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Nahuas de Tlaxcala Pueblos Indígenas del México Contemporáneo

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Page 1: Nahuas de Tlaxcala

Huehue o charro. Carnaval.San Pablo del Monte, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz.Acervo personal.

Nahuas de TlaxcalaPueblos Indígenas del México Contemporáneo

serp06.tif 1 7/26/07 5:54:37 PM

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Pueblos Indígenas del México Contemporáneo

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Nota sobre el autor

Juan Luna Ruiz es doctor en ciencias antropológicas por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Ha realizado investigaciones en la Huasteca hidalguense y es especialista en el pueblo nahua de Tlaxcala.

Fotografía 1a. de forros y portadilla: Danza de moros y cristianos. San Juan Totolac, Tlaxcala. Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006.Acervo personal.

Fotografía página 5: Danzante de carnaval. San Pablo del Monte, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006. Acervo personal.

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Nahuas de TlaxcalaJuan Luna Ruiz

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Page 5: Nahuas de Tlaxcala

CDI

972.004

C65

NAHUA

TLAX.

Luna Ruiz, JuanNahuas de Tlaxcala / Juan Luna Ruiz. -- México : CDI, 2007.55 p. : maps., retrs., tabs. – (Pueblos Indígenas del México Contemporáneo)Incluye glosario de nahuatlismos en el español de TlaxcalaIncluye bibliografíaISBN 978-970-753-090-4

1. INDIOS DE TLAXCALA – NAHUAS 2. NAHUAS (DE TLAXCALA) – UBICACIÓN GEOGRÁFICA 3.NAHUAS (DE TLAXCALA) – CONDICIONES SOCIOECONÓMICAS 4. MIGRACIÓN INDÍGENA – NAHUAS (DETLAXCALA) 5. TEXTILES NAHUAS – TLAXCALA – PRODUCCIÓN 6. TEXTILES NAHUAS – TLAXCALA –COMERCIO 7. NÁHUATL (DE TLAXCALA) 8. NAHUAS (DE TLAXCALA) – HISTORIA 9. IDENTIDAD ÉTNICA -NAHUAS (DE TLAXCALA) 10. NAHUAS (DE TLAXCALA) – CONDICIONES SOCIOECONÓMICAS 11. SISTEMADE CARGOS – NAHUAS (DE TLAXCALA) 12. PARENTESCO – NAHUAS (DE TLAXCALA) 13. COSMOVISIÓNNAHUA – TLAXCALA 14. NAHUAS (DE TLAXCALA) – RELIGIÓN Y MITOLOGÍA 15. CICLO VITAL – NAHUAS(DE TLAXCALA) 16. NAHUAS (DE TLAXCALA) – FIESTAS Y CEREMONIAS 17. CARNAVALES NAHUAS – LAMALINCHE, TLAXCALA I. t. II. Ser.

Catalogación en la fuente: GYVA

D.R. © 2007 Juan Luna Ruiz

Primera edición, 2007

D.R. © 2007 Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas Av. México Coyoacán 343, Col. Xoco, Delegación Benito Juárez, C.P. 03330, México, D.F.

ISBN 978-970-753-090-4 / Nahuas de Tlaxcala

ISBN 978-970-753-006-5 / Pueblos Indígenas del México Contemporáneo

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Queda prohibida la reproducción parcial o total del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la au-torización del titular, en términos de la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables. La persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes.

Impreso y hecho en México

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Nahuas de Tlaxcala

Nahuas de Tlaxcala

La regióN y Los puebLos Nahuas de TLaxcaLa

tlaxcala es la eNtidad más pequeña del país, si apartamos de es-ta coNsideracióN al distrito Federal. Con una superficie de 4 016 kilómetros cuadrados, es uno de los estados con mayor densidad po-blacional, condición que se advierte si lo observamos de noche desde las alturas de La Malinche o Matlalcuéyetl (“La de las faldas azules”), montaña insigne para los tlaxcaltecas y, en especial, para los pueblos de habla náhuatl que se asientan a lo largo de su falda occidental.

Localizada entre los llanos de San Juan y el Valle de Puebla, La Malinche forma parte del Sistema Volcánico Transversal. Su cima, que alcanza 4 461 metros de altitud, tiene forma de cresta dentada con va-rios picos, la cual se cubre de nieve durante el invierno; sus laderas se encuentran surcadas por barrancas profundas que radian su cima, en donde crecen bosques de coníferas y árboles deciduos (en proceso pe-ligrosamente acelerado de extinción, a causa de la mala práctica de los “ocoteros” y los leñadores mecanizados); asimismo, albergan algu-nas tierras de cultivo. Su falda —o pie de monte— es amplia y tendi-

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da, con algunos conos secundarios, co-mo el Cuatlapanga. A este volcán se le ha llamado así en recuerdo de la famosa Malinche, pero su nombre original, Ma-tlalcuéyetl (una de sus traducciones po-sibles es “Fuente azul”), le fue dado en honor de la diosa madre. Relacionada con Tláloc, el dios principal, correspon-de con la deidad que en otros lugares se conoce como Chalchiutlicue, divinidad vinculada a la lluvia y la humedad.

Si nos atrevemos a dar un vistazo des-de esas alturas veremos cómo la mayo-ría de la población tlaxcalteca se con-centra en forma abigarrada en la zona centro-sur del estado, en un corredor que va desde Santa Ana Chiautempan, hasta la cabecera municipal de San Pa-blo del Monte, colindante con las gote-ras de la ciudad de Puebla.

Por su proximidad con la Angelópo-lis, ese municipio —el del más alto nú-mero de hablantes de náhuatl en Tlax-cala— ha experimentado un importante aumento demográfico en los últimos 40 años (2.91 por ciento): del décimo lugar en el rango de crecimiento estatal en el que se encontraba anteriormente, en la actualidad ocupa el noveno, gracias a su ubicación estratégica en la punta del corredor industrial Tlaxcala-Puebla y en los límites estatales. Esto también ha propiciado que el municipio ocupe la quinta posición del mayor porcenta-je poblacional en el estado, con 5.7 por ciento.

San Pablo del Monte es un munici-pio de atracción laboral para los pue-blos nahuatlatos establecidos a lo lar-go de este cordón, aunque sea en Santa Ana Chiautempan y Panzacola, donde se asientan la mayoría de las empresas, seguidas por San Luis Teolocholco, San Cosme Mazatecochco y Acuamanala.

En diciembre de 2005, la Secretaría de Economía reportó que en este corre-dor se localizan 75 empresas con inver-sión extranjera, de las cuales 99.5 por ciento están dedicadas a la industria ma-nufacturera y 0.5 por ciento al comercio.

En otros municipios de La Malinche se observa una tendencia hacia el de-sarrollo que supera a San Pablo respec-

La Malinche vista desde Cuahuixmatlac. Tlaxcala. Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006. Acervo personal.

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Nahuas de Tlaxcala

to al ritmo de crecimiento: primero, La Magdalena Tlaltelulco, por su cercanía a la Central de Abastos y a la zona in-dustrial de Santa Ana Chiautempan, con 3.6 por ciento; después, Acuamanala de Miguel Hidalgo, con 2.98 por ciento y, finalmente, San Francisco Tetlanohcan, con 2.98 por ciento.

En contraste, algunos pueblos que se ubican en el corazón mismo del ci-tado corredor son grandes expulsores de población, como Tenancingo (cu-yo ritmo de crecimiento es el segundo más bajo en el estado, con sólo 0.4 por ciento) y Teolocholco, así como algunas comunidades nahuas pertenecientes al municipio de Santa Ana. Mientras tan-to, en el extremo opuesto del corredor y ya fuera de él pero aún en la órbita geo-gráfica-cultural, el orgulloso San Bernar-

dino Contla aparece como un pueblo en equilibrio, que, pese a estar marcado por la tendencia urbanizadora conserva su fuerte arraigo a la identidad tradicional.

La diversidad ecoNómica

La inserción de estos pueblos en la vida industrial de sus propias comunidades ha trastocado violentamente el entor-no, donde antaño fue propicia la agri-cultura de laderas como sustento pri-mordial, gracias al edificio volcánico que los resguarda y que recibe la ma-yor cantidad de lluvias en la región. Los arroyos de temporal que escurren por la falda oriental del volcán hicieron flore-cer desde la época prehispánica estos pueblos. No obstante, el periodo de llu-vias no rebasa los seis meses, lo que se convierte en un problema para la agri-

Calle Motenehuatz. Santa María Tlacatepca, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006.Acervo personal.

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cultura de temporal; además, las fre-cuentes heladas malogran las cosechas. En la actualidad, la economía basada en la fabricación y venta de carbón ve-getal, el cultivo de maguey, maíz, frijol, haba y trigo son actividades secundarias que han quedado relegadas a los pue-blos asentados a mayor altura de La Ma-linche (San Isidro Buensuceso, Acxotla del Monte y San Francisco Buensuceso), aunque también en estas poblaciones se están convirtiendo en prácticas muy marginales. Así, la industrialización de La Malinche casi ha causado la desapa-rición de varias costumbres como la del

cuautetexohque, esto es, “el que recoge la leña de noche”.

Desde hace algunos años, la agri-cultura en San Bernardino Contla ha sido insuficiente para alimentar a las familias de la localidad (sólo 30 por ciento de las 15 mil hectáreas de tierra del municipio de Contla de Juan Cua-matzin son aptas para el cultivo). Ade-más, la mayoría de las tierras conserva-ron su carácter comunal y ejidal, por lo que se ha mantenido una distribución igualitaria. Se estima que en el pasa-do reciente el cultivo de maíz bastaba para proporcionar 50 por ciento de la subsistencia.

A ello se debe que, históricamen-te, la producción textil doméstica es-té reconocida como el principal sostén del pueblo.

Tlaxcala es uno de los estados me-jor comunicados del país. Un ejemplo de esto es el tendido férreo instalado en la ladera occidental de La Malinche —durante el gobierno porfirista del in-dígena Próspero Cahuantzin—, que hi-zo posible el florecimiento de la indus-tria pulquera para pueblos con buenos tinacales como San Bernardino Contla, algunas haciendas (Concepción Aba-roa, Xaltelulco, Tzitzimapan y San Ni-colás Tochapa) y ranchos (como Zaca-tzontetla, el más alto, a 2 874 metros

Pueblos de Tlaxcala donde se concentra población nahua.Autor: Juan Luna Ruiz, 2006.

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sobre el nivel del mar, y San Pedro Teo-tzinco, perteneciente a Mazatecochco). Sin embargo, desde finales del siglo xix el pulque sufrió una seria inestabilidad productiva, hasta reducirlo al consumo local y doméstico, posición en la que se encuentra actualmente.

Por otra parte, desde hace décadas las numerosas vías de comunicación en el estado han permitido emigrar, lo cual mejoró el nivel de vida de quienes se

quedaron. No obstante, se registra un es-tancamiento en el desarrollo local.

Desde entonces, el factor migración y el trabajo industrial han sido dos de los pilares fundamentales para la actual economía malinchera. Al fraccionarse los terrenos comunales, pueblos como Mazatecochco y Acxotla del Monte vie-ron cómo después los hombres que se fueron a trabajar a las fábricas emplea-ban sus ingresos para adquirir lotes; de su adquisición derivó su especulación; luego, la adquisición de bienes de con-sumo duradero y, por último, la compra de flotillas de taxis y tiendas de abarro-tes, así como el mejoramiento de sus vi-viendas.

El trabajo fabril en la ciudad de México favoreció a poco más de la mi-tad de la población en estas comunida-des; sin embargo, la residencia definiti-va (migración permanente) en la capital del país no ha sido muy significativa. En primer lugar, porque el corredor indus-trial Santa Ana-San Pablo es más impor-tante para los emigrantes, y en segundo, porque el sentido de apego a la comu-nidad persiste en los trabajadores: me-nos de una tercera parte de las familias de migrantes ha establecido su residen-cia en otra zona urbana; este bajo por-centaje acaso se deba a la creciente ur-banización de sus propios poblados. El

El telar de pedal de San Bernardino sustituyó en el pasado al prehispánico telar de cintura, y permitió con ello incorporar mano de obra femenina a la producción textil. Tlaxcala, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006.Acervo personal.

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mejoramiento en sus condiciones de vida va aparejado a la migración, que ha facilitado otras opciones de ingre-so, principalmente mediante el trabajo asalariado y el comercio.

Este patrón de migración de la comu-nidad es ante todo un factor importante de supervivencia, que permite a los tra-bajadores decidir entre la agricultura o los talleres textiles en su pueblo y las fá-bricas o la servidumbre en las ciudades.

Don Jorge Nezahualcóyotl, artesa-no textilero de San Bernardino Contla y uno de nuestros informantes, es un ejemplo de cómo subsisten en La Malin-che, pues en los últimos 30 años trabajó

como jornalero, albañil, obrero, velador y policía en muchos estados del país, antes de volver a los telares domésticos. La diferencia de esta migración consis-te en que ubican su lugar de residencia en la comunidad y no en la urbe: co-mo hijos de los viejos ejidatarios, han establecido su domicilio en los terrenos heredados, o bien, en la propia casa del patriarca familiar.

Los medios de los migrantes para des-envolverse en las zonas urbanas son las relaciones sociales que han sabido con-formar parientes, vecinos y amigos; éstas son, en realidad, la reproducción de las redes culturales sociopolíticas que per-

Municipio

Lugar de nacimiento Lugar de residencia en 1���

En la entidad En otra entidad En la entidad En otra entidad

Total % Total % Total % Total %

CHIAUTEMPAN � 03� ��.� ��0 10.1 4 ��� ��.2 1�� 3.�

CONTLA DE JUAN CUAMATZIN

11 20� ��.� 3�1 3.1 10 4�� ��.� 121 1.1

SAN PABLO DEL MONTE

1� �44 ��.� 2 �12 12.� 1� ��� ��.2 4�� 2.�

SAN FRANCISCO TETLANOHCAN

3 ��� ��.3 130 3.3 3 4�0 ��.� 3� 1.1

Fuente: E. Serrano et al., Indicadores socioeconómicos de los pueblos indígenas de México, 2002, Instituto Nacional Indigenista / Consejo Nacional de Población y Vivienda, México, 2002.

migracióN

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Tlaxcala se convirtió, junto con Oaxaca, en una de las provincias que más grana y tejidos producían.

Durante la Colonia, la producción textil doméstica y el comercio fueron, después de la agricultura, las dos acti-vidades económicas más importantes en el estado. El telar de cintura prehispá-nico, de uso exclusivo de la mujer, só-lo prevaleció en San Bernardino Contla, Cuahuixmatlac, Guadalupe Tlachco, San Pedro Tlalcuapan, San Rafael Tepatlax-co y San Francisco Tetlanohcan, aunque también sobrevivió en otros pueblos in-dígenas de la falda oriental de La Malin-che, como el de San Juan Ixtenco (oto-mí). Muchas veces fue sustituido por el telar mecánico español o telar de peda-les que permitió la diversificación pro-ductiva por su uso mixto. El primitivo malacate, empleado para torcer el hi-lo, se sustituyó por la redina, otro ins-trumento medieval todavía en uso. Al paso del tiempo se añadieron otros ins-trumentos para el trabajo textil, como el urdidor, que servía para separar la te-la o urdimbre; la devanadera, para co-locar la madeja y hacer las canillas; el aclarador, para pasar los hilos divididos en cuartillas y enredar la tela; el teteca-dor, para hacer varias madejas al mismo tiempo, y la lanzadera, para pasar el hi-lo de la trama a través de la urdimbre.

sisten en La Malinche como el viejo mo-delo de supervivencia. A través de ellas, los individuos pueden acceder a diver-sas formas de ayuda, ya sea en la comu-nidad o en la ciudad.

En la comunidad, las redes cultura-les sociopolíticas funcionan exactamen-te como lo han descrito antropólogos estadounidenses en Santa María Belén Atzitzimititlán (Nutini y Bell; 1989), pue-blo próximo a San Bernardino. Los lazos parentales más próximos son el princi-pio para establecer otras alianzas, gra-cias a la tradición pueblerina que per-mite hacerse de “parientes rituales” por medio del compadrazgo. El estudio re-vela que estas redes sociales funcionan de manera muy eficaz como medios de supervivencia ante cualquier eventuali-dad, y también para ampliar las oportu-nidades de ascenso social.

La produccióN TexTiL domésTica

Los telares domésticos son una activi-dad importante en los pueblos nahuas de La Malinche. Antes de la llegada de los españoles, estos pueblos cultivaban la grana cochinilla y obtenían, median-te trueque con el sur, el caracol púrpura para el teñido de los textiles de algodón, además de otros tintes de origen vegetal, animal y mineral. Más adelante, el régi-men colonial masificó su producción y

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San Bernardino Contla cuenta con el mayor número de unidades domésticas consagradas a la confección de gobeli-nos, tapetes, cobijas y sarapes con telar español; la tradición productiva del lu-gar ha tocado la cúspide del arte, tan-to que las obras del maestro Juan de la Cruz, oriundo de este digno pueblo, han merecido exposiciones en las salas del Museo de Arte de Tlaxcala, y la propia Casa de Cultura del pueblo funciona co-mo la más importante y exitosa escuela de arte textil en el estado.

Aunque no existe un padrón formal de textileros de San Bernardino, los mis-mos obreros coinciden en calcular que hay de 9 mil a 10 mil productores.

El tendido del ferrocarril que cru-za hasta la ciudad de Puebla permitió que esta actividad se mantuviera co-mo producto de exportación en el siglo xix, favoreciendo a los obrajes domés-ticos que se habían constituido duran-te el régimen colonial. La incipiente in-dustria textil que comenzaba a despegar en Santa Ana y San Pablo se vio afecta-da por el ingreso de México al merca-do mundial y a la ingente dependencia de la región a la voraz economía pobla-na, que acaparaba la producción texti-lera masiva. Sin embargo, la producción en el ámbito artesanal —que para en-tonces se había multiplicado y diversi-ficado—, sobrevivió gracias a la deman-

Tejiendo cobijas. Tlaxcala, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006.Acervo personal.

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da de los mercados locales y regionales, a la cercanía de los centros urbanos de Santa Ana y San Pablo y a la preserva-ción de las formas tradicionales de los textiles tlaxcaltecas.

El centro histórico y político de San Bernardino concentra el mayor número de los talleres familiares. Aquí se siguen confeccionando los “saltillos” y “cholul-tecos”, los más antiguos entre los gaba-nes que precisan de las técnicas de con-fección más primigenias, teñidos con nogal y añil, aunque esto sea cada vez menos frecuente ante el empuje de los colorantes químicos.

El funcionamiento de los talleres en San Bernardino descansa en su mayo-ría sobre una estructura familiar de di-

visión del trabajo, en el cual participan los hijos, desde los seis años hasta que se casan, impelidos siempre a montar su propio taller. Cada miembro de la fami-lia se especializa en algún elemento del proceso de la manufactura: lavado, car-dado, hilado y teñido. Muchas veces, dentro de estos talleres familiares hay artesanos asalariados. Otros talleres fun-cionan con un solo individuo, quien de-be conocer y manejar todo el proceso.

Las personas especializadas en la fa-se del teñido —llamados “patieros” por laborar en los patios— son quienes tie-nen más demanda por la complejidad de las técnicas y el mayor tiempo que en ellas emplean. En dicho proceso persis-ten algunas creencias, como por ejem-

Municipio Total Sector primario % Sector

secundario % Sector terciario %

CHIAUTEMPAN 2 0�� 3�� 1�.4 ��1 41.4 �4� 41.3

CONTLA DE JUAN CUAMATZIN

4 ��� �4� 14.1 2 ��� ��.0 1 22� 2�.�

SAN PABLO DEL MONTE

� �0� 1 0�3 14.0 4 144 ��.2 2 311 30.�

SAN FRANCISCO TETLANOHCAN

1 0�� 2�� 2�.0 3�� 3�.� 404 3�.3

Fuente: E. Serrano et al., Indicadores socioeconómicos de los pueblos indígenas de México, 2002, Instituto Nacional Indigenista / Consejo Nacional de Población y Vivienda, México, 2002.

acTividad ecoNómica y ocupacióN

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plo, no tener grasa en las manos, no ha-cer “muina”, y si se hace, moler jojoyo de capulín o durazno y añadirlo al agua del teñido. La actividad del tejido está a cargo de quienes se especializan en la técnica de los “corridos” (saltillos, co-bijas falsas, tzempancles y ceñidores) y los “labrados” (cholultecos, tarascos, az-tecas y mariposas). No obstante, los di-seños se diversifican cada vez con más facilidad y de acuerdo con las percep-ciones de la demanda.

La pobLacióN Nahua

eN Las faLdas

de La maLiNche

Cuando arribaron los teochichimecas de habla náhuatl al territorio tlaxcalte-ca, pueblos como Contla, Totolac, Ix-tacuixtla y Chiautempan eran nahuatla-tos, pero convivían con otras lenguas, como el pinome, lengua otomangue que muy probablemente se hablaba en Cacaxtla y sus pueblos tributarios de la Cuenca del Zahuapan y La Malinche. En el siglo xvi, pueblos como Hueyotli-

pan, Atlangatepec, Tecoac, Texcalac y Xaltocan hablaban otomí. En Ixtacuix-tla, Totolac, Atlihuetzía, Chiautempan, Tepeyanco y Nativitas, los otomíes se relacionaban con los hablantes de ná-huatl. La lengua náhuatl era entonces la que más se habla en Tlaxcala, pero no la única, tal como ocurría en otras partes del altiplano central. En la ac-tualidad, el pinome es una lengua ex-tinta. Existe un barrio en San Bernardi-no Contla llamado Guadalupe Ixcotla; los contlecos llaman a sus hablantes de náhuatl cahcaxme, por su hablar corrompido, salpicado de extrañas in-flexiones tonales. Con el sólo ánimo de llamar la atención sobre este caso, podemos conjeturar que quizá los ca-hcaxme sean los últimos descendientes de los pinome que poblaban Contla en el siglo xii y, que tal vez, su variante dialectal sea consecuencia del contac-to de la lengua náhuatl con el tronco lingüístico otomangue.

Hoy la lengua náhuatl se ha remon-tado a las faldas de La Malinche, donde

Cuando arribaron los teochichimecas de habla náhuatl al territorio tlaxcalteca, pueblos como Contla, Totolac,

Ixtacuixtla y Chiautempan eran nahuatlatos.

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Nahuas de Tlaxcala

existen apenas unos 20 641 hablantes, la mayoría de ellos de más de 35 años de edad. En el censo del año 1779, se repor-ta todavía un elevado porcentaje de po-blación indígena en Tlaxcala (al menos de 72.4 por ciento), el cual ha menguado desde entonces, hasta quedar como un residuo la población antes señalada.

Al parecer, el náhuatl de Tlaxcala es-tá experimentando un reflujo, como lo muestra la pirámide lingüística por eda-des, elaborada por el Instituto Nacional Indigenista (Serrano, Embriz y Fernán-dez; 2002). Dicha gráfica muestra cómo el número de nahuatlatos se ha reduci-do de manera considerable de los cin-co a los 20 años. La tasa de crecimiento de los pueblos nahuas de Tlaxcala pre-senta un ritmo más lento que en el res-to del estado, ya que en la actualidad es de apenas 3.1 por ciento. No obstante, aun cuando el porcentaje de hablantes ha decrecido, en términos absolutos hay 3 879 más que en 1990, mientras que la tasa de crecimiento de las mujeres es más alta que la de los hombres en el ámbito estatal y en el nacional.

Existe un reconocimiento recíproco y popularizado entre las poblaciones de habla náhuatl con respecto a su identi-dad. Desde Guadalupe Tlachco, la úl-tima población más septentrional que habla el mexicano, los nahuatlatos re-

conocen a sus hermanos de lengua por los pueblos en donde la gente “de edad” conserva sus peculiaridades lingüísti-cas, como el uso de la “tl”. Los esfuer-zos por “rescatar” o “mantener” la len-gua náhuatl en estos pueblos provienen primordialmente de los habitantes; por ejemplo, en la acción de las autorida-des de San Isidro Buensuceso que ante-ponen el náhuatl a la nomenclatura de las calles (Ninojili itoca Máximo Rojas, Ninojili itoca 20 de noviembre), o bien, nombres de calles principales, como la Motenehuatzi, en Santa María Tlacate-cpa. Asimismo, la creación de la ofici-na gubernamental para la atención a los pueblos indígenas en el presente sexenio (2005-2011), encabezada por el profesor Germán Zamora, nativo de San Francis-co Tetlanohcan, y los cursos de lengua náhuatl que se imparten en el Instituto Tlaxcalteca de Cultura y en la Facultad de Filosofía y Letras de la universidad es-tatal, parecen ser un importante esfuerzo por salvaguardar el idioma.

Los esfuerzos por “rescatar” o “mantener” la lengua náhuatl

en estos pueblos provienen primordialmente de los habitantes.

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Pueblos INdígeNas del MéxIco coNTeMPoráNeo

* Fuente: Sistema Nacional de Información Municipal, Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal / Secretaría de Gobernación, México, 2000.NB: Los datos del Instituto Nacional Indigenista de 2002 contabilizan 23 737 hablantes de náhuatl en el estado de Tlaxcala. Es posible que esta cifra incluya a los nahuatlatos inmigrantes y de otros municipios. Los datos del Perfil Sociodemográfico del estado de Tlaxcala registran 26 662 hablantes de lengua indígena, esta cifra incluye a todos los demás hablantes de lenguas indígenas inmigrantes. Para la tabla mostrada aquí, se han tomado en cuenta sólo los hablantes de náhuatl que viven en los municipios históricos de La Malinche.

Municipio Número de hablantes % Municipal

AMAXAC DE GUERRERO 1�� 2.0�

CHIAUTEMPAN 1 ��� 3.0�

MAZATECOCHCO ��1 10.1�

CONTLA DE JUAN CUAMATZI 4 33� 1�.03

ACUAMANALA 102 2.34

SAN PABLO DEL MONTE � 02� 1�.�0

SANTA CRUZ TLAXCALA 32� 2.��

TENANCINGO ��� �.��

TEOLOCHOLCO ��� �.��

PAPALOTLA 4�� 2.1�

LA MAGDALENA TLALTELULCO 44� 3.2�

SAN FRANCISCO TETLANOHCAN 1 32� 14.�2

SANTA CATARINA AYOMETLA 120 1.�1

SANTA CRUZ QUILEHTLA 131 2.��

ToTaL 20 641

pobLacióN de habLa NáhuaTL por muNicipio (2000)*

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Nahuas de Tlaxcala

Municipio Total Asiste % No asiste %

CHIAUTEMPAN ��� �21 �3.4 �� �.�

CONTLA DE JUAN CUAMATZIN 2 13� 1 ��� �3.4 104 �.�

SAN PABLO DEL MONTE 4 444 3 ��� ��.3 ��� 14.�

SAN FRANCISCO TETLANOHCAN ��4 �2� �4.� 4� �.1

asisTeNcia escoLar y aLfabeTismo eN pobLacióN de 6 a 14 años

Fuente: E. Serrano et al., Indicadores socioeconómicos de los pueblos indígenas de México, 2002, Instituto Nacional Indigenista / Consejo Nacional de Población y Vivienda, México, 2002.

Municipio Total Alfabeta % Analfabeta %

CHIAUTEMPAN 1 �2� 1 33� �2.3 2�� 1�.�

CONTLA DE JUAN CUAMATZIN 4 040 3 0�� ��.� ��2 24.1

SAN PABLO DEL MONTE � 043 4 ��2 ��.2 2 4�1 34.�

SAN FRANCISCO TETLANOHCAN 1 213 ��� �3.1 32� 2�.�

aLfabeTismo eN pobLacióN de 15 años y más

Fuente: E. Serrano et al., Indicadores socioeconómicos de los pueblos indígenas de México, 2002, Instituto Nacional Indigenista / Consejo Nacional de Población y Vivienda, México, 2002.

La epopeya de Los TLaTepuTzcas

Los antepasados de los pueblos nahuas de La Malinche se remontan a 12 mil años atrás, cuando el clima era propicio para que los grupos de cazadores y reco-lectores hallaran sustento en esas tierras; pero fue hasta 8 mil años después que se

pudieron asentar en los mismos lugares que hoy ocupan y en donde, gracias a los escurrimientos de arroyos temporale-ros, fue posible la agricultura sustentada en terrazas para cultivo, pozos y cuezco-mates para almacenar víveres y granos, así como en hornos para la producción

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de cerámica y la cocción de alimentos. De manera complementaria, el cultivo del maguey garantizaba la dotación de quiotes para la construcción, las pencas se usaban para obtener fibras de uso di-verso, cocer y envolver alimentos, y el aguamiel se empleaba como medicina y, para fermento del pulque, como be-bida ritual. En el año 1000 a.C., alrede-dor de 40 mil personas ocupaban unos 150 pueblos en las laderas occidentales de La Malinche y la cuenca del río Za-huapan, pero del 400 a.C. al 200 d.C., el área vivió un apogeo civilizatorio.

Las crónicas de Diego Muñoz Ca-margo, historiador tlaxcalteca, afirman que los olmeca-xicalancas tomaron po-sesión de la parte sur de esta pequeña entidad que hoy es Tlaxcala, justo en-frente de una antigua pirámide que por su grandeza señoreaba la altura de to-do el paisaje y desde donde podía ver-

Autoconstrucción. San Isidro Buen Suceso, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006.Acervo personal.

se la gran pirámide de Quetzalcóatl, en Cholula.

Estos olmeca-xicalancas provenien-tes del sur, a juzgar por sus peculiares distintivos materiales, fundaron el asen-tamiento de Cacaxtla, una formidable ciudad que al parecer se enfrentó a con-tinuas guerras, como lo atestiguan las pinturas murales de su templo mayor, las enormes albarradas y las fosas defen-sivas que lo rodeaban. Tiempo después su dominio decayó. La pirámide que tie-ne enfrente es la de Xochitécatl, cuyos pobladores estuvieron relacionados con una cultura más antigua, dedicada por entero a la agricultura y a la adoración de las deidades del agua, perteneciente al periodo de auge cultural en el valle y que, al parecer, formaba parte del anti-quísimo señorío de Cholula.

Durante los primeros años del siglo xiv llegó la tercera legión de hablantes

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de náhuatl; se dice que venían de Me-tztitlán, con gran experiencia en el arte de la guerra, pues eran un pueblo muy avezado en estos menesteres. Por su crueldad y sus extraños hábitos de co-mer carne cruda y chupar la sangre de los animales (chichinaliztli), los antiguos nativos los llamaron teochichimecas.

Ellos habían vagado por “muy áspe-ras montañas” en busca de sus herma-nos, los culhua tepanecas, aculhuaques y chalmecas, quienes ya estaban asenta-dos, unos en el Valle de México y otros en el valle poblano-tlaxcalteca. Los teo-chichimecas se establecieron primero en Cuauhtitlan, en el extremo norte de la Laguna de Zumpango, pero al ver el ex-tremo abigarramiento en que se hallaban con los pueblos tepanecas y culhuas, op-taron por trasladarse a la orilla de la es-pléndida Laguna de Tezcoco, en donde gobernaban sus más cercanos parientes, los prósperos aculhuaques tezcocanos, quienes les dieron buen recibimiento y un sitio para que se establecieran junto a la laguna, en medio de Chimalhuacan y Tezcoco: los llanos de Poyauhtlan.

La Tierra promeTida

Como dice el poema tezcocano, “si es jade, se rompe y si es pluma de quet-zal, se rasga”, así la bienaventuranza de estos teochichimecas pronto se vio rota

por los continuos hostigamientos de los culhua tepanecas, quienes temían por la expansión ambiciosa de los advene-dizos. Fue así que una vez confedera-dos culhua mexicanos y tepanecas, les hicieron la guerra por tierra y por agua, pero iniciada la contraofensiva vencie-ron a sus enemigos con gran afrenta. Pe-se a tan sonada victoria y ya enfrentados con sus vecinos, escucharon la voz de Camaxtli, dios de la cacería y la guerra, quien les aconsejó abandonar Poyauh-tlan, avanzar hacia donde sale el sol, trasponer la Sierra Nevada y buscar otro asiento. Para ello, sus parientes de Tez-coco les proporcionaron guías a fin de que treparan hasta lo más alto del Cerro Tláloc, desde donde vieron hacia el po-niente el lacustre Valle de México que abandonaban y hacia el oriente, la pro-misoria tierra de los señoríos de Cholu-la, Huexotzingo, Quauhquecholan y Te-camachalco, asentados todos en el rico valle poblano-tlaxcalteca.

Dejando una parte de su gente al mando de Chimalcuixin tecuhtli, quien posteriormente poblaría la región de Huauchinango, en la Sierra Norte de Puebla, los teochichimecas salieron de Poyauhtlan en el siglo xii de nuestra era y, tras una corta estancia en Chalco, lle-garon finalmente a la parte sur de Tlaxca-la, de donde echaron de sus tierras a los

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olmeca-xicalancas, pero no establecie-ron allí sus reales, sino en las inmedia-ciones de un pueblo llamado Cohuaza-capechpan, próximo a la actual ciudad de Tlaxcala, en el barrio de Ocotelulco, perteneciente a la provincia de Cholu-la. De ahí expulsaron a los dos tecuhtlis gobernantes, luego se marcharon a Con-tla (también llamado Coatlán, y tras la Conquista, San Diego Chicometépetl o Cuechcometépetl), lugar de asiento de olmeca-xicalancas y adoradores de Xi-huitecohtli (deidad solar del fuego), en donde flecharon a los principales en lo alto del cerro Moyotepec. Consumadas tales matanzas, los teochichimecas al fin fundaron su señorío en lo más alto de la serranía de Tepeticpac, desde cu-yas alturas se domina la barranca del río

Zahuapan, lugar en el que siglos más tarde los españoles fundarían la colonial ciudad capital de Tlaxcala.

eL porTeNTo de camaxTLi

Con todo, el naciente dominio de los teochichimecas tlaxcaltecas sufrió su primer embate muy pronto; todos los pueblos recientemente sujetos a su do-minio, traición mediante, se rebelaron contra ellos. Derrotados y sitiados en su fortaleza de Tepeticpac, pidieron ayu-da a sus antiguos aliados y parientes de Tezcoco, quienes enviaron un nume-roso y poderoso ejército. Pero el señor de Huejotzingo, al ver que los teochi-chimecas eran socorridos por el pue-blo de Tezcoco, entre otros aliados de la región, y temiendo un fin adverso a su poderío y dominio, a su vez, solicitó auxilio a los mexicanos tepanecas para atacar y destruir en sus aposentos a los teochichimecas.

Sin embargo, el señor de los tepa-neca con tal de no enemistarse con los de Tezcoco, mandó un mensajero a los teochichimecas para advertirlos de lo que se tramaba contra ellos, y fue así que los tepanecas acudieron a petición del señor de Huejotzingo, principal ene-migo de los de Tlaxcala, pero sólo para hacer presencia pasiva en lo alto de un cerro cercano, desde donde contempla-

Ruinas. Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006.Acervo personal.

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ron la derrota de los aliados contra los teochichimecas tlaxcaltecas, quienes se dice que gracias a un ritual mágico que los sacerdotes celebraron en el templo de Camaxtli, adquirieron nuevos bríos para derrotar a sus enemigos.

eL desafío de mohTecuzoma

Pacificados sus adversarios, los teochi-chimecas fundaron con su propio lina-je los señoríos históricos de Tepeticpac, Quiahuiztlán, Ocotelulco y Tizatlán, si bien existieron otros que gobernaron en el territorio dominado por Tlaxcala: Contla, Chiautempan, Ixtacuixtla y Hua-mantla. A sus nuevos aliados, los oto-míes, les permitieron gobernar desde los señoríos de Hueyotlipan, Atlangatepec, Tliliuhquitepec, Tecoactzinco, Texcalac, Xipetzingo y Xaltocan (cuyos señores provenían del viejo Xaltocan, en el Esta-do de México y a quienes los tepanecas expulsaron después de una contienda sangrienta). Los otomíes mostraron ser guerreros diestros y muy útiles en caso de amenazas a la nueva Confederación de Tlaxcala, como las que los continuos ataques de Mohtecuzoma les lanzó.

En efecto, cuando los de México-Te-nochtitlan fueron a exigir vasallaje a los que llamaban tlateputzcas (“los que vi-ven al otro lado de la sierra nevada”), éstos respondieron:

Tlaxcala no os debe vasallaje, ni desde

que salieron de las Siete Cuevas; jamás

reconocieron con tributo ni pecho a

ningún rey ni príncipe del mundo, por-

que siempre han conservado su liber-

tad; y como no acostumbrados a esto,

no te querrán obedecer, porque antes

morirán que tal cosa como ésta con-

sentir. (Muñoz Camargo; 1998, p. 133)

Mohtecuzoma y sus aliados pusieron cerco al territorio de Tlaxcala, y por esa razón durante 60 años sus pobladores carecieron de algodón, oro, plata, plu-mas, cacao y sal. Por lo mismo, en aque-llos años Tlaxcala fue refugio de otros pueblos dominados por los mexicas; tal fue el caso de Nezahualcóyotl, señor de Tezcoco, y de gente de Chalco, viejos parientes de los tlaxcaltecas, a quienes los mexicas expulsaron de su dominio. Ahora hallaban un lugar para aposentar-se en el pueblo de Tepeyanco, en las in-mediaciones de la laguna de Acuitlapil-co, quizá para no extrañar su medio.

Como puede observarse, la confede-ración tlaxcalteca iba agregando aliados, con base en sus linajes aposentados du-rante su peregrinar en el pasado, al tiem-po que afianzaba las relaciones dentro de su territorio. Otorgaba a estos pue-blos una autonomía política que les per-mitía tener sus propias formas de gobier-

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no, muchas veces copiadas de sus viejas costumbres comunales, como fue el ca-so de Tepeyanco, a la usanza de Chal-co, en donde también reprodujeron el calpulli, antigua organización gentilicia y barrial más propia del Valle de Méxi-co. Este tipo de organización política fue la que prevaleció en los pueblos nahuas de La Malinche.

Así las cosas, los asedios y guerras entre Tlaxcala y Huejotzingo, aliado de Mohtecuzoma, continuaron hasta la lle-gada de los españoles.

La LeyeNda Negra de TLaxcaLa

Mucho se ha discutido acerca de la his-tórica traición perpetrada por los tlax-caltecas en contra de los mexicas, pero también es cierto que ya se han dispen-sado muchas respuestas desfavorables a tal afirmación. Para añadir un argumento a esta disputa ya resuelta, baste con de-cir que no se podía ser traidor de quien

se era enemigo, ni se podía invocar al fantasma de la traición cuando no exis-tía una nación a la cual jurar fidelidad.

Lo cierto es que cuando las tropas de Cortés entraron a territorio de Tlaxcala fueron recibidas de manera agresiva por un numeroso contingente de otomíes, comandados por Xicohtencatl Axayaca-tzin, hijo del señor de Tizatlán, Xico-htencatl “El Viejo”. El joven capitán Xi-cohtencatl arrojó a los bravos otomíes contra los españoles, quienes sufrieron un duro golpe, aunque ganaron esta ba-talla y otras dos más.

Alojados en Ocotelulco como ami-gos, los castellanos escucharon de los tlaxcaltecas las vejaciones de que eran víctimas por parte de Mohtecuzoma y sus aliados, los huejotzincas y cholulte-cas. Cortés decidió seguir su camino y eligió el de Cholula en donde, pretex-tando noticias de una posible embosca-da, llevó a cabo una matanza con ayu-da de los guerreros tlaxcaltecas, quienes siguieron a Cortés en su aventura rumbo a México-Tenochtitlan, donde fueron recibidos por Mohtecuzoma y alojados en el palacio de Axayácatl.

El episodio de la Noche Triste, cuan-do los mexicas tundieron con todo a los españoles y a sus aliados, pronto fue su-perado ya que, cuatro días después, es-te maltrecho ejército fue acogido en te-

Cuando las tropas de Cortés entraron a territorio de Tlaxcala fueron

recibidas de manera agresiva por un numeroso contingente de otomíes,

comandados por Xicohtencatl Axayacatzin, hijo del señor de Tizatlán,

Xicohtencatl “El Viejo”.

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rritorio de Tlaxcala. Cortés ahí ordenó construir bergantines con madera traí-da de Orizaba y que los probaran en el río Zahuapan. Un año más tarde, y en marcha ya rumbo al asedio de México-Tenochtitlan, Cortés llevaba consigo un numeroso ejército tlaxcalteca, pero al llegar a Tezcoco, el joven Xicohtencatl decidió abandonar la empresa y regre-só con su contingente de guerreros de Tizatlán. Cortés ordenó aprehenderlo y ahorcarlo en el acto.

Los preferidos de españa

El año de 1521 marca la fecha de la caída de México-Tenochtitlan. La Co-rona española tenía deparados grandes planes para los de Tlaxcala, a quienes agradecía su colaboración en la con-quista. Una tarea encomendada a Tlax-cala fue la construcción de la ciudad española de Los Ángeles y su majestuo-sa catedral, situada en los márgenes de tierras tlaxcaltecas, al sur de la mon-taña de La Malinche, la cual, por su estratégica ubicación en la ruta hacia el puerto de Veracruz, creció como una señorial ciudad comercial y neta-mente española. Nombrada de mane-ra oficial “La Puebla de los Ángeles”, pronto se le quitó el apellido y, con el correr de los años, simplemente se quedó con el nombre de Puebla.

Otra tarea fue la colonización del norte, cuyos yacimientos de plata en la Gran Chichimeca se ofrecían como la riqueza a alcanzar. Luego de los acuer-dos establecidos entre Luis de Velasco y el Cabildo tlaxcalteca en 1591, las pri-meras familias de los cuatro señoríos se dirigieron al norte y en 1598 fundaron Santa María de las Parras. Cada señorío tenía como misión participar en la con-quista y colonización de determinadas regiones norteñas: a Tepeticpac le co-rrespondió San Luis Potosí, Quiahuizt-lán fue a Jalisco, Ocotelulco a Nayarit y Tizatlán a Coahuila.

Como Tlaxcala tomó parte activa en la pacificación muchas veces violen-ta de las tribus de guachichiles, cazca-nes, zacatecas, acaxees y tepehuanes, el acuerdo del establecimiento de colonias en tierras de indios bárbaros se consoli-dó pacíficamente gracias a los intercam-bios y obsequios de alimentos y vesti-mentas a los gentiles.

Con estas variantes, los cultivado-res y artesanos textiles de Tlaxcala fun-daron, en el extremo norte del territo-rio de la Nueva España, las ciudades de San Antonio (Texas) y Santa Fe (Nuevo México). La última fundación con po-bladores tlaxcaltecas fue San Juan de Nueva Tlaxcala, en Nuevo León, en el año 1801.

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Los señores de Tlaxcala fueron reco-nocidos en sus títulos, pero no en su ri-queza. Los apellidos de origen náhuatl aún prevalecen como consecuencia de esta política. Uno de los privilegios con-cedidos a Tlaxcala consistió en no per-mitir la encomienda española en su te-rritorio, y la “Muy Noble y Muy Leal

Ciudad de Tlaxcala” —llamada así y fundada por españoles— fue reconocida como República de Indios, con su pro-pio ayuntamiento autónomo, y exclusi-vamente indígena.

La organización indígena también fue respetada, pero se combinó con for-mas de gobierno medievales: en la cús-pide de la autoridad se encontraba el gobernador, elegido por un cuerpo de 220 principales representantes de ca-da pueblo; en seguida, el cabildo, com-puesto por miembros de los cuatro seño-ríos principales. Los tlahtoques, señores de estos pueblos, tenían su puesto ga-rantizado por ser vitalicio, y sobre ellos recaía anualmente y de manera rotativa el cargo de gobernador. Abajo estaban los alguaciles, mayordomos y tlaxilaca-lis (recolectores de tributos), designados por el cabildo. Tal institución reforzó la estructura política de los pueblos, al in-corporar a los principales en cargos de similar importancia a los que tenían an-tes de la llegada de los españoles.

Por otra parte, Tlaxcala dependía di-rectamente de la Corona; tal posición jurídica consolidó la organización po-lítico-administrativa y territorial, por lo que, como pueblo realengo, permane-ció así por el resto de la Colonia y fue su autonomía y cohesión lo que ayudó a la definición cultural en el área. Asi-

El huehuetl no es nada más el sobreviviente de viejos usos rituales y marca de indianidad. Es, sobre todas las cosas, la esencia personalísima de las fiestas y el tono particular de la identidad. Tlaxcala, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006.Acervo personal.

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mismo, la concentración de los nobles indígenas en la ciudad de Tlaxcala por disposición real ocasionó el desarraigo de sus pueblos originales, de tal mane-ra que éstos refirmaron su poder local; por otra parte, el reconocimiento como pueblo o República de Indios con de-recho a tierras de comunidad y a elegir alcalde propio —como se hacía en las poblaciones de más de 30 tributarios o familias— favoreció la autonomía polí-tica y económica de los pueblos de La Malinche. Por lo demás, el propio cen-tralismo del cabildo indígena de Tlaxca-la ayudaba a la preservación de la uni-dad y privilegios de los pueblos.

Tiempo después, la misma Corona dejó de respetar la disposición de Car-los V que prometía a Tlaxcala que nun-ca darían su territorio como mercedes de tierra, pues, a pocos años, el virrey Antonio de Mendoza otorgó algunas a varios castellanos. Con esto se daba en-trada al régimen de la hacienda en la

entidad, aunado al hecho de que mu-chos caciques vendieron tierras a espa-ñoles durante la hecatombe demográfi-ca, ocurrida a finales del siglo xvi y que obligó a múltiples reacomodos de la po-blación indígena, en las llamadas con-gregaciones (se calcula que la población en Tlaxcala se redujo 85 por ciento). Puesto que los españoles prefirieron las fértiles tierras de la cuenca del Zahua-pan y las despobladas de Huamantla, la región de La Malinche se vio libre del mestizaje en esos años.

de La boNaNza a La crisis

El siglo xix fue contrastante para los pueblos nahuas de Tlaxcala. Por un la-do, las vías férreas que se construyeron a lo largo de la falda occidental de La Malinche para unir el entronque Méxi-co-Veracruz con la ciudad de Puebla, favorecieron el desarrollo de hacien-das y ranchos que se encontraban en las proximidades de los tendidos del ferro-carril, además de permitir su articula-ción con el mercado nacional. En par-ticular, el pueblo de San Bernardino Contla —enclavado en la orilla de esta línea— vivió un periodo de bonanza en su producción de pulque y textiles. En cambio, sus vecinos rivales, Santa Ana Chiautempan y San Pablo Apetatitlán, sólo desarrollaron el rubro textil debi-

Tlaxcala dependía directamente de la Corona,

lo cual consolidó la organización

político-administrativa y territorial.

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do a esta misma proximidad con las vías férreas, a su enlace directo con la capi-tal y a la existencia de una mejor infra-estructura productiva, favorecida por la existencia de capital acumulado resi-dente. Durante muchos años los tinaca-les de San Bernardino fueron sustento económico y ritual, pues en las fiestas patronales y nombramientos de autori-dades tradicionales corrieron miles de litros de neutli, al que los españoles lla-maron “pulque” (pulcre era el nombre con el que conocían los araucanos de Chile a cierta bebida fermentada, seme-jante al octli que bebían los habitantes del centro de Mesoamérica).

Por otra parte, el estado vivió siem-pre periodos oscilantes en la producción agrícola, pues la zona norte no contaba con áreas de regadío natural ni con tie-rras fértiles, fue así que su economía se sustentó básicamente en la ganadería y la producción pulquera.

En cambio, la zona centro-sur, irriga-da por los ríos Atoyac y Zahuapan, resul-

tó ser más propicia para la agricultura, pese a que no contaba con importantes distritos de riego y a que su dinámica dependía más de los temporales, propi-ciados por los ya no tan extensos bos-ques de La Malinche. Como tal, fueron constantes las continuas crisis producti-vas en este sector durante la Colonia y gran parte del siglo xix. Los pueblos na-huas asentados en sus faldas dependie-ron por cientos de años de la agricultura temporalera, pero también de los recur-sos de sus bosques y, desde el siglo xvi, de la industria textil.

El 27 de mayo de 1910, Juan Cua-matzin, regidor de San Bernardino Con-tla, encabezó una gavilla integrada por campesinos de la región que intentó arrestar al gobernador Próspero Cahuan-tzin. La asonada fracasó y Cuamatzin y sus hombres se replegaron a La Malin-che, donde continuaron la lucha hasta febrero de 1911, cuando Cuamatzin fue arrestado y fusilado.

El relativo estado de jauja se rompió en los años posteriores a la Revolución, pues sus promotores rechazaron el siste-ma capitalista fincado en las haciendas, al que culparon del atraso. La agricul-tura, la pulquería de hacienda y la pro-ducción textil fueron los sectores más golpeados y, desde luego, la población resintió la crisis. Como consecuencia,

Los araucanos de Chile conocían como pulcre a cierta bebida

fermentada, semejante al octlí que bebían los habitantes

del centro de Mesoamérica.

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la emigración se convirtió en el recurso de supervivencia para muchos habitan-tes de los pueblos de La Malinche, por lo que habría de adquirir características peculiares.

El impulso a la industrialización del estado se propuso desde entonces como el motor de la economía en la región,

factor que habría de impactar de manera definitiva a los pueblos de La Malinche.

ideNTidad campo-ciudad

y orgaNizacióN cívico-reLigiosa

La identidad de Tlaxcala no se ha reple-gado hacia La Malinche. Por el contra-rio, actualmente convive en ciudades

Busto de Juan Cuamatzin, héroe cultural de San Bernardino Contla, en el atrio de la iglesia. San Bernardino Contla, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006.Acervo personal.

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y pueblos con el mundo exterior, sin abandonar sus costumbres ancestrales y haciendo de la hospitalidad un recurso de diálogo con el fuereño. Como se ha podido advertir, la fuerza de la identi-dad de los nahuas de La Malinche tiene raíces históricas bien definidas. Sumado a la independencia que los tlaxcaltecas mantuvieron en la época prehispánica y a la autonomía lograda respecto a la Corona española durante la Colonia, a partir del siglo xix, Tlaxcala se replegó hacia la identidad municipal como re-acción a la creciente influencia de Pue-bla, sobre todo en la región centro-sur. Por añadidura, las tierras comunales de los pueblos nahuas de La Malinche se vieron libres de ser enajenadas, me-diante la simulación del fraccionamien-to de terrenos, como lo ordenaba la ley dictada por Próspero Cahuantzin, o de-clarándolas “ejidos desde tiempo inme-morial”, recurso que las salvaba de la desamortización. Esto evitó la adquisi-ción de las tierras por parte de personas

ajenas a los pueblos, y la “pureza cultu-ral” quedó garantizada en La Malinche, al menos por unos años más.

La forma de ser de los nahuas mace-hualcopa es palpable en ciclos festivos y usos coloquiales, reforzados a toda prueba por las formas de convivencia familiar, las lealtades políticas, el paren-tesco y el compadrazgo, todas ellas re-significadas en la medida en que la rea-lidad les va planteando distintas formas de supervivencia.

Por muchos años, la aculturación fue el término favorito de la antropolo-gía para explicar los cambios sociocul-turales en sociedades indígenas; se pen-saba que dichos cambios en la cultura material y espiritual explicaban por sí solos el grado de etnicidad y era tam-bién un sinónimo de mestizaje y desin-tegración del grupo. Pero esta noción pasaba por alto la conciencia étnica no por sí misma, sino en concordancia con su realidad y a partir de los mismos su-jetos sociales. Ignoraba que la concien-cia étnica se encuentra en el concepto de pertenencia del grupo que se identi-fica entre sí, a partir de códigos e his-torias culturales comunes. Para los pue-blos nahuas de La Malinche, preservar su identidad es una garantía que mantie-ne cierta situación económica, social y política que resulta eficaz para la super-

La forma de ser de los nahuas macehualcopa se aprecia

en ciclos festivos, por su convivencia familiar, sus lealtades políticas, el parentesco y el compadrazgo.

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vivencia, en un medio donde el mundo mestizo empuja con toda su carga mo-dernizadora e industrializadora.

Enlazados por una autopista de cua-tro carriles que corre paralela a la línea del ferrocarril desde Santa Ana Chiau-tempan hasta Puebla, los pueblos ma-lincheros comparten la convivencia en-tre modernas formas de vida urbana con las antiguas, rurales y tradicionales. Los temascales para eventuales baños tera-péuticos de vapor y los cuezcomates pa-ra almacenar maíz, cuyo uso ciertamen-

te va en descenso, son parte ocasional del paisaje semiurbanizado de los pue-blos de La Malinche.

Mientras tanto, las formas económi-cas de manutención como la produc-ción de carbón, el tejido de gobelinos, tapetes y sarapes son aún prácticas re-currentes en los barrios más arribeños y próximos al cono volcánico. Y contra toda presunción sociológica, continúan vigentes sistemas de organización reli-giosa que en un pasado no muy lejano estuvieron muy vinculados a los sistemas

Iglesia principal. San Francisco Tetlanohcan, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006.Acervo personal.

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políticos locales, de los que persisten los tiaxcas y toda su cohorte de cargos civi-les. Las creencias en seres divinos liga-dos a la montaña y los poderes que de ella emanan son propios de las comuni-dades de nahuatlatos, relacionados con la decreciente economía agrícola.

La costumbre de heredar la residen-cia patrilocal al xocoyote o hijo varón más joven, parece ser ya poco habitual; son pocas las familias de San Bernardi-no Contla, San Francisco Tetlanohcan, Tenancingo, Acxotla del Monte y, en

mayor medida, en Guadalupe Tlachco y San Isidro Buensuceso que aún prac-tican esta costumbre. También aquella tradición de los jóvenes de besar la ma-no de los padres o padrinos al saludar, como solían hacer sus padres antaño, ha caído casi en desuso.

eL sisTema TradicioNaL

de cargos

Los estudiosos creen que el sistema de cargos que persiste en los pueblos de La Malinche es resultado de la adaptación

Músicos de San Francisco Tetlanohcan. Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006.Acervo personal.

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que se hizo de la organización comu-nal medieval y religiosa traída por los españoles, a las condiciones culturales en que se instituían los señoríos tlaxcal-tecas. Es bajo este tipo de organización de los pueblos que se define y localiza la identidad de los nahuas en Tlaxcala, pues de ello depende la plausibilidad de los individuos en la sociedad, así co-mo la definición religiosa de los barrios para asignar los cargos.

En el atrio de la iglesia de San Ber-nardino Contla, cada 30 de noviembre, los barrios y pueblos pertenecientes a esta cabecera entregan formalmente el cargo a los tiaxcas (“el hermano ma-yor”) y a los mayordomos, elegidos en asambleas comunales, semanas y has-ta dos meses antes. En esas vísperas, el tiaxca en el cargo ofrece un convite con tamales y refrescos en su casa a los ha-bitantes de su barrio con el fin de elegir a los nuevos ocupantes de los cargos. Los asistentes no sólo tienen derecho a voz y voto (aunque sólo participan hombres), son susceptibles también de ser elegidos para los diferentes cargos, por medio de unas listas integradas pre-viamente y que habrán de ser discutidas y votadas. A veces, con golpes zanjan una diferencia en las listas. Otro tanto sucede en los “barrios” o pueblos suje-tos a San Bernardino: Xopantla, San Mi-

guel Xaltipa, San José Aztatla, San Feli-pe Cuauhtenco, Santa María Tlacatecpa (jocosamente llamado Cuba), Axolhuah-ca, Aquiahuac, Nezahuala Colhuacan, Ixtlahuaca, Barrio de La Luz y Ocotlán Tepatlaxco.

El tiaxca ocupa el lugar más alto dentro de esta jerarquía por haber pasa-do ya por todos los niveles, por lo que recae generalmente en los ancianos. Su palabra es definitiva en las decisio-nes religiosas del barrio. La jerarquía de las mayordomías cuenta con la misma composición que los cargos civiles.

barrio cargos

Tlacomulco

Ahcuic Tiaxca

Xochayatla Dibutado

Axolhuahca Tupile

Juárez Tequihuahque

Sección Primera Fiscal

Aztatla

barrios y cargos eN saN

berNardiNo coNTLa

Los tequihuahques constituyen los cargos más numerosos, puesto que se pueden elegir hasta 15 de ellos. El tu-pile es ordinariamente el encargado de

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recolectar el dinero para las fiestas. El dibutado es una especie de secretario y el que, como dicen los informantes, ha-ce el tlilmolli (mole prieto).

El día 30 de noviembre se juntan los nuevos funcionarios de cargo tradicio-nal y los mayordomos recién electos en la casa del tiaxca, donde les convi-dan tamales y atole; después todos van al atrio de la iglesia de San Bernardino a presentarse ante el pueblo como los nuevos ungidos, y ahí los mayordomos convidan a los asistentes canastas con pasteles, tortas, bebidas y refrescos. Sin embargo, el 24 de diciembre es cuando, en el mismo atrio, les son entregadas las varas de mando durante la celebración de un ritual de paso, sancionado con una misa.

Mayordomías de Contla• Dulce nombre de Jesús• Virgen de Guadalupe• San Diego• Corazón de Jesús• El Merino• Virgen de la Soledad• San Bernardino

San Francisco Tetlanohcan divide su espacio en tres barrios: Jesús Xolalpan, Dolores Aquiahuac y Santa Cruz Mah-tlacuahuahcan. En cada uno de ellos se

nombran cargos rotativos que duran un año, a fin de atender distintos asuntos de sus respectivas capillas:

• Fiscal• Teniente• Mayor• Escribano• Portero• Sacristán (2)• Campanero

De manera semejante, para la reali-zación de las fiestas religiosas se nombra un mayordomo por cada barrio. Este ma-yordomo tiene como auxiliares de tres a ocho dibutados, quienes le ayudan en la colecta a comprar flores, velas, co-hetes, a pagar la música de la fiesta y a organizar el convivio en casa del ma-yordomo, encargado de hacer el ­tlilmolli (mole prieto).

En San Bartolomé Cuahuixmatlac, para ingresar al sistema religioso de car-gos, debe empezarse desde el cargo con el rango más bajo: primero acólito, lue-go topil, sacristán, portero, macuil, ma-yor, escribano, fiscal-teniente y, por úl-timo, mayordomo.

En Magdalena Tlaltelulco cada uno de los nueve barrios que la componen (Poxtla, Tecpa Pluma, Tecpa Morales, Teotlalpan, Calnháhuac, Tetela, Comal-

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Nahuas de Tlaxcala

teopa, Yoalcóac y San Miguel) cuentan con su respectiva autoridad, la cual se compone de una dupla llamada princi-pal y un tequihua, electos en la asam-blea del barrio para cumplir funciones de índole civil y religiosa. Su autoridad no está sancionada por la autoridad po-lítica formal.

El nombre primitivo de San Pablo del Monte fue Cuauhtotohuatlan, “el bosque donde abundan pájaros”, aun-

que de éstos ya no queda ninguno; só-lo quedan los barrios en que se divide el pueblo: La Santísima, San Pedro, Tlalte-pango, San Sebastián, San Bartolo, San Cosme, Barrio de Jesús, Santiago, Cristo, San Miguel, San Nicolás y San Isidro.

Lo primordial del barrio es su consa-bida delimitación por los pobladores, lo que permite percibir el primer nivel de identidad étnica desde el pueblo. Cada barrio constituye una unidad territorial

El huehuetl y la tarola, instrumentos presentes en ceremonias religiosas y fiestas patronales. San Pedro Tlalcuapan, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006.Acervo personal.

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Pueblos INdígeNas del MéxIco coNTeMPoráNeo

y de parentesco con residencia defini-da y marcada por la línea paterna y con apellidos en común. En pocos casos, la identificación de los individuos con sus barrios aún revela un origen de identifi-cación gentilicia.

Para los ancianos de San Bernardino Contla, la filiación gentilicia al barrio se ha roto a partir de que los hijos varones se fueron a residir a otros. Los apellidos que consideraban como particulares en cada barrio se desperdigaron por todo el pueblo, razón por la cual los habitantes originarios de los barrios históricos di-cen que “se han mezclado”. Sin embar-go, también asumen que la asignación barrial no se pierde, pues la nominación por apellido sigue manteniendo la afini-dad por el barrio. Es así que los descen-dientes de un hombre mantienen com-promisos económicos, civiles y religiosos con el barrio de su ancestro, pues es ahí donde se lleva a cabo la mayor parte de la vida ritual y social de su parentela.

Algo diferente sucede con las mu-jeres, por lo que, si ellas se casan y van a residir a casa del marido (don-de sea que viva), o incluso en el barrio de ella, adquirirán la filiación al barrio de él, pero si no se han casado o son madres solteras, seguirán pertenecien-do al barrio de sus ancestros por vía paterna. Lo importante en ambos casos

no es la residencia, sino la afiliación a la vía patriarcal.

cosmovisióN

Algunas creencias que tienen su origen en los tiempos prehispánicos continúan vigentes en la memoria de los pueblos de La Malinche. Una de ellas, y sin duda la principal, tiene que ver con la sacra-lización del agua. En la tradición oral, las fuentes que nacen en las montañas del centro-sur del estado y que nutren las aguas del río Zahuapan poseen pro-piedades curativas; por ello, Zahuapan significa “el curador de granos”.

Se dice que en mayo de 1541, la Virgen María se apareció en las proxi-midades de la ciudad de Tlaxcala a un indígena catequista del convento de San Francisco, llamado Juan Diego. La Virgen le mostró un manantial cuyas aguas curaron a varios pobladores de una epidemia y, para confirmar su mila-gro, hizo presente su efigie en un ocote en llamas. La presencia de manantiales milagrosos no era nueva en Tlaxcala, a todos se les relacionaba con el pan-teón sagrado de los pueblos prehispá-nicos del lugar; de hecho, el mismo convento de San Francisco fue cons-truido sobre un viejo teocalli y un ma-nantial en donde se adoraban, a diver-sas deidades del agua.

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Nahuas de Tlaxcala

De manera similar, en 1631, cerca del pueblo de Nativitas, el arcángel San Miguel se le apareció en dos ocasiones a un indio llamado Diego Lázaro, a quien le reveló la existencia de un manantial de agua milagrosa que curó a enfermos afectados por la peste.

Actualmente, cauces de arroyos de temporal que bajan de La Malinche go-zan de fama de milagrosos, sobre todo en Cuahuixmatlac, San Rafael Tepatlax-co, Guadalupe Tlachco y Santa María Aquiahuac. Las cruces, en parajes de la montaña, resguardan manantiales a los cuales se les atribuye relación con las deidades del agua. En este caso se ha-llan el Señor del Monte para Mazateco-chco, Papalotla, Tenancingo, Acuama-nala y San Pablo del Monte, y la Virgen del Monte para Cuahuixmatlac, Guada-lupe Tlachco, San Bernardino Contla y Santa María Acxotla del Monte. Para al-gunos, la Virgen del Monte adquiere a veces la forma de La Malinche, personi-ficada en una mujer blanca.

El 3 de mayo, día de la Santa Cruz, abre el ciclo anual de lluvias para los nahuas de La Malinche, de ahí que sim-bolice el centro espacial y sagrado de los pueblos en las cruces atriales. La cruz sintetiza al pueblo y su territorio, por ello en parajes de Cuahuixmatlac se le usa para marcar límites entre pueblos

y cultivos. Pocos metros montaña arri-ba de San Pablo del Monte, un vertede-ro de agua que emana de una cueva, es coronada por una cruz a la cual los po-bladores procuran y llevan ofrendas ca-da vez que van a llenar sus cántaros.

Otras cruces son símbolos que no pueden faltar para propiciar las lluvias, tal como ocurre con la del cerro Tepeto-mayo, lugar de poder sagrado y petición del vital líquido para los tiemperos, gra-niceros o tecitlanquemes, de San Isidro Buensuceso. Esta cruz tiene los mismos atributos que todas las demás ubicadas en los cerros, esto es, son guardianes de las tierras y los pueblos, los manantia-les y los hogares. Al pie de la cruz se depositan todas las cosas dañinas que el hombre ha recogido en las encrucija-das, así como las múltiples ofrendas pa-ra la sanación de tonales.

De acuerdo con Guiteras Holmes, la cruz se relaciona con la tierra, o es una

En 1631, cerca del pueblo de Nativitas, el arcángel San Miguel

se le apareció en dos ocasiones a un indio llamado Diego Lázaro, a quien le reveló la existencia de

un manantial de agua milagrosa.

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Iglesia principal. San Bernardino Contla, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006. Acervo personal.

prolongación de la misma, y es consi-derada dañina durante el ocaso (Guite-ras Holmes, 1965, citado en Báez-Jorge; 1988). El símbolo cruciforme en Meso-américa se refiere al espacio numinoso de la fertilidad agraria, y la forma de la cruz se relaciona a la figura de la planta de maíz y a las deidades femeninas, de

ahí que exprese el contenido de los ri-tuales agrarios.

Si la cruz es un símbolo del agua y del pueblo, los santos son una rein-terpretación de las antiguas deidades agrícolas, como sucede con el Señor Santiago. Durante la celebración de su fiesta, el 25 de julio en Tlaltepango, ba-

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rrio de San Pablo del Monte, la gente le ofrenda elotes tiernos y matas de maíz en agradecimiento por haber cuidado la milpa. La tradición popular dice que el Señor Santiago ayudó con su caballería a proteger al pueblo durante el ataque de las fuerzas federales en la época de la guerra revolucionaria.

eL señor deL moNTe

y La virgeN deL moNTe

Cuentan en Papalotla que en una ocasión un anciano se le apareció a un pastor y le pidió agua. Cuando el pastor fue en bus-ca de su cantimplora, se dio cuenta de que habían desaparecido varios borregos por su descuido, entonces volvió adonde estaba el anciano y éste le dijo que no se preocupara. En ese momento el anciano tocó una piedra con su bastón y en el ac-to brotó agua. Ahí estaban ya los anima-les del pastor. El viejo era el Señor del Monte y le comunicó al muchacho que quería una capilla en ese mismo lugar.

El pastor corrió a dar aviso a los fis-cales del pueblo de Mazatecochco, pero no le creyeron; se fue a Papalotla, y los fiscales pronto acudieron al sitio, pero los de Mazatecochco se habían adelan-tado y habían encontrado la cruz de pie-dra que el Señor del Monte donó. Cuan-do éstos quisieron levantar la cruz para llevarla a su pueblo, no pudieron, pues

pesaba mucho. Entonces, los fiscales de Papalotla se acercaron, la levantaron con mucha facilidad y la colocaron en el sitio donde hoy tiene su santuario, en el para-je Teoteotziniatzi, perteneciente a Papa-lotla, pero en el límite con Mazatecoch-co y en el bosque de La Malinche.

La adoración del Señor del Mon-te en Papalotla es tan grande que se le ha considerado el segundo santo patro-no del pueblo, después de San Francis-co de Asís. Sin embargo, no es como San Francisco, pues su adoración e identifi-cación territorial y cultural no se limitan a los habitantes de este pueblo: el Señor del Monte atrae a muchos pueblos fieles a su culto, entre ellos se encuentran La Malinche, Tenancingo, Mazatecochco, Acuamanala, San Miguel Contla, Acxotla del Monte, San Francisco Tetlanohcan y San Pablo del Monte, además de algunas regiones poblanas.

Si la cruz es el símbolo del agua y del pueblo, los santos son una reinterpretación

de las antiguas deidades agrícolas, tal como sucede

con el Señor Santiago.

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El 5 de febrero, en ese sitio, Teoteo-tziniatzi es la fiesta del Señor del Mon-te, considerado muy milagroso. Ese día, desde las siete de la mañana acude gran número de personas de los pueblos con sus fiscales al santuario de Teoteotzinia-tzi a adornar con flores la cruz y a sahu-marla. En las horas que permanecen ahí, reciben peregrinaciones de otros pue-blos de La Malinche, incluso de Puebla,

Presidencia Municipal Auxiliar. San Bartolomé Cuahuixmatlac, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006. Acervo personal.

mientras bailan y degustan mole, tama-les, barbacoa y diversas bebidas. La sin-gular alegría de la fiesta tiene que ver fundamentalmente con la que expresa la refundación simbólica del pueblo.

El 1 de mayo, en Cuahuixmatlac se celebra el comienzo de la temporada anual de lluvias con la adoración de una representación de la Matlalcueye, es de-cir, la lluvia o, dicho en otros términos,

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la Virgen María en su advocación de la Virgen del Rayo. Ese día, la Virgen del Monte es llevada por los fiscales, des-de su capilla en el pueblo hasta un pa-raje en el monte llamado Tlatelpa, en donde los padrinos de mayordomía le-vantan la cruz en un altar y al pie de un jagüey. Durante el festejo, los tiax-cas rezan ante las cruces y piden por el bien del pueblo. Finalmente, los padri-

nos de “levantada de la cruz” ofrecen un banquete a todos los presentes.

A un costado de la iglesia de Cuahuixmatlac, hay una lápida que dice:

En el año de 1380 se fundó Cuahuix-

matlac Atetecochco. En 1525 fray Mar-

tín de Valencia construye la primera

ermita, y el 20 de marzo de 1528 el

Cacique Bartolomé Elayotzin dona tie-

rras a favor del santo Bartolomé.

NahuaLes, brujas, curaNderos

y dueNdes

El brujo (tetlahchihuic) ha dejado de aparecer en los campos y barrios de los pueblos, aunque algunos todavía refie-ren historias de estos personajes, otrora indispensables en la tradición oral de la gente. Era este ser a quien le atribuían el “mal de ojo”, pues con sólo la mira-da podía causar enfermedades a la gen-te. En ocasiones, el “mal aire” que crea un tetlahchihuic es causa de visiones —la aparición de duendes o la popular “Llorona”, un ser que se cree es el al-ma de las mujeres muertas en el parto— en historias siempre relacionadas con el agua. El “mal aire” anda comúnmente por el monte y su manifestación más co-mún son las “bolas de fuego”.

La tlahuelpuchime es una bruja que “se chupa” a los niños de noche mien-

Previo a la procesión. San Pablo del Monte, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006. Acervo personal.

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tras duermen. Los afectados refieren que si el niño duerme con ellos en la cama, por la mañana amanece tirado debajo del lecho o en un rincón de la casa, “to-do chupado, bien güerito y sin sangre”. Sin embargo, también dicen que las úl-timas brujas de San Bernardino “dos se murieron de viejitas y otra de enferme-dad”. Doña María de Jesús Tzompan-tzin, anciana textilera oriunda de esta

cabecera, narra su experiencia con es-tos personajes del imaginario cultural:

Según dicen que mi abuelo Francisco

fue a ver el tlecuil a la cocina y pren-

dió el candilito de petróleo y enton-

ces vio y dijo “¿qué cosa está encima

del tlecuil?” Pues eran las piernas de la

bruja, que las dejó así cruzadas en el

tenamate, para que no se enfríen frente

a la lumbre. (María de Jesús Tzompan-

tzin, San Bernardino Contla).

Puede reconocerse a una bruja por-que “tienen los pies bien combados”, pero es en Santa María Belén Atzitzimi-titlán en donde se cree que había mu-chas, de ahí que los de San Bernardino les apoden “los brujos”. El cerro Cuatla-panga es otro sitio de la geografía de La Malinche que aparece de manera recu-rrente en los relatos de brujas:

Aquí unos jóvenes fueron a subir a un

cerro, dicen que a las 11 o 12 de la no-

che iban a tocar la guitarra. Y allá an-

daban canta y canta, entonces vieron

esa lumbrecita saliendo allá donde es-

tá el Cuatlapanga. Y ahí donde lo está

viendo dice: “es en tal parte”. Entonces

se apagó. Luego los muchachos fue-

ron a donde se apagó, había una casi-

ta y, cuando vieron, ya la criatura es-

Un sitio para la adoración de la cruz, la tierra y para atraer la lluvia. San Francisco Tetlanohcan y Mazatecochco, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006. Acervo personal.

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Nahuas de Tlaxcala

taba muerta. Se apagó allí donde fue

a hacer sus maldades y fue en San Jo-

sé Teacalco, porque ahí como se sabe,

anteriormente había muchas (brujas).

Esas personas aprenden con las (brujas)

que están en confianza. (María de Jesús

Tzompantzin, San Bernardino Contla).

A los chiquiname, pequeños mamí-feros nocturnos de la familia de los fe-linos, les atribuyen ser los nahuales que chupan. El nahual tenía la habilidad de transformarse en burro o en perro, me-diante un misterioso conjuro verbal. El fin de la transformación consistía en po-der colarse hasta los corrales y robar los animales o, incluso, asaltar a la gen-te que volvía de la jornada de noche. Los relatos que narran encuentros con nahuales coinciden en un método para pararlos: se traza una cruz en la tierra con un cuchillo, luego éste se entierra en medio de la cruz. El nahual adquirirá su forma humana y ya no podrá mover-se. Nahuales, brujas y brujos son, por lo general, gente reconocida por sus veci-nos, con una vida normal, pero con el estigma social de poseer malas artes.

El tepahtic, tepahtia o curandero, contraparte de estos personajes, es ya una figura poco conocida, aunque que-dan pocos que siguen marginalmente, haciendo curaciones. El tepahtic com-

bate las enfermedades, producto de los maleficios hechos por el tetlahchihuic, como son el “mal de ojo”, el “mal aire” o el “susto”. Para ello, “chupa” la enfer-medad del cuerpo del paciente, a quien coloca con los brazos en cruz, le ro-cía con la boca un cuarto de litro de al-cohol para purificar y sellar el cuerpo, mientras llama por su nombre al enfer-

Iglesia de la Asunción de María. Santa María Tlacatecpa, Tlaxcala. Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006. Acervo personal.

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mo a fin de exhortar a su espíritu para que regrese con su familia y no se duer-ma. En seguida, sacude con ramas de pirú y romero la sombra del paciente en el piso y lo deja dormir media hora para que se restablezca y recobre sus fuerzas. Mientras realiza esto, el tepahtic invoca a las fuerzas del cosmos, representadas en los santos del altar, a quienes pide ayuda para curar al enfermo.

eL cicLo de vida

En los barrios arribeños de San Francisco Tetlanohcan, San Pedro Tlalcuapan, San Isidro Buensuceso (sobre todo) y aun en el urbanizado Tenancingo, existen parte-ras que auxilian a las parturientas en caso de urgencia. Les mueven el vientre para acomodar al feto si viene mal y le dan té de zopahtle para apresurar el parto. Oca-sionalmente, rezan a la Virgen de Mont-serrat, patrona de las matronas, mientras cortan el cordón umbilical al niño, lo limpian, le untan aceite, le ciñen una fa-ja y lo visten. Luego de una oración, en-tierran el ombligo y la placenta en la co-cina, bajo el tlecuil. Se cree que con esto le evitan dolores de estómago a la madre y al niño, por tratarse de un lugar calien-te. Al día siguiente, la partera baña a la madre y a su niño en el temascal, des-pués lo hará cada tercer día durante un mes o hasta completar cuarenta días.

A los cuarenta días de nacido el niño y después del bautizo, sus padrinos lo presentan en el templo. Para ello, man-dan decorar una vela de cera de abeja, para que la porten la comadrita y el ahi-jado en la iglesia donde se ofrecerá una misa especial para el niño y su mamá. Durante la misa, la vela debe permane-cer encendida; al final, ésta se apaga y todos juntos se van a comer a la casa de los padrinos del niño. Por la tarde, éstos

Alguaciles en misa de confirmación. San Pedro Tlalcuapan, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006. Acervo personal.

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Nahuas de Tlaxcala

llevan al ahijado y a la comadrita a su casa con todo y vela. En la casa de los compadritos se hace otro convivio, pero con música de banda en agradecimien-to a los padrinos del niño. Antes de ter-minar la fiesta, los compadres y los pa-drinos bailarán “La vela”.

El antiguo ritual del casamiento, en sus elementos completos, es hoy una re-ferencia nostálgica, aunque muchos de ellos aún se practican en algunas casas, dependiendo de las posibilidades eco-nómicas de los consortes y sus familias. De entre ellos destaca por su frecuencia el ritual del “baile del guajolote”, que al son de la Xochipitzáhuac da inicio al convite interfamiliar.

El padre del muchacho iba primero

a casa de la novia a pedir su mano.

Llevaba un chiquihuite con pulque,

a veces nomás refrescos o pan. A

veces decían que no, pero como

quiera iban otra vez el papá y sus

padrinos (del muchacho) hasta que

decían que sí. En otras casas llega-

ban ya con el sacerdote —aunque

ya se habían puesto de acuerdo—

y la petición se realizaba con su

presencia; ahí todos comían juntos.

Luego se realizaba la boda civil, y

a la salida los papás del novio rega-

laban chiquihuites con pan y queso

a sus futuros consuegros y también

a los padrinos. Luego los invitaban

a comer. El mero día de la boda,

los padrinos, el novio y los papás

iban a casa de la muchacha a lle-

varle presentes. Ya luego se iban a

casar a la iglesia y después a comer

a casa de la novia o el novio; ahí

ponían un petate con flores sobre

el que bailan el guajolote (los pa-

drinos van cargando unas ollas con

frijol, mole y todo eso, lo que es la

comida, pues, además del guajo-

lote que se supone se van todos a

comer). Luego, bailaban y se em-

borrachaban. Cuando se iban los

comensales, los anfitriones les re-

galaban una ollita con mole y a sus

consuegros a veces un guajolote vi-

vo. Todavía hay familias que le ha-

cen así, pero ya muy pocas. (Jorge

Nezahualcóyotl Flores, informante

del barrio de Axolhuahca, San Ber-

nardino Contla, Tlaxcala).

Cuando una persona entra en ago-nía, los familiares llaman a los parien-tes, amigos y vecinos cercanos para que lo acompañen (en Tenancingo se acos-tumbraba calzar al moribundo con san-dalias de ixtle, pues con ellas partiría al otro mundo; los presentes se turnaban para abrazarlo y quien lo abrazaba en

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el momento de su muerte, podía ser a quien más estimaba). Luego, se anuncia al pueblo el deceso con un largo doblar de campanas de la iglesia. Los espejos, ventanas y cuadros del cuarto donde es velado son cubiertos, para evitar que el

rompimiento de algún espejo sea presa-gio de la muerte de un pariente. Los in-formantes señalan que se acostumbraba entonar alabanzas durante el proceso de vestir al difunto, para después despe-dirlo y colocarlo en el ataúd junto con algunos utensilios que le servirían “en la otra vida”; además, los vecinos lle-gaban a casa del finado cantando jun-tos una alabanza; doña María de Jesús Tzompantzin, de San Bernardino Con-tla, asegura que era una alabanza titula-da “Buenos días, blanca paloma”.

Los parientes suelen invitar plañide-ras para acompañar a los deudos; sirven café, pan, tamales y bebidas alcohólicas a los invitados y, así, el velorio suele ser más un convivio que un acto de do-lor en medio de los rosarios. Al día si-guiente cantan otra alabanza de despe-dida (el despedimiento), se deja un vaso de agua o se traza una cruz de tierra en el lugar donde fue velado el difunto y se hacen presentes los fiscales con sus varas de luto y otras personas que car-gan pendones negros para acompañar al cortejo hasta el panteón; a veces en este recorrido va con ellos una banda de música de aliento.

Para el novenario, o “levantada de la cruz”, se nombra a un padrino, quien compra una cruz (negra, si el difunto es adulto y blanca, si es niño) que ador-

En los últimos años, pueblos como Acxotla del Monte y Tenancingo han experimentado un giro económico inesperado. Algunas vivendas son casas de seguridad para el lucrativo negocio de la prostitución. Supuestamente, los proxenetas gozan de la protección del pueblo. San Miguel Tenancingo, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006. Acervo personal.

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Nahuas de Tlaxcala

na con flores. Luego el padrino lleva la cruz a casa del finado junto con sus fa-miliares, entonando una alabanza, y se encarga de pagar en casa del difunto los adornos con banderines de papel de China, flores y listones de colores; en-tonces la cruz de tierra trazada en el pi-so donde estuvo el difunto es flanquea-da con veladoras y flores. Sobre la mesa donde descansaba el féretro, se coloca la cruz adornada por el padrino en me-dio de una pequeña ofrenda. En seguida se sirve pan, café y tamales a los con-currentes, que entonan algunas alaban-zas hasta ya bien entrada la noche, ho-ra en que los padrinos levantan la cruz de la mesa en medio de cantos (“Leván-tate, alma cristiana”, dice el canto); esto simboliza que el alma del difunto parte. Luego, recogen en un puño la cruz de tierra que estaba en el piso y los presen-tes desfilan para besar tanto esta cruz co-mo la que levantaron. Acto seguido, los padrinos salen al patio de la casa con la cruz por delante y deteniéndose en ca-da puerta, le rocían agua bendita y la sahúman. Finalmente, vuelven a la me-sa a dejar la cruz y se despiden mientras pronuncian algunos rezos. La ceremonia culmina con los tragos ofrecidos por los padrinos. Al día siguiente, vuelven los padrinos para acompañar a los deudos a la iglesia, a bendecir la cruz, después la

llevan a la tumba y por último regresan a comer a casa del padrino.

Algunos de estos complejos rituales de muerte han dejado de practicarse en la mayoría de los pueblos, en tanto que en otros, como San Isidro Buensuceso y Tenancingo, parecen persistir en mu-chas familias.

En cuanto a la fiesta de los fieles di-funtos, casi todas las familias tienen hor-nos particulares para la preparación del

Danzante durante el carnaval. San Pablo del Monte, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006. Acervo personal.

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Pueblos INdígeNas del MéxIco coNTeMPoráNeo

fiesTas paTroNaLes

fiesTas de Los puebLos Nahuas de TLaxcaLa

pueblo fecha celebraciones

San Bernardino Contla 20 de mayoFiesta patronal. Baile popular, música de huehuetl y

chirimía. Feria del sarape. Carnaval (febrero-marzo).

2a. Sec. Xopantla 20 de mayoFiesta patronal. Baile popular, música de huehuetl y

chirimía.

3a. Sec. San Miguel Xaltipa

2� de

septiembre

Fiesta patronal. Procesiones, baile popular, música de

huehuetl y chirimía.

4a. Sec. San José Aztatla

1� de marzoFiesta patronal. Baile popular, música de huehuetl y

chirimía.

�a. Sec. San Felipe Cuauhtenco

� de febreroFiesta patronal. Baile popular, música de huehuetl y

chirimía.

�a. Sec. Santa María Tlacatecpatl

� de

septiembre

Fiesta patronal. Procesiones, baile popular, música de

huehuetl y chirimía.

�a. Sec. Axolhuahca 20 de mayoFiesta patronal. Procesiones, baile popular, música

de huehuetl.

�a. Sec. Aquiahuac 20 de mayoFiesta patronal. Baile popular, música de huehuetl y

chirimía.

�. Sec. Nezahuala Colhuacan

20 de mayoFiesta patronal. Baile, fuegos artificiales, música de

huehuetl y chirimía.

10a. Sec. Ixtlahuaca 10 de junioFiesta de San Primitivo. Baile popular, feria, fuegos

artificiales, música de huehuetl.

11a. Sec. Barrio de la Luz

22 de mayoFiesta patronal. Baile popular, cortagallo, música de

huehuetl.

12a. Sec. Ocotlán Tepatlaxco

2� de

septiembre

Baile popular, procesiones, música de huehuetl y

chirimía.

Acuamanala1� de enero

y 13 de julio

Fiesta patronal de San Antonio. Procesiones, baile

popular, música de huehuetl y chirimía.

San Pablo del Monte 2� de junioFiesta patronal. Danza de concheros. Música de

huehuetl y chirimía.

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Nahuas de Tlaxcala

San Pablo del MonteSegundo viernes de Cuaresma

Fiesta del Señor del Monte. Procesiones, baile popular.

San Isidro Buensuceso

2� de octubre y 2 de noviembre

Fiesta Todos Santos. Altares de muertos y ofrendas en el panteón.

San Miguel Tenancingo2� de septiembre

Arcos florales, alfombras de aserrín, música de huehuetl y chirimía. Carnaval (febrero-marzo).

San Luis Teolocholco 1� de agostoCarrera de burros, procesiones, baile popular, música de huehuetl y chirimía.

Santa Cruz Tlaxcala 3 de mayoCarreras de caballos, coronación de la reina, música de huehuetl y chirimía.

San Bartolomé Cuahuixmatlac

24 de agostoProcesiones, baile popular, música de huehuetl y chirimía. Carnaval (febrero-marzo).

San Pedro Tlalcuapan 2� de junioProcesiones, carreras de caballos, música de huehuetl y chirimía.

San Pedro Muñoztla 2� de junio Procesiones, música de huehuetl y chirimía.

San Pedro Xochiteotla 2� de junioFiesta patronal, procesiones, baile popular, música de huehuetl y chirimía.

San Rafael Tepatlaxco2� de septiembre

Procesiones, música de huehuetl y chirimía, baile popular.

Guadalupe Ixcotla12 de diciembre

Cortagallos, baile popular y música de huehuetl y chirimía. Carnaval (febrero-marzo).

San Francisco Tetlanohcan

4 de octubreConcurso de bandas de música, baile popular, música de huehuetl. Carnaval (febrero-marzo).

Magdalena Tlaltelulco 22 de julioProcesiones, carreras de caballos, música de huehuetl y chirimía.

San Damián Mazatecochco

2� de septiembre

Música de huehuetl y chirimía, alfombras de aserrín. Carnaval (febrero-marzo).

San Francisco Papalotla 4 de octubreProcesiones, música de banda, carrera de caballos, baile popular. Carnaval (febrero-marzo).

Santa María Acxotla del Monte

� de septiembre

Procesiones, música de huehuetl y chirimía.

Guadalupe Tlachco12 de septiembre

Fiesta patronal. Procesiones, baile popular, música de huehuetl y chirimía.

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Pueblos INdígeNas del MéxIco coNTeMPoráNeo

pan consagrado en esos días. Las fiestas de Todos Santos son parecidas a las que se celebran en otros pueblos de México, con pocas particularidades. Desde el 28 de octubre, día de San Simón, se espe-ra la llegada de las ánimas que murieron en forma violenta, a quienes se ofrece un altar casero con flores moradas, rojas y azules, lo mismo en las tumbas y en los sitios donde perecieron. El día 29 se re-cuerda a los nimbos —los que murieron

sin recibir el bautismo— y a los nona-tos, por eso se les ofrecen flores blancas, azules y rosas, así como “caminos de ánimas” que en las casas que se hacen con pétalos. El 30 es para el “ánima so-la”, para aquellas que han sido olvidadas por carecer ya de generación, a éstas se les prende una veladora en el altar. El 31 suele dedicarse en algunos pueblos a los niños, a quienes se les ofrendan peque-ños panes, juguetes y alimentos que les gustaban en vida; el altar se adorna con flores blancas y azules. El 1 de noviem-bre se dedica a los Santos Inocentes por lo menos hasta el día 2, a las 12, hora en que llegan las ánimas grandes. A par-tir de ese momento, las campanas repi-can hasta las tres de la tarde, anunciando el momento de levantar la ofrenda. Pa-ra entonces, muchas casas lucen veredas de pétalos de cempasúchil, que apuntan desde la entrada con dirección al pan-teón. Los fiscales recorren algunas casas para recibir “la ofrenda del campanero”, es decir, parte de lo ofrendado que la gente les regala por tocar las campanas. La ofrenda también se comparte entre los miembros de la familia extensa y con las visitas ocasionales.

eL carNavaL eN La maLiNche

Las danzas de carnaval en los pueblos de La Malinche contienen elementos

Baile de parejas en el carnaval. San Pablo del Monte, Tlaxcala.Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006. Acervo personal.

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profanos y sagrados. Los primeros le vie-nen del carácter mismo del carnaval cu-yo origen es europeo, al igual que la mú-sica y la coreografía; los segundos son una aportación del pensamiento agrícola y las experiencias históricas, que tienen su impronta en el vestuario y, en algunos casos, en sus evoluciones. Tal es el ca-so de la Camada de Huehues que cada domingo de carnaval salen a las calles en San Pablo del Monte, Papalotla, Ma-zatecochco y Tenancingo, y comparten un mismo vestuario con pequeñas dife-rencias: un sombrero tocado con abun-dantes plumas de avestruz, una capa profusamente decorada de lentejuelas y chaquira y un chicote o cuarta en mano, con el que se supone que imitan el soni-do del rayo. Según otra versión, los Cha-rros ejecutan la “danza de la culebra”,

que trata sobre el mito de una mujer que fue castigada por su conducta, transfor-mándola en serpiente, y a quien, para ahuyentarla, los hombres danzan imitan-do el golpe de la culebra sobre sus cuer-pos. Los danzantes elaboran su propio vestuario, sin importar el costo elevado que ello implica, sólo en determinadas ocasiones se encarga su confección a fa-miliares de viejos danzantes.

El vestuario cambia radicalmente en la medida en que nos aproximamos a Santa Ana Chiautempan y a Tlaxcala, pues en San Bernardino Contla se acostumbra el traje de levita con listones de colores y el sombrero de copa aderezados con un paraguas. Cada barrio tiene su camada, y las cuadrillas que bailan son “Francesas” y “Lanceras”. A los de la sección segunda se les conoce como “Los maricones”. Los

Recreando la tradición. La participación de niños y niñas durante el carnaval es muy importante. San Miguel Tenancingo, Tlaxcala. Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006. Acervo personal.

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Las máscaras, hechas con madera en una panacea llamada ayacahuite, con mayor frecuencia se elaboran de plástico.San Pablo del Monte, Tlaxcala. Fotógrafo: Juan Luna Ruiz, 2006. Acervo personal.

catrines o paragüeros pueden ser una pa-rodia de los saraos de la burguesía que se llevaban a cabo en las haciendas desde finales del siglo xix, como popularmente se cree en Tlaxcala. Lo que sí es cierto es que el carnaval tiene su origen en la Co-lonia, como una celebración exclusiva-mente española que los pueblos de Tlax-cala se apropiaron.

La organización del carnaval en los pueblos de La Malinche tiene un carácter colectivo, pues su realización depende de la participación de la comunidad entera.

El martes de carnaval se efectúa el “remate”, cuando viene el clímax de la fiesta, y en pueblos como San Pablo del Monte, Tenancingo y San Bernardino se lleva a cabo un concurso de camadas

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Nahuas de Tlaxcala

PreParación del mole Prieto

(tlilmolli). San Bernardino

contla y San BernaBé amaxac.

Se llama mole prieto por el color que

adquiere del chile chipotle meco, el

cual se tuesta casi a punto de carbón,

para obtener el color negro; en algunos

pueblos, las moleras lo complementan

con el maíz azul que, al mezclar am-

bos, reafirman su coloración.

En su elaboración, los hombres ha-

cen primero el trabajo. El tocinero mata

el cerdo, limpia y destaza la carne; lava

los cazos, cava los hoyos, prepara la le-

ña, enciende y atiza el fogón, cuece la

carne y los untos, mueve el mole y cor-

ta la carne en pequeñas lonjas cuando

ya está fría.

Luego, la molera pone el nixcomitl

(cocer el maíz con agua y cal), descola,

limpia y tuesta los chiles en comales de

barro sobre fuego de leña; en seguida,

las molenderas los muelen en los meta-

tes junto con los untos y la carne. La mo-

lera hace el mole y las mujeres de casa,

los tamales; preparan las ollas y los caje-

tes y sirven el mole acompañado de ta-

males blancos sin sal llamados mensos.

Cuando se hace el mole, se cree que

si alguno de los presentes se enoja, el

mole se sube demasiado al primer her-

vor; para evitar que esto, la molera colo-

ca en el centro del hoyo y a 30 centíme-

tros de profundidad, uno sobre otro, una

botella de tequila, luego un tamal de te-

nexal (cal ya utilizada en el cocimiento

del maíz) y abajo una penca de nopal

silvestre con espinas sobre nueve chipot-

les mecos en forma de cruz. Así, el mole

hervirá sin derramarse.

con desfile de carros alegóricos y una gran fiesta popular que llena las plazas centrales de cada pueblo.

En Acuamanala, pueblo ubica-do en el centro del corredor industrial de La Malinche, los huehues han deja-do de aparecer en las calles para bailar al son del huehuetl y la chirimía (antes

lo hacían con clarinete, bajo y guita-rra). Eran los llamados chitzolotes, se-mejantes en vestuario a los chivarrudos y quienes paraban a los automovilistas en las carreteras para cobrarles el tribu-to de carnaval. Hoy en día existe una comisión del pueblo para resucitar esta danza original.

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Pueblos INdígeNas del MéxIco coNTeMPoráNeo

apéNdice

Glosario de nahuatlismos en el español de tlaxcala.

Acocote. Huaje alargado que se usa para extraer el aguamiel del maguey.Atexate. Agua con la que se lava el metate. Suele darse a los cerdos.Chahuiztle. Plaga propia de las plantas.Chiquepextle. Servilleta que se usa para tapar las tortillas en el chiquihuite. En Tlaxcala con frecuencia llaman así al chiquihuite donde guardan las tortillas.Chiquihuite. Canasto tejido.Cuezcomate. Silo hecho en forma de olla.Cuxantle. Cantidad de semillas o basura que cabe en un delantal o en la falda.Maxcoxtle. La cantidad de varas que caben en un abrazo.Metate. Herramienta de piedra trípode donde se muele el maíz.Metepantle. Línea de magueyes; magueyera.Metlapil. Piedra alargada que se usa para moler el maíz en el metate.Metzales. Residuos del pulque que quedan pegados en la castaña.Michtlapiques. Tamal de charales.Nacatamal (mensos). Tamal simple sin carne ni chile.Nahual. Persona que tiene la facultad de convertirse en animal. Nejayote. Agua con cal para hervir el maíz para nixtamal.Nixcomitl. Olla donde se hierve el maíz para hacer nixtamal.Nixtamal. Maíz preparado con cal para moler y hacer masa para tortillas.Pantle. Unidad de medida de tierra de 20 surcos entre dos magueyeras.Pitzocal. Corral de los cochinos.Pixcar. Cosechar.Poxco (apoxcahuado). Maíz podrido por la humedad.Temascal. Baño de vapor.Temolote. Piedra para moler en molcajete.Tenamaxtle. Piedras para poner el comal.Tenate. Recipiente hecho de palma con fondo plano, que se usa para guardar maíz u otras semillas.Tencua. Persona con labio leporino.Tenexal. Cal ya utilizada en el cocimiento del maíz.Teponaztle (panhuehuetl, huehuetl). Tambor para convocar a la fiesta en Tlaxcala.Tlachinolli. Lumbre, quemazón. “Echar tlachinolli al cerro”.Tlahuelpuchime. Bruja que chupa la sangre a los niños.Tlanquexo. Chimuelo.Tlatlapas. Guiso tlaxcalteca que se prepara con frijol quemado.Tlatloyo. Tlacoyo. Tlaulal. Maíz sobrante después de ser desgranado.Tlaxolote. Duende. Muchacho corriente.Tlecuil. Lugar donde se coloca la lumbre de la cocina.Tompeate. Recipiente hecho de palma con fondo que se saca hacia arriba.Totomoxtle. Cáscara de la mazorca.Xiquextle. Servilleta para tapar las tortillas calientes.Xocoyote. El hijo más pequeño.Xoma. Unidad de medida en pulque que cabe en una jícara.Xoquía. Olor a huevo que tienen las cosas sin lavar.

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Nahuas de Tlaxcala

características de la poblacióN eN hogares Nahuas de tlaxcala,

méxico, 20011

Total % hombres mujeres

población en hogares 63 952 31 237 32 715

Población de 0 a 4 años � 1�2 �.� 3 1�2 2 ��0

Población de � a 14 años 14 30� 22.4 � 20� � 0��

Población de 1� a 24 años 14 0�� 22.0 � ��1 � 1�4

Población de 2� a 44 años 1� 2�0 23.� � 31� � �3�

Población de 4� a �4 años � �10 13.3 3 ��� 4 �34

Población de �� y más años � 44� �.� 2 ��1 2 ���

Población de edad no especificada 202 0.3 �� 11�

población de 5 años y más hablante de lengua indígena2

23 808 37.2 12 015 11 793

población de 15 años y más 43 272 20 763 22 509

Sin instrucción escolarizada � 0�1 1�.4 2 3�� 4 �02

Con algún grado de primaria 1� 421 42.� � ��� � ���

Con posprimaria 1� 2�1 3�.� � 2�0 � ��1

No especificado 4�� 1.2 21� 2�0

población ocupada 23 406 16 214 7 192

Ocupados en el sector primario 3 ��1 1�.� 3 32� ���

Ocupados en el sector secundario 11 2�1 4�.1 � 32� 2 �33

Ocupados en el sector terciario � ��� 33.2 4 2�2 3 4��

Ocupados en el sector no especificado 4�� 2.1 2�� 20�

Ocupados sin ingresos 3 2 ��2 11.� 1 �32 �40

viviendas habitadas 11 559

Con agua entubada 11 10� ��.1

Con drenaje � 4�� �3.3

Con electricidad 11 0�� ��.�

Notas1 Se refiere a la población en hogares en donde el jefe, el cónyuge o algún ascendiente declaró ser hablante de lengua

náhuatl, en el estado de Tlaxcala.2 Incluye hablantes de náhuatl y de otras lenguas indígenas de 5 años y más.3 La diferencia entre la población ocupada y la población sin ingresos está distribuida en otros rangos de ingresos.

fuente: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas / Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo,

“Sistema de Indicadores sobre la Población Indígena de México”, 2002, con base en XII Censo General de Población y Vivienda, Instituto Nacional de Estadística,Geografía e Informática, 2000.

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Nahuas de Tlaxcala, de Juan Luna Ruiz, se terminó de imprimir en diciembre de 2007 en los talleres de Impresora y Encuadernadora Progreso, S.A. de C.V., San Lorenzo 244, Col. Paraje San Juan, Deleg. Iztapalapa, C.P. 09830, México, D.F. El tiraje fue de 6 000 ejemplares.Las tareas de digitalización y retoque de imágenes, compos ic ión t ipográf ica , diagramación y cuidado de edición estuvieron a cargo de la Coordinación Editorial de la cdI.

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Falta mapa

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