen, pero también era ágil y flexible, con piel morena y una sonrisa perfecta que conseguía que cualquier chica se quedase momentáneamente absorta al mirarlo... Era todo un espectáculo ver a ese hombre moviéndose al ritmo de la música, era atractivo tanto para mujeres como para hombres, bien porque querían ser como él, o porque querían darse un revolcón con él. A eso también jugábam os cuando bailábamos, la ambigüedad, no podíamos desentendernos de la cantidad de turismo homosexual que recibe la is la, y a fin de cuentas nosotros representábamos un papel.
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-¡Te he echado de m enos cariño! ¿Qué tal tu año? –
-¡Ya he terminado por fin! Si todo sale como lo tengo planeado, es te verano es el último que vengo aquí como bailarina, el próximo, vendré como cliente, para ver cómo te mueves. – Le dije sin dis imular la amplia sonrisa que me provocaba pensar en mi futuro.
-¡Jake! – Alice se acercó y de un sal to se colgó de su cuello. – ¡Nos vemos otro verano! Me alegro mucho., ¿Como has estado? –
Así seguimos s aludando a unos y a otros, hablando y contando cómo había sido nuestro año, poniéndonos al díasobre la vida de quienes s erán nuestros compañeros durante el verano, y algunos que espero que s ean amigos para toda la vida.
*Vertical Pole: Barra vertical usada por las bailarinas eróticas para ayudarse en sus movimientos y bailar en ella de diferentes formas.
Es el primer fic que escibo, procuraré hacerlo lo mejor que pueda.
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*Chapter 2*: Chapter 2
Los personajes s on de S. Meyer, la historia mía y un poco también de quien me alienta a seguir con sus reviews y añadiendo a favoritos.
Muchas gracias a mis maravillosas Betas Enichepi y Claudia, que me han ayudado a revisar este capi.
2.- Blue eyes.
El verano empezó para nosotros esa misma noche. Después de la reunión en el despacho de Carlisle, nos fuimos Alice, Jake y yo a tomar unas copas a un pequeño local que tenía una maravillosa terraza llena de plantas trepadoras con flores de diferentes colores , orientada hacia el enorme puerto deportivo de la is la, donde atracaban los yates más espectaculares que se puedan imaginar.
-¡Qué cabrones! – Sentenció Jake señalando con la cabeza hacia los yates con un gesto despectivo de la cabeza. – Nadie hace tanto dinero sin pisar a una buena cantidad de personas para conseguirlo. –
-Eso es injus to Jacob, también existe mucha gente que ha hecho una fortuna trabajando duro y una buena idea… Mira Bill Gates, o el que creó Facebook… – Alice le replicó en un tono seco y cortante. Yo puse los ojos en blanco y busqué una buena mesa que estuviese cerca de la barandilla que separaba la terraza de la playa. No quería escuchar de nuevo otra estéril discusión sobre la ética del dinero y el poder. Esos dos no iban a llegar a algo parecido a un entendimiento en la vida.
Nos pusimos al día sobre nuestras vidas alrededor de unas cervezas muy frías y con la fragante y cálida brisa nocturna envolviéndolo todo. Jake nos contó como había sido s u invierno en la estación de esquí de Blanco Pass, donde era monitor de esquí y de snowboard, en el mism o es tado de Washington.
Jake no había tenido la oportunidad de poder es tudiar una carrera universitaria, por una sencilla razón, nunca quis o hacerlo. Él era feliz al aire libre, haciendo deporte y no "encerrado en un aula bajo esas luces fluorescentes, pelándose las pestañas para terminar esclavizado por un salario de mierda, para que otro se enriqueciese a costa de su trabajo". Según sus palabras textuales.
Pero yo tenía la sos pecha de que en realidad actuaba así porque no quería alejarse demasiado de su padre, el viejo Billy Black estaba en una silla de ruedas y Jake siempre es taba cerca, no pasaba m ás de dos s emanas sin que fuese a visitarlo. Su hermana Rachel era quién cuidaba de s u padre, pero él se sentía responsable por estar trabajando fuera, así que nunca se alejaba demasiado. Excepto en verano, que la lejanía y las características del trabajo, hacían
imposible que fuese a verlo. Eso hacía mella en su carácter, que a medida que avanzaba el verano, se volvía más y más huraño. Pero el sueldo era tan bueno, que merecía la pena el sacrificio, era un contribución decisiva para pasar el invierno trabajando en la estación de esquí cerca de casa, y así poder perder un par de días de trabajo de vez en cuando, para ir a la reserva y sal ir de pesca o ver un partido con Billy.
Precisamente porque el sueldo era m uy bueno y yo sabía que le vendría bien, fue por lo que lo convencí para que se presentase a las nuevas pruebas de s elección que Carlisle hizo al año siguiente de que Alice y yo nos metiésemos en esta locura de bailar.
Ellos s iguieron con su ya habitual discusión, mientras que yo no perdía detalle de los elegantes movimientos que hacía un enorme yate para atracar en el puerto. Era más grande que los demás y tenía unas líneas elegantes y depuradas. "The Fighter " pude leer en enormes letras negras sobre el fondo blanco del casco. Extraño nombre para un
yate… Parecía más bien apropiado para un avión de combate o algo as í… -Bella... – El tono burlón y cantarín de Jake al pronunciar mi nombre me sacó de mi ensimis mamiento y me devolvió a la conversación que mantenían mis amigos.
-Perdona, no te he oído, ¿qué me decías? – Le sonreí de forma tímida a modo de disculpa y sus blancos dientes relampaguearon al corresponderme con otra gran sonrisa.
-Te decía que Rachel te manda saludos y dice que cuando vayas a ver a tu padre, que no s e te ocurra no ir a visitarla. Tienes muchas ganas de verte. –
-¡Claro! Iré a verla s in falta. – Contesté procurando sonar sincera, pero todavía no entendía por qué Rachel parecía más cariñosa cuando me mandaba saludos a través de Jake, que cuando la veía en Forks. Siempre parecía tan tímida…
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Así pasamos es a noche, hasta que cansadas por el viaje, Alice y yo nos despedimos de Jake y nos fuimos a nues tro pequeño apartamento para descansar.
Era bueno verlo de nuevo, saber que es taba bien y que seguía siendo el mis mo Jake de s iempre. Aunque de vez en cuando lo sorprendiese mirándome de forma lánguida.
Al día siguiente fuimos a un supermercado y llenam os la nevera, deshicimos el equipaje, y nos ins talamos en el pequeño apartamento.… Nos m iramos un momento y sonreímos, de repente parecía que nunca nos hubiésemos ido de allí.
Era una sens ación extrañamente reconfortante que nos sucedía todos los años tanto al llegar a la is la, como al volver a nuestra casa en la zona residencial para estudiantes alrededor del MIT. Una casa a la que ya no volveríamos más , pensé con un pellizco de nostalgia en el es tómago.
Después nos fuimos directamente a la playa, comimos un delicioso pescado en un pequeño res taurante, tomamos el sol… Siempre procurando que no nos quedasen marcas, eso era muy importante para nuestro trabajo, las marcas del bronceado solo se dis imulan s i te las maquillas , pero preferíamos no tenerlas, así que usábamos protectores solares, bikinis diminutos y la mayoría de las veces hacíamos topless .
No éramos una excepción, la isla es un sitio bás icamente hedonista, donde todo el mundo mira y se deja ver, pero casi nadie llama la atención, porque para eso, hay que hacer algo diferente, en cualquier ámbito de la vida, y en la is la todos nos comportábamos de forma s imilar. El respeto es la norma básica en la playa, y mucho más para quienes están tan acostumbrados a ver perfectos cuerpos en todo su esplendor, que unos cuerpos más o menos , o una cara bonita más
no suponía una gran diferencia. Nada que ver con el pequeño pueblo del que salí hacía ya algunos años , dondecualquier insignificante novedad, resultaba ser el tema principal de todas las conversaciones durante esa semana… O ese mes, dependiendo del grado de escándalo que suscitase.
Rápidamente nos hicimos a nuestra vida en la isla, era como s i nunca nos hubiésemos marchado, esa era la principal ventaja de llevar varios años haciendo lo mism o, ya estábamos en nuestro territorio, y teníamos una vida es tablecida y cómoda, con sus rutinas y sus pequeños momentos de confort cotidiano.
Antes de que nos diésemos cuenta, estábamos a mediados de verano, envueltas en nues tro trabajo y nues tros momentos en la playa, con Jake, con algunos de los demás compañeros… Solas las dos la m ayoría de las veces…
Aquel yate que vi la primera noche de ese verano atracando en el puerto, había des aparecido un par de días después de su llegada, otros nuevos habían entrado y sal ido en ese periodo de tiempo.
Desde aquel día había tomado la cos tumbre de incluir el puerto deportivo en mi circuito habitual para hacer footing . Me gustaba ver esas maravillas s obre el agua, tan elegantes y lujosas… Las admiraba desde lejos y sonreía cuando reconocía alguna.
Una mañana me sorprendió ver de nuevo aquel yate con ese nombre de avión de guerra y no sé porqué, pero sonreí.
Me dirigí corriendo de nuevo hacia el pequeño apartamento para prepararme para ir a ensayar a Twilight. A Alice y a mí nos habían elegido para la pres entación de un perfume, sería algo muy divertido y con una pues ta en escena espectacular, como todo lo que planean Carlisle y Esme. Estaría ambientada en el Cabaret Burlesque, así que habría corsés , plumas, perlas falsas , medias con liguero y mucha picardía, alrededor de dos barras de Vertical Pole que Carlisle mandaría instalar expresamente. Teníamos algo m ás de una semana para preparar el show y los ensayos empezaron a ocupar una parte muy importante de nuestro tiempo libre. Ensayos remunerados , tengo que señalar, lo cual nos venía francamente bien, aunque siempre sacábamos un momento para nosotras.
Nos gustaba ver el atardecer en la playa, cuando llegaba la hora del crepús culo solíamos ir a un café chillout, a escuchar música relajante y tomar té árabe, mirando hacia el oeste tumbadas en una de las grandes superficies acolchadas dispues tas sobre la arena de la playa. Esa hora siempre me produce sentimientos encontrados, por un lado una es pecie de melancolía por el fin del día, y por otra, cierta excitación por las pos ibilidades que ofrece la noche… Estábamos en silencio, las dos perdidas en nues tros pensamientos, cuando de repente alguien volvió a deslizarse en mi mente sin invitación:
James … ¡Qué hijo de puta! Aún cuando han pasado más de cuatro años, sigo s intiéndome físicamente enferma al recordar el dolor, y la humillación que m e hizo pasar, como la Bella de entonces creía en el amor, el romanticismo, veía a James como un rebelde, un incomprendido que sólo neces itaba que lo amasen de forma incondicional para sacar a relucir su corazón...
Me arrebató mi virginidad envuelto en mentiras y malos modos , mi paciencia, mi orgullo y mis lágrimas. La Bella de
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entonces pensaba que estaba estresado por el final del curso, que su forma fría de comportarse conmigo obedecía a la tensión que todos los alumnos del último curso estábamos s oportando. Al principio tuve la esperanza de que yo le haría cambiar, por amor… Y entonces viviríamos felices , juntos, tendíamos hijos, una casita, barbacoa los domingos…
Pero poco a poco fui siendo consciente en mi interior, de que eso jamás sucedería entre nosotros, la relación tan extraña y distante que es tábamos manteniendo, simplemente no funcionaba y empecé a tener la certeza de que tarde o temprano terminaríamos rompiendo. Aunque una gran parte de mí no quiso aceptarlo… Hasta que fue demas iado tarde. Fui la idiota perfecta, la víctima propicia.
Gracias a Victoria, mi amiga inseparable desde que pus e un m aldito pie en Forks, fue ella quien me abrió los ojos y medescubrió la verdad que se escondía tras s u forma de tratarme, cuando los encontré con la cabeza de él entre las piernas de ella.
Desde aquel día mis inseguridades se acrecentaron, si antes era torpe, desde entonces s e volvió algo ins oportable, tropezaba, me caía, me llovían objetos, era incapaz de mantener la verticalidad sobre una s uperficie lisa y estable… Milagrosamente ningún accidente dejó cicatrices visibles en mi cuerpo, lo cual agradecía mucho en ese momento, ya que las cicatrices me recordarían constantemente las circunstancias que las rodeaban, y eso era lo último que yo necesitaba. Por no mencionar que mi cuerpo se había convertido en mi herramienta de trabajo…
Cuando llegué a la universidad y conocí a Alice buscando compañera de apartamento, supuso el mayor golpe de suerte de mi vida, que hasta ese momento no había sido demasiado afortunada.
Fue ella quien me sacó de ese estado de letargo, Alice ha luchado contra mi m elancolía y mi legendaria torpeza
durante estos últimos cuatro años, gracias a ella aprendí a bailar, a fijarme por donde camino, a vestirme, amaquillarme, a sonreír… Ella es la artífice de la mujer que soy ahora, por eso y por una serie de innumerables pequeños actos cotidianos que me enseñaron su bondad, la considero como mi hermana.
Tengo autoestima y seguridad en mí misma gracias a ella y a su tenacidad.
-¿En qué piens as Bella? Te has ido muy lejos . – Se había incorporado y me miraba apoyada sobre un codo, con un atisbo de preocupación oscureciéndole los ojos. Negué brevemente con la cabeza y esbocé una sonrisa triste.
-En nada importante, solo divagaba. – Y metía los dedos en la llaga de camino…
-Aja… ¿Y tus divagaciones te han llevado hasta alguien que yo conozca? – Res oplé frustrada, ella s í que me conoce como la palma de su m ano. No le contesté, pero la mueca de una m edio sonrisa amarga surcó mis labios y no hizo falta explicar nada más .
-¡El Innombrable! – Evitó gritar, pero el tono seco y amenazante con el que pronunció esas palabras , no dejaban lugar a dudas sobre su rabia contenida. – ¡Sinceramente, Bella! Creo que piensas demasiado, necesitas un hombre que te tenga lo suficientemente ocupada abriendo las piernas y sonriendo, como para que te acuerdes de ese bastardo de... de... Ni siquiera soy capaz de pronunciar su nombre. ¡Búscate un hombre que valga la pena y ya verás como dejas de torturarte, y ni te acordarás de cómo se l lamaba… ¡Ese! - Me quedé con la boca abierta al escucharla, esa expresión no era muy propia de s u forma de hablar y si no la estuviese viendo con mis propios ojos , hubiese jurado que era Rosalie la que es taba hablando con su voz.
-¡Wow Alice! De vedad te tengo harta. – Le dije intentando poner un tono de broma para aligerar la repentina tensión que había crecido de la nada a nuestro alrededor, se giró hacia mí y me m iró unos s egundos.
-Te hablo en serio, Bella... ¿Cuánto tiempo hace que no te das una alegría con un chico? – Al oírla me sentí incómoda y me senté en la colchoneta abrazando mis piernas, era mi típica postura defensiva desde que podía recordar.
-Creo que demasiado… Algo as í como un año. – Lo dije a media voz, casi avergonzada de mi falta de iniciativa e ilusiónpor el amor. Ella resopló como respuesta y ambas nos quedamos unos instantes en silencio, meditando sobre mi respuesta. Llevaba evitando cualquier tipo de relación demasiado tiempo, eso no podía ser bueno, más que nada, porque mis motivos para evitar una relación estaban basados en una mala experiencia y en el miedo a que se repitiese, y eso sólo haría que cada vez me res ultase más difícil volver a confiar en alguien para entregarle mi corazón.
-Sabes que no soy del tipo de chica que tiene facilidad para intimar con un hombre. – Tuve la necesidad de explicarme una vez más ante ella. – Recuerda aquel revolcón que me di el año pasado, y como eso me hizo sentirme después . Ese no es mi es tilo Alice, no puedo saltar de cama en cama, ni tomarme las cosas a la ligera… Además creo que me he vuelto muy cínica y ya no me l laman la atención el tipo de hombres que conocemos . – Continué justificándome, esto se estaba poniendo peligroso, había que terminar con esta conversación cuanto antes…
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-Alice, me quedaría en es ta magnífica playa desgranando por enésim a vez mi fracaso en el amor, pero por suerte para mí, se nos echa el tiempo encima, así que vámonos. - Corté por lo sano mientras me levantaba y empezaba a recoger nuestras cosas . Alice decidió no presionarme más, sabía muy bien que el tema m e entristecía mucho y que después de uno de s us profundos y extenuantes análisis, yo me quedaba más callada de lo habitual durante los siguientes dos días.
Así que nos dirigimos en s ilencio al coche que Carlis le nos pres taba todos los veranos, era un pequeño jeep negro que siempre llevábamos descubierto para aprovechar el clima de la is la. Yo conducía y Alice prefería no hablar para no seguir con el tema de James , puse música y a modo de despedida busqué su canción. Si mi amiga sospechase que le puse banda sonora a mi des trucción, creo que sería capaz de abofetearme, sin mencionar todo lo que diría sobre mi lado masoquista. Y lo peor de todo sería que yo tendría que es cucharla, porque francamente, Alice cuando s e lo proponía podía llegar a ser bastante intensa.
BEHIND BLUE EYES
To be the bad man to be the sad man
Behind blue eyes
And no one k nows what it´s like to be hated
To be faded to telling only lies
Hice un gran esfuerzo para mantener algunas traicioneras lágrimas que amenazaban con escapar de mis ojos, gracias a las gafas de sol que llevaba puestas, pude esconderlas de Alice, que se empeñaba en permanecer tercamente callada, mientras miraba el frondoso paisaje de la isla.
But my dreams they aren´t as empty
As my conscious seems to be
I have hours, only lonely
My love is vengeance That s never free
No one knows what it´s like to feel these feelings
Like I do, and I b lame to you!
No one b ites back as hard on their anger
None of my pain and woe can show through
But my dreams they aren´t as empty
As my conscious seems to be
I have hours, only lonely
My love is vengeance That s never free
When my fist clenches, crack it open
Before I use it and lose my cool
When I smile tell me some b ad news
Before I laugh and act like a fool
If I swallow anything evil
Put your finger down my throat
If I shiver, please give me a b lanket
8/16/2019 Partisan11 - Rendicin
To be the bad man, to be the sad man.
Behind blue eyes.
Esa canción des cribía muy bien a ese hijo de puta y la forma egoísta en la que se movía por el mundo. Sacudí brevemente la cabeza y aclaré mi garganta, la sentía apretada y seca después de luchar contra las lágrimas de rabia y frustración que todavía me provocaba oír esa canción.
Definitivamente tenía una preocupante vena masoquista.
Llegamos a casa, aparqué en la puerta y nos bajamos del coche s in intercambiar ni una sola palabra. Sentía que había decepcionado a Alice con sólo recordar a es e tipo despreciable. Ella insis tía una y otra vez en que no merecía ni uno sólo de mis pensamientos. Pero justo antes de que entrásemos en casa, me dedicó una pequeña sonrisa con una esquina de s us labios y yo me s entí aliviada con ese s imple ges to.
Hice un esfuerzo titánico para dejar atrás todo su desagradable recuerdo, tan rápido como se había presentado sin avisar. Nos duchamos y volvimos a comportarnos como s i nada hubiese pasado, pero yo no podía ignorar el sabor amargo que su imagen en mi cabeza me había dejado, ya no lo amaba, es más , estaba bastante segura de lo que un día sentí por él no era amor. Pero creía que Alice tenía razón, necesitaba otro hombre en mi vida que borras e su forma de acariciarme, su recuerdo, sus mentiras, el dolor que me produjo todo aquello… ¿Me atrevería a dejar entrar a alguien en mi vida? No es taba segura de es tar preparada para eso.
Con el pelo mojado y sin maquillar nos fuimos a la dis coteca para comenzar a trabajar, allí nos peinábamos, nos vestíamos y nos poníamos las pinturas de guerra en el camerino. Y la noche empezaba… Y no terminaba hasta la mañana s iguiente.
Bailábamos por turnos mientras que otros descansaban, así soportábamos de forma natural las noches enteras bailando, sin necesidad de recurrir a drogas ni nada por el estilo. Si Carlisle s e enteraba de que algunos de nosotros tomábamos drogas para s oportar el ritmo del trabajo, nos podíamos encontrar con un despido fulminante.
Era un jefe comprens ivo y generoso, pero había ciertas cosas que no estaba dispues to a tolerar. Siempre decía que mientras trabajásemos para él, en cierta forma lo representábamos, ins istía en que nosotros proyectábamos con nuestro comportamiento una imagen suya, así que no quería vernos con las caras desencajadas y los ojos enrojecidos.
La discoteca era un mundo paralelo, en la zona común las personas se agolpaban bailando al ritmo frenético de la música, nosotros lo hacíamos subidos en plataformas con barandillas elevadas s obre sus cabezas, pero a la altura del Privé. Y esa zona, sí que era un universo aparte, un área del local completamente exclusiva y privada, donde entrar cuesta más de quinientos dólares, donde se bebe champagne y donde se codean empresarios, cachorros de la nobleza europea, deportistas de élite como futbolistas y pilotos de fórmula uno, actores, músicos, narcos, traficantes de armas, joyeros, príncipes saudíes…
Gente de dinero con mayúsculas, rodeados por amigos, parientes, advenedizos, putas de lujo y un largo etcétera de rémoras que viven de ellos y forman ridículas cortes, orbitando a su alrededor, pendientes de la más mínima necesidad que tuviesen, del más pequeño de los caprichos para correr a satisfacerlo inmediatamente.
Y nosotros bailábamos para ellos principalmente.
Esa era nuestra vida durante el verano, por muy excitante que parezca, para nosotros llegaba a ser rutinaria, a fin decuentas era nues tro trabajo. Bailábamos , dormíamos, bajábamos a la playa por la tarde, volvíamos a bailar… Jamás nos mezclábamos con los clientes tanto de uno como de otro universo paralelo…
Y así llegó el día de la presentación del perfume…
Y él.
8/16/2019 Partisan11 - Rendicin
*Chapter 3*: Chapter 3
Disclaimer: Los pers onajes pertenecen a SM y la historia es mía.
Muchas gracias a mis queridas Betas Enichepi y Claudia por ayudarme a corregir y mejorar esta historia.
3.- Él
Esa noche era la presentación del perfume, y estábamos histéricas… Ni siquiera habíamos ido a la playa, nos habíamos dedicado a procurar relajarnos en un spa , donde teníamos programada toda una completa ses ión de belleza y relajación. Comenzamos por un masaje Ayurveda(1), le siguieron tratamientos corporales y faciales de todo tipo, nos repasaron la manicura, la depilación… Ni que decir tiene que estábamos perfectamente depiladas en todo momento debido a nuestro trabajo, pero también por una cuestión personal de estética, ingles bras ileñas era nuestro apellido, como le gus taba bromear a Alice. Y ese día especialmente, todo tenía que ser perfecto hasta el extremo, así que en el lujoso spa de la isla nos repas aron, masajearon y relajaron todo lo humanamente pos ible.
Y a pesar de todos los masajes relajantes del mundo, yo sentía esa desagradable sens ación de desasosiego, algo así como un mal presentimiento… Una extraña sens ación en la boca del es tómago y en la punta de los dedos que no sabía definir bien… Sacudí la cabeza para alejar esos pensamientos, pues lo más probable es que fuesen los nervios ugándome una mala pasada.
Almorzamos en el res taurante del spa y después nos dirigimos directamente a casa para dormir un rato antes de que tuviésemos que marcharnos a Twilight . Para mi sorpresa, conseguí dormir como s i no tuviese conciencia, fruto sin duda, del fabuloso masaje Ayurveda.
Llegamos a la discoteca dos horas antes de lo habitual porque esa noche necesitábamos un poco más de producción de lo normal y no había espacio para las improvisaciones en el vestuario.
A pesar de que faltaban horas , Carlis le y Esm e ya estaban listos para el gran día, esa pres entación era un negocio muy lucrativo para todos nosotros, sin mencionar la magnífica publicidad que supondría para el local. Habría representantes de las m ejores publicaciones de moda a nivel mundial, los peces gordos de la industria que pagaban el espectáculo, y no quería seguir imaginando quien más podía estar presente esta noche para no hiperventilar, pero era una buena cantidad de gente…
Respira Bella… Pero aún seguía teniendo esa desconcertante sensación… Algo iba a pasar, estaba segura.
Casi corríamos por el pasillo que llevaba desde los camerinos hasta el despacho de Carlisle para las últimas recomendaciones, cuando nos cruzamos con Renata y Lauren… Alice venía detrás de mí y alargó el brazo para tocarme con algo de urgencia la espalda, en un gesto que yo interpreté como lo que era: una señal de alarma.
Lo hizo justo a tiempo de que obs ervase la botella de agua vacía en las manos de Lauren, una botella vacía que sos tenía bocabajo y que aún goteaba. Lo observé todo como a cámara lenta, en una ralentizada sucesión de imágenes nada real. Mis ojos s iguieron la caída de una única gota hasta el suelo, donde había un charco justo en el lugar donde puse mi pie.
Tuve los reflejos jus tos para agarrarme al pasamanos en la pared y amortiguar algo del golpe que recibí al resbalarme con el agua. Un golpe en mi trasero muy poco digno y que dolió muchísimo, pero que pudo haber sido infinitamente peor.
-¡Oh! Lo siento… Lo siento mucho. ¿Te has hecho daño? – La aguda voz de Lauren pretendía sonar preocupada, pero al final tenía un matiz irónico que no contribuía a enmascarar sus verdaderas intenciones . Había intentado lesionarme con la esperanza de poder sustituirme.
-No, no te preocupes… Creo que estoy bien. – Le contesté con la voz quebrada por el golpe y las lágrimas s altadas a causa del dolor. Alice me sostenía del brazo y me ayudaba a levantarme despacio, temiendo que me hubiese hecho daño de verdad.
-¿Estás s egura? ¿Estás bien? – Una vez en pie, el dolor disminuyó notablemente, parecía que había sido más la impresión del golpe, que el daño en s í. Los ojos de Alice desprendían preocupación y sus palabras ansiedad, mientras
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que Renata me miraba de forma evaluativa y Lauren parecía algo decepcionada por la forma en la que fruncía los labios.
-Sí, ha dolido más el orgullo que el golpe. – Respiré hondo y le sonreí a Alice para tranquilizarla.
-Menos m al… Sería un desastre que te hubieses lesionado y no pudieses bailar esta noche. – Lauren tuvo la necesidad de fingir algo de preocupación, en vista de que su plan no había salido todo lo bien que ella esperaba.
-Así es , sería un desas tre épico porque nadie como Bella está preparada para bailar esa coreografía. – El enfado de
Alice s e manifestó con total claridad. No era la primera vez que es as dos intentaban jugarnos una mala pasada yaestábamos casi al límite de nues tra capacidad de aguante.
-Nos jugamos mucho en es to como para improvisar y dejarlo en manos de una pos ible sus tituta poco preparada. – La profunda y serena voz de Esme nos silenció a todas a la vez que nos girábamos para verla en un extremo del pasi llo con los brazos cruzados y una expresión en la cara de no sentirse muy feliz. – ¿De verdad es tás bien cariño? – Su expresión cambió completamente cuando se dirigió a mí, volviéndose más dulce, al igual que su voz.
-Sí Esme, podré bailar s in problemas. – Me frotaba el trasero y parecía que el dolor remitía con rapidez, por suerte para mí. Siseé entre dientes s iendo consciente de nuevo de mi pequeño fetiche con esa zona en concreto de mi anatomía. Esa mezcla de sensaciones des pertaba "cosas" en mí. Esme me s onrió de forma cálida y me hizo un gesto cariñoso en el hombro.
-Muy bien. En ese caso, daos prisa, Carlisle quiere ultimar unos detalles con vosotras antes de que empiece todo. – Empezamos a dirigirnos hacia el despacho del jefe cuando Alice se paró en seco y se giró para volver a mirar a Esme.
-¿Tú no vienes, Esme? – El tono irónico de su voz fue acompañado con una mirada cargada de s ignificado que les dirigió a Lauren y Renata, con una ceja levantada.
-Sí, iré en seguida… Adelantaos sin mí, yo tengo algo que resolver antes. – En la cara de Alice relampagueó una fiera sonrisa, y creo que en la mía también, aunque fuese más tímida.
Esme se quedó allí, cruzada de brazos y con un ges to severo realmente intimidante, mirando fijamente a Renata y a Lauren que no se atrevían a levantar la vista del suelo, mientras que nos otras entrábamos en el despacho de Carlis le.
Me dolía el trasero, pero bailaría de todas formas, no era tan grave, mucho peor hubiese sido si llegaba a lastimarme un tobillo.
Poco después Esme s e unió a nosotros, permaneciendo en un segundo plano, como era habitual en ella, mientras
que Carlisle nos hablaba de la importancia del espectáculo de es ta noche y de lo mucho que confiaba en nosotras. Después nos fuimos al camerino para empezar a prepararnos y una vez allí Alice no podía quedarse quieta, pero eso no era extraño en ella, incluso parecía que disfrutaba. Vivir para ver…. Yo procuraba respirar hondo, controlar mi ritmo cardiaco porque no quería acabar en el suelo incons ciente.
Ese era lo peor antes de una actuación importante, los m omentos previos cuando todavía no te has vestido y una extraña tensión llena el ambiente. La puerta se abrió de golpe y una sonriente Esme entró en el pequeño camerino. Parecía que todo su enfado anterior, había desaparecido por completo y eso me gus tó, hizo que me s intiese algo más relajada. Los malos rollos en el trabajo no eran buenos.
-¡Venid! Vamos a echarle un último vistazo al escenario, todo está listo ya, y quiero asegurarme de que sabéis por donde os vais a mover. – Bueno, al menos era algo que hacer, quizás es o sirviese para templar los nervios, estaba segura de que terminaría vomitando s i no me calmaba, mientras que Alice parecía no estar preocupa en absoluto.
Seguimos a Esm e hasta la pasarela que es taba pegada a la zona del Privé, teniendo un es pecial cuidado en donde ponía los pies .
-Entraréis por aquí una vez que se abra el telón – Dijo señalando con la mano una abertura en la barandilla de la pasarela.
-Continuáis caminando al ritmo de la música por esta otra pasarela, hasta las s illas s ituadas al final del escenario – Sí… parecía que esa última revisión al escenario estaba calmando mis nervios…
-Bailáis en las sil las , Bella, dejas el sombrero sobre la tuya boca arriba – Dijo mirándom e directamente y yo asentí con la cabeza.
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-Alice vigila donde tiras tus guantes para que no tropecéis con ellos – Y la mis ma escena se repitió con ella.
-Os m ovéis hacia las barras y empezáis los ejercicios que tenemos, quiero muchas sonrisas , sensualidad, miradas cargadas, picardía… A todo el mundo, pero sobretodo al frente que es donde se s entarán los promotores y la prensa. No miréis a las cámaras, olvidaos de que es tán. – ¡Joder! Otra sacudida de mi traicionero estómago cas i hace que me doblase por la mitad. Estaba meridianamente claro que la presentación me tenía inquieta, pero había algo más , ya había actuado as í otras veces y jamás me había puesto en ese es tado…
-De vuelta a las s illas, continuáis con los pasos de baile que s iguen, Bella vuelves a ponerte el sombrero, las empujáis
con el pié, y os olvidáis de el las porque Jake y Tyler terminarán de retirarlas, desplegad vuestras maravillosas sonrisasmientras cam ináis de vuelta a la pasarela con los últimos acordes de la música… ¿Lo tenéis? ¡Bien! ¡Esto va salir genial! – Todo eso lo dijo acompañando sus palabras con ágiles movimientos que imitaban los nues tros y dando palmas de ánimo al final.
-¡Venga! Ahora al camerino a vestiros, quiero que tengáis tiempo suficiente. – Sin más nos dirigimos hacia los camerinos a paso ligero, me dolía la mandíbula de fuerte que tenía apretados los dientes. Y el maldito trasero a causa del golpe por gentileza de la mayor zorra envidiosa que bailaba en Twilight.
Una vez dentro nos quitamos nuestra ropa y nos pusimos una pequeña bata hasta que llegase la hora de vestirnos, estábamos cas i desnudas y el camerino que compartíamos las dos parecía el metro en hora punta.
Sonidos familiares amortiguados comenzaron a llenar el es pacio, la discoteca seguiría su ritmo normal a pesar de nuestro espectáculo, al menos has ta la hora del comienzo de éste, y entonces todo el mundo estaría pendiente de la
presentación. Cada una teníamos a una peluquera trabajando en nues tro cabello mientras que empezábamos a maquillarnos, som bras de ojos espesas y coloridas, a juego con la lencería que llevaríamos , Alice en tonos azules, morados y rosas y yo en negro y grises. Era un maquillaje tan espeso que incluso yo llevaría blush en mis m ejillas a pesar de mi patológica tendencia a ruborizarme a la más mínima oportunidad… El lápiz de labios de Alice era rosa brillante, mientras que el mío era rojo profundo.
Nos maquillábamos deprisa y con las m anos expertas propias de quienes estábamos acostumbradas a hacerlo todos los días, nos dábamos los últimos toques cuando terminaron las peluqueras, y por último, Esme nos colocó unas espesas pestañas postizas.
-¡Bien! Estáis perfectas, espectaculares. – Dijo mirándonos con ojo crítico primero a una y luego a otra, orientando nuestra cara hacia la luz para fijarse en los detalles . – Ahora a vestiros – Bueno lo de es tar vestidas es casi una forma
de hablar más que una realidad en s í misma, en vista de lo que tendríamos que "vestir". Comenzamos por lo más urgente, unas diminutas braguitas de s eda y encaje, luego vinieron los cubre pezones de strass … "Por si teníamos un accidente bailando", dijo Esme sabiamente, pero no de forma tranquilizadora, no quería ni pensar en la reacción que tendríamos cualquiera de las dos si en un movimiento se nos veía un pezón. En ese preciso momento abrieron la puerta Jake y Tyler.
-¡Hey! Sabemos que es táis nerviosas . ¿Qué tal un polvo rápido para relajaros? – La voz de Jake sonó juguetona. Ese chico podía llegar a ser realmente desesperante cuando se lo proponía… Y sin proponérselo también.
-¡Largo! – Gritamos las dos a la vez mientras que nos girábamos parta darles la es palda. Esme sonreía divertida y algo incrédula, porque sabía perfectamente que hacíamos topless y que ellos nos habían visto con los pechos desnudos en tantas ocas iones, que era imposible que nos s intiésemos avergonzadas. Pero una cosa era enseñar los pechos en la playa porque quieres, y otra muy diferente era que te sorprendies en para vértelos . Tks… Ni que es tuviésemos en el colegio…
-Bueno, bueno… Teníamos que intentarlo – Cabrones… Bonito momento para hacer bromas. Pero lo cierto es que entre los gritos alarmados , las risas y su poca vergüenza, algo sí que contribuyó a relajar el ambiente. Cerraron la puerta de nuevo jus to a tiempo de evitar que les golpeas e el cepillo del pelo que Alice les arrojó.
Seguimos por ponernos el corsé, se abrochaban delante con unos broches que quedaban ocultos una vez que terminabas de cerrarlo, pero luego había que ajustarlos con los cordones que cruzaban la espalda, para eso teníamos a Esm e y Ángela.
-Estese quieta señorita Escarlata… – Le dijo Ángela a Alice mientras que tiraba de los cordones , inmediatamente soltamos una carcajada expulsando todo el aire a la vez, lo que fue aprovechado por Esme y la propia Ángela para dar un inhumano tirón de las cintas y dejarlo totalmente ajustado. ¿Digo ajustado? No, definitivamente eso era más que
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ajustado, mucho más. Tuvimos que asegurarnos de que éramos capaces de respirar, antes de proseguir.
Luego llegaron el liguero y las medias , las botas has ta justo por debajo de las rodillas, de tacón de aguja y cordones delante, todo con un aire muy Dominatriz(2).
Ya teníamos lo básico.
Por último llegaron los extras, Alice tenía el pelo muy largo y llevaba algunas plumas sujetas en una es pecie de recogido, mientras que yo llevaba el pelo suelto, algo rizado por las puntas , y un sombrero de copa negro con un
pequeño velo de tul sobre el ala, que colgaba por la parte trasera de éste rematado en una lazada. Alice s e colocó los guantes , yo pasé la mano por la correa de la fusta que completaría mi atuendo.
Y para rematar, las perlas y diamantes falsos que Esme y Ángela se apresuraban a colocarnos. Era cierto, estábamos espectaculares. Nos quedamos mirándonos en el espejo de cuerpo entero que teníamos en el camerino, y entonces
Alice vio mi expres ión.
-¿Qué pasa Bella, te encuentras bien? No te preocupes por el espectáculo, todo va a salir perfectamente. – Sus palabras y el aplomo y seguridad que desprendían sus ojos , me tranquilizaron algo. Suspiré y me preparé para soltárselo.
-No es el espectáculo lo que me preocupa. – Le contesté siendo totalmente sincera. – Es otra cosa que no logro identificar. Como s i fuese a pasar algo. –
-¿Otra cosa? Esas zorras no van a volver a intentar nada, ya tienen asumido que no nos van a sustituir de ninguna manera. Olvídalo y concéntrate en lo inmediato, nada va a s uceder. – Tenía razón, no podía darme el lujo de estar distraída por un presentimiento que no sabía definir. Y con respecto a las otras… Bueno, Esme s eguramente se habrá encargado de ellas y ya estarían bailando en el otro extremo de la dis co.
-Chicas… Dos minutos. – Esme nos llamó, y sin más salimos del camerino corriendo hasta nuestra posición en la pasarela para comenzar con la s eñal. Oímos como Carlisle nos presentaba. Palabras de admiración para el perfume que yo ni siquiera había tenido la curios idad de oler, para nosotras, para los promotores…
Respiramos profundamente varias veces, las luces se apagaron… Todo el m undo se quedó en silencio… Mi corazón retumbaba en mis oídos , nos colocamos en nues tra posición, se abrió el telón y se encendieron los focos a la vez que comenzaban los primeros acordes de Peter Gunn en la versión de Henry Mancini y comenzamos a mover el trasero…
La hora de la verdad. Fuera miedos e inseguridades. Paso firme y decidido como si fuésemos nosotras las que
mandábamos allí. Avanzamos por la pasarela bailando hasta llegar a las sillas, nos sentamos en ellas con las piernas abiertas , las manos sobre nues tras cabezas, y aproveché para asegurarme de que mi sombreo no saldría rodando, procurando que la fusta que colgaba de mi mano no me golpease fuerte, mientras que Alice hacía lo suyo.
No teníamos coreografías iguales, éstas s e adaptaban a nuestras circunstancias, que en mi caso eran el jodido sombrero de copa y la jodida fusta, y en el de mi amiga, las jodidas plumas y los jodidos collares largos de perlas falsas. Pero en conjunto resultaban armoniosas y combinadas de alguna forma… Como s i fuesen complementarias.
Seguimos bailando en las sillas de la forma más provocativa que éramos capaces, con movimientos medidos y bien ensayados . Vi de reojo como Alice se desprendía de los guantes y esa era la señal esperada.
Cuando se produjo el esperado cambio en la mús ica, puse mi som brero sobre la silla, hacia arriba para poder cogerlo
después con más facilidad, y nos dirigimos a las barras . Aún tenía la fusta, y Alice a su vez tenía que lidiar con suslargos collares de perlas, yo me mantenía abajo, subiendo y bajando mi es palda por el tubo mientras que jugueteaba con la fusta.
Y entonces lo vi…
Mi corazón se s altó un par de latidos , podría jurarlo. No sé como me las arreglé para s eguir girando alrededor mientras agitaba mi cabeza. No podía apartar los ojos de él más que lo justo para seguir bailando. Tenía una expresión que no sabría identificar muy bien… Al principio creí ver que le gus té, algo parecido a la aprobación en sus ojos, o quizás no, quizás sólo fuese sorpres a… Pero cuando pude volver a mirarlo me pareció ver como entrecerraba un poco sus ojos en señal de… ¿De qué? ¿De enfado?
Di un par de saltos alrededor de la barra, más movimientos… Y cuando la música bajó un poco de volumen e
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intensidad, volvimos a nuestras s illas. No podía apartar mis ojos de él, y él me miraba con una intensidad que m e desconcertaba y me ponía nerviosa. De alguna manera me las arreglé para seguir bailando, recogí mi sombrero que volví a colocarme algo inclinado hacia un ojo, dándole un aire canalla, empujamos las s illas hacia el exterior del escenario que teníamos más próximo y vi como desaparecían gracias a Jake y Tyler que también hacían su trabajo.
Sin más nos fuimos hacia la pas arela de vuelta hacia el telón, contoneando las caderas al ritmo de la música y cuando faltaban un par de acordes para que terminara la mús ica, nos giramos para saludar tal y como teníamos previsto, pero no sé que s e apoderó de mí en ese momento, y en un alarde de audacia, llevé el extremo de mi fusta al ala de mi som brero y mirándolo fijamente la desl icé un poco por su contorno a modo de saludo. Tuve el inmens o placer de ver como una s ombra de s onrisa curvaba un extremo de s u boca.
Y desaparecimos hacia la pasarela mientras escuchábamos ensordecedores aplausos y vítores….
Corrimos hasta el camerino riendo satisfechas y felices, no volvimos a saludar porque la presentación del perfume continuaba, y nuestra pasarela ahora estaba sem brada de frascos de cristal. Nos miramos a los ojos, reímos y nos abrazamos, nuestra parte había sido todo un éxito. Inmediatamente Carlisle entró seguido por Esme, que nos abrazaron y felicitaron, y más y más gente comenzó a entrar para decirnos lo bien que habíamos bailado, que yo manejaba la fusta como si no hubiese hecho otra cosa en la vida, que Alice resultaba simplemente encantadora ugando con esos enormes collares de perlas falsas… Halagos sinceros y bien intencionados de gente que se alegraba de nues tro éxito, como s i fuese suyo también. Se descorcharon botellas de champagne y todos brindamos por nuestra actuación y por un trabajo conjunto bien hecho. Formábamos un gran equipo. Al menos la m ayor parte de los empleados.
Luego nos quedamos solas y cambiamos nuestro atuendo por unos vestidos de fiesta largos y elegantes, el mío erade un profundo color azul y llevaba unas sandalias de tacón alto plateadas, así como nuestro maquillaje por otro más discreto y elegante. Así vestidas parecíamos unas invitadas más al evento, porque Carlis le nos quería allí para que conociésemos a los promotores.
Yo me sentía reticente a asis tir a esa fiesta posterior a la presentación por dos razones, primero porque nunca me gustó mezclarme con los clientes del Privé, y segundo, porque una vez que los nervios y la adrenalina que s entía antes de la presentación estaban comenzando a desaparecer, haciéndome consciente de que m e dolía el golpe que me había dado al resbalarme por culpa de Lauren. Y esos tacones no ayudaban.
Aún as í, accedí para no contrariar a Carl is le, aunque es taba segura de que no hubies e ins istido si le llego a decir que no asistiría. Llegamos s onrientes y nos dedicaron una gran ovación cerrada. Eso nos detuvo inmediatamente, mientras que a nues tro alrededor se abría un semicírculo con nosotras en el centro. Parecía contradictorio, pero estoy bastante segura de que en mi vida me había sonrojado tanto. Alice me miró divertida y se acercó a mi oído.
-Eres increíble, Bella. ¿No te da vergüenza mover el culo cas i desnuda provocando a es ta gente, pero te pones como un tomate si te aplauden? – No se me escapó la ironía de sus palabras y estaba a punto de contestarle que parecía mentira que todavía no me conociese a esas alturas, pero en ese instante algo más poderoso llamó mi atención.
Ahí estaba Él, y todo mi mundo s e detuvo, sumergiéndom e en una burbuja que me ais ló del resto del mundo, una burbuja a la que no llegaban los s onidos de la fiesta, ni la gente. Él estaba rodeado por mujeres preciosas que le sonreían coquetas y cuya actitud no daba lugar a dudas sobre sus intenciones: se estaban ofreciendo. Unas sutilmente y otras con más descaro. Pero la expresión que tenía ese hombre tan arrebatadoramente guapo era indiferente, es más, juraría que incluso estaba un poco aburrido, porque un gesto de hastío le curvaba la comis ura de los labios.
Su pelo cobrizo estaba despeinado, era alto, con un cuerpo atlético de músculos largos y marcados, elegante, unos asombrosos ojos muy expresivos de un color verde que no sabría describir con precisión, una boca grande de labios
bien definidos y emanaba una potente aura felina a su alrededor de hombre seguro de sí mis mo. Es increíble lo s exy que pueden llegar a ser una camis a blanca con los tres primeros botones s in cerrar, los puños subidos hasta el antebrazo, y unos vaqueros negros que ceñían su cadera y mus los.
Era un sol brillante y poderoso que resplandecía en medio de la noche, un hombre que no puede evitar ser lo que es, y su magnetismo atraía a esas mujeres que orbitaban a su alrededor como pequeños planetas y estrellas, siendo arrastradas por la fuerza de su encanto, por el magnetismo de la cruda virilidad que emanaba su cuerpo. Todo en él te llamaba para que te acercases, sacando a la superficie ese instinto primario que tenemos las hembras de buscar protección en el macho más poderoso de la manada, el macho alfa.
Yo no era ninguna excepción, me sentí irremediablemente atrapada por él, atraída como jamás me había sentido por nadie, de una forma primitiva y visceral, y bastó el hecho de que mi cuerpo reaccionase de esa forma, para que todas
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las alarmas en mi cabeza y mi corazón saltasen a la vez. Y lo supe enseguida, ese hombre era un billete de primera hacia un corazón roto.
Peligroso… Al menos para una chica como yo.
En ese precis o instante me m iró y nues tros ojos conectaron por una breve fracción de tiempo, y justo antes de que yo bajase la mirada avergonzada, pude ver que su expresión cambió. Eso me obligó a volver a levantar la vista del suelo y enfrentarme con esos ojos hipnóticos.
Me observó intensamente, tanto, que me hizo sentir como s i estuviese bajo un microscopio. Sus rasgos s eendurecieron por un segundo, luego se relajó un poco haciendo de su cara algo completamente indescifrable, y en un enorme esfuerzo apelé a todo mi autocontrol para volver a tomar tierra, reaccionar y apenas consciente de lo que hacía, sujetar la copa que me ofrecía Jacob, rompiendo as í el contacto visual con él.
Me concentré en no volver a buscarlo con los ojos y a sonreír amablemente procurando prestar atención a lo que otras personas me decían, ignorando la urgente necesidad de saber que hacía, con quién hablaba... La piel de mi nuca estaba erizada, y no dejaba de sentir sus penetrantes ojos fijos en mí mientras hacía un esfuerzo sobrehumano por sobreponerme al efecto que había causado la sola visión de ese magnífico hombre, pero por otra parte procuraba enderezar mi es palda y levantar la cabeza tal y como me enseñó Alice, en vez de encorvarme y rezar para pasar desapercibida.
¡Bien por mí! Parecía que podía con esto, que conseguiría salir de esa situación con más o menos s oltura. En eso estaba hasta que alguien me tocó el hombro llamando mi atención, me giré y el suelo des apareció bajo mis pies.
Carlisle estaba junto a él. Nuestras miradas colisionaron y me quedé anclada en sus maravillosos ojos, que teníanuna expresión medida, como contenida, pero un brillo realmente inquietante. Ese hombre de cerca era aún más impres ionante. Mi corazón luchaba por s altar del pecho. ¿Podía oírlo él?
-Bella… Quiero presentarte a alguien. – Dijo Carlisle poniendo una mano suavemente sobre mi brazo.
-Edward, ella es Isabella… – Edward… Su nombre era Edward… Él me sonreía educadamente, mientras me ofrecía su mano com o saludo, extendí la mía titubeante y una fuerte descarga se produjo cuando m e estrechó la mano con firmeza. Sentí como una s acudida de electricidad que me atravesó el brazo y llegó has ta el centro de mi es palda. Tenía las manos s uaves, elegantes, con dedos largos y estilizados… Y sorprendentemente fuertes. Tuve el impuls o de retirar la mano inm ediatamente, pero él me sujetó con un infinitesimal incremento de la fuerza con la que me es trechaba la mano. Eso me hizo desistir y permanecí quieta obedientemente. No podía apartar mis ojos de los suyos, estaba anclada en esos ojos verdes, que me miraban con una intensidad que rozaba lo descortés.
Carlisle me miraba atentamente mientras daba un pas o atrás, como queriendo decirme algo con la mirada que nosupe interpretar. – Bueno, os dejo, debo atender a otros amigos . – Y diciendo es to, esbozó una pequeña s onrisa a la vez que juntaba sus manos en un ges to muy típico en él, le lanzó una mirada realmente intensa a Edward y se marchó, dejándome abandonada a mi s uerte.
-Isabella… Precioso nombre. – Su voz sonó profunda y melodiosa, acariciando mi nombre, o eso me pareció percibir. Me recordó a suaves capas de terciopelo y me produjo extrañas s ensaciones contradictorias, mezcla de desasosiego… Y calma. – Mi nombre es Edward, Edward Cu… – Alcé mi mano libre, la que no estaba sujeta firmemente por la s uya, indicando que s e detuviese y sus palabras cesaron inmediatamente, sus ojos se abrieron imperceptiblemente sorprendidos por lo inusual de mi gesto, mientras que sus labios s e tensaban y fruncía ligeramente el ceño.
-No necesito saber tu apellido. – Comencé a decir con un hilo de voz. – Con Edward a secas es s uficiente, y prefiero que me llam en Bella… A secas . – Le sonreí nerviosa, estaba segura de que mi actitud lo dejó descolocado en un
primer momento, pero después de unos segundos eternos en los que pareció evaluar mi actitud, levantó una ceja yuna sonrisa torcida y canalla apareció lentamente en su perfecto rostro. Mis rodillas s e aflojaron peligrosamente en ese precis o instante y tragué en seco.
-En esta isla las formalidades sobran, supongo... – Dijo esto último con un toque mezcla de humor y suave reproche que decidí ignorar. – Está bien Isabella… A secas . – Aposté en ese momento, a que un hombre como él no estaba acostumbrado a que alguien no quisiera saber su apellido y mucho menos a que lo tutease una joven que acababa de conocer.
¡Hola! Espero que os esté gus tando la historia. Es mi primer fic y no sé s i lo estoy haciendo bien o matando de aburrimiento. Besos …
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(1) Ayurveda: Masaje de origen hindú con aceites, es muy relajante y está indicado como tratamiento de belleza.
(2) Dominatriz: Mujer que adopta el papel de Dominante en una relación BDSM .
8/16/2019 Partisan11 - Rendicin
*Chapter 4*: Chapter 4
Disclaimer: los pers onajes pertenecen a SM y la historia es mía.
Miles de gracias a mis queridas betas Claudia y Enichepi que con su ojo crítico enriquecen y corrigen esta his toria.
4.- Cobarde.
-En esta isla las formalidades sobran, supongo... – Dijo esto último con una mezcla de ironía y suave reproche quedecidí ignorar. – Está bien Isabella… A secas . – Aposté en ese mom ento, a que un hombre como él no estaba acostumbrado a que alguien no quisiera saber su apellido y mucho menos a que lo tutease una chica que acababa de conocer.
Retiré la mano que aún permanecía en la suya sintiendo un desconcertante hormigueo que me recorría desde la punta de los dedos hasta el codo. Me mordí el labio nerviosa y procuré controlar las maripos as que sentía en el estómago.
No podía apartar los ojos de él… Su belleza era algo magnético para mí, resultaba asombrosa tanta perfección, me tenía sin aliento y con toda seguridad con cara de boba…
¡Espabila, Bella! Pestañeé rápidamente, carraspeé para aclarar mi garganta que estaba repentinamente seca y aparté con mucho es fuerzo los ojos de su rostro para que mi pobre cerebro volviese a funcionar… aunque fuese con una mínima parte de su capacidad.
-No creo que tengan sentido, nada va a cambiar s i conocemos los apellidos y ocupaciones de los otros. – Eso no era cierto, era una patraña que me repetía incesantemente con la esperanza de que a fuerza de decirla una y otra vez, se convirtiese en una realidad para mí… pero podía ser una salida para ese tipo de conversaciones.
Me miró con franca incredulidad reflejada en sus ojos , seguro que su apellido abría puertas, voluntades, mentes y piernas…. Por no mencionar su físico… ¡Por Dios! Debía rondar los veintiocho, treinta años como mucho… y desprendía un evidente aire de éxito con cada elegante movimiento de su cuerpo.
Una sonrisa torcida y canalla le curvó los labios.
-¿De verdad piensas que es o es cierto? – ¡Genial…! El tono irónico y teñido de incredulidad de sus palabras me dejaron claro que es taba sopesando m i ingenuidad y mi inteligencia. Por lo visto no es un hombre que se conforme con evasivas y frases hechas… ¡Céntrate Bella! ¿Qué te pasa con es te hombre?
-Una copa de champagne para celebrar tu éxito de es ta noche. – Edward me tendió una copa de fresco y burbujeante champagne que yo no había pedido, pero que acepté con manos delatoramente temblorosas.
-Muchas gracias… Pero no ha s ido sólo mérito mío, Alice y Esme… – Edward alzó la copa para brindar con una irresistible sonrisa en los labios.
-Bebe. – Me callé inmediatamente, imité su gesto al brindar y le obedecí, lo cierto es que necesitaba esa copa.
-Gracias. – Apenas musité ese "gracias" me odié por ello porque casi no resultó audible y porque nada más decirlo bajé la mirada inmediatamente, me sentía abrumada por él, por su presencia, su físico, la intensidad de sus ojos que parecían querer leer en mi mente… Y la forma en la que dijo "bebe" cortando de raíz mi discurs o con un tono imperativo revestido de suavidad que provocó una extraña reacción en mi vientre.
-No es de buena educación dejar las preguntas s in respuestas. – ¿Eh…? Volví a mirarlo y fruncí el ceño en un evidente
esfuerzo para tratar de averiguar a qué se estaba refiriendo… Hasta que recordé la pregunta que s i de verdad yo creíaen ese cuento de que los apellidos y la posición no influían en las personas y tuve ganas de golpearme la frente con la mano.
-¡No! Ehhh… es decir, no creo que en el mundo real eso sea as í en absoluto, pero me gusta jugar a eso en es ta isla – Tomé un sorbo de mi copa y evité sus ojos como la cobarde que me es taba sintiendo en ese momento. No quería explicarle que esa forma de comportarme más que un juego era el mecanismo de autoprotección más efectivo que conocía. Era realmente práctico ya que en el mundo en que nos movíamos, cuanto menos supieses de los clientes de la discoteca, mejor y más si eran visitantes del Privé. Una nunca sabía si el tipo con el que estaba hablando pertenecía a una familia aris tocrática o a la m afia rusa… o am bas cosas a la vez…. Y por otro lado, evitaba las ridículas ensoñaciones de un futuro junto a alguien que solo te quiere para un revolcón una noche de fiesta.
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Siempre era así entre las personas como nosotros y los clientes del Privé. Ellos se movían en otros círculos, veían la vida de forma diferente a nosotros desde su privilegiada posición. Eran exigentes y frívolos… al menos con nosotros, que éramos considerados algo as í como víctimas propicias para una noche de lujuria o para satisfacer algún capricho fugaz. Y cuando eso sucedía, dejaba una s ensación de vacío resentimiento y he haber hecho el ridículo… Lauren daba fe de ello, ya le había sucedido en varias ocasiones y siempre era desolador mirarla a los ojos cuando la burbuja estallaba.
-Así que tienes reglas estrictas que esperas que los demás sigan al pie de la letra. – La melodiosa y cálida voz de Edward me devolvió al presente. Suspiré algo triste y me enfrenté de nuevo a sus ojos… tenía que salir de esa situación cuanto antes. Él era muy bueno observando y analizando a las personas y deseé con todo mi corazón que no se diese cuenta de lo que estaba empezando a provocar en mí. Pero si lo hacía, confiaba en que también viese que no tenía la más mínima intención de convertirme en su juguete.
-Nunca me lo había planteado así, pero supongo que es cierto – Mi voz sonó algo triste sin saber muy bien porqué y no tenía la más mínima idea de donde nos podía llevar esta conversación. Eso me inquietaba, hablar con un desconocido que provocaba extrañas reacciones en mí sin saber cuáles eran sus intenciones no me gustaba. – Pero yo no obligo a nadie a que siga esas reglas. – Me esforcé en que mi voz sonase lo más indiferente posible s in estar segura de s i lo estaba consiguiendo o no.
Edward no respondió inmediatamente, en cambio se quedó m irándome en s ilencio, parecía reflexionar sobre algo y dudé mucho de que se tratase de nues tra intrascendente conversación. Aspiré nerviosa una gran bocanada de aire y deseé tener bolsillos para saber qué hacer con la mano que tenía libre. Era desquiciante la capacidad que tenía ese hombre para influir en mi estado de ánimo y autocontrol.
-¿Y esas reglas dicen algo sobre preguntas personales? – Quise gritar cuando por fin decidió romper su s ilencio con esa pregunta. Sin embargo pensé un momento mi respuesta… y tras unos difíciles ins tantes en s ilencio bajo su atenta mirada decidí darle una respues ta que no me comprometía a nada.
-Depende de la pregunta. – Brillante, Bella... Volví a dar un s orbo de mi copa evitando cuidadosamente su mirada. No era lo más espectacular ni inteligente que podía responderle, pero dejaba un cabo suelto al que aferrarse en el caso de que él quis iese seguir la conversación. Y no sabía muy bien por qué hice eso, ya que todo me gritaba que saliese corriendo de es a parte de la terraza del Privé hasta el otro extremo donde no es tuviese bajo la des concertante influencia de esos ojos verde jade.
Me sonrió de medio lado mientras que sus ojos me miraban con una intensidad que me desarmaba. Estoy segura de que había visto mi juego en el mismo momento en el que he abierto la boca, sólo se estaba asegurando de que había acertado. Me mordí el labio maldiciendo mi total transparencia, era tan obvia que rozaba la mala educación.
Apenas podía sostener su mirada cuando una radiante sonris a apareció en su rostro provocando que las luces de la fiesta quedasen opacadas y mis rodillas temblasen.
-Está bien Isabella, juguemos a es to… ¿Eres una stripper? – ¡Wow! Era un hombre directo… Y había visto mi juego con total claridad, al preguntar esto se pasó una de sus manos por su ya despeinado cabello y yo tragué en seco temiendo darle otro sorbo a mi copa y terminarla en un tiempo récord.
-No, no soy una stripper, sólo bailo aquí durante los veranos para pagar mis estudios . – Hubiese jurado que vi un atisbo de alivio en su inescrutable expresión que parecía sonreír, aunque sus ojos contasen una versión m uy diferente que sus labios.
-¡Ah…! Una chica trabajadora y estudiosa… ¿Qué estás estudiando? – Bueno, creo que es ta pregunta también puedo contestarla, parece inofensiva… pero lo que no estoy dispuesta a dar son los datos más íntimos.
-Acabo de licenciarme en arquitectura por el Instituto Tecnológico de Massachusetts. – Su reacción fue alzar una ceja genuinamente sorprendido, eso no lo esperaba y yo no pude evitar sentirme algo ofendida. ¿Acaso pens aba que era una stripper a la que le gustaba el champagne y además era algo lenta en responder? Quise poner los ojos en blanco desolada… Era muy probable que fuese esa la impresión que yo estaba dándole.
-¡Vaya! No solo una cara bonita, me alegro de saber eso Isabella… ¿Y cuáles son tus planes para el futuro inmediato? – Besarte y enredar mis manos en ese pelo cobrizo hasta que amanezca… ¿Es posible que un hom bre tenga es as pestañas tan largas y espesas? La forma en la que pronunciaba mi nombre a pesar de decirlo completo, cosa que siempre odié, me resultaba fascinante y casi halagadora. ¿Me ha dicho que soy bonita…? ¡Ay, Dios…! Me puse incluso más nerviosa de lo que ya estaba.
-Ehhh… Bueno, de momento tengo planeado terminar mi contrato aquí hasta el final del verano y luego buscar trabajo,
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un apartamento…lo mismo que todo el mundo hace. – Volví a esquivar su mirada, no quería darle más detalles, sospechaba que no se conformaría con esas generalidades y estaba completamente segura de que s i me pres ionaba sólo un poco más, acabaría contándole incluso mis fantasías más prohibidas.
Me sonrojé violentamente ante esa posibilidad.
¡Qué inoportuno!
Él notó que me había ruborizado porque las comis uras de sus labios s e curvaron hacia arriba y de pronto pareció que
algo le preocupaba por el cambio en su expresión y la forma en la que frunci&oa