obras contemporaneas

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La arquitectura contemporánea, trata de representar en mayor o menor grado los avances tecnológicos y las paradojas socioculturales generadas por el advenimiento de la Revolución Industrial. Es en el pasado siglo XX, en concreto, cuando la arquitectura evolucionó más rápidamente. Los anteriores siglos, con la incorporación de nuevos materiales más resistentes, como aleaciones metálicas y el tratamiento de los cristales, o con nuevas técnicas de construcción, como la incorporación de los tensores, que permiten de construir enormes cúpulas suspendidas en el aire reduciendo los espesores de hormigón, al sustituirlo por planchas prefabricadas y, también, por la aparición de nuevos estilos culturales. Dentro de las tres obras contemporáneas que he escogido se encuentran: La Casa Milà Construida en Barcelona por Antonio Gaudí (en 1905 - 1910). El Museo Guggenheim Bilbao construido por Frank O. Gehry (en 1992 - 1997) Las Torres Blancas en Madrid construido por Francisco Javier Sáenz de Oiza (en 1964 – 1969) LA CASA MILÀ La Casa Milà es conocida popularmente con el nombre de La Pedrera (cantera), apodo otorgado por los barceloneses a causa de su aspecto exterior, se podría comparar con el aspecto de un barranco en el que se distribuyen cuevas-habitáculos de tribus Africanas en toda la superficie. Este emblemático edificio y símbolo de Barcelona fue construido después de la “Sagrada Familia”, y siguió el

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Imfomacion de tres obras contemporaneas en Arquitectura

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Page 1: Obras Contemporaneas

La arquitectura contemporánea, trata de representar en mayor o menor grado los avances tecnológicos y las paradojas socioculturales generadas por el advenimiento de la Revolución Industrial. Es en el pasado siglo XX, en concreto, cuando la arquitectura evolucionó más rápidamente. Los anteriores siglos, con la incorporación de nuevos materiales más resistentes, como aleaciones metálicas y el tratamiento de los cristales, o con nuevas técnicas de construcción, como la incorporación de los tensores, que permiten de construir enormes cúpulas suspendidas en el aire reduciendo los espesores de hormigón, al sustituirlo por planchas prefabricadas y, también, por la aparición de nuevos estilos culturales.

Dentro de las tres obras contemporáneas que he escogido se encuentran:

La Casa Milà Construida en Barcelona por Antonio Gaudí (en 1905 - 1910).

El Museo Guggenheim Bilbao construido por Frank O. Gehry (en 1992 - 1997)

Las Torres Blancas en Madrid construido por Francisco Javier Sáenz de Oiza (en 1964 – 1969)

LA CASA MILÀ

La Casa Milà es conocida popularmente con el nombre de La Pedrera (cantera), apodo otorgado por los barceloneses a causa de su aspecto exterior, se podría comparar con el aspecto de un barranco en el que se distribuyen cuevas-habitáculos de tribus Africanas en toda la superficie. Este emblemático edificio y símbolo de Barcelona fue construido después de la “Sagrada Familia”, y siguió el mismo estilo que en la construcción del edificio que le hizo más famoso. Se trata de la última obra civil de Gaudí, iniciada en el año 1905 y finalizada en 1910, la superficie total del solar es de 1.620 m2, de los que fueron edificados 1.323 m. Los primeros bocetos del edificio fueron elaborados por Gaudí en su obrador de la Sagrada Familia, concibiendo la casa como una curva constante, tanto en el exterior como en su interior, incorporando múltiples soluciones de geometría reglada, así como elementos de carácter naturalista.

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Dentro de los elementos de composición de la obra tenemos:

La utilización de las curvas para dar un aspecto de movimiento y en la imitación del tejado, utilizado cerámica rota para hacer mosaicos en todo el exterior. Esta técnica del mosaico es una constante en todas las obras de Gaudí pero con un detalle único en “la Pedrera”: el aspecto de las chimeneas, que son muy parecidas a los cascos de los soldados. El detalle de las balconadas y de las ventanas exteriores que dan a la calle, protegidas por la unión de hierros retorcidos, con su color de forja, que da el aspecto de un grupo de hojas y ramas.

Construida alrededor de dos patios, tiene una estructura de pilares de piedra y ladrillos, que libera la fachada de funciones de carga, lo que permite tener grandes oberturas a la calle que facilitan el paso de la luz a las viviendas. El tejado descansa sobre un conjunto de arcos parabólicos, que forman las guardillas. Una verdadera innovación para la época la constituye la construcción de un “parking” subterráneo, para carruajes y automóviles, al que se entra por las rampas de acceso helicoidal.

La Casa Milà se estructura en torno a dos patios que iluminan los nueve niveles que comprenden un sótano, una planta baja, un entresuelo, la planta principal, cuatro pisos superiores y un desván. El sótano estaba destinado a garaje, la planta principal. El desván, fue construido mediante un conjunto de arcos parabólicos de ladrillo de plano de distintas alturas que configuran un espacio aislante del edificio y determinan a su vez los distintos niveles de la azotea. La azotea constituye uno de los lugares más sorprendentes, rematado por tragaluces o salidas de escalera, ventiladores y chimeneas. Todos estos elementos, construidos con ladrillo de plano y recubiertos de cal, trencadís de mármol o de vidrio, desempeñan una función arquitectónica específica convirtiéndose, no obstante, en verdaderas esculturas integradas en el edificio.

Cabe destacar, entre los pisos, los cielos rasos de yeso con relieves de gran dinamismo, la labor de la madera en las puertas, las ventanas y el mobiliario, así como el diseño del pavimento hidráulico y de distintos elementos ornamentales. Las escaleras estaban destinadas al servicio puesto que el acceso a las viviendas se llevaba a cabo mediante ascensor, excepto en la planta noble, para la que Gaudí añadió una escalinata de particular configuración. Estructuralmente hablando, la Casa Milà se caracteriza por su fachada de piedra autoportante, es decir, que se sujeta mediante unos hierros de gran resistencia a los pilares estructurales del edificio. Ello permite que el peso de la piedra no se apoye sobre el resto de la casa, que no posee muros de carga y debe sostenerse en un entramado de pilares de piedra y ladrillo.

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MUSEO GUGGENHEIM DE BILBAO

El Museo Guggenheim Bilbao, es obra del arquitecto americano Frank O. Gehry, constituye un magnífico ejemplo de la arquitectura más vanguardista del siglo XX. El edificio representa en sí un hito arquitectónico por su diseño innovador y conforma un seductor telón de fondo para la exhibición de arte contemporáneo. Localizado en Bilbao, País Vasco, España. Se trata de uno de los cinco museos de la Fundación Solomon R. Guggenheim. Fue inaugurado el 18 de octubre de 1997 por el Rey Juan Carlos I de España. Muy pronto el edificio se reveló como uno de los más espectaculares edificios deconstructivistas. El diseño del museo y su construcción siguen el estilo y métodos de Frank Gehry. Como muchos de sus trabajos anteriores la estructura principal está radicalmente esculpida siguiendo contornos casi orgánicos. El museo afirma no contener una sola superficie plana en toda su estructura. Parte del edificio es cruzado por un puente elevado y el exterior está recubierto por placas de titanio y por una piedra caliza que fue muy difícil de encontrar.

Dentro del los elementos de composición tenemos:

La característica más llamativa del museo es el innovador edificio en el que se emplaza, constituido por formas curvilíneas y retorcidas, recubiertas de piedra caliza, cortinas de cristal y planchas de titanio. Cuenta con una superficie total de 24.000 m², de los cuales 11.000 m² están reservados para las exposiciones, distribuidos en 19 galerías. Se ubica a orillas de la ría de Bilbao, en una zona denominada Abandoibarra, junto al puente Príncipes de España.

El edificio visto desde el río aparenta tener la forma de un barco rindiendo homenaje a la ciudad portuaria en la que se inscribe. Sus paneles brillantes se asemejan a las escamas de un pez recordándonos las influencias de formas orgánicas presentes en muchos de los trabajos de Gehry. Visto desde arriba, sin embargo, el edificio posee la forma de una flor. Mientras que el museo domina las vistas de la zona desde el nivel del

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río su aspecto desde el nivel superior de la calle es más modesto por lo que no desentona con su entorno de edificios más tradicionales.

Se situaría al norte del centro urbano, junto a la ría de Bilbao. Escogió este preciso lugar porque el museo podría ser visto desde tres lugares estratégicos de la ciudad. En el Museo se utiliza metal, piedra y agua para revocar la fuerza, la independencia y la tradición industrial del País Vasco.

El proyecto, implica un área de 24.000 m², conteniendo no solo espacio para exposiciones sino también un auditorio, un restaurante, un café, una librería y amplias áreas abiertas alrededor del edificio.

Dentro del aparente desorden de la envolvente, existe un patrón que rige la volumetría. Este es el empleo en todos sus elementos de la máxima curvatura que soporta el titanio. La Gran Sala, también llamada Sala del Pez, se extiende hacia el este hasta acercarse con un puente que atraviesa la ría de Bilbao, el puente de La Salve, una estructura que ya atravesaba el solar antes de la construcción del museo y a la que éste hubo que adaptarse.

El museo visto desde el este se ve más ingrávido que desde otros lugares, y se pueden observar extraños paralelogramos curvos y torcidos que conforman la sala del pez. Por lo general, las ventanas del edificio tienen formas más racionales. Las fachadas de los bloques rectos no son metálicas, y sus ventanas son rectangulares. Hay fachadas moradas y otras con chapado de piedra de color crema. Tras estos bloques hay una pequeña plaza que conduce a la entrada principal del edificio

El interior del museo es menos complicado que el exterior pero también tiene elementos curvos. Aunque en general el interior es muy diáfano, se pueden distinguir tres plantas. La entrada principal del museo está al final de unas escaleras exteriores que comienzan en la plaza antes descrita y bajan hasta el nivel de la planta baja. Sobre las puertas de la entrada hay una pared acristalada que no cubre nada. Hay una parte de la planta baja que es sótano. Desde la entrada se accede directamente al hall, una enorme habitación de 50m de altura con una planta en forma de flor. Da acceso a la Gran Sala, a las que tiene forma de pétalo, a las que son rectangulares y a la terraza de la marquesina que está en la cara norte. Esta marquesina tiene un solo pilar muy alto que da esbeltez a la estructura. Bajo el grueso techo de la misma hay una estructura metálica que lo sujeta.

En el centro del hall hay un enorme pilar, además hay ascensores, pasarelas y escaleras que comunican con las plantas superiores. Las formas interiores del hall no siguen las formas geométricas y tiene partes recubiertas de piedra y otras acristaladas. En cada planta hay tres salas y para acceder a la última es necesario atravesar las dos primeras. Casi todas las salas del museo tienen lucernarios que dan una luz cenital muy interesante.

Para el revestimiento decidió usar “escamas” rígidas de manera que montasen unas encima de otras. Decidió no usar acero inoxidable porque

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decía que no correspondía con el cielo de Bilbao. También descartó la posibilidad de usar cobre y otros metales. Finalmente se decantó por hacer las piezas de titanio, un metal bastante caro que contrasta con los materiales económicos usados en sus primeras obras. La aleación definitiva es de cinc y titanio, existiendo una proporción mucho mayor del segundo metal. Se trata de una chapa cuyo espesor es de un tercio de mm y resulta muy manejable. Al ser tan fino, se adapta perfectamente a la curva descrita por el edificio.

TORRES BLANCAS

El edificio Torres Blancas se encuentra en la confluencia del número 2 de la calle Corazón de María con el número 37 de la Avenida de América, en Madrid. El proyecto, firmado por Francisco Javier Sáenz de Oiza, es de 1961, y las obras se prolongaron desde 1964 hasta 1969. Con este edificio, su primer proyecto internacionalmente conocido, Sáenz de Oiza, que vivió el resto de su vida en el edificio, ganó el premio de la Excelencia Europea en 1974.

Dentro de los elementos de composición tenemos:

El edificio, de 71me de altura, es una estructura a base de cilindros rodeados en todo su perímetro por balcones con correderas de madera. Tiene 21 plantas, destinadas a viviendas y oficinas, más dos plantas adicionales en lo alto del edificio. Una de las plantas intermedias está reservada para las instalaciones generales y en la azotea hay una serpenteante piscina.

A pesar de su nombre, se trata de una única torre, que tampoco es blanca, sino gris, de hormigón visto. El proyecto original consistía en dos torres de "blancas". El efecto blanco se conseguiría añadiendo polvo de mármol blanco al hormigón, esta idea no se acabó realizando por problemas de presupuesto, al igual que la otra torre proyectada. La estructura del edificio es de hormigón armado, careciendo de pilares. Son las paredes externas y la estructura vertical interna los elementos que garantizan las funciones de sustentación.

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La pretensión de Oiza era construir un edificio de viviendas singular, de gran altura, que creciera orgánicamente, como un árbol, recorrido verticalmente por escaleras, ascensores e instalaciones, como si fueran los vasos leñosos del árbol y con las terrazas curvas agrupadas como si fuesen las hojas de las ramas. La distribución de las viviendas mostraban agrupaciones en racimos de dormitorios y baños o de cocina y de salones, con terrazas de formas curvas que no llegaban a tocarse, permitiendo que la luz se filtrase a través de ellas, matizadas por la vegetación.

Las fachadas transmiten la idea del crecimiento arbóreo, con las terrazas curvas agrupadas como las hojas en la rama, en este caso los muros. Su planta es aún más reveladora. Está llena de cilindros que parecen secciones de músculos recorridos por las venas. En cada planta se agrupan cuatro viviendas y combinan formas rectangulares y circulares en las habitaciones, En el interior hay viviendas de doble altura, y otras en una sola planta, además de los apartamentos. La escalera principal fue la única parte que, al final, se revistió de mármol blanco.

Esta característica, si bien es su rasgo más diferenciador, también es cierto que lo hace muy difícil de amueblar, a la vez que otorga a las viviendas que componen el conjunto una identidad única. Todo en el edificio gira alrededor del círculo, como los propios ascensores, decorados en tonos rojos y con forma también cilíndrica, que llaman poderosamente la atención del visitante que accede a su interior por primera vez.

No todas las viviendas son iguales, ya que existen pisos dúplex de dos alturas, pisos normales en una sola altura, y apartamentos de dimensiones más reducidas, combinando de este modo viviendas de 90, 200 y 300 metros cuadrados. Asimismo, las viviendas cuentan con terrazas exteriores de forma semicircular. Y para paliar el sofocante calor de los veranos en la capital, el edificio cuenta con varias piscinas situadas en la azotea que tienen, a su vez, forma circular, como casi todo en esta construcción. Un edificio que enamora desde fuera y sorprende desde dentro a los que tienen la oportunidad de visitarlo.

Bibliografía:

www.arq.com www.google.com/wikipedia www.google.com/premiomiesvanderRohe . www.arquinex.es YANÉZ, Enrique. Arquitectura - Teoría, diseño, contexto