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Museo del Romanticismo Guía breve

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Museo del RomanticismoGuía breve

Museo del RomanticismoGuía breve

Ángeles González-Sinde Ministra de Cultura

Mercedes E. del Palacio Tascón Subsecretaria de Cultura

Ángeles Albert Directora General de Bellas Artes y Bienes Culturales

www.mcu.es http://museoromanticismo.mcu.es

Edita: © SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA Subdirección General de Publicaciones, Información y Documentación

© De los textos y fotografías: sus autores

NIPO: 551-09-092-4 ISBN: 978-84-8181-413-2 Depósito Legal: M.XX.XXX-2009

Imprime: Papel reciclado

MINISTERIO DE CULTURA

MINISTERIO DE CULTURA

índice

Introducción ................................. 9

Las colecciones del Museo ................ 21

Itinerario ..................................... 29

Salas ........................................... 35

INTRODUCCIÓN

1 11

E l Romanticismo es un movimiento artístico y lite-rario que se impuso en Europa en los primeros años del siglo xix. Sus características y cronología varían

mucho de unos países a otros. Es muy difícil ofrecer una de-finición concisa de lo que es el Romanticismo, ya que abarca un conjunto de fenómenos muy diversos, en los que el as-pecto subjetivo es fundamental. No es tanto un estilo como una manera de sentir y de entender la vida, una concepción nueva del mundo.

Podemos hablar, de manera simplificada, de una serie de rasgos y temas recurrentes: la primacía de los sentimientos y las emociones frente al racionalismo ilustrado, la eclosión de un acentuado individualismo, la preponderancia de la inspiración y la imaginación como fuentes artísticas y de co-nocimiento, el ansia de libertad, la tendencia al escapismo,

fruto del rechazo del presente y de la realidad externa, que no le satisface, la exaltación de los valores nacionales y de lo popular, etc.

El movimiento romántico penetró muy tardíamente en nuestro país, debido a la Guerra de la Independencia y a sus consecuencias y, especialmente, a la vuelta al Absolutismo más radical. Se debe tener en cuenta que, a la muerte de Fernando VII, en 1833, el Romanticismo todavía luchaba por imponerse. Hasta los años cuarenta no se asienta definitivamente y, cuando lo hace, se trata de un movimiento de signo moderado, sin el suficiente nervio y fuerza para impulsar un arte verdaderamente original y nuevo.

¿Qué es el Romanticismo? ·····

12 13

Mientras que en otras naciones europeas –como Inglate-rra, Francia o Alemania– la revolución burguesa había con-seguido –en los primeros años de la centuria– un gran creci-

miento basado en la industrialización, España, todavía a finales del siglo xix, era un país muy poco in-

dustrializado y con enormes contrastes.Pero también es verdad que estos años, que

comprenden aproximadamente el reinado de Isabel II (1833-1868), conocieron la realización en España de un agi-

tado proceso revolucionario global –que sustituyó el régimen señorial en

crisis por un nuevo sistema, el capita-lismo– que supuso una transformación

profunda de las bases económicas y so-ciales y que afectó a la forma de propie-

dad, a los sistemas de trabajo y producción y a la situación de las clases sociales.

E l Museo del Romanticismo está situado en un pa-lacio de estilo neoclásico, construido en 1776, bajo la dirección del arquitecto Manuel Rodríguez, por

encargo del marqués de Matallana. Durante el periodo ro-mántico el palacio fue habitado por la familia del conde de la Puebla del Maestre. Posteriormente sufrió reformas en su planta baja y un incendio destruyó la decoración de sus salones.

En el interior, dos patios y un precioso jardín organizan el espacio y dan luz y ventilación. Al entrar en el vestíbulo, una puerta con cristales, reproducción de la primitiva, da paso al zaguán, en el que se exhibe –frente a la taquilla– el busto en bronce del fundador del Museo, Benigno Vega-Inclán (Valla-dolid 1858-Madrid 1942), cincelado por Mariano Benlliure en 1931.

El edificio ·····

1 15

V ega-Inclán fue uno de los más importantes prota-gonistas de la cultura de la época y llevó a cabo in-finidad de proyectos de la más variada índole, des-

de la rehabilitación y restauración de antiguos inmuebles, pasando por el estudio y promoción de los medios para el fomento del turismo –que entendió, de forma precursora,

como “turismo cultural”– hasta la creación de instituciones culturales y museos. Valoró en

su justa medida el siglo xix español, sobre el que recaía, en esos momentos, un espeso silen-cio y una total falta de interés. En 1924 vio la

luz el Museo Romántico, que se inició con la colec-ción personal que había reunido a lo largo de su vida y que contenía, no sólo pintura, sino también otros objetos de mobiliario y artes decorativas.

E l Museo del Romanticismo –nueva de-nominación, más lógica, que ostenta en la actualidad– responde a una

tipología museística específica: la de casa museo. Custodia un patrimonio que no solamente es material y vi-sible –la propia casa, los mue-bles, los objetos decorativos, las artes gráficas, la pintura, los textiles, etc.– sino también inmaterial y alusivo, que hace referencia a los usos de la habi-tación, los roles familiares, los hábitos sociales, las modas, los gustos, la forma de vida, etc.

Una casa museo ·····

El fundador del Museo ·····

1 1

Por ello es capaz de contar aspectos de una sociedad, de una época y de un periodo

artístico –el Romanticismo– que se sitúa cronológicamente en España entre los años 1833 y 1868. Ade-más, ofrece la posibilidad de llegar

a conocer cómo se desarrollaba la vida cotidiana de una determinada cla-

se social: sus ideas, preferencias, gustos, tendencias artísticas y decorativas, creencias,

jerarquías sociales y sexuales, educación, ocio, nivel de tecnología, etc. El resultado es una combinación

en la que la microhistoria y la macrohistoria encuentran una síntesis narrativa eficaz.

E l edificio ha pasado por diversas fases de rehabilita-ción y restauración. Desde el año 1944, en el que se acometió una importante restauración, la exposi-

ción permanente no había sufrido apenas cambios hasta esta última fase de rehabilitación, en la que se ha intervenido en algunas zonas de la planta baja, como los patios y el vestí-bulo, se han ganado espacios bajo el patio para almacenes y vestuarios y, especialmente, se ha llevado a cabo el proyecto museográfico de las salas de exposición permanente. Esta fase ha culminado con la reapertura del Museo en 2009, tras varios años de cierre.

Desde sus inicios, el Museo fue concebido como una re-creación de ambientes, idea que también ha sido respetada por el nuevo plan museológico, que ha introducido impor-tantes mejoras: clarificación de la circulación, ampliación de

El nuevo plan museológico ·····

1 19

los itinerarios y de la temática de éstos, resolución de mu-chas carencias del anterior montaje y, sobre todo, reforza-miento de su condición de casa museo. Todo ello ha supuesto un importante trabajo previo, que abarca desde estudios ar-quitectónicos sobre el edificio –un estudio patológico y una investigación histórica-arquitectónica-documental– hasta cuestiones meramente decorativas u ornamentales, sin olvi-dar otros temas relacionados con este apasionante tema.

Para llevar a cabo este recorrido “didáctico” y creativo por el siglo xix, ha sido necesario, como primera condición, ser muy meticulosos con las reconstrucciones, evitando puntos de vista subjetivos y documentándose muy exhaustivamen-te. Recrear la forma de vida, las habitaciones y las estancias de un periodo histórico concreto es una difícil labor, que requiere una considerable investigación y planeamiento.

...................................................Cecilio Pizarro

Ruinas de San Juan de los Reyes de Toledo 1

Óleo sobre lienzo

2 21

LAS COLECCIONES DEL MUSEO

22 23

L a colección del Museo del Romanticismo se carac-teriza por su riqueza y heterogeneidad. Este aspecto contribuye a enfatizar su condición de casa museo y

respalda la propuesta expositiva, basada en una re-creación de ambientes. Además, el Museo cuen-ta con un interesante archivo histórico y una biblioteca monográfica especializada.

En la colección de pintura pueden encontrarse obras de importantes pin-tores, considerados como precedentes del mundo romántico (Francisco de Goya, José Aparicio Inglada y Vicente López Portaña, entre otros). A partir del segundo tercio del siglo xix, al-gunos géneros pictóricos, en los que

Las colecciones del Museo ·····

se reflejan los valores e ideas del Romanticismo, adquieren entidad propia. Es el caso del paisaje o del fascinante mundo del orientalismo, teniendo en cuenta que muchos viajeros extranjeros se sintieron atraídos por el supuesto exotismo de nuestro país. En cuanto a la pintura costumbrista, existe una amplia representación de las escuelas madrileña y an-

daluza. Otro género es la pintura de historia, testi-go de algunos acontecimientos de la época o de

episodios del glorioso pasado español. En el campo del retrato destacan también los

artistas más relevantes del momento, como Federico de Madrazo, Carlos Luis de Ribera o Esquivel.

En lo relativo a la miniatura, la colección está integrada por unas dos-

..............................................................William Adams and Sons Fuente con las bodas de Isabel II y Luisa Fernanda ca. 1 Loza estampada

2 25

cientas setenta y cinco piezas, en su mayoría retratos. La co-lección de dibujo –considerado en el Romanticismo como género artístico con identidad propia– comprende piezas de gran calidad y diversas técnicas, con asuntos como vistas de Madrid, escenas costumbristas y, sobre todo, retratos.

La colección de estampas –interesante fuente do-cumental para el estudio del siglo xix– es una de las más importantes del Museo, con casi tres mil piezas. Entre las técnicas más empleadas destaca la litografía, como proce-dimiento más habitual, que posibilitó la publicación de una gran cantidad de libros y revistas ilustradas. Formada por más de cuatro mil fondos, la colección de fotografía abar-ca la mayoría de los procedimientos fotográficos –desde los daguerrotipos y ambrotipos, hasta los procesos de pro-ducción en la era industrial y las técnicas fotomecánicas–, lo que permite recorrer la historia de este procedimien-to mecánico desde su nacimiento, en pleno movimiento romántico. También son destacables los ingenios visuales,

como las fotografías estereoscópicas y la excepcional colec-ción de diaphanoramas.

La colección de mobiliario se compone de alrededor de seiscientas piezas, con una cronología que abarca desde el reinado de Fernando VII hasta el de Isabel II. El mobilia-rio se asocia con la decoración de cada una de las estancias

del Museo y refleja las tendencias de la moda del momento. El estilo

Imperio francés, caracterizado por la solidez de sus formas y la profusión

de motivos decorativos, se impone durante el periodo fernandino y

pervive bajo la regencia de María Cristina, con algunas noveda-des. Pero la mayor parte de los

............................................Jarra de bola con el general Palarea, Talavera de la Reina ca. 1815 Loza

2 2

..........................Confidente, tapizado en tejido de jacquard ca. 19

muebles conservados en el Museo pertenecen al periodo isabelino. Se caracterizan por la búsqueda de comodidad y confort, además de por su tipología formal y decorativa, que se hace eco de la moda historicista, caracterizada por la riqueza de materiales, el gusto por lo exótico y la profusión de tapicerías.

Las artes decorativas están igualmente bien representadas. La cerámica y la porcelana se encuentran presentes en sus múltiples formas y diversas procedencias. Cabe desta-car, además, el excepcional conjunto de barros andalu-ces y murcianos de temática costumbrista. También tiene entidad propia como conjunto la colección de abanicos, que

abarca todos los estilos decimonónicos, desde los pequeños ejemplos Imperio, hasta los enormes pericones de finales del siglo xix. Complementos como la joyería presentan una gran diversidad de materiales: oro, plata, acero, ebonita, lava o cabello natural. Otras colecciones importantes en el Museo son la escultura, la indumentaria –comple-

mentos y otras prendas–, los juegos y juguetes –muñecos, juegos de

mesa, autómatas, elementos de recreo, etc.–, los objetos del ajuar doméstico y personal

–juegos de tocador, juegos de escribanía, juegos de fumador,

etc.–, los elementos de higiene, las armas, la numismática, los ob-jetos de devoción y religiosos, etc., que contribuyen a recrear los usos y costumbres de la época.

2 29

ITINERARIO

3 31

A l fondo del zaguán, flanqueando la cancela de hie-rro y cristal que abre al primer patio, encontramos dos importantes retratos de la reina romántica y

su consorte, pintados en Madrid, en 1852, por el gaditano Ángel María Cortellini.

Atravesando esta cancela y los dos bonitos patios a con-tinuación, se da paso a una zona semipública del Museo, sin colecciones ni exposición, dedicada especialmente a activi-dades e investigación: la biblioteca –monográfica sobre el Romanticismo–, el auditorio y el área de educación, estas dos últimas dependencias con posible entrada independien-te por la calle Beneficencia.

Volviendo al vestíbulo, nos encontramos a la derecha, justo al lado de la entrada y sin atravesar la cancela de cristal, la bella y recoleta sala de exposiciones temporales. Entrando

La planta baja. Servicios del Museo ·····

ya en el Museo, pero esta vez en el lado izquierdo, se sitúa la tienda y, a continuación, las salas del jardín, denominadas así porque dan paso a un sorprendente jardín romántico, pe-queña naturaleza encerrada en la que un magnolio ha crecido prodigiosamente buscando la luz, entre las enredaderas y la hiedra y donde se escucha el tran-quilizador sonido del agua que provie-ne del surtidor de la fuente.

En el zaguán se sitúa la escalera de acceso a la planta noble del edificio, donde se inicia la exposición perma-nente del Museo.

.........................Antonio Solá

Caballero romántico 1

Mármol

32 33

A lo largo del siglo la casa irá adquiriendo un mayor protagonismo, así como los conceptos de vida pri-vada, ámbito familiar, confort, hábitat, etc. Tam-

bién será el lugar donde se definirán los roles de sus diferen-tes miembros (la familia), con sus respectivas disposiciones espaciales, donde se ubicará a la mujer según la imagen so-cial que se le exige, donde se irá definiendo progresivamen-te la existencia de los niños, donde se “esconderá” y reducirá a la servidumbre, y donde se entrelazarán los sentimientos, ideas, ritos, intrigas, etc.

El visitante del Museo puede acceder a distintos tipos y niveles de información a través de dos recorridos fundamen-tales: un recorrido ambiental, con especial referencia a los as-

La exposición permanente. Itinerarios ·····

pectos decorativos y al desenvolvimiento de la vida cotidiana en la época y un recorrido que sigue un criterio temático –en el que se muestran cuestiones históricas y políticas, además de artísticas–, con un objetivo didáctico prioritario.

............................Ángel M.ª Cortellini

Bandoleros (detalle) ca. 15

Óleo sobre lienzo

3 35

SALAS

3 3

E n el zaguán se sitúa la escalera de acceso a la planta noble del edificio, con tribuna central desde la que, durante los bailes de gala, se podía ver tocar a los

músicos de la orquesta.La vivienda era un mundo aislado en el que sólo se permi-

tía entrar a los elegidos y donde se materializaban las miras de poder: los objetos, el mobiliario, la decoración, estaban dispuestos para el lucimiento y se colocaban siempre de for-ma acumulada, densa, sin dejar apenas espacios libres.

A ambos lados de la escalera, nos dan la bienvenida los pro-tagonistas indiscutibles de esta historia: las nuevas clases adine-radas, representadas en los dos imponentes retratos de tamaño natural, pintados por el gaditano Ángel María Cortellini, en los que tenemos la oportunidad de atisbar un rico interior pala-ciego –parecido al que tendremos ocasión de admirar durante

La escalera ·····

nuestra visita al Museo–. De-seosa de emular a la nobleza, de mostrar su pujante situación y de convertirse en una nueva éli-te, la burguesía comenzó a de-mandar sus retratos y a adquirir arte para decorar sus mansio-nes, resaltar su distinción social y cultivar sus gustos.

...................................Ángel M.ª Cortellini

Basilio de Chávarri (detalle) 11

Óleo sobre lienzo

3 39

E l vestíbulo es un espacio de recibimiento que da paso a la parte noble de la casa. Siendo la primera habitación con la que se encuentra el visitante, en

ella se sintetizan algunas de las novedades y características de la casa isabelina, donde pueden apreciarse ya importantes cambios con respecto a la forma de decorar del pasado: un aumento en la densidad de objetos y en la decoración, un efecto de “ablandamiento”, debido al almohadillado de los muebles y a la profusión de elementos textiles y un eclecti-cismo que revive indiscriminadamente estilos antiguos, mo-delos foráneos y tendencias estéticas muy diversas.

sala i El vestíbulo

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......................................................Vicente López Isabel II niña, estudiando geografía (detalle) ca. 13 Óleo sobre lienzo

1

La casa fue también un lugar para el tiempo de ocio, para la conversación, los cotilleos, la música, el juego, de todo un ritual en las visitas. La decoración de esta zona es sobria y el mobiliario contiene ya muchos de los “prototipos” más característicos del periodo romántico: sillería, velador, re-loj de péndulo, etc.

Desde el punto de vista temático se explica la problemá-tica en torno al derecho de sucesión al trono de la reina, que contaba tan sólo tres años cuando, al morir su padre

Fernando VII, comenzó su reinado bajo la regencia de su madre la Reina María Cristina. Para ello, el rey había tenido que suprimir la Ley Sálica que

privaba a las mujeres del derecho al trono. Esta irregularidad en la sucesión, se convirtió en el detonante de las guerras carlistas, ya

que Carlos María Isidro, hermano del monarca fallecido, se sentía más legiti-mado que ella para acceder al trono.

L a antecámara es “el espejo de la casa” ya que debe informar al visitante sobre la importante situación social y económica de sus poseedores. El techo pin-

tado, en el que se finge el pabellón de un quiosco orien-tal, procede del Casino de la Reina, palacete que la Villa de Madrid regaló a la Reina Isabel de Braganza (Depósito del Museo del Prado).

Desde el punto de vista temático, esta sala se centra en la mayoría de edad de Isabel II. Destaca el impresionante Retrato de la reina Isabel II, firmado por Charles Porion, que la presenta como jefa de los ejércitos –acompañada de sus generales y de su esposo Francisco de Asís– pasando revista militar.

sala ii La antecámara

·····

2 3

De la antecámara pasamos a la zona más noble de la casa, constituida por un gran salón de baile y dos salones a cada lado, donde se exhibe el mobiliario y la decoración más suntuosa: paredes enteladas, arañas de cristal, cortinas con pasamanerías y damascos, porcelanas doradas y grandes es-pejos, que reflejan la luz de las lámparas y multiplican las imágenes, ofreciendo una sensación de espacio más amplio y abierto. En esta zona tenían prioridad las apariencias frente a la intimidad, por lo que cada habitación daba directamente a la siguiente, sin pasillos, dispuestas en hilera o “enfilade”, con lo que se podía gozar de una visión continuada desde un extremo de la casa hasta el otro.

...............................................Charles Porion

Isabel II dirigiendo una revista militar 1

Óleo sobre lienzo

5

E l primer antesalón comunica en “enfilade” con el gran salón de baile y está bellamente decorado. El impresionante techo pintado tiene la misma proce-

dencia que el de la antecámara y representa una Alegoría de la Noche.

El mobiliario es de estilo fernandino, una interpretación del Imperio francés, que llegó muy tardíamente a nuestro país, a causa de la Guerra de la Independencia. Sobresalen el diván o canapé, de líneas muy elegantes, que hace juego con las pequeñas sillas de asiento circular y patas rematadas en garra de león –símbolo de poder– y el tocador masculino de

sala iii El antesalón

·····

...................................José Aparicio

Desembarco de Fernando VII en el Puerto de Santa María

123-12 Óleo sobre lienzo

caoba. Ejemplo de la importancia de la música en las veladas románticas es el precioso piano –en madera de palosanto y marquetería– que ganó la medalla de oro en la Exposición de París de 1844.

Desde el punto de vista temático, en esta sala se explican los antecedentes históricos y políticos del Romanticismo español, con especial mención a la Guerra de la Indepen-dencia, la Constitución de 1812 y la vuelta al Absolutismo de Fernando VII.

........................................Leonardo Alenza La muerte de Daoíz en el Parque de Artilleria de Monteleón 135 Óleo sobre lienzo

9

S olía ser la habitación más espaciosa de la casa y la de mayor lucimiento, ya que estaba destinada a un uso plenamente social. El lujo y la ostentación son sus

características más evidentes. En los grandes espejos de las paredes brillan el oro y la seda. El destello de las dos arañas fernandinas resalta el fantástico techo, del mismo autor y procedencia que el de las salas anteriores, que representa una Alegoría de la Aurora.

La sillería isabelina de caoba perteneció al ministro An-tonio María Fabié, en cuyos salones había tenido lugar una típica tertulia romántica, a la que acudían Gustavo Adolfo Bécquer o la Avellaneda, entre muchos otros. Las consolas,

sala iv El salón de baile

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.......................................................................................Francisco Lacoma y Fontanet Alejandro Aguado, Marqués de las Marismas del Guadalquivir (detalle) 132 Óleo sobre lienzo

5 51

las mesitas y la repisa de la chimenea son el soporte perfecto para acumular los pequeños objetos y bibelots –porcelanas, fanales, cajas de música, relojes, etc.– que, en realidad, son la “memoria” de la familia. La música es plena protagonista en este área: el arpa, firmada por Sebastián Erard, es típica-mente romántica, con decoración neogótica. El piano, con el escudo real en su tapa, fue construido especialmente para la reina Isabel II por la casa Pleyel de París y el pianoforte es un bonito ejemplar inglés que anticipa ya el piano vertical.

Por lo que se refiere a la pintura, esta sala se centra temá-ticamente en el género del retrato, que disfrutó de gran auge durante el Romanticismo. El retrato femenino suele mostrar a una mujer distinguida y arropada por su posición social o por la protección que el matrimonio le ha trasmitido. Sin embargo, los protagonistas masculinos suelen representarse llevando a cabo labores intelectuales o disponiéndose a sa-

.................................................José Aparicio

La familia de Gaspar Soliveres (detalle) 131

Óleo sobre lienzo

lir del hogar, reflejo de su naturaleza esencialmente pública. El retrato de familia había cambiado con respecto al pasado, lo importante ahora era remarcar los lazos de afecto que unían a cada uno de sus miembros. Por el contrario, en los retratos de la realeza, lo fundamental era mostrar la conti-nuidad de la línea dinástica, unida a determinados símbolos, como la corona o el cetro.

52 53

E l último salón noble está decorado para crear un ambiente apropiado para las reuniones sociales más informales y las tertulias. El interior de la casa se

fue haciendo cada vez más atractivo y su disposición fue cambiando, conforme iba dominando la idea de confort. El mobiliario que anteriormente era inamovible, se fue susti-tuyendo ahora por otro más liviano, como las llamadas “si-llas volantes” que, colocadas junto a las paredes de la sala, podían ser desplazadas en el momento de su uso hacia el punto de tertulia. Éstas son de caoba y pertenecieron al es-critor y poeta Juan Ramón Jiménez. Se combinan con otros muebles móviles, dispuestos en agrupaciones informales en

sala v El antesalón

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....................................................Antonio M.ª Esquivel Retrato ecuestre del General Prim (detalle) 1 Óleo sobre lienzo

5 55

torno a una mesa de juego, para fomentar las conversacio-nes más íntimas. Completa la sala el piano, firmado en 1827 por el madrileño José Colmenarejo, con una decoración de escudos e instrumentos musicales.

Desde el punto de vista temático, esta sala está dedicada a aspectos más serios relacionados con los avatares políticos y las contiendas del reinado de Isabel II: las Guerras Carlistas y la Guerra de África. En el muro frontal destaca el Retrato ecuestre del general Prim –héroe militar de ambas guerras que perteneció al progresismo antidinástico y estuvo a la cabeza de la Gloriosa, sublevación que, en 1868, acabó con el reina-do de Isabel II–, de Antonio María Esquivel.

U na vez recorridos los espacios más nobles de la casa accedemos a un ámbito más íntimo y priva-do, al que también se dejaba entrar a las visitas

de confianza. Las habitaciones se separaban dependiendo no solamente de su función, sino también de la persona que habitaba en ellas.

En este entorno se representa un mundo que correspon-de a un estatus social inferior, alejado de la afectación de la nueva burguesía. Por ello su decoración es menos formal: la sillería, de madera de nogal y enea, es una bonita interpre-tación popular del estilo Imperio, con una clara influencia inglesa (tipo Sheraton). En estos momentos, las exposicio-nes industriales dieron un fuerte impulso al mueble seriado,

sala vi La sala de los costumbristas andaluces

·····

...................................................................Abanico con escena de la guerra de Marruecos (detalle) ca. 1 Papel litografiado y nácar

5 5

como las llamadas “sillas de Vitoria”, que eran portátiles, con asiento de enea o paja y una estructura de palos torneados.

Desde el punto de vista temático, dedicamos todo este área (salas VI a la VIII) al costumbrismo, una visión “pinto-resca” de lo popular que estaba destinada a una clientela de extranjeros que buscaba el tópico de lo español y a una bur-guesía nacional que prefería olvidarse de la verdadera reali-dad social del momento. Desde el punto de vista pictórico el costumbrismo de la escuela andaluza ofrecía una imagen del pueblo y sus costumbres idealizada y dulcificada, alejada de la realidad, con una clara influencia de Murillo. Uno de los factores de exotismo más apreciado fue la originalidad y va-riedad de la indumentaria española, por lo que los temas de “tipos y trajes” tuvieron gran importancia. En relación con la fiesta y el ocio, fueron también muy comunes las escenas centradas en el mundo de la taberna, el mesón o la venta.

.........................José Elbo

Una venta (detalle) 13

Óleo sobre lienzo

5 59

C ontinuando con el ambiente anterior, esta ha-bitación está amueblada con un cómodo sillón de enea y una sillería a juego. Destacan las dos vitrinas

con una importante colección de estatuillas de barro –en esta sala y en la anterior– representando tipos populares procedentes de talleres de Granada, Málaga y Murcia.

Desde el punto de vista temático se exponen otros asun-tos del costumbrismo andaluz. Uno de sus personajes más arquetípicos fue el del bandolero y contrabandista, leyen-da que fue también alimentada por los viajeros extranjeros que vieron el fenómeno con demasiado “color local”. Junto a los majos, los bandoleros y los contrabandistas, los “tipos”

sala vii La sala de los costumbristas andaluces

·····

............................................Ángel M.ª Cortellini Francisco Montes antes de la corrida ca. 15 Óleo sobre lienzo

1

del torero y del picador, cons-tituyen los más importantes rasgos del tópico español. Se-guramente el torero más ro-mántico fue Francisco Montes “Paquiro”, que en 1836 escri-bió una de las primeras reglas del toreo.

......................................Antonio Gutiérrez de León

Torero con muleta (detalle) 15-1

Barro policromado

E n esta pequeña salita se exponen algunos ejemplos de la llamada escuela costumbrista madrileña, cuyos componentes –Eugenio Lucas, Francisco Lameyer y

Leonardo Alenza– cultivaron un populismo de matiz goyes-co, más auténtico y bronco que el folklorismo sentimental de la escuela romántica andaluza.

Estos pintores fueron muy criticados por los sectores más academicistas por varias razones: la importancia que otor-gaban a la imaginación o la invención –considerada poco seria y propia de pintores de segunda fila– y el uso de una factura deshecha y una textura inacabada –abocetada–, que, junto a la velocidad de ejecución, se veían como algo casi “indecente”.

sala viii La saleta de los costumbristas madrileños

·····

2 3

Muchos de estos “defectos” tenían su origen en el mismo Goya. Del genio aragonés recogen también buena parte de la temática, que nos ofrece una España al revés, un mundo patas arriba donde todo se confunde y muestra lo absurdo de la conducta de los seres racionales. Los asuntos más tra-tados fueron el matrimonio desigual, los horrores de la Inquisi-ción, las Escenas de bandidos, Máscaras en un baile y la conducta “animalizada” del ser humano, visible en cuadros de Alenza como el Mono ermitaño y La crítica. La sala se completa con una visión de las calles madrileñas, a través de varias estam-pas de los Caprichos de Alenza y de Francisco Lameyer, en los que no se oculta la mediocridad y pobreza de la vida cotidia-na, de la que ambos fueron testigos y cronistas.

..................................Eugenio Lucas Velázquez Auto de fe 153 Óleo sobre tabla

5

E l uso de una o más salas como habitación de reunión para toda la familia, reflejaba la necesidad de tener en la casa un lugar más relajado y menos formal.

El término “cuarto de estar” se hizo común a mediados de siglo. En las ventanas, pesadas cortinas de seda pintada en azul oscuro parecen indicarnos que los posibles habitantes de la casa temían que la luz excesiva dañara los muebles o pudiera inundar sus sentimientos más secretos. En las pare-des frontales dos vitrinas empotradas muestran una bonita colección de abanicos, accesorio femenino eminentemente romántico y un curiosísimo conjunto de litofanías (placas de porcelana moldeadas con temas pictóricos que, vistos a

sala ix La salita

·····

.................................................................Jenaro Pérez Villaamil Fuente de Isabel II en la calle de la Montera (detalle) 135 Óleo sobre lienzo

la luz, se destacan en claroscuro). El recorrido temático se centra en el género del paisaje y las vistas arquitectónicas. Destaca la personalidad de Jenaro Pérez Villaamil que, ins-pirado por aquellas neblinas y densas atmósferas sugerentes con las que interpretaron España los pintores ingleses como David Roberts es, sin duda, el pintor más brillante de cuan-tos se acercaron a la pintura de paisaje en España. Llevó a cabo su famosísima publicación España artística y monumental, patrocinada por Gaspar de Remisa (cuyo retrato podemos observar en la sala XXII). Otras pinturas, siguiendo la lección impuesta por estos enormes libros de viajes bellamente ilustrados, tuvieron como tema las obras públi-cas llevadas a cabo por la Monarquía, convirtiéndose en uno de los prime-ros ejemplos de propaganda política dirigida.

E n esta habitación se exhiben diversas piezas que tienen que ver con la higiene masculina más íntima (tema que se completa en la sala XXI). La burguesía

no se mostró muy interesada en tener un cuarto apropiado para su aseo, de modo que era habitual colocar una jofaina para lavarse en cualquier parte de la casa, o bien sacar los orinales para que fueran utilizados por los caballeros una vez se habían retirado las señoras.

En la vitrina derecha se muestra el retrete de Fernando VII que, en origen, fue instalado en una pequeña habitación destinada a la higiene íntima del monarca dentro del pro-pio Museo del Prado –en la sala 39, donde en la actualidad se exponen obras de Goya–. Es de caoba, con gran sillón central en cuyo asiento se abría un orificio para expulsar

sala x El pasillo

·····

9

las aguas fecales. En estas cuestiones más íntimas no había tantas diferencias de clase: el retrete del rey era un mueble de lujo, imponente y acolchado, pero igualmente necesitaba de la consabida “evacuación”, que se realizaba a mano, reco-giendo las inmundicias en unos recipientes instalados a tal fin. La fetidez debía inundar también el territorio de la rea-leza, llegando hasta el elegante y elogiado Salón del Prado.

A la izquierda se exhibe el estuche de viaje de Fernando VII, un pequeño tocador y diversos estuches y objetos de hi-giene (Depósito del Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid) que nos dan una clara idea sobre cómo trascurría el ritual de limpieza masculino.

Desde el punto de vista temático y enlazando con la sala anterior, hallamos en ésta un argumento muy relacionado con el paisaje: la ruina. Los monumentos del arte medieval se emplean ahora como elemento evocador de un mundo espiritual antiguo y perdido y son también imágenes de la propia mortalidad humana.

...................................Francisco Javier Parcerisa Iglesia en ruinas (detalle) 15 Lápiz y clarión

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E n el periodo isabelino, se destaca esta pieza como nuevo elemento específico dentro de la casa. El co-medor común se utilizaba sobre todo para la cena,

ya que las demás comidas se podían hacer en salitas más pe-queñas –llamadas habitaciones de desayuno– al igual que la sobremesa, que se solía llevar a cabo en una sala aparte o en el gabinete. Era el lugar doméstico gobernado por la etique-ta y también era el centro de reunión de la familia.

El techo, de la misma procedencia que los anteriores, tiene una decoración con los escudos de las provincias espa-ñolas y está iluminado por una bonita araña de cristal de La Granja. En cuanto al mobiliario, no podía faltar la chimenea de mármol, la mesa –la misma en la que el general Primo de Rivera ofreció una cena al Consejo de la Sociedad de Nacio-

sala xi El comedor

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nes– la consola o aparador, las rinconeras, las sillas livianas y las mesas servideras. Tanto éste como el servicio de mesa –en este caso de porcelana de París– e, incluso, los rituales y costumbres que se desarrollaban en la misma, solían seguir modelos foráneos, especialmente franceses.

Desde el punto de vista temático esta estancia se decora con un género muy utilizado en los comedores burgueses: el bodegón. En la pared opuesta y sobre un espejo, des-taca uno de los cuadros más emblemáticos de todo el Romanticismo español: La familia de Jorge Flaquer, del catalán Joaquín Espalter. Se trata de los antepasados del fundador del Museo y es uno de los más bellos documentos sobre el desenvolvimiento de la intimi-dad familiar y de la vida domés-tica y privada de la burguesía del momento.

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..................................Joaquín Espalter La familia de Jorge Flaquer 1-15 Óleo sobre lienzo

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E sta salita hace las veces de introducción y, desde ella, podemos ya contemplar el magnífico Goya que preside el oratorio. Realmente es una antecámara

que funciona también como un pequeño salón. El mobiliario se centra en un precioso y sobrio diván que va a juego con la sillería. En el centro, un curiosísimo velador circular –que sigue la moda medieval del gótico– y cuyo tablero, de már-mol blanco, es una losa sepulcral de la época.

Por lo que se refiere a la circulación temática, en esta zona y en el oratorio se concentra casi la totalidad de la pintura religiosa del Museo. Podemos distinguir dos modos de aproximarse a este tema: el que acusa la influencia de la

sala xii El anteoratorio

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.............................................Antonio M.ª Esquivel Agar e Ismael en el desierto (detalle) 15 Óleo sobre lienzo

pintura barroca española del siglo xvii –a través del modelo de Murillo o de ejemplos más tenebristas, con fuertes con-trastes lumínicos– o el que se centra en la observación de la realidad contemporánea, pero vista a través del tamiz del costumbrismo, que pretende recoger todo aquello que se consideraba más interesante y genuino de la vida popular española. E l oratorio –que, según viejos testimonios, es el que

perteneció en su día a la casa– fue un espacio utili-zado tanto para actos religiosos de carácter íntimo,

como para la celebración de eventos sociales. Sabemos que los propietarios del palacio en esos momentos, los condes de la Puebla del Maestre, embellecieron y adornaron esta estancia, donde se veló al Marqués de Bacares, primogénito de aquellos, el 24 de abril de 1816.

El gusto neoclásico de las molduras de escayola y la noble geometría del pavimento siguen los patrones decorativos característicos de finales del siglo xviii. Tanto los muebles –destaca el precioso reclinatorio de caoba, tapizado en ter-

sala xiii El oratorio

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............................................Francisco de Goya San Gregorio Magno, Papa (detalle) 19-199 Óleo sobre lienzo

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ciopelo que perteneció a Isabel II– como las esculturas –ba-rros con escenas religiosas– y los diversos objetos litúrgicos, invitan al recogimiento.

En el centro, encima del altar, se encuentra el magnífico lienzo de Francisco de Goya –San Gregorio Magno– proce-dente de la testamentaría del fundador del Museo, quien acertadamente anticipó la importancia del genial aragonés como precursor del Romanticismo. Lo acompañan una serie de pinturas españolas de época barroca, de la misma procedencia, junto a otras de artistas plenamente román-ticos, pero inspiradas en el Barroco, siguiendo los modelos de Francisco Ribera –por el uso de un fuerte claroscuro, sus formas bien construidas y su sentido de la realidad– o de Murillo –visible en el suave colorido, con predominio de tonos cálidos y la belleza de las figuras femeninas, de expre-siones amables y dulces–.

......................................Antonio M.ª Esquivel

Santas Justa y Rufina (detalle) 1

Óleo sobre lienzo

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...........................Leonardo Alenza La salida de la iglesia 1-15 Óleo sobre tabla

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L a mayor presencia de los hijos en la casa produjo un cambio en la intimidad: la madre podía compartir su dormitorio con los niños pequeños pero, los ma-

yores, dormían ya en habitaciones separadas. El dormitorio infantil podía hacer también la función de cuarto de juegos y tenía como condición el trazado de un itinerario indepen-diente, a través del que se podía llegar a este espacio sin necesidad de perturbar las actividades de los adultos.

El ámbito de influencia femenina está estrechamente conectado con las habitaciones de la dueña de la casa. Tie-ne un mobiliario menos formal, así como diversos objetos y juguetes diseminados por todo el espacio y las vitrinas.

sala xiv La sala de juegos de niños

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................................................Antonio M.ª Esquivel Niños jugando con un carnero (detalle) 13 Óleo sobre lienzo

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Con sus paredes pintadas de amarillo, esta habitación ha perdido todo el aire de ceremonia y se ha convertido en un lugar alegre y práctico.

El retrato infantil tuvo gran éxito durante el periodo ro-mántico, coincidiendo con una especial valoración de

los niños. Este género nos introduce, además, en otros aspectos que afectan a la vida de los pe-

queños del momento: divertimentos y juegos, el estudio, la moda, las mascotas, las aficiones, etc. Otros temas muestran la afectuosa relación madre e hija o la muerte infantil, demasiado fre-

cuente dadas las enfermedades y el estado poco avanzado de los conocimientos mé-

dicos y que también dejaba su huella en la propia realeza.

..................................................Fábrica JumeauMuñeca (detalle) ca. 1-199 Pasta de porcelana y cabello humano

A quí comienza el itinerario por las dependencias femeninas. En este momento la mujer se convierte en la reina de la casa, a la que consigue dar un aire

acogedor, como centro de afectos y encuentros sentimenta-les, refugio espiritual frente al ámbito de lo público.

Influenciada por las novedades venidas de París, una dama elegante no podía dejar de tener esta estancia de confianza, exclusiva para su uso personal y el de sus visitas más íntimas. Era un lugar donde podía leer, escribir, coser o recibir de manera informal. El desorden y la acumulación que reinaba en el boudoir –que era un nido de cosas bellas y preciosas–era síntoma de la irracionalidad de la mujer y de su ánimo cambiante y caprichoso: las vitrinas están repletas de precio-sos accesorios y bibelots (objetos pequeños de escaso valor).

sala xv El boudoir

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Por lo que se refiere al itinerario temático, en esta estan-cia se inician algunos de los tópicos más característicos del ideal femenino romántico: su condición de madre y la rela-ción con los hijos; el desnudo, género poco frecuente que

se circunscribió especialmente –junto al tema de la seducción– al mundo de la estampa; y ciertos retratos femeninos que consiguen evo-car el ideal de belleza frágil, etérea y elegante tan propio de la época.

.........................José Elbo

Bañistas (detalle) 13

Óleo sobre lienzo

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E l dormitorio femenino adquiere una fuerza simbó-lica especial, ya que es donde la mujer se encuen-tra más libre, donde podía llevar a cabo todas esas

“acciones misteriosas”: desde guardar una carta de amor o un recuerdo especial, hasta leer o asearse. El hecho de tener una habitación propia demostraba una mayor conciencia de individualidad, de vida personal y la necesidad de expresar esa individualidad de forma física.

En este refugio de los recuerdos y de los grandes y peque-ños secretos, no podía faltar el escritorio portátil de sobre-mesa, el tocador –con sus diversos frascos para el cuidado de la piel o para el perfume–, el costurero, el “paje” –espejo con pie alto y con una mesilla para colocar los utensilios de tocador– y el somno o mesita de noche, con puerta frontal

sala xvi La alcoba femenina

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para guardar el bacín. La cama, de tipo góndola (bateau), si-gue patrones del estilo Imperio y está recubierta por amplio dosel, elemento textil que contribuye a aprovechar al máxi-mo el calor. El dominio del tapizado hace de la habitación un auténtico refugio. Al lado, una preciosa cunita también en estilo fernandino y un rincón para el retiro y la oración, con un pequeño reclinatorio de nogal y diver-sos elementos decorativos de valor simbó-lico y emocional.Por lo que respecta al itinerario temá-tico, en esta sala se han incluido asuntos referidos a la familia –y la relación materno filial, como el tema de la “buena madre”– el matrimonio y la boda.

.................................Bolso limosnera

1-125 Papel litografiado

e iluminado, petit point

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L as actividades propias de cada sexo se reflejaban en habitaciones diferentes. En esta zona iniciamos el ámbito masculino de la casa, decorado de forma

más seria y austera: sobrio sillón –que conserva su tapicería original– de estilo fernandino, dos cómodas de cajones, de hacia 1830, con una función específicamente masculina y, en el centro, un pequeño y sobrio velador de inspiración medieval.

Este pequeño gabinete está dedicado a la emblemática fi-gura del escritor Mariano José de Larra. Conocido también por los seudónimos de “Fígaro” y “El Pobrecito Hablador”, fue seguramente el mejor literato y periodista de la épo-

sala xvii El gabinete de Larra

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..............................................Leonardo Alenza Sátira del suicidio romántico (detalle) ca. 139 Óleo sobre lienzo

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ca romántica. Su temperamento sarcástico y decepcionado con la realidad española, junto a sus turbulentos amores con Dolores Armijo, fueron las causas de su suicidio. Además de pintura y diversos objetos pertenecientes a Larra –deposita-dos desde el año 1924 por sus descendientes– se muestran algunos otros temas como la literatura (que se continuará en la sala siguiente), el periódico y la prensa, así como el suicidio y la muerte prematura del genio.

En la literatura romántica siempre está presente el tema de la muerte y especialmente la idea de suicidio. Pero no to-dos estaban de acuerdo con esta fúnebre “moda”: Leonardo

Alenza confirma esta tendencia crítica en sus dos cua-dritos –Sátiras del suicidio romántico–, seguramente las imágenes más emblemáticas de todo el Roman-

ticismo español.

L os objetos están impregnados de valores afectivos y de sentimientos; forman parte de las relaciones de las personas que habitan la casa y crean con ellas

una relación casi psicológica. El mueble tiene también una función simbólica: dependiendo del lugar y la forma en que se ubique, indicará diferentes grados de ceremonia y mo-dos de comportamiento. La idea de que algunos muebles fueran masculinos y otros femeninos, subrayaba una reali-dad social que era evidente también en el vestido y en las costumbres.

Totalmente femenina es la preciosa cómoda que pertene-ció a la poetisa Carolina Coronado. En estos momentos se opera un tímido cambio en el estatus de la mujer y, aunque

sala xviii La sala de la Literatura y el Teatro

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las actividades de escribir, leer o pensar seguían siendo con-sideradas como enemigas del género femenino, no faltaron las excepciones.

El recorrido temático está centrado en la literatura y el teatro y se muestra a través del género del retrato. Las re-uniones y la amistad entre artistas de diversos géneros fue-ron muy comunes durante el Romanticismo, interesado en fomentar la ruptura de las barreras que existían tradicio-nalmente entre las artes. El escritor cobra una nueva sen-sibilidad visual que, en ciertos autores románticos como el Duque de Rivas (sala IV) o Bécquer (sala XVII), se une a un conocimiento técnico y experimental de la pintura. A su vez, los temas literarios –como la muerte, la doncella o el diablo– ejercieron una influencia fundamental en las artes plásticas.

........................................Eduardo Cano de la Peña

La novia enterrada viva (detalle) 1

Óleo sobre lienzo

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E n estos momentos el tabaco fue conquistando pro-gresivamente los espacios públicos y privados, como testigo y símbolo de la masculinización de la socia-

bilidad. No olvidemos las virtudes que ciertos médicos atri-buían todavía al humo.

El fumoir o fumador apareció con el fin de dotar al padre de familia de una atmósfera no tan rígida, sino más evoca-dora del sueño y el bienestar. Era un lugar para retirarse a fumar que invitaba al reposo, de ámbito privado y para visitas de total confianza. Normalmente su decoración es-taba inspirada en el mundo oriental y, en especial, árabe. La restauración de la Alhambra de Granada, en los años

sala xix El fumador

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.............................Carlos de Haes Paisaje egipcio (detalle) 13 Óleo sobre lienzo

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1860-70, contribuyó a acrecentar la moda del gabinete ára-be en la vivienda privada burguesa.

Desde el punto de vista temático, esta sala nos brinda una afortunada ocasión para mostrar la influencia que el orien-talismo y el exotismo ejercieron sobre el movimiento ro-mántico: Egipto, Marruecos e, incluso, la antigua herencia oriental y musulmana de España, que ahora se pone de moda en toda Europa, generando una gran oleada de viajeros ex-tranjeros para los que fue vital ese mundo ilusorio, entre medievalista y novelesco, que creían existía en nuestro país.

...........................................Jenaro Pérez Villaamil Paisaje oriental con ruinas clásicas 12 Óleo sobre lienzo

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E l gabinete –dentro del área masculina– fue en reali-dad un salón de recibir. La moda imperante refleja-ba una acumulación de muebles de diferentes estilos

y funciones. En este “templo” de la conversación y de las veladas íntimas, no podía faltar el pianoforte, instrumento de entretenimiento por excelencia. Las mesitas y velado-res ocupaban ya una zona central en la habitación; también había pequeñas “sillas de arrimo” –ligeras y sin brazos–. El confidente –dos plazas opuestas y enfrentadas– era el sillón de los secretos, siendo también conocido en España con el sugerente nombre de “vis à vis”. La sillería parece imitar las lacas orientales y responde a la influencia del mueble fili-

sala xx El gabinete

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..............................................................Antonio M.ª Esquivel Autorretrato con sus hijos Carlos y Vicente (detalle) 13 Óleo sobre lienzo

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pino, tan de moda durante el reinado de Isabel II, como el velador y las tres bonitas consolas.

En cuanto al itinerario temático, continúa con el discurso iniciado en la salas XVII y XVIII –dedicadas al artista en su vertiente literaria– mostrando en esta ocasión la imagen del artista plástico, su nueva visión del mundo y el concepto de genio. Éste, emulando al burgués, también se afirma a través del retrato y del autorretrato, en el que se define a sí mismo y cómo quiere ser visto por los otros. Se empieza a vislum-brar la idea de que el hombre solamente es grande por sus cualidades y por los beneficios que sus acciones puedan pro-curar al conjunto de la sociedad, considerando la idea del mérito por encima de la de la cuna.

E l dormitorio masculino tiene un aspecto más gra-ve y severo. Las paredes estaban decoradas con un amplio zócalo o arrimadillo que imitaba, mediante la

pintura, otros más ricos de madera, como podemos ver en las catas practicadas en la pared.

Los muebles son menos elegantes y más prácticos: cama de estilo Carlos IV, cómoda tocador o lavabo, que suponía un ahorro de espacio porque, una vez cerrada, su función higiénica no era evidente; tocador masculino para guardar los útiles de aseo, orinal o “Don Pedro”, mesita de noche, donde depositar la botella y el juego de agua y un psiqué o espejo basculante de cuerpo entero, que presenta un par de candeleros para colocar las velas, lo que permite su utiliza-ción por la noche.

sala xxi El dormitorio masculino

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En esta zona se muestran retratos masculinos, llevando a cabo una pequeña galería de diversos personajes prototípi-cos de la época: desde el “rebelde” romántico, con resonan-cias del bandido noble que, junto a los artistas, forman una gran familia espiritual de visionarios que, conscientes de sus dones, llegan a hacer de su propia existencia una aventura particular; el marino, símbolo de la libertad y del riesgo, de

una vida fuera de la con-vención y la rutina; el le-chuguino y el dandy, ob-sesionados por la moda; hasta los personajes “ofi-ciales”, de importancia política y social.

.............................Anónimo

Un lechuguino (detalle) ca. 15

Óleo sobre lienzo

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E l despacho era la habitación del trabajo y por ello solía tener una decoración muy contenida y seria. Las paredes se decoran con un papel, de gusto muy

inglés, con motivos sobrios, y los muebles combinan el estilo fernandino, sencillo y austero, con el isabelino, ca-racterizado justamente por lo contrario, ya que busca, ante todo, la comodidad –suelen ser muebles bien acolchados y mullidos– unida a una cierta ostentación, que no logra ocul-tar el progresivo empobrecimiento de los materiales y las técnicas.

Destaca la importante mesa de despacho de estilo fer-nandino en madera de caoba, con cinco cajones en el fren-

sala xxii El despacho

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.........................................Vicente López El Marqués de la Remisa (detalle) 1 Óleo sobre lienzo

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te –con decoración de taracea alrededor de la bocallave– y dos cajones secretos laterales. Perteneció al Marqués de la Remisa –se exhibe junto a su retrato en el que también apa-rece reproducida– y fue adquirida a Isabel Regoyos, viuda del pintor y director del Museo del Prado, Aureliano de Beruete.

El recorrido temático prolonga la galería humana iniciada en la sala anterior a través de diversos personajes relaciona-dos con los prototipos masculinos del momento: militares, banqueros o “nuevos ricos”. Un tipo muy común fue el bur-gués adinerado, el hombre de negocios o el que ostentaba importantes cargos oficiales. Solía ser también un intelec-tual, muchas veces coleccionista, sensible y atento a la cul-tura del momento. Su alta posición social se reflejaba en el ambiente que le rodeaba.

........................................Francisco de Paula van Halen Un húsar de la Princesa (detalle)

15 Óleo sobre lienzo

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O tro espacio característico de la sociabilidad mas-culina fue la sala de billar, que debía estar situada cerca de los salones nobles y del comedor –se

solía jugar después de comer, para “bajar” los alimentos o en las interminables tardes de asueto–. El billar moderno llegó a España con la dinastía borbónica y fue un juego vinculado a la aristocracia. La mesa de billar fue conocida como mesa de trucos; está firmada por uno de los fabricantes con mayor fama del momento: Francisco Amorós, en Barcelona, que, además, escribió una importante Memoria sobre la construcción de mesas de billar. Sirven de apoyo al juego varios accesorios,

sala xxiii La sala de billar

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.....................................................Carlos Luis de Ribera M.ª Leonor Salm-Salm, Duquesa de Osuna 1 Óleo sobre lienzo

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como son la taquera, una guía para tacos y varios juegos de tacos, además del ábaco o contador.

La sillería, compuesta por tresillo, sillones y sillas, es típicamente isabelina, en torno a 1860. Se caracteriza por un suave ondulado –símbolo de la nueva religión del “con-fort”– que parece envolver discretamente al que se sienta en ella. Se diría que haya sido curvada a propósito, siguiendo ese concepto de amabilidad acogedora.

En este ámbito de entretenimiento exclusivamente mas-culino era muy común que las paredes estuvieran adornadas –casi forradas– con retratos únicamente femeninos (estu-penda ocasión para llevar a cabo una galería de este tipo de género tan romántico). Son una oportunidad única para comparar cómo se van desarrollando las modas –peinados y accesorios– y cómo van cambiando, junto al ideal de belle-za, a lo largo del siglo.

E l gusto por las plantas y la naturaleza fue una carac-terística plenamente romántica. Asistimos en estos momentos a un elogio de la vida campestre que,

evidentemente, se hizo desde la ciudad y que constituyó la primera protesta en contra de la vida urbana moderna. Por ello la estufa, también llamada serre –palabra francesa– o invernadero de plantas se puso inmediatamente de moda, espacio destinado a todo tipo de plantas, especialmente las exóticas, que hacían las delicias de los curiosos y suponían un elemento de prestigio para la casa. Además, su naturale-za privada y enclaustrada prometía un refugio ante el fragor del mundo.

En la vitrina de la izquierda se exponen delicadas piezas de cristal y opalina –vidrio translúcido, de aspecto ligera-

sala xxiv La estufa o serre

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mente lechoso– de la Real Fábrica de La Granja en Segovia (Depósito del Museo Nacional de Artes Decorativas, Ma-drid) y, en la derecha, curiosísimas piezas de vajilla de cerá-mica estampada –técnica de origen inglés y de tipo indus-trial que se pone de moda en estos momentos– realizadas en las fábricas de La Amistad, Sargadelos, Pickmann, etc. La decoración se completa con bonitas porcelanas orientales y pequeñas y coquetas banquetas de influencia francesa.

E n las dos últimas salas de nuestro recorrido se termi-na la exposición permanente del Museo y comienza un área destinada a profundizar en algunos de los

temas que hemos tenido ocasión de ver durante nuestro iti-nerario. A través de la consulta de estampas originales de la época, libros, catálogos monográficos y otros elementos de consulta, como el ordenador, se da la oportunidad al visi-tante de ampliar diversa información o acceder a distintos juegos interactivos.

Finalizamos con la reproducción del edificio del Museo en una gran maqueta, a través de cuyos vanos podemos “es-piar” cómo transcurría la vida cotidiana de la época en algu-nas de sus dependencias. Habitualmente la casa se dividía en territorios, con una distribución que se llevaba a cabo

salas xxv y xvi La sala de interactivos y el teatrino

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....................................................................Banquetas de estilo Directorio, tapizadas en petit point

Siglo xix

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por plantas, de forma que las actividades estaban separadas verticalmente. A la planta baja se accedía por un espacio-so zaguán, con una gran puerta de entrada para carruajes, como podemos ver en la reproducción. La planta baja solía estar destinada a dependencias del servicio, como la cocina, la despensa, la bodega, los comedores para criados, los lava-deros, la leñera, el guadarnés, etc.

En la planta principal estaban las habitaciones más impor-tantes, que podían pertenecer a tres categorías diferentes: habitaciones de respeto o de recepción, habitaciones for-males y habitaciones de o para la comodidad, destinadas al uso privado del dueño o dueña de la casa. Como ejemplo de espacio público se representa el salón de baile, y como espacio semipúblico o formal, el comedor.

En la zona del desván o ático solían encontrarse los dor-mitorios para la servidumbre y los cuartos de plancha y costura. El ámbito de servicio de la casa era realmente “el espacio escondido” ya que, tanto los propios criados como

sus dependencias, no debían ser vistos. Lo normal era que por cada miembro de la casa hubiera, al menos, unas diez personas destinadas al servicio, que muchas veces vivían con sus respectivas familias. Las diversas plantas se articulaban a través de dos escaleras: la principal, que conectaba la planta baja con la zona noble de la casa y la de servicio, en el otro extremo del patio, que ponía en relación todas las depen-dencias desde el sótano hasta el ático.

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DIRECCIÓN Y TEXTOSBegoña Torres González

COORDINACIÓNEquipo técnico del Museo

FOTOGRAFÍAPablo Linés Miguel Ángel Otero

DISEÑO Y MAQUETACIÓNEstudio Inma Vera

De acuerdo con lo establecido por la Ley de Propiedad Intelectual (RD Leg. 1/1996 y 23/2006), queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del Museo del Romanticismo, la reproducción y comunicación total o parcial del contenido de este libro a través de cualquier medio técnico, comprendidos la reprografía y cualquier soporte informático.

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San Mateo, 13. 28004 Madridtel.: 91 448 10 45http://museoromanticismo.mcu.es