mouffe hegemonia e ideologia en gramsci

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166 Gramsci y la realidad colombiana realidad tenga dinamismo para expandir la eco- nomía y llevarla a cabo para el beneficio de la comunidad. Dinamismo que impulse de una manera consistente los tres grandes sectores básicos de la industria, la agricultura y la infraes- tructura, y a la vez realice un1:1 plena )ust.icia social traducida en nuevos térmmos de distribu- ción del ingreso, que es contraria a las desigual- dades que padecemos, el ansia inescrupulosa _de lucro al individualismo ciego a todo comprom1So de solldaridad que generó la filosofía del "lesseffe- rismo", y que en nuestro medio tiene tan elocuen,- tes manifestaciones. Este ideal no ha sido posible lograrlo, aunque sea parcialmente, porque no hemos tenido conti- nuidad en el esfuerzo ni coherencia en los propó- sitos . fundamentales. En cada cuatrienio se ensaya un programa, se expone uha tesis, se improvisa un ruta sobre el destino del país. Y, por lo tanto por falta de metas y de persistencia, la política' aplicada se ha su inmediatismo por su índole pas!IJera, variable Y tentativa cod olvido de los grandes objetivos de largo de tal manera improvidente, .que bien cabe en nuestro caso recordar la sentencia de que los gobernantes que viven <!l dia son. pero los pueblos bajo su dirección son desgraciados• Hegemonía e Ideología en Gramsci Chanta! Mouffe Durante largo tiempo la teoría de la ideología ha constituido una de las áreas más descuidadas en el análisis marxista de la sociedad. Es sin em- bargo, un terreno decisivo en el que se plantean probl.emas teóricos y políticos de la mayor importancia. Resulta fundamental tratar de entender la naturaleza de las dificultades que se han-opuesto a la formulación de una teoría que explique ade- cuadamente la significación y el papel de la ideo- logía, ya que no es exagerado afirmar que aquéllas el principal obstáculo al desarrollo mismo del marxismo, a la vez como teoría y como doctrina política. A primera vista la respuesta parecería simple. En efecto, todas las dificultades parecen origi- narse en un único fenómeno, al que una vasta literatura contemporánea ha dado en denominar economicismo. Pero la aparente simplicidad del Traducción del original inglés por Cristina de la Torre.

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hegemonia

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  • 166 Gramsci y la realidad colombiana

    realidad tenga dinamismo para expandir la eco-noma y llevarla a cabo para el beneficio de la comunidad. Dinamismo que impulse de una manera consistente los tres grandes sectores bsicos de la industria, la agricultura y la infraes-tructura, y a la vez realice un1:1 plena )ust.icia social traducida en nuevos trmmos de distribu-cin del ingreso, que es contraria a las desigual-dades que padecemos, el ansia inescrupulosa _de lucro al individualismo ciego a todo comprom1So de solldaridad que gener la filosofa del "lesseffe-rismo", y que en nuestro medio tiene tan elocuen,-tes manifestaciones.

    Este ideal no ha sido posible lograrlo, aunque sea parcialmente, porque no hemos tenido conti-nuidad en el esfuerzo ni coherencia en los prop-sitos . fundamentales. En cada cuatrienio se ensaya un programa, se expone uha tesis, se improvisa un ruta sobre el destino del pas. Y, por lo tanto por falta de metas y de persistencia, la poltica' aplicada se ha caracte~izado ~or su inmediatismo por su ndole pas!IJera, variable Y tentativa cod olvido de los grandes objetivos de largo pl~o, de tal manera improvidente, .que bien cabe en nuestro caso recordar la sentencia de que los gobernantes que viven Hegemona e Ideologa en Gramsci

    Chanta! Mouffe

    Durante largo tiempo la teora de la ideologa ha constituido una de las reas ms descuidadas en el anlisis marxista de la sociedad. Es sin em-bargo, un terreno decisivo en el que se plantean probl.emas tericos y polticos de la mayor importancia.

    Resulta fundamental tratar de entender la naturaleza de las dificultades que se han-opuesto a la formulacin de una teora que explique ade-cuadamente la significacin y el papel de la ideo-loga, ya que no es exagerado afirmar que aqullas

    con~tituyen el principal obstculo al desarrollo mismo del marxismo, a la vez como teora y como doctrina poltica.

    A primera vista la respuesta parecera simple. En efecto, todas las dificultades parecen origi-narse en un nico fenmeno, al que una vasta literatura contempornea ha dado en denominar economicismo. Pero la aparente simplicidad del

    Traduccin del original ingls por Cristina de la Torre.

  • 168 Gra.msci y la realidad colombiana

    trmino oculta toda una serie de problemas que irrumpen al primer intento de def'"inir con rigor su especif1cidad y sus limitaciones. Aunque es claro que todas las formas del economicismo implican una ausencia de comprensin de la autonoma de la poltica y la ideologa, esta definicin genrica resulta insuficiente porque da lugar a dos posibles esferas de ambigedad. La primera deriva del hecho de que la nocin de economa es cierta-mente ambigua y est lejos de presentar una intrnseca claridad (no est clara, por ejemplo; la importancia relativa que se le atribuye en .ella a las fuerzas productivas y a las relaciones de pro- .. duccin). La segunda resulta de la vaguedad e imprecisin que caracterizan al mecanismo por el cual se subordinan la poltica y la ideologa a la economa, ya que siempre se lo define en trminos puramente alusivos ("subordinacin", "reduc-cin", "reflejo"). De este modo, se abre la posibili-dad de existencia de formas complejas de econo-micismo, que no resulta fcil detectar, puesto que a primera vista no se presentan como tales.

    Economicismo e Ideologa Esto es lo que explica la cornplajidad del pro-

    blema del economicisrno en relacin con la teora de la ideologa, ya que aquel se presenta en mlti-ples formas, algunas de las cuales han sido esca-samente identificadas. La problemtica economi-cista de la ideologa ha presentado dos aspectos claramente distintos aunque ntimamente rela-cionados. El primero consiste en establecer un vnculo causal entre estructura y superestruc-tura y en concebir a esta ltima como un reflejo

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    mecnico de la ba.5e econmica. Por este camino se d_esem_b~ca en una visin de las superestructu-ri;is i~eologicas como epifenmenos que no juegan nmgun papel en el proceso histrico. El segundo

    aspect~ no se refiere al papel de las superestruc-turas, ~i~o a su naturaleza propia; en tal sentido a estas ultll'?~ se las concibe como determinadas por la p~~1c1on de los sujetos en las relaciones de produccion, es decir, por las clases sociales. Este se~undo aspecto no puede identificarse con el primero, Y~ que e.~ compatible con la atribucin ?e una cierta temporalidad diferencial" e inclus~i, de _una' cierta eficacia, a las superestruc~ turas 1deologicas.

    Es importante entender las distintas formas en / que e~tos dos aspectos se han combinado en la trad1c1n marxista. De hecho, puede dividirse el proceso en tres fases principales: la primera aquel~a que combina los dos aspectos sealados: c?nstituye la forma pura y clsica del economi-c1.sm~; la segunda se aleja de la visin clsica, para disociar ambos aspectos; en la tercera f'mal-rn~~te, se rompe con los dos aspectos del 1econo-m~cISmo Y se ~~entan las bases tericas para una remterpretac1on del materialismo histrico des-de. una pe:spectiva anti-economicista radical.

    ExlS_te~ va~1as razones que explican la necesidad de distinguir entre estos tres momentos en la bs-q~e?a de una ~omprensin adecuada del econo-m1c1smo. La primera es que, si bien hay consenso sobre el carcter economicista de la Segunda y Tercera Internacionales, no se ha especificado a?ecuadamente su forma peculiar de economi-~1sm~; con el resultado de que se ha tendido a 1?entificar al reduccionismo con el epifenomena-hsmo, o al menos se los ha visto como interrela-

    FlorResaltado

  • 170 Gramsci y la realidad colombiana

    cionados mutuamente. Con respecto a las inter-pretaciones marxistas "superestructurales" (Lu-kacs, Korsch, etc.), es importante observar que slo rompen parcialmente con el economicismo porque, si bien rechazan la concepcin epifeno-menalista de la ideologa, retienen el reduccio-nismo de clase. Finalmente, es preciso advertir que el tercer momento apenas se ha iniciado y que superar los dos aspectos del economicismo es un proyecto terico que en gran medida est an por realizarse.

    Para leer a Gramsci. El primero en emprender una crtica completa y radical del economic.ismo fue, sin duda, Antonio Gramsci; y es en ello donde estriba su principal contribucin a la teora mar-xista de la ideologa. El objeto de este artculo es pues, analizar la contribucin de Gramsci dentro de la perspectiva trazada. Sin embargo, es impor~ tante advertir las particulares dificultades que esta tarea implica. Algunas de ellas son inheren-tes a cualquier intento de lo que se ha dado en llamar una "lectura sintomal", en tanto que otras provienen de la naturaleza particular de los escri-tos de Gramsci y de su carcter fragmentario. El principal peligro, que debe evitarse a cualquier precio, es el de hacer una lectura instrumental de Gramsci, que utilic el carcter disperso (ne- sistemtico) de su trabajo para extrapolar pasa-jes en forma arbitraria y sostener una tesis que guarda poca relacin con su pensamiento.

    Si toda lectura sntoma! implica practicar una problemtica, es fundamental explicitar esta ltima para no transferirle al texto en cuestin las contradicciones del sistema conceptual que inspira el anlisis que se realiza. Adems debe tenerse en cuenta que la problemtica implcita

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    en el anlisis del texto es exterior al mismo y que la unidad del texto con frecuencia se establece sobre bases bien diferentes a las de dicha proble-mtica. Para conjurar cualquier ambigedad, comenzar por definir los principios fundamen-tales de la problemtica anti-reduccionista, que constituye la base de la presente lectura de Gramsci. Entonces podr juzgarse si mi hiptesis, que consiste en atribuirle a Gramsci el mrito de haber construido los fundamentos de tal enfoque, puede aceptarse o no.

    Principios de una ccmcepcin no-reduccicmista de la Ideologa

    La concepcin no reduccionista de la ideologa, que constituye el fundamento terico de la pre-sente lectura sintomal de Gramsci, se basa en los siguientes principios:

    1, La nocin de lo concreto como sobredeter-minacin de contradicciones. Frente a una con-cepcin de tipo hegeliano que reduce a cada coyuntura al proceso de autodesenvolvimiento de una contradiccin nica, que, en consecuencia, reduce el presente a momento abstracto y nece-. sario de un desarrollo lineal y predeterminado, aceptamos la concepcin de Althusser, que privi legia la nocin de coyuntura en el anlisis de lo concreto y considera a cada coyuntura como una sobredeterminacin de contradicciones, cada una de las cuales puede pensarse abstracta-mente, es decir, con independencia conceptual frente a las otras. Esta es la base de una concep-cin no-reduccionista de lo poltico y lo ideol-gico, en la medida en que el reduccionismo se

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    enraiza precisamente, en la adopcin por parte del ma;xismo de un modelo historicista de tipo hegeliano. Modelo que, adoptado por el mar-xismo, conduce a considerar todas las contradic-ciones como momentos en el desarrollo de una contradiccin nica: la contradiccin de clase; esto a su vez, conduce a atribuirles un carcter de

    clas~ a todos los elementos polticos e ideolgicos. El problema central del marxismo contempor-neo descansa en la elaboracin de una teora no-reduccionista de la ideologa y de la poltica que; sin embargo, d cuenta de la determinacin en ltima instancia por la economa.

    2. Cmo se expresa esta necesid~. de una concepcin que sea a l.a vez marxista y no-red uccionista, en el caso concreto de la teora de la ideologfa? Siguiendo a Althusser en este punto, entendemos por ideologa una prctica produc-tora de sujetos1 El sujeto no es la fuente original de la conciencia, la expresin de la irrupcin de un principio subjetivo en los procesos _histrco,s ob,jetivos, sino el producto de una prctica e~pec1-fica que opera a travs del mecanIBmo de la 1i:ter-pelacin. Si, segn Althusser, los agentes soc1i:les no son el principio constitutivo de sus- actos srno soportes de las estructuras, sus principios subje-tivos de identidad constituyen otro elemento estructural que resulta de prcticas histricas especificas. En este caso,

  • 174 Grarnsc y la realidad colombiana

    anti-reduccionsta de la ideologa permanece como una tarea abierta. Ya que, en efecto, afirmar que el carcter de clase de una ideologa est atribudo por su principio articulador especfico, es sugerir el terreno donde debe buscarse la solu-cin, pero esto no proporciona de por s la res-puesta terica al problema planteado.

    Los dos puntos anteriores han hecho referencia a los requisitos tericos de una concepcin no-reduccionista de la ideologa y al camino que falta por recorrer para darle a dicha concepcin una formulacin rigurosa. La preocupacin funda-mental de este ensayo es establecer hasta qu punto reconoci Gramsci estos problemas y el tipo de soluciones que propuso para los mismos. Trataremos de mostrar cmo la concepcin gramsciana de la hegemona involucra la puesta en movimiento, en estado prctico, de una pro-blemtica ant-reduccionista de la ideologa. Ms an, sostendremos que esta concepcin antire-duccionista de la ideologa es la verdadera condi-cin de inteligibilidad de la concepcin grams-ciana de la hegemona y que las dficultades que la interpretacin de este ltimo concepto presenta, provienen del hecho de que tal problemtica anti-reduccionista no se ha subrayado hasta ahora en todas sus dimensiones.

    Antes de continuar con el anlisis de la concep-cin gramsciana ser necesario detenerse en la consideracin de la forma en que la Segunda Internacional abord los problemas que estu-diamos. El efecto, para Gramsci el economicismo no era un problema abstracto o acadmico sino que, por el contrario, estaba profundamente enraizado, en la prctica poltica de la Segunda Internacional y constituy la fuente ltima de las

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    derrotas masivas que sufrieron los movimientos de la cla.:>~ obrera italiana y alemana, en la dcada que s1gu10 a la Primera Guerra Mundial. Es dentro de este contexto donde el pensamiento de Gramsci encuentra su verdadera signficacin v las condiciones de su inteligibilidad.

    La Segunda Internacional y el Economicismo

    La concepcin de la Segunda Internacional acerca del colapso del capitalismo se basaba en una interpretacin del pensamiento de Marx segn la cual la revolucin proletaria era la con-secuencia necesaria e inevitable del desarrollo de las c~:itradi~ci~nes eco_nmicas del modo de pro" ducc1on cap1tabsta. La ideologa no tena ninguna autonoma, puesto que el desarrollo de la con-ciencia socialista era el corolario del crecimiento n ~~~~ico del proletariado como clase y de la agu-dizacwn de las contradicciones econmicas. Por ~tra parte, se identificaba a la conciencia socia-lista con la c~nc~ez_icia ~e los agentes sociales y se buscaba el prmc1p10 de identidad de estos ltimos en la clase a la cual pertenecan. Se combinaban pues, las dos clases de economicismo vale decir' ! conc;pcn epifen:imenalista del ~apel de l~ ideo logia Y la concepcin reduccionista acerca de su naturaleza.

    ~os fundam~~tos epistemolgicos de este tipo de 1nterpretac1on del marxismo descansaban en una concepcin positivista de la ciencia que apli-caba al materialismo histrico el tipo de cientifi-

  • 176 Gramsci y la realidad colombiana

    cidad existente en las ciencias fsicas2 De all sur-gi el supuesto de que la validez de la teora de Marx dependa de la confrontacin emprica de las tres leyes que, segn se consideraba, consti-tuan la base de su anlisis del modo de produc-cin capitalista: la concentracin, la sobre-produccin y la proletarizacin crecientes. La conviccin de que estas leyes se cumpliran y de que provocaran automticamente la revolucin proletaria, llev a los defensores de la teora de la catstrofe a afirmar el carcter inevitable del socialismo.

    Como escribi Kautsky en su comentario al programa de Erfurt3:

    ''Nosotros creemos que el colapso de "la sociedad existente es inevitable porque sabemos que el desarroUo econmico produce natural y necesa-riamente contradicciones que obligan a los expwtados a combatir "la propiedad privada. Sabemos que ella aumenta el nmero y la fuerza de ws expwtadores, cuyos intereses descansan en el mantenimiento del orden existente y quefinal-'mente desata cmitradiccit:mes intolerables para "la masa de "la poblacin, cuya nica alternativa ser el embrutecimiento y "la inercia o el derro-camiento del sistema de propiedad existente".

    2. Para un anlisis amplio de los fundamentos epistemo-lgicos del marxismo de la Segunda Internacional y del revi-sionismo de Bernstein, ver la excelente introduccin de Leo-nardo Paggi al libro de Max Adler, II Socialismo e gli intelle-ttuali. De Donato, Bari, 1974.

    3. Karl Kautsl

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    que la burguesa logr absorber la ideologa popu-lar y democrtica, el kautskismo resolvi que la democracia era necesariamente una ideologa burguesa. Por consiguiente, la democracia dej de entenderse, como lo hiciera eljoven Marx, como el terreno de una revolucin permanente que, comenzada por la burguesa, sera concluida por el proletariado, para convertirse en una ideologa de clase. El criterio de clase empez a convertirse en el punto de referencia fundamental a todos los niveles: fue as como se origin una de las caracte-rsticas fundamentales del economicismo: el reduccionismo de clase. Por otra parte, sUa cl~e obrera no iba a intervenir en la direccin de otras fuerzas sociales, limitndose a defender sus pro-pios intereses, entonces la revolucin no poda ser el resultado de la intervencin consciente de la clase obrera que se presenta como alternativa poltica para todos los explotados, sino que deba representar el desarrollo de las virtualidades inherentes a. las contradicciones econmicas. De all se sigue la teora del colapso del capitalismo. Pero si el colapso era simplemente resultado del juego de las fuerzas econmicas, esto equivala a considerar que estas ltimas contenan todos los elementos necesarios para explicar el proceso histrico. En consecuencia, los factores polticos e ideolgicos se redujeron a meros epifenmenos, lo que constituye la segunda caracterstica del eco-nomicismo de Kautsky.

    Varios puntos de esta concepcin mecanicista entraran en crisis a comienzos del siglo veinte. Pero esta crtica al dogmatismo de Kautsky, que comenzara a desarrollarse, presentaba la siguien-te caracterstica peculiar: a pesar de sus variad-simos y antagnicos planteamientos, los crticos

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    sealaron las contradicciones e inconsistencias del k'.1utskism;i, pero sin abandonar los supuestos prop10s del mISmo. Ms an, estas crticas fueron a la vez una negacin del kautskismo como sis-tema Y un desarrollo de las distintas potenciali-dades que sus supuestos ideolgicos abran. Esta tendencia es particularmente obvia en el caso de Bernstein y del debate sobre el revisionismo. Como resultado del fracaso de la prediccin basada en la teora d~l colapso del capitalismo y como resultado tambin de ments categricos a la teora de la determinacin espontnea de la conciencia socialista de la clase obrera -como se vio en e~ caso de la clase obrera en Inglaterra-,

    Berns~em lleg a rechazar el marxismo y decla-rarlo mcapaz de entender el desarrollo histrico real. Bernstein reemplaz la visin marxista del ~ocialismo cientfico por un enfoque del socia-lismo co~o "ideal tico", como aquel tipo de socie-dad hac1~ la cual la humanidad debera dirigirse voluntariamente, en virtud de principios morales.

    Bernstein comprendi que en las nuevas condi-cio~es en que el capitalismo se desarrollaba ya no pod1a defenderse la teora de la catstrofe y que en los pa~es capitalistas avanzados las superes-tructuras Jugaban un papel cada vez ms impor-t~~te. ~or eso, a diferencia de Kautsky, compren-d10 la importancia de que la lucha proletaria se extendiera al campo poltico e ideolgico. Fue, pues, este reconocimiento de la necesidad de plantear el problema de la ideologa de una manera. radicalmente distinta el que condujo a Bernstein a desafiar la versin economicista del marxismo. Sin embargo, como identificaba la doc-trina de Marx con la teora de la catstrofe, su crtica al economicismo lo condujo a un rechazo

  • 180 Gramsci y la realidad colombiana

    liso y llano del marxismo. Pensaba l que atri-buirle un papel activo a la ideologa necesaria-mente entraba en contradiccin con la teora marxista de la historia. La ruptura de Bernstein con el marxismo se sita, pues, en el terreno te-rico constituido por los supuestos ideolgicos de la Segunda Internacional que jams fueron cues-tionados seriamente. Si por un lado identificaba al marxismo con lateora de la catstrofe, por el otro identificaba a la democracia con el parla-mentarismo burgus. De all la imposibilidad de utilizar el revisionismo de Bernstein como base para una teora de la autonoma de lo poltco y l ideolgico como niveles objetivos especficos. Para l, objetividad significaba determinacin y la nica forma de determinacin que conoca era la determinacin econmica. As, aun cuando intu-y que el reduccioismo de clase y el determinis-mo econmico le impedan al marxismo entender los problemas especficos de la era del capital mo-nopolista, la nica alternativa intelectual que se le abra estaba en el extremo opuesto, en la irrup-cin de la subjetividad -el ideal tico- en la historia. Esto dio lugar a su apelacin a la tica kantiana. Desde Sor.el hasta Croce, todas las ten-dencias que a comienzos del siglo quisieron opo-nerse a la tendencia positivista dominante, lo hicieron en nombre del voluntarism, del subjeti-vismo y hasta del irracionalismo. No haba otra solucin. en un mundo intelectual en el que determinacin mecnica y objetividad se haban convertido en sinnimos.

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    El Lenini.'lmo y sus consecuencias

    Si red17ccionismo y epifenomenalismo termina-ron por hgarse ntimamente en el pensamiento de la Segunda Internacional, la experiencia histrica d~ la i::volucin Rusa sent las bases para la disoluc~on de es~a unidad. En primer lugar, la revolucin no triunfaba en el pas europeo en d.~nde menos se la esperaba, en total contradic-cion con la teora segn la cual la revolucin resul~a~a del desarrollo mecnico de las fuerzas economicas. Era evidente que esta revolucin haba nacido de la intervencin poltica en una coY'7ntura de la que, segn el marxismo tradicio-

    ~al,Jams podra resultar una insurreccin socia-lista._ La consecuencia fue desacreditar un razo-n::i-mie.nto poltico que vinculaba todo cambio hISt~ico a la relacin e~!re fuerzas productivas y relaci.~nes de producc10n y tambin poner en cues~ion lo~ supuestos en que se basaba la con-ce~c.i~n epifen_omenalista. En segundo lugar, el analISis de Lenm del desarrollo desigual y combi-na?'? Y la transformacin de las consignas demo-crat1cas en banderas socialistas en el curso de la i::e~oluci?n rusa, renovaron el prestigio de los an-lISis del Joven Marx acerca de la dialctica entre democracia y clases establecieron un vnculo entre la revolucin rusa y el ciclo de las revolucio-nes permanentes, interrumpido por el fracaso de las revoluciones de 1848. En este sentido tambin el presupuesto reduccionista quedaba seria-mente cuestionado.

    Co:i todo, los an~isis de Lenin en este aspecto no solo son demasiado sucintos sino bastante an:biguos, pues en ms de un sentido permanecen prISioneros de la vieja problemtica. Ms que su

  • 182 Gramsci y la realidad colombiana

    pensamiento, fue la prctica poltica de Len in lo que demostr ser una fuerza transformadora que hizo estallar los estrechos lmites economicistas del pensamiento marxista occidental de comien-zos del siglo.

    Tres desarrollos resultaban posibles desde el nuevo punto de partida que el leninismo repre-sentaba. Uno de ellos consista en ver en la revolu-cin el producto de la irrupcin de la conciencia y la voluntad en la historia, frente al fatalismo y al determinismo de las fuerzas econmicas. Esta actitud representaba la continuacin del subjeti-vismo voluntarista del perodo de la preguerra. El joven Gramsc vio en el triunfo bolchevique "la revolucin contra el Capital"; Sorel lo interpret corno el triunfo "del mtodo de la violencia libera-dora" y de la voluntad .. En el confuso mundo de la postguerra, en donde floreca y proJeraba una abigarrada multitud de ideologas anti-statuquo, el bolchevismo represent para muchos sectores de la sociedad el smbolo de un lan revoluciona-rio que superaba todas las rstricciones y condi-ciones objetivas.

    Otra actitud posible consista en intentar hacer compatibles la prmaca de la conciencia y la autonoma del momento poltico, con una lgica objetiva de clase. Y esto resultaba posible en la medida en que se definiera a las clases por su posicin en el proceso de produccin, pero al mismo tiempo se hiciera de la conciencia de clase el momento ms alto en el proceso de su autode-senvolvimiento creador. Este fue, por ejemplo, el camino seguido por Lukacs en Hiswria y Con-ciencia de Clase, que solo lo condujo a una supe-racin parcial del economicismo. En efecto, si por un lado, en razn de su insistencia en el papel

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    decisivo de la conciencia de clase, su problem-tica era anti-econornicista -dada la eficacia que le atribua a la ideologa-, por otro lado fue inca-paz de superar el reduccionismo en su concep-cin de la naturaleza de la ideologa. Para Lukacs la ideologa se identifica con la conciencia de clase y la defina, por lo tanto, corno la "conciencia posible" de una clase social, determinada por el lugar que ocupaba en las relaciones de produc-cin. Es decir que Lukacs rompi con el epeno-menalismo de la Segunda InternacionaL pero no con el reduccionisrno de clase.

    Utiliz la herencia leninista unilateralmente y slo continu una de las dos lneas del desarrollo potencial que aquella haba abierto.

    La tercera actitud posible consista en extraer todas las consecuencias tericas que se derivaban de la prctica poltica de Lenin, lo que haba de conducir a un cuestionamiento total y radical de todos los aspectos de la problemtica economi-cista. Desafortunadamente, al activsimo periodo de elaboracin terica de los aos veinte le sigui el silencio estril de la era stalinista, que fren el desarrollo del marxismo por varias dcadas. Sin embargo, hubo durante este perodo un esfuerzo solitario en esta tercera direccin. Durante su largo cautiverio, reflexionando sobre las causas de la derrota del movimiento obrero y de la victoria del facismo, aislado en la soledad de su celdad, Antonio Grarnsci puso al descubierto la fuente de todos los errores; stos procedan de la incomprensin de la naturaleza y el papel de la poltica y de la ideologa. En sus Cuadernos de Prisin, esto haba de llevarlo a repensar el con-junto de los problemas centrales del marxismo desde una perspectiva anti-econornicista radical

  • 184 Gramsci y la realidad colombiana

    y, de all, a desarrollar todas las potencialidades inherentes al leninismo.

    Gramsci y la Hegemona

    Trazada a grandes rasgos la problemtica mar-xista que proporcion el trasfondo contra el cual se desarroll el pensamiento de Gramsc~ regre-semos ahora al problema central de este trabajo, es decir, el aporte gramsciano a la teora marxista de la ideologa. Recordemos nuestro argumento central: ste se funda en mostrar que, en su con-cepcin de hegemona, Gramsci utiliza, en estado prctico, una problemtica radicalmente anti-economicista de la ideologa y que sta constituye la verdadera condicin de inteligibilidad de dicha concepcin. Comenzaremos, pues, anali-zando aquellos textos en los que Gramsci pre-senta su concepto de hegemona, con el objeto de definir y estudiar su evolucin, el significado de dicho concepto. Discutiremos luego sus implica-ciones en la teoria marxista de la ideologa.

    El concepto de hegemona apareci por pri-mera vez en Gramsci en 1926, en Notas sobre Cuestin Meridional. Es introducido en la siguiente forma:

    "Los comunistas de Turn plantearon la cues-tin concreta de la hegemona del proletariado, es decir, las bases sociales de la dictadura del proletariado y del Estado de los traba}adores. El proletariado puede convertirse en la clase domi-nante y dirigente mientras se proponga crear un sistema de alianzas de clase que le permita movi-lizar a la mayara de la poblacin t:raba.fadora contra el capta.lismo y el Estado burgus. Esto

    Gramsci y la realidad colombiana 185

    equivale a decir que realizar este propsito en la medida en que gane el consenso de las masas campesinas, teniendo en cuenta las relaciones de clase dominantes de Italia'"'

    Este texto marc un paso adelante en el trabajo de Gramsci. Desde luego, ya antes de 1926 haba entendido Gramscila importancia de una alianza c.on el campesinado pues, en 1919, en un artculo titulado "Obreros y Campesinos", insista en el papel q~e los campesinos tenan que jugar en la revolucin del proletariado. Pero fue en "Notas so?re la Cuestin Meridional" donde plante por prrmera vez el problema de esta alianza en trmi-

    ~os de hegemona_y subray las condiciones pol-ticas, morales e mtelectuales necesarias para alcanzarla. As por ejemplo, insista en que la clase obrera tena que liberarse completamente del corporativismo para poder ganar a los intelectua-les del Sur para su causa, ya que era a travs de estos ltimos como podra ejercer intluencia sobre la masa del campesinado. La existencia de una dimensin intelectual y moral en la cuestin de la hegemona era ya algo tpico del pensa-miento de Gramsci y haba de adquirir ms tarde toda su importancia. Estamos todava sin em-bargo, en el mbito de la concepcin le~inista de la hegemona, entendida como direccin del pro-

    l~tari~~o sob_r~ el campesinado; es decir que la d1recc1on poltica constitua el elemento esencial en esta concepcin, en la medida en que la hege-mona era pensada en trminos de alianza de clases. Es solo ms tarde, en los Cuadernos de

    4. Antonio Gramsci, "Quelques thmes sur la Question Merdionale", publicado en el apndice de Maria Antonietta Macciochi, Pour Gra.msel, p. 316, Seuil, Pars, 1874.

  • 186 Gramsci y la realidad colombiana

    Prisin, cuando aparece el concepto de hegemo-na en su sentido tpicamente gramsciano y se convierte en la unin indisoluble de la direccin poltica y la direccin intelectual y moral, concep-cin que claramente trasciende la de una simple alianza de clases.

    Desde el comienzo mismo de los Cuadernos de Prisin aparece la problemtica de la hegemona, pero con una importante innovacin. Gramsciya no la aplica solamente a la estrategia del proleta-riado sino que la utiliza para pensar las prcticas de las clases dirigentes en general:

    ''La investigacin dbe basarse en el siguiente criterio hisfl5rico y poltico: una clase es dami-nante en dos sentidos, es decir, es daminante y dirigente. Dirige a las clases aliadas y damina a las clases opuestas ''5.

    Cuando en este texto Gramsci menciona la direccin de las clases aliadas se refiere, sin duda, a la hegemona; abundan, adems, en los Cuader-nos, los planteamientos en este sentido. Por ejemplo, unas pginas ms adelante, al examinar el papel de los Jacobinos en la Revolucin Fran-cesa, afirma: "Convirtieron a la burguesa en la clase dominante pero adems e en un sentido) la convirtieron en la clase dirigente hegemnica, es decir que le dieron al Estado una base perma-nente"6. Y explica que fue obligando ala burguesa

    5. Todas las referencias a los Cuadernos de Prisin se basan en la edicin crtica publicada por Valentino Gerra-tana, Antonio Grlllllsci, Quaderni de 1 Careen?. I-IV, Einand. Turin, 1975. En adelante se registrar como QC; QC I, p. 42.

    6. QC l, p. 5 l. Cabe destacar el becho de que para Gramsci la hegemona solo se refiere al momento de la direccin y no

    Gramsci y la realidad colombiana 187

    a superar su naturaleza corporativa como logra-ron los Jacobinos convertirla en una clase hege-mnica. En efecto, ellos la obligaron a ampliar sus intereses de clase y a descubrir aquellos intereses que tena en comn con los sectores populares. Fue sobre esta base como pudieron los Jacobinos colocarse en los puestos de mando y dirigir la lucha. Volvemos a encontrar aqu entonces la oposicin entre clases corporativas y hegemni-cas que apareca en las Notas sobre la Cuestin Meridional, pero esta vez aplicada a la burguesa. Empezaba Gramsci a comprender que la burgue-sa tambin necesitaba asegurarse el apoyo popu-lar y que la lucha poltica era mucho ms com-pleja de lo que pensaban quienes obedecan a una perspectiva reduccionista, pues ella no consista en un simple enfrentamiento entre clases anta-gnicas sino que supona siempre complejas rela-ciones de fuerzas.

    Gramsci analiza las relaciones de fuerzas exis-tentes en toda sociedad y, en un pasaje funda-mental de sus Cuadernos7, estudia la transicin de la etapa corporativa a la hegemnica. Empieza por distinguir tres niveles principales en las rela-ciones de fuerzas:

    incluye el momento de la dominacin, pues varas interpre-taciones que consideran a la dominacin como parte de Ia hegemona, llegan a conclusiones que alteran completa mente el carcter del pensamiento de Gramsci. Ver por ejemplo Luciano Grupp~ 11 Concetto di Egemonia In Gramsci. Editori Riuniti, Roma, 1972 y Massimo Salvadori, "Gramsci e il PCI: due concezoni dell "egemonia", Mondo Operarlo II, Roma, (nov. 1976).

    7. QC I, p.p. 457-59. Este texto fue retrabajado por Gramsci dos aos despus yse encuentra en su forma defini-tiva en los Cuadernos 13. Ver QC IfI, p.p. 1583-1586.

    -

  • 188 Gramsci y la realidad colombiana

    l. La relacin de fuerzas sociales ligadas a la estructura y que dependen del grado de -~es arro-llo de las fuerzas materiales de producc10n.

    2. La relacin de fuerzas polticas, es decir, el grado de conciencia y de organizac~n que existe dentro de los derentes grupos sociales.

    3. La relacin de fuerzas militares que, segn Gramsci, es siempre el momento decisivo.

    En sus anlisis de los distintos momentos de la conciencia poltica, distingue otros tres niveles:

    a) El momento econmico primitivo, en el c~al se expresa la conciencia de los intereses profesio-nales de un grupo, pero todava no sus intereses como clase social. _,

    b) El momento econmico poltico, en el cual se expresa la conciencia de los intereses de clase, pero slo a un nivel econmico. .

    c) El tercer momento es el de la Hegemoma, "en el cual se alcanza la conciencia del hecho de que los intereses corporativos, tanto en su des-arrollo presente como en el futuro, rompen el marco corporativo de los grupos p_uramente.eco-nmicos y pueden y deben convertirse en los mte-reses de otros grupos subordinados". Segn Gramsci es aqu donde se sita el momento espe-

    cficame~te poltico y este se caracteriza por l'.1 lucha ideolgica, que trata de esta~l~cer la_uni-dad entre objetivos econmicos, pohticos, e inte-lectuales, "colocando todos los problemas alre_de-dor de los cuales se libra la lucha, a nivel 'universal', no corporativo, estableciendo as la hegemona de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados"9

    8. QC III, p. 1584. 9. Ibid.

    Gramsci y la realidad colombiana 189

    En mi opinin, los dos textos que analizan las relaciones de fuerzas son definitivos para enten-der la concepcin de hegemona de Gramsci y resulta sorprendente que hasta ahora no se les haya otorgado la importancia que merecen 10. Es justamente en ellos donde Gramsci plantea una concepcin de hegemona bien distinta de la registrada en las Notas sobre la Cuestin Meri-dional, pues aqu ya no se trata de una simple alianza poltica, sino de una fusin total de objeti-vos econmicos, polticos, intelectuales y morales, efectuada por un grupo fundamental con la alianza de otros grupos a travs de la ideologa, cuando una ideologa logra "extenderse sobre toda la sociedad determinando no slo objetivos econmicos y polticos unficados sino tambin una unidad intelectual y moral"11 Por consiguien-te, en los Cuadernos 4 la concepcin de hegemo-na resulta doblemente enriquecida con respecto a la de Lenin: se extiende a la burguesa y agrega una dimensin nueva y fundamental-es a travs de esta ltima como se realiza la unidad al nivel poltico-: la dimensin de la direccin intelectual y moral. Solo ms tarde desarrollar Gramsci todas las implicaciones de este enriquecimiento, pero es en los Cuadernos 4 donde la hegemona asume su dimensin especficamente grams-ciana. Sobre la base de lo planteado hasta ahora

    1 O. Estos textos no han pasado totalmente inadvertidos. Varios trabajos sobre Gramsci (por ejemplo el artculo de Leonardo Paggi "La Teoria Generale del Marxismo en Gramsci". Annali Feltrinelli, Miln, 1973) le atribuyen alguna importancia, pero no en lo que se refiere a la concep-cin de hegemona.

    11. QC III, p. 1584.

  • 190 Gramsci y la realidad colombiana

    podemos avanzar, pues, una primera definicin tentativa de clase hegemnica: es la clase que ha podido articular a sus intereses los de otros gru-pos sociales, a travs de la lucha ideolgica. Lo cual al decir de Gramsci, solo es posible si ei,1;a

    ' . clase renuncia a una concepcin estrictamente corporatista pues, para ejercer el liderazgo, tiene que tener en cuenta, autnticamente, los intere-ses de los grupos sociales sobre los cuales aspira a ejercer la hegemona: "desde luego supone tener en cuenta los intereses y tendencias de los grupos sobre los cuales se ejercer la hegemona y esto tambin supone un cierto equilibrio, es decir que los grupos hegemnicos tendrn que sacrifiar en parte su naturaleza corporativa"12 Esta con-cepcin de hegemona arroja consecuencias muy importantes en cuanto se refiere al enfoque de Gramsci sobre la naturaleza y el papel del Estado:

    "El Estado se concibe por lo tanw como el ins-trumenw (rgano) de un grupo particular, des-tinado a crear condicionesfavorables para una expansin mxima del grupo, pero a esta expan-sin y a este desarrollo se les ve como la fuerza motriz de una expansin universal, de un des-arrollo de rodas las energas 'nacionales '. En otros trminos, el grupo dominante en concrero est coordinado con los intereses generales de los grupos subordinados y la vida del Estado se ve como un proceso deformaci6n y desarrollo conti-nuo de un equilibrio inestable -en el plano jurdico- entre los intereses del grupo funda-mental y los de los grupos subordinados. Los intereses del grupo dominante prevalecen en este

    12. QC I, p. 461.

    Gramsci y la realidad colombiana 191

    equilibrio, pero slo hasta cierto punto, puesw que nunca pueden reducirse a intereses estric-tamente corporatistas ''l.

    Por lo tanto, es la problemtica de la hegemona la que est en la base de este "ensanchamiento del Estado", cuya importancia ha resaltado con acierto Christine Buci-Glucksmann14,

    Esto le permiti a Gramsci romper con la con-cepcin economicista del Estado, considerado tan solo como el instrumento burocrtico-coercitivo de la clase dominante, y formular la nocin de Estado integral, consistente en "dicta-dura+ hegemonia .No es este el sitio para anali-zar el aporte de Gramsci a la teora marxista del Estado -que reviste tambin la mayor impor-tanci~-.i, me limitar tan solo a sealar que esta amphac1on del Estado opera a dos niveles:

    a) Implica la expansin de la base social del Estado y las relaciones complejas entre ste la clase hegemnica y su base de masas. '

    b) Implica tambin la ampliacin de las fun-ciones del Estado, puesto que la nocin de Estado integral supone la incorporacin del aparato de la hegemona, es decir de la sociedad civil; al Estado.

    En cuanto a los mtodos por los cuales una clase puede llegar a ser hegemnica, Gramsci dis-tingue dos principales: el primero es el transfor- mismo y el segundo la hegemona expansiva. Veamos primero el transformismo. Es el mtodo gracias al cual durante el Risorgimento el partido Moderado consigui establecer su hegemona

    13. QC lll, p. 1584. 14. Para un anlisis de la contribucin de Gramsci a la

    teora marxista del Estado ver Christine Buci-Glucksman Grarnsci et L'tat. Fayard, Pars, 1975. '

    -----~----~--~,=~--;~~-~-=~--_ ..... ..._ __________________ .....,,

    l - 1

  • 192 Gramsci y la realidad colombiana

    sobre las fuerzas que luchaban por la unifica~in. Se trataba de "la absorcin gradual pero co_ntmua -efectuada con distintos grados de eficacia- de los elementos _activ~s que haban surgido _d~- g~.~5-pos aliados e, inclusive, de grupos de oposic10n .

    Fue esta, desde luego, una forma bastardeada de hegemona y el consenso alcanz~do,, con esto~ mtodos fue slo un "consenso paswo . Gramsci denomin "revolucin pasiva" a este proceso por el cual se tom el poder, puesto que las masas fueron integradas mediante un sistema de absor-cin y neutralizacin de sus intereses q~e _les impidi oponerse a los de la_ clase hegemonic,'.1 Grarnsci contrapone este tipo de hegemonia lograda mediante la abso~cin a la que llama hegemona exitosa, es decir, hegemoma expan-siva. Esta ltima debe fundarse en el consenso activo y directo, resultante de una genuina adop-cin de los intereses de las clases populares por parte de la clase hegemnica, que d luga~ a la creacin de una autntica ''voluntad nac10nal-popular". . _ . .

    A diferencia de la revoluc10n pasiva, que excluye del sistema hegemnico a amplios sect-res de las clases populares, en la hegemonia expansiva el conjunto de la sociedad progresa. Esta distincin entre dos mtodos de lograr la hegemona, permite especificar mejor la defini-cin tentativa de hegemona que hemos adelan-tado. En efecto, si demimos hegemona co~o la capacidad de una clase para articular a sus inte-reses los de otros grupos sociales, entonces vere-mos que esto puede hacerse en dos sentidos muy

    15. QC Ill, p. 2011.

    Gramsci y la realidad colombiana 193

    distintos; pueden articularse los intereses de estos grupos en tal forma que se los neutralice evitando as el desarrollo de sus reivindicaciones especificas, o bien pueden articularse en forma tal que promueve su pleno desarrollo y conduzca a la solucin final de las contradicciones que ellos expresan.

    Los textos que hemos examinado requieren una ltima observacin. En primer lugar, como lo plantea Gramsci en forma inequvoca, solamente una clase fundamental -vale decir, una clase que ocupe uno de los dos polos en las relaciones de produccin de un determinado modo de produc-cin- puede llegar a ser hegemnica: "aunque la hegemona es tico-poltica, tambin tiene que ser econmica y basarse necesariamente en la fun-cin decisoria que los grupos dirigentes desem-pean en el ncleo decisivo de la actividad eco-nmica"16. Condicin que no slo restringe el n-mero posible de clases hegemnicas, sino que seala las limitaciones posibles de ciertas formas de hegemona. En efecto, si el ejercicio de la hege-mona conlleva sacrificios econmicos y corpora-tivos en la clase que aspira al liderazgo, estos no pueden llegar al punto de comprometer sus inte-reses bsicos. Por consiguiente, tarde o temprano la burguesa reacciona contra las limitaciones de su hegemona pues, siendo una clase explotadora, a un cierto nivel sus intereses de clase necesaria-mente chocan con los de las clases populares. Este es, dice Gramsci, un sntoma de que ha ago-tado su funcin y de que, a partir de ese momento, "el bloque ideolgico tiende a desintegrarse y la

    16. QC I, p. 416.

  • 194 Gramsci y la realidad colombiana

    'espontaneidad' puede ser sustituida por formas de represin cada vez menos encubiertas e indi-rectas que llegan hasta el empleo abierto de los mtodos policiales y al golpe de Estado"17. En consecuencia, slo la clase obrera, cuyos intereses coinciden con la eliminacin de toda explotacin, puede llevar a buen trmino una hegemona ex-pansiva.

    Queda por estudiar todava el aspecto ms importante de la hegemona en Gramsci. Es el aspecto de la direccin intelectual y moral y la manera como ella se ejerce. En efecto, todos los puntos que se han tocado seran perfectamente compatibles con una concepcin de hegemona bajo el enfoque d alianza de clases. Sin embargo, si la hegemona en Gramsci se limitara a la direc-cin poltica, slo se distinguira del concepto leninista en que Gramsci no restringe su uso a la estrategia del proletariado sino que lo aplica tambin a la de la burguesa. Afirmbamos que la concepcin gramsciana de hegemona est doblemente enriquecida con relacin a la de Lenin, en la medida en que introduce una nueva dimensin indisolublemente ligada a la direccin poltica, que es la direccin intelectual y moral. En consecuencia, el establecimiento de la hegemona se convierte en un fenmeno que va mucho ms all de la alianza de clases.

    As, para Gramsci -y es aqu donde reside su originalidad-, la hegemona no se presenta en una alianza de clases puramente instrumental a travs de la cual las reivindicaciones clasistas de las clases aliadas se expresan en trminos de la

    17. QC III, p. 2012.

    -=-=~-

    Gramsci y la realidad colombiana 195

    clase fundamental, mientras cada grupo con-serva su propia individualidad y su propia ideolo-?a al interior de la alianza. Segn l, la hegemona mvolucra la creacin de una sntesis ms ele-vada, de modo que todos sus elementos se funden en una "voluntad colectiva" que pasa a ser el n_uevo protagonista de la accin poltica, que fun-c10nar como el sujeto poltico mientras dure esa hegemona. Es a travs de la ideologa como se fo~ma e~ta "'.oluntad colectiva, toda vez que su exIStenc1a mISma depende de la creacin de una unidad ideolgica que servir de "cemento"1s. y esta es la clave del vnculo inextricable entre los dos aspectos de la hegemona en Gramsci puesto q~e I_a_ formacin de la voluntad colectva y el eJerc1c10 de la direccin poltica depende de la existencia misma de la direccin intelectual y moral. Dar cuenta de estos dos aspectos y de la forma como se articulan, representa sin duda la mayor dificultad al abordar cualquier estudio sobre la concepcin de hegemona en el pensa-miento gramsciano.

    . Ello explica, inclusive, por qu no se ha produ-cido todava una definicin amplia de hegemona, a pesar de la profusin de estudios que existe sobre la materia. Es as como la mayora de las interpretaciones destaca unilatera:lmente cual-quier aspecto, dando lugar a interpretaciones muy diferentes y a veces opuestas, segn se ponga nfasis en la direccin poltica, en la moral o en la intelectual19. Y las pocas interpretaciones que s

    18. QC II, p. 1380. 19. Destacar exclusivamente la direccin poltica con-

    duce a reducir la hegemona de Gramsci a la conce'pcin

  • 196 Gramsci y la realidad colombiana

    tratan de explicar ambos aspectos conjunta-mente, parten de una concepcin errnea de alguno de los dos, o bien, del vnculo que los liga.

    Finalmente, si querernos producir una defini-cin adecuada de la concepcin de hegemona en Grarnsci, que d cuenta de su especificidad sin ignorar ninguna de sus potencialidades, es impor-tante poder pensar tericamente el tipo de rela-cin que vincula a estos dos componentes, es decir, el secreto de su unidad, e identificar las principales caractersticas que de ella resultan. Para hacerlo, habra que responder al siguiente interrogante: cmo forjar una verdadera unidad ideolgica entre diferentes grupos sociales, de modo que se unan en un solo sujeto poltico? Desde luego para responder a esta pregunta es necesario analizar la concepcin de ideologa que -implcita o explcitamente- est presente en obra de Grarnsci. Mostraremos luego por qu es imposible dar una relacin coherente de la especi-ficidad de la concepcin grarnsciana desde la perspectiva de una problern.tica econornicista de la ideologa20

    leninista de hegemona como alianza de clases. En su inter-vencin en el Congreso de Cagliari en 1968 ("Gramsci e la Concezione della Societ Civile"), Noberto Bobbio fue el pri-mero en insistir en la especificidad de la concepcin grams-ciana y en la importancia que esta le atribua a la direccin moral e intelectual. Sin embargo la interpretacin de Bobbio no eonsigue aclarar la articulacin de esta ltima con la economa y conduce a una interpretacin excesivamente "superestructura!" del pensamiento de Gramsci.

    20. Una expresin tpica de este gnero de interpretacin consiste en presentar la hegemona como una alianza de clases, en donde una de las dos le impone a la otra su ideolo-ga de clase. En la tercera parte volvemos sobre este pro-blema.

    Gramsci y la realidad colombiana 197

    Hegemoza e Ideologa

    El ~ejor ~unto de partida para analizar la con-c_epc10n de i~eologa que subyace en la problern-t1c:;i- grarnsc1ana de la hegemona, es estudiar en que forma ve Grarnsci el proceso de formacin de una nueva hegemona. Las notas sobre la necesi-dad _de formar una nueva voluntad colectiva a traves de la reforma intelectual y moral que ser la tarea del pa~tido corno "moderno prncipe", son, P

  • 198 Gramsci y la realidad colombiana

    De acuerdo con Gramsci, el punto de partida de toda investigacin sobre la ideologa es la tesis marxista segn la cual "los hombres adquieren conciencia de sus tareas en el terreno ideolgico de las superestructuras"23, de manera que estas ltimas -afirma- deben considerarse como "realidades operantes dotadas de eficacia pro-pia", y si a veces Marx las llama ilusiones es solo en sentido polmico para especificar claramente su carcter histrico y transitorio. Gramsci formu-lar su propia definicin de ideologa como el terreno "donde los hombres se mueven, adquieren conciencia de su posicin y luchan"24.

    Y agrega que la ideologa debe ser como un campo de batalla, como una lucha continua, por-que en los hombres la adquisicin de conciencia a travs de la ideologa no se da como proceso indi-vidual sino siempre a.travs de la intermediacin del terreno ideolgico en donde dos "principios hegemnicos" .se enfrentan25. La adquisicin de conciencia por parte del individuo, solo resulta posible a travs de una formacin ideolgica constituida no slo por elementos discursivos sino tambin por elementos no discursivos, que Gramsci designa con el trmino bastante vago de "conformismo"26. Pero su intencin se aclara cuando seala que la dquisicin de esta concien-cia necesaria a travs del conformismo resulta en el hecho de que "uno siempre es hombre-masa u hombre-colectivo"27. Ciertamente se encuentra

    23. QC I, p. 437. 24. QC II, p. 869. 25. QC I, p. 337. 26. QC II, p. 1236. 27. QC H, p. 1376.

    ' ! 1

    Gramsci y la realidad colombiana 199

    aqu la idea de que los sujetos no son lo original-mente dado sino que son producidos por la ideo-loga en un campo socialmente determinado, de modo que la subjetividad es siempre el producto ~e la prctic_a social. Esto implica que la ideologa t1en.e una exlStencia material y que, lejos de ser un conJu~to de realidades espirituales, se da siempre materializada en prcticas. La naturaleza de la ideologa como prctica queda reforzada con la identificacin que establece Gramsci entre ideo-loga y religin e en el sentido crociano de una visin del mundo con sus correspondientes nor-mas de accin), en la medida en que permite s~brayar que la ideologa organiza la accin. Con-sidera Gramsci que en toda accin se manifiesta una visin del mundo y que ella puede expresarse en formas muy elaboradas y a un alto nivel de abstraccin -como en el caso de.la filosofa- o bien, en formas mucho ms simples como la manifestacin del "sentido comn", q~e se pre-senta como la filosofa espontnea del hombre de la calle, pero que es la expresin popular de fUoso-fas, "ms elevadas"28. Estas visiones del mundo nunca son hechos individuales sino la expresin de "la vida comunitaria de un bloque social", razn por la cual Gramsci las llama "ideologas orgni-cas"29. Son ellas las que "organizan a las masas humanas" y sirven de principio informativo de todas las activida?es individuales y colectivas, porque es a traves de ellas como el hombre adquiere todas sus formas de conciencia3. Pero si

    28. QC II, p. 1063. 29. QC II, p. 868. 30. QC II, p. 1492.

    ------- .. -------~~==~----"""""------------------__.A

  • 200 Grarnsci y la realidad colombiana

    es a travs de las ideologas orgnicas como_ los hombres adquieren todas sus formas de concien-cia y si aquellas son las visiones del mur:do pro-pias de bloques sociales particu~ares, se sigue q~e todas las formas de concienci~ son neces~1amente politicas. Lo cual le permite a G_ramsci tra-zar la siguiente ecuacin: filosofia = 1deolo~a = poltica. Por lo general se malinterpreta t;sta iden-tificacin lo que explica todas las falsas interpre-taciones del historicismo gramsciano que lo pre-sentan como una lectura hegeliana del marxis-mo1. En realidad lo que Gramsci intenta.pensar es el papel de la subjetividad, per? de t~ manera que sta no aparezca coro? la _irrupcin de la conciencia individual en la historia. Para lo~r~lo, no coloca a la conciencia como dada or~malmente sino como efecto del sistema de relacmnes ideolgicas en el cual se inserta el indvi~uo. Por lo tanto, es la ideologa la que crea a los sUJetos Y los mueve a actuar.

    Que la ideologa es una prctica productora de sujetos, parece ser la verda?era idea implcita en las reflexiones de Gramsci sobre la natl':ralez~ operativa y activa de la ideologa y sobre su identi-ficacin con la poltica.

    Con todo, l no dispona de las herramientas tericas necesarias para expresar adecuada-mente esta intuicin y debi limitarse a i:fern;>e a ella con frmulas ambiguas fuertemente 1nflu1das

    31. La mayora de los autores que ~ritica~ a G~amsci por esa razn, se basan en la crtica del histoncismo implemen-tada por Luis Althusser en Lire le Capital, d_onde errne_a: mente, en m opinin, se asimila la problemtica de Gramsc1 a la de Lukacs.

    Gramsci y la reaidad colombiana 201 por el historicismo croceano. Tornemos por ejem-plo la definicin de ideologa como "una visin del mundo que se manifiesta implcitamente en el arte, en el derecho, en las actividades econmicas e_n todas las manifestaciones individuales y colee~ t1vas de la vida''32 Si examinamos esta defmicin a la luz de aquella que interpreta a la ideologa c:imo una visin del mundo con sus correspon-dientes normas de accin y recordamos la reite-rada insistencia de Gramsci sobre el hecho de que la ideologa es el terreno en el cual los hombres adquieren todas sus formas de conciencia resulta evidente que dicha definicin -lejos de ll~var a la conclusin de que Gramsci se mueve dentro de la problemtica hegeliana de la totalidad expresiva en donde la ideologa juega el papel central-, debe entenderse como una alusin al hecho de que es por medio de la ideologa como se crean todos los tipos posibles de "sujetos".

    Otro aspecto original en la problemtica de la ideologa de Grarnsci es la importancia que le

    atril:~uye a la naturaleza material e Institucional de la prctica ideolgica. Grarnsci insiste en que esta prctica posee sus propios agentes vale decir, los intelectuales. En ellos descansa l~ res-ponsabilidad de elaborar y difundir las ideologas orgnicas33, y el compromiso de llevar a cabo la reforma moral e intelectual34 Gramsci los clasi-fica en dos categoras principales, segn que per-tenezcan a una de las dos clases fundamentales (intelectuales orgnicos), o bien a las clases que

    32. QC 11, p. 1380. 33. QC lll, p. 1518. 34. QC 11, p. 1407.

  • 202 Gramsci y la realidad colombiana

    expresan modos de produccin anteriores (inte-lectuales tradicionales). Adems de resaltar el papel de los intelectuales, Gramsci_ sub~ay~ la importancia de la estructura material e institu-cional en la elaboracin y difusin de la ideologa. Esta estructura est conformada por distintos aparatos hegemnicos: las escuelas, l~ ig~:sias, el conjunto de los medios de comumcac10n e, inclusive la arquitectura y los nombres de las calles35. este conjunto de aparatos, Gramsci lo denomina estructura ideolgica de una clase dominante y al nivel de la superestructura~ don?e la ideologa se produce y se crea, lo.lla~a s_o_c:1e dad civil. Esta es el conjunto de las instituciones "privadas" a travs de las cuales se ejerce la hege-mona poltica y social de un grupo socia13~.

    Ahora resulta obvio que hemos recorrido un largo camino con respecto a la problemtica eco-nomicista de la ideologa y que Gramsci debe ser ubicado en un contexto diferente. Lo que resulta enteramente nuevo en l es, la comprensin de la naturaleza material de la ideologa y del hecho de que sta constituye una prctica materializada en el interior de ciertos aparatos, cuyo papel prctico-social es indispensable _en_ todas . las sociedades. El intuy que esta practica consISte en la produccin de sujetos, pero no alcanz a formular esta intuicin tericamente. Por lo dems no debe olvidarse que Gramsci expres todas ~stas nuevas ideas en una forma ambigua, que hoy resulta anticuada porque, segn deca-mos la nica tradicin intelectual a su alcance

    '

    35. QC I, p. 332. 36. QC I, p. 4 76.

    Gramsci y la realidad colombiana 203

    que pudiera ayudarle en la elaboracin de una problemtica anti-economicista, era el histori-cismo de Croce. En todo caso, Gramsci jams se propuso elaborar una teora acabada de la ideo-loga Y su pensamiento a este respecto no se pre-senta en forma sistemtica. Con todo, parece posible afirmar que la problemtica de Gramsci se anticip a Althusser en varios aspectos: en sea-lar la naturaleza material de la ideologa, su exis-tencia como nivel necesario en todas las forma-ciones sociales y su funcin como productora de sujetos. Puntos todos que estn implcitos en Gramsci, si bien fue Alth usser el primero en formu-larlos bajo la forma de una concepcin rigurosa.

    Una concepcin no-reduccionista. Pero la con-tribucin de Gramsci a la teora marxista de las ideologas no se limita a mostrar que stas son realidades objetivas y operativas, tan reales como l".l economa misma, y que juegan un papel deci-sivo en todas las formaciones sociales. Tal con-cepein apenas si superara el primer aspecto del economicismo y podra coexistir con formas complicadas de reduccionismo. Ahora. bien, Gramsci no se content con criticar simplemente la concepcin epifenomenalista fue mucho ms lejos y cuestion la concepcin r~duccionista que haca de la ideologa una funcin de la posicin de clase de los sujetos. No cabe duda de que este constituye el aspecto ms importante y original de su contribucin. Pero infortunadamente es tambin el aspecto menos comprendido. De ah que todas las posibilidades que l le abra al anli-sis marxista hayan quedado virtualmente sin desarrollarse.

    Hay que reconocer que este es un terreno bas-tante ms difcil, porque Gramsci nunca present

  • " '

    204 Gramsci y la realidad colombiana

    explcitamente la problemtica anti-reduccio-nista si bien esta existe, en la prctica, en su

    parti~ular concepcin de hegemona. No obs-tantE', antes de embarcarnos en el estudio de l?s textos que servirn como puntos de referenc.1a, vale la pena recapitular brevemente los tres prm-cipios que inspiran la problemtica reduccionista de la ideologa, pues as podremos marcar ms fcilmente la diferencia existente entre esta con-cepcin y la de Gramsci. Los tres principios son estos:

    1) Todos los sujetos son sujetos de clase. 2) Las clases sociales tienen sus propias ideo-

    logas paradigmticas. 3) Todos los elementos ideolgicos tienen una

    necesaria connotacin de clase. El desacuerdo de Gramsci con el primer princi-

    pio salta a la vista. Segn l, no puede identifi-carse a los sujetos de la accin poltica con las clases sociales. Como hemos visto, los primeros son "voluntades colectivas"que obedecen a leyes especificas puesto que son la expresin poltica de sistemas hegemnicos creados a travs de la ideologa. En consecuencia, los sujetos (las clases sociales) que existen en el nivel econmico, no se duplican en el nivel poltico; a este nivel se crean, en cambio diferentes sujetos "nter-clases". He aqu el ro~pimiento de Gramsci con e.l primer principio del reduccionismo, que le summIBtra la base terica necesaria para visualizar la hegemo-na no como una mera alianza de clase sino como la ~reacin de una unidad superior en donde se fusionan quienes pertenezcan al bloque hegem-nico. Sabemos que esta fusin se realizar a travs de la ideologa, mas no cmo ni sobre qu bases. Aqu tendremos que responder al interrogante

    l 1

    ! Gramsci y la realidad colombiana 205

    que nos formulbamos antes: cmo puede crear-se una autntica unidad ideolgica entre grupos sociales distintos?

    Existen dos soluciones posibles a este pro-blema. La primera, es la nica que podra formu-larse desde la perspectiva de una problemtica reduccionista de la ideologa -como lo ilustran los principios 2 y :3-. Consiste en concebir esta unidad ideolgica como la imposicin de la ideo-loga de clase del grupo principal sobre los grupos aliados. Esto lleva a definir a una clase hegem-nica como aquella que ha logrado obtener el con-senso ideolgico de los otros grupos sobre la base del papel que su propia ideologajuega como ideo-loga dominante, y a reducir la problemtica de la hegemona en Gramsci a un simple fenmeno de inculcacin ideolgica. Es el tipo de respuesta que subyace, por ejemplo, en la interpretacin que Nicos Poulantzas hace de la hegemona en Gramsci37 En la medida en que -argumenta Poulantzas- la hegemona en Gramsci se refiere a una situacin en donde la dominacin de clae implica una funcin de direccin a travs de la cual se logra el consenso activo de la clase domi-nada, la nocin de hegemona es semejante a la nocin de conciencia de clase-visin del mundo de Lukacs y semejante tambin, por lo tanto, a la problemtica hegeliana del sujeto. Afirma Poulan-tzas que, de transponerse este tipo de problem-tica al marxismo, se llegara a la concepcin de que la clase es el sujeto de la historia, el principio gentico totalizador de las instancias de una for-

    .'l7. Nicos Poulantzas, Political Powerand Social Classes. :-.iLB, Londres, 197:3.

  • 206 Gramsci y la realidad colombiana

    mac1on social. En este contexto, "la 'ideologa-conciencia-visin del mundo' de la clase es vista como sujeto de la historia; vale decir, es la ideolo-ga de la clase hegemnica la que cimenta la uni-dad de una formacin, en la medida en que determina la adhesin de las clases dominadas en un determinado sistema de domihacin"38 Seme-jante interpretacin del pensamiento gramsciano slo es posible si uno identifica a la hegemona con la imposicin de la ideologa dominante -en-tendida aqu en el sentido lukacsiano de la visin del mundo-conciencia de clase de la clase domi-nante-.

    Me parece que lo demostrado hasta ahor es suficiente para dejar en claro que sta es una interpretacin totalmente incorrecta del pensa-miento de Gramsci. Interpretacin que le impide a Poulantzas aprehender todo el alcance de la concepcin de hegemona en Gramsd y lo lleva a encontrar en ella elementos incoherentes, espe-cialmente en cuanto a la extensin de esta con-cepcin a la estrategia del proletariado. Poulan-tzas rechaza esta extensin pues ella implica que una clase le impone a una formacin su propia visin del mundo y por consiguiente conquista de hecho el lugar de la ideologa, dominante antes de conquistar el poder poltico"39

    Gramsci no slo seala la posibilidad de que una clase llegue a ser hegemnica antes de la toma del poder, sino que lo considera necesario. Puede hablarse realmente de incoherencia de su parte? Si as fuera, esto afectara seriamente el

    38. !bid, p. I :l8. 39. !bid, p. 204.

    Gramsci y la realidad colombiana 207

    conjunto de su obra, dada la importancia que esta concepcin tiene en su pensamiento. Por otra parte, no se tratara ms bien de que Gramsci tiene una manera de entender la hegemona dis-tinta de la que Poulantzas le atribuye, es decir una manera que aborda el problema de la creacin de una unidad ideolgica a partir de una concepcin no-reduccionista de la ideologia? Este es el caso en realidad y es lo que explica por qu durante tanto tiempo este aspecto fundamental del pen-samiento gramsciano ha pasado inadvertido: porque era absolutamente impensable dentro de la problemtica reduccionista, dominante, en el pensamiento marxista40

    Debemos ahora presentar esta segunda solu-cin -que es la que se encuentra en Gramsci- al problema de la posibilidad de formar una unidad ideolgica entre distintos grupos sociales. Solu-cin que no consiste, por supuesto, en la imposi-cin de la ideologa de clase de uno de los grupos sobre los otros. Un anlisis de la 'manera como Gramsci visualiza el proceso que conduce a la constitucin de una nueva hegemona a travs de

    40. Por eso inclusive los autores que intuyeron la radical novedad de la concepcin gramsciana de hegemona, no lograron pensarla. Es, en mi opinin, el caso de C. Buci-G!ucksman, op. cit. En cuanto a los trabajos sobre Gramsci en ingls, la tendencia dominante ha sido identificar hege-mona con dominacin ideolgica. Como excepcin, ver Hall, Lumley y Maclennan, "Politics and Ideology: Grasci". Cultn ral Studies 10, 1977; Raymond Williams, Ma.rxism and Lite-rature. Oxford University Press, 1977. La forma como estos autores presentan el problema de la hegemona en varios aspectos guarda semejanza con la que se encuentra en este articulo.

    l

  • 208 Grarnsci y la realidad colombiana

    la refonna intelectual y moral, arrojar luz sobre esta materia.

    Corno ya hemos dicho, la importancia de la reforma intelectual y moral descansa en el hecho de que la hegemona de una clase fundamental consiste en la creacin de una "voluntad colec-tiva" (sobre la base de una vis'in del mundo comn que servir de principio unificador) en donde se fusionen esta clase y sus aliados para formar un "hombre colectivo":

    "De aqu puede deducirse la importancia del 'momento cultural' an en las actividades prc-ticas (colectivas): cada acto histrico est produ-cido inEWitablemente por el 'hambre rolectivo ', es decir, presupone la obtencin de una 1,tnidad 'cultural-social' por medio de la cual se fusionen en un solo objetivo una multiplicidad de volun-tades dispares con objetivos heterogneos, sobre la base de una nica (idntica) visin del mundo"u.

    En consecuencia, la creacin de una nueva hegemona implica la transformacin del terreno ideolgico anterior y la creacin de una nueva visin del mundo que le servir de principio unifi-cador a una nueva voluntad colectiva. Este es el proceso de transformacin ideolgica que Grarns-ci denomina "reforma intelectual y moral". Los dos pasajes siguientes resultan sumamente signi-ficativos en este contexto:

    "Lo que es important:e es la crtica que los pri-meros representantes de la nuevafase histLirica dirijan a un conjunto ideolgico semejant:e: gra-cias a esta crtica se produce un proceso de dis-

    41. QC II, p. 1330.

    Gramsci y la realidad colombiana 209

    tincin y de cambio en el peso relativo de los elementos de la vieja ideologa; lo que era secundario o subordinado o, incluso, incidental adquiere una importancia primordial, se con~ vierte en el ncleo de un nuevo cuerpo doctrina-rio e ideolgico. La vieja voluntad rolectiva se disuelve en sus elementos contradictorios, de manera que los elementos subordinados pueden desarrollarse socialmente' 112.

    "Por otro lado, cmo debe formarse esta con-ciencia histLirica, propuesta como conciencia autnoma? Crtw debe escoger y combinar cada cual los elementos para la conformacin de esta conciencia autLinoma? Cada elemento impuesto tendr que ser repudiado a priori? Tendr que repudiarse en la medida en que es impuest:o pero no en si mismo, es decir que ser necesario darle una nueva t'orma, que es especica del grupo dado''13.

    Aqu afirma Gramsci con toda claridad que la reforma intelectual y moral no consiste en arra-sar con la visin del mundo existente sustituyn-dola por otra completamente nueva y ya for-mulada. Consiste ms bien en un proceso de transformacin -orientado a producir una nue-va forma -y de rearticulacin de los elemen-tos ideolgicos existentes. De acuerdo con su con-cepcin, un sistema ideolgico consiste en un tipo particular de articulacin de los elementos ideo-lgicos, a los cuales se les otorga un cierto "peso relativo". El objetivo de la lucha ideolgica no es rechazar el sistema hegemnico en la totalidad de

    42. QC JI, p. 1058 (el subrayado es mlo ). 43. QC III, p. 1875 (el subrayado es rnlo ).

    l

  • 210 Gramsci y la realidad colombiana

    sus elementos sino rearticularlo, descomponerlo en sus elementos bsicos y luego seleccionar entre los conceptos pasados aquellos que, con algunos cambios de contenido, puedan servir para expre-sar la nueva situacin44 Finalmente, los elemen-tos escogidos son rearticulados en un nuevo sis-tema.

    Es natural que, encarada de este modo, la reforma moral e intelectual resulte incomprensi-ble dentro de una problemtica reduccionista que postule la existencia de ideologas paradigmti-cas para cada clase social y la necesaria connota-cin de clase de todos los elementos ideolgicos. Si efectivamente se acepta la hiptesis reauccio-nista, la reforma intelectual y moral consistira tan slo en reemplazar una ideologa de clase por otra. As, en el caso de la hegemona de la clase obrera, esta tendra que sustraer de la influencia de la ideologia burguesa a los grupos sociales que necesita como aliados e imponerles su propia ideologa. Para conseguirlo tendra que combatir la ideologa burguesa y rechazar de plano todos sus elementos, puesto que estos son intrnseca e irremediablemente burgueses y puesto que la presencia de uno de estos elementos en el dis-curso socialista probara que la ideologa de la clase obrera habra sido contaminada por la ideo-loga burguesa. En este caso, la lucha ideolgica se reducira siempre al enfrentamiento de dos sis-temas cerrados y previamente determinados. Esta, desde luego, no es la concepcin de Gramsci y la informacin disponible hasta el presente permite aseverar que su concepcin de ideologia

    44. QC Il, 1322.

    Gramsci y la realidad colombiana 211 no puede ser reduccionista, pues en ese caso su manera ~e visualizar ~a reforma intelectual y moral sena totalmente incomprensible. . C_u~l es estonces la concepcin de ideologa 1mp1Ic1ta en la teora grarnsciana de la hegemona? Para aclararlo, es preciso determinar antes el tipo de respuesta que da Gramsci a las siguientes preguntas: . 1) Qu es lo que constituye el principio de un

    sistema ideolgico? 2) Cmo puede determinarse el carcter de

    cla;>e de una ideologa o de un elemento ideo-lgico?

    Siendo ste uno de los aspectos menos desarro-llado del pensamiento de Gramsci, tendremos que ~onten~arnos con algunas indicaciones ms bien rmprecISas que necesitarn someterse.a la prueba de una lectura sntoma!. Para comenzar recor-

    dem~s los elementos del problema que hemos anal~ado. Sabernos que, segn Gramsci, la hege-mon1~ -que solo es posible para una clase fundamental- consiste en el ejercicio del lide-razgo :pi;i~tico, ~te~ectualymoral, solidificado por

    u~a VIs10n 1.:1-~utana del mundo (ideologa org-nica). Tamb1en sabemos que la direccin intelec-tual ~ moral ejercida por la clase hegemnica no consiste en la imposicin de su ideologa de clase sobre los grupos aliados. Una y otra vez resalta G!arnsci el hecho de que toda relacin hegem-nica es necesariamente "pedaggica y se da entre las distintas fuerzas que la componen"45. Insiste adems en que en un sistema hegemnico debe

    45. QC II, p. 1331.

  • 212 'Gramsc y la realidad colombiana

    haber democracia entre el grupo dirigente Y los grupos dirigidos46 ,

    Esto desde luego, tambin es vlido en el nivel ideolgico e implica que esta visin_ u~itaria del mundo que unifica al bloque hegemon1co es real-mente la expresin orgnica de todo el bloque (lo que explica el significado principal del trmino ideologa orgnica). Esta visin del mu.ndo incluye, pues, elementos ideolgicos de _on.ge.n variado pero su unidad deriva de su prmc1p10 articulador y ste ser siempre suministrado por la clase hegemnica. A este principio articulador Gramsci lo denomina principio hegemnico. En ningn lugar define este trmino con mucha pre-cisin pero, al parecer, para l implica un sistema de vaiores cuya realizacin depende del papel central que la clase fundarnentaljuega al niv~l de las relaciones de produccin. En consecuencia, la direccin intelectual y moral que una clase fun-damental ejerce en un sistema hegemnico con-siste en suministrar el principio articulador de la visin unitaria del mundo, el sistema de valores al cual se articularn los elementos ideolgicos pr.o-cedentes de los otros grupos, para formar un S1S-tema ideolgico unificado es decir! una ideolo~a . orgnica. Esta siempre ser un cof9unto complejo cuyo contenido no puede determmarse. de ante-mano, porque depende de toda una serie de fac-tores histricos y nacionales y, adems, de las relaciones de fuerzas existentes en un momento particular de la lucha por la hegemoni~. Por lo tanto los elementos ideolgicos adquieren su carc1ter de clase -que no les es intrnseco-,

    46. QC II, p. 1056.

    l l 1

    Gramsci y la realidad colombiana 213

    gracias a su articulacin a un principio hegem-nico. As, la lucha ideolgca es un proceso de desarticulacin-rearticulacin de elementos ideol-gicos dados, en una lucha entre dos principios hegemnicos por apropiarse de dichos elementos

    . ' no consiste en el enfrentamiento entre dos visio-nes del mundo cerradas yya elaboradas. Los con-juntos ideolgicos que existen en un momento dado provienen, pues, de las relaciones de fuerzas entre principios hegemnicos rivales y experi-mentan un perpetuo proceso de transforma-cin47.

    Estamos ahora en condiciones de responder a nuestras dos preguntas:

    1) El principio unificador de un sistema ideo-lgico est constituido por el principio hegem-nico que articula a todos los otros elementos ideo-lgicos. Es siempre la expresin de una clase fundamental.

    2) El carcter de clase de una ideologla o de un elemento ideolgico proviene del principio hege-mnico que acta como su centro articulador.

    Pero todava estarnos lejos de haber resuelto todos los problemas. Por ejemplo, el de la natura-leza de los elementos ideolgicos que no tienen un necesario carcter de clase. No est claro lo que expresan y Grarnsci no lo dice. Con todo, podernos encontrar algunos indicios precisos, muy signifi-cativos, que an uncan una solucin. En un pasaje donde reflexiona sobre lo que determinar la vic-toria de un principio hegemnico sobre otro, Gramsci afirma que un principio hegemnico no se impone en virtud de su naturaleza lgica

    47. QC III, p. 1863.

    ....

  • 214 Gramsci y la realidad colombiana

    intrnseca, sino cuando logra convertirse en una "religin popular"48 Cmo interpretar este pos-tulado? En otra parte, Gramsci reitera que una clase que quiere llegar a ser hegemnica tiene que "nacionalizarse"49. Y luego dice: "la forma particu-lar en que se presenta el elemento tico-poltico hegemnico en la vida del Estado y del pas es el 'patriotismo' y el 'nacionalismo', que son la 'reli-gin popular', es decir el vnculo que produce la unidad entre los dirigentes y los dirigidos"50 Para entender lo que Gramsc quiere decir,. es preciso remitir estos planteamientos a su concepcin de lo "nacional-popular". Concepcin que, aunque formulada parcialmente, desempea un papel importante en su pensamiento. Para Gramsci todo cuanto exprese al "pueblo-nacin" es "nacional-populars1. La hegemona exitosa es la que logra crear una "voluntad colectiva nacional-popular", y para que esto suceda la clase domi-nante tiene que haber sido capaz de articular a su principio hegemnico todos los elementos ideol-gicos nacional-populares, condicin inexcusable para que aparezca como la clase que representa el inters general.

    Por eso es que en la 1 ucha encarnizada entre las clases que se disputan la hegemonfa, muchas

    48. QC II, p. 1884. 49. QC III, p. 1729. 50. QC ll, p. 1084. 51. Esta es una concepcin que Gramsci desarrolla sobre

    todo con respecto a su aplicacin a la literatura (QC III, p.p. 2113-2120) pero l tambin seala que todas las manifesta-ciones ideolgicas o polticas pueden tener un carcter "nacional-popular" cuando existe un 'inculo orgnico entre los intelectuales y el pueblo.

    1 ' '

    Gramsci y la realidad colombiana 215

    veces entran en juego los elementos ideolgicos que expresan lo "nacional-popular". A este res-pecto, Gramsci seala algunos cambios de signifi-cado experimentados en trminos como "nacio-nalismo" y "patriotismo", en la medida en que clases fundamentales diferentes se los apropian y los articulan a distintos principios hegemnicos52 De otro lado, pone nfasis en el papel de estos trminos como vnculo que conduce a crear la unidad entre dirigentes y dirigidos y a proporcio-nar la base para una religin popular.

    Podemos ahora comprender la afirmacin de Gramscisegn la cual un principio hegemnico se consolida cuando consigue convertirse en religin popular. Significa esto que la lucha de una clase por la hegemona consiste ante todo en el intento de articular a su discurso todos los elementos ideolgicos nacional-populares. Es as como puede "nacionalizarse"B3.

    En consecuencia, la concepcin de ideologa que encontramos en estado prctico en la pro-blemtica gramsciana de la hegemona consiste en considerarla como una prctica que trans-forma el carcter de clase de los elementos ideo-lgicos mediante la articulacin de estos a un

    52. QC II, p. 1237. 53. Los planteamientos de Gramsci, naturalmente, no

    suministran una solucin para el problema de la naturaleza de los elementos ideolgicos no-clasistas. Simplemente sugieren el tipo de respuesta que Gramsci podra tener en mente. Pero este problema exige una solucin terica rigu-rosa. Una posible lnea de investigacin es la que Ernesto Laclau desarrolla en su libro Polities and ldeology in Mar-xist Theory. NLB, 1977, en donde trata la especificidad de la contradiccin popular-democrtica.

  • 216 Grarnsci y la realidad colombiana

    principio hegemnico distinto de aquel que los articulaba previamente. Lo cual supone que estos elementos no expresan en s mismos intereses de clase, sino que el discurso al cual estn articula-dos y el tipo de sujeto creado por ese discurso le confieren el carcter de clase.

    Hegemona y guerra deposicin. Es slo ahora, despus de haber explicitado la problemtica anti-reduccionista de la ideologa que el con-cepto gramsciano de hegemona implica, cuando podemos entender el significado y todo el alcance de este concepto de hegemona; una clase es hegemnica cuando logra articular a sri discurso la abrumadora mayora de los elementos ideol-gicos caractersticos de una determinada forma-cin social, en particular los elementos nacional-populares que le permiten convertirse en la clase que expresa el inters nacional. Por lo tanto, la hegemona de una clase es un fenmeno ms complejo que el de la simple direccin poltica: esta ltima es, en efecto, la consecuencia de otro aspecto que posee una importancia primordial. Es la creacin de un discurso ideolgico cohe-rente y unificado, resulta de la articulacin al sistema de valores de una clase de aquellos otros elementos ideolgicos existentes en una coyun-tura histrica determinada de la sociedad en cuestin. Porque estos elementos no tienen nece-sariamente connotaciones de clase, constituyen el terreno de la lucha ideolgica entre las dos clases que se enfrentan por la hegemona. En con-secuencia, si una clase llega a ser hegemnica no ser, como quisieran algunos intrpretes de Gramsci, porque consiga imponer sobre la socie-dad su ideologa de clase, o porque establezca mecanismos para legitimar su poder de clase.

    Grarnsci y la realidad colombiana 217

    Este tipo de interpretacin altera completamente la naturaleza del pensamiento de Gramsci porque reduce su concepcin de ideologa a la concep-cin marxista tradicional de la falsa conciencia

    . ' q:ie necesariamente lleva a presentar la hegemo-n1a como un fenmeno de inculcacin ideolgica. Ahora _bie_n, es justamente contra este tipo de reducc10nismo que Gramsci se rebela cuando afirma que "la poltica no es un 'march de dupes"'54 Para l la ideologa no es la justificacin mistificada-mistificadora de un poder de clase ya constituido; es el "terreno en donde los hombres a?quieren conciencia de si mismos", y la hegemo-n1a, por lo tanto no puede reducirse a un proceso de dominacin ideolgica.

    Una vez entendido el verdadero sentido de la hegemona en Gramsci, todas las seudoincohe-rencias de su obra desaparecen. Se aclara, por eji::r:ipio, el problema de saber por qu Gramsci

    util~a su concepcin indistintamente para desig-nar las prcticas de la burguesa y las de la clase obrera, y por qu contempla la posibilidad de la hegemona de una clase antes de la toma del poder. El vnculo que se haba establecido entre hegemona y dominacin ideolgica impeda apreciar la coherencia interna del pensamiento de Gramsci y lo presentaba lleno de antinomias. Pero una vez establecida la problemtica de la ideologa que opera en estado prctico en la con-cepcin ~ramsciana, todas sus otras concepcio-nes encajan naturalmente en un conjunto perfec-tamente estructurado y el sentido subyacente de su pensamiento se manifiesta en toda su cohe-rencia.

    54. QC III, p. 1595.

  • 218 Gramsci y la realidad colombiana

    Dar solo un ejemplo, pero es un ejemplo de crucial importancia, ya que se refiere a la concep-cin que le sirve de base a Gramsci para construir el conjunto de su estrategia para la transicin hacia el socialismo en Occidente, me refiero a la guerra de la posicin.

    El pensamiento de Gramsci sobre la estrategia de la clase obrera en su lucha por el socialismo se organiza en torno a su concepcin de hegemona: su punto de partida es la ampliacin del concepto de hegemona que, segn vimos, Gramsci empez a considerar aplicable tambin a la burguesa, porque entenda que el poder del Estado no se limitaba al poder de una sola clase y que la bur-guesa haba logrado asegurarse una"base hist-rica", un grupo de aliados gobernados por ella, a travs de sus aparatos hegemnicos. En este sen-tido, haba creado un "hombre-colectivo", que funcionaba corno sujeto poltico autnomo. De aqu concluy Gramsci que la lucha poltica no tiene lugar nicamente entre las dos clases anta-gnicas fundamentales, ya que los "sujetos polti-cos" no son clases sociales sino "voluntades colec-tivas", que abarcan un conjunto de grupos sociales fusionados alrededor de una clase fun- damental. Y si la lucha entre las clases antagni-cas constituye en ltima instancia el nivel deter-minante de toda lucha poltica, la lucha de todos los dems grupos de una formacin social, no obstante, tiene que articularse a ella Estos otros grupos suministran la "base histrica" de una clase dominante y es en este terreno en donde tiene lugar la lucha por la hegemona -en virtud de la cual una clase fundamental intenta ganar la adhesin de los otros grupos sociales-. En con-secuencia el proceso revolucionario no puede res-

    -., 1 i

    Gramsci y la realidad colombiana 219

    tringirse a un movimento organizado sobre estric-tas lneas de clase, que tendera a desarrollar una conciencia puramente proletaria, desligada del resto de la sociedad. En efecto, el camino hacia la hegemona exige tener en cuenta un doble pro-ceso: la conciencia de s mismo corno grupo aut-nomo y la creacin de una base del consenso:

    "El estudio del desarrollo de e5tas .fuerzas innovadoras,desdelosgrupossubal'ternoshasta los grupos dirigentes, tiene que empearse, sin embargo, en la bsqueda e ident:ificacin de las fases a travs de las cuales ellas han adqui-rido autonoma can relacin a los enemigos que debern derrotar. Tambin debe indagar sobre la adhesin de los grupos que en forma activa o pasiva las han ayudado, pues todo este proceso fue histricamente necesario para que pudieran unirse en un Estado. El nivel de conciencia histrico-poltwo que estas fuerzas innovadoras han obtenido progresivamente y por fases, est medido por estos dos patrones y no slo por su separacin de las fuerzas dominantes ante-riores ''55

    En consecuencia, resulta vital que la clase obrera no se asle en un ghetto minsculo de purismo proletario. Al contrario, debe tratar de convertirse en una "clase nacional", represen-tando los intereses de un creciente nmero de grupos sociales. Para lo cual debe destruir las bases histricas de la hegemona burguesa, desar-ticulando el bloque ideolgico que expresa a la direccin intelectual de la burguesa Slo bajo esta condicin podr la clase obrera rearticular

    55. QC III, p, 2289.

  • ;

    220 Gramsc y la realidad colombiana

    un nuevo sistema ideolgico que le sirva de cemento al bloque hegemnico en cuyo seno ella desempear el papel de fuerza dirigente. Este proceso de desarticulacin-rearticulacin consti-tuye la clebre "guerra de posicin", que Gramsci concibe como la estrategia revolucionaria que mejor se adapta a los pases en donde la burguesa ha logrado asentar firmemente su hegemona, merced al desarrollo de la sociedad civil. A menos que se haya captado el verdadero significado de la hegemona en Gramsci -que consiste .en la capa-cidad de una clase fundamental para articular a su discurso los elementos ideolgicos caracters-ticos de una determinada formacin social.-:: ser imposible entender la naturaleza de la guerra de posicin.

    En efecto, la guerra de posicin es el proceso de lucha ideolgica a travs del cual las dos clases fundamentales pugnan por apropiarse de los elementos ideolgicos no-clasistas para integrar-los al sistema ideolgico que se articula alrededor de sus respectivos principios hegemnicos. Esta es, en consecuencia, slo una etapa de la lucha, en la cual se consolida el nuevo bloque hegemnico, pero es un momento decisivo porque en poltica, al decir de Gramsci, "una vez que la guerra de posicin se ha ganado, se la ha ganado definiti-vamente"56. Ser, en efecto, solo una cuestin de tiempo el que las relaciones militares de fuerzas empiecen a inclinarse hacia el bloque de las fuer-zas socialistas, una vez que el conjunto de las fuerzas populares se congreguen bajo la gida del socialismo, y que la burguesa se encuentre

    56. QC Il, p. 802.

    Gramsci y la realidad colombiana 221

    aislada. As, lejos de representar una estrategia reformista -como lo sostienen ciertas interpre-taciones acerca de Gramsci- 57 la guerra de posi-cin representa el traslado a la estrategia poltica de una concepcin no-reduccionista de la ideolo-ga y de la poltica. Esta subraya el papel funda-mental de la lucha ideolgica y el carcter de guerra popular que deber adoptar la lucha por el socialismo: "en la poltica, la guerra de posicin es la concepcin de hegemona"58 Esta afirmacin de Gramsci slo puede entenderse a la luz de la problemtica anti-reduccionista de la ideologa, que hemos presentado como la condicin de inte-ligibilidad de su concepcin de hegemona. Slo cuando esto se haya captado plenamente, podrn entreverse todas las consecuencias polticas que involucra y que cristaliza en una concepcin de la revolucin socialista enfocada no como un pro-ceso estrictamente proletario, sino como un pro-cesp complejo de transformaciones politicas e ideolgicas en donde la clase obrera asume el papel dirigente. La guerra de posicin -enten-dida como lucha por la hegemonia- en el seno de todos los sectores anti-capitalistas, tambin explica la insistencia de Gramsci en el carcter "nacional" de la lucha:

    "La situacin int:ernacianal debe ser canside-rada en su aspecto nacianal. En los heclws, la

    57. Perry Anderson sostiene este enfoque en su artculo "The Antinomies of Antonio Gramsci", NewLeft Review No. 100, 1977. Su interpretacin de Gramsciilustra de qu modo la falta de comprensin de la naturaleza de la hegemonia en Gramsci y de la problemtica anti-reduccionista de la ideo-logfa que ella implica, impide captar tanto la especificidad del pensamiento de Gramsci como su coherencia.

    58. QC Il, p. 973.

  • 222 Gramsci y la realidad colombiana

    relacin 'nacional' es el resultado de una combi-nacin nica (en cierto sentido) y 'original'. Originalidad y singularidad que es preciso entender plenamente si aspira a dominarla y ccmducirla. Por supuesto, la lnea del desarrollo es hacia el internacionalisrtW, pero el punto de partida es 'nacicmal' y es desde este punto de partida desde dcmde debe emprenderse la accin ''59

    Conclusin

    En este artculo hemos argumentado que en la concepcin de hegemona de Gramsci subyace en estado prctico una problemtica de la ideologa radicalmente anti--economicista, y que esta cons-tituye la.condicin

  • 224 Gramsci y la realidad colombiana

    embargo, dentro de la problemtica del materia-lismo histrico. En efecto, una vez superada la fase elemental que vea en la ideologa un mero epifenmeno, la teora marxista tiene que enfren-tar todava esta dificultad: mostrar cmo puede afirmarse que la prctica ideolgica goza de ver-dadera autonoma y eficacia, al tiempo que se sigue sosteniendo el principio de la determina-cin en ltima instancia por la economa. Es un problema que el mismo Althusser no ha podido resolver satisfactoriamente, razn que rio hace mucho le mereci la acusacin de economicistaso. Con todo, si sus crticos proponen una s(llucin que efectivamente supera el problema del eco-nomicismo, es al precio de abandonar l campo del materialismo histrico. En efecto, al identifi-car el economicismo con la tesis de la determina-cin en ltima instancia por la economa y al proponer como solucin la autonoma total de las prcticas ideolgicas, colocan en entredicho los principios bsicos del materialismo histrico.

    En la obra de Gramsci puede encontrarse el bosquejo de otro tipo de solucin a este problema, que vale la pena analizar antes de decidir si la solucin al problema del economicismo es real-mente imposible dentro del marco terico del marxismo. Tal como la presentamos aqu, la pro-blemtica de la hegemona contiene, en estado prctico, los trazos generales de una articulacin posible entre la autonoma relativa de la ideologa y la determinacin en ltima instancia por la' economa.

    60. Sobre esta materia, ver Paul Hirst, "Althusser and the Theory of ldeology", Economy and Society, vol. 5, No. 4, 1976.

    Gramsci y la realidad colombiana 225

    La concepcin de ideologa que se desprende de la concepcin gramsciana de la hegemona, le atribuye a aquella una autonoma real, puesto que los elementos que la prctica ideolgica pre-tende transformar no poseen una necesaria con-notacin de clase y por lo tanto no constituyen la representacin ideolgica de los intereses exis-tentes en el nivel econmico. Pero, por otra parte, esta autonoma no es incompatible con la deter-minacin en ltima instancia por la economa, ya que los principios hegemnicos que sirven para articula