nación culebra

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  • Nacin Culebra

  • Pablo Cingolani

    Nacin Culebra

    Expedicin Madidi-fobomade

  • Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y DesarrolloCalle Colon 161 Edificio Barrosquira Piso 10Telfonos (591-2) 2315058 y 2315059Correo electrnico: [email protected]

    Foto de tapa: Pere ComasDiseo de tapa: Alfonso Valcarce P.Diseo y diagramacin: Marco Alberto Guerra M.

    Pablo Cingolani, 2012 fobomade, 2012

    Primera edicin: abril, 2012

    d.l.: 4-1-1304-12isbn: 978-99954-814-1-4

    ImpresinEditorial ZeusCalle Almirante Graun N 739Telfono (591-2) 2493435

    Impreso en Bolivia

    Con el apoyo de Rainforest Foundation Noruega

  • Savages who had never seen a white civilized man.

    Faw

    cett

    1914

    .

  • Septiembre 25. Sub el ro hasta San Antonio y all encontr a diez y nueve indios araonas que moran en el [ro] Madre de Dios, al norte y al oeste de San Antonio. Estos indios no se agujerean ni la nariz ni las orejas. De estatura pequea, de contornos feos, cual-quiera los tomara por canbales. Tres aos antes, el doctor Vaca, propietario de San Antonio, haba comprado un muchacho de esta tribu, quien al presente habla fcilmente el castellano y nos sirvi de intrprete.

    Haciendo ste el oficio de tal, nos hicieron saber, que ellos consideraban la bajada del [ro] Beni como punto menos que im-posible, siendo la respuesta que ellos dieron al doctor Vaca: cmo piensa usted en semejante cosa, cuando nosotros, que somos hom-bres, no la podemos?

    Por qu es que ustedes son hombres y yo no lo soy? re-plic el doctor Porque nosotros vemos que ustedes no tienen ms que una mujer, cuando el ms incapaz de nuestra tribu tiene al me-nos cuatro.

    Edwin Heath: Exploracin del Ro Beni en 1880-81

  • ndice

    Prlogo .......................................................................... 11

    Palabras previas ............................................................ 17

    Nacin Culebra

    Nacin Culebra: epitafio o epifana? ........................... 23El puente ....................................................................... 53

    En Marcha

    Los peces ....................................................................... 65Cazador ......................................................................... 67La solucin final ........................................................... 71Belisario ........................................................................ 75El destino ...................................................................... 81Oscar, cazador americano ............................................. 85Cinco millones de aos ................................................. 91Nacer Araona ................................................................ 93

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    nacin culebra

    Todo por los tapires

    La luna sobre el Bahuaja Sonene .................................. 101Anaconda ...................................................................... 103Vivir mojado ................................................................. 105San Darwin .................................................................... 107Nanawa ......................................................................... 109Puerto Copacabana ........................................................ 111Ayahuasqueando ........................................................... 113El Sena .......................................................................... 115Humo............................................................................. 117Fredy ............................................................................. 119Amanda Huaita ............................................................. 121Cmo los conoc (un eterno borrador porquela historia de una amistad es muy difcil de escribir) .... 123Post Scriptum ................................................................ 127

    Repblica Toromona

    Introduccin polenta ..................................................... 133Noticias secretas de la Amazona .................................. 145La guerra cruel .............................................................. 151Guamn Poma traza su mapa ........................................ 155Lars Hafskjold ............................................................... 161Moby Dick en el Tambopata ......................................... 163Cancin de Haisaoji o la ballena Ese Ejja .................... 169Post Scriptum ................................................................ 175

    Nacin Culebra revisitada

    Nacin Culebra ............................................................. 179

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    Prlogo

    QUE HORMA TIENE?NINGUNA, VOY DESCALZO

    Pablo Cingolani habla de la Amazona y su selva con una precisin cruel y, a la vez, amorosa. No gana distancia, ha decretado su pertenencia a ese minsculo grupo humano de tribus, nmadas, perseguidos, diezmados y...poetas.

    Desde hace ms de una dcada no quiere hacer otra cosa, quiz porque sabe que el miedo es la emocin humana ms fuerte y lo nico que puede ayudar a detener su progresin en la Amazona boliviana (peruana, colombiana, brasilea) es hacer que su mensaje se escuche, resistir el status-quo, lu-char, fundar el nuevo evangelio de la solidaridad. Es imposi-ble no hacerlo por una razn: hasta entonces Pablo fue parte del sistema, de cierta industria de creacin -o articulacin- de consenso, entonces, nadie lo ignora.

    Muchos no podran rehacer con exactitud el mensaje que desde hace 10 aos transmite y hasta les parece velei-doso verlo pasearse con un tsimane, lograr la construccin de hospitales y escuelas en lugares remotos de la selva, leer sus relatos que te hacen celebrar la detonacin de un puente

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    nacin culebra

    o penetrar en ese recorrido biolgico en el que nos dispara a quemarropa: casi todo es dolor, para que me ampare el conjurarlo, cuando nos presenta a Juvenal y Augusto, sus hermanos de Sandia, Per.

    Esta comparecencia honesta y verdadera ante el tribu-nal de la razn, lo convierte en un ser aparte: Pablo cree que esta sociedad podra mejorar gracias a la inteligencia y a la voluntad humana. Porque, cmo destruir lo que da vida?

    La minuciosa descripcin de las penurias en todo el m-bito del Amazonas se cifra como informacin socio-poltica y antropolgica para especialistas, y en esto Pablo tiene razn, el capitalismo como sistema de apropiacin y acumulacin, ha fragmentado pueblos y etnias enteras, encubriendo sus ac-ciones de tortura y extraccin como hacer patria o crear desarrollo, que no existe una referencia clara para asimilar la maldicin del descubrimiento: el nmero de muertes, el sadismo en la persecucin, captura y esclavizacin, el ultra-je, seccionamiento y humillacin, la degradacin y dominio basados en el poder de desaparecer, el matonaje?

    La empresa capitalista floreci (y florece) en base a una cruda ignorancia, pues, muchos conocen la selva en fotogra-fas de empresas de entretenimiento, en filmes de estticas tan poderosas que casi crean la realidad, en las heroicas bi-tcoras de los exploradores, o en todos los sub-productos de esta base y se engaan al creer que el espectculo lo es todo. Dentro, una rgida red de dependencias y relacionamiento sostienen el medio ambiente en su nica y rara condicin original. Y el hombre no viola este acuerdo tcito, sino, juega su rol.

    Las formas de desarrollismo estatal, que buscan apa-recer proteccionistas y convencidas, son un ariete de, an, peores consecuencias. Sus determinaciones expansivas para la poblacin y la presencia estatal en la selva, justificaron legalmente atroces retrocesos que diezmaron poblacin y

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    prlogo

    ecosistemas vivos (piensen en la determinacin brasilea de los 70 de cruzar el estado amaznico de Rondnia, o ac-tualmente en la persistencia siniestra e infantil del gobierno boliviano de atravesar el Parque Isiboro Scure, rea prote-gida). No slo se destruye lo que se avasalla, sino, nuevas es-pecies y actividades recin llegadas, degradan los intercam-bios y el equilibrio del sistema, provocando la destruccin de un cosmos, el cosmos que soporta nuestra forma de vida.

    Nadie escuch antes a Ino Moxo, el chamn Amawaka, que abre la fantstica y desoladora crnica de Nacin Culebra.

    Y por slo esta dolorosa constatacin de alguien que quisiera nacionalizarse culebra o piedra de quebrada, la bs-queda de Pablo Cingolani, permite discrepar de nuestra his-toria humana, de la identidad histricamente mantenida en base a la prtesis del desarrollo. Y, hay algunos como yo que le creemos, nos damos un empacho con la ritualidad que nos propone, a medio camino entre la razn y la revelacin, entre la emocin del descubrir lo que estaba oculto y el impulso de esconderlo para no desatar la carrera desquiciada por su posesin y dominio.

    Es una situacin desafiante, porque propone una nueva ritualizacin en la percepcin del ecosistema amaznico y digo ritualizacin, pues, quiere instituir nuevos cdigos que maniobren entre las constataciones de la modernidad y el sa-ber natural de los pobladores amaznicos, buscando un pun-to de fuga que, posiblemente, acabe siendo una poltica de estado, aunque es ms probable que como convencimiento o certeza de una necesidad, acte mejor. Pablo plantea una nueva lucha.

    No va por el poder, menos por el control. La lucha es por dejar ser, crecer y permanecer.

    Este propsito nos hace ver armas diferentes. Ah es-tn Juvenal y Augusto, que decodifican automticamente el lenguaje de la selva sus mensajes y reciben informes com-

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    nacin culebra

    plejos de la poblacin de monos la lluvia, siempre por cierto infalibles.

    Seres naturales y seres sociales

    Los indgenas hoy en Bolivia, son los objetos del dirigen-te estatal: el crea sus opiniones y hay una larga correra de asuntos que asume pendientes en la historia colonial. Toma por ello, el papel del cobrador algo que la cultura popular convertir con diversos matices, en la imagen del vengador el que busca restituir el orden primigenio.

    Bueno, cul de todos? Alberto Nez Vela, por ejem-plo1, conjetura la hiptesis de que la cultura tihuanacota pue-de haberse originado en la Amazona despus de una gigan-tesca migracin moxea (s, de los llanos del Moxos en el Beni) ocasionada por un periodo muy largo de inestabilidad climtica que inund la meticulosa construccin de canales, terraplenes, islas y lagunas en el Beni, en algo ms de 50.000 kilmetros cuadrados, antes, zona sedentaria y de cultivo.

    Muestras?: Los camellones, sukakollos en aimara o waru-waru en quechua, que persisten en toda el rea co-lindante al lago Titicaca y que aparecen idnticos a los de Moxos, que Nez Vela lo prueba, son ms antiguos.

    Y esta no es una corazonada, el dato permanece en los restos de ambas culturas, en el adn mitocondrial de sus ha-bitantes, que ofrece prueba irrefutable: la primera migracin a tierra sudamericana pudo haberse dado hace unos 15.000 aos, fue comandada por un grupo paleoindio que cruz el istmo de Panam y se desplaz hacia el sur. Un grupo

    1 Julio Alberto Nez Vela Ramos, Origen amaznico de Tihuanacu, en Brecha, revista digital de la Universidad Autnoma del Beni. Tri-nidad, nmero 3, enero 2012.

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    prlogo

    descendi por el altiplano hasta el Atacama y el Chaco y otro, se desplaz a la Amazona. Sucede que los pobladores de Tihuanacu tienen el mismo adn mitocondrial que los mi-grantes amaznicos. Son un mismo haplogrupo.

    Los haplogrupos descritos, adems, albergan caracters-ticas culturales y tnicas particulares.

    Aqu tienen que caminar de la mano las constatacio-nes ms precisas que dispone la ciencia, con un conjunto de creencias basado en los datos que repiten desde hace siquiera dos siglos, basados en la opinin de los primeros explorado-res de la meseta andina boliviana. Para el cobrador: los mi-grantes paleoindios son principalmente tribus de la Siberia, la asitica.

    Esta raz nica de las poblaciones del mundo, sufri en los miles de aos transcurridos muchos cambios, acelerados por los asentamientos, las actividades que ocasionaron y una relacin -muchos quieren hoy ritual y hasta mgica- con los elementos de la naturaleza, animales, peces, plantas. Ros, selva, montaas. Cambiaron mucho, pero algunas caracters-ticas se prueban inmutables.

    Qu esencia hara nicos algunos pobladores respec-to de otros? O, expresado polticamente, que privilegios les sern reconocidos a unos y no a otros. De hecho, es la de-mocracia, demacrada e insuficiente, la nica fuente de la le-gitimidad, ante el panorama del desastre? Homocntricos?, geocntricos?

    Necesitamos un nuevo mediador entre el mundo fsico y lo inteligible, o quiz un viejo mediador renovado. Me pa-rece que esta es la apuesta ltima de Pablo, instituir una nue-va forma de humanidad que condense el cosmos en un nuevo mito, el de la soledad elegida, el no-contacto, una especie de redencin de la pureza.

    Este es un camino singular para el poeta Cingolani que estremece, como Heraud, con su poesa y su prosa, haciendo

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    nacin culebra

    desaparecer las costuras entre lo real y el deber-ser de la con-servacin. Buscando crear la nueva forma.

    Estar, ser, permanecer

    El mensaje de Pablo Cingolani en su decepcin que por un an-tojo de su espritu, libre y hermanado con el hombre y el suelo, convirti en literatura: una nueva humanidad es posible.

    No exige lectores en busca de placer, que lo hay, pero no. Quiere enamorarnos de un sueo que escalado al futuro, guarda las claves de la sobrevivencia no slo de los aptos, sino y sobre todo de los que no pueden, de los diezmados, los que abrieron las arcas de su saber al forastero, sin siquie-ra suponer que anticipaban su muerte.

    De esta visin nos habla, nos susurra, La Nacin Cule-bra, una humilde redencin a la sabidura de nuestros ances-tros. Una frmula para resistir. Es nuestro deber, por supues-to, idear el plan para vencer.

    Alfonso ValcarceSanta Cruz de la Sierra,

    febrero de 2012

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    Este es un libro ntimo. Y como tal, puede que albergue algu-na virtud, pero sobre todo contiene vicios: los mos. Rene un conjunto de textos que fui escribiendo en los ltimos diez aos y que abordan y rondan literariamente a la Amazona. Lo hago pblico porque creo que, a estas alturas de una reali-dad que no escatimar esfuerzos en destruir todo lo que pue-da a la biosfera y a las culturas nativas de la selva, la batalla tambin hay que darla en el plano simblico, sentimental, mstico, mgico, potico. Se escribe mucho sobre la Amazo-na, pero se siente poco.

    Ped a mi amigo y comunicador Alfonso Valcarce que escriba el prlogo de esta obra, por dos motivos: uno, porque su mirada siempre la sent despojada de otros compromisos que no fueran sus convicciones ms suyas, y dos, porque con l y con su padre, al que encontramos en San Buenaventu-ra visit por primera vez la regin amaznica (Don Alfonso al que dediqu mi texto Hace muchos aos, la selva en mi Amazona Blues es una historia aparte, pero baste decir que en los aos 70 del siglo pasado, construy un barco que sur-caba las aguas del ro Beni. La nave fue bautizada paradig-mticamente como Venus)

    Palabras previas

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    nacin culebra

    Era el ao 1990. Fuimos con Alfonso a producir una secuencia para un documental en video que dirigi Antonio Eguino. La pelcula estaba destinada a promover el turismo en Bolivia. Por caminos polvorientos, Alfonso manej con destreza una vagoneta hasta Rurrenabaque, frente a San Buena: all alquilamos unos botes y nos fuimos ro Beni arriba hasta el angosto del Bala. El paisaje es sobrecogedor: el ro, uno de los ms caudalosos del pas, serpentea entre dos moles de piedra, entre dos montaas, las ltimas estriba-ciones de los Andes, que caen a pico hasta la corriente tumul-tuosa. Cruzar el estrecho paso es siempre emocionante y de acuerdo al humor de las aguas, la experiencia puede volverse estremecedora. Dejando atrs el angosto, hay una playa de arena. Recuerdo que era hermossima, ya que adems atar-deca y la luz volva todo de mbar. All desembarcamos y grabamos algunas escenas en video.

    Cuando ces nuestro trabajo, me puse a caminar por ah y, hacia el oeste y a la distancia, divis una columna de humo que trepaba por la serrana. Cuando le pregunt al gua que era eso, me respondi como si hablara de botellas rotas, de clavos oxidados, de algo inservible: son los chamas. Cha-ma es la expresin despectiva y humillante con la cual los mestizos y los blancos maltratan a los Ese Ejjas, un pueblo indgena de la Amazona Sur. Chama significa no son na-die o no hay nada y ellos se resienten cuando se los llama as. Pero ms all de estas agresiones, lo que te atraa de la circunstancia que estoy relatando era que, en esos tiempos, los Ese Ejjas de ese sector del ro Beni vivan en la selva, relativamente alejados de los centros poblados y aislados de perturbaciones, y supongo que felices con su ro y con su bosque.

    Hoy, esos mismos Ese Ejjas y sus hijos se pudren y se sienten como encarcelados en un sitio llamado Eyiyoquibo, localizado a 5 kilmetros de San Buenaventura, a dnde

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    palabras previas

    fueron llevados por un misionero extranjero. En Eyiyoquibo, carecen de territorio de caza (son apenas 10 hectreas las que disponen) y lo nico que los consuela es que tienen acceso al ro. El pescado que extraen de sus aguas, lo cambian o lo mal venden en las poblaciones referidas. Muchos se embo-rrachan con las monedas que mendigan.

    El 2009, me reun con ellos, cuando, a raz del reinicio de la exploracin petrolera en la Amazona, fuimos a alertar-los que hasta su poco de ro poda contaminarse y morir. All conoc a Apolinar, y esa vez le brillaban los ojos. Lo nico que deseaban era salirse de all, volver al monte, ser libres de nuevo.

    Volv otra vez el ao pasado, y la situacin no segua igual, estaba `peor: hay ms gente que se enferma, se advier-te alguna diferenciacin social, hay ms celulares. El muni-cipio les haba hecho llegar la luz elctrica para que la agona de su identidad sea bien visible. Cuando arribamos, Apolinar no estaba. Despus lleg, manejando una motocicleta. Sus ojos, ya no brillaban. Me dijo: desde que ustedes se fueron, no ha venido ms nadie.

    La batalla planteada es tambin tica y de principios, y alguien dijo que en circunstancias as, si actas como el ene-migo, eres el enemigo. Nacin Culebra rene algunos textos que ya se divulgaron por internet y rescata otros del olvido al cual los haba condenado. Tal vez sea un ejercicio ftil. Pero uno tampoco puede quedarse en casa, cuando pasa el cortejo de los derrotados.

    Pablo CingolaniRo Abajo, febrero de 2012

  • Nacin Culebra

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    Nacin Culebra:epitafio o epifana?

    Notas muy urgentes sobre la Amazonay la literatura2

    Xim sabia icarar [volver invisible] a sus guerreros para que los dainos, los caucheros, no los vieran. Se hacan nada. A m de jovencito, trece aos tena, tambin as me icar. Y as sobreviv. Los caucheros pasaban a mi lado sin notarme, bus-cndome con sus carabinas por el bosque. Y nada. No haba nadie en mi lugar. Yo me rea de ellos, callado me rea de sus balas que me rastreaban por el aire. Hasta recuerdo la cruel-dad de Fitzcarrald y de sus mercenarios. Y de slo pensar que aquellos genocidas eran hombres, hasta hoy, por momentos, me dan ganas de nacionalizarme culebra, o palo-sangre, o pie-dra de quebrada, cualquier cosa

    Ino Moxo, chamn amawaka

    a Walter Chvez

    2 Este trabajo fue escrito para ser presentado en el IV Encuentro Inter-nacional de Literatura, Puerto Mediterrneo del Libro, Ibiza-Espaa, marzo de 2011. Quiero agradecer por sus lecturas y sugerencias en torno al mismo a los escritores Elina Malamud (Argentina) y Fernan-do Mayorga (Bolivia)

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    nacin culebra

    Indio, selva y ro: eso es la Amazona.Indio, selva y ro: eso define la esencia, la mdula y los

    contornos de la Amazona. Sin indios, sin selvas y sin ros es imposible hablar de la Amazona. El indio es el alma, el corazn de la Amazona; la selva es su piel, los ros son las venas fecundas por donde circula la vida, su vida. Cuando desaparezca el ltimo indio, cuando arrasen la ltima selva, cuando contaminen el ltimo ro, ya no habr ms Amazo-na. La agona que hoy padece, acabar.

    La Amazona habr muerto y todo terminar siendo un recuerdo, acaso literatura.

    * * *

    Sepan disculpar lo tajante. Lo abrupto y lo spero de mis pa-labras. Hace ms de dos dcadas, conoc la Amazona. Desde hace ms de diez aos, cada da de mi vida, estoy haciendo alguna cosa para evitar que la floresta no sea ms devastada, que los ros sigan sanos, que mis hermanos los indios, que nuestros hermanos los indios, no mueran por la violencia o porque les roban el alma o la tierra que, en el fondo, es lo mismo.

    Lo hice caminando lo profundo del bosque, navegando los ros bravos y tiernos a la vez: sobre todo compartiendo noches y noches de confesiones y relatos contados a la luz de una hoguera, en la inmensidad de los montes, espiados por los tigres, escuchando chapotear a los tapires y una sinfona de batracios e insectos, deleitndonos con un bolo de coca, un trago, con mis compaeros indios que no se olvidan y que cuentan y cuentan las historias de la selva, sus historias de la selva.

    Debera decir, debera afirmar, sin ms prembulos, que esa es la autntica, la ms honda y genuina relacin que

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    nacin culebra

    podemos establecer entre la selva ms vasta del planeta y la literatura.

    Estoy hablando de la literatura oral de la Amazona (o de la selva, su literatura en la feliz expresin del poeta pe-ruano Gonzalo Espino Reluce, profesor de la Universidad Mayor de San Marcos), estoy hablando de lo que un autor ms conocido, el antroplogo y escritor argentino Adolfo Colombres defini como literatura oral, donde segn l, se encuentra acaso la mayor fuerza expresiva de la cultura popular.3

    Eso es lo que sucede en la selva, entre el momento en que cae el sol y las primeras horas de la noche, el fin de jornada de cualquier labor, toda faena, cuando los hombres, cualquier hombre como dira el gran Carlos Drummond de Andrade, se juntan y como compaeros comparten alguna vianda y algn estimulante de sobremesa (aunque no la haya, desde ya): ese es el momento privilegiado donde la selva se apacigua para los humanos y comienza a volverse narracin, una narracin donde, molecularmente, con ardor apasionado, mito y realidad se funden.

    Entonces, el que sabe contar sabedores tambin les dicen en la Amazona colombiana; decidores y ha-bladores en la selva del Per-, empiezan eso, a contar y la selva, la selva que est llena de miles, de cientos de miles de animales y vegetales, se puebla, se fue poblando, de miles, de cientos de miles de voces, personajes, lugares, situacio-nes, memorias: se llena de la materia prima de la literatura, ya sea oral o escrita. Esos relatos son el corpus an no escrito de la literatura amaznica. O mejor dicho: son el corpus de una literatura que apenas hoy, est empezando a ser recono-cida, transcripta, compilada, difundida.

    3 Tomado de www.lacult.org/.../oralidad_09_15-21-oralidad-y-lite-ratura-oral.pdf

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    nacin culebra

    Esos relatos atesoran un espesor histrico-discursivo que brindan una imagen distanciada de la Amazona, tal y cual los siglos de colonialismo e imposicin cultural la fue-ron construyendo, tal y cual la fueron escribiendo.

    Creo que alcanza para entender de cual Amazona ha-blamos, la lectura de un extracto de un libro que abri huella, al menos en la Amazona andina. Su ttulo lo dice todo: Los condenados de la selva4 y su autora corresponde al antrop-logo y activista peruano Roger Rumrill. Dice de esa Ama-zona:

    Una vegetacin exuberante, producto de una natu-raleza prdiga y milagrosa, una naturaleza que despier-ta todas las ilusiones de abundancia rpida y fcil y que infunde todos los temores por su resistencia a la accin del hombre, por su obstinacin en recuperar y recubrir el esfuerzo humano. Una fauna extica y de lo ms diversa, bella y feroz a la vez, con pececitos multicolores, monitos preciosos y pieles valiosas, junto con sus tragonas pira-as, acechantes reptiles e invisibles felinos. Unos indios salvajes y repulsivos, reducidores de cabezas y raptores de blancas mujeres y de blancos nios, cultores de alu-cingenos y de divinidades extraas, hbiles artesanos e hipcritas practicantes de ritos inmorales, sombras que atacan a traicin y desaparecen en medio del bosque y de la fauna; haraganes y borrachos peones de fundos y trochas. Unos pioneros como superhombres luchando para arrancar la riqueza guardada por la naturaleza y los primitivos; la mayora forjando pequeas islas agrcolas en permanente combate contra los elementos, los bichos y las fieras; los menos construyendo grandes imperios de riqueza, fabulosos negocios, demostrando que en esas tierras vrgenes los ms capaces pueden edificar con su

    4 Es obvio que el ttulo alude a Los condenados de la tierra, del argeli-no Fanon.

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    nacin culebra

    sacrificio y su genio fortunas verdaderamente mticas. Existe una visin tradicional de la selva que poco o nada tiene que ver con la realidad y que ha estado alimentando por decenios y siglos la imaginacin de nios y adultos.

    El capitalismo (y anteriormente el colonialismo) es el autor de esa imagen deformada que se tiene todava de la Amazona. Porque el capitalismo no lograba asentar su modo de produccin permanente en medio de la jungla, la invent impenetrable y peligrosa. Porque el capitalismo necesitaba lanzar su vanguardia en la bsqueda de mate-rias primas inexistentes en otros partes fuera de la selva, la pint repleta de riquezas legendarias. Porque el capi-talismo requera abaratar el costo de sus materias primas robando y explotando a los pobladores de la Amazona, justific la masacre sistemtica de los nativos adjudicn-doles los peores vicios y las ms insoportables crueldades y aberraciones. Porque el capitalismo urga encontrar algo con qu distraer la creciente rebelda de los ms deshe-redados, los campesinos sin tierra y los desocupados de las barriadas urbanas, lucubr un oriente de promisin y de felicidad ednica. El capitalismo cre una Amazona a imagen y semejanza de sus propias taras, mentiras y frus-traciones.

    El capitalismo monopolizador de los medios de pro-duccin y de los medios de comunicacin administr la selva como una suerte de colonia interna y la desdibu-j para que nadie viniera a disputrsela. El capitalismo monopoliz la Amazona. Y para eso la margin, la aisl, la mantuvo como una reserva intocable salvo casos de emergencia.5

    Esta es la matriz desde donde surge (casi) toda la lite-ratura que se ha producido sobre la Amazona, desde el si-glo xvi hasta el siglo xxi (desde el fraile Carvajal y Walter

    5 Roger Rumrrill y Pierre de Zutter: Amazona y Capitalismo: Los con-denados de la selva. Editorial Horizonte, Lima, Per, 1976.

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    nacin culebra

    Raleigh a los discursos de Luis Inacio Lula Da Silva!)6, una literatura que contrasta insisto con la que podemos lla-mar literatura amaznica, cuyo imaginario y discurso, cuyos relatos, persisto, son muy poco conocidos y menos difundi-dos. Siguen ellos, de muchas maneras, siendo invisibles, o manipulados como es el caso de la pelcula Avatar del direc-tor James Cameron.

    Esa imagen, ese discurso, esos relatos tienen que ver y aunque esto pueda resultar obvio, hay que remarcarlo con la selva, con el ro, con la memoria y el mito entre los indios.

    Esos relatos invisibles y manipulados sufren algo peor: todo ese mundo del cual emergen, como ya seal, est ago-nizando, acorralado y sentenciado a muerte. Si ese mundo desaparece, con l se perdern tambin todas esas voces, toda esa potencia expresiva Eso que a m, parafraseando a Ino Moxo, se me ocurre llamarlo tambin como la literatura de la nacin culebra. Veamos algunos de los por qu.

    * * *

    Ino Moxo es un chamn amawaka, uno de los pueblos ind-genas de la Amazona peruana. Dice muy bien, cuenta muy bien, es un decidor, Ino Moxo. De hecho, hay todo un libro recuperando sus relatos y su saber ancestral. Es, como deca, uno de los pocos libros que existen sobre la verdadera litera-tura amaznica.7

    6 Hay un trabajo acadmico que sistematiza y profundiza este tema y cuya lectura es invalorable. Me refiero a Imaginario y discurso: la Amazona, por Ana Pizarro, Universidad de Santiago de Chile. Est publicado en la Revista de Crtica Literaria Latinoamericana, Ao xxxi, N 61. Lima-Hanover, 1er. Semestre de 2005, pp. 59-74. Est disponible en Internet.

    7 Csar Calvo: Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Ama-zona. Proceso editores, Iquitos, 1981. El libro es inhallable Csar Calvo (1940-2000) es el gran y noble poeta de Iquitos.

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    nacin culebra

    El epgrafe que inclu en este trabajo es tan certero para reflejar lo que vengo expresando, que vale la pena detenerse en l y comentarlo un poco.

    Ante todo, ah est la fusin perfecta entre realidad y mito el mundo paralelo que tambin procura la ayahuasca, la droga alucinatoria por excelencia de la selva.

    Sobre el tema de los mitos amaznicos, preciso detener-me as sea una puntualizacin. Es obvio que cuando aludo al mito, me refiero a los mitos indgenas del Amazonas que colisionaron pero que tambin, en muchos casos, se enhebra-ron no slo con los mitos occidentales sino tambin con los mitos andinos. Desde la cultura del Occidente, la Amazona ha sido uno de los territorios ms fecundos para el arraigo y florecimiento mtico: su mismo nombre impuesto abreva all. El mito de la ciudad perdida en medio de la selva es el ms emblemtico y persistente de todos. El Paraso es el que ms me conmueve a m.

    Los Incas, de varias maneras, alimentaron ese imagina-rio que cruz el ocano, y que se nutra de la fe, la utopa, la maravilla, lo heroico, las Cruzadas, los viajes de los mercade-res de la seda, de tanta errancia. Pero por debajo de toda esa parafernalia imaginativa, estaban (estn) los mitos indgenas y esa, vuelvo a insistir, es la verdadera esencia de lo amaz-nico. Anoto uno que a m siempre me cautiv: el de la balle-na Haisaoji, amarrada por los indgenas Ese Ejas en un lugar del ro Bahuaja, que los quechuas de las primeras crnicas y nosotros hoy conocemos como ro Tambopata. Les hablo de un sitio y un titn de las aguas en el medio de la Selva Sur peruana. Me cautiv y me cautiva tanto como leer a Moby Dick. Me estremece pensar que slo quedan unos cientos de Ese Ejas y que la historia de la ballena Haisaoji pueda ser olvidada. Esa es la agona en la que se debate la selva. A los indios Tacanas de Tumupasa, en la Amazona boliviana, su montaa protectora, el Caquiahuaca, como ellos mismos se

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    apenan: ya no nos dice nada. Saben el motivo? Porque a alguien se le ocurri colocar encima del cerro guardin, una antena telefnica.8

    Sobre este asunto, en otro texto escrib que la recupe-racin de los mitos concuerda perfectamente con la necesi-dad de sistematizar y dar a conocer el pasado amaznico, una tarea inmensa que se opone a los designios de aquellos que han querido convertir, sea por prejuicio o por algn tipo de inters, a la Amazona en un territorio sin historia.9

    Ah est, para ir despejando las brumas, el amargo re-cuerdo de Fitzcarrald, de Isaas Fermn Fitzcarrald (1862-1897) y no de Fitzcarraldo, la pelcula del cineasta alemn Werner Herzog. Admiro mucho la osada y el fervor audio-visual de Herzog10 pero, est claro tambin, que su narrativa de selva (incluyendo tambin al film Aguirre, la ira de Dios) est lejos de la verdad amaznica, y abreva en la imagen colonial de la floresta que ya mencionamos.

    Fitzcarrald (nacido en la hacienda de San Luis de Huari en los Andes de Ancash-Per, hijo bastardo de un gringo que lo reconoci slo cuando un cura le brindaba la extremaun-cin antes de ser fusilado en Cerro de Pasco acusado de ser espa de los chilenos durante la llamada Guerra del Pacfico)

    8 Ver Pablo Cingolani: El cerro Caquiahuaca ya no dice nada. En: http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2010121606

    9 Pablo Cingolani: Presentacin al libro Cuatro Viajes a la Amazonia boliviana de Vera Tyuleneva (fobomade, La Paz, 2010) Pg. 10. Terra sem Histria, anot con referencia a la Amazona el gran escritor brasileo y positivista Euclides Da Cunha en A margem da histria (1909).

    10 Sin ir muy lejos, tengo un poster con el barco de la pelcula y con Klaus Kinsky colgando en una de las paredes de mi casa; de hecho, una vez le escrib un correo electrnico a su oficina en Mnich para interesarlo en uno de mis proyectos en la selva me contest que estaba rodando un documental en Tailandia pero que cuando tuviera algo para mostrarle, lo hiciera. De hecho tambin, nunca ms lo contact.

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    fue lo que dice el chamn y no el alemn. Fitzcarrald fue un asesino despiadado, un esclavizador de pueblos enteros.

    El peruano reproduce el arquetipo del empresario del caucho que hasta ahora reivindican todos y cada uno de los pases de la cuenca como hroes de la soberana y de la na-cionalidad (es tambin el caso de Julio Csar Arana, retrata-do por Vargas Llosa en su ltima novela, El sueo del celta, o de Nicols Surez, en Bolivia, donde an una provincia amaznica lleva su nombre y hay varios monumentos que lo recuerdan).

    Ese discurso el de la pica de los llamados baro-nes del caucho, una especie de conquista del far west con menos marketing representa el ante ltimo tramo de la imposicin cultural que sufre la Amazona, y las imgenes distorsionadas que surgen de ello en cada versin nacional, sea boliviana, peruana, colombiana, brasilea. Hay, en ese mbito, todo una literatura, extremadamente violenta, tanto en su apologa 11 como en su denuncia,12 pero en ambas, la voz de las vctimas est ausente.

    Es que, como el celta Casement de la obra del ltimo Premio Nobel, incluso quienes se espantaban de las atrocida-des de los caucheros, no podan evadirse a la vez del influjo supuestamente perverso de la selva, de su hostilidad, y en la

    11 Los caucheros mandaban a imprimir tomos gruessimos en su de-fensa; pienso tambin en una obra delirante de autora del argentino Ciro Torres Lpez, Las maravillosas tierras del Acre (en la floresta amaznica de Bolivia), impresa en 1930, donde sin empacho, y en su vejez opulentsima, Nicols Surez cuenta cmo extermin a los indios caripunas.

    12 Pienso en un libro considerado clsico, La Vorgine, del colombiano Jos Eustaquio Rivera; pienso en otra obra, mucho menos conocida que la anterior, pero que redunda en los ejes extremo-existenciales que Rivera en La Vorgine deline con maestra y que segn el autor est inspirada en ella: Borrachera verde, del boliviano Ral Botelho Gosalvez.

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    misma lnea ya explorada por el uruguayo Horacio Quiroga, otro cuentista genial de la literatura de selva, sus relatos im-pactan y son efectivos, estremecen, pero casi siempre mues-tran el drama personal de los que no deberan estar all:

    Quin que haya penetrado en la selva, guarda un recuerdo grato de ella? Estas florestas son madrastras que en fobia perpetua se ensaan y destrozan, desarman y aniquilan. Sin embargo, eran el ltimo refugio para mi desgracia.

    Decir selva, es decir angustia.Toda ella se asemeja a un templo donde hacen de pi-

    lares los troncos centenarios, de arbotantes las masas de lianas y bejucos; sus bvedas se extienden al margen de los ros y lagos, en ellas repercute el eco de nuestras vo-ces, alargadas hasta los almizclozos [sic] cubiles de las fieras, para vendernos, para entregarnos a las fauces siem-pre hambrientas.

    La selva no guarda dolos, porque en ese verde tem-plo todos son dioses, desde los rboles bravos que en los surazos tienen cleras divinas y terribles, hasta el mi-croscpico animalito, gestor de la enfermedad, la muerte y la podredumbre.13

    El horror existencial por la selva, el mismo que experi-mentaba Marguerite Duras frente a las junglas vietnamitas, el mismo que pretenden curar arrasndola los hacendados ganaderos y soyeros brasileos ese odio a la selva del que habla Possuelo14 existe toda una literatura de selva, que

    13 Ral Botelho Gosalvez: Borrachera Verde. Ed. Juventud, La Paz, 1992. Pg. 65-66.

    14 Hay un odio en relacin a la selva Todos, inclusive parte de los defensores del medio ambiente, se preguntan a toda hora cmo apro-vechar el bosque. As, inventan esos proyectos auto sustentables, los mismos proyectos de devastacin de siempre. La floresta tiene que justificarse para permanecer en pie. Tiene que ofrecer condiciones

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    tiene a la selva y su drama impuesto como escenario y a los indios (o a los nativos del Congo, en el caso de esa obra ma-gistral que es El corazn de las tinieblas, de Joseph Conrad, el clsico de los clsicos del gnero) como extras, como par-te de la descripcin general del drama. Kurtz es Fitzcarrald; los aborgenes de una y otra selva son fantasmas, fantasmas explotados, humillados y asesinados en las factoras, pero nada ms.

    Grit en su susurro a alguna imagen, a alguna visin, grit dos veces, un grito que no era ms que un suspiro:

    Ah, el horror! El horror!

    Joseph Conrad: El corazn de las tinieblas

    Esto contrasta con lo que insistimos en llamar literatura amaznica. Ino Moxo es una de las decenas, cientos, miles de voces que la han moldeado y hecho perdurar. Y su voz es tan potente que no slo estremece, sino que conmueve.

    Ante todo, el vnculo con lo natural con el ro, con la selva- es la sustancia de su discurso. All est el valor de esa narrativa amaznica, que as se emparenta con todas las na-rrativas de los pueblos originarios de todo el mundo. Siglos de negacin cultural a lo natural, nos han vuelto inmunes al hechizo y la gracia de sentirnos parte de un todo, vivo, libre y armonioso. La selva es el ms complejo de los sistemas de vida, y por su complejidad, es a la vez, el ms frgil. Dijo Ino Moxo:

    para la construccin de hoteles y posadas: Nadie est queriendo vol-ver en el tiempo, pero precisamos perder la mirada desarrollista, enca-rar a la Amazona como selva, tener orgullo por lo desconocido, saber cmo las personas viven de forma tan simple. Tomado de Leonencio Nossa: Homens invisveis. Record, Ro de Janeiro, 2007. Pg. 69

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    Tantas y tantas existencias oyes, tanta callada sabidu-ra escuchas cuando escuchas la selva. Y eso que ya no puedes or el canto de los peces que alegraban las aguas del Pangoa, del Tambo, del Ucayali, animales musicales que presintieron la llegada del gran otorongo negro y hu-yeron das antes y se salvaron.

    aludiendo metafricamente a la actividad petrolera, uno de los enemigos ms crueles de la Amazona, y la contamina-cin de los ros.

    Y a esa naturaleza, a esa vida, hay que defenderla. El relato de la resistencia a los caucheros que hace Ino Moxo no tiene mengua:

    mis primeros ahijados, fueron escogidos para dar castigo al hermano menor de Fitzcarrald. Xim los icar, los magnetiz dotndolos de poderes precisos, suficientes. El da justo, a la hora justa, ellos dos se desnudaron y en-traron al Mishawa. Como quien entra bajo un mosquitero, as entraron al ro y se fueron tranquilos, caminando por el fondo de piedras. Aparecieron en el ro Purs. All ajus-ticiaron a Delfn Fitzcarrald, volvieron a meterse bajo el ro, regresaron andando, sin mojarse, bien tranquilos15

    Hay otro relato que Calvo titul La cachetada que in-cendi al petrleo y que cuenta cmo los guerreros piros, los ashaninka y los amawakas se juntaron para quemar el campamento y las instalaciones de una compaa francesa que explotaba crudo en la selva, all por 1976.16 Por otros caminos, la historia vuelve a repetirse, a su manera, en Ba-gu, el 2009.

    15 Isaas Fermn Fitzcarrald muri ahogado en el rio Mishawa en julio de 1897.

    16 Ver Cesar Calvo, Op. Cit. Pgs. 237-238

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    Y ah est la Nacin Culebra, cuando en la continui-dad de la guerra mgica que los indios han entablado contra los invasores de cualquier pelaje Fitzcarrald y sus merce-narios, los petroleros, Ino Moxo en su extrema lucidez, su extrema sensibilidad, su extremo coraje, no plantea el recur-so sistmico, nacional, global ahora, de hacer respetar los derechos, de apelar al Estado (o a la sociedad anti esclavista de la hipcrita sociedad victoriana que lo condena a Case-ment, como a Wilde, no slo por independentista irlands, sino sobre todo por homosexual), Ino Moxo no pide clemen-cia, no clama solidaridad, no reclama nada, sino que apela a sus armas ms genuinas, ms suyas, propias de esa su selva repleta de vida, colmada de vida, y proclama nacionalizar-se culebra, o rbol, o piedra. La belleza de las palabras sen-tidas es arrasadora de todas las distancias

    Alguien dir que nacionalizarse ni es un trmino ind-gena y que incluso resulta contradictorio en el hilo de este tex-to. Para nada. Luego que se produjera el primer gran choque, la primera ruptura estructural del espacio amaznico, con la invasin europea de sus territorios en el siglo xvi, luego que pasaran cinco siglos de negacin a la especificidad cultural de los pueblos amaznicos (luego que superramos, aqu y all, el prejuicio de considerarlos inferiores, salvajes, brbaros, producto no slo de la herencia ibrica y portuguesa sino tam-bin, del nacionalismo revolucionario de los pases andinos, incluso de sus propias vertientes indigenistas hegemnicas, in-cluyendo, hacia atrs, a los mismsimos Incas en Brasil, el contexto es diferente y ya nos referimos a l), los estudios etno-histricos probaron la enorme fluidez de las relaciones entre los pueblos de las tierras bajas y de las tierras altas de Sudamrica. Los intercambios culturales, sobre todo ellos, son impactantes.

    Coca, tigres y serpientes son un bagaje de transferencia cultural desde las selvas hacia las alturas, demasiado espeso y crucial como para no anotarlo.

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    Guamn Poma, el insustituible, contradictorio aunque amado Guamn Poma, cuenta as, sin desperdicio cada pa-labra es un hallazgo- como Inca Roca y su hijo, amigos de los salvajes (chunchos en el quechua de los Incas, trmino que sobrevive hasta hoy: habitantes del Ande Suyo o Antisuyo, el suyu, parte, del estado inca cuatro partes=Tawantinsuyu que corresponda al este, oriente del Cusco, es decir a la sel-va) introducen la coca en los Andes, mezclando el asunto con la sacralizacin totmica del tigre de la Amazona, el jaguar, la fiera por excelencia y smbolo de poder absoluto:

    Fue hombre largo y ancho, fuerte y gran habln y hablaba con trueno, gran jugador y putaero, amigo de quitar hacienda de los pobres. Adems de la conquista de su padre conquist todo Ande Suyo. Dicen que se tornaba otorongo [jaguar en quechua] l y su hijo. Y as conquist todo Chuncho (...) Este dicho Inca comenz a comer coca y la prendi en los Andes y as le ense a otros indios de este reino. (...) Y dicen que en los Chunchos tiene hijos y casta de este dicho Inca porque ms del ao resida all. Y otros dicen que no le conquist, sino que hizo amistad y compaa.17

    De las serpientes, baste decir una sola cosa: los ms grandes lderes de las ms vastas rebeliones anticoloniales invocaron su poder y su astucia como nombre de guerra. T-pac Amaru es la gran serpiente en quechua. Tpac Katari es lo mismo en idioma aymara. Muchas guerrillas sudameri-canas desde los 50 hasta los 90 del siglo pasado- rindieron homenaje a esta herencia, otra prueba evidente de la fluidez

    17 Felipe Guamn Poma de Ayala: La primera nueva crnica y buen go-bierno [1615]. Edicin crtica de John Murra y Rolena Adorno. Siglo xxi, 3 ed., Mxico D.F., 1992. Pg. 83.

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    y fortaleza de las transferencias/apropiacin de los legados culturales de la selva.18

    Nacionalizarse culebra es una transferencia, al fin, a la inversa: era el influjo del gobierno del general nacionalista peruano Juan Velasco Alvarado, el primer gobierno del Per independiente que busc reparar algunas injusticas histricas en la selva.

    Pero Ino Moxo, y aqu est lo que brilla, al querer na-cionalizarse culebra o piedra (escucho ecos, o quiero escu-char ecos de Arguedas, en el ao del centenario de su naci-miento), no habla, en definitiva, de una nacin, del Per a secas, habla de un territorio y una memoria, un saber y un sentir, habla de un espacio-tiempo, habla de la Amazona.

    Habla el chamn de lo que puede identificar, de ma-nera colectiva, a todos y cada uno de los indios de la selva, con mayor o menor o ningn grado de aculturacin: ellos se sienten ms cerca de la naturaleza del ro, la selva que de los estados, de los pases de los cuales tambin forman parte. Ellos se sienten ms cerca de la naturaleza que de nosotros, en todas nuestras versiones. Eso es algo, y lo creo profunda-mente, que habra que respetar.

    Eso, y nada ms que eso, me ensearon a m los indios de la Amazona, y toda su literatura. Que si no estamos dis-puestos a dejarlos en paz, que si no estamos dispuestos a entender que su gran y definitivo derecho, desde nuestra cul-tura occidental, es precisamente ese (de ah, el humanismo inconmensurable de un hombre como el sertanista Sydney

    18 Uturuncos se llam la primera guerrilla argentina de origen peronista y que tuvo su epicentro en Tucumn, parte del lmite sur del quechus-mo. Tupamaros, la clebre organizacin poltica armada del Uruguay, es una alusin directa al rebelde quechua. En Per, hizo lo mismo el Movimiento Revolucionario Tpac Amaru (mrta). En Bolivia, el Ejrcito Guerrillero Tpac Katari (egtk).

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    Possuelo y su imposicin del principio del no-contacto), el derecho a que los dejemos de joder con nuestras ideas, con nuestras visiones, con nuestras culpas, con nuestras ganas eternas de probarlo todo, de verlo todo, de intentarlo todo! es lo mejor que podemos hacer por los indios y por la literatura que se arraiga en una visin del mundo que podemos respe-tar y compartir pero que nunca ser la nuestra.

    La otra enseanza que aprend en todos estos aos de selva es que salvo los indios, la selva y los ros, no debera haber ms nada en la Amazona. Hoy sobran ciudades, carre-teras, bibliotecas, cines, emigrantes de varios colores, y toda clase de mercenarios (al decir de Ino Moxo) que pululan en lo que antes fue selva. No hay nada ms terrible y doloroso y a m me consta- que ver que donde antes haba selva, ahora hay una estancia ganadera, una nueva urbanizacin o la deforestacin que provoca la pobreza. Son crmenes de lesa naturaleza, y tambin de lesa humanidad, de genocidio, cada metro que se muere de selva es un metro menos para los habitantes originarios de la selva, y eso, mi dios, los est matando! Uno sufre el sndrome de la amputacin. No pue-des creer que a la selva le vaya faltando un brazo (el estado brasileo de Rondonia, digamos, capturado por los soyeros) o que ahora, ahora mismo, le estn cortando una vena, como lo estn haciendo con las mega represas que est constru-yendo el estado brasileo para atajar, encadenar, el ro Ma-dera, el principal afluente del Amazonas. Eso, traducido en violencia, son decenas, centenares, de indios muertos. De hermanos, muertos y nos podemos callar frente a tanta demencia psicpata!?

    Es el cerco, es el asedio, a la Nacin Culebra. Y la ba-talla final de una guerra que no parece tener otro objetivo que la abolicin total. Porque viendo como son los malos de esta pelcula, parece que no solamente quisieran exterminar

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    los cuerpos, sino borrar toda seal de que hayan existido. Su literatura tambin, acaso.

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    Vuelvo ahora sobre Brasil, en este texto enmaraado como la selva... sobre lo que anot del contexto diferente. En Brasil, la defensa de ese principio que postul Possuelo (no-con-tacto para la proteccin de los ltimos pueblos indgenas aislados de la Amazona), sigue en suma reproduciendo la lgica que se vivi en los albores de lo que se conoce como la conquista de Amrica esa que inici Coln en 1492. Por algo a Possuelo lo honraron ustedes mismos, de algu-na manera lo honraron, aunque no lo sepan con el premio Bartolom de las Casas. l es un Bartolom de Las Casas transfigurado, un Quijote de la selva segn los manchegos del siglo xxi.

    Sucede que hay un Brasil ms all de la imagen tpica de ese Brasil del ftbol, el samba y las garotas de Ipanema que se divide en dos: los que estn a favor de los indios y los que estn en contra de los mismos. La permanente marcha hacia el Oeste que caracteriza la historia del coloso sudame-ricano, y el contacto constante con nuevos pueblos, estable-ci esa lnea divisoria entre los que asesinan indios, sin ms, y los que los protegen, incluso honrando la mxima del gran Rondn: morir si es necesario, matar jams. Hay un poema maravilloso que patentiza esa divisin tajante, esa tensin permanente. Lo traducimos a nuestro idioma con un profe-sor de la Universidad de Uberlandia, Minas Geraes, llamado Mathias Luce marxista y amigo mo. El poema se titula Lo que se odia del indio, su autor es Reynaldo Jardim (valga esto tambin como homenaje, porque acaba de morir en Bra-silia, el pasado 1 de febrero, a los 84 aos) y dice as:

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    Lo que se odia del indio

    No es apenas el espacio ocupado

    Lo que se odia del indio

    Es el animal puro que en l habita

    Lo que se odia del indio

    Es su color en bronce diseado

    La precisin con que la flecha vuela y abate la caza

    El gesto largo con que abraza al ro

    El gusto de acariciar las plumas y tejer el tocado

    Lo que se odia del indio es su andar sin ruido

    La presteza segura de cada movimiento

    La ntida perfeccin del cuerpo erguido contra la luz del sol

    Lo que se odia del indio es el sol

    El rbol se odia del indio

    El ro se odia del indio

    El cuerpo a cuerpo con la vida se odia del indio

    Lo que se odia del indio es la permanencia de la in-fancia

    Es la libertad plena lo que se odia del indio.

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    Creo que este poema es la demostracin ms pura de que nosotros, si lo deseamos, podemos contribuir, por un m-nimo sentido de decencia, a que el mundo de la selva, del ro y de los indios no se acabe. Yo podra amargarlos con todas las tragedias, con todos los actos genocidas y etnocidas que han sufrido los indios amaznicos, pero les juro que es tan devastador, tan vergonzoso lo que le hemos hecho a los in-dios, lo que le estamos haciendo a los indios, que prefiero a un memorial de agravios, seguir cantando, todos juntos, a la esperanza, a la fe, y a la lucha que es el nico sustento de la esperanza y de la fe. Por ello, prefiero la transcripcin de otra joya literaria y desgarradora de ese Brasil pro-indio como es la letra de la cancin Un indio de Caetano Veloso:

    Un indio bajar de una estrella colorida, brillantede una estrella que vendr a una velocidad escalofriantey se posar en el corazn del hemisferio sur de Amrica en un claro instante.

    Despus de exterminada la ltima nacin indgenay el alma de los pjaros, las fuentes de agua lmpida,ms avanzado que la ms avanzada de las ms avanzadas de las tecnologas,

    vendr: impvido como Mohammed Al. Vendr lo vi: apasionadamente como Peri. Vendr lo vi: tranquilo e infalible como Bruce Lee, vendr lo vi.

    Un indio preservado en pleno cuerpo fsico,en todo slido, todo gas, y todo lquido,en tomos, palabras, alma, corazn, en gesto, oloren sombra, en luz, en sonido magnfico.

    A un punto equidistante entre el Atlntico y Pacfico de ese objeto refulgente, s, bajar el indioy todo lo que s que l va a decir y hacer no s contarlo as,de un modo explcito.

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    Vendr: impvido como Mohammed Al. Vendr -lo vi: apasionadamente como Peri. Vendr lo vi: tranquilo e infalible como Bruce Lee, vendr lo vi.

    Y aquello que en ese momento se revelar a los pueblos sorprender a todos no por ser exticosino por haber podido estar oculto siempre,cuando justamente era lo obvio.

    Creo que hubo un momento de la historia de la Ama-zona donde todas las sensibilidades y todos los saberes co-menzaron a juntarse, y tal vez en contra sentido borgiano, primero pudo ser que nos uniera el espanto, pero luego em-pez a ser el amor, como corresponde a todo lo que lucha unitariamente. Ese momento, de seguro empez cuando los dictadores militares de Brasil empezaron con la construccin de la primera gran herida, no cicatrizada an, que le hicieron a la Amazona: la llamada, de preciso, carretera Transamaz-nica, en los aos 70 del siglo que pas.

    Yo era un nio, y me acuerdo de esas imgenes en los peridicos de Buenos Aires, la ciudad que me vio nacer: all tambin estaba Possuelo tratando que los Araras no sufrieran el impacto atroz de la llegada de la civilizacin, el orden y el progreso brasileos.

    Han pasado cuarenta aos desde que empez a mani-festarse esa tensin entre una modernizacin carente de alma y de escrpulos, y la supervivencia del universo simblico que nutren selvas y ros y que tiene a los indios frente a su ltima encrucijada, frente al ltimo espejo deforme del geno-cidio sin fin, frente al desenlace del destino: o se integran o mueren, as sea democrticamente pero mueren. Possuelo fue echado de la funai por objetar la ya famosa frase de su entonces director: los indios tienen mucha tierra.

    El mundo, si es que hay un mundo sensible que todava resiste a la imbecilidad llevada a extremos inconcebibles, a

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    la anestesia aplicada en dosis inauditas, a la frivolidad como la mejor manera de administrarla, ese mundo que yo s que existe, que tiene que existir debera evitar la fatalidad, el desasosiego, el fin de una historia, el nacimiento de otra: opaca, desdichada y donde estarn ausentes, y para siempre, las voces de la selva, las voces de los buenos que, parafra-seando a Thoreau, son los ms cercanos a la bello y a lo salvaje, que an resiste Si te pones a escuchar todo lo que suena en la selva, qu escuchas? Ino Moxo nos pregunta a todos, Ino Moxo nos convoca a todos

    * * *

    Yo nunca me rode la muerte.Simplementesucede queno tengomiedode morirentrepjaros y rboles.

    Javier Heraud: Yo no me ro de la muerte

    15 de mayo de 1963. Amazona peruana. Yo an no haba nacido: faltaban tres meses cuando tres hombres, dos afueri-nos y un gua, avanzan contra la corriente de un ro mtico: el Amaru Mayu, el ro de las serpientes de los Incas, o Madre de Dios como lo rebautizaron los espaoles. Venan aguas arriba, desde Riberalta-Bolivia. Los antiguos japoneses crean que navegar hacia la fuente de un ro era subir hacia la morada de los dioses. Ellos no llegaran a ninguna parte: otras embarca-ciones repletas de hombres de atuendo verde y armas de gue-rra rodearon a la balsa y exterminaron a tiros a sus ocupantes.

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    Alguna gente desde las orillas se haba sumado a la fatal faena utilizando carabinas para caza mayor.

    Cuando recuperaron la balsa, militares y vecinos de Puerto Maldonado observaron los cadveres de los tres hom-bres destrozados por la balacera. Uno de los cuerpos era el de un hombre joven, demasiado joven (tena, tan solo, 21 aos) cuyo rostro segua siendo el de un muchacho a pesar de las marcas que dej la abstinencia, a pesar de las cicatrices de la selva, a pesar de la muerte que ya lo haba abrazado como l mismo so, entre pjaros y rboles, tres aos antes cuando public su poemario invencible, El ro.

    Los victimarios se solazaron con la victoria: los guerri-lleros aptridas, los delincuentes comunistas, los criminales subversivos terminaban as: cocidos en odio y balazos. No saban que haban matado a un poeta. No saban que Guilln y Neruda lloraran por l. No saban quin era Guilln ni tampoco quien era Neruda y menos que el muerto era Javier Heraud, el ms estremecedor de todas las voces de la selva desde afuera de la selva, pero que hizo de la selva, no slo su tema, sino tambin su tumba. Ino Moxo, ese da, estaba distrado, pero igual llor por l. Yo lo sientoyo lo s.

    * * *

    Quiero encontrar un final para esta danza sin misericordia entre indios odiados y poetas inmolados, quiero encontrar un final que no naufrague en la tristeza, porque desde la tristeza no se construye nada.

    No he cruzado el ocano con todo el reverencial terror que cargu y cargar a mi retorno por volar encima de la Mama Kocha, la morada de todos los muertos- para sucum-bir ante lo ms obvio: no he llegado hasta Ibiza a escribir un epitafio para la Amazona.

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    Disculpen de nuevo lo tajante, lo abrupto y lo spero. Nosotros all, a veces, parece que nos acostumbramos a las derrotas. Desde el siglo xvi, murieron millones de indios amaznicos, producto de la violencia y las enfermedades para las cuales no tenan anticuerpos la civilizacin de Moxos, en el actual Beni-Bolivia, es un ejemplo dramtico de lo que digo. Y no pasa nada. Los indios de la Amazona siguen muriendo, siguen arrollados por ese mana etnocida que reemplaz a la premisa que el mejor indio es el indio muerto.

    Tambin, como a Javier, entre las dcadas del 60 y el 80, asesinaron, desaparecieron, masacraron, a ms de 200.000 latinoamericanos que buscaban un destino mejor para todos, los indios y los no indios. Ellos tambin son mis hermanos, pero sobre todo han sido/son y sern siempre mis compae-ros.

    Y yo no les puedo dedicar un final triste para esto que escribo, porque sino: para qu carajo murieron?

    Entonces, como no tengo un final a modo de epi-fana van tres en homenaje a los indios como escribi Cardenal- y a todos los compaeros muertos. Una vez le un artculo del gran Darcy Ribeiro que se titulaba, simplemente: Mi corazn me pide una victoria

    * * *

    1. La victoria coyuntural

    Sobre el ro Madre de Dios, donde lo mataron a Heraud, estaban construyendo un puente. Nada ms antinatural, ya lo dije. Sucede que ese puente bautizado Billinghurst es el smbolo del plan de conquista definitiva de la Amazona, de apertura total del espacio selvtico a las trasnacionales, al mercado mundial y a las polticas desarrollistas de los

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    gobiernos y los bancos que las alientan. Ese plan se llama Iniciativa para la Integracin de la Infraestructura Sudameri-cana, y es ms conocido por sus nefastas siglas: la iirsa.

    El puente de marras, tiene el afn de concretar la unin, a travs de carreteras, de los dos ocanos del hemisferio oc-cidental, a travs de la selva. Ya lo dije: es el principio del fin para la Amazona y el punto culminante del genocidio aborigen. Pero, sucede mi corazn me anda pidiendo una victoria! que los ingenieros de la empresa constructora de la obra fracasaron en sus clculos, y el ro, el ro donde lo asesinaron al poeta, se anda defendiendo.

    Este correo electrnico que recib el lunes 14 de febrero pasado, creo que merece ser incorporado a la futura antolo-ga de literatura amaznica, vean si no:

    Estimado Pablo: estuve indagando sobre la situacin del puente y realmente es grave, efectivamente existe una fisura en la estructura del anclaje del puente que da hacia la ciudad de Puerto, esta se produjo cuando estaban tra-bajando con la mezcla de concreto y sintieron que algo se resquebrajaba y hasta all llegaron, se paraliz el tra-bajo, ahora solo estn en mantenimiento como es ajus-tar pernos, etc. Las perspectivas: llegaron especialistas chinos y estn evaluando y estudiando que es lo que se tiene que hacer, para empezar, no han desmontado nada porque estn monitoreando hasta donde es la resistencia, los siguientes pasos, evidentemente no te indican, porque no saben, pero estimo que se realizaran nuevos estudios, parece que los anclajes estaban muy cerca del puente y no ofrecen la resistencia necesaria, en todo caso se tiene que esperar los resultados de los estudios que se hagan y que no empiezan an, por que deben llegar expertos. Supongo que el estudio debe durar unos 3 o 4 meses y luego retomar la construccin con las enmiendas que no sern menores a los 10 meses o un ao, en el mejor de los casos. Los costos: .bueno de los 800 millones programa-

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    dos ya estn en 1300, y con esto, es bastante platita la que se est gastando, y como veras Alan no cumplir su deseo de inaugurar el puente, salvo...mejor parecer. Para colmo de males las lluvias han arreciado en la regin y el rio est afectando muchos poblados, y est cerca al nivel del puente, y veamos si resisten los pilares esta defensa de nuestro rio. Estar averiguando ms sobre el tema. Como entenders, al no haber informacin oficial, esta la he conseguido de trabajadores, funcionarios y otras perso-nas, pero tratar de conseguir informacin de la empresa Conirsa. () Tome fotos, pero no las traje hoy por que estamos soportando una sper tormenta, y apenas puedes movilizarte, pero te las envo en cualquier momento

    Un abrazo.

    Digan si no es emocionante? Digan si no podemos se-guir soando con ms victorias coyunturales? El ro, bendito ro Esto, afirmo, es parte de la nueva literatura amaznica: escritura urgente, de denuncia manifiestos, pronunciamien-tos, artculos periodsticos, cartas, poemas- que van confor-mando un imaginario de la resistencia, una esttica de la resis-tencia, un emergente cultural, singular, ya que se nutre, en lo esencial y tal y como lo vengo expresando desde el principio, en los elementos que definen lo amaznico, y que an hoy en este mundo aparentemente secuestrado por la aldea global, siguen no slo vigentes sino portando una carga de simbo-lismo contracultural, contrahegemnico, nica y diferenciada, que hace que la Amazona siga brillando, que su luz no se apague, y siga inspirando. (Ver Anexo 1 El Puente)

    * * *

    2. La victoria tctica

    En diciembre del ao pasado, fui a devolverle una visita a Bolivia donde yo vivo a Sydney Possuelo, volando hasta

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    Brasilia donde l viva, ahora est habitando, temporalmen-te, en Nueva Zelandia.

    Como este mundo es global aunque me pese, nos imaginamos con Sydney una manera de romper todas las ba-rreras impuestas para la defensa y proteccin de los ltimos indios aislados de la Amazona, tarea en la cual Possuelo se empe toda su vida.

    De ese encuentro/reencuentro siempre (conozco a Sydney desde que era un nio, remember la Transamaznica), surgi la carta abierta que est juntando firmas por todo el mundo.

    Creo que la misiva al mundo-hostil-contra-los-indios, tambin es antolgica, y forma parte de ese nuevo y unitario corpus de la literatura amaznica, as que la transcribo tal cual, dice as:

    carta abierta en defensa de los pueblosindigenas aislados

    Brasilia, 15 de diciembre de 2010

    Trabaj ms de cuatro dcadas en la selva amaznica. Hace cinco aos, convoqu al primer encuentro interna-cional en defensa de los pueblos indgenas aislados. Nos reunimos en Belem do Par y all propuse la creacin de una Alianza Internacional para su proteccin. Digo sin an-gustia pero con claridad: hemos avanzado muy poco en ese sentido. Siento que la urgencia de entonces, se volvi hoy una amenaza definitiva: los pueblos aislados y sus territorios estn en riesgo como nunca antes.

    En los ltimos cinco aos, he visto intereses para sa-car a los aislados de sus tierras y permitir as la invasin de empresas petroleras o mineras; he visto cmo se firman decretos y otorgan concesiones para explotar recursos na-turales en zonas donde habitan estos seres humanos; he visto indgenas muertos o perseguidos por defender sus derechos; he sentido que seguimos considerando a la

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    Amazonia y a los indgenas como un obstculo a las estra-tegias de desarrollo, como la que encarna la Iniciativa de Integracin de la Infraestructura Regional Sudamericana.

    Represas, carreteras, puentes estn siendo construi-dos en la Amazona, sin proponer acciones que de manera efectiva protejan los derechos de estos pueblos, y si per-sisten estas actitudes, el destino de los aislados ya est determinado y ellos desaparecern.

    No podemos quedar indiferentes ante este drama. Es tiempo de reaccionar y que los estados, los gobiernos, las empresas, los organismos internacionales, las iglesias, to-dos, brinden garantas de cuidado a los derechos humanos de los pueblos aislados de la Amazonia. Es un deber de conciencia y un imperativo moral. No pido que detengan sus planes de gobierno, reclamo s que una parte de lo que gastan en obras de infraestructura y las inversiones en industrias extractivas la usen para preservar verdadera-mente a los aislados de toda violencia.

    Si como los gobiernos dicen, estos planes y obras son para vivir bien y tener bienestar, que incluyan a los aisla-dos dentro de esos beneficios. Ellos slo quieren asegurar sus territorios. Protejamos eso. Que ellos no paguen con sus vidas o con su desarraigo, como siempre ha sido, la falta de acciones sinceras de proteccin a sus derechos que adems estn consagrados en las leyes y en los trata-dos internacionales.

    Si est a punto de inaugurarse ahora la primera ca-rretera interocenica de Sudamrica a travs de la selva, el hecho que los pueblos indgenas aislados no sean ms perseguidos o sacados de su territorio sera la mejor prue-ba de responsabilidad y respeto que podramos dar. En el tramo entre Assis Brasil, en el Acre, y Puerto Maldona-do, en Madre de Dios, en el Per, una zona que colinda con Pando en Bolivia, los camiones pasarn incesante y peligrosamente muy prximos a territorios poblados por ellos. Qu haremos para que esto no signifique mas ame-naza a la vida y ms devastacin del bosque? Es nuestra oportunidad para cambiar la historia para siempre, y evi-

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    tar que llegue la hora fatal, la hora 25, cuando ya no se puede hacer nada ms.

    La situacin es crtica y todos deberamos unirnos. No podemos permitir que una parte de la humanidad se extinga. Los aislados tienen que vivir. Son nuestra esencia ms pura, nuestro impulso ms vivo. Un mundo sin ellos no valdra la pena y en el futuro no habra perdn para una tragedia tan grande que nos hacemos contra nosotros mismos y el planeta.

    Sincera y afectuosamente,

    Sydney Possuelo

    Creo, con todo mi corazn que me sigue pidiendo una victoria ms rotunda que la coyuntural del puente que no sa-ben cmo hacerlo, que si esta carta tal como nos propusimos, con miles de firmas que estamos recogiendo all around the world llega a manos de la Alta Comisionada de las Nacio-nes Unidas para los Derechos Humanos y al Foro Permanente de Cuestiones Indgenas de la misma organizacin planetaria, ellos sabrn decirle a sus estados miembros de Sudamrica que se dejen de joder a los indios de la Amazona.

    Un puente, una carretera, una plantacin de soya, una mina de diamantes, un pozo petrolero no valen, ni como Pars, una misa, menos la culminacin de un genocidio. El discurso contra la pobreza, vale menos. No se trata de ganar el cielo, con avemaras ajenas: hay demasiadas maneras de hacer plena una justicia social sin sacrificar no slo a los bosques, sino a esas vidas humanas, que aunque sean un pu-ado comparados con los hambrientos del mundo, los des-esperados y los desarraigados de la Tierra: son lo mejor de nosotros mismos. Un mundo sin indios amaznicos, como afirma Possuelo, no valdra la pena.

    * * *

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    3. La victoria estratgica

    La nica victoria estratgica deseable es cambiar el modelo, el sistema, el paradigma (como quieran llamarlo, a mi me aburren las teoras), en definitiva es cambiar al mundo, tal y cual lo conocemos.

    Es eso posible?Desde ya que s, dar algunos ejemplos: slo se trata de

    construir puentes para que pase la gente, no los camiones de las trasnacionales. Slo se trata que si an quedan indgenas que viven en su mundo, no les impongamos el nuestro, y no slo los aceptemos, firmando una carta, sino que hagamos valer su derecho. Jams habra que volver a asesinar poetas. Hay muchas maneras de hacerlo: cada cual deber pregun-tarse cmo.

    A desafos, amenazas globales: respuestas, compromi-sos globales.

    Vamos a tener mucho tiempo para arrepentirnos de no hacerlo: el tiempo sin belleza, el tiempo sin pasin, el tiempo donde tengamos que asumir que la selva ha sido arrasada, los ros se secaron y el ltimo indio se fue a vivir a una chabola de Manaus

    Literatura amaznica hoy son muchas pginas en blanco, pginas que deberamos escribir juntos epitafio o epifana, depende de ellos pero sobre todo de nosotros que paremos todo esta locura y que la futura literatura ama-znica la escribamos todos: ellos porque la viven, y noso-tros porque los respetamos y los defendemos tal cual son, tal cual ellos quieren ser, amando a su ro, amando a su selvaamando a su literatura, amando a su Amazona:

    Y ms que nada suenan los pasos de los animales que uno ha sido antes que humano, los pasos de las piedras y de los vegetales y las cosas que cada humano ha sido. Y

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    tambin lo que uno ha escuchado antes, todo eso suena en la noche de la selva. Dentro de uno mismo suena, en los recuerdos lo que uno ha escuchado a lo largo de la vida, bailes y pfanos y promesas y mentiras y miedos y con-fesiones y alaridos de guerra y gemidos de amor. Voces de agonizante que uno ha sido o que uno ha escuchado solamente. Historias ciertas, historias de maana. Porque todo lo que uno va a escuchar, todo eso suena, anticipado, en medio de la noche de la selva, en la selva que suena en medio de la noche. La memoria es ms, es mucho ms, lo sabes? La memoria verdica conserva tambin lo que est por venir. Y hasta lo que nunca llegar, eso tambin conserva. Imagnate. Nada ms imagnate. Quin va a poder orlo todo, dime t? Quin va a poder orlo todo, de una vez, y creerlo?

    dijo el chamn Ino Moxo.

    Ro Abajo-Bolivia, febrero de 2011

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    La noticia inund el planeta: volaron el puente del rio madre de dios. Lo que estaba predestinado a ser segn palabras del propio Presidente del Per, el Dr. Alan Garca Prez la gran fiesta de los propulsores de la integracin y el desarrollo sudamericanos, al devenir en tragedia de acero y cemento chamuscados, desat la mayor persecucin poli-cial y militar que recuerde la historia de la Amazona y del continente, slo comparable a los aos de plomo de las dic-taduras militares cuando estaba en vigencia el llamado Plan Cndor para perseguir guerrilleros de izquierdas.

    Ahora el perseguido en la mira se llama Comando Ja-vier Heraud (cjh), un grupo elusivo y por cierto desconocido hasta que se tomaron la osada de derrumbar el primer puen-te construido en la Amazona Sur Occidental que cruzaba entre la ciudad de Puerto Maldonado y un casero llamado El Triunfo uno de los mayores ros del planeta: el Amaru-mayu de los Incas, el Madre de Dios de los mapas actuales, afluente del Beni, a su vez confluente del Madeira, a su vez afluente del gran Amazonas, el Ro-Mar.

    Pero el puente sobre el ro Madre de Dios no era cual-quier puente. Era la obra estrella de la iirsa, la Iniciativa

    El puente

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    de Integracin de la Infraestructura Sudamericana, el mayor plan de apertura a los negocios que recuerde la historia de este lado del mundo y el tendido ingenieril sobre aguas tan mticas, no slo crea representar la victoria del hombre sobre una naturaleza desbordante, sino el smbolo de esa vocacin por la civilizacin y el progreso que tambin encarnaban todos los invitados a la inauguracin.

    All estaban, para la fiesta que no fue, en Puerto Maldo-nado, el ya nombrado Alan Garca, el antiguo caballo loco de la izquierda ochentosa, ahora devenido en liberal orto-doxo y que quera despedirse de su segundo periodo a cargo de la primera magistratura peruana, inaugurando el llamado Corredor Biocenico un conjunto de carreteras que unen los dos ocanos, desde Santos hasta Mollendo y de all a la China, y que tena en el puente, la cereza de la torta.

    !Hijos de puta! dicen que dijo como intuyendo des-gracias, cuando en paos menores, sali del cuarto del resort donde pernoctaba a la espera de los dems invitados y del amanecer que llegaba y oy el primer estruendo. ste tuvo lugar a las 5:57 de la maana. El segundo fue un minuto despus: 5:58. Las torres de concreto no demoraron nada en convertirse en polvo y disolverse como azcar impalpable en las aguas claras de la corriente.

    Ocho kilos de C4 dijeron los expertos de la inteligencia peruana y brasilea en el informe preliminar que brindaron una semana despus de la hecatombe fluvial. Al or el segun-do bombazo, Alan, rodeado de guardaespaldas que no en-tendan lo que pasaba, corri hasta donde se alojaba Inacio Lula Da Silva, el ex y por dos veces presidente de o mais grande pas do mundo y ahora firme candidato a suceder a Bai Ki Moon en la presidencia de la onu. Lula descansaba en la habitacin N 13. Alan coment a The New York Times: Lula estaba dormido o con resaca. Mientras golpeaba fren-ticamente la puerta para despertarlo, un coronelito lleg todo

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    transpirado con la noticia: haban volado el puente sobre el ro Madre de Dios. Fue ah donde dije Hijos de puta y no antes, como consignan algunos medios.

    La entrevista no tiene desperdicio, as que sigo transcri-bindola: Al final, Lula abri la puerta, me mir con cara indescifrable mientras yo le contaba lo sucedido. Su primera reaccin fue balbucear filhos da puta y me pidi diez mi-nutos para ducharse. Me encareci que le enven un caf bien cargado a su cuarto, gui un ojo y cerr la puerta.

    Dilma Rousseff, la futura presidenta de Brasil, haba per-noctado en una fazenda del Acre y estaba a punto de partir rumbo a Per cuando su Iridium son como un pjaro agorero. Segn Veja, Dilma casi se desmaya cuando Garca le narr la tragedia. Segn la misma fuente, fue ella la que lanz una de las comparaciones ms audaces pero no por ello inverosmil: esto se parece a la irrupcin de los zapatistas, justo un da antes de la vigencia del tlc. Dilma, que supo asaltar bancos con las armas en la mano como buena guerrillera, dio en el clavo, segn los lectores comprobarn ms adelante.

    Evo Morales y lvaro Garca Linera, presidente y vi-cepresidentes bolivianos, se hallaban en la ciudad de Cobija, prxima a la frontera con Per, tambin a punto de partir. La voz de Alan Garca son spera pero sin poder ocultar un matiz de vergenza, segn confes el vice a Cambio, un peridico de La Paz.

    Me dijo que haban volado el puente relat das despus Evo para la CNN y que la inauguracin se haba cancelado. Que me esperaba para una conferencia de prensa con Lula y con la Dilma pero yo le dije que no ira, que lo enviara a lvaro que l est ms comprometido con esas grandes obras de infraestructura y conoce mejor lo que es el iirsa declar el primer presidente indgena de Bolivia.

    En Puerto Maldonado, Garca Linera expres que la vo-ladura del puente era un gran retroceso para todo el proceso

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    de integracin y el desarrollo de Sudamrica. Ahora, no-sotros haremos nuestro propio puente sobre el ro Madre de Dios (el curso de agua es binacional. NdelR). Vamos a ver si con nosotros se animan a volarlo se jact.

    En la conferencia de prensa de marras, el aire se cor-taba a daga. Adems de Alan, Lula, Dilma, Garca Linera, se encontraban presentes Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Garca, presidente de la Corporacin Andina de Fomento, y unos quinientos empresarios de una treintena de naciones. Los rostros iban de agrio a agrio oscuro. Un agro businessman argentino fue elocuente: vinimos con ganas de comer y nos vamos con el cuchillo y el tenedor en los bolsillos. Qu de-cepcin ms grande! Cmo nos hace esto Alan Garca?. La confusin tambin era evidente.

    Alan Garca, por su parte, el rostro tallado a hachazos de furia, fue taxativo: los responsables de este atentado se-rn perseguidos, sern enjuiciados, sern castigados, cueste lo que cueste. Perros del Hortelano! espet, reinstalando su famosa diatriba que lanz contra los indios amaznicos del Per, segn l, los mximos opositores a los planes de desarrollo y el iirsa. Pero esta vez, los acusados no eran los aborgenes, sino los miembros del CJH, el Comando Javier Heraud, el grupo de revoltosos ms buscado de Sudamrica, el grupo de aguafiestas ms buscado del planeta.

    * * *

    Si me permit tan extensa y florida introduccin es porque el plato principal lo amerita. Son el telfono de mi casa y tras dos combinaciones de vuelos regulares, un vuelo en una avioneta destartalada, catorce horas en jeep y dos das en ca-noa, obtuve lo inesperado: una entrevista con la compaera Amlcar, una de los miembros del enigmtico (hasta ahora)

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    Comando Javier Heraud. S que es histrico este encuentro, as que lo transcribir in extenso, de nada a los servicios de inteligencia.

    Antes que antes, antes que nada, quisiera hacer una primera pregunta de rigor y de memorioso: el nombre del comando es un homenaje al autor de Yo no me ro de la muerte?

    S, obviamente. Cremos que era la mejor manera de dignificar y honrar a un colega que haba sido asesinado en el mismsimo Puerto Maldonado.

    Es inevitable entonces por eso volaron el puen-te? Un homenaje al poeta Javier Heraud?

    De alguna manera s, es un tributo a su memoria, porque igual que Javier somos poetas pero, en realidad, al puente no lo volamos por l, lo volamos por los pueblos de la selva y por antiesttico.

    Por antiesttico? Aclare por favorS, a quin se le ocurre hacer un puente sobre un

    ro tan bello para que pasen mil quinientos camiones por da cargados de soya transgnica, producida en territorios donde antes haba selva que ha sido devastada y donde antes vi-van compaeros indios que han sido aniquilados y sufrido genocidio?

    Es la respuesta ms extraa que haya esperado encon-trar en mi vida, as que la cosa merece contextualizarse un poco ms.

    Tard cinco das en llegar aqu, o sea al lugar donde entrevist a Amilcar. Me anim a hacerlo porqu cuando les pregunt por-qu-justo-yo-para-la-entrevista-masbuscada-delaTierra, me dijeron: usted no es radical, pero es sensible, y eso me convenci. Deben ser buena gente, pens, confie-so, y tom el primer avin. Ahora estoy en algn lugar del mundo y frente mo la compaera Amlcar (Por qu si eres mujer llevas nombre de varn? Lneas de fuga, hermano,

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    avispa, orqudea, gatoestoy cansada de cien mil aos de capitalismo, cien mil aos de hipocresa, cien mil aos de genocidio y aparte por Amlcar Cabral, te queda claro?), que viste casi como yo un pantaln de algodn, una polera (la ma tiene impreso a Bob Marley; la suya, en cambio, es de tela estampada de camuflaje de selva), zapatillas (las mas son Nike originales; las suyas, una imitacin taiwanesa) pero que, supongo, y de antemano, estamos en antpodas ideolgicas, por eso le pregunto y a rajatabla si no estn rei-niciando la guerra popular y prolongada en la selva:

    Nada que ver. Ese tipo de enfrentamiento estuvo bien para Mao y estuvo bien para China a la mitad del siglo xx. Nosotros, viejo, no somos maostas, me hace mear de la risa la cia cuando dicen que somos Sendero Luminoso. Respe-tamos a Sendero, siglo xx, Per, pero nosotros, ya lo dije, somos poetas, siglo xxi, aqu y ahora, poetas

    Poetas. Poetas. Poetas. Mi cabeza se dispara a seis mil millones de aos luz para tratar de entender. Impactan sobre mi Maiakovski, Artaud, Urondo. Pregunto:

    Poetas que asumen la lucha armada digo como Javier Heraud?

    No. Poetas que hacemos poesa como ms y mejor nos nutra la potica de donde mamamos, de donde pode-mos mamar. Ya te lo he dicho, chico, nos cansamos de tanta estupidez y tanto desgarro. Creemos que lo del puente es, por sobre todo, un hecho esttico. Un poema, su voladura. Escribimos sobre la piel del mundo, un poema. Raspamos ese poema de toda esa vorgine descabellada, nos sumergi-mos en el ro para encontrarlo un poema contra los anti-poetas, los anti-poemas, los anti-mundo. No tuvimos miedo de morir

    entre rboles y pjaros, el poema de Heraud!Claro, pues! si tuviramos miedo de morir en la

    selva, nunca hubiramos volado ese puente de mierda pero

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    lo volamos y bueno aqu estamos, qu ms quieres que te responda? se levanta de su silla y me pregunta si quiero caf o alguna hierba para hervir que no me acuerdo el nombre y yo la miro y s que estoy frente a la jefa de los buzos que se volaron el puente en Puerto Maldonado: la mujer, el hombre (Compaera Amlcar es un compuesto andrgino por decir algo), ms buscado de los ms buscados del mundo por todos los que defienden el mundo tal como es y que seguir em-peorando, eso es seguro.

    * * *

    Todos se preguntan cmo volaron el puente y estoy frente a la jefa de los buzos operativos que lo revent, as que le lanzo sin tapujos:

    Che, lo volaron con C4?No con tnt, clsico.Me explica es ardua la tcnica que lo combinaron con

    nitrato amnico porque sabe absorber agua y era lo mejor, dadas las circunstancias.

    Mira, el tema no son los explosivos, tenemos una capacidad ilimitada de producirlos, un qumico austraco, solidario el tipo, era ecologista el hombre y el ltimo ciervo de Austria se muri entre sus manos y se decepcion del sis-tema y se contact con nosotros. El puede fabricar la bomba atmica si quisiera pero, desde ya, eso est descartado por motivos ticos. El nos ense todo sobre demoliciones. Hi-cimos un curso con el WaynaIllapa, as le bautizamos con su nombre de guerra (NdelR: pequeo rayo en los Andes) en una playa del ro Inambari

    Me sacudo de mi ensimismamiento: estoy frente a una que dice ser poeta y pone bombas, destruye puentes le pre-gunto, secamente, y me enojo:

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    Est bien, tnt, el austriaco y todo el rollo, pero deci-me: Qu carajo tiene que ver todo esto con la poesa?

    Ella, ella es capaz de cualquier cosa (al fin y al cabo, haba volado el puente del iirsa, de los empresarios ms po-derosos de Sudamrica, de los gobiernos que los secundan, de los bancos multilaterales que los financian recuerdo las caras largas de Alan, de Lula, el sin rubor de Garca Linera haban demolido el puente! Y yo con ella, en algn lugar del mundo, entrevistndola!) y me contest:

    Rimbaud. Me puse violeta, sent caracoles o estampidas o que se yo.Rimbaud, cojudo. La voladura del puente yo la hice

    por Rimbaud, no por Heraud. Es algo personal, por si acaso: la hice contra Rimbaud.

    Ella/el, entons, me explica porqu y habla pestes contra el Arthur de Abisinia traficando cuerpos y murindose de su propia gangrena antipotica y porqu una cosa es llamarse Comando Javier Heraud y otra cosa, muy diferente, es hacer un ataque pensando en o en homenaje a jh:

    El pibe se vino a morir a la selva y eso es conmovedor, lacerante y conmovedor. Pero yo no quiero morir y menos en la selva. La selva es de los indios y de nadie ms. La idea de volar el puente tiene un solo mensaje: no pasarn. Nadie ms que los originarios de la selva deberan vivir en la selva

    Cortante, precisa, elocuente. Le empiezo a creer a Amlcar.

    * * *

    Imagina una selva sin rboles: es imposible. No sera una selva. Imagina una selva quitndole todo lo que no vino de la selva, es decir, para empezar a los que arrancan o queman rboles, y despus las carreteras, la ropa que usa la gente, los televisores, las ciudades donde vive esa gente con sus televi-

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    sores, las vacas, los hijos de puta que meten vacas en la selva despus de tumbarla, y beben whisky y son dirigentes pol-ticos y cuando tienen poder y cuando no lo tienen tambin, matan indios y matan gente pobre y todo lo dems tambin. Si pudiramos hacer rewind, nos hallaramos deseando slo la selva con rboles, con ros, con tapires, con indios y con algunos hombres y mujeres que aman a la selva y con nadie ms. Ms o menos as es el proyecto poltico, digo potico, de Amlcar y sus compaeros. Ms o menos as. Creo, con la compaera Amlcar, que si es selva debera haber rboles, que si no, no sera selva. Un lugar sin rboles que cosa sera: un desierto acaso? Vean el Acre brasileo, por si dudan.

    * * *

    La entrevista tiene lugar en una choza en el fin del mun-do! Pero, hay signos culturales que me inquietan y por eso pregunto, por un algo as como un altarcito que veo entre las ramas donde entre piedritas (reconozco un jade) y plantitas (sern mgicas?) veo cuatro fotos: uno es Chico Mendes, lo veo ntido con su eterna sonrisa, el mrtir ecologista de otro planeta?

    No, hermano, nosotros no somos ni Avatar ni menos de Saturno, esas son pajas nosotros somos de ac me es-puta Amlcar, casi con desprecio. Puede ser despreciable, lo asumo.

    S, el del medio es Chico, muy inspirador. Si nosotros hubiramos estado activos cuando luchaba, no dudes que lo hubiramos defendido y tal vez hoy fuera uno de nuestros dirigentes aunque and a saber si hubiera aprobado lo del puente

    Qu osada, carajo! Pero lo pienso a Chico vivo as no hubiese estado de acuerdo con volar el puente- y me compla-ce ms que saberlo muerto, asesinado por los hijos de puta de

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    siempre mierda, desconfo de m, ser que me han dro-gado estos locos?

    A la izquierda de Chico, y no tiene connotaciones de ninguna clase por si acaso eso de la izquierda (en mi atolla-dero mental lo pienso pero Amlcar se encarga de connotar-lo), estn Quintn Lame y Jaime Bateman, dos de Colombia, dos de ese lado veo un arco iris de ilusiones mezcladas, veo el fin del mundo donde estoy y me empieza a parecer un lugar agradable, no veo, veo, no veo, veo, siento

    y a la derecha, esta lY lo veo, martirizado, acribillado, irremediablemente

    muerto.Javier Heraud Los poetas tambin tenemos dere-

    cho a sublevarnos.

    * * *

    El 21 de junio de 2011, el Comando Javier Heraud vol el puente sobre el ro Madre de Dios. Le agu la fiesta a Alan Garca, a Dilma, a Lula, a Evo, a los empresarios del mundo unos que hay que conquistar la Amazona. Dicen que casi to-dos dijeron lo mismo: qu hijos de puta cmo nos van a volar el puente que queramos tanto! (Como a Glenda!) Cmo nos van a demoler nuestros sueos de ser suizos o noruegos o una manga de imbciles y traidores con derrota y sin destino?

    * * *

    Hoy, es el da de ayer? y yo no s si estoy en la choza ha-blando con Amlcar o donde estoy. De lo nico que estoy consciente es que han demolido el puto puente. Lo dems me importa un carajo. Maana es mejor.

    Ro Abajo, 11 de octubre de 2010

  • En Marcha

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    Ro adentroDonde ya no hay hombresEllos son monarcasNo slo de las aguasQue entibian con sus ojosSon los seores de todos los destinosPor eso parlan con la lunaSus asuntos de cenizas idas, sus vientosSus mundos antiguos, sin nombreSus lquidos planetasBurbujeantes de alegra

    Ro adentroDonde ya no hay sombrasEllos tienen un rey que no los tiranizaEntre ellos reyesCasar le dicen los tsimaneY cuando salta, cuando se elevaCuando es noms lo que esEs flecha que hechiza el centro del aireEs una marca, una huella al infinitoCuando lo he visto, enmudec

    Los peces

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    A veces no hay palabras, es difcilContar de un rayo de extraa bellezaOtras veces no hace faltaDecir nada, escribir tampocoAlgunas cosas no hay necesidadDe anotarlas, de nombrarlasFlotan y nadan en el universo, fluyen y vaganUno los ve, las aguas se agitanUno los ve, deja la congoja a un ladoUno los ve ve a los peces y se olvida.

    Ro Abajo, 27 de enero de 2012

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    Germn es el mejor cazador del mundoEs capaz de todo con tal de venir al campamento y deciraqu hay jochi dnde mierda est la sal a comer, cosas asEncender el fuego y echarlo al jochi a las brasasDorarlo con medio limn y con ganasY comerlo antes que todos los ogrosY los espritus atravesados del monteVengan y se coman al jochi, a su jochi

    Germn aprendi que todos los jochis del mundoTienen dueo el jichi de los jochisNo hay jochi que no tenga jichi, su jichiNi nada en la selva deja de poseerloPor eso aviva el fuego y lo cocina rpidoCuidado venga el jichi el dueoY se lo quite y se lo coma lCuidado venga el jichi y lo regae

    Le diga: mira, Germn, para que te quede clarotodos los jochis son mios

    Cazador

    a Germn Caity,Tsimane

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    nacin culebra

    Y vos, pendejo, me los ands cazando por ahY para colmo los ests asando con tus amigos y te los quers comerComo si fueran tuyos, como si fueran tus jochis

    Germn no es pendejo, es fiel y sabe que al jichiHay que ofrendarlo, hay que agasajarlo, respetarloEntonces cada vez que va de caceraDesde los tiempos antiguos es asl le pide permiso al jichi, lo convence para que lo lleve hasta el jochiHasta sus jochis

    Entonces ofrenda y va, ofrenda y hace su senda, un da, dos dasVa, hace su espera, ofrenda, fuma, un da, tres dasVa, lo espera, fuma, coquea, ofrenda, esperaAparece el jochi que l