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“Nuestras vidas son vasijas de barro que portan el tesoro de la cruz de Jesucristo”

Año Jubilar Paulino

Via Crucis “paulino”. Cuaresma – Semana Santa 2.009

www.diocesisciudadreal.es 2

Introducción 1 En este año jubilar paulino, vamos a hacer el Via Crucis con las estaciones tradicionales de la mano de San Pablo. Por tanto, como siempre, en primer lugar, se enuncia la estación en la que estamos. Es importante visualizar ese momento: la caída de Jesús, el Cireneo… porque luego, después, viene una cita de San Pablo, que da pie a una reflexión, asociando la situación de Cristo en su camino a la Cruz con una idea de San Pablo, que tiende a concretar ese momento en nuestra vida cristiana. Se requiere, por tanto, una concentración especial para hacer este momento de oración, siguiendo las meditaciones que se proponen.

1 Este Via Crucis está realizado por Manuel Pérez Tendero, profesor de Sagrada Escritura del Seminario Diocesano de Ciudad Real, que asumió el reto de hacerlo desde citas de san Pablo, en este año jubilar paulino, para publicarlo en la web de la diócesis. Lo ideal es que los asistentes tuviesen una copia del mismo. Al menos, un lector por cada estación. Está diseñado para que cada estación se imprima en un folio: Delante todo lo que lee cada lector (normalmente) y, a la vuelta, lo que lee el sacerdote y el canto. La idea es que sirva para hacerlo en los días de Semana Santa, en el Via Crucis que solemos hacer por las calles de nuestros pueblos. La estación: cita bíblica, reflexión… se lee estando parada la procesión. El canto, bien recitado o cantado, se realiza mientras avanza la procesión. Los dibujos están sacados de http://almez.pntic.mec.es/~jgag0003/semanasanta.htm



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Primera estación: Jesús es condenado a muerte Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos... Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lector: “Ante esto, ¿qué podemos decir? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Si Él no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien lo entregó por nosotros, ¿cómo no va a darnos con él gratuitamente todas las cosas? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió; más aún que resucitó, que está a la diestra de Dios y que intercede por nosotros?” (Rm 8, 31-

34) Debajo de la condena a muerte de Jesús está la condena merecida por los pecadores: es el Justo, no los culpables, quien es juzgado. Pero debajo de esa condena está, ante todo, la acción del mismo Dios, que hace recaer sobre su Hijo el castigo que nosotros merecíamos. No es Pilatos quien condena realmente a Jesús, sino el mismo Dios, que hace recaer sobre su Hijo, el Siervo inocente, las culpas de todos nosotros (Is 53,6). ¿Quién nos podrá condenar? Hemos sido librados por la condena del Justo: a Cristo, que no conoció pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos justificados por su muerte inocente (2Cor 5,21). ¡Qué abismo de generosidad! El Hijo, condenado por los siervos, el Inocente, por los culpables. ¡Gracias sean dadas a Dios que nos rescató a tan alto precio! Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día...



Sacerdote: ORACIÓN Señor y Padre nuestro, justo Juez que manifiestas tu poder con el perdón y la misericordia, mira el sufrimiento de tu Hijo y derrama sobre tus siervos la gracia y el perdón que nos mereció la condena de Jesucristo, el Justo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: Siervo de Yahvé. 2 Siervo de Yahvé, testigo y enviado, siervo de Yahvé, herido y humillado. Siervo de Yahvé, hermano del hermano, siervo de Yahvé, herido en pies y manos. ERES MI SIERVO, YO TE ELEGÍ ERES MI SIERVO, VAS A MORIR. AMOR, DIOS ES AMOR, DIOS ES AMOR, ES AMOR Y POR AMOR ME ELIGIÓ AMOR, DIOS ES AMOR, DIOS ES AMOR, ES AMOR Y POR AMOR ME ENVIÓ. 2 Carmelo Erdozáin. Canciones famosas para coro y órgano. Volumen 2



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Segunda estación: Jesús carga con la cruz

Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos... Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Lector: “Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, locura para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.” (1Cor 1,22-24)

La cruz que Cristo cargó sobre sus hombros es la fuerza y la sabiduría de los creyentes, el signo que siempre llevamos encima. Cuando nos piden signos, cuando nos exigen respuestas, cuando buscan novedades, cuando desprecian la fe desde pretendidas sabidurías humanas, el cristiano sólo tiene una respuesta: Jesús, camino del Calvario, portando la cruz. La cruz es también la carga principal de nuestro camino creyente: ella es nuestro tesoro y ella es la que nos hace entrar en comunión con aquel que nos ha amado. Nuestras vidas son vasijas de barro que portan el tesoro de la cruz de Jesucristo. Nuestra misión es cargar con la cruz para ofrecérsela al mundo como camino de salvación. Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día...



Sacerdote: ORACIÓN Dios de misericordia, concédenos la fidelidad y la fuerza necesarias para poder seguir a Jesucristo sin mirar atrás, cargando con la cruz, para que los hombres descubran la verdad de tu amor y puedan caminar con esperanza hacia la vida eterna. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: Pueblo mío. 3 PUEBLO MÍO, ¿QUÉ TE HE HECHO?, ¿EN QUÉ TE HE OFENDIDO? RESPÓNDEME.

1. Yo te saqué de Egipto y por cuarenta años te guié por el desierto, tú hiciste una cruz para tu Salvador.

2. Yo te libré del mar, te di a beber el agua que manaba de la roca, tú hiciste una cruz para tu Salvador. 3. Yo te llevé a tu tierra, por ti vencí a los reyes de los pueblos cananeos, tú hiciste una cruz para tu Salvador. 4. Yo te hice poderoso, estando yo a tu lado, derroté a tus enemigos, tú hiciste una cruz para tu Salvador.

3 mp3 y partitura (para ver archivos .mus hay que tener un programa, como “finale”…) http://www.musicaliturgica.com/cancioneroliturgico/alfabetico/02193f98031130c56.html



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Tercera estación: Jesús cae bajo el peso de la cruz Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos... Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lector: “Él me ha dicho: ‘Te basta mi gracia, pues mi fuerza se realiza en la debilidad’. Por tanto, con sumo gusto seguiré presumiendo sobre todo en mi debilidad, para que se manifieste en mí la fuerza de Cristo. Por eso me complazco en mi debilidad, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando soy débil, entonces es cuando soy fuerte. (2Cor 12,9s)

El Hijo de Dios se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza (2Cor 8,9), ha querido salvarnos desde abajo, desde lo hondo, porque sólo así resplandece la fuerza de la gracia de Dios. San Pablo ha comprendido perfectamente esta debilidad de Dios que es fuerza y salvación para el hombre; por eso, ante sus dificultades personales, cuando también parece que el Evangelio se sitúa en debilidad, sabe que está ahí la fuerza de Dios para hacer fecunda la misión. San Pablo, que ha comprendido la kénosis de Cristo, su despojo, no se enoja ante sus propias tribulaciones y dificultades, porque la tribulación engendra paciencia, virtud probada y esperanza (Rom 5,3s), porque la dificultad es hueco humano para la gracia de Dios. La fuerza de Dios sigue resplandeciendo también en nuestras debilidades; el crucificado sigue fortaleciéndonos cada vez que nos hundimos: a él miramos cuando caemos para no dejar de caminar. Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día...



Sacerdote: ORACIÓN Dios todopoderoso y eterno, que enviaste a tu Hijo al mundo para salvarnos con tu poder, haznos escuchar tu gracia cada día: que sepamos vivir con esperanza y paciencia nuestros límites y debilidades, que afrontemos con valentía las dificultades sufridas por Cristo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: En mi debilidad 4 En mi debilidad, me haces fuerte (Bis). Sólo en tu amor, me haces fuerte. Sólo en tu vida, me haces fuerte. En mi debilidad te haces fuerte en mí.

4 Brotes de Olivo http://www.brotesdeolivo.es/index.php?option=com_docman&task=cat_view&gid=30&Itemid=14



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Cuarta estación: Jesús, camino de la cruz, se encuentra con su madre Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos... Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lector: “Lo que antes consideré ganancia, lo tengo ahora por pérdida a causa de Cristo. Más aún, juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él perdí todas las cosas; incluso las tengo por basura con tal de ganar a Cristo y encontrarme arraigado en él, no mediante mi justicia, la que viene de la Ley, sino mediante la que viene por la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe. Pretendo así conocerle a él, sentir el poder

de su resurrección y participar en sus padecimientos, haciéndome semejante a él en la muerte y tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos. No es que lo dé ya por conseguido o que crea que ya soy perfecto; más bien continúo mi carrera por ver si puedo alcanzarlo, como Cristo Jesús me alcanzó a mí.” (Flp 3,7-12) María de Nazaret comparte hasta el final la misión de Jesús; está allí, camino de la cruz, dejando que la espada del dolor de su hijo le atraviese el alma (Lc 2,35). La madre sale al encuentro de su hijo derribado y acompaña su camino. También san Pablo se encontró con Cristo perseguido en el camino. Pero, esta vez, quien cayó al suelo fue Pablo, no Jesús. María se encontró con Jesús movida por el amor y el cariño; san Pablo se encuentra con Jesús movido por el celo y el orgullo. Pero Cristo resucitado, identificándose con su Iglesia perseguida, hizo caer a Pablo para mostrarle la verdad e invitarle a entrar en comunión, como María, con la pasión y la resurrección del Mesías. Muchos años después, perseguido por ser creyente, también san Pablo estuvo con Cristo camino del Calvario; muchos años después, el apóstol se encontró con el Nazareno para compartir sus sufrimientos. Muchos años después, también nosotros somos invitados a salir al encuentro de Cristo para compartir su entrega y poder amar su pasión.



Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día... Sacerdote:

ORACIÓN Concédenos, Señor, que María nos muestre el camino para salir al encuentro de tu Hijo; que sepamos descubrir, en cada persona que cae en el camino, o en cada hombre al que perseguimos, la fuerza de Cristo resucitado que transforma nuestras vidas. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: Dolorosa 5 DOLOROSA, DE PIE JUNTO A LA CRUZ, TU CONOCES NUESTRAS PENAS, PENAS DE UN PUEBLO QUE SUFRE (Bis).

1.- Dolor de los cuerpos que sufren enfermos, el hambre de gentes que no tienen pan, silencio de aquellos que callan por miedo, la pena del triste que está en soledad.

2.- El drama del hombre que fue marginado, tragedia de niños que ignoran reír, la burda comedia de huecas promesas, la farsa de muertos que deben vivir.

5 mp3 y partitura http://www.musicaliturgica.com/cancioneroliturgico/alfabetico/02193f980311309ac.html



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Quinta estación: El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos...

Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Lector: “Ahora me alegro de los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi cuerpo lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la Iglesia. De ella he llegado a ser ministro, conforme a la misión que Dios me concedió en vuestro favor.” (Col 1,24s)

El Cireneo es el símbolo del discípulo, que acompaña a Jesucristo llevando la cruz. San Pablo ha comprendido que él también está llamado a ser “cireneo” después de la resurrección de Cristo, que su misión de apóstol lleva consigo los sufrimientos que “ayudan” a la cruz de Jesucristo. Cristo padeció por todos, llevó nuestra cruz, y san Pablo ha de padecer por la Iglesia, ha de llevar la cruz de muchos hermanos, no buscando lo que le agrada a él, sino el bien del prójimo y su madurez en la fe (Rom 15,1-3). Y no sólo el apóstol, también los cristianos son llamados a la gracia de creer en Cristo y de padecer por él (Flp 1,29s). Hoy también, cuando somos llamados a la fe, cuando Cristo nos invita al apostolado, hemos de aceptar la cruz como parte de nuestro camino creyente y de nuestra misión. Una cruz que no es sólo la nuestra: es la cruz de Jesús, es la cruz de los hermanos. Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día...



Sacerdote: ORACIÓN Abre nuestros ojos, Señor, para que sepamos descubrir la cruz de los hermanos; regálanos tu fuerza para que sepamos acompañar sus sufrimientos; no nos dejes caer en la tentación del egoísmo buscando sólo cargar con nuestras propias cruces. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: El Cireneo 6 NADIE PUEDE CARGAR CON SU CRUZ SI NO LLEVA LA CRUZ DE SUS HERMANOS. Y ANTE ESA INMENSA CRUZ QUE ARRASTRA EL MUNDO, TODOS HEMOS DE SER SOLIDARIOS. Señor, yo quiero ser un cirineo que aligere la cruz de mis hermanos. Quiero cargar a diario con la angustia que oprime el corazón de los humanos. Quiero arrimar el hombro al dolor de este mundo, quiero echar una mano. Señor, quiero ayudar al que tropieza, y animarme a mí mismo cuando caigo. Quiero encontrar en los que me rodean la fuerza y el valor de que estoy falto. Quiero poner mi grano diminuto de arena, quiero seguir luchando. 6 Joaquín Madruga



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Sexta estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús

Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos... Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Lector: “Donde está el Espíritu del Señor allí está la libertad. Y todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen, cada vez más gloriosos. Así es como actúa el Señor, que es Espíritu.” (2Cor 3,17s)

En el rostro de Cristo brilla el resplandor de la gloria de Dios (2Cor 4,6). Ese rostro ensangrentado, despreciable, ante quien los demás se tapan el rostro por no verle (Is 53,3), manifiesta toda la belleza de Dios. La Verónica ha sabido contemplar y sellar ese rostro en lo más hondo de su vida. Como ella, san Pablo nos invita a todos a ser reflejo de esa gloria ensangrentada, nos invita a que el rostro de Jesús vaya transformando nuestros rostros y nuestras vidas para ser iconos de su belleza. Somos “hijos de la luz” e “hijos del día”, no somos de la noche ni de las tinieblas (1Ts 5,4-6), no vivimos en la oscuridad ni en el ocultamiento; “hemos repudiado el silencio vergonzoso”, hemos abierto de par en par nuestros corazones para que sean lugar donde resplandece la luz del rostro de Cristo (2Cor 4,2.6). La libertad que Jesús conquistó para nosotros nos hace descubrir el rostro y vivir sin tapujos, sin velos, para poder ser misioneros del rostro de Cristo, testigos de la belleza de Dios. Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día...



Sacerdote: ORACIÓN Limpia nuestros rostros, Señor, con tu entrega; haz resplandecer en nosotros la belleza de tu amor. Que vivamos siempre iluminados por el resplandor de tu luz y nos vayamos transformando en tu misma imagen. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: Danos tu luz 7 SEÑOR, TÚ QUE BRILLAS EN LAS TINIEBLAS: DANOS TU LUZ.

1. Mi corazón está sangrando, me siento lejos, lejos de ti. La vida es triste si tú nos dejas, si tú nos dejas solos, sin luz. 2. En esta noche sigo tus pasos, aunque no vea clara tu luz. Guíanos Tú por esta vida, por esta vida hasta la luz.

3. Pronto vendrá el nuevo día, amanecer de eterna luz. Nace en nosotros paz y esperanza, juntos veremos la luz sin fin.

7 Juan Antonio Espinosa http://www.ocpenespanol.org/songs/3502 (Muestra de mp3) Acordes http://www.gaztetxo.com/es/estatico/cancionero/comterminal.asp?codCancion=3856



Séptima estación: Jesús cae por segunda vez Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos... Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Lector:

“Llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea claramente que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Vivimos siempre apretados, pero no aplastados; apurados, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no rematados. Llevamos siempre en nuestros cuerpos, por todas partes, la muerte de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.” (2Cor 4, 7-10)

La vasija de barro se rompe, el Siervo de Yahvé se desploma. El apóstol, sirviendo al Siervo, es también derribado constantemente. El Evangelio de la gracia ha querido asumir la derrota de los hombres y la debilidad de los mensajeros. Dios ha querido caer a nuestro lado para compartir nuestras caídas y poder levantarnos. Cuando la caída se repite parece más difícil levantarse; por eso ha asumido también nuestro Dios la repetición de la caída. La fidelidad, más que la fuerza, es la clave para seguir avanzando, sin desplomarse por las nuevas caídas que parecen vencer siempre nuestros caminos. “Derribados, pero no rematados”: esa es la experiencia del hombre y del apóstol. Esa fue, ante todo, la experiencia del Hijo del hombre para que pudiéramos perseverar en el camino. Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día...



Sacerdote: ORACIÓN Señor y Dios nuestro, derrama sobre tus siervos tu fuerza y tu fidelidad para que sepamos levantarnos siempre en los caminos de la vida. Que la esperanza ilumine siempre nuestros pasos para superar todo tropiezo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: Levanto mis ojos a los montes 8 1. Levanto mis ojos a los montes: ¿de donde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

EL AUXILIO ME VIENE DEL SEÑOR, QUE HIZO EL CIELO Y LA TIERRA. EL AUXILIO ME VIENE DEL SEÑOR, QUE HIZO EL CIELO Y LA TIERRA. 2. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel.

3. El Señor te guarda a su sombra, el Señor está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. 4. El Señor te guarda de todo mal, el Señor guarda tu alma; él guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre.

8 mp3 y partitura http://www.musicaliturgica.com/cancioneroliturgico/alfabetico/02193f98031130b9a.html



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Octava estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos... Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Lector:

“Cuando la gente diga ‘Todo es paz y seguridad’, entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta. Y no escaparán. Pero vosotros, hermanos, no vivís en la oscuridad, para que ese día os sorprenda como ladrón, pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas. Así pues, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.” (1Ts 5, 3-6)

Los sufrimientos de Jesús provocan la compasión de las mujeres de Jerusalén y arrancan el llanto profundo en sus ojos. Pero no es el Siervo inocente quien merece lástima, sino los habitantes de la ciudad elegida, las mujeres de Jerusalén y sus hijos. La generación de Jesús ha elegido un camino de tinieblas, que se aparta de Dios, y por eso cosecharán frutos de destrucción. Hoy, también, cuando nos sentimos seguros en la sociedad que hemos construido, el Nazareno se vuelve hacia nosotros y nos hace ver el vacío de nuestra seguridad, nos hace ver la desgracia de nuestros caminos sin rumbo. Ver a Cristo con la cruz a cuestas ha de hacernos volver la mirada hacia nuestra sociedad y nuestros hijos: somos nosotros los que merecemos compasión, porque caminamos a un abismo mucho más profundo que el Calvario. Cristo ha recogido nuestras heridas, por eso hemos de mirar los golpes y las tinieblas de pecado que seguimos sembrando. No es lástima hacia él lo que ha de provocar el Via crucis, sino conversión, lucidez para ver nuestro estilo de vida y fuerza para transformarlo.



Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día... Sacerdote: ORACIÓN Tú nos has rescatado de las tinieblas, Señor; Tú nos has hecho hijos de la luz e hijos del día: danos espíritu de vigilancia y haznos sobrios para que nosotros y nuestros hijos caminemos por sendas de dignidad y rectitud, rechazando toda oscuridad y buscando en todo hacer tu voluntad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: Hombre nuevos 9 DANOS UN CORAZÓN GRANDE PARA AMAR, DANOS UN CORAZÓN FUERTE PARA LUCHAR. 1. Hombres nuevos, creadores de la historia, constructores de nueva humanidad. Hombres nuevos que viven la existencia como riesgo de un largo caminar. 2. Hombres nuevos, luchando en esperanza caminantes, sedientos de verdad. Hombres nuevos, sin frenos ni cadenas, hombres libres que exigen libertad.

9 mp3 y partitura http://www.musicaliturgica.com/cancioneroliturgico/alfabetico/02193f98031130a56.html



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Novena estación: Jesús cae por tercera vez Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos... Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Lector:

“Los israelitas tropezaron contra la piedra de tropiezo, como dice la Escritura: Voy a poner en Sión piedra de tropiezo y roca de escándalo; mas el que crea en él, no quedará confundido. Y pregunto yo: ¿Habrán tropezado para quedar tirados? ¡De ningún modo! Más bien su tropiezo ha traído la salvación a los gentiles, que así han provocado sus celos. Y si su caída ha sido una riqueza para el mundo, y su mengua ha supuesto una riqueza para los gentiles, ¿qué no será su plenitud?” (Rm 9,32b-33; 11,11s)

Jesucristo cae en el camino por tercera vez; pero él es también piedra de tropiezo porque, ante su cruz y su palabra, se revelan nuestras intenciones más profundas y se manifiesta nuestro pecado. Los mismos hijos de Israel, el pueblo elegido, tropezaron porque no quisieron creer en el Hijo de Dios que había venido en debilidad. Pero este mismo tropiezo e incredulidad fue asumido por Jesucristo para convertirlo en salvación universal. Cristo ha caído junto a nosotros para que ningún tropiezo sea definitivo, para que ninguna dificultad ni incredulidad nos dejen en la cuneta. En lo más hondo de nuestras caídas podemos elevar nuestra oración para que Dios las convierta en salvación; en lo más hondo de nuestro tropiezo podemos creer en Jesucristo, la Roca firme, para que no seamos confundidos. Dios puede convertir nuestras debilidades y caídas en posibilidad de salvación para los que contemplan nuestra pequeñez. No es la prepotencia y el poder, ni la abundancia de medios, lo que evangeliza y provoca el amor, sino la humildad y el desvalimiento de los mensajeros. Pase lo que pase, caigamos donde caigamos, la luz vendrá siempre de él. Detrás de toda debilidad y más allá de toda caída, la sabiduría de Dios se abre paso y construye esperanza en nuestros caminos truncados.



Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día... Sacerdote: ORACIÓN Concédenos, Señor, el don de la fe: que Cristo sea para nosotros roca de salvación, no piedra de tropiezo; que no seamos confundidos por nuestras caídas y confiemos siempre en tu gracia; que en todo lo que vivimos tu salvación se manifieste. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: Desde lo hondo, a ti grito, Señor. 10 1. Desde lo hondo a ti grito, Señor: Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. MI ALMA ESPERA EN EL SEÑOR, MI ALMA ESPERA EN SU PALABRA; MI ALMA AGUARDA AL SEÑOR, PORQUE EN ÉL ESTÁ LA SALVACIÓN. 2. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. 3. Mi alma aguarda al Señor, más que el centinela a la aurora. Aguarde Israel al Señor como el centinela a la aurora.

10 mp3 y partitura http://www.musicaliturgica.com/cancioneroliturgico/alfabetico/02193f98031130998.html



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Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos... Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Lector:

“No viváis ya como los gentiles, que se dejan llevar por su mente vacía… Su estilo de vida no tiene nada que ver con lo que habéis aprendido de Cristo, si es que habéis oído hablar de él y en él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús: en cuanto a vuestra vida anterior, despojaos del hombre viejo, que se corrompe dejándose seducir por deseos rastreros, renovaos en la mente y en el espíritu, y revestíos del Hombre Nuevo, creado según Dios, que se manifiesta en una vida justa en la verdad santa.” (Ef 4,17-24)

Con el ejercicio del Via crucis, el creyente renueva su conciencia de haber muerto con Cristo, de haber sido sepultado con él por medio del Bautismo para comenzar una vida nueva. Muertos al pecado y vivos para Dios: somos como muertos que han vuelto a la vida para caminar revestidos por la gracia de Dios (Rm 6). Del mismo modo que Dios hizo para Adán y Eva, después del pecado, unas túnicas que cubrieran su desnudez (Gn 3,21), a nosotros, después de haber sido dignificados por la desnudez del Hijo, Dios nos ha revestido con el traje de la resurrección, ha fabricado para nosotros las túnicas nuevas de la dignidad cristiana. Como elegidos y amados de Dios, nos revestimos de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre y paciencia (Col 3,12). Recorrer el Vía crucis junto a Cristo despojado es una llamada a que nos despojemos del hombre viejo, dejando atrás la corrupción y el pecado, para vivir dignamente nuestra condición de bautizados.



Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día... Sacerdote: ORACIÓN Señor, tú que te vistes de belleza y majestad, haz que la luz de tu gracia nos envuelva como un manto para que vivamos en medio de esta sociedad revestidos del Hombre Nuevo, como testigos de una dignidad que tu Hijo ha conquistado para todos. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: Canto del Siervo de Yahvé. 11 CON SU MUERTE NOS JUSTIFICARÁ Y NUESTRAS CULPAS SOPORTARÁ (Bis). 1.- Despreciable, deshecho de los hombres, varón de dolores, colmado de injurias son nuestras dolencias las que Él llevaba y nuestros dolores los que Él soportaba. 2.- El fue herido por nuestros pecados, murió por nosotros, deshecho de hombres, con sus sufrimientos seremos salvados y con sus dolores seremos curados.

11 El autor es Ricardo Cantalapiedra



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Undécima estación: Jesús es clavado en la cruz

Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos... Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Lector: “En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Ahora estoy crucificado con Cristo; yo ya no vivo: es Cristo quien vive en mí. Y esta vida en la carne la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gál 2,19s)

Desde que Cristo lo alcanzó camino de Damasco, san Pablo se sabe en comunión con el misterio pascual de Jesús, se sabe clavado a su cruz para participar también de su resurrección. La cruz no fue para Jesucristo una experiencia pasajera que apenas tocó su cuerpo: él fue clavado a la cruz, unido a ella hasta el final. También el creyente sabe que la cruz de Jesús no es una imagen, más o menos cercana, para contemplar: ser discípulo no es sólo mirar al Crucificado, sino ser clavado con él a la cruz, ser unido para siempre a su destino. El discipulado es una vinculación para siempre a la entrega de Jesús, no es una experiencia bonita en la que entramos o de la que salimos cuando queremos. El creyente, como san Pablo, se sabe crucificado con Cristo, clavado a su cruz para siempre, incorporado a su suerte; sabe que su futuro es el del Crucificado, porque ha clavado su vida y sus proyectos en la cruz del Hijo de Dios. Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día...



Sacerdote: ORACIÓN Padre de bondad, concédenos una libertad verdadera para que podamos atar nuestras vidas a la cruz de tu Hijo, sin querer mirar atrás, y podamos compartir en todo su destino. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: Victoria, tú reinarás 12 ¡VICTORIA! ¡TÚ REINARAS! ¡OH CRUZ, TÚ NOS SALVARÁS! 1.- El Verbo en ti clavado, muriendo nos rescató. De ti, madero santo, nos viene la redención.

2.- Extiende por el mundo tu reino de salvación. Oh Cruz, fecunda fuente de vida y bendición.

12 mp3 y partitura http://www.musicaliturgica.com/cancioneroliturgico/alfabetico/02193f98031130e4e.html



Duodécima estación: Jesús muere en la cruz Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos... Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Lector:

“Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro divisorio, el odio, y anulando en su carne la Ley con sus mandamientos y sus decretos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo. De este modo, hizo las paces y reconcilió con Dios a ambos en un solo cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte al Odio. Vino a anunciar la paz; paz a vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca. Por él, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu.” (Ef 2, 14-18)

Los evangelistas señalan que, ante la muerte de Jesús, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo (Mc 15,38): ha pasado la antigua religiosidad y el antiguo culto y se inaugura un nuevo camino de acceso a Dios (Hb 10,19s). Se ha roto la doble cortina que separaba el ámbito de Dios del mundo de los hombres. Pero no es sólo el velo del templo lo que se rompe ante la muerte de Jesús, no es sólo la separación entre Dios y los hombres lo que se derrumba: también se rompe el muro de separación entre los pueblos, las barreras entre los hombres, el muro de odio que el pecado secular del ser humano ha levantado entre los hermanos. La muerte de Jesús abre puertas e introduce nuevas relaciones: establece la paz entre judíos y gentiles y concede a todos libre acceso a Dios. La muerte de Jesús nos abre a una nueva comunión con Dios y nos abre también a una nueva comunión con todos los hermanos. Dios ya no es un extraño, ningún prójimo es ya un enemigo. Cristo es nuestra paz, él ha inaugurado el Reino real del amor: el amor a Dios sobre todas las cosas y el amor al prójimo como a nosotros mismos.

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Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día... Sacerdote: ORACIÓN Dios de todos los hombres y Señor de la misericordia, que la celebración de la muerte de tu Hijo haga brotar en nosotros frutos de paz y de salvación. Que todos nos atrevamos a entrar en comunión contigo a través del nuevo camino abierto por la sangre de tu Hijo, y que todos aprendamos a vivir sin muros, buscando el amor y la reconciliación con todos los hombres. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: Postrado ante la cruz 13 1. Postrado ante la cruz en la que has muerto y a la que yo también te he condenado, sólo puedo decirte que lo siento, sólo puedo decirte que hoy te amo. Y te pido perdón por mis errores, y te pido perdón por mis pecados. PERDÓNAME, SEÑOR, HOY ME ARREPIENTO, PERDÓNAME MI DIOS CRUCIFICADO. 2. Yo he cargado de espinas tu cabeza, cuando he vuelto la espalda a mis hermanos. Yo he llenado tu cuerpo de tormentos cuando a algún semejante he despreciado. 3. Y yo clavo en la cruz tus manos y tus pies siempre que a mis amigos yo defraudo. Yo he colmado tu faz de sufrimiento, cuando he visto injusticias y he callado. 13 Padre Mariano de Blas, LC. Acordes http://www.cancioneroreligioso.net/showCan.php?canId=312&notas=S&catId=14 mp3 http://www.seminariobogota.org/Cantos/Cuaresma/Cuaresma%202007/Postrado%20ante%20la%20cruz%5Bwsp118%5D.mp3

4. Yo he sembrado tu alma de amargura al fingir siempre ser un buen cristiano. Yo atravieso tu pecho con la lanza siempre que espero amor y yo no amo.



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Décimo tercera estación: Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de su madre Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos...

Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Lector: “Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose él mismo maldición por nosotros, pues dice la Escritura: Maldito el que cuelga de un madero. Y esto fue así para que la bendición de Abraham llegara a los gentiles, a través de Cristo Jesús, y para que, por la fe, recibiéramos el Espíritu de la promesa.” (Gál 3,13s)

Jesús subió a la cruz y, muriendo por amor, ha conseguido que se derrame desde la cruz el Espíritu de la bendición prometida. María acogió en Nazaret la Palabra e hizo posible la encarnación; ahora, se convierte de nuevo en tierra fértil que acoge el Espíritu que brota de la cruz de Jesús (cfr. Jn 19,34) para transformar la tierra y hacer germinar la resurrección. María se convierte en pueblo nuevo a los pies de la cruz, que recibe la bendición para que la promesa hecha a Abraham se realice plenamente y alcance a todos los pueblos. De la cruz de Jesús se derrama sobre María, no sólo un cuerpo pesado y muerto, sino la bendición de Dios, el cuerpo en el que habitan todas las promesas. Como María, todos los creyentes estamos llamados a recibir en nuestros brazos la muerte de Jesús; como María, somos invitados a acoger en nuestras vidas los frutos de su entrega. A los pies de la cruz, en la meta de nuestro Vía crucis, la lluvia del Espíritu fecunda a todos aquellos que han sabido acompañar al Hijo hasta el final de su misión. Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día...



Sacerdote: ORACIÓN Padre de nuestro Señor Jesucristo, te pedimos, por intercesión de María, que nos ayudes a llegar hasta el final en nuestro camino cristiano; que, como el discípulo amado, nos mantengamos firmes junto a María a los pies de la cruz para que podamos recibir la vida y la bendición del Espíritu de tu Hijo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: Eres madre dolorosa. 14 Eres, Madre dolorosa, roca firme junto al Hijo que se entrega por amor. Fruto excelso levantado, en el árbol nos redime, traspasado de dolor. Madre llena de amargura, ojos de mirar el llanto con que llora el corazón Los que clavan a tu Hijo han clavado en ti primero, una espada de aflicción. Oh dolor, que tanto hieres, hiere entero y dame vida, ponle fin a mi dolor. Pues ya duerme el hijo amado, sólo quiero darle alcance, fruto sazonado en flor. Ved su cuerpo destrozado, vedme a solas con mi pena grande, como nadie vio. He perdido mi camino, se han llevado mi tesoro, sol que en sombras se ocultó. 14 Texto: Vaquero, Música: Taulé (CLN nº 340). mp3 y partitura: http://www.musicaliturgica.com/cancioneroliturgico/alfabetico/02193f980311309fe.html

He causado, Madre santa, tu dolor y el de tu Hijo, me confieso pecador. Quiero amarle en mis hermanos y servir hasta la muerte a Jesús mi Redentor. Nuevos hijos condenados, despreciados, perseguidos, dan la vida en esa cruz, si clamé por su condena, quiero compartir con ellos, los dolores de Jesús. Sin defensa, sin justicia, como oveja al matadero, a la muerte se entregó. Sin figura, sin belleza, despreciado de los hombres, nuestros crímenes llevó. Madre santa dolorosa, en su sangre beba el mundo la semilla de la paz. Que los hombres queden libres de mentira y de pecado y reciban tu bondad. Amén, Amén.



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Décimo cuarta estación: Jesús es colocado en el sepulcro Lector: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos... Todos: ...que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Lector:

“Nosotros ya hemos muerto al pecado; ¿cómo vamos a seguir entonces viviendo en él? ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos incorporados a su muerte? Por medio del bautismo fuimos, pues, sepultados con él en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo resucitó de entre los muertos mediante la portentosa actuación del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva.” (Rom 6,2-4)

Hacer el recorrido del “Via crucis” es caminar con Cristo hacia el sepulcro. Por el Bautismo, nuestra participación en la muerte y sepultura de Jesús es mucho más que un símbolo. Hemos muerto con él y nuestra vida está oculta con Cristo en Dios (Col 3,3). Sólo quien ha muerto puede ser resucitado, sólo quien ha llegado hasta el sepulcro puede recibir la gracia de Dios. Sólo cuando hemos sepultado con Cristo nuestras vidas podemos vivir una vida realmente nueva, según el estilo del Resucitado que “me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gál 2, 20). El Padre de Jesucristo quiere sacarnos de nuestros sepulcros como pueblo suyo para llevarnos a habitar en su tierra, para conducirnos a su presencia; él quiere sacarnos de nuestros sepulcros para infundir su Espíritu sobre nosotros y hacernos vivir. Entonces sabremos plenamente que él es nuestro Dios, Señor de todos y Padre de la vida, entonces lo conoceremos plenamente y reconoceremos que él, el Dios único, lo dice y lo hace (Ez 37,12-14). Pedimos al Padre de Jesús que este “Via crucis”, que este camino cuaresmal que realizamos como bautizados, tenga este doble fruto en nosotros: la transformación real de nuestras vidas en una “vida nueva” según el Evangelio y el conocimiento renovado del misterio de Dios, que tanto ha amado al mundo que nos ha entregado a su Hijo único (Jn 3,16).



Lector: Jesús pequé. Todos: Ten piedad y misericordia de nosotros. Lector: Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día... Sacerdote: ORACIÓN Padre de la vida y Señor de la historia: derrama la gracia de tu Espíritu en nuestros corazones para que, siguiendo fielmente el camino de tu Hijo, demos en abundancia frutos de vida nueva. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén CANTO: Nueva creación 15 CAMINA, PUEBLO DE DIOS; CAMINA, PUEBLO DE DIOS; NUEVA LEY, NUEVA ALIANZA, EN LA NUEVA CREACIÓN. CAMINA, PUEBLO DE DIOS; CAMINA, PUEBLO DE DIOS.

Mira allá en el Calvario, en la roca hay una cruz, muerte que engendra la vida, nuevos hombres, nueva luz. Cristo nos ha salvado con su muerte y resurrección. Todas las cosas renacen en la nueva creación.

Cristo toma en su cuerpo el pecado y la esclavitud, al destruirlos nos trae una nueva plenitud. Pone en paz a los hombres, a las cosas y al Creador. Todo renace a la vida en la nueva Creación.

15 mp3 y partitura http://www.musicaliturgica.com/cancioneroliturgico/alfabetico/02193f98031130bee.html

“nuestras vidas son vasijas de barro que portan el tesoro ... · pdf filecanciones...

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