otra vez habló el conde lucanor

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LO QUE LE SUCEDIÓ EL MERCADER DE SAL Y EL ASNO Otra vez habló el conde Lucanor, con Patronio, su consejero, del siguiente modo: - Patronio, un hombre me prometió que me haría un favor, pero siempre que se lo pido tiene un problema que le impide hacer el favor que me debía y no se que hacer. Entonces refirió a Patronio en que consistía. Cuando hubo terminado, respondió Patronio: - Señor conde Lucanor, siempre oí decir que era prudente no creer todo lo que te cuentan y mucho menos si no te muestran que es real lo que cuentan, pues pueden estar escaqueándose y que hay mucha gente que por mentiroso mal acaba, lo mismo que les sucedió a el mercader de sal y el asno. El conde Lucanor le preguntó qué le había sucedido. - Señor conde –dijo Patronio- , Llevó un mercader a su asno a la costa para comprar sal. En el camino de regreso a su pueblo pasaban por un río, en el cual, en un hueco, su asno resbaló mojando su carga. Cuando se levantó sintió aliviado su peso considerablemente, pues bastante de la sal se había diluido. Retornó el mercader de nuevo a la costa y cargó más sal que la vez anterior. Cuando llegaron otra vez al río, el asno se tiró de propósito en el mismo hoyo en que había caído antes, y levantándose de nuevo con mucho menos peso, se enorgullecía triunfantemente de haber obtenido lo que buscó. Notó el comerciante el truco del asno, y por tercera vez regreso a la costa, donde esta vez compró una carga de esponjas en vez de sal. Y el asno, tratando de jugar de nuevo a lo mismo, se tiro en el hueco del río, pero esta vez las esponjas se llenaron de agua y aumentaron terriblemente su peso.

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Page 1: Otra Vez Habló El Conde Lucanor

LO QUE LE SUCEDIÓ EL MERCADER DE SAL Y EL ASNO

Otra vez habló el conde Lucanor, con Patronio, su consejero, del siguiente modo:

- Patronio, un hombre me prometió que me haría un favor, pero siempre que se lo pido tiene un problema que le impide hacer el favor que me debía y no se que hacer.

Entonces refirió a Patronio en que consistía.

Cuando hubo terminado, respondió Patronio:

- Señor conde Lucanor, siempre oí decir que era prudente no creer todo lo que te cuentan y mucho menos si no te muestran que es real lo que cuentan, pues pueden estar escaqueándose y que hay mucha gente que por mentiroso mal acaba, lo mismo que les sucedió a el mercader de sal y el asno.

El conde Lucanor le preguntó qué le había sucedido.

- Señor conde –dijo Patronio- , Llevó un mercader a su asno a la costa para comprar sal. En el camino de regreso a su pueblo pasaban por un río, en el cual, en un hueco, su asno resbaló mojando su carga. Cuando se levantó sintió aliviado su peso considerablemente, pues bastante de la sal se había diluido. Retornó el mercader de nuevo a la costa y cargó más sal que la vez anterior. Cuando llegaron otra vez al río, el asno se tiró de propósito en el mismo hoyo en que había caído antes, y levantándose de nuevo con mucho menos peso, se enorgullecía triunfantemente de haber obtenido lo que buscó. Notó el comerciante el truco del asno, y por tercera vez regreso a la costa, donde esta vez compró una carga de esponjas en vez de sal. Y el asno, tratando de jugar de nuevo a lo mismo, se tiro en el hueco del río, pero esta vez las esponjas se llenaron de agua y aumentaron terriblemente su peso. Y así el truco le rebotó al asno, teniendo que cargar ahora en su espalda más del doble de peso.

Vos, señor conde Lucanor, trate de evitar a la gente que evita el deber haciendo trucos, porque sólo se dañaran a ellos mismos.

Al conde agradó mucho lo que dijo Patronio, hízolo así y le salió muy bien. Y como don Juan gusto de este ejemplo, lo mando poner en este libro y escribió estos versos:

Se pilla antes a un mentirosoQue a un cojo

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LO QUE LE SUCEDIÓ EL MERCADER DE SAL Y EL ASNO