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Oseopoética II Michael Wolgemut, Danza de la muerte, 1493.

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Oseopoética II

Michael Wolgemut, Danza de la muerte, 1493.

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El hijo del papá del Ahuizote Estridentópolis, La Vieja. Miércoles, 23 de marzo de 2011.

1

Ernesto “El Chango” García Cabral, No data.

«¿Vienes quizá a turbar con tu danza crujiente

la fiesta de la vida? ¿O un deseo de ayer,

espoleando aún tu osamenta viviente,

te empuja al aquelarre del vicio y del placer?»

Charles Baudelaire

Danza macabra [Fragmento]

I

espués de la media noche corriendo yo me

apresuraba para evitar llegar tarde la hora,

pero pese a todos mis esfuerzos el tiempo no se

detiene y hace los estragos en mí que siempre

viene a ser cerca de la media noche y antes de la

hora muerta. Fue entonces que al fin de varias

pisadas tristes llegue a mi destino, para

encontrarme con mi fatal final. Parada me detuve

a mirar a mi alrededor y note un peculiar suceso:

el olor a gardenias blancas y rosas rojas había

desaparecido, lo había reemplazado por el olor a

huevo putrefacto y perro muerto. Me cuestione el

por qué de estas y más cosas cuando de pronto

note algo más, un sonido que pareciera venir

desde muy lejos. Venía rápido, encarrerado,

enfurecido, embravecido. Era un sonido que no

tenía precedente. Veo al suelo, observo mi ataúd

y no; no puedo ver más allá que la nada, volteo y

lo que sonaba eran mis huesos huyendo de la

muerte. Me seguía resistiendo a la muerte…

La Estrella Púrpura

II

aralelos, con mis brazos rodeando

trescientos sesenta grados tu torso, nos

vemos frente a frente, te relajas, yo respiro, y con

un fuerte abrazo, un casi hermanamiento de

nuestros cuerpos, re/quiebro tu espina dorsal, y

todas las tensiones acumuladas, las presiones

cotidianas, se te escapan en una profunda

exhalación y te siento casi desvanecer en mi

regazo.

Vuelves en ti, me miras con una expresión

de picardía, y sé que lo entiendes, que te agrada, y

que quieres que se repita al siguiente día. A mí

también me encanta tronarte…

Ser Aramís

III

l camino de regreso fue complicado —9 días

con sus noches de eterna oscuridad e

incertidumbre— hasta que lo vomitó la tierra

arrojándolo de nuevo a la superficie. Los huesos

de su padre se le cayeron y se rompieron en

diversas formas y antes de que pudiera siquiera

recogerlos comenzaron a nacer sus hijos, unos

altos y otros chaparritos por el golpe aquél.

Al Fin Liebre

IV

urgencia de vida, de color, de durazno piel.

Tú contrarias el sistema con la piel

acartonada y absolutamente aterciopelada. Vivir

contigo es morir otro poco, a tu lado duermo.

Abrázame bella muerte, sonrisa de huesos

descubiertos recién fecundada, ¿de dónde ha

salido ese delicioso color de leche? Leche fértil,

leche para lactantes insípidos.

Caminamos un rato entre las tripas de la

ciudad, ahí enamoradas, y tú, delicada, acercando

la rótula a la mía tan defectuosa. Conforme me

regalas tiempo me parezco más a ti, pasan los

años, achicamos, osteoporosis arenosa. Te he

visto varias veces y he podido tocarte, arreglando

las muecas de los difuntos, rellenando huecos de

narices, oídos, bocas. “No te acerques tanto a ella,

se le va a trozar la piel, está fría”.

Rosuka Pop

D

P

E

T

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El hijo del papá del Ahuizote Estridentópolis, La Vieja. Miércoles, 23 de marzo de 2011.

2

José Guadalupe Posada, Don Quijote.

V

us trituradores brazos se postraron en mis

[omóplatos.

Mordidas mudas de dedos sordos arroparon mis

[hombros roídos,

en espera nocturna del beso escarlata con un dejo

[necrótico.

Regresa Bruja Esquelética, regresa…

Roberto Carlos Elvira Ávila

VI

l mundo se volvió inverso. Nada tenía

sentido desde la vieja visión del mundo. La

gente nacía cadáver y al final de sus días le

brotaba la carne. Todos eran esqueletos. Sus

adornos eran escarificaciones dentales y

deformación craneana. Nacían del polvo y la

chispa divina. El cabello era lo primero que les

crecía. Poco a poco sus huesos se iban llenado de

carne y podían admirase y llenarse de gusto y

alegría.

La fiesta era cuando terminaba de salir la

última uña del dedo meñique de la mano

izquierda. Festejaban en grande. Todos llegaban

al punto de retorno hacia la luz, tomados de las

manos y en medio de besos y apapachos, rumbo

al paraíso. Donde disfrutaban de los placeres de la

naturaleza y de la carne: el paraíso del amor

carnal, cantando una vieja tonada que decía: del

hueso mozo, su carne al gozo…

Hernán Brizuela

* * *

Interlocuciones

VII

ESTOY PERDIDA Y NO SÉ QUÉ

CAMINO ME TRAJO HASTA AQUÍ.

o recuerdo ya cuánto tiempo he pasado

aquí. No sé si fue hace más de un año o si

han sido unos meses. El tiempo ha dejado de ser

parte de mi tortura, de mi angustia, de mi

insoportable desasosiego. Es el sol el que nunca

se pone, es la noche la que nunca termina, es la

eternidad que se ha quedado lacerándome: soy

una herida abierta, soy una hernia que no cierra

nunca.

He marchado y he vuelto, he seguido mis

pasos, los he repasado, me he arrastrado sobre

T

E

N

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El hijo del papá del Ahuizote Estridentópolis, La Vieja. Miércoles, 23 de marzo de 2011.

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ellos queriendo revolcarme en algún olor que me

regrese.

Estoy perdida.

Grito, ¡grito más fuerte! nadie aparece,

nadie escucha.

No fue sino ayer, lo recuerdo como si así

fuera, cuando volvía a casa apurada, ¡tenía tanta

prisa!, no podía esperar más por ver su sonrisa,

por fin podía llevarle los panes finos que tanto le

gustan; sabía que su sonrisa repentina, pura,

sincera, feliz emergería cuando le pusiera frente a

ella, frente a mi Luci ese panquecito de higo.

Las horas extras habían valido la pena, no

siempre se podía tener estos lujos en casa. Al salir

del trabajo, no dudé en ir a comprarle esos

panecillos porque sabía que su sonrisa brotaría

como agüita cristalina, ella tan seria, tan triste, tan

meditabunda. Era el atardecer siempre en sus ojos

desde que se dio cuenta que nunca podría caminar

como los demás niños y niñas. ¡Ay, mi Luci! ¡mi

Luci aventurera!, ¡mi Lucí de espíritu libre! Mi

Luci quería correr, mi Luci quería saltar el listón,

¡mi Luci quería correr, saltar, caminar!. Desde

entonces en sus ojos el atardecer se le estacionó.

Su mirada era como tener un poquito de luz y un

poquito de obscuridad. Sí, a mi Luci, pocas cosas

le dibujan una sonrisa en el rostro.

Mi paso apurado no pudo con el de los

otros que corriendo me alcanzaron, llevándose mi

corazón y mi vida entera. Me abrazaron con

fuerza y me metieron a un carro, mis gritos

ahogados, mis ojos cubiertos, mis manos atadas.

Les grité con los ojos, con mi cuerpo

amagado por esas manos, les grité con todo lo

que yo soy: ¡déjenme ir, Luci me espera, déjenme

ir, háganme lo que quieran, vuelva a pasar sobre

de mi humanidad pero después déjenme ir, Luci

está preocupada, por Dios!

Los golpes me ardieron, mis heridas

sangraban pero eso no me importaba, sólo quería

volver a casa.

Mucho tiempo pasó antes de que me

trajeran aquí. Me metieron en la cajuela de un

carro y me tiraron aquí. La hierba fresca abrazó

mi cuerpo lacerado. En lo alto, la cúpula con sus

estrellas me cobijó. Si, la hierba refrescó mis

heridas y el murmullo de la noche con su sinfonía

de grillos, insectos, gusanos hicieron mi réquiem.

Quise abrazarme a una estrella pero no pude

alcanzarla.

Ahora voy y vuelvo… voy y vuelvo…

regreso a estos huesos que quedaron en la

inmensidad de este campo en algún lugar, que

quién sabe Dios dónde será. Es la hierba quien

abraza a mi osamenta todo el tiempo mientras yo

soy una fiera humillada, soy una herida al sol, soy

sólo dolor, ardor… ¡soy la que no encuentra el

camino de vuelta a casa y Luci me espera!

T’sujul

Gerardo Cantú, Ilustración para el cuento «Francisca y la

muerte» de Onelio Jorge Cardoso.

VIII

l ser humano —desde épocas

inmemoriales— pudo percatarse que todas

las cosas naturales a su alrededor mantienen un

proceso de desarrollo, que en el caso de los

organismos biológicos culmina con la muerte.

Como observador nato, el hombre contempló que

siendo parte de este conjunto natural no está

exento de dicho fenómeno, sin embargo,

sintiéndose vulnerable ante este fin inevitable del

proceso que involucra nacer, crecer, reproducirse

y morir, ha intentado a toda costa contrarrestarlo,

E

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El hijo del papá del Ahuizote Estridentópolis, La Vieja. Miércoles, 23 de marzo de 2011.

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negándose —egoístamente— a creer que tras un

espacio temporal su cuerpo termine siendo sólo

huesos.

Raa Monchis Nutritivo1

Fe de Ratas

El siguiente texto debió aparecer en el

número uno de esta revista electrónica «El hijo

del papá del Ahuizote», pero por un descuido

del editor en turno, pasó totalmente

desapercibido. Ahora es la hora:

SOBRE LOS HUESOS

uando era apenas un niño de escasos pasos

me pregunté por qué los zopilotes daban

tantas vueltas antes de bajar finalmente al

banquete tan ansiado, por lo que las ganas de

saciar esas preguntas me llevaron a mi primera e

incipiente investigación bibliográfica. Debo decir

que aprendí bastante: Supe, por ejemplo, que los

zopilotes son aves falconiformes que pertenecen a

la familia Cathartidae y son carroñeros, lo que

los aleja de otras falconiformes rapaces que

tienen que cazar para alimentarse cayendo

velozmente sobre sus presas en forma de picada;

que contrario a lo que parece, no vuelan sino que

planean aprovechando las corrientes de aire; que

su aparato digestivo es uno de los más complejos

(al igual que el de sus parientes los buitres) y que

comen tanto que cuando terminan el bocado les

es imposible remontarse por el aire debido a su

peso, entonces, para acelerar el proceso digestivo

tienen que regular su temperatura extendiendo sus

alas al sol, esperar varios minutos —incluso

horas— rodeando lo que queda del cadáver como

si de cortejo fúnebre se tratase. Pero fue hasta

hace poco que alguien me contó la verdadera

razón por la que esperaban tanto para bajar a

devorar la carroña: Resulta que contrario a su

aterrador aspecto, los zopilotes son unos animales

sumamente respetuosos de la vida, por eso comen

carroña. Es bien sabido por todos que dos

principales componentes de la vida son el espíritu 1 LÓPEZ MONTES, Ramón. “Capítulo I. El hombre y la

muerte” en Los limones II. Un espacio funerario en la

región de Colima. Xalapa-Enríquez, Ver. 2011. p. 3.

Presentada en la Facultad de Antropología de la

Universidad Veracruzana para la obtención de la

licenciatura en arqueología.

y el alma y como tales residen también en el

cuerpo: El espíritu —se sabe desde hace

centurias— radica en la sangre, razón por la cual

cuando alguien pierde mucha sangre el espíritu se

debilita y la voluntad lo abandona; pero el alma

es cosa aparte. Recientes avances en el ramo de

la Gaiaciencia han demostrado que el alma reside

en los huesos y es el principal componente del

tuétano, por eso es tan complicado extirparla.

Usted podrá corroborar lo que digo cuando

observe los millonésimos poros microscópicos

que le quedan al tejido óseo cuando han por fin

perdido esta vital sustancia. Haga la prueba.

Como el proceso es sumamente lento, los

zopilotes se ven obligados a rondar por los aires

hasta que han constatado que el alma ha salido

por fin del cuerpo inerte. Entonces, y sólo

entonces, bajan a comer. Esta relación simbiótica

tan indisociable entre el hueso y el alma ha

propiciado que los grandes avances en la

ingeniería genética contemporánea hayan podido

crear una especie de limones híbridos que nacen

sin alma.

Froy-Balam

Imagen de internet, sin referencias.

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POLVO

Pulvis es et in pulverum reverteris.

Gen 3,19

stanque milagroso

sostenido por pilares salitrosos

como péndulo una pierna

y báculo la otra

observas la sorpresa del momentum

trasladas

el conflicto universal

al interior

de tu pecho

inaudito

el resultado

se divide

cae la vida

entre tus huesos

como arena

en un reloj

espacio

que entre silencios

se disipa

el anhelo de eternidad

gime

porque yace tuerto

envuelto

en finitud

noctilabium

Froy-Balam, Ilustración para la Santa Muerte (Novena de fuego) 3 er día (Salud)

e

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Se terminó de digitalizar el viernes, 23 de marzo de 2011

en Estridentópolis, La vieja.

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