nÚmero especial sobre la novela criminal femenina || el milagro
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El MilagroAuthor(s): Nayla ChehadeSource: Letras Femeninas, Vol. 28, No. 1, NÚMERO ESPECIAL SOBRE LA NOVELA CRIMINALFEMENINA (VERANO 2002), pp. 163-166Published by: Asociacion Internacional de Literatura y Cultura Femenina HispanicaStable URL: http://www.jstor.org/stable/23021394 .
Accessed: 09/06/2014 18:31
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Narrativa/Poesia
El Milagro
Nayla Chehade
Para Rafael Villegas
La muerte entra por los pies-le habia dicho uno de los mellizos poco antes de que quemaran Palma Sola. Cubreselos bien al muchacho-le repitio tan solo dos dias antes de que lo incendiaran todo. Frotale las plantas con
hojas tibias de toronjil, espantale los ultimos frios con el vapor verdadero
de tu boca-le insistio-. No le hagas caso al ahogo maldito del mediodia, ni al sudor punetero de la tarde-volvio a repetirle-. Dejaselos tapados
aunque el humo de la tierra te seque la saliva y mantenle prendida la vela
colorada a Papa Olivorio, le ordeno ese viernes antes de que las llamas se
tragaran la aldea y yo no tuve tiempo ni siquiera de contarle la mejoria de
mi hijo, no alcance a decirle como los temblores de la muerte me lo
devolvieron ensopado en los sudores tibios de la vida con los que se le
salio el mal de ojo que le robaba el alma. Lo sobe entero con agua florida
me acuerdo-le planche la melena grifa con las manos untadas de salvia
como me lo habia indicado y le seque con las puntas de los dedos el agua viva que le nacia de las ojeras, mientras la cara se me mojaba con la
frescura de su aliento nuevo y pensaba que no tendria forma de pagarle el
regalo de la salud de mi hijo, que no habria manera de agradecerle lo que habia hecho por nosotros, que aunque todos sabiamos que el y su hermano
eran ajenos a las vanidades de esta tierra, me hubiera gustado darle todo
el lujo con que dicen que vivian muchos alia en la capital, porque se
merecia eso y mas. Pero el fuego se lo comio todo y nos quedamos de
repente con nuestra vida entera para vivirla sin ellos, para sufrirla sin su
consuelo, nos quedamos con nuestra rabia sin palabras, con nuestros dias
iguales, me quede con el corazon destrozado en la mano, con los suspiros brotando por el y la arrechera comiendome las piernas, porque sabia que
Nayla Chehade es catedratica en el departamento de Lenguas y Literaturas de la
Universidad de Wisconsin-Whitewater. Escribe ficcion y critica y ha publicado cuentos y articulos sobre autores colombianos y latinoamericanos en antologias de ensayos, revistas especializadas y periodicos. Su volumen de cuentos A puerta cerrada fue seleccionado en Bogota como primer finalista del Concurso Nacional
de Libro de Cuento, auspiciado por el Instituto Colombiano de Cultura en 1995.
Varios de estos relatos han sido traducidos al ingles y publicados en diversas
antologias, entre ellas Cruel Fictions, Cruel Realities: Short Stories by Latin
American Women Writers (1998) y Veinte asedios al amor y a la muerte (1998). Actualmente trabaja en su primera novela y en un proyecto critico sobre la obra
de la poeta colombiana Meira Delmar.
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164 Letras Femeninas, Volumen XXVIII, No. 1 (junio 2002)
otro hombre como Mellizo no iba a encontrar nunca. Hasta aqui nos llego el olor a candela brava, a quemazon larga, a chamusquina que no se acaba.
De pronto no habia quien pudiera respirar porque no era el mismo aire
caliente de siempre, sino una pesadez oscura que nos dejo un olor a plumas achicharradas enredado en los sobacos y espanto el olor del mar lejano
que algunos de nosotros alcanzabamos a sentir en el aire marchito de las
noches.
A Palma Sola la borraron del mapa, dijeron ese mismo dia que lo
incendiaron todo; la borraron de un mapa donde ni siquiera existia,
pensaron muchos en la capital; a Palma Sola se la llevo el carajo, anunciaron las voces en las aldeas vecinas; la arrancaron de cuajo, la
quemaron con lanzallamas, la volvieron flecos, gritaron en los pueblos de al lado; ni la cruz de Papa Olivorio se salvo, se oyo que dijeron en
cuanto ventorrillo habia por el area, ni a los ninos respetaron, se escucho
que gritaron en cuanto friquitin se vislumbraba, de Palma Sola no quedaron ni las palmas, mi coronel. Mi coronel con sus lentes oscuros y su bigote de hilo grueso, que vino al caserio muy temprano el dia despues a
preguntarnos de donde habian sacado las armas los mellizos de Palma
Sola, esas con las que se atrincheraron y mataron al representante del
gobierno, se atrevio a decir, sin saber que para mi la unica arma era la
que Mellizo tenia entre las piernas, sin imaginarse que yo no conocia
mas poder que el que se levantaba entre sus muslos a la hora del amor, cuando me chupaba entera con la esponja mojada de sus labios y me
ensalmaba con la luz de piedad de sus ojos, cuando no habia hambre
atrasada que no se me olvidara, ni picadura de mosquito que no se
amansara, hasta que llegaba el momento en que me alegraba de estar
viva, de tener la carne dura y los senos apretados, para mi no habia mas
fuerza que las palabras con que conjuraba la sequia y los rezos con que
ahuyentaba a la muerte, esas eran las unicas armas que yo conocia, bigote
sabroso, perdon, coronel.
Que echaban fuego por los ojos, les habian dicho, que su alianza era
con los malos espiritus, les habian advertido, que estaban nublando el
horizonte despejado del progreso, les habian vaticinado, que el culto a
Olivorio Mateo era la peor de las patranas porque los mellizos eran el
mismisimo diablo, les habian asegurado, que desde que habian matado
al Generalisimo querian controlar la region y formar un gobierno
independiente con todos los jornaleros de la provincia, los habian acusado,
pero nosotros cerrabamos los oidos a la envidia ajena, dejabamos la
siembra y caminabamos largos trechos de tierra seca cada martes desde
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Narrativa/Poesia 165
el amanecer hasta llegar a Palma Sola y volviamos a hacer lo mismo
todos los viernes, cantando bajito por ratos y rezando muy alto a veces, sin que nadie se quejara de la brasa viva del camino ni de las puyas de las
guazabaras que nos acechaban para hincarnos los tobillos y enroncharnos
las piernas a cada paso. La luz de muerte del sol era mansa y nos arropaba una sombra tibia que antes no habiamos sentido. Y se nos erizaba la piel
por la presencia de la verdad y oiamos apretadas nuestras voces de
hermanos y por primera vez entendiamos la grandeza de nuestro destino
de pobres y el valor de nuestros sufrimientos y clamabamos con pasion Olivorio oyenos, Olivorio cuidanos, Oh! Livorio, Olivorio Olivorio, mis
venas reventadas de prenada, mi boca sin dientes, Olivorio, el carbon
que se acaba, Olivorio, el fogon sin comida, Olivorio, las siembras ajenas,
Olivorio, la apretura que me cierra el pecho todas las tardes, las lombrices
que me retuercen la barriga a toda hora, mi pierna tullida, Olivorio, los
espiritus que me roban los suenos, los muertos que no me dejan en paz,
Olivorio, los vivos que no me dejan vivir, la picazon que me estruja el
cuerpo, el temblor que me quita las fuerzas, Olivorio, las gallinas que se
mueren, los platanos raquiticos, Olivorio, nuestra agua sucia de beber, Olivorio Mateo, la muerte velandonos, la muerte llamandonos, Olivorio
matanos pero no nos dejes sufrir mas. Nos reuniamos alrededor de la
cruz de madera y desnudabamos los miedos del corazon y destejiamos los nudos oscuros que nos cerraban el alma. Y quedabamos limpios y teniamos alas y yo, la elegida entre los elegidos, me quedaba con Mellizo, me acurrucaba a su lado y buscaba el camino ciego de su carne y la
grandeza de su corazon y solo sabia que estaba con el y no con el otro, no
por la bondad de sus manos enormes ni por la tristeza de sus ojos, sino
por el lamento ronco con que se me acercaba al oido y me decia suspirando,
que vida la vida negrita, con una pena tan grande que ni aun su propio hermano hubiera podido sentir y que me ablandaba hasta los rincones
mas escondidos de mi pecho de madre. Mi pecho generoso que compartia con el, que lo resguardaba de la incomprension ajena, que lo protegia de
sus enemigos, mi pecho caliente que lo amamantaba y le daba fuerzas
para cumplir con su mision en la tierra, para guiarnos y darnos lo que nadie nos habia dado antes, la fe en Olivorio Mateo, la cura para nuestros
males, las bendiciones del cielo, la salud de mi hijo, las alegrias escondidas
del cuerpo, digame usted de que armas me habla, bigote-sabroso, perdon,
coronel, porque de las que usted piensa, nada.
Que nadie se acercara al lugar de los hechos habian ordenado, que ni
por casualidad cualquier lugareno, visitante o curioso podia asomarse,
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bajo pena de encarcelamiento, al sitio fatidico donde dos mellizos
practicantes de magia negra y forj adores del culto satanico a Olivorio
Mateo, con clara intencion de alterar el orden publico, se habian
atrincherado, junto con un gran numero de incautos seguidores de la region sur y habian decidido no votar en la proximas elecciones, violando la ley
que exige el ejercicio del sufragio a todo ciudadano mayor de edad y atentando contra la estabilidad del gobierno, pero yo cerre las puertas del
corazon a la maldad ajena y me fui a llorar lo que habiamos perdido, me
fui a escarbar con las unas el suelo muerto y a restregar la cara en la
oscuridad de la ceniza para tratar de encontrar el olor de Mellizo, el poder bueno de sus manos, la fuerza santa de su verga, la tibieza bendita de sus
brazos, el secreto de sus bendiciones. Pero antes del milagro solo pude sentir la tierra quemada quemandome la cara, el olor de la muerte
besandome las narices, la soledad de mi vida restregandome los ojos y machacandome el alma sin piedad, la verdad desnuda de ser la mas infeliz
de las mujeres por haberlo conocido y ya no tenerlo.
Sail temprano cuando mi hijo descansaba el sueno tranquilo que Mellizo le habia devuelto. Me puse la falda azul que a el le gustaba-me
acuerdo-y temblando de miedo cruce la ruta amarga de las letrinas y sin
querer alborote las moscas que dormian en el oregano de los trozos de
carne seca colgada en los cordeles. Cada ripio de luna que me alumbraba
la cara empanaba la fuerza nueva del rencor y destenia el camino recto
de la venganza porque sabia que nadie haria nada, que si Mellizo y su
hermano no estaban ya, ninguno iba a levantar la voz en nombre de
Olivorio ni a seguir encendiendo la esperanza en las velas coloradas que habiamos mantenido vivas cada dia. Olivorio oyenos, Olivorio
escuchanos, Olivorio danos senales de tu fuerza, empece a suplicar cuando
me iba acercando al sitio de mi mala suerte, Mellizo, otorgame tus poderes, comence a pedir con toda la limpieza de mi corazon, vive en mi, no dejes
que el odio de los demas corrompa tu obra, fui rogando aquella noche a
cada paso con toda la pureza de mi espiritu, mientras llegaba al mas solo
de los lugares; trasmiteme tus fluidos y los de tu hermano, dejame continuar lo que empezaste, despojame de todo lo malo y permiteme ser
tu nuevo instrumento, iba implorando cuando empece a pisar el calor
traicionero del suelo chamuscado. Y cuando volvi, antes de que comenzara
otra vez el escandalo de los gallos y de que la rabia del sol espantara el
descanso inutil del caserio, ya estaba lista para anunciarles a todos la
buena nueva.
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